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A mí me lo contaron
De
Personajes
los días en los controles nos acompaña "Epigmenio Gorgonio" ... Y abriendo
nuestro tutifruti de hoy nos vamos con esta ranchera que la programo un
incognito amigo BS, Esperamos sus llamados y saludos........
BENIGNO: (Consultando una receta.) ¿Qué diablos dice aquí? Esto lo mismo
puede decir coco dilatado de sodio, como cloruro de calcio o clorhidrato de
magnesio... Yo le pongo un poco de cada cosa, allá el medicucho con su
paciente. Este medicucho nuevo tiene una letra que no se la entiende ni él. Ya
que no sabe escribir, por lo menos podría hacer las recetas a máquina. ¿Y qué
dice aquí? ¿H? ¿Y? ¿H? ¡Al diablo!, Yo le pongo un poco de bicarbonato que
eso no le hace daño a nadie. Después de todo soy boticario, no grafólogo.
BÁRBARA: Muy grave don Benigno, muy grave... Yo creo que se me va...
Ayyy... ¿Cuánto costará la receta?
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BENIGNO: Este doctorcito nuevo es una calamidad. ¡Qué diferencia con don
Matías (que en paz descanse)!. ¡Con ese daba gusta trabajar!, todo se entendía
admirablemente.
BÁRBARA: ¡Claro!, como que todas las enfermedades las curaba con
aspirina y dipirona.
BENIGNO: Así y todo se le morían menos enfermos que a éste, porque con
este doctor de ahora es un verdadero escándalo. Se está muriendo gente que no
se había muerto nunca antes.
BENIGNO: Todas no. Las únicas que lo ven con buenos ojos son esas siúticas
de las Galleguillos... Pero esas ¿A quién no ven con buenos ojos? Bueno, eso
de “buenos ojos” es una manera de decir no más, porque una es bizca, la otra
es turnia y la otra tiene garrapatas...
BÁRBARA: ¡No sea exagerado don Benigno, si no son tan feas!. En lo que
toca al físico no hay nada que encararles. La parte moral, esa es la que deja
bastante que desear... ¿Usted supo lo de la mayor con el agente viajero?
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BENIGNO: Claro que lo supe. Pero eso no fue con la hija, fue con la madre.
BÁRBARA: Eso fue antes. Claro que no lo creí nunca, pero la mujer del
notario me contó que lo había visto con sus propios ojos... Naturalmente que
yo no quise creerlo, como esa vieja es tan peladoraza.
BENIGNO: ¡Yo no sé cómo la mujer del notario se atreve a tirar piedras
teniendo el tejado de vidrio! Porque ella antes de casarse dio mucho que
hablar con el español Santolaya, el dueño de la tienda
BÁRBARA: ¡Si hubiera sido sólo con ese! Pero dicen que hasta con el
contorsionista de un circo que estuvo aquí...
BENIGNO: ¡Y como dejo al Toni!
BÁRBARA: Sí, don Benigno, mi pobre Dalmiro está tan grave. Ha pasado
una noche espantosa.
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BENIGNO: Haga cuenta que lo está hablando con su confesor. ¡Soy una
verdadera tumba!
BÁRBARA: Allá va. Fíjese que ayer, como a las ocho de la noche, fui a la
casa de la Juanita Contreras a pedirle unas hojitas de paico para hacerle una
agüita a mi pobre Dalmiro... cuando en eso llegó de la calle el chico de la
Juanita
BENIGNO: El tuerto…
BÁRBARA: El mismo, nos contó que había visto salir al doctor de su casa,
del brazo con una mujer, a la que no pudo verle la cara porque estaba
anocheciendo.
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BÁRBARA: Bueno, deme las inyecciones, que cuando salí de la casa dejé al
pobre Dalmiro con todo el dolor
BENIGNO: (Le pasa un paquete de entre varios que tiene en el mesón) Tome,
éstas creo que son. Si la primera le hace mal, quiere decir que me equivoqué.
Entonces me las trae para cambiárselas
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BENIGNO: Espera, Santolaya. Tengo algo que contarte, pero... ¡júrame que
no se lo contarás a nadie!
BENIGNO: ¿No te había dicho mil veces que le doctorcito nuevo me daba
mala espina?
BENIGNO: Hay dos versiones. Unos dicen que la dama era alta y gruesa; en
cambio otros afirman que era chica y delgada. En este último caso no puede
ser otra que la mujer de Espinoza el gerente del Banco y futura alcaldesa. Y si
tuvieran razón los que afirman que es alta y gruesa, entonces yo creo que...
¿Cómo está tu señora?
SANTOLAYA: Mi señora está muy bien y está en Temuco desde hace una
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semana
SANTOLAYA: Un gilipollas.
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(Suena música de los años 80) Tulita bailando en primer plano sumándose
Don Benigno y Santolaya, hasta recuperarse.
BENIGNO: Cuida la botica mientras voy a una diligencia muy importante con
su tío Santolaya.
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TULITA: ¡Raúl!
RODRIGUEZ: ¡Tulita!
TULITA: ¡Raúl!
RODRIGUEZ: ¡Tulita!
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RODRIGUEZ: Que me parece tonto seguir ocultándonos por más tiempo. ¿Tú
no le has dicho nada?
TULITA: Eh... ¿sí?... ¡No!, es que no me atrevo, como me papá habla tan mal
de ti...
TULITA: ¡Tonto!
RODRIGUEZ: Mira Tulita, deseo hablar hoy mismo con tu padre, porque en
el tren de esta tarde llega de Santiago mi hermana Carmen Rosa...
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TULITA: Yo espero que así sea, porque a mí tampoco me gusta eso de tener
que ocultándonos de todo el mundo. Ya ves, anoche, cuando nos encontramos
en la esquina de tu casa y estuvimos un momento conversando, nos vio el hijo
de la Juanita Contreras y si se lo ha contado a su madre...Uy... Dios sabe las
cosas que inventará ella, con la lengüita que tiene.
ERNESTINA: ¿Y su Papá?
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ERNESTINA: Sí, Verá mi esposo me envió, por un asunto del banco. Tenía
interés en verlo para que me indicara cómo va a renovar una letra descontada
que venció ayer.
TULITA: En cuanto llegue le diré que vaya al banco, para que converse con
usted (incomoda jugando con un cubo rubik)
ERNESTINA: (Sonriendo) No, estoy segura que aquí hace más calor que allá
afuera. (Silencio incomodo nuevamente) Emmm, Mejor me voy hasta luego,
doctor
TULITA: Ah Señora Ernestina yo votaré por UD. (Haciendo el guiño de la
Campaña)
BENIGNO: (Entrando por el lado contrario y mirando a los que salen) ¡Qué
vergüenza! ¡Juntos el verdugo y su verduga! ¡El traidor y la traicionera! Pero
yo no puedo consentir que la felonía quede impune. Se lo contaré todo al
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TULITA: No... Ah... ¡sí! La Señora Ernestina que enviada por su marido
acaba de estar por aquí y dijo que usted pasara por su oficina de su esposo
para arreglar... no sé qué asunto, no le entendí muy bien
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SANTOLAYA: (Cerrando el libro con torpeza) Que hace Ud. por acá.
ERNESTINA: (Sonriendo) Que hace Ud. por ahí (Indicando el libro, luego
pausa incomoda) Oiga Santolaya, no se encuentra Don Benigno, mire que
ando con una fuerte migraña.
ERNESTINA: (Riendo) Las cosas que dice por dios Santolaya, Celosa yo si
soy una mujer casada (Juego de risas en ambos) Bueno me voy Santolaya.
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BENIGNO: Al fin sólo (Viendo un diario que siempre estuvo en el mesón, lee)
“Se rompe de capa de Osorno, ambientalistas preocupados”… Valla otra cosa
que destruyen, comunistas deben ser, siempre destruyéndolo todo.
BENIGNO: Muy buenos, señora. ¿En qué puedo servirla? Estoy a su entera
disposición. Tengo un gran surtido de belleza, cosas para sus manos, su pelo,
sus piernas... En que la puedo ayudar.
CARMEN ROSA: Sí
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BENIGNO: Sí, usted debe llevarse al doctor Rodríguez de aquí lo más rápido
posible
CARMEN ROSA: En todas partes le pasa igual. Allá en Santiago tenía locas a
todas mis amigas
CARMEN ROSA: ¿Yo? ¿Qué voy hacerle? ¡Por mí que se divierta todo lo que
quiera!
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BENIGNO: Pues por la moralidad de esos niños inocentes debería poner atajo
a la conducta desenfrenada del doctor
CARMEN ROSA: ¿Y qué tiene que ver Raúl con mis hijos?
BENIGNO: (Aparte) ¡Ya decía yo que ésta era otra fresca! (A ella) Así que a
usted no le importan nada las aventuras del Doctor Rodríguez.
CARMEN ROSA: Claro que me gustaría que sentara cabeza, pero por otro
lado no dejan de halagarme sus éxitos con las mujeres (Ríe)
BENIGNO: ¡Qué degeneración! Sepa usted que las inmoralidades del doctor
Rodríguez han colmado todas las medidas. Le voy a decir algo que no se lo
contaría pero se lo cuento igual. Anoche mismo estuvo el Doctorcillo como
dos horas sentado en la acera de la esquina de su casa con la mujer pero no
resulta ser cualquier mujer, sino Ernestina la esposa del gerente banco y futura
alcaldesa, sentada en sus rodillas y besuqueándose de la manera más
escandalosa y contorneosa, ante los ojos espantados de los transeúntes que
paseaban por la calle. ¿Qué me dice de eso?
CARMEN ROSA: Pero qué atrevimiento, hombre... decirle a esa señora... ja,
ja, ja
CARMEN ROSA: Cómo quiere que no me ría, cuando cree que yo...ja, ja, ja...
Hasta luego, hombre...Hasta luego... ja, ja, ja (Sale) (Carmen Rosa se queda
buscando algo en su cartera, entra Ernestina)
BENIGNO: (Sin entender) Bueno uno lo hacía por su bien pero si le cuesta
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ERNESTINA: (Riendo con ella) Se nota… Hola Don Benigno como le va?
BENIGNO: Buenos días, doña Liber... perdón, Ernestina. ¿Cómo está Ud.? y
¿Qué la trae por aquí, aparte de sus largas y Hermosas piernas?
BENIGNO: Eh... mmm... está segura que la mandó a usted a hablar conmigo
sobre el “asunto”.
BENIGNO: Así lo estoy viendo señora (Al público) Otro par de frescos más
claro. (A ella) Bueno, si es así... Sucede que su marido quería consultarme
porque algo sospecha de sus paseos que han generado el romance con el
doctor Rodríguez y que los vieron juntos anoche... Pero cálmese que ahora
viene lo peor, porque en la otra esquina tenemos a la señora del doctor que a
pesar de tener ocho chiquillos con distintos hombres, es una mujer muy fiel a
su marido y soy testigo del amor incondicional que profesa por él.
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decirle que este señor hace unos años quemo su Botica para cobrar los
seguros, es un pirómano, ahí estuve yo y mi esposo ayudándolo, tiene una
chiquilla como de treinta años que la automedica constantemente, además esta
botica está llena de guarenes. Pero esto no va a quedar así, no voy a dejar que
me invente chismes. Se lo contaré todo a mi marido, así se le van a quitar las
ganas de andar hablando de una mujer como yo, porque mi buen dios que todo
lo teje se encargara de hacer justicia... Ya lo oyó Don Benigno, esto no se va a
quedar así. (Mientras Benigno queda perplejo)
CARMEN ROSA: Disculpe Señora, ¿conoce usted ésta calle?
BENIGNO: (Ya recuperándose) ¡Ah, pero qué tranquilo se queda uno cuando
hace algo en pro de la depuración moral de este pueblo! Debo contárselo a
contárselo a Santolaya por su puesto. (Llama por teléfono, conversación
acompañada del murmullo de una voz del otro lado) ¿Halo, Santolaya? ,
Disculpe señorita, es que tiene la voz tan ronca como su padre. Cuénteme
¿Cómo sigue su mamita?... Ella tiene la culpa, pues, si es tan sufrida para vino
tinto, negro y blanco... ¿Y su hermanito? ¿Siempre preso? Qué injusticia que
lo hayan pillado robando justo en ese mismo instante... Bueno me puede
comunicar con Santolaya, por favor... gracias, hasta luego (Grito fuerte en el
teléfono, llamando a Santolaya) Sigue tan dulce como siempre usted…
¿Santolaya? Sí, con Benigno. Tengo noticias: Llegó la mujer de Rodríguez...
¡Lo que oyes! Es otra fresca igual que él. Tiene ocho hijos, todos de distinto
padre... Fíjate que aquí se encontró con la mujer de Espinoza, la que resultó
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ser la del lío de anoche... por supuesto ¡confirmado!, todo el pueblo lo sabe.
¡Salieron agarrándose del moño! Pero tremendo... La de Espinoza salió con
un ojo en tinta y la del doctor con el sostén debajo del brazo... ¿Yo? No, cómo
se te ocurre, a mí no me gusta meterme en enredos. ¡Allá ellas que se las
arreglen como puedan! ¿Ah?... Sí, es mejor que vengas, aquí te daré más
detalles. Hasta luego. (Cuelga)
BENIGNO: Entonces, llévele éstas, que son muy buenas para adelgazar y la
retención de líquidos, yo creo que por ahí va el tema de Dalmiro (Le pasa un
paquete)
BÁRBARA: ¡A ver, a ver! Cuénteme, pero ligerito, que mi pobre Dalmiro está
en las últimas
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BENIGNO: Pues está aquí. Y dice Santolaya que apenas llegó y se enteró de
los escándalos de su marido con la mujer de Espinoza, se largó a buscarlo y le
pegó tal paliza que lo dejó medio muerto tirado pa` difunto
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RODRIGUEZ: Pero Señor se ha vuelto loco ¿Qué está diciendo don Benigno?
BENIGNO: Lo saben hasta las piedras de la calle. Sepa usted que su esposa ha
llegado al pueblo y que los catorce hijos llegarán en el tren de la tarde.
BENIGNO: ¡No se me haga el de las monjas, mire que no lo veo na` con
sotana!
RODRIGUEZ: Señor y disculpe por lo que diré pero ¿You are creazy? yo no
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soy casado ni tengo hijos y sólo vengo a pedir la mano de su hija porque nos
amos... Ni más ni menos, don Benigno.
BENIGNO: ¡Ah! ¿Entonces era su hermana? ¡Pero qué gente tan chismosa la
de este pueblo!. Entonces, lo de los amores con la mujer de Espinoza
¿tampoco era cierto? Entre Santolaya y doña Bárbara me pusieron la cabeza
como un bombo. Y entonces ¿quién era mujer con la cual estaba usted en la
esquina de su casa?
RODRIGUEZ: Eh... emmm... Con todo respeto señor Benigno, pero su hija al
volver del correo me la encontré y la acompañé por media cuadra
BENIGNO: ¿La acompañó media cuadra? Y hay que ver el lío que han
armado los peladores del pueblo por este inocente paseo.
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BENIGNO: Bueno y que ¿Acaso Nerón nunca se lavó las manos?. ¡No les
digo que yo no sé nada! ¡A mí me lo contaron!
TODOS: ¿Quién?
BENIGNO: SANTOLAYA!!!
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SANTOLAYA: ¿Cómo?
BENIGNO: (Va hacia Doña Barbarita, la toca y esta se puede mover) Doña
Barbarita ¿Cómo sigue su marido?
BENIGNO: ¡Ya está! Que de algo nos sirva… Escuchen todos (Vuelven a
moverse) ¡Doña Barbarita es completamente inocente! El autor de todo este
enredo fue Dalmiro, el esposo de esta señora que se está muriendo pero sigue
cagüineando...
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TODOS: QUIEN!!!
BENIGNO: (Mirando a alguien del público) Ese! (Mientras todos van a pedir
explicaciones) Sorpresa.
(Tulita llega con un velo de novia y un ramo, todos suben al escenario
nuevamente felices a celebrar y bailar “Música de “El Boticario” al tomarse la
pócima de Benigno, comienzan a sentirse mal hasta quedar en posiciones para
coreografía final, TODOS BAILAN)
FIN
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