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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LAS ARTES (UNA)

DEPARTAMENTO DE ARTES VISUALES “PRILIDIANO PUEYRREDÓN”

ESPECIALIZACIÓN EN LENGUAJES ARTÍSTICOS COMBINADOS

LUMINOTECNIA
TRABAJO FINAL

PROFESORA: JULIETA LAZZINI ESTUDIANTE: YANINA BERTOLO

AGOSTO 2015
No- lugar, no- persona (Instalación performática)

Fundamentación

Un no lugar es un espacio que no crea ni identidad singular ni relación, sino soledad y


similitud. Marc Augé.

Mi tesina de grado la hice dentro del Centro Universitario de Devoto (CUD), el objetivo que
me guiaba era intentar develar el cruce entre educación universitaria y cárcel, el contraste
de un espacio de libertad dentro de un contexto de encierro y la generación de este cruce
en nuevas subjetividades de los sujetos presos.

Durante dos años hice el trabajo campo yendo al CUD cada quince días. Y aunque en esas
visitas buscaba responder a las preguntas de mi tesina, había un entorno carcelario que me
atravesada punzantemente. La primera vez que se entra a una cárcel las huellas que quedan
en la memoria son imborrables. No importa si se va en condición de visita, docente,
abogado, cura o personal del servicio penitenciario. Nada de lo que ocurre en una
institución de encierro es natural y eso queda en evidencia un poco antes de cruzar la puerta
de entrada.

En paralelo al desarrollo de mi tesina, la idea de la cárcel como un “no lugar” se iba haciendo
cada vez más indeleble. A pesar de ser instituciones históricas, instaladas en ciudades,
visibles, localizables, mediáticas, representan el lugar del anonimato. Siguiendo al
antropólogo Marc Augé, se podría pensar a las cárceles con el concepto de “no lugares”, en
tanto que estos espacios se caracterizan por su condición de enclaves anónimos para
hombres anónimos. Si bien, para este autor, los “no lugares” son las autopistas, los medios
de transporte, los aeropuertos, las grandes cadenas hoteleras, los parques de diversión, los
supermercados, paradigmáticamente, la cárcel funciona con las características de estos
espacios, ya que refiere a lugares de transitoriedad: no personalizan ni aportan a la
identidad porque no es fácil interiorizar sus aspectos o componentes, y también en esos
espacios funciona el elemento de control y disciplina como organizador del transcurrir.

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Como afirma Augé, “si un lugar puede definirse como un lugar de identidad, relacional e
histórico, un espacio que no puede definirse como espacio de identidad ni como relacional
ni como histórico, definirá un no lugar”

Sin embargo, los contextos de encierro son históricos y relacionales y el sujeto preso
también lo es. Es necesario dejar en evidencia que la cárcel es una construcción social, producto
de estrategias económicas, políticas y sociales que le han dado al Estado el poder punitivo como
una forma de control de unos sobre otros. Por lo que la existencia de las prisiones es
necesariamente un tema que compete a toda la sociedad.

No- lugar, no- persona es una obra que reflexiona sobre esos otros mundos en apariencia
visibles, pero oscurecidos por imaginarios y discursos de construcción; en el caso del sujeto
preso bajo la denominación de “interno”, como si se tratase de una enfermedad y no de las
consecuencias históricas, sociales, políticas y económicas generadoras de instituciones
totales. Como expresas Goffman, “la pérdida del propio nombre puede representar una
gran mutilación del yo” (Goffman, 2004: 31)

El transcurso por una cárcel marca un devenir en donde un nuevo código debe ser
aprendido y donde las subjetividades quedan atravesadas por él. Los discursos
penitenciarios sobre la reinserción y la rehabilitación del sujeto se presentan como una
ficción inverosímil: en principio porque las particularidades quedan desarticuladas en un
expediente, en un pabellón y en un número de interno, es decir, se deshabilita al sujeto
para rehabilitarlo. Desde esta caracterización, el hombre del “no lugar” no es solamente un
hombre anónimo, es, sobre todo, una negación del mismo. Paralelo a este código, también
está el lenguaje “tumbero”, que es la jerga que se utiliza tras las rejas, si bien no es sólo
intrínseco a las cárceles, dentro de la prisión la comunicación fluye a través de él. Este
lenguaje demuestra la falsedad de la premisa rehabilitadora, que intenta resocializar a
sujetos que ya estaban fuera de la sociedad antes de llegar a la cárcel.

Entonces, el preso es un sujeto solo que transcurre por una maquinaria disciplinaria, donde
es atravesado por distintos discursos que van conformando a un sujeto en continuo
tránsito: resocializarlo para una sociedad que lo mira desde el discurso de la inseguridad,

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fomentar la buena conducta para unos antecedentes que cargará de por vida. La cárcel
refuerza así su condición de “no lugar”, territorio desprovisto de vínculos humanizadores.
Su tan mentada “reinserción” es un discurso de “buen comportamiento” que hay que llenar
en una ficha1. La despersonalización del método de “reeducación” convierte al sujeto
carcelario en una “no-persona”.

La cárcel es un lugar superpoblado de guardias y de presos. También a ella acuden curas,


docentes, abogados, fiscales, pastores evangelistas, familiares. Durante el día tiene una
actividad incesante y con mucho movimiento. Pese a ello, la soledad y la invisibilidad,
habitan, paradójicamente, este espacio.

Es por ello que, la intención de la obra es abrir posibilidades de reflexión sobre la soledad
que provocan los espacios negadores del yo y cómo ellos imprimen nuevas subjetividades
que atraviesan los cuerpos dejando sus marcas.

Descripción de la performance

Se busca crear un espacio de soledad que pueda representar la idea de “no- lugar” y de “no-
persona”, en donde el performer se encontrará detrás de una pared de papel, en principio
los espectadores sólo verán palabras, del contexto carcelario que se reflejarán en el muro,
luego el performer comenzará a desgarrar esa pared, de este modo se irá descubriendo su
cuerpo.

El lenguaje visual se caracterizará por la aparición de palabras que refieren a un contexto


de encierro, pero que descontextualizadas provocarán extrañeza en quien las mira y el
lenguaje sonoro funcionará con cierta referencialidad a ese contexto. El lenguaje verbal
estará dado por fragmentos del Código Penitenciario, esos que hacen referencia a la misión
de las cárceles, y también por palabras propias de la jerga “tumbera”. Parte del lenguaje

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Si bien hay grupos de profesionales y colectivos que ingresan a las cárceles para romper con la lógica de la
“reinserción”, trabajando profundamente con el problema carcelario, estas acciones no cubren a toda la
población, por falta de recursos, de políticas y de voluntad por parte del Servicio Penitenciario. Asimismo, lo
que ocurre dentro de las cárceles es un tema que suele estar en agenda cuando ocurren eventos que se
vuelven mediáticos, entonces el problema de las cárceles es tratado desde el discurso de la inseguridad.

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verbal aparecerá de forma sonora y visual, generando entre ambas instancias una cadena
de significantes. Esta elección responde a visibilizar los discursos con los que se conocen los
contextos de encierro, quitando de ellos las imágenes figurativas para provocar una
visibilidad deconstructiva.

Tanto el lenguaje sonoro como el visual buscarán representar un espacio donde a pesar del
bullicio y de la constante aparición de palabras predomine la idea del “no- lugar”, de
“tumba”, como espacio de oscuridad en donde no es posible crear una identidad y un
vínculo.

El lenguaje corporal expresará, con los movimientos desesperados, la intención de romper


con ese espacio, buscará la manera de traspasar ese muro, luchará para que el cuerpo no
sea el depositario de este atravesamiento, será un cuerpo que intentará liberarse de la
opresión del “no- lugar”.

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Descripción técnica y criterios de montaje

La performance se llevará a cabo dentro del aula n° 6 del subsuelo de la UNA. La elección
de este lugar presenta las condiciones necesarias para la oscuridad que requiere la
performance. El espacio estará desprovisto de objetos, salvo los utilizados para la
performance. Para el montaje se armará un bastidor de tres metros de largo por dos de
alto, con dos pies inferiores que lo mantendrá parado. Esta estructura estará cubierta por
hojas blancas de papel barrilete, que serán pegadas entre ellas para generar un gran lienzo,
formando de este modo una pantalla. Detrás de ella se ubicará un reflector de 150 watts;
entre el reflector y la pantalla habrá una distancia de dos metros y medio, en medio de estos
dos elementos estará el performer; con esta luz se busca recortar la figura del sujeto del
fondo, generando una clave baja. Del otro lado de la pantalla se ubicará el proyector, cerca
de la puerta de entrada al aula, contrarrestando la clave baja del reflector, con esta posición
de las fuentes lumínicas se busca generar un efecto de foco luz sobre el performer, para
que se pueda destacar su cuerpo y despegarlo del fondo una vez que haya logrado desgarrar
la pared y, también, mantener la oscuridad del resto del lugar. Los espacios destinados para
los espectadores serán las esquinas marcadas en el punto seis del plano de planta, se
privilegia esta ubicación para una correcta visualización de lo que ocurre en el espacio
destinado para la performance.

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Bibliografía
AUGÉ, Marc (1992). Los no lugares. Espacios del anonimato. Barcelona, Editorial Gedisa
GOFFMAN, Erving (2004): Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos
mentales. Buenos Aires: Amorrortu

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