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“FORO SOBRE LA CONMEMORACIÓN DE LAS

FIESTAS DE INDEPENDENCIA DE CARTAGENA 2004”

Documento que recoge las ponencias, intervenciones y recomendaciones presentadas en el foro


convocado por el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena, y apoyado por la revista
Noventaynueve, la Universidad de Cartagena, y el Instituto Tecnológico Comfenalco.

Cartagena, 3 de junio de 2004

El IPCC realizó el pasado 3 de junio de 2004 el primer Foro sobre la Conmemoración de las Fiestas
de Independencia de Cartagena 2004. Los temas propuestos para este foro fueron “Fiesta, Música y
Cultura Popular”, “Fiestas y Proceso Educativo” y “Financiación y Espacio de Fiesta”. El foro
contó con el apoyo de la Universidad de Cartagena, la Revista Noventaynueve y el Instituto
Tecnológico Comfenalco.

“Con estas jornadas académicas nos proponemos convocar, desde ya, a los investigadores,
teóricos, folcloristas, gestores y artistas locales para concertar junto con la comunidad las distintas
lecturas que tiene la ciudad sobre las Fiestas de la Independencia”, dijo Amaury Lora Sfer,
director del IPCC en la convocatoria al evento.

En el foro participaron como ponentes el escritor y periodista Jorge García Usta, el investigador
Edgar Gutiérrez y el director del IPCC, Amaury Lora Sfer. Entre los asistentes se encontraban
periodistas, ediles de las localidades, funcionarios distritales y departamentales, líderes cívicos,
miembros de ONGs y gestores culturales que enriquecieron con sus aportes la discusión.

Recomendaciones de foros anteriores


El escritor Jorge García Usta presentó algunas de las recomendaciones de foros y procesos
anteriores relacionados con las fiestas de Independencia (entre ellos el realizado el mes de agosto de
2003 por la revista Noventaynueve), y algunas apreciaciones personales de su experiencia como
gestor cultural.
Según García Usta, la crisis de la fiesta no está sobrediagnosticada, simplemente está diagnosticada.
Recomienda que el IPCC no haga tabla rasa con lo alcanzado por las administraciones anteriores,
pues el nacimiento del IDC, ahora IPCC, tuvo su origen precisamente en la necesidad de recuperar
las fiestas de la independencia aunque después se le hayan colgado responsabilidades adicionales
como la de manejo y conservación del patrimonio.
Entre las consideraciones y recomendaciones planteó las siguientes:

1. Las fiestas populares novembrinas de Cartagena padecen una crisis crónica producida por
diversas razones políticas, sociales, culturales y económicas. La recuperación del mundo
festivo del 11 de noviembre debe ser una de las primeras tareas esenciales para restaurar la
tradición festiva general de Cartagena. Y es un elemento básico en la recuperación del
tejido social urbano, en la creación de espacios de encuentro ciudadano y en el estímulo a la
creatividad popular y la convivencia urbana.

2. Las fiestas encarnan la metáfora viva de la independencia nacional. En la pérdida del


sentido patriótico de las fiestas cabe responsabilidad a una clase dirigente que ignora el
desarrollo histórico local y desconoce la importancia del mundo festivo. La recuperación y

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reinvención de las festividades populares novembrinas debe ser el resultado del diálogo de
múltiples voces, del hacer festivo de varias manos, de tal forma que puedan integrarse
pluralmente los fragmentos urbanos, del tejido social y cultural de la ciudad. Reinas y
reinados han existido como elemento importante de las celebraciones y, el sentido de lo
patriótico debe ser un elemento por recuperar, con puestas en escena en donde salga a
relucir todo el sentido paródico y transgresor de las fiestas. La fiesta es, además de un
escenario simbólico primordial, un mecanismo de progreso económico. Una política de
fiestas para la administración local implica contar con una política integral de ciudad, en la
que lo cultural sea una dimensión fundamental.

3. Debe dejarse a un lado la mirada hacia el espejo del carnaval de Barranquilla, que si bien es
anhelante por su magnitud y organización, los dirigentes no hacen nada por darle a las
fiestas de aquí los recursos y las facilidades que tienen las de allá.

4. La fiesta es la revaloración profunda de la creatividad popular, por ello el proceso de


recuperación del mundo festivo debe, igualmente, reapropiarse de las manifestaciones
artísticas que la han nutrido históricamente. El arte popular es un elemento fundamental de
las fiestas. El teatro es un arte de innegable importancia dentro de un proceso recuperador
de lo festivo.

Las fiestas deben retomar los elementos que constituyen lo popular y lo creativo, y
proponerlo como su eje. Es imperiosa la organización de los sectores protagónicos de las
fiestas, como músicos, danzarines, artesanos, etc. Gran parte de la tradición festiva del 11
de noviembre se encuentra en los grupos musicales que la alimentan.

5. Para destacar y divulgar la Independencia de Cartagena se deben brindar herramientas


metodológicas para la investigación, la recuperación y la proyección de las fiestas,
generando mecanismos de participación y propiciando la libre expresión que permita el
reconocimiento dinámico de las tradiciones locales. Señaló García Usta que en la
administración del alcalde Carlos Díaz se hizo un seminario también en la Casa de Bolívar
con cuatro temas principales y tuvo una gran asistencia y participación del público, pero
después fue disminuida su importancia con la idea de que al evento habían asistido las
mismas personas que asisten a todo.

6. El rubro para las fiestas, de lo cual le corresponde hablar al director, es mínimo. Dado el
escaso presupuesto, García Usta considera importante que a reuniones como ésta asista el
Alcalde de Cartagena, pues si el mandatario no tiene la certeza, la certidumbre de la
importancia múltiple de las fiestas de noviembre, el proceso será mucho más lento. “Si la
fiesta no se convierte en una política de ciudad, su recuperación y enriquecimiento serán
tardos y disparejos”, anotó.

7. Deben adelantarse campañas educativas sobre el origen, desarrollos y transformaciones de


las fiestas de independencia, de sus sucesivas formas de existencia en la historia de la
sociedad local, y de los desarrollos del carnaval cartagenero, así como de sus crisis y
alternativas de recuperación.

El mundo festivo local debe ser incorporado en el estudio y la vivencia en los centros de
educación de la ciudad. El sector educativo debe tener un papel importante en la
recuperación de la memoria festiva y de sus nuevas dinámicas. Ya algunos colegios tienen
sus propios cabildos.

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La investigación debe hacer parte de la recuperación de la memoria festiva, y considerarse
como factor generador de mejores políticas culturales. El estudio de la historia de las
tradiciones puede permitir la recuperación de protagonistas festivos que pueden a su vez
alimentar el crecimiento de la celebración festiva.

8. La fiesta de independencia deben ser una política de ciudad, no un evento sectorial que
abrume a una sola entidad como ocurre ahora con el IPCC. Seguir echando ese esfuerzo
sobre los hombros del IPCC es aplazar su enriquecimiento.

La fiesta, una grandiosa aula abierta


Por su parte, el investigador Edgar Gutiérrez destacó el Primer encuentro internacional sobre
estudios de Fiesta y Nación, que se realizó en Bogotá en noviembre de 1997, el cual permitió dar un
sentido trascendente a la dimensión del hecho festivo en el contexto de formación de lo que hoy
denominamos La Nación, y además se socializaron los trabajos de algunos investigadores del tema,
tratando de forjar la red de estudiosos sobre las fiestas. Posteriormente, Editorial Magisterio recogió
algunos de esos trabajos en una publicación, con el título de Fiesta y Nación en Colombia,
compilados por Marcos González Pérez, con la línea Aula Abierta. Por eso, Gutiérrez se refiere a la
fiesta como una grandiosa Aula Abierta.
El investigador enfatizó, además del ya conocido carácter festivo, cívico e histórico de las fiestas de
la independencia, su carácter educativo, pedagógico, pues los caracteres son integrales y
complementarios para comprender nuestros complejos procesos urbanos. La fiesta también es un
proyecto educativo que implica tener en cuenta procesos de diálogos pedagógicos abiertos, más allá
de la univocidad limitante de lo académico. Requiere, por lo tanto, una nueva concepción
antropológica de la educación que permitan fraternalmente acercarse a los discursos críticos de las
ciencias humanas frente a nuestra lúdica y cotidianidad, confrontando en algunos casos, las viejas y
actuales figuras de dominación, control, vigilancia y exclusión en ciertas instancias sociales,
abriendo una mirada y disponibilidad frente a lo político y lo público pero sin perder el norte del
sentido cívico e histórico.
Los procesos educativos –afirmó Gutiérrez- participan de una noción de mundo que orientan las
dimensiones cognoscitivas, pero también las dimensiones éticas y expresivas consustanciales a la
cosmovisión de lo festivo. Es esta cosmovisión de lo festivo la que nos integra a la ciudad en una
interacción de totalidad, de alteridad, es decir, nos hace pensar, conocer y gozar la ciudad, no en sus
estrechos márgenes de los intereses privados ni particulares, de un grupo o una elite o barrio, sino
como el bien público que invita a la participación plural de todos sus ciudadanos al encuentro con
las diferentes voces de sus sectores, comunidades, instituciones, gremios, etc.
Porque la fiesta –para el investigador- es una totalidad simbólica con una gran riqueza expresiva
que ofrece una visión de mundo, una relectura educativa que forja otra realidad, que juega con los
elementos de la normalidad, que observa más allá de ese ajustado orden de lo cotidiano, y lo
subvierte en las formas cómicas, irónicas, dejando entrever los entredichos de los ideales y valores,
como lo podemos notar en las parodias representadas en aquellos personajes carnavalescos que
encarnan en su disfraz desde el risueño bufón de la época, hasta las encopetadas y consagradas
figuras de la política, la Iglesia o el potentado de su tiempo. En cierta manera lo ilustra Humberto
Eco: “El Carnaval es el teatro natural en que animales y seres animalescos se toman el poder y se
convierten en dirigentes, en el carnaval, hasta los reyes se comportan como el pueblo”. Allí en este
escenario, se nos señala que pese a la diferencia, a las desigualdades y jerarquías, todos somos
mortales, vulnerables ante lo cómico y frente a la risa, como una manera de equilibrar las barreras a
veces infranqueables de la condición humana.
Pero también para destacar el principio de unidad, de comunidad. Como lo decía el filósofo de la
hermenéutica, Hans-Georg Gadamer: “Si hay algo asociado siempre a la experiencia de la fiesta, es
que rechaza todo aislamiento de unos hacia otros. La fiesta es comunidad, es la presentación de la
comunidad misma en su forma más completa. La fiesta es siempre fiesta para todos. Así, decimos

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que ‘alguien se excluye si no toma parte’.”... y más adelante continúa el filósofo afirmando: “las
fiestas se celebran; un día de fiesta es un día de celebración. Pero ¿qué significa eso? ¿Qué quiere
decir ‘celebrar una fiesta’? ¿tiene ‘celebrar’ tan sólo un sentido negativo ‘no trabajar’? Y si es así
¿por qué? La respuesta habrá de ser: porque evidentemente, el trabajo nos separa y divide. Con
toda la cooperación que siempre han exigido la caza colectiva y la división social del trabajo, nos
aislamos cuando nos orientamos a los fines de nuestra actividad. Por el contrario, la fiesta, la
celebración, se definen claramente porque, en ellas, no sólo hay aislamiento, sino que todo está
congregado. Lo cierto es que ya no somos capaces de advertir ese carácter único de la celebración.
Saber celebrar es un arte. Y en él nos superaban ampliamente los tiempos antiguos y las culturas
primitivas”.
Lúdica, fiesta y aprendizaje constituyen un paradigma para nuestro padres, estudiantes y maestros,
un reto para comprender cuáles son las prácticas de socialización en los procesos de construcción y
comunicación de los valores y riqueza simbólica de nuestro contexto contemporáneo. Nos motiva a
preguntarnos sobre qué es lo realmente valioso y ejemplar en nuestra historia y tradición, qué
merece ponerse en escena en el contexto de la problemática social, qué carga simbólica posee el
desfile de personajes, cómo asumen las formas danzarias sus expresiones étnicas, cuáles son las
dinámicas y prácticas musicales más representativas de nuestro contexto festivo? Estos y muchos
interrogantes son parte del acervo pedagógico de los festejos, que amerita algunas tareas de
investigación, sin perder el goce y el entusiasmo que nos orienten ante los desafíos y abusos de los
intereses y escenarios puramente consumistas de la realidad actual.
Cualquier festejo patronal, republicano o familiar es una propuesta didáctica, un laboratorio para
probar los horizontes de los componentes afectivos, cívicos y solidarios en las relaciones educando-
educador que desborda los límites del aula tradicional, una puesta en escena que nos interpela
culturalmente para descifrarnos y reconocer quiénes realmente somos, en el hacer como seres
humanos.
La fiesta de la Independencia de Cartagena de Indias es realmente una de las manifestaciones que
plantea todo un reto y desafío para preguntarnos cuáles son realmente sus referentes históricos,
cívicos y festivos. Qué aspectos teórico-prácticos-metodológicos son los más adecuados para
mejorarlas y evitar que se pierda en los umbrales del vandalismo y la decadencia.
Tenemos –afirmó Gutiérrez- que apropiarnos de su riqueza y lenguaje simbólico, conciliar sus
elementos de tradición con los avatares de la modernidad de los procesos urbanos, buscando la
mayor participación de todos los sectores de la ciudad (hay que descentralizar), hay que ofertar lo
festivo desde todos los sectores públicos y privados (alcaldías, IPCC, JAL, escuelas, universidades,
bibliotecas, ONG: con propuestas, estrategias y proyectos que atiendan a las demandas y
expectativas de sus comunidades y ciudadanía, incluyendo los corregimientos). Esto es lo que se
denomina la democracia cultural, con un criterio de justicia, que incluya las nuevas subjetividades,
los emergentes actores sociales, replantear nuevos escenarios para construir la ciudad de todos,
construir ciudadanía o cultura ciudadana.
“Años atrás participé en jornadas y dinámicas culturales con grupos de música, danza, gestores
culturales, comunidad, escuelas y ciudadanía, haciendo énfasis en el plano educativo, la fiesta
como entorno educativo de paz y convivencia, como juego de tolerancia y comprensión,
promoviendo y construyendo la autogestión de procesos urbanos alternativos que diera vida festiva
a las escuelas, barrios y demás espacios, buscando caminos creativos, casi en una labor en el nivel
Perogrullo del quijotismo, pero a la que hoy todavía le sigo apostando”, concluyó Gutiérrez.

Los problemas y las estrategias


Por su parte, para el director del IPCC, Amaury Lora Sfer, el tema de las fiestas no está aún
diagnosticado. Hay muchas visiones que responden al status de cada persona y que responden a los
intereses de los diferentes sectores sociales de Cartagena. El IPCC quiere desatar una discusión
enriquecedora sobre las fiestas. No sólo en los aspectos académicos. Que la discusión genere
consensos y los consensos compromisos. Lo que el IPCC haga debe ser resultante de lo que la

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ciudad quiere pues, según su director, el instituto no se las sabe todas en materia de fiestas. Hay
unos elementos problemáticos que han sido recogidos en una investigación realizada con personas
de diferentes sectores y que pueden ser resumidos así:

a. Se percibe un malestar general que expresa insatisfacción con el estado actual de la


celebración festiva.
b. Nuestra sociedad se ha desapropiado de las fiestas y se ha escindido frente a la fiesta.
Estamos frente a una celebración degradada.
c. El ciudadano no se apropia de la fiesta porque ella no responde a sus intereses ni al carácter
multiétnico y pluricultural de nuestra sociedad y cultura.

La ciudad, afirmó Lora Sfer, exige a gritos que avancemos en la recuperación de las fiestas en el
marco de un claro proyecto de ciudad y de sociedad. Existe consenso en la necesidad de repensar,
rebuscar y seguir reinventando la fiesta. Para lograr esto hay tres estrategias principales:

1. Profundizar en el sentido histórico y cultural de la fiesta.

La fiesta es el escenario para recoger el sentido de la tradición cultural y los valores históricos y
patrióticos. Para mostrarnos al mundo como somos, los valores culturales y artísticos que
constituyen la identidad de ser cartagenero.
Debe ser una actividad permanente todo el año, no una fiesta de fin de año, debe estar articulada
a la vida cultural de la ciudad. Debe la fiesta ser manejada no por el IPCC sino por todos los
sectores de la ciudad. Cartagena tiene una oferta cultural y un movimiento cultural importante y
la fiesta puede ser ese escenario para consolidar procesos formativos de educación y organizar
la industria cultural.
El funcionario propuso la descentralización de las fiestas, que éstas se generen desde las
localidades. Hay que recrear la tradición y la historia, y la fiesta en sí misma hace parte de ellas.
En Colombia hay una fortaleza étnica y cultural. La fiesta debe recoger, poner en escena,
recrear ese elemento. La fiesta también debe ser un escenario académico que posibilite y
estimule la investigación histórica y cultural.

2. Avanzar en la apropiación ciudadana de la fiesta.

Necesitamos una fiesta incluyente que unifique la ciudad y sea símbolo y estandarte de nuestra
identidad cartagenera sin escisiones ni exclusiones. Este es un punto crítico hoy por varios
aspectos que se han determinado:

a) Hay una tensión entre las fiestas y el reinado nacional de la belleza, tema que hay que
resolver. La fiesta no es de un sector específico, sino de toda la ciudad. Es la que permite que
todos nos comportemos igual. La fiesta incluye el tema de la cultura ciudadana.
b) Se necesita una fiesta participativa. El ciudadano sólo participa en la fiesta si se identifica y
se motiva con ella.
c) Queremos una fiesta que no sólo respete las normas de convivencia ciudadana, sino que
promueva sus valores. Hay un tema nefasto que consiste en que algunos cartageneros tienden al
irrespeto, a violar las normas de convivencia durante la fiesta. Por eso alguna gente prefiere irse
de la ciudad, huyendo a la agresión. La fiesta es agresiva y tiene que ver con los graves
problemas socioeconómicos que padece la ciudad.
d) Necesitamos una fiesta de la dignidad cartagenera que sea motivo de orgullo para sus
habitantes. Si no sentimos orgullo de las fiestas no las vamos a sentir como nuestras.

3. Avanzar en la articulación de la fiesta con la economía turística de la ciudad.

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La fiesta debe ser parte de la dinámica económica de la ciudad, su promoción internacional
debe convertirla en un destino turístico en sí misma.
Debe generar empleos en el sector turístico y cultural. Debe ser un negocio para la ciudad.
Generar bien. ¿Por qué no hemos podido hacer de la fiesta un destino turístico?, se preguntó
Lora Sfer.
La fiesta debe brindar una oferta cultural de alta calidad para que sea destino obligado para los
turistas, para que esté incluida en las guías como lugar para visitar, venta de imagen y
fortalecerla como destino. Pero eso pasa primero por la apropiación de la ciudad, que nuestras
manifestaciones culturales sean genuinas y de alta calidad. La fiesta es una gran empresa de la
ciudad y debe ser una gran oportunidad para venderla.

INTERVENCIONES DE LOS ASISTENTES.

Luego de las intervenciones de los tres ponentes, los asistentes opinaron sobre lo que creen que
deben ser las fiestas de la independencia de Cartagena, y las tareas que deben asumir los diferentes
sectores de la sociedad cartagenera para su rescate y reinvención.

1. Flavio Meneses, líder cívico. El nombre de las fiestas debe ser de la Independencia, no 11
de noviembre que es un nombre vergonzoso. Para recuperar las fiestas debe reconocerse
que hay un híbrido con el concurso nacional de la belleza. Hay que volver a las casetas con
orquestas internacionales, a los fandangos tradicionales en la plaza de la aduana. El
vandalismo sólo ocurre el día del desfile, no el resto de la fiesta. Para mover la economía
sirven las casetas, los quioscos de capuchones, etc. La fiesta es baile, para lograr un
verdadero rescate debe volverse al baile. Los diversos desfiles avivan la fiesta.
2. Rafael Puello, periodista. Hay un comportamiento diario de desamor hacia la ciudad. Debe
trabajarse un plan integral que tenga un efecto en la cultura, se irrespeta a los que hacen la
cultura, se persigue a los que hacen las danzas en la calle, etc. Se margina y aparta a la
gente al no dejarla disfrutar de las plazas. Se requiere innovación, sin dejar de preservar las
raíces. Hay que enriquecer el evento, pues en el desfile se ven las mismas carrozas de hace
20 años. Debemos caber todos, los cartageneros y las personas de afuera que viven aquí.
Vincular a los medios de comunicación que son responsables de lo que está pasando al
transmitir sólo pesares.
3. Jafet Gómez, líder cívico. Hay que descentralizar la fiesta. Antes existían los banditos en
los barrios que eran un espacio propio de cada comunidad, que ha ido siendo cercenado.
Hay que mirar hacia los barrios tradicionales de Cartagena. El desfile del bando es
vandalismo, no fiesta.
4. Manuel Vargas, periodista. Pregunta si la reina popular va a representar al distrito en el
concurso nacional de la belleza. El director del IPCC contesta que ese es un tema del
despacho del alcalde, pero que sí sabe que las reinas populares pueden representar al distrito
en otros reinados como el del café, folclor, ganadería.
5. Warner Polo. Periodista de la secretaría de educación departamental. La improvisación ha
hecho que las generaciones de hoy desconozcan la importancia de las fiestas. Ahora nos
toca rescatar eso, la memoria de las fiestas. Hacer una propuesta nueva para una generación
nueva; es importante construir con las ideas que se reciban, que no quede todo en un
documento que no se vuelva a mirar. La descentralización es una necesidad. El desfile de
carrozas del reinado nacional es de estrato 6 y al pueblo le dan bolillo. Pensar en un desfile
realmente nuestro pero desprendido del elitismo de la ciudad, darle uso a la avenida Pedro
de Heredia. Trabajar con las localidades, que cada sector tenga su caseta y cada comunidad
sea gestora.

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6. Manuel Reyes Bolaños, periodista. Debe involucrarse al sector educativo en la planeación
de la fiesta. En este foro deberían estar el Alcalde, el Secretario de Educación, el director de
la Cámara de Comercio. Esto debe crecer más, tener más dolientes de todos los estratos. En
las escuelas debe haber, con la cátedra de Cartagena, una instrucción sobre las fiestas. Los
niños deben organizar con sus docentes simulacros de fiestas, conocer la historia. Igual
debe ocurrir con las universidades, meterlas en las fiestas. Las empresas deben casarse con
las fiestas. Obligar al estrato seis a que aporte para la fiesta del pueblo. Adornar las casas
como en Barranquilla. Propone la instalación de unas mesas de trabajo para sacar a partir
del próximo año una fiesta con presencia internacional como Cartagena se merece.
7. Cledys Romero, periodista. Aclara que el alcalde acaba de nombrar un comité distrital de
belleza que escogerá a las representantes de la ciudad en los diferentes reinados. Resalta
que ya muchos colegios están haciendo banditos. Sugiere promover la fiesta en otras
ciudades capitales, utilizar las otras fiestas para promover la riqueza cultural de la ciudad
como lo hacen por ejemplo los de la Feria de Cali cuando vienen a la fiesta de la
independencia. Involucrar a los dueños de medios para promover las fiestas.
8. Felipe Buendía, edil de la localidad 3. Las fiestas tienen que ser autóctonas, debe haber
autonomía en las localidades para su organización. Hay que determinar si realmente vale o
no la pena integrar los dos desfiles o las dos fiestas. Le preocupa que la localidad 3 a la que
pertenece es la más alejada del centro de la fiesta, la más apartada, no perder el punto de
vista de la inclusión.
9. Javier Muñoz Morales, asistente del alcalde de la localidad uno. Las fiestas se deben
aprovechar para educar y reafirmar valores. Debe venderse la oferta cultural, pero dar
oportunidad de participación, que sea una fiesta igual para todo el mundo. En algunas
comunidades marginadas hay hechos preocupantes como pandilleros, etc. Si las fiestas se
concentran en las localidades los habitantes no tendrían que desplazarse a otros sitios
diferentes como ocurre con Torices, Getsemaní, San Diego. En Torices, la gente saca sus
sillas y se sienta a mirar. Hay que descentralizar. Los alcaldes locales van a tener algunas
autonomías y hay que mirar hacia allá. Los reinados son negocio pero debe trabajarse con
los niños las tradiciones de las danzas, las presentaciones culturales que se hacían dentro de
las casetas.
10. Carlos Menco, docente. El tejido social está averiado, hay inconformidad en la ciudad, hay
pobreza, angustias en miles de cartageneros. En este foro se ha planteado la fiesta como
forma de construir ciudad. En los años 60 la fiesta se podía vivir como un evento cultural,
se trajo a Celia Cruz, a Cuco Valoy, Alfredo Gutiérrez. El híbrido que las corrientes
migratorias han formado, han hecho que la ciudad haya perdido elementos propios. La
cultura debe hacer parte de la convivencia, eso se está planteando en estos días en las mesas
de cultura convocadas por el Ministerio. Los medios son claves en la educación por su
influencia en la sociedad. El IPCC debe hacer mesas sectoriales para discutir este tema. La
fiesta es feroz, el desfile del bando es feroz. Hay que comprometer a todos los cartageneros,
desde niños, con la fiesta.
11. Rodrigo García, corporación Nuevo Horizonte. En la junta directiva del IDC había en el
2000 una junta asesora de las fiestas de la independencia, con gente de los barrios, músicos,
periodistas, empresarios de bailes para hacer unas fiestas totalmente diferentes. Se trató de
integrar a sectores cívicos, sociales, culturales. Se hicieron talleres de fortalecimiento
sociocultural. Ahora no hay representación de los medios, ni de las universidades en el
decreto que creó el IPCC, que fue excluyente. Propone crear junta asesora de fiestas de 4 o
5 años porque cada administración distrital hace lo que quiere y si algo de la anterior no les
gusta no lo hacen. Esta junta asesora estaría integrada por artistas, medios de comunicación,
empresarios. A estos últimos no les es rentable la fiesta porque el distrito les pedía un
número de boletas, les cobraban luz y agua de la Plaza de Toros además de los impuestos.
Y a las casetas que se organizan en los barrios la Policía no les quiere dar el permiso.

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12. Manuel Vargas, periodista. Los comités de barrio hace 10 años que no funcionan. En los
barrios cualquier vivo nombra la candidata, lleva un picó, cobra su dinero y le da $50 mil
pesos a la candidata.
13. Gustavo Zamora, Asocentro Histórico. Es importante incluir a la comunidad. Las grandes
fiestas de antaño, que eran muy buenas, deben volverse a hacer a través de los barrios, con
un veedor de la misma comunidad. Centrarse en la niñez. Los aportes de la empresa privada
se han ido por el cobro de impuestos y boletas. Que se hagan las casetas y las actividades
culturales dentro de las mismas casetas, que todo el barrio cuide su fiesta, que se hagan los
bandos sectoriales y un gran desfile de lectura del bando que vaya desde la Bomba el
Amparo hasta el Castillo de San Felipe.
14. Manuel Reyes Bolaños, periodista. Las autoridades deben hacer una tregua de impuestos
para los inversionistas de eventos populosos que por el “sicariato” de boletas no ven
rentable el negocio.
15. Gustavo Zamora, Asocentro. Hace dos años Cervecería Águila hizo un cervecero en la
Plaza de Toros, tan bien manejado que supo que vendieron en un día todo lo que no
vendieron en el carnaval de Barranquilla, fue barato y muy popular y no hubo desórdenes ni
violencia y trajeron buenas orquestas.
16. Jorge García Usta, escritor y periodista. Hace 25 años en las casetas tiraban agua y orines,
eso no es sólo de ahora. Hay gente que no está incorporada y se hace sentir en las fiestas
con la agresión. La pobreza es un problema central de la ciudad y está asociada a
fenómenos de violencia. Acá importamos lo que nos parece bueno de otras ciudades (como
se hizo con los mimos, por ejemplo) y que aquí no funcionan. Es necesario un proyecto
pedagógico propio para crear cultura ciudadana.
En el tema del turismo, maquillar la ciudad para que el turista se sienta bien es servil. La
vida normal de los ciudadanos, su cotidianidad, es lo que atrae a los turistas como se hace
en los demás países. Aquí nos avergonzamos de lo que somos y montamos una simulación
escénica para el turismo.
En Cartagena la oferta cultural no llega a 10 grupos folclóricos mostrables nacionalmente,
con un vestuario adecuado para las presentaciones. Si se ponen requisitos rimbombantes
para las fiestas de barrio no podrían hacerse. Hay que tener cuidado con el nacimiento de
una pequeña élite folclorista.
El reinado nacional de la belleza es una venganza simbólica de la clase alta con las clases
populares. Sus directivas tienen una relación más directa con el ejecutivo distrital, más
incidencia y más influencia además en otros espacios de la ciudad. Es importante definir
cómo se aborda este tema, pues el reinado ha despersonalizado las fiestas ante la vista de
una clase dirigente que no les daba importancia. El concepto de la raizalidad, la
cartageneidad es discutible. La cultura no es autóctona ni pura. Si nos ponemos estrechos de
criterio no cabrían en las fiestas ni el rap ni la champeta, aunque siempre se ha dicho que los
alcaldes cartageneros son los que más quieren a la ciudad y los que vienen de fuera no, los
mandatarios nacidos aquí han sido los más excluyentes. Hay que recuperar las obras de
nuestros creadores musicales, sin desconocer las otras manifestaciones que también hacen
parte de nuestra cultura.
17. Amaury Lora, director del IPCC. Se ha ido generando un consenso entre lo que deben ser
las fiestas y lo que debe ser la tarea del IPCC. Para precisar qué significa descentralizar las
fiestas en su propuesta, que a partir de las localidades se trabaje y que sean las responsables
de armar la fiesta, que el movimiento festivo vaya de la periferia al centro, no que cada
localidad tenga una fiesta particular, aparte.
La cultura tiene un significado fundamental, aporta la energía vital, la motivación, a la
creación de una cultura ciudadana.
Mientras haya dos fiestas estamos escindidos, estamos fuera de la construcción de ciudad.
El Reinado Nacional de la Belleza hace parte de la cultura cartagenera y no debe haber una

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fiesta de ricos y una de pobres. En eso difiere de casi todas las personas con las que ha
discutido el tema de las fiestas. Se declara defensor de la utopía de que por una semana
haya una sola Cartagena. Considera que ese es un tema que debe seguirse discutiendo.
La ciudad ha avanzado los últimos años en recuperación de las fiestas pero hay que avanzar
más. El problema principal es que hay una fiesta pobre que Cartagena no se merece. El
presupuesto del año pasado fue de $180 millones, la fiesta no se comercializó. Este año la
fiesta se va a comercializar, porque es una empresa que necesita financiación. Se radicó ya
el proyecto ante el Ministerio de Cultura, que lo está estudiando. El año pasado este ente dio
sólo $5 millones que no se usaron, se devolvieron.
Aquí cabemos todos. La cultura no es la tradición. La tradición es una parte de la cultura, la
sociedad es dinámica y los nuevos elementos deben incorporarse. Hay que aprender del
carnaval de Barranquilla. Las fiestas deben ser el escenario donde el cartagenero aprecie las
otras culturas.

Al finalizar el evento, Horacio Jaramillo, coordinador del foro, anunció que el IPCC ha hecho
una programación pedagógica de las fiestas, coincidiendo con algunos temas y propuestas que
se presentaron en este foro y que son:

a. Mesa redonda con participación de los medios de comunicación.


b. Conversatorio sobre el desarrollo histórico de las fiestas entre jóvenes y viejos (cerca de 50
conversatorios en toda la ciudad).
c. Papel de la reina popular en la promoción y difusión de la fiesta, y como factor aglutinante.
d. Papel de las organizaciones cívicas.

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