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Campi, Daniel y Lagos, Marcelo.

“Auge azucarero y mercado de trabajo en el Noroeste Argentino,


1850-1930”. Andes. Antropología e Historia, Nº 6, Salta, CEPIHA, 1995, pp. 179-208.
Auge azucarero y mercado de trabajo en el Noroeste Argentino Daniel Campi-Marcelo Lagos

En el último cuarto de siglo 19 y primeras décadas del siglo 20 las provincias de Tucumán, Salta y
Jujuy se especializaron en la producción de azúcar de Caña dentro de la división del trabajo del
nuevo mercado nacional. La consolidación del Estado nacional y la conexión ferroviaria con el litoral
pampeano fueron piezas claves del proceso cuyo éxito favorecido, por el nuevo orden político
inaugurado en 1880 bajo la égida roquista, marco propicio en el que las élites regionales
defendieron las ventajas corporativas Del Noroeste en la producción de azúcar.

Los dos modelos azucareros

Ambas zonas productoras, la de Tucumán y el salto jujeño, están localizadas en la falda oriental
del sistema su andino y constituyen tradicionalmente un punto de encuentro de la sociedades y
culturas andinas con la chaqueña, potenciado con el desarrollo de las plantaciones de caña de
azúcar el área de pie de montaña. Ambas poseían un ambiente natural semejante sin embargo
los paisajes sociales son muy diferentes, la gran concentración demográfica tucumana la presencia
de la pequeña y mediana propiedad, los elevados niveles de mercantilización de su producción
agrícola y pecuaria contrastan con el predominio absoluto de la gran hacienda en las tierras bajas
salto jujeñas, su condición de zona de frontera escasamente poblada y la producción campesina
con mayores niveles de actividad de subsistencia, que caracterizaba las comunidades indígenas
de las tierras altas, agregamos a ellos las profundas diferencias étnico culturales de su población
mestizos y Criollos en Tucumán e indígenas de raigambre andina en las tierras altas salto jujeña
se tendrán una idea aproximada de las grandes disparidades que ya en los inicios del desarrollo
azucarero separaban ambos modelos y que han afectado su posterior evolución hasta la
actualidad.

Con respecto a los ritmos de expansión de la agroindustria en ambas zonas también fueron
disímiles, la delantera del proceso de modernización especialización productiva, la toma Tucumán
por su temprana conexión con el ferrocarril y el litoral, otro factor la ductilidad económica de la
burguesía comercial terrateniente y la manufactura tucumana respondió a los estímulos de las
diversas coyunturas y desarrollo estrategias de inversión que la convierten en una clase en una clase
interesada en el desarrollo industrial en las innovaciones tecnológicas. Las clases dominantes de
salta y Jujuy no tuvieron una conducta empresarial tan notable. Aunque algunas haciendas jujeñas
modernizaron sus ingenios a la par de la elite tucumana.

La fragmentación de la propiedad creo en Tucumán condiciones para la formación de un


campesinado cañero mayoritariamente minifundista, en Salta y Jujuy por el contrario los ingenios
monopolizaron con diversas estrategias las tierras aptas para las plantaciones y el agua de riego
constituyéndose en empresas de Gran integración vertical lo que les otorgó grandes ventajas
competitivas frente a las fábricas tucumanas.

La fuerza laboral

Ambas zonas se enfrentaron con dos necesidades básicas referidas a la fuerza de trabajo, contar
con un gran contingente laboral, adaptar el mismo a los nuevos requerimientos productivos, la
disciplina al trabajo metódico que imponían el ritmo de las máquinas el vapor la electricidad y el
ciclo estacional de la agroindustria. Tanto el problema de la creación de la oferta de trabajadores
acorde a la demanda de los ingenios y plantaciones no podía ser resuelto entre ambas zonas
productoras, el plantel debía captarse fuera de la de ellas en áreas satelitales imponiendo masivas
migraciones estacionales. El disciplinamiento de la mano de obra que exigía el proceso de la
modernización del agro industria era otro problema, ambas cuestiones encarnaron apelando a la
coacción con incentivos monetarios físicos como la aplicada a los Indígenas del Chaco, la imposición
de pago de arriendos con obligaciones de trabajo, la actualización y revitalización de viejas
normativas socio laborales tipificadas por las disposiciones contra la vagancia, leyes de conchabo y
el peonaje por deudas, resumen una amplia gama de recursos utilizados por las elite regional para
la creación de una oferta de mano de obra acorde a las necesidades de la agroindustria.

Mecanismos de captación de la mano de obra y la formación del mercado de trabajo el caso


Tucumano

Para este sector la mano de obra para las actividades agrícolas y ganaderas se apelaba a satisfacer
los requerimientos de la producción con contratos permanentes o tareas y periodos determinados
a cambio de un salario, el crecimiento de este sector estuvo asociado con la evolución económica
de la provincia y con las medidas adoptadas por las elites tendientes a la formación de un
contingente laboral acorde con sus necesidades, la demanda concentrada de hombres en la época
de zafra y la competencia e las obras de prolongación del ferrocarril al norte y a Santiago Del Estero,
ocupaban y agudizaban en “hambre de brazos”, la irrupción de la máquina a vapor y su aplicación a
los trapiches hizo aumentar la capacidad de la molienda de los ingenios y el número de las hectáreas
sembradas con caña suponía un nuevo ritmo para el trabajo, la adaptación de las masas
trabajadores a estas nuevas exigencias fue difícil y género actos de indisciplina, ausentismo, fuga
de los lugares de trabajo, hasta enfrentamiento físicos con los patrones y capataces. La elite para
ello recurrió a normativas socio laborales contra los vagos y mal entretenidos reforzando el principio
de que para los indigentes la carencia del empleador equivalía a un delito.

Las disposiciones coactivas y los incentivos monetarios sirvieron para la captación de la fuerza
laboral necesaria para el desmonte de los bosques, la expansión del área cultivada de caña, para la
construcción de la infraestructura edilicia, caminera y ferroviaria para el montaje y puesta en
funcionamiento de los nuevos ingenios, el disciplinamiento fue compatible con las nuevas
modalidades laborales impuestas por la tecnificación.

Los mecanismos de captación de la mano de obra y la formación del mercado de trabajo el caso
Salto-Jujeño

El área se transformó profundamente a partir de las 3 últimas décadas del siglo 19, la extensión
del cultivo de la caña el surgimiento de modernos ingenios en el seno de las haciendas, con el
ingreso de tecnología y capitales extra regionales más la ruptura del aislamiento con la llegada de
ferrocarril, fueron los factores fundamentales del cambio y las bases sobre las que se conformó el
modelo azucarero Salto-Jujeño.

Con mejores aptitudes climáticas con relación a los cañaverales tucumanos otorgaron a las
empresas alto jujeñas grandes ventajas corporativas. Comparativas fueron las ventajas derivadas de
la estructura social, la inexistencia del fenómeno del minifundio permitió contar a los ingenios con
materia prima de mejores rindes culturales y sacáridos, a la vez que economizaban costos con una
eficiente planificación de la cosecha y el transporte de Caña.

Puede considerarse que los inicios de la gestación del mercado de trabajo, coinciden con la
transformación de las haciendas azucareras de este jujeño hacia finales de 1870 pero será el
Ingenio-plantación una vez consolidado único centro productivo de proporciones en la subregión;
el que articula un mercado laboral en función de sus necesidades; se trató de un mercado originario
en una zona frontera y contenía serias dificultades de comunicación, así como también una mano
de obra marcadamente estacional, una oferta local de brazos insuficiente y de un mercado con
dificultades para la oferta de trabajo.

La conformación del contingente laboral se originó en gran medida en la diversidad étnica cultural
y lingüística de los trabajadores captados, las empresas tuvieron que apelar a los indígenas
chaqueños que constituyeron el grueso de la mano de la obra estacional completaron la fuerza
laboral con campesinos y pastores de la puna de neta raíz andina, los campesinos y braseros Criollos
y mestizos del Valle Calchaquí de las provincias vecinas y del mismo epicentro productivo, por último
los inmigrantes temporales bolivianos, los collas (predominantes a partir de los años 30 de este
siglo), los inmigrantes europeos asiáticos por su parte no alcanzaron nunca una importancia
numérica.

Los mecanismos para captar esta mano de obra fueron tan diversos como las motivaciones y
expectativas de los contingentes que se conchaban en los ingenios plantación, combinaciones de
coacción e incentivos monetarios para arrancar los de sus lugares de origen y otorgarles en diversos
grados una existencia como asalariados.

Consideraciones finales:

En la segunda mitad del siglo 19, a partir de la conexión ferroviaria con el litoral, las provincias de
Tucumán, Salta y Jujuy, se especializaron en la producción de caña de azúcar dentro de la división
del trabajo del nuevo mercado nacional. Todos los recursos fuertes orientados en función de nuevos
intereses y necesidades, de capitales, las tierras, los bosques, el agua, los hombres, los nuevos
medios de transporte, los nuevos caminos, nuevos centros de poblados irrumpieron casi con
violencia trastocando el tradicional paisaje nordestino.

En este marcó la gran tarea de captación y disciplinamiento de la mano de obra y de la formación


del mercado de trabajo tendrá rasgos comunes, en los dos modelos, como muy específicos. Por un
lado, en ambos se combina el uso de la coacción con los incentivos monetarios asumiendo esta
combinación, distintas formas en función de la particularidad de los contingentes captados, la
resistencia de los trabajadores, la evolución de la oferta y la percepción de las elites sobre la mayor
eficiencia y productividad de la mano de obra que se movilización sin coerciones extraeconómicas.

Por otra parte, en ambos modelos el peso del componente coactivo fue disminuyendo
progresivamente y asumiendo más importancia el incentivo salarial, en tercer lugar, como
consecuencia de los diversos mecanismos coercitivos aplicados, el mercado de trabajo nació y se
desarrolló compartimentando, avanzándose con diferentes ritmos, en el caso tucumano
rápidamente y lentamente en el salto jujeño, hacia la formación de un mercado libre unificado.
El proceso reseña no sólo dos ritmos diferenciados expansión de las relaciones capitalistas
producción, sino también dos modalidades de madrazo que caracterizó como “vía farmer” para el
caso tucumano y tipo “junker” para el salto jujeño, con dos modelos azucareros subregionales, con
ritmos y vías diferenciadas, de expansión, de las relaciones salariales y de evolución hacia un
mercado de trabajo libre y unificado.

El noroeste argentino se modelo económica y socialmente entre las tres últimas décadas del siglo
19 y las tres primeras el siglo 20, con esos rasgos para vincularse de algún modo con el “progreso”
de la Argentina exportadora. La distribución de los beneficios del progreso fue muy desigual y
dolorosas sus consecuencias para los grandes contingentes humanos movilizados para servir en
ingenios y plantaciones. Pero ese fue el camino a través del cual la región dejo atrás patrones
articulación espacial y de explotación económica forjados en la colonia.

Bernasconi, Mariana y Fandos, Cecilia. “Industria en el "país abanico". Leyes de promoción industrial
de Jujuy en la primera mitad del siglo XX”. Revista Gestión & Desarrollo, Vol. 12, N° 1, 2015,
Colombia: Universidad de San Buenaventura, pp. 95 a 111.
Mariana soledad bernasconi y Cecilia Alejandra fando: industria en el país abanico. Leyes de
promoción industrial de Jujuy en la primera mitad del siglo XX.

Ley de promoción Industrial en Jujuy: revisión de un ideario de políticas públicas

La idea tan pregonada en América Latina desde mediados del siglo veinte de que el desarrollo de un
país se liga inexorable mente al nivel logrado en la actividad Industrial ya Se oía en los albores de
esta centuria. Era una meta de los críticos de los modelos de crecimiento exportador y
latinoamericanos y su toma de conciencia bastó para que se fueron gestando políticas orientadas a
promover el despliegue industrial. Los paquetes legislativos nacionales industrialistas cobraron
mayor fuerza desde la segunda posguerra. Así está provincia de Jujuy precedió En iniciativas del tipo
a las disposiciones generales Pro cedidas desde el gobierno nacional ámbito donde se reglamentó
primero el decreto del poder ejecutivo 14630 de 1944 y luego la ley 14785 de 1950.

El principal propósito de las políticas de promoción Industrial desplegadas era propiciar la


instalación de nuevas industrias para apuntalar la actividad económica y diversificar la a su vez paliar
el desempleo en la provincia. Existen dos primeras leyes de fomento a las Industrias jujeñas la 360
y la 361. De cualquier modo ambas normas son complementarias y pueden ser estudiadas en
conjunto. Delinearon la estructura que adoptaron los posteriores regímenes de promoción. El
diseño consiste en beneficios Fiscales por un lado y en el financiamiento por el otro.

La ley provincial 360 de exoneración de impuestos provinciales y municipales a todas industria


nueva fue impulsada por el poder ejecutivo a cargo del gobernador radical. Concedía exenciones de
impuestos provinciales y municipales. Puede interpretarse que se trataba de una extensión amplia
que abarcaba tanto la contribución territorial y las patentes específicas, el impuesto al papel sellado
y estampillas. La liberación del pago de tributos sólo se concedió a las empresas nuevas que
hubieran decidido instalarse en la provincia. La ley exigía como condición para el reconocimiento de
la exención impositiva la no presencia en la provincia de otra industria igual. Sí agregó que estas
empresas debían contar con un capital mínimo de $10000 moneda nacional. El período de exencion
establecido fue de 5 años.
La ley 361 era suplementaria de la ley 360. Esta Norma otorgaba una suerte de financiamiento a
través del pago de una suma dineraria a las personas o sociedades que se llevarán a cabo las
actividades económicas específicamente por ellas enumeradas. Los montos fijados Iván de 500 a
$10000 moneda nacional. Este beneficio sería concedido siempre y cuando las fábricas o
instalaciones que lo solicitaran poseyeran un capital del doble de la prima que correspondía asignar.
la norma establecida otras condiciones para el reconocimiento del beneficio a saber, los
establecimientos debían tener un carácter permanente y demostrar con su producción la
estabilidad de la Industria. Lo que el legislador pretende evitar era la creación de empresas que
especulan con hacerse del dinero de la prima y luego retirarse del mercado.

Al estipular que las empresas deben demostrar estabilidad mediante su producción cabe suponer
que se refiere a lo que los establecimientos debían alcanzar cierto volumen de producción. La prima
sería otorgada por una sola vez y sólo a la primera industria que reuniera los requisitos
anteriormente enunciados. En este caso no se fijó un plazo de vigencia específico lo cual permite
imaginar que se pretendió promover el desarrollo de Estas actividades manufactureras por un largo
plazo. El poder ejecutivo sería el encargado de comprobar el cumplimiento de las exigencias
establecidas y podría recurrir al asesoramiento de técnicos especializados.

Las actividades promovidas fueron las Industrias intrínsecamente y ligadas al campo, se llegó incluso
a otorgar primas actividades propias del sector agropecuario. Ese número como empresa plausible
de recibir primas aquellas que labore aceite vegetal es a partir de productos que se obtengan en la
provincia, la que elabore frutas o legumbres y las expenda en forma de conservas y las que
produzcan almidón de maíz y mandioca. Las actividades promovidas de carácter agropecuario
fueron la plantación de Olivos y la de quina además de los servicios desmonte,rotura, siembra,
cosecha, ensilaje, enfardado, trilla, avenimiento y desgranado de productos agrícolas. Se promovió
la producción de miel con la condición de que la empresa apícola produzca por lo menos una
tonelada al año.

Las actividades más propias del sector secundario se promovió la actividad textil siempre y cuando
el hilado y los tejidos se elaboren con productos vegetales de la provincia, la fabricación de canastos
cajones u otros envases con productos vegetales de la provincia, la industrialización de arcillas y la
actividad petrolera. El fomento se enfocó en el aprovechamiento de los recursos locales y muestra
cierto alejamiento de la dependencia original de bienes importados.

En 1927 se sancionó la ley 660 que reemplazó a las dos anteriores. Esta nueva Norma determinó la
exención y positiva toda nueva industria y por el otro otorgó primas dinerarias a los
establecimientos industriales enumerados específicamente. Lo novedoso consiste en que amplió el
período por el cual se otorgaba la exención de impuestos provinciales y municipales a 15 años
contando desde la fecha en que comenzaba el funcionamiento y producción de la nueva industria.
Demostrar la no presencia de una industria similar y la provincia le correspondió al poder ejecutivo.
La ley restringió el beneficio y se concedería a toda empresa nueva que se implanta en el territorio
de la provincia cuyo objetivo sea el desarrollo de alguna de las actividades propuestas por la Norma.

Las actividades promovidas el monto de las primas por otorgar y las exigencias establecidas fueron
muy similares a las de la ley anterior. Se produjo un desplazamiento hacia la promoción de industrias
más pesadas. A qué se dedicaba a las actividades metalúrgicas, químicas, petroleras y extractivas,
tales como fabricación de envases no mediante la utilización de productos vegetales sino a partir de
hierro, Hojalata, madera mimbre y cartón elaboración de combustibles capaces de producir luz,
calor y fuerza motriz y producción de abonos, papel, cera vegetal barniz y charoles.

La ley 991 se tornó en una norma más completa. Esta ley de protección y fomento a las Industrias
impulsadas en 1933 desde el ejecutivo provincial se presentó con el objeto de lograr no sólo la
instalación de nuevas empresas industriales sino también la extensión productiva de las ya instalada
con miras a reactivar el movimiento económico de la provincia. Si descontamos la industria
azucarera no existía otra que se afianzará en forma definitiva. La industria vitícola en Ciudad de
perico se encontraba en pleno proceso de organización. Mientras que en San Pedro intentaba
consagrarse una fábrica de cigarrillos. Por eso El Ejecutivo entendía que era menester continuar
prestando protección a estas empresas hasta asegurarles Independencia económica. La exención
tributaria con respecto al plazo de duración fue establecido en 15 años. Un incremento en el capital
mínimo requerido fijado en $50000 moneda nacional.

La ley limitó el plazo concedido a las empresas para instalarse en la provincia a 4 años y restringió
el alcance de la extensión en dos sentidos por un lado cuáles materias primas debían procesar las
Industrias para ser beneficiadas por a la Norma. Esta materia prima podrían provenir de cualquiera
de las provincias argentinas sin ceñirse a la provincia de Jujuy. Por el otro se señalaron los tributos
excluidos de la exención en impuesto a los sellos y la contribución territorial que grababan el
consumo y las tasas municipales por alumbrado, barrido y limpieza y por pavimentación. Se aclaró
que la exoneración comprendida tanto las fábricas como sus materias primas, los productos y
subproductos elaborado, sus dependencias terrenos y plantaciones. En tercer lugar está nueva
Norma detalló una completa lista de información que debían indicar la clase de industria que
pretendían establecer,el lugar, el capital etcétera.

La ley 991 otorgaba también beneficios específicos a las Industrias existentes en la provincia con el
fin de estimular su expansión. Alcanzaba a las Industrias azucareras Y vitivinícolas a partir del
primero de enero de 1934. Se reconoce el beneficio de esta ley por un plazo de 5 años siempre y
cuando el vino que estás producen fue elaborado a partir de uvas de la provincia.

La ley estipuló que estos recibirían la exoneración sobre los impuestos al azúcar si llegasen a
producir más de 80000 toneladas, mientras que la exoneración del impuesto sobre los alcoholes
sería otorgadas y cada Ingenio alcanzaba un rendimiento de 4 litros de alcohol por cada tonelada
de Caña molida. La le indicaba que la exoneración sobre el impuesto el azúcar caduca día de hechos
y la producción azucarera conjunta de los ingenios no hubiera alcanzado en 3 años consecutivos la
cantidad anual de 65000 toneladas de azúcar. Se empieza a poner énfasis en la promoción de las
zonas geográficas más empobrecidas y deshabitadas de la provincia Al promover la instalación de
empresas en la puna y la quebrada a través del pago de primas adicionales a las actividades agrícolas
y forestales.

Fomento industrial y la radicación de nuevas industrias en Jujuy

Un punto del acuerdo apunta que la Primera Guerra Mundial de Vela la vulnerabilidad de su
economía sujeta a los vaivenes de externos por su pobre diversificación productiva y exportadora.
En ese contexto la Argentina adopta una novela la expansión hacia la producción de bienes que
antes se importaban. Hubo una incipiente industrialización que tras la finalización del conflicto se
ampara en una real ampliación del mercado y en las innovaciones tecnológicas que se aplicaban en
toda la década de 1920.

Esta primera muestra del impulso Industrial se asocia dadas las condiciones impuestas en el
mercado mundial con la Primera Guerra Mundial. Pero promueven el fortalecimiento productivo de
alguna materia prima de extracción local: Las Maderas y fibras de la zona boscosa lanas y girasol,
duraznos. Luego de La gran guerra se incrementó la Industrial anatomo envergadura la fabricación
local de ceras artificiales y hubo un importante crecimiento de las tela de algodón. La fabricación de
tejidos y telas de Tigres en el montaje de una hilandería en la puna jujeña radicada en abra Pampa
de 1922.

El caso jujeño no se trataba de implantar una actividad nueva sino de restaurar y potenciar la
tradición incaica de las tejedurías indígenas de la región. El proyecto nació en 1920 asociado a un
plan de Educación para los niños y proveía una escuela internado de tiempo completo asociada a
una escuela de tejidos con provisión de modernas maquinarias y accesorios. También se rescata el
hecho de que por la carestía general de los textiles importados gran parte de los vecinos de Jujuy
había incorporado en sus vestimentas habituales estos géneros originarios de la puna.

La fábrica de muebles que reportó un capital invertido $50000 nacionales renueva en dos aspectos
centrales el carácter de las viejas carpinterías existentes en Jujuy. 1 con la incorporación de un
Aserradero mecánico con uso de energía de vapor que le permitía mejorar calidad y precio de la
competencia de la plaza porteña. Dos con la producción local de cajones, de cajon fúnebres que
tenía arraigo en el espacio local. En Cuanto a la fabricación de papel, la Primera Guerra Mundial deja
su huella tanto en la provisión de esté bien como en los insumos necesarios para los que ya se
fabricaban a nivel nacional. Se generó opiniones favorables al desarrollo de las pastas celulosas
autóctonas para procurar una integración vertical del sector y con ello promover un plan general de
investigaciones sobre materias primas sustituidas por las pastas importadas. La radicación de esta
industria además de las leyes de promoción Industrial contó con la sesión oficial de tierras Fiscales
por 30 años para usos de los bosques.

Un rubro representativo de las Industrias mayores y que resultó en una arriesgada inversión en las
condiciones que ofrecía Jujuy fue el establecimiento fundidor de plomo La plomifera. La Fundidora
llegó a contratar a 100 operarios y a diferencia de las otras fábricas montadas al Amparo de las leyes
de promoción provincial el plomo reducido era casi embarcado en el ferrocarril hacia mercado
litoraleño. Fue el concierto de la Primera Guerra Mundial el que alentó la fabricación Nacional de
minerales considerados estratégicos frente al recorte reforzado de las importaciones.

Dinámica Industrial Jujuy entre los censos de 1914 y 1935

Recurrimos al análisis censal de dos relevamientos que pueden darnos algunas pistas del derrotero
industrial de Jujuy según las leyes de promoción. Con un análisis relativo podemos advertir las
Industrias que según los rubros fueron responsables de estas tendencias más globales de acuerdo
con algunos de esos mismos indicadores. En primer término la industria alimentaria admite una
comparación completa y constituye la rama de punta en todo el período analizado obviamente por
el papel protagónico que lo que le cupo a la producción de azúcar. Las empresas resentidas en esta
evolución fueron los molinos harineros, cerealeros locales y las lecherias. No obstante la
participación de las fábricas de alimentos y bebidas en el capital Industrial provincial a pesar de ser
esencial perdida su valor relativo hacia la década de 1930.

En segundo término la actividad forestal y maderera se contaban entre las de mayor presencia con
un 11% del total de establecimientos en 1935 y estaba incorporada al área de la construcción en
1914. Pero hubo un neto declive del sector si consideramos el reporte de los capitanes que involucra
pues su participación cayó al 13%. Dentro del programa de promoción Industrial se apuntar lava el
uso potencial de las materias primas de los bosques y Maderas provinciales para agregar valor con
la manufacturación de distintos bienes. En frases de casa el tercer puesto en 1935 se coloca la rama
de maquinarias y vehículos compuesta por fábricas y reparación de carruajes y talleres mecánicos
de automóvil. El marco legal que propulsó las Industrias en la década de 1920 avalaba el impulso
de maquinarias agrícolas. De cualquier modo la rama continuará con una envergadura de empresas
pequeñas pues la participación en 1935 en el total de capital Industrial fue del 1%.

Pájaro pájaro pájaro pájaro a continuación cobran algún relieve las imprentas artes gráficas y la
metalurgia y anexos con porcentajes que se mantienen tanto en 1914 como en 1935 en el orden del
5% y el 6%. Sus capitales se incrementan del 70% las imprentas y un 16% la metalurgia.
Posteriormente se alistan una serie de fábricas de menor presencia numérica en el concierto
industrial de Jujuy En la década de 1930. Las fábricas de electricidad. Si se agrupan sastrerías,
modistas, sombreria de paja y tejido de lana en forma doméstica la actividad reportaba para 1914
el 17% de los establecimientos industriales. Sabemos que la anhelada hilandería de abra Pampa no
surtió los frutos esperados. Hacia la década de 1940 las cortadoras mecánicas las máquinas de hilar
los usos y otros equipos comprados para el proyecto inicial estaban abandonados en un depósito o
eran empleados para otras industrias.

Conclusión

Los regímenes de promoción Industrial fueron característicos de los llamados territorios periféricos
del interior de Argentina. Su principal propósito era a traer la instalación de nuevas industrias que
apuntalar han la actividad económica y el empleo e incluso se pretendía a través de estos
mecanismos del fomento Industrial un incremento potencial en las ciudades y provincias que los
promovían. En Jujuy se impulsaron actividades intensivas en mano de obra y poca tecnificación. No
obstante el aprovechamiento de los recursos naturales propios de la provincia para servir como
materias primas de estas industria lo que hizo posible en los últimos años del período analizado la
incorporación de materias primas provenientes de otras provincias.

Eta fábricas se encuentran una Clara imbricación con los procesos industriales nacionales
principalmente pautados por los problemas de consumo y de autoabastecimiento que generó la
Primera Guerra Mundial al cortar algunos suministros mediante la importación. Los rubros
industriales estuvieron liderados por las mismas actividades sin que se alcanzar el objetivo de
diversificación de la matriz productiva provincial. Incluso se observa un retroceso en todos los
indicadores analizados es decir no se logró la atracción de nuevas empresas ni se apuntaló el empleo
provincial.

Boto, María Salomé. “Una mirada sobre los orígenes de la empresa siderúrgica Altos Hornos Zapla
(1941-1947)”. En Ana Teruel (comp.). Problemas nacionales en escalas locales. Instituciones,
actores y prácticas de la modernidad en Jujuy. Rosario: Prohistoria, 2010, pp. 313 a 340.
Una mirada sobre los orígenes de la empresa siderúrgica altos hornos Zapla (1941-1947).
Salome Boto.
La Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929 pusieron en evidencia las limitaciones del modelo
agroexportador argentino y su deficiencia estructural para satisfacer demandas internas tanto de
energía como de productos siderúrgicos. Estudiar la historia de la empresa altos hornos Zapla, en
Palpalá, provincia de Jujuy, brinda una Beta para conocer los orígenes de la siderurgia nacional
resultante de la movilización Industrial que impulsaron las fuerzas armadas, lo que generaría
cambios en los espacios de explotación y producción en los estilos de trabajo y de la vida de Los
afectados en tal proceso.
La movilización Industrial militar
La dirección general de fabricaciones militares fue creada el 9 de octubre de 1941 con la intención
de desarrollar y fortalecer la industria siderúrgica nacional y la transferencia del ámbito militar de
los insumos básicos para la producción de armamentos, procurando romper la dependencia de los
vaivenes del mercado internacional.
Su creación para resultado de un proceso de maduración de las ideas favorables al desarrollo
industrial en el seno del ejército. En 1936 el coronel Manuel Savio fue designado director de
fábricas militares con autoridad sobre un pequeño conjunto de industrias. En 1938 sabio laboral
proyecto para la creación de la dirección general de fabricaciones militares que llevó al poder
ejecutivo nacional.
Dicho proyecto proponía la creación de un ente autárquico bajo la dependencia del Ministerio de
guerra con el propósito de actuar pública y Privada mente orientando y estimulando la inversión
en la producción de materias primas básicas y armamentos destinados a la defensa militar.
El proyecto se convirtió en ley en 1941 se nombró el consejo de administración cuya presidencia
recayó en el coronel Savio. Creía en el papel subsidiario del estado, fundamentalmente en
momentos críticos en los que la actividad económica requería de la implementación de medidas
estimulantes desde la intervención estatal. La figura jurídica que mejor refleja va el modelo era la
de las empresas mixtas, Una institución que permitía una los esfuerzos del capital privado y del
estado.
En 1947, el plan siderúrgico nacional trazaba las finalidades fundamentales:
-producir acero en el país
-suministrar a la industria Nacional de transformación y terminado, acero de alta calidad a precios
aproximados a los extranjeros.
-fomentar la instalación de plantas de transformación y determinación de elementos de acero que
respondan a la perfección técnica.
-asegurar la evolución y afianzamiento de la industria siderúrgica Argentina.
Esto se asentaría sobre diferentes tipos de unidades fabriles. Se fundaron 9 empresas desde 1941
a 1947 entre ellas el establecimiento altos hornos Zapla en 1943. Esta era la única planta integrada
en el país ya que combinaba la extracción y beneficiación de hierro con la producción de arrabio
(hierro de primera fundición).
las primeras estrategias de organización del espacio productivo y social de altos hornos Zapla
El complejo de las instalaciones de altos hornos Zapla se instaló en 1944 en la comunidad de
Palpalá. Comprendía el centro fabril en ese poblado, el centro mina 9 de octubre y el centro
forestal. Emplazado en el departamento capital la instalación de altos hornos Zapla transformó el
espacio regional desplazando en importancia a la explotación de tipo agropecuario. El territorio
donde se edificó el centro siderúrgico correspondía propiedades destinadas al pastoreo, la
agricultura y la caza, por lo que el estado nacional decidió expropiarlas.
Estos cambios en el esquema productivo se reflejaron en el paisaje y el ambiente, derivado de la
deforestación y plantación de eucaliptos, a partir de 1947 Cuando comenzó el plan forestal que
procuró proveer a la planta siderúrgica del carbón vegetal usado en la fundición.
También la empresa Estatal por el motor de una serie de cambios sociales convirtiendo Palpalá en
un importante foco de atracción de población de localidades vecinas, otras provincias y de Bolivia
para tareas mineras, técnicas y profesionales vinculadas a la extracción de hierro y la producción
de arrabio. Así Palpalá pasó de ser un pequeño poblado rural a protagonizar lenta y
desordenadamente un proceso de Urbanización impulsado por la empresa.
Los procesos productivos: de la extracción del hierro a la fabricación del arrabio
El procesamiento siderúrgico hasta 1964 implicaba dos etapas: a) la extracción y beneficios de los
combustibles y minerales, y b) la reducción de estos para la obtención de arrabio o hierro de
primera colada.
¿Por qué un establecimiento de Dimensión Tan pequeña era tan importante o estratégico en su
época cuando escasamente lograba satisfacer la demanda nacional? Martijena, su director,
resaltaba la importancia de utilización de materias primas nacionales y la producción propia del
arrabio y especulaba con las posibilidades que se habrían a las empresas privadas locales tanto en
su papel de proveedora de Zapla como en sus capacidades de explotación de sus productos. El
modelo productivo integral combinaba dos procesos el de extracción del mineral y el Industrial
con la transformación en arrabio.
En un principio la totalidad del mineral de hierro era provisto por el centro mino 9 de octubre.
Ubica a 12 kilómetros del centro siderúrgico donde se explotó un yacimiento subterráneo. El
traslado del mineral desde la mina se realizaba mediante un cable carril y contaba con una
estación de Mando que intercomunicadas las dos secciones de transporte mina-estación de
mando y palpalá-estación de mando.
La provisión de combustible carbonífero de origen vegetal estuvo desde un principio a cargo de
empresas privadas que extraen la madera de bosques de especies naturales de Santiago Del
Estero que eran carbonizadas y enviadas a palpalá por ferrocarril. En 1946 inició un proceso de
bosque nativo y reforestación de eucaliptus que abastecía el 10% del total de Carbón usado en el
horno que operaba.
Así la dirección general de fabricaciones militares se transformó en el brazo ejecutor de la
industrialización estatal, un impulso que esperaba no reemplazarán y desplazar a la actividad
privada sino que la estimula se lo suficiente hasta que está pudiera desenvolver sé por sí sola. los
objetivos militares estratégicos de defensa de la soberanía nacional se combinaron con la
convicción de que la grandeza del país radicaba en una capacidad Industrial no estatista, en lo
posible con mayor peso de la actividad privada y menor injerencia del estado.
La empresa y la “comunidad laboral”
Estilos de organización en torno a diferentes empresas de propiedad Estatal como yacimientos
petrolíferos Fiscales y yacimientos carboníferos Fiscales en la Patagonia austral, de propiedad
mixta, Cómo somisa, y de carácter privado como la fábrica de cemento Loma negra, todas ellas
con rasgos de fuerte intervención patronal en la vida social y cultural, dieron lugar a la aplicación
de conceptos como “sistema de fábrica con Villa obrera”. Estos son modelos regulatorios tanto del
trabajo como de la vida cotidiana de los trabajadores en pueblos construidos alrededor de
explotaciones económicas, especialmente en lugares aislados para consolidar el proceso de
fijación de la población obrera.
¿Cuáles fueron las estrategias de la empresa en su etapa fundacional para generar un ambiente de
trabajo propicio para la producción en una rama Industrial clave para el desarrollo nacional? El
emplazamiento de AHZ consiste en la creación de un nuevo espacio productivo, hacer todo de la
nada; mano de obra, herramientas, maquinarias, oraciones dentro y fuera de la fábrica.
El dispositivo montado por AHZ sentó las bases de un sistema de relaciones obrero Patronales en
el que la rigen la normativa de control social de los operarios por parte de las autoridades, se ligó a
la puesta en vigencia de un amplio conjunto de símbolos de identificación nacional.
La mano de obra permanente y estable en un mercado de trabajo sin experiencia en el rubro
metalúrgico en la región fue atraída por un discurso matizado con ingredientes de fuerte
contenido simbólico. A través de una verdadera política de implementación del salario social.
En aquella época podemos marcar una diferenciación con las condiciones de trabajo la actividad
productiva más importante de la provincia como la explotación agroindustrial de la caña de azúcar
en la región de los valles subtropicales. El panorama de trabajo en Jujuy, en las áreas Rurales en la
primera mitad del siglo 20 alcanzaba los ribetes de un mercado de trabajo cautivo en economías
que sellen girando en torno a la autosubsistencia.
En cambio AHZ implementó políticas salariales acordes con el proyecto Estatal distribucionista de
la década de 1940 sino que también se preocupa por la capacidad que viva del salario real Y tuvo
fuerte injerencia en la reproducción social de sus trabajadores. El resultado de esta política
empresarial de fortalecimiento del mercado laboral redundado en la ampliación de la red de
servicios urbanos y la consolidación del poblamiento de Palpalá.
La población trabajadora originariamente rural se transformaba en asalariada en la medida que se
implementan estrategias de disciplinamiento industrial y social. Este proceso estaba fundado en
medidas prescriptivas para el trabajo y para la vida cotidiana que se emiten diariamente y eran
publicadas por la dirección del establecimiento para su estricto cumplimiento. pautas de
comportamiento que los trabajadores y sus familias deben seguir en el trabajo y en la vida
cotidiana.
La instalación de Zapla provocó cambios en el departamento de capital. Caso kilómetros se instala
una fábrica que demandaba brazos y que emprendía la instalación infraestructura urbana
orientada a la prestación de servicios esenciales como la alimentación, vivienda, salud, comercio,
recreación y Transporte.
¿Cómo percibía la sociedad jujeña de la época esta experiencia industrial? Para Jujuy sabría un
futuro prometedor, una empresa que movilizaba la economía provincial y regional hasta entonces
dependiente de la agroindustria azucarera. Pero el proceso industrializador traía aparejado política
de disciplinamiento industrial y social.
Disciplinamiento fabril social: los dispositivos regularizadores de la vida cotidiana
Pautas para el ritmo de producción, organización de tareas y funciones
Las primeras contrataciones comenzaron en 1943. Se procedió a la búsqueda de trabajadores
mineros porque el proceso de explotación empezó con la preparación de mina 9 de octubre y el
campamento las serranías de zapla.
Había una estructura orgánica donde el jefe de servicios de fábrica o subdirector era responsable
de todas las secciones del complejo fabril. Las jerarquías estaban definidas en el sector civil entre
profesionales y sus profesionales, tanto de la Administración como de la producción. Entre el
personal subalterno la diferencia estaba entre empleados mensualizados y obreros jornalizados .
Los obreros tenían jerarquía según fuesen personal calificado o personal semicalificado. Los de
menor Rango eran los operarios auxiliares Y por último los peones considerados no calificados.
Tambiénambién se empleaba menores entre 14 y 17 años cuyo objetivo de contrato era
consolidar la incorporación de mano de obra capacitada con estrechos vínculos de pertenencia
con la empresa.
Todos los trabajadores y empleados comenzaban bajo la condición de eventuales o en Comisión
por el término de 6 meses luego eran confirmados como personal fijo de explotación. El régimen
de tareas, deberes y derechos de trabajadores de estaba regulado por el reglamento del personal
civil de la nación.
Desde el encendido del orgullo los jefes militares tuvieron la intención de no interrumpir el
proceso productivo portal se establecieron turnos y servicios de guardia. Por eso era indispensable
planificar eficientemente los tiempos de tareas y también los de descanso y ocio de los
trabajadores.
Las primeras medidas sociolaborales
La legislación laboral tuvo importantes avances desde 1943 con la llegada de perón a la secretaría
de trabajo y previsión social. Y posterior triunfo electoral marco un nuevo rumbo a la
implementación del Estado social que Jujuy era ejecutado por el gobierno de Iturbe.
La dirección general fabricaciones militares quería ser un modelo en este tema y por ello se
miraban el pago puntual, la adecuación del salario a la inflación y si era posible intentaba propiciar
la práctica del ahorro entre sus trabajadores.
Los empleados abocados a la producción percibieron sus retribuciones monetarias en forma de
jornales/hora. se respetaba el régimen de 8 horas diarias y el descanso dominical. los que
cumplían jornadas en días feriados y domingos recibían una mayor bonificación. A la vez
implementó el salario familiar y comenzó a pagarse por primera vez el aguinaldo.
Los empleados administrativos de Maestranza sanidad y construcciones junto con profesionales
de la administración sanidad y producción recibían paga mensual, a partir de 1946 también
percibieron mejoras del sueldo básico con ascensos en las respectivas categorías.
Desde 1946 se consideraban trabajos insalubres los que realizaba el personal que atendía
trituradoras de mineral en la mina. El seguridad social se implementó a través de la filiación del
personal obrero de la caja de jubilaciones y pensiones civiles de la nación
Si comparamos la situación de los empleados de Zapla con los de otros trabajadores de Jujuy para
la misma época vemos que este último caso los progresos en materia salarial eran el resultado de
la conjunción de acciones reivindicativas obreras y de la política sociolaboral del peronismo.
Control de consumo
Una estrategia del capital para ampliar y mejorar sus mecanismo de acumulación fue la
implementación del sistema fordista que no sólo comprendía cambios la productividad y
rentabilidad sino también la transformación de los trabajadores en plenos consumidores
impulsando los cada vez más al mercado de alimentos y bienes indispensables para la
reproducción familiar.
En Jujuy fue necesaria la intervención Estatal para intensificar el pago monetario de salarios, y
sobre todo desde el triunfo electoral del peronismo, la protección del trabajador y su familia se
complementó con una política de control de precios y del abastecimiento en calidad y cantidad de
bienes de primera necesidad, bajo la responsabilidad de la dirección provincial de consumo y
abastecimiento. En 1945 se contrato la firma burgo y compañía de San Salvador de Jujuy para que
hiciera funcionar comedores y proveeduría en palpalá y mina 9 de octubre.
La dirección de Zapla fue terminante las condiciones que debía cumplir: control estricto de higiene
precios y calidad de alimentos y productos, prohibición de venta extralimitada bebidas alcohólicas.
En época de
festividades los locales de proveeduría permanecen abiertos hasta las 22: 30 y en estos días se
autoriza va a la compañía a beber un máximo de bebidas por cliente.
La empresa consideraba una verdadera obligación velar por el poder adquisitivo de sus
trabajadores, y en esta tónica reprendió el crédito excesivo y no tolero los embargos que recaudan
por deudas impagas. En 1946 suprimió anticipo para mantener salarios y permitir ahorros.
Las primeras pautas urbanizadoras
La provisión de viviendas por la empresa no estuvo condicionada por el marcado aislamiento
como en el caso de YPF en Comodoro Rivadavia. Se garantizaba especialmente las viviendas al
personal jerárquico. También la empresa debe Instalar los servicios urbanos mínimos la que no
había luz ni agua corriente. progresivamente el resto de la población palpaleña Iría beneficiándose
con el acceso al agua para consumo doméstico que obtenía en horas determinadas del caño que
se encontraba en la entrada de la fábrica. En la mina las viviendas eran de madera. Se debían
tomar recaudos para mantener la higiene de las mismas. En Palpalá se construyeron instalaciones
para funciones administrativas. Desde el inicio se fomento la construcción de vivienda para
obreros por cuenta propia facilitando el acceso a la luz y agua gratis. Luego el estado provincial
encaró políticas habitacionales más activas.
El sector del barrio obrero tuvo un estricto control del director para mantener condiciones
urbanísticas, estéticas higiénicas según los parámetros planteados para barrios militares.
El transporte era un problema y el servicio hacia la capital de la provincia era insuficiente porque
dependía de los trenes que pasaban por la estación. La llegada palpa las obstruyen épocas de
verano por las crecidas del Río Grande, En qué convirtió la construcción de un puente con una
urgente necesidad.
La asistencia educativa y sanitaria
La empresa era plenamente consciente de la transformación en el espacio y los comportamientos
sociales que provocaría el fomento de una acción educativa más intensa en la localidad. En el
predio de la fábrica funcionó la escuela número 34 provincia de Córdoba y en la mina 9 de octubre
se abrió la primera escuela primaria. frecuentemente se recordaba los padres de familia acerca de
la obligatoriedad de la educación primaria, junto con las recomendaciones de enviar a los niños
con calzado y correctamente abrigados a clases.
Las medidas profilácticas higienizadoras serán tal vez la más intrusivas en la vida cotidiana de las
familias obreras que se radicaron en las proximidades de los lugares de trabajo. Las primeras
medidas sanitarias comprendieron campañas antipalúdicas y antitifoideas. Para muchos
trabajadores no era común la práctica de concurrir a un centro de atención a la salud y la novedad
de eso provocaba resistencias a nuevas pautas de comportamiento.
La administración del tiempo libre
Un aspecto clave en el disciplinamiento y la integración social fue la administración del tiempo de
ocio de todos los trabajadores y empleados de la empresa. En 1946 se constituyó la asociación
cultural y deportiva de altos hornos Zapla, un espacio cultural importante en el que el deporte
fundamentalmente el fútbol y tiempo después la fiesta de arrabio concitar y a la adhesión de la
mayor parte de los trabajadores.
A manera de cierre
El trabajo muestra los comienzos de la industrialización siderúrgica Argentina de la mano de la
intervención Estatal militar. el proyecto nacional aplicado en el espacio local y regional
transformador de estilos de vida y pautas culturales. Resulta evidente que En sus orígenes la
gestión de la empresa no sólo debió abocarse organizar
la producción del arrabio desde la extracción del hierro hasta la obtención del producto final sino
que fue aplicando sistemas protectores y mecanismo de control simultáneo sobre la población
trabajadora.
Analizamos alguno de los dispositivos regulatorios de la vida fabril y Extra fabril de la comunidad
que se fue conformando en torno al primer alto horno. resulta evidente su carácter estratégico
nacional y su capacidad transformadora del espacio físico y social a nivel local.
Desde sus orígenes mostró la potencialidad para regular el trabajo y la vida cotidiana de sus
trabajadores y consolidar un esquema de dominación sobre la base de una comunidad integrada
en la que sus miembros se inscribirán física y simbólicamente como portadores de derechos.
Ajustar la lente de observación nos permite observar como las disposiciones que regulaban y
organizaban espacios productivos también invadían espacios privados y cotidianos como la familia,
la escuela, la enfermería, la proveeduría, el club, revelando a la medida en que el disciplinamiento
laboral propio de un espacio Industrial desbordaba el ámbito fabril.

Bovi María Teresa y Fandos Cecilia A. “Riqueza muerta por un trust extranjero”. Desarrollo y
problemáticas de la minería boratera en Jujuy (1880-1930)”. H-industri@, Año 7- Nro. 13,
segundo semestre de 2013.
Desarrollo y problemática de la minería borato de Jujuy 1880-1930 (María Teresa Bovi)

En la provincia de Jujuy entre fines del siglo 19 y comienzo del siglo 20 un desplazamiento de la
minería tradicional aurífera a otros sectores donde se concentraron las inversiones, los esfuerzos
y las políticas, cobró especial dinamismo la explotación de boratos en las regiones de la puna
jujeña, Impuesto por los ritmos de la segunda Revolución Industrial.

La nueva estructura Minera se perfilaba en la provincia, favoreció la concentración de Licencias y


Minas, promoviendo su carácter monopólico asociado a capitales internacionales, así se prefigura
de una nueva Argentina industrialista proteccionista y con mayores equilibrios regionales.

La visión historiográfica más clásica de la performance de la economía argentina entre 1880 y 1930
ha exaltado el predominio de las actividades agropecuarias pampeanas y su dependencia externa
dado por la primacía de la exportación en el funcionamiento de sus mercados y la inversión de
capitales internacionales ello género durante mucho tiempo la subestimación de otras actividades
y del papel del mercado interno como pauta de crecimiento económico.

Las referencias sobre la minería de la Argentina moderna decimonónica y hasta la década de 1930
remiten a la idea de una actividad secundaria, se construyó en paralelo a la alta rentabilidad y escala
de la producción agropecuaria de la época.

En el contexto latinoamericano rescatando a los grandes centros mineros coloniales de México, Perú
y Bolivia el siglo 19, se presenta como el de una drástica crisis, imagen cuestionada, por quienes
resaltan los errores interpretativos de la historiografía al respecto que suele ignorar la continuidad
de una pequeña minería protagonizada por capitales mineros locales y muchas veces emprendido
por el propio campesino indígena, pero resulta que entre 1850, la minería era clave en términos de
empleo, ingreso y consumo de un largo segmento de la población, porque estaban enredadas
profundamente con la economía agraria.
La minería de estas regiones en el siglo 19, retomando el sentido de la crisis cómo cambió,
respondía a nuevos arreglos sociales producto de la primacía de companías internacionales de
modernos medios de transporte como el Ferrocarril, de una institucionalidad que legítima
distintos derechos y la evidente pauperización de determinados sectores locales. El proceso se
trató de un desplazamiento de la minería tradicional de los metales preciosos a la de la de
minerales no ferrosos y siderúrgicos (plomo, cobre, zinc, hierro) y se advierte que con las
exportaciones de salitre y estaño permitió la estratificación interna de la minería.

La década de 1930 en qué comenzó un desarrollo sostenido de la gran minería, el sector atravesó
un proceso de transición combinado con diversos ensayos y fracasos, tuvo la suficiente atención
política tanto en el plano ideológico discursivo como de la propia acción. Con un mayor miramiento
a la minería del borato.

El perfil minero jujeño en el siglo 19 y comienzos del siglo 20

Se reconocen dos momentos el despliegue minero colonial la comprendidas entre 1600 y 1700 y la
coyuntura borbónica de mediados del siglo 18 hasta comienzos del siglo 19. La primera puede
considerarse como una etapa de exploración de la riqueza minera en la zona época en la que data
la fundación de los primeros pueblos mineros, en la segunda se avanzó en la formación de la
actividad mediante peticiones e inversiones de las primeras compañías mineras.

A partir de la era republicana por lo conflictos bélicos y políticos que jalonaron la primera mitad del
siglo 19 quedó desbastada y suspendida. Para mediados del siglo 19 se registra para la provincia la
existencia de once minas de oro plata cobre denunciadas, pero sin explotar, la actividad doméstica
emprendida por lavadores indígenas financiada y aprovechada por pulpero y comerciantes locales.
Desde entonces la minería jujeña se presenta como una actividad discontinua e irregular, frenada
por la insuficiencia tecnológica, los medios de transporte, la mano de obra disponible provocando
un ritmo de deterioro y detención por más de 100 años hasta el boom que despertó la gran minería
promovida por la instalación de la firma mina Pirquitas y mina Aguilar desde la década de 1930.

La formación de estas empresas asociadas a la explotación de plomo, zinc y plata, se interpreta


como una instancia de modernización de la actividad producto de las nuevas tecnologías empleadas
y las escalas de inversión, además de inscribirse en los nuevos rumbos de la industrialización
sustitutiva de importaciones para la provisión del mercado interno que se desató durante la década
de 1920 y se aceleró en la de 1930.

Se resalta su carácter especulativo desconcentrado en pequeñas compañías con capitales


accionarios y limitados y extra provinciales, procedente de comerciantes y empresarios del norte
argentino. El balance para la época es sombrío dado por la falta organización y de racionalidad en
el manejo de negocio minero, el estado otorgada concesiones de explotación y cateo
incontroladamente a mineros que la mantenían como derecho de lotería generalmente trabajado
con sistemas primitivos. Resulta notorio que al iniciarse el siglo 20 hasta la década de 1930 la
puesta minera de la provincia se diversifica dónde cobró principal protagonismo el borato,
también fueron materia de atención el plomo y el petróleo.

La era de los boratos. Desarrollo y características de la actividad


La explotación del borato en la puna jujeña se fecha en 1895 con la formación de una compañía a
nombre de Agustín Borus y Manuel pinto resulta difícil seguir exhaustivamente el rastro de la
constitución de la firma ligadas a la actividad pues hasta 1918 no había obligatoriedad de
radicación de domicilio legal Jujuy por lo tanto mucho de eso se formaban en otras provincias
como Salta y Buenos Aires.

La explotación borato en territorio jujeño se circunscribia a los departamentos de Rinconada,


Cochinoca y Tumbaya. La producción se embarcaba en ferrocarriles principalmente la estación de
Purmamarca, habían introducido un novedoso sistema de transporte desde 1901 que conectaba
los lugares de explotación color almacenes centrales los decauville, a tracción animal. Se trataba
del montaje de unas vías transitorias. Otra inversión de la compañía un horno de calcinación para
la fase de secado del borato, pero el consumo excesivo de leña como combustible era poco
redituable en las condiciones existentes de la Puna.

Los costos fleteros repercutían no sólo en el transporte del borato, sino también en la provisión
de insumos necesarios en este sentido 1 de los principales impedimentos era la insuficiencia de
combustible en la zona que presentaba escasez de yareta y leña para un mayor ritmo de
producción, generaron problema de rentabilidad, además la geografía de la puna también se hacía
notar por la carencia de pastos necesarios para la tropa y animales de trabajo por lo que se
requería del abastecimiento de alfalfa extra local.

A eso se le suma las dificultades procedentes de las monedas de uso en la zona -peso boliviano-
y los quebrantos por el tipo de cambio con los pesos nacionales, la insuficiencia de caminos y
redes telegráficas, y las condiciones institucionales porque no había regularidad y seguridad en
los registros de títulos de las propiedades mineras.

Ferrocarriles impuestos y demografía entorno a la actividad minera

El desempeño económico de la actividad minera en el conjunto provincial y nacional resulta difícil


de evaluar porque se carece de datos estadísticos sería seriados de la producción y de la
comercialización sin embargo que posible advertir a través de indicadores indirectos algunos
reportes derivados de la misma dado la importancia que hemos tratado de señalar la minería
hortera en Jujuy desde comienzos del siglo entendemos que grueso de los aspectos dinamizadores
provenía fundamentalmente de la actividad.

Minería y ferrocarriles

Jujuy contó con una única línea ferroviaria, la del Ferrocarril Central Norte, propiedad el estado
nacional y arribo a las inmediaciones de San Salvador de Jujuy en 1890, aplicando su servicio en
1891, y la totalidad de la red se logró en 1909, al incorporarse la última estación en su territorio
la de Yuto. En 1908, la estación fundada en la ciudad de La Quiaca había completado la
prolongación del ferrocarril en suelo jujeño, hacia el norte y orientado estratégicamente alcanzar
la comunicación ferroviaria internacional con Bolivia uniendo la ciudad de La Quica con la de
Tupiza. El transporte ferroviario, había constituido uno de los principales limitantes para la
minería antes de su construcción, luego los reclamos pasaron por el alto costo de los fletes que
unían los yacimientos con las estaciones de ferrocarril. Sabemos que la actividad minera fue
favorecida con tarifas especiales de fomento en la década de 1920. A partir de una ley de 1912 se
procedió a la introducción de una patente minera que comenzó a cobrar una regularidad desde
1915.

La variable demográfica:Ciertas dinámicas demográficas de la región boratera por excelencia


también muestran algunos indicios que la Puna y la quebrada tuvieron un comportamiento secular
decimonónico de estancamiento y perdida relativa de su participación en el esquema de
demográfico de la provincia de Jujuy que fue favorable para la zona de Valles subtropicales,
epicentro del desarrollo azucarero.

El groso de la mano de obra de las borateras de éste distrito ocupaba estacionalmente a los propios
arrendatarios de las haciendas donde se asentaban los yacimientos. El sistema de propiedad de la
tierra en la zona producía un esquema latifundista cuya población y trabajo se basaba en familias
campesinas arrendatarias. Los empresarios mineros tenían distintos derechos sobre esas tierras,
privados por la compra directa o por arrendamiento. Y la población campesina seguramente
concurría al trabajo asalariado estacional que demandan las minas, pero también por su condición
de arrendatario sufría una serie de obligaciones y arbitrariedades cómo deudas por pagos de jornal
y trabajo de fletes, diversas sanciones, confiscaciones de animales de carga, prohibición de usos de
las tierras de pastaje en campos libres. Uso de métodos bien antiguos coacción para capturar mano
de obra y abaratar la costa de su producción.

El alegato de Benjamín Villafañe por las borateras:

Otra muestra de la fe depositado la minería fue el propio protagonismo de políticos de primera fila
en las solicitudes de cateo, pedimentos y concesiones mineras, como Domingo Pérez Valle,
quintana, Iturbe, Silbettii, Villafañe, entre otros.

Villafañe al poco tiempo de hacerse cargo de gobernador de la provincia dictó la ley 575 de 1924,
los aspectos centrales de la misma cuanta la creación de un Departamento de Minas de la
Provincia, que tendría independencia de los misterios y competencias en la regulación, registro
litigios, control y fiscalización de toda la actividad, la ley procura limitar de algún modo la
concentración de concesiones mineras estableciendo que nos otorgarían permisos de explotación
y cateo a personas que ya lo hubieran tenido en el mismo paraje salvo que sean de propiedad
fiscal y/o que el dueño del permiso de cateo acredite nivel suficiente de inversiones ya hechas,
estableciendo que lo máximo de otorgamiento de permiso sobre el mismo terreno sería hasta 5.
Preocupaba al gobernador resguardar el petróleo, hierro y carbón de piedra de los intereses
monopólicos. La compañía internacional de Bórax en respuesta, era valorado como anacrónico y
contraproducente para la actividad privada, desde varios puntos de vista, la causa de la restricción
de la producción minera en la provincia se debían a factores económicos y comerciales a raíz de la
dificultades materiales para explotación, a la escasa demanda internacional de bórax y al alto costo
de producción, producto de un deficiente sistema de transporte con fletes elevados y el aumento
del costo de la mano de obra por la insuficiencia de los obreros.

Para el gobernador la columna vertebral de la economía estaría sustentada con el desarrollo de las
industrias siderúrgicas y metalúrgica a través de la cual se lograría la emancipación económica de
estados unidos y de países de Europa y seria tiempo en que las provincias del interior conseguirían
la explotación de la riqueza minera, pero bajó marco legal regulador que evitase el monopolio.
Conclusiones: La minería jujeña decimonónica fue sumando el sostén del erario público, contribuyó
también como uno de los principales rubros de la carga de productos locales que transitaban por el
ferrocarril en su conexión con el puerto de Rosario de Santa Fe, afecto la dinámica demográfica de
su población, capturo inversiones, demando un sin número de exploraciones científicas privadas y
oficiales, impulso la generación de leyes específicas.

El ciclo radical se inauguró en 1918 hasta 1930 implicó un recambio de la elite dirigente, la presencia
del estado activo frente a la demanda sociales, de proyectos de diversificación económica y un
receptor y canalizador de otras voces no escuchadas hasta entonces. Durante los gobiernos
radicales, se quiso evitar el acaparamiento de los cateos de petróleo de pertenencias borateras a
las compañías mediante la sanción de decretos y leyes provinciales, aunque no dieron resultado,
con la finalidad de movilizar las minas inactivas, no se resolvió ya que residían en el sistema legal de
concesiones.

Fandos, Cecilia y Bovi, María Teresa. “Un cuerpo sin cabeza”: el Ferrocarril Central Norte, 1890-
1925. Debates y balances en torno al impulso del “progreso” en Jujuy (Argentina)”. Revista
Transporte, Servicios y Comunicaciones (TsT), N° 21, 2011, Fundación de Ferrocarriles
Españoles, Madrid.
“UN CUERPO SIN CABEZA”: El ferrocarril Central Norte, 1890-1925. Debates y balances en torno al
impulso del “progreso” en Jujuy (argentina).

Resumen

El Ferrocarril Central Norte (FCCN) fue una línea de suma importancia en la Argentina por servir
como conexión entre varias provincias y también por su vinculación internacional con
Chile y Bolivia. Con este ferrocarril el Estado nacional procuraba la unificación territorial y la
consolidación de su mercado interno. Sin embargo, muchas de las expectativas sobre este sistema
de transporte comenzaron a analizarse desde un plano crítico a comienzos del siglo XX, entre ellas
las dificultades técnicas en el transporte de carga de la línea y sus elevados fletes.
Con la intención de adentrase en el estudio de los efectos económicos del ferrocarril en la
provincia de Jujuy, entre las décadas de 1890 y 1920, en este artículo realizamos, por un lado, un
estudio cualitativo de las ideas y puntos de vistas sobre los aciertos y desaciertos de este medio de
transporte para la economía provincial. Por otro lado, reconstruimos la magnitud de la carga
transportada desde Jujuy, clasificándola por rubros, su origen geográfico por estaciones y su
evolución hasta 1925.

Introducción

La provincia de Jujuy, en el extremo noroeste de la Argentina, contó con una única línea
ferroviaria, la del Ferrocarril Central Norte (FCCN). En este marco las gestiones presidenciales que
se sucedieron entre 1853 y 1880 ejecutaron políticas tendientes a lograr el “orden” y el
“progreso”, convencidos de que el ferrocarril era una herramienta eficaz en ambos sentidos. Así, el
Estado combinó diversas acciones, como las de promoción a la inversión en el rubro, las de
regulación –dictando normas específicas– y las de empresario –poniéndose al frente del
financiamiento y obra de algunas líneas-.

Hubo consideraciones específicas de orden político y económico al momento de proyectarse los


beneficios y alcances de las redes estatales. En el plano político debían tender a la unificación
territorial y a la pacificación, y promover la institucionalización. Desde el orden económico sus
efectos debían apuntar a la integración del mercado interno, promoviendo actividades
productivas regionales, favoreciendo el bienestar general. Hubo dos proyecciones claves sobre
los beneficios buscados de esta línea: la unificación territorial y política, por un lado, y la
integración y promoción del mercado interno y de una diversidad de actividades productivas
regionales, por otro.

En ese momento (primeras décadas del siglo XX), a tono con una crítica generalizada sobre varias
aristas del sistema ferroviario argentino, en Jujuy, como así también en las restantes provincias del
norte, la prensa, la dirigencia, la intelectualidad introdujeron en la opinión pública una serie de
problemáticas vinculadas a este sistema de transporte.

El arribo del Central Norte a Jujuy

La Ley nacional 280 del año 1868 dio origen al proyecto del FCCN, diseñado desde la ciudad de
Córdoba a Jujuy.

A pesar del planeamiento geográfico originario, este empréstito cubría sólo un primer tramo de la
línea, desde la ciudad de Córdoba a la de San Miguel de Tucumán. Su prolongación hacia el
territorio situado más al norte se hizo a un ritmo intermitente y más lento debido a una serie de
factores conjugados.

Una vez subsanadas las dificultades, durante la presidencia de Juárez Celman, se prosiguió su
construcción, llegando a las inmediaciones de la Ciudad de San Salvador de Jujuy en 1890, y
habilitándose su servicio en 1891.

La totalidad de la red ferroviaria en la provincia de Jujuy se logró en 1909 al incorporarse la última


estación en su territorio (la de Yuto) sobre el ramal extendido hacia la zona del valle del Río San
Francisco. . Finalmente, la primera conexión por este rumbo con el vecino país de Bolivia se logró
en 1924, uniendo las ciudades de La Quiaca con la de Tupiza.

El ferrocarril y las expectativas de los actores sociales en cuanto a unificación

político-territorial y promoción productiva regional

En el escenario nacional revelado en el Primer Censo de la República Argentina, de 1869, la


provincia de Jujuy se presentaba con una rica y diversificada producción que aún permanecía en
“estado embrionario”, pero que el transporte fluvial y terrestre la aventajaría en su condición
geográfica. Según este primer examen todo se reducía a un problema de transporte, otorgándole
al ferrocarril un rol clave para su desarrollo. Así, se enumera para Jujuy: la lana de oveja, los
depósitos metalíferos – principalmente cobre, también plata, oro y queroseno– y el cultivo de
caña, considerado por esos tiempos como el más lucrativo. Sobre todo se enfatiza la riqueza
natural y explotable de la región de los Valles Subtropicales.

Pero, además, el ferrocarril a Jujuy era fundamental para torcer definitivamente el comercio de
Bolivia hacia el Atlántico.

Para Jujuy la comunicación ferroviaria internacional con Bolivia era clave a fin de mantener y
potenciar su tradicional conexión mercantil con dicha plaza. En efecto, Jujuy durante todo el
periodo colonial estuvo económicamente vinculada al espacio peruano por ser paso obligado
entre la Gobernación de Tucumán y las regiones mineras de Potosí, Porco, Oruro, Chichas, Lípez y
la Puna jujeña. Su economía giraba en torno al comercio de exportación hacia la zona minera
altoperuana.

Sin embargo, el ferrocarril no había cubierto completamente las expectativas económicas de


diferentes actores: productores, empresarios y el Gobierno de Jujuy. Al promediar la década de
1920, el ritmo lento en el crecimiento de la provincia y de las que componían el Norte argentino,
en comparación a la celeridad de las áreas centrales y litoraleñas, para muchos era consecuencia
aún de la misma “rémora”: el transporte.

Si bien el paso del ferrocarril por las provincias interiores acortó distancias en el mercado interno
nacional y multiplicó la capacidad de carga, no había potenciado suficientemente la economía
como se estimaba podía hacerlo. Primero, los continuos reclamos de comerciantes, industriales y
hacendados eran continuamente manifestados en la prensa.

La falta de vagones fue una falacia recurrente y se explica por un tópico de las líneas estatales de
esta época, proclives a inaugurar los servicios ferroviarios en forma provisoria, antes de que se
acabaran las obras, sin un adecuado equipamiento en cantidad y calidad del material rodante.

Segundo, además de este planteo crónico del que apenas son un reflejo selectivo las citas
escogidas, hubo problemáticas de mayor relieve que se vinculan a la evolución de la red y la
conexión a los mercados, y a los sistemas y ciclos tarifarios.

Evolución geográfica de la red y la conexión a los mercados

Una explicación clásica sobre este asunto la esgrime Scalabrini Ortiz, quien sostiene que
originalmente el objetivo visible de la construcción de los ferrocarriles del Estado fue el aporte de
tráfico a una pequeña línea privada que estaba siendo construida desde Rosario a Córdoba. Es por
ello que las dos primeras redes que el Estado nacional proyectó (el Ferrocarril Andino y el FCCN)
no nacieron directamente de un puerto, sino que arrancaron de dos estaciones del Ferrocarril
Central Argentino, quedando subordinadas y multiplicando su tráfico al convertirlo en la llave de
salida al mar de todo el interior del país.
Luego, seis años después de que el FCCN se extendiera hasta Jujuy, en 1896, se le anexó por
compra el ferrocarril San Cristóbal a Tucumán. La nueva geografía en la red del FCCN sin lograr aún
conexión con puerto argentino, creaba una nueva dependencia, ahora del Ferrocarril Provincial de
Santa Fe, para poder llegar a las riberas, como tributario de la carga y cautivo en la imposición de
sus tarifas. Según Payró, por la vía de San Cristóbal se entregaban los productos procedentes de
las provincias norteñas en la carga del FCCN, y por las del FCCC, convergiendo en Tucumán, se
internaban las mercancías extranjeras o nacionales destinadas a Salta y Jujuy. En uno y otro caso el
FCCN debía compartir fletes con las empresas privadas y transferir su carga.

En cuanto a la proyección de esta línea hacia el punto norte, ya hemos subrayado la pretensión
estratégica de darle carácter internacional, para conectarse a Bolivia. Finalmente, durante la
década de 1920 (en 1925) se unieron el sistema ferroviario de la Argentina y de Bolivia con el
tramo Villazón y Atocha. En Bolivia era deseo de un gran sector de industriales, comerciantes y
dirigentes políticos que se cumplieran los convenios diplomáticos para la prolongación inmediata
del FCCN a Tupiza, para luego unir con Potosí, Sucre, Oruro, Cochabamba y ligar de esta manera La
Paz con Buenos Aires.

En Bolivia era deseo de un gran sector de industriales, comerciantes y dirigentes políticos que se
cumplieran los convenios diplomáticos para la prolongación inmediata del FCCN a Tupiza, para
luego unir con Potosí, Sucre, Oruro, Cochabamba y ligar de esta manera La Paz con Buenos Aires.

En definitiva, desde 1910 y hasta 1925 (fecha hasta la que extendemos este estudio) Jujuy operó
con 29 estaciones, las de conexión entre Salta y Jujuy al sur, las del tramo a Bolivia hacia el
noroeste y las del Ramal hacia el sureste. Luego, el ramal para los Valles Subtropicales siguió su
expansión, inaugurándose la estación de Embarcación (Salta) en 1911. La conexión ferroviaria con
Bolivia por este paso, a través de Yacuiba, y proyectada hasta la Ciudad de Santa Cruz, se reactivó
una vez finalizada la Guerra del Chaco, y se concretó recién en las décadas de 1940 y 1950.

Los sistemas y las tarifas ferroviarias

En líneas generales, para esta segunda problemática es factible dividir dos momentos en los
sistemas implementados en la Argentina, tomando la variable legislativa, cuya línea divisoria fue la
Ley Mitre del año 1907. Previo a ella cada empresa fijaba libremente sus tarifas en base a una
proporcionalidad de costo, distancia y valor de las mercancías, respetando los principios de
razonabilidad y justicia y rigiéndose en su aplicación por la uniformidad y la publicidad de las
mismas.

En los primeros años de explotación de las líneas y mientras las distancias eran relativamente
cortas (menores a los 300 km) se aplicaban tarifas del tipo sencillo, kilométrica o proporcional, con
o sin terminal. Luego fue rebajándose la proporción por kilómetros y estableciéndose un sistema
de tarifas especial, volviéndose más comunes las tarifas diferenciales25. El Estado fomentaba la
construcción de líneas en competencia a fin de lograr una autorregulación de las tarifas en el
mercado.

Luego, en 1908, dos importantes empresas ferroviarias, la del Central Argentino y la de la


Provincia de Buenos Aires, se fusionaron26. De esta forma, la defensa del interés público basado
en las reglas de la libre competencia dio paso a la intervención del Estado en la formación de
tarifas y control del servicio.

En ese clima de ideas se promulgó la Ley Mitre. En ella se estipulaba, entre otras cosas, la libre
introducción de materiales y artículos de construcción hasta 1947, la imposición de un impuesto
fijado en un 3% sobre el producto líquido de cada línea y la facultad de intervención estatal en las
tarifas en base a un piso de ingresos brutos que llegaba al 17%, limitando así a las compañías su
ganancia máxima, de 6,8% sobre el capital reconocido antes de que el Estado pudiera exigir una
rebaja en el precio de los fletes.

Con el sistema de tonelada-kilómetro imperante en el país, los fletes resultaron proporcionados a


los recorridos, y elevados para largas distancias, lo que obstaculizaba la expansión de la
producción y el comercio, no sólo por la magnitud de los fletes que gravitaban sobre los
productos, sino por su desproporción entre aquellos y los que se aplicaban a las zonas próximas a
los mercados, haciendo imposible toda concurrencia comercial y reduciendo la zona productiva a
un radio mínimo.

Sobre la base de este sistema de tarifas paulatinamente fue generándose una serie de conflictos y
un cuadro de convulsión en la opinión pública por la elevación de las mismas. Regalsky ubica más
tempranamente la tendencia alcista de las tarifas ferroviarias y liga el fenómeno a la crisis de
1890, porque al producirse una depreciación del peso argentino se elevaron los costos de las
empresas y, por ende, sus tarifas.

Hacia la década de 1910 y 1920, cuando el tema se recrudeció en las provincias del Norte
argentino, comenzó a mediarse en término de desequilibrios regionales. Es que el modelo
agroexportador mostró signos de agotamiento y si bien había incluido en su desarrollo el
crecimiento de algunas economías interiores, no pudo evitarse un crecimiento muy desigual entre
éstas y la zona pampeana. Así, irrumpió la “cuestión regional”, que englobaba un conjunto de
intereses comunes de Tucumán, Salta y Jujuy nucleados principalmente en torno a la agroindustria
azucarera. Las tarifas comenzaron a considerarse como uno de los “enemigos principales” de la
“fatalidad geográfica” de la región uno de los impedimentos básicos de iniciativas comerciales y de
freno al dinamismo para la explotación de las muchas y variadas materias primas que la misma
producía.

La situación económica general de las provincias del Norte, en las primeras décadas del siglo XX, se
tornó crítica. Desde la crisis de sobreproducción azucarera en Tucumán en 1895 la actividad
estuvo sujeta a ciclos combinados de escasez y sobreproducción que hacían fluctuar los precios de
una manera impredecible, generando incertidumbres en el sector y descontento en el mercado
consumidor. La expansión de la producción azucarera regional, condiciones climáticas adversas, la
Primera Guerra Mundial, las coyunturas en los centros productores de azúcar de remolacha
fueron, entre otros, los factores responsables de estos ciclos.
En Jujuy, si bien su producción azucarera no podía escapar a las tendencias nacionales y mundiales
de los precios, tuvo en el deterioro tucumano de la década de 1910 su principal pulmón para la
conquista del mercado nacional. Tanto los sectores de la dirigencia política como el empresariado,
preocupados por el estancamiento de sus economías respecto del extraordinario crecimiento del
litoral, buscaron desde la actuación parlamentaria, dar solución a las problemáticas que lo
aquejaban: los impuestos internos; las tarifas ferroviarias; la subvención nacional para el
desarrollo de obras públicas y la protección a las producciones regionales35. Cuestiones
relacionadas entre sí, de las cuales nos centramos en el tema de las tarifas y el sistema ferroviario,
recorriendo principalmente los discursos de diferentes actores.

Hacia la segunda década del siglo XX tomó relieve en el debate y arenga política la cuestión del
desarrollo regional, convirtiéndolo en tema urgente.

En el nudo de esta trama de desequilibrios regionales denunciados, el flamante partido


gobernante, de la mano de su primer presidente Hipólito Yrigoyen, optó principalmente por
defender los intereses de quienes eran sus bases electorales: los sectores urbanos consumidores,
ajetreados por el proceso inflacionario de la posguerra.

En líneas generales el radicalismo apuntó en materia ferroviaria a “democratizar el progreso”


expandiendo las líneas estatales y modernizándolas.

La situación de desventaja para el tráfico comercial y la expansión de las provincias del norte y
centro, fue motivo de preocupación del Ejecutivo nacional.

La fe de Yrigoyen en la red estatal y los reclamos y necesidades del Norte argentino lo llevaron a
propiciar e iniciar las obras de un ferrocarril que aproximara a las provincias con el puerto de
Antofagasta en Chile.

Las filas más representativas de Jujuy y el Norte argentino celebraron los emprendimientos como
el ferrocarril a Huaitiquina, por una parte, pero, por otra parte, cargaron sus tintas contra las
decisiones tomadas en el área tarifaria (aumentos).

En este sentido, en 1920 el gobernador Benjamin Villafañe se dirigió al presidente Alvear


solicitando tomar tres medidas a fin de salvar a la industria azucarera de la crisis que atravesaba:
elevar las tarifas aduaneras a la introducción de azúcares extranjeros, establecer acciones que
garanticen el trabajo nacional contra la competencia de artículos similares que se introducen del
exterior, y disminuir los fletes sobre el azúcar, el alcohol y los subproductos. Pero no sólo su
defensa versaba sobre ésta industria, lo hacía extensivo a otras producciones regionales como: el
arroz, porotos, garbanzos, tabaco, maderas, hilados y tejidos, plomo, borato, etc.

Como para otros, también para Villafañe los fletes eran el peor enemigo del progreso provincial ya
que se comportaban como “impuestos indirectos que pesan sobre la producción en forma mucho
más agobiadora que los impuestos internos”. Combatía, en sus discursos, el empleo del ferrocarril
como instrumento esclavizador y de dominio al servicio del capital extranjero y propugnaba
nacionalizar el capital de las líneas férreas y la necesidad de más ferrocarriles para satisfacer
necesidades propias y conectar las diferentes regiones económicas.
La mayor parte de la vida económica de las provincias del Norte dependía de la industria azucarera
y, mientras su precio fue remunerador, los industriales aceptaron los sucesivos aumentos de
fletes. Pero, el Centro Azucarero, debido a los aumentos introducidos durante la guerra, solicitó en
la década de 1920 la reducción de las tarifas, con diversos fundamentos.

Estimando la importancia económica del FCCN en Jujuy: análisis de la carga despachada

El FCCN constituía hacia 1914 el 9,3% de la totalidad de la red ferroviaria de Argentina y el 5,4%
del capital invertido en el rubro. Tenía mayor participación en la carga (5,3%) que en el pasaje (2%)
en relación al resto de las empresas que operaban en el país. En esta misma relación los gastos de
explotación significaban el 8,2% del total y se encontraban muy por encima de los productos de
explotación. Como los otros ferrocarriles del Estado tuvo una rentabilidad negativa en casi todo el
período analizado.

Regalsky y Salerno consideran que las empresas ferroviarias del Estado mantuvieron una
rentabilidad positiva hasta 1903, agudizándose el déficit desde 1912 por un aumento
desproporcionado de los gastos, lográndose reducirlo recién en 1925-1929. Entre los factores
explicativos de este comportamiento los autores mencionan la ampliación constante de la red, la
escasa producción de los territorios que cruzaban, una carga habitual de mucho volumen y poco
valor unitario.

Como era de suponerse el tramo jujeño del FCCN fue convirtiéndose gradualmente en un tren
azucarero por excelencia en cuanto a la composición de la carga despachada desde las estaciones
provinciales. El transporte de azúcar cuenta entre los rubros de mayor crecimiento entre 1910 y
1925 (un 203%).

Las alzas experimentadas en 1915 en los valores absolutos y relativos en los despachos de las
estaciones de Jujuy en relación a la de toda la línea fueron paralelas a un importante aumento en
la participación de los porcentajes de la caña de azúcar y el azúcar en la composición general de la
carga despachada a nivel provincial. Resta agregar que en octubre de ese año se implementó la
primera subida general de fletes, equivalente a un 10%. Igualmente, la caída general del tráfico a
partir de 1920, mucho más agudizada en Jujuy, se refleja en una disminución de la carga de
azúcares de producción jujeña. Sin embargo, la materia prima experimentó la mayor participación
porcentual (45%) de toda la carga provincial en ese año.

En líneas generales, estas tendencias descriptas nos permiten afirmar que la crisis de la guerra en
general y la ya aludida crisis azucarera comenzaron a sentirse con crudeza en la industria
azucarera jujeña recién hacia la década de 1920, en los años conocidos como recesión de la
posguerra. El encarecimiento general en el costo de vida, junto a la crítica baja de rendimientos en
los ferrocarriles por aumento de costos y disminución del tráfico, ubicó al azúcar como el insumo
de mayor alza y, si bien antes de autorizarse las subidas tarifarias de 1922 se buscó exceptuar de
su influjo a las actividades productivas del país más comprometidas por la recesión de esos años,
el azúcar no gozó de estas licencias. La gran acción política de la dirigencia norteña en contra de
las tarifas ferroviarias sólo había logrado algunas concesiones en el transporte de leña para
molienda y en el tráfico de caña de azúcar. Así, se pusieron en funcionamiento tarifas especiales
rebajadas en un 50% para la materia prima, pero bajo unos condicionamientos que anulaban la
posibilidad de algún efecto benéfico.

Otro rubro de gran participación porcentual en la composición de la carga jujeña fue el forestal,
pero con una tendencia declinante en los años 1910-1925.

El informe oficial hecho con motivo de estudiar la problemática de las tarifas ferroviarias
argentinas considera que era crítica la situación de esta actividad en la década de 1920,
principalmente en el consumo de leñas, disminuido notablemente por la competencia del carbón
de piedra y el petróleo, sobre todo del empleado en los principales centros de consumo del país,
por lo que la pérdida de valor del insumo promovió el otorgamiento de tarifas especiales para el
transporte de aquellas destinadas a la molienda azucarera y la industria de la cal.

Aunque a porcentajes mucho más discretos que la carga derivada de la actividad azucarera y
forestal, la minera fue paulatinamente mostrando una tendencia alcista. En efecto, el transporte
de minerales creció un 91% entre 1910 y 1925 y su proporción en el tonelaje de toda la carga
provincial fue aumentando de 1,7% en 1910 y 1915, a 5,4 en 1920 y 8,8% en 1925.

Por otro lado, en la región de la Puna a comienzos del siglo XX prosperaron la explotación de
minerales auríferos. Asociado a este rubro fue que la región de la Puna y de la Quebrada de
Humahuaca creció hacia la década de 1920 en su participación relativa en la totalidad del
despacho efectuado en las estaciones de Jujuy.

No fue el mismo destino ni evolución la del rubro de producción más tradicional de la provincia: la
ganadería. El volumen del transporte de animales a pie decreció un 10% entre 1910 y 1925; de ser
el 5,6% del tonelaje de la carga despachada desde Jujuy, mermó a un 2,5% en 1915, un 2% en
1920 y un 0,9% en 1925. Una parte del mercado ganadero limítrofe con Bolivia comenzó a
desarticularse hacia el último cuarto del siglo XIX. Pero tras la finalización de la Guerra del Pacífico
(1884) y durante el auge salitrero chileno se dio un nuevo impulso a las exportaciones de hacienda
vacuna hacia Atacama, pero en este tejido comercial en realidad Jujuy fue menos protagónico que
Salta; su principal desempeño a fines del siglo XIX y XX fue la exportación de mulares, lanares y
asnales hacia los nuevos focos mineros que se desarrollaban en Bolivia.

Respecto a la carga ligada a la actividad agrícola, es importante considerar que los volúmenes
despachados desde Jujuy fueron crecientes en los 15 años que van desde 1910 a 1925, y casi
constantes en su participación porcentual respecto de los otros rubros, pero esa tendencia la
marcó principalmente el maíz. En general, los fletes ferroviarios para los cereales habían subido
considerablemente entre 1919 y 1927.

El florecimiento de esta actividad se vincula directamente a las facilidades que procuró el


ferrocarril66, pues era imposible colmar el mercado del Litoral con los medios de transporte
existentes previamente, y de hecho en la década de 1920 su producción entraba en los cuadros de
mayores proveedores en todo el país. Pero también fue motivo de quejas. Del lado de los fletes
según la lectura oficial del Gobierno nacional se trató de una actividad favorecida por el
establecimiento de fletes especiales.
Prácticamente todos los rubros de carga analizados hasta aquí fueron considerados como
principales exponentes del crecimiento jujeño desde mediados del siglo XIX.

Hay uno que irrumpe como sorpresa: el vino. Éste fue un insumo de los que más creció en su
volumen transportado entre 1910 y 1925, un 331%, a pesar de los discretos tonelajes porcentuales
que sumaba respecto a los otros rubros transportados. Al amparo de prácticas agrícolas de
inmigrantes de la zona, obras de irrigación, protección del Gobierno provincial y la fundación de
instituciones cooperativistas, en la zona de los Valles Centrales fue prosperando en la década de
1920 la producción de vid y la instalación de bodegas. La actividad se mantuvo pujante hasta 1930.

Conclusiones

Sobre la base de imperativos como la abundante y variada riqueza natural local, el rol de
intermediación en el comercio de Bolivia y su conexión al Atlántico y la potencialidad del propio
mercado boliviano para la producción jujeña se gestaron las expectativas económicas de
diferentes actores en torno a la construcción de un ferrocarril a esta provincia. Los poderes
públicos buscaron llevar las vías férreas uniendo las capitales de provincia. Así, su arribo vino a
cumplir, en el sentido de la unificación políticoterritorial, con los anhelos del “progreso”. Para la
provincia de Jujuy, conjuntamente con las restantes del Norte, llevar sus producciones a los
mercados de la zona pampeana, como así también a los países con los que colindaba –Bolivia y
Chile–, requería acceder a los mismos a través de transportes que le permitieran abaratar los
costos y, en ese sentido, buscaron en el Estado nacional su intervención como regulador entre las
exigencias de las empresas que requerían un máximo de utilidad, y los comerciantes, agricultores
e industriales, que anhelaban pagar por sus transportes tarifas accesibles.

Por una parte, los mercados potenciales donde proyectarse y conformar los centros de demanda
para la producción jujeña fueron alcanzados en un largo plazo y mayormente a destiempo de los
procesos claves: hacia mediados de la década de 1920 a Bolivia por la Puna; en la década de 1930
la salida directa al puerto de Buenos Aires, y en las de 1940 y 1950 a Bolivia por los Valles
Subtropicales.

Por otra parte, en el proceso de vinculación hacia el territorio nacional, por las grandes distancias
que separaban a Jujuy del litoral atlántico, el tema de los fletes ferroviarios fue de principal
importancia. Para el FCCN algunos de estos factores pesaron más que otros en sus tarifas. Así, la
situación de subsidiaridad del FCCN de otras empresas privadas para llegar a los principales
centros de provisión y mercados de consumo afectó de lleno a sus tarifas. Pero, en general, la
mayoría de los bienes de producción y despacho provincial, afectadas por subidas fleteras desde
1915, durante la década de 1920 gozaron de tarifas especiales, de promoción y fomento. Éste es el
caso de los minerales, los frutales y de la industria forestal. Las únicas excepciones fueron la
actividad ganadera y la azucarera.

Respecto a la primera, El FCCN fue pensado y valorado originalmente como promotor del
transporte de ganado y potenciador del mercado tradicional hacia los países limítrofes, cuestiones
ambas que no prosperaron. Es claro que el ferrocarril no abonó al viejo circuito de
comercialización de animales hacia la región de los Andes Centromeridionales.

En cuanto a la principal actividad provincial, la agroindustria azucarera, resulta elocuente su


predominio entre los productos transportados desde Jujuy y el protagonismo que le dio a las
estaciones radicadas en el territorio azucarero. No obstante, desde 1919 la crisis azucarera
también se reflejó en el comportamiento de la carga despachada en Jujuy, con un decrecimiento,
entre 13% y 20% en algunos años comprendidos hasta 1922 Prácticamente no hubo concesiones
tarifarias para esta actividad en esa coyuntura adversa. Por el contrario, la problemática azucarera
nutrió un frente de lucha que impuso como tema político del momento la cuestión de los
desequilibrios regionales.

Junto a las altas tarifas, otras medidas adoptadas desde el Gobierno nacional fueron contrarias a
los intereses azucareros. La situación generada por la Primera Guerra Mundial y la recesión de la
posguerra fue esencialmente una crisis azucarera en el Norte argentino. Desde nuestro análisis
ello se proyecta en la caída en el movimiento de la carga provincial y también en la sectorización
del impacto intrarregional, pues mientras los Valles Subtropicales experimentaron decrecimiento
del 4% en el transporte ferroviario desde sus estaciones, entre 1915 y 1920, la Puna y la Quebrada
de Humahuaca lograron incrementos del 19% y del 20%, respectivamente, en los mismos años. A
la postre, la variable política fue mayor en este proceso, dados los cambios de representatividad
de la dirigencia norteña en las filas nacionales y la opción de decidida defensa al consumidor
pampeano del partido gobernante desde 1916.

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