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SEÑOR
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Introducción ......................................................................................................... 3
Introducción: Este seminario es autodidáctico en el sentido de que el estudiante tiene que leer ciertos
pasajes bíblicos juntamente con el texto del manual para descubrir cuáles son las respuestas correctas
para los repasos al final de cada lección. Además, estos ejercicios ayudarán al estudiante para que se
prepare bien para el examen final, administrado por el asesor del grupo. La calificación final será
determinada de la siguiente manera: el cumplir con las lecturas y tareas asignadas valdrá el veinte por
ciento (20%) de la calificación final (abajo se encuentra una declaración al respecto); la calificación
promedio sobre los repasos valdrá el treinta por ciento (30%) de la calificación final; el examen final
valdrá el cincuenta por ciento (50%) de la calificación final.
Se usarán varios textos, como la Nueva Versión Internacional (NVI, el “texto oficial”, la Reina Valera
de 1960, el “texto de consulta” y la Versión Popular.
Cada estudiante debe hacer su propio trabajo y no copiar lo que ha hecho otra persona. El objeto de
cursar esta materia es aprender lo más posible; pero, si uno copia el trabajo de un compañero, no
aprovechará al máximo las lecciones ofrecidas. Además, copiar las respuestas de otras personas no es
hacer honestamente la tarea que al estudiante se le asigna.
todo lo asignado (lectura previa, lo escrito en el manual, y todas las Escrituras citadas en el
mismo), y que he hecho todo el trabajo solo, sin pedir ayuda a nadie.
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Firma______________________________________________________________
PRIMERA PARTE:
Introducción: La famosa fiesta pascual, la que celebraba y sigue celebrando el éxodo de los israelitas
de la tierra de los egipcios, llegó a ser el evento central, tanto de la religión como de la cultura judía,
especialmente después de setenta años de cautiverio en Babilonia y el retorno del remanente a la ciudad
de Jerusalén. Una de las primeras cosas que hicieron los líderes del retorno fue restablecer la
observación de la Pascua. Pero, tener que renovarla no era nada nuevo en la historia de Israel: durante
los tiempos de peregrinación, apostasía y subyugación a los poderes paganos, la gente israelita una y
otra vez dejaba de celebrar la Pascua, mas siempre la renovaban con gran gozo al volver en sí y al
Todopoderoso. Algunos ejemplos: los israelitas renovaron el pacto de la circuncisión y la observación
de la Pascua, al entrar en la tierra prometida (Jos. 5:2-12); Josías, después de descubrir el libro de la
ley, e iniciar sus reformas, mandó que la gente hiciera la Pascua a Jehová (2R. 23:21); Esdras el
sacerdote, al restablecer a los “hijos de la cautividad”, renovó la Pascua a los catorce días del mes
primero (Esd. 6:16-19).
Esta celebración era y todavía es el punto de enfoque religio-cultural de todos los desterrados.
Éstos, al terminar con la Pascua cada año, hacen esta afirmación: “el próximo año, en Jerusalén”.
Están muy conscientes de las condiciones bíblicas, pues según la Ley de Moisés, todas las fiestas
solemnes se deben celebrar en el Templo de Jerusalén. Claro, el problema es que ya no existe el
Templo. No obstante, los judíos siguen esperando ver—en un día futuro no muy lejano—la completa
restauración de ese edificio sagrado, juntamente con la ciudad de Jerusalén y la venida de Elías y del
Mesías. Ésta es la misma esperanza que sostenía a los judíos palestinos durante los tumultuosos siglos
intertestamentarios.
A continuación, se presentan algunos datos respecto a la Pascua con el propósito de ayudar a
cualquier “gentil” que estudie la cultura judía. Será de interés para el estudiante saber que tres de las
siete fiestas solemnes se celebraban dentro de un período de ocho días: Pascua, Panes Sin Levadura y
Primicias. Una cuarta, Pentecostés, se celebraba cincuenta días después de Primicias.
La levadura eliminada
El Lino Blanco
1. La mesa se pone con mantel blanco y velas blancas (vea Ap. 19:7, 8).
2. El papá se pone la túnica blanca llamada kittel, juntamente con una corona o gorro blanco.
3. Se utilizan platos blancos para esta ocasión. En la casa del judío ortodoxo siempre hay por lo
menos cuatro juegos de vajilla: dos “comunes” para uso diario, uno para la carne, otro para la
leche; dos “especiales” para la Pascua, uno para la carne, otro para la leche.
5. Las velas son encendidas por una dama, usualmente la mamá (las judías tienen muy pocas
funciones dentro del judaísmo).
La Primera Copa
El Pan Escondido
1. Después de la primera copa, el padre toma tres pedazos del pan sin levadura y los coloca en una
bolsa especial de lino blanco, la cual está dividida en tres secciones.
2. Durante la ceremonia, el padre saca el pedazo que quedó en la sección de en medio. Lo parte y
lo envuelve en un lienzo especial de lino blanco y lo esconde, usualmente detrás del cojín de su
silla. Ahora que está escondido el pan, el miembro más joven de la familia que sabe leer,
formula al padre las cuatro preguntas que han sido hechas desde el Éxodo hasta el día de hoy.
(Nota: el padre de familia se dirige a las siguientes preguntas por medio de relatar la historia de Israel,
leyendo de la obra llamada Haggadah. A través de esta presentación histórica, las preguntas quedan
contestadas.)
1. ¿Por qué se distingue esta noche de las otras noches? Esta noche comemos sólo pan sin
levadura. (El pan sin levadura representa pureza, ya que la levadura representa el pecado.)
2. Todas las demás noches comemos cualquier tipo de hierba, pero en esta noche sólo hierbas
amargas. ¿Por qué? (Las hierbas amargas—rábano picante, perejil—traen a la memoria la
esclavitud amarga en Egipto.)
3. Todas las noches no tenemos que mojar los alimentos ni siquiera una sola vez, esta noche dos
veces. ¿Por qué? (Representa el cruce del Mar Rojo; el perejil se mete en el agua salada dos
veces: la primera representa a Israel, mientras la segunda representa a los egipcios ahogados en
el mar.)
4. Esta noche todos nos reclinamos en nuestras sillas a la mesa. ¿Por qué? (Es símbolo de la
libertad. Los judíos ya no eran esclavos, y podían descansar.)
1. Un cordero sin mancha fue seleccionado cuatro días antes de la Pascua (Ex. 12). Jesucristo
cumplió con este símbolo cuatro días antes de la Pascua, llegando a Jerusalén en su “entrada
triunfal” (Mt. 21:1-11).
2. La sangre del cordero fue aplicada a los dos postes y al dintel de la puerta de cada casa de los
israelitas para que el Señor “pasara de largo” (la palabra “Pascua” quiere decir “pasar de largo”
o “perdonar”), perdonando así a los que estaban adentro, es decir, a los obedientes. ¿Cómo está
aplicada la sangre del cordero en la era cristiana? Vea Ap. 7:14; Gá 3:27.
3. Un platón en el centro de la mesa contiene tanto las hierbas amargas como otros alimentos
ceremoniales, siendo la pierna entera del cordero (o un “sustituto”) el de mayor significado.
Pero, también hay una “comida” allí que parece estar fuera del contexto: ésta es el huevo asado
al horno y tan duro como una piedra. Algunos dicen que éste representa la dureza del corazón
del faraón; otros dicen que representa al cordero mismo. Pero, ¿cuál es la conexión entre un
huevo y un cordero? Con toda probabilidad, el huevo es un elemento añadido por los judíos
del cautiverio babilónico, pues los babilonios eran grandes admiradores y adoradores del huevo,
su símbolo de la fertilidad, cuya fiesta era observada cada primavera. La diosa Ishtar tenía que
ser convencida cada primavera de la necesidad de producir una nueva generación
(representación en el huevo) para la continuación de la especie. Es interesante notar que los
ritos de la fertilidad nunca han formado una parte legítima ni del judaísmo ni del cristianismo,
pero la influencia de Ishtar dejó no sólo su nombre, sino también su huevo: la palabra inglesa
“Easter” es una variación de “Ishtar”, con todo y huevo—o sea el huevo pascual. El nombre
bíblico que corresponde a la actual celebración primaveral realmente es “Primicias” (Lv.
23:10), observada en el octavo día “pascual”.
La Segunda Copa
El contenido de la segunda copa es derramado, gota a gota, sobre los platos de los que están
participando en la cena. Cada gota representa una de las plagas enviadas a los egipcios para
convencerles de la presencia del Omnipotente con su pueblo, Israel. Diez gotas caen en los platos
blancos y vacíos, mientras el padre de familia repite el nombre de cada plaga, desde la sangre hasta la
muerte del primogénito.
La Cena
1. Se sirve una magnífica cena, aunque ahora el cordero no es el plato principal como lo era en
tiempos del Templo. Algunos consideran que no sería correcto comer cordero (comen pollo,
carne u otra cosa) ahora que la casa de Dios para los sacrificios (El Templo) ya no existe. Es
interesante notar tres palabras del griego que manifiestan la relación estrecha entre templo,
sacerdote y sacrificio. La palabra jierón, se traduce “templo” (el lugar donde se presentan los
sacrificios). La palabra jieréus, se traduce “sacerdote” (el que presenta el sacrificio). La
palabra jierós, se traduce “lo sagrado” o “sacrificio” (literalmente, “lo que pertenece al
templo”).
2. La cena es alegre, y se realiza sin prisa alguna. La familia permanece a la mesa desde la puesta
del sol hasta la medianoche.
La Tercera Copa
2. Se saca el pedazo de pan (el afikomin, “procesión festiva”) anteriormente escondido por el
padre (vea Ap. 2:17) , el cual se considera como el “postre”.
4. Esta parte de la cena se llama “la comunión”. El padre rompe en pedazos el “pan rescatado” y
lo distribuye alrededor de la mesa. Cada persona come su pedacito mientras bebe la tercera
copa.
5. El padre pronuncia bendiciones sobre cada elemento por separado, pan y vino. La bendición
sobre el pan (“matzoh” o “matza”) es: “Bendito seas Señor, Dios nuestro, Rey del universo,
que hace sacar el pan de la tierra”; vea Mt. 26:26. (Es interesante notar que Jesús nació en
Belén, la “Casa de Pan”.)
6. Se toma la copa, y el padre da gracias por ella (vea Mt. 26:27). En los tiempos de Jesús, beber
el vino tenía el significado de “sellar” un pacto realizado entre dos contratantes. Una de las
mejores ilustraciones de este proceso era el pacto del matrimonio: a) El varón y la mujer
firmaron un pacto, o sea un contrato matrimonial, y el novio tuvo que pagar un precio por su
novia; b) Al estar firmado el contrato, el novio bebía vino con la novia, y la copa sellaba el
pacto; c) Después, el novio se iba, pero antes de irse, aseguraba a la novia de que él se iba para
“preparar un lugar” para ella. d) El novio volvía a la casa de su padre para construir un
“aposento nupcial” a donde la novia iría un día con su esposo. e) Mientras esperaba, la novia
mantenía encendida una lámpara de aceite a su lado. Siempre guardaba bastante aceite “de
repuesto”, para estar preparada al momento de la llegada del novio, quien le quería sorprender y
“raptar” a una hora inesperada. f) Si los amigos preguntaban al novio cuándo iba a llegar el
gran día, éste respondía: “sólo mi padre lo sabe” (el padre servía de consejero en toda la
transacción). g) Al llegar el día, algún amigo del novio daba gritos, avisando a todos de la
llegada del novio. Entonces, las hermanas y las amigas de la novia “revisarían rápidamente sus
lámparas y partirían”. La celebración comenzaría sólo después de la consumación del
casamiento en el aposento nupcial.
La Cuarta Copa
2. Se llena la copa de Elías, igual que las demás. Al momento propicio, el niño más pequeño va a
la puerta para ver si Elías está en la calle, y dice: “No lo veo”.
1. ¿Cuáles fueron los elementos básicos de la cultura religiosa de los judíos en el tiempo de Jesús?
3. ¿Cuáles son algunos de los cambios de aplicación pascual efectuados por la enseñanza y vida de
Jesús?
__6. Necesario para hacer sacrificios bajo la ley de Moisés 6. Israel salvo
__16. Ocasión en la que lee el más joven que sabe hacerlo 16. Cuerpo de Cristo
__19. Lo que representa el perejil bañado la primera vez 19. Los sacerdotes
__20. Lo que representa el perejil bañado la segunda vez 20. Lema de la diáspora
__22. Lo que hicieron los judíos 4 días antes de la Pascua 22. Jierón
__23. Lo que hizo Jesús 4 días antes de la Pascua 23. Las plagas
__32. La palabra que quiere decir “sacerdote” 32. Pierna del cordero
__40. El profeta que prometió la venida de otro profeta 40. Ishtar de Babilonia
Nota: Todas las respuestas están en la misma página; no busque contestaciones en otra página.
SEGUNDA PARTE:
LA ENCARNACIÓN
Lectura previa: Jn 1:1-18; Col 1, 2; He 1-7
Filosofía alejandrina: Esta procuró unificar la filosofía griega con la religión hebrea. Filón, el gran
comentarista alejandrino, quiso interpretar las Escrituras hebreas en términos de los pensamientos de
Platón, “descubriendo” así un sentir alegórico donde ninguno existía realmente. En los razonamientos
de Filón, hay una línea bien marcada entre la deidad y la materia física. Se concluye, pues, que Dios no
puede ejercer ninguna influencia directa y concreta sobre el mundo, excepto por medio de una fuerza
intermediaria. Naturalmente, la idea griega del logos le era muy atractiva, pues ésta proveía la manera
por medio de la cual Dios podía intervenir en los asuntos humanos. Pero Filón no aplicaba la idea del
logos de la misma manera en la que argumentó Juan el apóstol. La idea de Filón concordaba con la
idea gnóstica de que los “aeons” o aeona, las “emanaciones” o “ángeles” que salían de la presencia del
Supremo Dios, eran la “esencia” del Cristo.
Zoroastrismo: este sistema de pensar se basa en la idea de que hay dos poderes (el bien y el mal) que
desde el principio han sido independientes el uno del otro. Cada espíritu, tanto el malo (Ahriman)
como el bueno (Ormuzd), es supremo en su área de influencia y dominio. Su cosmogonía (concepción
sobre el origen del mundo) es que Ormuzd formó la tierra en paz, y puso en ella a los seres humanos.
Pero lo que comenzó bien se convirtió en un lugar de batalla cuando Ahriman corrompió a los primeros
humanos, los cuales antes habían sido leales a Ormuzd. Este es el arquetipo del dualismo oriental, en
el cual las fuerzas del bien y las del mal hacen guerra continua en el mundo físico, pero éste (contrario
a lo que pensaban los gnósticos) no es considerado enteramente malo. Aprovechando la latitud
provista por las distintas escuelas de pensar, el gnosticismo combinó un poco del dualismo del
zoroastrismo con la mutua exclusividad entre espíritu y materia propuesta por los griegos para llegar a
sus teorías de un mundo completamente antagónico a la naturaleza de la deidad. Para ellos, es un
mundo en el cual lo carnal y lo espiritual jamás se pueden unificar; antes bien, éstos son mutuamente
exclusivos, y por eso fomentan contiendas entre sí en la tierra. La “redención” se realiza sólo cuando el
creyente sabe distinguir entre las influencias de estas dos fuerzas, separándolas intelectual y
espiritualmente en su propia vida. Entonces, “conocer la diferencia” es lo que puede “salvar” al
discípulo, librándole de las preocupaciones de la carne, sabiendo que ésta no va a durar más allá de la
vida terrenal. En síntesis, se enseña que es el espíritu de razonamiento lo que vale; la carne, por otro
lado, sólo puede ser de virtud cuando ésta esté dominada (ascetismo)—o, en algunos casos, entregada a
placeres (nicolaitismo), dependiendo del punto de vista que tenga uno. De tales consideraciones
emergió el gnosticismo con su concepto extremo del ascetismo y su profundo pesimismo acerca de este
mundo y todo lo que tiene que ver con lo material.
Ejemplos de la enseñanza gnóstica en la iglesia primitiva: (1) A los colosenses el apóstol escribió
sobre ciertos temas que demuestran concluyentemente que hubo influencias gnósticas presentes en esa
congregación. Consideren, por ejemplo, los siguientes pasajes: Col. 2:8,9; 16-23. (2) A los corintios
Pablo les exhortó, advirtiéndoles de los que se consideraban “conocedores” de los misterios, pues éstos
eran carentes de cualquier compasión por los desafortunados y, por ende, estaban operando
completamente fuera de la filosofía básica de la iglesia de Cristo; vea 1Co. 8:1, 7-11; 13:2. (3) En 1Ti.
6:20, el apóstol habla de la “falsamente llamada ciencia”; (4) en 1Ti. 1:4, se advierte contra las
“fábulas y genealogías interminables que acarrean disputas” (Filón, en su intento de interpretar el
Antiguo Testamento alegóricamente, había manipulado las genealogías para incluir a los llamados
“aeons”); y (5) en 1Ti. 4:3, se mencionan algunas características del ascetismo extremo.
El antinomianismo: Una de las consecuencias más dañinas del pensar gnóstico fue el antinomianismo
(de antinomia, “contradicción entre dos leyes”) que procuraba “librar” al creyente de la necesidad de
guardarse contra los apetitos ilícitos de la carne. La idea fue ésta: puesto que la carne es corruptible, y
no tiene nada que ver con el espíritu, uno debe dejar que la carne se satisfaga, pues ésta será destruida
de todos modos. Vea las escrituras que siguen: 2Ti. 3:2-4; 1Ti. 1:16; 2Ti.3:5,6; 2P. 2:12,18; Jud.
4,8,11,19; Ap. 2:24.
Los nicolaítas: En las epístolas a las siete iglesias de Asia, hay referencias hechas a un grupo especial
de los gnósticos: los nicolaítas. Ap. 2:6,15 son dos pasajes que mencionan específicamente la
aborrecida doctrina de ellos. Estos eran conocidos por su proclamación de libertad, pero ésta era una
libertad dada para cometer pecado, no la libertad que le separa al creyente del pecado. La doctrina de
ellos era una especie muy extrema del antinomianismo básico.
2. La separación esencial entre la materia y el espíritu divino, porque las dos realidades son
incompatibles, según su tesis principal y básica.
3. Un intento de solucionar el problema de tener un “buen Dios” que también creó un mundo
pecaminoso. Esto se logró por medio de declarar “distinto en esencia y propósito” al Supremo
Dios (el buen Dios); según ellos, el creador de lo material (el demiurgo, de la filosofía
platónica) no era el buen Dios que envió al Cristo como emanación de su propia esencia—o
sea otro aeon.
4. La negación de la verdadera humanidad de Jesús el Cristo.
5. La negación de la personalidad del Supremo Dios y del libre albedrío humano.
6. Las enseñanzas del ascetismo por un lado, y por otro, la permisividad que conducía al
libertinaje.
7. Un sincretismo que combina a ciertas doctrinas esotéricas del cristianismo con otras ideas
orientales y hebreas.
8. Las Escrituras del Antiguo Testamento son asignados al dios inferior de creación, o sea el
demiurgo; éste es el dios de los hebreos, pero no es el Supremo Dios.
Implicaciones para la Cena del Señor: La influencia de los que negaban y siguen negando la
divinidad de la persona de Cristo (Los Testigos de Jehová, por ejemplo) ataca directamente el propósito
de la Cena del Señor. El hecho de que el sacrificio del cuerpo de Jesús fue la presentación del Cordero
sin mancha para los pecados hechos en la carne de toda la raza humana, nos hace saber que no hay
incompatibilidad entre lo material y lo espiritual: es posible que el cuerpo resista la corrupción, cosa
que demostró con pruebas indubitables nuestro Señor Jesús (He 4:14-16). El Dios creador es el mismo
Dios que envió al Cristo para rescatar a la humanidad (He 1:1-3). El hombre natural y carnal no fue
creado en pecado, pues antes de la caída del hombre, todo su ser y todos sus deseos estaban en perfecta
armonía con la deidad. Entró el pecado por medio de la libre opción (libre albedrío) del hombre, pues
éste tuvo el derecho de optar tal como él quisiera, pero también ha tenido que vivir con las
consecuencias de su preferencia (Ro 5:1-20). Por lo tanto, Jesús vino para hacernos saber que el
hombre puede triunfar sobre la carne, aunque él es el único que lo ha hecho. Por eso, pudo limpiar de
pecado a los demás, los que jamás pueden vivir perfectamente ante Dios. La Cena es una celebración
del perfecto sacrificio de un cuerpo perfecto, lo cual hace posible nuestra entrada en el cuerpo espiritual
de Cristo (1Co. 10:17).
Instrucciones: Escoja el número del concepto que corresponda a la declaración a mano izquierda,
poniéndolo en el espacio en blanco. No salga de la página en busca de la respuesta, pues las respuestas
correctas se encuentran en la misma página con las declaraciones correspondientes.
__11. Mezclaron los conceptos cristianos con lo misterioso 11. Aparente encarnación
__12. Hicieron una distinción moral entre materia y espíritu 12. NVI
__16. Cualquiera que niega que Cristo vino en forma carnal 16. Platón
__23. Concluyó que Dios no influye directamente al mundo 23. Cuerpo espiritual
__35. Los que estaban diciendo: “no manejes, ni gustes, 35. Testigos de Jehová
ni aun toques”
TERCERA PARTE:
Introducción: El Señor tenía a bien dar a los creyentes dos “instituciones” conmemorativas que
celebran la victoria efectuada sobre la muerte por el Salvador Jesucristo. La primera es el bautismo, el
cual es una semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús (Ro 6:3-14). Al cumplir con esta
obediencia, el creyente recibe el perdón de los pecados (Mr 16:16; Hch 2:38; 22:16; 1P 3:21) por
medio del sacrificio expiatorio de un cuerpo sin mancha pecaminosa (He 4:15). En virtud de la gracia
manifiesta en Calvario, el que se bautiza en Cristo comienza una nueva vida de santificación en el reino
de los cielos. La segunda es la Cena del Señor, la cual se celebra cada primer día de la semana para
que los discípulos: 1) se acuerden del sacrificio de Jesús (Lc 22:19, 20); 2) se comprometan unos con
otros en la unidad del cuerpo espiritual, o sea la iglesia (1Co 10:17); y 3) anuncien la muerte de Jesús
hasta que él venga otra vez (1Co 11:26). Entonces, celebrar la Cena del Señor es un fuerte testimonio
de la lealtad, unidad y esperanza que caracterizan la vida de cada discípulo fiel.
La observación de la Cena del Señor también es una declaración de la teología (razonamiento acerca de
la naturaleza de Dios) básica del sistema cristiano. La Cristología (razonamiento acerca de la
naturaleza de Jesús el Cristo) del logos, presentada por el apóstol Juan, afirma que la deidad misma
llegó a ser cuerpo físico (Jn 1.14; Col 2:9), y se sacrificó en rescate por los pecadores. Al anunciar la
muerte del Señor hasta que él venga otra vez, el cristiano está declarando su fe en la verdadera
encarnación de la deidad, la verdadera muerte física del Cristo, y la prometida venida de aquél que va a
levantar a los muertos y darles un cuerpo espiritual, en el cual vivirán los fieles para siempre (vea 1Co
15:1-11, 35-49; 1Jn 3:1, 2).
Debido a la confusión presentada por el antinomianismo y los gnósticos (y los subsiguientes debates
cristológicos que se han realizado a través de los siglos), han habido muchas ideas exóticas respecto a
la Cena del Señor. Éstas han nacido entre los distintos movimientos de lo que es la “Cristiandad
Universal”, es decir el movimiento cristiano descrito en términos muy amplios. Una de las
interpretaciones más “exóticas” de la presencia de Cristo en la Cena se llama “transubstanciación”, la
cual ha traído mucho del misticismo del Oriente a la Misa Romana. Esta doctrina, influida
grandemente por las filosofías orientales contra las cuales la Iglesia Romana combatía anteriormente,
ha llegada a ser la causa de mucho debate entre los teólogos, y será presentada con más detalles en la
última parte de este seminario. Pero, no sólo la Iglesia Romana ha desarrollado una interpretación
particular sobre ciertos pasajes y conceptos que tienen que ver con la Cena, también varias otras
iglesias han establecido una posición doctrinaria que favorece su propio punto de vista. A
continuación se examinarán los pasajes claves que se tratan del tema “Cena del Señor”.
1. El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan (Hch 20:7-12): Pablo y sus
compañeros se reúnen con los hermanos de Troas, probablemente después de la puesta del sol el
día sábado (primera parte del primer día, según el calendario judío, y según la costumbre de
muchas de las iglesias en el tiempo apostólico; se supone esto también por el contexto, que
habla sólo de aquella noche y de la mañana siguiente). “Para partir el pan” (v. 7)
probablemente se refiere al pan común, o sea una cena (a lo mejor el ágape) que los hermanos
solían disfrutar en el primer siglo. Se concluye esto porque la palabra “pan” (artos en griego)
en este versículo no está acompañado por el artículo en el texto griego. Usualmente, la palabra
artos sin el artículo señala el “pan común” mientras la misma palabra con el artículo señala un
“pan especial”, como el de la Santa Cena (vea también el mismo fenómeno en 2:42 donde artos
está acompañado por el artículo definido, y 2:46 donde artos está solo, indicando así una
participación en el “pan común”). Pero nadie debe estar desanimado con esta información; es
muy legítimo usar este pasaje para introducir la Cena del Señor, siempre y cuando uno cite todo
el pasaje y contexto. En el versículo once, después de la prédica hasta la medianoche, y
después del incidente de la caída y la “resurrección” de Eutico, hubo un partimiento del “pan
especial”, pues en ese versículo, artos lleva el artículo definido. Obviamente, lo partieron muy
de mañana el día domingo. Y después de hablar hasta el amanecer, Pablo se fue, dejando
contentos a los hermanos de Troas.
2. La copa de bendición que bendecimos (1Co 10:16-22): El tema contextual del pasaje es el de
las fiestas paganas e idólatras. Muchos de los hermanos corintios habían salido de la idolatría al
hacerse cristianos, pero las influencias paganas todavía eran muy fuertes, debido al hecho de
que muchos de sus amigos y familiares seguían en el camino de la idolatría. Una de las
atracciones más grandes de la idolatría fue la observación de ciertas fiestas que se celebraban en
los días señalados para honrar a sus dioses falsos. Claro, muchos de los que celebraban estos
días no lo hacían principalmente como un acto de adoración al ídolo, sino como ocasión para
disfrutar de los placeres que acompañaban dichas “celebraciones” (algunos de los ritos corintios
incluían hasta la “fornicación ceremonial” celebrada con las prostitutas del templo pagano). Por
lo tanto, era para el recién convertido una gran tentación razonar de la siguiente manera: “Al
celebrar una fiesta con mis amigos y familiares, no estoy rindiendo culto al ídolo, pues el
objetivo no es adorar, sino sólo pasar un tiempo agradable con mis queridos mientras
disfrutamos el ambiente alegre”. El apóstol Pablo enfrenta esta clase de razonamiento con el
siguiente argumento: el que toma parte en tales celebraciones se está haciendo partícipe con los
demonios representados por los ídolos (vv 20-22). En este argumento, el apóstol utiliza como
ejemplo de contraste la celebración de la Santa Cena: ¿puede un cristiano observar la Cena
casualmente, como si fuera una ocasión festiva nada más? ¡Claro que no! La observación del
la Santa Cena es una participación en el significado de la sangre y del pan (vv 16, 17). El que
come el pan no sólo está conmemorando el sacrificio hecho en el Calvario, en efecto también
está haciendo por lo menos dos declaraciones de fidelidad y lealtad: 1) “Señor, respeto tu deseo
que seamos un solo cuerpo”; 2) “hermanos, me comprometo con ustedes mientras comemos
este pan, porque nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos del
mismo pan”. El que bebe la copa no sólo está recordando la sangre derramada en la cruz,
también está afirmando que está de acuerdo con los propósitos del Nuevo Pacto (vea 11:25), y
que va a continuar en esta comunión hasta que venga el Señor otra vez (11:26). La Cena del
Señor es más que una conmemoración—aunque seguramente todo su significado nace del
observarla en memoria del sacrificio de Cristo—; también es una promesa ante el Señor de
seguir fielmente al lado de los hermanos hasta el fin.
3. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor
indignamente (1Co 11:27): La Cena del Señor, la cual Jesús instituyó poco antes de ser
traicionado, surge como un conmemorativo idóneo de su sacrificio y un llamamiento fiel a la
unidad cristiana: “Hagan esto en memoria de mí” (Lc 22:19); “Aunque somos muchos, todos
comemos de un mismo pan, y por esto somos un solo cuerpo” (1Co 10:17). Siendo, pues, de tan
gran importancia, tanto para honrar al autor de la salvación como para mantener unidos a los
beneficiarios de la misma, la Cena debe observarse con cuidado y convicción. Este punto se
enfatiza en la exhortación del apóstol Pablo a los corintios: “De manera que cualquiera que
comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la
sangre del Señor” (RV, 1960, 1Co 11:27). La ya citada advertencia apostólica tiende a crear
ansiedad entre ciertos creyentes de manera que unos se niegan a tomar la Cena, no queriendo
correr el riesgo de llevar la culpa “del cuerpo y de la sangre del Señor”. Esta preocupación es
legítima, pues es preferible abstenerse de la comunión antes de hacer de ella un acto blasfemo:
“Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y como así del pan, y beba de la copa. Porque el
que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”
(1Co 11:28, 29). ¡Pero el apóstol no quiere que se suspenda la Cena para evitar el peligro de
observarla indignamente! Su propósito al dar una advertencia tan fuerte no es asustar a los
fieles, sino poner fin a una actividad perversa, la de no discernir el cuerpo. Además, él explica
específicamente cual es la manera correcta de observar la Cena: “discernir el cuerpo del
Señor”. Lo que pasa es que muchas veces los creyentes no captan bien como se efectuó el
abuso espiritual entre los corintios (el de no discernir el cuerpo) y como el apóstol propuso
corregirlo. Por ende, estando en esta inseguridad, los hermanos optan por suspender su
participación en la Cena. Claro, usualmente la suspensión es una decisión personal; a nivel
congregacional, la Cena sigue ofreciéndose, aunque a veces se reduce la frecuencia de la
participación para que “no se convierta en una cosa común y corriente”. Pero el propósito de la
advertencia apostólica no es ni que se abstenga el individuo ni que se reduzca la frecuencia de
la observancia congregacional: ¡es nada más una amonestación para que este memorial se
observe dignamente! Ahora bien, para evitar la desgracia de deshonrar el cuerpo y la sangre
del Señor, es menester que uno entienda cuáles son los parámetros establecidos para asegurar
un discernimiento legítimo. Tal vez la mejor manera de dirigirse al problema es descubrir lo que
quiere decir “tomar la Cena indignamente”. En primer lugar, la expresión “tomar la Cena
indignamente” no se refiere a la condición del participante, sino a la manera en la cual él
participa. La palabra “indignamente” es un adverbio que modifica (califica o especifica el
sentido) el verbo “tomar”; no califica o especifica nada del vocablo “cualquiera”, lo cual es el
sujeto del verbo. Además, la Escritura no dice: “Cualquiera que no sea digno de participar será
culpado” (¿quién es digno? ¡nadie! Jesús es el único digno, Ap. 5:6-14). La Versión Popular
expresa el concepto con más exactitud: “Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la
copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor”.
El error de los corintios fue “la manera” de tomar la Cena, no la escasez de personas dignas de
hacerlo. Cual fue el abuso de los corintios se revela claramente al examinar el contexto del
pasaje. Ellos se congregaban, no para promover y mantener unidad entre los cristianos, sino
para dividirse en grupitos de “selectos” y adinerados, así discriminando en contra de los pobres
y “menos deseables”. En vez de captar y demostrar el significado del derramamiento de la
sangre (el Nuevo Pacto) y el cuerpo entregado a muerte (el sacrificio que unifica a los creyentes
en un solo cuerpo), estaban convirtiendo su fiesta de amor (ágape; tema tratado en detalle en la
próxima unidad) en un banquete escandaloso que promovía divisiones:
“El resultado de esas divisiones es que la cena que ustedes toman en sus reuniones ya no es
realmente la Cena del Señor. Porque a la hora de comer, cada uno se adelanta a tomar su propia
cena; y mientras unos se quedan con hambre, otros hasta se emborrachan” (1Co 11:20, 21). Para
corregir la situación, el apóstol les advierte que hagan dos cosas: 1) que coman el pan común en sus
casas, y 2) que vuelvan al propósito primordial de la Cena (conmemorar el sacrificio mientras se
comprometen a la unidad del cuerpo). Haciendo esto, seguramente iban a “discernir el cuerpo del
Señor”. Entonces, tomar indignamente quiere decir “hacerlo por interés personal sin agradecerle
a Cristo su crucifixión y sin querer unificarse con los demás creyentes”. Por otro lado, tomar
“dignamente” quiere decir “hacerlo con gratitud por el sacrificio de Jesús y con alegría de poder
juntarse con otros de semejante fe”. Dándose cuenta de estos preceptos, el creyente no corre ningún
riesgo de participar en un hecho blasfemo cuando come y bebe de la Cena. Finalmente, al
pensarlo bien, uno debe darse cuenta del hecho de que el hombre no debe dejar de participar de la
Cena sencillamente porque se siente indigno. Participar en ella, de “manera digna”, le ayudará a
crecer espiritualmente. Se puede decir que el que tiene más problemas en su vida es el que más
necesita participar de la Cena, siempre y cuando se examine a sí mismo y se acuerde de los
propósitos legítimos de esta fiesta solemne.
V F 9. La Iglesia Romana fue influida por las mismas ideas místicas que venían de los movimientos
contra los cuales ella había resistido anteriormente.
V F 13. La Iglesia Romana es la única que ha tomado privilegios con la interpretación del
significado de la Cena del Señor.
V F 15. La mención del “pan” en Hch 20:7 probablemente se refiere al pan común.
V F 16. Los de Troas no comieron la Cena del Señor antes de salir de la reunión.
V F 18. En Hch 2:42, 46, la diferencia entre el pan común y el pan especial de la Cena se identifica
muy bien.
V F 19. Los hermanos del primer siglo acostumbraban comer juntos el ágape.
V F 20. Los corintios estaban bien conscientes de los peligros de participar en las actividades de una
fiesta pagana.
V F 21. La palabra clave de la enseñanza de Pablo respecto a la costumbre de presenciar las fiestas
paganas es “participar”.
V F 22. Pablo enseñó que el comer a las mesas de los ídolos es participar en la celebración de los
mismos.
V F 28. El participar en la Cena es una declaración ante el Señor de seguir fielmente al lado de los
hermanos hasta el fin.
V F 29. Si uno no es digno de tomar la Cena del Señor, mejor que no lo haga.
V F 30. Los “dignos” son los que no han pecado durante la semana anterior.
V F 31. El apóstol dice que cada uno debe examinarse a sí mismo para averiguar si es digno de
tomar la Cena.
V F 33. Algunas iglesias toman la Cena sólo una vez por mes o una vez por año, para que esta
observación no se vuelva una rutina común y corriente.
V F 34. Es bueno tomar la Cena pocas veces en vez de cada primer día de la semana.
V F 37. Tomar la Cena indignamente quiere decir “no tomarla en la manera correcta”.
V F 39. Para los corintios, la Cena del Señor era un tiempo de comunión fraternal.
CUARTA PARTE:
Definición de la palabra: Durante los tiempos de la iglesia primitiva, los cristianos incorporaron el
término agape (concepto que mejor se traduce por su forma verbal, agapao: “buscar activa e
incondicionalmente el bienestar de otros”) en una actividad que supuestamente iba a simbolizar todo lo
que esta clase de amor sugiere: una fiesta en la que todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, juntos
podrían gozar el compañerismo de una comida de convivio. Para distinguir esta actividad de los
conceptos engendrados por el uso genérico de la palabra, muchas veces se movía la acentuación de la
penúltima hasta la antepenúltima sílaba, resultando así la pronunciación ágape. Aunque existen sólo
dos referencias explícitas a esta práctica en las Sagradas Escrituras (Jud. 12, y 2P. 2:13), la idea está
presente en varios otros pasajes que hablan de la reunión especial de la iglesia del primer siglo.
1. Hay una sugerencia de la distinción entre el uso de la palabra artos (pan) sin el artículo y con el
artículo (jo artos, “el pan”). La idea es que artos sin el artículo significaba a una comida común
mientras la presencia del articulo daba una importancia especial, pues hacía referencia al pan de la
Santa Cena. Entonces, se nota que la iglesia de Jerusalén partía artos (el griego no tiene artículo)
“en las casas, [y] comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hch 2:46). En Troas, también
los hermanos se reunieron (Hch 20:7) “para partir artos” (sin artículo). Esta cena común fue
gozada por todos los hermanos, pues se habían reunido el día sábado al anochecer. Después,
habiendo oído un largo sermón de Pablo (siendo testigos también del milagro que salvó la vida de
Eutico), se juntaron poco antes del alba para comer jo artos, celebrando así la Cena del Señor (Hch
20: 11).
3. La tendencia divisionista identificada en 1Co. 11: 17-34 indica que la práctica del ágape se había
distorsionada tanto que ésta había perdido por completo su propósito original. El apóstol tuvo que
instruirles de nuevo en el proceso de discernir el cuerpo y la sangre del Señor, y terminó
prohibiendo a los corintios la participación en cualquier comida común como parte de su reunión en
ekklesía (cuando la iglesia entera está reunida): “Si alguno tuviere hambre, coma en su casa” (1Co.
11:34).
4. Los propósitos del ágape eran dos: (1) Promover la unidad y el compañerismo entre los miembros
del cuerpo de Cristo. (2) Compartir la abundancia de los prósperos con los necesitados de la
congregación. En el ágape, no sólo pan y vino eran servidos, sino una gran variedad de viandas.
Era una fiesta fraternal que “alimentaba” y demostraba la naturaleza universal de la iglesia,
mientras también daba de comer a los físicamente hambrientos.
5. Lo que comenzó como una muy apta ilustración del concepto agape que Jesús perfeccionó entre los
seres humanos, llegó a ser una ocasión en la que se practicaba la discriminación, la división, y hasta
la borrachera. Originalmente, el ágape representaba la comunión de Cristo con los que creían en él.
El énfasis en la presencia del Amor Divino daba mucho apoyo a la idea de que Dios no está lejos de
los suyos; la comunión fraternal celebrada en el ágape representaba el renacimiento de los
participantes en la familia de Dios. Los discípulos de Cristo pertenecen los unos a los otros, y todos
al Señor: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es
nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”
(1Jn 4:7, 8).
6. En las epístolas de Ignacio (110 d.C.), la combinación ágape-Cena del Señor todavía existía en las
iglesias. Pero, en lo escrito por Justino Mártir (150 d.C.), la ausencia de esta práctica es muy
conspicua; él habla de la celebración de la Cena como el último acto en un servicio de oraciones,
canciones, y estudio de la Palabra. Tertuliano (200d.C.) menciona que el ágape todavía se
practicaba, pero como un evento separado de la reunión en la que se celebraba la Cena.
V F 6. En Troas, los hermanos comieron la Cena primero, después participaron del pan común.
V F 10. A los corintios, el apóstol les prohibió comer el pan común en ekklesía.
V F 11. La prohibición apostólica quiere decir que es un pecado comer juntos en la casa de reunión.
V F 13. Un problema de los corintios es que su “fiesta de amor” estaba dividiendo a la congregación
en vez de unificarla.
V F 14. Un propósito del ágape fue promover el compañerismo entre los hermanos.
V F 15. Un propósito del ágape fue compartir la abundancia con los necesitados.
V F 20. Tertuliano escribía de la separación del ágape de la reunión en la que se celebraba la Cena
del Señor.
QUINTA PARTE:
LA HISTORIA E IMPLICACIONES DE LA
DOCTRINA CONOCIDA COMO
“TRANSUBSTANCIACIÓN”
(La transformación de la sustancia del pan y del vino en la
del cuerpo y la sangre de Jesucristo, en la eucaristía)
Al cierre del segundo siglo d.C., una característica importante de la iglesia occidental fue la del
desarrollo del sistema educativo formal, especialmente el establecimiento de las escuelas catedrales y
monásticas. Al principio—y a través de varios siglos—los temas se limitaban mayormente a los que
aparecieron en las obras de los llamados “padres eclesiásticos”. Luego, las escuelas daban mucho
énfasis también a los argumentos de Agustín (obispo de Hipona, 396-430) y de Gregorio el Grande
(Papa, 590-604). No obstante, con el aumento del número de las escuelas, especialmente en Francia,
durante el Siglo XI, el enfoque de las escuelas cambió drásticamente. La imposición de nuevos
métodos de la lógica y la dialéctica produjo los cambios más grandes. (La dialéctica es un
razonamiento que se desarrolla por la presentación de oposiciones y diversidades de pensamientos, y se
encamina hacia una síntesis.) En consecuencia a esa tendencia, resultó un renovado entusiasmo por
varias cuestiones teológicas. En semejante ambiente, fue inevitable que ciertas consideraciones
intelectuales—a costa de las espirituales—ocupasen el tiempo de maestros y estudiantes. Por eso, se
establecieron nuevas perspectivas y nuevos criterios entre los escolásticos, de modo que la nueva
filosofía de investigación llegó a ser conocida como “escolasticismo”.
Al cierre del tercer siglo, es muy evidente por la documentación de aquella época, que lo sencillo de la
iglesia apostólica había sido reemplazado por un rito más detallado y complicado. Además, la
“autoridad episcopal” estaba institucionalizándose más y más, y ciertas doctrinas y prácticas estaban
pasando por una evolución impulsada tanto por los feligreses como por el clero.
A nivel “laico”, hubo un gran énfasis puesto en la necesidad de participar en los ritos establecidos, y
especialmente entre las iglesias africanas y las del oriente, hasta a los niños bautizados se les permitía
participar en la comunión eucarística (traducción fonética de la palabra griega eucharistía, “gratitud”,
“agradecimiento” u “ofrenda de alabanza”). Basándose sobre el temor creado por un mal entendimiento
de Juan 6:53 (comer la carne y beber la sangre de Jesús para tener “vida”), los líderes eclesiásticos
promovían el poder regenerativo no sólo del bautismo sino también de los elementos de la Cena. Por
tanto, la administración del pan y del vino poco a poco llegaba a ser más un repetido sacrificio por el
pecado, que una celebración del evento singular efectuado en la cruz. La misa evolucionó hasta el
grado que ésta se consideraba como el “alimento” que aumentaba la fe de uno, mientras le protegía del
pecado mortal. Además, en el misterio de la misa, los sacerdotes enseñaban que no sólo los vivos
reciben el beneficio, sino también los que están sufriendo el castigo del purgatorio. Con tales
propósitos tan personales—tanto para esta vida como para la de ultratumba—la misa pronto llegó a ser
el verdadero “corazón” del rito romano. Los conceptos expresados en la misa habían ganado su
popularidad a través de varios siglos entre gentes que buscaban la manera de involucrarse más en lo
misterioso de la muerte, y por un clero que quería establecerse como el grupo selecto que sabía
“manejar” dichos asuntos misteriosos. En realidad, los “fieles” no querían administrar los ritos, actitud
que daba al sacerdocio la deseada aprobación popular para asumir una posición de autoridad.
Dentro de este ambiente histórico, la primera discusión de considerables consecuencias entre los
escolásticos fue la de una renovación “más intelectual” de la disputa sobre la “presencia de Cristo” en
la Cena. Como se ha de esperar, hubo muchas diferencias de opinión. Berengar, rector de la escuela
catedral de Tours (ca. 1049) atacó la idea de que el pan y el vino cambiaran de sustancia,
convirtiéndose así en el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Jesús. A continuación se presentan
algunos de los eventos principales en el desarrollo y eventual conclusión del debate entre los clérigos
de la iglesia romana.
1059 El Cardenal Humberto fuerza a Berengar a que firme una declaración afirmando
que, en la comunión, los sacerdotes literalmente tocan el
cuerpo y la sangre del Señor, y que los que participan en la comunión “muerden
el cuerpo de Jesús”.
Aunque establecida como doctrina oficial de la iglesia romana, la transubstanciación tenía necesidad de
una definición más clara para que su aplicación sonara más razonable. Esta tarea cayó en manos del
escolástico más famoso, Santo Tomás de Aquino. Este teólogo, influido grandemente por Aristóteles y
el “realismo moderado”, no cambió nada de la doctrina, pero sí la aclaró, afirmando lo siguiente: En
las palabras consagrantes del sacerdote se realiza un milagro, de modo que aunque los “accidentes” del
pan y del vino (forma, sabor, etc.) se mantienen sin alteración alguna, su sustancia se convierte en
“verdadero cuerpo” y “verdadera sangre” de Cristo. Esta declaración cabe perfectamente bien dentro de
la idea de la “dependencia mutua” entre el género y la realidad individual. También, Aquino aceptó y
desarrolló la idea de que tanto el cuerpo como la sangre están presentes en ambos elementos (pan y
vino) sacramentales. Por eso, los “laicos” podían satisfacer su obligación con sólo comer el pan
eucarístico. Pero el abandono de la copa fue más un deseo de los laicos que una determinación tomada
por el clero. Generalmente, la gente no quería correr el riesgo de profanar toda la misa por medio de un
mal uso del vino.
En 1379, John Wyclif atacó la doctrina de transubstanciación, diciendo que el supuesto milagro que
obraba un cambio de sustancia en los elementos era nada más un mito para apoyar la creciente
importancia de un sacerdocio selecto y auto-servicial. Wyclif promovía la idea del sacerdocio universal
de los creyentes. Respecto a la Cena, las ideas de Wyclif parecen ser principalmente las de la doctrina
más tarde conocida como “consubstanciación”. En 1382, el arzobispo de Cantorbery, Inglaterra,
condujo un sínodo en el cual veinticuatro de las posiciones de Wyclif fueron condenadas.
Zuinglio no estaba de acuerdo con la conclusión realista de Lutero, respecto a la comunión eucarística.
Él aceptó las palabras de Jesús “este pan es mi cuerpo” en forma figurativa (nominalista); es decir, lo
que quiso decir Jesús se debe expresar así: “este pan es símbolo de mi cuerpo”. En otras palabras, la
Cena es un servicio conmemorativo del sufrimiento del Señor, pero no es un sacrificio expiatorio, ni
siquiera por los pecados de los que coman el pan y beban el vino, mucho menos por los de los muertos.
Aunque no estaba completamente de acuerdo ni con uno, ni con el otro, Juan Calvino apreciaba más la
opinión de Lutero que la de Zuinglio. Evidentemente, para Zuinglio, el sacramento no era mucho más
que una señal; para Calvino, la Cena era señal y sello: la realidad de una comunión espiritual con
Cristo, en adición a la celebración de los beneficios de su muerte. Calvino ayudó mucho en el
desarrollo de una más exacta explicación de la naturaleza de la Cena para los herederos de la Reforma.
Ésta se expresa en sus tres puntos principales: 1) Cristo está presente en los elementos de la Cena sólo
en sentido espiritual; 2) la participación en los beneficios de la Cena es también de índole espiritual; y
3) sólo los que están viviendo conforme a la verdadera fe pueden tener una auténtica experiencia en la
Cena, y esta participación en la muerte expiatoria del Salvador les es sellada por medio del uso de las
aprobadas señales del sacramento.
__11. Tendencia en las iglesias del Oriente y del África 11. Dialéctica
__17. Lo que llegó a ser el “corazón” del rito romano 17. Eucaristía
__18. Lo que llegó a ser la Cena del Señor para unos 18. Gregorio Magno
__19. Lo que llegó a ser el trabajo del clero romano 19. Platón
__21. El que se opuso a la idea del “cambio de sustancia” 21. Palabras consagrantes
__22. El que apoyó la idea de que los sacerdotes tocan 22. Posición original de Lutero
literalmente el cuerpo y la sangre en la misa
__24. El que usó por primera vez el término 24. Bendición para los muertos
“transubstanciación” en un sermón
__31. El que promovió la idea del sacerdocio universal 31. Unidad en el cuerpo
__32. “Los elementos físicos existen juntos con el misterio 32. Tomás de Aquino
del cuerpo en la Santa Cena”
__34. “Los elementos son señales de la remisión de pecados” 34. Cardenal Humberto
__37. El que más ayudó en definir la Cena a protestantes 37. John Wyclif
Nombre____________________
Primera Parte
Segunda Parte
V F 15. Jesús hizo su entrada triunfal en Jerusalén cuatro días antes de la Pascua.
V F 22. Las gotas derramadas de la Segunda Copa representan las diez plagas.
V F 29. En la Pascua, siempre hay una silla vacía para el profeta Elías.
V F 30. En la Pascua, siempre hay una silla vacía para el profeta Malaquías.
V F 41. El gnosticismo distingue entre el Dios del Antiguo y el del Nuevo Testamentos.
V F 42. Los gnósticos mezclan ciertos conceptos cristianos con el misticismo oriental.
V F 43. Juan afirma que cualquiera que niega que Cristo vino en forma carnal es un
anticristo.
V F 44. Los Testigos de Jehová niegan que Cristo vino en forma carnal.
V F 45. Los griegos solían hacer una gran distinción “moral” entre la materia y el espíritu.
V F 49. Según los gnósticos, hay ciertas emanaciones que salen de la deidad, y éstas se
llaman “aeona”.
V F 59. Los nicolaítas afirmaban que el cuerpo no valía nada y, por eso se podía entregar
a los placeres carnales, siempre y cuando la mente estuviera bien con Dios.
V F 60. Los ascéticos afirmaban que el cuerpo no valía nada y, por eso se debía negarle
cualquier placer carnal.
V F 61. Tanto los nicolaítas como los ascéticos eran del pensar dualista de los gnósticos.
V F 62. La Biblia enseña que el sacrificio perfecto de Jesús se hizo con un cuerpo físico.
V F 63. La Biblia enseña que el redimido será resucitado con un cuerpo espiritual.
V F 64. La Cena del Señor no tiene nada que ver con la resurrección de Jesús, sino sólo su
muerte.
V F 68. Juan argumenta que la deidad llegó a ser carne en la persona de Jesús.
V F 70. La Iglesia Romana fue influida en el desarrollo de la Misa por las mismas ideas
místicas que venían de los movimientos erróneos contra los cuales ella había resistido
anteriormente.
V F 71. Un gran debate que se ha desarrollado entre los eruditos eclesiásticos es sobre la
naturaleza de la “presencia de Cristo” en el pan y la sangre de la Cena.
V F 73. Jesús creó bastante confusión con sus palabras: “Este pan es mi cuerpo” y “Esta
copa es el nuevo pacto en mi sangre”.
V F 75. Cuando Jesús habló de sus cuerpo y de su sangre, estaba hablando de una
conmemoración de su sacrificio, una unidad entre sus discípulos, y una confirmación
de las promesas del Nuevo Testamento.
V F 76. La mención del “pan” en Hch 20:7 probablemente se refiere al pan común.
V F 79. Los hermanos del primer siglo acostumbraban comer juntos el ágape, o sea la
“fiesta de amor”.
V F 83. Pablo enseñó que el comer a la mesa de un ídolo es comer a la mesa del demonio.
V F 88. Un propósito del ágape fue establecer una “igualdad” entre los hermanos.
V F 89. El famoso teólogo Agustín, también servía de Papa, o sea Obispo de Roma.
V F 90. La dialéctica puede definirse como “un diálogo entre personas de diversos
pensamientos sobre cierto tema”.
V F 93. Después del tercer siglo, la Misa Romana llegó a ser el corazón del rito
eclesiástico.
V F 94. Dos filósofos griegos que influían grandemente a los escolásticos eran Platón y
Demóstenes.
V F 100. Mayormente, el pueblo laico quiso participar también el la copa de la Cena, más
les fue prohibido por el clero.