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ACALASIA ESOFÁGICA

La acalasia es un trastorno poco frecuente que dificulta el paso de alimentos y líquidos


hacia el estómago. La acalasia se presenta cuando se dañan los nervios del tubo que
conecta la boca con el estómago (esófago). En consecuencia, el esófago pierde la
capacidad de empujar el alimento hacia abajo, y la válvula muscular que se encuentra
entre el esófago y el estómago (esfínter esofágico inferior) no se relaja por completo, lo
que dificulta que el alimento llegue al estómago.
La acalasia no tiene cura. Sin embargo, los síntomas son generalmente controlables
mediante procedimientos mínimamente invasivos o con cirugía.
Epidemiología
No hay predilección por género en esta patología. La incidencia anual es de
aproximadamente 1,8 casos por cada 100 000 individuos, así como presenta una
prevalencia de 10 a 12 casos por cada 100 000 personas. Por lo general, la edad en la
cual se hace el diagnóstico es entre los 25 y 60 años.
Fisiopatología
Existen varias propuestas de cambios neuroanatómicos responsables de la acalasia, los
cuales incluyen la pérdida de células ganglionares en el plexo mientérico (de Auerbach),
degeneración del nervio vago y del núcleo motor dorsal del vago. De estas
posibilidades, únicamente la pérdida de células ganglionares está sustentada
adecuadamente.
Se ha involucrado a la pérdida selectiva de las neuronas inhibitorias del plexo
mientérico, productoras de péptido intestinal vasoactivo (PIV) y óxido nítrico (ON), así
como también a la presencia de infiltrado inflamatorio en el EEI. Estudios precedentes
han implicado mecanismos hereditarios, neurodegenerativos (como es el caso de la
enfermedad de Parkinson), genéticos, infecciosos y autoinmunes. La hipótesis más
aceptada sugiere que la acalasia puede ser causada por factores virales y autoinmunes,
las cuales llevan a los cambios inflamatorios y al daño del plexo mientérico.
La mayor parte de la evidencia sugiere un proceso autoinmune, atribuible al virus de
herpes humano tipo 1, en individuos genéticamente susceptibles.
Se ha demostrado una posible asociación con el antígeno HLA - DQw1 tipo II. Existe
evidencia de anticuerpos anti - plexo mientérico, con genotipos específicos de HLA, sin
embargo las investigaciones aún no han sido concluyentes.
Manifestaciones clínicas
La disfagia de la acalasia difiere de la causada por obstrucción mecánica, en que la
primera se acompaña de regurgitación de alimentos no digeridos y saliva desde minutos
a horas luego de haber comido e involucra tanto a sólidos como líquidos. Por otro lado,
la regurgitación se presenta por lo general en horas de la noche por lo que los pacientes
compensan este síntoma elevando la cabeza con almohadas o durmiendo incluso
sentados.

La regurgitación de la acalasia se diferencia de aquella asociada al reflujo


gastroesofágico, en que en la acalasia está desprovista de ácido gástrico o bilis, a
menudo el paciente identifica el sabor de la comida ingerida horas o incluso días antes.
La pirosis es secundaria al proceso de estasis y fermentación de la comida a nivel del
esófago.
Diagnóstico
Es posible que la acalasia pase desapercibida o se diagnostique mal debido a que sus
síntomas son similares a los de otros trastornos digestivos. Para diagnosticar la acalasia,
es probable que el médico recomiende lo siguiente:
Manometría esofágica. Esta prueba mide las contracciones musculares rítmicas del
esófago en la deglución, la coordinación y la fuerza de los músculos del esófago, y si el
esfínter esofágico inferior se relaja o se abre bien en la deglución.
Radiografías del aparato digestivo superior. Se toman radiografías después de que
bebas un líquido blanquecino que recubre y llena la mucosa interna del tubo digestivo.
Este recubrimiento permite que el médico vea el contorno del esófago, el estómago y la
primera parte del intestino. También podrían pedirte que tomes una píldora de bario que
puede ayudar a mostrar una obstrucción del esófago.
Endoscopia superior. El médico introduce un tubo delgado y flexible equipado con una
luz y una cámara (endoscopio) por la garganta, para examinar el interior del esófago y el
estómago. La endoscopia puede utilizarse para determinar una obstrucción parcial del
esófago en caso de que tus síntomas o los resultados de un estudio con bario indiquen
esa posibilidad. La endoscopia también podría realizarse para obtener una muestra de
tejido (biopsia) a fin de analizarla y detectar complicaciones del reflujo, como el
esófago de Barrett.

Tratamiento
El tratamiento de la acalasia se centra en relajar o forzar la abertura del esfínter
esofágico inferior para que los alimentos y los líquidos puedan desplazarse con mayor
facilidad a través del tubo digestivo. El tratamiento específico depende de tu edad y la
gravedad del trastorno.
Tratamiento no quirúrgico
Las opciones no quirúrgicas son las siguientes:
 Dilatación neumática. Se inserta un balón en el esfínter esofágico y se infla para
agrandar la abertura. Este procedimiento ambulatorio tal vez tenga que repetirse
si el esfínter esofágico no se mantiene abierto. Cerca de un tercio de las personas
tratadas mediante dilatación con balón deben repetir el tratamiento dentro de los
6 años.
 Bótox (toxina botulínica tipo A). Este relajante muscular se puede inyectar
directamente en el esfínter esofágico con un endoscopio. Tal vez, se tengan que
repetir las inyecciones. La repetición de las inyecciones puede llegar a dificultar
una futura cirugía, si fuera necesaria. Por lo general, el bótox solo se recomienda
a quienes no son buenos candidatos para la dilatación neumática o la cirugía
debido a la edad o la salud general.
 Medicamentos. El médico te puede sugerir que tomes relajantes musculares,
como nitroglicerina (Nitrostat) o nifedipino (Procardia), antes de comer. Estos
medicamentos tienen un efecto de tratamiento limitado y efectos secundarios
graves. Por lo general, se tienen en cuenta los medicamentos solo si no eres un
candidato para la dilatación neumática o la cirugía y si el bótox no dio
resultados.
Cirugía
Se puede recomendar cirugía para las personas más jóvenes porque el tratamiento no
quirúrgico suele ser menos efectivo para este grupo. Las opciones quirúrgicas son las
siguientes:
 Miotomía de Heller. El cirujano corta el músculo en el extremo inferior del
esfínter esofágico para permitir que los alimentos pasen con mayor facilidad al
estómago. Este procedimiento se puede realizar de un modo no invasivo
(miotomía de Heller laparoscópica). Las personas que se hacen la miotomía de
Heller, con el tiempo, pueden tener enfermedad por reflujo gastroesofágico.
 Fundoplicatura. El cirujano envuelve la parte superior del estómago alrededor
del esfínter esofágico inferior para tensar el músculo y prevenir el reflujo ácido.
La fundoplicatura se puede realizar al mismo tiempo que la miotomía de Heller
para evitar problemas futuros con el reflujo ácido. La fundoplicatura se suele
realizar mediante un procedimiento mínimamente invasivo (laparoscópico).
DISPEPSIA
La dispepsia es un motivo de consulta común, tanto en la consulta de medicina de
familia como en la atención especializada. Su elevada frecuencia conlleva un consumo
considerable de recursos sanitarios y tiene un impacto importante sobre la calidad de
vida y la productividad laboral. Los síntomas dispépticos ocasionales se presentan a
menudo en individuos sanos y la mayoría de las veces carecen de significado
patológico. Definir qué síntomas dispépticos son banales y cuáles merecen evaluación y
tratamiento no siempre es fácil.
Generalmente, es el propio paciente el que decide qué síntomas dispépticos son lo
suficientemente molestos como para consultar al médico.
Roma III: criterios diagnósticos para la dispepsia funcional.

Prevalencia
La prevalencia de dispepsia funcional es difícil de determinar. Una revisión sistemática,
con solo dos estudios que proporcionan información suficiente, estima la prevalencia de
dispepsia funcional entre un 11% y un 14%. Diversas revisiones no sistemáticas sobre la
dispepsia, sitúan a la dispepsia funcional como la causa más común (60%).
Edad
La prevalencia de dispepsia reciente (la que ocurre en los 3-6 meses anteriores a la
consulta) va disminuyendo con la edad. Sin embargo, el número de dispépticos que
acuden a la consulta aumenta con ésta.
Dieta y hábito alimentario
Parece ser que determinadas dietas pobres en fibra y ricas en féculas y especias,
acompañadas de una mala masticación, ingesta apresurada y con desorden en los
horarios, influyen en la aparición de los síntomas de la dispepsia.
Personalidad psiquiátrica
Las personas hipocondríacas y las personalidades con una visión y reacción muy
negativas frente a los problemas cotidianos están más predispuestas a presentar
dispepsia.
Estrés, respuesta afectiva
Como otros sistemas orgánicos, o posiblemente más, el tubo digestivo se ve afectado
por las variaciones del estado psíquico. La ansiedad, el miedo, el resentimiento, la
hostilidad, la agresividad, la depresión o la desesperanza, muchas veces producidos por
problemas familiares, económicos o sociales, pueden causar diversas alteraciones
motoras, del flujo sanguíneo o secretoras en el aparato digestivo que se acompañan de
diferentes manifestaciones dispépticas.
Agentes tóxicos
El tabaquismo, el alcohol y el consumo de ciertos medicamentos, particularmente los
AINE (antiinflamatorios no esteroides), se han implicado en la aparición de síntomas
dispépticos, si bien no se ha demostrado fehacientemente que sean factores
predisponentes de dispepsia.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de sospecha se basa en la existencia de manifestaciones compatibles con
"dispepsia", en pacientes que además ni tengan síntomas o signos de alarma, ni aquejen
enfermedades del resto del organismo (extradigestivas). Para estar seguros de que se
trata de una dispepsia funcional, debemos excluir que los síntomas se deban a hábitos
tóxicos (alcoholismo, tabaquismo) o a toma crónica de fármacos posiblemente
responsables (singularmente aspirina o antiinflamatorios no esteroideos, pero también
broncodilatadores, antibióticos, antihipertensivos, medicamentos para el colesterol,
hormonas, sales de calcio o de hierro).
El diagnóstico de confirmación de "dispepsia funcional" se consigue comprobando que
los análisis son normales y también las exploraciones complementarias digestivas
adecuadas. El médico considerará la necesidad de endoscopia oral según las
circunstancias particulares de cada enfermo:
-Si se trata de pacientes a los que nunca se les ha hecho una endoscopia oral, se debe
hacer esta si hay síntomas o signos de alarma, o en personas de más de 50 años o para
aliviar temores o preocupación del enfermo (ya que el tener una endoscopia normal
tranquiliza mucho y ayuda a la recuperación).
-En el caso de pacientes que ya tengan endoscopia previa, esta se repetirá si aparecen
síntomas o signos de alarma o si hay empeoramiento de los síntomas o ausencia de
mejoría sintomática.
Una vez que a un paciente se le diagnostica una dispepsia funcional, es interesante saber
que esto se confirma por la evolución clínica en el 95% de los casos. Estos pueden ser
controlados y tratados por su médico sin necesidad de más investigaciones. Sólo deben
revisarse los pacientes que presenten cambios en los síntomas o aparición de síntomas o
signos de alarma.
ANEXOS

Signo de acalasia esofágica/ Álbum de signos radiológicos

Disfagia lusoria / scielo.isciii.es


Bibliografía
 Conductas en gastroenterología hospital San Martín de la plata
 Guía de práctica clínica sobre manejo del paciente con dispepsia
 1. Pohl, D. & Tutuian, R. (2007). Achalasia: An Overview of Diagnosis and
Treatment. J Gastrointestin Liver Dis. 16(3), 297-303.
 https://www.aegastro.es/sites/default/files/archivos/guia-
clinica/guia_de_practica_clinica_sobre_el_manejo_del_paciente_con_dispepsia_3._ac
tualizacion_2012.pdf
 http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-01082004000600010

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