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TALLER #1
TEMA:
BIOÉTICA CLÍNICA
ASIGNATURA:
FARMACOLOGÍA Y FARMACOTERAPIA I
DOCENTE:
Q.F. EULALIA SUÁREZ M.SC.
INTEGRANTES:
ANGULO SÁNCHEZ DIANA
FAUBLA MONTESDEOCA CRISTIAN
LÓPEZ RON TATIANA
LUNA GARCÍA MISHELL
RODRÍGUEZ PACHITO CANDY
CURSO:
SÉPTIMO SEMESTRE G-2
PERIODO ACADÉMICO:
2018 – 2019 CII
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ÍNDICE
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1. BIOÉTICA CLÍNICA
1.1. Definición
En todas las épocas, los buenos médicos han intentado obtener conocimientos
que les permitieran tratar mejor a sus futuros pacientes. Por eso en todas las
épocas ha habido formas de “investigar”. Si bien, esa investigación se ha
practicado, entendido y justificado de maneras muy diversas. (Sánchez, 2013)
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1.2.2. Segunda etapa: Investigación diseñada
A finales del siglo XVIII, algunos médicos comenzaron a darse cuenta que para
obtener ciertos conocimientos no era bastante observar simplemente el
resultado de los tratamientos, y que era necesario realizar experimentos cuyo
diseño no estaba pensado para maximizar el beneficio de los enfermos tratados,
sino para obtener pruebas fehacientes de la eficacia del tratamiento. (Sánchez,
2013)
La experimentación con seres humanos fue una empresa casi familiar en la que
los pacientes no era unos extraños para sus médicos. Y los investigadores solían
experimentar en sí mismos o en sus familiares. (Sánchez, 2013)
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Se les debe asegurar que su negativa a participar no afectaría a los cuidados y
tratamientos necesarios. Insistiendo en la voluntariedad y garantizando la
libertad de abandonar la investigación en cualquier momento. (Sánchez, 2013)
1.3.2. De la beneficencia
En relación con este principio están las normas que exigen idoneidad en el
diseño experimental y competencia en el equipo de investigadores. Y también
las normas que evalúan la relación beneficio/riesgo. En principio, la participación
en una investigación debe estar asociada a un balance favorable de beneficios
y riesgos potenciales. (Sánchez, 2013)
1.3.3. De la no maleficencia
Toda investigación entraña algún riesgo. Y por lo tanto sería imposible investigar
si el principio de no maleficencia fuera absoluto. Debe llegarse a un balance
proporcionado entre los riesgos para el sujeto y los beneficios esperables para
él y para la comunidad. (Sánchez, 2013)
Los voluntarios sanos sólo deben correr riesgos mínimos. Y además se les da
una remuneración económica compensatoria, aunque no tan alta que induzca su
participación por motivos exclusivamente económicos. El enfermo, que puede
beneficiarse de la investigación, puede correr riesgos algo mayores, pero nunca
excesivos. (Sánchez, 2013)
Estas normas también se derivan del principio de respeto a las personas sobre
las que se investiga, cuya cooperación y buena voluntad no deben ser
defraudadas. (Sánchez, 2013)
1.3.4. De la justicia
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no puedan otorgar un consentimiento válido (niños, enfermos incompetentes,
embarazadas, presos…). (Sánchez, 2013)
Los ensayos de fase I son los primeros en contar con humanos. Aquí se incluyen
los estudios de dosis única, que suelen llamarse ensayos de fase Ia. En ellos
participa un número reducido de pacientes (5-10) que reciben una dosis
individual y luego son monitorizados estrechamente. Por lo general, se
administra placebo a 1-2 personas. (Cuevas, 2016)
Por lo general, en esta fase se examina por primera vez la actividad, es decir, si
el compuesto probado es realmente activo. Son ensayos de corta duración y
cuentan con personas con VIH. Los estudios de fase IIa habitualmente requieren
la participación de unos 20-50 pacientes. (Cuevas, 2016)
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En los ensayos de fase IIb también se examinan distintas dosificaciones de un
fármaco (lo que se conoce como ensayos de “búsqueda de dosis”). En este caso,
podrían contar con 200-300 personas. (Cuevas, 2016)
Los ensayos de fase III son los de mayor tamaño y las agencias reguladoras los
emplean para decidir si se aprueba o no un fármaco. En el caso de un fármaco
anti-VIH, por lo general se inscriben entre 1.000 y 2.000 pacientes. Si en esta
fase se sigue realizando el seguimiento de las mismas personas del ensayo de
fase II, en ocasiones puede denominarse ensayo de fase II/III. Si un ensayo
conduce a otro, se denomina ensayo de continuación. (Cuevas, 2016)
2. CONCLUSIÓN
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3. BIBLIOGRAFÍA