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Introducción a la “ciencia” en platón

A diferencia de los sofistas y de los filósofos de la naturaleza (presocrática) que expresaron sus ideas
a través de tratados, ya sea en prosa como Heráclito, Anaximandro o Anáxagoras; ya en versos como
Parménides y Empédocles; Platón usa como medio literario para exponer sus ideas: el diálogo.

Esta forma de expresión literaria, que Platón lleva a su máxima perfección artística, hasta hacer de
ella una de las más perfectas realizaciones de la literatura purea, no sólo griega si no de todos los tiempos,
una de las más bellas expresiones del arte de la palabra; esta forma tiene desde el punto de vista de la
expresión de las ideas filosóficas, una serie de ventajas y también algunas desventajas.

A través de los diálogos se pone de manifiesto el devenir, el hacer, la génesis del pensamiento, de
una manera más viva que a través de una exposición directa o continuada. Una manera más viva, porque en
el diálogo aparecen manifiestos y evidentes contradicciones, las antítesis del pensamiento y su propia
síntesis.

El diálogo es en todo caso, una forma de expresión que pone de relieve más que los resultados del
filosofar, el proceso mismo de filosofar. Es por la misma razón, un instrumento verbal y literario que
difícilmente se presta a un pensamiento dogmático. El pensamiento dogmático se puede expresar más
fácilmente a través de un tratado. En el diálogo, precisamente, lo que busca es la confrontación de las ideas,
el chocar la lucha y la posible síntesis, que a veces de hecho no se da.

Las desventajas que tiene esta expresión literaria del pensamiento filosófico, son más que nada
desventajas de tipo didáctico. Porque evidentemente resulta mucho más difícil para el que quiere saber que
piensa Platón sobre determinado tema, estudiar un diálogo que estudiar por ejemplo una cuestión de la suma
de Santo Tomás, donde el pensamiento es claro, definitivamente y dogmáticamente expresado. En cambio
Platón, su pensamiento mismo muchas veces está escondido, no saber realmente que opina Platón en
definitiva sobre este tema que se trata en el diálogo.

Más aún, algunos de los diálogos son aporéticos. Seto significa que son diálogos que no llegan a
ninguna conclusión definitiva. Se plantea un problema tal como el de la poesía en el Ion, o el problema de
la justicia en “La república”, algunas veces de la confrontación de las ideas surge una solución que es
expresada por el mismo Sócrates, que es le interlocutor principal, o que se deduce de allí fácilmente, pero a
veces no hay ninguna conclusión definitiva, simplemente se plantean los problemas se confrontan las
opiniones y ahí queda todo. Parecería que a Platón le interesa más plantear problemas que dar soluciones,
por lo menos en algunos casos. Parecería que le interesa más mostrar cuales son las posibilidades de
solucionar una cuestión, que dar una solución definitiva.

Estos diálogos, siempre muy bellamente construidos envuelven o implican la participación de un


número diferente de interlocutores, a veces son nada más que dos como en el “Hipias Mayor”, a veces son
tres como en “El Cratilo”, a veces son cinco como en el “Lisis”, etc. Siempre en todos ellos aparece
Sócrates como la figura principal, pero Sócrates es de hecho la figura principal en los diálogos de la
juventud y de la edad mediana de Platón, hacia el final de la vida, en los últimos diálogos, sobre todo en “El
Timeo” Sócrates es solamente una especie de presidente honorario, no es ya el verdadero portavoz de la
filosofía.

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Estos personajes son tomados de la vida real, del mundo ateniense en quien Platón vivía, son poetas,
sofistas, escultores, soldado, comerciantes, marineros, es decir, toda una variada gama de profesiones y de
posiciones sociales.

Cada uno de los diálogos de Platón, no debe ser interpretado cm la parte de un sistema, no se puede
interpretar un diálogo platónico como si fuera por ejemplo una obra de Kant o de Hegel, en estos autores
más o menos sistemáticos cada obra desempeña, tiene lugar dentro de un sistema local; entonces sería un
error considerar que cada diálogo de Platón desempeña este papel. No son piezas de un sistema, más bien
serían especies de sistemas completos cada uno de ellos, pero tampoco son esto porque muchos de ellos no
nos llevan a ninguna conclusión. Más aún, estos diálogos deben interpretados como ensayos que Platón hace
tratado de aproximarse a la verdad en lo que repercuta a diferentes problemas; son especies de tentativas de
aproximaciones a la verdad que hacen sucesivamente. Cada una de estas tentativas deben ser estudiadas por
si mismo, como una cosa parte, como un movimiento particular para lograr el conocimiento de un
determinado problema. Esto explica porque hay en la obra de Platón muchas contradicciones, que en
realidad no son contradicciones del mismo Platón. Son diversas tentativas de acercarse desde ángulos
diferentes a un mismo tema.

Sin embargo a pesar de esto, y aunque es muy difícil hablar de un sistema platónico, hay a través de
todos los diálogos algunas ideas básicas, algunas directrices generales que constituyen lo que podría
llamarse el núcleo profundo del platonismo.

Ideas Básicas
Estas ideas se pueden reducir a los siguientes: a una tendencia o aspiración que hay en toda la obra
platónica por llegar a una realidad transcendente, inmutable, idéntica así misma, perfecta en sujeto.

Por contraposición a una realidad que es de tipo mudable, cambiante, esencialmente imperfecta. La
primera es la realidad, la realidad que se puede captar con la inteligencia; la segunda es la realidad sensible,
la realidad que se percibe con los sentidos. A partir de esta realidad sensible, que es una realidad sólo
relativamente, porque no es una realidad plena; Platón aspira a encontrar una realidad plena que es la
realidad inteligible. Es decir, esta aspiración a lo transcendente, a lo idéntico así mismo, a lo perfecto en su
género, por encima de lo mudable de lo transitorio, de lo sensible, es el denominador común, y al mismo
tiempo la matriz profunda de todo el pensamiento platónico.

Una de las causas de la complejidad del pensamiento de Platón, aunque no la única ni la principal, es
el hecho de que el pensamiento de Platón es el resultado de una síntesis conscientemente lograda de
pensamientos filosóficos anteriores a él y contradictorios en gran parte de si mismo.

Desde luego Platón no es un ecléctico. Un ecléptico es en la historia de la filosofía siempre un


pensador de segundo orden. Es decir, ningún gran filósofo es un ecléctico. Porque ecléctico significa el que
toma un poco de cada uno y lo junta, hace una especie de mantas con retazos.

La diferencia entre ecléctico y un pensador como Platón que sintetiza el pensamiento de muchos
predecesores suyos consiste en esto: el ecléctico se conforma con poner un pensamiento al lado de otro
tomado de diversas fuentes, en cambio el gran pensador toma de diversas fuentes, pero no se conforma de
yuxtaponerlas si no que hace de ellas una cosa nueva, logra de allí una síntesis de donde surge una nueva
realidad.

En Platón los elementos que son sintetizados so los siguientes:


1) Heráclito.

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El primer maestro de la filosofía que tuvo Platón, antes de Sócrates, fue Cratilo. Cratilo era un
heraclíteo, era un discípulo muy poco fiel de Heráclito. Porque había desarrollado sólo un aspecto del
pensamiento de Heráclito. Sin embargo, este aspecto fue el que Heráclito le transmitió a Platón.

La idea que Platón toma de Heráclito es la de la movilidad. La idea de perfecto devenir de toda
realidad. Cratilo insistía en aquellos fragmentos de Heráclito, donde este habla del río, de la realidad. Donde
dice que no podemos bañarnos dos veces en un mismo río, que todas las cosas son y no son al mismo
tiempo. Esta idea que en Cratilo llevaba prácticamente al escepticismo, porque una concepción así del
devenir perpetuo y universal hace imposible cualquier predicción, porque cualquier cosa sobre la que yo
predique es falsa, puesto que en el momento en que la predico la cosa es otra, que en el momento en que yo
comencé a predicarla. Esta concepción del devenir perpetuo, la aplica Cratilo universalmente a todo. Platón
toma aquí esta idea del devenir, del cambio universal de todas la cosa, pero la aplica exclusivamente a un
sector de la realidad, a la realidad inferior, es decir a la casi realidad, que es el mundo sensible.
Para explicar la realidad del mundo exterior, la realidad que percibimos con los sentidos Platón usa
esta concepción del seudo Heráclito, a través de Cratilo. La idea de que en el mundo, en la naturaleza todo
cambia perpetuamente y nada permanece. No hay ninguna sustancia si no un flujo incesante y perenne de
fenómenos.

Ahora la diferencia entre Platón y Cratilo es que para Platón esto es cierto, pero sólo en el mundo
sensible, sólo en el mundo que percibimos con los sentidos, sólo en la naturaleza.

El heráclitismo sirve para explicar el mundo sensible.

2) Parménides y de los Eleatas


Para Parménides y para los Eleatas el ser es uno inmutable, eterno sin principio ni fin en el tiempo en
cuanto ser no es captable sino por la razón, nunca por los sentidos. Esta idea del ser uno, inmutable, eterno,
idéntico a sí mismo, racional, deductivo, aprensible mediante un raciocinio; esta idea la aplica Platón a otro
sector de la realidad, a lo que considera la realidad propiamente dicha, a la realidad real, es decir al mundo
inteligible, al mundo de las ideas.

Además de estos dos elementos, que sirve para constituir lo que podríamos llamar la Ontología en
Platón, hay otros dos más que se refiere a la psicología y a la antropología por un lado y la ética a ya la
política por el otro.

3) El Pitagorismo
Platón tuvo una serie de amigos entre os pitagóricos, sobre todo fue gran amigo de Arquitas de
Tarento, uno de los grandes matemáticos de la escuela pitagórica, gracias al cual hizo dos viajes a la Magna
Gracia.

También tuvo otros amigos como por ejemplo Teodoro de Eteto, etc. Su contacto con el pitagorismo
fue también muy temprano. Pocos años después de la muerte de Sócrates realizó su primer viaje a la Magna
Grecia.

Platón toma del pitagorismo la idea de la inmortalidad del alma, idea que no esta ni en Heráclito ni
en Parménides, ni siquiera en Sócrates, para el cual la inmortalidad es algo problemático como se ve en la
“Apología”.

En cambio en los pitagóricos hay una creencia de tipo religioso, de tipo místico, en que se afirma la
inmortalidad del alma. Esta inmortalidad del alma es después por los pitagóricos mismo, tratan de
fundamentarla racionalmente y Platón como veremos dan una serie de pruebas.
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También toma de los pitagóricos la idea de la metempsicosis, es decir la transmigración de las almas.
La idea de que las almas preexisten a los cuerpos, es decir que existen antes de su unión con el cuerpo. La
idea que esta unión con el cuerpo es el producto de una falta de caída, de un pecado original. Todos estos
son elementos que Platón toma del pitagorismo. La idea también de que la filosofía debe servir para
purificar el alma, de modo que esta pueda liberarse o desprenderse del cuerpo, la idea del ascetismo, del
conocimiento como medio para liberar al alma del cuerpo. Todos estos son elementos que toma Platón de
esta corriente. Además la idea de que los astros son seres vivientes divinos.

4) Sócrates.
Platón conoció a Sócrates cuando tenia 20 años, desde este momento hasta la muerte de Sócrates,
cuando tenía casi cuarenta, siempre siguió las enseñanzas del maestro. Hasta los 20 años, se había dedicado
más bien a la poesía, había escrito tragedias, que luego rompió, había sido discípulo de Cratilo,
probablemente había conocido a otros filósofos que habían pasado por Atenas.

Platón fue más bien un amigo para Sócrates. Sócrates no tenía una escuela formal, él enseñaba en
cualquier lado, el hablaba donde se encontrara. Hablaba con los zapateros, con los marineros, con los
escultores, tenía sin embargo un grupo de amigos que lo seguían y entre estos estaba Platón.

Platón toma de Sócrates el método de la inducción. El partir de los de los casos particulares para
llegar al concepto universal. La búsqueda de la esencia de las cosas. Es decir la búsqueda de aquello que hay
de permanente en lo mudable, de idéntico en lo cambiante, y de uno en lo múltiple. La búsqueda de las
cosas, el no conformarse con el como son las cosas sino el tener siempre a conocer porque las cosas son así.

En una palabra el método dialéctico.

En los primeros diálogos de Platón, todos aquellos que escribió hasta su primer viaje a la Magna
Grecia, a Sicilia. Los diálogos que son agrupados de juventud, como ejemplo la Apología, el Hipias, Critón,
etc. En todos estos diálogos la influencia socrática es predominante. En cambio en los diálogos posteriores
al primer viaje a Sicilia, empieza acentuarse la influencia de Parménides, de Heráclito y sobre todo del
pitagorismo. A tal punto que en el último diálogo Platón, en el “Timeo” esta influencia del pitagorismo
aparece predominante, no es exclusiva.

Una de las características principales del pensamiento de Platón es su doctrina de la Identidad del
pensar y ser.

La identidad entre lo real y el pensamiento es siempre aceptada en alguna medida por todos los
filósofos que conceden un papel predominante a la razón con respecto a los sentidos. Es decir, todo filosofo
que es en algún sentido racionalista, en mayor o menor sentido admite la identidad del pensar y del ser, de la
realidad y del pensamiento.

Solamente un filosofo radicalmente empirista; un filosofo para el cual solamente la sensación sea
fuente de conocimiento, con exclusión total de la razón como algo distinto de los sentidos, puede afirmar
que no hay ninguna clase de identidad o de paralelismo entre el pensamiento y ser, entre las cosas y el
pensar, entre la mente y la realidad.

En la medida en que un filósofo es racionalista, afirma siempre una cierta identidad entre pensar y
ser.

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Esto quiere decir entonces que un racionalista absoluto, tiene que afirmar una identidad absoluta
entre e pensar y el ser. Este es el caso de Hegel. Todo lo real es racional, todo lo racional es real. Ejemplo:
Espinosa, Parménides.

Platón desde este punto de vista un racionalista. También desde este punto de vista lo es Aristóteles,
pero ni Platón y mucho menos Aristóteles son racionalista en el sentido de Parménides.

Porque en Platón hay una diferencia de ser y de realidad entre el mundo sensible y el mundo
inteligible. Para Parménides no hay más que un ser y este ser es plena y absolutamente inteligible. Lo no
inteligible, es decir lo racional es entonces el no ser. Pero el no ser no existe, por consiguiente nada que sea
pensable existe, nada que sea impensable tiene realidad.

Para Platón no hay un solo ser, hay múltiples seres, estos seres son las ideas, no tiene todos la misma
realidad, pero mucho menos tienen la misma realidad las ideas con respecto a los entes sensibles. La
diferencia es radical entre la realidad plena de las ideas y la realidad mínima, impura de las cosas sensibles.

Entonces aunque Platón afirma la identidad del ser y del pensar, esta identidad no es una identidad
unívoca y total. No es una realidad absoluta, porque hay diversos grados de ser y también hay diversos
grados de racionalidad y de pensar.

Aquí esta la diferencia con Parménides y eleatismo. Para Parménides no hay más que un ser y fuera
de ese ser esta la nada y la nada no existe. Por consiguiente o se piensa en ser o no se piensa en nada, o
pensamos en el ser o simplemente no pensamos.

Este no es el caso de Platón. Porque para él no hay un ser único hay muchos seres, hay muchas ideas
y además de las ideas está este cuasi ser y cuan o ser, que es el mundo sensible. El mundo sensible no es la
nada. En cuanto no es la nada, en cuanto tiene algún grado de realidad, el mundo sensible también tiene
algún grado de inteligibilidad, algún grado de cognocibilidad, aunque sea mínimo.

Esta doctrina de la identidad o del paralelismo entre el pensar y el ser, la expresa muy claramente
Platón en dos pasajes de la República. Los mismos constituyen dos mitos:

1) El mito de la línea dividida en segmentos (R 509 - 511)


2) Mito de la caverna (R 512 - 514)

Los mitos tienen un papel importante en el pensamiento de Platón para referirse a la realidad, aquella
que es objeto de la captación de la inteligencia, pero que no tiene analogías en el mundo de la experiencia
sensible, Platón utiliza el procedimiento del mito. Es decir, para expresar lo transcendente utiliza muchas
veces este recurso del mito.

Platón se refiere al paralelismo entre pensar y ser en dos mitos que aparece en la República.

La realidad plena no se puede identificar con el mundo sensible, todos los objetos que son captables
por medio de los sentidos constituyen una cuasi - realidad, no son una mera nada, puro no ser, pero tampoco
son el ser en sentido Pleno y absoluto.

El ser está constituido por las ideas. Entendiendo por idea una realidad objetiva, no lago que está en
la mente.
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La idea son objetiva de una captación inmediata por parte de la inteligencia (el nous), pero la
intuición intelectual con la cual se captan las ideas no siempre puede ser expresada a través de conceptos,
sobre todo cuando se trata de las ideas más elevadas. Platón recurre para mencionar estas clase de objetos no
aprensibles por los sentidos ni deducibles racionalmente tampoco mediante la razón discursiva, apela
muchas veces al mito. Es decir, trata de expresar la intuición de las ideas no por conceptos o por
proposiciones si no a través de relatos analógicos, los cuales a través de analogía y metáforas trata de poner
al alcance del lector esta intuición de la transcendente.

En la República tenemos estos dos mitos:


1) El mito de la línea dividida en segmentos (r 509....)
2) El mito de la caverna

La línea divida en segmento


Tenemos una línea vertical (A hasta B), esta línea representa tanto en el conocimiento como la
realidad conocida. En realidad podría hablarse de dos líneas paralelas.

La parte superior de esta línea (A-C) representa la realidad inteligible, hasta realidad inteligible
constituida por las ideas objetivamente existentes fuera del mundo sensible más allá del universo, a este
sector (A-C) le corresponde el conocimiento racional o intelectual.

El sector inferior de la línea (C-B) representa al mundo sensible. A este sector de la realidad le
corresponde el conocimiento sensible: es decir el conocimiento que logramos a través del ejercicio de los
sentidos.

La parte superior de la realidad se subdivide a su vez en dos sectores y lo mismo pasa con la parte
inferior de la realidad. De modo que el mundo inteligible tenemos dos segmentos que son (A - D y D - C) y
en el mundo sensible tenemos otros dos segmentos (C- E y E - B).

A - D es a D - C como C - E a E - B.

El segmento inferior de la parte inferior (B - E) corresponde a las imágenes o reflejos de las cosas
sensibles. Es decir corresponde a la representación de las cosas sensibles en el arte, a las imágenes que
tenemos en la fantasía, al sueño. Aquí lo que tenemos son imágenes de lo sensible (Eicones). Esta es la parte
menos real de la realidad. La fantasía, el sueño y la reproducción de lo sensible. Por eso para Platón el arte
tiene un infinito valor cognoscitivo. De ahí un cierto desprecio que Platón tiene por los poetas y por los
artistas en general. Porque los poetas y los artistas lo que hacen es producir sombras de sombras. Porque
reproducen el mundo sensible que ya es casi una no realidad. Al reproducir a su vez, lo hacen menos real. El
poeta es un creador de no realidades. A estas imágenes le corresponden en el terreno cognoscitivo se llama
la imaginación o la fantasía (eficacia). La imaginación es entonces la forma inferior del conocimiento
sensible.

El sector E-C corresponde no las imágenes reflejadas en el sueño, en el arte o en la imaginación si no


a las cosas sensible mismas. Ya sean estas cosas animales, plantas u objetos fabricados por el hombre. Las
cosas sensibles.

Imágenes cosas sensibles, las imágenes le corresponden en el plano del conocimiento la


imaginación. A las cosas sensibles mismas le corresponden la sensación (aistesis). Todo esto: la sensación
más la imaginación es lo que se llama la opinión (doxa).

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Al mundo sensible le corresponde la opinión doxa. El mundo sensible esta divido en dos partes: la
parte inferior son las imágenes de las cosas sensibles y la parte superior las cosas sensibles mismas. Y en el
conocimiento a las imágenes le corresponden las imaginación y a las cosas sensible la sensación.

Al mundo inteligible le corresponde lo que se llama la ciencia o la sabiduría (epistema) (A - C).

El sector inferior de la parte superior, (C-D) representa la realidad cuanta, la realidad matemática, los
números (arimoi). A este segmento (C-D) le corresponde en el orden del conocimiento lo que se llama la
Razón Discursiva (Dianaya). La razón discursiva todavía necesita del conocimiento sensible, de la
sensación como punto de apoyo, como hipótesis. Entendiendo la palabra hipótesis en su sentido
etimológico, hipótesis es lo que está debajo. El conocimiento matemático supone todavía el conocimiento
sensible, no como un presupuesto necesario, pero si como punto de apoyo, como imágenes que ayudan a la
razón discursiva. Es decir, la razón discursiva de por si no tiene que ver con lo sensible, pero de hecho
necesita las imágenes sensibles para desarrollarse. Todavía aquí lo sensible aparece no como causa, pero si
como condición, como una hipótesis, es decir, como un supuesto sobre el que se apoya el razonamiento.

El sector mas alto de la realidad A-D, corresponde a las ideas. Sobre la naturaleza de las ideas se ha
discutido mucho, pero en general lo que ahí que decir, es que no se trata de ninguna manera de ideas en el
sentido corriente de la palabra, cuando nosotros aludimos a ideas siempre pensamos a ideas que están en un
sujeto que piensa. En Platón es justamente lo contrario, no son las ideas las que suponen un sujeto, si no que
es el sujeto pensante el que supone la existencia de ideas objetivas, que son superiores y anteriores a ella.

Las ideas, que es la parte más alta de la realidad inteligible, le corresponden la razón intuitiva o la
inteligencia (Nous).

Al mundo sensible, a la sensación le correspondería en una clasificación de las ciencias, la física.


Entendiendo la palabra física en el sentido en que la usaban los antiguos, todas las ciencias de la naturaleza.
Pero como esta realidad es una realidad que es casi no realidad. El conocimiento de esta realidad es casi no
conocimiento. Por consiguiente, la física y todas las ciencias de la naturaleza para Platón no son ciencias,
son objetos de opinión, no de ciencia.

La ciencia propiamente dicha se refiere sólo a la parte superior de la realidad, no hay ciencia si no
del ser. Esto ya era lo que afirmaba Parménides, no hay conocimiento si no del ser, no hay conocimiento
pleno absoluto, o sea ciencia, si no del ser pleno y absoluto, del ser inteligible. Por consiguiente, no hay más
que dos ciencias la que corresponde a los números y a la razón discursiva que es la matemática y la que
corresponde a las ideas y a la razón intuitiva, que es la metafísica. Fuera de la matemática y de la metafísica
no hay ciencia ninguna. Todo lo demás es opinión.

Es importante ver la perfección correlación que establece Platón entre los diversos sectores de la
realidad jerárquicamente dispuesta y los diversos sectores del conocimiento igualmente dispuestos según
esta jerarquía.

AD es a DC como CE es EB. Es decir las ideas son a los números, como las cosas sensibles son a las
imágenes. La razón intuitiva es ala razón discursiva, como la sensación es a la imaginación. Globalmente, el
mundo inteligible es el mundo sensible, como la ciencia es la opinión.

Naturalmente que todavía podría agregarse el no ser, al no ser le corresponde la ignorancia.

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2) Mito de la caverna
Platón dice la realidad y los hombres que viven en ella se asemejan a una caverna. La caverna
representa al mundo sensible (To Oratom). El espacio exterior a la caverna corresponde a las ideas. El
espacio interior al mundo de las cosas que pueden ser vistas, oídas, tocadas, etc.

En el mundo exterior a la caverna hay luz, esta luz es producida, tiene como fuente principal al sol.
El mundo exterior es el mundo de las ideas, pero las ideas reciben luz de la más alta de todas las ideas, que
es la idea del bien. Aquí hay un sol, y este sol representa la idea del bien, la más alta de todas las ideas.

En esta caverna hay una pequeña entrada (eisodos). La caverna está oscura, la luz entra poco. En la
mitad de la caverna hay una pequeña pared (parecidia) que llega a la altura de un hombre. Por delante de
esta pared, hacia el lago de afuera hay un camino o dos. Por este camino, que corre paralelo a la pared,
pasan continuamente hombres que llevan cargados animales, plantas y objetos. Estos animales, plantas y
objetos sobresalen por encima de la pared. Existe también un fuego (fos). La luz que proyecta esta llama
sobre estos hombres que pasan sobre este camino, hace que los objetos que sobresalen por encima de la
pared, se proyecten en el fondo de la pared como si fueran sombras chinescas (fliaría). Situada en el lado
opuesto de la pared y atados con cadenas, de tal modo que no pueden volver la cabeza hacia atrás hay una
serie de prisioneros (desmotáis). Estos prisioneros están allí fijos, atados encadenados, de tal modo, que
están obligados a mirar siempre hacia el fondo de la caverna. Los prisioneros entonces están continuamente
viviendo estás sobras de los objetos proyectadas hacia el fondo de la caverna. Estos prisioneros creen en la
única realidad que existe, son estas sombras que se proyectan allí. Porque eso es lo único que ven.

Un prisionero logra romper sus cadenas, sale afuera y se encuentra con este mundo exterior lleno de
luz. En un primer momento, el prisionero queda deslumbrado. Poco a poco se acostumbra a ver las cosas
que hay, los animales, las plantas, las piedras. Y finalmente después de mucho esfuerzo logra ver el sol.
Pero claro, nunca ver directamente, a lo sumo lo puede ver un instante porque el sol quema.

Este prisionero regresa a la caverna y libera a los prisioneros para que salgan.

Es claro que la caverna representa al mundo sensible, lo que esta fuera es el mundo inteligible y el
sol es la idea del bien. Los prisioneros son los hombres, que viven sujetos a su cuerpo, cuyas almas como
consecuencia de un pecado, de una falta cometida antes de unirse con el cuerpo, son unidos y encarcelados
en el cuerpo. Los hombres cuyas almas están encarceladas en el cuerpo creen que la única realidad que hay
es la realidad sensible. Porque estos prisioneros viven siempre dentro de la caverna, no conocen otras cosas,
y creen que las sombras de la realidad son la realidad.

Este prisionero que logra liberarse, es el que supera su cuerpo, es el filósofo. Es el que sale afuera y
se cuenta que hay otra realidad mucho más real, que estas de las sombras, la realidad de las cosas mismas.
Es el filósofo que contempla las ideas, las cosas que están fuera de la caverna y que en última instancia llega
ver la idea del bien que es el sol. Este prisionero o filósofo vuelve adentro a liberar a sus compañeros para
enseñarles la nueva realidad, a comunicarles a los demás cual es la verdadera realidad.

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En el mito de la caverna Platón trata de poner ante la imaginación de sus lectores la idea de que la
realidad que aparece al sentido común y al hombre corriente como la verdadera realidad, como lo más real;
es precisamente lo menos real: Mientras que aquello que parece no real, es o único real.
¿En que se basa la afirmación de que el mundo sensible es lo menos real?
Fíjense que en Platón no se dice que el mundo sensible sea una no realidad, si digiera eso estaría en
una posición que podríamos llamar Acomismo, que es la posición de algunos filósofos ejemplo Berkeley
(siglo XVII), etc. Platón dice que esta realidad es una realidad disminuida; dice que es una cuasi realidad.

Porque Platón parte de la idea, de que lo que es real es idéntico así mismo, es decir, lo que n o
cambia, lo que es siempre igual así mismo, lo que permanece siendo lo que es en todo momento y en toda
circunstancia. La realidad de las cosas sensibles, como la misma experiencia lo demuestra, y la reflexión
todavía lo confirma mucho más, es una realidad enteramente cambiante, puesto que en el mundo de las
cosas que captamos con los sentidos no hay nada que permanezca igual, inclusive lo aparentemente más
estable sabemos que hay cambio perpetuo, continuo y vertiginoso en la materia. Lo que cambia es siempre
una mezcla de ser y de no ser.

Es decir, lo que cambia supone por un lado el ser, porque para que algo cambie tiene que haber algo
que sea sujeto del cambio; pero tiene que haber al mismo tiempo un no ser, porque cambiar quiere decir
dejar de ser lo que se es. Todo lo que es sensible, en la medida en que cambia, cambia siempre y
universalmente y en todo sentido, es mezcla de ser y no ser. Es por consiguiente mezcla de realidad y de no
realidad.

En cambio las ideas o los números no son mezcla de ser y de no ser, son siempre iguales a si
mismos. Ejemplo del triángulo. Esto quiere decir que los números en una realidad mucho más real que la
realidad sensible. Con mucho más razón las ideas, que son del mismo orden intangible que los números.

Todo esto implica también el sentido del todo el filosofar de Platón. Este mito puede considerarse
como una especie de programa de la filosofía de Platón, sin decirlo expresamente, se considera como este
prisionero que logra romper sus cadenas, sale fuera ve el sol y vuelve a dentro para sacar a sus compañeros
fuera de la caverna.

De aquí se deduce también los programas pedagógicos, educativos que Platón propone en diversas
obras, por ejemplo en la República y en el Fileo.

En la República distingue varias clases dentro de la ciudad: la clase de los productores, la clase de
los guerreros y la de los filósofos. Para los productores que son la inmensa mayoría: artesanos,
comerciantes, agricultores, etc., no propone ninguna educación. Porque en realidad no la necesitan.
Solamente para las dos clases superiores educación.

Esta educación que corresponde solamente a los filósofos y guerreros comprenden tres niveles: la
educación elemental, que es común a las dos clases, fundamentalmente esta basada en la música y la
gimnasia que es una especie de música del cuerpo. La música es a su vez una parte de las matemáticas.

El nivel segundo es el que corresponde a la enseñanza de las matemáticas.

La enseñanza de las matemáticas la divide Platón en varias partes:


-Logística o ciencia del cálculo
-Aritmética o ciencia de la combinación de los números
-Geometría plana
-La esterometría o geometría del espacio
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-La astronomía
-La música

Este segundo nivel de educación corresponde a los guerreros y los filósofos.

Ahora el nivel más alto de todos, la dialéctica, que es la metafísica la ciencia de las ideas, esto es
exclusivamente para los gobernantes, que son los filósofos.

Del estudio de los mitos: la caverna y la línea dividida en segmentos se puede deducir ya lo que
Platón entendía por ciencia.

Las llamadas ciencias mecánicas (tegnai) que se suele decir como arte, pero que en realidad hay que
traducir como técnica o ciencias mecánicas.

Las técnicas, las ciencias aplicadas ejemplo: la agricultura, la medicina, la arquitectura, la


navegación, etc., no tiene para Platón verdadero rango científico. Son disciplinas útiles y necesarias para la
vida, pero no nos dicen nada acerca de lo que las cosas son. En general los griegos sienten un gran desprecio
por estas técnicas o ciencias aplicadas.

Porque sienten en general un gran desprecio por el trabajo manual, al que consideran propio de los
esclavos. Entonces todo lo que se hace con las manos no es propio del hombre libre. Por eso se divide las
ciencias de Aristóteles en adelante: en artes serviles y artes liberales. Esto quiere decir artes propias de los
esclavos y artes propias de los hombres libres. Las artes propias de los hombres son la geometría, la
dialéctica, etc., puro ejercicio del intelecto. Allí donde entran la mano, esto no es propio del hombre libre,
esto es un arte servil.

Platón reconoce que estas cosas son necesarias y útiles para la vida, pero no les reconoce dignidad
conocitiva. Porque no nos dice nada acerca de la realidad tal como es. Es decir, están dirigidas a la utilidad,
no a la verdad. Buscan lo que es útil, no lo que es cierto.

Si las ciencias aplicadas no tienen valor conocitivo, tampoco lo tienen las ciencias que nosotros
llamaríamos ciencia de la naturaleza, lo que los antiguos llamaban genéricamente physica. La física, que fue
el objeto principal de los filósofos anteriores a platón, no era para este una verdadera ciencia tampoco.

De las ciencias mecánicas o serviles dice Platón en “La República” que: cansan el cuerpo y embotan
o envilecen el alma.

De estas ciencias de la naturaleza dice que no llegan a ser ciencias, si no que son pura opinión
(doxa).

Porque una ciencia se determina para Platón en su dignidad, en su valor científico por el objeto. Para
Platón y para los antiguos en general, lo que determinaba el valor, la dignidad de una ciencia: es el objeto
del cual esta ciencia trata. Ahora bien, el objeto de la física, de la ciencia natural, es el objeto sensible, las
cosas que se ven que se tocan por los sentidos. Pero estas cosas, están continuamente sujetas a cambio, al
devenir, a la mutación. Son cosas que siempre están por ser y nunca llegan a ser. Son cosas que
continuamente van a ser y nunca son. Porque ninguna cosa del mundo sensible logra un estado definitivo.
No hay ningún objeto en el mundo sensible que se pare, que no cambie; si no que continuamente está
cambiando. Son objetos que no son, si no que tienden a ser. Continuamente están aspirando al ser y nunca
llegan a ser.

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Si este objeto no es una verdadera realidad, si no que llega siempre a ser sin ser definitivamente
nunca, este objeto no puede constituir una ciencia. Lo que hace la solidez de una ciencia, es tener objetos
que son siempre iguales, siempre idénticos a sí mismo, cuya naturaleza está ya conclusa, acabada. Por
consiguiente nada de lo que cae bajo el dominio de la percepción sensible puede ser objeto de ciencia.

Por eso cuando Platón se propone en una de sus últimas obras, que es el Timeo, describir la génesis y
la estructura del universo, hablar de las plantas, las piedras, los animales, los astros, etc. recurre allí
continuamente al mito. Porque el mito sirve tanto para aludir a las cuestiones transcendentes, demasiado
ajena a la sensación, como para aludir a las cosas que son puramente perceptibles, pero no inteligibles.

En cambio ya constituye una ciencia en sentido propio la matemática. ¿Qué entiende Platón por
Matemática?

Hay aquí que considerar diversos aspectos:


En primer lugar, es matemática, la astronomía.

Porque los puntos astrales aún siendo perceptibles por los sentidos son de naturaleza divina, tienen
movimientos perfectos y son siempre iguales en sus movimientos. Es decir, los astros son para Platón seres
vivientes y no sólo vivientes, sino seres divinos.

En primer lugar, la astronomía es para Platón una teología.

Enfocado desde el punto de vista de la astronomía, Platón evidentemente significa un paso atrás con
respecto a los presocráticos.

Para los antiguos los astros eran seres vivientes, que sentían y que entendían. Y como eran seres
vivientes más perfectos que los hombres, porque sus movimientos eran eternamente regulares y perfectos y
circulares; eran seres vivientes superiores al hombre y por consiguiente dioses.

Los únicos que se salvaron de esto en la antigüedad fueron los materialistas, los Epicúreos,
Demócrito para los cuales esto era simplemente piedras.

En la medida en que los astros tenían movimientos exactos, la astronomía no era sólo una teología, si
no también una parte de las matemáticas. Porque sus formas: forma esférica y los movimientos de rotación y
traslación, etc. eran movimientos exactos, es decir movimientos susceptibles de ser reducidos a figuras
geométricas; a ser entendidos matemáticamente.

Lo que constituye a un conocimiento como ciencia, es para Platón, no el método, si no el objeto del
conocimiento. De tal manera que un conocimiento es tanto más elevado, cuanto más elevado es su objeto.

Partiendo este concepto, resulta fácil entender que todo lo que nosotros denominamos ciencias de la
naturaleza, todos los que los antiguos denominaban física en general, todo esto no es para Platón objeto de
ciencia, sino de mera opinión. Porque la naturaleza es en principio lo que puede captarse por medio de la
percepción sensible y todos los objetos sensibles están sujetos a un cambio, a una mutación perfecta. Todos
los objetos sensibles, son objetos que no son, sino que están continuamente llegando a ser. Puede decirse
que los objetos sensibles ocupan un status intermedio entre el ser y el no ser. Los objetos sensibles no son
una pura nada, no constituyen una mera ilusión, pero tampoco son el ser en sentido propio. No son ser, no
son no ser, son llegar a ser. Lo que se llama génesis (devenir, mezcla de ser y de no ser).

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Entonces el conocimiento que versa sobre estos objetos, no es tampoco una ignorancia pura, no es
una pura ilusión, pero no llega a ser ciencia.

Con más razón todavía podría decirse, las ciencias aplicadas, la que denominamos hoy técnicas
(tegnai). No tiene el carácter de ciencia. Porque las ciencias aplicadas; la arquitectura, la agricultura, la
agronomía suponen el conocimiento de los objetos sensibles.

En esto hay un condicionamiento de carácter social. Platón era un aristócrata, pertenecía por la
familia de su padre y su madre a la más rancia aristocracia ateniense, era descendiente de Codró el fundador
de Atenas y de Solón el primer legislador. Platón tenía un gran desprecio, como todos los de su clase, por el
trabajo manual, por las artes serviles.

Platón dice en la República que las artes serviles, artes manuales agotan el cuerpo y envilecen el alma.

¿La ciencia dónde comienza?


La ciencia comienza con las matemáticas.

La matemática es lo que por excelencia puede ser enseñado y aprendido. La misma raíz de la palabra
matemática es: matesis. Matesis quiere decir en griego aprendizaje. La matemática es para los griegos lo que
por excelencia se puede enseñar y aprender, lo transmisible, lo racional.

Las matemáticas pueden ser enfocadas desde tres puntos de vista, según Platón:
La astronomía. Los astros son para Platón seres vivientes, más perfectos que las plantas, que los animales e
inclusive que el hombre, por consiguiente, son considerados dioses. Para Platón la astronomía es también
una teología astral.

Pero estos seres divinos que son los astros, precisamente por ser divinos están sujetos a movimientos
extremadamente regulares, es decir a movimientos matemáticos. Tienen de por sí una estructura
matemática, son esféricos, tiene siempre la forma de una figura regular y se mueven según movimientos
circulares, que es el movimiento perfecto. El movimiento circular es el movimiento perfecto, porque es el
movimiento que no tiene contrarios. Es decir, que todo movimiento que no sea circular, tiene un contrario,
tiene un principio y un fin. En cambio el movimiento circular, no tiene contrario porque no tiene ni principio
ni fin. En cualquier punto del movimiento circular está el principio y el fin.

En cuanto los astros se mueven en órbitas circulares, entonces tienen movimientos perfectos según Platón y
los antiguos.

Todo el mundo astral es susceptible de ser estudiado y expresado matemáticamente.

En este sentido la astronomía es parte de las matemáticas, y lo fue después en la educación antigua y
medieval.

Los astros tienen un status superior al del mundo sensible sublunar. O sea, al de las cosas que existen sobre
la tierra. Porque se encuentran más cerca de la llanura de las ideas, que está situada fuera del universo.

Siendo sin embargo seres materiales, están formado por éter (quinto elemento) no están compuestos por los
cuatro elementos que componen a los demás objetos del mundo sublunar. Y sus movimientos son entonces
perfectos. Y en cuanto que se encuentran más cerca de las ideas, que los objetos del mundo sublunar, están
sometidos por eso a movimientos regulares, son por eso objetos de la ciencia matemática.

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2) Desde otro punto de vista, las matemáticas se ocupan del estudio de los números en sí, de los números
carentes de materia, pero subsistentes. Esta concepción no aparece en los diálogos de Platón, pero según
Aristóteles en “Las Agrafas Dogmata” (en las enseñanzas no escritas de Platón, que corresponden a su
última época, Platón abría enseñado la existencia de números subsistentes, que sería una especie de término
medio o de intermediario entre el mundo sensible y el mundo de las ideas.

Los números subsistentes carecían de materia. Tenían entonces más en común con las ideas propiamente
dichas, que con las cosas sensibles. Por ejemplo la unidad (monada) la díada, el círculo, o las tres clases de
triángulos. Eran números en sí, según dice Aristóteles.

Sin embargo, se puede dudar seriamente acerca de que está enseñanza sea del mismo Platón. Probablemente
corresponde a sus sucesores inmediatos. Es decir Jenocrates y Espeucipo que fueron los dos primeros
escolaricos. Estos autores se inclinaron hacia una interpretación pitagorisante de Platón.

En cambio en los diálogos platónicos aparece una concepción más completa de los números.

Platón distingue tres clases de números:


Los números ideales, los números que en efecto tienen existencia en el mundo ideal, que carecen de materia,
que son por consiguiente de la misma naturaleza que las ideas.

Estos números no existen en las cosas numeradas, ni en la mente del que cuenta las cosas, ni en la mente del
matemático. Existen antes de que existan las cosas y antes de que exista un espíritu capaz de contar las
cosas. Como condición de la existencia de los números que están en las cosas y que están en la mente del
que cuenta las cosas. Si hay cosas que son contables y medibles y hay espíritus que pueden contar y medir
las cosas, es porque hay números en sí que hacen posible esto. Números que son anteriores a la existencia de
las cosas sensibles, que se pueden contar y de las mentes o de los espíritus que pueden contar estás cosas.
Por ejemplo: hay un número tres en sí, que es anterior no solamente a estas tres sillas, y a cualquier otro
conjunto tres, si no también a cualquier mente que puede pensar el número tres, que puede contar tres. Es
anterior, porque para que pueda haber tres sillas y para que pueda haber alguien que diga tres, tiene que
haber una realidad que mida las tres sillas y que haga posible el número tres. Esto es el número en sí.

El número abstracto. Este el número tal como existe en la mente del que piensa, en la mente del que opera
matemáticamente. Este número no es todavía el número de las cosas en sí. Es el número abstracto, en la
medida en que existe como número solamente en el espíritu del que piensa.

Sin embargo ni el número que existe en mi mente, ni el número que existe en sí, tiene materia. Ninguno de
los dos son números sensibles, por consiguiente ninguno de los dos está sujeto a cambio y a mutación, por
consiguiente no se gastan, por consiguiente no acaban nunca. Los dos son de por sí, intemporales, por
consiguiente son eternos.

Si yo tengo tres sillas, esto es el número sensible (tercera clase de número).

Número sensible. Este es el número de las cosas numeradas. Este número sensible que está vinculado a la
materia, a las cosas sensibles. En cuanto que está vinculado a la materia, es un número que comienza a
existir y deja de existir, porque estas tres sillas comenzaron a existir cuando el carpintero las hizo y dejarán
de existir cuando alguien las destruya.

Pero el número abstracto y el número ideal, no comenzaron a existir nunca, ni dejaron de existir nunca.
Porque siempre aún cuando no hayan sillas, ni ninguna otra cosa que se pueda contar, ni aún cuando no
haya si quiera gente que pueda pensar en el número tres y sumar el tres con el dos y así sucesivamente,
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siempre será verdad que 3 + 3 = 6. Aún cuando no exista el mundo, aún cuando no exista el universo, aún
cuando desaparezca todo siempre será verdad y siempre fue verdad. Desde siempre y para siempre es
verdad que 3 + 3 = 6.

Estas proposiciones son eternas porque están fuera del tiempo; son atemporales.

En la medida en que estos números ideales existen en la mente del que piensa, en la mente de seres que
temporales por su cuerpo, existen realidades eternas y esto es lo que prueba que en el hombre hay una parte
que no es temporal si no eterna. Esto quiere decir que en el hombre además del cuerpo que comienza y deja
de existir, hay algo que no deja ni comienza a existir que es el alma.

¿Cuál es la diferencia entre el número en sí y el número abstracto?


De los números en sí, como de las ideas mismas, no hay en cada especie más que uno. Es decir, no hay más
que un tres en sí, no hay más que un uno en sí.

En cambio en la mente del que piensa no puede haber solamente un número tres. Porque si hubiera un
número tres sólo nunca se podría sumar 3 + 3. En la mente del que piensa, aún careciendo los números de
materia, no tiene unidad, no son únicos en su especie. Porque la naturaleza misma de las operaciones
matemáticas, exige que estos números sean múltiples. Ejemplo: que haya varios triángulos equiláteros, que
haya varios círculos, varios números cinco.

En cambio en los números en sí, cada número es en su especie única, como las ideas, como la idea de la
justicia en su especie.

Las matemáticas, en general, son objetos de lo que se puede llamar la razón rasocinante o la razón
discursiva (dianoya).

La razón rasocinante, es la razón que no llega a su conclusión si no a través de uno o varios términos
medios. Implica siempre un paso intermedio entre el inicio o el planteo de un problema y la solución del
mismo. Entre el comienzo del rasocinio y la conclusión. No interesa de que naturaleza sea estos términos
medios, al tratarse de las matemáticas son en general, términos medios en la deducción. Pero podrían ser en
algunos inductivos. Lo importante es que la razón discursiva, supone siempre entre el comienzo y la
conclusión términos medios. Y entre el sujeto mismo y el objeto términos medios.

Aún cuando el objeto de las matemáticas, es por su propia naturaleza no sensible, carente de materia. Sin
embargo la razón discursiva no puede prescindir totalmente de lo sensible, tiene que apoyarse en imágenes
sensibles como hipótesis. Es decir, como puntos de partida, como peldaños. El que hace matemáticas parte
de imágenes, aún cuando el contenido de las matemáticas no sea de por sí sensible, si no solamente
inteligible.

En esto se diferencia la matemática de la dialéctica, en el sentido más propio de la palabra. La dialéctica


equivale a la ciencia más alta. La dialéctica no se construye a través de la razón rasocinante, si no a través
del nous (razón). Nous es también la razón, pero no la razón discursiva, sino la razón intuitiva. La diferencia
del nous con la dianoya es que entre el nous y el objeto no hay términos medios. Es decir, la razón intuitiva
percibe o capta el objeto inteligible de una manera tan inmediata como el ojo capta el color. Con el nous
capto inmediatamente las esencias de las cosas, sin términos medios. Se que esto es la justicia, o se que esto
es la igualdad, etc.

Sin embargo, en la dialéctica hay dos aspectos:

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El anterior es la dialéctica en su sentido más elevado, la dialéctica como equivalente a metafísica. En el
aspecto metafísico, la dialéctica es la ciencia de la captación inmediata de las ideas.

La palabra dialéctica tiene en Platón un sentido lógico metodológico. Aquí se procede por pasos, no por
intuición.

La dialéctica considerada en este sentido, no es como su nombre lo indica, si no el arte del diálogo. Podría
definirse como el raciocinio que se logra a través de preguntas y respuestas. Este es precisamente el método
socrático.

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