You are on page 1of 3

).

El azogue es conocido hoy como el mercurio y fue en su momento indispensable para la


separación de la plata. Diversas fuentes coinciden que los minerales provenientes de estas minas
permitieron las supervivencia y el desarrollo de Europa.

La minería es uno de los sectores más importantes de la economía peruana y representa


normalmente más del 50% de las exportaciones peruanas con cifras alrededor de los 4 mil
millones de dólares al año.

La minería se ha vuelto tan importante que desde el año 1993 el Perú ha duplicado su producción
de minerales.

Los principales minerales que exporta nuestro país son: cobre, oro, hierro, plata, zinc y plomo
entre otros. Actualmente todos ellos son fuertemente demandados como insumos para procesos
industriales de alto nivel tecnológico.

La privatización de la gran minería nacional, emprendida por el gobierno peruano en 1991, ha


atraído a más de cien empresas extranjeras. El 40% de estas inversiones procede de Canadá, y el
resto, de Australia, Estados Unidos, México, Sudáfrica, China, Suiza, Reino Unido, Luxemburgo e
Italia. Las empresas estatales como Centromín y Minero Perú fueron prácticamente desactivadas y
sus activos liquidados.

Para el período comprendido entre 1992 y 2007 se ha planeado invertir 9.811 millones de dólares
en el sector. El proyecto más ambicioso es el de las empresas canadienses Noranda, Río Algom y
Teck, y la japonesa Mitsubishi, en el yacimiento polimetálico de Antamina que produce cobre,
plomo, plata y zinc : Se ubica en Ancash y es considerado como uno de los mayores yacimientos
del mundo.

El Perú posee el 16% de las reservas de minerales conocidas, incluyéndole 15% de las de cobre y el
7% de las de zinc. Se estima que hasta el día de hoy el Perú únicamente ha extraído el 12% de sus
recursos minerales y que con tecnología adecuada puede triplicar su actual producción,
especialmente en metales básicos. Los principales demandantes de oro son Estados Unidos, Suiza
y Reino Unido. Así, desde 1990 las extracciones en el Perú se han incrementado en un 500%.

El potencial geológico del Perú es uno de los mayores del mundo.


Es comparable al de Australia, Chile y Canadá. Sin embargo, las
exportaciones mineras peruanas son la mitad de las de Chile y la
tercera parte de las de Australia y Canadá. ¿Por qué?

Por el legado estatista del gobierno de Juan Velasco. En efecto, no


hubo inversiones importantes en el sector minero hasta la década
de 1990. Además, por la creciente campaña antiminera de los
últimos años. Los promotores de esta campaña tienen varias
victorias en su haber, Conga y Michiquillay entre las más notables,
y pronto agregarán un nuevo laurel: Tía María.
Los perdedores de la antiminería somos todos los peruanos que
tenemos que resignarnos a menores inversiones, menos empleo y
menor capacidad de proveer bienes públicos por la reducción en
los ingresos del Estado. Ya son más de 12 mil millones de dólares
en inversiones perdidas del 2011 al 2014 sin contar el efecto
desalentador sobre el clima de negocios que genera. Sin duda, el
bajón en la inversión minera ya nos ha costado en términos de
crecimiento. Peor aun, las victorias antimineras le costarán al Perú
entre 1,5 a 2 puntos del PBI en la siguiente década.

Mucha de la oposición a la minería se centra en los supuestos


severos daños al medio ambiente que esta ocasiona, usando
ejemplos de décadas atrás cuando no había estándares ecológicos
en ninguna parte del mundo. Pero no se dice que la minería
peruana de hoy está sujeta a una de las legislaciones más
rigurosas de cuidado del medio ambiente. Tampoco se menciona
los numerosos ejemplos de complementariedad virtuosa entre la
minería y otras actividades económicas. Para muestra un botón: el
acelerado desarrollo de la hacienda Porcón en Cajamarca, vecina
a la mina Yanacocha. Los comuneros de Porcón destacan por su
producción de lácteos, artesanías, recursos forestales, y la
provisión de servicios turísticos. Y las truchas en las piscigranjas
de Porcón, que nadan en aguas provenientes de la mina, son
testimonio de la ausencia de contaminación del recurso hídrico.
Así, lejos de causar un desastre medioambiental, como los
antimineros quisieran hacernos creer, la explotación minera ha
incrementado la productividad de Porcón.

Dejar de lado la minería como un motor fundamental del


crecimiento de las próximas décadas es un suicidio para nuestras
aspiraciones de dejar el subdesarrollo. Por ejemplo, un año de
producción de Conga es equivalente a 300 años de producción
agropecuaria en los distritos que, supuestamente, serían
afectados por su puesta en marcha. No conozco aritmética alguna
que permita justificar que Conga, y proyectos similares, sigan
paralizados.

Claro está, el ‘impasse’ alrededor de la minería es político. Y,


aunque la solución será también política, es esencial que los
ciudadanos seamos conscientes del barco que estamos dejando
zarpar cuando no desarrollamos nuestras minas.

Recordemos, además, que lo que hoy es recurso no


necesariamente lo será mañana. El salitre de Tarapacá, por el que
tanta sangre se derramó, no vale hoy más que la arena del
desierto en que se encuentra. Ejemplos similares abundan como
en el caso del guano o el del caucho. Y si la historia nos enseña
algo, es solo cuestión de tiempo hasta que el progreso técnico
convierta nuestras minas de cobre en museos naturales.

Crecer sin minería es resignarnos a seguir siendo pobres por


mucho tiempo más. No lo permitamos.

You might also like