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1.1.1. Caracterización
i) Responsabilidad civil y derecho de daños
La responsabilidad civil es definida como “la obligación de resarcir el daño injustamente
causado a otro, en las condiciones que fija el ordenamiento jurídico”.
La doctrina calificada enseña que, muchas veces, se utiliza la denominación “derecho de daños”
como sinónimo de “responsabilidad civil”, es decir refiriéndose a la obligación de reparar el
perjuicio causado a otra persona violando el deber general de no dañar. En este sentido, se
limitaría la idea de derecho de daños a la reparación del perjuicio. Sin embargo, resulta adecuada
la postura que incorpora en la expresión “derecho de daños” las cuestiones relativas a su
prevención, la reparación y, llegado el caso, la punición.
El derecho de daños no es sólo el deber de resarcir. En este sentido, dice la comisión redactora
del anteproyecto en sus fundamentos:
Desde el punto de vista de la cantidad de casos y de la labor doctrinal, es notorio que la función
resarcitoria es prevalente. Ésta puede ser una finalidad única y excluyente si el bien protegido
es, principalmente, el patrimonio. En la medida en que se trata de bienes que tienen un precio o
un valor expresable en dinero, es posible una indemnización y por eso el resarcimiento es el
mecanismo fundamental. La necesidad de una diversidad de finalidades se aprecia si se considera
que en este Anteproyecto no sólo se tutela el patrimonio, sino también la persona y los derechos
de incidencia colectiva. Cuando se trata de la persona, hay resarcimiento pero también
prevención, y en muchos aspectos, como el honor, la privacidad, la identidad, esta última es
mucho más eficaz.
Es decir que, la responsabilidad civil no sólo implica resarcimiento, sino también prevención del
daño. Además, existe una tercera función del derecho de daños que es la punitiva; ésta, si bien
fue incluida en el proyecto de reforma, no fue incorporada en el texto legal oportunamente
aprobado por el Congreso (hoy, ley 26.499).
Prelación normativa en el Código Civil y Comercial
El CCCN comienza el tratamiento de la responsabilidad civil con dos normas fundamentales. La
primera establece las funciones del sistema, y la segunda alude a la prelación normativa.
Trataremos ahora esta última, y las funciones del sistema en el punto siguiente.
Conforme el artículo 1709, se estatuye una prelación normativa, que establece que:
En los casos en que concurran las disposiciones de este Código y las de alguna ley especial relativa
a responsabilidad civil, son aplicables, en el siguiente orden de prelación:
a) las normas indisponibles de este Código y de la ley especial;
b) la autonomía de la voluntad;
c) las normas supletorias de la ley especial;
d) las normas supletorias de este Código.
En el art. 1716 se establece que la violación del deber de no dañar a otro o el incumplimiento de
una obligación dan lugar a la reparación del daño causado, conforme a las disposiciones del
Código. Se habla aquí del daño como presupuesto de la responsabilidad civil.
Luego, el art. 1717 expresamente establece que cualquier acción u omisión que causa un daño a
otro es antijurídica si no está justificada. Asi se configura el primer presupuesto de la
responsabilidad civil.
El art. 1749 determina que “Es responsable directo quien incumple una obligación u ocasiona un
daño injustificado por acción u omisión”. Nótese cómo también en esta norma se pone el acento
en el "daño injustificado" acentuando la idea de antijuridicidad material.
En definitiva, cuando se produce un daño sin causa de justificación, nace el deber de reparar ese
perjuicio. El CCCN toma este camino y lo plasma en sus normas.
En cuanto al factor de atribución, el art. 1721 determina que la atribución de un daño al
responsable puede basarse en factores objetivos o subjetivos. A su vez, la misma norma
determina que, en ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa, por lo que ésta
opera como un factor de cierre del sistema.
El art. 1722 preceptúa que “El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es
irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se liberará de
responsabilidad demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario”.
El art. 1724 establece que los factores subjetivos de atribución son la culpa y el dolo.“La culpa
consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las
circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar”. Dicha norma también establece que la culpa
“Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión”. Se trata de los
distintos rostros de la culpa. A su vez, el dolo se configura, según la misma norma, “por la
producción de un daño de manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses
ajenos”.
El art. 1725 establece que “Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias”. Luego agrega que “Cuando existe una confianza especial se
debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones particulares de las partes”.
El art. 1726 regula la relación de causalidad. La norma establece que “Son reparables las
consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del
daño”.
También determina que, salvo “disposición legal en contrario, se indemnizan las consecuencias
inmediatas y mediatas previsibles”.
El art. 1727 señala cuáles son los distintos tipos de consecuencias, estableciendo que son
consecuencias inmediatas las que acostumbran a suceder según el curso natural y ordinario de
las cosas. Las consecuencias mediatas son las que resultan solamente de la conexión de un hecho
con un acontecimiento distinto. Las consecuencias casuales son las consecuencias mediatas que
no pueden preverse.
En cuanto a la exención o limitación de la responsabilidad, el art. 1729 se refiere al hecho del
damnificado, que representa una hipótesis distinta de la culpa o del dolo de la víctima.
El art. 1730 se refiere al caso fortuito y a la fuerza mayor, y expresamente determina que se los
considera sinónimos.
El art. 1731 se refiere al hecho de un tercero, en tanto que el art. 1732 se ocupa de la
imposibilidad de cumplimiento.
El art. 1734 se refiere a la carga de la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias
eximentes y dispone que corresponde a quien los alega, salvo disposición legal en contrario. Ello,
sin perjuicio de la facultad del juez de “distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber
actuado con la diligencia debida, ponderando cuál de las partes se halla en mejor situación de
aportarla”.
El art. 1736 determina que la carga de la prueba de la relación de causalidad corresponde a quien
la alega, excepto que la ley la impute o la presuma. La carga de la prueba de la causa ajena o de
la imposibilidad de cumplimiento recae sobre quien la invoca.
2.3.2. Fundamento
Existen diversas doctrinas que intentan encontrar una justificación a la responsabilidad civil en
un período anterior a la formación del consentimiento.
2.3.3. Distintos supuestos
Tal como se expresaba más arriba, el comportamiento adoptado por los contratantes durante la
fase de “tratos previos” o “negociaciones” puede dar lugar a responsabilidad. El nuevo código
regula el principio de buena fe y la confidencialidad y las consecuencias de su violación.
2.3.4. Requisitos. Principios
En efecto, el CCCN rompe la tradicional distinción entre responsabilidad contractual y
extracontractual, y establece, al tratar los deberes de conducta de las partes en las tratativas,
dos deberes específicos y concretos.
1-El principio de buena fe. Reza el art. 991: Deber de buena fe. Durante las tratativas
preliminares, y aunque no se haya formulado una oferta, las partes deben obrar de buena fe para
no frustrarlas injustificadamente. El incumplimiento de este deber genera la responsabilidad de
resarcir el daño que sufra el afectado por haber confiado, sin su culpa, en la celebración del
contrato.
2-El principio de confidencialidad. Está relacionado muchas veces con las prestaciones de los
servicios profesionales y, por tanto, con el secreto profesional. Es decir, refiere a la discreción en
el manejo de la información a la cual ciertos individuos acceden por causa de su profesión. El
CCCN viene a reconocer la confidencialidaden el art. 992:
Deber de confidencialidad. Si durante las negociaciones, una de las partes facilita a la otra una
información con carácter confidencial, el que la recibió tiene el deber de no revelarla y de no
usarla inapropiadamente en su propio interés. La parte que incumple este deber queda obligada
a reparar el daño sufrido por la otra y, si ha obtenido una ventaja indebida de la información
confidencial, queda obligada a indemnizar a la otra parte en la medida de su propio
enriquecimiento.
2.3.5. Legitimación activa
Tal como se regula en la norma, las futuras partes contratantes son quienes se encuentran
legitimadas para reclamar indemnización en caso de violación de la buena fe.
2.3.6. Extensión del resarcimiento
En el CCCN se ha incorporado una disposición sumamente abarcativa:
Durante las tratativas preliminares, y aunque no se haya formulado una oferta, las partes deben
obrar de buena fe para no frustrarlas injustificadamente. El incumplimiento de este deber genera
la responsabilidad de resarcir el daño que sufra el afectado por haber confiado, sin su culpa, en
la celebración del contrato.
2.3.7. La llamada responsabilidad post-contractual. Nociones.
Mosset Iturraspe (1992) nos enseña que la responsabilidad postcontractual se encuentra fuera
del contrato o en forma marginal, es decir a su costado, luego de la extinción del contrato.
Picasso (2001), por otro lado, considera que la responsabilidad postcontractual tiene sentido
solamente por oposición al concepto de responsabilidad precontractual, y su utilidad reside en
dar a entender aquellas situaciones de responsabilidad que se presentan una vez que el contrato
ha producido sus efectos principales.
Se nos plantea ahora el inconveniente de determinar la naturaleza jurídica de la responsabilidad
postcontractual.
Teorías extracontractualistas: Trigo Represas y Lopez Mesa citan a autores como Le Tourneau y
Cadiet, quienes explican que, debido a que el contrato se encuentra extinguido, la
responsabilidad postcontractual tiene que ser extracontractual, con fundamento en el deber
genérico de no dañar (art. 1109 CC).
Sin embargo, ello no parece razonable, ya que la teoría extracontractualista se funda en el caso
de un contrato que no ha existido. En este caso, el contrato ha existido, ha sido válido y alguna
de sus obligaciones perdura, de tal forma que se genera una responsabilidad postcontractual.
Teorías Contractualistas: Otra doctrina ha sostenido (Alterini) que el carácter de
postcontractual denota simplemente la cuestión temporal, o en otras palabras, lo que es
ulterior al cumplimiento de las obligaciones principales de un contrato. Eso no quiere decir que
tales obligaciones secundarias o accesorias sean extrañas al contrato.
De allí se infiere que dicha responsabilidad es netamente contractual.
De acuerdo con la postura señalada, tanto esté pactado dentro del contrato como cuando no, la
responsabilidad por lo dicho anteriormente, tanto cuando se haya pactado especialmente una
cláusula de éstas como cuando no, sería contractual. Esto se debe a que la obligación de ajustarse
a la buena fe continúa aún luego de estar extinguido el contrato.
La extensión del resarcimiento va a incluir el daño emergente, es decir, todos los gastos que haya
tenido que realizar el damnificado, y el lucro cesante, siempre y cuando el mismo sea cierto, aún
en calidad de pérdida de chance.
3. El daño resarcible
Comenzamos esta tercera unidad con el estudio del primer presupuesto o elemento de la
responsabilidad civil.
Bueno es aclarar aquí que los “presupuestos” o "elementos constitutivos de la responsabilidad
civil" pueden ser identificados como aquellas condiciones de existencia necesarias y suficientes
para configurar el nacimiento de la obligación de reparar. También se ha dicho que los
presupuestos de la responsabilidad por daños son “los elementos que integran el supuesto
fáctico condicionante de consecuencias jurídicas con motivo de la producción de perjuicios".
En efecto, para que se configure la responsabilidad civil, existen ciertos presupuestos que deben
estar presentes. Ellos son: el daño, la relación de causalidad, el factor de atribución (objetivo
o subjetivo) y la antijuridicidad. Ahora nos ocuparemos el daño.
3.1. El Daño.
3.1.1. Definición. La definición del CCCN en el actual contexto del
derecho de daños.
El CCCN brinda, en el art. 1737, el concepto de daño resarcible, estableciendo que "Hay daño
cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga
por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva".
La responsabilidad civil busca repartir justa y equitativamente los daños mediante el
reconocimiento del alterum non laedere como norma primaria y cláusula general del sistema con
jerarquía constitucional. Art. 1717: "Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es
antijurídica si no está justificada.
Es de destacar que, en la definición de daño resarcible, el derecho o el interés lesionados deben tener
por objeto a la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva. Lamentablemente, el
CCCN no posee una sección destinada a daños a los derechos de incidencia colectiva, puesto que ha
sido suprimida en última instancia por el PEN, pese a que había sido introducida en la Sección 5ª del
Capítulo 1 del Título V por el Proyecto originario redactado por la Comisión de Reformas. En ella se
hacía mención a la legitimación para obrar en tales supuestos, a los daños a derechos individuales
homogéneos, a los presupuestos de admisibilidad y a los alcances de la sentencia pasada en autoridad
de cosa juzgada en tales casos.
A modo de conclusión, entonces, de conformidad con la definición de daño que nos brinda el CCC, se
contemplan en el nuevo ordenamiento jurídico los daños individuales tradicionales (patrimonial o
moral –ahora denominado "daño que provoca consecuencias no patrimoniales”-), se incorporan los
daños colectivos cuando se lesionan derechos de incidencia colectiva (pese a la supresión
mencionada precedentemente) y se elimina la distinción entre daños de origen contractual o
extracontractual, aunque subsisten algunas diferencias entre ambas órbitas de responsabilidad.
3.1.2 Distinción entre daño e indemnización
Artículo 1737.- Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado
por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de
incidencia colectiva.
Artículo 1738.- Indemnización. La indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio
de la víctima, el lucro cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad
objetiva de su obtención y la pérdida de chances. Incluye especialmente las consecuencias de la
violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica,
sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida.
La indemnización es una consecuencia de la lesión. En síntesis, hay daño cuando se causa una lesión
a un derecho o a un interés que no sea contrario al ordenamiento, que comprende: a) el interés
individual del legitimado sobre su persona o su patrimonio; b) el interés respecto de los derechos de
incidencia colectiva. La indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio de la
víctima, el lucro cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva
de su obtención y la pérdida de chances. Incluye especialmente las consecuencias de la violación de
los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus
afecciones espirituales legítimas, y las que resulten de la interferencia en su proyecto de vida.
3.1.3. Requisitos del daño resarcible: a) cierto; b) personal; c) subsistente
Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o futuro,
cierto y subsistente. Para que el daño sea resarcible, debe ser: cierto, personal y subsistente.
El daño debe ser cierto
El daño es cierto cuando puede constatarse su existencia en forma cualitativa, aún cuando no pueda
determinarse su magnitud con precisión. Este requisito tiene relación con la consecuencia que genera
la acción lesiva y con la índole del interés lesionado. Un daño cierto es lo opuesto a un daño eventual
o hipotético, que no es aptos para generar resarcimiento.
La exigencia de que el daño sea cierto se refiere a su existencia y no a su actualidad o a la
determinación de su monto; el daño debe existir, es decir, debe ser real, efectivo, y no meramente
conjetural o hipotético; en ello se diferencia del daño eventual, que sí es meramente hipotético,
conjetural, de incierta realización, y que, a criterio del juzgador, ofrece escasas posibilidades de
ocurrencia, por lo que no corresponde su resarcimiento. Un daño también puede ser futuro sin que
por ello deje de ser cierto, puesto que la realización de muchos perjuicios pueden ser razonablemente
previsibles. La certidumbre, pues, estará dada por las consecuencias ulteriores del acto ilícito –que
pueden ser apreciadas ab initio- o por la inevitable prolongación en el tiempo del daño actual. En tal
sentido, pueden mencionarse las hipótesis de lucro cesante, y, en menor medida, las de pérdidas de
chances, siempre que éstas últimas sean contingencias razonables y guarden relación de causalidad
con el hecho generador. Es decir, en determinados supuestos, el juez posee la certidumbre de que
una lesión ha de suceder en el porvenir como producto del mismo ilícito.
El daño debe ser personal
Sólo la persona que sufre el perjuicio patrimonial o moral de modo directo o indirecto se encuentra
en posición de demandar la reparación. El daño personal puede ser directo o indirecto. Es directo
cuando el titular del interés afectado es la víctima del ilícito, mientras que es indirecto cuando el
perjuicio propio alegado por el acto es consecuencia de una afectación a bienes patrimoniales o
extrapatrimoniales de otra persona
Es de hacer notar que, en sus requisitos de reparabilidad del daño, el CCCN refiere que "para la
procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o futuro, cierto
y subsistente", aunque omite hacer referencia al recaudo de la personalidad.
Aun cuando la norma omite señalar el requisito personal, el mismo se advierte, a partir de una
interpretación razonablemente derivada del sistema vigente.
Lesión a un simple interés no ilegítimo
Para que el daño sea resarcible, éste deberá provenir de la afectación a un interés no ilegítimo del
damnificado.
Actualmente la norma refiere a un “derecho” o un “interés no reprobado por el ordenamiento
jurídico” (conforme el citado art. 1737), “el concepto jurídico de daño, abarca la protección de todo
interés no reprobado por el ordenamiento jurídico”. Según esta tesis basta un interés simple sin
necesidad de que se trate de derechos subjetivos; basta con que el interés sea licito. El actual CCCN
protege el interés en tanto sea afectado.
Subsistencia del daño
El daño debe subsistir al momento de sentenciar. Por lo tanto, si el daño ha sido indemnizado con
anterioridad al dictado de la sentencia (sea por pago o por cualquiera de los modos extintivos de las
obligaciones), la pretensión de reparación no corresponde.
3.1.4. Prueba
La prueba del daño patrimonial y de su cuantía pesa sobre quien alega su existencia. Rige al respecto
la amplitud en los medios probatorios. Se debe probar la cuantía y la calidad del mismo.
3.1.5. Daño y amenaza de daño
Para que exista responsabilidad civil es necesaria la causación de un daño por regla, ya que el mismo
constituye un presupuesto básico para su configuración. Esta idea está vinculada a la función
resarcitoria del derecho de daños. En efecto, la amenaza de daño puede tener consecuencias jurídicas
en relación a la función preventiva establecida por el nuevo Código, especialmente en cuestiones de
derecho ambiental. La idea preventiva engloba tanto la evitación de daños no justificados como la de
su agravamiento.
3.1.6. La unificación del régimen (aquiliana y obligacional) y el daño
resarcible
El art. 1716 establece el deber de reparar ante: i) la violación del deber de no dañar a otro, o ii) el
incumplimiento de una obligación.
Debemos tener cuidado en distinguir lo siguiente: al incumplirse una obligación, ello no siempre da
lugar a la reparación, sino sólo cuando existe daño para el acreedor. En este caso existen dos
obligaciones: la preexistente y la indemnización nacida por el incumplimiento. Este distingo se
mantiene aun cuando el régimen se haya unificado.
Por otro lado, subsisten algunas particularidades normativas entre ambos regímenes. Es pertinente
citar aquí el art. 1725: “Valoración de la conducta. Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia
y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias”.
Cuando existe una confianza especial, se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones
particulares de las partes.
Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición especial o facultad intelectual de una
persona determinada, a no ser en los contratos que suponen una confianza especial entre las partes.
En estos casos, se estima el grado de responsabilidad por la condición especial del agente.
La norma claramente alude a la “previsibilidad de las consecuencias” consideradas por las partes al
contratar, pues luego alude a las “condiciones particulares de las partes”, o a la “especial confianza
entre las partes”.
Es evidente que la norma refiere expresamente a la idea de un antecedente contractual.
Art. 1728 del CCCN, en los contratos se responde por las consecuencias que las partes previeron o
pudieron haber previsto al momento de su celebración. Esta primera norma es clara, pues limita su
aplicación al ámbito contractual.
Profundizando la diferencia, la norma alude al dolo del deudor. En este caso, la responsabilidad se fija
tomando en cuenta estas consecuencias también al momento del incumplimiento.
6. La relación de causalidad
6.1.Relación de causalidad
6.1.1. Definición. Diferencias entre causa, condición y ocasión
La relación de causalidad es la necesaria conexión fáctica que debe existir entre la acción humana y
el resultado dañoso producido. La relación de causalidad es el nexo que vincula materialmente y de
manera directa al incumplimiento obligacional o al acto ilícito con el daño, y en forma sucedánea e
indirecta, a éste con el factor de atribución.
La relación de causalidad nos permite determinar si un resultado dañoso puede ser atribuido
materialmente a una persona. De igual modo, respecto de la función preventiva del daño, nos permite
establecer un vínculo razonable y necesario entre una amenaza de daño y el hecho generador.
La relación de causalidad se refiere a la causalidad jurídica y difiere de la causalidad de las ciencias
naturales. La relación de causalidad jurídica indaga la responsabilidad civil o penal que surge de una
conducta humana.
El juicio que supone la relación de causalidad es neutro, ya que no valora la justicia o injusticia de la
acción, sino que se refiere a una cuestión meramente fáctica y objetiva.
No deben ser confundidas la causa, la condición y la ocasión. La condición es un mero antecedente
del resultado que se produce. El derecho no le atribuye la autoría del daño a un sujeto por el sólo
hecho haber aportado una condición, aun en el caso de que ésta haya contribuido. Sólo en el caso
de que dicha condición asuma especial entidad, por ser adecuada para producir ese resultado, se la
eleva a categoría de causa jurídica generadora del daño. De ese modo, podemos decir que una causa
es una condición, pero calificada como idónea para generar el detrimento.
Otro tipo de condición es la ocasión, que torna viable o favorece la producción del resultado dañoso
6.1.2. La doble función de la relación causal en la responsabilidad por daños:
autoría del daño y extensión del resarcimiento
La relación de causalidad tiene una doble importancia:
1. Determinar la autoría. La relación de causalidad permite determinar, la imputatio facti.
2. Adecuación. Provee los parámetros objetivos para determinar la extensión del resarcimiento
mediante un régimen predeterminado de imputación de consecuencias.
Causalidad Culpabilidad
- Se orienta a determinar si las consecuencias dañosas - Tiende a dilucidar si se puede formular un reproche
de un hecho pueden ser atribuidas materialmente a la subjetivo en el comportamiento antijurídico del autor
conducta de un sujeto, lo cual determina la autoría del material del hecho.
daño. -Se asienta en la noción de previsibilidad, valorada en
-Se determina previamente al juicio de culpabilidad. concreto desde el punto de vista interior del sujeto y
-Se asienta en la noción de previsibilidad, valorada en atendiendo al comportamiento exteriorizado frente
abstracto, con prescindencia de lo sucedido en el caso al hecho producido.
concreto, ex post facto, y de acuerdo a lo que sucede
-La previsibilidad agravada es extraña a la
conforme el curso normal y ordinario de las cosas.
culpabilidad.
-La previsibilidad es objetiva; sin embargo, puede
agravase en ciertos casos. En efecto, el primer párrafo
del art. 1725 del CCC dispone: “Cuanto mayor sea el
deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de
las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la
valoración de la previsibilidad de las consecuencias”.
El CCCN sigue los criterios más consolidados sobre el principio de la causalidad adecuada y la
extensión y simplificación de la responsabilidad a las consecuencias inmediatas y mediatas.
En síntesis: en materia de relación causal, el CCCN adopta como principio general la teoría de la
causalidad adecuada (art. 1726), que se funda en un parámetro objetivo de comparación: hay que
establecer, en cada caso, si era previsible que cierto hecho generara determinado resultado, de
acuerdo a lo que habría previsto un hombre medio en el momento del hecho.
6.1.5. Causas concurrentes. Causalidad conjunta o común, concurrente o
alternativa o disyuntiva
Existe causalidad concurrente cuando varias causas confluyen para producir un resultado. Son causas
conjuntas o comunes cuando ambas son necesarias para producir el resultado.
6.1.6. Las llamadas presunciones de causalidad. Análisis
La prueba de la relación de causalidad adecuada pesa sobre quien pretende la reparación del daño,
conforme el art. 1736 del CCC. Ésta es una derivación lógica de los principios que rigen la carga de la
prueba en materia procesal y que indica que quien alega la existencia de un derecho tiene a cargo la
demostración de los extremos de su pretensión.
La causalidad no se presume, lo que puede presumirse es el carácter adecuado de la condición.
6.1.7. La causación y la no evitación del daño
En virtud del principio de no dañar a otro, existe una obligación genérica de no causar daños a terceros
en su persona o en sus cosas. Sin perjuicio de ello, habrá situaciones en las cuales el ordenamiento
jurídico no sólo espera la no causación del daño, sino que pone en cabeza de ciertas personas físicas
o jurídicas la obligación de evitar el daño, pudiendo generarse responsabilidad en caso de que el
agente no evitase el daño.
Art 1710.-Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de:
a) evitar causar un daño no justificado; b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las
medidas razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas
evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a
que éste le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento
sin causa; c) no agravar el daño, si ya se produjo.
Art. 1711.- "procede cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la producción de un
daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución".
7. Factor de atribución
7. 1. El factor de atribución
7.1.1. Definición e Importancia
El factor de atribución constituye el elemento valorativo (axiológico) en virtud del cual el
ordenamiento jurídico dispone la imputación de las consecuencias dañosas del incumplimiento
obligacional o de un hecho ilícito stricto sensu a una determinada persona.
7.1.2. Clasificación
Los factores de atribución pueden ser clasificados en subjetivos y objetivos. Entre los primeros están
la culpa y el dolo, mientras que los más relevantes de la segunda categoría son el riesgo creado, la
garantía, el deber calificado de seguridad y la equidad.
7.1.3. Evolución histórica
Nos remitimos a lo analizado más abajo respecto de la evolución de los factores de atribución
subjetivos y objetivos.
7.1.4. Coexistencia de factores subjetivos y objetivos de atribución. La
cuestión en el CCCN
En el CCCN, los factores de atribución son dos: subjetivos y objetivos.
En relación a los subjetivos, los enumera diciendo que son la culpa y el dolo (art. 1724), y luego explica:
La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las
circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la
impericia en el arte o profesión. El dolo se configura por la producción de un daño de manera
intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
Factor objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante a los
efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera demostrando la causa
ajena, excepto disposición legal en contrario”; “Responsabilidad objetiva. Cuando de las
circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las partes, surge que el deudor debe obtener
un resultado determinado, su responsabilidad es objetiva”.
El art. 1721 refiere a que la atribución de un daño al responsable puede basarse en factores objetivos
y subjetivos. En ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa.
7.1.5. La cuestión procesal. i) Prueba del factor de atribución. ii) Facultades
judiciales
Art. 1734: “Prueba de los factores de atribución y de las eximentes. Excepto disposición legal, la carga
de la prueba de los factores de atribución y de las circunstancias eximentes corresponde a quien los
alega”.
Conforme el texto de la norma, la prueba del factor de atribución se encuentra a cargo de la víctima,
y el demandado deberá probar la eximente, es decir, la ruptura del nexo causal.
El art. 1735, establece una atribución a favor de los jueces, quienes pueden efectuar una modificación
en las reglas de la carga de la prueba.
Derecho comparado
Nos remitimos a las consideraciones específicas del derecho comparado respecto de los factores
subjetivos y objetivos de atribución.
7.3. La culpa
7.3.1. Definición. Requisitos
Pasamos ahora al estudio de uno de los factores de atribución subjetivos.
El CCCN dispone:
Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa consiste en la
omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las
personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o
profesión.
En ese sentido, corresponde definir a la culpa como la omisión de la diligencia que exija la naturaleza
de la obligación y que corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar.
Tabla 3: Requisitos de la culpa
7.4. El dolo
7.4.1. Definición. Distintas acepciones
El dolo es uno de los factores de atribución subjetiva.
Según el CCCN, el dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con
manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
Conforme la actual redacción normativa podemos entender que al equipararse el dolo contractual
con el extracontractual se pone el acento en “la situación del acreedor insatisfecho.
7.4.2. El dolo y el principio de buena fe en los arts. 9 y 729 del CCCN
Artículo 9°: “Principio de buena fe. Los derechos deben ser ejercidos de buena fe”.
Artículo 729: “Buena fe. Deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión y según las exigencias
de la buena fe”. Con lo cual ambas normas vienen a completar la idea de “buena fe” e implican una
pauta integradora para la interpretación del dolo en la responsabilidad civil.
7.4.3. El dolo en los arts. 1724 y 1729 del Código Civil y Comercial
La parte final del art. 1724 dice: "El dolo se configura por la producción de un daño de manera
intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos”.
Para indemnizar el daño, se deberá demostrar que se conculque, por medio del dolo, el derecho, acto
o situación jurídica, por acción u omisión, y acreditar el resultado dañoso.
La fórmula actual es más certera, al aludir a la “producción de un daño de manera intencional”, y
también más severa, porque incluye dentro del dolo a “la manifiesta indiferencia por los intereses
ajenos”.
7.4.4. Efectos
Existen supuestos en los cuales el daño sólo resulta jurídicamente resarcible en tanto y en cuanto el
autor del evento haya actuado con dolo. En estos casos, el dolo funciona como criterio de expansión
del área resarcible.
El dolo genera efectos propios en numerosas situaciones:
a) Es inválida la dispensa anticipada que exime o limita la responsabilidad, total o parcialmente, del
daño sufrido por dolo del deudor o de las personas por las cuales debe responder (art. 1743).
b) La invalidez de tales cláusulas no sólo alcanza al deudor, sino también a las personas por las cuales
debe responder.
No debe confundirse la dispensa anticipada con la renuncia del derecho de reclamar daños y
perjuicios por parte del acreedor, una vez operado el incumplimiento doloso.
c) No se beneficia con la atenuación de la responsabilidad en relación a la facultad del juez –al fijar
la indemnización- de disminuirla, por un fundamento de equidad y en función del patrimonio del
deudor, la situación personal de la víctima y las circunstancias de hecho del art. 1742. En este
caso, la indemnización es plena (art. 1740).
d) La exclusión o limitación de la responsabilidad por la incidencia del hecho del damnificado en la
producción del daño, que se exceptúa cuando la ley o el contrato dispongan que debe tratarse de
su culpa, de su dolo o de cualquier otra circunstancia especial (art. 1729).
e) La responsabilidad por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento. Es aplicable si el caso
fortuito o imposibilidad de cumplimiento sobrevienen por su dolo.
f) En los daños causados por acusación calumniosa sólo se responde por dolo o culpa grave (art.
1771).
El dolo y la extensión del resarcimiento
El art. 1726 del nuevo Código establece que “son reparables las consecuencias dañosas que tienen
nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario,
se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles”.
Se responde por las consecuencias que las partes previeron o pudieron haber previsto al momento
de su celebración. Aquí, la relevancia está en la previsibilidad de las partes al momento de la
celebración del acto contractual o la posibilidad de haberlas previsto.
Pero, si existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas consecuencias al
momento del incumplimiento. Es decir, además de las consecuencias previstas al momento de la
celebración, se le agregan las consecuencias dañosas al producirse el incumplimiento, lo que cobra
importancia en los contratos de duración. Cuando se cualifica a la conducta del deudor como
"culposa", éste debe las consecuencias previsibles al tiempo de celebración o nacimiento del
contrato; en tanto, cuando existe dolo del deudor, se extiende la reparación hasta las consecuencias
previsibles al tiempo del incumplimiento.
Si bien la norma refiere al dolo del deudor, resulta aplicable al dolo del acreedor, de acuerdo a lo
convenido contractualmente, con respaldo en el art. 1716.
7.4.5. Prueba
El dolo no se presume; por el contrario, el mismo debe ser alegado y probado. Dicha tarea
corresponde a quien invoca su existencia. Se aplican en esta temática los principios generales,
admitiéndose inclusive la prueba indiciaria o de presunciones, lo cual es cosa distinta a decir que el
dolo se presume.
7.4.6. Dolo y culpa concurrente
En cuanto concurren, en el evento dañoso, ambas conductas (culpa y dolo), por parte de víctima y
victimario, debemos decir que las mismas no se neutralizan, sino que deben ser analizadas cada una
en el caso particular.
Conforme analizaremos en detenimiento en las causales de exoneración, pueden existir supuestos en
los cuales el daño derive de la culpa del demandado y de la víctima. En estos supuestos se distribuirán
entre ambos las consecuencias dañosas, soportando cada uno de ellos una carga proporcional a la
incidencia causal que hubieran aportado en la producción del daño.
7.4.7. Dolo concurrente
En cuanto concurren, en el evento dañoso, ambas conductas, por parte de víctima y victimario, deben
ser analizadas ambas conductas en el caso concreto a los fines de la eximente de responsabilidad civil.
En caso de concurrencia de culpa, la víctima con el dolo del demandado, éste último absorbe el hecho
culpable o no de la víctima. De ese modo se considera que el sindicado como responsable ha sido el
único causante del daño. En la concurrencia del dolo de la víctima y del demandado, procede la
reparación del daño causado teniendo en cuenta la incidencia de cada conducta dolosa en la
producción del resultado.
7.4.8. Dispensa del dolo. Remisión
Art. 1743.- Dispensa anticipada de la responsabilidad. Son inválidas las cláusulas que eximen o limitan
la obligación de indemnizar cuando afectan derechos indisponibles, atentan contra la buena fe, las
buenas costumbres o leyes imperativas, o son abusivas. Son también inválidas si liberan
anticipadamente, en forma total o parcial, del daño sufrido por dolo del deudor o de las personas por
las cuales debe responder.
8.1.2. Clasificación
Según el efecto que producen, encontramos eximentes vinculadas con la antijuridicidad, con el factor
de atribución y con la relación de causalidad. Pasemos a analizar quién carga con la prueba de cada
categoría y sus particularidades.
8.1.3. Prueba de las eximentes. Facultades judiciales
El CCCN regula la carga de la prueba del factor de atribución y la eximente en el art. 1734,
estableciendo que, excepto disposición legal, la carga de la prueba de los factores de atribución y de
las circunstancias eximentes corresponde a quien la alega.
Si bien la norma refiere al factor de atribución relación de causalidad, la misma es aplicable para el
resto de los presupuestos y eximentes. Quien invoque un eximente que obstaculice la configuración
de la antijuridicidad tendrá a su cargo la prueba de tal afirmación.