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23/11/2018 Sistema Solar

EL MUNDO EN QUE VIVIMOS Capítulo 1º Subcap. 2º

<> EL UNIVERSO. NUESTRO SISTEMA SOLAR EN 1957.

Índice de este Apartado:


> EL SOL Y LOS PLANETAS ANTES DE LA ERA ESPACIAl.
= MERCURIO.
= VENUS.
= TIERRA.
‑ LA LUNA.
= MARTE.
- FOBOS Y DEIMOS.
= ASTEROIDES.
= JUPITER.
‑ LOS SATELITES JOVIANOS.
= SATURNO.
‑ LOS SATELITES DE SATURNO.
= URANO.
‑ LOS SATELITES DE URANO.
= NEPTUNO.
‑ LOS SATELITES DE NEPTUNO.
= PLUTÓN.
= LOS COMETAS.
= MÁS ALLA DE PLUTÓN.
= EL ESPACIO INTERPLANETARIO.
= METEORITOS.

Desde lo infinitamente diminuto, el átomo, a lo infinitamente grande: el Universo. Entre el átomo y el Universo, nuestro
cerebro, nuestro ser, también infinito por su siempre desconocido poder y capacidad, trata de averiguar su razón de ser en el
mundo que habita. Sí, tratamos de responder a ¿dónde estamos? preguntándole al Universo, para saber a donde vamos,
quienes somos y que hacemos. En cualquier caso, el interés humano por el cosmos es tan antiguo como él mismo.
El Universo, corta palabra para un todo, es lo infinitamente grande que, comprendido bajo la ley de la Creación,
determina la vida representando el cuerpo y alma humanas. Resulta tal difícil entender el Universo como el cerebro humano.
Saber de uno de ellos es ya conocerlo todo. Vaya pues el cerebro al espacio, investigándolo y contemplándolo en su logro, en
el éxtasis de quien contempla unas cataratas, un mar, un paisaje, es decir: el mundo en que vivimos. El Universo pues no lo
definamos. Es lo que se estudiará y aun desconocemos, quizá mucho, quizá casi todo.
Existe desde un tiempo que, bajo ahora nuestro planteamiento superficial, igual nos da que sean millones de siglos que de
miles de millones porque su escala es para nosotros infinita, interminable. Su extensión resulta de igual medida. Ahora nos
da igual. Tendrá límites en el espacio y en el tiempo, pero para nosotros es infinito. No entremos más en ello ahora. Como
tampoco entraremos siquiera en lo que principalmente se sabe de él, pero si lo fundamental de sus entes principales y
cercanos, enumerados para dar previamente esa idea superficial del mundo, una remota idea del Universo más inmediato que
se encuentra el hombre a la llegada de la época espacial. Los datos son pues aquí aproximados, siendo en la última parte
repetidos pero con mayor precisión, amplitud y exactitud, fruto de los resultados de la exploración astronáutica.
Por tanto, a grandísimos rasgos hoy sabemos que su ente superior, su compuesto principal son los grupos de galaxias que
se desenvuelven entre el espacio y el tiempo. Las galaxias están formadas por una mayor o menor densidad de estrellas
apiñadas que giran. Las estrellas, de cuyo tamaño y masa hay para todos los gustos, son cuerpos como el Sol que subsisten
en una constante reacción de fusión nuclear que les permite vivir miles de millones de años emitiendo la gran cantidad de
energía que da a conocer la fórmula de Einstein E=mxc^2 ya vista y de la que nos llega ínfima parte, señalando en las
noches despejadas esa inmensidad de puntos luminosos (con los que se confunden los planetas) en el firmamento.
La distancia entre estrella y estrella en las galaxias es tan inmensa como para pensar que la luz, que es lo más rápido
viajando (casi 300.000 Km/seg.) tarda en llegar de una otra en el mejor de los casos, por término medio pues las distancias
son muy variables, muchos años. O sea que entre galaxia y galaxia los años que se tardaría a tal velocidad se miden ya en
cifras enormes.
Las estrellas que nacen de masas descomunales de materia espaciada irregularmente a modo de nubes de polvo, poseen
probablemente con regularidad en su inmediato entorno planetas que son cuerpos ya más asequibles pues no generan
fusiones nucleares y vienen a ser algo así como los únicos crisoles de la vida a nivel que nosotros tenemos.

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Las estrellas son masas de elementos ligeros, principalmente de hidrógeno que es el elemento base y con densidad muy
variable pues puede estar bajo presiones fabulosas. El principal carácter como se citó de una estrella es la subsistencia por
reacciones nucleares de fusión que producen el brillo que observamos y por cuyo estudio conocemos sus peculiaridades.
En realidad, tal brillo, que en nuestro Sol es además calor, es parte de la radiación de luz que emite, pues además irradia
otras. Tomando como base ello, sabemos todo: distancias, temperaturas, regiones, etc.
Las radiaciones llegan también a otros planetas donde calientan su atmósfera o terreno y son reflejadas en definitiva
proporcionando por carambola información particular de éstos últimos. Los planetas, y asimismo sus satélites, no son masas
incandescentes normalmente sino estables y sólidas con superficie definida, salvo raras excepciones.
Nuestra estrella es el Sol y gracias a ella tenemos luz en el día y existe la noche en el lado no iluminado en la rotación de
la esfera terrestre. Las estaciones con sus fríos y calores también son consecuencia del Sol en coordinación con los
movimientos planetarios. La Tierra gira alrededor del Sol en el tiempo de un año y además dando sobre su eje 365 vueltas
que llamamos días. Pero la Tierra está además acompañada en ese girar en torno al Sol de otros 8 planetas. Los planetas a su
vez tienen otros cuerpos parecidos pero de menor tamaño girando en su entorno: son los satélites. Nosotros tenemos uno: la
Luna. Los planetas más cercanos al Sol son Mercurio y Venus, y son llamados planetas interiores.
A continuación está la Tierra, con la Luna, y más allá Marte con sus 2 pequeños satélites, luego un cinturón de asteroides,
el enorme Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, estos cinco últimos, a excepción de Plutón que solo tiene uno, con
varios satélites.
El cuerpo celeste más cercano a nuestro planeta, en que fuimos gestados y crecidos y del cual solo en los últimos años
hemos esporádicamente salido, es la Luna que está solo a unos 380.000 Km de nosotros y que también hemos empezado a
visitar “a pié” entre 1969 y 1972.
Los siguientes cuerpos más cercanos son luego Venus y Marte, que fueron indirectamente visitados por el hombre a base
de ingenios automáticos no tripulados. A continuación por distancia de la Tierra hallamos a Mercurio, el cinturón de
asteroides, el Sol (centro del sistema), Júpiter, etc.
Las distancias de la órbita que siguen y la velocidad de rotación en torno al Sol son fruto del efecto gravitatorio que
infunde por dominio el Sol.
La gravedad es a grandes rasgos la fuerza, aceleración, que atrae a los cuerpos entre sí y es proporcional a la masa de cada
uno en relación directa e inversamente a la distancia a que se encuentren. Sobre la gravedad y los movimientos se trata en un
capítulo siguiente.
Casi todos los planetas tienen como frontera de separación del resto del Universo o simplemente del espacio exterior una
atmósfera o envoltura gaseosa más o menos densa y de diferente composición química. Nuestra atmósfera es el primer
obstáculo, completamente necesario desde luego, para ir al espacio.
Nuestras posibilidades de navegar por el espacio en la actualidad se limitan al campo del sistema solar, único asequible
astronáuticamente hoy por hoy. El límite es Plutón, que ya está a considerable distancia, pues más allá la próxima estrella
está a la friolera de las de 40 millones de millones de kilómetros, ya que la luz viajando a 300.000 Km/seg tarda más de 4
años en llegar. No obstante, el futuro puede deparar ciertas sorpresas con naves o técnicas hoy insospechadas.
Realmente lo que hay más allá del último planeta no nos afecta materialmente si no es para su estudio a distancia que
igual nos da (relativamente, por supuesto) hacerlo desde la Luna que desde Plutón. La enorme distancia de los cuerpos más
cercanos a nosotros así lo determina.
Así pues, en resumen, para la actual astronáutica se establece el único efecto de los cuerpos del sistema solar. De tales
efectos hay que considerar en definitiva: distancias u órbitas en que giran, masa o gravedad y sus movimientos rotatorios
propios, así como los detalles primordiales relativos a su posible atmósfera y superficie (solidez, etc) y en concreto los datos
que nos permitan navegar a ellos sin ser objeto de efectos imprevistos importantes.
El conocimiento total nos lo darán luego las investigaciones que pueden no ser necesariamente directas, pudiendo hacerse
desde las cercanías o desde otro cuerpo en disposición estratégica.
El punto central del sistema es el Sol en torno al cual giran los 9 planetas y sus satélites. Sin embargo, para nosotros
nuestro punto central es la Tierra, nuestra morada principio y fin de todo vuelo espacial humano.
Cuando partimos debemos pues conocer, del cuerpo a explorar astronáuticamente, para el cálculo necesario del vuelo
concreto: la distancia de nosotros, la ruta que se sigue y la que debe llevar la nave, campo de gravedad y tamaño, atmósfera,
geografía elemental, vida geológico‑química, vida biológica elemental si la hubiera. Salvo la nuestra en el sistema es
prácticamente imposible la vida biológica superior.
Estos caracteres básicos del sistema son algo así como un mapa de carreteras con las posibilidades de cada lugar turístico.
Como norma común válida para todo el planeta que posea atmósfera se puede decir que las características de ésta dependen
de una serie de factores. A saber, masa del planeta o valor de la aceleración gravitatoria, composición gaseosa, temperatura y
altura de las diversas capas. La diferencia de presión por alejamiento de la superficie es proporcionalmente directa al valor
gravitatorio y a la masa de los gases e inversamente a la temperatura.
La relación entre los factores expuestos la determina la igualdad de la diferencia de presión entre las partes inferior y
superior de una zona atmosférica con el espesor de la región por la masa de gases y la aceleración gravitatoria en opuesta
relación a la temperatura y a una constante llamada de Boltzman.
En líneas generales, de todo ello se deduce que un planeta u otro cuerpo celeste para poseer atmósfera ha de tener un
campo de gravedad suficiente para retener los gases. Si éstos son pesados y el campo es acusado en la superficie la presión
será grande. Si la temperatura aumenta la presión disminuirá por la expansión de los gases. En todo caso la presión
disminuye considerablemente con la altura. Por el contrario en un astro de débil gravedad existen infinitas posibilidades más
de que no posea atmósfera al no ser capaz de retenerla, o si la posee se extenderá a bastante altura y la presión, igualmente
débil, disminuirá con menor diferencia a medida que se asciende de altura.
El escape de gases atmosféricos en un campo de débil gravedad se debe al fluido movimiento de los átomos que es en tal
caso suficiente para fugarse si se hallan a gran altura.

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En resumen, los gases ligeros a mayores temperaturas en campos gravitatorios de poco efecto determinan, además de una
menor presión, la progresiva pérdida del mismo por parte del astro e inversamente los gases pesados a menor temperatura en
fuertes campos proporcionan una densa atmósfera de gran presión, sobre todo en su superficie.
La existencia de vida está ligada a la atmósfera. En el sistema solar las posibilidades mayores se centran entre Venus,
Tierra y Marte (ecosfera). Hasta Venus es calor es excesivo y más allá de Marte es el frío lo predominante.

> EL SOL Y LOS PLANETAS


El Sol, estrella del sistema y motor de la vida en el mismo, no es por supuesto apto para visitar y solo nos sirve para
aprovechar su energía irradiada y para estudiar pues provoca efectos que nos influyen sobremanera.
Tiene el Sol un diámetro aproximado de 1,392 millones de kilómetros y una masa de 1,99x10^29 Tm. con una densidad
media de 1,4 la del agua. Gira sobre sí mismo dando una vuelta cada 25,3 días y para escapar de él es necesario alcanzar una
velocidad de 617 Km/seg dada su potente gravedad.
Está compuesto por un 68 % de hidrógeno, 28 % de helio y un 4 % de elementos más pesados. La temperatura interior es
de unos 14‑20 millones de ºC y periférica de unos 6.000 ºC. La temperatura es el natural resultado de la constante reacción
nuclear de fusión de los elementos de que se compone, liberando fabulosas cantidades de energía, en razón a la relación
E=mxc^2.
El ciclo principal de la reacción lo efectúa el hidrógeno (H) y helio (He): Dos protones dan lugar, en interacción, a la
formación de un núcleo de H pesado, H2 positivo. Tal núcleo absorbe un nuevo protón emitiendo radiación gamma y se
constituye en helio 3 o helio ligero. Dos núcleos de helio 3 en interacción dan luego lugar al helio 4 normal, emitiendo 2
protones sobrantes.

Al cabo de mucho tiempo de quemado se da lugar a ciclos de carbono y nitrógeno y otros.


Las radiaciones atómicas que parten del Sol ocasionadas por la fusión nuclear son llamadas viento solar y van en todas
direcciones disminuyendo en densidad a medida que se alejan como es obvio. El alejamiento se produce a una velocidad
aproximada entre 1.000 y 2.500 Km/seg. que puede aumentar hasta cerca la velocidad de la luz durante períodos de máxima
actividad solar que se producen cada 11 años aproximadamente ofreciéndose entonces como mucho más peligrosas.
El viento solar eyectado, compuesto de partículas ionizadas de hidrógeno y helio, supone en origen una constante
expulsión de 4,5 billones de CV de los que en la Tierra se reciben solo 1,9 millones por segundo y Km^2, o también sean
1,935 calorías por minuto y cm^2.
El viento solar que penetra en la atmósfera terrestre es absorbido por la misma y no llega prácticamente a nosotros el
verdadero peligro que originalmente supone.
De las radiaciones ETM que viajan a una velocidad de 300.000 Km/seg. y cuyos efectos tal y como llegar del Sol son
letales, a excepción de la luz visible y determinadas ondas de radio, son muy absorbidas o reflejadas por la atmósfera
provocando diversos fenómenos. Aproximadamente, sin grado de constancia, el 41 % de la energía emitida por el Sol está en
la banda visible, el 52 % en el IR, el 7 % en el UV, y un 0,0000000001 % son microondas y ondas de radio.
Del Sol recibe la Tierra toda la energía exceptuando la de los volcanes, géiseres, movimientos telúricos y demás que
produce el planeta por causas naturales, dando todo ello lugar a la actividad biológica en el mismo, desde el vuelo de una
abeja a una guerra mundial.
Recibe la Tierra unos 75.000 millones de kilovatios que son empleados: 20 en calentar la atmósfera, por previo
calentamiento del suelo, 2 inciden directamente en la circulación de los vientos y corrientes oceánicas llevadoras del calor
tropical a regiones polares, 7 son absorbidas por las plantas, marinas y de tierra, consumiendo un pequeño porcentaje en la
fotosíntesis de donde se originará luego la procedencia de la energía acumulada del carbón, petróleo y gas (200 millones de
kilovatios) y la energía muscular por alimentación humana y animal (30 millones).
En torno al Sol giran los 9 grandes cuerpos llamados planetas, llamados por los antiguos "errantes", trazando una elipse en
cada vuelta (una vuelta para la Tierra es una año) y girando sobre su propio eje (una vuelta en la Tierra es un día), hallándose
todos los planos de las órbitas con una inclinación casi igual.

= MERCURIO

Es el planeta más cercano al Sol y gira en una órbita de una distancia mínima de 46 millones de Km y una máxima de 70,
siendo pues la media de unos 58 millones Km, que recorre a una velocidad media de 47,8 Km/seg, empleando en dar una
vuelta 88 días terrestres. Gira sobre sí mismo dando una vuelta cada 58 días (que es pues SU día). Tiene aproximadamente
uno 360 trillones de toneladas de masa, una gravedad 0,373 la de la Tierra, o sea, 3,66 metros/seg^2, y una velocidad de
escape de 4,2 Km/seg. Su diámetro es máximo en el ecuador con unos 4.720 Km.
Mercurio no tiene satélites ni atmósfera a considerar. Su superficie, que sufre de día altas temperaturas y en las zonas
oscuras el extremo contrario bajo cero, está plagada de cráteres. Para los profanos que vean imágenes de su superficie no es
posible su distinción de la Luna pues realmente con sus cráteres es idéntico y si se ofrecen vistas parciales resulta muy difícil
de distinguir.
Es de relativo interés astronáutico.
=VENUS

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Segundo planeta en distancia al Sol y próximo a nosotros, gira en una ligera elipse de una distancia mínima al Sol de
107,3 millones de Km y una máxima de 108,7, siendo la media pues de casi 108, y va a una velocidad orbital de 35 Km/seg.,
dando una vuelta cada 224,7 días (su año). Su día equivale a 243 de los terrestres. Con una masa de 5.360 trillones de Tm.
posee una velocidad de escape de 10,2 Km/seg. El diámetro del planeta es de unos 12.190 Km. No tiene satélite alguno.
Posee una densa atmósfera en la que reinan altas presiones y temperaturas que fundirían el plomo, aunque al principio de la
era espacial no se sabía tal carácter.
Resulta, principalmente por su atmósfera, muy interesante.
= TIERRA

Nuestro planeta con su ligera forma de pera, tiene un diámetro ecuatorial de unos 12.757 Km y un polar de 12.713 Km. y
gira en una órbita media de distancia al Sol de 149,68 millones de Km. (que es y establece una Unidad Astronómica UA) a
una velocidad orbital media de 29,76 Km/seg cada 365,2 días. El día terrestre se compone de 23 horas 56 minutos y 4
segundos, oficialmente redondeado en 24 horas. Tiene una masa de 6,6x10^21 Tm y una velocidad de escape de 11,2
Km/seg. Posee una notable atmósfera de la que luego se tratará aparte.
Su interés es evidentemente el máximo pues es nuestra casa.

‑ LA LUNA
Es el único satélite natural de la Tierra alrededor de la cual gira en una órbita de 406.600 Km. de distancia máxima y
356.300 de mínima. En realidad gira con la Tierra en un bamboleo. La velocidad orbital media es de 3.680 Km/hora y da una
vuelta en torno a la Tierra cada 27 días, 7 horas y 43 minutos. Su día es igual a ese período de 27 días por lo que siempre
presenta la misma cara a la Tierra. Su diámetro es de 3.473 Km, la masa 1/81 de la terrestre y la velocidad de escape es de
2,4 Km/seg. Carece de atmósfera y su superficie está generalmente llena de cráteres. Cuando la Luna queda en línea con la
Tierra y el Sol, bien entre ambos o con la Tierra por medio, da lugar a los eclipses.
Tiene cierto absoluto interés, y relativamente grande, por su cercanía a nosotros.
= MARTE

El rojizo planeta Marte circula por el espacio en una órbita media de unos 227,8 millones de Km. de distancia del Sol, con
una mínima de 206,8 y máxima de 249, con una velocidad orbital media de 24,14 Km/seg., dando una vuelta (año marciano)
cada 686,9 días terrestres, o sea casi 2 años nuestros. Su día es ligeramente superior al nuestro, 24 horas 37 minutos y 23
segundos. Su masa de 705 trillones de Tm equivale a 0,11 la terrestre y determina una gravedad para la cual se precisa una
velocidad de escape de 4,8 Km/seg. Su diámetro es de 6.880 Km. Posee una apreciable atmósfera pero que es inferior a la
nuestra. Su superficie muy variada contiene lechos bastante grandes y secos de posibles antiguos ríos, aunque no como los
nuestros, y tiene casquetes polares con hielos. Posee dos satélites.
Es pues, de grandísimo interés astronáutico.
‑ FOBOS Y DEIMOS
Fobos y Deimos no pasan realmente de ser 2 asteroides, pues el primero, que gira en órbita entre 9.370 Km de distancia
de Marte, tardando en dar una vuelta 7 horas, 39,45 minutos, tiene forma alargada de un diámetro máximo de 16 Km.
Deimos tiene un diámetro de solo 8 Km. y gira en período de 1 día, 6 horas y 18 min en una órbita de una distancia media de
unos 20.000 Km.
= ASTEROIDES
Los asteroides son cuerpos de menor tamaño no solo que los planetas sino de sus satélites. Son algo así como de la masa y
tamaño de las islas terrestres, aun contando con la variedad también pareja.
Giran en cantidad de unos 50.000 en una banda de 80 millones de Km., la inmensa mayoría entre Marte y Júpiter (de ahí
su inclusión aquí), en ese intermedio de 500 millones de Km. entre ambos planetas. La mayor masa de asteroides deambula
en una franja de unos 280 millones de Km., en el centro de citado intermedio. Los asteroides más importantes son Ceres,
diámetro de 690 Km, Palas, diámetro de 452 Km, Vesta con 393, Higea 357, y un sin fin de menores tamaños.
No tienen atmósfera, como resulta lógico, pero son muy interesantes de estudiar.

= JÚPITER
De enorme interés, resulta que el más gigantesco de los planetas del sistema, Júpiter, circula en el espacio acompañado de
una docena de satélites y gira en una órbita de una distancia mínima al Sol de 738 millones de Km y una máxima de 818 y es
pues la media de 778. La velocidad orbital media es de 13,05 Km/seg.
Su año es de 11,87 terrestres y su día de solo 9 horas 55 min., lo cual significa que gira muy rápido; es decir, tarda en dar
una sola vuelta alrededor del Sol más de 11 años y en cambio en un día terrestre gira casi 3 veces sobre si mismo, o sea que
un año suyo tiene más de 10.500 días suyos.
Su masa es 318 veces la de la Tierra y la gravedad 2,54 la nuestra, es decir casi 25 m/seg. La velocidad de escape es de
60,02 Km/seg. El diámetro joviano en el ecuador es de 142.700 Km. Posee atmósfera muy densa e indefinida, con altas
temperaturas interiores. En su aspecto se observan bandas de distinta tonalidad, posiblemente originadas por la velocidad de
rotación, ofreciéndose también a la vista una gran mancha roja de 40.000 Km de larga y 12.800 de ancha.

‑ LOS SATÉLITES JOVIANOS


Se conocían entonces del gran planeta Júpiter, a la llegada de la era espacial, en total los 12 satélites enumerados en la
siguiente tabla, desde el más próximo al planeta al más alejado.

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Se señala respectivamente su número de descubrimiento, su nombre, distancia media a Júpiter desde la órbita que siguen,
el diámetro, y su período de rotación.

= SATURNO

Segundo gigante del sistema, que dista de la Tierra 1.190 millones de Km en el mejor de los casos, gira en una órbita
media de 1.428 millones de Km, mínima de 1.348 y máxima de 1.508, a una velocidad media de unos 10 Km/seg y da una
vuelta en torno al Sol, su año, cada 29,7 años y rota sobre sí mismo, su día, dando una vuelta cada 10 horas 14,5 minutos. Su
masa es de 625.000 trillones de Tm y la gravedad equivale a 1,13 la de la Tierra. La velocidad de escape es de algo más de
35 Km/seg. Su diámetro es en el ecuador 120.000 Km. Posee como Júpiter atmósfera y evidentemente resulta muy
interesante pues además y entre otras cosas, posee unos anillos de 287.000 Km de diámetro, entre 74.600 Km y 136.000 Km
de distancia del planeta, con un espesor de solo 16 Km y le dan un particular aspecto al planeta.
‑ LOS SATÉLITES DE SATURNO
Los satélites conocidos del planeta Saturno eran 10 al principio de la astronáutica. Helos a continuación enumerados
según la distancia del planeta, señalando el nombre, la distancia media al planeta en miles de kilómetros, su diámetro y el
período de rotación en días, horas y minutos:

= URANO

Urano gira en órbita de distancia mínima de 2.741 millones de Km del Sol, máxima de 3.005 y media de 2.873, con una
velocidad orbital media de 6,81 Km/seg, con un período de rotación de algo más de 84 años. Su día es de 10 horas 45
minutos y la gravedad 1,11 la terrestre. La velocidad de escape es de 22 Km/seg. Tiene un diámetro 51.000 Km de máximo.
Es muy frío y se le conocían 5 satélites.
‑ LOS SATÉLITES DE URANO

Se creía que Urano tenía los 5 satélites que se enumeran luego, señalando el número que hace por descubrimiento, el
nombre, la distancia a Urano, el diámetro y período de rotación:

= NEPTUNO

Penúltimo planeta, muy frío, perdido cerca de los confines del sistema, gira en órbita de una distancia media de 4.495
millones de Km del Sol, con mínima de 4.455 y máxima de 4.535, que recorre con una velocidad media de 5,44 Km/seg
cada 164,79 años terrestres. Su día es de unos 14‑15 horas. El diámetro es de unos 45.000 Km. La gravedad de Neptuno es
1,14 la de la Tierra y la velocidad de escape es de casi 25 Km/seg.

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‑ LOS SATÉLITES DE NEPTUNO


Se creía que poseía dos, Tritón y Nereida, respectivamente mayor y menor. El primero tendría 5.000 Km de diámetro y
gira a una distancia de Neptuno de 352.000 Km, dando una vuelta cada 5,88 días. Nereida tendría un diámetro de 300 Km y
rota a una distancia de unos 5,562 millones de Km de media en órbita excéntrica; con un período de 359 días.
= PLUTÓN
Es el límite del sistema planetario y es posiblemente el más frío de los planetas. Su órbita tiene una distancia mínima al
Sol de 4.390 millones de Km y una máxima de 7.300, siendo la media de 5.845. La velocidad orbital media es de 4,8
Km/seg y da una vuelta en torno al Sol cada 248 años terrestres y 155 días, girando sobre sí mismo en un día propio de 6
días y 9 horas. El diámetro que posee tiene unos 6.000 Km. La velocidad de escape es de 5,1 Km/seg. A la llegada de la
astronáutica no se sabía que tuviera satélite alguno.
= LOS COMETAS
Son cuerpos de menor masa que giran en órbitas muy excéntricas y se componen de una cabeza y una cola de gases de
menor densidad que son iluminados por el Sol cuando se acercan a él, ofreciendo la clásica imagen conocida de todos.
Algunos, sin embargo, no brillan por su características, ni tienen cola. Son escasos y previsibles. No guardan relación con
los planetas que no obstante los influyen gravitatoriamente. Sus órbitas son conocidas y los períodos de rotación son
normalmente entre 3 o 4 años y más de ciento y pico. El más famoso de todos es el de Halley.
= MÁS ALLÁ DE PLUTON
Reduciendo a una escala el sistema solar, si el Sol fuera una esfera de 1 m. de diámetro, el planeta Mercurio tendría 4 mm
de diámetro, como una lenteja, y estaría dando vueltas a una distancia media de 42 m., que es el ancho de un campo de
fútbol; Venus con 9 mm de diámetro, menos que un garbanzo, se situaría a 78 metros, el largo de un campo pequeño; la
Tierra con 1 cm. de diámetro, como una avellana ‑imagínese el tamaño de un hombre!‑, estaría a 108 m.; Marte sería una
esferita de casi 5 mm de diámetro, la mitad de la Tierra, y estaría a 164 m.; los asteroides serían como un polvillo, y Júpiter
tendría 10 cm de diámetro, como una gran naranja, y se situaría ya a 558 m, o sea más de medio Km de la esfera de 1 m. que
fuera el Sol; Saturno tendría 8,6 cm de diámetro, tamaño de una naranja más pequeña, y estaría a más de 1 Km (1.027 m.);
Urano, sería de 3,4 cm de diámetro, una ciruelita, y se hallaría a más de 2 Km (2.062 m.); Neptuno, de 3,6 cm de diámetro,
poco más que Urano, se situaría a 3,23 Km; y Plutón, el último, de 4,3 mm, menos de la mitad de la Tierra, habría de estar a
4,24 Km de la esfera de 1 m. (el Sol).
Pues bien, la más cercana estrella se encontraría después a casi 30.000 Km que es más del doble del diámetro real de la
Tierra. O bien si todo el sistema solar, cuyo diámetro real es de más de 12.000 millones de Km, midiese 1 m. y estuviera en
Europa, la estrella más cercana estaría a 3.400 Km, en América, y sería de un diámetro de milímetros o quizá menos.
Tal estrella más próxima es en realidad una cercana a Alfa Centauro, la estrella más brillante de Casiopea, y donde en
realidad hay tres. Están a poco más de 4 años‑luz. Después y hasta la distancia de 10 años‑luz, hay otras 8 estrellas que no
son por supuesto las más brillantes, pues el brillo no es exclusivo de la distancia en magnitudes.
El Sol forma parte de un grupo de estrellas en un lado de la Vía Láctea, nuestra galaxia, que está a su vez separada de
otras galaxias, a distancias infinitas para nosotros, que integran el llamado grupo local de 27 de ellas. Más allá hay otros
grupos.
Sobre el tamaño de las estrellas y otros entes cósmicos no existe uniformidad. No todos los modelos planetarios, de los
que realmente no conocemos más que el propio pero cuya existencia suponemos, serán como el nuestro.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene alrededor de 100.000 millones de estrellas. El diámetro es de unos 100.000 años‑luz
y un ancho de 20.000. El Sol está a 32.000 años‑luz del centro de la galaxia, en torno a la cual da una vuelta con su plantel
de planetas cada 255 millones de años. Las medidas son aquí tan enormes que las unidades de medida son el año‑luz, o sea
la distancia recorrida en un año a la velocidad de la luz, y el PARSECS que son 3,26 años‑luz.
= EL ESPACIO INTERPLANETARIO
Es el medio en el que discurren el Sol y su cortejo de planetas con sus satélites, los cometas y asteroides y la ruta de las
radiaciones. Pero allí, además de polvo cósmico, o sea nubes en polvo de materia muy dispersa que puede ser hidrógeno por
ejemplo, circulan unos proyectiles que son los meteoritos, las piedras del espacio.
La presión es a nuestros efectos nula. La temperatura es también en sí nula, pues depende del cuerpo que se encuentre al
Sol o a la sombra y la distancia; la parte iluminada por la radiación sufrirá calor de hasta varios cientos de grados sobre cero
y los lados no expuestos tenderán al cero absoluto.
El valor del campo magnético en el espacio interplanetario solar es de entre 10 y 20 Gammas.
= METEORITOS

A nivel astronáutico inmediato, son de gran importancia los llamados meteoritos y meteoroides; meteoro proviene del
griego meteoron o “fenómeno celeste”. Los últimos son de materia no identificada, de cualquier tamaño y densidad media
entre 2,4 y 8 g/cm^3 que alcanzan la superficie terrestre, pero ambos vienen a ser como piedras de distinto tamaño y
composición proyectadas a gran velocidad. Su procedencia es el espacio interestelar o bien cuerpos como asteroides o
cometas y también excepcionalmente la Luna y Marte, de donde son o fueron arrancados por impactos mayores. Cada unas
2 h de promedio cae uno sobre la Tierra en la actualidad. Su origen inicial sería el resultado de los impactos entre objetos en
los comienzos del Sistema Solar, restos de la formación de objetos mayores, como asteroides y planetas.
No solo interesan de antemano por el problema de posible impacto con una nave espacial, sino que son los principales y
casi únicos cuerpos densos o materia que llegan a la Tierra desde el espacio a través de nuestra atmósfera. Los caídos en las

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zonas polares son mejor identificados que los caídos en otras partes de planeta porque no se mezclan con piedras terrestres y
quedan conservados en el hielo de forma aislada, resultando así de lo más interesante. Solo en la Antártida se han hallado
más de 16.000 hasta 1996, que representan casi la mitad de los hallados en todo el mundo; en la continente helado se
recogen anualmente por miles. En 2000 la Universidad Carnegie Mellon, Instituto de Robótica de Pittsburgh, preparaba un
robot llamado Nomad para la búsqueda de tales piezas entre los citados hielos con la colaboración de la NASA bajo un
presupuesto de 600 millones de pesetas dentro del programa llamado ANSMET; tal robot rodaba a razón de 1 Km/h en
función de trabajo, pudiendo sortear obstáculos de hasta 1 m, e iba dotado de un espectrómetro para identificar minerales y
un detector de metales. Tras localizar una pieza meteorítica, el robot enviaba señal de la posición de la misma por el sistema
GPS a la base.
Los meteoritos son cuerpos de materia conocida, como hierro, níquel, etc, cuyo tamaño puede variar entre cientos de
metros con peso de muchas toneladas, caso en el que ya se pueden considerar asteroides, y fracciones de milímetro que son
llamados entonces micrometeoritos y polvo cósmico; el mayor del que se sabe en la época moderna es de unos 3 metros de
envergadura y pesaba unas 60 Tm.
Los meteoritos se dividen en: sideritos, o ferrosos, o metálicos, de densidad entre 7,5 y 8 y compuestos de hierro en un 90
%, níquel en un 8 o 9 % y cobalto hasta 1 %, con otros como fósforo y azufre; aerolitos, o pétreos o rocosos que pueden ser
cóndrulos de olivina o piroxena y sin éstos, pétreos de densidad 3‑5,5, compuestos de oxígeno, 36 %, hierro, un 23 %,
silíceo, 18 %, magnesio, 14 %, y otros; y siderolitos, o mixtos, de densidad entre 5 y 5,6 y compuestos de ferroníquel y
olivina, al 50 % aproximadamente. Los aerolitos se dividen en condritos y acondritos, suponiendo los primeros el 85 % y los
segundos el 15 restante, y contienen materia orgánica, tal como ácidos grasos, aminoácidos e hidrocarburos. La mayor
abundancia en general de los llegados a la Tierra es de aerolitos entre un 82 y un 96 %, según distintas estimaciones, siendo
de un 15 % para los sideritos y un 3 % para los siderolitos.
Estas clasificaciones son sin embargo variables y oscilan ligeramente según observadores o estudiosos distintos. En
general, los cóndrulos de silicatos y polvo, es el tipo de material meteorítico más común de los hallados en el suelo terrestre,
con cerca del 80%, y se cree que su origen está en el material primigenio del Sistema Solar, a pesar que durante mucho
tiempo se creyó que se habían originado en los asteroides. Pero según estudios dados a conocer en 2008, los meteoritos más
comunes provienen del cinturón de asteroides y son fruto de colisiones.
Un 3% de los meteoritos llegados a la Tierra son los llamados condritas carbonáceas que tienen gran interés por su
contenido en carbono, constituyendo moléculas orgánicas, así como en mineral de hierro, sulfatos y silicatos, y se parecen al
material cometario. Los compuestos orgánicos concretos hallados en las condritas son aminas, amidas, aminoácidos,
hidrocarburos aromáticos y alifáticos, alcoholes, purinas y pirimidinas, aldehídos y cetonas, ácidos sulfúrico, fosfónico,
hidroxicarboxílico, carboxílico y dicarboxílico, y otros.
Los más antiguos datan de 4.500 millones de años, la edad del Sistema Solar primitivo, y constituyen pues por si mismos
una clase distinta de meteoritos. Los mismos se consideran de los más interesantes porque son un cauce de averiguación
acerca de la formación del indicado Sistema. Uno de estos meteoritos, condrito carbonáceo de tipo único por su antigüedad,
cayó el 18 de enero de 2000 en Tagish Lake, al noroeste del Canadá, y en el mismo fueron identificados 45 elementos
químicos y una serie de moléculas orgánicas desconocidas, cosa que sorprendió a los investigadores; su conservación
extraordinaria en hielo, tras su llegada ya congelado, permitió que sus características originales no fueran alteradas. En
realidad, el cuerpo estaba fragmentado en medio millar de trozos (una fuente apuntó a 2.000), pero originalmente tendría,
según se calculó, un peso de 200 Tm, siendo del tamaño en torno a los 6 m de diámetro (±2 m de margen). Del mismo se
recogieron 410 trozos a partir del 25 de enero siguiente y en los 3 meses siguientes. Uno de los aspectos más interesantes de
este meteorito fue que tiene ácido fórmico en cantidad 4 veces superior a los niveles hallados en otros.
Unos y otros meteoritos pueden viajar a velocidades que llegan a ser de miles de Km/hora. En general, los
micrometeoritos viajan a una velocidad comprendida entre 12 y 72 Km/seg pero la mayoría lo hace a 42 m/seg.
Imaginándonos en una nave espacial, podemos afirmar que un meteorito de unos 25 mm viajando a esa velocidades
entraría hasta 17 cm en un escudo de duraluminio o 6 cm. en acero. Con 2 mm penetraría 20 y 7 mm respectivamente; o con
1 miligramo atravesaría 3 mm de aluminio. Todo ello a título orientativo. Pero las probabilidades son pocas, porque la poco
constante afluencia es más bien rara e inversa a la masa que pueda tener. O sea, los que más afluyen son los de masa de
10^(‑10) gramos (1 impacto por mm. y seg.) y los de mayor masa son escasos en creciente e inversa proporción.
Los meteoritos si, dada su trayectoria, penetran en la atmósfera terrestre se desintegran por rozamiento entre los 60 y 115
Km de altura, principalmente entre los 80 y 110 Km, siempre que su masa no sea muy grande. Si tal masa resulta grande no
da tiempo a la total desintegración antes de llegar al suelo terrestre y los meteoritos entonces llamados ya bólidos hacen un
ruidoso impacto en la corteza terrestre, abriendo cráteres de tamaño variable. Uno de los cráteres más conocidos de los de tal
tipo, por ser el primero identificado de impacto (en 1891), es el cráter Meteor (o cráter Barringer), cercano a Flagstaff,
Arizona, que tiene 1,25 Km de diámetro y 174 m de profundidad y fue producido hace 49.000 años por un asteroide de unos
40 m de diámetro que llegó con 25 Km/seg de velocidad, o quizá menos (a unos 12 Km/seg, según las últimas
investigaciones), produciendo una explosión equivalente a 15 megatones. Produjo una presión del orden de las 300.000
atmósferas y temperatura de unos 2.000ºC.
Según su composición y tamaño también pueden explotar al calentarse y entrar en sus cavidades el calor y el aire, así
como por el efecto de la presión en su avance, pudiendo fragmentarse y generar más explosiones.
El mayor meteorito conocido en la Tierra es el llamado Hoba, de 2,75 m de largo, que pesa 66 Tm y es principalmente de
hierro; se localiza en Grootfontein, Namibia, y fue descubierto en 1920.
El siguiente conocido en masa pesa 30,8 Tm y se cree que pudo caer hace unos 4.000 años al tiempo de una lluvia de
meteoritos. Se ha bautizado como Gancedo, nombre del municipio en que se encontró. Fue desenterrado en septiembre de
2016 en Campo de Cielo, Chaco (Argentina).
Luego hay uno de unas 30 Tm en Groenlandia y similar en masa es el descubierto en 2011 en Altai, Asia Central, que
pesa entre 25 y 30 Tm; mide 2,2 m de longitud, 1,25 m de alto y 1,2 m de ancho, y se cree que es de hierro y níquel.

No siempre llegan enteros y generalmente cuando no se queman al completo en la alta atmósfera se fragmentan en el aire.
Al desintegrarse en la atmósfera producen efectos luminosos conocidos popularmente por estrellas fugaces y científicamente
denominados meteoros luminosos; son de unos segundos de visión. Pueden llegar a caer en ocasiones abundantemente por
miles y miles, durante varias horas, produciéndose entonces las llamadas lluvias de meteoritos, que si son previsibles, según

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época en relación a la zona del espacio atravesada por la Tierra. Tales lluvias reciben el nombre particular según la región
celeste de donde parecen proceder en su caída sobre la atmósfera, llamada zona radiante. Ejemplos: Cuadrántidas, que caen
del 1 al 4 de enero; Lyridas, del 19 al 22 de abril y sobre radiante de Lyra; Acuáridas (de Acuario), 1 al 13 de mayo, y
posiblemente son restos del cometa Halley; Perseidas (Perseo) o “Lágrimas de San Lorenzo”, 27 julio a 17 agosto, de
intensa lluvia; Oriónidas (Orión) 15‑25 octubre; Leónidas (Leo), 12‑17 de noviembre; Andromédidas, 26 noviembre a 4
diciembre, restos del cometa Biela; Gemínidas, 9‑13 diciembre, con intensa lluvia; etc.
Por orden cronológico, las principales lluvias regulares de meteoritos son:

Ciertamente, algunas lluvias suelen producirse al paso de algún cometa cerca de la Tierra o al atravesar ésta determinadas
regiones celestes en que son más abundantes por suponer la antigua trayectoria de algún cuerpo que dejó escombros, por así
decir. Proceden sin embargo mayormente, de la faja de asteroides. Igualmente se han catalogado algunos procedentes de
Marte (12 en 1997) y de la Luna (15 en igual tiempo), arrancados de allí por algún impacto de un cuerpo grande.
Su formación es variable. Se cree que se producen unos como en el interior de planetas, pues se observa que fueron
sometidos a grandes presiones y lento enfriamiento de metales fundidos, y otros en niveles de corteza planetaria o similar.
El polvo cósmico por su parte puede caer también a tierra pero sin producir efecto luminoso alguno, exento pues de
espectacularidad, pero a razón de varias toneladas diarias junto a los meteoritos restantes. Su masa es tan pequeña que se
disgrega en la alta atmósfera pulverizándose y cayendo en tierra en finísimas partículas; el 99% es de menos de ½ mm de
diámetro. Puede ser el causante muchas veces de precipitaciones atmosféricas al facilitar la formación de núcleos de
condensación.
Al año se estima que caen a la Tierra un total de unas 40.000 Tm de polvo sideral. Y solo de meteoritos podrían caer
entre 4 y 10 millones de Tm. Hay por otra parte otras estimaciones en las que se cree que nos llegan del espacio anualmente
hasta un total de 200.000 Tm de materia sideral, incluidos meteoritos aunque principalmente de polvo. Pero la mayoría se
inclina por citar cifras más moderadas que oscilan entre las 35.000 y las 110.000 Tm en total, sumando polvo más
meteoritos.
Por otra parte, los impactos meteoríticos aportan polvo de diamante, según se determinó en 1995 en la Open University
británica. El diamante se forma debido al calor y presión sobre el carbono que se desarrolla en el choque, pero también
podría llegar en el meteorito, arrancado como fragmento en su origen por otro impacto similar. También se cree que
proceden del espacio los diamantes negros o carbonados, según se informó a principios de 2007, estableciendo su origen en
las supernovas; de este tipo solo han sido hallados en Brasil y la República Centroafricana.
Los meteoritos no fueron, en realidad hasta muy avanzado el siglo XIX, considerados como de procedencia exterior. Los
científicos de entonces decían que del cielo no podían caer piedras a pesar de que de vez en cuando se dibujaba a sus ojos en
el cielo luminosos trazos seguidos de la caída de fragmentos pétreos e incluso de una estampida sónica.
Entre 1975 y 1993 los satélites militares americanos identificaron 136 penetraciones explosivas de meteoritos sobre la
atmósfera terrestre con una energía cercana o superior a 1 megatón.
Hoy pueden ser observados muchos en las entidades científicas, tal como museos. En el Museo Nacional de Ciencias
Naturales, en Madrid, en 1998 disponía de una colección de 155 meteoritos, de los que 32 habían caído en España, siendo el
más antiguo de 1773 caído en Sena, Huesca. Uno de los más pesados de éstos, con 116,2 Kg, cayó el 24 de diciembre de
1858 en Molina de Segura, Murcia, y otro parecido el 9 de julio de 1924 en Olivenza, Badajoz. En 1941 cayó uno de unos 2
m en Mallorca, en la playa Can Picafort. De los más fragmentados se cuenta en 1964, con unos 5.000 trocitos, el de La
Maresma, Barcelona. En casi todos los casos, el impacto sónico, o de explosiones, y visual sobre la población del entorno de
la caída es notable y suele dejar huella histórica en la misma. En el caso del caído en La Rinconada, Sevilla, el 17 de febrero
de 1934, un campesino vio cómo el meteorito impactaba y destruía su choza de aperos, librándose la persona y su hijo por
poco.
El interés por los meteoritos va más allá del que se considera por posibles bombardeos de una nave espacial y se centra en
el estudio químico de su composición, su probable origen, edad, etc. Los mismos han venido abonando una de las teorías del
origen de la vida dado que en los mismos han sido hallados componentes básicos, como los aminoácidos. En un solo
meteorito caído el 28 de septiembre de 1969 junto a Murchison, Australia, se hallaron hasta 17 tipos de éstos compuestos,
algunos de ellos desconocidos en la Tierra; pero en 2010, tras nuevos estudios, se informaba del hallazgo en tal meteorito de
un total de 14.197 compuestos de todo tipo.

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Además, en algunos se han hallado compuestos sorprendentes o desconocidos. En el meteorito llamado Allende (en
Chihuahua), condrita carbonácea encontrada en 1969 en México, de una antigüedad de unos 4.600 millones de años, se
hallaron moléculas de fulerenos (con helio de un solo neutrón en su interior); estas estables moléculas de carbono, que tienen
la estructura poliédrica de un balón de fútbol, fueron creadas en laboratorio mucho más tarde, en 1985, y su aplicación se
proyecta en numerosos campos. También contiene tal meteorito aluminio 26 (radiactivo) y un mineral de óxido de titanio
hasta entonces desconocido, la panguita (2012).
Las posibilidades de que en la caída de un meteorito el mismo impacte en una persona o su más inmediato entorno sobre
la superficie terrestre se han estimado en una vez cada 9 años, resultando con heridas una persona cada 180 años por tal
causa.
El 20 de junio de 1994 se cuenta un caso de uno de 1.417 gramos, de 13 por 8,5 por 8 cm, caído a 300 Km/ h de velocidad
sobre un automóvil en Getafe, cerca de Madrid, al que atravesó el parabrisas y solo hirió, con rotura, al conductor en el dedo
meñique de la mano derecha, pero causó severos daños en el volante, salpicadero y parte de atrás, donde se detuvo; sin
embargo, existían dudas sobre su origen porque el tipo de roca no resultó ser la habitual de un meteorito ni de ningún
material natural terrestre conocido, resultando parecido a las cerámicas o material muy refractario con contenidos en óxidos
de hierro, silicatos de calcio, así como cobre y hierro. El mismo fue donado al Museo de Ciencias Naturales de Madrid y
clasificado provisionalmente como un tipo nuevo. Es el primer caso que se conoce de un impacto meteorítico en un
automóvil en marcha; existe un caso en 1992 de caída en los Estados Unidos sobre uno parado.
En 2002 otro de unos 200 gramos cayó sobre el pié de una niña de Northallerton, cerca de Yorkshire, Inglaterra. El 30 de
noviembre de 1954 cayó otro en Hodges, Alabama, y tras atravesar el techo de una casa hirió a una señora en el brazo. Otro,
en 1911, en la localidad egipcia de Nakhla, mató un perro.
Más suerte tuvieron los chinos de una aldea de Jilim que el 8 de marzo de 1976 sintieron como caía un meteorito de 4 Tm
a solo 30 m de donde estaban. El impacto formó una nube de polvo de cerca de 50 m de alta y salpicó hasta 150 m de trozos
y fragmentos de terreno.
En abril de 1988 cayó también un gran meteorito sobre el Pacífico occidental y el bólido fue captado por satélites, pero no
hubo que lamentar destrozo alguno.
En cuanto a otros daños, hay numerosos casos. El 17 de mayo de 1990 un meteorito de hierro de 1 m de diámetro y 1,5
Tm de peso al menos devastó con la fuerza de 1,5 Tm de TNT un trigal ruso de Sterlitamak, dejando un cráter de 10 m de
diámetro y 4 m de profundo. De tal meteorito ferroso se recuperarían más de 300 Kg.
Mayor efecto pudo causar el caído el 1 de febrero de 1994 sobre el Pacífico, cerca de la isla Kusaie, de haber sido sólido,
con 7 m de diámetro y unas 400 Tm de peso. Explotó a unos 20 Km de altura con la fuerza de una bomba atómica como la
de Hiroshima e iluminando el cielo tanto como el Sol. Fue detectado por 6 satélites, algunos de alerta nuclear inmediata,
como el más brillante en casi 20 años de este tipo de actividad orbital.
Un tipo nuevo de meteorito, aparentemente confirmado por un satélite sobre las investigaciones de Louis Frank, de la
Universidad de Iowa, “fueron” durante un tiempo los denominados de hielo, llamados en la prensa “frigolitos”, en forma de
bolas de nieve o minicometas con un diámetro máximo de unos 12 m. Al penetrar en la atmósfera, según se dijo, se funden y
convierten en vapor, con lo cual se explica lo que tardaron en ser detectados hasta entonces. Según el estudio, caen a diario
aproximadamente unos 25.000, de modo que se calcula que cada unos 20.000 años aproximadamente determinan un
aumento de nivel marítimo de una pulgada, 2,54 cm. No habría de parecer extraño que fueran de hielo puesto que gran parte
de los cuerpos celestes, como cometas y asteroides, lo contienen. Pero para otros científicos estos datos se basan en una falsa
interpretación de ruido electrónico del satélite que los detectó y si fuera cierto el brillo de la entrada atmosférica haría brillar
continuamente con tal cantidad el cielo de modo notable e igualmente la superficie de la Luna se vería llena de minúsculos
cráteres; además, el aire contendría 30.000 veces más gas argón del existente, y 500 veces más de xenón. En efecto, si tales
objetos existieran los astronautas hubieran captado el fenómeno ya hace tiempo ante tal pretendida abundancia, tanto en la
órbita terrestre como en la Luna.
El auge en la controversia por los llamados minicometas dura entre 1997 y 1998 y se quiso reforzar la presunta evidencia
con datos de otro satélite, y con los de la plataforma orbital CRISTA que apunta a un elevado contenido en vapor de agua
sobre la alta atmósfera.
A finales del mismo 1998 se concluyó, según otro estudio, que las detecciones captadas por el satélite no eran de
meteoritos de hielo sino debidas al citado ruido electrónico de los propios instrumentos del ingenio. Estudios astronómicos
posteriores, durante 8 meses, confirmaron la inexistencia de los meteoritos de hielo.
El descubrimiento en 1999 en dos meteoritos caídos en marzo de 1998 en Monahans, Texas, de agua salada entusiasmó a
los científicos dando pié a toda clase de especulaciones sobre su origen.
El 18 de enero de 2000, a las 16 h 45 m GMT, caía en el lago Tagish, Yukon, Canadá, un meteorito que explotó con gran
fuerza y que se considera uno de los principales llegados en una década a la Tierra; el estallido se evaluó con una energía de
cerca de los 3 kilotones. Los observadores del fenómeno escucharon dos explosiones, vieron una estela rojiza que perduró
más de media hora y les olía el aire extrañamente. Se trató de una condrita cabonácea que contenía material orgánico
(glóbulos de hidrocarburos) de una clase nunca observada hasta entonces según el centro espacial de Houston. Se estimó que
no se trataba de material originariamente biológico y que su origen sería el de los asteroides que circulan entre los planetas
exteriores.
El 23 de ABRIL de 2000 el sistema americano de detección de explosiones nucleares capta la entrada en la atmósfera
terrestre de un meteorito de considerable tamaño, de unos 2 m de diámetro, que, tras quemarse espectacularmente, cayó
sobre aguas del Pacífico a varios cientos de Km a la altura de la Baja California mejicana. El fenómeno generó una energía
explosiva equivalente a unas 7.000 Tm de TNT.
El siguiente 25 de agosto se detectó la entrada de otro mayor, de 3,5 m de diámetro, cayendo también sobre el Océano
Pacífico a la altura de las costas de Acapulco con una energía explosiva menor que el anterior, de unas 3.000 Tm de TNT.
A las 6 h 15 min, hora local, del 23 de julio de 2001 fue visto por miles de personas en la costa Este americana, entre
Virginia y Canadá, un meteorito en entrada atmosférica de Este a Oeste, en dirección a Pennsylvania, que dejaba una cola de
humo y brillaba más que una Luna llena. Se desplazaba, según se estimó, al menos a 15 Km/seg y tendría en torno a los 2 m

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de diámetro y 30 Tm de peso. Entones explotó con una equivalencia de 3 kilotones de TNT y provocó la rotura de cristales
de ventana en algunas localidades al Oeste de Williamsport, a menos de 100 Km de tal estallido. Se cree entonces que
objetos como éste caen sobre nuestro planeta a razón de uno por mes.
En 2001, tomó firmeza el reconocimiento científico de los sonidos producidos por las lluvias de estrellas, de los
meteoritos al entrar en la atmósfera terrestre. Tales efectos fueron denominados electrofónicos y su origen se establece en la
generación durante tal penetración en el aire, con ionización del mismo, de ondas de radio de baja frecuencia, o VLF de
menos de 30 KHz, que llegan instantáneamente a la superficie terrestre ocasionando por simpatía en determinados
materiales vibraciones (alambres, determinadas piezas de metal, algunos objetos, etc) que producen así ruidos.
En enero de 2002 fue hallado en Omán un meteorito que fue llamado SaU 169, de 206 gramos de peso, cuyo origen se
establecería luego que era lunar y, por sus características (radioactividad de uranio, torio y potasio), procede del Mar
Imbrium.
El 6 de junio de 2002 se produjo la explosión de un bólido sobre la atmósfera del Mediterráneo oriental, entre Libia y
Grecia, con una fuerza parecida a la bomba atómica de Nagasaki.
En julio de 2002 un meteorito de unos 300 Kg penetró a 21 Km/seg en la atmósfera con un ángulo de 50º sobre los 85 Km
de altitud sobre el norte de Innsbruck, Austria, recorriendo unos 91 Km en dirección noroeste hasta descender a unos 16 Km
de altura. Pero tal velocidad bajó a 2,4 Km/seg y se fragmentó en diversos trozos, algunos de los que fueron recuperados,
uno cerca de Neuschwanstein, Alemania. Su entrada atmosférica fue filmada o fotografiada desde distintos puntos de
Centroeuropa.
El 25 de septiembre de 2002, cerca del río Vitim, en Siberia, un cuerpo cometario de entre 50 y 100 m de diámetro
penetró en la alta atmósfera explotando entonces con una fuerza que fue estimada en medio kilotón como mínimo, si bien
hay quien elevó la cifra a los 5 kilotones.
En la tarde del día 4 de enero de 2004, un bólido de 750 Kg de masa y de 1 a 2 m de diámetro, surcó el cielo portugués y
español, penetrando a más de 80 Km de altitud sobre Bragança (de sudoeste a nordeste) con penetración atmosférica en unos
30º, fragmentándose sobre 28 Km de altura, encima de Guardo (Palencia), dejando estelas y produciendo estruendo e
impactos; los restos se esparcieron en un área de 100 Km de larga en forma de elipse. La velocidad de llegada fue del orden
de los 61.000 Km/h y los fragmentos, de entre 11 y 1.300 gramos, quedaron principalmente sobre el norte de Palencia; el
primer trozo se halló en Villalbeto de la Peña. Posiblemente se trataba de un trozo de materia cometaria pues se observó que
algunas partes se desintegraron totalmente en el aire y no se hallaron cráteres significativos de los impactos. Causó, eso sí,
gran alarma ciudadana. Su composición es de olivino en un 50 %, troilita en un 35%, hierro en un 10%, níquel en un 3% y
apatito y cromo en un 2%. Se catalogó pues como una condrita.
El 13 de junio de 2004, en Auckland, Nueva Zelanda, un meteorito de 1,3 Kg impactó y perforó el techo de una casa,
rebotó en el sofá y se detuvo finalmente bajo un ordenador personal, donde fue encontrado, aun caliente, por los
sorprendidos habitantes de la casa. Su venta se anunció valorada en 6.000 $, para que los dueños de la casa repararan los
daños causados en el techo.
Hacia finales de enero de 2005, en una aldea de Camboya un meteorito de 4,5 Kg de peso cayó a 50 m de donde jugaban
unos jóvenes. El fenómeno causó pánico, pensado inicialmente que se trataba de una explosión de una mina y luego se
asimiló supersticiosamente al entonces reciente maremoto (pese a ser zona interior) y la “mala suerte”.
El 10 de mayo de 2007 otro meteorito considerable cruzó hacia las 20 h la península Ibérica y al menos algunos de sus
restos cayeron en La Mancha, junto a Puerto Lápice, Ciudad Real. Se considera el más luminosos diurno de las últimas
décadas en España. Más tarde, recuperados 20 trozos de entre 50 mm y 4 cm de longitud y un máximo de 10 gramos de
masa, se identificó como un meteorito procedente del asteroide Vesta. Se estimó entonces que el meteorito pudo tener en
total una masa de unos 50 Kg.
Casi en la medianoche del 15 de septiembre del mismo 2007 otro meteorito cayó en tierra de Puno, Perú, y produjo un
cráter de 30 metros de diámetro y 6 de profundidad. La explosión alarmó a los vecinos de Carancas, a 1.300 Km al sur de
Lima, y dejó el terreno con partes calcinadas. Los vecinos del lugar sufrieron luego vómitos, cefalea, diarreas, entre otros
males, que achacaron a algún tipo de contaminación del objeto impactado.
El 7 de octubre de 2008 cayó sobre Sudán un meteorito de cerca de 60 Tm y unos 3 o 4 m de diámetro que se
fragmentó en nuestra atmósfera a unos 37 Km de altitud con un potente estallido, tras llegar con una velocidad de 44.500
Km/h, y yendo sus restos a parar al desierto de Nubia. Fue objeto de seguimiento desde unas 20 h antes de entrar en la
misma, lo que es un hecho excepcional, por parte de la NASA desde Arizona. Se lograron obtener unos 10,5 Kg de sus
restos en unos 600 trozos. Tras su análisis, en el denominado 2008 TC3 primero y Almahata Sitta (que significa “estación
seis” en el idioma local) después, se identificaron 19 aminoácidos y se llegó a la conclusión de que se trataba un trozo de un
asteroide, o quizá un protoplaneta desconocido, que a su vez contenía restos de otros 10 meteoritos distintos.
El 8 de octubre de 2009 un gran meteorito, o un pequeño asteroide, de unos 7 u 8 m de diámetro, explotó a las 3 h GMT
sobre el cielo de Indonesia, a unos 18 Km de altura; los restos no se supo en un primer momento si habían caído en tierra o
en el mar. La explosión tuvo una potencia de unos 50 kilotones y la velocidad de entrada en la atmósfera del cuerpo se
estimó en unos 65.000 Km/h. El fenómeno alarmó la población de Bone, Sulawesi del Sur.
El 22 de abril de 2012, tras llegar a una velocidad de unos 100.000 Km/h, cae sobre el Norte de California, en Sutter's
Mill, un meteorito de unos 3 o 4 metros de largo, que explotó en la atmósfera con una fuerza de 4 kilotones. De sus
fragmentos, año y pico después se llevaban recogidos 77 piezas de las que la mayor es de 205 gramos. Su material es una
condrita carbonácea. En el mismo, entre otras cosas, se hallaron dos piecitas de nanodiamante de 10 micrones y
aminoácidos; otros compuestos encontrados: propanol, ácido propanoico, etanol, propeno, trisulfuro y tetrasulfuro de
dimetilo, etc. Por su análisis se cree que la procedencia de este objeto es el Cinturón de Asteroides.
El 15 de febrero de 2013 cae sobre Rusia, región de Chelyábinsk, un meteorito de unos 19 m de diámetro y 10.000 Tm de
masa que explota en la atmósfera y provoca entonces la rotura de cristales de ventanas en cerca de cien mil viviendas de 6
ciudades (3.313 edificios de apartamentos) y causa con ello 1.491 heridos; también cayeron trozos sobre tejados causando
daños. Su entrada en la atmósfera la realiza a 18,6 Km/seg, o quizá a un poco más, cruzando de Noreste a Suroeste con 30º
de ángulo de llegada, y estallando 32,5 seg más tarde, a las 3 h 20 min 26 seg GMT; el trozo mayor se cree que cayó en un
lago a 1 Km de la población de Chebarkul, a unos 80 kilómetros de la localidad de Satkí, y a 1.500 Km al Este de Moscú.
Los daños causados, en una primera evaluación se cifraron en unos 25 millones de euros y afectaron en un radio de unos 90

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23/11/2018 Sistema Solar

Km. La explosión, de unos 500 kilotones a unos 23 Km de altura, fue detectada a 6.500 Km de distancia, en Alaska, pero
ningún sistema de alerta detectó su llegada. En los días siguientes se recogieron 53 trozos sobre la nieve y los primeros
análisis indicaron que tenía un 10% de hierro, y tiene también olivino y sulfito. Pero aproximadamente el 75% del objeto se
evaporó en la explosión y del resto la mayor parte se pulverizó, calculando que los trozos que cayeron al suelo supondrían
como máximo unas 6 Tm, apenas un 0,05% de su masa inicial, siendo el mayor de unos 650 Kg (el caído en el lago). Cuatro
días más tarde, el 19 de febrero, la nube de polvo formada en la atmósfera había dado la vuelta a todo el Hemisferio Norte y
aun tres meses después aun persistía. Los posteriores estudios indicaron que el meteorito se trataba de una condrita de 4.452
millones de años de antigüedad y que el mismo ha venido estando expuesto a los rayos cósmicos durante unos 1.200.000
años. Este meteorito alarmó a los especialistas sobre las estadísticas y probabilidades de impacto catastrófico de estos
objetos en nuestro planeta.
El 21 de abril de 2013, coincidiendo con la lluvia de estrellas Lyridas, cae sobre el norte de Argentina un meteorito que
iluminó durante unos segundos el cielo para finalmente explotar a unos 65 Km de altitud. Su velocidad de penetración en la
atmósfera se estimó inicialmente en unos 130.000 Km/h, y su tamaño en unos 20 cm. Donde más se pudo apreciar su efecto
fue sobre Santiago del Estero y en la zona más afectada provocó un temblor y rotura de cristales con el consiguiente susto
para la gente.
El 1 de enero de 2014 es descubierto por el Catalina Sky Survey un meteorito, denominado luego 2014AA, que cayó unas
horas más tarde sobre el Océano Atlántico, por lo que no pudo ser observado suficientemente ni obtenidas muestras del
mismo.
En 2015, sobre la zona española de Toledo y otros lugares, el 20 de febrero y el 30 de marzo, cruzaron el cielo
visiblemente otros tantos bólidos, desintegrándose en la atmósfera. Otro cayó sobre Andalucia al día siguiente de la última
fecha. El bólido del día 30 citado entró a unos 85 Km de altura sobre la vertical de Espinoso del Rey con una velocidad de
unos 45.000 Km/h, cayendo hasta los 26 Km de altitud; se estima que podría tener entre 15 y 20 cm de diámetro. En todos
los casos se cree que son fragmentos de asteroides.
En la noche del día 28 de agosto de 2015 un meteorito cruza gran parte del cielo español como una bola de fuego. Entró
en la atmósfera a una velocidad estimada en 74.000 Km/h, a unos 97 Km de altitud, a las 22 h 15 min sobre Senés, Almería,
en dirección a Granada, donde, sobre Negratín, a unos 51 Km de altura se extinguió.
El 28 de octubre de 2015 dos bólidos cruzaron el cielo, uno sobre el Mediterráneo, en el Sur de España, y otro sobre
Madrid. El primero llegó a 100.000 Km/h de velocidad, y se consumió en la atmósfera hacia las 3 h 05 m de la madrugada
española, entre los 100 y 25 Km, entre Murcia y la argelina Orán, excepto una masa final de unos 100 gramos que cayeron al
mar. El segundo se manifestó a las 23 h 16 m a unos 110 Km de altura sobre la vertical de Alcalá de Henares y a igual
velocidad, llegando a consumirse a unos 57 Km de altitud sobre Hoyo de Manzanares. En ambos casos, según se cree, se
trata de fragmentos del cometa Encke.
El 6 de febrero de 2016 muere un hombre en Vellore, al sur de la India, por el impacto de un objeto caído del cielo. A
pesar que al principio se negó, parece ser que el objeto fue un meteorito según el estudio del citado material que señala su
contenido en elementos hierro, carbono, níquel, silicio, titanio, oxígeno, sodio, aluminio, calcio, potasio, manganeso y
azufre; se le identifica como una condrita carbonácea.
En la madrugada del 24 de febrero de 2016 cae un meteorito sobre Córdoba, en España, cuya masa de llegada se calcula
en unos 400 Kg. Su velocidad de entrada en la atmósfera se estima en unos 60.000 Km/h e impactó en tierra a las 02 h 32 m.
Se pudo observar sobre Andalucía como un bólido que llegó a ser 5 veces más brillante que la Luna llena y explotó varias
veces en su descenso atmosférico Curiosamente es el cuarto bólido que se observa sobre la península en el plazo de pocos
días, si bien los demás no parecen haber llegado a impactar en tierra. Por su trayectoria se cree que procedía del asteroide
2013DF.
En otra cercana madrugada, la del 31 de marzo del mismo 2016, otro bólido cruzó el sur de España en dirección noreste,
resultado de penetrar en nuestra atmósfera un cuerpo rocoso de unos 30 Kg a unos 90.000 Km/h de velocidad. Hacia las 03 h
26 m fue detectado desde varios observatorios, ofreciendo su cruce una vista espectacular para finalmente explotar a una
altura de unos 100 Km sobre la vertical de Albacete; entonces, en su caída, a unos 55 Km de altitud, su luz se apagó,
posiblemente porque se desintegró totalmente. Se cree que era un fragmento de un cometa.
El 14 de abril de 2016 llegan al Centro Espacial de la NASA en Houston para su estudio cerca de 570 meteoritos
recogidos en la Antártida dentro del programa ANSMET durante dos meses. Para entonces, desde 1976, el programa lleva
recogidos más de 21.000 de tales objetos. Por entonces, el total estimado de meteoritos hallados en el planeta se cifra en
unos 63.000, de ellos 167 de origen marciano y 247 de origen selenita.
En la noche del día 8 de julio de 2016, a las 23 h 06 m, fue visto cruzar el cielo español un bólido que brilló más que una
Luna llena. Se cree que fue un trozo del cometa 169P/NEAT. Su entrada atmosférica tuvo lugar sobre unos 107 Km de altura
sobre Marruecos, haciéndolo a una velocidad estimada de 95.000 Km/h. Mostró luego varias explosiones en su recorrido
sobre la mitad Sur de España, en dirección noroeste, hasta su destrucción final sobre unos 74 Km de altitud.
El 15 de agosto de 2016 un bólido fue visto sobre Cáceres, desintegrándose sobre unos 85 Km de altura, sobre la vertical
de Almaraz. Se cree que era materia de un cometa que penetró en la atmósfera a 95.000 Km/h.
En la madrugada del día 17 siguiente, un bólido sobrevoló parte de la mitad sur de España, dejándose ver a las 06 h 12 m
desde Jaén, Sevilla, Toledo, Almería, Granada… Se cree que penetró en la atmósfera a unos 117 Km de altitud yendo en
dirección suroeste y desintegrándose sobre unos 78 Km de altura sobre Jaén.
El 14 de noviembre de 2016 un fragmento del cometa Encke surcó el cielo del sur de España, entrando en la atmósfera a
110.000 Km/h de velocidad a las 03 h 35 m sobre unos 108 Km de altitud sobre la zona de Algarinejo, al norte Granada,
generando un bólido que se dirigió hacia el sur de Jaén, donde, sobre unos 60 Km de altitud, se desvaneció.
El 11 de diciembre siguiente, fue visto otro bólido surcando el cielo nocturno del sur de España (Castilla-La Mancha y
Andalucía). Se estima su velocidad en unos 72.000 Km/h sobre una altitud de unos 95 Km. El objeto se cree desprendido de
un asteroide y que solo tenía un par de centímetros.
Un meteorito hallado en Egipto en 2017 y el que fue denominado Hypatia, al ser estudiado se ha mostrado como el más
antiguo conocido entonces, anterior a la formación del Sistema Solar. Tiene un alto contenido en carbono en forma de
hidrocarburos poliaromáticos, pero bajo contenido en silicio. También posee otros elementos y compuestos poco usuales en
los meteoritos, tal como fosfatos de yodo de plata, carburo de silicio, aluminio en forma metálica pura y otros.
En julio de 2018 el meteorito ígneo más antiguo es el NWA-11119 que se dató en hace 4.565 millones de años y fue
hallado en una duna en Mauritania.
En los inicios de 2018 trasciende el hallazgo por vez primera en un meteorito caído en 1998 de compuestos orgánicos
hidrocarburos y aminoácidos junto con agua. Su cree probable su origen en Ceres o el asteroide Hebe.
El 17 de enero de 2018, a las 01 h 09 m, GMT, cae a 8 Km de New Haven, junto a Detroit, un meteorito que fue visto
surcar el cielo desde Ohio, Michigan y Ontario, con un brillo entre amarillento y naranja. Provocó en la primera ciudad

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citada un temblor de intensidad 2 en la llamada escala de Richter.


El 2 de junio de 2018 un gran meteorito, o pequeño asteroide, de unos 2 m de diámetro fue descubierto (denominación
2018LA) por el por Catalina Sky Survey en Tucson, y tan solo unas horas después se zambulló en nuestra atmósfera sobre
África a las 16 h 44 m GMT, explotando. Fue visto como un bólido sobre Botswana tras la penetración atmosférica a 17
Km/seg de velocidad. Un trozo del mismo sería posteriormente recuperado en una reserva de caza del citado país.
El 16 de junio de 2018 fue observado un bólido sobre Huelva y aguas de Cádiz que entró en la atmósfera terrestre a unos
66.000 Km/h de velocidad sobre nos 93 Km de altitud. Se cree que fue un trozo desgajado de un asteroide que se acabó
extinguiendo sobre el Atlántico a unos 43 Km de altura.
El 21 de junio de 2018 cae sobre el oeste de Rusia, localidad de Lipetsk, un pequeño asteroide de menos de 7 m. Entra en
la atmósfera con una velocidad de unos 14,4 Km/s y explotó con una energía equivalente a unos 2,8 Kilotones.
El 2 de julio de 2018, a las 01 h 58 min GMT, un bólido cruzó en dirección noreste el cielo de Málaga, Sevilla y Córdoba,
al entrar en la atmósfera, sobre 99 Km de altitud y a unos 118.000 Km/h de velocidad, un meteoro de origen en un cometa.
Se extinguió sobre unos 31 Km de altura.
En la madrugada del 9 de julio de 2018 otro bólido cae en aguas del Mediterráneo frente a Murcia, extinguiéndose
previamente su luz en torno a unos 31 Km de altura. Fue un fragmento de un cometa que entró en la atmósfera a 65.000
Km/h de velocidad sobre una altura de 89 Km sobre la vertical de Almería en dirección noreste.
Los días 3 y 4 de noviembre de 2018 dos bólidos se dejaron ver sobre Andalucía y Albacete. Se trata de fragmentos del
cometa Encke que penetraron en la alta atmósfera a unos 100.000 Km/h de velocidad, el segundo sobre los 113 Km de
altitud. Este último cruzó la citada provincia para extinguirse explotando sobre los 51 Km de altura. El primero tendría 1 m
de diámetro aproximadamente.

Registro de meteoritos caídos en España hasta 2012, ordenados cronológicamente, según la base de datos del Boletín de
The Meteoritical Society, International Society for Meteoritics and Planetary Sciences.
Nombre Zona de hallazgo Año Masa en Kg
Roa Castilla-León 1438 ?
Oliva-Gandía Valencia 1520 ?
Barcelona Cataluña 1704 ?
Sena Aragón 1773 4,000
Berlanguillas Castilla-León 1811 1,440
Barea La Rioja 1842 3,200
Barcelona Cataluña 1850 ?
Nulles Cataluña 1851 5,000
Oviedo Asturias 1856 0,205
Molina Murcia 1858 0,144
Cañellas Cataluña 1861 0,945
Sevilla Andalucía 1862 0,180
Cangas de Onis Asturias 1866 34,000
Cabezo de Mayo Murcia 1870 25,000
Roda Aragón 1871 0,400
Guareña Extremadura 1892 39,000
Los Martinez Levante 1894 0,025
Madrid Madrid 1896 0,400
Quesa Valencia 1898 10,750
Gerona Cataluña 1899 0,148
Garraf Cataluña 1905 8,800
Jubila del Agua ? 1908 ?
Colomera Andalucía 1912 134,000
Olivenza Extremadura 1924 150,000
Ojuelos Altos Andalucía 1926 5,850
Olmedilla de Alarcón Castilla-La Mancha 1929 40,000
Ardón Castilla-León 1931 5,500
La Rinconada Andalucía 1934 ?
Mayorca Baleares 1935 0,824
Reliegos Castilla-León 1947 17,300
Zaragoza Aragón 1950 162,000
Villanueva del Fresno Extremadura 1953 132,000
San Cerre de Mallorca Baleares 1958 3,600
Retuerta del Bullaque Castilla-La Mancha 1980 100,000
Getafe Madrid 1994 1,417
Villalbeto de la Peña Castilla-León 2004 3,500
Puerto Lápice Castilla-La Mancha 2007 0,500

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