You are on page 1of 73

IVliss MARIE CORELLI

HEl (Xaltillo 6c Bselzion


r---- ?
v /
7i

! " ■

gr
lia EDITORIAL ANTIYAL
TITULO
EL CASTILLO DE ASELZION
c de esta Edición, AntiyaJ
Inscripción N° 64.601
Diseño de Tapa
Zepol
EL CASTILLO DE ASELZION
1986

Es innecesario entrar en detalles acerca del via


je realizado por mi hacia un remoto y montañoso riñ"
cón de la costa de Vizcaya, situado a poco más de"
tres jornadas de París.
Me dirigí allá sola, pues sabía que esto era u-
na condición indispensable; llegué sin ninguna de­
sagradable aventura, y escasamente fatigada, aun -
que había marchado día y noche. Unicamente al fin
de mi viaje encontré algunas dificultades, porque
tuve que darme cuenta de que aun cuando el "Casti­
llo de Asélzion", como se le llamaba, era perfecta
mente conocido por los habitantes de aquellos aire
dedores, nadie parecía inclinado a mostrarme el ca
mino más corto, ni a facilitarme algún vehículo que-
me guiase por la encumbrada senda que a él condu -
cía. El Castillo mismo podía ser visto desde cual
quier parte de la aldea, especialmente desde lapla”
ya, en la que se alzaba como una elegante corona eñ"
la roca en que aparecía erigido a modo de fortale­
za.
"Es un monasterio", dijo un hombre a quien pre­
gunté el camino, y que hablaba en un curioso acen­
to, medio francés y medio español. "Ninguna mujer
llega hasta allá".
Le expliqué ser portadora de un importante men­
saje.
IMPRESO EN CHILE PRINTED IN CHILE El individuo movió negativamente la cabeza.
Queda hecho el depósito que previene la Ley "Por ningún dinero os conduciría", dijo. "Teme
© Antiyal editorial Stgo. 1986 ría por mí mismo". ~

7
Nada pudo hacerlo cambiar de resolución, de ma­ encontraba aún elevado en los cielos; el calor era
nera que resolví dejar mi pequeño equipaje en lapo intenso, y el aire permanecía en el más absoluto re
sada, y marchar a pie por el escarpado camino que poso. Mientras yo ascendía más y más hacia la cum
alcanzaba a divisar y que,como ondulante cinta blan bre, iba desapareciendo gradualmente el rumor de la*
quizca, conducía a la meta de mis deseos. ~ vida humana en la pequeña aldea hasta extinguir se
Un grupo de labriegos desocupados mirábame con del todo, y luego me di cuenta de la solemne ytran
curiosidad mientras yo hablaba a la dueña de la po quila soledad que me rodeaba por todas partes. I^T
sada, y le pedía cuidase de mi pequeño bagaje has~ siquiera un extraviado cordero pacía sobre el ama­
ta que mandase por él o volviese en su busca, a lo rillo y bruno pasto seco de la rocosa altura;ni un
que ella accedió de buen grado. Era una agradable pájaro surcaba el denso azul del vacío cielo. El
francesita, muy inclinada a ser amistosa. nico sonido que podía percibir era el rítmico ysua
"Os aseguro, señorita, que volveréis inmediata­ ve rumor de las pequeñas olas que acariciaban los
mente!", exclamó con una brillante sonrisa."El Cas pies del promontorio, y un rumor más profundo e in^
tillo de Asélzion es un lugar donde jamás se ve u~ definido, que una rompiente producía a la distan ~
na mujer...! y una señorita sola!... ah, Dios mío cia a través de una caverna. Había algo de gran -
... imposible! Dicen que allí suceden cosas terri dioso en el silencio y en la soledad del escenario
bles. Es una casa de misterio. Durante el día s? y algo digno de compasión también, así pensaba yo
divisa como ahora... triste como si fuera una pri­ en cuanto a mí misma, al subir por el pétreo sende
sión!... pero por la noche aparece algunas veces i ro, con un doble sentimiento de esperanza y de te3
luminado como si estuviera incendiándose... c a d a - mor. hacia el triste conjunto de obscuras torres y
ventana llena de algo que alumbra como el Sol! Es elevados muros, donde era posible encontrar una de
una Hermandad la que vive allí... no de la Iglesia salentadora recepción. Sin embargo, como llevaba*
. ah, no!... no lo permita el Cielo! sino de hom guardada cerca de mi corazón la carta de quien 1 a
bres ricos y poderosos que, según se dice,estudiañ" había firmado "YOUR LOVER", me sentía en posesión
una ciencia extraña. Nuestros comerciantes llegan de un talismán capaz de abrir puertas aún más es -
únicamente hasta las puertas exteriores y nunca van trechamente cerradas.
más allá. A media noche se oye el órgano de su ca Pero mi valor cedió un poco cuando estuve p o r
pilla y voces que cantan en las mismas ol as del mar! fin delante de las pesadas puertas de fierro colo­
Os suplico, señorita, que penséis bien en lo q u e cadas en un elevado arco de piedra, a través de 1
vais a hacer antes de ir a semejante lugar!... por cual nada podía ver sino una cavernosa obscuridad.
que os despedirán de allí... estoy segura de que- El camino que yo había seguido terminaba en una am
os despedirán de allí!" plia plazoleta circular, situada al 1ado opuesto de*
Me sonreí, y díle las gracias por susincerapre dicho arco; y unos cuantos pinos elevados, retorci
vención. dos y con evidentes muestras de haber resistido to
"Soy portadora de un mensaje para el Superior de da la violencia de muchos vientos tempestuosos T
la Hermandad", exclamé, "y si no se me permite en­ constituían la única nota alegre en la desnudez de
tregarlo por no abrírseme la puerta, no me quedará aquella terraza. Una cadena de fierro que termina
otro recurso que volverme; pero debo hacer todo lo ba en un pesado anillo, sugería el posible medio de"
posible por entrar". tocar alguna camparía para llamar la atención; pero
Y dichas estas palabras, comencé mi solitar i a durante varios minutos no me atreví a hacerlo.
marcha. Miraba la amenazante obscuridad con un sentiinien
Eran las primeras horas de la tarde, y el sol se to de absoluta desolación, y aprestábame a volveF

8 9
sobre mis pasos, cuando un repentino rayo de luz, eran copias perfectas de los clásicos modelos,y to
no de sol, hirió mis ojos con un brillo enceguece- das expresaban la fuerza, la resolución y la bel 1
dor. za. Y más maravilloso que todo era la luz que a ~
En mi espíritu vacilante, produjo el efecto de lumbraba desde la alta cúpula. No era la luz del
un latigazo, de fuego que me indujo inmediatamente sol, sino algo más suave y más intenso, y absoluta_
a la acción. Sin pensar más, me dirigí derechamer^ mente indescriptible. ~~
te a la entrada del Castillo y tiré lacadena de fie Fascinada por el tranquilo encanto que me rodela
rro. Las grandes y pesadas puertas se abrieron ijn ba, sentóme en un banco de mármol cerca de la fueTí
mediatamente, con suavidad y sin producir ruido;yo te para contemplar el salto de agua, que tan luego
se levantaba para formar un brillante arco iris,co
me encaminé por el obscuro corredor, y ellas vol -
mo caía a las obscuras sombras del poco; y por urf
vieron a cerrarse otra vez silenciosamente detrás
momento me sobrevino una especie de ensueño, de ma
de m í . ñera que experimenté algo parecido al terror al peF
Ya no había medio de regresar, y, con gran res£
cibir una figura que se me aproximaba. Era un hom
lución, marché con rapidez a lo largo de un pasaje
bre vestido de blanco, algo semejante al tipo mo -
de elevado techo en forma de arco y de maciza pie­
nástico; sin embargo, difícilmente podía conside -
dra. El ambiente era allí agradable comparado con
rársele como un monje, aunque llevaba algo así co­
el gran calor externo, y luego divisé una débil luz
mo una capucha que le ocultaba parcialmente el ros
al término de aquella galería. A medida que avan­
tro. fdi corazón casi cesó de latir, y apenas pude
zaba, la luz se hacía más y más amplia, y no pude
contener una exclamación de alivio y de contento al respirar de miedo mientras el desconocido se me acer
caba con paso absolutamente silencioso.Parecía ser
encontrarme repentinamente en un cuadrángulo divi­
joven y sus ojos, obscuros y luminosos, mirábanme
dido en verdes prados y parcelas de flores. En el
con benevolencia y, al menos así me imaginé, c o n
lado opuesto al de mi llegada, una doble puerta de
cierto aire de compasión.
encina ricamente tallada permanecía ampliamente a-
“¿Buscáis al Superior?", preguntó con voz sua -
bierta, y me permitía mirar hacia el interiordeun
ve. "Me ha dado instrucciones de que os reciba, y
vasto hall circular en cuyo centro una fuente lan­
cuando hayáis descansado una hora, os lleve a s u
zaba elevadas columnas plateadas que caían con rui^
presencia".
do musical en un pozo bordeado con mármol blanco,y
Habíame puesto de pie mientras él hablaba,y sus
en el que delicadas lilas de color azul pálido fio
modales tranquilos me ayudaron en parte a recobrar
taban en la superficie del agua. — mi serenidad.
Encantada ante aquel cuadro, me dirigí hacia él;
"No estoy cansada", contesté. "Puedo comparecer
entré sin solicitar el debido permiso, y permanecí
a su presencia inmediatamente."
allí mirando a mi alrededor, sobrecogida por un sen
El se sonrió.
timiento de maravillada admiración. ~
"¡Ello no es posible!", dijo. "El Superior no
Si éste era el Castillo de Asélzion, donde tan
está listo para recibiros. Si queréis venir al de
difíciles lecciones debía aprender y hacer frente
partamento que se os está destinado, estoy seguró”
a tan duras pruebas, no semejaba, en realidad, una
de que os agradará tomar algún reposo. ¿Puedo pe­
casa de penitencia y mortificación, sino más bien
diros que me sigáis?"
de lujo. Magníficas estatuas de blanco mármol ro­
Aunque perfectamente cortés en sus ademanes, ha^
deaban el hall en sus correspondientes nichos c u ­
bía sin embargo en él cierta impresionante autori~
biertos de rosas y otras flores. Alagunas de ellas
dad que silenciosamente impelía a la obediencia.

10 11
Nada más tenía que preguntar o sugerir, y me li
mité a seguir sus pasos. movimiento, justamente quebrada en ese instante por
Salimos del gran hall, y en seguida me condujo pequeñas crestas de espuma levantadas por la ere -
por una larga galería de piedra donde cadasignode ciente brisa.
lujo, belleza o confort desaparecía en absoluto.En Luego vi que mi cuarto era una especie de cáma­
las frías y desnudas murallas veíase la palabra"Si ra de torre que se proyectaba sobre un gran muro de;
lencio" escrita en diversas tablas de color blanco roca, el cual tenía su base en el fondo del océa -
y a pocos pasos unas de otras. no. No había medio de escapar por al 1í , aunque lo
La galería me pareció muy larga y triste; pero hubiera intentado. Me retiré entonces de la venta'
luego nos volvimos hacia una salida lateral en que na, y comencé a pasearme por el cuarto, como ani ~
el sol brillaba, y mi guía ascendió una escalera de mal cogido en una trampa, irritada contra mí misma
peldaños que terminaba en una puerta de encina guar por haberme aventurado en semejante lugar, y olvi­
necida con piezas de fierro. Tomando una llave de dando enteramente mi determinación previa de sopor
su cinturón abrióla y me hizo señas para que entra tar con paciencia todo lo que pudiese ocurrirme. ~
se. Así lo hice, y rne encontré en un sencillo cuaF Luego me senté en mi estrecha cama de campaña,y
to también de piedra con techo abovedado, y pro “ procuré tranquilizarme, después de todo, ¿de qué
visto de una grande y elevada ventana sin cortinas servía mi excitación y mi cólera? Yo había venido
que daba vista al mar y alegraba en parte el lado al Castillo de Asélzion por mi propio deseo y vo­
vertical de la roca en que estaba construido el Cas luntad, y hasta ese instante no había sufrido difi
tillo de Asélzion. El mobiliario se componía de uñ cuitad alguna. Según todas las apariencias, desea”
pequeño catre de campaña, una mesa, dos sillones , ba Asélzion recibirme a su debido tiempo, y yo te~
un pedazo de ruda alfombra en el suelo cerca del le nía solamente que esperar el curso de los acontecí
cho y una percha para colgar vestidos. Un cuarto" mi entos. “
de baño bien provisto comunicaba con aquel dormito Poco a poco se refrescó mi sangre, y en' algunos
rio; pero más allá de esto nada había de mo de rn o minutos llegué a sonreirme de mi indignación abso­
confort y, por cierto, ni el más ligero rasgo de lu lutamente inútil. Es verdad que me encontraba en­
jo. cerrada con llave en aquel cuarto como un niño per’
Me dirigí instintivamente a la ventana para ver verso, pero ¿tenía esto grande importancia? Me a“
el mar, y en seguida me volvía a fin de agradec er seguré a mí misma de que no la tenía absolutamente
a mi guía por su escolta, pero había desaparecido. y, mientras se acostumbraba mi espíritu a esta con
Muy alarmada, corrí hacia la puerta. ¡Estaba vicción, fui consiguiendo por grados recuperar Tá
con llave!... ¡Prisionera!... Sobrecogíme de espa£ tranquilidad y la quietud, como si estuviese en mi
to, y me asaltó un doble sentimiento de indignación propio hogar. Puse a un lado mi sombrero y mi ca­
y de terror. ¿Cómo se atrevía aquella gente a re£ pa de viaje. En seguida me dirigí al cuarto de ba
tringir mi libertad? Miré por todas partes al rede ño, y refresqué mi rostro con manotadas de delicio
dor del cuarto en busca de alguna campanilla o al­ sa agua fría. Había allí un largo espejo adherido
gún medio de comunicación para darles a conocer mi a la pared, lo que me divirtió un poco al conside­
estado de ánimo. El resultado fue infructuoso. Di^ rar que siempre debió permanecer en ese sitio, y que
rigíme a la ventana nuevamente, y la abrí sin per­ no podía haber sido colocado especialmente para mí i
der tiempo. La esencia del mar invadió mi r o st ro de manera que ese detalle hacía creer que aquellos
con deliciosa frescura, y me incliné hacia afuera místicos "Hermanos" no carecían de cierta vani dad
para mirar la amplia extensión de agua en continuo personal. Miróme en él con sorpresa mientras ase­

12 13
guraba con más firmeza mis cabellos, pues mi ros -
no andaba, pero la luz >ba tomando el matiz anaran
tro divulgaba una inesperada y fresca sonrisa que
llegó a asombrarme. Mi sencillo vestido negro se jado de aquella hora de la tarde que precede a Va
puesta del sol.
encontraba cubierto de polvo, y lo sacudí cuanto pu
Mientras aún permanecía en la ventana, oí repen
de para quitarle el carboncillo del tren a fin dé"
presentarme con decencia ante Asélzion. tinamente la profunda, solemne y sonora música deT
órgano; fue algo así como si todas las olas del o-
"Si él ha ordenado que me encierren en este si­
céano se hubieran puesto a cantar. En ese instan­
tio", me decía yo, "sin darme oportunidad de enviar
te, me pareció, por instinto, que alguien había en
por mi equipaje a l a posada, debo someterme a las
el cuarto. Volvíme con prontitud, y mis ojos e n ­
circunstancias y proceder como éstas lo permitan".
contraron a mi primer guía vestido de blanco,quien
Y volviendo a mi cuarto, miré nuevamente hacia
de pie y en absoluto silencio, esperaba detrás de
el mar. Mientras esto hacía, inclinada un poco so
mí. Tuve intención de quejarme acerca de cómo ha­
bre el marco inferior de la gran ventana, tocó mT
bía sido aprisionada a modo de los criminales; pe­
mano un objeto de aterciopelada suavidad: era una
ro ante su grave y tranquila figura, perdí mi acri
rosa lacre que colgaba de la torre y justamente a
tud y nada pude decir. Unicamente permanecí inrnó”
mi alcance. Sus pétalos, que comenzaban a abrir -
vil y atenta a sus órdenes. Sus ojos obscuros,que
se, levantábanse hacia mí como dulces labios enbus
brillaban bajo su capucha blanca, dirigíanse hacia
ca de besos, y por un momento me sentí asombrada 7
mí con inquisitiva y escrutadora mirada, como si es
porque habría podido jurar que ninguna clase de ro
perase que yo hablara; pero, como yo continuaba eñ"
sa había cuando desde allí miré al mar la primera-
silencio, se sonrió de un modo casi imperceptible.
vez. "¡Una rosa de entre todas las rosas del cie­
"¡Sois muy paciente!", dijo con gravedad, y eso
lo!" ¿Dónde había yo escuchado estas palabras? ¿y
está bien! ¡El Superior os espera!
qué significaban ellas?
Un temblor nervioso invadió todo mi ser,y mi co
Con todo cuidado y con extrema ternura, me in -
razón principió a palpitar con violencia.Iba,pues7
cliné sobre aquella hermosa y suplicante flor.
a conseguir la realización de mi más vivodeseo:ver
"¡No te tomaré!", díjele con suavidad, siguien­
y hablar con el hombre a quien Rafael Santóris de­
do los impulsos de mi soñadora fantasía. "Si eres
bía su prolongada juventud y su poder, y bajo cuyo
un mensaje, como lo creo, permanece ahí todo el tiem
entrenamiento había pasado por pruebas que le h a ­
po que puedas, y háblame! yo entenderé tu mudo leTT bían enseñado algunos de los más profundos miste -
guaje!" — rios de la vida!
Y así, durante algunos minutos, nos hicimos si­
El objetivo de mis propios deseos parecíame aho
lenciosas amigas, hasta que pude haber dicho con el
ra tan terrorífico que, aún cuando hubiera procura"
poeta: "The soul of the rose went into my blood" ,
do decir una sola palabra, no habría podi,do hacer~
(El alma de la rosa invadió mi sangre). De todas
lo. Seguí a mi escolta en absoluta silencio. De
maneras, algo agudo, fino y sutil conmovió mis sen
pronto, en medio de mi nerviosa agitación, resbalé
tidos produciéndose en rrtí una intensa alegría por-
en la escalera de piedra y estuve próxima a caer;
el solo hecho de vivir.
él me sostuvo, tomándome súbitamente de lamanocon
Olvidé encontrarme en un lugar extraño; olvidé
tal bondad y suave fuerza que renovó mi valentía .
para todo intento y propósito mi carácter de pri -
Sus ojos maravillosos miraron fijamente los míos.
sionera; olvidé todo, excepto que yo vivía, y que
"No temáis", dijo en voz baja. "Realmente, na­
la vida era un éxtasis. da hay que temer1"
No tenía una idea exacta de la hora. Mi reloj
Pasamos el elevado y amplio hall circular y su

14
15
luminosa fuente, y en dos o tres minutos llegamos
a un arco cóncavo oculto tras un cortinaje de rico cia la ventana. Encontrábase ésta colocada en un
doble arco de piedra, y se abría hacia un jardín que
paño tejido en colores bruno y dorado,el queini guí
se extendía hasta lejos, desde los prados de fragan
a corrió silenciosamente, dejando en descubierto ü
tes y deliciosas flores hasta una pintoresca pers“
na puerta cerrada. Detúvose en el descanso y espe
pectiva de cerros, y bosques. Un suave calor de luz
ró. Yo esperé con él,y procuré tranqui 1izarme, auiT
rosada iluminaba el alegre escenario, indicando la
que mi espíritu soportaba un verdadero tumulto de gloriosa despedida del sol poniente. Me levanté im
expectación, duda y temor. Aquella puerta cerrada pulsivamente para encaminarme a mirar hacia afuera;
parecíame ocultar algún secreto maravi1loso con que pero me detuve, impedida y obligada ano avanzar por
probablemente estarían ligados todo mi destino y mi un rápido e imperativo temor. Ya no estaba sola.Te
vida futura. Abrióse súbitamente. Entonces apare nía a mi frente la elevada y majestuosa figura de úñ
ció ante mi vista una hermosa sala octogonal, rica hombre vestido también de blanco, como mi guía; un
mente amoblada, con las paredes cubiertas delibro? hombre cuya singular belleza y digno aspecto habrían
de piso a cielo. Algunos grandes vasos de flores causado la admiración aún de los espíritus más ru­
formaban verdaderas llamas de color entre las som­ dos e inobservantes.
bras, y una rápida mirada hacia arriba me permitió ¡Por fin me encontraba realmente en presencia de
ver el cielo pintado con primorosos frescos. Asélzion!
Mi guía me hizo señas para que entrase. Agobiada por esta certidumbre, no podía hablar;
"El Superior estará con vos en un momento más", sólo pude mirarlo maravillada a medida que se acer
dijo. "Tened la bondad de tomar asiento". Dichas caba hacia mi. Su capucha, echada atrás, d e j a b a ”
estas palabras, me dirigió una envalentadora mira­ ver totalmente su hermosa cabeza intelectual; sus
da. En seguida agregó: "Estáis un poco nerviosa ; ojos, de color azul obscuro y llenos de luz, escru
procurad tranquilizaros! No tenéis ab so lu t a m e n t e taban mi rostro acuciosamente. La sangre enroje “
por qué experimentar ansiedad o concebir temores!" ció mis mejillas en una onda de calor. Reuniendo
En respuesta, procuré sonreír; pero me sentí más todas rnis fuerzas, comencé a devolverle mirada por
bien con deseos de llorar. Sobrevínome un repenti mirada, uniéndonos así más y más en nuestras pro -
no sentimiento de desolada depresión que fui incaT pias líneas de atracción espiritual. Luego una li
paz de vencer. Mi guía desapareció, y la puerta se gera sonrisa iluminó la gravedad de sus h e r m o s a ?
cerró detrás de él del mismo misterioso y silencio facciones, y me tendió ambas manos.
so modo en que había sido abierta. Encontróme so~ "¡Bienvenida seas!", dijo con una voz que expre
la; tomé asiento en uno de los numerosos y mullidos saba la más perfecta música del lenguaje h u m a n o ?
sillones distribuidos en la sala, y me esforcé por "¡Turbulenta e indisciplinada como eres, bienveni­
tomar al menos un semblante de aparente tranquili­ da seas!"
dad. Pero, después de todo, ¿qué objeto tenía asii Tímidamente puse en sus manos las mías 'que apre
mir un aire tranquilo si el hombre a quien venía a" tó con cierta fuerza y calor. En seguida,con prorT
ver estaba probablemente capacitado para posesio - titud y casi sin darme cuenta, caí de rodillas co~
narse en un momento de las emociones de cualqui er mo delante de un santo, pidiendo en silencio su ben
ser humano? Instintivamente, Qprimíme el corazón dición. “
con la mano derecha y sentí la carta que mi amante Hubo un momento de profunda quietud, y Asélzion
me había dado. ¿No sería aquello un fantástico sue_ colocó sus manos sobre mi cabeza inclinada.
ño? “ "¡Pobre niña!", exclamó suavemente. "Te has a-
Lancé un prolongado suspiro, y volví mis ojos ha venturado lejos en busca del amor y de la vida. Du

16 17
ro seria para n si fallaras en tu intento' Que to las reglas de nuestra Orden. No estamos prepara -
das las potencias de Dios y de la Naturaleza vengan dos para recibirlas, porgue no las necesitamos. E-
en tu ayuda!" 11 as son nada más que mitades de almas.*
Dicho esto, me levantó con una benevolencia in­ Mi corazón dio un salto de indignación; sin em­
finitamente cortés, y acercó para mi una silla al bargo, mantuve mi tranquilidad. El mirábame fija­
lado de una mesa escritorio en que habia algunos pa^ mente, mientras con una mano reunía algunos pape -
peles, nítidamente amarrados unos, otros dispersos- les dispersos sobre su escritorio.
en aparente confusión. Cuando ambos estuvimos seri "Bien, ¿por qué no me das la obvia respuesta ?
tados Asélzion inició la conversación del modo más- ¿Por qué no dices que si las mujeres son mitades de
fácil y más sencillo. almas lo son también los hombres, y que las dos mi_
"Sabrás, sin duda, que tu visita me ha sido a - tades deben unirse para formar una existencia com~
nunciada por uno de mis discípulos, Rafael Santo - pleta? ¡Pobre niña! No te ofendas al oir la des­
ris", dijo. "El te ha estado buscando por l a r g o cripción de tu sexo. ¿No es verdad que sois mita­
tiempo; pero, ahora que te ha encontrado, ha sufri des de almas? Lo sois, en real idad;y nuestro prin
do en cierto modo una decepción, porque eres rebeT cipal defecto consiste en que pocas veces os dais"
de y no inclinada a reconocerlo. ¿No es así?" ~~ cuenta de ello, ni procuráis formar la perfecta e
En ese instante, me sentía ya un poco más val ien indivisible unión, tarea sagrada que está en vues­
te, y respondíle con prontitud. tras manos realizar. La Naturaleza trabaja sin des
"Yo no soy desinclinada a reconocer alguna cosa canso para unir las correspondientes mitades. ET
verdadera. Pero no deseo ser engañada ni engañar­ ser humano procura también sin descanso separarlas;
me a mí misma". y aun cuando al fin se verifica la inevitable u-
Asélzion se sonrió. nión, como tiene que suceder, no hay para qué pos­
"¿No?" preguntó. "¿Cómo sabes que no has esta­ tergarla por meses o siglos. Vosotras las mujeres
do siempre engañándote a ti misma desde la gradual fuisteis destinadas a ser los ángeles de lá salva­
evolución de tu vida subconsciente a tu vida cons­ ción; pero, en lugar de esto, sois ía ruina de vues
ciente? tros propios ideales." ~
La Naturaleza no te ha engañado. La Naturaleza No pude contradecir su aserto porque lo conside
actúa siempre con sinceridad; pero tú ¿no has pro­ ré verdadero. —
curado en varias fases oe tu existencia hacer algo -Como acabo de decir, continuó, este no e s un lu
más sabio que la Naturaleza? Vamos, vamos;no te e gar para mujeres.. La sola idea de que pudieras i~
mociones tanto. Tú has hecho únicamente lo que los maginarte capaz de someterte a las duras pruebas de
llamados seres razonables hacen y creen estar jus­ los discípulos, es algo en realidad increible. Uni
tificados en hacer. Pero ahora, en tu estado pre­ camente por Rafael he consentido recibirte a fin de
sente, que es de avance y no de retroceso,has prin explicarte cuán imposible es que puedas permanecer.
cipiado a adquirir un conocimiento un poco más amr -Yo debo, permanecer, interrumpí con firmeza. Ha
plio, con un poco más de profunda humildad, de ma­ ced conmigo lo que quieráis; ponedme en una cel d i
nera que me siento inclinado a tener gran pacien - en calidad de prisionera; hacedme sufrir privacio­
cia contigo!" nes, y yo las sufriré; pero no me despidáis sin ha
Levanté mis ojos y sentíme reconfortada ante su berme enseñado siquiera en parte a qué debéis vueJ
mirar bondadoso. tra paz y vuestro poder, paz y poder que Rafael peí
"Ahora, para principiar", continuó, "debes sa - see, y que yo también debo poseer; si quiero ayu “
ber que aquí no recibimos mujeres, de acuerdo con darlo y ser suya en todo y para todo.

18 19
Aquí me detuve, agobiada por mi propia emoción. liantes y prósperas personalidades del mundo,ricas
Asélzion mirábame fijamente. y gozan de gran consideración social; pero sólo e-
-¿Es ese tu deseo?: ayudarlo y ser suya en todo 11 os son conocedores de su propia futilidad, y vi­
y para todo?, preguntó. ¿Por qué no lo realizaste ven a sabiendas de que sus vidas deben conducirlas
siglos atrás? Y aun ahora has vacilado en la u - a otras vidas, temiendo el inevitable cambio queha
nión que le debes; has dudado de él, aunque tu pro de sobrevenirles por ley eterna, cualquiera que sea
pió instinto te dice que él es el verdadero compaT la situación que hayan conseguido alcanzar en su e
ñero de tu alma, y aunque tu propio corazón palpi­ xistencia presente! “
ta por él, como un pajarillo lucha contra las vari Su voz era grave y compasiva, y sentí que me in
lias de la jaula en busca de la libertadl “ vadía un débil temblor de miedo. “
Guardé silencio. Mi destino parecía estar en la -¡Estos eran y son hombres!, continuó. Y tú,una
balanza; pero lo dejé en manos de Asélzion,a quien, mujer, ¿querrías tentar valientemente las aventu -
si algo significaba su poder, le era más fácil le­ ras en que ellos fallaron? ¡Piensa por un momento
er mis pensamientos que a mí expresarlos. Levantó cuán débil e ignorante eres, y en qué absoluta fal
se de su silla y comenzó a pasearse lentamente, ai) ta de preparación te encuentras! Cuando principias-
sorbido en meditación. Luego se detuvo repentina” te por vez primera tus estudios psíquicos con un pro
mente delante de mí. fesor a quien ambos amábamos y honrábamos,y a quien"
-Si quieres permanecer aquí, dijo, debes saber conociste con el nombre de Heliobás, tú habías prin
lo que ello significa. Significa que debes habi - cipiado apenas a vivir en el mundo; desde entonces”
tar en tu cuarto, enteramente sola, excepto cuando has trabajado con empeño y conseguido mucho en tu
se te llame para recibir instrucciones. Allí te ser perfeccionamiento espiritual; pero en tu constante
virán tus comidas; te sentirás como una cri mi naT aplicación para vencer las dificultades has echado
que recibe más bien castigo que instrucción, y no de menos varias cosas en tu camino. Doy crédito a
podrás hablar con persona alguna si note dirige an^ tu paciencia y a tu fe; ellas han realizado mucho
tes la palabra. — en tu favor, y ahora te encuentras en el punto cru
Luego me hizo señas para que lo siguiese a otra cial de tu carrera, cuando tu Voluntad, como el tT
sala contigua a la en que nos encontrábamos. Allí, món de un barco, tiembla en tu mano al surcar pro~
conduciéndome a una ventana, mostróme un escenario fundidades desconocidas en que pueden s o b r e v e n i r
muy diferente del paisaje de luz solar y de jardín obscuras y pavorosas tempestades.Hay peligro aproa
que acababa de ver: un triste cuadrado de c é s p e d para cualquiera alma vacilante, orgullosa o rebel­
sembrado de cruces negras. de. ¡Es conveniente que te lo prevenga!
-Estos no son signos de muerte, dijo, s i n o de -No estoy temerosa, dije en voz baja.Cuando más,
fracasos. Fracasos, no en el sentido mundando de puedo morir.
la palabra sino de no haber hecho de la vida lafuejr -Niña, eso es justamente lo que no pueden hacer.
za eterna y creadora como és en realidad. Guarda este concepto firmemente, de una vez y para
¿Quieres ser uno de ellos? siempre: tú no puede.* morir; la muerte no existe !
-No, contesté inmediatamente. Yo no fracasaré. Si pudieses morir y haber concluido enteramente con
Asélzion dio un ligero suspiro de impaciencia. todos tus deberes, cuidados, trabajos y perplejida
-Así han dicho todos cuyos recuerdos están aquí, des, el eterno problema resultaría por demás sim “
dijo, mientras indicaba las cruces con ademán impre plificado. Pero la idea de muerte es una de las tan
sionante. Algunos de los hombres que nos han dejí" tas ilusiones humanas. La muerte es una imposibi”
do esas muestras son en este momento las más bri ~ lidad en la estructura de la Vida; lo que se desig

20 21
na con ese nombre es únicamente un cambio y una re
les de filósofos y estudiantes han iniciado algu -
investidura de átomos que no perecen. Las varia ~ ñas investigaciones en este sentido, y tal vez el u
das formas sin fin de este cambio y de esta rein - no por mil ha tenido éxito, mientras todos los de~
vestidura de átomos es el secreto que n o s o t r o s y más han fracasado.
nuestros discípulos nos hemos propuesto descubrir, . La historia de Fausto tiene perpetuo interés por
y algunos de nosotros lo hemos dominado suficiente que trata de estos secretos que, de acuerdo con la-
mente para controlar la materia y el espíritu que
leyenda, sólo pueden ser descubiertos con la ayuda
forman nuestra estructura. Pero el modo de reali­
del demonio. Nosotros sabemos que el demonio no e
zar este aprendizaje no es fácil. Rafael Santoris xiste, y que todas las cosas están sabiamente orde
puede haberte dicho que casi fue vencido en las prue nadas por una Inteligencia Divina, de manera queerí
bas, pues yo no omito ninguna; y si tú persistes erT las más profundas investigaciones que nos permiti­
tu loco intento, no podré tampoco omitirlas,ni aun mos hacer no tenemos que temer sino a nosotros ruis
en consideración a tu sexo.
mos! El fracaso es siempre obra exclusiva de lo¥
-No pido que omitáis las pruebas conmigo, excla estudiantes, no del estudio en que se encuentran em
mé suavemente. Ya os he dicho que todo lo soporta peñados, y la razón de esto consiste en que cuandcT
ré. saben ya un poco creen saberlo todo, de donde re -
Una ligera sonrisa cruzó el rostro de Asélzion.
sulta que llegan a convertirse en intelectualmente
-Así lo deseas, lo creo, respondió. ¡Yo ahora arrogantes, actitud que anula inmediatamente el pro
me doy cuenta perfectamente del martirio quesufris greso adquirido. El secreto de la vida es una ma”
te en los antiguos días. Te puedo ver desafiando teria comparativamente fácil de entender; el secre
a los leones en la arena romana antes que ceder a to de la juventud, un poco más difícil; el secreto
tu fija resolución, aun cuando esta resolución fue del amor, el más difícil de todos, porque el amor
se correcta o errada! ~ genera la perpetuidad de la vida y de la juventud.
Mientras hablaba de esta manera, sentí un estre Ahora, el objeto de tu venida, si bien se consi
mecimiento convulsivo, y la ardiente sangre enrojé dera, es absolutamente personal, no digo egoísta 7
ció mis meji1las. “ porque este vocablo suena con repulsión;y he.de dar
-Te puedo ver, continuó, preparándote para arro crédito a tu sincero sentimiento femenino de que ,
jarte a las aguas del Ni lo antes que ceder a la es reconociendo en tu propia alma a Rafael Santórisco
túpida superstición y convencionalismo de los homT mo tu superior y tu maestro y también como tu aman”
bres. ¿Por qué pareces tan confundida? ¿Te trai­ te, deseas ser digna de él demostrando la rectitud"
go acaso algún antiguo recuerdo? Vamos,dejemos por y heroismo de tu carácter. Te garantizo que es a-
ahora esta materia, y volvamos a la biblioteca. sí. Te garantizo también que es perfectamente na­
Volvimos allí juntos, y Asélzion tomó asi e n t o tural, y por supuesto correcto, el que desees man­
nuevamente junto al escritorio, volviéndose hacia tener la juventud, la belleza y la salud por su a-
mí con un aire de tranquila e impresionante autori mor, y aun podría asegurar que este deseo es sola­
dad. — mente por su amor. Pero justamente ahora no estás
-LO que deseas aprender, y lo que cada princi - del todo segura de que así sea. Tú deseas conocer
piante en el estudio de las leyes psíquicas desea para ti rnLma el secreto de la vida y el poder de
generalmente aprender antes de todo, es cómo adqui continuación de la vida; el secreto de la juventud
rir satisfacción y ventaja meramente personal. Tú y el poder de continuación de la juventud; y conto
deseas aprender tres cosas: el secreto de la vida, da seguridad deseas conocer para ti, como tambi érf
el secreto de la juventud y el secreto del amor.Mi para Rafael, el secreto del amor y el poder de con

22 23
tinuación. del amor. Ninguno de estos secretos pue tunio sobreviene. Yo no tengo responsabilidad.Por
de enseñarse a los mundanos, vocablo que aplico a tu propia voluntad has venido aquí; por tu propia
quienes desisten en sus determinaciones y se extr£ voluntad eliges permanecer aquí, donde no hay otra
vían por mil asuntos efímeros. No quiero decir que persona de tu propio sexo con quien puedas comuni­
tü seas una de esas personas; pero tú, como todos carte, y por tu propia voluntad debes aceptar todas
los que viven en el mundo, tienes tus amigos y co­ las consecuencias. ¿Convienes en ello?
nocidos, quienes están prontos a reirse de ti y a La mirada de acero de sus ojos azules relampa -
burlarse de tus más nobles y elevados anhelos, gen gueó con un brillo casi supernatural al hacerme es
te cuya delicia sería impedir tu camino h a c i a tü ta pregunta, por lo que experimenté un sentimiento’
progreso espiritual. Y yo me pregunto, ¿eres bas­ de temor de que luego me repuse, y contesté simple
tante fuerte para sufrir la positiva burla y lavul mente: ~
gar oposición de la ignorancia?Ello puede ser, poF -¡Convengo en ello!
que tienes bastante voluntad propia, si bien no u“ Dirigióme una aguda mirada que ine conmovió de
sas de ella rectamente en algunas ocasiones. Por e pies a cabeza. En seguida, volviéndose repentina­
jemplo, deseas adquirir en estas materias un conoT mente, tocó un timbre que produjo un sonoro y armo
cimiento aparte e independiente de Rafael Santoris; nioso sonido de campanilla en uno de los corredo ~
no obstante, sin él, eres una entidad incompleta . res exteriores. Mi primer guía entró casi inmedia
Las mujeres actuales siguen esta viciosa política: t amente.
el anhelo de ser independientes de los hombres, lo -Honorio, dijo Asélzion. Conduce a esta señori
que importa el suicidio de la más noble mitad de su ta a su cuarto. Ella seguirá el curso de los novT
existencia. Ninguna de ellas es critura completa cios y estudiantes. (Mientras así hablaba, Honoriü
sin su más fuerte mitad. Las mujeres actuales son me dirigió una mirada de no disimulado a s o m b r o y
como aves deformes con una sola ala, y un vuelo de compasión). Al momento en que desee irse,selecon
recho es imposible para ellas. “ cederá para ello toda facilidad. Mientras perma T
Cuando Asélzion hubo terminado de hablar, lo mi nezca en instrucción, la regla para ella es, como
ré con fijeza. “ tú sabes, soledad y silencio.
-Si estoy o no de acuerdo con vos poco importa, Miré a Asélzion y noté cuán rápidamente h a b í a
dije. Reconozco todas mis faltas y estoy dispues­ cambiado la expresión de su rostro. Ya no tenía la
ta a remediarlas; pero necesito aprender de vos to suave y gentil benevolencia que había mantenido mi
do cuanto me sea posible, todo lo que estiméis qué” coraje; una adusta sombra lo obscurecía, y sus o-
yo pueda aprender, y os prometo absoluta obedien - jos estaban extraviados. Vi que esperaba que yo a
cia. bandonase la sala, pero vacilé un momento. “
Una ligera sonrisa iluminó sus ojos. -Me permitiréis daros las gracias, murmuré, le­
-¿Y humildad? vantando mis manos tímidamente, de un modo casi su
Incliné mi cabeza. pli cante. “
-¡Y humildadl Volvióse hacia mí con lentitud, y tomó mismanos
-¿Entonces estás resuelta? entre las suyas.
-¡Estoy resuelta! -¡Pobre niña, nada tienes que agradecerme!, ex­
Asélzion meditó un momento; en seguida pareció clamó. Conserva en tu espíritu como una de tuspri
tomar una resolución. meras lecciones en el difícil camino que principiaü
-Así sea, dijo; pero tú experimentarás las con­ a recorrer la idea de que a nadie tienes quedar las
secuencias de tu propio infortunio, si algún infor gracias ni a nadie culpar en la confección de t u

24 25
propio destino, excepto a ti misma! ¡Véte, y que noche iba poco a poco obscureciendo el cielo; una
puedas conquistar a tu enemigo! o dos franjas luminosas de color carmesí brillaban
-¿Mi enemigo?, pregunté asombrada. todavía como recuerdos del sol poniente, y un res­
-Sí, tu enemigo, tú misma, la propia personali­ plandor color perla en el oriente sugería la próxi
dad! ¡La única potencia contra la que todo hombreo ma salida de la luna. Experimenté una sensación dé
mujer ha tenido siempre y tendrá siempre que lu - conomovedor silencio, y al mirar desde la ventana
char! hacia el interior de mi cuarto, parecía éste lleno
Dejé caer mis manos, y supongo que debo haber ex de sombras movibles, obscuras e impalpables. Recor
presado alguna súplica muda al mirar a Asélzi on ~ dé que no tenía vela ni otro medio de alumbrarme 7
porque una débil sombra de sonrisa vino a sus 1 a lo que me causó una inquietud pasajera, pero sólo
bios. - por un momento. Podría acostarme, así pensaba yo,
"¡Dios sea contigo!" exclamó con suavidad;y lúe tan luego como me hubiese cansado de mirar el mar.
go, con gentil ademán, me significó que lo deja se De todas maneras, esperaría la salida de la luna,y
solo. Obedecí inmediatamente, y seguí a mi guíaHo me sentía contenta ante aquel divino, apaci bl e y
norio quien me condujo a mi cuarto, donde, sin ha“ hermoso escenario en que un pintor o un poeta ha -
blar una palabra, cerró y echó llave a la puerta , brían podido inspirarse. No sentía temor alguno ;
como lo hizo a mi llegada. pero comencé a impresionarme y a sobrecogerme gra­
Con gran sorpresa, encontré listo para mí el e- dualmente ante la quietud más y más profunda, y la
quipaje que había dejado en la posada, y en una pe majestuosa soledad que me rodeaba. "La regla para
quena consola colocada en un nicho de la mural 1 a, ella es soledad y silencio", así había dicho Asél­
que yo no había notado anteriormente, había unaba£ zion. Evidentemente, la regla comenzaba a en tr ar
deja con frutas, pan añejo y un vaso de agua fríaT en vigor.
Al mirar esta pequeña colación que era sencilla aun
que delicadamente presentada, vi que la consola era
en realidad un pequeño ascensor conectado evidente
mente con los servicios domésticos del Castillo, y
llegué a la conclusión de que éste sería el med i o
por el cual se me servirían todas mis comidas. No
ocupé, sin embargo, mucho tiempo en pensar sobre es
te asunto. Me sentía feliz de que se me hu bi esé-
permitido permanecer en el Castillo de Asélzion, y
no me molestaba el hecho de encontrarme aprisiona­
da bajo llave. Desempaqueté mis pequeñas cosas,eji
tre las que había tres o cuatro de mis libros favo
ritos, y en seguida tomé asiento para servirme rnT
frugal comida. Cuando hube concluido, acerqué una
silla a la amplia ventana y allí me senté para mi­
rar hacia el mar. Vi a l a pequeña rosa que, amis­
tosamente y con aire confidencial, inclinaba su co
rola contra el muro justamente debajo de mí,lo qué"
me produjo un sentimiento de compañerismo. Por lo
demás, la soledad era profunda. La cercanía de la

26 27
CRUZ Y ESTRELLA

La luna levantóse con majestuosa lentitud entre


dos franjas de obscuras nubes que gradualmente ad­
quirían un color plateado ante su luminosa presen­
cia, y un brillante sector de reflexiones diamantl
ñas principió a invadir en parte el dilatado mar 7
Yo permanecí en la ventana, pues no sentía inclina
ción alguna para volver el rostro hacia la obscurT
dad de mi cuarto. Luego comencé a pensar que im ~
plicaba cierta rudeza el haberme dejado sola y en­
cerrada con llave. ¡Al menos, debieron haberme pro
visto de una luz! Pero en seguida me reproché a mT
misma por haber permitido entrar a mi espíritu la
más leve sugestión de una queja, porque,después de
todo, no se me había invitado en calidad de hués -
ped al castillo de Asélzion, y además, recordé la
orden dada con relación a mi persona: "Al momento
en que desee irse, se le concederá para ello toda
facilidad". Me sentía mucho más temerosa de esta
concesión para marcharme que de mi actual soledad,
y resolví considerar toda mi aventura con corazón
ligero, y aun con cierto estoicismo. Si era mejor
que yo estuviese sola,es indudable que la soledad
resultaría buena para mí; si era necesario que per
maneciera en la obscuridad, sin duda que la obscur
ridad me sería conveniente.
Apenas había resuelto aceptar estas condiciones
cuando mi cuarto fue iluminado repentinamente por
una suave y refulgente luz, y me sobrecogí de es -
panto al no descubrir su origen. No había allí lám

29
paras ni ampolletas eléctricas; era algo asi corno místicos de que Rafael parecía estar en posesión.
si las paredes brillaran con alguna iluminación su^ Cansada al fin de tanto infructuoso pensar, ce­
perficial. Pasada mi primera sorpresa, rne sentí eji rré la ventana y me desvestí para ganarme al lecho.
cantada y feliz ante la confortable brillantez que” Cuando estuve acostada la luz de mi cuarto se ex -
me rodeaba, lo que me hizo recordar el brillo eléc tinguió repentinamente, y todo quedó en la obscuri
trico de las velas del yat "Dream". — dad, excepto la blanquecina y clara luz de la luna
Me aparté de la ventana, dejéla abierta,pues la que penetraba por el postigo el cual permanecía a-
noche era muy calurosa, y me senté a la mesa para bierto por carecer de cortina para cerrarlo.Por aj^
leer un poco; pero después de algunos minutos sus­ gün tiempo, permanecí despierta en mi dura^y estríe
pendí la lectura a fin de escuchar los murmullos de cha cama, mirando aquella luz, y rechazando confiir
una música extraña que llegaba a mis oídos, aparen meza el permitir que me dominara sentimiento algu­
temente desde el mar, y que me conmovió hasta el aT no de miedo o de abandono.
ma. Ninguna descripción podría ser bastante elo ~ Cesó la música que tanto me había extasiado, y
cuente para dar una idea de la dulzura de aquellas todo quedó en perfecta quietud y tranquilidad. Po
armonías, y me sentí maravi11aday absorta mientras co a poco cerráronse mis ojos; mis fatigados miem­
seguía el ritmo de las deliciosas y ondulantes ca- bros se desperezaron y caí en un sueño absolutameji
denci as. te profundo.
Gradualmente, mis pensamientos volaron lejos,ha Cuando desperté a la mañana siguiente, laluzsc)
cia Rafael Santóris. ¿Dónde se encontraría? ¿ ErT lar invadía mi cuarto como una lluvia de oro.
qué pacífica extensión de aguas brillantes estaría Levantéme llena de alegría por haber pasado la
anclado su fantástico buque? Lo reproduje en mi ce noche tan apaciblemente, y por no haberme ocurrido
rebro hasta que casi pude ver su rostro, su anclfá algo extraño o aterrador, aun cuando no sé por qué
frente, la tierna sonrisa de sus valientes ojos, y hubiese podido temer que esto sucediera. Todas las
pude imaginarme que oía los suaves acentos de su cosas parecían maravillosamente frescas y hermosas
voz, ¡siempre tan gentil cuando me hablaba, a mí , ante la deliciosa claridad del nuevo día, y la sen
que había rechazado la mitad de su influencia! Una cillez misma de mi cuarto era más fascinadora que"
rápida ola de ternura invadió mi corazón; toda mi el lujo más suntuoso.
alma voló a saludarlo con los brazos abiertos, por Sólo noté algo extraordinario: el agua fría de
decirlo así; sentí en mi propia conciencia que él que estaba provisto mi baño chisporroteaba,por de­
era más que todo para mí en el mundo, y exclamé en cirlo así, como si hubiera sido efervescente;una o
voz alta: "¡Mi amado, te amo, te amo!" dos veces pareció rizarse como una espuma diamanti
Luego medité cuán insano y fútil era hablarle al na, y nunca permanecía en reposo. Antes de bañarr
aire cuando había podido hacer esa confesión al ver me, observé su brillante movimiento durante algu -
dadero amante de mi vida cara a cara, si yo hubieT nos minutos; en seguida, sintiéndome segura de que
ra sido menos escéptica, menos orgullosa. ¿No era se encontraba cargada con cierta clase de electri­
mi viaje al Castillo de Asélzion un testimonio de cidad, me sumergí en ella sin vacilar, y gocéenel
mi vacilante y dudosa actitud? Porque yo había ve más alto grado de su deliciosa y vigorizante influ
nido, como bien ahora lo reconocía, en primer lu T encía. “
gar, para estar segura de que Asélzion existía en Concluida mi toilette, y habiéndome vestido con
realidad, y, en segundo término, para convencerme una sencilla bata de mañana de paño blanco, por es
por mí misma y para mi propia satisfacción, de que timarla más adaptable al calor que la negra vesti“
era verdaderamente capaz de comunicar los secretos menta usada durante mi viaje, me dirigí a abrir la

30 31
ventana para dar entrada al aire fresco del mar, y hubieran recibido mi correspondencia, pues tenía la
al mismo tiémpo experimenté cierta sorpresa al ver convicción de que la mística Hermandad de Asélzion
una pequeña puerta, abierta en el lado de la torre, no permitiría que me comunicase con el mundo exte­
a través de la cual descubrí una escalera de cara­ rior mientras yo permaneciera allí.
col que conducía hacia abajo. Cediendo al impulso No tenía idea exacta de la hora, pues mi reí oj
del momento, descendí por ella hasta su término don se había detenido. La quietud que me rodeaba ha -
de me encontré ante un hermoso pequeño jardín in~ bría llegado a ser opresiva si no hubiera sido por
crustado en la playa. Podía ahora abrir una puer­ el ruido de las pequeñas olas que rompían en el pr£
ta y pasearme en la ribera misma del mar. ¡Ya no e montorio bajo mi ventana. “
ra más prisionera! ¡Podía correr, si lo deseaba! ~ De repente con grande alegría de mi parte, se a
Miré a mi alrededor, y no pude menos de sonreir brió la puerta de mi cuarto y entró Honorio. InclT
me al ver la imposibilidad de escapar. El pequeño nó ligeramente la cabeza, a manera de saludo, y en
jardín pertenecía exclusivamente a la torre, y ro­ seguida dijo en tono breve:
deábanlo por todos lados rocas inaccesibles que se "Os ordenan seguirme".
elevaban casi hasta la altura del propio Casti 1 lo Me levanté con toda obediencia, y estuve lista.
de Asélzion, mientras el pedazo de playa en que me Honorio me miraba intensamente y con curiosidad,co
encontraba aparecía igualmente cercado por enormes mo deseando leer mi pensamiento. Recordé que AseT
peñascos contra los cuales las olas del océano ha­ z.ion me había prohibido hablar, a menos que me ha”
bían azotado durante siglos sin dejar huellas muy blasen antes, y me limité a devolver la mirada de
visibles. Sin embargo, me sentía feliz al pensar Honorio firmemente y con una sonrisa.
que se me hubiera permitido cierta libertad al ai­ "No os sentís ni desdichada, ni temerosa, ni in
re libre, y por algunos minutos permanecí mirando quieta", dijo con lentitud. "Ello marcha bien. OT
el océano y gozando con el calor del sol meridio - iniciáis de un modo feliz. Y ahora, cualquiera co
nal. En seguida volví sobre mis pasos lentamente, sa que veáis u oigáis, gurdad silencio! Si deseáis"
mirando en todas direcciones para ver si divisaba hablar, hablad luego; pero, cuando d e j e m o s este
alguna persona. No se divisaba un alma. cuarto, que ni una sola palabra se escape de vues­
Volví a mi cuarto donde encontré mi cama tan pri tros labios, ni una sola exclamación. Vuestra mi­
morosamente hecha como si nunca hubiera dormido en" sión es oir, aprender y obedecer!"
ella persona alguna, y allí sobre la mesa, encon - Esperó a fin de darme oportunidad de decirle al
tré también mi almuerzo el que se componía de una go en respuesta; pero preferí mantenerme muda. Eñ
taza de leche y algunos bizcochos de harina de tri seguida me pasó un velo doblado de material suave,
go que el apetito me indujo a devorar regocijada T blanco, fino y sedoso.
mente. Cuando hube concluido, tomé la taza vacía y "Cubrios con esto", dijo, "y no os descubr ái s
la bandeja y las puse en la consola dispuesta en el hasta que hayáis vuelto aquí".
nicho, la que fue bajada instantáneamente y desapa Desdoblólo y me lo coloqué rápidamente. Era tan
reció muy pronto. ~ delicado como una nube, y me cubría de pies a cabe
Comencé luego a meditar cómo emplear mi tiempo. za, ocultándome ante los ojos extraños, aun cuando
No sería en escribir cartas, porque aun cuando te­ podía yo mirar perfectamente a través de él. Hono
nía m^ escritorio de viaje listo para este propósi rio me hizo señas para que lo siguiera, y así lohT
to, no deseaba que mis relaciones de amistad supie ce. “
ran donde yo estaba, y, aun cuando hubiera escrito Mi corazón latía rápidamente a impulso de un do
a algunas de ellas, habría sido poco probable que ble sentimiento de excitación y expectación.

32 33
Recorrimos varios pasajes con intrincadas vuel­ nortalidad; y el alma aprisionada volaba con rego­
tas que parecían no tener salida, como un laberin­ cijo hacia arriba, hacia una vida más elevada,en a
to, hasta que al fin me encontré encerrada en algo las de la luz i —
semejante a una pequeña celda con una abertura a 1 Cuando el órgano volvió a enmudecer, lo que ocu
frente de mí y por la que podía contemplar una ex­ rrió muy luego, sobrevino un profundo silencio,tarf
traña y pintoresca escena. Vi el interior de una profundo.que podía ori los rápidos latidos de mi
pequeña y hermosa capilla gótica, exquisitamente de propio corazón, como si yo hubiera sido el ú n i c o
lineada y alumbrada por numerosas ventanas de vi” ser viviente en aquel lugar. Volví mis ojos hacia
drio empañado, a través de las cuales la luz solar la deslumbrante Cruz y Estrella que con sus rayos
filtraba en arroyos de color radiante que proyecta de fiero brillo en continuo movimiento producía el
ban matices de oro, carmesí y azul sobre el blanco’ efecto de algo así como si una corriente eléctrica
mármol del pavimento. Entre cada columna que sos­ estuviera dirigiendo mensajes que ningún mortal,por
tenía el techo, primorosamente tallado, había dos hábil que fuese, pudiera ser capaz de descifrar o
filas de bancos, dispuestas en anfiteatro, en que de traducir en palabras, pero en todo caso, mensa­
estaban sentadas inmóviles figuras blancas,hombres jes que podían abrirse camino hasta lo más profun­
vestidos con el hábito de la misteriosa Orden,y con do de nuestras conciencias.
sus rostros ocultos bajo sus capuchas. De pronto se produjo un ligero movimiento en 1as
La capilla no tenía altar; pero en su extremo o filas de aquellos hombres vestidos de blanco que ,
riente, donde el altar pudo haber sido erigido, sé* cubiertos sus rostros con capuchas del mismo color,
ostentaba una obscura*cortina de púrpura alumbrada habían permanecido hasta ese instante sentados y en
con brillantes resplandores por una cruz y una es­ absoluta quietud, y, como movidos por un resorte ,
trella de siete puntas. Los rayos luminosos emana pusiéronse de pie, mientras otra figura, elevada ,
dos de aquel elevado Símbolo de un credo no escri~ imponente y majestuosa, apareció con paso lento,re
to.eran tan vivos que casi enceguecían, y poco les corrió la capilla y se detuvo al frente del glorio
faltaba para eclipsar el brillo mismo del sol. so Símbolo, con ambas manos levantadas y extendí ~
Sobrecogida por la extraña y tranquila solemni­ das, como para invocar una bendición. Era el Supe
dad que me rodeaba, me sentía feliz de estar ocul­ rior, era Asélzion, Asélzion investido con tal dig"
ta bajo los pliegues de mi blanco velo, aunque lúe nidad y esplendor que parecía un héroe o un dios T
go me di cuenta de que me encontraba en una espe “ Su aspecto era de absoluto poder y tranquila com -
cié de cámara secreta, construida evidentemente pa postura, y expresaba al mismo tiempo seguridad,fuer
ra el uso de los que eran llamados a presenciar to za y autoridad. Llevaba su capucha echada atrás,y
do lo que ocurría en la capilla, sin ser vistos. ~ desde el secreto rincón en que me encontraba senta
Yo esperaba con viva expectación. Luego tembló da, podía mirar sus facciones distintamente, y eT
en el aire el profundo y vibrante sonido del órga­ brillo de sus penetrantes y hermosos ojos mientras
no, aumentando gradualmente en poder e intensidad, los volvía hacia sus discípulos.
hasta que un magnífico torbellino musical salió de Manteniendo sus manos extendidas, dijo con voz
él, algo así corno cuando una repentina tempestades firme y clara:
talla entre las nubes. “ "¡Al Creador de todas las cosas visibles e invi
Lancé un prolongado suspiro de puro éxtasi s.Seji sibles ofrezcamos nuestra gratitud y nuestra ala ~
tía deseos de arrodillarme y de derramar lágrimas" banza, y así principiemos este día!"
de gratitud por el mero hecho de oir. A lo que un murmullo de voces respondió:
¡Era una música divina que destruía toda idea de "¡Te alabamos, oh Divino Poder de Amor y Vida E

34 35
terna! esa misma Inteligencia directiva capaz de sostener
¡Te alabamos portodo lo que somos! su método y su condición.
¡Te alabamos portodo lo que hemos sido! "Partimos, por lo tanto, de la base de que exis
¡Te alabamos portodo lo que esperamos ser!" te esta Inteligencia reguladora o directiva que,co
Siguió un momento de impresionante silencio. En mo el cerebro humano, debe ser dual,combinando los"
seguida, los miembros de la Hermandad tomaron asien atributos masculino y femenino., pues vemos que en
to en sus sitios respectivos, y Asélzion habló en“ esa misma forma dual se manifiesta también en toda
mesurado y distinto acento, con el modo fácil y se la Creación.
guro de un práctico orador. ~ "La Inteligencia o el Espíritu, si así queréis
"¡Amigos y Hermanos! llamarlo, es inherentemente activo y debe encon
"Nos hemos reunido aquí para considerar en este trar una salida o manifestación de su poder, y el
instante del tiempo las cosas que hemos hecho en el mero hecho de esta necesidad produce el de s e o de
pasado, y las cosas que estamos preparándonos para perpetuarse en varias formas: de ahí nace el pri­
realizar en el futuro. mer atributo del Amor. Por consiguiente, el Amor
"Nosotros sabemos que desde el pasado, que se ex es el fundamento de los mundos, y la fuente de to­
tiende hacia atrás por toda la eternidad, hemos he dos los organismos vivos, de los átomos duales del
cho el presente; y, de acuerdo con la Ley Divina 7 espíritu y materia que ceden a la Atracción, Unión
sabemos también que desde este presente, extendién y Reproducción. Si nosotros llegamos a darnos cueji
donos hacia adelante por toda la eternidad, evolu~ ta exacta de este hecho, habremos dado un gran pa­
cionaremos para formar nuestro futuro. so hacia la comprensión de la vida.
"Estáis aquí para aprender no sólo el secreto de Asélzion guardó silencio por un momento;luego a^
la vida, sino algo acerca de cómo vivir la vida; y vanzó uno o dos pasos; el deslumbrante Símbolo á"
yo, en mi limitada capacidad, estoy únicamente pro sus espaldas parecía rodearlo literalmente con sus
curando enseñaros lo que la Naturaleza os ha esta~ rayos. En seguida continuó:
do mostrando por miles de siglos, aun cuando no os "Lo que debemos aprender antes de todo es cómo
habéis tomado la molestia de aprender sus leccio - estas leyes nos afectan como seres humanos y como
nes. personalidades aisladas.
"Profesores sagaces, que a pesar de todo no son "Para exponer los sencillos principios que deben
más que niños en su incipiente sabiduría, os han en guiar y preservar la existencia humana es necesa -
señado que la vida humana ha nacido del protoplas~ rio evitar toda obscuridad de lenguaje, y mi expli
ma -como ellos creen- pero carecen de la habilidad cación será tan breve y sencilla como me sea posi~
necesaria para deciros cómo evolucionó el protoplas ble.
ma y por qué, ni de donde vino el material para la* "Aceptada la idea de que existe un Divino Espí­
formación de millones de sistemas solares y trillo ritu o Inteligencia Omnipotente que rige la infini
nes de organismos vivos respecto de cuya existen “ dad de átomos vitales que en su unión y reproducción"
cia no tenemos ni conocimiento ni percepción. Al­ construyen las maravillas del Universo,nosotros ve
gunos de ellos niegan a Dios; pero la mayor parte mos y admitimos que uno de los principales resulta-
de ellos se sienten obligados a confesar que debe dos de la obra divina es el hombre. El es-así nos"
haber una Inteligencia suprema y omnipotente que re han enseñado- "la imagen de Dios". Esta expresión
gula el Universo. El Orden no puede nacer del Caosf puede ser considerada como un verso poético de las
sin una Inteligencia directiva; y el Orden degene­ Sagradas Escrituras, sin más significado que el de
raría otra vez rápidamente en Caos si no existiera una poética imaginación; pero, sin embargo, es una

36 37
verdad. El Hombre es en sí mismo una especie de U
ni verso; él es también una conglomeración de ato T "Esta hermosa tierra; este esplendoroso ci elo
idos , átomos que son activos, reproductivos y deseo
que la rodea; las exquisitas cosas ofrecidas por la
sos de perpetua creación. Tras ellos, como en 1¥ amante Naturaleza, son elementos dados al hombre ,
naturaleza divina, hay también un espíritu o inte­ no sólo para satisfacer sus necesidades materiales
ligencia reguladora, dual en su esencia y de doble sino para la evolución de su progreso espiritual .
De la luz del sol puede sacar nuevo ardor y color
sexo en la acción. Sin el espíritu que la guíe,la
para su sangre; del aire, nuevos suplementos de vi
constitución del hombre es un caos justamente como
da; de los mismos árboles, yerbas y flores, medios"
lo sería el Universo sin la dirección de su crea -
para renovar su fuerza; y nada ha sido creado sino
dor.
con la intención de contribuir a su propio pl ac er
"Debemos principalmente recordar que así como el
y bienestar. Porque si la base o fundamento del IJ
Espíritu de la Naturaleza visible es Divino y eter
ni verso es el Amor, como lo es en realidad, es na~
no, así también el espíritu de cada individuo es dT
tural que el Amor desee ver a sus criaturas feli -
vino y eterno, ha existido siempre y existirá siem” ces. La miseria no tiene lugar en el plan divi no
pre, y nosotros marchamos como distintas personan de la creación. La miseria es únicamente el resul
dades, cada uno o cada una bajo la controladora irT tado de la propia oposición del hombre a las leyes’
fluencia de su propia alma, hacia una más y más éT naturales. En la Naturaleza, todas las cosas tra­
levada percepción y progreso espiritual.La gran ma
bajan con calma y constancia, y resuelta y directa
yoría de los habitantes del mundo viven con menos'
mente hacia el bien. La Naturaleza obedece en si~
conciencia sobre este punto que las moscas o los gu
lencio las órdenes de Dios. El hombre, por el con­
sanos; forman religiones en que ellos hablan de DioT trario, interroga, argumenta, niega, se rebela, de
y de la inmortalidad como los niños, sin hacer el donde resulta que derrocha sus fuerzas, y falla en
menor esfuerzo por comprender las manifestaciones sus más elevados anhelos. Está en su propio poder
de la Esencia Divina ni la eternidad de la existen el renovar su propia juventud, su propia vitalidad;
cia; y, en cuanto al cambio que llaman muerte abaF sin embargo, lo vemos descender por su propia cul­
donan esta vida sin haberse tomado la molestia de" pa hacia la debilidad y la decrepitud, entregándo­
descubrir, conocer o utilizar los más grandes do - se, por decirlo asi, para ser devorado por las in­
nes que Dios les ha concedido. Pero nosotros, no­ fluencias desintegrantes que pudo fácilmente repe­
sotros que estamos aquí para estudiar la existen - ler. Porque así como el directivo Espíritu de Dios
cia de la Fuerza Omnipotente que nos da completo do gobierna la infinidad de los átomos que forman los
minio sobre las cosas del espacio, del tiempo y d¥ mundos siderales, así también el espíritu del hom­
la materia; nosotros que sabemos que el hombre pue bre puede gobernar los átomos de que él se compone
de mantener absoluto control sobre los átomos movT guiando su acción y renovándolos a voluntad, for -
bles de su propio universo individual, podemos daF mando con ellos verdaderos soles y sistemas de pen
testimonio por nosotros mismos de que toda la tie­ samiento y poder creador, sin desperdiciar una paF
rra está sujeta al dominio del alma inmortal, sí, tícula de sus eternas fuerzas vitales. El hombre"
como también lo están los propios elementos del ai puede llegar a ser lo que quiera ser: un dios o me
re, del fuego y del agua, porque estos e l e m e n t oT ramente una masa de unidades embrionarias que vue”
son únicamente ministros y servidores de su autori la de una a otra faz de la vida eterna en estúpi d a
dad soberana!" ~ indiferencia, compeliéndose a si mismo a que trans
Alsézion detúvose nuevamente, y, después de uno curran siglos antes de seguir por algún deci si vo
o dos minutos de silencio, continuó: sendero de separada acción indi vidual.La mayor par

38 39
te de los'seres humanos prefiere ser nada en este
sentido; sin embargo, todos estamos sometidos a 1as rruinó, por supuesto! Pero, ¿qué importa? ¡Ahora
consecuencias de nuestra eterna responsabilidad. siento cansancio de todo! ¡Día tras día, el p e s o
"Si alguno de los presentes desea hablar, hacer del tiempo!; el vivo deseo de tenderme y ocultarme
alguna pregunta o negar alguno de mis asertos, que en paz y para siempre bajo el confortable césped ,
venga aquí a manifestar valientemente lo que tenga donde ni amigo desleal, ni amor traidor ni bondado
que decir". sos parientes, alegres todos ellos de verme sufrir"
Cuando hubo hablado así, prodüjose cierto movi­ nunca más puedan señalarme con burla ni desprecio,
miento entre los hasta entonces inmóviles miembros o volver hacia mí otra vez sus crueles ojos! ¡Asél
de la Hermandad. Levantóse uno de ellos, y,deseen zion, si el Dios a quien servís es la mitad tanmaT
diendo de su sitio, marchó con lentitud hasta lie'1' vado como los hombres que El creó, quiere decir e£
gar a pocos pasos de Asélzion; luego se detuvo y e tonces que el cielo mismo es un infierno!
El hermano h a biaba deliberadamente y con ardor.
chó hacia atrás su capucha, mostrando un fatigado
Alsézion lo miraba en actitud silenciosa. El des­
y hermoso rostro en que una gran pena parecía im -
lumbrante Símbolo de Cruz y Estrella brillaba con
presa en forma demasiado fuerte para que alguna vez
extraños matices como un conjunto de millones dejo
pudiera ser borrada.
yas, y durante algunos minutos no se interrumpió §“!
-¡Yo no deseo vivir!, exclamó. He venido aquí a
profundo silencio en la capilla. De súbito, como
estudiar la vida; pero no a aprender como proion -
impelido por una fuerza irresisti ble,el Hermano C£
garla. La perdería yo gustoso por la más insigni­
yó de rodi Has.
ficante bagatela. Porque la vida es para mí unaco
-¡Asélzion!, exclamó. ¡Cómo sois fuerte, tened
sa amarga, un terrible e inexplicable tormento! ~
paciencia con el débil! ¡Cómo sois divino, tened
¿Por qué os empeñáis, oh Asélzion, en enseñarnos co
piedad con los ciegos! ¡Como os sentís firme e n
mo vivir largo tiempo? ¿Por qué no nos enseñáis mé-
vuestros conocimientos espirituales, tended una ma
jor cómo morir luego? ~
no a aquellos que pisan en incierta y movediza tém
Los ojos de Asélzion se fijaron en él con grave
bladera; y si la muerte y el olvido fuguran entre
y tierna compasión.
los dones de vuestra gracia, no me los r e h u s é i s ,
-¿Qué acusación traéis contra la vida? preguntó
porque yo desearía más bien morir que vivir!
le. ¿Cómo la vida os ha dañado? ”
Siguió una pausa. En seguida, la voz de Asél -
-¿Cómo la vida me ha dañado?, y el infeliz le -
zion, tranquila, clara y muy suave, vibró en medio
vantó sus manos con un gesto de desesperación? ¿Po
del silencio:
déis preguntarlo vos, que profesáis leer n u es tr o? -¡No hay muerte!, dijo. ¡No podéis morir! ¡No
pensamientos? ¿Cómo la vida me ha dañado? S i endo hay olvido! ¡No podéis olvidar! ¡No hay sino un ca
iinjusta para conmigo! ¡Desde mi primer aliento , mino para la vida: vivirla! ~
porque jamás pedí venir al mundo; desde mis años ju
Otro momento de silencio. En seguida conti nuó
veniles cuando todos mis sueños y aspiraciones fu? Asélzion con voz firme y resuelta:
ron destruidos por amantes padres, sí, por amante? -¡Acusáis a la vida de injusticia! ¡Vos sois el
padres cuya idea del amor era el dinero! ¡Toda no­ injusto con la vida! ¡La vida os hizo concebir e-
ble ambición frustrada! ¡Toda elevada e s p e r a n z a sos sueños y aspiraciones de que habláis! ¡En vues
muerta! Y en mi propio amor, ese amor de mujer que tro poder estaba el realizarlos! Ni padres, ni esT
es la principal ambición del hombre, aun ella fue posa, ni amigos pueden impediros hacer lo que de -
falsaria e indigna, como una moneda falsificada, y seáis hacer. ¿Quién frustró la realización de vues
no se preocupó jamás de salvar mi vida, que se a - tras nobles ambiciones e ideales sino vos mismo? ~

40 41
¿Quién puede matar una esperanza sino aquel en cu­ cer? Si no existe efectiva muerte, como nos ense­
ya alma fue concebida? Y en cuanto al amor de aque ñáis, ¿por qué sobreviene la efectiva decadencia ?
lia mujer, ¿fue ella en realidad vuestra compañera"
¿Qué placer hay en la vida cuando las fuerzas sede
o simplemente una cosa de vanidad y belleza exter­ bilitan y fallan nuestras pulsaciones; cuando laaF
na? ¿Tocó vuestra pasión su cuerpo únicamente o al diente sangre se enfría y comienza a circular con
canzó hasta su alma? ¿Os preocupasteis de investT
dificultad, y cuando aun aquellas personas a quie­
gar si esa alma había despertado alguna vez en e r
nes amamos consideran que hemos vivido demasiado ?
lia, u os sentías bastante satisfecho con poser na
Yo soy viejo; aunque no estoy consciente de mi e-
da más que su hermosura superficial? ¡En todas e*s
dad; pero otros están conscientes por mi. Sus mi­
tas cosas, culpaos a vos mismo; no culpéis a la vT
radas, sus palabras, implican que soy un obstáculo
da! ¡Porque la vida os da la tierra y el espacioT en su camino; que estoy muriendo lentamente como un
el tiempo y lo inconmensurable, para alcanzar la fe árbol carcomido, y que el proceso es demasiado ab£
licidad, felicidad en que, salvo por vuestra pro r
rridor para su impaciencia. Y, no obstante, yo po
pia culpa, jamás debiera existir un solo rasgo de
dría ser joven: mis potencias para el trabajo han
pena!
aumentado en vez de disminuir; gozo de la vida más
El arrodillado penitente, pues tal parecía ser­ que aquellos que tienen de su parte la juventud;p£
lo, cubrióse el rostro con ambas manos. ro, a pesar de todo, sé que llevo sobre mí el peso
-Yo no puedo daros muerte, continuó Asélzion.Po de setenta años, y yo digo que seguramente es pre­
déis daros vos mismo lo que conocéis con ese nom ~ ferible morir que vivir tanto tiempo!
bre, si así lo deseáis. Podéis, por vuestra pro - Asélzion, que permanecía de pie ante la amp 1 i a
pia iniciativa, repentina o premeditada, destruir luz del resplandeciente Símbolo de Cruz y estrella,
vuestra presente envoltura material; pero ello se­ mirábalo con bondadosa sonrisa.
ría por un brevísimo espacio de tiempo, el estric­ -Yo también llevo el peso, si así lo llamáis,de
tamente necesario para que las fuerzas de la Natu­ setenta años, dijo. Pero los años nada significan
raleza os construyeran nuevamente. En todo caso , para mi, como nada debieran significar para vos.
nada conseguiréis, ya que con un acto semejante no ¿Quién os ha pedido que los contéis? ¿Quién os ha
perderíais ni vuestra conciencia ni vuestra memo - ordenado tomarlos en consideración? En el mundo de
ria. Pensadlo bien antes de destruir vuestra pre­ la Naturaleza agreste, el tiempo se regula única -
sente casa-habitación, porque la ingratitud alimen mente por las estaciones: el pájaro ignora su edad;
ta la estrechez, y la nueva habitación puede s e F el rosal no cuenta los aniversarios de su nacimien
más pequeña y menos apropiada para vuestra ansiada to. Vos, en quien reconozco un hombre enérgico y
paz y tranqui1idad!" un paciente discípulo, habéis vivido la vida q u e
Con estas palabras,suavemente pronunciadas, le­ los hombres acostumbran llevar en el mundo:sois ca
vantó al arrodillado penitente, y le hizo señas de sado con una mujer que jamás se ha tomado la moles"
que volviera a su lugar. El penitente así lo hizo tia de estudiar, ni mucho menos comprender J o s ras"
con absoluta obediencia, y sin proferir una solapa gos más destacados de vuestro carácter, y quien a“
labra, cubriéndose otra vez el rostro con la capu­ hora es mucho mayor que vos, aunque menor en a ñ o s
cha a fin de que ninguno de los presentes pudiera efectivos; tenéis hijos que os consideran exclusi­
ver sus facciones. vamente como a su banquero, y que, mientras os fin
En seguida, otro Hermano avanzó hacia adelante, gen afecto, esperan vuestra muerte con ansiedad a"
y se dirigió a Asélzion. fin de poseer vuestra fortuna. ¡Preferible hubie­
-Maestro, dijo ¿no sería mejor morir que enveje ra sido que nunca hubieseis tenido esos hijos! Co­

42 43
nozco todo esto como vos también lo conocéis. I - doras. Debéis elegir vuestro camino en la vida, y
gualmente sé que mediante las impresiones mundanas esta elección debéis hacerla voluntaria y delibera
y la influencia de los llamados "amigos" quienes de damente. Ningún ser humano se debilita ni enveje”
sean convenceros de vuestra edad, ha principiado eT ce sino mediante su propia intención o inclinación.
proceso desintegrante; pero este proceso puede ser Tenéis dos dias para pensarlo, y en seguida me di­
detenido. ¡Vos mismo podéis detenerlo! El s u e ñ o réis lo que hayáis resuelto.
del Fausto no es una mera fantasía, sólo si que la El Hermano vaciló como si tuviera algo más que
renovación de la juventud no es obra de la mági c a decir; pero luego volvió a su sitio, en actitud de
maldad sino del bien natural. Si anheláis ser jo­ profunda obediencia.
ven, dejad el mundo que habéis conocido, y princi­ Asélzion esperó hasta que se hubo sentado y,de£
piad de nuevo; dejad esposa, hijos, amigos, t o do s pués de un breve intervalo, habló una vez más:
aquellos seres que cuelgan como plantas parási tas -Si todos vosotros aquí presentes estáis contení
de un roble, carcomiendo su tronco y extrayendo de tos con vuestras reglas de vida en este lugar, y con"
él su fuerza, sin comunicarle algún nuevo elemento los estudios que proseguís, y ninguno de vosotros
de vitalidad. ¡Vivid otra vez; amad otra vez! desea irse, os pido el signo acostumbrado.
-¡Yo! -y el Hermano echó atrás su capucha,deja^ Todos los Hermanos pusiéronse de pie, y levanta
do en descubierto un rostro demacrado y surcado dé" ron los brazos por encima de sus cabezas. En se r
profundas arrugas, aunque conmovedor en virtud de guida, después de un segundo de tiempo, los deja -
los rasgos intelectuales que revelaban sus hermo - ron caer otra vez con solemne rectitud.
sas facciones- ¡Yo! ¡Con estos cabellos blancosJOs "¡Basta!", exclamó Asélzion, y luego sediovuel
burláis de mi, Asélzion! ta hacia el Símbolo de Cruz y Estrella, enfrentánr
-Jamás me burlo, respondió Asélzion.Yo dejo las dolo ampliamente. Asombrada y con cierto terror ,
burlas para los insanos que estiman la vida somera observé que los rayos procedentes del centro de 1
mente sin comprender sus principios reguladores.No Símbolo flameaban tomando una longitud extraordina
me burlo de vos. ¡Ponedme a prueba! ¡Obedeced mis ria, rodeando toda su silueta, e invadiendo la ca”
reglas aquí únicamente por seis meses, y saldré i s pilla con un brillo amarillento como si repentina­
de este Castillo con todas vuestras fuerzas corpo­ mente se hubiera producido allí un incendio. Asél
rales y espirituales renovadas en juventud y vita­ zion avanzó derecha y resueltamente hasta el cen “
lidad. Pero vos mismo debéis realizar el milagro tro de las deslumbrantes llamas; en seguida, y des
que, después de todo, no es milagro. ¡Vosmismode de cierto punto, dióse vuelta otra vez y miró a sus”
béis reconstruiros a vos mismo!, como está obliga” discípulos. ¡Cómo había cambiado de aspecto! L a
do a hacerlo todo aquel que desea vivir una más am luz que lo rodeaba parecía ser parte de su prop i o
plia y noble vida. Si vaciláis; si retrocedéis;sT cuerpo y de sus propias vestiduras; en co n t r á b a s e
volvéis por medio de algún insensato recuerdo omór transfigurado en algo parecido a un ángel o a un
bido pensamiento a vuestros anteriores errores erf dios, lo que me produjo un sentimiento sucesivo de
la vida, que ya pasaron, a ella, vuestra esposa,es admiración, de temor y de terror. Levantando suma
posa en el nombre, pero jamás en el alma; a vues ” no derecha, hizo la señal de la cruz. Los Herma ”
tros hijos, nacidos de animal instinto, pero no de nos descendieron de sus respectivos sitios, y, ca­
un profundo amor espiritual; a aquellos vuestros"a minando lentamente, llegaron hasta colocarse en se
migos" que cuentan vuestros años como si fueran o” micírculo frente a su maestro quien, con voz clara"
tros tantos crímenes, sólo conseguiréis detener la y solemne, exclamó:
obra revigorizante y aniquilar las fuerzas renova­

44 45
-¡Oh, divina Luz! Somos parte de Ti! y en Ti de el interior de la capilla, y allí permanecí sola .
seamos ser absorbidos! ¡Por Ti sabemos que somos cá Un positivo terror hacía latir fuertemente mi cora
paces de obtener una vida inmortal sobre esta graT zón. Sin embargo, nada había que temer. Nadie se-
ciosa tierra! ¡Oh, Naturaleza, amante madre, cuyo encontraba cerca de mí a quien yo pudiera ver; pe­
seno palpita con oculto fuego de vitalidad y ener ro sentía como si miles de ojos me mirasen desde el
gía: nosotros somos tus hijos nacidos de ti en esr techo, desde tras las columnas, y desde los vidrios
píritu y materia; en nosotros has derramado tus 1lu empañados de las ventanas que proyectaban su luz di
vias y tus rocíos, tus nieves y tus heladas,tu luz versicolor en el blanco mármol del pavimento. Y eñ-
solar y tus tempestades! En nosotros has incorpora aquella quietud, los vivos resplandores de la Cruz
do tu prolífica belleza, tu facultad productora,tif y la estrella eran casi terribles. Los prolonga -
poder y tu progreso hacia el bien; y más que todo dos y brillantes rayos semejaban lenguas de f u e g o
nos has dotado con la pasión divina del Amorqueen que expresaban mudamente cosas indecibles. Sentía
ciende el fuego con que tú has sido creada y de que me fascinada al acercarme más y más; luego me detü
emana y se mantiene nuestra existencia! ¡Protége­ ve de improviso al sentir una especie de vibración-
nos, oh Luz! ¡Aliméntanos, oh Naturaleza: y Tú:oh debajo de mí, como si el piso temblase. Inmediata
Dios, Supremo espíritu de Amor, cuyo pensami e n t o mente, sin embargo, recobré nuevo valor paraseguiF
es Llama, y cuyo deseo es Creación, sé Tú nuestro adelante, y poco a poco fui impelida hacia d e nt ro
Guía, nuestro sostén y nuestro instructor, a tra - de un perfecto remolino de luz que caía sobre mí de
vés de todos los mundos sin fin, y por toda la e - todos lados como grandes olas, y con tanta fu er za
ternidad! ¡Amén! que apenas podía darme cuenta de mis propios movi­
Una vez más, la gloriosa música del órgano sede mientos. Avanzaba como a impulsos de un sueño;mis
jó oir en la capilla como una tormenta, y yo, tem~ propias manos parecían transparentes al extender -
blando en todo mi ser, caí de rodillas, sobrecogi­ las hacia el maravilloso Símbolo, y, al mirar por
da por el esplendor de las armonías y por lo extra un instante los pliegues de mi blanco velo, obser­
ño de aquella escena. ¡Gradualmente, muy gradual” vé que brillaban con un pálido tono amatista. Con­
mente, la música murió a lo lejos; sobrevino un pro tinué avanzando más y más, poseída de una idea i -
fundo silencio, y, al levantar mi cabeza, la capi” rresistible de ir tan lejos como pudiese dentro de
lia estaba desierta! Asélzion y sus discípulos ha aquel extraño centro de viva luz, y me sentía asom
bían desaparecido sin producir ruido alguno, y co” brada de mi propia intrepidez. Paso a paso conti”
mo si jamás hubieran estado allí presentes. Sola­ nué resueltamente, hasta que de improviso me sentí
mente la Cruz y la Estrella permanecían aún brillan aprisionada, por decirlo así, en un círculo de fue
do contra el fondo obscuro color purpura y despi ” go que giraba a mi alrededor arrojando puntas lumT
diendo prolongados y trémulos rayos, algunos de ma nosas tan agudas como flechas, y que parecían apu~
tiz violeta pálido, otros escarlata, otros de delT ñalear mi cuerpo más y más. Luché por respirar y
cados tintes del rosado y del topacio. ~ procuré retroceder. ¡Imposible! Sentíame cogi da
Miré a mi alrededor, en seguida, tras de mí, y en una red de interminables vibraciones de luz que,
con alguna sorpresa vi que la puerta de mi pequeña aun cuando.no.despedían calor, penetraban todo mi
cámara se encontraba abierta. Cediendo a un impul ser con tal intensidad como si procurasen invad i r
so demasiado fuerte para resistir, me deslicé sua~ mi propia alma. Permanecí allí sin poder articu -
vemente hacia afuera y, marchando en puntillas y a lar un sonido, muda, inmóvil, en medio de llamas de
treviéndome escasamente a respirar, encontré mi cüí mil colores, demasiado confundida para darme cuen­
mino, a través de un bajo portal abovedado, hasta ta de mi propia identidad. En seguida, y repenti-

46 47
namente, algo obscuro y fresco flotó sobre mí como
sombra de nube pasajera. Miré hacia arriba y qui­
se proferir un grito, ¡una palabra de súplica!; en
seguida caí al suelo, desmayada, en completa incon
ciencia! ~

LA PRIMERA LECCION

Ignoro cuanto tiempo permanecí allí; pero,al re


cobrar mis facultades, me encontré en un sitio tranr
quilo y sombrío, algo así como una pequeña ermita,
con una ventana que se abría hacia el mar. Yo es­
taba tendida en un cojín, cubierta aún con el velo,
y, al mirar a mi alrededor, vi que era de noche, y
que la luna extendía sobre las olas su red-de pla­
teados rayos. Flotaba en el aire una deliciosa fra
gancia proveniente de un grupo de rosas colocado cer-
ca de mí en un alto florero de cristal. En segui”
da, mientras recobraba gradualmente todo el conoci
miento de mi propia existencia, percibí una mesa,y
sentado a ella, al propio Asélzion leyendo ante u-
na lámpara encendida. Muy asombrada ante su vista,
permanecí inerte por un momento, temerosa de mover
me, pues estaba casi segura de haber incurrido en"
su desagrado, hasta que súbitamente, con el senti­
miento propio de un niño que implora perdón por u-
na ofensa, levantóme y corrí hacia él, arrojándome
de rodillas a sus pies.
-¡Asélzion, perdonadme! murmuré. ¡He procedido
incorrectamente! ¡Yo no tenía derecho para ir tan
lejos!
Volvió sus ojos hacia mí, sonriendo, y tomó sua
vemente mis manos. ~
-¿Quién te niega el derecho de ir lejos si tie­
nes fuerza y valor para ello? ¡Querida niña, nada
tengo que perdonar! ¡Tú eres la autora detupropio
destino! pero has sido atrevida, pues, siendo mu-

48
49
jer, has realizado lo que pocos hombres i n t e n t a n toris, como también acerca de su dominio sobre cien
realizar. Ello es obra de tu amor, ese perfecto a^ tas fuerzas elementales. Pero ante todo, bebe-es“
mor que rechaza el miedo. te has aventurado en un to -dijo, mientras vaciaba de un frasco primorosa­
peligro que no te ha causado daño; has salido de él
indemne. íQue así ocurra con cada una de las prue mente adornado un vaso lleno de vino de color rojo
bas a que se te someta en lo sucesivo! ~ obscuro-. No es una poción mágica; es simplemente
Asélzion puso término a mi postrada actitud, le^ una forma de alimento más nutritivo que cualqui er
vantándome suavemente, pero manteniendo siempre té materia sólida; y como todo el día nada has comido,
madas mis manos. ~ salvo tu ligero almuerzo, bebe todo este líqui do
- iYo no pude menos de hacerlo!, exclamé. Vues­ hasta la última gota.
tra orden para mi es silencio y soledad, y en si - Obedecí. El vino carecía de sabor y de fuerza,
lencio y soledad me mantuve mientras os miraba ato como el agua.
dos vosotros, y escuchaba lo que decíais. V cuanr -Ahora, continuó Asélzion, voy a exponer delan­
do todos vosotros abandonasteis la capilla, yo ha­ te de ti una simple ilustración de la verdad q u e
bría continuado inmóvil en mi sitio, en silencio y sirve de base a toda la Naturaleza. Si te conduje
soledad, si no hubiera sido por la Cruz y la Estre sen a una vasta llanura donde hubiera dos ejérci -
lia! ¡Parecían hablarme, llamarme, atraerme; y yo tos opuestos: el uno animado por un sentimiento de
me dirigí hacia ellas sin saber por qué, impeli da destrucción; el otro movido únicamente por el de -
por una fuerza extraña! Y en seguida... seo del bien, ¿no es verdad que desearías el triun
Asélzion oprimió suavemente mis manos. fo de este último? —
-En seguida la luz reclamó lo que era suyo, di­ -Sí, respondí sin vacilar.
jo, y el valor tuvo su recompensa. La puerta de tu -Pero, supongamos, prosiguió, que ambos ejérci­
cámara en la capilla fue abierta de acuerdo con mis tos obraran por el bien, y que el objeto de la fuer
instrucciones. Yo deseaba ver lo que harías des - za destructora fuese únicamente aniquilar lo que e
pués. Aún no te formas idea de lo que has hecho ; ra estéril y dañino, a fin de construirlo otra veT
pero ello no importa. Has realizado una prueba con con más sólida y noble estructura, mientras que el
éxito, porque si hubieras permanecido en tu sitio, deseo de la otra fuerza consistiera en p r e s e r v a r
hasta que alguien hubiese ido a removerte, yo te ha estrictamente y mantener las ventajas que poseí a
bría considerado como una criatura de voluntad dé~ hasta ese momento. ¿Cuál de los dos ejércitos ten
bil que obedece a impulsos pasajeros; pero tú eres dría tu simpatía? ~~
más valiente de lo que yo me imaginaba, y por e s o Aun cuando pensé un poco, no me fue posible con
he venido esta noche a darte la primera lección. testar inmediatamente. ~
-¡Mi primera lección! -repetí maravillada, mien -He aquí tu punto de vacilación, continuó, y he
tras Asélzion soltaba mis manos para sentarme en uT aquí el límite corriente de la comprensión humana.
na silla que hasta ese instante había permanecí' do Ambas fuerzas actúan para el bien; pero, natural -
invisible para mí, por encontrarse en la sombra pro mente, podemos simpatizar nada más que con una de
yectada por la lámpara. ~ ellas. A ésta llamamos Vida; a la otra, Muerte.No
-¡Sí, tu primera lección!, prosiguió sonriendo sotros pensamos que la Vida sólo existe para loqué
gravemente. La primera lección acerca de lo que has es vivo, y que la Muerte es una especie de termina
venido a investigar aquí: la prolongación de tu vi ción de la Vida en lugar de ser una de las más ac~
da terrenal por tanto tiempo cuanto desees,y el se tivas formas de la Vida. Todo el Universo se com­
creto de la juventud, fuerza y poder de Rafael San" pone de estas dos fuerzas en lucha que llamamos el

50
51
bien y el mal; pero el mal no existe. El mal es ú Miré a Asélzion con aire de súplica.
nicamente la destrucción de lo que pudiera ser da“ -Si hemos incurrido en errores, ¿cómo habríamos
ñoso si se le permitiese subsistir. Me explicaré podido evitarlos enteramente?, pregunté. ¿No par^
con más claridad: los millones de millones de áto­ ce que siempre hemos procurado lo mejor?
mos y electrones que componen los elementos eter - Asélzion se sonrió ligeramente.
nos del Espíritu y de la Materia son duales, es de -No; no me parece así, replicó. La fuente prin­
cir, de dos clases: los que mantienen su estado de cipal de vuestras existencias anteriores, laleyde
equilibrio, y los que ejercen una acción desinte - atracción que tiende a uniros, ha sido siempre y es
grante a fin de construir nuevamente. Esto que o- el Amor. Y contra el Amor habéis luchado siempre,
curre en el Universo, ocurre también en la composi Como si fuera un crimen; y en muchos casos habéis
ción del ser humano. En ti como en mí, existen es" obedecido a las transitorias convencionalidades de
tas dos fuerzas, y nuestras almas están colocad a Y los seres humanos antes que a las inmutables órde­
en guardia, por decirlo así, entre ellas. Un ejér nes de Dios. Y ahora, separados como habéis perma
cito de átomos se encuentra siempre pronto para marí necido, perdidos como habéis estado en los intermi_
tener el equilibrio de la salud y de la vida;noobs nables torbellinos del infinito, os encontráis cer^
tante, si por negligencia y falta de vigilancia d e F ca otra vez, y, aún cuando tu amante ha cesado de
centinela llamado alma, se permite a una parte de inquirir, tú no has cesado de dudar.
ellos convertirse en inútiles y estériles, el otro -¡Yo no dudol, exclamé súbitamente y con pasión.
ejército, cuya misión es destruir todo lo que e s ¡Lo amo con toda mi almal ¡Jamás lo perderé otra
falso e inútil con el propósito de renovarlo para vez!
darle una mejor forma, principia a trabajar,y este Asélzion me miró con ojos interrogantes.
proceso desintegrante es nuestra concepción de de­ -¿Cómo sabes, preguntó, que no lo has perdid.o
cadencia y de muerte. Sin embargo, naturalmente , ya?
semejante proceso no puede aún principiar sin núes Al oir estas palabras, un repentino sentimiento
tro consentimiento y complicidad. Podemos reteneF de angustia invadió todo mi ser; un frío sentimien
la Vida durante un largo tiempo en esta tierra; pe to de vacío y desolación. ¿Sería posible que mi pro-
ro ello sólo puede conseguirse por medio de nues~ pia rudeza y egoísmo me hubiera separado una vez más
tras propias acciones: por nuestro propio deseo y de mi amante? -porque así lo llamaba ahora en mi co
por nuestra propia voluntad. razón-. ¿Habíalo separado una vez más de mi alma
Miró a Asélzion interrogativamente. por algún desconfiado pensamiento? Agobiada por a
-Podemos desear y querer muchas cosas, dije; pe margo dolor, me levanté de mi asiento, casi incons
ro el resultado no es siempre feliz. ~ ciente, y me dirigí a la ventana en busca de aireT
-¿Esa es tu experiencia? preguntó mirándome in Siguióme Asélzion, quien colocó su mano derechasua
tensamente con sus penetrantes ojos. Tú sabes, sT vemente sobre mi espalda.
eres sincera contigo misma, que nada puede resis - -¡No están difícil ganar el amor como mantener­
tir ante la insistencia de una fuerte Voluntad e- lo! exclamó. El no comprenderse y la falta de es­
jercida hacia un determinado fin. Si falla el es­ pontánea simpatía, terminan por destrozar los cora
fuerzo es porque la Voluntad ha vacilado. ¿Qué has zones y separarlos. Y esto es mucho peor que lo que
hecho tú de algunas de tus vidas anteriores-túy tu los mortales llaman muerte.
amante- por medio de la vacilación en el momento su Ardientes lágrimas caían lentamente de mis ojos.
premo? ~ Cada palabra parecía traspasar mi corazón. Yo mira
ba con ansiedad la movediza extensión del o c é a n o ”
52
53
que brillaba bajo la majestuosa luna. Recordé a- la corriente de atracción que existe entre hombres
quella noche, escasamente una semana atrás, cuando y mujeres vulgares: hombres que no ven más allá que
Rafael estuvo a mi lado, estrechando mis manos con la satisfacción de un deseo, y mujeres sin otro i-
las suyas. ¡Cuán largo me había parecido ese cor­ deal que ceder a tal deseo. Hombres que aman,en el
to espacio de tiempo! Por fin hablé: más alto y fiel significado de la palabra, son mu­
-Querría más bien morir, si la muertefuera posi^ cho más raros que las mujeres. Mujeres hay que se
ble, que perder su amor. Porque donde no hay amor, acercan a lo divino en el amor, cuando el amor de^
existe necesariamente la muerte. pierta por primera vez en ellas; si después descie£
Asélzion suspiró: den a un nivel inferior, ello se debe generalmente
-¡Pobre niña!, dijo. Ahora comprendes por qué el a culpa de los hombres.
alma abandonada vaga de una existencia a otra has­ -No todos los seres humanos, continuó, han recj_
ta encontrar su verdadera compañía! De acuerdo con bido la facultad de dominar y controlar sus propi­
lo que acabas de decir, donde no hay amor no hay ver as fuerzas vitales, y esto es lo que desearía dar­
dadera vida, sino sólo una existencia semi-consciejñ te a comprender antes de despedirme de ti esta no­
te. Pero tú no tienes motivo de queja,no por ahora, che. Puedo enseñarte la manera cómo mantener tu vi_
si te mantienes firme y fiel. ¡Rafael Santoris es­ da libre de todos los elementos desintegrantes; p£
tá sano y salvo; su alma se preocupa tanto de ti,y ro el aprendizaje de la lección depende de ti mis­
con tanta insistencia, como si él mismo estuviese ma.
presente! ¡Mira! Tomé asiento nuevamente en la silla colocada al
Y colocó sus dos manos por un momento frente de Asélzion, dispuesta a oir sus palabras
sobre mis ojos. En seguida las retiró. Proferí un con la más profunda atención. Había sobre la mesa
grito de éxtasis, porque delante de mí, sobre la su varias cosas que no había visto antes, y una de és
perficie del agua alumbrada por la luna, divisé eT tas era un objeto circular cubierto con un paño. J.
"Dream", con sus velas brillantes de luz, y su es­ sélzion quitó la cubertura y me mostró un globo dé
belta figura claramente proyectada contra el hori­ cristal que parecía estar lleno con un extraño fl£
zonte. ¡Oh, cuánto deseaba volar a través delacojr ido volátil, claro en sí mismo, pero con innumera­
ta extensión de agua que parecía separarnos! Cuarí bles virgulitas y líneas brillantes que flotaban en
to deseaba estar otra vez en el puente, al lado dé él.
aquel a quien amaba ahora más que mis propias espe - Observa bien esto, dijo, porque aquí tienes u
ránzas celestiales! Pero sabía que ello era sólo é na manifestación muy sencilla de una gran verdad .Es_
na visión presentada delante de mí por la magia dé tas virgulitas y líneas que ves en continuo movi T
Asélzion, magia puesta en práctica gentilmente en miento, constituyen una muestra de lo que ocurre en
provecho mío, a fin de ayudarme y confortarme en un la composición de cada ser humano. Algunas de el 1as
momento de tristeza y cordial ansiedad. Y yo obser como ves, se mueven en diversas direcciones;sin em
vaba, sabedora de que aquel cuadro debería borrarT bargo, se encuentran y se mezclan unas con otraserí
se, como ocurrió lentamente, desapareciendo en se­ varios puntos de convergencia, y en seguida vuel -
guida como un arco-iris en las nubes. ven a separarse. Son las fuerzas constructivas y de
-¡Es en realidad un "Sueño"!, di je,sonriendo dé sintegrantes de todo el Universo, las que,fija br­
bilmente, mientras me volvía otra vez hacia Asél T en tu atención en esto, cuando están libres, se en
zion. ¡Ojalá que el amor nunca fuese tan fugaz. cuentran dirigidas por una potente voluntad regulé
-¡Si el amor es fugaz, no es amor! contestó, li­ dora. Tú, en tu actual estado de existencia, ere?
na pasión efímera a que suele darse ese nombre, es simplemente una Forma organizada, compuesta de e­

54 55
sos átomos, y para gobernarlos estás investida del vantar un planeta. Pero consideremos hechos simples
poder de la voluntad que es parte de la creadora iri tales como levantar una mano. Tú estimas que este
fluencia de Dios. Si tú los gobiernas propiamente, movimiento es instintivo o mecánico; pero sólo pue
los átomos constructivos y revivificadores que hay des realizarlo porque así lo deseas. Si tú no de7"
en ti obedecen tus órdenes, y, con fuerza crecien­ seas levantar el brazo, no podrá éste levantarse
te, controlan y subyugan gradualmente a los átomos por sí mismo. Esta fuerza tremenda, este don divi­
desintegrantes, sus enemigos, enemigos que, des - no como es el poder de la Voluntad, es ejercido a-
pués de todo, son únicamente sus servidores, d i s ­ penas por la gran mayoría de los hombres y de las
puestos a desembarazarlos de todo lo que es indig­ mujeres. De ahí su costumbre de vacilar; su fácil
no e inútil, al primer signo de decrepitud.Nada hay condescendencia ante esta o aquella opinión; el f£
más sencillo que esta ley que basta poner en prác­ cil predominio obtenido sobre millones de seres hij
tica para conservar la vida y la juventud. Toda e- manos por unos cuantos dirigentes y reformadores ;
11a está contenida en un esfuerzo de la Voluntad a las infecciosas locuras que suelen invadir alas co
que obedece todo en la Naturaleza, justamente como lectividades; los caprichos de la moda; las costum
un barco bien dirigido obedece a la brújula. ¡Re - bres de la sociedad; todo esto es debido al dispejr
cuerda bien esto! ¡yo digo: ¡todo en la Naturaleza! so poder de la voluntad que, si fuera concentrado,
Este globo de cristal encierra momentáneamente áto podría en verdad "llenar la tierra y subyugarla".
mos que no pueden ser dirigidos en este instante poF Pero nosotros no podemos enseñar al mundo y,por lo
encontrarse aprisionados, fuera de toda Voluntad tanto, debemos conformarnos con enseñar y entrenar
que los gobierne: pero si los dejase durante unas a unos pocos individuos solamente.
pocas horas más en el estado en que se encuentran, Ante tu pregunta acerca de si es posible hacer
su fuerza destrozaría el cristal, y ellos escapa - siempre este esfuerzo de la voluntad, yo respondo
r*ían para seguir nuevamente el camino que les está que sí, que ello es siempre posible. El secreto e£
señalado. Te presento todo esto como una lecciónob tá en resolverse a adoptar una actitud firme,y ma£
jetiva, a fin de probarte que tales cosas existenT tenerla con igual firmeza.
que ellas son realidades y no sueños. Si tú alientas pensamientos de temor, vacilaci­
Tú, como este globo de cristal, estás llena de ón, enfermedad, decadencia, incompetencia, fracaso
átomos aprisionados, átomos de Espíritu y Materia, y debilidad, inmediatamente das ímpetu a las fuer­
que trabajan juntos para hacer de ti lo que eres ; zas desintegrantes que hay en ti para que princi -
pero tú tienes además la Voluntad reguladora cuya pien su obra, y gradualmente llegas a convertirte
misión es controlarlos y dirigirlos, ya sea a sos­ en enferma, timorata, y menguada en tus facultades
tenerte, mantenerte y revivificarte, o bien a debi espirituales y corporales. Si, por el contrario,tus
litarte, amenguarte y, finalmente, anularte y de 7 pensamientos se relacionan con la salud, la vitali
sintegrarte, a fin de preparar para ti la creación dad, la juventud, la alegría, el amor y las faculT
de otra forma y faz de existencia. Ahora, ¿princi­ tades creadoras, estimulas a todos los elementosre^
pias a entender? vivificantes de tu sistema para que construyan nue
-Creo que sí, contesté. ¿Pero es posible hacer vos tejidos nerviosos y nuevas células cerebrales,
siempre este esfuerzo de la Voluntad? como también para que te administren nueva sangre.
-No hay un momento en que tú, consciente o sub­ Ningún sabio ha descubierto jamás una causa lógica
conscientemente, no desees algo, contestó. Y la su acerca de por qué deben morir los seres humanos,
ma de fuerza que empleas en desear cosas perfecta-7 pues ellos están aparentemente destinados a vivir
mente efímeras e insignificantes, podría casi le - por un tiempo indefinido. Lo que ocurre generalmen

56 57
te es que- los seres humanos se suicidan, y aún los das tan a menudo que mucha gente no les atribuyema
llamados "accidentes", son casi siempre el resulta yores consecuencias; sin embargo, ellas encierran”
do de su propio descuido, negligencia o falta de a una verdad de que no podemos escapar. Ante un acto
tención a las circunstancias preventivas. ” tan insignificante, al parecer, como una bondadosa
Yo procuro exponerte todo esto de la manera más palabra se paga al que la profirió con un doble in
sencilla que me es posible. Hay cientos de libros terés de bondad; mientras que una palabra cruel o
que puedes consultar sobre esta ciencia; pero es - dura lleva en sí su propio castigo.Las personas que
tan escritos en una forma tan abstrusa y difícil , reciben sin dar, no tienen éxito, generalmente ni
que aún la inteligencia más culta se siente casi im en sus vidas ni en sus propósitos; en tanto que las
pedida para asimilar las ideas que contienen.Lo que que dan sin tomar, parecen ser ayudadas milagrosa­
te he enseñado es perfectamente fácil de compren - mente por la fama y la fortuna, lo que no es otra
der; la única dificultad se encuentra en su aplic£ cosa que el cumplimiento de la ley espiritual.
ción práctica. Esta noche, por lo tanto, y durante -No deseo fama ni fortuna, dije. El amor es ba^
todo el tiempo que permanezcas aquí, serás someti­ tante para m í .
da a ciertas pruebas sobre tu fuerza de voluntad, y Asélzion se sonrió.
el resultado de ellas indicará si eres bastante fu -¡Bastante para ti, es verdad! ¡Hija mía,es ba£
erte para triunfar en tus investigaciones acerca dé tante para todos! ¡Si tienes amor es porque has er\_
la vida, de la juventud y del amor. Si eres capaz trado en el secreto espíritu de Dios! El amor ins­
de mantener la verdadera actitud; si puedes encon­ pira toda nobleza, todo sufrimiento, todo valor; y
trar y guardar el verdadero equilibrio central de creo que tú posees algunos de sus atributos, por -
la Divina Imagen dentro de ti, todo marchará bien. que has sido valiente en tu primer ensayo, y es tu
Y no olvides que si aprendes a controlar y gober - propia valentía la que me ha traído aquí a hablar
nar las fuerzas atómicas de que se compone tu ser, contigo esta noche. Por tu propia cuenta y sin pr£
podrás igualmente controlar y gobernar todas las paración, has pasado lo que nosotros los estudian­
fuerzas atómicas que existen dentro de tu esfera de tes y místicos llamamos "el primer círculo de fue­
acción. Esto te proporcionará lo que los ignoran - go",y, por consiguiente, te encuentras lista para
tes llaman "poder milagroso"; pero no se trata de el resto de tu prueba, de modo que te llevaré a tu
milagros. Ello se debe nada más que a la actitud cuarto donde te dejaré, porque debes soportar y con
del Espíritu que gobierna a la Materia. Te encon - cluir tu prueba enteramente sola. ”
trarás no solamente capaz de gobernar tus propias Mi corazón se abatió un poco; pero nada dije, y
fuerzas sino que también podrás extraer de la Natu me limité a mirar a Asélzion mientras tomaba el glo
raleza nuevos elementos de vida. El aire,la luz so bo de cristal,lleno de líneas y puntos de luz qué
lar, los árboles, las flores, te suministrarán toT brillaban como fuego aprisionado, para levantarlo
do lo que ellos pueden dar, y nada te será rehusa­ por un momento entre sus dos manos.
do. "Pide y recibirás; busca y encontrarás; golpea En seguida apagó la lámpara, y permanecimos jun
y se te dirá ". Naturalmente, debes dar a tu vez lo tos ante el pálido brillo de la luna que derramaba*
que recibes, como una manifestación de amor, gene­ sus plateados rayos sobre la superficie del rnar.Co
rosidad, benevolencia, y simpatía, no sólo al géne menzaba la alta marea, y podía oirse el solemne ruf"
ro humano sino también a todos los seres de la Cré do de las olas que rompían rítmicamente sobre la”
ación, de acuerdo con el precepto bíblico: "Da y se playa. Asélzion me tomó de la mano y me condujofue
te dará. Con la misma vara que mides serás medido". ra ae la pequeña ermita hasta el aire libre, donde-
Estas frases de nuestro gran Maestro han sido oí - estuvimos a pocos pasos del mar. Los rayos de la

58 59
luna nos bañaban con un brillo color perla, y, por futuro te lo formarás tú sola.
un movimiento instintivo, me volví para mirar a mi -¿No os veré otra vez?, le pregunté con voz al­
acompañante. Su rostro parecía transfigurado en al go temblorosa.
go de sobrenatural belleza, y por un segundo,y con -Si, me verás otra vez si pasas tu prueba con é
gran sorpresa de mi parte, cruzó mi mente el recuer xito, contestó. No si fracasas.
do de lo dicho por él en la capilla acerca de q u e -¿Qué ocurrirá si fracaso?
él llevaba también el peso de setenta años. ¡Se - -No otra cosa que lo corriente, replicó. Aban­
tenta años! Parecía estar en plena juventud y en donarás este recinto en perfecta seguridad para voJ_
todo el esplendor de la vida, y la mera idea de e- ver a tu hogar y a tus labores habituales; vivirás
dad relativa a su persona, resultaba absurda.Mien­ como viven casi todas las mujeres, bien que tal vez
tras yo lo observaba, sobrecogida de maravil 1 a d a en un grado un poco más alto de pensamiento y de ac
fascinación, levantó con lentitud ambas manos como ción, y llegará el tiempo en que consideres tu vi­
en solemne invocación a las estrellas que brilla - sita al castillo de Asélzion como una simple locu­
ban en incontables millones sobre nuestras cabezas, ra. El mundo, y sus convencionalismos teretendrán
y su voz, profunda y musical, se dejó oir s uave y fuera de aquí.
claramente en medio del silencio: -¡Jamás!, exclamé apasionadamente. ¡Asélzion ,
"¡Oh, Supremo Guía de todos los mundos creados: yo no fracasaré.
Acepta esta alma que anhela ser consagrada a Ti! Miróme vivamente; en seguida colocó sus manos sjo
¡Ayúdala a conseguir todo lo que sea para su sabi­ bre mi cabeza en ademán de muda bendición, y me iri
duría y progreso espiritual e identifícala con la dicó que entrase a mi cuarto. Obedecí. Asélzi on
Naturaleza de donde ella ha nacido. ¡Tú, silencio cerró la puerta instantáneamente; oí la vuelta de
sa y apacible Noche, invístela con tu profunda trañ la llave en la cerradura, y luego, el débil eco de
quilidad! ¡Tú, brillante Luna, penetra su espíri­ sus pasos al descender la escalera. Mi cuarto es­
tu con el resplandor de los sueños sagrados! ¡Par taba iluminado por una luz muy tenue, de ignorada
ticípale de tu fuerza y profundidad, oh Mar!;y que procedencia. Todo se encontraba tal como cuan d o
ella pueda extraer de los tesoros del aire toda la fui llamada a la misteriosa Capilla de la Cruz y Es
juventud, toda la belleza, toda la vida, todaladu]_ trella/.y miré a mi alrededor, tranquilizada p o F
zura, a fin de que su existencia sea una dicha pa­ la quietud y sencillez que me rodeaba. No me sen­
ra el mundo, y su amor, una bendición". tía dispuesta a dormir y resolví escribir de memo­
Todo mi ser temblaba con un sentimiento de vivo ria todo lo que Asélzion me había dicho m i e n t r a s
éxtasis mientras Asélzion dirigía esta plegaria pa permanecía fresco en mi espíritu. Aún me cubría el
ra mí. Pude haberme arrodillado ante él, en señaT velo blanco que me habían proporcionado. Me despo
de gratitud y reverencia, pero calculé instintiva­ jé de él , y lo doblé, con cuidado, listo para usaF
mente que no desearía este acto de homenaje. Pre­ lo nuevamente en caso necesario. ' Me senté, en se”
ferí guardar silencio, y obedecí su suave impul so guida, a la pequeña mesa, y saqué de una c a r p e t a
mientras me conducía de la mano por un abovedado pa pluma, tinta y papel; no obstante, algo me impedía
sadizo de piedra y en seguida, por una larga esca‘r fijar mi atención en lo que intentaba realizar. El
lera de caracol a cuyo término se detuvo, y, toman silencio a mi alrededor era más intenso que nunca,
do una llave de su cinturón abrió una pequeña puer* y, aunque la ventana permanecía abierta, no me era
ta. ~ posible oir ni aun el murmullo del mar. Escuché ,
-Este es tu cuarto, hija mía, dijo con una gra­ respirando apenas. No se oía ruido alguno. Aquel
ve bondad que me conmovió extrañamente. ¡Adiós! El extraordinario silencio, cada vez más profundo,fue

60 61
el precursor de una sensación de frío.Sentí ame re­
movida a un lugar apartado, donde no podían alcanzar^
me ni el tacto ni la voz humana, y sentí, como ja­
más había sentido durante mi vida, que, en reali -
dad, me encontraba enteramente sola.
SOMBRA Y SONIDO

La quietud era solemne. Me parecía poder oirel


rápido latido de cada pulsación dentro de mi cuer­
po. Un curioso y vago terror principió a invadir­
me; luché contra su insidiosa influencia, e incli­
nando mi cabeza sobre el papel que había colocado
delante de mí, me dispuse a escribir.
Al cabo de unos pocos minutos, procuré ejercer
algún control sobre mis nervios, y principié a re­
dactar claramente y con ilación todo cuanto Asél -
zion me había dicho, aun cuando yo sabía que no lo
olvidaría tan fácilmente. En seguida, me sobrevi­
no una repentina sensación que me obligó a d a rm e
cuenta de que algo o alguien se encontraba en mi
cuarto, con la mirada fija en mi.
Mediante un esfuerzo, levanté mi cabeza, y nada
vi al principio. En seguida, y gradualmente,me di
cuenta de que una Sombra obscura e impenetrable, a
parecía entre mí y la ventana. Al principio, seme
jaba simplemente una masa informe de vapor negro 7
pero, poco a poco, asumió los contornos de una For
ma que no parecía ser humana. Dejé mi pluma, y,s£
brecogida de terror, observé aquella extraña ObscíT
ridad condensada, por decirlo así, la que impedía"
entrar los plateados rayos de la luna. Mientras mi
raba, la luz de mi cuarto se extinguió instantánea"
mente. Un grito involuntario se escapó de mis lar
bios, y principió a dominarme un sentimiento de ver
dadero espanto, pues, en medio de la obscuridad,la"
misteriosa Sombra creció en forma más y más defini

62 63
da. El pálido resplandor de la luna, iluminábala
sólo débilmente, como cuando una nube recibe en sus trarme en esa situación de ánimo. Siendo como es
la Muerte un mero Cambio de vida, ¿tenía para mí ma
bordes una mera sugestión de luz. Aquella Sombra
yor importancia el cuándo o el cómo este cambio sé"
no permanecía inmóvil; se movía a veces, ya para le
efectuase?
yantarse hasta adquirir una estatura sobrenatural
"¿Quién es el responsable?, me preguntaba yo,del
ya para inclinarse hacia mí o dejarse caer sobre mí
sentimiento de miedo? ¿Quién es el que d e s c o n f í a
como una verdadera tempestad; y mientras yo la mi­
del Divino orden del Universo hasta dudar de la de
raba todavía miedosamente, atormentada por la inso finitiva intención de bondad en lo que a pri m e r a
portable tensión de cada uno de mis nervios,habría vista aparece como dañoso? ¿No soy yo únicamente la
podido jurar que dos ojos, grandes y luminosos, se instigadora de mi propia cobardía? ¿Y puede e s t e
encontraban, fijos en mi con intensa e investigado obscuro y mudo espectro hacer por mí algo di ver so
ra mirada. Es imposible describir lo que sentí eñ de lo que está ordenado para mi bien futuro?
aquellos instantes; me sobrevino un sentimiento de Con estos pensamientos, cobre valentía, y puse
horror; mi cabeza principió a vacilar, y ya no pu­ fin a mi temblor nervioso. Principié ahora a con­
de proferir una sola palabra. siderar deliberadamente, y quise determinar, q u e
Temblando violentamente, me puse de pie, movida esta misteriosa Sombra, más y más obscura mientras
por una especie de impulso mecánico, dispuesta ano crecía, era algún amigo disfrazado. Levanté mi ca
continuar en la espantosa contemplación de aquel beza en actitud de desafío y de esperanza, y el he-
Fantasma informe, cuando de improviso, con la rapi cho extraño de que la única luz que veía procedie~
dez del relámpago, me sobrevino el pensamiento dé- se del brillo sobrenatural del luminoso borde aire
que no por cobarde pasividad podría yo esperar ven dedor del Fantasma, no me amedrentó en mi resuelta
cer mis propios temores o el peligro sin nombre qué actitud. Y mientras más me amoldaba a esta acti -
aparentemente me amenazaba. Cerré mis ojos parare tud, mayor firmeza adquiría, y con mayor fuerza ere
tirarme, por decirlo así, dentro de mí misma,a fin" cía mi valor. Con toda suavidad, hice a un lado Va
de descubrir ese equilibrio central de mi propio es mesa en que había estado escribiendo, y púseme de
píritu que bien sé debe parmanecer como una fuerza- pie. En esa situación, me sentí más valiente ymás
invencible, inmune ante todo ataque; y mentalmente segura de mí misma, y aun cuando la Sombra delante
fortifiqué mi alma con pensamientos de armada re - de mí parecía más negra y amenazadora que antes,me
si stencia. encaminé resueltamente hacia ella. Hice un esfuer
En seguida, abriendo otra vez mis ojos,vi que la zo para hablarle, y al fin pude hacerlo. ~
sombra se obscurecía y agrandaba más y más, mi en - "Quienquiera que seáis", dije en voz alta, "no
tras que la luz alrededor de ella era más definí - podéis existir absolutamente sin la vol u n t a d de
da. Esta luz no procedía de la lona, sino que era Dios"! Nada ordena Dios que no sea para el bien;por
una luz desconocida, fantasmal, aterradora.No obs­ consiguiente, no podéis estar aquí con algún propó
tante, yo había ya recobrado un poco de valor,y en sito maligno! Si he concebido temores ante vuestra-
él cifré mi última esperanza. presencia, ellos han sido el resultado de mi pro -
Luego.me sentí capaz de dirigir preguntas a mi pia debilidad. Desde ahora, no os miraré como una
propia conciencia. Porque, después de todo, ¿po - cosa que pueda hacerme daño, y, por lo tanto, avan
dría aquel Fantasma, si en realidad lo era, hacer­ zaré hasta vos, a fin de descubrir quién sois! Me
me daño? ¿Podría matarme por medio del terror? En probaréis vuestra composición hasta el mismo fondo
este caso, indudablemente, el terror nacería de mi y corazón de vuestra obscuridad. Me revelaréis to
propia culpa, ya que no tenía motivos para encon - do cuanto ocultáis tras vuestro terrorífico aspecr

64 65
to, porque yo sé que cualquiera que sea vuestra i£ ba de ser sometida, y llegué a imaginarme qué ha -
tención para conmigo, no podéis dañar mi Alma!" bría ocurrido si en lugar de avanzar con intrepi -
Mientras decía esto, me aproximaba más y más al dez hasta el obscuro Fantasma que tanto me había a
Fantasma, y el borde luminoso alrededor de él tor­ terrorizado, hubiese procurado escapar lejos de éF.
nábase más y más brillante, hasta que repentinamen Sin duda alguna, habría encontrado a b i ertas las
te un rayo de deslumbrantes colores parecidos a los" puertas y se me habría ofrecido toda facilidad pa­
del arco-iris, brilló de lleno ante mis ojos, y en ra una cobarde retirada, si tal hubiera sido mi de
forma tan aguda que me desplomé, medio ciega por su seo. ¡Y en seguida, todo habría concluido! ¡Proba"
resplandor. Luego, mientras miraba aquella escena blemente, habría tenido que abandonar el Casti 1 lo
extraordinaria, caí de rodillas en mudo terror,por de Asélzion, y, además habría sido tal vez señala­
que la Sombra se había cambiado en una deslumbrado da con una cruz negra en señal de fracaso! Regoci^
ra Forma de radiantes alas, una figura y un rostro jéme interiormente de no haber cedido hasta enton-
tan gloriosos que yo no podía sino mirarlos con más ces ante aquellas duras pruebas, y luego, rendí d a
y más intensidad, y con mi alma absorbida en mara­ por una especie de sopor que empezaba a tomar pose
villado éxtasis! Una música deliciosa se dejó oir sión de mi ser, me desvestí para acostarme, con mi
a mi alrededor, pero no pude escucharla; toda mi al espíritu perfectamente tranquilo y feliz.
ma estaba reconcentrada en mis ojos. La Visión creT Después de dormir algunas horas, fui despertada
ció en estatura y en esplendor, y extendí mis ma T repentinamente por un ruido de voces que conversa­
nos hacia ella como en actitud de suplicante plega ban muy cerca de mí. En efecto, ellas parecían pro
ria, segura de encontrarme ante la luminosa Presen" venir del otro lado de la pared contra la cual es-”
cia de algún habitante de mas elevadas y celestía- taba situada mi cama. Eran voces de hombres,entre
les esferas que la nuestra. La hermosa cabeza, co las que descollaban una o dos de un tono duro e i-
roñada con una diadema de flores, como blancas esT rritable. Había bastante luz en mi cuarto, el que
trellas, se inclinó hacia mí; sus brillantes ojos se encontraba alumbrado ya por el resplandor de las
sonrieron ante los míos, y una voz, más dulce que primeras horas de la mañana. Como las voces conti
el más dulce canto, me habló en acentos de conmove nuaran, me sentí impelida a escuchar. -
dora ternura. “ "Asélzion es el más astuto farsante de su tiem­
"Tú has hecho bien", dijo. "Siempre, como aho­ po", decía uno. "¡Nunca se siente más feliz q u e
ra, aproxímate a la obscuridad sin temor!jLuego en cuando puede hacer el papel de pequeño dios, y en­
contrarás la Luz! ¡Haz frente a la pena con absolü gañar a sus secuaces!"
ta confianza; así descubrirás un ángel disfrazadoT Estas palabras fueron seguidas de una risotada.
Dios no piensa mal de ti; no desea daño para ti.Con "Es una maravilla", dijo otro. "Debe ser des -
fíate a El, y quédate en paz. ” cendiente de algún antiguo mago egipcio que u s ab a
La Visión desapareció lentamente, como desapare la treta de jugar con fuego. Nada hay que no pue­
cen los matices del sol poniente al mezclarse corT
da hacer en materia de milagros, y, por consiguien
el color gris del crepúsculo, y cuando volví de mi
aturdimiento, encontróme otra vez en completa deso te, los que ignoran sus métodos y son crédulos...-
lación y obscuridad, esta última mitigada apenas" "Como la mujer del lado", interrumpió la prime­
por la triste luz de la luna que ya desaparecía en ra voz.
el ocaso. "Sí, como la mujer del lado ¡pobre loca!", m a ­
Por algunos minutos permanecí incapaz de pensar yor risotada aún.- "Imaginarse amada por Rafael San
en otra cosa que en la extraña prueba a que acaba­ toris". ~~
Me senté en la cama, aguzando mis oídos ante ca
66
67
da palabra. Quemábanse mis mejillas; saltábame el durante algunos minutos, e iba perdiendo ya rápida
corazón, y casi no sabia qué pensar. Hubo silen - mente mi paciencia y mi propio control, cuando aT
ció durante dos o tres minutos que me parecieron si fin escuché que continuaban la conversación;
glos en mi vehemente deseo de oir más. "Jamás debió arriesgar su vida en ese buque",di
"Santoris procuraba siempre divertirse", excla­ jo uno de los individuos en tono algo más suave."F
mó una delgada y aguda voz con ac en to de b u r l a . ra una empresa maravillosa; pero el peligro de toT
"¡Siempre había una o más mujeres enamoradas deél; da aquella electricidad era seguro, sobre todo en
mujeres que podía tomar fácilmente, por cierto! una tormenta".
"¡Y que no son difíciles de encontrar!", agregó "Ello ha sido enteramente comprobado", dijo o -
la voz que había hablado por primera vez. "La ma­ tra voz. "Bastó una ligera marejada con truenos y
yor parte de las mujeres son ciegas en lo concer - relámpagos para que el barco se fuera a pique con
niente a sus afecciones". todos los de a bordo".
" -,0 a su vanidad!" "Santoris puede haberse salvado. Era un gran na
Siguió otro silencio. Me levanté de mi cama, tem dador". ~
blando con una sensación de repentino frío, y me~ "¿En realidad lo era?"
cubrí con mi bata de vestir. Acerquéme a la venta Sobrevino un nuevo silencio.
na con el propósito de mirar la hermosa exten s ió rf Creí que mi cabeza estallaría ante aquella dolo
del tranquilo mar con su color gris plateado en la rosa agonía motivada por la suspensión. Mis o j o ?
temprana aurora. quemábanse por la presión interna de contenidas lá
¡Cuán quieto y tranquilo se veía! grimas. Experifaenté el deseo de destruir la pare?
¡Qué contraste con la tempestad de duda y terror que me separaba de quienes proferían aquellas vo -
que comenzaba a desencadenarse dentro de mi propio ces torturantes, en mi febril anhelo de s a b e r lo
corazón! ¡Ay! Las voces principiaron otra vez. peor, lo peor atoda costa! ¡Si Rafael estaba muer
"Bien, ahora todo ha concluido, y su teoría so­ to... pero n o ___ él no podía morir! No podía per?
bre perpetuar la existencia a voluntad, ha teni do cer efectivamente; pero podía separarse de mí como
un fin desastroso. ¿Dónde se hundió el yate?" había permanecido separado antes..., y yo... yo es
"Lejos de Armadale, en Skye". taría sola otra vez... sola, como había estado duT
Por un momento, no pude darme cuenta de lo que rante toda mivida. Y en mi loco orgullo habíame
decían, y procuré repetir la pregunta y la respues alejado voluntariamente de él! ¡Era éste mi casti
ta. "¿Dónde se hundió el yate?" "Lejos de Armad? go! Renovóse la conversación, y me apronté de nu?
le, en Skye". ~~ vo a escuchar, como un delincuente atiende a la le?
¿Qué significaba aquello? ¿El yate? ¿Sumergi - tura de una sentencia cruel. “
do? ¿Qué yate? ¡Estaban hablando de Santoris, de "Asélzion se lo comunicará a ella, por supues -
Rafael mi amado, mi amor, perdido durante siglos y to.Difícil empresa,ya que tendrá que aceptar que sus
encontrado nuevamente para separarse de mí una vez enseñanzas no son infalibles. Mucho se hablaba a-
más por causa de mi propia culpa! Esta idea produ cerca de Santoris. Temo que se haya ahogado; bien
cíame un verdadero horror que no podía conside r aF que si hubiera vivido, habría vuelto loca a la mu­
sino con angustia casi enloquecedora. Me a c e r q u é jer nuestra vecina".
rápidamente a la pared a través de la cual había es­
"¡Oh! en cuanto a eso, naturalmente, pero poco
cuchado las voces, y aproximé mi oído contra ella,
importa! Sólo ella tendría que culparse por haber
murmurando conmigo misma "¡Oh no! ¡No es posible ! caído en la trampa".
¡No es posible! ¡Dios no sería tan cruel!":Nada oí
Me separé de la muralla temblando de espanto.Me

68
69
vestí mecánicamente y miré hacia el dorado sol que tan fácil rudeza? A nadie había encontrado en el
derramaba ya sus esplendorosos rayos sobre la su - Castillo de Asélzion, salvo a Asélzion mismo y aHo
perficie del mar. La belleza de la escena no al - norio, su ayudante o secretario. ¿Quiénes, excep”
canzaba a conmoverme; nada significaba para mí. La to estas dos personas, podían saber el motivo q u e
única preocupación de mi espíritu era la de que,en me había llevado hasta aJlí? Principié entonces a
conformidad a lo que acababa de oir, Rafael estaba dudar de la efectividad de las terribles notici as
muerto, ahogado en el mar por cuya inmensidad sue- que me habían sorprendido tan inesperadamente. Si
legante barco, el "Dream", había surcado con tanta algún daño le hubiera ocurrido a Rafael, ¿habríame
rapidez; y que todo cuanto él me habí a dicho de núes dicho Asélzion que se encontraba sano y salvo cuan
tro mutuo conocimiento en vidas anteriores y del a do, para mi tranquilidad, había conjurado unas po”
mor que nos había reunido, era una mera locura! Me cas horas antes la vista panorámica delyate"Dream"
incliné hacia afuera desde la ventana, y mis o j o s sobre el mar alumbrado por la luna? Sin embargo,y
se fijaron en la pequeña rosa carmesí que aún per­ a pesar de mi más valiente esfuerzo, no pude reco­
manecía contra la muralla en actitud de frag a n t e brar suficientemente mi calma ni mi tranqui1idad,y
confidencia. En seguida, hablé en voz alta, casi en medio de las tribulaciones de mi espíritu, miré
inconsciente de mis propias palabras. hacia la puerta de la torre que se abría a la esca
"¡Es una maldad", dije, "una maldad de Dios el lera, la que a su vez conducía hasta el pequeño jaF
permitir que nos imaginemos cosas hermosas que no din, hasta la misma playa; esa puerta se encentra”
existen! Es cruel.ordenar que nos amemos, si el a ba herméticamente cerrada, pues Asélzion, le había
mor ha de terminar en desengaño y traición! Mejor" echado llave. Pero, con gran sorpresa mía, encon­
sería enseñarnos de una vez por todas que la vida trábase abierta otra puerta, otra puerta que pare­
ha sido creada paraLser vivida en forma ruda, sin cía formar un solo cuerpo con la muralla, y que co
ternura, sin verdad, antes que dirigir nuestras al municaba con un pequeño cuarto, una especie de peT
mas hacia un paraíso de insanos. ~ queño relicario cubierto con un género de seda de
Luego e inopinadamente, recordé el obscuro Fan­ pálido color púrpura y con todas las apariencias de
tasma de la noche y el haberse transfigurado en la estar destinado a guardar algo infinitamente valió
Visión de un Angel. Después de luchar contra el te so. Entré a él en actitud vacilante, insegura a r
rror que me produjera su primera apariencia espec” cerca de si lo que yo hacía era o no correcto, pe­
tral y de haberme sobrepuesto a aquel estado de á- ro, sin embargo, impulsada por algo más que una me
nimo, ¿por qué perdía ahora el control de mí mis - ra curiosidad. Al atravesar el umbral, oí nueva “
ma? ¿Cuál era la causa? ¡Voces, únicamente! Vo­ mente las voces detrás de la muralla, aunque ahora
ces detrás de una muralla que hablaban de muerte y en tono más elevado y amenazante. Detuve mis pa -
falsedad... voces de personas desconocidas para mí sos medio asustada, bien que deseando conocer cuan
y a quienes no podía ver... voces mundanas que se to más pudieran decir, aun cuando para mí no signT
deleitan en referir escándalos y crueldades, y que ficase otra cosa qye miseria y desesperación. “
nunca alaban en igual grado que condenan.¡Nada más "¡Todas las mujeres son locas!". Esta corrien­
que voces! ¡Oh; pero se referían ellas a la muerte te observación fue hecha por alguien con acento du
de la persona a quien yo amaba, y hablaban, además ro y amargo. "No es el amor lo que les interesa sT
de traición y locura! ¿Debería yo seguir escuchan no la propia satisfacción de ser amadas.Ninguna mu
do? jer puede guardar fidelidad por largo tiempo a urí
Y todavía ¿quiénes eran esas personas, si en rea hombre muerto; echaría de menos la esperada corres
lidad lo eran, que hablaban de Rafael Santoris corí pondencia a su superabundante sentimental ismo,y se

70 71
cansaría de esperar encontrarlo en el Paraíso -si porta el que esta o aquella persona apruebe o desa_
creyese en tal posibilidad en que no cree la déci­ pruebe mis acciones? ¿Por qué habría yo de alarmar"
ma parte de las mujeres". me por rumores, o de aterrorizarme por noticias mal
"Según Asélzion, no hay muertos, dijo otro de intencionadas?
los invisibles charladores". "Ellos han pasado sim Absorbida en estos pensamientos, apenas me daba
plemente a otro estado de vida; y, en conformi d ací cuenta de la paz casi religiosa que me rodeaba, y
a sus teorías, los amantes no pueden separarse du­ solamente cuando las voces hubieron cesado por unos
rante mucho tiempo, ni aún por lo que llaman muer­ pocos minutos, comencé a observar lo que contenía
te". el pequeño cuarto en que yo había entrado semi-in­
"¡Pobre consuelo es lo que dices", y junto c o n conscientemente: una elegante y primorosa mesa pe­
estas palabras se oyó una risa de despreciativabmr queña hecha aparentemente de cristal que resplande
la. "¡Las mujeres que han amado a Rafael Santoris cía como un diamante, y, sobre ella, un 1ibro abier
difícilmente te agradecerán!" to. Una silla encontrábase colocada en situación"
Estremecíme un poco, como cuando se experimenta propicia con el evidente propósito de facilitar su
una sensación‘de frío. "¡Las mujeres que han ama­ lectura; y mientras me aproximaba con creciente in
do a Rafael Santoris!". Esta frase parecía obscure terés, vi que el libro abierto ostentaba en su caT
cer el recuerdo mismo del hermoso rostro y f i g u r a - rátula esta inscripción: "Al estudiante fiel. De A
del hombre a quien yo había, casi inconscientemen­ sélzion". ¿Era yo una fiel estudiante? Me hice á"
te, principiado a idealizar; esta frase sugería al mí misma esta pregunta porque me asaltaron dudas al
go rudo y vulgar en cuanto a él,y mi corazón se huñ respecto. ¡No podía haber "fidelidad", en temores
dió, por decirlo así, dentro de mí, privado de es~ y depresiones! ¡Allí estaba yo,perdido en parte el
peranza.. ¡Voces, únicamente! Sin embargo, ¡cómo control de mí misma por el mero hecho de oir voces
ellas me torturaban! ¡Si pudiera conocer la verdad! proferidas detrás de una muralla! ¡Yo, después de
pensaba yo. ¡Si Asélzion viniese de una vez a re­ haber dicho que "Nada ordena Dios que no sea para
ferirme la triste noticia...! el bien", encontrábame repentinamente dispuesta a
Permanecí en el pequeño relicario dominada por creer que El había ordenado la muerte del amante a
una especie de estupor, de indecible pena, y comen quien Sus leyes inmutables habían guiado hacia mí!
cé a considerar como en sueño la impiedad y rudeza- ¡Yo, a quien había sido concedida la beatífica vi­
de aquellas voces. ¡Ah, como las voces del mundo! sión de un Angel, un Angel que había dicho "Dios no
¡Voces que se burlan, desprecian y condenan! ¡Vo­ piensa mal de ti; no desea daño para ti; no t i e n e
ces que más bien proferían una falsedad antes que castigo almacenado para ti. Confíate a El, y qué­
una palabra de ayuda y consuelo! ¡Voces que se com date en paz". Yo, en estas condiciones, sentíame
placen cruelmente en decir cosas que hieren y anir desviar de la Fe que debería mantenerme fuerte! So
quilan el espíritu que concibe nobles ideales! ¡Vo brevínome un sentimiento de vergüenza, y, casi con"
ces que, incapaces de ponerse en armonía para ha~ timidez, me aproximé a la mesa en que se encontra­
blar del amor, producen en el alma un dejo de amar ba el libro abierto y me senté en la silla para le
gura! ¡Oh, Dios!, si todas las voces rudas y calum er sus páginas. Inmediatamente principiaron otra"
niosas de la humanidad fueran suprimidas, la tie ~ vez las voces, en tonos un poco más altos e irrita
rra sería un verdadero Cielo! dos que los anteriores: ~
Y sin embargo, ¿quién nos obliga a escucharlas? -¡Ella se imagina que puede aprender el secreto
¿Nos alcanza su significado? ¿Es capaz una opinión da la vida! ¡Una mujer! ¡Qué descarada arrogancia
casual de mover el alma de su centro? ¿Qué me im - ante semejante atentado!

72 73
“ ¡No, no! ¡No es el secreto de la vida lo que de
sea descubrir; es el secreto de la perpetua juvenr ció de tiempo dudar de nuestra mutua capacidad pa­
tud! ¡Para una mujer eso es el todo! ¡Ser siempre ra el amor, y para disfrutar del perfecto mundo de
joven y siempre hermosa! ¡Qué mujer no se aventura belleza que crea el amor."
por semejante mercadería! ¿Por qué me sentía ll^na de dudas y de males i-
Una estrepitosa carcajada siguió a esta observa maginarios? ¡Por las voces proferidas detrás de u-
ción. ” na muralla! Seguramente una causa nimia para conce
-Santoris se conservaba bien, dijo una voz con bir penas! Procuré desembarazar mi espíritu de Va
suave y tranquilo acento. Ciertamente nadie habría amarga desesperación en que había caído, y afinde
podido adivinar su verdadera edad. apartar mi atención de mis propios e infelices pen
-Tenía todo el ardor y pasión de la juventud, a samientos, dirigí una mirada al libro que permaneT
ñadió otra voz. El fuego del amor corría por sus cía abierto delante de mí. Mientras yo lo observa
venas tan ardientemente como si hubiera sido un Ro ba, leí su título el que impreso con letras de oro
meo. ¡Ni el frío ni el apaciguamiento de la edad le despedía rayos ante mis ojos como un resplandor del
afectaban en lo concerniente al bello sexo! sol: "El Secreto de la Vida". Una repentina y agu
Oyóse otra carcajada aún más estrepitosa que la da expectación se produjo en todo mi ser: doblé U
anterior. carta de Rafael y la coloqué nuevamente en su lu -
gar, cerca de mi corazón; en seguida, acerqué mi si
Yo adopté una actitud rígida en la silla al la­
lia a la mesa, e inclinándome sobre el li bro, df~
do de la mesa de cristal, y me puse a escuchar sin
principio a la lectura. Todo a mi alrededor se en
perder una palabra.
contraba en perfecta quietud. Las voces habían ceT
-La mujer nuestra vecina es la última víctima de
sado. Poco a poco me di cuenta de que lo que esta-
sus hipnóticas sugestiones, ¿no es verdad?
ba leyendo era para mi instrucción, y que el libróT
-Sí. Uno puede decir su úJjtima víctima, ya que
mismo era un obsequio que me hacía Asélzion si yo
no le será posible producir otra en lo sucesivo. resultaba ser en realidad una "fiel estudiante".Un
-Creo que si Asélzion le hubiera contado la ver sentimiento de esperanza y gratitud principio a a-
dad, se habría ido inmediatamente. ~ liviar la fría pesadumbre de mi corazón, y de una
-¡Por supuesto! ¿Por qué habría de permanecer vez por todas resolví no escuchar más aquellas vo­
aquí? Es sólo un sueño de amor lo que la ha traí­ ces, aun cuando ellas volviesen a hablar en lo su­
do a este castillo, y, cuando sepa que el sueño ha cesivo.
terminado, todo habrá concluido para ella. "¡Rafael Santoris no ha muerto!".exclamé en voz
¡En verdad! ¡Todo habrá concluido! ¡Todo el mun alta y resueltamente. "El no ha podido s e p a r a r s e
do, un desierto; y el Cielo mismo, sin esperanza T de mí de este modo! ¡El no es traidor! ¡El es sin­
Oprimíme los ojos con ambas manos para mitigar y re cero! ¡El sabe que yo creo en él, y yo qulesio creer
frescar su quemante dolor. ¿Era posible que lo qué" en él! ¡Mi amor y mi fe no serán apagados pór me -
esas voces decían fuera verdadero? La conversación ros rumores! ¡No le daré motivo para estimarme dé­
había terminado, y siguió un absoluto silencio. Co bil o cobarde! ¡Confiaré en él hasta el fin!
mo una especie de recurso desesperado, saqué la car" Y con estas palabras habladas al aire, continué
ta que me había escrito Rafal Santoris, y leí to “ leyendo tranquilamente, en medio de una apacibili-
das sus palabras con viva y anhelosa pasión, espe­ dad que repentinamente se tornó en fragante con la
cialmente el párrafo que decía asi: “Nosotros, -tú esencia de invisibles flores.
y yo,- que sabemos que la Vida, siendo toda Vida,no
puedo, morir, no podemos en nuestro presente espa -

74 75
sea apasionadamente la posesión de su amada, para
que de su mutua ternura nazcan los hijos del Amor,
asi también el Divino espíritu, perpetuamente crea
dor y deseoso de perfecta belleza, posee el espa T
ció con eterna energía, produciendo millones de sis
EL LIBRO MAGICO temas solares, cada uno de ellos con diferentes or
ganizaciones y separada individualidad. El HombreV
la criatura de nuestro pequeño planeta la Tierra ,
es nada más que un simple resultado de la irresis­
tible manifestación de la Divina fecundidad.El Hom
bre es la "imagen de Dios", en cuanto posee razónT
voluntad e inteligencia que lodistinguen de la crea
No es posible transcribir aquí sino unos pocos ción puramente animal, y en cuanto ha recibido un
párrafos del libro en que mi atención se encontra­ Alma, eterna, formada para el amor y para todas las
ba ahora completamente absorbida. Estos párrafos cosas que crea el amor.
han sido seleccionados por estimarlos de utili dad "El Hombre puede ser Divino, en el Deseo y per­
para aquellas personas, muy pocas, desgraciadamen­ petuación de la Vida. Considerado en un sentido es
te, que desean hacer de sus vidas algo más que un trictamente material, él es simplemente una fuerza-
mero negocio de comprar y vender. corpórea formada de átomos que se mantienen juntos
Cuando Paracelsus escribió "El Secreto de Larga en cierta forma organizada; pero, dentro de e s t a
Vida", lo hizo en una forma difícil y complicada, forma organizada, se encuentra un Ser espiritual ca
paz de guiar y controlar su vehículo terrestre, y
con el evidente propósito de que sus enseñanzas pu^
de adaptarlo a las circunstancias y al medio en que
dieran ser aprovechadas sólo por sus más diligen -
vive. En su naturaleza dual, el Hombre tiene el po
tes y perseverantes discípulos. Pero las instruc­
der de mantener sus células vitales bajo su propio-
ciones dadas en el volumen colocado, asi yo lo ima
comando; puede renovarlas o destruirlas a voluntad.
ginaba, para mi lectura, eran sencillas y en armo”
Generalmente prefiere destruirlas por medio del e-
nía con muchas realidades descubiertas por la cien
goismo y la obstinación, los dos principales ele -
cia moderna. Mientras lela más y más, principié "a
mentos desintegrantes de su composición mortal. De
divisar la luz a través de la obscuridad, y a ad -
aquí resulta lo que llaman "muerte", la quesóloes
quirir una percepción acerca del medio cómo podría
el inevitable cambio de su existencia. Si el ser
convertirme en adepta de lo que el mundo estima mi^
humano supiese de una vez por todas que le es posi
lagroso, pero que, después de todo, no es sino la
ble prolongar su vida terrena, y gozar de juventud-
aplicación científica del sentido común. Para priji
y de salud durante un periodo indefinido en que no
cipiar, me referiré al siguiente, titulado “
se cuenten ni los dias ni los años, sino únicamen­
te las "estaciones" o "episodios psiquicos",podría
LA VIDA Y SU ADAPTACION pasar de una dicha a otra, de un triunfo a otro,
con la misma facilidad con que respira el aire at­
mosférico.
"La vida es el Impetu Divino del Amor. La Fuer­ "Siempre se ha considerado de importancia que el
za que regula el Universo es el Amor; y del Amor na hombre mantenga su cuerpo sano y esbelto, y pueda
ce el Deseo y la Creación. Asi como un amante de T mover sus miembros con gracia y facilidad, hacien­

76 77
do ejercicios físicos para el robustecimiento y de tirse en nada cuando esa pulsación ha cesado. El
sarrollo de sus músculos, y jamás se le ha estima'1' pensamiento es la voz del Alma. Justamente,así co
do como un loco por los actos de fuerza y destreza ;no la voz humana es transmitida a través de la di?
que pueda realizar. ¿Por qué, entonces, no debe - tancia por los alambres telefónicos, también Ta voz-
ría entrenar su Alma para mantenerla tan sanayrec del Alma se transmite a través de las fibras r a ­
ta como su cuerpo, de manera que esté capacitada pa- diantes conectadas con los nervios del cerebro. El
ra tomar amplia posesión de todos los poderes qu? cerebro la recibe, pero no puede retenerla para sí,
su energía natural y espiritual pueda suministrar­ pues es transmitida a su vez, mediante su propio po
le? der eléctrico, a otros cerebros; y vosotros no por
"¡Lectores y estudiantes! Vosotros para quienes déis guardar un pensamiento para vosotros mismos ,
han sido escritas estas palabras, aprended y recor como no podéis tampoco mantener el monopolio de un
dad que la fuerza secreta de renovación de la vida" rayo de luz solar. En todas partes, en todos los
es la adaptación, la adaptación de los átomos de qu2 mundos, a través del Universo infinito, las almas
se compone vuestro cuerpo a los mandatos del Alma. están hablando continuamente por el médium material
¡Sed los dioses de vuestro propio universo! ¡Con - del cerebro, almas que pueden no habitar en es­
trolad vuestro propio sistema solar, para que os re te mundo sino en la más lejana estrella visible al
vivifique con el calor y energía de su fuente ina'r más poderoso telescopio. Las armonías que concibe
gotable! ¡Haced del Amor la aspiración de vuestra el músico, pueden haber llegado desde Sirio o des­
vida, en forma que pueda crear dentro de vosotros de Júpiter, reproduciéndose en su cerebro terres -
la pasión de los nobles anhelos, el fervor de la a tre con espiritual dulzura desde mundos desconoci­
legría, el fuego del idealismo y de la fe! ¡ConsiT dos. El poeta escribe a veces casi sin darse cuen
deraos como parte del Divino Espíritu de todas las ta, obedeciendo a la inspiración de sus ensueños;y
cosas, y sed divinos en vuestra propia existencia nosotros todos, cual más cual menos, no somos sino
creadora! ¡Todo el Universo permanecerá abierto a médiums transmisores de pensamientos, recibí*éndo -
las investigaciones de vuestras almas siempre que los primero de otras esferas extrañas a’noso tr os
el Amor sea la antorcha que alumbre vuestro cami - mismos para transmitirlos en seguida a otros cere­
no! bros.
Interrumpí la lectura, pues me pareció que dis­ El gran poeta Shakespeare ha dicho: "Ninguna co
minuía la luz del pequeño cuarto en que me encon - sa hay buena o mala; es sólo el pensamiento el que"
traba sentada. Procuré escuchar las voces que tan las hace tales". V con esta expresión ha estable­
to me habían confundido y agobiado, pero no perci‘r cido una gran verdad, una de las más profundas ver­
bí ruido alguno. Volví las páginas del libro colo dades del Credo Psiquico. En realidad, aouioa 1 o
cado delante de mí y encontré lo siguiente: que pensamos, pues nuestros pensamientos se resuel
ven en nuestras acciones. ~
"En la renovación de la vida y conservación de
LA ACCION DEL PENSAMIENTO la juventud, el Pensamiento es el factor principal.
Si pen.yjam.oyi que somos viejos, envejecemos rápida -
"El pensamiento es una efectiva fuerza motriz , mente. Si, por el contrario, péncame* que somos jó
más poderosa que cualquiera otra fuerza motriz en venes, conservamos nuestra vitalidad indefinidamen”
te. La acción del pensamiento ejerce su influen “
el mundo. No es la mera pulsación de un conjunto es
cia sobre las partículas vitales que c o n s t i t u y e n
pecial de células cerebrales, destinado a conver ~
nuestros cuerpos, de manera que positivamente las

78 79
envejecemos o rejuvenecemos según sea la act i t ud "Para vivir largo tiempo, debéis ejercer un per
que asumimos. La actitud pensante del Alma humana fecto control sobre las fuerzas que engendran 1a vT
debería ser siempre de gratitud, amor y alegría.En da. Los átomos de que se compone vuestro cuerpo es"
la Naturaleza espiritual no hay cabida para el mié tán en perpetuo movimiento; vuestro Ser EspirituaT
do, el abatimiento, la enfermedad o la muerte.DioT debe guiarlos en su camino, pues, de lo contrario,
quiere que Su creación sea feliz, y, colocando el ellos semejarían a un ejército sin organización ni
Alma y el Cuerpo en armonía con la felicidad, obe­ equipo, que fácilmente puede ser derrotado al pri­
decemos Sus leyes y cumplimos Su deseo. mer asalto. Si los mantenéis bajo vuestras órde -
"¡Por lo tanto, para vivir largo tiempo, estimu nes espirituales, ellos permanecerán prácticamente
lad pensamientos de felicidad! ¡Evitad conversacicí libres de toda enfermedad. La enfermedad no puede
nes acerca de enfermedades, miseria y decadencia , entrar a vuestro organismo sino en virtud de vues­
porque estas cosas son crímenes de los seres huma­ tra propia negligencia.
nos, y son ofensas contra la primitiva intención di_ "Podéis perecer a causa de algún accidente, sea
vina de belleza! ¡Impregnaos de luz solar y aire por culpa ajena, sea por vuestro propio descuido .
fresco; aspirad el perfume de las flores y de los Si por vuestro propio descuido, debéis culparos a
árboles; manteneos lejos de las ciudades y de las vosotros mismos; si por culpa ajena, debéis atri -
multitudes; rio bu¿qué¿A nJ.queja que. rio Aea g a n a d a buir el accidente a una orden previa de la Divini­
honradamente pon. vuert/iaA mano a o pon vueAtnoA ce- dad a fin de que paséis a otra esfera de vida.
nebnoA, y, sobre todas las cosas, recordad que los "Vuestro espíritu, llamado Alma,es una criatura
hijos de la Luz pueden marchar por la Luz sintemer de Luz, y puede suministrar incesantemente rayos re
la obscuridad!" vivificantes a cada átomo y a cada célula de vues-
Al leer esta última sentencia, algo me hizo de­ tro cuerpo. Es una fuente inagotable de radium,de
tener y mirar a mi alrededor, y nuevamente me cer­ la que vuestras fuerzas vitales pueden extraer per
cioré de que mi cuarto se iba obscureciendo más y petua nutrición. El ser humano usa los medios exr
más, y no sólo obscureciéndose sino también achi - te mo s que son adecuados a la conservación de su pro
cándose. Los purpúreos cortinajes de seda que cu­ pia existencia; pero olvida los poderes interiores-
brían las paredes se encontraban al alcance de mi que él posee, y que le han sido concedidos a fin de
mano, y recordé que no estaban tan cerca de mí al que pueda "llenar la tierra y subyugarla". "Lie -
niciar la lectura. Invadióme un temblor nervioso; nar la tierra", es amar cordialmente a toda la Na­
pero resolví no ser el juguete de mi propia fanta­ turaleza. "Subyugar la tierra" es dominar los áto
sía, y, uña vez más, me preparé resueltamente a es_ mos de que se componen vuestros organismos, y man-
tudiar el volumen colocado delante de mí. El pá - tenerlos completamente bajo vuestro control,de tal
rrafo siguiente, que atrajo también mi atención,se manera que, gracias a este dominio, puedan ser i -
titulaba: gualmente controlados todos los demás movimientos
atómicos y fuerzas vitales sobre este planeta y la
atmósfera que lo rodea.
"Mucho se ha hablado de los rayos de luz que tras
SOBRE EL DOMINIO DE LAS FUERZAS pasan la materia sólida como si fuese una masa de
VITALES aire; sin embargo este descubrimiento no es sino el
principio de verdaderas maravillas. Hay rayos que
denuncian la presencia de los metales; y los teso­
Y principiaba asi: ros de la tierra, el oro, la plata, las joyas y pie

80 81
dras preciosas que permanecen ocultas bajo su su - tenerme en pie. Frente a mí se encontraba la puer^
perficie y en el fondo de los mares, pueden ser vi^ ta por donde yo había entrado a esta pequeña cámar
tos por medio de la penetrante luz de un rayo tod? ra interior. Parecíame fácil escapar por ella, y,
vía desconocido por muchos, salvo por los adepto? no obstante, me sentí impedida por una barrera in­
del Credo Psíquico. Ninguno de estos adeptos es ja visible. Con el corazón palpitándome nerviosamen­
inás pobre; la pobreza no puede existir donde sema? te, permanecí inmóvil, pensando en cuál sería el pe
tiene un perfecto control de las fuerzas vitales.? ligro que me amenazaba. Casi involuntariamente,mi?
legría, paz y abundancia acompañan siempre alas aT ojos se fijaron una vez más en el libro abierto de
mas que están en armonía con la Naturaleza,y la vT lante de mí, y pude leer lo siguiente, en una espe
da se perpetúa siempre por el mero deleite de vi T cié de despierto sueño: “
vir. "Para el alma que no estudia las necesidades de
"Por lo tanto, ¡oh paciente discípulo!. Procura su naturaleza inmortal, la vida misma es como una
siempre que la fuerza radiante de tu alma controle estrecha celda. Toda la creación de Dios está dis
cada nervio y vaso sanguíneo de tu cuerpo,y apren­ puesta a suministrarle cuanto le pida; sin embar “
de a ejercer dominio sobre todas las cosas buenas go, ella muere de hambre, por decirlo así, en m e ­
con aquella energía que compele a la obediencia.No dio de la abundancia. El miedo, la s o s p e c h a , la
inültimente habló el Supremo Hacedor a sus apósto­ desconfianza, la cólera, la envidia y la falta de
les cuando les dijo que bastaría que su fefueseco sentimiento, paralizan su ser y destruyen su ac -
mo un grano de mostaza para que pudisen ordenar a ción. El amor, el valor, la paciencia, la bondad,
una montaña sepultarse en el mar, y serían obedeci la generosidad y la simpatía, constituyen efecti -
dos! ¡Recordad que el espíritu que habita en vuesT vas fuerzas vitales, tanto para ella como para el
tra materia es Divino y de Dios, y que para Dios to cuerpo en que habita. Todas las influencias d e l
das las cosas son posibles!" mundo social actúan conista qJ M l \ todas las influen
Levanté mi cabeza de su situación inclinada so­ cias del mundo natural actúan a {.avon de ella. Na“
bre el libro, y respiré ampliamente. Algo me opri da hay de pura Naturaleza que no obedezca a su man
mía, me sofocaba. Miré hacia arriba y hacia los 1? dato, lo que sería suficiente para su exi stencia fe”
dos, y pude darme cuenta de que el pequeño cuarto? liz. La pena y la desesperación son el resultad?
con sus cortinajes de suave color púrpura, se con­ de la errada dirección de la Voluntad, causa única
traía, se reducía más y más en todo sentido, a tal de toda tribulación y de toda inquietud."
punto de que ya casi me impedía moverme. Parecía­ ¡Errada dirección de la voluntad! repetí en voz
me estar algo así como enclavada en mi silla. El alta. Luego continué mi lectura.
cielo del cuarto descendía manifiestamente. Sobre "¿Qué es el Cielo? Un estado de felicidad per­
cogida de espanto, vino a mi memoria el antiguo sü fecta. ¿Qué es la felicidad? La unión inmortal de
plicio practicado por la Inquisición, cuando lade? dos almas en una sola, de dos crituras de la eter­
graciada víctima era obligada a observar cómo se e? na luz divina que participan de mutuos pensamien -
trechaban paulatinamente las paredes de su c el da tos, de mutua alegría, y que crean un verdadero en
hasta causarle la muerte más horrorosa. ¿Cómo po­ canto en forma y acción por su mutua simpatía y te?
día yo estar segura de que este suplicio atroz no nura. La edad no les alcanza. La muerte nada sicf
fuese practicado entre los miembros de aquella mis nifica para ellas. La vida palpita en ellas y la?
teriosa Hermandad dedicada a estudiar el s e c r e t o tempera comunicándoles calor y brillo, así como la
de la vida? luz solar calienta y colorea los pétalos de la ro­
Hice un esfuerzo por levantarme. Aún podía man sa. En sí mismas, ellas constituyen un m u n d o , y

82 83
crean involuntariamente otro mundo al pasar de una "Te lo prometo", contestó ella con un murmullo,
faz a otra de producción y de dicha. Porque no hay
suave como un suspiro.
una obra buena si es realizada siniamor;no hay triun Continuaron avanzando en esa actitud de verdade
fo que se alcance sin amor; no hay fama, nohaycorT ros enamorados, y, cuando estuvieron cerca demí,me
quista obtenida sin amor. Los que aman a Dios son les interpuse en su camir/o, para que Rafael Santo­
amados de Dios; su pasión es divina, no conoce can ris al menos me viese, y supiera que yo me había a^
sancio, ni saciedad, ni fin. Porque Dios es el Su venturado, por su amor, a someterme atañí duras prue
premo Amante, y no hay cosa más grande que el A 7 bas en el Castillo de Asélzion, y que hasta ese mo
mor!"
mentó había triunfado en ellas.
Aquí, obedeciendo a un impulso repentino, tomé Con el corazón angustiado, lo vi a p ro xi ma rs e;
el libro, lo cerré y lo mantuve aferrado con ambas sus ojos azules miráronme con indiferencia, y e n
manos. Mientras hacia esto, una densa obscuri dad sus labios sedibujó una fría sonrisa. Su hermosa
me rodeó opresivamente; un ruido semejante al del acompañante me miró como a una extraña, y ambos,es
trueno estalló en mis oídos, y sentí que t o d o el trechamente unidos, siguieron su marcha hasta per77
cuarto temblaba y vacilaba como para sumergirse en derse de vista.
un caos. Se hundió el piso y yo me hundí con él a Aun cuando lo hubiese intentado, no mehabríasi
una gran profundidad, tan rápidamente que no tuve do posible articular una sola palabra. Mi impre 77
tiempo de pensar en lo que me ocurría, hasta que la sión fue tal que me hizo enmudecer. ¡Las pruebas
sensación de descendimiento se detuvo de improvi - habían sido inútiles, pues Rafael Santoris había en
so. Encontróme entonces en un estrecho sendero ver contrado otro espíritu femenino que someter a súT
de, del todo sombreado por amplias ramas de árbo 77 influencia!
les en forma de bóveda. Aturdida, avergonzada, con mi cerebro lleno de
Apenas pude darme cuenta de lo que me rodeaba , confundidos pensamientos, procuré caminar unos cuan
divisé a Rafael, a Rafael Santoris en persona que tos pasos. El suelo era suave como terciopelo,mierf
se dirigía hacia mi; pero.# . no solo! Reprimí el ve tras una ligera brisa que soplaba entre los árbo r
hemente impulso de correr hacia él. Permanecí inT les refrescaba mi dolorida cabeza. Aún mantenía en
móvil, pues me invadió un frío mortal. ¡Venia acom tre mis manos el libro titulado "El Secreto de 1¥
panado de una mujer!... una mujer joven y muy her77 Vida". ¡Cuán inútil era ya para mí!E q .efecto,¿qué
mosa. Traíala abrazada, y observaba su rostro con significa la Vida si el Amor es falso?
apasionada ternura. - E l sol enviaba sus brillantes rayos a través de
"¡Amor mío", exclamó con voz cariñosa e infini­ los tupidos arbustos entrelazados encima de mi, y
tamente tierna, "te llamo asi, como siempre te he los pajari 1los-tr-inaban alegremente. Perotanto-la
llamado durante muchos periodos de tiempo. ¿No es belleza del paisaje como el armonioso cantar de és
en realidad extraño que aún el anhelante espíritu, tos no llamaban mi atención. Concentrábase única77
deseoso de encontrar a su predestinada compañera , mente mi pensamiento en que el amante que habla de
esté sujeto a error? Creí haberla encontrado an - clarado amarme con amor eterno, no me amaba más! “
tes que a ti, y alcancé a concebir por ella un pe­ ¡Parecióme desolado el mundo, y el Cielo mismo
queño amor; pero ello fue únicamente unacegueramo careció para mi de interés! ¡Mi único deseo era mo
mentánea. Tú eres la única que he buscado en e F rir, y nada más que morir! —
transcurso de los siglos; tú eres la sola y úni ca En seguida principié a caminar lentamente, con
a quien yo amo. ¡Prométeme no apartarte de mí ja­ dificultad; mis miembros estaban lánguidos y había
más ! perdido en absoluto mi valentía. Si hubiera podi­

84 85
do encontrar el camino para llegar hasta Asélzion, sar jamás que toda aquella aventura pudiera ser el
le habría dicho: "Es suficiente! No necesito cono­ resultado de algún plan preconcebido.
cer ni el secreto de la vida ni el secreto de laju Un ruido de pasos lentos llamó mi atención. Vi
ventud, desde que el Amor me ha abandonado!" a un hombre anciano que se encaminaba hacia mí ap£
Luego comencé a pensar más coherentemente. Ha­ yado en el brazo de una mujer de graciosa y arro -
cía poco, había escuchado voces detrás de una pa - gante apariencia. La mirada de ambos personajes e
red que afirmaban la muerte de Rafael Santoris,aho ra benévola, e inspiraba confianza a primera vis r
gado en su propio yate "lejos de Armadale,en Skye'rr. ta, y los observé venir con una especie de seguri­
Si esta aseveración era efectiva, ¿cómo habría po­ dad en que ellos podrían tal vez explicar mi pre -
dido él llegar hasta allí? En vano me repetía a mi sente dilema. El venerable aspecto del anciano me
misma una y otra vez esta misma pregunta,hasta que atraía de un modo muy especial, y mientras se acer
acumulé la fuerza suficiente para recordar que eliA caba, y al ver que evidentemente tenía intención dé
mor, el verdadero Amor, jamás cambia. ¿Debía y ó" hablarme, levantóme de mi asiento y avancé uno o dos
creer en el Amor de mi amado, o dudar de él? ¡Tal pasos para encontrarlo. Inclinó su cabeza cortes-
era el punto sometido a mi consideración! Pero,¿no mente y me sonrió con aire grave y compasivo.
tenía yo el testimonio de mis propios ojos? ¿No e- "Celebro mucho", dijo en tono familiar, "que no
ra yo misma testigo de su espíritu versátil? hayamos venido demasiado tarde. Temíamos,¿noes ver
Absorta en estas tristes meditaciones,divisé un dad? -aquí miró a su compañera a fin de que confiF
asiento rústico bajo uno de los árboles más umbro­ mase sus palabras- temíamos que hubieras sido irré"
sos. Sentóme en él, y noté que mi atribulado espí misiblemente víctima de algún engaño antes de que
ritu se tranquilizaba gradualmente. ¿Por qué, me" pudiésemos venir en tu rescate".
preguntaba yo, había sido llevada tan repentina y "¡Ay! Eso habría sido terrible!", exclamó la mu
tan forzadamente a ese sitio sin motivo alguno, al jer con acento de profunda conmiseración. ~~
parecer, salvo para que viese a Rafael $antoris en Completamente aturdida dirigí una mirada a am -
compañía de otra mujer a quien debía preferir an - bos. Hablaban de rescate. ¿Rescate de qué? "Irre­
tes que a mí? misiblemente víctima de algún engaño". ¿Qué signi­
Debía ello establecer alguna diferencia en mi a ficaba esta frase? Desde que había visto a Rafael
mor hacia él. En amor, si el amor es amor verdade Santoris en compañía de una mujer a quien llamaba
ro, si el amor es recíproco, la fe y la deslealtad' "Amor mío", habíame sentido incapaz de hablar; pe­
jamás pueden ser potencias iguales; son térmi n o s ro ahora recobré súbitamente esta facultad.
que se excluyen total y absolutamente: la desleal­ "No os comprendo", dije con tanta claridad y tan
tad en algo, significa falta de fe en todo. Si la ta firmeza como me fue posible. "Aquí estoy por mT
felicidad de aquel a quien yo amaba era obte ni da propio deseo, y no he sido víctima de engaño. ¿Por
por otros medios ajenos a mi persona, ¿debería yo qué necesitaría ser rescatada?"
codiciarla? El anciano movió su cabeza compasivamente.
A pesar de todo, mi corazón padecía en esos in£ "¡Pobre niña!, dijo. -"¿No te encuentras prisio
tantes de amarga y desolada angustia. Parecíame ha ñera en el Castillo de Asélzion?" ”
ber sido poseedora hasta entonces de una joya de T "En virtud de mi propio consentimiento", contes
nestimable valor cruelmente arrebatada por el Des­ té. ~
tino. Meditando todavía en solitariatristeza,prin Levantó sus manos el anciano en una especie de
cipié a reflexionar acerca de la extraña casuali - suplicante asombro.
dad que me había llevado a aquel paraje, sin pen - "No es así", profirió la mujer, sonriendo tris­

86 87
temente. "Te encuentras en un grave error. Estas a dida juventud de Asélzion, no obstante su avanzada
quí por la malvada voluntad de Rafael Santoris, uñ edad!"
hombre que no tendría remordimiento en sacrific ar Por primera vez en el curso de esta entrevista,
cualquiera existencia para probar sus locas t e o ­ noté en los recién llegados un aire de confu si ón
rías! Te encuentras bajo su influencia, tú, pobre que me valió para recobrar la confianza en mí mis­
criatura, tan fácil de ser engañada! Piensas que si ma.
gues tu propia línea de conducta, y que real i z as "¿Por qué, proseguí, habéis venido con estas ad
tus propios deseos; pero, en realidad, no eres si­ vertencias respecto de aquellos a quienes D i o s o e T
no esclava de Santoris desde que lo conocíste.Eres Destino ha hecho intervenir en el camino de mi vi­
un mero instrumento suyo". Y se volvió al anciano da? Podréis decir tal vez que habéis sido enviados
con ademán suplicante: "¿no es verdad?" por Dios; pero, ¿acaso la Divinidad se contradice?
El anciano inclinó la cabeza en señal de asentí Jamás he sufrido daño alguno ni de Rafael Santoris
miento. ~ ni de Asélzion. Me siento apenada, perpleja y tor
Por un instante, un torbellino de ideas invadió turada por lo que he oído y he visto; pero tanto-
mi fatigado cerebro. ¿Sería verdad lo que ellos de mi oído como mi vista pueden ser engañados. ¿ Por
cían? qué debería yo creer en malas intenciones si éstas
Su aspecto era sincero y no demostraba objeción no fuesen debidamente comprobadas?
sino bondad al prevenirme un daño futuro. Procuré La mujer me miró con repentino desdén.
ocultar mi torturante ansiedad, y pregunté tranqui_ "¡De manera que permanecerás aquí, engañada por
lamente: tus propios ensueños y sentimientos", dijo con evi
"Si tenéis suficiente motivo para afirmar loque dente desprecio. "Tú una mujer, continuarás en u—
aseveráis, ¿que me aconsejáis hacer? Si estoy en p£ na comunidad de hombres que son reconocidos impos­
ligro, ¿cómo puedo escapar de él? tores, sacrificando tu nombre y reputación por una
La mujer me observó con curiosidad, y s^s oj<D.s simple fantasía!"
brillaron con repentino interés. Su venerable com Su mirada y sus modales habían cambiado en abso
pañero contestó a mi pregunta: ~~ luto e inmediatamente me puse en guardia. —
"Por ahora, es muy fácil escapar. Te bastará se^ "Sólo a mí me concierne defender mi nombre y mi
guirnos para llevarte fuera de este bosque y condu reputación", repliqué con frialdad.
cirte a un sitio seguro. En seguida, puedes vol — El anciano avanzó algunos pasos hasta tomarme de
ver a tu casa y olvidar... un brazo. Sus ojos brillaban con manifiesta cóle­
"¿Olvidar qué?", le interrumpí. ra.
"Toda esta tontería", contestó con benévola se­ "¡Debemos salvarte!", exclamó con acento impe -
riedad. "Esta idea de vida eterna y de amor eter­ rioso. "¡Debes venir con nosotros quieras onoquie
no que el artificioso brujo Rafael Santoris ha in£ ras! Hemos visto ya tantas víctimas del artificio­
pirado a tu muy sensible y crédula imaginación; es. so Asélzion que estamos resueltos a 1ibrarte del pe
ta fantástica creencia acerca de la inmortalidad e ligro que te amenaza". —
individualidad del alma. El amor, en la forma con^ Hizo un esfuerzo por atraerme hacia él; pero mi
cebida por él, no existe. El secreto de la vi da espíritu recobró en ese instante toda su energía,y
tampoco existe. En lo relativo al secreto delaju^ lo rechacé con violencia.
ventud..." "¡No, no iré con vosotros!", exclamé ardiente -
"¡Ah!", exclamé con vehemencia. "Habladme so - mente. "Sólo Dios me librará de daño, si en real i
bre este particular, y especialmente de la esplén­ dad algún daño puede sobrevenirme. No creo una so"

88 89
la palabr-a de lo que habéis dicho contra Rafael San
toris o contra Asélzion. Amo al uno, y confio en"
el otro! ¡Dejadme en paz!"
Apenas habla pronunciado estas palabras, el an­
ciano y la mujer se lanzaron sobre mi, y, tomándo­
me por fuerza, procuraron arrastrarme hasta lejos
de aquel sitio. Yo les opuse la mayor resistencia
SUEÑOS DENTRO DE UN SUEÑO
de que fui capaz, sosteniendo todavía estrechamen­
te con una mano el libro "El Secreto de la Vida" .
Pero sus combinados esfuerzos principiaron a ven -
cerme, y, sintiéndome por momentos más y más débil,
grité en voz alta, en un rapto de desesperación:
"¡Rafael! ¡Rafael!"
En un instante me encontré libre. Mis aprehen­ Detúvome en aquella orilla a fin de tomar un o-
sores me soltaron, y yo me abalancé lejos,sin saber bligado descanso. Desde allí veía sólo lanegrama
adonde, corriendo, corriendo y corriendo siempre , sa de agua que ondulaba lenta y confusamente, ape~
temerosa de ser perseguida, hasta que de improviso ñas iluminada por una débil y perlina íuz. Miré' ha
me encontré a la orilla de una negruzca extensi ón cia atrás, temerosa de que mis perseguidores fue ~
de agua que se dilataba hasta confundirse a lo le­ ran en mi seguimiento, y vi que una espesa neblina
jos, en fría obscuridad, con un horizonte invisi - impedía distinguir los objetos aun a corta distan­
ble. cia. Parecía ser de noche, aun cuando poco antes
había visto la luz solar. En extremo fatigada, me
senté en el suelo cerca de un obscuro arroyo casi
invisible para mí. La tranquila y profunda obscu­
ridad ejercía un efecto calmante en mis sentidos,y
en medio de mi extenuada languidez pensaba yo; ¡Cuán
feliz sería si se me permitiese descansar aquí por.
tiempo indefinido!"
"Ahora comprendo", decíame a mí misma, "por qué
hay gentes que desean morir, que ruegan e imploran
por la muerte como una gran bendición! Han perdido
el Amor, y sin Amor la vida carece de importancia.
Vivir, y vivir durante largos períodos detiempoen
mundos en que no se encuentra ni simpatía, ni amis
tad, ni esperanza, ni consuelo, es el infierno, no
el Cielo!"
"¡El infierno, no el Cielo", repitió unavozcer
ca de m í . ~
En extremo sorprendida, vi a mi lado una figura
de contornos indefinidos, una mujer en negra vesti
menta de larga cola, cuyo rostro brillaba con una-
pálida belleza en la indecisa luz de aquel lugar.

90
91
"iDe manera que al fin has encontrado tu camino dad.
hasta aquí!", dijo con suavidad. "¡Aquí donde to­ "¡Ven!" dijo dulcemente.
das las cosas terminan y nada principia!" Divisé entonces un pequeño bote que se dirig ía
Púseme de pie a fin de mirarla frente a frente. hacia mí guiado por una mujer cuyo rostro estaba Q
"¡Donde todas las cosas terminan!", repetí. "Se culto tras negro velo. Mi compañera me hizo seña?
guramente donde existe la vida no existe el fin" 7 de. que la siguiese. Su aspecto tenía algo de imp£
agregué. rativo que me impelía a obedecer. Entramos a lape”
Me dirigió una fugaz sonrisa. queña embarcación. Recorrimos la obscura superfiT
"La vida es un sueño", dijo, "y las cosas de la cié durante un tiempo que me pareció largo, hasta
vida son sueños dentro de un sueño. Nada real e - que comencé a sentir extraños sonidos de lamenta -
xiste. Os imagináis verdades que son ú n i c a m e n t e ciones y conmovedores gritos de súplica. En segui^
meros engaños". da, destacáronse en medio de aquella lobreguez al~
Aturdida y asombrada, la miré con detenimiento. gunas pálidas figuras luminosas que en cierto modo
Era hermosa, y la apacible tristeza de sus ojos ex parecían tener forma humana.
presaba compasión y ternura. “ "¿Qué son estos?, murmuré.
"¿Entonces es mentira la Creación?", pregunté. Mi compañera me tomó una mano como para fijar mi
Ella no dio respuesta alguna, sino que se limi­ atención.
tó a levantar una mano y a señalar hacia la obscu­ "¡Escucha!", contestó.
ra extensión de agua. Miré en la dirección indica Y poco a poco, de entre aquel clamor de llantos
da, y proferí un grito de éxtasis. Bri11 ando en 1a y doloridas quejas, oí voces que proferían cosas
ondulante obscuridad, como una visión en unpaísde di stintas.
hadas, se encontraba el "Dream", resplandeciente de "¡Yo soy el Fantasma de la Riqueza", decía una.
proa a popa con luces que centelleaban como millo­ "¡Por mí los hombres y las naciones se lanzan a la
nes de diamantes. destrucción! ¡Por mí sacrifican la felicidad y se
"¡Vuestro sueño de amor!", exclamó. " ¡Mifadlo desvían del camino que conduce hacia Dios! ¡Por mí
por última vez!" se engaña a la inocencia, y se sacrifica el honor.
Llena de ansiedad y con el corazón palpitante , No soy sino una sombra; pero el mundo me sigue an­
vi que el yate comenzaba a sumergirse l e n t a m e n t e sioso como si yo fuese una luz. Soy únicamente un
en aquella masa de agua obscura, hasta q u e s ó l o áureo polvo terreno, y, no obstante, loshombresme
sus mástiles quedaron visibles. En seguida, cobré consideran como un resplandor del Cielo!"
fuerzas para dominar mi tortura y para no ceder a "¡Yo soy el Fantasma de la Fama!", decía otra .
la agonía que amenazaba sumergirse en la más angus "¡Me presento con música y dulces promesas. Floto
tiosa desesperación. - ante los ojos del hombre, pareciéndole un Angel.H<a
"¡Este es un fantasma de la pena! dije; pero na blo de triunfo y de poder. Por mi valientes cora­
da significa. El amor que guarda mi corazón es mío zones han sido destrozados, y brillantes espíritus
propio; es mi vida, mi alma, mi ser! ¡Es eterno co han sido condenados a la desesperación! ¡Soy nada
mo Dios mismo, y a El lo encomiendo!" ~ más que una sombra; pero el mundo cree que soy una
Proferí estas palabras en voz alta, manteniendo substancia. No soy sino un aliento pasajero; pero
el libro "El Secreto de la Vida" aferrado a mi pe­ los hombres me consideran como una estrella fija!"
cho, y alcé mis ojos confiadamente hacia la densa "¡Yo soy el Fantasma del Orgullo!", decía u n a
obscuridad que a manera de cielo se extendía sobre tercera voz. Por mí la humanidad escala las altu­
mí. Luego una mano femenina tomó la mía con suavi ras de la ambición. Por mi causa, reyes yreinaso

92 93
cupan tronos vacilantes y se rodean deguardias,pom Miré en todas direcciones en busca de la muj:er
pa y majestad. Por mí los hombres mienten y dañan" que había estado conmigo en el bote, del bote mis­
a sus semejantes. Por mí son destruidos muchos ho mo y de su extraño guía; pero no había de ellos la
gares que deberían ser felices. Por mí se dictan" menor huella.
falsas leyes, y la maldad triunfa sobre el bien.No No podía imaginarme hásta dónde había yo vagado
soy sino una sombra; pero el mundo me considera co^ en aquel pavoroso y negro mar; mas, muy pronto, re
mo un Sol! Soy nada más que un efímero rayo de luz; cobrando valor y tranquilidad, comencé a pensar erT
no obstante los hombres me toman por un día espíen que tal vez aquella aventura había sido preconcebi
doroso!" ~~ da como una prueba de mi fortitud y de mi fe. ~~
Algunas otras voces escuché en torno mí, y, sol ¿Había yo fallado en esta prueba? Seguramente
tando la mano de mi compañera, púseme de pie en eT que no, por cuanto no había dudado ni de la verdad
bote, y grité: de Dios ni del poder del amor. Sóloi-una. cosa me pre
"¡Todos vosotros sois únicamente fantasmas! De­ ocupaba en grado sumo: el recuerdo de las vo c e f
cidme, ¿dónde está el Amor?" tras una pared, voces que habían hablado delatrai
Cesaron las voces. Las extrañas figuras movedi ción y muerte de Rafael. No podía yo librarme de
zas se desvanecieron más y más hasta desaparecer erT la ansiedad que ellas habían despertado en mi espí
la obscuridad, y una luz dorada y maravillosa co - ritu, aun cuando había procurado resueltamente no
menzó a brillar en medio de aquella escena de deso ceder ante ningún sentimiento de temor o de sospe­
1ación. “ cha. Sabía que, después de todo, son las voces del
"Hemos estado soñando", dijo mi compañera. "En­ mundo las que ocasionan mayor daño al Amor, y que
tre tanto, tú buscas la realidad". ni la pobreza ni la pena pueden cortar los lazos de
Me sonreí. De súbito, invadió mi ser una doble afecto entre los amantes con tanta rapidez como la
1sensación de fuerza y de autoridad. falsedad y la calumnia. Sin embargo, experimenta­
"¡me indicaste que mirase por última vez mi sue ba yo una vaga inquietud sobre el particular, y no
ño de Amor!", dije, "no obstante de que sabías que podía recobrar mi perfecta tranquilidad.'
eso era imposible, pues el Amor no es un sueño!" La puerta de la escalera espiral que conducía a
El dorado brillo se hizo más y más intenso has­ mi cuarto en la torre permanecía abierta, y aprove
ta convertirse en un perfecto resplandor, y núes - ché de ese tácito permiso para volver allí. EncoiT
tro bote deslizábase ahora sobre un mar ampliamen­ tré todas las cosas como las había dejadojpero, aT
te iluminado. Como si se tratase de una visión,la buscar la misteriosa y pequeña cámara tapizada con
extraña figura que dirigía su rumbo se tornó lumi­ purpúrea seda, donde yo había comenzado a leer e 1
nosa, y el negro velo cayó dejando su rostro en des libro titulado "El Secreto de la Vida",un. libro que
cubierto. Ojos de Angel me miraron. Labios de Arf durante toda mi extraña aventura había p r o c u r a d o
gel me sonrieron. En seguida, encontróme repentir guardar siempre conmigo, noté con sorpresa que ha­
namente sola en la playa de una pequeña bahía,azul bía desaparecido. Las paredes del cuarto eran só­
como un zafiro, que reflejaba el color también a - lidas y en ninguna parte se veía la menor huella de
zul de un cielo purísimo. La obscura extensión de abertura.
agua que había parecido tan triste e impasable ha­ Tomé asiento al lado de la ventana, y principié
bía desaparecido, y con mucho asombro de mi parte, a reflexionar acerca de mi situación. Ante mis o-
reconocí la misma playa cerca del jardín rodeado de jos aparecía el mar, tranquilo, iluminado porlaam
rocas que se extendía inmediatamente debajo de mi plia radiación de un sol brillante y m a j e s t u o s o T
cuarto de torre. ¿Había estado yo ausente por mucho tiempo de este

94 95
cuarto? No podía decirlo. El tiempo parecía no e- jo vuestro directo control y completa organización,
xistir para mí. Mi único deseo, mi única preocupa como un ejército bien disciplinado; de lo contra -
ción, era saber si Rafael Santoris vivía aún, y sT rio, las fuerzas desintegrantes de quienes os ro -
aún poseía yo el tesoro de su amor. En caso de ha deán, no sólo combatirán vuestra felicidad s i n o
berlo perdido, ni Dios mismo podría consolarme, ya vuestra salud, debilitarán vuestra energía y des -
que se habría roto mi esencial lazo de unión c o n truirán vuestra paz. El Amor es la gloria única de
las cosas divinas. la vida; el corazón y el pulso de toda la creación;
Poco a poco invadióme una suave quietud, y prin un bien negado a los más grandes conquistadores de
cipió a disiparse la nube ele abatimiento queseceir la tierra; un talismán que descubre todos lossecre
nía sobre mi espíritu. Recordé mi reciente expe r tos de la Naturaleza; una Divinidad cuyo poder e s T
riencia con el anciano y la mujer que habían procu limitado, y cuya bendición proporciona belleza,duT
rado /uzAcatajime., como ellos decían, y cómo cuándo” zura y amplia felicidad. Fijad todo esto en vues”
en frenética desesperación, yo había llamado "¡Ra­ tra memoria, y jamás olvidéis que el gran bien del
fael, Rafael!", habían ellos desaparecido al ins - Amor es envidiado por los que carecen de él."
tante y dejádome absolutamente libre. Sin duda al Al terminar la lectura de este párrafo, una luz
guna, era ésta una prueba suficiente de que yo no iluminó mi cerebro. La extraña e inexplicable ex­
había sido olvidada por quien había profesado amar periencia a que acababan de someterme, ¿no tendría
me por toda la eternidad. “ por objeto apartarme del Amor y destruir el ideal
Al entrar en mi cuarto, yo había colocado sobre acariciado por mí? Entre tanto, ¿había yo cedí do
la mesa el libro "El Secreto de la Vida". Abrílo a la tentación? ¿Había yo fracasado?
nuevamente al azar y leí el siguiente párrafo: Habiendo abandonado mi asiento cerca de la ven­
"Una vez que poseáis el inestimable tesoro del tana, vi que el pequeño ascensor, incrustado, por
Amor, recordad que todos los esfuerzos posibles se decirlo así, en la pared, había subido silenciosa­
rán puestos en práctica a fin de arrebatároslo. Nef mente con la acostumbrada provisión de frutas, pan
da envidia tanto el mundo como un alma feliz. y deliciosa agua fresca, y aun cuando no había sen
"Los que han sido vuestros amigos más queri dos tido ni hambre ni sed durante mi extraña marcha poF
se volverán contra vosotros, porque poseéis una di_ lugares desconocidos, encontrábame muy dispuesta a
cha que ellos no participan; se unirán con vuestroT comer, lo que hice con apetito devorador. Una vez
enemigos para haceros descender de 1a altura de vues que hube concluido, volví a mi precioso libro, y ,
tro Paraíso; vuestros más tiernos sentimientos se” habiéndolo colocado sobre la mesa, apoyé mi cabeza
rán desdeñados y ridiculizados; venenosas mentiras en mis dos manos, y púseme resueltamente a leer al
y crueles calumnias circularán con relación a vues­ gunos párrafos que transcribo a continuación pa ra
tra persona, y todos estos vedados arbitrios t e n ­ quienes deseen practicar las lecciones que el los en
drán por único fin sumergiros en la obscuridad y en señan. “
el caos, a fin de que no continuéis en el círcu lo
de luz. Si queréis manteneros firmes, debéis per­
LIBRE VOLUNTAD
manecer valientemente dentro del torbellino de ba­
jas pasiones que se forman en torno vuestro; si d£ "El ejercicio de la Voluntad no reconoce l í m i ­
seáis conservar la tranquilidad de vuestra Alma,d([
tes. Es absolutamente libre, de manera que pode -
béis mantener en su sitio el fiel de la bal a nz a7 mos hacer nuestra propia elección de vida y elabo­
Los radiantes e inmortales átomos que constituy en rar nuestro propio destino. La voluntad puede e -
vuestro cuerpo y vuestro espíritu, deben estar ba­

96
97
jercer su dominio sobre todas las cosas, menos so­ los seres humanos es en su mayor parte como las mo
bre el Amor, porque el Amor es de Dios, y Dios no vedizas arenas del mar, y sólo gobierna su propio-
está sujeto a autoridad. El Amor debe nacer m el universo quien consigue establecer el Orden en me­
alma y o W a l m a . Debe ser una pasión dual, es de­ dio del caos".
cir, debe encontrar su compañera en otra alma pre­
destinada a que le ayude a realizar los más nobles VIDA ETERNA,
y elevados fines de la existencia. Mediante su fuer
za, se genera y mantiene la vida; sin ella, la vi~
da vuela hacia otras fases de la existencia eterna "La vida es eterna. No puede morir. Cada cosa
en busca otra vez de su amor. Nada es perfecto,na viva de.be. vivir para siempre. Cada cosa viva ha vi
da es duradero sin la luz y el fuego de esta pasión- vi do .Uemp/ie.lo que se llama muerte es, por ley e~
dual. terna, imposible. La vida está cambiando perpetua
mente de formas, y cada cambio lo llamamos "muer r
PODER te" porque a nosotros nos parece una terminación
de la vida, siendo que es simplemente una renovada
actividad. Cada alma aprisionada hoy día en forma
"El poder sobre todas las cosas y sobre t'Odos humana ha vivido antes en forma humana, y cada ro­
los hombres se obtiene por medio de la orgaini za- sal que hoy florece ha florecido también antes en
ción, es decir, poniendo la propia casa en orden . este mundo. El espíritu de cada individuo conser­
La "casa" es el cuerpo en que el Alma tiene su ha­ va su individualidad y, hasta cierto punto, su me­
bitación transitoria. Cada átomo del cuerpo debe moria. Durante su período de desarrollo únicamen­
estar en orden a fin de que pueda trabajar saluda­ te le es permitido recordar muy pocos de los millo
blemente y sin confusión. En seguida, es fácil al nes de incidentes y episodios que están almacena ~
canzar lo que se desea. Nada en el Universo puede dos en su cerebro psiquico. Cuando ya alcanza 1 a
resistir la fuerza de una fija y perseverante reso mayor altura de capacidad espiritual, y es bastan­
lución; lo que realmente busca el Espíritu d e b e r te fuerte para ver, conocer y entender, sólo enton
por ley eterna, concedérsele, y lo que el cuerpo ne ces será capaz de recordar todo desde el principio".
cesita para realizar los mandatos del Espíritu le Nada puede ser jamás olvidado, puesto que el olvi­
será igualmente concedido en virtud de esa mi sma do implica desgaste, y no puede haber desgaste en
ley eterna. La fuerza que emana de la luz solar , la sabia estructura del Universo. Cada pensamien­
del aire y de las cosas ocultad del espacio se en­ to es guardado para usarlo; cada palabra, cada sus
cuentra en continua renovación; y todo en la Natu­ piro, cada lágrima es recordada. La vida misma,erf
raleza está dispuesto a secundar al Alma resuel ta nuestro limitado conocimiento de ella, puede s e r
en la realización de sus aspiraciones. Nadahayen continuada por largo tiempo en nuestro planeta si u
el círculo de la Creación que pueda resistir a su samos los medios que se nos han dado para conser ~
influencia. Exito, riqueza, triunfo sobre triun - varia y renovarla. La conservación y prolongación
fo, acompañan siempre a todo ser humano que diaria de la existencia terrena era fácil en los primeros
mente pone su casa en orden; a quien nada puede deT días de la aurora del mundo, por decirlo así, por­
viar de su fijo intento; a quien ni la malicia nT que la Tierra encontrábase entonces más cerca del
el desprecio, ni la tentación pueden alejar del cor Sol. En la época actual, nuestro planeta está vol
so que se le ha señalado, y que resiste a la male~ viendo a una posición en los cielos que estimula y
volencia y a la calumnia. Porque el Espíritu de mantiene la vida; y los seres humanos v i v e n más

98 99
tiempo sin saber por qué, sin pensar que ello es el ma; y no encontrar faltas en lo que es y debe ser
resultado de la actual situación de ambos cuerpos perfecto. Oímos decir a veces de sabios y filóso­
celestes. La Tierra no está hoy donde se encontra fos que suspiran ante las penas y sufrimientos del
ba en los días de Jesucristo; ha recorrido el espeT mundo, sin considerar que las penas y sufrimientos
ció durante dos mil años, y, sin embargo, el géne~ son obra exclusiva del hombre y de la crueldad del
ro humano ignora que su situación de hoy en dic ho hombre para con sus semejantes. Del culpable des­
espacio es diversa de la que ocupaba entonces y que, cuido del hombre en cuanto a las leyes de la salud
con esta diferencia, resultan alteradas las leyes provienen todas las enfermedades, así como del ego
que dicen relación con el clima, con las co st um- ísmo, deslealtad y amor propio del hombre han nacT
bres y con la vida misma. No es el hombre quienmo do todos los crímenes imaginables". —
difica su medio ambiente; es la Naturaleza,cuyo oir Aquí detuve mi lectura porque comenzaba a obscu
den no puede ser alterado. El hombre cree que el de" recer, y no me era posible continuar en ella pues
sarrollo de la ciencia y lo que él llama su "pro “ no veía muy elaramente. Miré hacia la ventana, pe­
greso" es únicamente el resultado de su propia ha­ ro escasa luz entraba del exterior. Una obscuri -
bilidad; por el contrario, es el resultado de un dad más y más densa invadió todas las cosas visi -
cambio en su éter atmosférico que no sólo presta a bles. Luego me formé la más firme resolución de no
yuda a las explicaciones y descubrimientos cientí"1" ceder jamás ante los fantásticos terrores a que pu­
ficos, sino que tiende a darle mayor poder s o b r e dieran someterme ni abandonar mi cuarto,aunque vie
los el ementes,como también a prolongar su vida y su se otra salida aquella noche. Con esta determinaT
capacidad intelectual. En el Universo infinito no ción, me desnudé apresuradamente y me fui al lecho.
hay descanso; cada átomo, cada organismo está h a ­ En el instante de apoyar mi cabeza en la almohada
ciendo algo o se dirige hacia alguna parte. N a d a sentí una especie de frío en el aire que me hizo ti
se detiene. El todo va encaminado hacia el Progre ritar un poco y experimentar una sensación miste r
so, la Belleza y la Perfección, y no hay def ec tó" riosa. Cerré mis ojos, dispuesta a descansar,y ob
alguno en el majestuoso esplendor del Plan Divi no tuve tal éxito al ordenar todas mis facultades haT
que procura la felicidad de toda la Creación. cia este fin, que en pocos minutos estuve profunda
"La alegría, no la pena, debe ser la clavede la mente dormida. ~
existencia. El mundo no es un "valle de lágrimas"
sino un jardín lleno de flores iluminado por la luz
solar y por la benévola mirada del Creador.
"Lo que se designa con el nombre de "pecado" es
obra exclusiva del hombre; Dios no tiene parte en
él. Por orgullo los ángeles cayeron. Por orgullo
el hombre retarda su eterna dicha. Cuando presume
ser más sabio que su Creador; cuando procura con -
trariar la organización de la Naturaleza e inventa
a su modo una especie de Código natural y moral,es
enotonces cuando sobreviene el desastre. La regla
de una vida pura y feliz consiste en recibir c o n
gratitud y moderación todo lo que Dios nos envía :
el placer de los sentidos, el amor a nuestros seme
jantes, los goces intelectuales, los éxtasis del aT

100 101
EL ABISMO DESCONOCIDO

Mi sueño fue tan profundo y tranquilo que no ten


go idea de su duración; sin embargo, al despertad
sobrevínome una sensación del más vivo y espantoso
terror. Cada nervio de mi cuerpo parecía estar pa
ralizado. No podía moverme ni gritar. InvisibleT
ligaduras, más fuertes que el fierro, manteníanme
prisionera en mi cama, y sólo podía mirar hacia a-
rriba, horrorizada, como una víctima ante la cruel
mirada de sus verdugos. Una figura elevada, corpu
lenta y vestida de negro, encontrábase a mi lado T
Aun cuando yo no veía su rostro, experimentaba y o
la sensación de que sus ojos me miraban inquisiti­
vamente, de una manera fría, silenciosa, penetran­
te, como si me formularan alguna pregunta q u e se
contestara por sí misma, sin palabras. Aquellos te
rribles ojos, penetrando en lo más recóndito de mT
ser, hacíame el efecto de un cuchillo disector que
cortaba cada pensamiento de mi cerebro y cada emo­
ción de mi alma para exponerlos a la inspección ex
terior. —
Las palpitaciones de mi corazón repercutían in­
sistentemente en mis oídos. Yo permanecía quieta,
y procuraba ejercer control sobre mi angustiado es
píritu. de pronto, experimenté una sensación de a"
livio cuando por fin observé que la misteriosa fiT
gura abandonaba su rígida actitud y me hacía señas
de un modo lento e imperioso con un brazo extendi­
do, desde el cual la fúnebre vestidura colgaba co­
mo una densa nube. Mecánicamente, obedeciendo al
llamado, procuré incorporarme en el lecho, lo que

103
ahora pude hacer con facilidad, y me senté temblan res humanos unos a ¿tros, en especial las cruelda­
do, con la vista fija en aquella forma terrorífica des morales, que son mucho peores que cualquier tor
que se alzaba sobre mí. En seguida,procurando man tura física. Medité sobre los juicios errados qué
tenerme de pie, aunque de un modo vacilante,me pré las gentes suelen emitir con relación a los hombres
paré mudamente a seguirla hasta donde quisiera lie superiores, cómo, aun cuando procuramos hacer bien
varme. Púsose en marcha, y yo la seguí, compelidé a otros, nuestras más bondadosas acciones son mera
por un secreto poder avasallador contra el cual no mente estimadas como diversas formas de egoísmo,dé
me atrevía a rebelarme. Muy luego, cruzó mi cere­ interés personal; cómo nuestros supuestos "mejores
bro el vago pensamiento "Esta es la muerte que m e amigos" nos ocasionan daños y escuchan crédulamen­
llama lejos"; pero a continuación de este p e n s a ­ te cuentos inventados con el propósito de arruinar
miento me sobrevino el recuerdo acerca de que, en nuestra dignidad; cómo aun en el Amor, la más eté­
conformidad con las enseñanzas que yo estaba reci­ rea y, no obstante, la más poderosa de las pasio -
biendo, no existe la Muerte, sino un fantasma ima­ nes, una ruda palabra, un inmerecido menosprecio ,
ginario a que damos este nombre. pueden separar por toda la vida a aquellos cuya u-
Lenta y suavemente, con una indescriptible ma - nión pudo haber sido perfecta.
jestad en sus movimientos, la negra figura se des­ Y todavía el negro fantasma hacíame señas de que
lizó delante de m í , y yo, sobrecogida de espanto , lo siguiese. Y todavía yo trepaba absorbida en mis
seguí sus pasos sin saber adonde. No hubo obstácu pensamientos.
lo en nuestra marcha; puertas, paredes y ventan as" Luego principié a considerar que subiendo a una
se fundían hasta convertirse en nada mientras pasa altura desconocida e invisible en medio de aquella
bamos. De súbito, llegamos a una empinada y estre profunda obscuridad estaba yo, después de todo,rea
cha escalera de piedra en forma de espiral que sé 1izando algo más sensato que vivir en el mundo corf
elevaba en el centro mismo de un pináculo rocoso, las costumbres del mundo que en su mayor parte son
el que, a su turno, alzaba su más elevada cumbre en meramente hipócritas y encaminadas a sobrepasar y
la obscuridad de un cielo tachonado de millones de eclipsar a nuestros semejantes, costumbres de moda,
estrellas. La siniestra figura se detuvo,y una vez de sociedad, de gobierno, que son nada más que tran
más sentí que me quemaba la interrogante luz de sus sitorias; mientras que la eterna e invencible Naté
ojos invisibles. En seguida, como satisfecha con raleza continúa su señalada ruta siempre con el mié
su breve inspección, principió a subir por la esca mo innato propósito, a saber, destruir el mal ycorT
lera espiral. Yo la seguí paso a paso. La aseen” servar únicamente el bien. Y el ser humano, el ú~
sión fue larga y difícil; causábanme vértigos las nico autor del mal, el único que se opone al Divi­
continuas vueltas que parecían no tener fin. A ve­ no Orden, se engaña a sí mismo en la creencia d e
ces tropezaba y casi me caía; a veces buscaba apo­ que el mal prosperará y de que su falsedad será a-
yo al tiento con manos y rodillas. Siempre se ve­ ceptada como verdadera si puede fingir una cierta
ía delante de mí la figura vestida de negro, que a ostentación de fe religiosa para engañarse y enga­
vanzaba sin preocuparse, al parecer, acerca de sT ñar a sus semejantes en el plano ascendente de la
yo obedecía bien o mal a su llamado. Historia. El hombre, el autor, el inventor del pe
Y ahora mientras trepaba, toda clase de extra - cado, ha inventado igualmente un dios especial pa~
ños recuerdos principió a deslizarse por mi cere - ra perdonarlo, pues no existe el pecado en el Uni­
bro y a confundirme con preocupaciones e incerti - verso natural. La Ley Divina no puede perdonar,
dumbre. Principalmente vinieron a mi memoria 1 as porque es inviolable, y no soporta que sea violada
crueldades, las crueldades practicadas por los se­ sin castigo.

104 105
Asi meditaba yo mientras seguía subiendo, c o n timenta del Espectro; pero en ese mismo i n s t a n t e
mis ojos fijos en la Figura, la que, habiendo al - volvió hacia mí su velada cabeza, y me dijo en to­
canzado el término de la escalera espiral, comenzó no lento, profundo e infinitamente suave:
lentamente a trepar el más elevado pico del rocoso "¡Hasta aquí; y aún no bastante lejos! ¿Hasta
pináculo que se alzaba hacía las estrellas. Prin­ qué fin te aventurarías en obsequio del amor?
cipió a soplar un viento helado. Con mis pies des "Hasta ningún fin, sea el que fuere", contesté
nudos, ligeramente vestida con mi bata de noche y con valentía, "sino por toda la Eternidad!".
un blanco pañuelo de lana con que me había cubier­ Nuevamente el obscuro ropaje del Fantasma apare
to al dejar el cuarto para seguir al Fantasma, ti­ ció iluminado. ”
ritaba más y más en aquella lobreguez, en aquel 1 a "¿Qué harías por el Amor?", me preguntó. "¿So -
atmósfera de intenso.y_penetrante frío.. Sin embar portarías todos los sufrimientos, todas las incom­
go, continuaba yo avanzando resueltamente.De pron~ prensiones, todos los engaños y todas las cruelda­
to, miré hacia atrás el camino recorrido. ¡La esca des, manteniendo, no obstante, tu alma ilumi n a d a
lera espiral no existía; había desaparecido, y só~ con la llama de la fe? ¿Escalarías los cielos pa­
lo podía ver en todas direcciones el negro y vacío ra lanzarte al más profundo infierno en o b s e q u i o
espacio! del ser a quien amas, sabedora de que tu amor lo i
Aquel extraño fenómeno me aterrorizó en tal for dentificaría contigo el día prefijado por la voluW
ma que por un instante perdí el aliento, y víme o~ tad Divina? ”
bligada a detener mi ascensión. Inmediatamente ob Miré a la extraña Figura, procurando inútilmen­
servé que la Figura se volvió hacia mí con un ges~ te ver su rostro.
to amenazador, y parecióme que un segundo más de va "Haría todo eso", respondí. "Todo lo que mi al
cilación bastaría para hacerme perder todo apoyo y ma pueda sufrir mortal e inmortalmente lo soporta”
resbalar hacia un profundo e insondable abismo. Ha ré en obsequio del amor!"
ciendo un esfuerzo extraordinario, recobré el con” Otra vez brilló la luz en la negra vestidura del
trol de mí misma, y forcé mis temblorosos miembros Fantasma. En seguida exclamó rudamente,en tono de
a obedecer mi voluntad, y así, poco a poco, reasu­ siniestra advertencia.
mí mi marcha ascensional, sobrecogida por angustio "¡Tu amante es falso. Ha pasado a otra esfera
sos temores y helada hasta el propio corazón. ~ de la existencia eterna, y no lo encontrarás duran
Luego sentí un ruido atronador, como si olas e- te varios períodos de tiempo! ¿Crees esto que te dT
normes rompieran en amplias y profundas cavernas , go?"
formando ecos prolongados, solemnes, majestuosos. Una helada agonía oprimió mi pecho; sin embar -
El espectro detuvo su marcha. El lúgubre ropa­ go, no quise ceder a ella, y contesté resueltamen­
je que lo cubría mostraba ahora un contorno de bri te :
liante luz. Impulsada por una súbita esperanza, ¥ "¡No! ¡No lo creo! ¡No ha podido morir sin mi
vaneé por aquel difícil sendero hasta colocarme aT conocimiento, y sin que yo sienta separarse su al­
lado de mi extraño conductor. Arriba de mí,el cié ma de la mí a !"
lo cubierto de estrellas; abajo, un obscuro abismo Hubo una pausa durante la cual sólo se oía el ru
profundo del que se levantaba el formidable y tur­ mor del invisible mar debajo de nosotros. En se T
bulento ruido de un mar agitado. Allí permanecí, guida continuó la voz:
estática, temerosa de moverme; un paso en falso po "¡Tu amante es falso! Su amor por ti fue un ca­
dría llevarme a mi total destrucción. Sentíme in” pricho pasajero; ya se arrepiente, ya se cansa de
di ña da a buscar apoyo tomándome de 1a nebulosa ves pensar en ti ! No te ama ! ¿Lo crees?"

106 107
Sin pensar un instante, contesté sin vacilar: bulencia de un rugiente mar! Junté mis manos en ac
"¡No! Porque si no me ama su Espíritu miente, y titud de suplicante desesperación, y miré una veT
ningún Espíritu puede mentir!". más al majestuoso y solemne Espectro.
Sobrevino otra pausa. Luego preguntó la voz: "¡Si tu amor es tan grande!", repitió en t o n o
"¿Crees verdaderamente en Dios, tu Creador, el lento e impresionante, "¡Si tu fe es tan f i r m e y
Autor del Cielo y de la tierra?" perfecta!".
Levantando hacia el estrellado cielo una mirada Sobrevino un momento de intensa quietud, un mo­
de esperanza y de súplica, respondí con vehemencia mento en que la vida pareció alejarse de mi ser.
"¡Creo en El con toda mi alma!" En mi desesperada angustia, un sollozo se esca­
Después de un expectante silencio, la voz habló pó inconscientemente de mis labios, y mis ojos lie
una vez más: náronse de ardientes lágrimas. En actitud de sú “
"¿Crees en el amor, el generador de la Vida, la plica, me volví una vez más hacia la rígida Figura
Causa motriz y el Espíritu de todas las cosas crea cuya mano indicaba todavía hacia abajo y me pare -
das? ~ ció oir nuevamente las palabras:
Nuevamente respondí: "¡Si tu amor es tan grande! ¡Si tu fe es tan pro
"Con toda mi alma". funda! ¡Si tu confianza en Dios es tan firme y peF
La Figura se inclinó ligeramente hacia mí ,y 1 a fecta!" ' ~~
luz iluminó sus negros vestidos de un modo más de­ En seguida recobré repentinamente la tranquili­
finido y brillante. Luego un brazo y su correspon dad de mi alma, cimiento efectivo de mi actual e -
diente mano, que resplandecía como viva llama, fue" xistencia, y, manteniéndome firme en ese plano de
apareciendo de entre su obscura indumentaria,y,des fuerza imperecedera, tomé una inmediata resolución
pués de extenderse con lentitud, indicó fijamen té” "¡Nada puede destruirme!", rne dije a mí mi sima.
hacia el pavoroso abismo. ¡Nada pueder dar muerte a la parte inmortal de mi
"¡Si tu amor es tan grande", exclamó, "si tu fe existencia, y nada puede separar mi alma del alma
es tan profunda; si tu confianza en Dios estanfir de mi amado! ¡Ni en toda la tierra ni en t(o d o el
me y perfecta, desciende hacia allá!" ~ Cielo hay motivo alguno de temor!
Sin dar crédito a mis propios oídos, miré a mi Sin vacilar más, cerré mis ojos. Luego, exten­
amortajado interlocutor, y en especial el brazo que diendo mis brazos y con las manos juntas, me arro­
imperativamente señalaba la destrucción de mi cuer jé hacia adelante para sumergirme en la obscuridad
po mortal. Por un momento, sentíme sobrecogida deT ¡Abajo, abajo; siempre abajo!... y vi el mar a mis
terror y sin saber qué hacer. ¿Era esta espantosa pies, una gran masa de agua turbulenta, salpicada
sugestión una prueba o una tentación? ¿Debería yo o de blanca espuma.
bedecer? ~ "¡El cambio que llaman muerte, pero que es Vida!
Procuré recobrar en lo posible mi tranquilidad, Este fue el único pensamiento que de unmodocla
reunir todas mis fuerzas, asegurarme de mi propia ro atravesó como relámpago mi cerebro mientras me
voluntad y hacerme responsable de mis propios a c ­ deslizaba rápidamente hacia el desierto mar.
tos. Todo lo que era puramente mortal en mí tem - Mi última impresión fue de total obscuridad y ab^
biaba al margen de lo desconocido. Una mirada ha­ soluto silencio.
cia arriba descubría un suave, apacible y purísimo
*
cielo tachonado de millones de estrellas; una te -
rrorífica mirada hacia abajo, perdíase en la pro - * *
funda obscuridad de donde emergía la atronadora tur

108 109
Una delicada y tibia luz como el resplandor de
rayos solares a través de un cristal; un ambiente Incorporándome en mi lecho, estudié su grave ros
tro con viva atención.
de fragantes rosas; un armonioso sonido musical se
"Decidme", murmuré "¿he fracasado?"
mejante al del arpa: a todas estas sensaciones fuT
Asélzion apretó ligeramente mi mano comoparaen
despertada gradualmente mediante una suave presión
val entonarme. ~
en mis sienes. Miré hacia arriba, y proferí un pro
"No", respondió. "Casi has triunfado del todo".
fundo suspiro de éxtasis que alivió mi corazón. ¡F
¡Casi, únicamente "casi"! Muy asombrada, recos­
ra el propio Asélzion quien estaba inclinado junto
tóme otra vez en mi lecho. Asélzion permanecía a
a mí, Asélzion cuyos graves ojos azules mirábanme
mi lado en absoluto silencio. Después de un breve
con viva e impaciente solicitud!Yo le sonreí en res
instante, la tensión del suspenso llegó a ser inso
puesta a su muda pregunta acerca de cómo me sentí?, portable. -
y hubiérame levantado, pero me significó imperiosa "¿Cómo he escapado?", pregunté. "¿Quién me sal­
mente que permaneciese quieta. ~ vó en mi caída?"
"¡Descansa!", dijome en voz baja y tierna. ¡Des Asélzion sonrió gravemente.
cansa, pobre niña! ¡Has conseguido más de lo nece~ "De nada has tenido que escapar",contestó."Y na
sario!"
die te ha salvado porque no has estado en peligro11’.
Otro suspiro de perfecta felicidad se escapó de "¡No en peligro!", exclamé con asombro.
mis labios, y estire perezosamente mis brazos como "¡No, excepto de ti misma!"
quien acaba de pasar por un estado de larga y cal­
Yo lo miré llena de terror. El, por su parte ,
mante somnolencia. Mis sensaciones eran ahora ex­
me dirigió una bondadosa y tranquilizadora mirada.
quisitas en grado sumo; una fresca y radiante vida
"¡Ten paciencia!", dijo en tono suave. "Todo te
parecía circular por mis venas. El cuarto en queme
será explicado a su debido tiempo. Mientras tanto,
encontraba era nuevo para mí. El hermoso colorido
este cuarto es tuyo por el resto de tu permanencia
de su interior, y la profusión de fragantes'flores
aquí, que ahora no será de larga duración. He orde
que lo adornaban, hacíanme la impresión de encon -
nado traer tu equipaje desde el cuarto de prueba erí
trarme en un relicario, por decirlo así,ubicado en
la torre, de manera que no serás molestada nueva -
el centro de un pequeño templo de belleza. No sen­
mente por sus escénicas transformaciones".Aquí son
tía deseos rid de moverme ni de hablar. Toda preo­
rió una vez más. "Te dejaré a fin de que dis i p es
cupación, toda dificultad, había desaparecido de mi los terrores por que has pasado con tanta valentí-
espíritu, y yo miré a Asélzion como soñando, mien­
a. Descansa y tranquilízate enteramente, pues na­
tras acercaba una silla para sentarse al lado de mi da más tienes que temer. Cuando lo hayas consegui
lecho. En seguida, tomándome de una mano, examinó do, toca esto", e indicó una campanilla; "oiré eT
mi pulso con un aire de suma atención. llamado y vendré inmediatamente".
Sonreí nuevamente. Antes de que yo pudiera decir una palabra, reti
"¿Todavía late mi corazón?", pregunté, recupe - róse Asélzion y me dejó sola.
rando mi facultad de hablar. "Con seguridad se ha Me levanté del lecho, y la primera impresión que
ahogado en el mar". tuve fue la de una singular quietud de espíritu y
Manteniendo aün tomada mi mano, miróme Asélzion agilidad corporal, una sensación de fuerza y bie -
con fijeza. nestar que resultaba en realidad deliciosa más a -
"Ni el miedo por las aguas tormentosas ha podi­ llá de toda expresión. La apacible belleza de a -
do extinguir el amor", dijo suavemente. "Queri da quel cuarto producíame un verdadero encanto, l as
niña, tú has comprobado esa verdad". ventanas estaban provistas de rosados cort in aj es

110 111
de seda. Al abrir una de ellas, mi vista se recre Asélzion, quien acababa de entrar. El las tomó en
ó ante un balcón de mármol cubierto de rosas trepa" las suyas y las presionó con suavidad. En segui -
doras. Este, a su turno, dejaba ver una exquisit? da, acercó una silla y sentóse al frente mío. Su
perspectiva de hermosos jardines y de un azulado y rostro expresaba cierta gravedad, y, al dirigirme
tranquilo mar. Anexo a aquel lujoso departamento la palabra, lo hizo de un modo lento y suave.
había un igualmente lujoso cuarto de baño, provis­ " ¡Tengo mucho que decirte!", exclamó; "pero se­
to de todas las comodidades concebibles. El baño ré tan breve como pueda. Has venido aquí a experi
era de mármol, y el agua bullía de su centro como mentar ciertas pruebas psíquicas, y has pasado poF
una fuente natural, chispeando al aparecer en la su ellas con todo éxito; por todas, excepto la últi -
perficie. Mis vestidos, libros y demás objetos de" ma. Sobre esto hablaremos más adelante. Por aho­
mi pertenencia encontrábanse dispuestos con cuida­ ra, estás bajo la impresión de haber pasado por cier
do, y en forma de que yo pudiera fácilmente alcan­ tos episodios de más o menos penosa e intrincada"
zarlos, y con gran júbilo vi que el libro "El Se - naturaleza. Así ha sido; pero no en la forma que
creto de la Vida", que imaginaba haber perdido en tú piensas. Nada absolutamente te ha ocurrido,sal
mi última peligrosa aventura, estaba sobre una pe­ vo en tu espíritu. Tus aventuras han sido de una"
queña mesa, como tesoro colocado aparte. naturaleza exclusivamente mental: la acción de va­
Me bañé y vestí con prontitud, sin darme tiempo rios cerebros que operaban con el tuyo, y te compe
para pensar en ningún punto extraño o confuso de mis lían a ver y oir lo que ellos deseaban. ¡Vamos; no
aventuras, sino entregándome a la dicha de una nue te alarmes tanto!", exclamó al observar que yo me
va y feliz vida. Un espejo colocado en la p a r e d " ponía de pie y profería una interjección involunta
mostraba mi propio rostro, placentero y radiante ; ria. "Te explicaré todo claramente, y pronto loen"
mis ojos, brillantes y sonrientes. Ninguna preocu tenderás". ~
pación parecía haber dejado huella en mis faccio ~ Hizo una pausa, y yo tomé asiento otra vez al la
nes, y sentíame poseedora de una vigorosa y perfec do de la ventana, muy sorprendida, en maravillada"
ta salud. - expectación.
Luego estuve lista para recibir a Asélzion,y to "En este mundo", continuó con lentitud, "ni el
qué la campanilla que él me había indicado como se clima, ni el natural circunambiente afectan t a n t o
ñal. En seguida me senté al lado de la ventana, a al hombre como las influencias que sobre él ejer -
fin de contemplar la hermosa perspectiva que se ex cen sus semejantes. En realidad, los seres huma -
tendía delante de mí. ¡Qué esplendoroso es el muñ" nos viven rodeados por ondas de pensamientos q u e
do!, pensaba yo, ¡cuán lleno de perfecta belleza T fluyen de sus propios cerebros y de los cerebros de
El cielo azul que a lo lejos se confundía con el aquellos que los rodean; y ésta es la razón por qué
mar; los tiernos matices de las rosas trepadoras si ellos no son suficientemente fuertes para encon
que se destacaban de entre el verde follaje; la a- trar y mantener el equilibrio de sus almas, son iTT
gradable y viva luz que, como polvo de oro, filtra fluenciados por costumbres y maneras de pensar qué"
ba a través del aire ¿no eran todas estas maravi “ jamás habrían sido suyas si hubieran podido mante­
lias motivo suficiente para dar gracias al Ser Su­ ner intacto el ejercicio de la propia voluntad. Si
premo? ¿Y puede haber desdicha efectiva ni i entras un alma puede resistir las impresiones ejercidas so
nuestra alma se encuentre en consonancia con la per bre ella por fuerzas extrañas; si puede permanece»7-
fecta armonía de la Creación? “ sola, libre de obstáculos, ante la luz de la Divi­
Habiendo sentido pasos detrás de mí, púseme de na Imagen, únicamente entonces habrá adquirido el
pie, y con placentera sonrisa extendí mis manos a dominio sobre todas las cosas. Pero conseguir es-

112 113
ta situación es tan difícil que, por regla g e n e - ritu. Cuando te conduje a tu cuarto en la torre ,
ral, resulta imposible. Las influencias extrañ.a s te sometí a mi influencia y a la de otros cuatro ce
se dejan sentir por todas partes en torno nuestro; rebros que actuaban en conjunción con el mío. To~
hombres y mujeres con grandes y nobles propósi tos mamos entera posesión de tu mentalidad. La prueba
en la vida son obligados a desistir de sus inten - consistía en ver si tu alma podía mantenerse firme
ciones mediante la desalentadora influencia que so y vencer nuestras sugestiones. A primera vista,po
bre ellos ejercen sus amigos; valientes empre sa s” drás creer que hemos recurrido a un mero juego pa~
son obstaculizadas por la sugestión de temores que ra nuestro exclusivo entretenimiento; pero no es a
en realidad no existen, y el diario derroche y per sí. Hemos procurado sencillamente poner en práctT
dida de fuerza psiquica que se efectúa por la ac~ ca la más poderosa lección en la vida, a saber, LA"
ción disturbadora de las ondas cerebrales de los de RESISTENCIA Y CONQUISTA DE LAS INFLUENCIAS EXTRA -
más, bastaría para convertir al mundo en un perfec" ÑAS, que constituyen las fuerzas más perturbadoras
to Paraíso si fuesen encaminadas a este fin". ~ y enervantes con que tenemos que luchar".
Aselzion detúvose un momento; luego, mirándome Principié a comprender con claridad la enseñan­
fijamente, continuó: za de Asélzion, de manera que yo seguía escuchando
"Es innecesario decirte que tú has vivido antes sus palabras con viva y creciente atención.
en este planeta, y que en varias ocasiones has si­ "Te basta mirar a tu alrededor en el mundo",con
do puesta en relación con la otra predestinada mi­ tinuó, "para comprender la verdad de mi aserto.Dia"
tad de ti misma, esa Alma del Amor que, después de riamente puedes encontrar alguna alma cuyo poder dé*
buscarla ciegamente, has rechazado al encontrarla, triunfo en la vida sería extraordinario si no fue­
no por acto propio, sino simplemente a causa de ha ra por las influencias restrictivas ante las cua -
ber cedido a las influencias ejercitadas sobre ti7 les ella se deja arrastrar y sucumbir. ¡Cuán a me
Ahora, en esta faz posterior de tu existencia, se nudo oyes decir de un hombre o de una mujer de bri~
te ha presentado otra ocasión, otra oportunidad.Es 11 ante genio que se torna incompetente a causa d"e
muy posible que si no hubieras venido a mí, hubie­ las influencias adversas que reciben de los demás.
ras perdido una vez más tu eterna dicha, y ha sido ¡Considera los miles de hombres erróneamente casa­
esta consideración la que me ha hecho recib i r te , dos, cuyas propias mujeres e hijos matan en el 1 os
aun contrariando las reglas de nuestra Orden. T u todo sentimiento de triunfo o de noble ambici ón !
prueba habría sido más larga si no hubieras reali­ ¡Considera los miles de mujeres a quienes se indu­
zado por ti misma el atrevido avance al entrar en ce a unirse con hombres cuya deficiente estimación
nuestra capilla. El brillo de la Cruz y Estre 1 la por ellas degrada hasta un nivel desde el cual les
te condujo, y tu alma obedeció a la atracción de su es casi imposible levantarse! Esta es laobradelas
principio fundamental. Si te hubieras opuesto a su "influencias", corrientes magnéticas de otros cere
designio mediante dudas y temores, tu aprendi zaje bros que, ejerciendo su maléfica acción s o b r e eT
habríase retardado por mayor tiempo. Perodisteel nuestro, ocasionan la mitad de los daños y tribuía
primer paso con extraordinaria valentía; lo demás ciones del mundo. ¡Ni una alma en cien mil tiene"
es comparativamente fácil". fuerza o valor para resistirlas! El hombre acostum
Detúvose de nuevo, y en seguida prosiguió: brado a vivir con su esposa quien, sin hacerle nirf
"Ya te he dicho que te encuentras bajo la impre gún otro daño, simplemente mata su genio, por el me
sión de haber pasado por ciertas aventuras o episo ro hecho de su contacto diario, no hará esfuerzo"
dios que en cierto modo te han aturdido o acongoja" para levantarse de la apatía que le ocasiona su in
do. Estas cosas no han existido, salvo en tu espT fluencia , sino que caerá en pasiva inacción.La mil

114 115
jer unida a un hombre que insiste en considerarl a riendo con gravedad. "Lo único REAL entuexperien
inferior a si mismo, llega a convertirse en una me cia fue haber encontrado el libro "El Secreto de la"
na máquina doméstica, sin mayores designios que los Vida", en el relicario color púrpura. Aquí está",
relativos al orden y manejo de los asuntos c a s e ­ y lo tomó de sobre la mesa en que se encontraba,"y
ros. El amor, la milagrosa piedra angular de la e si lo hubieras hojeado un poco más adelante, hubie
xistencia eterna, es arrojado fuera del circulo dé” ras encontrado esto", y leyó en voz alta: ~
la Vida en términos que la vida misma se cansa de "¡Toda acción es el resultado material del pen­
su presente estado, y se apresura a buscar otro es samiento. Toda pena es el resultado de pensar en
tado de existencia más conforme con su propia natTT cosas tristes. Toda enfermedad es la consecuencia
raleza. “ de pensar en cosas débiles o decrépitas. Cada emo
De ahi procede lo que llamamos vejez, y lo que ción es el resultado del correcto o errado pensa ~
llamamos muerte. miento, con una sola excepción: el amor. El amor,
Iba yo a interrumpirle con una impaciente pre - si bien se considera, no es una emoción, s i n o un
gunta; pero un ademán suyo me significó que guarda principio, y, como generador de la vida, invade to
ra silencio. — das las cosas, y es el todo en la Creación. El perí
"Tu destino", continuó, "dentro de una normapsi samiento, obrando dentro de este principio, c r e a
quica, que es la única,actitud necesaria porque es” las cosas bellas y eternas. El pensamiento que o-
la única actitud eterna, es el de que seas puesta bra fuera de este principio, crea ideas de temor ,
en comunicación con la otra mitad de tu ser espiri duda, confusión y exterminio. El amor es el único
tual e inmortal, lo que significa la posesión de uiT secreto de la vida; el único elixir de la juventud
perfecto amor y de una perfecta vida. Y porque es y la única fuente de la Inmortalidad!
te es un don tan grande y tan enteramente Divino 7 Asélzion pronunció las últimas palabras con sua
se juntan las influencias opositoras a fin de que ve e impresionante énfasis, y, mientras lo escucha^
el alma pueda hacer su elección VOLUNTARIAMENTE. ba, sentíase mi espíritu poseído de una dulce y a-
Por lo tanto, cuando yo y los otros hermanos cuyos pacible tranquilidad.
cerebros actuaban con el mío te pusimos bajo nues­ "Yo, o mejor dicho nosotros, porque c u at ro de
tro poder, te impresionamos con las ideas que más mis hermanos estaban profundamente interesados en
influyen en el espíritu femenino: dudas, celos,sos ti en virtud del coraje que habías demostrado, te
pechas y todos los temores que estas desgracia das" condujimos al grado más alto de resistencia en cuar^
emociones engendran. Te sugerimos 1as ideas de trai to a terrores mentales, y, con gran placer nuestro-,
ción y muerte de Rafael Santoris; imaginaste oir vó- encontramos tu alma bastante fuerte para sobrepo -
ces proferidas detrás de una pared; pero no eran vó" nerse a la última sugestión de la muerte misma. Te
ces, sino únicamente una mera insinuación de voces" mantuviste en la firme convicción de que la muerte
en tu espíritu. Viste extraños fantasmas y sorn - no existe, y, con esta certidumbre espiritual, to­
bras que no existían, y que te sugerimos nada mas do lo aventuraste por el amor. Ya te hemos liber­
que para presentarlos ante tu visión mental. Va - tado de nuestra fascinación", agregó dirigiéndome
gaste por lugares desconocidos, así te lo imaginas una mirada llena de bondad, "y necesito ahora sa -
te; pero, en realidad, jamás abandonaste tu cuar T ber si te das cuenta ampliamente de la importancia
to!" de la lección que te hemos enseñado."
"jJamás abandoné mi cuarto!", exclamé, ¡Oh, eso "Creo que sí", repliqué fijando mis ojos en su
no puede ser!" investigadora mirada. "¿Queréis decir que yo debo
"¡Puede ser porque es!", replicó Asélzion, son­ permanecer sola,"

116 117
"¡Sola, pero no sola!", contestó, y su hermoso tentan con ser lis amrñgos o anegas si yo adopto SUS
rostro se transfiguró en luz emanada de su prop i o costumbres; si ellijjo wiroa propia norma de conducta,
e intenso sentimiento y autoridad. "¡Sola con el su amistad llega a ser para mí una mera desavenen­
Amor!, lo que equivale a decir sola con Dios,y,por cia. Pero hablo de elegir una norma propia. ¿Como
lo tanto, rodeada por todas las cosas divinas, re­ puedo elegirla desde luego? ¿No habéis dicho quemi
vi viseantes y eternas. Volverás desde este lu - prueba aún no ha concluido?
gar al mundo de los convencionalismos, y encontra­ -"Concluirá esta noche'", y tengo absoluta espe ­
rás un millón de influencias que procurarán desvi­ ranza de que pasarás por ella resueltamente. ¿Has
arte de la senda que has escogido. Opiniones, cen tenido noticias de Santoris?"
suras, calumnias y torcidas incomprensiones se a 7 La pregunta me causo un pequeño estremecimiento
prestarán contra ti, como enemigos en pie de gue - de sorpresa.
rra. Si les hablas de tus investigaciones acerca "¿Noticias de él? No, repliqué. "Jamás me sugi
de la vida, de la juventud y del amor,y de lasprue rió la idea de escribirme". ~
bas a que aquí te hemos sometido, serás blanco de Asélzion se sonrió.
sus burlas y menosprecio. Si dices una palabra de "Se encuentra demasiado cerca de ti para necesi
tu amor con Rafael Santoris, miles de esfuerzos se tar otra clase de correspondencia", contestó. "Es~
pondrán en acción instantáneamente a fin de sepa - tá sano y salvo”. "Ninguna desgracia le ha sobreve
raros y destruir la felicidad que habéis gana do . nido". —
¿Cómo soportarás esta prueba? ¿Cuál será el procedi "¡Gracias a Dios", murmuré. "Y si__ "
miento que adoptes? ~ "Si él ya no te ama", continuó Asélzion; "si ha
Yo medité un instante, y en seguida contesté: incurrido en un error de selección" como dirían los
"El mismo que he procurado practicar aquí: dar hombres de ciencia, y si aún no está seguro de su
crédito únicamente a las informaciones bien inten­ predestinada compañera cuyo amor ha de elevarlo a
cionadas; no a las falsas". la más alta realización de sus anhelos, ¿qué enton
Asélzion me miró inquisitivamente. ces...?. ~
"Recuerda", prosiguió, "cuanta fuerza encierra "Entonces debo someterme a mi destino", contes­
en si una tempestad de opiniones. Los más fieros té con lentitud. "¡Puedo esperar aún durante otros
huracanes que derriban vigorosos árboles y destru­ mil años!"
yen las habitaciones de los hombres, son un mero su Prodújose un silencio durante el cual sentí so­
surro comparados con la furia de los espíritus hu~ bre mí los ojos de Asélzion. En seguida contí nuó
manos dispuestos a aniquilar un alma que desea ele en tono más suave:
varse a planos superiores de la existencia. Piensa" "Hablemos por ahora de lo que el mundo designa
en las abominables maquinaciones que los faltos de con el nombre de milagro. Creo que ya justamente
amor traman contra quienes han conseguido la paz de te encuentras consciente de perfecta salud,y de un
sus conciencias. Todo esto tendrás que soportar , efectivo placer por el mero hecho de vivir. ¿No es
porque el mundo es envidioso; y aun la amistad de­ así?
cae, se desconcierta y se torna celosa ante unamás Sonriendo, incliné mi cabeza en señal de asentí
elevada e irresistible virtud". miento. ~~
Yo proferí un ligero suspiro. "Entendido entonces", prosiguió, "que mientras
"Tengo pocas amistades", dije. "Ciertamente nin mantengas el control de tus fuerzas vitales median
guna que se haya preocupado de conocer la parte es" te el poder del espíritu, esta perfecta salud y e?
piritual de mi existencia. Casi todas ellas se con" te efectivo placer continuarán. Y más que estoica'

118 119
da cosa en la Naturaleza te ayudará a este fin. Te los gérmenes de enfermedades y desintegración. De
bastará ordenar a tus servidores, y ellos te obede la luz solar puedes extraer nuevo combustible para
cerán. Pide al sol su calor y su brillo, y te lo? tu cerebro y para tus nervios; del aire, el susten
concederá con prontitud. Pide a la tempestad, al to complementario que necesites; de las cosas be T
viento, a la lluvia, sus poderes de pasión, y te lias, su belleza; de las cosas sabias, su sabidu -
los otorgarán. Pide a la rosa su fragancia y su co ría; de las cosas poderosas, su fuerza. Nada es ca
lor, y su propia esencia se infiltrará en tu san T paz de resistir la energía que irradia tu p r o p i ?
gre. Todo lo que busques te será concedido. Ensa­ ser si recuerdas COMO emplearla. En cada acto, e-
ya tus potencias ahora mismo". sa energía debe ser concentrada en un punto deter­
Al decir estas últimas palabras, púsose depiey minado, sin dispersarla ni perturbarla. Mientras
abrió un poco la ventana. En seguida,me tidicóque más se ejercite, más poderosa y más subyugadora 1le
saliera al balcón. "Aquí hay rosas que trepan en su ga a ser. Pero jamás olvides que esa energía debe
forma acostumbrada", dijo. "Inclínalas hacia ti por ser puesta en práctica dentro del creativo princi­
un simple esfuerzo de voluntad". pio del amor, no fuera de él".
Muy confundida y asombrada, miré fijamente a A- Sentéme absorta y casi abismada. "Y esta noche?"
sélzion quien, con ademán imperativo, repitió: pregunté con suavidad.
"Por un simple esfuerzo de voluntad". Asélzion se levantó de su silla, y mantúvose un
Yo obedecí. Levantando mis ojos a las rosas que instante de pie, mostrando su elevada y majestuosa
trepaban hacia arriba y alrededor del balcón,les or figura. Luego replicó, dirigiéndome una mirada de
dené mentalmente que se volvieran hacia mí. Como im compasiva benevolencia:
pulsadas por el soplo de una suave brisa, todas e ~ "Esta noche mandaremos en tu busca. Te presen­
lias se inclinaron, y algunas pusiéronse en contac tarás ante los hermanos como quien ha experimenta­
to con mis manos. “ do la misma prueba mental por que ellos están pa -
"Los ignorantes podrían creer que se trata de un sando. serás sometida al último terror. No creo
milagro", continuó Asélzion; "pero lo que acabas de que retrocederás ante él; espero que no. Deseo ar
ver no es otra cosa que la fuerza psíquica de los dientemente que conserves tu coraje hasta el fin.~
magnéticos rayos de luz que hay dentro de tu ser , Me aventuré a tocar su mano. "Y después?", pre
los cuales, concentrados en un solo esfuerzo, com­ gunté: —
pelen a las rosas a obedecer tu voluntad. En es­ "Después", contestó sonriendo, "la vida con to­
to no ha habido más milagro que el del conocido i- dos sus secretos, y el amor, estarán contigo".
mán que durante siglos ha estado procurando inútil
mente enseñarnos lecciones acerca de nuestras pro~
pias fuerzas vitales. Ahora, relaja tu voluntad.
Así lo hice, y las rosas, muy suavemente, toma­
ron su primitiva posición.
"Esta ha sido una lección objetiva para ti" di­
jo Asélzion, sonriendo. Debes comprender que ya te
encuentras en una situación espiritual que te per­
mite manejar cada cosa tan fácilmente como has ma­
nejado esas flores. Tú puedes atraer los gérmenes
de la salud y de la vida, y mezclarlos y confundir
los con tu sangre, o puedes de igual manera atrae?

120 121
DENTRO DE LA LUZ

Cuando hube quedado sola una vez más, entregúe­


me a la encantadora sensación de perfecta felici -
dad que ahora parecía estar en posesión de todo mi
ser. El mundo de la esplendorosa Naturaleza mos -
traba un aspecto de brillante hermosura que no po­
día ser obscurecido por ningún temor opresentimien
to. Era un espejo en que yo veía reflejarse el Es”
píritu Divino. Nada en la creación era capaz de “á
terrorizar ni aun desanimar al alma progresi sta qué"
había llegado a tener conocimiento de sus prop i as
facultades, y que, en virtud de las leyes que lago
biernan, está destinada a levantarse a la mayor aT
tura del Supremo Poder.. Yo había ligeramente adT
viñado esta verdad; pero sólo ahora me encontra b ¥
segura de ella. Ahora reconocía que cada cosa obe
dece a esta fuerza interna que existe para "llenaF
la tierra y subyugarla", y que nada puede impedir
la consecución de su resuelta voluntad.
Mientras tomaba asiento nuevamente al lado de la
ventana, principié a meditar de qué naturaleza po­
dría ser el último terror a que Asélzion se había
referido. ¿Por qué mencionaría la palabra"terror"
siendo que no había motivo para experimentar te -
rror de ningún género? El terror sólo puede nacer
de un sentimiento de cobardía, y ésta es hija de la
debilidad. Sin duda que mi fuerza psíquica no ha­
bía sido probada a entera satisfacción de Asélzion,
quien aún pensaría que posiblemente alguna debili­
dad oculta en mi espíritu podría evidenciarse en u
na prueba posterior. Tomé entonces la inquebranta

123
ble resolución de actuar en forma de que si tal e- los más. Sentíme entonces como poseída de un fe -
ra su idea se equivocaría en absoluto. Juré en el liz ensueño al darme cuenta de que cuanto podía ha
sentido de que nada podría desviarme en mi camino, cer con las cosas visibles de la Naturaleza podría”
y que ni todo el mundo levantado en armas contra mí igualmente hacer con las invisibles. Una sensación
me impediría avanzar hacia el perfeccionamiento de de. poder vibraba en mí (1): poder para mandar y po
mí misma en el amor de mi amado. der para resistir; poder para destruir toda vacilé
Ya he dicho que no había reloj visible en la ca ción, duda o incertidumbre; poder que, al ser co ~
sa de Asélzion.La hora solamente podía deducirse dé nectado mediante las corrientes físicas y espiri -
la mayor o menor ampliación o debilitamiento de la tuales con este planeta, la Tierra, y con la atmós
luz del día; pero la tarde iba a dar paso al ere - fera que lo envuelve, atrae hacia sí todo lo quedé
püsculo, pues la ventana ante la cual encontraba - sea, y rechaza lo que no ha menester. ~
me sentada se abría hacia el poniente, y desde e- Al regresar lentamente a través del jardínobser
11a contemplaba yo el majestuoso descenso del s o l vé que, al inclinarme sobre alguna determinada flor”
en medio de franjas doradas, purpurinas, rojizas y ésta se levantaba hacia mí, como atraída por un i-
celestes. Al mirar extasiada aquella maravilla de mán. No sentía deseos de tomar ninguna de e 1 1 as
colores y matices diversos, sentí que mi espíri tu para mi exclusivo placer, como tampoco habría podi
era atraído como para absorberse en ella, y que to do matar un pajarillo después de oir su melodioso
do mi ser encontrábase en armonía con los torren T canto. Una oculta simpatía habíase despertado en
tes de luz anaranjada que inundaba el potente mar mí para con estas hermosas creaciones.
y la fecunda tierra de aquel amplio panorama. Cuando hube llegado una vez más a mi cuarto, en
En seguida me puse de pie y salí al jardín. Sen^ contré la acostumbrada col ación:frutas frescas,pan"
tíame como un espíritu desencarnado; tan ligeros 7 y agua, única clase de alimento de que se me permi^
libres y alegres eran mis propios movimientos, tan tía disfrutar. Erame del todo suficiente,pues aurí
perfectamente al unísono con todas las cosas de la no había experimentado la sensación del hambre.
Naturaleza. El sol poniente me bañaba con su roji Luego principié a pensar cuánto tiempo habríayo
za purpúrea magnificencia, y levanté mis o j o s aí estado de novicia en la casa de Asélzion.No habría
Cielo, exclamando casi inconscientemente:"¡Gracias podido decir si días o semanas. Díme cuenta enton
a Dios por la Vida! ¡Gracias a Dios por la Vida ! ces de la gran verdad de que el tiempo no ex i s t é
¡Gracias a Dios por el Amor! ¡Gracias a Dios porto con relación a las cosas del infinito, y r e c o r d é
do lo que la Vida y el Amor pueden ofrecerme! los versos de un antiguo salmo:
Una gaviota, en demanda de tierra, pasó volando
sobre mi cabeza, profiriendo un suave grasnido. Me "A thousand ages in Thy sight
di ante un impulso repentino, extendí una mano para" Are like an evening gone,
tomarla: El esfuerzo tuvo éxito. Lentamente, y co Short as the watch that ends the night
mo impedida por algún obstáculo que sentía, pe ro Before the rising sun".
que no podía ver, principió a dar vueltas, en cír­
culos descendentes y, por último, se dejó apresar
por mí. Mantúvela prisionera por un momento. Mi­
róme ¿con sus ojos de color rubí castaño que brilla (l) La filosofía de Platón enseña que el hombre, originariamen
ban a la luz del sol. Luego la solté a fin deque" te, gracias al poder de la Divina Imagen dentro de sí mis­
volviese a respirar el aire de su propia libertad, mo, tenía inmediato dominio sobre toda la Naturaleza; pero
y desapareció después de describir uno o dos círcu que poco a poco perdió esta facultad por su propia culpa.

124 125
Y mientras rnis pensamientos se deslizaban de es que salve sus almas, mostrando en todas sus costum
bres sociales y de gobierno una completa falta de

ut<!
ta manera, abrí el libro "El Secreto de la Vida",
como en respuesta a mis cavilaciones encontré lo si creencia en cuanto a la existencia del alma misma.
guiente: ~ Hombres y mujeres fallecen cuando aún debieron ha­
ber vivido. Si examinamos la causa de sus muertes
lá encontraremos en su manera de vivir.El amor pro"
LA ILUSION DEL TIEMPO pió y el egoísmo han muerto más seres humanos que"
cualquiera otra forma de pecado.El ser humano que
asiste a un ritual o ceremonia en que no cree con
"El tiempo no existe fuera de nuestro planeta .
sinceridad, nada más que para seguir la costumbre
La Humanidad cuenta sus años", sus días y sus ho -
social, se burla manifiestamente de su Creador; y
ras por el sol; pero más allá del sol hay millones
el sacerdote que gana su vida de un ritual semejan
y trilIones de otros soles más grandes, comparados
te está sencillamente comerciando con las cosas dT
con los cuales el nuestro resulta muy pequeño. En vinas. Es menester enseñar a los seres humanos qu"e
el espacio infinito no hay tiempo, sino únicamente ellos viven no en el tiempo sino en la eternidad ;
eternidad. Por lo tanto, el alma, sabedora de que que sus pensamientos, palabras y acciones son re -
ella misma es eterna, debe asociarse con cosas e - cordados minuto a minuto con toda exactitud, y que
ternas, y jamás contar su edad por años. Para su cada individuo está en la obligación de contribuir
existencia no puede haber fin; por consiguiente,ja a la general belleza y ornamento del divino plan de
más envejece y jamás muere. Son los falsos secta” perfección universal. Cada hombre, cada mujer, de
rios quienes hablan de muerte, y los débiles de es be dar de sí lo mejor para conseguir ese fin.El aF
píritu quienes hablan de edad. El hombre q u e sé" tista debe dar su más noble arte, no porque le pro
deja hundir en decrepitud y apatía nada más que por porcione ganancia o renombre sino por lo que debe"
que transcurren los años, demuestra cierta débil i” a los demás en cuanto al perfeccionamiento estéti­
dad mental o espiritual que no puede vencer por ac co. El poeta debe ofrecer sus más elevados pensa­
to de su propia voluntad; y la mujer que sufre aT mientos, no por buscar alabanza, sino por amor a la
ver que su belleza decae y se marchita a causa de humanidad. El propio artifice o artesano debe ha­
lo que ella o sus más queridas amigas gozan con lia cer su mejor y más resistente obra, no por el diñe
mar "edad" manifiesta estar desprovista de controT ro que recibe en pago de|ella, sino por el hecho d¥
espiritual. El alma es siempre joven, y su propia que ES obra, y, como tal debe ser bien ejecutada,y
radiación puede conservar la juventud del cuerpo en ningún trabajador debe imaginar que es lícito des­
que habita. La vejez y la decrepitud sobrevienen perdiciar las fuerzas físicas y espirituales c o n
a aquéllos para quienes el alma es un factor deseo que ha sido dotado. Porque no es permitido ni el
nocido. El alma constituye la única barrera contra"
derroche de tales fuerzas, ni la indolencia, ni el
las fuerzas desintegrantes que destruyen las sus -
egoísmo. La actitud del egoísta es pura desinte -
tancias débiles o gastadas y que preparan al cuer­
gración: un microbio destructor que desmigaja y des
po para el cambio que la humanidad designa con el
morona todo su propio ser, arruinando no só 1 o sF
nombre de "muerte".. Si la barrera no es bastante
propio cuerpo, sino también su alma,y causando fre
resistente, el enemigo tomará la ciudad. Estos he
cuentemente verdaderos estragos en la misma rique”
chos son simples y verdaderos; demasiado simples y
za que ha sido tan ávidamente guardada. Porque la
demasiado verdaderos para ser aceptados por el rnun
riqueza es efímera como la fama. Sólo el amor y el
do. Las gentes van a misa, y piden a la divinidad
alma son las cosas duraderas de Dios, los autores

126 127
de la Vida y los reguladores de la Eternidad". do en todo esto principié a meditar cuán diferente
Aquí terminé mi lectura. En seguida, dejando a sería este mundo si los seres humanos aspirasen a
un lado el libro, púseme a escuchar. Música solem la realización de los más nobles ideales, y pusie­
ne y exquisitamente armoniosa llegó a mis oídos de? ran siempre de manifiesto la oculta fuerza y gran­
de la distancia. Parecía vibrar a través de laven deza que hay en sus almas; si ellos gobernasen re­
tana como en un doble coro, levantándose desde eT almente su propio universo sin permitirle deseen -
mar y descendiendo de los cielos. Deliciosas armo der al caos. ¡Cuán dichosa llegaría a ser la vida!
nías tremolaban en el aire, suaves como la 11 oviz~ ¡Cuán repleta de salud y de felicidad! ¡Qué paraí­
na al caer sobre las rosas, y con su penetrante ter so se crearía en torno nuestro! ¡Cuán innumerables
nura, miles de sugestiones, miles de memorias vi T bendiciones recibiríamos del Ser Supremo!
nieron hacia mi, todas ellas infinitamente dulces. Gradualmente, mientras permanecía sentada y ab­
Principié a pensar en que si aún Rafael Santo ri s sorbida en mis propios ensueños, la tarde deeli nó
llegara a separarse de mi por cualquier fatali dad en crepúsculo, y al crepúsculo sucedió la noche. £
0 desgracia, ello no me afectaría demasiado mien - na estrella, como grande y luminoso diamante, apaT
tras yo alimentase en mi propia alma mi amor p ara reció por sobre un claro de nube, y una suave obs­
con él. Nuestra pasión era de naturaleza más ele­ curidad comenzó a invadir el cielo y el di 1 at ado
vada que la meramente material; era material y es­ mar. Luego abandoné mi asiento al lado de la ven­
piritual al mismo tiempo, pero predominaba lo espi tana, y comencé a pasearme lentamente por el cuar­
ritual, constituyendo así la única pasión verdadeT to en maravillada expectación. La música aún con­
ra. ¿Qué importaban unos pocos años más o menos si tinuaba, pero en forma más calmada y solemne, sem£
estábamos predestinados a unirnos al fin en virtud jante a las armonías de un grande órgano tocado en
de las leyes eternas que nos gobiernan? alguna catedral. Aquella música ine impresionaba
La música continuaba en varios caprichos de sua con un doble sentimiento de plegaria y a l a b a n z a ,
ve armonía, y mi espíritu, como nube flotante, de? más de alabanza que de plegaria porque nada t e n í a
1izábase perezosamente sobre las ondas sonoras.Lie yo que pedir, pues Dios me ha bía dado mi propia al
na de compasión, pensé en los miles de seres inquíé ma, que para mí era todo. “
tos y descontentos que se dedican a los más insig-~ Cuando la obscuridad se hizo más profunda, una
nificantes designios de la vida; gentes para quie­ apacible luz difusa alumbró el cuerto, y pude no -
nes la pérdida de un mero artículo de falsa osten­ tar que eran las propias paredes las que brillaban
tación es más importante que una dificultad nacio­ en esta forma tan delicada. Toqué con mi mano la
nal; gentes que dedican todas sus facultades a fin pared más próxima y la encontré enteramente fría .
de progresar en sus miras exclusivamente egoístas; Yo era incapaz de comprender cómo podría producir­
gentes que discuten trivialidades hasta que la dis­ se aquella luz tan hermosa; y mientras continuaba
cusión se agota, los oídos se cansan y el cereb ro paseándome, observando los graciosos y artísti eos
se fatiga; gentes que, presumiendo ser religiosas objetos que adornaban el cuerto, distinguí un caba
y regulares asistentes a las iglesias, ejecutan las 1lete que sostenía un cuadro cubierto con una cortT
más bajas acciones y no tienen escrúpulos parachis na de terciopelo negro. Movida por la curiosidadT
mear y hacer daño a los demás hasta que consig ueñ~ hice a un lado la cortina y mi corazón dio un re -
romper amistades y destruir el amor; gentes que ha pentino salto de alegría. ¡Era un retrato de Rafael
blan de Dios como si fuera un amigo íntimo y que 7 Santoris, admirablemente pintado!Mirábanme sus gran
sin embargo, proceden en forma absolutamente con - des ojos azules, y una sonrisa se dibujaba en su"
traria a los mandatos divinos. Cuando hube pensa­ firme y hermosa boca. El retrato entero me habla­

128 129
ba, y parecía preguntarme "¿Por qué motivo has du­ su aspecto que me sorprendí hablándole con ternura,
dado?" Permanecí contemplándolo durante varios mi_ como en presencia de un ser efectivo:
ñutos, dándome cuenta de lo que puede impresionar" "¿Te encontraré nuevamente?", murmuré."¿Vendrás
aun la imitada presencia de un rostro amado. Y lúe a m í , o iré a ti? ¿Cómo nos encontraremos? ¿Cuándo
go comencé a pensar acerca de cuán extraño es que podré decirte que eres mi único amor; el centro de
jamás parezcamos en disposición de admitir la in - mi vida; el verdadero manantial de mis mejores pen
sistente manifestación de la Naturaleza en lo rela^ samientos y acciones; el Dios de mi universo de cü”
tivo a la personalidad e individualidad. Si nos re yo amor nace la luz y el esplendor de la Creación?
montamos a considerable altura en la barquilla de ¿Cuándo te veré otra vez para decirte lo que mi co
un globo o en un aeroplano, y dirigimos nuestra vi£ razón desea expresarte? ¿Cuándo podré arrojarme ¥
ta hacia abajo, a una muchedumbre, todos los seres” tus brazos, y vivir en paz, consciente de haber ga
humanos que la componen nos parecerán iguales: una nado el pináculo de mi ambición en el amor de nue?
masa obscura de pequeñas y movedizas unidades. Pe­ tra perfecta unión? ¿Cuándo pondremos nuestras vT
ro al descender entre ellas, vemos cada rostro yca das en consonancia con esa cuerda sensible que de~
da figura totalmente diferentes, a pesar de haber” ja oir sus armónicos sonidos dulcemente por toda la
sido creados con los mismos principios materiales. eternidad? ¿Cuándo nuestras almas formarán una so­
Sin embargo, hay quienes argumentan y afirman que, la, pletórica de luz, en que el poder y bendición
aun cuando es muy marcada la individualidad perso­ de Dios vibren como fuego vivo, creando dentro de
nal en cuanto a los cuerpos, no existe personal i - nosotros la belleza, la sabiduría, el valor y lace
dad individual en las almas; que la Naturaleza se lestial felicidad? Necesariamente, este será nues­
preocupa tan a la ligera del espíritu inteligente tro futuro; ¿pero cuándo?"
que habita una forma mortal, que ella limita la in Obedeciendo a los impulsos de mi imaginación,ex
dividualidad a lo que está sujeto a cambio, sin to” tendí ambos brazos hacia el retrato de mi amor, y
mar en cuenta lo que en él es eterno. Esta hipóte” llenáronse de lágrimas mis ojos. Me sentí la más
sis es absurda, ya que es el alma la que i m p r i m e ” débil de las criaturas ante el súbito recuerdo de
personalidad al cuerpo. la dicha que pude haber alcanzado largo tiempo a -
La personalidad individual de Rafael Santoris , trás si yo hubiera sido oportunamente cuerda.
aun expresada en su retrato, parecía la de un ser Una puerta abrióse con suavidad a mis espaldas,y
a quien yo hubiera amado tiernamente durante largo volvíme al instante en esa dirección. Era Honorio,
tiempo. No había reservas en sus facciones,sino ú el mensajero de Asélzion. Lo saludé con una sonri
nicamente una adorable familiaridad. En épocas re sa, a pesar de mis ojos llorosos. ~
motas, en siglos que pueden estimarse corno m e r o s ” "¿Habéis venido a buscarme"", pregunté. "Estoy
días en el transcurso del tiempo, su alma me había 1ista".
mirado con amor por intermedio de sus bellos ojos a Honorio hizo una ligera reverencia.
zules. Reconocí su tierna, semi-suplicante y semT "No estáis enteramente lista", respondió. Y al
imperativa mirada, y su ligera sonrisa quetantoex decir estas palabras puso en mis manos un vesti do
presaba, sentí que el esforzado y ambicioso espír doblado y un velo. "Debéis vestiros con esto. Os
ritu de este hombre había buscado el mío para ayu­ esperaré al lado afuera".
darlo? y completar el suyo, y que yo, sin compren - Cuando me hubo dejado sola, procedí con toda ra­
derlo, me había separado de él en la oportunidad de pidez a cambiar mi vestimenta por la que H o n o r i o
cisiva en que debíamos unirnos. Una y otra vez e¥ me había traído, y que consistía en un largo vesti
tudié su retrato encarecidamente,tan conmovida poF do blanco algo pesado, de suave seda, y un velo i“

130 131
gualmente blanco que me cubría de pies a c a b e z a .
junto algo así como un sueño de hadas.
Terminada esta operación, la que realicé en pocos
Habiendo pasado el hall, seguí a Honorio por u-
minutos, toqué la campanilla que antes me había ser
vi do para llamar a Asélzion. Honorio entró inme- na estrecha galería. De repente me encontré sola.
Guiada por la armoniosa y solemne música del órga­
diatamente; su aspecto mostrábase grave y preocupa^
no, continué avanzando. Pronto observé un amplio
do.
torrente de luz que emergía por la puerta de la ca
"Para el caso de que no volváis a este cuarto",
pilla. Entré sin vacilar un instante. En seguida"
dijo con lentitud, "¿tenéis algún mensaje, al guna
me detuve. El símbolo de la Cruz y Estrella res -
comunicación que deséeis enviar a vuestras relacio plandecía frente a m í , y por todos lados h o m b r e s
nes?" - vestidos de blanco, con sus capuchas echadas sobre
Mi corazón dio un salto repentino. ¿Habría al­ sus espaldas, permanecían en silenciosas filas. A-
gún peligro efectivo reservado para mí? quellos hombres mirábanme con sumo interés. Mi C£
"No tengo", contesté sonriendo, después de medi razón latía rápidamente; estremecíanse mis nervios.
tar un momento, y agregué en seguida: "Podré aten”1" Yo temblaba al andar, muy agradecida por el v e l o
der después por mí misma todos mis asuntos persona que algo me ocultaba ante aquella multitud de ojos
les". “ que me miraban admirados, pero con benevolenciajo-
Honorio me miró con atención. Su hermoso y aus jos que mudamente me dirigían preguntas que jamás
tero rostro mostrábase grave hasta la melancolía.- serían contestadas; ojos que parecían decir: "¿Por
"No estéis tan segura", dijo en voz baja. "Aun qué estás entre nosotros, tú, mujer como eres? ¿Có
cuando no me corresponde hablar, debo deciros q u e mo has vencido dificultades que nosotros tenemos t£
pocos triunfan en la prueba a que pronto seréis so davía que vencer? ¿Es orgullo o ambición de tu par
metida. Solamente dos han pasado por ella en dieT te, o es amor?"
años". Sentí mil influencias que se ejercían a mi aire
"¿Y uno de esos dos fue...?" dedor; el poder de muchos cerebros escrutaban en S£
Por toda respuesta indicó el retrato de Santo - lencio mi espíritu como si procuraran examinar auñ"
ris, confirmando así mi instintiva fe y esperanza. testigo presentado en defensa de alguna gran cau -
"¡No tengo miedo!", exclamé, "y estoy ahora dis sa. Con todo, resolví no ceder ante la abrumadora
puesta a seguiros a donde quieráis llevarme"... — nerviosidad y repentino sobresalto de mi propia si
Sin hacer otra advertencia, volvióse y dirig i ó tuación que amenazaba debilitar el control de mí
sus pasos hacia afuera del departamento. misma. Fijé mis ojos en el esplendoroso símbolo de
Yo seguí tras él. Descendimos varias escaleras Cruz y Estrella, y proseguí avanzando con lentitud
y pasamos por algunas galerías, tristemente alum - Sin duda, parecía yo una extraña criatura en blan­
bradas unas, otras con muy escasa luz. La noche ya ca vestimenta, como víctima destinada al sacrifi -
había avanzado, y a través de una o dos de las ven ció, encaminándome enteramente sola hacia aquellos
tanas que encontramos en nuestra marcha pudimos veF ardientes y penetrantes rayos de luz que envolvían
el cielo tachonado de estrellas. Llegamos al espa­ toda la capilla en un brillo casi enceguecedor. El
cioso hall donde jugaba la fuente, y lo encontra - órgano dejaba oir aún sus potentes y majestuosos a
mos iluninado con la misma extraña y penetrante luz cordes, y me pareció escuchar el canto de lejanas"
que yo había notado en ocasión anterior. El hermo voces que de ellos emergía:
so brillo, al caer sobre la fuente, hacía que el de
licado follaje de los heléchos y palmeras y los dT "Into the Light,
versos matices de las flores, semejasen en su con­

132 133
"¡Adiós! ¡Nos encontraremos otra vez!"
Into the heart of the fire! En seguida me encaminé hacia las llamas. Sentí
To the innermost core of the deathless fíame. su fuego en mis mejillas. El aire caliente levan­
I ascend, I aspire!" taba mis cabellos a través de los pliegues de mi ve
lo. Luego concebí la idea de que por alguna u o ~
Mi corazón palpitaba con extraordinaria violen­ tra causa iba yo a experimentar el "Cambio que los
cia; todos mis nervios temblaban. Sin embargo,con
seres humanos llaman Muerte", y que por este medio
tinué avanzando resueltamente, sin permitirme a mT
misma ni aun pensar en el peligro. encontraría a mi amado en otro plano de vida;y con
su nombre en mis labios y una súplica apasionada en
¡En seguida vi a Asélzion, a Asélzion transfigu^
rado en un ser de sobrenatural belleza mediante la mi corazón, me interné en el resplandeciente fue -
radiación de la esplendente luz que lo envolvía! go.
Con ambas manos me llamaba hacia él y, al apro­ Al hacerlo, desapareció de mi vista Asélzion,la
ximármele, caí de rodillas. Aun cuando no p o d í a capilla, y todos aquellos que observaban mis movi­
ver de un modo amplio, sentía que los ojos de to - mientos, y víme rodeada por todos 1ados de penetran
dos los presentes se encontraban fijos en mí. Lúe tes puntas de luz que, en lugar de chamuscarme y se
go habló Asélzion: *“ carme como una hoja desprendida por la tempestad ,
" iLevántate!", dijo con voz clara e imperativa. hacíanme el efecto de una fresca y fragante lluvia
"¡No es aquí donde debes arrodi11 arte; no es aquí que caía sobre mí. Muy asombrada por esta circun£
donde debes descansar! ¡Levántate, y anda! ¡Has i- tancia, seguí adelante con mayor valentía. Al priji
do lejos; pero el camino es aún más largo!¡La puer cipio me sentí bañada por delicados rayos de color
ta de la última prueba se encuentra abierta! ¡ Q u é topacio; luego, de hermoso color violeta y sus di­
Dios sea tu guía!" versos matices; en seguida, de celeste, semejante
Levantéme, obedeciendo a su mandato. al colorido de un cielo estival. Y mientras más a
Un deslumbrante destello de luz hirió mis ojos, vanzaba, más amplia y más brillante era la luz que
como si se hubiese abierto el Cielo. El resplande me envolvía. Sentíala penetrar por cada poro demi
ciente símbolo de Cruz y estrella se dividióendo? cutis, y, al observar mis manos, las vi transpareji
porciones separadas, descubriendo algo parecido a tes en medio de aquellos finos rayos luminosos. ErT
un hall de vivo fuego en que llamas de todos colo­ seguida, cobrando valor, eché atrás mi velo, y re£
res subían y bajaban sin cesar. ¡Era unaespeciede piré en medio de aquel resplandor como se respi ra
horno de fundición en que todo debía ser consumí - al aire libre. Tan liviano sentía mi cuerpo queme
do! parecía flotar en vez de andar. Las bri 11 antes 1la^
Miré a Asélzion en silenciosa interrogación, y mas es convirtieron pronto en hermosas flores y hé
en respuesta igualmente silenciosa me indicó hacia jas que se arqueaban sobre mi cabeza como ramas de
la luminosa bóveda. Comprendí al instante, y, sin frondosos árboles. Luego divisé a lo lejos una fi
vacilar, avancé hacia ella. Como en sueños, oí u- gura como de ángel que me esperaba con ojos vigi ~
na especie de murmullo tras de mí , y reprimidas ex 1antes y con los brazos extendidos. Aunque esta vi
clamaciones de los estudiantes y discípulos de A ~ sión duró sólo un momento, alcancé a darme c u e n t a
sélzion quienes en su totalidad se encontraban reu de lo que ella significaba. Continué mi marcha con
nidos en la capilla; pero no puse atención en todé creciente empeño, deseosa de alcanzar al compañero
esto,pues mi alma estaba preocupada de la úl ti m a de mi alma quien me esperaba con tierna paciencia.
prueba a que debía ser sometida. Avancé paso a pa La luz en torno mío se convirtió luego en ondas de
so, y al enfrentar a Asélzion murmuré sonriendo: ~ intenso brillo que se precipitaron sobre mí como o

134 135
las del mar, y me dejé llevar por ellas sin saber de paz y felicidad, uno de esos hermosos días que,
a dónde. De súbito, vi una elevada columna de fue como procesión de ángeles, nos traen una nueva yca
go que parecía interceptar mi camino. Detúveme por- da vez más perfecta dicha! ~
un momento, y observé que dicha columna se dividió Ha transcurrido más de un año desde mi "Novicia
en dos partes para formar la Cruz y la Estrella.En do" en el Castillo de Asélzion, desde que nosotros',
extremo maravillada, miré hacia arriba;sus resplan Rafael y yo, nos arrodillamos delante del Señor pa
decientes rayos parecían penetrar mis ojos, mi ce~ ra recibir su bendición en nuestra unión perfectaT
rebro, mi propia alma! En aturdida confusión, m e En ese breve tiempo he perdido todos mis amigos y
lancé hacia adelante, exclamando: "¡Que ésteseael conocidos mundanos, quienes, puedo decirlo,han lie
fin!" gado a sentirse temerosos de mí porque poseo todo
Alguien me tomó en sus brazos; alguien me estre lo que el mundo puede darme, sin su consejo y sin
chó en su pecho, manteniéndome así como si yo hu T su ayuda, y no sólo temerosos sino ofendidos p o r
biera sido la más cara posesión de su vida, y un a cuanto he encontrado al compañero de mi alma a quien
voz infinitamente tierna exclamó: ellos desconocen en absoluto. Me consideran "per­
"¡No el fin, sino lo infinito, querida mía!¡Mía dida para la sociedad", y no pueden imaginarse que
al cabo, y mía para siempre, en triunfo, en victo­ mi pérdida es una verdadera ganancia.
ria, en felicidad perfecta!" Mientras tanto, Rafael y yo, vivimos nuestra ra
Y entonces me di cuenta de que había encontrado diante y feliz vida en amplia posesión de todo a ~
mi amor; que era el propio Rafael Santoris quien a quello que convierte la existencia en hermosa y a-
sí me tenía en estrecho abrazo; que yo había cum ~ pacible, sin desear cosa alguna que nuestras pro -
plido mi deseo de probar mi fe; que habí a ganadoto pias fuerzas secretas no puedan suministrarnos. La
do lo que me era menester en este mundo y en el ve riqueza es nuestra, uno de los más pequeños dones
nidero, y que nada podría separar nuevamente nuesT que la Naturaleza otorga a aquellos de sus h i j o s
tras almas. que saben donde encontrar sus inagotables tesoros;
y gozamos también de la perfecta salud que acompa­
* ña siempre a la constante afluencia de una inextin
* * guible vitalidad. Ciertos actos que co ns e g u i m o s -
realizar pueden parecer "milagros" para los demás,
de manera que aun cuando aceptan ayuda y beneficio
Escribo estas últimas palabras sobre el puente de nuestra parte, ellos fruncen el entrecejo y mue­
del Drearn, al lado de Rafael. El sol se está po - ven sus cabezas ante la actitud que asumimos en cuan
niendo majestuosamente en medio de un resplandorro to a las hipocresías y convencionalismos sociales^
jizo. Vamos a anclar en aguas tranquilas. Una lúz pero, no obstante, podemos crear tales "influen -
rosada ilumina nuestras blancas velas que luego se cias" en torno nuestro, que nadie llega cerca d e
rán plegadas; y nosotros, Rafael y yo, nos senta r nosotros sin sentirse más fuerte, mejor y más con­
mos juntos, y vemos a la noche extender en t o r n o tento, y éste es el máximum que se nos permite ha­
nuestro su tenue y obscuro crespón. Unas tras o - cer en favor de nuestros semejantes, ya que ningu­
tras, aparecen las estrellas en el firmamento como no quiere oir razones ni seguir consejos. La más
diamantes bordados en terciopelo de negro c o l o r fervorosa alma que haya vivido en humana forma no
púrpura; escuchamos el gentil murmullo de las olas puede conducir a otra alma por el camino de la vi­
que rompen al pie de un rocoso promontorio en 1 a da eterna y de la felicidad eterna si esta últi ma
playa lejana, y la noche pondrá término a un di a rehúsa seguirla. Y es una verdad absoluta que ca­

136 137
da hombre y cada mujer se forma su propio destino, la Ley eterna, ¿no son el resultado de la p r o p i a
tanto en ésta como en la otra vida. Esta ve r d ad "influencia" del hombre que se ejerce en oposición
es una ley inmutable que jamás puede experiment ar a los mandatos de Dios que él desobedece aun cuan­
la más ligera variación. No existe el perdón d e do reconoce que ellos existen?
los pecados, pues cada infracción de la ley moral El punto principal de la enseñanza de Asélzi on
lleva en sí su propio castigo. No hay necesidad de es la prueba del cerebro y del alma contra las "in
plegarias, desde que cada justa aspiración del al­ fluencias", las opositoras influencias de los de ~
ma le es concedida sin pedirla. De lo que hay ne­ más, las cuales constituyen el principal impedimen
cesidad, y mucha, es de alabar a Dios y darle las to de todo progreso espiritual. El cobarde senti“
gracias, ya que el alma vive y se prefecciona en la miento del miedo nace mediante la influencia de per
magnificencia de su Creador. sonas timoratas, y es generalmente el miedo del "que^
Todo el secreto de la Vida Eterna y de la Feli­ dirán" o "qué pensarán" lo que nos retrae de lie -
cidad Eterna está contenido en la amplia posesi ón var a efecto muchas nobles acciones. Es ya del to
y control del Divino centro de nosotros mismos, de do sabido que las influencias extrañas son el más
esta llama viva que habita en nuestras almas y que poderoso obstáculo en el eterno perfeccionamiento
debe ser DUAL para que sea perfecta, y que,una vez de nuestras almas; pero nada debe importarnos el que
perfeccionada, constituye una fuerza eterna que na otros digan o piensen si el altar de nuestra pro -
da puede resistir ni nada puede destruir. Toda la- pia espiritualidad se mantiene libre e inmaculado
Naturaleza armoniza con su acción, y de la propia para que en él brille la llama DUAL del amor y de
Naturaleza extrae su creciente energía y su perpe­ la vida.
tua subsistencia. No me importa que alguien rechace mis creencias;
Para Rafael y para mí el mundo es un jardín del ni perderé mi felicidad al saber que personas que
Paraíso, lleno de encantadora belleza. Vivimos en viven en planos inferiores me consideren una insa­
él como una parte de su encanto. Aprovechamos pa­ na por el hecho de elegir una existencia más eleva
ra nuestros propios organismos el calor de la luz da. Básteme experimentar la muy grata s a t i s f a c T
solar y las exquisitas vibraciones del aire y de la ción de que en un siglo tan egoísta y material co­
luz. Nuestras vidas suenan como dos notas armóni­ como el en que vivimos tiene todavía Asélzion sus
cas en el teclado del Infinito, y sabemos que e s a adherentes y discípulos; un puñado de hombres, es
armonía será más dulce y más perfecta a medida que cierto, pero suficiente para sostener la h e r m o s a
avance la eternidad. verdad de que las potencias del alma pueden niani -
Si alguien me pregunta acerca de la necesidad de testarse en forma últil y provechosa.
experimentar las pruebas psíquicas a que me some - Para quienes han estudiado las enseñanzas de A-
ti ó Asélzion, yo le respondería: ¡Observad el mun­ sélzion y las han dominado suficientemente afinde
do, y decidme francamente si las costumbres de los practicarlas en el camino de la vida, ésta se les
seres humanos son adecuadas para engendrar felici­ presenta como un constante manantial de dicha, y
dad! ¡Fijaos en la sociedad; fijaos en la políti - les ofrece diarias pruebas de que la muerte no e -
ca; fijaos en el comercio, y vereis en todas par - xiste. La juventud se mantiene donde hay amor, y
tes meros designios de provecho egoísta! Y más que la belleza se nutre con la salud y la consiguiente
todo, mirad la impostura de la moderna religión. vitalidad. La decadencia y la destrucción son carn
¿No constituye ella muy a menudo una mera blasfe - bios que nacen de la apatía de la voluntad y deT
mia y una afrenta a la Majestad Divina? Y estos e- desconocimiento de las facultades del alma; y la
rrores contra la Naturaleza, estas ofensas contra misma ley que concede al alma su soberanía supre -

138 139
da hombre.y cada mujer se forma su propio destino, la Ley eterna, ¿no son el resultado de la pr op i a
tanto en ésta como en la otra vida. Esta ve rd ad "influencia" del hombre que se ejerce en oposición
es una ley inmutable que jamás puede experiment ar a los mandatos de Dios que él desobedece aun cuan­
la más ligera variación. No existe el perdón d e do reconoce que ellos existen?
los pecados, pues cada infracción de la ley mor al El punto principal de la enseñanza de Asélzi on
lleva en sí su propio castigo. No hay necesidad de es la prueba del cerebro y del alma contra las "in
plegarias, desde que cada justa aspiración del al­ fluencias", las opositoras influencias de los de r
ma le es concedida sin pedirla. De lo que hay ne­ más, las cuales constituyen el principal impedimen
cesidad, y mucha, es de alabar a Dios y darle las to de todo progreso espiritual. El cobarde senti”
gracias, ya que el alma vive y se prefecciona en la miento del miedo nace mediante la influencia de per
magnificencia de su Creador. sonas timoratas, y es generalmente el miedo del "que
Todo el secreto de la Vida Eterna y de la Feli­ dirán" o "qué pensarán" lo que nos retrae de lie -
cidad Eterna está contenido en la amplia posesi ón var a efecto muchas nobles acciones. Es ya del to
y control del Divino centro de nosotros mismos, de do sabido que las influencias extrañas son el más
esta llama viva que habita en nuestras almas y que poderoso obstáculo en el eterno perfeccionamiento
debe ser DUAL para que sea perfecta, y que,una vez de nuestras almas; pero nada debe importarnos el que
perfeccionada, constituye una fuerza eterna que n£ otros digan o piensen si el altar de nuestra pro -
da puede resistir ni nada puede destruir. Toda Ta pia espiritualidad se mantiene libre e inmaculado
Naturaleza armoniza con su acción, y de la propia para que en él brille la llama DUAL del amor y de
Naturaleza extrae su creciente energía y su perpe­ la vida.
tua subsistencia. No me importa que alguien rechace mis creencias;
Para Rafael y para mi el mundo es un jardín del ni perderé mi felicidad al saber que personas que
Paraíso, lleno de encantadora belleza. Vivimos en viven en planos inferiores me consideren una insa­
él como una parte de su encanto. Aprovechamos pa­ na por el hecho de elegir una existencia más elev^a
ra nuestros propios organismos el calor de la luz da. Básteme experimentar la muy grata s a t i s f a c r
solar y las exquisitas vibraciones del aire y de la ción de que en un siglo tan egoísta y material co­
luz. Nuestras vidas suenan como dos notas armóni­ como el en que vivimos tiene todavía Asélzion sus
cas en el teclado del Infinito, y sabemos que e s a adherentes y discípulos; un puñado de hombres, es
armonía será más dulce y más perfecta a medida que cierto, pero suficiente para sostener la h e r m o s a
avance la eternidad. verdad de que las potencias del alma pueden mani -
Si alguien me pregunta acerca de la necesidad de testarse en forma ültil y provechosa.
experimentar las pruebas psíquicas a que me some - Para quienes han estudiado las enseñanzas de A-
ti ó Asélzion, yo le respondería: ¡Observad el mun­ sélzion y las han dominado suficientemente afinde
do, y decidme francamente si las costumbres de los practicarlas en el camino de la vida, ésta se les
seres humanos son adecuadas para engendrar felici­ presenta como un constante manantial de dicha, y
dad! ¡Fijaos en la sociedad; fijaos en la políti - les ofrece diarias pruebas de que la muerte no e -
ca; fijaos en el comercio, y vereis en todas par - xiste. La juventud se mantiene donde hay amor, y
tes meros designios de provecho egoísta! Y más que la belleza se nutre con la salud y la consiguiente
todo, mirad la impostura de la moderna religión. vitalidad. La decadencia y la destrucción son carn
¿No constituye ella muy a menudo una mera blasfe - bios que nacen de la apatía de la voluntad y del"
mia y una afrenta a la Majestad Divina? Y estos e- desconocimiento de las facultades del alma; y la
rrores contra la Naturaleza, estas ofensas contra misma ley que concede al alma su soberanía supre -

138 139
ma, trabaja por libertarla de las substancias esté de acción. Irradiando interiormente, constituye u
riles, gastadas e inactivas. A quienes me pregun~ na irresistible fuerza atractiva que conduce hacil
ten cómo puedo mantener y guardar los tesoros de la las potencias y virtudes del planeta en que habita,
vida, del amor y de la juventud que la mayor parte y que somete a su voluntad y mandato todas las fuer
del género humano está perdiendo para siempre, les zas visibles e invisibles de la Naturaleza.Esta e"s
contestaré que no puedo decir más que lo que he di una de aquellas grandes verdades que el mundo nie­
cho, y que la lección que todos deben aprender es~ ga, pero que está destinado a conocer en lo futuro.
tá contenida en lo que he escrito. Es infructuoso
discutir con quienes ningún argumento puede conven
cer, o procurar enseñar a quienes no desean reci ~ FIN
bir lecciones.
Nosotros, Rafael y yo, en virtud de la m a n e r a
en que vivimos nuestra existencia, podemos prob ar
la efectividad del absoluto dominio del alma sobre
todas las fuerzas elementales, materiales y espiri
tuales. Todo cuanto habernos menester para nuestro
perfeccionamiento se nos otorga con sólo pedirlo .
La ciencia nos sirve como lámpara de Aladino, pro­
porcionándonos todas las dichas imaginables. Para
nosotros, el amor, considerado por muchos seres hu
manos como la más variable y transitoria de las e~
mociones, es el principio mismo de la vida, la e -
sencia misma de las ondulaciones etéreas que ayu -
dan a nuestra existencia. Todos pueden alcanzar u
na felicidad semejante a la nuestra; pero no hay sT
no un medio de alcanzarla, y la clave deeste medió-
se encuentra en el alma del individuo. Cada cu a l
debe encontrarla y ponerla en práctica, sin preocu
parse de las "influencias" que puedan ejercerse "a
fin de impedir su acción. Cada uno debe descubrir
el equilibrio central de sus fuerzas vitales y ad­
herir firmemente a él. Este equilibrio determi na
la criatura inmortal de cada ser, cuyo destino es
realizar eterno progreso y perfeccionamiento a tra
vés de interminables faces de vida, amor y belleza";
y una vez conocida y aceptada la efectiva existen­
cia de este centro inmortal, nos daremos cuenta de
que con él todas las cosas son posibles, salvo el
cambio que llaman "muerte". Irradiando hacia afue
ra, puede conservar indefinidamente la salud y la
juventud del cuerpo en que habita, hasta queenvir
tud de su propio deseo busque un más elevado plañó

140 141
INDICE

EL CASTILLO DE A S E L Z I O N ................. 7

C R U Z V E S T R E L L A .......................... 2g

LA P R I ME RA L E C C I O N .................. 4g

S O M B R A Y SONIDO. . .
........................ bJ
EL LIBRO M A G I C O . .
...................................................... 76
S UE Ñ O S D E N T R O DE U N S U E Ñ O ............ 91

EL ABISMO D E S C O N O C I D O ............... 103 Este libro se terminó de


D E N T R O DE LA L U Z ................... 123
imprimir en mayo de 1986
en los talleres de Editorial
Antiyal, Fono 379722.
“Toda acción es resultado material del pensamien­
to. Toda pena es el resultado de pensar en cosas tris­
tes. Toda enfermedad es la consecuencia de pensar
en cosas de'biles o decrépitas. Cada emoción es el re­
sultado del correcto o errado pensamiento, con una
sola excepción: el amor. El amor, si bien se considera,
no es una emoción sino un principio, y, como genera­
dor de la vida, invade todas las cosas, y es el todo en
la Creación. El pensamiento, obrando dentro de este
principio, crea las cosas bellas y eternas. El pensa­
miento que obra fuera de este principio, crea ¡deas
de temor, duda, confusión y exterminio. El amor es
el único secreto de la vida; el único elixir de la juven­
tud, y la única fuente de la Inmortalidad!".
M. C.

EDITORIAL ANTIYAL

You might also like