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Curas villeros sobre la droga (2009)

Ante el fallo de la Corte Suprema de Justicia del día de hoy, quienes integramos el Equipo
de Sacerdotes para las Villas expresamos a continuación nuestra humilde opinión, que
ratifica plenamente aquellas reflexiones que se hicieran públicas .

Nosotros somos respetuosos de los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.


Valoramos su autoridad. Además creemos en el valor de las instituciones para el
crecimiento de nuestra Nación.

Por otro lado nuestra palabra sobre la despenalización no pretende ocupar el lugar que
tiene la palabra de la Conferencia Episcopal Argentina sobre este tema.

Con espíritu de aportar al diálogo –ofreciendo el propio pensamiento y buscando integrar


el pensamiento diferente- y no de confrontar, hicimos público nuestro documento: “La
droga en las Villas: despenalizada de hecho”.

Queríamos defender a nuestros vecinos villeros -estigmatizados por tantas cosas-,


afirmando que una cosa es la Villa y otra el narcotráfico. Y señalar que los primeros que
sufren las consecuencias del narcotráfico son los habitantes de estos barrios humildes.

El Evangelio de Jesús nos invita a pararnos en las periferias geográficas y existenciales y


desde allí mirar. Nos invita a entrar en comunión con los más pobres, y desde los pobres
llegar a todos. Este camino desde los pobres a todos nos parece un programa más que
valido a la hora de trazar políticas de Estado, a la hora de legislar y a la hora de juzgar.

Muchos de los niños, adolescentes y jóvenes de nuestros barrios no viven sino que
sobreviven y muchas veces la oferta de la droga les llega antes que un ambiente dichoso y
sano para jugar, llega antes que la escuela, o llega antes que un lugar para aprender un
oficio y poder tener un trabajo digno. Se acortan así las posibilidades de darle un sentido
positivo a la vida. “Hoy, fundamentalmente, en nuestra cultura la dignidad de la vida se
juega en el eje inclusión-exclusión; comunión-aislamiento” (Carta pastoral de la CEA, del
20 de agosto del 2009. Nº 22)

No pretendemos que la responsabilidad frente a esta situación de desigualdad de


oportunidades quede sólo en manos del Estado. La solidaridad es en primer lugar que
todos nos sintamos responsables de todos. (Cf. CIV 38)

Nos preguntamos: ¿cómo decodifican los chicos de nuestros barrios la afirmación de que
es legal la tenencia y el consumo personal? Nos parece que al no haber una política de
educación y prevención de adicciones intensa, reiterativa y operativa se aumenta la
posibilidad de inducir al consumo de sustancias que dañan el organismo. La experiencia de
acompañar a jóvenes en el camino de recuperación y reinserción social nos ha permitido
escuchar el testimonio de muchos que han empezado consumiendo pequeña cantidad de
marihuana y de pronto se encontraron consumiendo drogas más dañinas aun como el
paco. La vida se les volvió ingobernable. Por eso desde nuestro punto de vista las drogas
no dan libertad sino que esclavizan. La despenalización a nuestro parecer influiría en el
imaginario social instalando la idea de que las drogas no hacen tanto daño.

Vemos la buena intención de los que buscan no criminalizar al adicto, es una locura
criminalizar la enfermedad. Pero intentemos pararnos nuevamente desde la perspectiva
de las familias más vulnerables. Sin un buen sistema de salud, sin políticas fuertes de
prevención, sin un sistema educativo realmente inclusivo y eficiente, el único encuentro
del adicto y su familia – que pide ayuda- con el Estado es la justicia. Despenalizar en estas
condiciones, es dejar abandonado al adicto, no hacerse cargo de su derecho a la salud. La
dinámica misma de la adicción, lleva muchas veces a hacer cualquier cosa para satisfacer
el deseo de consumo. El próximo encuentro entre el Estado y el adicto ya no será en la
enfermedad, sino en el delito que a veces nace de ella.

Usando una imagen podríamos decir entonces que la discusión sobre la despenalización
corresponde a los últimos capítulos del libro y no a los primeros.

Pedimos a la Virgen de Luján, Madre del Pueblo, que cuide y proteja a sus hijos que
padecen el flagelo de la droga, de fuerzas a sus familias y luz a nuestra sociedad para
generar vínculos de promoción y solidaridad.

Equipo de Sacerdotes para las Villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires.

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