You are on page 1of 26

1-1. Ant.

XXI (1997) 545-570

MODELOS HISTORIOGRÁFICOS E IMÁGENES DE LA ANTIGÜEDAD:


EL CERCO DE NUMANCIA DE MIGUEL DE CERVANTES Y LA
HISTORIOGRAFÍA SOBRE LA ESPAÑA ANTIGUA EN EL SIGLO XVI

MANUEL ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR


Universidad ele Málaga

The definition of a certain image of "national" identity inspired in a glorious past and of
a line of historical processesjustifying the present is not exclusively developed in histo­
riographical wor/cs. This essay shows how the ideas of Spanish historiography about
- Ancient World at XVI century pervade other intellectual ambitus, concretely that qf thea­
ter creation, such an important phenomenon at that society. The historiogmphical analy­
sis of the comedy in verse by Miguel de Cervantes Saavedra El cerco de Numancia reve­
als the reproduction qf the elements that constitute the o.fficial view of Ancient Spain, defi­
ned fundamentally by Florian de Ocampo and Ambrosio de Morales, a reinte,pretation of
the past Jrom the vision of the political project of Catholic Kings first, and the Habsburg
later.

El reinado de los primeros Austrias en España se viene revelando


como un momento clave en el proceso de constitución y consolidación
de la imagen que la sociedad española proyecta de sí misma, de su
identidad colectiva y, paralelamente, de una concreta visión del pasa­
do que sirva de refrendo histórico a esas imágenes del presente. Esta
necesidad común a todas las sociedades, la de articular una visión de
su identidad presente en función de la que se desea para el futuro y
justificada y explicada siempre a partir del pasado cobra, para el
período al que nos referimos, una especial importancia l . Es el
momento en que se redefine qué es España y los españoles y cómo

1 Sobre la historiografía española- en general, hasta el s. XVIII, son aún impres­


cindibles las obras de SÁNCHEZ ALONSO, B., Historia de la Historiogrqfia Espaií.ola,
Madrid, 1944-50, y Fuentes para la Historia Espaií.ola e Hispanoamericana, Madrid,
1953. Para la Baja Edad Media y el período de los Austrias, sigue siendo útil el traba-
546 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR I-I. Ant. XXI (1997)

han llegado a serlo desde los orígenes. Es, como señala F. Wulff, a
partir de los Reyes Católicos cuando, con la constitución del nuevo
Estado Moderno y la compleja rearticulación social y política que con­
lleva, se origina la demanda de generación de una renovada visión del
pasado en función de las nuevas realidades y en base a las imágenes
colectivas que se desean proyectar por parte de la monarquía unifi­
cada y de los grupos dirigentes, tanto en el interior como hacia el
exterior. Es entonces cuando se sintetizan las visiones globales del
pasado, incluyendo la Antigüedad como período histórico, desde una
serie de perspectivas asumibles desde entonces y hasta el s. XIX. En
este momento se consigue aglutinar los diferentes esfuerzos y las
"tendencias" que habían venido generándose en las producciones
medievales en un modelo satisfactorio para las necesidades colectivas
y del poder. La monarquía de los Habsburgo, una vez concluida y.
consolidada la reorganización política del país, basada en la voluntad
de unificación política, territorial y religiosa, genera, directa o indi­
rectamente, una serie de producciones intelectuales encaminadas a
explicitar el modelo conceptual de colectividad que se desea: cuál es
la esencia de los españoles, cuáles sus valores, cuál su destino. En lo
que al ámbito de la Antigüedad se refiere y en el campo concreto de
la historiografia, este momento es, de hecho, fundamental. El Mundo
Antiguo se revela como un espacio esencial para la justificación, la
legitimación y la explicación del devenir de España hacia el presente

jo de CIROT, G., Les histoires générales d'Espagne entre Alphonse X et Philippe JI (1284-
1556), Burdeos, 1905; y los capítulos correspondientes de FUETER, E., Historia de la
historiografí.a moderna, Buenos Aires, 1953, y fundamentales los artículos de TATE,
R.B., Ensayos sobre la historiografia peninsHlar del siglo XV. Madrid. 1970. V. también
CORTADELLA I MORRAL, J., "Pasado mítico y pasado histórico en diversas tradiciones
historiográficas espafi.olas", en Actas del III Congreso Peninsular de Historia Antigua,
Vitoria, 1994 (en prensa. Editado en pre-actas); y SÁNCHEZ DIANA, J.M., "El pensa­
miento historiográfico en la Espafi.a de los Austrias". en Miscelánea de estudios dedi­
cados al Prqfesor Antonio Marín Ocete, Granada, 1974, pp. 967-981. A lo largo de este
trabajo vamos a seguir de forma fundamental las líneas de análisis definidas en los
diferentes trabajos de F. Wulff, probablemente los únicos que, para el período com---- � -
prendido entre los siglos XVI y XIX, han desarrollado aproximaciones globales desde
perspectivas de comprensión de los modelos de interpretación de la Antigüedad en la
historiografia espafi.ola. Véase concretamente para este momento WULFF ALONSO, F.,
"Andalucía antigua en la historiografia espafi.ola (XVI-XIX)", Ariadna. 10, 1992, pp.
7-32; y "El mito en la historiografia espafi.ola (Siglos XVI-XVIII). Algunas notas",
Historia y Crítica, 2, 1992, pp. 137-150.
1-1. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 547

y, más allá, hacia el futuro, en una sociedad como la española del s.


XVI tan obsesionada por el tema de los orígenes en relación con la
cuestión de la pureza de sangre y la legitimación del poder, en el inte­
rior y hacia el exterior, a partir del prestigio que otorga un origen anti­
guo en las dinámicas de competencia internacional.
Esta búsqueda de la definición de una determinada imagen de la
identidad nacional y de una línea de devenir histórico justificativa del
presente no se produce exclusivamente en las producciones histo­
riográficas que se generan más o menos al amparo o por iniciativa de
los poderes estatales. Sus manifestaciones son muy variadas, y el
mundo de la creación artística, en sus diversas expresiones, ha sido
siempre un campo abierto a la penetración y a la recepción de estas
inquietudes, a la vez que el vehículo idóneo para la transmisión y
divulgación de estos mensajes.
En el ámbito de la producción historiográfica la generación y evo­
lución de este modelo de visión del pasado viene siendo estudiada
desde hace algunos años con un enfoque renovador que busca rede­
finir los valores que inspiran tales producciones y las imágenes que
recrean, abandonando los análisis reduccionistas que han enjuicia­
do, hasta hace no mucho, las elaboraciones anteriores como "buenas"
o "malas" respecto de nuestra propia forma de hacer historia. El obje­
to de estas reflexiones es intentar contribuir a las tesis que sostienen
que dichos modelos no existen simplemente como una elaboración
más o menos erudita relegada al mundo cerrado e inaccesible de la
intelectualidad, sino que circula y es creído y conocido, formando
parte del ideario colectivo. Prueba de esto último sería su aparición
en otro tipo de manifestaciones intelectuales ajenas a lo estrictamen­
te historiográfico y con un componente de difusión y participación
mucho mayor, como es el caso del teatro. El análisis de una obra tea­
tral de Miguel de Cervantes, El cerco de Numancia, puede llegar a
revelar la reproducción del mismo modelo de visión de la Antigüedad
y de la Historia de España generado en las producciones historiográ­
ficas coetáneas. Esto se puede entender como una simple influencia
intelectual o, como nos inclinamos a creer, como una voluntaria par­
ticipación por parte del autor en un ejercicio de construcción colecti­
va de una determinada visión del pasado a partir del presente, visión
que la sociedad comparte y asume. En un primer momento tratare­
mos el proceso de generación y las claves del modelo de visión de la
Antigüedad imperante en la historiografia española desde el s. XVI en
adelante para, a continuación, analizar desde esta perspectiva El
548 M. ALVAREZ MARTÍ-AGUILAR H. Ant. XXI (1997)

cerco de Numancia de Cervantes, intentando averiguar en qué térmi­


nos y con qué particularidades dicho modelo se reproduce2.
En lo relativo a la historiografía, ya hemos apuntado cómo el siglo
XVI contempla la aparición, de acuerdo con el proceso de unidad
t.c; señalado y los requerimientos del Estado en el interior y en el exte­
rior y en las perspectivas de las nuevas y complejas necesidades de
la historiografía humanística, de una serie de "historias de España"
obviamente sin precedentes y en una cantidad sorprendente. Es en
este contexto en el que se incluye la Crónica General de España, de
Florián de Ocampo3, obra que inaugura el desarrollo de una concre­
ta imagen de la Antigüedad española que pervivirá, en lo esencial, al
menos hasta el siglo XIX en el panorama historiográfico.
F. Wulff señala cómo con Ocampo cristaliza el modelo interpreta­
tivo de la Antigüedad hispana que resume las herencias de las diver­
sas elaboraciones bajomedievales, rearticulándolas a la medida de
una imagen del pasado acorde a las necesidades del nuevo estado
unificado y expansionista de los Habsburgo. En su calidad de histo­
riador oficial de Carlos 1, Ocampo busca hacer una Crónica de
España con un plan bien definido y estructurado en tres partes:
desde los orígenes y hasta la entrada de los romanos; Imperio y
godos; y período de dominación árabe hasta la unificación con los
Reyes Católicos. Este esquema se articula a través de un modelo des­
criptivo de "evolución biológica": una Historia de España en la que los
españoles atraviesan sucesivamente las fases de infancia, mocedad y
mancebía, asociadas cada una de ellas con componentes de ingenui­
dad-debilidad, progresiva formación-tutela del exterior, y plenitud­
emancipación, respectivamente4.
El período de los orígenes se iniciaría en el 2163 a. C. con la llega�
da de Túbal, nieto de Noé, a la Bética, lugar paradisíaco y de preemi­
nencia cultural indiscutible. La estructuración de los ciclos míticos
de Osiris egipcio, equiparado a Dioniso, de Gerión, Hércules egipcio,
Tifón, etc., desemboca en la confección de una genealogía mítica de
la monarquía hispana. Esta lista de reyes hispanos culmina con

2 WULFF ALONSO, F., "Andalucía... ", cit., p. 13.


3 Crónica General de Espai'ia, completa en la edición de Medina del Campo de
1553. Sobre él v. SÁNCHEZ ALONSO, B., Historia..., 11, pág. 13 y ss; CIROT, G., Les
histoires... , cit.; y sobre todo WULFF ALONSO, F., "Andalucía ... ", cit., pp. 11 y ss.
4 WULFF ALONSO, F., Íbidem, p. 13; y "El mito... ", cit., p. 144.
J-1. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 549

Gárgoris y Habis, tras los que se iniciaría un período de fracciona­


miento asociado a la llegada de los fenicios. Todo ello impregnado de
un continuo discurso de exaltación del papel de los españoles en la
Antigüedad, atribuyéndoseles, entre otra gestas, la fundación de
Roma o la condición de antecesores de etruscos y frigios.
El papel de los fenicios, cuya llegada fecha en el 822 a.c., se valo­
ra como francamente negativo. Se les dibuja como un pueblo ladino
que viene a la Península a enriquecerse a costa de la ingenua bondad
hispana. Un período de reacción española frente a esta situación lo
representada el reinado de Argantonio (622 a. C.), pero tras su muer­
te la invasión cartaginesa domina el panorama. Ocampo asocia la
presencia cartaginesa en España con un estado de sometimiento per­
manente. No obstante, se subraya el papel que en el ejército púnico
juegan los españoles y su valor en los intentos de liberación. La ima­
gen negativa de fenicios y cartagineses no impide la loa a Aníbal, en
su dimensión de gran figura histórica tan conectada con España. Los
griegos se presentan con una mejor imagen. No son opresores y tam­
poco se aprovechan excesivamente de las riquezas de los hispanos.
Por su parte, los romanos aparecen primero ayudando a los
Españoles frente a los cartagineses aunque no sin cierta ambigüedad.
Vuelve a recalcarse el valor de los guerreros hispanos y su inestima­
ble contribución a Roma en su pugna con los Cartagineses.
En síntesis, Ocampo intenta responder con la obra a las nuevas
necesidades de una monarquía y de un Estado poco tiempo antes
unificado y que se ha ido conformando con toda una rearticulación
de los grupos dominantes y de las perspectivas internas y externas.
Las necesidades de reconstruir la propia imagen del pasado en esa
perspectiva, cara al interior y al exterior, a la autoimagen, la compe­
tencia y el prestigio internacional, se manifiestan en el primer inten­
to de una obra global en modo alguno rupturista con el pasado
medieval. La lectura de Ocampo no parece rentable en términos de
verdad o falsedad, de juicio a partir de nuestros criterios científicos.
Wulff destaca como mucho más interesante el análisis del conjunto
de valores y modelos que mueve al historiador, que resume en los
siguientes puntos: ¡ .- Imagen de un pueblo prístino, identificado con
los espaíi.oles contemporáneos el historiador, primero ingenuo y pro­
gresivamente más avezado, lleno de valor militar y orgullo, en indo­
mable actitud de lucha frente a los diversos invasores. Esto es lo que
cabría definir como componente esencialista. 2.- La Historia de la
Península, protagonizada por ese pueblo uno, demostraría, en el
550 M. ÁLVAREZ MARrÍ-AGUILAR H. Ant. XXI ( 1997)

pasado, la lógica de la unidad atemporal y esencial. 3.- La unidad


viene recalcada por oposición al exterior y a sus invasiones. La
Historia de España se interpreta así en términos de unidad-desunió n
y, debida a esta desunión, de conquista desde el exterior, proceso que
tendría su punto de inflexión con los Reyes Católicos, con los que se
"recuperaría" la perdida unidad política y religiosa, y comenzaría el
proceso inverso de expansión hispana hacia el exterior. Wulff señala
como clave el que la imagen de la Historia que se proyecta sea la de
una especie de recicle de los modelos medievales de la Reconquista
para uso de las nuevas necesidades. 4.- La española sería la más
antigua de las historias europeas, en términos de cultura y conoci­
miento, lo que conlleva un componente glorioso y una posición críti­
ca frente a las pretensiones hegemónicas del humanismo italiano. Sin
que se llegue al desprecio del mundo greco-romano, se niega cual­
quier tipo de relación subordinativa en términos honoríficos, antes al
contraiio. 5.- El modelo monárquico se formula como inherente a lo
mejor de la esencia hispana, en un conjunto de rellenos exaltatorios
que recalcan las "glorias" del nuevo Estado, heredero de una tradición
sin par5 .
Estas claves que definen su modelo interpretativo se estructuran
en un marco general definible en dos términos fundamentales: esen­
cialismo e invasionismo. Los españoles originales, los venidos con
Túbal -que son ellos desde entonces y hasta ahora-, son como niños
inocentes y divididos en su origen a los que llegan invasores que los
dominan. Van creciendo hasta llegar a los Reyes Católicos, época en
la que son ya maduros y en la que, unidos políticamente, en corres­
pondencia con su auténtica unidad esencial, acaban con la última de
las dominaciones y pueden dedicarse a la guerra y la expansión.
El modelo es un fruto evidente de la integración de las necesida­
des de interpretación histórica del proyecto político de los Reyes
Católicos, que recogen la idea de la paz civil en los diferentes reinos
y la toma del reino musulmán de Granada; y las de los Ausu·ias. cai·­
gadas también de implicaciones católicas a las que se unen al1.ora las
de su imperialismo. Exige la esencia una y primera común y la inter­
pretación de las llegadas posteriores de "invasores" en términos de
mareas sucesivas de dominación temporal que no alteran esa esencia
última de lo español que incluye, por cierto, un monoteísmo primiti-

5 WULFF ALONSO, F., "Andalucía ... ", cit., pp. 14 y 15.


H. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORJOGRÁFICOS 551

vo heredado de sus padres hebreos. Por otro lado, otros intentan lo


mismo en otros lugares y con parecidos resultados, en una constata­
ción de necesidades comunes que lo son también al contexto señorial
en el que se construyen y para el que el problema de los orígenes es
de hecho una cuestión fundamental.
El modelo definido por Ocampo encuentra desaITollo en la obra de
su sucesor y continuador Ambrosio de Morales (1513-1591)6, quien
se significa como parte importante del proyecto cultural de Felipe II,
estudioso de la geografia y de los restos arqueológicos antiguos.
Morales comparte el interés de Ocampo por el Medievo español, lo
cual no ha de extrañar: como antes se señalaba, el Renacimiento
español no es antimedieval, antes al contrario. En un modelo inter­
pretativo como el confeccionado por Ocampo la Edad Media es, entre
otras cosas, un preámbulo glorioso de la unidad nacional y lo bélico
y lo religioso resultan esenciales en él.
La obra de Morales supone una evolución respecto a la de su pre­
decesor en lo relativo al uso de las fuentes pero, sobre todo, en su
actitud ante la elaboración de la Historia. No hay que olvidar que per­
tenece a una generación de humanistas formada en las primeras
décadas del siglo, representada fundamentalmente por Antonio
Agustín, Jerónimo Zurita, y el propio Morales que, entre otras cosas,
vienen a renovar la metodología historiográfica. Morales continúa la
obra de Ocampo donde éste la dejó -con la entrada de los romanos- y
llega al año 1039. Las caractelisticas esenciales del período dedicado
a la República Romana, según Wulff, son las siguientes: continuidad
de la imagen de los cartagineses como opresores y de los romanos
auxiliando a los españoles frente a aquellos, en un p1imer momento.
Los romanos engañarían a los españoles, que piensan que aquellos
viene a liberarlos cuando no es así. Gracias al apoyo español los
romanos triunfan, tras lo cual buscan someter a los españoles, que
presentan entonces una heroica resistencia. No sin la intervención en
apoyo de Roma de otros compatriotas los españoles son derrotados y
sometidos a una dominación opresiva. Todo ello impregnado de la
idea, que incluso se radicaliza, de continuidad en la común e inalte-

6 La Crónica general de Espaií.a... Prosiguiendo adelante de los dnco Libros, que...


Ocampo ... dexó escritos. Alcalá, 1574-1586. V. SÁNCHEZ ALONSO, B., Historia.... II,
pp. 25 y ss.; CAPEL MARGARITO, M .• "Ambrosio de Morales y la moderna investiga­
ción histórica". en Jerónimo Zurita. Su época y su escuela. Congreso Nacional.
Zaragoza, 16-21 mayo, 1983, pp. 443-450; yWULFF ALONSO, F., Íbidem, pp. 16 y ss.
552 M. ÁLVARl�Z MARTÍ-AGUILAR H. Ant. XXI (1997)

rable esencia española. Como se ve, de nuevo la historia de España


lo es de la conquista y el sometimiento. De nuevo el tema de la uni­
dad fallida es la cuestión esencial. Puede haber matices, pero es evi­
dente la gran continuidad ideológica con Ocampo.
El tratamiento del período dedicado al Imperio presenta una gran
complejidad derivada, en buena parte, de la falta de fuentes. Es en
todo caso clave el hecho de que, pese a la incuestionable influencia
romana en España y aunque tampoco falta una valoración exaltante,
como parte de las glorias nacionales, tanto de los grandes personajes
que España aporta a Roma como en general de las antigüedades clá­
sicas, no se da en absoluto un proceso de identificación. Por el con­
trario, se diferencia explícitamente lo español de lo romano, lo cual es
patente en el tratamiento de la caída del Imperio: sin dejar de reco­
nocer la pérdida de aspectos positivos con la caída, no se concibe
como algo dramático, en tanto que no afecta a la continuidad esen­
cial de España. Ello viene determinado por el papel tradicional de los
godos en la historiografía castellana renovado en el siglo XV especial­
mente por Rodrigo Sánchez de Arévalo. Desde esa perspectiva, los
godos, lejos de contemplarse como nuevos invasores, serían unos
valientes que desintegran la caduca Roma y conectan con otro pue­
blo heroico y tradicionalmente enemigo del opresor romano. Además,
los godos habrían de llegar a ser los generadores de la monarquía
española, de la unidad política y, finalmente, de la unidad en el cato­
licismo. Por tanto, su llegada es muy positivamente valorada, sobre
todo en oposición a la que se considera verdadera caída dramática de
España desde los valores que viene moviendo esta historiografia: la
invasión musulmana.
El conjunto de valores e imágenes del pasado español que desarro­
llan Ocampo y Morales, y que el P. Mariana sintetiza en la que habrá
de ser la Historia de España más leída hasta el siglo XD(7, constituyen
el modelo básico a partir del que se recrea la visión de la Antigüedad
española en el ideario colectivo hasta, por lo menos, el momento ilus­
trado. Un análisis en estos términos de identificación de valores, imá­
genes, y claves de interpretación de una visión histórica, de otro tipo
de obra, teatral en este caso, puede revelar la profunda asunción de
este modelo de visión del pasado por el conjunto de la sociedad.

7 Historlae de rebus Hispaniae libríXXV, Toledo, 1592-5. La edición de Maguncia


de 1605 presenta ya 30 libros. siendo la primera edición castellana la de Toledo ele
1601.
H. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 553

El objeto de este análisis es una comedia en verso conocida en las


ediciones modernas corno El cerco de NumanciaB , escrita por
Cervantes hacia 15839. La obra llegó a representarse en los teatros
madrileños en vida del autor, aunque nunca llegó a publicarla. Se ha
conservado gracias a la edición que de ella hizo Antonio de Sancha en
1784 y a los manuscritos utilizados para la misma existentes en la
Biblioteca Nacional y en la Hispaníc Socíety of America, descubierto
este último en 1962 por Antonio Rodriguez-Moñino y estudiado por
Jean Canavaggio 10.

8 Son numerosas las ediciones de EL cerco de Numancia, desde la de Antonio de


Sancha de 1 784 -Viaje al Parnaso, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra...
Publícanse ahora de nueuo una b·agedia y una comedia inéditas del mismo Ceruantes:
aquélla intitulada La Numancia; ésta El '1rato de Argel. En Madrid, por don Antonio de
Sancha, mio de MDCCLXXXIV-. La edición más completa hasta la feeha y referente
fundamental para las sucesivas es la de Sehevill y Bonilla, de 1915: Comedia del {:erco
de Numancia, en Obras completas... Comedias y entremeses, edición publicada por
Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla, vol. 5., Madrid, Gráficas Reunidas. 1920. Cabe des­
tacar además, las siguientes: Obras completas... Tomo VU, edición de la Real Academia
Espaliola, al cuidado de F. Rodríguez Marin, Madrid, 1923; Obras... , II: Obras dramá­
ticas. Estudio preliminar y edición de Franeiseo Ynduráin, Madrid, Biblioteca de
Autores Españoles, tomo CLVI, 1962; La Numancia, edición,. prólogo y notas ele
Francisco Yncluráin, Madrid, Aguilar, 1964; EL cerco de Numancia, edición y ensayo
preliminar de Ricardo Doménech, Madrid, Taurus, 1967; El cerco de Numancia, edición
de Robert MaITast, Salamanca-Madrid, Anaya, 1961. Thea.b·e choisl (vol. 1). Le Siege du
Numance, Le r4fian bíenheureux. Textes établis, présentés et txaduits par Robert
Marrast, Paris, Klincksieck, 1963; EL cerco de Numancia, edición de Robert Marrast,
Madrid, Cátedra, 1984. Utilizamos esta última edición de R. Marrast. Las eitas textua­
les de la obra irán anotadas con la numeración de los versos de dieha edición.
9 HERMENEGILDO, A., La "Numancia" de Ceruantes. Madrid, 1976, p. 31.
10 V. RODRÍGUEZ-MOÑINO, A., "Reaparición de un manuscrito cervantino",
Anuario de Letras, IV, México, 1964, pp. 269-275; y CANAVAGGIO, J., "A propos de
deux "comedias" de Cervantes. Quelques remarques sur un manuscrit récemment
retrouvé", Bulletin Hispanique, LXVIII, 1966, pp. 5-29. Dentro del ingente número de
estudios sobre temas cervantinos cabe citar, en relación a la significación de La
Numancía en el conjunto del teatro de Cervantes, entre otros: COTARELO Y VALLE­
DOR, A., E[ teatro de Cervantes. Estudlo crítico. Madrid, Tipografía de la Revista ele
Archivos, Bibliotecas y Museos, 1915; y "Obras perdidas de Cervantes que no se per­
dieron", Boletín de la Real Academia Española, XXVII, octubre 1947-abril 1948; CAS­
TRO, A.. EL pensamiento de Cervantes. Madrid, 1925; y Cerucmtes. París, ed. Rieder,
1931; CAMPOS, A. y M. de, 1)·einta crónicas y una cor¡ferencia sobre e[ teatro de
Ceruantes. México, 1948; CASALDUERO, J., Sentido yfmma del teatro de Cervantes.
Madrid, Aguilar, 1951; JULIÁ MARTÍNEZ, E., "Estudio y técnica de las comedias de
Cervantes", Revista de Filología Española, 1948, pp. 339-365; RIBEIRO, J., "Cervantes
e o teatro'', Dionysos, I, Rio de Janeiro, 1949: VALBUENA PRAT, A., Historias del tea­
tro espmíol. Barcelona, Nogués, 1956; MARRASI', R., Miguel de Cervantes dramaturge.
554 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR H. Ant. XXI (1997)

El argumento se inspira en el conocido episodio del largo asedio al


que P. Cornelio Escipión, el famoso destructor de Cartago, sometió a
Numancia, capital de los arévacos, que venía manteniendo una
encarnizada resistencia al control romano en el contexto de las
cruentas guerras celtíbero-lusitanas que Roma sostiene en la
Península Ibérica durante la segunda mitad del s. Il a.cu. La defen­
sa heroica de la pequeña ciudad, que sólo pudo ser tomada tras quin­
ce meses de asedio, y por hambre, en el 133 a.c., cobró ya en la
Antigüedad tintes de gesta sobrehumana por las condiciones bruta­
les en que vivieron los sitiados y el escasísimo número de habitantes
supervivientes tras la rendición. Las fuentes 12 más inmediatas -

París, L'Archc, 1957; WORMS, J., "Cervantes dramaturge", Thédtre Populaire, 24,
París, mayo de 1957; GUÉNOUN, P., "Cervantes par lui-meme", Paris, 1971; AVALLE­
ARCE, J.B. & PILEY, E.C. (Eds.J, Suma cervantina. Londres, 1973; CANAVAGGIO, J.,
Cervantes dramaturge. Un thédtre a nartre. Paris, 1977: COMBET, L.. Cervantes otL [es
incertitudes du désir. Une approche psychostructura[e de l'oeuvre de Cervantes. Lyon,
1980. Específicamente sobre esta obra en concreto v. DOMÉNECH, R., "Un montaje de
Numancia y el problema de los clásicos", en Cuadernos Hispanoamericanos, LXVIII,
1966, pp. 457-63; PITOLLET, C., "La Numancia au Théatre Antaine", en Bulletin
Hispanique, XXXIX, 1937, pp. 405-410; HOUCK, H.P., "Revival of Cervantes'
Numancia", en Htspania, Lawrence (Kansas), XXI, 1938, pp. 225-6. CASALDUERO, J.,
"La Numancia", Nueva Revista de FUo[ogíaHispánica, 2, 1948, pp. 71-87. MAÑACH, J.,
"El sentido trágico de La Numancia", Nueva Revista Cubana, I, 1959, pp. 21-40.
WHITHY, W.M., 'The Sacrifice Theme in Cervantes' Numancia", Htspania, XLV,
California, 1962; y sobre todo AVALLE-ARCE, J.B., "Poesía, historia, imperialismo: La
Numancia", Anuario de Letras, II, México, 1962; y "La Numancia (Cervantes y la tradi­
ción histórica)", en Nuevos deslindes cervantinos. Barcelona, 1975, pp. 247-275; y la
monografía ya citada de A. Hermenegildo.
11 Para la hisloria de la ciudad celtíbera v. SCHULTEN. A.. Historia de Numancia,
Barcelona, 1945; CARO BAROJA, J., Interpetaciones de la guerra de Ntml.QJl.cia,
Madrid, 1968; GARCÍA Y BELLIDO, A., Nvmantia, Homenaje a los Héroes Numantinos
en el XXI Centenario de su gesta. Caja de Ahorros y Préstamos de la Provincia de Soria.
Zaragoza, 1969; AA.W., Numancia. Crónica de[ Coloquio Conmemorativo del XXI
Centenario de la Epopeya Numantina. Monografías Arqueológicas, n º 10, Facultad de
Filosofía y Letras de Zaragoza, Zaragoza, 1972; SALINAS, M., Conquista y
Romanización de Celtiberia. Universidad de Salamanca y Museo Numantino.
Salamanca, 1986. Algunos títulos revelan nítidamente las connotaciones ideológicas
con que hasta hace bien poco se ha querido impregnar todo lo relacionado con
Numancia, utilizándola como elemento de exaltación de los supuestos valores esencia­
les de un pueblo, el espaüol, atemporal.
12 V. SCHULTEN, A, BOSCH GIMPERA, P. y PERICOT, L. (Eds.). Fontes
Hispaniae Antiquae, N, Barcelona, 1937, pp. 60-95 y 288-308.
H. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 555

Polibio y Tito Livio- se han perdido. Queda, a pesar de todo, el epíto­


me del libro LIX de la obra de Tito Livio, en que figura el dato de que
Escipión celebró su triunfo sobre Numancia en el 130 a. C., catorce
años después de haber vencido a Cartago. Lo que hace suponer, en
efecto, que el general llevó a Roma los rehenes necesarios para poder
celebrar la ceremonia. Estrabón señala que al caer Numancia queda­
ba en la ciudad un número muy reducido de habitantes. Ya en el siglo
II d.C., Apiano de Alejandría en su Historia romana (libro VI, cap. 13
a 15) deja una narración que contiene la base de la información sobre
las guerras de Roma en la Península Ibérica y los elementos más sig­
nificativos de la obra cervantina que nos ocupa ls . A partir de este
siglo II, con el Epitome bellorum omnium annorum DCC (Bellorum
Romanorum Libri IIJ de Lucio Anneo Floro, se modifica la tradición.
Floro asegura que no quedó con vida ni un sólo numantino. La noti-·
cia se mantiene entre los historiadores siguientes, que concluyen afir­
mando el no reconocimiento por Roma del triunfo escipioniano sobre
Numancia. Schevill y Bonilla aportan la serie de historiadores que
presentan de manera constante este punto de vista: Eutropio, Paulo
Orosio, Lucas de Tuy y Alfonso X el Sabio (con la confusión de
Numancia y Zamora en los dos últimos autores).
A. Hermenegildo apunta a que Cervantes pudo inspirarse en alguno
de estos escritores o, lo que es generalmente sospechado, en la obra de
Ambrosio de Morales. Pero añade que en la presentación del personaje
de Bariato, o Viliato, único numantino que sobrevive al entrar las tro­
pas romanas en la ciudad sitiada y que se suicidará ante los ojos horro­
rizados de los conquistadores, Cervantes no pudo inspirarse en la ante­
riormente citada serie de historiadores. La materia dramática se
encuentra, al parecer, en la Coránica de España abreviada ( 1481), de
Diego de Valera, en que pudo beber Juan de Timoneda para componer
su romance Enqjada estaba Roma. incluida en Rosa gentil, de 157314.
Añade que Timoneda devolvió la verdadera identidad de ciudad heroi­
ca a Numancia, en vez de situar el hecho de armas ante los muros de

13 Aparte de éstos. otros historiadores en lengua latina aportan referencias sobre


el episodio numantino. ciüéndose básicamente a los mismos detaUes. Entre otros,
Diodoro Sículo. VeJeyo Patérculo, Valerio Máximo, Frontino, Plutarco, Dión Cassio, o
Vegecio. Alusiones rápidas a Numan c ia se pueden encontrar también en Salustio,
Horado, Ovidio, Cicerón, Séneca, Plinto, Quintiliano, Petronio, etc...
14 V. HERMENEGILDO, A., Op. cit., p. 28 y ss.
556 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR H. Ant. XXI (1997)

Zamora, como había hecho Valera siguiendo a los historiadores del


siglo XIIII5. Una variante notable del texto cervantino con respect o al
romance de Timoneda es haber suprimido el viaje de Cipión a Roma
acompañado del muchacho numantino. Francisco Ynduráin, en su edi­
ción de La Numancia de 1964, señala que Cervantes pudo entrar en
contacto con la leyenda de Numancia a través de las lecturas de las
Epístolas familiares del obispo de Mondoñedo, Antonio de Guevara, 0
incluso de la propia Crónica de Ocampo 16 ,
El argumento de la obra se resume como sigue. Hace más de die­
ciséis años que Numancia resiste a las tropas romanas. Entregados al
vicio y a los placeres, los soldados romanos han perdido la disciplina y
el valor. Escipión, enviado por Roma para comandar al ejército, les diri­
ge una arenga para que destierren sus malas costumbres, recobren su
antiguo valor y acaben de una vez con la resistencia de la ciudad his­
pana. Llegan entonces dos embajadores numantinos a pedir la paz;
Escipión se niega a acordarla y decide rodear Numancia de un foso que
impida todo intento de salida a los sitiados. Aparece el personaje alegó­
rico de España, que llama en su ayuda al río Duero; éste le contesta que
no puede ir contra la decisión del destino, que exige la destrucción de
Numancia. Luego el Duero profetiza el porvenir de España y su futura
gloria desde el advenimiento de la monarquía visigótica hasta la anexión
de Portugal por Felipe II. Los numantinos, entre los cuáles están
Teógenes y Caravino, deciden hacer sacrificios a Júpiter para aplacarle;
el hechicero Marquino intentará por su parte resucitar un cadáver para
preguntarle cuál es la decisión de los dioses acerca de Numancia.
Después de una escena en la que Leoncio, joven soldado, reprocha a
Marandro su excesiva preocupación por sus amores con Lira, los sacer­
dotes sacrifican un carnero a Júpiter; pero un demonio arrebata la víc­
tima de sus manos. El cuerpo resucitado contesta a las preguntas de
Marquino que es inevitable el "lamentable fin" de la ciudad. Caravino,
desde el muro de la ciudad, ofrece a los romanos terminar con la gue­
rra por medio de un combate singular. Escipión se niega a esta solución,
seguro de su pronta victoria sobre los numantinos agotados por el ham­
bre. Las mujeres de la ciudad, enteradas de que sus maridos quieren
intentar una salida para ir a pedir ayuda, les convencen de que no las

15 Para la evolución del terna de Nurnancia como objeto literario v. PÉREZ RIOJA. JA.
"Nurnancia en la poesía", Celtlteria. revista de estudios so1tanos, IV, 1954, pp. 69-103.
1 6 ÜJJ. cit., p. 26.
H. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 557

dejen y no entreguen sus hijos y casas a los romanos. Entonces


Teógenes propone que se encienda una hoguera a la que se echarán
todas las riquezas de los numantinos, después de comer la carne de los
prisioneros romanos. Marandro, viendo que Lira está a punto de morir
abatida por el hambre, decide ir al campamento romano y volver con
todo el pan que pueda. Su amigo Leoncio le acompaña. Marandro vuel­
ve, herido de muerte, y expira en brazos de Lira. Salen entonces Guerra,
Enfermedad y Hambre: la fuerza del destino les obliga a dar la victoria
a los romanos. Los numantinos, para no caer vivos en poder de sus ene­
migos, se dan muerte unos a otros. Sólo Bariato escapa, escondiéndose
en una torre. Mario y Jugurta, extrañados por el humo que ven levan­
tarse y el silencio que reina en Numancia, penetran en la ciudad.
Escipión suplica a Bariato que se entregue, prometiéndole cuanto pueda
desear. Pero el joven, avergonzado de su miedo pasado, se arroja desde
la torre; así ningún cautivo acompañará en Roma el carro triunfal del
general. Finalmente sale Fama a celebrar la gesta de Numancia.
Una aproximación a la obra basada en el análisis del conjunto de
valores e imágenes que el autor proyecta en el ámbito de la
Antigüedad revela como primer elemento, reiterado como motivo
recurrente a lo largo del texto, la definición del genuino carácter de
los antiguos numantinos -de los españoles por extensión-: la esencia
prístina de un pueblo. España es continuamente presentada como
una "libre nación soberbia" y sus habitantes como "indómitos" y "fie­
ros" amantes de la libertad, guerreros de proverbial valentía llenos de
"bárbaro furor" contra el enemigo romano. Pero a su vez se dibuja
como un pueblo noble y cabal, amante de la paz, que recurre a la gue­
rra contra Roma por no poder soportar las injusticias continuas,
como se deduce de las palabras del embajador numantino a Cipión:

"Dice [Numancia) que· nunca de la ley y fueros


del senado romano se apartara,
si el insufrible mando y desafueros
de un cónsul y otro no le fatigara.
Ellos; con duros estatutos fieros,
y con su estraña condición avara,
pusieron tan grande yugo a nuestros cuellos,
que forzados salimos de él y de ellos." 17

17 Vv. 241-248.
558 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR 1-I. Ant. XXI (1997)

Es precisamente esta España esencial y atemporal la que, conver­


tida en personaje alegórico -junto al río Duero, la Guerra, el Hambre
o la Fama-, inicia el discurso en el que se despliega la visión del pasa­
do español objeto de nuestro análisis. En el diálogo entre España y el
Duero se condensa el núcleo del planteamiento cervantino sobre la
visión de la España antigua y su referencia respecto del presente. En
él se observa nitidamente la reproducción de la mayoría de los ele­
mentos fundamentales del modelo esencialista e invasionista defini­
do por Ocampo y Morales, ya desde los p1imeros versos:

"¡Alto, sereno y espacioso cielo,


que con tus influencias enriqueces
la parte que es mayor de este mi suelo,
y sobre muchos otros le engrandeces,
muévate a compasión mi amargo duelo,
y pues al afligido favoreces,
favoréceme a mí en ansia tamaña,
que soy la sola y desdichada España!
Bástete ya que un tiempo me tuviste
todos mis flacos miembros abrasados,
y al sol por mis entrañas descubriste
al reino oscuro de los condenados,
y a mil tiranos mil riquezas diste;
a fenicios y griegos entregados
mis reinos fueron, porque tú has querido,
o porque mi maldad lo ha merecido.
¿Será posible que contino sea
esclava de naciones estranjeras,
y que un pequeño tiempo yo no vea
de libertad tendidas mis banderas?" 18

Este fragmento supone el inicio del ejerc1c10 de convers1on del


modelo historiográfico a un modelo poético. La alusión a la continua
explotación de las ingentes riquezas del país -tema éste de la legen­
daria riqueza peninsular que tiene sus raíces en la propia
Antigüedad- abre un discurso en el que la historia de España lo es de
las invasiones sucesivas que la nación sufre por parte de los extran­
jeros. Al igual que en el modelo historiográfico, los fenicios y, ahora
también, los griegos, aparecen como pueblos rapiñadores que expo-

18 Vv. 353-372.
H. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 559

lian las riquezas sin cuento del suelo patrio, tiranizando además a los
españoles. Todo lo extranjero se engloba bajo el denominador común
de la dominación, la tiranía y el abuso, si bien Ocampo distinguía con
una mejor imagen a griegos frente a fenicios. En todo caso, España,
como entidad atemporal, lo es ya antes de la llegada de fenicios y grie­
gos. La asunción de una percepción del devenir histórico de España
desde el enfoque invasionista y esencialista se hace extensible
además a la explicación del porqué de la situación de sometimiento y
subordinación de España en la Antigüedad. La causa de esta desgra­
cia se atribuye a una predestinación trágica "merecida" por una "mal­
dad" de los españoles antiguos: la desunión. Cervantes genera todo
un modelo explicativo que permita entender, desde los presupuestos
ideológicos de una España que se quiere considerar cabeza hegemó­
nica de un imperio mundial, cómo es posible que en la Antigüedad
fuese una nación invadida y sometida. Este modelo explicativo utili­
za una lógica perfectamente asumible y comprensible por la sociedad
española de fines del siglo XVI, en plena efervescencia contrarrefor­
mista: la del pecado, la penitencia y la redención.

"Con justísimo título se emplea


en mí el rigor de tantas penas fieras,
pues mis famosos hijos y valientes
andan entre sí mismos diferentes.
Jamás en su provecho concertaron
los divididos ánimos furiosos,
antes entonces más los apartaron
cuando se vieron más menesterosos.
Y ansí con sus discordias convidaron
los bárbaros de pechos cudiciosos
a venir a entregarse en mis riquezas,
usando en mí y en ellos mil cruezas." 19

El destino es justo dada la impiedad de los españoles que per­


petúan la desunión, más acusada cuanto más necesaria se ha hecho
la unidad frente a los invasores, propiciando con semejante felonía el
castigo que supone la invasión continuada del solar hispano por
extranjeros que se hacen con las proverbiales riquezas de la
Península. Las referencias a la desunión como causa de la ruina his­
pana son constantes en otras partes de la obra:

19 Vv. 373-384.
560 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR H. Ant. XXI (1997)

"No sólo a vencernos se despiertan


los que habémos vencido veces tantas,
que también españoles se conciertan
con ellos a segar nuestras gargantas.
Tan gran maldad los cielos no consientan,
los rayos hieran las ligeras plantas
que se mueven en daño del amigo,
favoreciendo al pérfido enemigo." 20

" ... del lamentable fin, del mal nefando


que de Numancia puedo asegurarte,
la cual acabará a las mismas manos
de los que son a ella más cercanos." 21

"No entiendas que de paz habrá memoria,


que rabia alberga en sus contrarios senos;
el amigo cuchillo, el homicida
de Numancia será, y será su vida." 22

"Mas, ya que salga mejor


que yo pienso esta hazaña,
¿qué ciudad hay en España
que quiera daros favor?" 23

Los hijos de España -los españoles de ayer, de hoy y de siempre­


cometen el pecado fundamental de la desunión y, más terrible aún,
de la traición. La lectura en negativo de este fragmento, como la de
otros muchos similares a lo largo de toda la obra, remiten a un canto
a la unidad política conseguida por los Reyes Católicos y consolidada
por los Austrias como uno de los ejes discursivos fundamentales del
modelo de concepción de la nación pergeñado por Cervantes en la
obra, como lo es en las elaboraciones historiográficas coetáneas aus­
piciadas por el poder. En la Antigüedad fue la desunión la causa de
las desgracias hispanas y la que permitió a los extranjeros expoliar­
nos y dominarnos ya que, por otra parte, en valor, capacidad de resis­
tencia al invasor, amor por la libertad y orgullo patriótico nadie

20 Vv. 545-552.
21 Vv. 1069-1072.
22 Vv. 1077-1080.
23 Vv. 1382-1385.
1-I. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 561

alcanzó las cotas de los hispanos, como lo demuestra la gesta de


Numancia, sin par en el contexto de dominación mundial por Roma.
Esta insistencia en el tema de la desunión como maldad paradigmá­
tica bien puede entenderse como reflejo de los temores de una men­
talidad oficialista ante la realidad compleja y heterogénea que subya­
ce bajo la deseada apariencia de total unidad a todos los niveles pero,
sobre todo, política.
El precio de ese nefando mal en que incurrieron los antiguos
españoles es la pérdida de la libertad, que pasa por la caída inevita­
ble de Numancia. A lo largo de la obra el autor insiste repetidamente
en que el destino inmutable de Numancia es la destrucción. En este
caso Numancia funciona como la última porción de España libre. Es
necesario que España toda caiga bajo el yugo romano como peniten­
cia redentora del pecado capital de la desunión. El destino está echa­
do para Numancia y para toda España, como se pone de manifiesto
en varias ocasiones:

"Paréceme, varones esforzados,


que en nuestro daño con rigor influyen
los tristes signos y contrarios hados,
pues nuestra fuerza humana desminuyen." 24

"En fin, dado han los cielos la sentencia


de nuestro fin amargo y miserable.
No nos quiere valer ya su clemencia." 25

"La fuerza incontrastable de los hados,


cuyos efectos nunca salen vanos,
me fuerza a que de mí sean ayudados
estos sagaces mílites romanos.
Ellos serán un tiempo levantados,
y abatidos también estos hispanos." 26

Pero no para siempre. La penitencia del sometimiento, de la pérdi­


da de la libertad, pago inexcusable del pecado original cometido por
los españoles, marca el punto de inflexión a partir del cual un pueblo
purificado por la penitencia inicia el ascenso hacia la hegemonía y la

24 Vv. 537-540.
25 Vv. 897-899.
26 Vv. 1984-1989.
562 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR H. Ant. XXI (1997)

gloria. La intervención de otro personaje alegórico, la Guerra, que


contesta a las cuitas de España, viene a anunciar el giro del destino
que para España depara el futuro:

"Pero también vendrá en que yo me mude


y dañe al alto, y al pequeño ayude.
Que yo, que soy la poderosa Guerra,
de tantas madres detestada en vano,
aunque quien me maldice a veces yerra,
pues no sabe el valor de esta mi mano,
sé bien que en todo el orbe de la tierra
seré llevada del valor hispano,
en la dulce ocasión que estén reinando
un Carlos, y un Filipo y un Fernando." 27

En el momento en el que los españoles logren las dos redenciones


esenciales las perspectivas cambiarán. La consecución de la unidad
y la adopción del catolicismo por bandera harán de España la poten­
cia hegemónica que está destinada a ser, y los hasta ahora invadidos
pasarán a ser invasores, encabezados por una monarquía esclareci­
da. El ejercicio propagandístico de loa a la corona se aúna a la apo­
logía de la guerra, que remite al tema clásico de la "guerra justa"28,
tan necesario para una sociedad embarcada en continuas empresas
bélicas. Es el personaje alegórico del Duero el que anuncia el punto
de inflexión en el rumbo del destino de España, encaminado ahora
hacia la apoteosis más absoluta:

"Mas ya que el revolver del duro hado


tenga el último fin estatuido
de ese tu pueblo numantino amado,
pues a términos tales ha venido,
un consuelo le queda en este estado:
que no podrán las sombras del olvido
escurecer el sol de sus hazañas,
en toda edad tenidas por estrañas;
y puesto que el feroz romano tiende
el paso agora por tu fértil suelo,
que te oprime aquí, y allí te ofende

27 Vv. 1990-1999.
28 AVALLE-ARCE, J.B., "LaNumancia... ", cit., p. 251.
H. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 563

con arrogante y ambicioso celo,


tiempo vendrá, según que ansí lo entiende
el saber que a Proteo ha dado el cielo
que estos romanos sean oprimidos
por los que agora tienen abatidos." 29

Una concepción del devenir histórico preñada de un determinismo pro­


videncialista de clara herencia medieval -que encuentra sus raíces más
profundas en el pensamiento agustiniano-, desde la cual el destino inmu­
table de Numancia-España pasa por la destrucción y el sometimiento,
desemboca, tras este desastre, en una línea de ascenso imparable30 . El
tono profético y críptico es el vehículo para el augurio de la venganza sobre
los actuales dominadores, episodio que se hará explícito más adelante. La
concepción esencialista, la identificación de naciones antiguas y moder­
nas justifica este fragmento. A partir de aquí Cervantes desarrolla su par­
ticular visión de ese no menos justo e inevitable devenir histórico de
España hacía su destino glorioso, a través de la profecía del Duero:

"De remotas naciones venir veo


gentes que habitarán tu dulce seno
después que, como quiere tu deseo,
habrán a los romanos puesto freno.
Godos serán, que con vistoso arreo,
dejando de su fama el mundo lleno,
vendrán a recogerse en tus entrañas,
dando de nuevo vida a sus hazañas.
Estas injurias vengará la mano
del fiero Atila en tiempos venideros,
poniendo al pueblo tan feroz romano
sujeto a obedecer todos sus fueros." 31

Este fragmento revela la asunción de otro de los elementos esen­


ciales del modelo de Ocampo y Morales. Los godos aparecen aquí, no
como una nueva oleada invasora de extranjeros expoliadores, antes
al contrario. Son los que vengan la caída de Numancia, de España por
extension, y someten al romano que jamás es contemplado como vin-

29 Vv. 457-472.
30 Sobre la idea de progreso, que es la que inspira toda esta concepción evolutiva
de la Historia de Espafla, v. el clásico de MARAVALL, J.A., Antiguos y modernos (La
idea de progreso en el desarrollo inicial de una sociedad}, Madrid, 1966.
31 Vv. 473-484.
564 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR H. Ant. XXI (1997)

culada a España más que como invasor. No es el caso de los godos,


que enseguida son españolizados e integrados en la herencia evoluti­
va del prístino componente hispano. Recordemos que el goticismo
tradicional de la historiografía castellana era recogido y potenciado en
el modelo de Morales, que presenta a los godos como únicos garantes
de la conexión ininterrumpida de españolidad a lo largo del turbio y
necesariamente olvidable paréntesis de dominación mora, borrón
ignominioso sobre el que Cervantes pasa, significativamente, sin una
sola alusión. Simplemente no hay cabida para algo así en un modelo
como éste. El tema es de enorme importancia, porque en gran medi­
da condiciona la visión invasionista y esencialista aplicada a la
Antigüedad. El modelo que propugna la pervivencia de la esencia
española, incontaminada y prístina, cabría decir que en estado de
hibernación, a través de las oleadas invasoras, como algo autónomo.
a lo largo de toda su Historia y muy especialmente en época romana,
probablemente venga determinada por el trauma que en la concien­
cia colectiva de una sociedad como la española del siglo XVI, obse­
sionada por el mestizaje, suponían ocho siglos de dominación musul­
mana y por las necesidades de articular una visión histórica en la que
ello no tuviera por qué suponer, antes al contrario, asimilación ni
mezcla alguna, legitimando así la cuestión de la pureza de sangre. Por
otro lado cabría así entender por qué la caída del Imperio Romano no
juega en la nuestra el papel que es tan esencial en la tradición cul­
tural europea. El discurso profético del Duero se dedica ahora a glo­
sar las futuras gestas hispanas:

"Yportillos abriendo en Vaticano,


tus bravos hijos, y otros estranjeros,
harán que para huir vuelva la planta
el gran piloto de la nave santa.
Y también vendrá tiempo en que se mire
estar blandiendo el español cuchillo
sobre el cuello romano, y que respire
sólo por la bondad de su caudillo.
El grande Albano hará que se retire
el español ejército, sencillo
no de valor, sino de poca gente,
que iguala al mayor número en valiente." 32

32 Vv. 485-496.
H. Ant. XXI (1997) MODELOS MISTORIOGRÁFICOS 565

La proyección pasado-presente y la identificación de entidades antiguas


y modernas es explicita cuando, continuando con el cambio de papeles -de
dominados a dominadores- que suponen los godos en el discurso de la
Hist01ia de España, se hace referencia al momento en que España deses­
tima magnánimamente la destrucción de Roma, encamada en el Papados._1 ,
con el precedente de Atila, al que al parecer acompañaban españoles. El
futuro de España, en boca del Duero, sigue dando sus pasos esenciales:

"Y cuando fuere ya más conocido


el propio Hacedor de tierra y cielo,
aquel que ha de quedar istituido
por visorrey de Dios en todo el suelo,
a tus reyes dará tal apellido,
cual viere que más cuadra con su celo:
católicos serán llamados todos,
sucesión digna de los fuertes godos." 31

Si con los godos llega la cristianización de España y se consuma la


primera de las redenciones fundamentales, los reyes españoles, sus
"sucesores dignos", consiguen elevarla a cabeza de la Cristiandad.
Nótese cómo ahora se utiliza al Papado como elemento exaltatmio y
legitimador, cuando algunas estrofas antes no era sino el heredero
directo del romano dominador al que gentilmente se renuncia destruir.
En todo caso, no es hasta que España se constituya como defensora y
garante del catolicismo y en el mundo luche por el Dios verdadero y la
ortodoxia doctiinal que puede llegar a completar su destino. Esto se
consigue progresivamente con los Reyes Católicos y Carlos 1, culmi­
nando con Felipe 11. El relato del devenir histórico de España se va con­
virtiendo en un canto de alabanza al monarca y a su proyecto político:

33 Por lo que se deduce del fragmento, pa:rece que la alusión podría _ref!':_rlrse no al
famoso Saco de Roma ele 1527 por parte de Carlos I, sino al episodio de 1566 en que
el Duque ele Alba. enviado a Italia por Felipe II para auxiliar a los Colonna. persegui­
dos por el papa Paulo IV, derrota al ejercito papal y a las tropas francesas que le ayu­
daban. "El grande Albano" no permitió que sus propios soldados saqueasen Roma otra
vez y firmó un tratado de paz con el Sumo Pontífice.
34 Vv. 497-504.
566 M. ÁLVAREZ MART'Í-AGUILAR H. Ant. XXI (1997}

"Pero el que más levantará la mano


en honra tuya y general contento,
haciendo que el valor del nombre hispano
tenga entre todos el mejor asiento,
un rey será, de cuyo intento sano
grandes cosas me muestra el pensamiento.
Será llamado, siendo suyo el mundo,
el segundo Felipo sin segundo.
Debajo de este imperio tan dichoso
serán a una corona reducidos,
por bien universal y a tu reposo.
tus reinos hasta entonces divididos:
el girón lusitano tan famoso,
que un tiempo se cortó de los vestidos
de la ilustre Castilla, ha de zurcirse
de nuevo, y a su estado antiguo unirse." 35

La segunda lacra multisecular la viene a e1Tadicar definitivamente


Felipe II, que culmina el proceso de unidad territorial, ya que es rey
también de Portugal, que es considerada no como igual de España,
sino como una porción de Castilla temporalmente desgajada que
retorna a su verdadero papel, subsumido en el de Castilla-España.
Todo lo anterior bien se puede interpretar como una genealogía glo­
riosa del monarca, que supone el cénit de la historia de España. Con
él, el ciclo se ha cumplido. La unidad esencial de un pueblo se con­
creta definitivamente en la unidad ten-itorial también atemporal
sumada a todas las demás unidades -religiosa, política- ya consegui­
das. La apoteosis es entonces total:

"¡Qué envidia, qué temor, España amada,


te tendrán mil naciones estranjeras,
en quien tú teñirás tu a�uda espada
y tenderás hiunfando tus banderas!" 36

Apoteosis del mensaje impe1ialista, canto propagandístico de un


belicismo exacerbado, incluso con componentes xenófobos, como ele­
mento complementario a la exaltación de lo hispano. Todo ello como
colofón de un ejercicio de glorificación que recuerda casi tanto a Jo - ---,,==::;::..-

35 Vv. 505-520.
36 Vv. 521-524.
H. Ant. XXI (1997) MODELOS HISTORlOGRÁFICOS 567

que en lo historiográfico representan Ocampo o Morales, como a lo


que poco después supondrá el fenómeno de los falsos cronicones y la
historiografia fabuladora y alucinada del s. XVII, respuesta de alie-·
nación ante a una realidad social y política frustrante.
Las coincidencias de los elementos que venimos analizando y que
constituyen todo un modelo de recreación poética del devenir históri­
co de España desde la Antigüedad, con el modelo historiográfico defi­
nido por Ocampo y Morales son evidentes. El componente esencialis­
ta radica en la creencia en un pueblo español, prístino, que lo es
desde entonces y hasta el presente del autor sin alteración. Los
españoles de Numancia son esencialmente los mismos que junto a
Atila hacen huir al Papa, evitan el saqueo de Roma, o finalmente
imponen su Imperio en todo el orbe. Esto, que se revela de manera
implícita a lo largo de toda la obra, se hace a veces muy patente.

"Indicio ha dado esta no vista hazaña


del valor que en los siglos venideros
tendrán los hijos de la fuerte España,
hijos de tales padres herederos" 37

Esta correspondencia directa entre el pasado y el presente tiene


varias funciones. Sirve para evidenciar las que son características
genuinas ya desde el pasado, pero por siempre, de los españoles: el
valor, el orgullo indomable, el irreductible amor por la independencia
y la libertad... Otra de las funciones paralela a ésta es la de, igual­
mente, identificar otras entidades espaciales o nacionales del pasado
con las que el autor considera directas herederas en el presente. El
caso de la identificación de la Roma antigua con el Papado es muy evi­
dente. Hay otros ejemplos que configuran imágenes minusvalorantes
o claramente despectivas respecto del "otro", que pueden contemplar­
se como manifestaciones del fenómeno de apología y contraataque
frente al incipiente desarrollo de la "leyenda negra" antihispánica38 :

37 Vv. 2433-2436.
38 V. SALAVERT FABIANI, V.L., "Xenofobia e Historia. La imagen de Francia en los
Anales de la Corona de Aragón de Zurita", en Jerónimo Zurita. Su época y su escuela.
Zaragoza, 16-21 de mayo de 1983, pp. 143-156, como ejemplo de fenómenos parale­
los en lo historiográfico.
568 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGUfLAR H. Ant, XXI [1997)

"En el fiero ademán, en los lozanos


marciales aderezos y vistosos,
bien os conozco, amigos, por romanos,
romanos, digo, fuertes y animosos.
Mas en las blancas delicadas manos
y en las teces de rostros tan lustrosos
allá en Bretaña parecéis criados,
y de padres flamencos engendrados." 39

El agravio a flamencos e ingleses es tanto más acusado cuanto que


Cipión se está dirigiendo a unas tropas sumidas en la degeneración,
la indisciplina y la molicie.

Hay que señalar, como lo ha hecho J.B. Avalle-Arce4o , la existen­


cia de un cierto grado de ambigüedad en la valoración de Roma, por
un lado invasora, enemiga, pero por otro lado paradigma histórtco de
la concepción de Imperio que España aspira a encarnar. Es inevita­
ble que la España imperial de los Habsburgo se vea de alguna mane­
ra reflejada en la imagen del Irnperto Romano4 1. Esta ambigüedad es
patente en el tratamiento del personaje de Cipión, que adquiere tin­
tes de gran figura militar que finalmente reconoce la grandeza de la
gesta numantina. Por ello una rebelión contra el poder imperial de
Roma había de ser debidamente Justificada, como de hecho se hace
en los versos 233-248 (vid. supra), al presentarla corno justa lucha
contra la tiranía42 .
Hemos visto cómo los ejes esenciales del discurso de las elabora­
ciones de Ocarnpo y Morales se reutilizan en la obra de Cenrantes no
ya como un elemento accesorio sino como el pilar básico sobre el que
se construye el marco de referencia ideológico de la obra. De hecho,
Cenrantes viene a resumir en unas estrofas toda la concepción no
sólo de la España Antigua. también del devenir histórico hasta el pre­
sente, que anima la propuesta historiográfica oficial de los reinados
de Carlos I y Felipe II. En este caso, la visión de "evolución biológica"

39 Vv. 65-72.
40 AVALLE-ARCE, J.D., "La Numancia ... ", cit., pp. 255 y ss.
41 Sobre la evolución del concepto de Imperio, v. ARCO Y GARAY, R., La i.dea del
Imperfo en la política y en la títeratura espafwlas, Madrid, 1944.
42 Un ejemplo interesantísimo de estudio de la reutilización de la imagen de la
Roma clásica en la historiografía moderna en GONZÁLEZ, J., La idea de Roma en la
historiogrqfia indiana (1492·1550), Madrid, 1981.
H. Ant. XX1 (1997) MODELOS HISTORIOGRÁFICOS 569

que caracterizaba la construcción de Ocampo, se ve transformada en


un modelo presidido por los conceptos católicos de pecado, peniten­
cia y redención. Los vicios/pecados de los españoles -desunión y
paganismo- motivan el sufrimiento de la terrible penitencia de la
dominación y las invasiones extranjeras. La purificación por el sufri­
miento de la pérdida de la libertad y la conversión a la verdadera fe y
la esforzada recuperación de la unidad �sencial propician un destino
glorioso en el que los españoles serán dominadores y conquistadores.
No faltan en todo caso excepciones y diferencias respecto del que
venimos considerando como modelo historiográfico imperante. Es el
caso por ejemplo de la religión de los españoles numantinos.
Ocampo recogía la tradición del monoteísmo primitivo de los prime­
ros pobladores peninsulares, directamente entroncados eon legen­
dalios personajes bíblicos como Noé y Túbal. En la obra, los numan­
tinos son paganos y su panteón no es sino el romano. De hecho,
gran parte de la jornada segunda se dedica a la descripción de la
celebración de un rito adivinatorio de ríquisimas connotaciones43,
aparte de las numerosísimas invocaciones y referencias a deidades
como Júpiter, Plutón, Ceres, etc. Es explícita, por otro lado, la idea
de que no es sino con el catolicismo y su íntima relación con los
reyes españoles cuando España pueda alcanzar su destino de gran­
deza. En la lógica interna del esquema de progreso histó1)co de
España que Cervantes propone, el paganismo se añade a la desu­
nión de los españoles, si no como maldad, sí al menos como insufi­
ciencia necesariamente trocada en el futuro por la condición de ser
la más católica de todas las naciones.
Algo similar cabría decir del modelo monárquico, tan importante en
las construcciones de Ocampo y Morales y ausente en las referencias
sobre la España Antigua en esta obra. En todo caso su importancia en
la evolución del destino histórico de España sí que es clave para el
autor. Son los monarcas españoles, a partir de los Reyes Católicos, los
que redimen a España de sus faltas y Felipe 11, sobre todo, el que con­
suma el destino glorioso de la nación. La ausencia de la figura del
monarca en la Antigüedad bien podría interpretarse como la falta de
uno de los elementos necesalios para que España abandone el papel
de invadida y dominada y llegue a ser dominadora y expansiva.

43 V. WHITBY, W.M., "The SacrificeTheme ... ", cit.

You might also like