La salud no sólo es importante para el bienestar de individuos, familias y comunidades,
sino que constituye también un poderoso instrumento para alcanzar el desarrollo social y económico. Esto se debe a que los vínculos entre las dimensiones medioambiental, social y económica del desarrollo sostenible son fuertes y numerosos. La dimensión económica está relacionada con la medioambiental; la dimensión medioambiental está relacionada con la social; y la dimensión social está relacionada con la económica. El creciente reconocimiento por parte de los líderes políticos nacionales e internacionales y los responsables de la toma de decisiones de las dimensiones social y sanitaria del desarrollo sostenible obedece, en gran medida, a la sobrecogedora importancia de las amenazas para la salud que se ciernen sobre nuestras sociedades. Se trata también del reconocimiento del asombroso coste económico que acarrean los problemas de salud y de los enormes beneficios sociales y económicos potenciales de invertir en salud No se trata de meras estadísticas. Se trata de hombres y mujeres, niños y niñas, y miembros de familias y comunidades. Se trata de estudiantes, profesores, doctores, enfermeras y comunidades. A cada uno de ellos se le ha negado la oportunidad de ser un miembro sano y plenamente productivo de la sociedad. Es posible que esto parezca un desafío excesivo, pero no lo es. Se trata de una formidable oportunidad para cambiar realmente las vidas de individuos, familias, comunidades y países. Los comisarios explican cómo hemos subestimado enormemente las pérdidas económicas relacionadas con la salud y cómo dichas pérdidas pueden obstaculizar e incluso invertir el desarrollo económico de los países. Es obvio que mejorar la salud y la longevidad de las personas más pobres del mundo constituye un valioso empeño humanitario en sí mismo. El Informe de la Comisión de Macroeconomía y Salud (CMS) proporciona evidencia empírica que demuestra que la inversión en sanidad también permite conseguir desarrollo económico y reducción de la pobreza. Para lograr un desarrollo que sea sostenible debemos concentrar nuestros esfuerzos en ciertas áreas prioritarias. Estas comprenden la salud humana, la erradicación de la pobreza urbana 1. La salud es un insumo importante para el desarrollo sostenible. Sin salud no hay desarrollo sostenible; las personas sanas son más capaces de aprender, trabajar y contribuir de manera positiva a sus economías y sociedades. 2. El desarrollo sostenible producirá más salud. El desarrollo más inteligente en sectores como el transporte, la vivienda, la energía y la agricultura, puede generar más beneficios colaterales a la salud y menos riesgos, en particular para las enfermedades no transmisibles (ENT). Por ejemplo, las estrategias que promueven la actividad física pueden conducir a una disminución de los factores de riesgo tales como la obesidad. 3. Pero sólo si la salud es un criterio clave para la selección de las políticas y planes de desarrollo sostenible. Si bien existe la expectativa de que la salud se beneficiará de las iniciativas de desarrollo sostenible, esto podría no suceder automáticamente. Las oportunidades para “la salud en la economía verde” no han sido plenamente explotadas por los sectores de la salud y del desarrollo. Es importante que la “economía verde” dé prioridad a las intervenciones que promuevan la salud de la mayor cantidad posible de personas. Esto requiere que los riesgos y beneficios de las estrategias de desarrollo sean explícitos y que el sector económico también los tengan en cuenta. 4. El sector de la salud puede liderar este proceso. El sector de la salud puede generar evidencia sobre qué políticas son buenas para la salud mediante la medición de las iniciativas de desarrollo sostenible; también puede promover la adopción de las Evaluaciones del Impacto en Salud (EIS)1 y ayudar a establecer objetivos, definir indicadores y monitorear cómo las políticas aplicadas por otros sectores contribuyen a la salud. El desarrollo sostenible no es posible sin una población saludable. La salud juega un papel importante en la disminución de la pobreza, puesto que los individuos sanos son más productivos y unos individuos más productivos pueden competir en igualdad de condiciones con otros. De esa forma, la salud pone a las personas en una situación de igualdad de oportunidades, lo que mejora su ingreso y el crecimiento de la economía. La permanencia de los problemas relacionados con el agua y el saneamiento en la agenda política mundial indica la amplitud de las dificultades y de los retos para enfrentarlos. Una de las consecuencias más obvias es el impacto en la salud pública de la falta de redes de agua y saneamiento, las cuales generan enfermedades que pueden perjudicar la economía de los hogares. Tomando en cuenta los temas discutidos anteriormente, la agenda inconclusa del agua y saneamiento se puede resumir en los siguientes puntos: ■ Hacer que “servicios mejorados” tomen en consideración la calidad de agua para consumo humano y que los servicios sean continuos y sostenibles; ■ Reducir las inequidades de cobertura en países pobres y en áreas rurales de todos los países; ■ Implementar políticas de protección social para que los pobres tengan acceso a los servicios de saneamiento básico; ■ Aumentar la cobertura de los sistemas de tratamiento de aguas residuales; ■ Abogar por políticas que incorporen variables de gestión de riesgo en el diseño y operación de los sistemas de saneamiento básico; ■ Ampliar los términos de referencia del documento de Evidencia (Policy Brief) de la OPS/OMS para incorporar otras áreas del saneamiento básico; ■ Reglamentar las leyes de residuos sólidos y adoptar mecanismos de control para su implementación; ■ Aumentar la cobertura de recolección y barrido de residuos sólidos en áreas urbano-marginales; y Proporcionar soluciones de tratamiento y disposición de residuos sólidos en áreas urbanas. Uno de los grandes retos es dar mayor visibilidad a la agenda de saneamiento con indicadores propios. Esto requiere una homogenización de los términos usados para que las estadísticas generadas puedan ser comparadas. Las políticas sobre el manejo de los desechos deben poseer una visión integral de los residuos y un enfoque ambiental y sanitario preventivo que promueva la minimización de los residuos en términos cuantitativos y cualitativos (generación de menos residuos y de menor riesgo al ambiente y la salud), y que asegure un desarrollo sustentable y eficiente del sector. El uso de los promedios regionales y nacionales para evaluar los avances en materia de acceso al agua y saneamiento ya no resulta suficiente, pues éstos no reflejan las desigualdades que existen en muchas dimensiones dentro de los países. Los indicadores hasta ahora utilizados para caracterizar el acceso al agua y saneamiento requieren ser afinados. Por ejemplo, el indicador de “uso de una fuente mejorada de agua potable” no significa necesariamente el acceso a “agua potable”. Finalmente, el cambio climático probablemente conducirá a un mayor estrés hídrico, lo que significa que las necesidades de agua potable compiten con otros usos del agua, tales como la agricultura y la industria. Los sistemas de saneamiento requerirán abordarse desde la perspectiva del ahorro de recursos y el reaprovechamiento de las aguas servidas conforme a estándares sanitarios estrictos y suficientes La Promoción de la Salud puede contribuir notablemente a conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, mediante estrategias multisectoriales e integrales que incorporen la perspectiva de equidad y género, basadas en la evidencia científica, y que actúen en las cinco áreas prioritarias de acción ya contempladas en la carta de Ottawa, y que han ido perfilándose en las diferentes Conferencias de Promoción de Salud : Políticas Públicas Saludables y salud en todas la políticas Entornos que favorezcan la salud (Escenarios Promotores de Salud) en el ámbito comunitario, educativo, universitario, laboral, etc. Acción comunitaria que promueva la participación comunitaria Desarrollo de habilidades, que empoderen a la población Reorientación de los sistemas sanitarios hacia la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. Sin duda, los Objetivos de Desarrollo Sostenible contribuirán a mejorar la salud, el bienestar y la calidad de vida de la población, porque intervienen en los principales determinantes de la salud como son la educación, las condiciones de vida, la política social, y el medio ambiente físico.
Para lograr el desarrollo sostenible es fundamental garantizar una vida saludable y
promover el bienestar para todos a cualquier edad. Se han obtenido grandes progresos en relación con el aumento de la esperanza de vida y la reducción de algunas de las causas de muerte más comunes relacionadas con la mortalidad infantil y materna. Se han logrado grandes avances en cuanto al aumento del acceso al agua limpia y el saneamiento, la reducción de la malaria, la tuberculosis, la poliomielitis y la propagación del VIH/SIDA. Sin embargo, se necesitan muchas más iniciativas para erradicar por completo una amplia gama de enfermedades y hacer frente a numerosas y variadas cuestiones persistentes y emergentes relativas a la salud. Salud y medio ambiente La contaminación y la degradación medioambiental y la utilización no sostenible de recursos naturales tienen un efecto negativo directo sobre la salud de las personas y, en particular, la salud de los niños. Desde 1992 nuestro conocimiento sobre el cambio climático y sus efectos medioambientales y sobre la salud humana ha aumentado. Asimismo, estamos aprendiendo acerca del impacto positivo sobre la salud que está generando la reducción de la degradación medioambiental y la inversión en la renovación medioambiental. El concepto de desarrollo sostenible define claramente tres pilares: social, ambiental y económico. La salud y la promoción de la salud con frecuencia se incorporan dentro de la dimensión social. Sin embargo, debido a que la salud influencia y es influenciada por las situaciones y los cambios en los factores sociales, económicos y ambientales, considerar a la salud solo en un contexto social plantea un desafío para la acción efectiva y es algo que debe ser reconsiderado. Mientras el mundo enfrenta el cambio climático, es pertinente centrar las actuaciones en las estrategias de adaptación que promueven los ambientes limpios y libres de contaminación. Los estudios han demostrado que el 25% de las enfermedades está relacionado con factores ambientales (Prüss-Üstün y Corvalán, 2006). Por lo tanto, nuestros esfuerzos para desarrollar e implementar estrategias de adaptación y mitigación deben centrarse en la modificación de estos factores ambientales con el fin de disminuir la carga de enfermedades. Al analizar las dimensiones sociales del cambio climático en el contexto de los pilares del desarrollo sostenible, tres áreas principales se destacan: las necesidades individuales, básicas y sociales. Las necesidades individuales se refieren a lo que las personas necesitan para vivir: la salud, el trabajo decente, la protección social y el empoderamiento. Las necesidades básicas de las familias incluyen agua, alimentos, energía, vivienda, transporte y seguridad. Por último, las necesidades sociales que deben garantizarse en el ámbito de la comunidad incluyen la equidad y la inclusión social, los derechos humanos, la participación, la gobernanza, la cooperación, la solidaridad y la educación. Estos pilares y dimensiones del desarrollo sostenible en conjunto ofrecen un plan de trabajo integrado para la acción de salud pública. Con el fin de avanzar en el campo del desarrollo sostenible y la salud en la Región es crucial definir un nuevo paradigma para la plena integración de la salud como una parte intrínseca de los procesos sociales, ambientales y económicos. Estas dimensiones del desarrollo sostenible también deben entenderse como interactivas e intrínsecamente conectadas. Sin desarrollo sostenible no hay salud, pero igualmente no podemos tener salud sin desarrollo sostenible.