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Con el inicio de año se viene una ola de personas a las áreas deportivas, llenos de buenas
intenciones para mejorar su salud, la cual no fue cuidada el año anterior. Empezamos por
inscribirnos al gimnasio, aprovechando promociones y en ocasiones pagando meses por
adelantado.
La motivación que se genera para llegar a las metas y propósitos en lo que al físico se refiere,
puede provocar que la intensidad sea excesiva a la hora de practicar ejercitarse. Forzarse a correr
10K cuando el año pasado apenas fuiste constante en correr 5K por un par de meses, puede ser
muy peligroso.
Una actividad intensa y excesiva, buscando tal vez recuperar lo que no logramos por la falta de
continuidad, es sumamente imprudente y arriesgado. No obstante seamos constantes la primera o
segunda semana, los días para realizar actividad física los vamos espaciando cada vez más, al
grado de convertirnos en deportistas esporádicos.
Si no se padece de alguna enfermedad cardiaca o lesión previa, tal vez no sea necesario visitar al
médico para que nos sugiera una rutina o cuidados especiales. Sin embargo lo más recomendable
es visitar a un experto en medicina del deporte. Una vez iniciado el programa sugerido, lo mejor es
ir incrementando gradualmente la intensidad y la duración de nuestros ejercicios, acompañados
de descansos adecuados que nuestro cuerpo vaya pidiendo.
Ser constantes en el ejercicio y alimentación cuesta trabajo, pero que con la motivación que
obtenemos al visualizar la meta podemos obtener el empuje suficiente para crear el hábito.
Referencias:
Plan integral para la actividad física y el deporte. Consejo Superior de Deportes, España. Junio
2009. Recuperado de: http://www.csd.gob.es/csd/estaticos/plan-
integral/PlanIntegralAD1.pdf
Los riesgos de una actividad deportiva intensa y excesiva. CCM Salud. Junio 2014. Recuperado
de: http://salud.ccm.net/contents/442-los-riesgos-de-una-actividad-deportiva-intensa-y-
excesiva
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