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La escritura en sus detalles:

Recomendaciones puntuales
para la redacción

Matías Pojomovsky

Osvaldo Beker

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Matías Ariel Pojomovsky (Buenos Aires, 1987) es estudiante de la carrera de
Ciencias de la Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Es
investigador en el Proyecto “Verificación de estrategias discursivas en Crónicas
Urbanas” en la misma casa de estudios desde el 2010. Se desempeña en el
área de Educación del Parque de la Memoria, Homenaje a las Víctimas del
Terrorismo de Estado. Colabora en la coordinación de Talleres de Escritura.

Osvaldo Beker (Buenos Aires, 1974): licenciado y profesor en Letras (UBA),


licenciado y profesor en Comunicación (UBA). Por defender su Tesis de
Maestría en Análisis del Discurso (UBA), es doctorando en la Facultad de
Ciencias Sociales (UBA), investigador y profesor de grado y posgrado en la
UBA, en la UCES, en la UFLO, y en el Instituto Superior en Letras Eduardo
Mallea.

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PRÓLOGO

La palabra es nuestra herramienta inmediata y necesaria para


relacionarnos con los demás. Bastaría con recurrir a la etimología griega del
vocablo “idioma”, para saber que este apunta a la ‘identidad’, al ‘carácter propio
de alguien’, y que por extensión, luego pasa a significar: ‘el lenguaje propio de
una nación’. Este bien común, patrimonio de cada uno de los miembros de una
comunidad, debería ser cuidado, alimentado y enriquecido en pos de su
integridad unificadora y del valor que representa verse reflejado en su esencia
primordial. Tal compromiso se acrecienta cuando quienes hacen uso de sus
elementos emplean la palabra oral y escrita en su quehacer profesional. Nos
referimos en especial a periodistas, oradores, escritores, traductores,
redactores, educadores…, es decir, comunicadores sociales en general, que
olvidan la responsabilidad que les cabe en la misión de articular los mensajes
con propiedad y justeza. Por otro lado, el español posee mayor debilidad ante
la contaminación y el deterioro que cualquier otro idioma. Esto se debe a las
grandes áreas de su extensión geográfica (más de veinte países lo tienen
como lengua propia) y a los muchos millones de usuarios que lo mantienen
vigente en contextos lingüísticos ajenos.

Sabido es que del correcto uso del lenguaje depende el triunfo de las
relaciones sociales y personales, la eficacia de los mensajes de trabajo, la
aprobación de prácticos de la escuela y la universidad así como los cuantiosos
logros de la vida cotidiana. Lo mismo ocurre con la imagen institucional; cuanto
mejor esta se proyecte, la prosperidad reinará en los negocios y en todo tipo de
emprendimientos. En ambos casos, tanto en lo personal como en el ámbito de
la empresa, la buena imagen se relaciona con el cuidado uso del idioma, y
especialmente, en la buena ortografía de sus escritos. En consecuencia, tanto
al hablar como al escribir, nos surgen interrogantes sobre la expresión precisa,
el vocablo ajustado, la pronunciación exacta, la concordancia adecuada, entre
otros.

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Sin duda, la computadora constituye una fuente eficaz para paliar el
problema de las dudas gramaticales, aunque sabemos que es incapaz de
resolver absolutamente todas ellas y a la vez, fundamentarlas. A esta
herramienta, para que sea eficaz en nuestra formación, hay que agregarle el
conocimiento personal del código escrito y su normativa, que parte desde el
uso preciso de las letras, la correcta utilización de tildes y signos de
puntuación, hasta transitar por otros rumbos más complejos como son el uso
específico de preposiciones y conjunciones, las acertadas correlaciones
verbales, la aplicación adecuada del gerundio, así como el correcto uso de
mayúsculas y minúsculas, entre otros tantos.

El lector a esta altura podrá pensar que quienes aquí escribimos


tenemos un concepto estratificado de la lengua y que la concebimos a manera
de código monolítico e inquebrantable. Por el contrario, entendemos que la
lengua es vida en constante renovación y crecimiento, y que por ella se
expande la vitalidad que hará que su naturaleza se matice para estar a la altura
de los tiempos. De ahí que cuando hablamos de corrección no nos oponemos a
esta fuerza innovadora y pujante; antes bien, la acogemos con toda
satisfacción. Pero una cosa son los cambios por madurez propia y otra, los
errores cometidos por ignorancia o indiferencia. Esta última es la actitud de
muchos medios de comunicación y de infinidad de páginas digitales de la web
que no contribuyen a la evolución de nuestra lengua, sino a aumentar las
dificultades en el camino de la comunicación y el entendimiento. Estos
desaciertos que nos invaden día a día, ya por vía oral o escrita, están
señalando, entre otras variables, la ineficacia del aprendizaje escolar, el
alejamiento de la buena lectura, la falta de prácticas de escritura, la ausencia
de reflexión sobre el lenguaje y sus alcances, la apatía frente a la prevención
de su envilecimiento.

Como individuos y profesionales tenemos el imperativo de aprender a


expresarnos con propiedad y para ello adquirir el hábito de corregir
constantemente el texto que estamos componiendo, ser meticulosos y
constantes en la búsqueda del vocablo o de la función gramatical de
determinadas elecciones lingüísticas. Si como ya dijimos, el idioma es un
legado comunitario, y no solo de las Academias, todos debemos entender que

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un idioma bien hablado y bien escrito es redituable para la vida de cada uno y
para el éxito de la organización o empresa a la que pertenecemos. Corrección,
pues, no denota ley coercitiva o devaneo purista, sino signo de comunicación y
encuentro, de autodefinición y claridad en los objetivos propuestos. Así
concebida, la corrección es un servicio solidario a ese bien común llamado
lengua; sus principios deberán ser asumidos por la conciencia colectiva que los
considerará válidos no porque sean correctos, sino porque gracias a serlo
establecen una más fácil y amplia significación.

El libro que hoy presentamos, atípico en la manera de organizar su


material informativo y por ello más eficaz que otras fuentes, es una guía valiosa
tanto para el escritor avezado como para el circunstancial que buscan erradicar
las dudas surgidas en el momento de articular su mensaje. En efecto, la
claridad de sus conceptos incitará a los escritores a ser más perspicaces en la
instancia de pulir las expresiones lingüísticas utilizadas y les otorgará mayor
competencia. Sus autores saben que trabajar por la palabra es también trabajar
por la vida, ya que no conocer en profundidad nuestro idioma es vivir
pobremente, a medias o, lo que es peor, a expensas de quienes sí saben
expresarse o de quienes ejercerán a través de sus prédicas su poder y
dominio. Con ellos estaremos seguros, entonces, de que trabajar por la palabra
es también trabajar por la identidad, la propia, la nacional, aquella que nos
caracteriza desde nuestros arquetipos.

Magíster Lina Mundet

Rectora del Instituto Eduardo Mallea

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PRESENTACIÓN

“No deja de llamar la atención que hay una coincidencia en la opinión de que la
escritura es una práctica discursiva que genera grandes dificultades.”
(Gloria Pampillo)
“La escritura es a la vez evidentemente un campo de goce y un campo de
responsabilidad; y son estos dos renos, si se puede decir, los que hay que
tener con una misma rienda.”
(Roland Barthes)
“He escrito por la mañana, por la tarde, prima noche, en las horas de la
madrugada, con el alba, con la aurora, a mediodía, a la tarde. He escrito
estando bueno, con salud pletórica, enfermo, titubeante, sin sanidad y sin
dolencia.”
(Azorín)

El presente libro representa un aporte útil para muchos que puedan


llegar a contar con ciertas dificultades a la hora de la redacción y de la
corrección. No pretende sino constituir un modesto lugar de consulta sobre
algunos aspectos puntuales ligados a la escritura, práctica que, en reiteradas
ocasiones, ofrece instantes de incertidumbres, de dudas (y, decididamente, de
desconocimientos). Este puñado de recomendaciones persigue un objetivo
unívoco que se vincula con otorgarle a quien escriba certidumbres con respecto
a reglas determinadas, precisas, pero que, con llamativa frecuencia, destacan
por su ausencia. Así, ítems tales como el uso del verboide gerundio, la
correlación temporal, las cláusulas condicionales, la diferencia existente entre

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los pronombres interrogativos y las conjunciones relacionantes, o la puntuación
en cierto tipo de estructuras, se ven rápidamente sistematizados (con un
correspondiente trazado normativo, acompañado de ejemplos y antiejemplos)
de modo tal que puedan ser asimilados fácilmente por quien desee neutralizar
sus dudas muchas veces pertinaces.
Esta serie de recomendaciones puntuales para la escritura –muchas de
ellas pensadas para ser consideradas en una clase en la que se puedan
trabajar con ejemplos-, que indagan sobre detalles en su práctica, y que casi
siempre apuestan por ordenamientos de índole normativa, resultan de una
experiencia de varios años de coordinación de talleres (de redacción, literarios,
de expresión escrita): precisamente, estas cinco docenas y media de consejos
son necesarios dar año tras año, curso tras curso, como para detener
(erradicar, extirpar) constantes falencias, que son recurrentes y molestas,
sintomáticas y dañinas. Las recomendaciones están ordenadas de 1 a 55 y no
agotan, a todas luces, en todos los casos, las explicaciones gramaticales ni las
ilustraciones –o contrailustraciones- pertinentes, pues en muchas de ellas se
trata sencillamente de ofrecer un acercamiento reflexivo a diversos terrenos
definidos de la lengua. Sin ánimos de abarcar totalidades, sin pretenciones
ambiciosas, he aquí, a continuación, una serie de explicaciones puntuales, de
invitaciones a mejorar, desarrollar, ampliar, problematizar, cuestionar,
competencias sobre la práctica de la escritura, tarea que, va de suyo, atañe a
múltiples áreas de nuestra vida cotidiana.

Matías Pojomovsky
Osvaldo Beker
Julio del 2012

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LISTADO DE LAS RECOMENDACIONES

1) Presentación de los trabajos


2) Revisión del texto
3) Categorías morfológicas
4) Puntuación
5) Acentuación
6) Mayúsculas
7) Números
8) Sistemas de los demostrativos
9) Pretérito perfecto simple y Pretérito perfecto compuesto
10) Saltos temporales
11) Correlación temporal
12) Al + infinitivo
13) Imperativo primera persona plural verbos pronominales
14) Gerundios
15) Verbo “haber” con significado de existencia
16) Cláusulas condicionales
17) Diferencia entre pronombres interrogativos y conjunciones relativas
18) Sustantivos cuantificadores
19) Oraciones con “se”
20) Detrás de mí- detrás mío
21) Primera-tercera
22) Dequeísmo-queísmo
23) Uso de deíctico espacial en idea temporal
24) Abusos engalanadores
25) Abuso de oraciones subordinadas
26) Formas de citación
27) Cita bibliográfica- Notas a pie de página

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28) Epígrafe
29) Verbos “de comunicación” o verbos “del decir”
30) Homónimos
31) Sustantivos femeninos con artículo masculino
32) Adjetivos gentilicios y derivados de nombres propios
33) Vocativos, comas
34) Nombres de libros, en cursiva
35) Redundancias
36) Frases inconclusas: anacoluto
37) Lugares comunes
38) Una S inconveniente
39) Chequeo de la doble coma
40) Coherencia global en un texto en vinculación con términos extranjeros
41) Pregunta “partida”
42) Comillas y punto
43) Comillas: mención de un ítem
44) La coherencia en el número
45) Erradicación de Hipérbatos
46) Repetición por Sinonimia
47) Una N inconveniente
48) Preguntas y Comas
49) Coherencia entre el objeto indirecto pronominal y nominal
50) No hay coma entre sujeto y predicado
51) Después de ciertos conectores suele haber una coma
52) G-J
53) Z-C
54) Si no y Sino
55) Verbos comodines

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1) Presentación de los trabajos
 En el margen superior debe escribirse lo siguiente:
 nombre y apellido
 consigna
 modalidad del trabajo (individual o grupal; original o de reescritura).

 En el margen inferior derecho, debe aparecer el número de la página


 El tipo de fuente que debe utilizarse es Times New Roman o Arial, tamaño
12, interlineado 1 y medio; justificación en ambos márgenes
 Los trabajos no se presentan escritos en doble faz

 Párrafos
Conviene que no solo el primer párrafo sino todos en el texto tengan su
correspondiente sangría. Se debe contemplar cuidadosamente el cambio de
párrafo: no hay que saltar de uno a otro, es decir, instalar el punto y aparte
en cualquier momento sino que habría al menos dos razones para hacerlo.
Una semántica y otra estética. La razón semántica se debe a que cada
párrafo contemplaría una unidad temática, un aspecto del tema tratado en
todo el texto. Y la razón estética supone que habría que contemplar más o
menos una misma cantidad de líneas para cada uno. Esto quiere decir que
hay que desconfiar de los textos que, en una carilla, presentan una buena
cantidad de párrafos, con sus correspondientes sangrías, lo que hace que,
en una mirada impresionista, el texto muestra una catarata de breves
trechos. Por ejemplo, si debiera tratarse un texto argumentativo con relación
a las desventajas del fumar, se desprenderían los siguientes ítems:
consecuencias en la salud propia, consecuencias en la salud de los demás,
gasto de dinero, perjuicio a los dientes, etcétera. Pues bien, el tema
principal son las desventajas del fumar y cada uno de los ítems
mencionados podría convertirse en un párrafo ya que cada uno de ellos se
corresponde con un aspecto semántico, o con una unidad de sentido, del
tema propuesto en la totalidad del texto. Si bien no es una regla a aplicarse

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siempre, uno podría asegurar que se daría la presencia entonces de dos o
tres párrafos promedio por carilla escrita.

2) Revisión del texto


Es usual presenciar en numerosos casos estudiantes que, no bien
terminada la escritura de un texto cualquiera, apenas colocan el punto final de
lo que han abordado, practican un suspiro de alivio, dan por terminada la tarea
y eventualmente entregan su producción o imprimen el documento.
Evidentemente hay un paso que se obvió en la práctica de la escritura. A todas
luces convendría tener en cuenta un aspecto esencial si es que se quiere
optimizar esta práctica: la revisión. Hay otros aspectos vinculados: la
reescritura, la corrección, la omisión, el glosado, la edición. Como puede verse,
hay mucho camino por recorrer luego de colocado aquel punto final. Hay
quienes pueden llegar a recomendar que se revise el texto propio,
aparentemente finalizada su producción, como si fuera "el del enemigo más
acérrimo". Este uso metafórico es feliz porque tiene como consecuencia el
hecho de que se tome al texto propio como un texto pasible de ser mejorado,
jerarquizado, en el proceso del chequeado. Proceso que también tiene como
uno de sus aspectos la revisión de eventuales errores, fruto de la distracción.
Esta dimensión postextual constituye un momento clave en la realización del
escrito: con el punto final no se ha llegado al final ni muchísimo menos. En este
sentido entonces vaya esta recomendación sobre un comportamiento muy
pocas veces puesto en marcha. Con un paulatino ejercicio del chequeado del
texto se podrá observar una sensible mejoría.
Una reescritura implica un cambio de parecer, un arrepentimiento, una
ocurrencia, una idea mejor expresada, un retaceo de información o un pulido
gramatical. Una corrección implica echar por tierra falencias del orden
normativo, es decir, aspectos que tengan que ver con la acentuación, la
puntuación y la ortografía. Una edición focaliza fundamentalmente sobre la
estilística del texto en cuestión, por lo que en este punto han de incidir
fenómenos vinculados a la enunciación (la instancia que habla y la instancia a
la que se habla) y a la retórica (forma de la emisión). La edición también tendrá
que ver con la armonía del texto a entregar: la determinación de los párrafos y

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el uso de la sangría, la forma del título y los subtítulos, el empleo de los
epígrafes o el espacio ocupado por eventuales gráficos y recuadros.

2) Categorías morfológicas

Hablar de categorías morfológicas es hablar de clases de palabras. En el


español, encontramos ocho categorías, que pueden clasificarse en palabras
autónomas, llenas, completas o independientes; y en palabras dependientes,
articuladoras o flexibles. Dentro de la primera clasificación, encontramos los
sustantivos, los adjetivos, los verbos y los adverbios, mientras que, en la
segunda, los artículos, las conjunciones, los pronombres y las preposiciones.

 El sustantivo es la clase de palabra que tiene las funciones privativas


de sujeto, objeto directo, objeto indirecto y agente (estas dos últimas, como
término de preposición). Puede desempeñar otras funciones (predicado
nominal, predicativo, circunstancial, etc.), pero no son privativas de él, sino que
las comparte con otras clases de palabras. Ejemplos: FEBRERO es el mes
más corto del año. (Sujeto); El alumno tiene mucho TRABAJO. (Núcleo de
objeto directo); Luis escribió una carta para SANDRA. (Término del objeto
indirecto); Está encandilado por la LUZ. (Núcleo del término del agente). De
acuerdo con esto, toda palabra que desempeñe cualquiera de estas funciones
es un sustantivo, aunque otro tipo de clasificaciones la incluya en otras listas.

 El adjetivo es la clase de palabra que desempeña la función privativa de


modificador directo del sustantivo. Puede desempeñar otras funciones
(predicado nominal, predicativo, etc.), pero no son privativas de él, sino que las
comparte con otras clases de palabras. Ejemplo: “La VIEJA casa de los
Anchorena es hoy un museo”. Toda palabra que desempeñe la función de
modificar directamente a un sustantivo es un adjetivo.

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 El verbo es la clase de palabra que desempeña la función privativa y
obligatoria de núcleo del predicado verbal. Es la única clase de palabra que
tiene su propio régimen de modificadores (objetos, predicativos,
circunstanciales y agentes), que no comparte con ninguna otra clase de
palabras. Ejemplo: El verbo siempre ES el núcleo del predicado verbal.

 El adverbio tiene la función de ser modificador directo del adjetivo y de


otro adverbio, la cual no comparte con ninguna otra clase de palabra. Sin
embargo, esta función no puede ser desempeñada por todos los adverbios.
Ejemplo: “Esa chica es MUY linda”. (Modificador directo de un adjetivo)
“Llegamos DEMASIADO tarde”. (Modificador directo de otro adverbio).
Asimismo, el adverbio tiene una función no privativa que comparte con el
sustantivo: la de ser circunstancial.

 El artículo es una subclase del adjetivo que sólo puede funcionar como
modificador directo del sustantivo. Ejemplo: “EL artículo es una subclase del
adjetivo”. Puede clasificarse en definido y en indefinido. Ejemplos: “EL libro está
en la mesa”. (Definido). “UN libro está en la mesa” (Indefinido).

 Las conjunciones pueden ser de dos tipos: coordinantes o


subordinantes. Las coordinantes pueden enlazar sustantivos, adjetivos,
adverbios, preposiciones, verbos, verboides, construcciones y suboraciones.
Las conjunciones unen elementos de la misma categoría sintáctica, o sea
elementos que están en el mismo nivel. Dentro de las conjunciones
coordinantes, distinguimos:

 Las copulativas (que unen en serie dos o más elementos cuyo orden puede
variarse sin alterar el sentido): y, e, ni.

 Las disyuntivas (que indican oposición entre dos o más posibilidades): o, u.

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 Las adversativas (que se dividen en restrictivas): pero, sin embargo, aunque,
no obstante, mas; (y en exclusivas) sino.

 las consecutivas (que unen dos elementos y el segundo expresa la


consecuencia del primero): conque, así que, entonces, luego, por eso, por lo
tanto, en consecuencia, etc.
Por su parte, algunas conjunciones actúan como subordinantes de un
verbo a otro. La diferencia con los pronombres relativos es que estas
conjunciones no tienen una función en el texto, pero encabezan subordinadas
sustantivas y adverbiales. Las conjunciones subordinantes son: que, porque,
pues, si, aunque.

 Las preposiciones son siempre subordinantes y van seguidas de


un término cuyo núcleo es un sustantivo, un adjetivo o un adverbio. Ejemplos:
Estoy rodeado de animales hermosos. (Término con núcleo sustantivo) Te
tienen en cuenta por bueno. (Término con núcleo adjetivo) Vinieron DESDE
muy lejos. (Término con núcleo adverbial). Las preposiciones son: a, ante,
bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, si,
so, sobre, tras.

 El pronombre, sintácticamente, no tiene una función privativa o


fundamental, ya que no tiene una función propia. Significa “en lugar del
nombre”. Ejemplo: “Yo quiero estudiar en París”. Hay pronombres personales,
posesivos, demostrativos.

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4) Puntuación
Los signos de puntuación son la representación gráfica de las pausas,
más o menos prolongadas, cambios de entonación, ascenso o descenso de la
voz, que el hablante hace en la realidad. Son ellos:

 El punto: Señala una pausa que se da al final del enunciado. Julio, venga
acá. Me va a hacer enfadar.

 La coma: Se usa para hacer una pausa breve. A continuación, veamos


algunos casos:

 Para separar los términos de una enumeración: Eloísa compró


naranjas, peras y duraznos.
 Para separar oraciones cortas: Anduvieron en canoa, desembarcaron
en una isla, penetraron en una hostería y hambrientos y cansados pidieron
algo para comer.
 Para separar oraciones incidentales o frases explicativas: (Se las
conoce, porque pueden suprimirse sin que se altere el sentido fundamental de
la oración.) San Martín, el Santo de la Espada, falleció en Francia.
 Para indicar que el verbo ha sido omitido: Pedro era gordo. Juan,
flaco.

 El punto y coma: se usa con los siguientes fines:

 Para separar ítems en una enumeración compleja. Vinieron Matías, el


chico que vive en el Abasto; María, la muchacha cordobesa que te mostré el
otro día; y Sebastián, el actor de telenovelas.

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 Los dos puntos: Indican una pausa mayor que la del punto y coma. Se
usa en los siguientes casos:

 Siempre que se citan palabras textuales: Dijo San Martín: “Serás lo


que debas ser o no serás nada”.

 Cuando a una o a varias oraciones sigue otra que es consecuencia,


aclaración o demostración de lo que antecede: Consiguió lo que quería: ver a
su madre.

 Después del encabezamiento de una carta: Estimado amigo:

 Los puntos suspensivos: Se usan en los siguientes casos:

 Cuando se da por conocido lo que sigue: Ya dice el refrán: “Al que


madruga...”
 Cuando se sigue con algo inesperado: ¿Tonto...? Más tonta será tu
abuela.
 Cuando se interrumpe una enumeración que puede seguir
indefinidamente: Come cuanto le doy: naranjas, peras, damascos, higos...
 Permite agregar todo lo que la imaginación le sugiere al lector: Si la
higuera escuchara...

 Los paréntesis: Son signos que encierran elementos incidentales o


aclaratorios intercalados en una oración (es el mismo uso que los guiones o la
coma doble) y pueden ser suprimidos sin alterar su sentido. Ejemplo: Las
asambleas (la última duró más de tres horas) tenían lugar en la plaza del
barrio.

 Las comillas: Pueden ser simples o dobles. Su uso es indistinto, pero


suelen alternarse cuando hay que utilizar comillas en un texto ya
entrecomillado. Es una de las marcas más empleadas en las secuencias de
enunciados directamente referidos. En las citas indirectas, las comillas realzan

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palabras o frases propias del enunciador del discurso citado. Ejemplo: El jefe
del área de investigación declaró: “Aun es arduo el camino por recorrer”.
 La raya: Para señalar cambio de interlocutor. Ejemplo: -Mamá, ¿cuándo
nos vamos?

 El guión: Se usa en algunos compuestos gentilicios o de otra índole y


para dividir palabras al final del renglón. Ejemplo: Tratado argentino-
chileno.
5) Acentuación
La sílaba tónica es la que se pronuncia con más fuerza. Todas las palabras
polisílabas se acentúan y aquellas que no llevan escrito el acento, llevan
acento prosódico. El escrito se llama acento ortográfico. Según la sílaba donde
lleven el acento, las palabras son agudas, graves y esdrújulas. Las palabras
agudas llevan tilde cuando terminan en N, en S o en VOCAL. Ejemplos: están,
después. Las palabras graves llevan tilde cuando terminan en consonantes
que NO sean N ni S. Ejemplos: camino, examen. Las palabras esdrújulas y
sobreesdrújulas llevan siempre tilde. Hay tres casos especiales: el diptongo, el
triptongo y el hiato. La pronunciación de dos vocales en una sílaba se llama
diptongo que se forma con la unión de dos vocales, una abierta y una cerrada y
viceversa, o dos cerradas, en una misma sílaba. Hay 14 diptongos en español:

VOCAL CERRADA + VOCAL ABIERTA + DOS VOCALES


VOCAL ABIERTA VOCAL CERRADA CERRADAS
IA (his-to-ria) AI (bai-le) IU (ciu-dad)
UA (cua-dro) EI (pei-ne) UI (cui-da-do)
IE (piel) OI (es-toi-co)
UE (sue-lo) AU (au-ro-ra)
IO (di-lu-vio) EU (Eu-ro-pa)
UO (cuo-ta) OU (Sou-to)

Dos vocales abiertas no forman diptongo. Tampoco hay diptongo cuando,


estando juntas una vocal abierta y una cerrada, esta última está acentuada.
Ejemplo: María. Como se ve, al estar acentuada la vocal cerrada, el diptongo
no existe: se dice que hay hiato. El triptongo es la pronunciación de tres
vocales en una sola sílaba. Para que exista triptongo, la vocal abierta debe
estar en el medio de las vocales cerradas.

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IAI (a-li-viáis) IEU (a-li-viéis) IOI (hioi-des)
IAU (miau) IEU (ha-liéu-ti-ca)
UAI (Pa-ra-guay) UEI (buey)
UAU (guau)
6) Mayúsculas
La palabra inmediata posterior a un punto se escribe con mayúscula. Sin
embargo, otros usos de la mayúscula son menos conocidos y presentan
algunas dificultades. Veamos en qué ocasiones debe utilizarse.

Uso de mayúsculas dependientes de la puntuación:

 En enunciados exclamativos o interrogativos si la pregunta o la exclamación


constituyen solo una parte del enunciado. Pueden darse dos casos:

 La pregunta o la exclamación inician el enunciado. En este caso, la


primera palabra que sigue a los signos de apertura se escribe con mayúscula y
la que sigue a los signos de cierre se escribe con minúscula: ¿Qué sorpresas
me deparará este día?, me pregunto ante el espejo cada mañana. Esto ocurre
también cuando se suceden varias preguntas o exclamaciones breves que
pueden ser consideradas un único enunciado y separarse con signos de coma
o de punto y coma: ¿Cómo te llamás?, ¿trabajás?, ¿estudiás? (Ver
recomendación 48).

 La pregunta o la exclamación no están colocadas al comienzo del


enunciado, sino que siguen a otra palabra o palabras que también forman parte
de este. En ese caso, la primera palabra de la pregunta o de la exclamación (la
que sigue a los signos de apertura) se escribe con minúscula: Natalia, ¿puedes
ayudarme? Pero ¡qué alegría tan grande verte por aquí!

 Tras los dos puntos que anuncian la reproducción de una cita o palabras
textuales: Pedro dijo: “No volveré hasta las nueve”.

Uso de mayúsculas independientes de la puntuación:

 Los sobrenombres, apodos y seudónimos: Manuel Benítez, el Cordobés;


José Nemesio, alias el Chino.

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 Los nombres propios geográficos se escriben con mayúscula, mientras que
los nombres comunes genéricos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera,
cabo, golfo, estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de
Panamá, el río Ebro, la sierra de Gredos, la cordillera de los Andes, el cabo de
Hornos. Solo si el nombre genérico forma parte del nombre propio, se escribe
con mayúscula inicial: Ciudad Real, Río de la Plata, Sierra Nevada.

 Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de determinadas


zonas geográficas: Occidente, Oriente Medio, Cono Sur, Hispanoamérica.
 Los nombres de los cuatro puntos cardinales (Norte, Sur, Este, Oeste) y de
los puntos del horizonte (Noroeste, Sudeste, etc.): La brújula señala el Norte.
También se escriben con mayúsculas los casos de Polo Norte y Polo Sur.
 Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de entidades,
organismos, departamentos o divisiones administrativas, edificios,
monumentos, establecimientos públicos, partidos políticos, etc.: el Ministerio de
Hacienda, la Casa Rosada, la Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes;
los nombres de los documentos históricos: Declaración Universal de los
Derechos, los sustantivos y adjetivos que forman el nombre de disciplinas
científicas: soy licenciado en Biología; los nombres de edades y épocas
históricas: la Edad Media, la Contrarreforma, la Primera Guerra Mundial.
 La primera palabra del título de cualquier obra de creación (libros, películas,
cuadros, esculturas, piezas musicales, programas de radio o televisión, etc.):
La vida es sueño, Las cuatro estaciones, Telefé noticias.
 Determinados nombres que designan entidades o colectividades
institucionales: la Universidad, el Estado, el Ejército, el Reino, la Marina, el
Gobierno. Hay casos con una función diferenciadora, ya que permite distinguir
entre acepciones distintas de una misma palabra: Iglesia (‘institución’) / iglesia
(‘edificio’), Ejército (‘institución’) / ejército (‘conjunto de soldados’), Gobierno
(‘conjunto de los ministros de un Estado’) / gobierno (‘acción de gobernar’).

 Acentuación:

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 El empleo de la mayúscula no exime de poner la tilde cuando así lo
exijan las reglas de acentuación: ÁLGEBRA, Álgebra.

7) Números
Diversos son los factores que inciden en el momento de elegir usar
palabras o cifras para expresar números en la escritura: el contexto, el tipo de
texto. Así, en relación con los factores antes mencionados, en textos científicos,
estadísticas, o titulares periodísticos se opta por el empleo de cifras. En
cambio, en novelas u obras literarias es preferible el empleo de palabras.
Existen algunas generalizaciones sobre qué usar en determinados casos.

 Se recomienda la utilización de palabras cuando:

 Los números pueden expresarse en una sola palabra, esto es, del cero
al veintinueve, las decenas y las centenas.

 Los números se expresan en dos palabras unidas por la conjunción y


(hasta noventa y nueve)

 Todos los números aproximados o los usados con intención expresiva:

 Creo que nació en mil novecientos cincuenta y tantos


 Habría unas ciento cincuenta mil personas en la manifestación
 ¡Te lo he repetido un millón de veces y no me haces caso!

 Se recomienda la utilización de cifras cuando:

 Los números exigirían el empleo de cuatro o más palabras en su


escritura con letras.
 Los porcentajes superiores a diez Hasta el diez se suele alternar el
empleo de cifras o palabras en la indicación de los porcentajes. El símbolo %
debe leerse siempre «por ciento», salvo en el caso del 100%, que puede

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expresarse en letras de tres modos: cien por cien, cien por ciento o ciento por
ciento. No debe usarse el signo % cuando el porcentaje se expresa con
palabras.

 No es recomendable mezclar en un mismo enunciado números escritos


con cifras y números escritos con letra; así pues, si algún número perteneciente
a la primera clase forma serie con otros más complejos, es mejor escribirlos
todos con cifras: En la Biblioteca del Palacio hay 35 manuscritos y 135 226
volúmenes impresos, 134 de ellos incunables.

 Apócope:
Cuando el cardinal uno y sus compuestos se anteponen, en función
adjetiva, a un sustantivo masculino, adoptan siempre la forma apocopada un:
un libro, veintiún soldados, ciento un opositores. También es normal la apócope
de la forma femenina una cuando el numeral precede a un sustantivo femenino
que comienza por /a/ tónica: un águila, veintiún hachas, ciento un armas. Solo
es correcto el apócope ante sustantivos; así pues, no debe decirse el treinta y
un por ciento, sino el treinta y uno por ciento.

 Cardinal por ordinal:


Además de su uso propio para expresar cantidad, los cardinales se
emplean a menudo, en el lenguaje corriente, para expresar orden,
reemplazando en su función a los ordinales: “Un pibe se cayó desde el piso
veintidós y se salvó”, en lugar de escribir: “Un pibe se cayó desde el vigésimo
segundo piso y se salvó”. Lo que no debe hacerse, en ningún caso, es mezclar
ordinales y cardinales.

 Partitivo por ordinal:


La utilización de los numerales partitivos en función ordinal es incorrecta.
Veamos el siguiente contraejemplo: “Esta es la doceava edición de la muestra”.
En este caso el numeral partitivo “doceava” debe ser reemplazado por adjetivo
numeral ordinal “decimosegunda” o “duodécima”. La confusión surge debido a
que los adjetivos partitivos que corresponden a los números tres a diez coinciden
en sus formas con los femeninos de los ordinales: “La quinta parte de los

21
inquilinos debe el alquiler”. (Función partitiva) “Esta es la quinta vez que intento
dejar de fumar”. (Función ordinal).

8) Sistema de los demostrativos

Veamos el siguiente cuadro:

A B C
MS Este Ese Aquel
FS Esta Esa Aquella
MP Estos Esos Aquellos
FP Estas Esas Aquellas
N Esto Eso Aquello

En la columna A se pueden admitir los adjetivos demostrativos (o


deícticos espaciales) que se corresponden con un objeto cercano al hablante y
lejano para el oyente. En B están los demostrativos que se corresponden,
inversamente, con algún elemento lejano al hablante y cercano al oyente. Los
demostrativos en la columna C sirven para mostrar algún elemento que está
lejano tanto para el hablante como para el oyente. Las letras de la primera
columna a la izquierda dan cuenta tanto del género como del número: M
significa “masculino”; F, “femenino”; S, “singular”; P, “plural”; y N, “neutro”.
Hasta 1999 (año en que se publicó la última Ortografía de la Real Academia
Española), estos deícticos espaciales llevaban tilde cuando eran pronombres.
Ahora puede relativizarse esa regla: todos los demostrativos pueden ir sin tilde
ya sean adjetivos, ya sean pronombres. Los demostrativos que se
corresponden con la quinta línea, es decir, los neutros, son siempre
pronombres. Los restantes doce pueden ser adjetivos o pronombres de
acuerdo al contexto.

22
9) Pretérito perfecto simple y pretérito perfecto compuesto

Existen dos tiempos que se refieren a acciones del pasado y que tienen
una denominación parecida: el pretérito perfecto simple (comiste, corrimos,
estudié) y el pretérito perfecto compuesto (has comido, hemos corrido, he
estudiado). Esta recomendación apunta solamente a conocer la diferencia que
hay entre ambos tiempos, teniendo en cuenta fundamentalmente su uso
particular (y acotado) en el Río de la Plata. En efecto, en muchas provincias de
nuestro país, en muchos países latinoamericanos y en la península ibérica, hay
una diferencia clara entre ambos. Veamos un par de ejemplos:

“Hoy no he desayunado”

“Hoy no desayuné”

El primer caso hace alusión a una acción que ha ocurrido en el pasado y


que tiene algún tipo de vinculación con el presente: en la oración, el hablante
aun tiene la posibilidad de desayunar. Todo lo contrario al segundo caso, en el
que esa posibilidad ya no existe pues se trata de un hecho acontecido en el
pasado pero que ya no tiene conexión con el presente. Imaginamos, entonces,
que la primera frase pudo ser proferida, por ejemplo, a las once de la mañana,
mientras que la segunda, a las tres de la tarde, cuando ya no hay posibilidad de
desayunar.
En la oralidad, en el Río de la Plata, es mucho menos común el uso del
pretérito perfecto compuesto en la oralidad que en la escritura. Esto es: en el
Río de la Plata, en la enorme cantidad de oportunidades se apela a la forma
simple del pretérito perfecto, y muy pocas veces a la forma compuesta. Pues
bien, insistamos: vaya esta recomendación sencillamente como explicación
mínima del uso de cada uno de los dos tiempos, y para saber que este uso es
disímil en nuestro entorno al de otras áreas hispanoparlantes.

23
10) Saltos temporales

Es frecuente que, en un acto de distracción, se mezclen los tiempos


verbales en la escritura. Si bien algunos escritores utilizan este
entrecruzamiento como un recurso literario, generalmente responde a una
desatención o al deseo de generar determinado ritmo o clima en el texto, que
sin embargo puede generar confusiones. En el siguiente ejemplo, se puede
observar cómo se pasa del pasado al presente, y se regresa luego al tiempo
inicial: “Tenía la sensación de que alguien me perseguía. Sentía su respiración
entrecortada y su boca jadeante detrás de mí. Pienso en qué hacer, y decido
enfrentarlo. En cuanto lo miré, huyó en la oscuridad de la noche”. La forma
correcta de escribir el párrafo anterior sería conjugando en pasado los verbos
en cursiva: “Tenía la sensación de que alguien me perseguía. Sentía su
respiración entrecortada y su boca jadeante detrás de mí. Pensé en qué hacer,
y decidí enfrentarlo. En cuanto lo miré, huyó en la oscuridad de la noche”.

11) Correlación temporal

Juan me dijo que fuera al club.


Juan me dijo que vaya al club.

Las dos oraciones son correctas. En los dos casos, en la frase


subordinada, se está utilizando el subjuntivo (en presente o en pretérito
imperfecto), pero cada oración se aplica a situaciones distintas. En el primer
caso (que fuera –o fuese- al club), Juan me dijo que fuera ayer, o antes de ayer
o algún momento que ya pasó, al club; mientras que en el segundo ( que vaya
al club), Juan me invitó para ir hoy o mañana o en algún momento de acá en
adelante.

24
12) Al+infinitivo

Conviene no abusar de la fórmula “contracción al (contracción de la


preposición a + artículo definido masculino singular) + verboide en infinitivo”
porque dicha contracción, en reiteradas oportunidades, debería ser
reemplazada por el más evidente conector temporal cuando, que sí posee un
rasgo de temporalidad suficiente del que la contracción carece. En lugar de
asumir algo del tipo: “Al entrar al aula, Victoria vio a sus compañeros
preferidos”, es más recomendable decir: “Cuando entró al aula, Victoria vio a
sus compañeros preferidos”. Como se ve, la frase subordinada va encabezada
por el conector y la frase principal está dominada no ya por un verboide
infinitivo sino por un verbo conjugado, en este caso en pasado. “Cuando” es
entonces retóricamente sustancial mientras que “al” es poco fuerte
retóricamente, de manera que habría que evitar su constante empleo.

13) Imperativo primera persona plural verbos pronominales

Los verbos pronominales son aquellos que tienen, agregados a su forma


en el infinitivo, el pronombre "se": peinar-peinarse, construir-construirse, lavar-
lavarse, hacer-hacerse. Pues bien, en su forma imperativa, en la primera
persona del plural, suelen presentar alguna que otra dificultad. Vale recordar la
forma del sufijo "-monos" para no caer en error.
Ejemplos:

Vayámonos
Encontrémonos
Escribámonos
Hablémonos
Pongámonos

25
Reunámonos

14) Gerundios

El gerundio es uno de los tres verboides de la lengua junto al participio y


al infinitivo:
 Gerundio: estudiando
 Participio: estudiado
 Infinitivo: estudiar
En la palabra gerundio se puede ver el morfema "-nd-" que está presente
en las mismas formas: estudiando, leyendo. Existe una múltiple cantidad de
manuales que dicen que el verboide gerundio merece tratarse con sumo
cuidado. Por esto diremos entonces que este tipo de verboide se utilizará en
las ocasiones vinculadas a la anterioridad y a la simultaneidad, pero jamás a la
posterioridad de acciones. Veamos ejemplos:

 Anterioridad: Entrando a la clase vi a los compañeros.


 Simultaneidad: Siempre ceno mirando televisión.
 Posterioridad (antiejemplo): Cayó un avión muriendo todos sus
pasajeros.

Por otro lado, en vez de decir:

“En la heladera había un recipiente conteniendo fideos de ayer”

diremos:

“En la heladera había un recipiente que contenía fideos de ayer”

26
15) Verbo “haber” con significado de existencia

El verbo “haber” en español tiene dos funcionalidades. La primera es


como verbo auxiliar: he comido, has cambiado, habíamos decidido, habrá
llegado, haber visto. La segunda es la que nos interesa: como verbo autónomo.
Con este significado, el verbo “haber” tiene el significado de existencia. Lo
importante es que se tenga en cuenta que, considerado de este modo, no varía
en número, que siempre adopta la forma singular en cualquier tiempo que vaya
y que integra oraciones unimembres. Por ejemplo:
 Hay una cebolla.
 Hay dos cebollas.
En el presente no hay mayores inconvenientes en la forma.
 Hubo una fiesta. Hubo dos fiestas.
 Había una película. Había dos películas.
 Habrá una reunión. Habrá dos reuniones.
El error común es pluralizar al verbo y convertirlo en número como lo
puede hacer el verbo en su forma auxiliar.

Antiejemplos:

Habían dos repasadores en esta silla.

Hubieron dos reuniones.

Habrán muchos chicos.

Van a haber muchas cosas para hacer.

27
16) Cláusulas condicionales

Hay tres tipos de cláusulas condicionales: real, posible e imposible.

 Para la primera, luego de la conjunción condicional por excelencia si,


usaremos el presente y, luego de una coma, tendremos tres posibilidades:
presente, futuro o imperativo: Si voy al club, juego tenis. Si voy al club, voy a
jugar tenis. Si voy al club, vení conmigo.

 Para la cláusula condicional de lo posible, corresponden el imperfecto


subjuntivo y el condicional simple: Si fuera o fuese al club, jugaría tenis.

 Para la cláusula condicional de lo imposible, corresponden el


pluscuamperfecto del subjuntivo y el condicional compuesto: Si hubiera o
hubiese ido al club, habría jugado tenis.

Debemos dar cuenta de un par de observaciones: a) la parte


condicionante y la parte condicionada pueden invertir su orden, en cuyo caso
desaparece la coma ya que la conjunción condicionante pasa a ocupar su
lugar. Ejemplo: Habría jugado tenis si hubiera ido al club; b) puede darse una
combinación entre la tercera y la segunda cláusulas condicionales siempre que
se explicite un adverbio de tiempo (por lo que se daría la coexistencia de los
tiempos pluscuamperfecto del subjuntivo y condicional simple). Ejemplo: Si
hubiera ido a la playa, ahora estaría bronceada.

28
17) Diferencia entre pronombres interrogativos y conjunciones
relacionantes

Pronombres
interrogativos/exclamativos Conjunciones
(Forma directa e indirecta) Ejemplos relacionales Ejemplos

¿Qué hora El hombre que


qué es? Me que está allí es mi
preguntó padre.
qué hora
es.
¿Quién te lo
contó? Quien mal anda,
quién Me quien mal acaba.
preguntó
quién me lo
contó.
¿Dónde Iré donde quiera
dónde están? donde que estés.
Me
preguntó
dónde
estamos.
¿Cuándo
cuándo naciste? cuando Cuando llegue,
Me hablamos.
preguntó
cuándo
nací.
¿Cómo se

29
te sentís? Sus ojos son
cómo Me como como dos
preguntó faroles.
cómo me
sentía.
¿Cuánto Me picó cuanto
cuánto sale? cuanto mosquito volaba
Me por el aire.
preguntó
cuánto
salía.

por qué ¿Por qué porque Se fue porque se


salís a esta sentía mal.
hora? porqué El porqué de su
Me muerte… (¡Acá
preguntó se trata de un
por qué Sustantivo!)
salía a esta
hora.
¿Cuál es el
nombre de En “La salud de
esta calle? los enfermos”, la
cuál Me cual angustia va y
preguntó viene cual
cuál es esta tiovivo.
calle.

30
18) Sustantivos cuantificadores

Los sustantivos cuantificadores son aquellos que designan una


pluralidad de seres u objetos, aun estando en singular: el resto, la mitad, la
mayoría, un montón, una selección. Cuando está acompañado de un
complemento del nombre introducido por de, el verbo de la oración puede ir en
singular o en plural. Por ejemplo: El resto de los alumnos aprobó/aprobaron el
examen. Ante un caso como el anterior, pero con el sustantivo cuantificador sin
complemento, es más aconsejable la concordancia en singular: “El resto
decidió no ir”. Si aparece un adjetivo que modifica el sustantivo, el verbo debe
conjugarse en plural: “La mitad de los libros viejos fueron regalados”.

19) Oraciones con “se”

Consideremos el siguiente par de oraciones:

a-Se eligieron nuevos representantes.


b-Se eligió a los nuevos representantes.

Semánticamente, las frases A y B son similares pues en ambas se hace


referencia a esa “elección de representantes”. No obstante, en lo que respecta
a la sintaxis, habrá que notar diferencias. En la primera frase, advertimos que

31
“nuevos representantes” es el sujeto de la oración. Se trata de una voz pasiva.
Mientras que en la segunda frase vemos que “los nuevos representantes” ya no
es el sujeto de la oración sino su objeto indirecto. Lo interesante de la
comparación de este binomio es sondear la variación en número y en persona
del verbo, en este caso “elegir”. En el caso de la voz pasiva está en plural
(“eligieron”); en la frase activa con objeto indirecto, está en singular (“eligió”): en
ambos casos, el verbo sigue al pronombre “se”.

20) Detrás de mí- detrás de mí

Usualmente se ven oraciones constituidas por un adverbio de lugar y un


pronombre posesivo: “delante mío”, “detrás mío” o “cerca mío”. Sin embargo,
esta construcción es incorrecta ya que los adverbios no son susceptibles de ser
modificados por un pronombre. Para no incurrir en este error, resulta útil fijarse
en la categoría de la palabra núcleo: si esta es un sustantivo, podrá ir
acompañada de un adjetivo posesivo: “mi alrededor- alrededor mío”, “mi lado- al
lado mío”. Ambos casos son correctos, ya que el adjetivo aparece como
modificador de un sustantivo (lado y alrededor). En cambio, es incorrecto decir:
“mi detrás” o “mi cerca”, ya que “detrás” y “cerca” son adverbios. En
consecuencia, “detrás mío” también será incorrecto. En estos casos, el adverbio
deberá acompañarse con la preposición “de” y un pronombre terminal: “detrás de
mí”, “cerca de mí”.

21) Primera/tercera

Los adjetivos numerales ordinales “primera” y “tercera”, modificadores de


palabras cuyo género es femenino, nunca deben apocoparse, es decir, soslayar
la “a” final. Es común leer o escuchar expresiones tales como: “Los abogados no
se presentaron a la primer audiencia” o “La hinchada se ubicó en la tercer

32
bandeja”. Sin embargo, puesto que audiencia y bandeja son sustantivos
femeninos, el adjetivo debe respetar ese género. Resulta útil pensar en alguna
expresión de uso corriente como “Es la primera vez que sucede algo así” para
advertir esta regla y recordar que el género del adjetivo numeral ordinal siempre
estará en concordancia con el del sustantivo.

22) Dequeísmo-queísmo

A pesar de una moda que consiste en eliminar no bien aparezca


cualquier “de que”, conviene chequear entonces el correcto uso de esta forma.
En la frase: “Estoy sorprendido de que no hayan venido”, podemos ver que la
fórmula “verbo estar + adjetivo” rige la preposición de por lo que el uso de esta
preposición es obligatorio ya que uno podría decir “estoy sorprendido de algo” o
“estoy sorprendido de esto” pero no podría decirse: “estoy sorprendido algo” o
“estoy sorprendido esto” de modo tal que la recurrencia o no de la preposición
de representa el problema principal a resolver cuando se trata el dequeísmo.
De la misma forma, el siguiente listado de verbos rige la preposición de:
convencerse, olvidarse, darse cuenta, persuadirse, acordarse, etc. (como se
ve, son todos verbos pronominales). Uno puede decir entonces: “Me di cuenta
de que mañana es miércoles”, pero no: “Me di cuenta que mañana es
miércoles”. En definitiva, “de” es el casus belli de este punto aunque su
consideración sea recomendable más para la escritura que para la oralidad.

23) Uso de deíctico espacial en idea temporal

Es frecuente encontrar expresiones incorrectas vinculadas a una


confusión entre conectores temporales que hacen referencia a una idea que es
del orden espacial. Veamos un ejemplo:

“Fue allí cuando me enteré de su engaño.”

33
Evidentemente, observamos en la frase anterior una incoherencia entre
el adverbio, que es de lugar, y el conector, que es de tiempo. Lo correcto, a
modo de ejemplo, sería expresar esa misma idea del siguiente modo:

“Fue entonces que me enteré de su engaño.”

Con esta corrección, que solo es una posibilidad, neutralizamos la


confusión entre las dos nociones universales (tiempo y espacio) y apelamos al
conector más común, pero también más efectivo, “que”.
24) Abusos engalanadores

“…mire este cable: no hay relleno, adjetivos ni adverbios; sólo sangre,


huesos y músculos. Es un lenguaje nuevo.” (Ernest Hemingway)

En una gran cantidad de oportunidades, se puede ver que hay


redacciones en donde se quiere usar y/o abusar de ciertas fórmulas o
expresiones o términos engalanadores absolutamente innecesarios con la
intención de que el texto en cuestión adquiera una jerarquía supuestamente
superior. En este sentido, se usa "temática" en lugar de "tema" o "problemática"
en vez de "problema" o, algo más usual, la siguiente expresión: "acerca de", en
lugar de solamente la preposición "de". Por ejemplo, se puede llegar a leer o
escuchar, la siguiente frase: "A continuación nos gustaría comenzar a hablar
acerca de las problemáticas que nos aquejan". Otras construcciones que
habría que evitar son “el cual”, “la cual”, “los cuales”, “las cuales”, “este”,
“estos”, “el mismo”, “la misma”. Adecuado es reemplazarlas por la conjunción
“que”:
Antiejemplo: “Vi todos los programas de deportes los cuales estaban
conducidos por periodistas expertos”.
Mejor: “Vi todos los programas de deportes que estaban conducidos por
periodistas expertos”.
Antiejemplo: “…todos menos el Banco Francés. Éste presentó un recurso de
amparo…”

34
Mejor: “…todos menos el Banco Francés que presentó un recurso de
amparo…”
Antiejemplo: “…todos menos el Banco Francés. El mismo presentó un recurso
de amparo…”
Mejor: “…todos menos el Banco Francés que presentó un recurso de
amparo…”

25) Abuso de oraciones subordinadas

Se puede correr el riesgo de abusar de las oraciones subordinadas (que


en el terreno de la sintaxis llevan el nombre de “proposiciones incluidas”) y de
generar un efecto adverso en el lector. Concretamente, se suele cometer este
tipo de abuso en el momento en que no se puede contener tanto dato y se lo
inserta todo junto en una oración. Lo ideal sería dosificar la cantidad de datos e
incluirlos en diferentes oraciones, más simples, no tan barrocas, más claras, no
tan pretenciosas. Veamos un antiejemplo, de solo una oración, y
posteriormente redactemos una posible corrección al error, formulada en cuatro
oraciones diferentes:

Antiejemplo:
“Nosotros tenemos una vecina italiana, que se llama Antonella, que vive
exactamente debajo de nuestro departamento, es decir, en el segundo piso,
que se viene quejando de algunas filtraciones que tiene en el techo de su
cocina, que dicho sea de paso el consorcio arregló ya en numerosas
ocasiones, que debe como un año en el pago de sus expensas, cosa que se le
viene reclamando ya hace tiempo, desde hace varios meses y por parte de
varios vecinos del edificio, donde ya no se puede tolerar mucho más a los
morosos.”

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Posible corrección:

“Nosotros tenemos una vecina italiana, que se llama Antonella, y que


vive exactamente debajo de nuestro departamento, es decir, en el segundo
piso. Pues bien, esta vecina se viene quejando de algunas filtraciones que
tiene en el techo de su cocina que, dicho sea de paso, el consorcio arregló ya
en numerosas ocasiones. Antonella debe como un año en el pago de sus
expensas, cosa que se le viene reclamando ya hace tiempo, desde hace varios
meses y por parte de varios vecinos del edificio. Justamente ya no se puede
tolerar mucho más a los morosos.”
26) Formas de citación

Existen, básicamente, tres modos generales de retomar las palabras de


otro: un modo directo, uno indirecto y uno mixto (que es una combinatoria de
los anteriores dos). Veamos un ejemplo puntual para cada uno de ellos:
 Modo directo:

“Mis tostadas favoritas son las untadas con mermelada de naranja”, dijo
Demián.

 Modo indirecto:

Demián dijo que, en materia de tostadas, sus favoritas son las que están
untadas con una mermelada particular, la de naranja.

 Modo mixto:

Demián dijo que sus tostadas preferidas son las que están “untadas con
mermelada de naranja”.

Pues bien, en el primer caso, la forma directa, presenciamos, de manera


“directa”, precisamente, la voz del sujeto al que se está haciendo alusión. Para
ello están, a modo de advertencia, las comillas, elemento tipográfico que
cumple la función de anunciar que las palabras de otro están retomadas de

36
manera literal. En el segundo caso, estamos ante la operación de la
reformulación. A las palabras del sujeto en cuestión se les aplica una paráfrasis
(se las toma y se cambia en algo su “materialidad”). Acá, evidentemente, ya no
tienen por qué estar las comillas. Lo que sí se observa es que aparece el
conector “que”. El tercer caso, como lo indica su nombre, es mixto. Algo tiene
del primer modo (las comillas: en ciertas palabras específicas y no en todo el
sintagma) y algo, del segundo modo (la presencia del conector “que”). Lo
llamativo de esta forma mixta es que se entrecomilla, id est, se enfatiza
solamente una parte del discurso retomado.

27) Cita bibliográfica - Notas al pie de página o finales

Vamos a ver ejemplos de una cita bibliográfica básica, esto es, con los
cinco datos que se corresponden con el nombre del autor, el año de publicación
de la versión manejada, el título del texto, la ciudad en donde se publicó y el
sello editorial:

VERÓN, Eliseo (1987). Construir el acontecimiento. Buenos Aires: Gedisa.


SARLO, Beatriz (1994). Escenas de la vida posmoderna. Buenos Aires: Ariel.
TRAVERSA, Oscar (1997). Cuerpos de papel. Barcelona: Gedisa.
SAER, Juan José (2002). Cicatrices. Buenos Aires: Seix Barral.

Decimos que es una cita bibliográfica básica porque no tiene los datos
de la cantidad de páginas, de si se trata de una edición particular, de la
traducción o de la indicación de algún capítulo del libro en particular. Esos son
los cinco elementos que una cita debe contemplar en la hoja que va al final de
una monografía o de un ensayo. En las notas al pie de la página, o en las notas
finales, o entre paréntesis en el cuerpo del texto, solamente se consigna,
cuando se lo juzga necesario, el apellido del autor y el año. La cita completa va
en la hoja de la bibliografía correspondiente, al final del texto. Si bien hay otros
tipos de citación, podemos guiarnos por este modelo, muy usado en congresos
nacionales e internacionales y en distintas publicaciones. De todos modos, esta
recomendación apunta a que en las notas al pie de la página no solamente se

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han de consignar los datos vinculados a las referencias bibliográficas, sino que
también constituye un espacio en el que pueden incluirse datos extras,
información complementaria que puede considerarse que no va en el texto
central.

28) Epígrafe

Los textos no son una retahíla de significantes aislados, sino que


continuamente entran en relación con otros textos. El epígrafe es aquel
paratexto que sintetiza una idea, un lema o una reflexión de otro autor y que
está vinculado con el texto principal. Se coloca en la parte superior de la hoja, y
puede utilizarse al comienzo del libro, o en cada capítulo. Permite elaborar un
acercamiento inicial a la obra e imaginar su contenido. Si su elección es
correcta, resulta un incentivo a comenzar o continuar con la lectura.

29) Verbos “de comunicación” o verbos “del decir”

Los verbos de comunicación son los que expresan las actividades


verbales comunicativas, es decir, las que tienen la intención prioritaria de
transmitir algo, una información, a otra persona. Algunos verbos, además de
introducir la cita, agregan alguna otra información o comentario sobre el acto
lingüístico reproducido. Si se compara "decir" y "asegurar", por ejemplo, se
verá que mientras "decir" sólo anuncia un discurso, "asegurar" implica cierto
grado de certeza en lo dicho. Algunos ejemplos son: aclarar, advertir, afirmar,
alabar, alegar, aprobar, arengar, argumentar, articular, asegurar, asentir,
atestiguar, balbucear, cantar, censurar, charlar, chillar, chismorrear, citar,
comentar, comunicar, concluir, confesar, confirmar, considerar, contar,
contestar, conversar, corroborar, criticar, cuchichear, decir, declarar, definir,
demostrar, desaprobar, describir, detallar, discurrir, discutir, disentir, elogiar,

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entonar, enumerar, enunciar, esclarecer, especificar, exclamar, explicar,
exponer, expresar, formular, gritar, hablar, impugnar, indagar, indicar, informar,
insistir, insultar, jurar, juzgar, mandar, manifestar, mantener, mencionar,
murmurar, musitar, narrar, negar, nombrar, notificar, objetar, observar, opinar,
oponer, ordenar, parafrasear, pedir, precisar, preguntar, proclamar, proferir,
prohibir, prometer, pronunciar, prorrumpir, protestar, puntualizar, rechazar,
reclamar, relatar, repetir, replicar, reprochar, reseñar, responder, revelar,
rezongar, refutar, sentenciar, señalar, sostener, sugerir, suplicar, suspirar,
susurrar, tararear, tartamudear, testimoniar, transmitir, etcétera.

30) Homófonos

de (preposición)
dé (verbo “dar” en modo subjuntivo o imperativo)
el (articulo definido masculino singular)
él (pronombre personal tercera persona singular)
tu (adjetivo posesivo para la segunda persona singular)
tú (pronombre personal segunda persona singular coloquial)
mi (adjetivo posesivo para la primera persona singular)
mí (pronombre personal objetivo de primera persona singular)
se (pronombre personal)
sé (verbo “saber” presente primera persona singular o verbo “ser” imperativo
segunda persona singular)
mas (conjunción adversativa sinónimo de “pero”)
más (adverbio de cantidad antónimo de “menos”)
si (conjunción condicional)
sí (adverbio de afirmación antónimo de “no”)
haya (verbo “haber” presente modo subjuntivo primera y tercera persona
singular)
allá (adverbio de lugar antónimo de “acá”)
aya (sustantivo sinónimo de “niñera”)
halla (verbo “hallar” presente modo indicativo tercera persona singular)
hay (verbo impersonal “haber” presente modo indicativo)

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ay (interjección)
ahí (adverbio de lugar antónimo de “aquí”)
te (pronombre personal objetivo de segunda persona singular coloquial)
té (sustantivo)
vaya (verbo “ir” primera o tercera persona presente modo subjuntivo o modo
imperativo en segunda persona singular formal)
valla (sustantivo sinónimo de “obstáculo”)
digresión (sustantivo sinónimo de “derivación”)
disgresión (sustantivo sinónimo de “desacuerdo”)
revelar (verbo sinónimo de “descubrir”)
rebelar (verbo sinónimo de “sublevar”)
vasto (adjetivo sinónimo de “amplio”)
basto (sustantivo, naipe de la baraja española”)

40
31) Sustantivos femeninos con artículo masculino

Aquellos sustantivos femeninos que comienzan con “a” tónica, es decir,


con la primera sílaba A acentuada, deben llevar el artículo masculino “el” en vez
del femenino “la”. Consideremos los siguientes ejemplos:

“El área que ocupa el circo es extensa”

“La amapola es una bella planta”

En el segundo caso, en el que la sílaba tónica no es la primera, el


sustantivo conserva el artículo femenino. En el primero, en cambio, donde está
acentuada la primera sílaba se utiliza el género masculino. Sin embargo, esta
regla se aplica sólo cuando el artículo antecede inmediatamente al sustantivo.
En los casos en que un adjetivo aparece entre ellos, el sustantivo conserva el
artículo femenino: “La extensa área que ocupa el circo fue visitada por miles de
personas”. Asimismo, los adjetivos demostrativos (esta, esa, aquella) y los
adjetivos que expresan cantidad (toda, mucha, poca) deben conservar la forma
femenina, independientemente de dónde caiga la sílaba tónica: “Esta águila es
la más grande de Sudamérica”. “Tomé mucha agua”. Para los adjetivos
indefinidos (una, alguna) puede utilizarse tanto la forma apocopada como la
plena: “Algún arma habrán utilizado los delincuentes” “Los marineros utilizaron
una ancla al llegar al puerto”. Es preferible, desde el punto de vista eufónico, la

41
forma apocopada. Las palabras que comienzan con “h” que precede una “a”
conservan las mismas reglas anteriores.

32) Adjetivos gentilicios y derivados de nombres propios

Los adjetivos gentilicios, y aquellos derivados de nombres propios


(antropónimos) se escriben siempre con minúscula. Por ejemplo:

Gentilicios: Antropónimos:
 colombiano  cortazariano
 francés  borgeano o
 neocelandés borgiano o borgesiano
 porteño  socrático
 rionegrino  freudiano
 venezolano  saeriano
 latinoamericano  chopiniano
 hindú  deleuziano
 europeo  marxista
 puntano
 monegasco

 Las palabras terminadas con el sufijo –ismo no son


antropónimos, sino sustantivos que denotan doctrinas, teorías, etc. Por

42
ejemplo: “El marxismo ha experimentado un crecimiento en los últimos años
producto de las frecuentes crisis del capitalismo”.

33) Vocativos, comas

El vocativo es un tipo de palabra con el que se trata de llamar la atención del


interlocutor en una situación comunicativa. El vocativo puede ser el mismo
nombre de una persona, o un apodo o una forma cariñosa, o una expresión
regional:
“Florencia, callate”
“Pepi, vení para acá”
“Amor, ¿hiciste la comida?”
“Che, ¿vos me estás cargando?”

Cuando se trata de la lengua escrita, en reiteradas ocasiones, el vocativo está


acompañado de comas, ya sea antes, después, o antes y después. Veamos los
tres casos:

“Señor, buenos días”


“Buenos días, señor”
“Buenos días, señor, ¿qué desea?”

34) Nombres de libros, en cursiva

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Generalmente, al momento de mencionar el nombre de un libro, una
revista o un artículo, surge la duda sobre cómo diferenciarlo correctamente. El
modo de hacerlo es el siguiente: con letra cursiva, itálicas o bastardillas se
escriben los nombres de libros, revistas y diarios. Por ejemplo: “Página 12
denunció en una investigación la corrupción política”. En cambio, se escribirán
entrecomillados los nombres de capítulos, artículos y notas dentro del diario.
Por ejemplo: “Marx y Engels describen maravillosamente la transformación del
hombre en mercancía en el capítulo ‘Mercancía y dinero’ de su libro El Capital”.

35) Redundancias

Un pleonasmo es una figura retórica que consiste en la utilización de dos


o más términos que tienen igual significado. Estilísticamente funciona para
intensificar el concepto, pero algunas de estas expresiones, extendidas al uso
común, resultan redundantes:

No diremos: No diremos:
“Hace un año atrás” “Un lapso de tiempo”
Sí diremos: Sí diremos:
“Hace un año” o “Un año atrás” “Un lapso”

No diremos: No diremos:
“A las doce del mediodía” “El día de hoy”
Sí diremos: Sí diremos:
“Al mediodía” “Hoy”

No diremos: No diremos:
“Las conclusiones finales” “Mi opinión personal”
Sí diremos: Sí diremos:
“Las conclusiones” “Mi opinión”

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No diremos: No diremos:
“Un periodo de tiempo” “Que se ha hecho previamente”
Sí diremos: Sí diremos:
“Un periodo” “Que se ha hecho”

No diremos: No diremos:
“Prever de antemano” “Volver a reiterar”
Sí diremos: Sí diremos:
“Prever” “Reiterar”

36) Frases inconclusas: anacoluto

En reiteradas ocasiones se comete un error que consiste en dejar una


frase trunca, inconclusa. Este fenómeno de la lengua recibe el nombre de
anacoluto. En muchas oportunidades, los anacolutos son cometidos cuando no
hay una adecuada revisión de lo que se ha redactado. Veamos un caso a modo
de ilustración:

“Hernán Rodríguez, el nuevo gerente de recursos humanos de la empresa


norteamericana, cuyos empleados y empleadas viajaron especialmente desde
distintos puntos del interior del país y desde algunos países limítrofes. “

En el anterior antiejemplo, se puede ver que el uso de un par de frases


subordinadas hizo “distraer” a quien llevaba a cabo la redacción y se dejó, así,
inconclusa la frase. El anacoluto aquí hace pensar en que, finalmente, nada se
ha dicho del sujeto “Hernán Rodríguez” porque el sentido se fue deslizando
hasta entreverarse por las subordinadas.

37) Lugares comunes

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La originalidad es, sin duda, uno de los principales objetivos en la
escritura. Sin embargo, resulta a veces una de las principales dificultades, ya
que, sin analizarlo, quien escribe recurre a construcciones previas repetidas e
interiorizadas, antes de optar por el pensamiento creativo. Abundantes en el
periodismo, los lugares comunes dejan en evidencia la exigua creatividad del
redactor. Así, al referirse a una persona que fuma mucho, se hablará de un
“fumador empedernido”; uno de los problemas más acuciantes para la juventud
será “el flagelo de la droga”; un debate político se desarrollará en un “clima
enrarecido” o se percibirá en él una “tensa calma” y un alimento en mal estado
tendrá una “dudosa procedencia”.

38) Una S inconveniente

En muchas ocasiones suele escucharse (y escribirse) una letra


consonante S que está completamente de más (según dicta la regla de las
conjugaciones en la lengua española) al final de los verbos en segunda
persona del número singular en el tiempo pretérito perfecto simple del modo
indicativo. Generalmente, esa S innecesaria está en oraciones cortas y en su
forma interrogativa:

“¿Escuchastes?”
“¿Leístes?”
“¿Ya llegastes?”

Su correcto uso ha de ser el siguiente:

“¿Escuchaste?”
“¿Leíste?”
“¿Ya llegaste?”

Si bien mucha gente está de acuerdo con que la S no debe pronunciarse


en esos casos, en la oralidad, si es que la oración va seguida por otra palabra

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que empieza con vocal, la recurrencia de la consonante persiste de forma
pertinaz:

“¿VisteS a Federico?”

Diremos, pues:

“¿Viste a Federico?”

39) Chequeo de la doble coma

No es fácil muchas veces verificar el adecuado uso de la puntuación en


nuestro idioma puesto que se trata de un aspecto de la lengua escrita que
supone una total elección subjetiva. No obstante, vaya esta recomendación de
modo tal que se pueda chequear un caso muy recurrente, que hemos
denominado “el caso de la doble coma”. Veamos un ejemplo:

“Jacqueline alcanzó a estudiar todo lo que el profesor, semana tras semana,


expuso en los encuentros.”

Los antiejemplos que se corresponderían para esta frase podrían ser los
siguientes:

“Jacqueline alcanzó a estudiar todo lo que el profesor, semana tras semana


expuso en los encuentros” o
“Jacqueline alcanzó a estudiar todo lo que el profesor semana tras semana,
expuso en los encuentros”

Pues bien, para cerciorarse del correcto uso de esas dos comas que, en
este caso puntual, están encerrando una expresión de tiempo, existen dos
métodos:

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-uno que llamaremos “fónico”, que permita saber que, leyendo la frase en voz
alta, y enfatizando esa lectura, lo que está entre comas se lee con una
entonación diferente al resto de la frase;
-uno que denominaremos “semántico”, por el que observaremos que, si
extraemos lo que está encerrado entre ambas comas, la frase igualmente sigue
teniendo sentido (más allá de que se lo haya alterado un poco). En nuestra
frase, extrayendo la referencia temporal, la omisión daría el resultado siguiente:

“Jacqueline alcanzó a estudiar todo lo que el profesor expuso en los


encuentros.”

40) Coherencia global en un texto en vinculación con términos


extranjeros

Veamos el siguiente texto:

“Walter Spencer, nacido el 2 de mayo de 1918 en el Soho, en el corazón de la


cosmopolita ciudad de New York, inició sus investigaciones ligadas a la química
y la física en el año 1945 en su vinculación con distintas universidades
norteamericanas. En una oportunidad, en ocasión de un viaje que hizo a
Tréveris, la ciudad natal del filósofo alemán Karl Marx, conoció a Greta Wien, la
que años más tarde sería su primera esposa.”

Podemos ver que se mencionan dos ciudades: New York y Tréveris.


¿Cuál es la incoherencia que se presenta aquí? Resulta que el nombre “New
York” está en su versión en inglés: la forma españolizada sería Nueva York. Por
otro lado, la ciudad alemana está traducida: su versión en el original sería
“Triers”. Por lo tanto, una de las ciudades ha sido traducida (Tréveris) y la otra
no (New York). Pues bien: o siempre traducimos los nombres propios
extranjeros, o no lo hacemos nunca. Esto debería contemplarse de modo tal
que se conserve la coherencia global en un texto determinado.

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41) Pregunta “partida”

En reiteradas ocasiones existen dudas sobre el uso de los signos de


interrogación a la hora de redactar una oración interrogativa que, por ejemplo,
esté inserta en una cláusula condicional. Veamos el siguiente ejemplo:

“Si vas a Alemania, ¿vas a visitar Düsseldorf?”

En la oración de arriba vemos que la parte condicionante (que es la


primera parte, la que está encabezada por el conector condicional “si”) no está
dentro de una interrogación. Sí lo está la segunda parte de la cláusula, es decir,
la parte condicionada. Por lo tanto, solamente la segunda parte es la que va
encerrada entre esos signos.
A su vez, fijémonos que, si invertimos el orden de las partes
condicionada y condicionante, entonces ahí sí toda la frase completa va a
quedar dentro de los signos de pregunta:

“¿Vas a visitar Düsseldorf si vas a Alemania?”

Otro caso, más o menos similar, es el que se refiere a la existencia de un


interrogante tras el empleo de algún tipo de vocativo (la forma del vocativo
queda fuera de los signos). Por ejemplo:

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“Federico, ¿vamos a la biblioteca?”

a menos que el vocativo aparezca en segundo lugar, luego de la pregunta


propiamente dicha:

“¿Vamos a la biblioteca, Federico?”

42) Comillas y punto

¿Dónde va el punto? ¿Antes o después de las comillas? ¡Depende!


Veamos dos casos:

Jessica repitió enfáticamente: “Hoy es lunes”.

En este caso, el punto final va por fuera de las comillas que cierran la
expresión dicha en forma directa puesto que el signo es el cierre de la frase
con el marco incluido. Para decirlo brevemente: cuando hay marco (“Jessica
repitió enfáticamente”), el punto va afuera de las comillas. Cuando no lo hay,
como es el caso de un epígrafe o un titular, el punto va adentro, como en el
siguiente ejemplo (que es el que se corresponde con la novela de Gabriel
García Márquez, El amor en los tiempos del cólera):

“En adelanto van estos lugares. Ya tienen su diosa coronada.”

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43) Comillas: mención de un ítem

Veamos las siguientes frases:

Antonella, ¿puedes ver el ave, allí, a lo alto?

La palabra “ave” tiene dos sílabas.

En la primera frase se están usando nueve ítems lexicales, entre ellos la


palabra “ave” (más allá de las comas y los signos de interrogación de la
pregunta “partida”). En la segunda oración, no se está usando a la palabra
“ave” sino que se la está mencionando, se hace referencia al vocablo, al
término, como para decir algo de él. En este tipo de casos, conviene entonces
llamar la atención sobre la misma palabra: habrá que entrecomillarla o
colocarla en cursivas (la segunda frase se corresponde con lo que se conoce
como situación comunicativa metalingüística) con lo que otra opción sería:

La palabra ave tiene dos sílabas.

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44) La coherencia en el número:

Leamos la siguiente oración:

“La forma de narración más frecuente era la lectura en voz alta o el recitado, en
donde se utilizaba el verso, las rimas, las repeticiones sonoras y el ritmo que
ayudaba a recordar.”

Falla en esta frase la coherencia en cuanto al número puesto que habría que
pluralizar ambas formas verbales dado que el sujeto es compuesto (el verso,
las rimas, las repeticiones sonoras, el ritmo). Así, la frase quedará mejor del
siguiente modo:

“La forma de narración más frecuente era la lectura en voz alta o el recitado, en
donde se utilizaban el verso, las rimas, las repeticiones sonoras y el ritmo que
ayudaban a recordar.”

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45) Erradicación de Hipérbatos

En muchas ocasiones se puede incurrir en cierto desorden innecesario


en la redacción. Esto es: el hipérbaton es una figura retórica que consiste en
alterar el orden natural de los elementos dentro de una oración. Sabemos que
ese orden natural de la oración sería algo que respondería a la siguiente
fórmula:
Sujeto + Verbo + Objetos + Circunstanciales, con lo cual una oración que
responda a esta fórmula podría ser la siguiente:
“Ana preparó una torta ayer para su papá”
Evidentemente, en esa frase advertimos que los elementos respetarían esa
estructura “ordenada” en el idioma español. Sin embargo, en muchas
oportunidades, por una cuestión lógica ligada a la eufonía, o al énfasis sobre
algún elemento, se procede a establecer un hipérbaton. Ejemplo:
“No pudo hacer nada Ana el día que jugó contra la número uno un partido
excepcional”
En esta última frase, el sujeto está en el medio de la frase, entre otros
desórdenes.
Por cuestiones poéticas, y de conveniencia en la rima, hay hipérbatos en
producciones literarias:
“Del salón en el ángulo oscuro / de su dueño tal vez olvidada /descuidada y
cubierta de polvo / veíase el arpa”.
Si ordenáramos esta rima becqueriana, la idea quedaría algo así:

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“El arpa se veía en el ángulo oscuro del salón, tal vez olvidada de su dueño,
descuidada y cubierta de polvo”.
Fijémonos lo poco armónica que queda la siguiente frase con un hipérbaton
innecesario:
“Ana, ayer a la mañana, fue al country”
¿Qué pasaría si neutralizáramos el hipérbaton?:

“Ana fue al country ayer a la mañana”.

Efectivamente, la frase resulta más armónica, se neutralizó la doble coma y no


hay interrupciones en el hilo de la lectura con respecto a las ideas vertidas.
46) Repetición por sinonimia

Se suele incurrir en el error de redactar dos veces un mismo término sin


percatarse de que ambos items están muy “peligrosamente” cercanos uno de
otro dentro de un mismo párrafo. Veamos un ejemplo de esto (en rigor de la
verdad, la siguiente frase constituiría un legítimo antiejemplo):

“Este concepto tan caro a Roland Barthes no es novedoso en los estudios del
estructuralismo en la lengua. El concepto de función ya era empleado en los
comienzos del siglo XX por el estudioso Vladimir Propp”.

Vemos en el fragmento anterior una repetición del todo innecesaria. ¿Cómo


podríamos solucionar esta falencia? Apelando a un sinónimo, por ejemplo:

“Este concepto tan caro a Roland Barthes no es novedoso en los estudios del
estructuralismo en la lengua. La categoría de función ya era empleada en los
comienzos del siglo XX por el estudioso Vladimir Propp”.

47) Una N inconveniente

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Veamos la siguiente frase:

“Ese jugador se está escapando, ¡atájenlon!”

Hay ciertos manuales que consideran que en la oración anterior hay un


barbarismo, es decir, una incorrección en la forma correcta de redactar un
término. Pues bien, claro que sí: el barbarismo está, a todas luces, en esa N
innecesaria, inconveniente, molesta, que está al final del verbo que denota la
orden. Esa N “inconveniente” (que está presente mucho más en la oralidad que
en la escritura) generalmente, si es que aparece, recurre en esos verbos
imperativos.
48) Preguntas y Comas

Veamos lo que puede suceder cuando en un texto aparecen muchos


interrogantes uno detrás de otro:

“¿Pero por qué viniste tan temprano hoy?, ¿No me digas que te echaron del
trabajo?, ¿Y ahora qué vas a hacer?”

El fragmento anterior tiene errores de puntuación. Lo mismo sucede con la


siguiente sucesión:

“¿Pero por qué viniste tan temprano hoy? ¿no me digas que te echaron del
trabajo? ¿ y ahora qué vas a hacer?”

Cuando hay una sucesión de preguntas, deben estar mediadas por comas o
por puntos. Si están mediadas por comas, entonces la letra de la primera
palabra de la pregunta que sigue va en minúscula. Si están mediadas por
puntos (habrá que notar que el signo de interrogación ya tiene su punto
correspondiente), entonces la letra de la primera palabra de la pregunta que
sigue va en mayúscula.

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“¿Pero por qué viniste tan temprano hoy?, ¿no me digas que te echaron del
trabajo?, ¿y ahora qué vas a hacer?”

O:

“¿Pero por qué viniste tan temprano hoy? ¿No me digas que te echaron del
trabajo? ¿Y ahora qué vas a hacer?”

Las dos últimas posibilidades son las acertadas. Cualquiera de ellas es


correcta en su uso en la redacción.

49) Coherencia entre el objeto indirecto pronominal y nominal

“Decirle amigos a nuestros clientes”

La oración anterior, extraída de una publicidad gráfica de “Tarjeta Naranja”,


presenta un error de concordancia entre la parte pronominal del objeto indirecto
(le) y la parte nominal (nuestros clientes). Es decir que en las oraciones cuya
construcción implica la presencia de un objeto indirecto debe concordar el
número entre la parte pronominal y la nominal. Por ejemplo:

“Retírele la custodia personal al acusado”.

En este caso, “el acusado” es la parte nominal del objeto indirecto. Ya que es
singular, la parte pronominal (le) debe coincidir en el número.
Por lo general, el error de concordancia surge cuando el número del objeto
indirecto es plural. Por ejemplo:

“Entrégueles la prueba a los jueces”.


Aquí, donde la parte nominal del objeto indirecto, “los jueces” es plural, la parte
pronominal debe coincidir en número. Por lo tanto, es “les” y no “le”.
Intencionalmente el número del objeto directo del ejemplo es singular, para
resaltar que la concordancia debe darse entre ambas partes del objeto
indirecto.

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La misma regla se aplica cuando el objeto indirecto es proclítico. Por ejemplo:
“Le retiré la custodia al acusado” o “Les entregué la prueba a los jueces”.
Otro error común surge cuando se hace concordar la parte pronominal del
objeto indirecto con el objeto directo, en lugar de la parte nominal del objeto
indirecto. Por ejemplo: “Le entregué el documento a los acusados”. En este
caso, la concordancia correspondiente es entre “le” (que debería ser “les”) y
“los acusados”, y no entre “le” y “el documento”.

50) No hay coma entre sujeto y predicado

Nunca hay “coma” entre sujeto y predicado. Por lo tanto la frase:

“Juan, vino temprano”

es incorrecta, pues “Juan” es el sujeto” y “vino temprano” es el predicado.


Diremos, entonces: “Juan vino temprano”, así, sin comas.

En reiteradas ocasiones se suele pensar que si se lee con una entonación que
denota el misterio, o el suspenso, entre el sujeto y el predicado, en la escritura
debería ir la coma. Pues no. En todo caso, para conservar ese efecto, en la
redacción habrá, en todo caso, puntos suspensivos.
El antiejemplo sería:
“Juan, murió.”
Y lo correcto sería:
“Juan…murió.”

Existen dos casos únicos en que sí habrá “coma” entre sujeto y predicado:

-cuando hay una aposición o una intercalación luego del núcleo del sujeto:
“Juan, mi hermano, llegó temprano”

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o
“Juan, que siempre llega temprano, hoy faltó”
-cuando se da la presencia de lo que se conoce como “predicado nominal” o
“predicado adverbial” (en donde además se da la presencia de una coma que
actúa como sustituta de un verbo –pues ha habido una elipsis verbal):
“Juan, el hombre”
o
“Juan, en el colegio”.

51) Después de ciertos conectores suele haber una coma

Los conectores, utilizados para enlazar el sentido entre oraciones o


párrafos, van seguidos por una coma. Por ejemplo:

“La medicina occidental recomienda incluir alimentos de todo tipo. Sin


embargo, las personas vegetarianas gozan de mejor salud que aquellas que
consumen carne”.

En el párrafo del ejemplo, “Sin embargo” actúa conectando ambas ideas. Otros
conectores utilizados con frecuencia y que suelen llevar coma son: entonces,
además, no obstante, en este sentido, por lo tanto, pese a esto, por lo demás,
en principio, en primer lugar, en síntesis, de todos modos, de todas maneras,
de todas formas, asimismo, en otras palabras, en otros términos, por lo
siguiente, en consecuencia, etc.
Ejemplos:

“Asimismo, les rogamos que sean puntuales”


“No obstante, Barthes más adelante volvería sobre estos mismos conceptos”
“En síntesis, la clase de hoy sirvió para mejorar algunos aspectos de la
redacción”

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“En principio, no nos olvidemos de que ya habíamos considerado este tema”

Hay casos en los que hay coma después del “pero”, y es cuando se lo combina
con otros conectores. Por ejemplo:

“Pero, por otro lado, la dificultad de la situación no borraba el horror ante lo que
habían hecho”.

52) G-J

Algunas conjugaciones de los verbos terminados en –gir tienen la


particularidad de que conllevan, en ciertos casos, el cambio de la letra G por
una J (y esto en muchas ocasiones acarrea dudas a la hora de redactar).
Tomemos como ejemplo el verbo “dirigir”, de frecuente utilización para
encabezar cartas, mensajes y correos electrónicos.

-Primera persona del singular en presente del modo indicativo:

“Me dirijo a usted con el fin de hacerle una interesante propuesta”.

-Todas las personas en presente del modo subjuntivo:

“Yo quiero que él se dirija de mejor manera a mí”


“Sería bueno que dirijas mejor al grupo”
“¿Cómo evitar que dirijan la mirada hacia nosotros?”

El resto de las conjugaciones mantienen la “G”. Por ejemplo:

“Se dirige a los demás con muy buen gesto”

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“Nos dirigimos a ustedes para informarle sobre nuestros beneficios”
“Se ha dirigido cortésmente a sus vecinos”

53) Z-C

Ciertas palabras con “Z”, ante algunos cambios, pasan a escribirse con “C”:

-adjetivos terminados en “Z” en su pasaje del singular al plural


“Su remate es capaz de alcanzar los 120 kilómetros por hora”.
“Sus remates son capaces de alcanzar los 120 kilómetros por hora”.

“Tiene todo el tiempo un hambre voraz”


“Son voraces a la hora de comer”

- verbos terminados en –zar en las siguientes formas:

- Primera persona del singular en pretérito perfecto simple del modo indicativo:

“Realicé un buen trabajo para poder mantener la valla invicta”

-Todas las personas en presente del modo subjuntivo. Por ejemplo:

- Primera persona del singular

“Sería conveniente que utilice todas las herramientas a mi disposición”

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- Tercera persona del plural

“Lo mejor es que utilicen la escalera de emergencia”

-Todas las personas del modo imperativo excepto la primera persona, que no
existe, y la segunda que mantiene la “Z”. Por ejemplo:
-Primera persona del plural
“Utilicemos mejor el tiempo libre”

- Tercera persona del plural


“¡Utilicen la salida de emergencia!”
54) Si no y Sino

El uso de la conjunción adversativa “Sino” es completamente diferente a


la conjunción condicional “Si” y el adverbio de negación “No”. Sin embargo,
suele confundirse su utilización. Por ejemplo:

“Si no tuviera la posibilidad de irme de vacaciones, creo que enloquecería”

En este caso, en el que se expresa una condición junto a una negación, la


mejor forma de identificar cómo debe escribirse es fonética. La primera parte,
“Si” es átona, mientras que la segunda, “No”, es tónica. En estos casos,
siempre se deben escribir por separado.

Por el contrario, la utilización de la conjunción adversativa “Sino” es átona. Por


ejemplo:

“Lo mejor para el dolor de cabeza no es un medicamento sino un buen


descanso”

“No es que no quiera sino que no puedo”

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“No solamente sabe inglés y francés sino que también domina el italiano y el
portugués”

55) Verbos comodines

Frecuentemente en la escritura se recurre a determinados verbos cuya


utilización, si bien no es incorrecta, resulta poco precisa para expresar la idea
pretendida. Su uso está influido por la expresión oral, en la que la búsqueda de
fluidez y dinamismo impide, en ocasiones, la precisión conceptual. A estos
verbos los denominaremos comodines o passe partout: ser, tener, hacer,
realizar. Veamos algunos ejemplos:

-“Los obreros son la base del movimiento peronista”

En este caso, el verbo “ser” resulta impreciso si bien expresa la idea de modo
correcto. Más acertado, quizá, podría ser:

“Los obreros constituyen la base del movimiento peronista”

“Los obreros conforman la base del movimiento peronista”

-“Durante el peronismo los obreros tuvieron importantes beneficios”

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Algunas alternativas más precisas podrían ser:

“Durante el peronismo los obreros gozaron de importantes beneficios”

”Durante el peronismo los obreros disfrutaron de importantes beneficios”

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