Professional Documents
Culture Documents
1
.- Sobre la dimensión constitucional del medio ambiente resulta imprescindible la consulta de
Raúl Canosa Usera, en Constitución y medio ambiente.2000.Por nuestra parte nos hemos
ocupado de este tema en El derecho constitucional al medio ambiente. Tirant lo Blanch.
Valencia. 2000.
2
.- Las Constituciones mediterráneas -Grecia (1975) y Portugal (1976)- no hacen referencia
alguna a esta dimensión jurídica del derecho ambiental, pese a que coinciden con la CE de
1978 en otros objetivos relacionados con la conservación del ambiente natural. En lo que
respecta al derecho comunitario europeo, este principio -quien contamina paga- se encuentra
formulado por primera vez en el Acta Única (1987), pese a que ya estaba presente en la
Recomendación adoptada por el Consejo en 1975 (436/75). Sin embargo, la aplicación efectiva
de este principio está sujeta en la práctica a múltiples condicionamientos; entre otros, la
inexistencia -salvo en contadas ocasiones- de un sistema de impuestos y tasas”ecológicos”
que graven las consecuencias que tienen sobre el medio ambiente determinadas actividades
productivas; así como la falta todavía de una norma comunitaria que regule la “responsabilidad
civil por daños ambientales. Vid. L. Krämer. Derecho ambiental y Tratado de la Comunidad
Europea. Marcial Pons. Madrid. 1999. Pág. 99.
Desde el principio, y si se observan las iniciales redacciones de ese
artículo 45, se puede reconocer esta previsión de tipificar en el
Código Penal del denominado "delito ecológico"; inlcuso podemos
considerar que se contemplaba más que como facultad potestativa
o discrecional como auténtico deber del legislador estatal. Resulta
de interés destacar en este punto cómo, a pesar del intento del
entonces partido mayoritario en el Gobierno de la Nación (Unión de
Centro Democrático) por hacer desaparecer este apartado,
basándose en una supuesta coherencia formal con el bloque
normativo donde había sido enclavado (Principios Rectores de la
política económica y social, Capítulo Tercero del Título Primero), la
redacción del proyecto de Constitución no sufriría cambios de
envergadura en el debate que tiene lugar a continuación en las
Cortes constituyentes.
3
La redacción del artículo 45-3º de la CE quedó definitivamente fijada gracias a aquella
enmienda aprobada por la Cámara Alta, presentada por el Senador J.L. Sampedro,
justificándose en la idea de que había que acabar con el argumento económico "que
basándose en la supuesta contradicción entre desarrollo económico y defensa del medio
ambiente, sostiene que sise toleran infracciones menos graves vamos a detener el desarrollo
económico".
De este modo, la CE no hace sino constatar la progresiva
sensibilización de nuestro ordenamiento jurídico por la protección
del ambiente natural, sin excluir aquella dimensión más intimidatoria
que representa el denominado “delito ecológico”. En esta última
faceta,__ hasta la última reforma del Código Penal de 1995, existía
sin embargo un único tipo delictivo, contemplado en el artículo 347-
bis del anterior Código Penal (CP), que se caracterizaba por una
excesiva simplificación al prever las posibles conductas que
merecían sanción de aquella naturaleza. Por de pronto, quedaban
fuera de su ámbito de aplicación las actuaciones de los funcionarios
que informaran favorablemente los proyectos contrarios a las leyes
y reglamentos medioambientales; tampoco cabía la aplicación del
delito ecológico a la intervención de empresas públicas o de capital
mixto (público y privado) cuya actuación tuviera efectos
contaminantes o lesionara seriamente los bienes naturales4.
5
El artículo 319 del CP establece la imposición de penas a los promotores , constructores y
técnicos que lleven a cabo construcciones no autorizadas en lugares "que tengan reconocido
legal o administrativamente reconocido su valor paisajístico, ecológico, artístico, histórico o
cultural". El mismo precepto, en su párrafo segundo, sanciona igualmente las simples
infracciones cometidas contra la planificación urbanística, si bien con una pena inferior a las
que se cometen en suelo no urbanizable que tenga un valor natural o histórico-cultural: prisión
de seis meses a tres años, en el primer caso, y de dos años, en el segundo; además de multa
de doce a veinticuatro meses, así como inhabilitación de seis a tres años para ambos
supuestos.
Quizás una de las principales dificultades que plantea la
aplicación de la nueva regulación penal estriba en la facultad que
poseen los jueces y Tribunales para apreciar esa gravedad. Si lo
realmente tipificado no es cualquier conducta lesiva desde el punto
de vista ambiental, sino tan solo las más perjudiciales, se está
introduciendo un elemento de valoración por parte del órgano
jurisdiccional que exige siempre una ponderación de circunstancias,
pruebas, e informes periciales en cada caso concreto 6. Para limitar
de algún modo este considerable margen de autonomía del
intérprete judicial a la hora de determinar la comisión de uno de
estos delitos sería conveniente elaborar una doctrina jurisprudencial
mínimamente homogénea para determinar el alcance real de estas
disposiciones sancionatorias. Sin embargo, la escasa gravedad de
las penas previstas, junto a los criterios relativos a la competencia
material que regulan el procedimiento penal, impiden que en el
futuro pueda llegar a consolidarse una línea de interpretación con
una elevada dosis de uniformidad, como es la que normalmente se
impone de y deriva de la jurisprudencia del Tribunal Supremo 7.
8
Vid. F. Díaz Palos, "El delito ecológico en la jurisprudencia del Tribunal Supremo", en la obra
colectiva coordinada por G.Ruiz-Rico Ruiz, "La protección del medio ambiente en el
ordenamiento jurídico español". Jaén. 1995. Pág. 332 y siguientes.
del territorio-, pero respecto de los cuales representa un bien
jurídico distinto. Las variantes del llamado “delito ecológico” se
encuadran de este modo en dos Capítulos; el primero
dedicado específicamente a la protección de los recursos
naturales y el medio ambiente (Capítulo III, Título XVI,
artículos 325 a 331); el segundo, relativo a la protección de la
flora y la fauna (Capítulo IV, del mismo Título, artículos 332 a
337).
9
Vid. L.R.Ruiz Rodríguez. “Los incendios forestales y la protección del medio ambiente”. En
“Derecho Penal del medio ambiente”. AA.VV.Madrid. 1997. Pág. 83 y ss.
jurisprudencia del TS (Sentencia de 15 de Octubre de 1990),
favorecía la consideración de este delito como un evidente
atentado ecológico o contra los recursos naturales, desde una
concepción de que el bien jurídico protegido era en realidad el
medio ambiente en general.
10
Vid. F. Briones Vives. En C. Vázquez Iruzubieta. , "Doctrina y Jurisprudencia del Código
Penal. Madrid. 1988. Pág. 1773 y siguientes.
Pero no deja de haber algunas cuestiones polémicas a
propósito de la futura aplicación de este artículo11. En efecto,
estamos seguros de que va resultar complejo hacer efectivo
sobre todo ese tipo penal regulado en el párrafo final de ese
artículo 329, donde se contempla la posibilidad de imponer
penas a quienes, formando parte de un órgano colegiado (se
sobreentiende también a los organismos que ostenten algún
tipo de representación política), hayan votado a favor de una
autorización de una de esas industrias contaminadoras.
12
Vid. F. Muñoz Conde. Derecho Penal. Parte especial. Tirant lo Blanch. Valencia. 1996. Pág.
505.
Por esta razón, y como elemento de ponderación del alcance
real que puedan tener en el futuro las previsiones del Código Penal,
parece imprescindible observar la interpretación que se ha hecho
por la jurisprudencia constitucional del derecho a la tutela judicial y
de aquellas reglas y principios básicos del procedimiento penal,,
contenidos en el artículo 24 de la Ley Fundamental española. Pero
como esta operación supera los límites del presente trabajo, nos
limitaremos a añadir algún comentario a otras resoluciones del TC
que han tocado esta relación entre protección penal del medio
ambiente y los derechos constitucionales que allí se consagran.
Pero junto al tipo genérico del artículo 325 (delito contra los
recursos naturales y el medio ambiente, el CP incluye además otra
categoría de delitos cuya finalidad no es tanto la simple amenaza,
sino aquellas conductas directamente lesivas o perjudiciales para
determinadas especies animales y vegetales. Esta segunda
categoría de delitos "de lesión", se encuentran regulados en el
Capítulo IV, relativos a la protección de la fauna y de la flora. Frente
a los primeros, en los cuales la pena se impone al producirse el
peligro concreto, aquí la infracción queda configurada, contra, por
el efecto-resultado que supone una perturbación inmediata, y no
potencial, del equilibrio ecológico.
13
Cuando la sanción prevista en el artículo 347 bis era tan solo de arresto mayor y multa de
50.000 a 1.000.000 de pesetas, lo que seguramente resultaba menos gravoso que la inversión
en una tecnología y medios que evitaran la actividad contaminante.
información a las inspecciones oficiales, o bien en el caso de riesgo
de deterioro irreversible o catastrófico (antiguo 347 bis). Por último,
ahora también se toma en consideración, tanto en estos delitos
contra los recursos naturales como en aquellos que protegen la
flora y la fauna, la realización de la conducta delictiva en alguno de
los Espacios Naturales protegidos (art. 338).
17
.- La excepción se puede presentar con la reciente propuesta de Directiva del Parlamento
Europeo y del Consejo relativa a la protección del medio ambiente por medio del derecho
penal, con la que la Unión Europea pretende que se establezcan en la Comunidad una serie
mínima de delitos contra el medio ambiente, en especial sobre vertidos y contaminación,
actuaciones lesivas sobre especies hábitats protegidos y manipulaciones de sustancias
peligrosas. Documento 501PC0139.
complementar la norma penal interna18. Pero por regla general, y
salvo que estuvieran contenidas en Reglamentos comunitarios -
para los cual ha quedado asegurado el efecto directo-, las
disposiciones ambientales de la Unión Europea tendrán la
virtualidad como máximo de elementos de interpretación de las
leyes españolas a la hora de definir la conductas objeto de sanción
penal19.
Vid. J.Terradillos Basoco. “Delitos relativos a la protección del patrimonio histórico y del
20
21
.- Para el Tribunal existían, por tanto, suficientes motivos de fondo para plantear incluso la
cuestión de constitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, ya que -así lo entendía el
máximo órgano de la justicia ordinaria- que no se estaban respetando por el Código Penal en
este artículo las condiciones impuestas por la doctrina de la jurisprudencia constitucional sobre
los “tipos penales en blanco” y, por tanto, se vulneraba el principio de reserva de ley penal del
artículo 17 de la CE.
trataba de una infracción administrativa, imposible de quedar
integrada en el supuesto contemplado en el artículo 335 22.
23
.- La plasmación normativa de este principio se encuentra en la esfera administrativa en la Ley
30/1992, de 26 de Noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común, cuyo artículo 133 establece que “no podrán sancionarse
los hechos que hayan sido sancionados penal o administrativamente, en los casos en que se
aprecie identidad de sujeto, hecho y fundamento”.
en el fondo del asunto no es otra que la preferencia de la vía
jurisdiccional penal sobre la administrativa.
25
.- Esta línea de interpretación que abre la Sentencia del TC puede tener una repercusión importante en la
efectividad de las previsiones del Código Penal en la materia, ya que -como argumenta Verchel- “son
muchas las infracciones de origen administrativo que el legislador ha acabado tipificándolas por su
gravedad o sus especiales características”; entre ellas, desde luego, cabría mencionar las que se refieren a
Derecho ambiental. Vid. A. Verchel, en La incorporación del principio.... Cit. Pág. 19.