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TEMA 0.

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CONCEPTOS GENERALES DE CAZADORES-RECOLECTORES

ESQUEMA-RESUMEN

1.- Ecosistemas.
2.- Paleoantropología.
3.- Cultura.
4.- Cazadores y recolectores.
5.- Límites geográficos y temporales.
6.-.Resúmen
6.1.- Hábitat.
6.2.- El alimento y la subsistencia.
6.3.- La familia (organización social).
6.4.- Vestimenta y adorno.
6.5.- Creencias.
6.6.- La muerte.
6.7.- Arte.

Hace 2.000 años que el poeta griego Horacio, en sus Sátiras, nos dio la
versión de la cultura humana y la visión del humilde comienzo de la humanidad

Cuando por primera vez surgieron los hombres como gusanos del seno de
la tierra,
Eran mudas criaturas, carentes de lenguaje, de formas vagamente
humanas,
Valiéndose de las uñas y de los puños cerrados luchaban
Por las bellotas y los abrigos donde guarecerse durante la noche;
Utilizaron luego garrotes; por fin emplearon ya armas,
Cuyo uso creciente les enseñó a perfeccionar,
Hasta que aprendieron a formar las palabras y los nombres,
Con los sones que emitían, y pudieron manifestar sus ideas;
Desde entonces dejaron de luchar, y comenzaron
A construir ciudades, defendiéndose el hombre del hombre,
Y establecieron leyes, como freno a las disputas,
Que protegían a las personas, propiedades y esposas.
Y si se investiga la historia de la humanidad,
Se hallará que fue el temor a la injusticia lo que dio origen al derecho1.

1 Las sátiras, epístolas y Ars Poetica de Horacio.

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Lo que los clásicos intuyeron vagamente lo conocemos con detalle, gracias
a que las investigaciones biológicas, antropológicas y prehistóricas del siglo
pasado contribuyeron en gran medida a disipar las espesas nieblas que durante
largo tiempo ocultaron nuestro pasado. Ya no necesitamos apoyarnos en el mito y
en la fantasía para saber y comprender algo sobre nuestros orígenes.

1.- Ecosistemas
El termino ecosistema fue introducido por el ecólogo inglés A. G. Tansley en
1935, quien lo define como la unidad fundamental ecológica, constituida por la
interrelación de una biocenósis y un biotopo. Es decir, un ecosistema está
constituido por un medio físico (el biotopo, hábitat o ambiente), sus pobladores (la
biocenósis o comunidad de seres vivos o colectividad de plantas y animales
diversos que comparten un espacio vital) y las interrelaciones entre ambos.
Los ecosistemas no pueden definirse dentro de unos parámetros rígidos,
pues sus fronteras son los límites en que no es posible la vida. En sentido amplio,
el Planeta Tierra constituye un ecosistema, de enorme complejidad y riqueza. Sin
embargo, se ha optado por dividirlo, se habla así del ecosistema acuático y del
terrestre. El primero puede ser agua dulce (ríos, lagos) o salada (mares, océanos),
y dentro del segundo están los ecosistemas de diversos tipos de medios: desierto,
pradera, bosque. Y dentro del bosque, un árbol puede considerarse como un
sistema restringido, y a su vez, una charca que alberga organismos minúsculos,
configura un diminuto ecosistema.
Las poblaciones no se presentan aisladas en un ambiente, sino que
muchas de ellas interactúan entre sí en ese ambiente compartido constituyendo lo
que se denomina comunidades. El medio en que se desarrollan las comunidades
puede ser considerado según su naturaleza en superficie o en volumen; así, se
reconoce un edafotopo como referido al sustrato, un climátopo en cuanto a las
características climáticas, y un hidrótopo considerando los factores hidrográficos.
El hábitat es el lugar donde vive la comunidad, y el nicho el papel funcional
que desempeña una especie dentro de una comunidad, es decir, la forma en que
busca o se ocupa de su subsistencia. Los organismos ocupan nichos distintos

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dentro de cada hábitat, los cuales dependen del nivel de estratificación de la
comunidad; cuanto más estratificada sea ésta, en más nichos adicionales se
subdividirá el hábitat.

2.- Paleoantropología.
A principios de los años 60 se popularizó la idea según la cual los actuales
cazadores-recolectores eran representativos de las gentes que vivieron en la Edad
de Piedra. Se les contemplaba y estudiaba como fósiles vivientes, con unos estilos
de vida que sin duda mostraban como debieron vivir nuestros más lejanos
antepasados. Ésta fue la visión predominante de la Antropología hasta el inicio de
la década de los 80, cuando algunos investigadores, críticos con la visión
tradicionalmente aceptada, empezaron a cuestionar esta visión aislacionista de los
actuales cazadores-recolectores.
La asunción de la idea de que estas poblaciones pudieran haber vivido
hasta muy recientemente aisladas de los pueblos productores, consumiendo
únicamente lo que la biocenósis les proporcionaba, entraba en plena contradicción
con las hipótesis aceptadas hasta entonces.
En Antropología, entendiendo por tal el estudio de los llamados pueblos
primitivos, el término Etnografía se aplica a lo que es específicamente una forma
de análisis ideográfico, cuyo objeto es proporcionar informes aceptables de tales
pueblos y de su vida social. La Etnografía difiere de la Prehistoria en que el
etnógrafo deriva su conocimiento de la observación directa o el contacto directo
con el pueblo sobre el que está investigando y no sobre elementos dispersos cuyo
objetivo es proporcionarnos algunos datos aislados sobre el pasado prehistórico.
El hombre vive en varias dimensiones. Se mueve en el espacio, donde el
ambiente natural ejerce sobre él una influencia que nunca termina. Existe en el
tiempo, lo cual le provee de un pasado histórico y un sentido del futuro. Lleva
adelante sus actividades como miembro de una sociedad, identificándose el
mismo con sus compañeros y cooperando con ellos en el mantenimiento de su
grupo y en asegurarle su continuidad. Pero el hombre no es único en esto, todos
los animales deben tener en cuenta el espacio y el tiempo. Muchas formas

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vivientes, viven en agregados donde la necesidad de adaptarse a sus compañeros
es un factor siempre presente en sus vidas. Lo que distingue al hombre, el animal
social que nos importa aquí, entre todos aquéllos, es la cultura. Esta tendencia a
desarrollar culturas consolida en un conjunto unificado todas las fuerzas que
actúan en el hombre, integrando para el individuo el ambiente natural en que se
encuentra él mismo, el pasado histórico de su grupo y las relaciones sociales que
tiene que asumir. La cultura reúne todo esto y así aporta al hombre el medio de
adaptarse a las complejidades del mundo en que nació, dándole el sentido, y a
veces la realidad, de ser creador de este mundo, al mismo tiempo que criatura en
él.

3.- Cultura.
Los antropólogos utilizan la palabra Cultura con diferentes acepciones.
Algunos confunden Cultura con forma de vida social y se refiere al proceso
mediante el cuál una persona adquiere por contacto con otras personas, con otros
elementos materiales, un conocimiento, habilidad, ideas, creencias, gustos o
sentimientos entre otros.
Definiciones de Cultura hay muchas; todas están acordes en reconocer que
es algo aprendido, que permite al hombre adaptarse a su ambiente natural, que es
por demás variable, que se manifiesta en instituciones, normas de pensamiento y
objetos materiales. Según el antropólogo E.B. Tylor la Cultura “es el conjunto
complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, ley, costumbre, y otras
capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembros de una
sociedad”. Una breve y útil definición de Cultura es “la parte del ambiente hecha
por el hombre”. En esta definición va implícita el reconocimiento de que la vida del
hombre transcurre en dos escenarios, el natural o hábitat y el social.
En algunas sociedades podemos encontrar ciertos procesos de tradición
cultural como una transmisión literal de estos conocimientos de unas generaciones
a otras. En este sentido, la comprensión y la utilización del lenguaje o las ideas se
transmite por un proceso de tradición cultural

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La Cultura es el sistema integrado de las normas de conducta aprendidas,
características de los miembros de una sociedad. Constituye el modo de vida
peculiar de cualquier grupo social. La Cultura es un fenómeno exclusivamente
humano. Entre todas las criaturas del reino animal, tan sólo el hombre ostenta la
capacidad de elaborar, conservar y transmitir la cultura.
El hombre a lo largo de varios millones de años desarrolló cuidadosamente
culturas cada vez más complejas en sus esfuerzos por modificar las condiciones
de vida con las que hubo de enfrentarse. Nuestro conocimiento de las distintas
culturas humanas sería extremadamente limitado si comprendiese únicamente lo
que podemos aprender de los testimonios arqueológicos del hombre prehistórico.
Los lugares de habitación pueden informarnos acerca del tamaño de las
agrupaciones sociales prehistóricas: restos óseos, restos de talla, útiles,
acumulaciones de cenizas, estructuras, etc. Nos proporcionan una idea
aproximada de los hábitos relativos a los modos de vida de pueblos desaparecidos
hace mucho tiempo. Sin embargo es poco lo que nos pueden revelar acerca de las
costumbres cotidianas y de los ligeros matices de actitud y creencias que
constituyen el aliento y la vida de lo que llamamos Cultura. Para poder
aproximarnos ligeramente, y salvando las distancias geográficas y temporales,
debemos dirigir nuestra atención a los pueblos primitivos actuales, cuyos actos
podemos observar, cuyos lenguajes podemos oír y hablar, y que son capaces de
contarnos de la mejor manera como piensan y por qué creen y actúan de la forma
que lo hacen.
Al reconstruir el desarrollo físico del hombre, la lógica de la estructura y la
regularidad del proceso evolutivo pueden socorrer al investigador en su difícil
tarea. No poseemos una ayuda semejante al estudiar el desarrollo de la cultura
prehistórica. Cuando encontramos un fragmento de sílex roto sobre un suelo de
habitación, lo único que nos dice es que un ser humano estuvo presente para
hacerlo o para usarlo. Pero el para qué y el cómo del uso que se le dio, no
podemos sino conjeturarlo. Podía haber sido adherido a un largo y delgado astil y
empleado como arma arrojadiza, pudo haber sido lanzado con la mano, empleado
para producir fuego a simplemente ser un objeto de uso ritual. Este marco de

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variación en el empleo de los objetos hechos por el hombre, o utensilios, como se
denominan en arqueología, no es sino el comienzo de los problemas que se le
plantean al prehistoriador que trata de comprender el origen y el desarrollo de la
cultura. Por eso se impone, si queremos captar claramente la naturaleza de este
proceso, distinguir cuándo las conclusiones están basadas en hechos y cuándo no
pasan de ser hipótesis inferidas de hechos.

4.- Cazadores y recolectores.


Se suele considerar que la especie humana existe como tal desde hace
unos cinco millones de años. Durante todo ese tiempo, y hasta hace tan sólo diez
mil años, la forma de sobrevivir dominante era la caza y la recolección. Bandas de
individuos, no más de treinta, unidas por lazos de parentesco, deambulaban,
posiblemente siguiendo a las manadas de rumiantes, cazando y recolectando
frutos y semillas silvestres. En realidad, el sistema no se diferencia mucho de la
forma de vida de algunas especies de mamíferos depredadores actuales.
El sistema económico de caza y recolección ha seguido vivo en algunas
comunidades hasta hace muy poco tiempo. Los habitantes de la Patagonia, en el
cono sur americano, utilizaron puntas de flecha de sílex sin pulimentar hasta el
siglo pasado. A lo largo de todo el siglo XX se han descubierto poblaciones que
desconocían las técnicas agrícolas básicas. Pero, ciertamente, han sido casos
excepcionales de grupos que han estado aislados geográficamente durante los
últimos diez mil años.
Es posible que desde el principio hubiera una cierta especialización laboral
por sexo y por edad, los hombres cazando, las mujeres y los niños recolectando.
Puede que alguien más hábil con sus manos, dedique más tiempo que otros a la
fabricación de armas o al tratamiento de las pieles. El que la caza y la recolección
fueran las actividades económicas dominantes no quiere decir que fueran las
únicas. Se han descubierto minas excavadas con instrumentos paleolíticos. La
existencia de intercambios comerciales queda demostrada por la presencia de
materiales tales como obsidiana o conchas marinas en enterramientos a mil o dos
mil kilómetros de su origen.

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La característica principal de nuestra especie, el cerebro, creció en volumen
durante esos cinco millones de años. La capacidad de almacenar y transmitir
información parece haber sido necesaria para la supervivencia y el rasgo que se
transmitía de generación en generación. Sobrevivían los humanos de mayor
cerebro, los que podían organizar grupos para cazar, informar de la existencia de
peligros, diseñar estrategias de ataque o defensa. Esa capacidad de comprensión,
almacenaje, tratamiento y comunicación de información ha sido el legado que
hemos recibido de nuestros antepasados en forma de genes. Esa es, sigue
siendo, la base de la organización de nuestra sociedad y nuestra economía.
A través del estudio de las comunidades de cazadores-recolectores,
actuales o subactuales, sabemos que la elección de los materiales y de las
técnicas utilizadas para realizar objetos de adorno personal es el reflejo de
mecanismos de cierta identificación individual o colectiva. La riqueza de
informaciones tecnológicas que cada obra de arte mobiliar encierra proporciona un
método original de comparación entre objetos. Fabricando y utilizando diferentes
objetos de adorno personal, los primeros hombres y mujeres del Paleolítico
Superior, al igual que aquellos de todas las culturas humanas conocidas,
expresaban su pertenencia a un sexo, a un rango de edad, a un papel social y
sobre todo a un grupo étnico. A menudo las distintas culturas paleolíticas,
siguiendo este axioma, se han considerado como fenómenos unitarios. No
obstante las diferencias regionales se muestran cada vez más evidentes. El
análisis técnico del arte mobiliar paleolítico aparece hoy, junto con el arte rupestre,
como un medio privilegiado para poder desentrañar aquellos códigos sociales.
Los hombres de los albores del Paleolítico vivían en pequeños grupos y se
dedicaban casi exclusivamente a la caza y recolección de alimentos. A través de
los que podemos observar en las sociedades más primitivas de nuestros días, y
de lo que se conoce a propósito de las costumbres de otros primates vivientes,
cada grupo solía limitar sus actividades a una áreas geográfica bien delimitada. Su
dieta principal estaba basada sin duda en bayas, nueces, frutos, raíces y un cierto
número de insectos y gusanos. No podemos saber a ciencia cierta si cazaban
también pequeños animales y pájaros, o si comían carne de animales ya muertos

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de mayor tamaño. Los primates parientes del hombre son vegetarianos, pero en
algún momento a lo largo del linaje humano el hombre comenzó a comer carne.
Sin duda debió de ser un paso extraordinario. Está fuera de toda duda que los
hombres paleolíticos fueron grandes comedores de carne. Y es muy probable que
los australopitecos comiesen babuinos y bóvidos. Es por ello muy probable que
nuestros más lejanos antepasados revolucionasen las costumbres alimenticias
que hasta entonces habían imperado entre los primates, adoptando la
alimentación omnívora. Evidentemente esta circunstancia debió ampliar la
extensión de su hábitat potencial e incrementar las posibilidades de supervivencia.
Pudieron así ampliar considerablemente su espacio vital y, lo que es más
importante, no tuvieron que restringir sus actividades a los territorios con grandes
bosques sino que, gradualmente, pudieron extenderse hacia las regiones
templadas, lejos del cinturón tropical de la Tierra.
Durante la mayor parte de su historia el hombre vivió con la preocupación
constante de conservar su propia existencia y de parir y criar su descendencia. En
sus rasgos esenciales su actividad a lo largo del año no era muy diferente a la de
cualquier otro animal. La recolección y la caza para procurarse alimento, la vida
sexual que paulatinamente pasó de un estro o celo anual a un estro permanente y
el cuidado de las crías que ocupaba gran parte de su esfuerzo y tiempo. Sin
embargo dos cosas eran diferentes. Aprendió a hablar de lo que estaba haciendo,
y con ello a pensar. Y dominó los recursos para hacer instrumentos sencillos y el
uso del fuego. El lenguaje, los útiles y el fuego fueron los grandes inventos del
Paleolítico. En las fases finales del Paleolítico es cuando empiezan a revelarse
sus potencialidades latentes. La caza se llevaba a cabo con gran variedad de
armas y utensilios, y esta destreza es indicio de una viveza intelectual y una
precocidad en la ejecución manual. Todo ello revela la existencia de una intensa
vida social.
Es posible también que nos hayan legado genéticamente comportamientos
instintivos que aumentan la cohesión del grupo social, tales como la envidia o la
solidaridad. Es posible, incluso, que valores éticos compartidos por toda la
humanidad, tales como el respeto por la verdad o la justicia, sean también

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manifestaciones de instintos transmitidos durante milenios por su alto valor para la
supervivencia. Instituciones jurídicas actuales como el derecho de propiedad o el
salario laboral, tienen su origen sin duda alguna en la organización social de los
cazadores y recolectores ¡Cuántos pleitos privados habrán tenido que resolver los
líderes de las bandas! ¡Cuantas luchas entre bandas por los límites del territorio de
"nuestra propiedad"! Porque podemos suponer la existencia, ya entonces, de
derechos y propiedades individuales y de grupos que entraban en conflicto.
Determinadas decisiones respecto al consumo energético, recursos
naturales y la influencia del medio, pueden ser de capital importancia en la
aparición o desaparición de ciertas sociedades. Desde los más simples grupos de
cazadores-recolectores hasta las más complejas economías industriales, las
sociedades se organizan consciente o inconscientemente en la búsqueda de
energía y otros recursos naturales. La relación entre sociedades humanas y el
medio se analizan a partir del registro arqueológico que nos proporciona
numerosas informaciones.
La correcta utilización de algunas estrategias ayuda a comprender el papel
que la energía y la biocenósis tienen en este complicado juego que es la
subsistencia. La principal regla de este juego son las leyes de la termodinámica y
el fin último del mismo es mantenerse en la partida. La forma de permanecer
jugando es conseguir más energía y recursos que sus directos competidores.

5.- Límites geográficos, temporales y semánticos.


En este temario hemos establecido unos límites crono-culturales ya que
como veremos los grupos de cazadores-recolectores han existido hasta hace
relativamente poco tiempo. El territorio al que hacemos referencia
fundamentalmente es el Viejo Continente y en algunos casos también al
continente africano, pero la mayor parte de los datos utilizables para contextualizar
desde un punto de vista antropológico las sociedades paleolíticas es sin duda
Europa.
En cuanto al límite temporal, esta asignatura se ha concretado en el
Paleolítico en general y fundamentalmente en el Paleolítico Superior ya que

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existen más datos para su interpretación. Es en este largo período de la
Prehistoria cuando el hombre depende exclusivamente de la biocenósis para
procurarse el sustento. Con el Holoceno y las culturas mesolíticas, el hombre deja
de depender exclusivamente de aquello que caza o recolecta y empieza a producir
o controlar la producción de sus alimentos. Esta circunstancia verá su máximo
exponente a partir del Neolítico que es cuando se tiene absoluta certeza y
constancia de que el hombre se convierte en productor.
En el campo de la Prehistoria es bastante arriesgado establecer
paralelismos ABSOLUTOS entre el mundo del Paleolítico y las culturas primitivas
etnográficamente vivas. Ninguna de las sociedades primitivas actuales reproduce
fielmente las condiciones de las comunidades prehistóricas. No existe ninguna
zona del globo que reproduzca el clima que reinaba durante los períodos
glaciares, ni siquiera en los polos. Podemos utilizar los paralelos etnográficos para
intentar explicar determinadas circunstancias, pero interpretando los datos con
EXQUISITA PRUDENCIA.
En nuestra disciplina se recurre a menudo a dichos paralelos y de hecho
fue una corriente historiográfica muy en boga durante muchos años, pero es
imposible saber con una certeza absoluta si un determinado hogar polinesio
funcionaba igual que uno de los que encontramos en los yacimientos paleolíticos,
por poner un ejemplo asequible.
Tenemos que hacer referencia al titulo de la asignatura y los problemas que
plantea su desarrollo. Podemos hablar del concepto de economía de los
cazadores-recolectores partiendo de la base de que no existe constancia de que
hubiera un comercio como tal o un trueque, al menos hasta tiempos relativamente
recientes. Por los tanto el desarrollo de este término se hace basándonos en los
elementos de cultura material que nos han dejado estos grupos. Así mismo hay
que tener en cuenta que en las excavaciones arqueológicas encontramos los
deshechos de una habitación más o menos temporal, cuyos restos además están
reducidos a la mínima expresión por la pérdida del material perecedero. Por ello la
interpretación económica de una estación siempre esta sujeta a revisiones o

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cambios en función de nuevos descubrimientos o el desarrollo de nuevas técnicas
de investigación.
Respecto al concepto de sociedad, volvemos a encontrarnos en un campo
que se presta a teorizar absolutamente ya que no tenemos más que las evidencias
arqueológicas para interpretarlo. Una de las bases sobre las que se asienta el
complejo social son los enterramientos. Desde luego es impensable por ejemplo
que durante casi 20.000 años sólo murieran unas 350 personas, que se
corresponden con las halladas en excavaciones. Se pueden establecer rangos de
edad, estimación de vida, etc. pero desde luego no contemplan la totalidad de los
datos. Actualmente se ha logrado descubrir, mediante talla experimental, si el
artesano era diestro o zurdo, pero esta circunstancia supone una gota de agua en
un inmenso mar.
Hablar de ideología, es desde luego, el apartado más arriesgado de todo el
título de la asignatura. Muchas veces es absolutamente complicado comprender la
mentalidad de nuestros abuelos o bisabuelos y cuando se nos explican historias
de aquella época incluso nos pueden parecer extrañas. Si esto es así, mucho más
difícil es entrar en la mentalidad de unas gentes que vivieron a partir de hace 100
siglos. Podemos aproximarnos –muy ligeramente- a la ideología de aquellos que
decoraron las cuevas o los abrigos, incluso a la de aquellos que elaboraron los
objetos de arte mobiliar, pero ¿realmente podemos sentir lo que ellos sintieron?
¿Significa lo mismo una determinada pintura para un artista paleolítico que para
nosotros? Baste poner un ejemplo por todos conocido, la paloma de la Paz.
¿Porqué se representa con una rama de olivo? ¿Es, ideográficamente, la misma
paloma románica que la pintada por Dalí?

6.- Resúmen
Veamos de forma resumida algunos de los apartados a los que haremos
referencia a lo largo de este texto y que configuran los distintos elementos
culturales de la humanidad paleolítica.

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6.1.- Hábitat.
Cabría pensar que después de dos millones de años de experiencia el
hombre hubiese resuelto ya el problema de la vivienda. Después de todo, la
necesidad de disponer de refugio es una de las más elementales entre todas las
necesidades básicas de la humanidad. En lo que se refiere a la construcción de la
vivienda, el hombre se ha comportado de una manera extrañamente
conservadora. Una y otra vez ha dejado de modificar sus viviendas, o sólo lo ha
hecho venciendo la más consumada obstinación cuando las mejoras estaban
difundidas o al alcance de la mano. La necesidad de un refugio es tan físicamente
elemental que se satisface fácilmente y con sencillez. Las cuevas han servido de
habitación al hombre desde el comienzo de los tiempos prehistóricos. Si no son
demasiado húmedas, proporcionan abrigo confortable frente a los animales, las
inclemencias del tiempo y los enemigos naturales que acechan. Pero las
cavidades no se encuentran en todas las zonas o pueden tener otros
inconvenientes como la lejanía de los puntos de agua o la mala orientación hacia
los vientos dominantes, etc. Ya desde el Paleolítico Inferior el hombre construyó
sus propias “cuevas” o abrigos para refugiarse de las inclemencias del tiempo. Los
hogares más sencillos de los nómadas cazadores-recolectores son poco más que
nidos, sencillos paravientos construidos con ramas entrelazadas o tiras de corteza
de árbol abiertos a sotavento.

6.2.- El alimento y la subsistencia.


Un rasgo elemental de toda cultura es el complejo de técnicas para la
producción, consumo y distribución del alimento. Las necesidades fisiológicas para
la sustitución anabólica de las reservas energéticas ya utilizadas en el cuerpo,
supone un imperativo biológico a cada sociedad que consiste en la organización
de su cultura para que puedan satisfacerse por lo menos las exigencias mínimas
alimenticias, si la sociedad y la cultura deben sobrevivir. El ajuste ecológico de una
cultura al ambiente físico en que se desarrolla, es, por consiguiente, de capital
importancia. Por este motivo las áreas culturales del mundo son, en gran medida,
también áreas de obtención de alimentos o de subsistencia.

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Las culturas más primarias de la humanidad son aquellas cuya economía
de subsistencia está basada predominantemente en la caza y la recolección. La
gran mayoría de los pueblos primitivos contemporáneos son cazadores-
recolectores y refuerzan sus métodos racionales de consecución de alimentos con
prácticas mágicas y religiosas que contribuyen psicológicamente a reforzar su
sentido de seguridad de que sus actividades encaminadas a la obtención de
alimentos no fracasarán desastrosamente y, de este modo, aquietar el acuciante
temor, siempre presente, de que sus medios de supervivencia resulten
insuficientes.

6.3.- La familia (organización social).


La familia es el más fundamental de todos los grupos sociales y goza de
una distribución universal. Sin embargo, al igual que todas las demás formas
sociales culturalmente determinadas, existe una cierta variabilidad en la estructura
y funciones de los tipos de familia. La familia conyugal es el grupo elemental y
universal de parentesco: relaciona los papeles complementarios de los miembros
de la pareja y la de los adultos hacia sus descendientes. Las familias colectivas
existen como complemento de la familia conyugal. Pueden asumir algunas de sus
funciones y actividades, pero nunca la reemplazan totalmente. La familia conyugal
siempre está incluida dentro de una serie de grupos de parentesco más amplio.
Estos pueden, por una parte, ser los parientes y, por otra, alguna o algunas formas
de grupo de parentesco extendido unilateralmente. Los límites del parentesco
nunca permanecen limitados a la familia conyugal primaria o secundaria, ya que
éstas quedan invariablemente incluidas en una red más amplia de parentesco. Los
diferentes tipos de grupos basados en el principio unilateral son: el linaje y el clan.
El hecho de que en una cultura determinada prevalezca el modelo matrilineal o
patrilineal depende en gran medida de las costumbres de residencia. Ésta a su
vez está fuertemente influenciada por el tipo de economía de subsistencia que
predomine en la cultura.

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6.4.- Vestimenta y adorno.
El hombre adopta una actitud rebelde frente a la naturaleza. Se siente muy
poco inclinado a aceptar las cosas tal como vienen. En todas las materias tiene la
incorregible creencia de que, mediante sus manejos, puede mejorarlas. Su
instrumento es la cultura.
En todos los tiempos y bajo todos los climas, el hombre emprende la
realización de todo aquello que vanamente cree que mejora su aspecto corporal.
Es incalculable el tiempo y esfuerzo gastado en pintarse, adornarse y embellecer
el cuerpo con fines estéticos o sociales.
Los pueblos cuyas gentes llevan poca ropa encima o no la llevan en
absoluto, no constituyen una excepción. El hombre puede ir totalmente desnudo,
más por ello no dejará de adornarse. Aún en el caso de que no lleve ni un simple
taparrabos, siempre intentará lucir algún adorno. El sentido del pudor es una
costumbre y no un instinto. El desconcierto que se siente cuando se altera el
propio sentido del pudor, es debido a un trastorno neurofisiológico de buena parte
del sistema nervioso y del resto del organismo, sacudido ante una situación de
conducta que contrasta fuertemente con aquellas con las que una persona ha
estado intensamente acostumbrado. Entre los pueblos primitivos el uso o falta de
uso de vestimenta tiene más o menos un carácter funcional, si bien no de manera
completa. El arte de vestir no fue uno de los más ampliamente apreciados. La
mayoría de la humanidad, incluyendo gentes tan civilizadas como los griegos o los
romanos, han podido prescindir del mismo.

6.5.- Creencias.
La religión y la magia son dos manifestaciones del sobrenaturalismo. Lo
que constituye lo sobrenatural varía de unas culturas a otras, pero en su esencia
es la cualidad de lo extraordinario en los fenómenos del Universo. La religión y la
magia consisten subjetivamente en la creencia de la existencia de lo sobrenatural
y, objetivamente, en las maneras de relacionarse con él. La distinción entre magia
y religión se establece según las actitudes y prácticas de los creyentes. La
persona religiosa reconoce su inferioridad frente a los seres espirituales; el mago

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cree que ha dominado una fuerza sobrenatural mediante la posesión de una
fórmula compulsora. El sobrenaturalismo impregna las culturas primitivas y todas
las civilizaciones. Es único en los seres humanos y es al mismo tiempo un rasgo
universal de la Cultura.
De la misma manera que toda institución social altamente desarrollada
tiende a tener su personal especializado, lo mismo ocurre en el terreno de lo
sobrenatural. Debido a la creencia de que el poder de lo sobrenatural afecta a los
asuntos de los hombres, existen en todas partes especialistas mágicos y
religiosos. Los chamanes, que son aquellos cuyo poder especial dimana de una
fuente sobrenatural, se hallan en todas las sociedades. Los sacerdotes, cuya
autoridad sobrenatural es consecuencia de su posición como ministros de un culto
o iglesia organizados, se encuentran en aquellas sociedades cuyas culturas
permiten la existencia de instituciones internas más desarrolladas.

6.6.- La muerte.
La muerte carece por completo de finalidad para todos los pueblos
primitivos. Todos ellos creen en la inmortalidad del alma. No obstante, todos los
hombres saben que la muerte señala el término de la existencia corpórea. La
transición de la existencia carnal a otra completamente espiritual en la muerte es
un acto de fe y de imaginación, una proyección de la vida desde un estado
material y tangible a una condición etérea ilusoria sostenida en el dogma de la
cultura.

6.7.- Arte.
La apetencia por lo bello es una de las características más interesante y
singulares del ser humano, e indudablemente una de las más notables. A
diferencia de tantos de los impulsos fundamentales que pueden relacionarse más
o menos estrechamente con los imperativos de la supervivencia biológica, los
impulsos estéticos y artísticos son mucho más oscuros en lo que se refiere a sus
orígenes y funciones. El hombre puede ciertamente sobrevivir sin el arte, pero la
verdad es que el hombre y el arte son inseparables. La vida sin el arte en nuestra

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concepción moderna, es una vida deshumanizada. No sin razón las artes y a las
letras reciben el nombre de Humanidades.
Por arte se entiende la exteriorización de determinados impulsos mediante
líneas, formas, colores, ritmos y tonos, según se realice mediante el dibujo, la
pintura, la escultura, la danza, la música o la literatura. Los impulsos que lo
motivan son tanto emotivos como racionales, pero el tono afectivo predomina
sobre el intelectivo. La función fundamental del arte consiste en el relajamiento de
ciertas tensiones interiores al permitir exteriorizar al artista, de manera objetiva,
algunas de sus ideas y emociones. El relajamiento de dichas tensiones ocasiona
satisfacción y placer. Los que contemplan el objeto de arte, si éste presenta
alguna significación para ellos, reciben el estímulo de percepciones sensitivas,
productoras de respuestas emocionales que, finalmente, se resuelven en
sentimientos placenteros. El arte es también una expresión social, e
inevitablemente constituye una parte de la cultura.

BIBLIOGRAFÍA.

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16
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