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A la Patria

Desgarra, Patria mía, el manto que vilmente,


sobre tus hombros puso la bárbara cueldad;
levanta ya del polvo la ensangrentada frente,
y entona el himno santo de unión y libertad.

Levántate a ceñirte la púrpura de gloria


¡oh tú, la predilecta del mundo de Colón!
Tu rango soberano dispútale a la historia,
demándale a la fama tu lauro y tu blasón.

Y pídele a tus hijos, llamados a unión santa,


te labren de virtudes grandioso pedestal,
do afirmes para siempre la poderosa planta,
mostrando a las naciones tu título inmortal.

Y deja, Patria amada, que en el sonoro viento


se mezclen a los tuyos mis himnos de placer;
permite que celebre tu dicha y tu contento,
cual lamenté contigo tu acerbo padecer.

Yo ví a tus propios hijos uncirte al férreo yugo,


haciéndote instrumento de su venganza cruel;
por cetro te pusieron el hacha del verdugo,
y fúnebres cipreces formaron tu dosel.

Y luego los miraste proscritos, errabundos,


por playas extranjeras llorosos divagar;
y tristes y abatidos los ojos moribundos
te ví volver al cielo cansados de llorar.

Tú sabes cuántas veces con tu dolor aciago


lloré tu desventura, lloré tu destrucción,
así cual de sus muros la ruina y el estrago
lloraron otro tiempo las hijas de Sión.

Y sabes que, cual ellas, colgué de tus palmares


el arpa con que quise tus hechos discantar,
porque al mirar sin tregua correr tu sangre a mares
no pude ni un acorde sonido preludiar.

Mas hoy que ya parece renaces a otra vida,


con santo regocijo descuelgo mi laúd,
para decir al mundo, si te juzgó vencida,
que, fénix, resucitas con nueva juventud;

que ostentas ya por cetro del libre el estandarte


y por dosel tu cielo de nácar y zafir,
y vas con el progreso, que vuela a iluminarte,
en pos del que te halaga brillante porvenir;

que ya tus nuevos hijos se abrazan como hermanos,


y juran devolverte tu angustia dignidad,
y entre ellos no se encuentran ni siervos ni tiranos,
y paz y bien nos brindan unión y libertad.

¡Oh Patria idolatrada! Ceñida de alta gloria


prepárate a ser reina del mundo de Colón:
tu rango soberano te guarda ya la historia,
la fama te presenta tu lauro y tu blasón.

Biografía de Salomé Ureña de Henríquez

Nació en Santo Domingo, el 21 de octubre de 1850. Fue hija del abogado y también
escritor Nicolás Ureña de Mendoza y Gregoria Díaz de León, quien junto a su
abuela y tía maternas dieron a su hija sus primeras lecciones educativas. A
temprana edad, entró en contacto con la literatura. Su padre le enseñó las obras
clásicas de autores españoles y franceses que ayudaron a la joven Salomé a
desarrollar su propia carrera y el arte de la declamación junto a su hermana
Manuela, recitando en español, francés, inglés y latín.

Comenzó a escribir versos a los quince años de edad, publicando posteriormente


sus primeras obras a la edad de diecisiete años, con una huella característica de
espontaneidad y ternura. En 1867 publicó sus primeras obras bajo el seudónimo de
«Herminia», nombre que usó hasta 1874.

Con el paso del tiempo, su obra se tornó trágica y triste con poemas como En horas
de angustia; o patriótica y con energía como se aprecia en sus poemas A La
Patria y Ruinas. En años posteriores, incluyó en sus poesías temas autobiográficos ,
como se puede ver en Mi Pedro, dedicada a su hijo, tal vez su poema más cariñoso,
en La llegada del invierno y un libro que se hizo muy popular llamado Esteban,
donde habla de su país, su familia, las plantas y flores.

Ureña murió de tuberculosis a la edad de cuarenta y seis años, siendo enterrada en


la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes y trasladada en 1972 al Panteón de la
Patria.

El 11 de febrero de 1880, a la edad de veintinueve años, se casó con el doctor y


escritor Francisco Henríquez y Carvajal, político que alcanzó la presidencia de la
República Dominicana. Tuvo cuatro hijos con él: Francisco, Pedro, Max y Camila.
Sus hijos más tarde se convertirían en figuras altamente respetadas de la literatura
contemporánea de mediados y finales del siglo xx como escritores, filósofos, poetas,
humanistas y críticos de arte.

Sus obras poéticas, cerca de sesenta composiciones, incluyen la épica y la lírica.


La gloria del progreso, Ruinas, La llegada del invierno, La fe en el
porvenir, Anacaona, Poesía de Salomé Ureña de Henríquez, Sombras, Mi Pedro,
Pobre Niño, El Ave y el nido, Las Horas De Angustia, ¡Padre Mio!, A La Patria, entre
otras.

Breve Análisis del Poema

A la Patria Es un Poema de doce (12) estrofas de cuatro (4) versos cada una,
llamados cuartetos pues su rima es el primero con el tercero y el segundo con el
cuarto, son versos de Arte mayor con rima consonante perfecta, tiene un total de
cuarenta y ocho (48) versos, en este poema la autora habla de la gloria que
representa la patria en tres tiempos diferentes en el pasado cuando refiere el
descubrimiento de Colón, en el presente describiéndola en el momento en que la
autora estaba viviendo, dando detalles de como es la patria y la bandera en ese
momento y el futuro cuando en la últimas estrofas habla de como seria en años
venideros, el patriotismo que se presenta en este poema es lo que representaba
una patria nueva en la que ella creció viéndola dar sus primeros pasos debemos
recordar que Salomé Ureña, nació cuando la independencia apenas tenía seis (6)
años de haber sido proclamada y que ella creció en medio de guerras restauradoras
y de historias donde se incentivaba al estudiante a cuidar y amar su patria con celo
patriótico.

La fe en el porvenir

Cual gladiador valiente


que al circo peligroso se abalanza
y lidia tenazmente,
trémulo de valor y de esperanza,
y sólo cesa en la tremenda lucha
cuando aclamarse vencedor escucha;
tal, de entusiasmo llena,
se lanza audaz la juventud fogosa
con pecho firme en la vital arena.
El alma generosa,
de impaciencia y ardor estremecida,
rasgar intenta del futuro el velo,
penetrar los misterios de la vida,
salvar los mundos, escalar el cielo.

Eterna soñadora
de triunfos y grandezas inmortales,
con viva luz sus horizontes dora.
Decidle que ideales
son los portentos que su mente crea,
que es vana la esperanza que la agita:
triunfante el orbe mostrará su idea
si le infunde valor la fe bendita.

¡Ah, no la detengáis! Dejad que ardiente


de su noble ambición el rumbo siga;
dejadla al cielo levantar la frente;
dejad que un rayo de esa lumbre amiga
su corazón encienda,
y la veréis inquebrantable, osada,
por el honor y la virtud llevada,
lauros segar en su espinosa senda.

Si el arte peregrino
con sus prodigios mágicos la alienta,
dejadla proseguir en su camino;
que allá a lo lejos brilladora palma
un futuro de gloria le presenta,
y a conquistarla volará su alma.

Si al campo de la ciencia
con entusiasta admiración la guía [4]
ansiosa de saber su inteligencia, [5]
espacio dadle, y triunfadora un día
veréis cuál se levanta,
leyes dictando a la creación entera,
la tierra a sujetar bajo su planta
y a medir de los astros la carrera. [6]

Dejadla proseguir. ¡Ay del que nunca [7]


sintió inflamarse en entusiasmo santo,
y de la Patria la esperanza trunca!
Miserable existir, inútil vida
la que se aduerme en el error, en tanto
que en lucha activa se estremece el mundo,
siguiendo tras la luz apetecida
de gloria y bienestar germen fecundo.

Avanza ¡oh juventud! lucha, conquista


del bien supremo la eminente cumbre,
tiende al futuro la impaciente vista,
y a la fulgente lumbre
que allá te muestra tu inmortal anhelo,
con la virtud por guía,
sigue inspirada de tu mente el vuelo
y llévete do quieras tu osadía.

Atleta infatigable,
del bien y el mal en la contienda ruda,
te alzarás invencible, formidable,
si el entusiasmo, si la fe te escuda.
Que atraviese tu voz el aire vago [8]
las almas convocando a la victoria:
tuya es la lucha del presente aciago,
tuya será del porvenir la gloria.

(1878)

Arriba el pabellón

¡Tercien armas! ¡como quiera!


el acostumbrado estruendo
ello es que el sol va saliendo
y hay que enhestar la bandera.

Enfilando pelotón
de la guardia somnolienta
al pie del asta presenta
arbitraria formación.

Y hechas a las dos auroras


en que cielo y Patria están
pasan de largo a su afán
las gentes madrugadoras.

Ni ven el sol de la raza


cuyos colores lozanos
tremulan entre las manos
del ayudante de la plaza.

Ni del lienzo nacional


fijo ya a delgada driza
recuerda que simboliza
toda una historia inmortal.

Pues cada matiz encierra


lo que hicieron los mayores
por el bien y los honores
y el rescate de la tierra.

El rojo de su gloriosa
decisión dice al oído,
"Soy - dice - el laurel teñido
con su sangre generosa."

Es el azul de su anhelo
progresistas clara enseña
color con que el alma sueña
cuando sueña con el cielo.

El blanco póstumo amor


a sus entrañas se aferra
dar por corona a la guerra
el olivo al redentor.

Presenten armas, ya ondea


el Pabellón y se encumbra
bajo el sol que deslumbra
y el clarín que clamorea;

ladra un can del estridente


sonido sobresaltado
arede en aromas el prado
rompe en trinos el ambiente.

¡Que linda en el tope estás


Dominicana bandera!
¡Quién te viera, quien te viera
más arriba mucho más!
Gastón Fernando Deligne
Fue un poeta y traductor dominicano. Nació el 23 de octubre de 1861 en Santo
Domingo (República Dominicana) y se suicidó de un disparo en la cabeza el 18 de
enero de 1913 en San Pedro de Macorís (República Dominicana). Sus padres
fueron Gastón Deligne y Ángela Figueroa. Quedó huérfano, pero fue protegido por
el sacerdote Francisco Javier Billini. Este le permitió hacer sus estudios en el colegio
San Luis Gonzaga, hasta terminar el bachillerato.

Deligne se dedicó por completo al estudio y cultivo de las letras en sus horas libres..
Muy pronto, la influencia de Gastón F. Deligne se hizo sentir en el resto del país y
en otros países. Escribió en las principales publicaciones literarias que tuvo el país
hasta esa fecha. Ejemplo: “Letras y Ciencias”; “La Revista Ilustrada”; “El Lápiz”, “”La
Cuna de América”, en la ciudad de Santo Domingo: “El Cable”, “Prosa y Verso”, en
San Pedro de Macorís. En Santiago, colaboró en “Cuba-Literaria”.

Deligne se suicidó, atormentado por el sufrimiento que le producía la lepra,


enfermedad que padecía. Con su producción se inicia una nueva época en el
pensamiento literario dominicano. Su lenguaje era completamente nuevo. Nuevas
imágenes literarias, más profundas ideas morales, filosóficas y sicológicas, le dieron
un carácter de especial profundidad al estilo del poeta y escritor Deligne.

Gastón F. Deligne es el máximo representante de la llamada poesía sicológica en


todas sus formas, pero especialmente en la de la sicología femenina, que muy bien
desarrolla en sus composiciones. Su obra “Ololoi” es la más importante de su
poesía política. En ella se trata la lucha entre la libertad y la opresión, las cuales
describe perfectamente en su brillante estilo. Es decir, describió con muy buenas
imágenes a los dictadores, y al pueblo que busca su libertad. Esta doble descripción
nos presenta el retrato moral del ambiente en que se desenvuelven las dictaduras.
Sus poemas acerca de la sicología femenina son: “Angustias” y “Confidencias de
Cristina”. Deligne ha sido uno de los poetas dominicanos más originales.

Las obras en verso y en prosa de Deligne se hallan recogidas en varias


publicaciones: “Soledad” (1887). “Galaripsos” (1908). “Romances de la Hispaniola” y
“Páginas Olvidadas” (1944), edición realizada por el historiador Rodríguez Demorizi.
En esta obra, se recoge toda la producción poética de Deligne hasta entonces no
publicada, así como sus escritos en prosa.

Entre sus obras encontramos:

Soledad, Galaripsos, Romances de la Hispaniola, Páginas olvidadas, Soledad y


poemas dispersos (obras completas 1, Fundación Corripio, 1996), Angustia,
Aniquilamiento, Arriba el Pabellón, De la selva, En el botado, Entremés olímpico,
Esbozo típico, Incendio, Las sanjuaneras, Mairení, ¡Ololoi!
Breve Análisis del Poema

Arriba Pabellón Es un Poema de doce (12) estrofas de cuatro (4) versos cada
una, llamados REDONDILLA pues su rima es el primero con el cuarto y el
segundo con el tercero, son versos de Arte menor con rima consonante perfecta,
tiene un total de cuarenta y ocho (48) versos, en este poema el autor eleva a lo
sublime la reverencia que debe hacerse a nuestra enseña tricolor, al igual que
Salomé Ureña el poeta nace en medio de una patria nueva con los problemas
sociales que generó la anexión a España y en medio de cuentos y anécdotas de la
guerra de Restauración el poema es una ARENGA para un pelotón que necesita
enhestar la bandera con orgullo sabiendo que la enseña tricolor costó sangre y
pérdidas humanas.

A través de figuras literarias describe el significado de cada uno de los colores de la


Bandera Nacional, la forma de izarla y la gente que está alrededor de este acto
cívico, se puede notar en las estrofas 3, 4 y 5 como describe a las gentes
madrugadoras que sin hacer Caso a dicho acto pasa de largo en su afán y no presta
el respeto que simboliza la sangre derramada, las razas representadas en cada
gesta que simboliza la historia inmortal de nuestra patria.

La Espera

Estaba sumergida en un silencio como en un baño de frescura sin límites.


Un silencio viviente, de pensamiento fecundo que se escucha así mismo
cuando los demás se han marchado al fondo del primer sueño. Era para
Josefina la hora en que le gustaba descubrirse en su relación con el
Universo, sin interferencias de ninguna clase. La hora en que se
reintegraba.
Ya se había escurrido el susurro del joven matrimonio vecino y el jadeante
e invariable quejido de la mujer. Apenas un momento antes había
rechinado la puerta del comisionista que regresaba de sus correrías
nocturnas. Sobre el cuerpo de Josefina aleteaba el silencio más
refrescante ahora después del llanto asustado del recién nacido en la
planta baja. Casi sonreía de felicidad cunado su fino oído percibió el
movimiento de la puerta de su habitación. Alguien se deslizaba
sigilosamente en la oscuridad. La rabia le golpeó las venas y tuvo que
hacer un esfuerzo sobrehumano para no abrir los ojos y de un salto
abofetear aquel rostro, cuyo aliento ya sentía junto a su cama.
-¿Duermes, Josefina?
Como no contestó, una mano cálida la sacudió por las rodillas. Entonces
gruñó:
— Vete a dormir y déjame tranquila.
Pero la mano se alargó en una caricia. Josefina se indignó.
— ¿Te has quedado a dormir para eso? Se van a dar cuenta, ¡vete!
La otra se tendió en la cama con medio cuerpo sobre Josefina, cuyos
músculos se contrajeron defensivamente.
— ¡Déjame! Te digo, Lucía, que me dejes.
Lucía rió en sordina.
— Eres cobarde, pero estás loca por abandonarte a las caricias de
mis manos.
— Baja la voz, te van a oír... No es verdad, ¡lárgate!
Josefina se revolvió en la cama. Todo aquello era nauseabundo. Al sentir
los labios carnosos sobre su vientre tuvo un acceso de ira. Con los dedos
furiosos tirando de los cabellos de Lucía para desprendérsela de encima,
dijo amenazante:
—Si no te largas ahora mismo, grito. ¿Me oyes? Voy a gritar con todas
mis fuerzas.
—No lo harás... Tú le temes demasiado al ridículo para armar un
escándalo —se burló la otra—. Tamaña cara pondrían tus hermanos si te
vieran en cueros...
Volvió a reír echándole a la cara su aliento de tabaco. Tenía formas
hombrunas, casi corpulentas. Comprendiendo que en semejante forcejeo
llevaba las de perder, Josefina se inmovilizó de repente, un nudo en cada
fibra. La mujer se sintió aliviada y comenzó a acariciarla ávidamente, a
restregarse, a besarla. De pronto, se detuvo:
— ¿Qué te pasa? ¿Estás muerta?... Tonta, no sabes lo que te
pierdes... O es que... Habla ¡Hay un hombre en todo esto! ¡Idiota!
En el apartamento de enfrente hicieron luz. El hueco de la ventana se
recortó luminoso sobre la pared detrás de la cama. Lucía murmuró
ásperamente:
— Mira lo que has hecho. La vieja María nos ha oído... Esa maldita
nunca duerme.
Luego, dulcificando la voz, agregó:
— ¿De verdad no quieres que duerma contigo? Un hombre no es
mejor, Josefina, créeme.
En el cuadro de luz de la pared apareció la sombra de una cabeza. Llena
de susto, la joven replicó desfalleciente:
— Oh, por favor...
— Sí, tonta, me marcho. Yo tampoco quiero escándalo, pero no
tardarás en llamarme, estoy segura que me llamarás porque no
podrás conciliar el sueño después que mis manos te han tocado.
Esperaré... Ven tú a mi cuarto, allí no podrá oírnos la escofieta ésa.
Masculló unas cuantas groserías más antes de escurrirse malhumorada
fuera de la habitación. Casi al mismo tiempo la vecina apagó la luz y fue
de nuevo el silencio. Pasaron unos minutos. Un gato maulló cerca,
repercutiendo su reclamo en la inmovilidad de Josefina. Entonces se dio
cuenta de que los latidos del corazón martillaban todo su cuerpo. Se viró
boca abajo. Como le resultó insoportable el contacto tibio de la cama,
decidió levantarse. Después de correr el pestillo de la puerta que daba a
la habitación contigua, se dirigió temblorosa al cuarto de baño. Abrió la
ducha en la oscuridad. El agua fría le arrancó un gemido, pero a medida
que le penetraba en la sangre le fue calmando poco a poco el temblor.
Chorreante, se acercó al botiquín y encendió la luz. Al cabo de unos
segundos de contemplación, sonrió jubilosamente a la turgente juventud
de su pecho reflejado en el espejo mientras decía:
-Te los guardaré puros, Amor, aunque sólo nos encontremos en un
mundo mejor.
Hilma Contreras
Dominicana

Hilma Contreras
Nació el 8 de diciembre de 1913 en San Francisco de Macorís y murió en su
pueblo natal el 15 de enero de 2006 a los 95 años de edad. Hija de Juana
Castillo y del reputado médico doctor Darío Contreras, primer cirujano
dominicano especializado en ortopedia y precursor de esa especialidad en el
país.

Narradora, ensayista y educadora. En el año 2002 se convirtió en la primera


mujer en recibir el Premio Nacional de Literatura, galardón que hasta entonces
había sido concedido sólo a hombres.

En Francia estudió francés, inglés, literatura y arqueología, retornando a la


República Dominicana por el 1933. En el 1949 obtuvo el título de licenciada en
filosofía en la Universidad de Santo Domingo.

Inició su carrera como escritora en el 1937 cuando Juan Bosch le publicó los
cuentos Los buenos se van y Tarde de cristal en el periódico Listín Diario,
aunque se estima que su posterior mentor fue el escritor Manuel Mora Serrano,
fundador del círculo literario Amidversa que naciera en Pimentel pero que se
expandió a otras comunidades de la provincia Duarte de la cual era nativa Hilma
Contreras Castillo. Publicó varios relatos también en el periódico La Información.

Hilma Contreras Fue la primera mujer en hacer literatura con un marcado acento
de género, en el cual destacaba las condiciones de sometimiento social, legal y
afectivo de las mujeres. Es una maestra del relato breve y una artífice del cuento
psicológico. Su escritura es clara, tersa, su lenguaje moderno y sin embargo, sus
cuentos hacen pensar y cautivan, no sólo por la plasticidad lírica sin excesos,
sino por su dominio de la técnica narrativa que va, desde la tensión dramática y
el detalle trágico, hasta la sorpresa final que desconcierta o remansa lo narrado.
A ella está dedicada la Feria Internacional del Libro 2013.

Su legado escritural está compuesto por las siguientes libros de cuentos: Cuatro
cuentos; El ojo de Dios, cuentos de la clandestinidad; Entre dos silencios;
Facetas de la vida y La Carnada. Además del ensayo Doña Endrina de
Calatayud y su única novela La tierra está bramando.
Breve análisis del cuento

Es una narrativa corta que se desenvuelve en el dormitorio de Josefina, la cual


estaba sumida en sus pensamientos y en la tranquilidad de la noche después
que todos se fueran a dormir, cuando fue interrumpida por el acoso sexual de
Lucia quien la somete de manera violenta a sus caricias, en este cuento vemos
como en el siglo pasado era escandaloso las relaciones homosexuales o
lésbicas, verdad que es aprovechada por Lucia para abusar de Josefina

Los personajes principales de este cuentos son:

Lucia quien se presenta como una lesbiana activa, que quiere una relación con
Josefina, en la narrativa se describe como una mujer corpulenta con
características de hombre, fumadora y muy grosera.

Josefina muchacha joven que disfrutaba la soledad y el silencio de la noche,


una víctima de Lucia pues era menos fuerte, la que aprendió a defenderse de
Lucia con la inmovilidad de su cuerpo y quien al final se muestra con intenciones
dudosas y pensando en un amor que posiblemente ya estaba muerto.

En este breve cuento se muestran sentimientos como el deseo, el miedo, el


chisme, la vergüenza entre otros.

Los mangos bajitos


Dice don Martín Garata, coger los mangos bajitos.
persona de alto rango,
que le gusta mucho el mango Cuando hay revolución
porque es una fruta grata. maña es la más antigua,
Pero treparse en la mata despachar a la manigua,
y verse en los cogollitos, de brutos a una porción.
y en aprietos infinitos... Que al mandarlos algún don,
como eso es tan peligroso, ya se marchan derechitos,
él encuentra más sabroso y los dones quietecitos
coger los mangos bajitos. cada cual queda en su casa,
para cuando todo pasa,
Don Martín dice también coger los mangos bajitos.
que le gusta la castaña
pero cuando mano extraña
la saca de la sartén,
y que se la pelen bien
con todos los requisitos;
pero arderse los deditos
metiéndolos en la flama,
eso sí que no se llama
coger los mangos bajitos.
Cuando el toro está plantado
Por eso la suerte ingrata se verán miles toreros,
de la Patria no mejora allí en los burladeros
porque muchos son ahora con el pitirrio apretado.
como don Martín Garata. Cuando el toro otro ha matado
Que quieren meterse en plata al punto salen toditos,
ganando cuartos mansitos echando vivas a gritos
con monopolios bonitos, y a empuñar buenos empleos,
con chivos o contrabando, que son todos sus deseos
o así, de cuenta de mando, coger los mangos bajitos.
¡Y cuánta sangre correr!...
por unos cuantos querer
Dejen ya la maña vieja coger los mangos bajitos.
de mandar al monte gente,
para tumbar presidente Ahora lo que han de hacer
sin dar motivos de queja; echarlo todo al olvido,
que la prudencia aconseja, y al Presidente elegido
que vivamos tranquilitos, ayudarlo a sostener.
como buenos hermanitos Y evitar que vuelva a haber
que mucha sangre ha costado más viudas y huerfanitos,
y la ruina del Estado más crímenes y delitos
coger los mangos bajitos. Y lárguense a trabajar,
los que quieren, SIN SUDAR,
coger los mangos bajitos
Y que vean lo que ha costado
la tumba de dos poderes,
que han muerto miles de seres ¡Viva la paz! ¡Viva la unión!
que la tierra se ha tragado. ¡Y abajo los cogedores de mangos bajitos!
¡Cuántas viudas no han quedado, Allé, allé, a buscar qué hacer,
y huérfanos infinitos! y dejen al país tranquilo.
¡Cuántas miserias y gritos!

Juan Antonio Alix (1833-1917).


El más importante poeta popular dominicano.

Nació el 6 de septiembre en Moca y vivió en Santiago de los Caballeros. Hijo de


Félix Alix y María Magdalena Rodríguez. A los dieciséis años de edad empezó a
escribir décimas como medio de sustento económico para su familia y las vendía en
hojas sueltas en el mercado del pueblo. Compuso sus rimas en el lenguaje del
campesino del Cibao y reflejó en ellas la espontaneidad de la vida criolla lo que
provocó que corrieran de boca en boca de una región a otra del país.

Fue soldado en las luchas de la Independencia. Ascendido a cabo asistió a la toma


de Beler. En febrero de 1863 participó en la sublevación en Guayubín y Santiago
durante el periodo de la Restauración. Dispuesto a no deponer las armas, buscó
refugio en Haití, país del que llegó a conocer sus costumbres. Antes del golpe de
Capotillo se acogió a las garantías de las autoridades españolas y les dio informes
de los planes de sus compatriotas en Haití. Murió el 15 de febrero en Santiago de
los Caballeros a los ochenta y cinco años de edad.

Entre sus escritos podemos encontrar

Viaje de Gerardo Estanislao por la mayor parte de los pueblos de la República


Dominicana (1885), El ferrocarril de Samaná a Santiago (1887), Apuntes para una
historia de San Francisco de Macorís (1894), Décimas (1927), Décimas, 2 tomos
(1953), Décimas inéditas(1966), Décimas políticas (1977).
Breve análisis de la décima.

Esta décima representa la cultura del poco esfuerzo imperante en gran parte de los
dominicanos. El querer hacerse rico de la noche a la mañana, el querer obtener
ganancias exorbitantes al poco tiempo de haber establecido un negocio, el querer
ser millonario a la velocidad de la luz, trabajando lo menos posible y abusando de
los que menos pueden.

Esta décima tiene noventa y cuatro (94) versos divididos en nueve (9) estrofas de
diez (10) versos y la última con sólo cuatro (4) las mismas siguen la rima de las
décima espinales abba.accddc cada verso de arte menor pues son octosílabos

En la tercera estrofa el poeta muestra la forma en como esas personas van dejando
la patria sin suerte pues entre monopolios y contrabandos nos dejan sin nada.
Hay Un País En El Mundo
Hay un país en el mundo
colocado
en el mismo trayecto del sol.
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
Sencillamente
liviano,
como un ala de murciélago
apoyado en la brisa.
Sencillamente
claro,
como el rastro del beso en las solteronas antiguas
o el día en los tejados.
Sencillamente
frutal. Fluvial. Y material. Y sin embargo
sencillamente tórrido y pateado
como una adolescente en las caderas.
Sencillamente triste y oprimido.
Sencillamente agreste y despoblado
En verdad.
Con tres millones
suma de la vida
y entre tanto
cuatro cordilleras cardinales
y una inmensa bahía y otra inmensa bahía,
tres penínsulas con islas adyacentes
y un asombro de ríos verticales
y tierra bajo los árboles y tierra
bajo los ríos y en la falda del monte
y al pie de la colina y detrás del horizonte
y tierra desde el canto de los gallos
y tierra bajo el galope de los caballos
y tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor
y debajo de todas las huellas y en medio del amor.
Entonces
es lo que he declarado.
Hay
un país en el mundo
sencillamente agreste y despoblado.
Algún amor creerá
que en este fluvial país en que la tierra brota,
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde el día tiene su triunfo verdadero,
irán los campesinos con asombro y apero
a cultivar
cantando
su franja propietaria.
Este amor
quebrará su inocencia solitaria.
Pero no.
Y creerá
que en medio de esta tierra recrecida,
donde quiera, donde ruedan montañas por los valles
como frescas monedas azules, donde duerme
un bosque en cada flor y en cada flor la vida,
irán los campesinos por la loma dormida
a gozar
forcejeando
con su propia cosecha.
Este amor
doblará su luminosa flecha.
Pero no.
Y creerá
de donde el viento asalta el íntimo terrón
y lo convierte en tropas de cumbres y praderas,
donde cada colina parece un corazón,
en cada campesino irán las primaveras cantando
entre los surcos
su propiedad.
Este amor
alcanzará su floreciente edad.
Pero no.
Hay
un país en el mundo
donde un campesino breve,
seco y agrio
muere y muerde
descalzo
su polvo derruido,
y la tierra no alcanza para su bronca muerte.
¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido.
Es un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,
triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije:
sencillamente triste y oprimido.
Procedente del fondo de la noche
vengo a hablar de un país.
Precisamente
pobre de población.
Pero
no es eso solamente.
Natural de la noche soy producto de un viaje.
Dadme tiempo
coraje
para hacer la canción.
Plumón de nido nivel de luna
salud del oro guitarra abierta
final de viaje donde una isla
los campesinos no tienen tierra.
Decid al viento los apellidos
de los ladrones y las cavernas
y abrid los ojos donde un desastre
los campesinos no tienen tierra.
El aire brusco de un breve puño
que se detiene junto a una piedra
abre una herida donde unos ojos
los campesinos no tienen tierra.
Los que la roban no tienen ángeles
no tienen órbita entre las piernas
no tienen sexo donde una patria
los campesinos no tienen tierra.
No tienen paz entre las pestañas
no tienen tierra no tienen tierra.
…….
Miro un brusco tropel de raíles
son del ingenio
sus soportes de verde aborigen
son del ingenio
y las mansas montañas de origen
son del ingenio
y la caña y la yerba y el mimbre
son del ingenio
y los muelles y el agua y el liquen
son del ingenio
y el camino y sus dos cicatrices
son del ingenio
y los pueblos pequeños y vírgenes
son del ingenio.
Es verdad que en el tránsito del río,
cordilleras de miel, desfiladeros
de azúcar y cristales marineros
disfrutan de un metálico albedrío,
y que al pie del esfuerzo solidario
aparece el instinto proletario.
Pero ebrio de orégano y de anís,
y mártir de los tórridos paisajes
hay un hombre de pie en los engranajes.
Desterrado en su tierra. y un país,
en el mundo,
fragrante,
colocado
en el mismo trayecto de la guerra.
Traficante de tierras y sin tierra.
Material. Matinal. Y desterrado.
…….
Quiero ver su amargura necesaria
donde el hombre y la res y el surco duermen
y adelgazan los sueños en el germen
de quietud que eterniza la plegaria.
Donde un ángel respira.
donde arde
una súplica pálida y secreta
y siguiendo el carril de la carrera
un boyero se extingue con la tarde.
Después
no quiero más que paz.
Un nido
de constructiva paz en cada palma.
Y quizás a propósito del alma
el enjambre de besos
y el olvido.
Pedro Mir
Dominicano

Pedro Julio Mir Valentín

Nace el 3 de junio de 1913 en San Pedro de Macorís, situada en la costa caribeña


de la República Dominicana , en un área ligada durante siglos al cultivo de la caña
de azúcar.
Es considerado unánimemente el Poeta Nacional. Columnista habitual en la prensa
local, analista agudo y sabio de la realidad social antillana, es doctor en Derecho y
fue profesor de Estética durante años en la Universidad Autónoma de Santo
Domingo.
Fue el primero de los tres hijos de Pedro Mir (padre), ingeniero mecánico cubano y
de su primera esposa, Vicenta Valentín Mendoza, puertorriqueña de nacionalidad
española.
En 1925 ingresa a la Escuela Normal de San Pedro de Macorís. Un año después, se
traslada a la Capital junto a su hermana Lilia Marina para continuar sus estudios,
que suspende en 1930 a causa del ciclón San Zenón.
En 1932, regresó a Macorís del Mar y en 1937 aparecen unas poesías suyas
firmadas con el nombre de ''Pedro Mir'' y presentadas por el director de la página
literaria del antiguo Listín Diario, el escritor Juan Bosch, quien lo anunció como ''el
poeta social esperado''. Se casó en 1939 con Estela Ramírez de Arellano, con quien
procreó a Hugo Fernando y Luís Pedro.
Dos años después, en 1941, obtuvo el título de Doctor en Derecho de la antigua
Universidad de Santo Tomás de Aquino (hoy Autónoma de Santo Domingo). Abrió
un bufete de abogados con Tulio H. Arvelo en la calle Mercedes y en 1944, fue
profesor en la Escuela Superior de Peritos Contadores.
Posteriormente fue Secretario Permanente de la Sociedad Dominicana de Prensa.
El 1947 viajó a Cuba y se integró junto a Bosch y Tulio Arvelo en la organización de
la expedición de Cayo Confite, que procuraba acabar con la dictadura de Trujillo.
Fue en La Habana , en 1949, donde escribió su primera obra poética recogida en un
volumen y a la vez su obra maestra: ''Hay un país en el mundo”.
Fue editada en México en 1955 y dada a conocer en la República Dominicana en
1962 junto con “Seis Momentos de Esperanza”, en una publicación del grupo
estudiantil Fragua.
Entre 1952 y 1953 visitó México, Guatemala, Viena, Checoslovaquia, Rumania y
Londres, viajes en los que participó en congresos y conferencias. Tras ese periplo
regresó a Cuba donde dirigió el noticiario de Cadena Oriental de Radio.
Realizó otro ciclo de viajes entre 1958, por Estados Unidos y México, donde fue
traductor de inglés y francés para la Universidad Autónoma de México (UNAM).
En 1959 regresó a Cuba tras el triunfo de la revolución y allí contrajo matrimonio con
Carmen Mesejo García, con quien procreó a sus hijos Celeste, Geraldine y Carlos
Pedro José. Regresó al su país en abril de 1963 y de nuevo ejerció la abogacía.
Tras el derrocamiento de Bosch viajó a Francia, la Unión Soviética , España y Cuba.
Retornó en 1968, cuando reaparecieron y fueron editados por primera vez los
originales de Tres Leyendas de Colores, Ensayo de Interpretación de las Tres
Primeras Revoluciones del Nuevo Mundo, después de más de 20 años de escritos.
En 1972 fue profesor de Teoría y Crítica de Arte en la UASD y apareció en México
en ese mismo año su obra Viaje a la Muchedumbre.
En el 1974 fue designado miembro de número de la Academia de Ciencias de la
República Dominicana en consideración a sus investigaciones en el campo de la
historia nacional y la estética.
En 1982 recibe el título de Poeta Nacional, propuesto por los tres partidos
mayoritarios del país, y otorgado por votación unánime de los miembros de la
Cámara de Diputados de la República Dominicana. Falleció el martes 11 de Julio del
año 2000.
Sus poemas más destacados son:
• Hay un país en el mundo, Si alguien quiere saber cuál es mi patria, Amén de
mariposas…

Breve análisis del poema


Este poema ha sido conocido como “un grito de protesta contra las fuerzas ajenas y
una llamada de atención a la falta de identidad nacional”.

Se trata de poemas largos escritos en versos semilibres ("Hay un país en el


mundo" ) o libres ("Contracanto a Walt Whitman"; "Amén de mariposas"). Con cada
poema Mir se acerca más al verso libre whitmaniano de larga extensión. Sin
embargo, los tres poemas siguen en gran parte el mismo principio estructural:
Insertos en el marco del verso libre/semilibre del texto mayor, se encuentran
poemas (o instantes, en el caso de "Contracanto" y Amén") de versificación
tradicional. A través de la reiteración aliterativa de sonidos, palabras y frases, las
rimas dispersas y la repetición sintáctica paralelística y de polisíndeton, Mir consigue
el máximo efecto sonoro. Además, la disposición gráfica de las palabras y los
espacios sobre la hoja blanca le presta un "ritmo" visual enfático al texto.

El poema consta de nueve apartados, cada uno con un núcleo temático reflejado en
las frases reiteradas o en el estribillo:

Apartado I:

Planteamiento de la Hay un país colocado sencillamente triste,


realidad: oprimido, agreste y despoblado.

Apartado
II:

Cómo debería ser


Pero no: no es así
su país:

Apartado
III:

Lo que necesita su
Faltan hombres y una canción
país:

Apartado
IV:

La canción: Los campesinos no tienen tierra

Apartado V:

Sobra tierra pero los campesinos no tienen


País inverosímil:
tierra
Apartado
VI:

Sigue la canción: [Las tierras] Son del ingenio

Apartado
VII:

El día luminoso...sobre los hombros de los


El resultado:
culpables

Apartado
VIII:

Sigue la canción:

Vendrán los héroes: habrá sangre de nuevo


La esperanza
en el país

Apartado
IX:

Conclusión: Y ésta es mi última palabra: paz...y el olvido

Se trata de un poema donde se describe la belleza, lo real y lo irreal de una patria


que a pesar de tener tantas riquezas el campesino no tiene nada, donde los que
más tienes son el INGENIO de esta poesía “lo tienen todo” lo más interesante de
este poema es que tiene la esperanza de que su pueblo conozca tan bién su
historia que no repita los mismos errores del pasado sabiendo que vendrán héroes
que con sangre nueva restauraran ese país poniendo la responsabilidad en los
hombros de los culpables que lo hunden y que ese mismo país triste y acre, triste y
torvo será un país de paz.

El leguaje utilizado por Mir en este poema es un leguaje culto lleno de adjetivos
descriptivos que dan un realce único al poema.

La mujer
La carretera está muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni
en la piel gris se le ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo,
un rojo que se hizo blanco. Tornose luego transparente el acero blanco, y sigue ahí,
sobre el lomo de la carretera.
Debe hacer muchos siglos de su muerte. La desenterraron hombres con picos y
palas. Cantaban y picaban; algunos había, sin embargo, que ni cantaban ni picaban.
Fue muy largo todo aquello. Se veía que venían de lejos: sudaban, hedían. De tarde
el acero blanco se volvía rojo; entonces en los ojos de los hombres que
desenterraban la carretera se agitaba una hoguera pequeñita, detrás de las pupilas.
La muerta atravesaba sabanas y lomas y los vientos traían polvo sobre ella.
Después aquel polvo murió también y se posó en la piel gris.
A los lados hay arbustos espinosos. Muchas veces la vista se enferma de tanta
amplitud. Pero las planicies están peladas. Pajonales, a distancia. Tal vez aves
rapaces coronen cactos. Y los cactos están allá, más lejos, embutidos en el acero
blanco.
También hay bohíos, casi todos bajos y hechos con barro. Algunos están pintados
de blanco y no se ven bajo el sol. Sólo se destaca el techo grueso, seco, ansioso de
quemarse día a día. Las cañas dieron esas techumbres por las que nunca rueda
agua.
La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer se
veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra que hubieran dejado
sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los harapos. No la
quemaba el sol; tan sólo sentía dolor por los gritos del niño. El niño era de bronce,
pequeñín, con los ojos llenos de luz, y se agarraba a la madre tratando de tirar de
ella con sus manecitas. Pronto iba la carretera a quemar el cuerpo, las rodillas por lo
menos, de aquella criatura desnuda y gritona.
La casa estaba allí cerca, pero no podía verse.
A medida que se avanzaba crecía aquello que parecía una piedra tirada en medio
de la gran carretera muerta. Crecía, y Quico se dijo: “Un becerro, sin duda,
estropeado por un auto”.
Tendió la vista: la planicie, la sabana. Una colina lejana, con pajonales, como si
fuera esa colina sólo un montoncito de arena apilada por los vientos. El cauce de un
río; las fauces secas de la tierra que tuvo agua mil años antes de hoy. Se
resquebrajaba la planicie dorada bajo el pesado acero transparente. Y los cactos,
los cactos coronados de aves rapaces.
Más cerca ya, Quico vio que era persona. Oyó distintamente los gritos del niño.
El marido le había pegado. Por la única habitación del bohío, caliente como horno,
la persiguió, tirándole de los cabellos y machacándole la cabeza a puñetazos.
-¡Hija de mala madre! ¡Hija de mala madre! ¡Te voy a matar como a una perra,
desvergonsá!
-Pero si nadie pasó, Chepe: nadie pasó -quería ella explicar.
-¿Que no? ¡Ahora verás!
Y volvía a golpearla.
El niño se agarraba a las piernas de su papá, no sabía hablar aún y pretendía
evitarlo. Él veía la mujer sangrando por la nariz. La sangre no le daba miedo, no,
solamente deseos de llorar, de gritar mucho. De seguro mamá moriría si seguía
sangrando.
Todo fue porque la mujer no vendió la leche de cabra, como él se lo mandara; al
volver de las lomas, cuatro días después, no halló el dinero. Ella contó que se había
cortado la leche; la verdad es que la bebió el niño. Prefirió no tener unas monedas a
que la criatura sufriera hambre tanto tiempo.
Le dijo después que se marchara con su hijo:
-¡Te mataré si vuelves a esta casa!
La mujer estaba tirada en el piso de tierra; sangraba mucho y nada oía. Chepe,
frenético, la arrastró hasta la carretera. Y se quedó allí, como muerta, sobre el lomo
de la gran momia.
Quico tenía agua para dos días más de camino, pero la gastó en rociar la frente de
la mujer. La llevó hasta el bohío, dándole el brazo, y pensó en romper su camisa
listada para limpiarla de sangre. Chepe entró por el patio.
-¡Te dije que no quería verte má aquí, condená!
Parece que no había visto al extraño. Aquel acero blanco, transparente, le había
vuelto fiera, de seguro. El pelo era estopa y las córneas estaban rojas.
Quico le llamó la atención; pero él, medio loco, amenazó de nuevo a su víctima. Iba
a pegarle ya. Entonces fue cuando se entabló la lucha entre los dos hombres.
El niño pequeñín comenzó a gritar otra vez; ahora se envolvía en la falda de su
mamá.
La lucha era como una canción silenciosa. No decían palabra. Sólo se oían los
gritos del muchacho y las pisadas violentas.
La mujer vio cómo Quico ahogaba a Chepe: tenía los dedos engarfiados en el
pescuezo de su marido. Éste comenzó por cerrar los ojos; abría la boca y le subía la
sangre al rostro.
Ella no supo qué sucedió, pero cerca, junto a la puerta, estaba la piedra; una piedra
como lava, rugosa, casi negra, pesada. Sintió que le nacía una fuerza brutal. La
alzó. Sonó seco el golpe. Quico soltó el pescuezo del otro, luego dobló las rodillas,
después abrió los brazos con amplitud y cayó de espaldas, sin quejarse, sin hacer
un esfuerzo.
La tierra del piso absorbía aquella sangre tan roja, tan abundante. Chepe veía la luz
brillar en ella.
La mujer tenía las manos crispadas sobre la cara, todo el pelo suelto y los ojos
pugnando por saltar. Corrió. Sentía flojedad en las coyunturas. Quería ver si alguien
venía. Pero sobre la gran carretera muerta, totalmente muerta, sólo estaba el sol
que la mató. Allá, al final de la planicie, la colina de arenas que amontonaron los
vientos. Y cactos embutidos en el acero.
Juan Bosch
Dominicano
Breve Análisis del Cuento La Mujer
El tema de esta obra se centraliza en las miserias y necesidades de
una familia campesina. Tal necesidad generó la violencia del marido contra su
mujer, a la cual golpea dejándola casi por muerta tirada al borde la carretera.
Todo se desarrolla en una comunidad campesina muy pobre y aislada donde la
tierra es árida y poco productiva, lo que agravaba la producción económica de los
moradores del lugar. El marido de la mujer de nombre Chepe, sale de su casa para
la loma donde tenía conucos. Al despedirse dice a su mujer, con la cual tenía un
hijo, que venda la leche de cabra y le guarde el dinero para cuando regrese. Por la
precariedad y la carencia de alimento para el niño, la mujer decide dar la leche
como alimento al niño para no dejarlo morir de hambre. Cuando regresa chepe a los
tres o cuatro días, pide a su mujer el dinero de la venta de la leche. Ésta le contestó
que no lo tenía porque la leche se había cortado.
Inmediatamente le entró a golpes de una manera violentísima, al extremo de
golpearla con tanta rudeza y la tiró al borde de la carretera dejándola casi muerta y
sangrando por boca y nariz. En esos momentos se acercaba un hombre llamado
Quico, y auxilio a la mujer al verla en el estado que estaba; la llevó a la casa, y allí
trató de ayudarla. Pero Chepe su marido, volvió, y al encontrarla en la casa, volvió a
golpearla y a echarla de la casa. Como fue en presencia de Quico, se abalanzó
contra Chepe, y tomándolo por el cuello lo asfixiaba con una fiereza tal que ya casi
se moría Chepe. La mujer al ver a su marido casi muerto tomó una piedra y golpeo
bruscamente a Quico en la cabeza, cayendo de rodillas y luego bruscamente
al suelo donde dejaba un charco de sangre y no se movió más. Así la mujer pagó a
Quico, a quien la defendió para que Chepe, su marido no la matara.
El sentimiento de la mujer por su marido Chepe estaba por encima de toda la
circunstancia al extremo de que siendo maltratada, prefirió atacar a quien la
defendía de la violencia de su esposo, porque estuvo a punto de ser muerto por
Quico, quien defendía dicha mujer. Por tanto el mensaje podría ser: en pleito de
marido y mujer, quien se entremete en ellos, saldrá perjudicado.
CHEPE: agricultor, marido de la mujer con la que tenía un hijo, se ausentaba del
hogar para trabajar la tierra por algunos días. Tenían algunas cabras, de las cuales
vendía su leche. Chepe era muy violento.
LA MUJER: compañera de Chepe, era sumisa y fiel a su marido, y a su vez capaz
de todos los sacrificios.
EL NIÑO: muy pequeño, lloraba desesperado al ver su madre siendo maltratada.
QUICO: quien llega a la comarca en el momento en el que la mujer ha recibido una
golpiza de su marido. Trata de ayudarla, y al ver al Chepe que trata de golpearla
nuevamente, Quico se pelea cuerpo a cuerpo con Chepe, pero Quico es atacado
por la mujer de Chepe, y quien al parecer muere por el golpe que ésta le da en la
cabeza con una piedra.
El cuento se desarrolla en un ambiente marcado por la pobreza y la miseria de una
región campesina, caracterizada por la sequedad de la tierra. Pero a pesar de todas
estas precariedades, la gente vivía allí. Los personajes de esta narración se
muestran adaptados y con cierto conformismo en medio de sus precariedades.
El punto de vista del narrador es tercera persona omnisciente.
Entre los recursos estilísticos empleados por el autor están: descripción, metáforas,
reduplicación, hipérbole.
· Metáfora: "la carretera está muerta, nada ni nadie la resucitará", "el niño era
de bronce".
· Hipérbole: "larga, infinitamente larga la carretera".
· Comparación: "La mujer se veía, primero, como un punto negro, después,
como una piedra…"
En este cuento de Juan Bosch saltan a la vista dos valores principales: la caridad
del ser humano, que se identifica con el dolor del otro, al extremo de exponer su
propia vida..
También se manifiesta la insensibilidad y la falta de consciencia del marido de la
mujer, quien arremete contra la misma sin antes averiguar lo que ha sucedido. Hay
otros valores negativos como la agresividad, la indolencia de la mujer, la
desesperación del niño, entre otros.

Los Amos
Cuando ya Cristino no servía ni para ordeñar una vaca, don Pío lo llamó y le dijo
que iba a hacerle un regalo.
-Le voy a dar medio peso para el camino. Usté esta muy mal y no puede seguir
trabajando. Si se mejora, vuelva.
Cristino extendió una mano amarilla, que le temblaba.
-Mucha gracia, don. Quisiera coger el camino ya, pero tengo calentura.
-Puede quedarse aquí esta noche, si quiere, y hasta hacerse una tisana de cabrita.
Eso es bueno.
Cristino se había quitado el sombrero, y el pelo abundante, largo y negro le caía
sobre el pescuezo. La barba escasa parecía ensuciarle el rostro, de pómulos
salientes.
-Ta bien, don Pío -dijo-; que Dio se lo pague.
Bajó lentamente los escalones, mientras se cubría de nuevo la cabeza con el viejo
sombrero de fieltro negro. Al llegar al último escalón se detuvo un rato y se puso a
mirar las vacas y los críos.
-Que animao ta el becerrito -comentó en voz baja.
Se trataba de uno que él había curado días antes. Había tenido gusanos en el
ombligo y ahora correteaba y saltaba alegremente.
Don Pío salió a la galería y también se detuvo a ver las reses. Don Pío era bajo,
rechoncho, de ojos pequeños y rápidos. Cristino tenía tres años trabajando con él.
Le pagaba un peso semanal por el ordeño, que se hacía de madrugada, las
atenciones de la casa y el cuido de los terneros. Le había salido trabajador y
tranquilo aquel hombre, pero había enfermado y don Pío no quería mantener gente
enferma en su casa.
Don Pío tendió la vista. A la distancia estaban los matorrales que cubrían el paso del
arroyo, y sobre los matorrales, las nubes de mosquitos. Don Pío había mandado
poner tela metálica en todas las puertas y ventanas de la casa, pero el rancho de los
peones no tenía ni puertas ni ventanas; no tenía ni siquiera setos. Cristino se movió
allá abajo, en el primer escalón, y don Pío quiso hacerle una última recomendación.
-Cuando llegue a su casa póngase en cura, Cristino.
-Ah, sí, cómo no, don. Mucha gracia -oyó responder.
El sol hervía en cada diminuta hoja de la sabana. Desde las lomas de Terrero hasta
las de San Francisco, perdidas hacia el norte, todo fulgía bajo el sol. Al borde de los
potreros, bien lejos, había dos vacas. Apenas se las distinguía, pero Cristino
conocía una por una todas las reses.
-Vea, don -dijo- aquella pinta que se aguaita allá debe haber parío anoche o por la
mañana, porque no le veo barriga.
Don Pío caminó arriba.
-¿Usté cree, Cristino? Yo no la veo bien.
-Arrímese pa aquel lao y la verá.
Cristino tenía frío y la cabeza empezaba a dolerle, pero siguió con la vista al animal.
-Dese una caminata y me la arrea, Cristino -oyó decir a don Pío.
-Yo fuera a buscarla, pero me toy sintiendo mal.
-¿La calentura?
-Unjú, me ta subiendo.
-Eso no hace. Ya usté está acostumbrado, Cristino. Vaya y tráigamela.
Cristino se sujetaba el pecho con los dos brazos descarnados. Sentía que el frío iba
dominándolo. Levantaba la frente. Todo aquel sol, el becerrito…
-¿Va a traérmela? -insistió la voz.
Con todo ese sol y las piernas temblándole, y los pies descalzos llenos de polvo.
-¿Va a buscármela, Cristino?
Tenía que responder, pero la lengua le pesaba. Se apretaba más los brazos sobre
el pecho. Vestía una camisa de listado sucia y de tela tan delgada que no le
abrigaba.
Resonaron pisadas arriba y Cristino pensó que don Pío iba a bajar. Eso asustó a
Cristino.
-Ello sí, don -dijo-: voy a dir. Deje que se me pase el frío.
-Con el sol se le quita. Hágame el favor, Cristino. Mire que esa vaca se me va y
puedo perder el becerro.
Cristino seguía temblando, pero comenzó a ponerse de pie.
-Si: ya voy, don -dijo.
-Cogió ahora por la vuelta del arroyo -explicó desde la galería don Pío.
Paso a paso, con los brazos sobre el pecho, encorvado para no perder calor, el
peón empezó a cruzar la sabana. Don Pío lo veía de espaldas. Una mujer se deslizó
por la galería y se puso junto a don Pío.
-¡Qué día tan bonito, Pío! -comentó con voz cantarina.
El hombre no contestó. Señaló hacia Cristino, que se alejaba con paso torpe como
si fuera tropezando.
-No quería ir a buscarme la vaca pinta, que parió anoche. Y ahorita mismo le di
medio peso para el camino.
Calló medio minuto y miró a la mujer, que parecía demandar una explicación.
-Malagradecidos que son, Herminia -dijo-. De nada vale tratarlos bien.
Ella asintió con la mirada.
-Te lo he dicho mil veces, Pío -comentó. Y ambos se quedaron mirando a Cristino,
que ya era apenas una mancha sobre el verde de la sabana.
Juan Bosch
Dominicano

Breve Análisis De Los Amos.


Los personajes principales de este cuento son: Don Pío (amo), Cristino (peón) y
Herminia (esposa de Don Pío). El amo no tiene ninguna conciencia por el obrero, a
pesar del peón estar enfermo lo mandó a buscar la vaca que había parido en la
noche, sin importarle la salud del mismo. Prefiere que el peón se muera a perder su
propiedad.

En este cuento resaltan a la vista los valores de explotación del hombre por hombre,
para conseguir sus bienes y dones, sin importar la salud, ni males que afectan a la
clase más necesitada. Los trabajadores de todos los tiempos y todos lugares del
planeta le han servido a los poderosos, a los ricos, ellos son los dueños del mundo,
y se lo merecen todo. La falta de conciencia es un mal que afecta a esta clase
social, no le importa los problemas que afectan a la clase pobre del planeta.

Entre los recursos lingüísticos están por el autor están: descripción, metáforas,
hipérboles, paradojas.
El lenguaje utilizado en esta narrativa es un lenguaje cotidiano de la clase
campesina del momento en que se escribe la historia.
Juan Bosch, retrata la realidad laborar entre patrones y obrero de los medios y
modo de producción de cualquier sociedad. Como cualquier otro rublo de consumo
masivo de la población. Esto refleja la sociología del pueblo dominicano. Nos
presenta una panorámica, para hacer conciencia de clase y no ser sumiso al patrón,
nos invita a organizarnos y conocer cuál debe ser nuestra actitud al establecer
relaciones de trabajo frente a los dueños de los medio de producción.

Juan Emilio Bosch Gaviño


(30 de junio de 1909 – 1 de noviembre de 2001) fue un cuentista, ensayista,
novelista, narrador, historiador, educador y político dominicano. Bosch fue el
primer presidente de la República Dominicana elegido democráticamente mediante
el sufragio secreto y universal para un período de cuatro años, su gobierno resultó
efímero tras ser derrocado casi siete meses después de asumir la presidencia. Fue
el líder de la oposición dominicana en el exilio contra el régimen dictatorial de Rafael
Leónidas Trujillo durante más de 25 años. Además fue el fundador tanto del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939, como del Partido de la Liberación
Dominicana (PLD) en 1973.

A Bosch se le considera uno de los escritores más preclaros de Latinoamérica


destacándose en el cuento

Hijo de José Bosch Subirats, español de origen catalán y la puertorriqueña de


ascendencia española Ángela Gaviño Costales. Vivió los primeros años de su
infancia en una pequeña comunidad rural llamada Río Verde, donde comenzó sus
estudios de primaria; los estudios secundarios los hizo en el colegio San
Sebastián de La Vega, llegando sólo hasta el tercer nivel de bachillerato. En 1924
se trasladó a Santo Domingo, donde trabajó en varias tiendas comerciales. Más
tarde en 1929 viajó a España, Venezuela y algunas islas del Caribe.

Regresa a República Dominicana en 1931. Para 1933 publicó su primer libro de


cuentos, “Camino Real”, y más adelante “La mujer”. Bosch creaba y editaba la
sección literaria del periódico Listín Diario, convirtiéndose en crítico y ensayista.

En 1933, Bosch junto a varios escritores destacados de la época forman el grupo


conocido como La Cueva.

Durante los primeros meses de 1935 es nombrado en la Dirección General de


Estadísticas. Organiza, bajo la dirección de Mario Fermín Cabral el Censo
Nacional de la República Dominicana de ese año. En 1936 publicó la novela “La
Mañosa”, sobre las guerras civiles del siglo XIX, la cual fue muy bien valorada por
los críticos.

La vuelta al hogar
Ondas y brisas, bruma, rumores, ¡Ya ve el proscrito sus patrios lares!
suspiros y ecos del ancho mar, Ve azules cumbres lejos sombrear
¡adiós! que aromas de puras flores, grupos de nieblas crepusculares,
¡adiós! que todo cuanto se alcanza, y el ansia siente del paraíso
dicha, esperanza, que darle quiso
y amor me llaman allá en mi hogar. Dios en el seno del dulce hogar...!
Si peregrino, si solitario,
otras regiones se fue a cruzar
la ley temiendo de un victimario,
¿el caos qué importa si un sol luciente
brilla en su frente
Bajo tus ceibas y tus palmares,
y hoy sonriendo vuelve al hogar?
sobre tu césped y entre el manglar
aún se oye el eco de los cantares
¡No más torturas en su alma libre! de aquella infancia, fugaz, que en horas
¡No más memoria de su pesar! engañadoras
¡No el odio estéril sus rayos vibre, llenó sus sueños de amor y hogar!
que el patriotismo ya sólo espera
por vez primera
Y, ¡ven! le dice cada paloma
calma y consuelo bajo el hogar!
tímida y mansa que ve cruzar
desde la cumbre de enhiesta loma,
Virgen de América, suspiradora cuando las alas tiende y su arrullo
cautiva indiana, vuelve a gozar; mezcla al murmullo
si atrás hay sangre, luz hay ahora... del río que baña su dulce hogar!
Ayer el hierro y hoy es la idea...
¡Tu gloria sea
Y, ¡ven! le dice ronco el estruendo
ver a tus hijos junto al hogar!
que hace en las rocas lejos el mar...
¡El mar!, que un día su adios oyendo
¡Cuán bella eres acariciando fue de ola en ola su adios llevando,
todos unidos los que al vagar, luego tornado
-errantes unos y otros luchando- con hondos ayes del pobre hogar!
sufrieron ruda la tiranía
que hacer quería
Y todo cuanto su ser le diera!
huérfanos tristes sin pan ni hogar...!
¡Ven! dice el polvo que va a besar
donde mañana como postrera
¡Ya no hay festines patibularios! ráfaga cruce su vida breve,
¡Ya no hay venganzas con que saciar donde se eleve
su vil conciencia crueles sicarios! su tumba humilde junto al hogar!
¡Ya no hay vencidos ni vencedores!
¡Sólo hay de flores
Así, -suspiros, brisas, rumores,
castas coronas en el hogar...!
lánguidas ondas y ecos del mar-,
adios decidme, que todo: amores,
¡Mi dulce Ozama! Tu bardo amante gloria, esperanza, paz bendecida,
a tus riberas torna a cantar, tiene hoy la vida
y tras él deja, por ti anhelante, del pobre bardo vuelto al hogar...!
lejanos climas y humilde historia,
tierna memoria
¡del peregrino vuelta al hogar...!

José Joaquín Pérez


Dominicano
José Joaquín Pérez Matos
Poeta, periodista, abogado y político, nació en Santo Domingo el 27 de abril de 1845. Hijo
primogénito de Benito Alejandro Pérez Fernández abogado y notario y Josefa Matos
Sepúlveda. Estudió en el Seminario de Santo Domingo y completó su educación en dicha
institución bajo la dirección del presbítero Fernando Arturo de Meriño. La primera poesía
que compuso fue un soneto a su maestro Monseñor de Meriño quien había sido desterrado
por Pedro Santana.
Desde muy joven se dedicó a la poesía y comenzó a ganar prestigio cuando todavía un
adolescente de dieciséis años, dio a conocer un soneto de carácter político en el que
rechazaba la anexión de la República Dominicana a España.
Fue desterrado a Venezuela por Buenaventura Báez y regresó al país después del triunfo
de la Revolución del 23 de noviembre de 1873. En 1877 publica Fantasía Indígena,
colección de composiciones en versos en la que figuraban sus páginas líricas más
notables.
Fue Oficial Mayor del Ministerio de lo Interior; Ministro de Relaciones Exteriores; Diputado
al Soberano Congreso Nacional; Miembro de la Asamblea Constituyente; Ministro de
Justicia, Fomento e Instrucción Pública y Magistrado de la Suprema Corte de Justicia.
Colaboró con El Nacional (órgano de la sociedad La República), El hogar, La Revista
Ilustrada, Letras y Ciencias y en los Lunes del Listín. Dirigió los periódicos La Gaceta
Oficial, Eco de la Opinión y El porvenir.
En 1884, siendo Ministro de Justicia, Fomento e Instrucción Pública, intentó poner en
práctica varias iniciativas a favor de la enseñanza: como el proyecto sobre la creación de
escuelas ambulantes en las secciones más pobladas del país, proyecto que fracasó por la
renuncia del presidente Francisco Javier Billini en 1884.
Su nombre está íntimamente vinculado a la reforma educativa. Presidió los primeros
exámenes que se realizaron en la escuela normal de Santo Domingo para poner a prueba
el sistema educacional de Hostos y presidió la investidura de los primeros normalistas del
país.
Es el máximo representante del romanticismo poético dominicano y una figura destacada
del movimiento indigenista en América Latina. El rasgo más notorio de la obra poética de
José Joaquín Pérez es el indigenismo, pues basándose en tradiciones, leyendas e
informaciones históricas relacionadas con los primitivos habitantes de La Española, escribió
interesantísimas páginas acerca del desdichado destino de la raza taína luego de la llegada
de los colonizadores.
Sus coetáneos y las generaciones posteriores le han reconocido como "El cantor de la raza
indígena".
Murió en Santo Domingo el 6 de abril de 1900.
Entre sus obras encontramos
Contornos y Relieves (1875), Fantasías indígenas (1877), Versiones del poeta
inglés Thomas Moore (1871-96), Poesías varias (1896-1900), El Junco Verde, Areito
de la virgen de Marien, Ecos del desierto, La vuelta al hogar.
Breve análisis del poema

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