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AMAR SOLO POR VENCER

María de Zayas

Comentario de: José Antonio Robles Rodríguez

El título ha sido, sin duda, el porqué de mi elección de este Desengaño de María de


Zayas. Esa connotación épica que «vencer» desprende me llevó a pensar que quizá no
me encontraría con otro Desengaño de los que llevan a los personajes a un desenlace
trágico y casi desesperanzador.

No fue así, el final es una vez más todo lo trágico y desesperanzador que una buena
lección moral requería, pues este cuento, que parece seguir la tradición italiana de los
cuentos agrupados y contados por unos personajes reunidos en algún lugar propicio (por
ej. Decameron), se diferencia de aquella tradición en el afán moralizador que posee.

También yo recibí mi lección al descubrir que el término "vencer" no habla de


victoria del amor sobre todas las vicisitudes, sino de un vencimiento que habla del
rendirse de la dama a los deseos más deshonestos del "caballero".

En la lectura pronto detectamos el tono picaresco de esa primera parte en que


Esteban se disfraza de mujer para engañar a Laurela y alcanzar su deseo. Sin embargo el
desenlace poco tiene del típico modelo de escarmiento para el pícaro, que en este caso
sale mejor parado que su víctima.

La premeditación y la crueldad del castigo a la dama, me llevó a pensar que el


'feminismo' tan atribuido a M. de Z. había que ponerlo como mínimo en suspenso, y
dejarlo para después de un análisis más en profundidad del texto.

Salvador Montesa en Texto y contexto en la narrativa de María de Z. (1981), p.98,


dice de la escritora: «Cuando sale a la palestra no lo hace movida por las grandes
desigualdades que hay entre un sexo y otro. El móvil [...] se trata de la mala fama que
tienen las mujeres y la continua difamación que sufren en boca de los hombres.» Es
decir, que la escritora aboga más por un restablecimiento del honor tan importante en
esa época, que por una liberación de la mujer, precepto del feminismo como lo
entendemos en la actualidad.

Además, no olvidemos que la autora es hija de un capitán de infantería laureado;


miembro de la aristocracia; que tendrá influencias literarias y gustos acordes a sus
contemporáneos; es una noble que defenderá el orden establecido, que denostará a las
clases inferiores como se puede ver en la idea que tiene de los criados: «Los criados,
como su exercicio es murmurar de los amos...»

En otros momentos de la narración se detecta fácilmente la consonancia con el sentir


renacentista. El primer canto de Estefanía a Laurela habla de un anhelo de tiempos
pasados «cuando las encinas destilan miel...»los tiempos de Horacio, el tiempo
grecolatino añorado durante el Siglo de oro.

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Más adelante en los siguientes cantos hallamos continuas referencias a la mitología
latina de Ovidio: «Sale Febo tras ella,...» 1er canto; o en el siguiente: «Así seas oída/ de
tu Narciso, ninfa desdichada...».

En esa evocación del clasicismo encontramos en un momento a Estefanía divagando


sobre el amor y el alma según el concepto platónico. Eso sí, cuando divaga sobre ello lo
hace para defender un posible amor lésbico.

Aparece en otro lugar el amor perdido o no correspondido tal como debía padecerse
el amor cortesano: «...y yo padezco como firme amante» en el canto 1º, que aún
perdura a pesar de encontrarnos ya en pleno s. XVII. Y avanzando un poco más en el
texto, la propia Estefanía dice que «el amor sin premio es mayor fineza».

Abundan también los tópicos del siglo: la sonrisa del alba «apenas se empezó a reír
la mañana…»; el gusto por los colores «¿De qué color es el amor?[...] Porque ni ha de
tener el alegre carmesí…»; la perfecta dama «sin ser vista, parecía un ángel, y vista y
oída, un serafín».

En el final, la narradora, Lisis, retoma la palabra para realizar toda una disertación y
con ello su lección moral, sobre los tipos de amor y recordarnos la innobleza de los
hombres que se esfuerzan en deshonrar a las mujeres para, una vez 'vencidas'
rechazarlas por deshonestas.

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