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El normal funcionamiento de estructuras del Sistema Nervioso, como son el Sistema Reticular
Ascendente y la corteza cerebral, son requisitos para el mantenimiento de la conciencia.
El síncope resulta de una reducción transitoria del flujo sanguíneo cerebral de aquellas partes
del cerebro que controlan la conciencia. Tres tipos diferentes de mecanismos producen una
súbita disminución del flujo sanguíneo cerebral 1 :
1.- Inestabilidad vasomotora asociada con una disminución en la resistencia vascular sistémica,
en el retorno venoso, o en ambos.
2.- Reducción crítica del gasto cardíaco por obstrucción del flujo dentro del corazón o de la
circulación pulmonar, o provocado por arritmias.
Los ataques epilépticos a veces simulan un síncope y en ocasiones es imposible distinguir entre
ambos. En estos casos el flujo cerebral es normal, y la pérdida de conocimiento se produce
como resultado de descargas eléctricas anormales.
Las manifestaciones clínicas del shock séptico son consecuencia de la respuesta inflamatoria
del huésped a los microorganismos (bacterias, hongos, protozoos y virus) y sus toxinas.
La respuesta sistémica a la infección comienza con la activación del sistema de defensa del
huésped, especialmente leucocitos, monocitos y células endoteliales, que juegan un papel
central en la amplificación de la cascada inflamatoria. Esta se inicia con la liberación de
mediadores solubles, fundamentalmente citoquinas como la interleukina 1 (IL-1) y el factor de
necrosis tumoral (TNF-alfa), que activan a su vez el sistema del complemento, la vía intrínseca
y extrínseca de la coagulación y la fibrinólisis entre otros. Todos ellos en mayor o menor
medida participan en la patogenia de la sepsis, aunque sus interacciones y el papel exacto que
desempeñan sigue siendo desconocido.
El shock anafiláctico es consecuencia de una reacción alérgica exagerada ante un antígeno. Son
numerosas las sustancias capaces de producirlo y entre ellas se incluyen antibióticos,
anestésicos locales, contrastes yodados, antiinflamatorios no esteroideos, hemoderivados,
venenos animales, algunas hormonas (insulina, ACTH, vasopresina), dextrano, analgésicos
narcóticos, protamina, hierro parenteral, heparina y determinados alimentos (huevos,
legumbres, chocolate, etc...). Habitualmente la reacción anafiláctica se produce como
consecuencia de la exposición a un antígeno que induce la producción de IgE que se fija sobre
la superficie de los basófilos circulantes y sobre los mastocitos tisulares del tracto
gastrointestinal y respiratorio y piel que quedan sensibilizados. Cuando la exposición al mismo
antígeno se repite, éste se une a las IgE y los activa, iniciándose una serie de eventos
bioquímicos que conducen a la liberación de mediadores como histamina, prostaglandinas,
factor activador plaquetario, fragmentos de complemento, SRS-A, componentes de la cascada
de la coagulación, productos de la vía de la lipooxigenasa y metabolitos del ácido
araquidónico.
La TVP del miembro inferior se debe con mayor frecuencia a un compromiso del retorno
venoso (p. ej., en pacientes inmovilizados), una lesión o una disfunción endotelial (p. ej.,
después de fracturas de la pierna) o a estados de hipercoagulabilidad.
La TVP del miembro superior suele ser el resultado de una lesión endotelial generada por
catéteres venosos centrales, marcapasos o drogadicción intravenosa. En ocasiones, este
cuadro forma parte de un síndrome de la vena cava superior (SVC) o puede deberse a un
estado de hipercoagulabilidad o a la compresión de la vena subclavia en el opérculo torácico
(orificio torácico superior). La estructura que ejerce la compresión puede ser una primera
costilla normal o accesoria o una banda fibrosa (síndrome del orificio torácico superior) o
durante una actividad extenuante con los miembros superiores (trombosis de esfuerzo o
síndrome de Paget-Schroetter, responsable de entre 1 y 4% de los casos de TVP del miembro
superior).
La TVP suele comenzar en las cúspides de las válvulas venosas. Los trombos están formados
por trombina, fibrina y eritrocitos con una cantidad relativamente escasa de plaquetas
(trombos rojos); sin tratamiento, los trombos pueden propagarse en dirección proximal o hacia
los pulmones.
En los tres tipos de leucemia aguda, los tejidos hematopoyéticos de todo el cuerpo elaboran
glóbulos blancos no maduros o leucoblastos en gran número, mientras la producción de
células normales disminuye progresivamente.
La inmadurez de los leucocitos puede impedir su identificación por cualquiera de las técnicas
hematológicas especializadas, y suele ser imposible diferenciar los distintos tipos de leucocitos
que participan en las formas agudas de la enfermedad. Sin embargo, los leucoblastos típicos
de la leucemia poseen ciertas características comunes:
Se ignoran los factores que estimulan la producción de estas células y limitan su maduración,
pero se acepta en general que la leucemia posee muchas de las características de
una neoplasia. Esta hipótesis tiene como apoyo la falta de madurez de los leucoblastos y la
infiltración de estas células en tejidos que están fuera de los centros hematopoyéticos.
Aunque es cierto que en la leucemia, la producción excesiva de un solo tipo celular siempre
ocurre, el número de células leucémicas en la sangre circulante no es obligadamente alto.
Cuando el recuento de glóbulos blancos es elevado, existe un porcentaje alto de leucoblastos,
y se da al cuadro hematológico el nombre de “leucémico”. Si el recuadro es bajo, igual que el
porcentaje de leucoblastos, se le da el nombre de leucemia “aleucémica”. En este último caso
puede ser necesario, para comprobar el diagnóstico, estudiar una muestra de médula ósea,
que se obtiene por aspiración.
La hemostasia normal requiere > 30% de las concentraciones normales de factor VIII y IX. La
mayoría de los pacientes con hemofilia tienen concentraciones < 5%; algunos tienen
concentraciones extremadamente bajas (< 1%). El nivel funcional (actividad) de factor VIII o IX
en la hemofilia A y B, y por lo tanto la gravedad de sangrado, varían dependiendo de la
mutación específica en el gen del factor VIII o IX.
Por lo general, los portadores tienen concentraciones de alrededor del 50%; rara vez, la
inactivación aleatoria de su cromosoma X normal en la vida embrionaria temprana determina
que un portador tenga concentraciones de factor VIII o IX < 30%.
La mayoría de los pacientes con hemofilia que fueron tratados a principios de la década de
1980 se infectaron con HIV, debido a concentrados de factores contaminados. Algunos
pacientes presentaron trombocitopenia inmunitaria secundaria a la infección por HIV, con la
consiguiente exacerbación de la hemorragia.
Esta claudicación se caracteriza por afectar a un grupo muscular concreto, que se produce por
una cantidad constante de ejercicio y que desaparece en minutos al detener la marcha. La
molestia subjetiva varía de unos pacientes a otros, desde sensación de cansancio, a calambre,
pesadez, o dolor, La distancia que puede recorrer sin tener que parar varía según la velocidad
o la pendiente.
La localización del dolor aporta información importante sobre el sector arterial afectado; el
dolor se localiza más frecuentemente a nivel soleo-gemelar (pantorrillas) el cual se
correlaciona con una afectación arterial del sector femoro-poplíteo. Cuando la afectación es
del sector aorto-ilíaco la claudicación se suele localizar a nivel glúteo o en muslo y se
acompañan frecuentemente de dolor en la pantorrilla. En paciente con afectación infra
poplítea el dolor se puede localizar en el pie y la pantorrilla.