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Juan Sebastián Vargas Ramírez HISTORIA CONCEPTUAL

EL CONCEPTO DE LO LIBERAL Y EL LIBERALISMO EN LA NUEVA


GRANADA: 1848 – 1849

1. DESCRIPCIÓN DE LA PROBLEMÁTICA Y UNA BREVE HISTORIA DE


LO LIBERAL

Al hacer un breve análisis del panorama político contemporáneo, no es difícil llegar a la


conclusión de que uno de los bloques hegemónicos está conformado por las ideologías que
dicen tener sus bases en modelos liberales. No obstante, la historia de aquello que
determinamos como “liberal”, tanto dentro del imaginario político-intelectual latente, como
en su misma historiografía, surge y se desarrolla, en diversos casos, con cimientos equívocos
al respecto de la historicidad y las redes semánticas de este mismo concepto. A causa de lo
anterior, gran número de politólogos, economistas, filósofos, historiadores y demás
académicos se empeñan en señalar el origen de liberalismo en materia política y económica
en diversas personalidades del s. XVII, XVIII, tales como John Locke o Adam Smith1. Otros
autores aseguran la integración del pensamiento de personalidades como Kant y Rousseau
en la historia del liberalismo (Meza, 2008).

Para aclarar lo anterior, es necesario inducir al lector a un breve recorrido histórico por las
significaciones de lo liberal, no sin antes advertir que existen diversos vacíos historiográficos
al respecto. El término liberal ya era usado por los romanos a partir de la voz latina liberalis
relacionada con los oficios de la gente libre (Llano, 2003). Podemos seguir otros de sus pasos
por el hilo de la historia cuando, en la Edad Media, se inician las alusiones a las artes liberales,
una primera referencia al respecto es la obra del escritor latino del s. V Martianus Capella
(Satyricon o De Nuptiis Philologiae et Mercurii et de septem Artibus liberalibus libri novem).

1
Se puede citar varios ejemplos de estos casos, muy comunes en obras pedagógicas o en aquellas que bajo
una idea sistémica desean hacer encajar a diversos autores en una doctrina. Un ejemplo básico podría ser ser:
Laski, H. (1961). Historia del liberalismo europeo. Ciudad de México: Fondo de cultura económica.
Bajo esta idea, lo liberal se encontraba relacionado con las destrezas intelectuales y con los
conocimientos universales, en contraposición con las destrezas manuales y los conocimientos
especializados. Con el paso de los siglos, la voz: liberal empieza a obtener nuevas
significaciones. Así, en el Tesoro de la lengua castellana o española, primer diccionario
monolingüe del castellano, publicado por Sebastián de Covarrubias en 1611 se puede apreciar
la siguiente significación

“LIBERAL, latíne liberalis, el q graciosamente sin tener respeto a recópensa


alguna, haze bien y merced a los menesterosos, guardando el modo deuido para no
dar en el estremo de pródigo:dedonde se dixo liberalidad la gracia que se haze.”
(Covarruvias, 1611)

La siguiente significación, dada por una institución, que se conoce, es la estipulada en el


Diccionario de Autoridades, publicado entre 1726 y 1739, primer diccionario de la Real
Academia Española. En el tomo número IV del año 1734 “Liberal” cuenta con dos
acepciones y sus respectivos ejemplos, encontrados en obras del siglo de oro español:

“LIBERAL. adj. de una term. Generoso, bizarro, y que sin fin particular, ni
tocar en el extremo de prodigalidad, graciosamente da y socorre, no solo a los
menesterosos, sino a los que no lo son tanto, haciéndoles todo bien. Es del Latino
Liberalis, que significa esto mismo. CERV. Quix. tom. 1. cap. 42. No quiso aceptar
ninguno de sus liberales ofrecimientos. LOP. Peregr. f. 12. Era de lindo talle, de alto
ingénio, de liberal condición y de noble sangre.

LIBERAL. Se llama tambien el que con brevedad y presteza executa


qualquiera cosa. Latín. Celer. Expeditus.” (Real Academia Española, 1734)

Lo liberal no adquirirá una plena conceptualización, con la cual podamos sentir identificadas
las posturas liberales de la política actual, hasta la acelerada irrupción de la modernidad. Para
Reinhart Koselleck (1993), esta irrupción se sitúa entre 1750 y 1850, dando lugar al Sattelzeit
(tiempo a caballo, metaforizando su acelere), en el cual, los conceptos adquieren un nuevo
horizonte significativo. Koselleck, fue el máximo representante de la Begriffsgeschichite
(Historia conceptual), escuela de historia intelectual alemana que se dedica a hallar las redes
semánticas de los conceptos, teniendo en cuenta las diversas mutaciones culturales y sociales
que produjeron sus usos (Palti, 2004). Si bien, durante este periodo temporal la Francia
revolucionaria innovó con la explosión de un nuevo lenguaje político, creando nuevos
conceptos y resignificando otros (como ciudadano, Estado, libertad, futuro, entre otros), el
concepto de lo liberal será usado por vez primera por agentes políticos españoles de forma
posterior a las primeras fases del proceso francés (Fernandez, 2012). Durante la invasión
Napoleónica a España, iniciada en 1808, y ante la problemática por la legitimidad del poder
político en la península y sus colonias, diversas posturas se unieron en una Junta Central que
sustituyó momentáneamente el poder real. El momento fue idóneo para llevar al debate
político y, posteriormente, al ámbito público nuevas ideas modernas, que si bien guardaban
cierta correlación con algunos valores de los revolucionarios franceses, no carecían de
autenticidad. Así, los liberales (hombres autodenominados bajo ese adjetivo y agentes de la
postura que tendría más adeptos en las Cortes de Cádiz) concebían lo liberal bajo un
imaginario político complejo, donde subsistía la idea de individuos iguales bajo la ley,
asociados de forma contractual a una Nación moderna y regidos por una constitución
construida en común. Sin embargo, lo anterior, que podría equipararse a las ideas francesas,
distaba de ellas en cuanto a aceptación de una monarquía con poderes regulados, el
mantenimiento del clero, entre otras (Guerra, 1992).

La libertad de prensa propagada ante la ausencia del Rey permitió que este nuevo lenguaje
político, donde lo liberal jugaba un papel central, llegara a la España americana (Guerra,
1992). Allí, el concepto invadió rápidamente las ideas de distintas regiones, diversificándose
según particularidades de cada una. Por ende, lo liberal en cuanto adquiere una significación
política adopta una posición polémica que permite su polisemia en diversas regiones y grupos
sociales de Hispanoamérica. Luego, los primeros liberales (así llamados) fueron
hispanoamericanos. Expresiones como Partido Liberal y Liberalismo tuvieron un uso social
y político en el castellano mucho antes que en el inglés o el francés. Inclusive, en materia
mediática, los periódicos cuyos encabezados dominaba la palabra “liberal” o “liberalismo”
fueron pioneros en diversos Estados americanos que en las más modernas ciudades europeas
(Fernández, 2012).

El problema que aquí se identifica no es exclusivo de lo liberal o del liberalismo, es un


problema que afecta, en general, al lenguaje académico en las disciplinas humanas. Ante ello,
la historia intelectual y las escuelas que mejor la han representado desde las últimas décadas
del s. XX (Dosse, 2004), hacen hincapié en la cualidad discursiva de la historia, presentando
varios aportes para la solución de estas dificultades del lenguaje, en especial en la escritura
de la historia. Los casos ya citados de Locke, Smith, Kant y Rousseau constituyen una serie
de mitologías historiográficas. Cada que un autor enuncia algo (en cualquier variación
discursiva) está haciendo algo y este hacer está cargado de intenciones, por lo que adoctrinar
a la fuerza a un autor con posturas posteriores a él, es deslegitimar sus intenciones (Gamboa,
2011). Quentin Skinner, teórico inglés de la historia intelectual recién mencionada, parte de
la existencia de cuatro mitologías que llevan a cabo los historiadores de las ideas políticas al
abordar con paradigmas preconcebidos a autores clásicos. Cuando se considera desde el
presente la significación subjetiva que pudo tener un texto, es fácil priorizar una significación
retrospectiva de un episodio que el significado que tuvo para el autor, se cae en la mitología
de la prolepsis. Igualmente, al hacer una substitución del pensamiento del autor por el del
historiador, se cree de forma equívoca que dicho autor desarrolló cierta doctrina o teoría,
cayendo en una mitología de las doctrinas (Skinner, 2007).

Ya, con la base de un panorama general, puede decirse que la entrada conceptual de lo liberal
en el contexto neogranadino (o colombiano) es producto de una revolución política en el
Imperio español, que, además de provocar su fragmentación en diversas repúblicas, también
tuvo como consecuencia una revolución en el lenguaje político en cada una. La historia del
concepto de lo liberal no puede ser en ningún caso homogénea por motivos ya explicados,
por lo cual, el caso colombiano constituirá siempre una novedad y aportará unas
características auténticas al estudio, no sólo del lenguaje político sino de las prácticas
culturales en las que desemboca.

En la Nueva Granada la recepción del concepto fue total, al igual que su uso en estos dos
siglos republicanos. Desde entonces, ha zigzagueado a lo largo de la historia colombiana,
cargándose de significados, de juicios, de guerras, de odios, de muertes y de esperanzas.
Desde el inicio de los procesos independentistas, las diferencias con respecto a las
instituciones y las funciones estatales de la futura república se tradujeron en la creación de
dos bandos políticos e identitarios, los cuales fueron definiendo su accionar ideológico
durante las primeras décadas del nuevo Estado (s. XIX). Así, el significado que se podía
contener dentro de lo liberal fue creciendo a la par que lo hacía su aparente antítesis, lo
conservador. No obstante, en periodos de dominación de un solo partido, este solía
fragmentarse y ser para sí un enemigo (Bushnell, 1994).

No será sino hasta la mitad del siglo decimonónico cuando surgirán las primeras
construcciones formales de partidos políticos, amparados por un programa de acción que se
constituirá como la base firme para una gestión de valores e identidad (Fernandez, 2012).
Será precisamente entre los años de 1848 y 1849 cuando se crearán los primeros programas
de partidos políticos, anunciando sus doctrinas, legitimando sus posiciones, focalizando sus
discrepancias. Aquí, lo liberal, encarnado en diversos actores, busca legitimarse como
liberalismo.

2. DELIMITACIÓN Y JUSTIFICACIÓN DEL ESTUDIO

Con base en lo mencionado anteriormente, este trabajo se delimitará a estudiar el concepto


de lo liberal en la Nueva Granada (actual Colombia), durante los años de 1848 y 1849. La
justificación de la elección de estas fechas obedece a dos grandes razones que, de forma
posterior, serán correspondientes a las dos dimensiones de análisis que presentará este
trabajo. En primera medida, porque en la década de los 40 del siglo XIX se produce una
nueva etapa en la historia de la prensa colombiana, en la cual ésta adopta un carácter
absolutamente partidista (Vasco, 2011). En segunda medida, porque a falta de una
consolidación formal de los partidos políticos, se busca legitimar lo que es y no es liberal a
partir de la creación de programas de partido; es decir, se busca fabricar una doctrina fija que
sirve para legitimar un discurso propio y deslegitimar aquello que no guarde correlación.

Partiendo de la justificación que se le ha dado al contexto de trabajo, es necesario aclarar que


para este ejercicio solo se tendrá como fuente primaria la prensa, pese a que un trabajo más
completo y de mayor lapso temporal, analizaría lo liberal no solo a nivel de los discursos que
son producidos, sino inclusive en un nivel exterior, en el cual salgan a la luz las mutaciones
culturales que se produjeron en la época (claro está, solo si se concibe que hay algo más allá
fuera del lenguaje). De esa forma se tejerían las relaciones que tuvo lo liberal con otras
esferas diferentes de la política.
En cuanto a la fuente específica seleccionada para hacer esta breve investigación, se eligió el
discurso político más representativo de dos autores que fueron, quizá, los líderes ideológicos
de la época, los cuales se describen a continuación:

1. Florentino González: “Candidato para la presidencia de la república, ciudadano


Florentino González. Programa del partido Moderado” En: El Siglo, número 3, 29
de junio de 1848.
2. Ezequiel Rojas: “La razón de mi voto” En: El Aviso, número 26, 16 de julio de 1848.

Estos escritos son ambos de un marcado carácter liberal, pues las tentativas de un programa
de partido conservador son posteriores. A partir de la década del 40 lo liberal acompaña de
forma adjetival ya no solo a los gobiernos, sino también a los partidos, surge la voz “partido
liberal”; no obstante, no llegará a materializarse sino hasta la publicación del Programa del
partido moderado de Florentino González, el cual se declara como “el partido liberal neto,
liberal en realidad, no liberal de nombre” (Gonzalez, 1848), primero en su tipo en la Nueva
Granada. Poco tiempo después aparece como respuesta al mismo, el artículo de Ezequiel
Rojas, La razón de mi voto el cuál defendió el carácter liberal de su organización ante los
ataques de González, además de apoyar, de forma abierta, la candidatura de José Hilario
López a la presidencia de la Nueva Granada. Hasta este momento, ambos discursos parten
del mismo lugar del enunciado, de una institución cada vez menos imaginaria y más fáctica
que en cuanto la formulación de doctrinas, empieza a mutar de cualidades liberales a
consolidar el cuerpo del liberalismo. Lo que se dice y debate de lo liberal y las doctrinas
que se espera llenen el hueco significativo del liberalismo, no son compartidas, polemizando
el concepto. En cuanto al lugar de la enunciación también es compartido pues ambos hacen
uso de un mismo lenguaje político, con intenciones similares (la persuasión al respecto de lo
liberal y el programa doctrinario del liberalismo a las élites sufragantes).

2.1. Dimensiones de estudio

Como bien lo comenta Deleuze (1993), un concepto no es simple, tiene componentes que lo
definen, los cuales pueden ser otros conceptos a los cuales remite en su historia, devenir y
conexiones. Así, lo liberal, teniendo en cuenta las coordenadas Tiempo/Espacio en las que
se desea estudiar, puede tener diversas conexiones, destacando entre ellas las siguientes. Vale
mencionar que el estudio se hará sobre la primera, no obstante, es imposible no mencionar y
dar una breve explicación de la segunda.

1. Lo liberal y el liberalismo

Como ya se refirió anteriormente, en el año 1848 con la aparición de los primeros programas
de partido político en la historia granadina (colombiana) es más factible empezar a hablar de
liberalismo que en periodos anteriores. El adjetivo liberal se nominaliza. Esta cambio en la
categoría gramatical puede explicar de manera adecuada el proceso que se lleva a cabo, pues
lo liberal puede modificar a cualquier sustantivo, como por ejemplo a República, a Estado,
a partido, a hombre, etc. mientras que el liberalismo en cuanto sustantivo, es modificado por
diversos adjetivos, perdiendo, valga la redundancia, libertad de alterar a otros cuerpos,
adquiriendo una estructura fija que dependerá de las posturas de diferentes sujetos. La
consolidación de una serie de doctrinas fijas, y escritas, que debe seguir un liberal para apoyar
a sus copartidarios y el proyecto de vida que se plantean, se consolida como un “ismo” en lo
que este sufijo significa. No obstante, lo liberal entra en una problemática honda, debido a
que no todo lo que es liberal es propio del liberalismo. Al crearse un discurso cerrado de
doctrinas, se cierra la vía a muchas otras posturas liberales. ¿Cómo se legitima entonces lo
liberal que está dentro del liberalismo? Con la elección de José Hilario López y con los
diversos discursos pronunciados, se consolida desde la cúspide de la pirámide política (la
presidencia) una visión de lo “verdaderamente” liberal, que se expande en la política, creando
una realidad discursiva confusa, en la que se puede encontrar lo liberal amigo del liberalismo
y lo liberal enemigo del liberalismo. Un problema digno de análisis.

2. Lo liberal y la prensa (o el periodismo)

Es necesario concebir la importancia de la prensa de la época en cuanto topos discursivo.


Así, como en todo espacio, suceden en ella diversos acontecimientos. Es el lugar por
excelencia de la conceptualización tanto de lo liberal como del liberalismo, ya que permite
la creación polémica de significado ante una realidad social.

La creación de un discurso político liberal se vio beneficiada históricamente por la eclosión


de la prensa neogranadina, que si bien llevaba funcionando un poco más de medio siglo,
empezó un proceso de diversificación acorde a los intereses políticos de ciertos intelectuales.
Lo liberal, en cuanto concepto perteneciente a un nuevo lenguaje político, no hubiese
alcanzado su nivel de polemización sin la existencia de diversos medios comunicativos que
permitieran su uso masificado y el debate frecuente, a la par que la población de diversos
sectores aprehendía una realidad siempre política.

De esta forma, según Vasco Bustos (2011), la historia de la prensa en Colombia tiene
diferentes etapas que se encuentran completamente ligadas al desarrollo de los
acontecimientos políticos y culturales. A la muerte de Simón Bolívar y ante muchas
incógnitas sobre el porvenir de la política, la prensa da un viraje hacia las ideas democráticas
sobre las que se debe construir la nueva república, dejando de lado los antiguos homenajes
al libertador. Surgen los primeros diarios eminentemente políticos. A finales de la década de
los 40 del s. XIX, la prensa abandona el carácter personalista que la particularizaba para
convertirse en un aparato doctrinario de las tendencias políticas latentes (Vasco, 2011), tal y
como los ejemplos que acá se pretenden analizar.

3. INTRODUCIÓN AL PANORAMA COLOMBIANO

Es justo iniciar este apartado recalcando que es imposible dar una definición cerrada de
aquello que fue lo liberal en la época a estudiar. El concepto es precisamente la polémica
creada por su uso social, de lo contrario sería tan sólo una palabra (Torres, 2009). Tampoco
es labor del historiador posicionarse al respecto de una de las múltiples definiciones o
pasiones dadas a lo liberal o cualquier otro concepto. Lo que se hará a continuación será la
presentación de algunas polémicas del concepto, no sin antes dar un breve resumen del
liberalismo en la Nueva Granada en los años previos a los estudiados.

Toda historia constituye un repensar. Lo anterior en el sentido tal que, diversos actores han
creado materialidad con base en su pensar, lo cual será fuente posterior para el historiador,
por lo cual su trabajo constituye un conocimiento de segundo orden. Inclusive, al hacer un
balance historiográfico piensa el repensar. Para estudiar el desarrollo del concepto de lo
liberal en la Nueva Granada entre 1808 hasta 1848, fecha en la cual inicia la autonomía de
este trabajo, es necesario estudiar algunas obras que ya hayan trabajado este espacio
temporal, las cuales, en su mayoría, presentan diversos vacíos que muestran lo necesario que
es hacer un estudio desde la historia conceptual de un largo periodo. Es justo aclarar que los
estudios al respecto de lo liberal y el liberalismo, en la historiografía colombiana, se han
considerado como derivados de la historia del partido liberal, lo que a su vez ha desestimado
la comprensión de lo liberal como filosofía política privilegiando su estudio como cuerpo y
fuerza política (Calderón y Villamizar, 2012).

1808 representa un año crucial para las investigaciones del lenguaje político en el Imperio
Español (Guerra, 2014). La crisis del poder y el debate por su representación próxima afianzó
diversos conceptos en el ámbito de la política, entre ellos lo liberal. Tal fue el impacto que
en menos de dos años se producen los primeros movimientos independentistas en la Nueva
Granada, los cuales ya se ven empapados del uso de este nuevo lenguaje.

El vínculo con la resistencia peninsular produjo el primer deslizamiento del concepto


(Calderón y Villamizar, 2012). La prensa santafereña ya denotaba algunas menciones al
respecto, sin embargo, será el Memorial de agravios, escrito por el intelectual Camilo Torres
ante la lucha por la representatividad americana quien dará papel central al concepto. El uso
reiterado del adjetivo liberal se vincula con el reconocimiento a las aspiraciones de igualdad
y el derecho a la justicia distributiva (Torres, 1809). Este adjetivo modifica a las ideas y,
especialmente, a los gobiernos. Lo liberal fue la pareja antinómica de lo despótico y de forma
paulatina, debido a las conexiones granadinas de la época (influida de forma particular con
los Estados Unidos de América), empezó a ligarse a la búsqueda de una política nacional
federada, en especial en la década siguiente.

Si bien la historiografía tradicional colombiana busca el nacimiento de los partidos políticos


en las diferencias de pensar entre Simón Bolívar y el General Santander, a lo largo de los
diez años del gobierno del libertador (1819 – 1830) las menciones a lo liberal distan de la
idea de crear un partido político. El concepto es utilizado para generar ataques a las ideas
centralistas de Bolívar en beneficio de la causa federal. La temprana muerte del Libertador
fue tomada por parte de los liberales como una primera victoria para la realización de su
partido (Calderón y Villamizar, 2012). Lo liberal entra en una primera etapa de consolidación
corporal a partir de la homogenización de la opinión, la expulsión y confinación de
detractores. La victoria presidencial de Santander en 1832 permite la proclamación simbólica
como liberales de la gran mayoría de actores políticos. La noción de libertad que va unida a
lo liberal también muta de diversas libertades a la búsqueda de una libertad pública
(Fernández, 2007), un poder colectivo que defiende el autogobierno frente al despotismo
militar. El temor a un gobierno militante se produjo debido a la victoria del General Urdaneta
en Venezuela, desde el cual se crea el Diccionario político de los urdanetistas (Balcazar,
1831) con la siguiente definición de liberal:

“LIBERAL: Sustantivo masculino. Lo mismo que asesino y que demagogo sin


diferencia alguna.” (Balcazar, 1831)

Ante el anterior ataque ideológico extranjero el ser liberal se une en sinonimia con la idea
del patriotismo en el contexto neogranadino.

A partir de la segunda mitad de la década del treinta se crea la idea de una oposición legítima
a los liberales. Estas facciones se proclaman como republicanas e intentan situar los pecados
de los liberales en la forma de tratar a Bolívar en los inicios de la república. La guerra de los
supremos (1839-1842) ayudó a consolidar y reforzar la idea de una oposición que se verá
más marcada en la siguiente década.

4. ESTUDIO DEL CASO: LO LIBERAL, EL LIBERALISMO Y EL PARTIDO


LIBERAL

Como es mencionado por Koselleck en (Torres, 2009), la historia conceptual puede realizarse
tanto en la diacronía como en la sincronía. Un estudio desde la diacronía implica estudiar el
concepto a lo largo de su historia de forma detallada, comprendiendo las relaciones que
vinculan sus diferentes significados y la apertura de nuevos horizontes de sentido. Por su
parte, por más que haga un breve recuento histórico, este trabajo está inscrito en lo sincrónico,
es decir, en el estudio de un periodo temporal de las diferentes significaciones que podía tener
un concepto. Lo que se realizará en este trabajo será el estudio de los cuerpos que encarnan
a lo liberal en el ámbito de lo político durante la lucha por la presidencia que se dio entre
1848 y 1849 en Nueva Granada.

Durante ese mismo texto, Koselleck menciona que los conceptos en el periodo de
resignificación dado entre 1750 y 1850 adquieren una democratización, una temporalización,
una ideologización y una politización (Torres, 2009) lo cual los adentra a la esfera política.
Además de ello, para Javier Fernández Sebastián adquieren otras dos dimensiones, de las
cuales nos interesa la primera: emocionalización e internacionalización (Fernandez, 2007).

La emocionalización está vinculada con las expectativas que se ponen en los conceptos, a
partir de los cuales se piensa el futuro. Asimismo está ligada al aspecto movilizador que
adquieren los colectivos al insertarse en ismos políticos, empezando de esta forma a verse
representados en partidos, que a partir de metáforas (como los colores) construyen unidades
de identidad y de acción colectiva (Fernandez, 2007).

Para la fuente a tratar, a saber Florentino González: “Candidato para la presidencia de la


república, ciudadano Florentino González. Programa del partido Moderado” y Ezequiel
Rojas: “La razón de mi voto”, ambos discursos son los primeros que asumen la voz de un
partido, resumiendo de forma sistemática un proyecto de Estado-Nación que amplíe el
horizonte de expectativa de los adeptos a dicha institución y que ejerzan su ejercicio
democrático en favor de la misma. Como fue mencionado por Deleuze (1993) los conceptos
no tienen materialidad, por ende requieren de cuerpos en los cuales verse representados. Si
bien antes de 1848 lo liberal fungía como un adjetivo que modificaba gran número de
cuerpos, desde esa fecha inició la existencia de cuerpos integradores que conjuntan todo lo
que anteriormente era liberal: personas, idea, gobiernos, etc. Estos cuerpos son los partidos
políticos.

Hay que agregar que la primera generación de pensadores autodenominados liberales empezó
a morir o a silenciarse en su vejez, dando paso a nuevos actores políticos en la década de los
años 40. Una segunda generación de liberales que configuró las doctrinas a seguir por parte
de aquellos que deseen autodenominarse liberales. Por primera vez los conceptos se
asociaron a la idea de partido, siendo agrupaciones políticas de competencia legítima hacia
el poder.

Programa del Partido Moderado Progresista

En cuanto a los programas de partido el 29 de julio de 1848 se publica el Programa del


Partido Moderado Progresista en la entrega n° 1 del periódico El siglo escrito por Florentino
González, el cual es considerado como pionero en su especie en la Nueva Granada. El
anterior, redacta las proclamas de un Partido político con doctrinas estructuradas. Del
anterior, contribuye a enriquecer debate de lo liberal y el liberalismo las siguientes
proclamas:

“Desde que se hizo la revolución para establecer la República en lugar del réjimen
colonial, la sociedad granadina se ha visto dividida en partidos (…) No era posible unir
todas las voluntades, acordar todas las opiniones , combinar todos los intereses, para
efectuar la transición de un situación política a otra del todo diferente. (…) Dividiéronse,
pues, los granadinos en partidos; y las disputas animadas a que dio lugar la discordia de
las opiniones y de las voluntades, los condujo a hacerse la guerra para hacer triunfar sus
ideas por medio de la fuerza. (…); y como todos los partidos, aunque tengan principios,
tienen también pasiones, sucedió que, cuando tuvieron alternativamente el mando en sus
manos, estraviados por sus pasiones oprimieron a sus contrarios” (González, 1981)

Las anteriores palabras constituyen parte del inicio del manifiesto de Florentino González.
Queda claro que no aporta mucho al debate al respecto de lo liberal, no obstante nos introduce
a una visión de partido político que dista de la actual. Si bien, este escrito se considera el
primer discurso partidista de la Nueva Granada en un sentido moderno al incorporar en una
voz colectiva las proclamas de un candidato presidencial y su programa de gobierno colectivo
a futuro, deja entrever que la voz partido se usó bajo un sentido distinto otrora. Así, se
reconoce como partido a la agrupación de personas en torno a ciertas ideas que lejos de ser
ordenadas y concisas, fueron parte del experimento de una nueva república, fallida con la
reconquista del Imperio Español a manos de Pablo Morillo.

“Como ha de haber en la sociedad personas que amen los principios liberales, y


personas que los combatan, ó mejor dicho, como las hai en efecto, necesario es que haya
en este país dos grandes partidos, ó que si no los hai que se formen, ya que no es posible
formar una masa acorde y compacta de todas las opiniones que es lo que nosotros
deseamos y á lo que tenderán nuestros esfuerzos”

Se empieza acá a realizar una diferenciación entre un partido que apoye las ideas liberales y
otro que las detracte, haciendo mención de la necesidad de una existencia antinómica, es
decir, la existencia de otro partido además del liberal. Posteriormente prosigue para dar más
datos de ambos partidos:
“Nosotros creemos que los dos grandes partidos políticos que existen y pueden
existir por algún tiempo, son el partido estacionario y el partido moderado progresista
(…). Pertenecen al primero todos los hombres cuyos deseos están staisfechos con lo que
existe y que tienen miedo a toda innovación que afecte la organización política,
económica y relijiosa de la Nueva Granada. (…) El statu quo es la enseña bajo la cual se
hallan alistados a los que componen ese partido” (González, 1981)

“El partido moderado progresista es el partido liberal neto, liberal en realidad, no


liberal de nombre. Para el hombre liberal digno de esta calificación, la libertad debe ser
para todos, no para unos pocos; amigos y enemigos deben gozar de ella igualmente. (…)”
(González, 1981)

Con esta caracterización de ambos partidos se puede intuir más al respecto de lo que plantea
González y se puede concluir dos aspectos de suma importancia. Uno ligado a la necesidad
de legitimidad y el otro al respecto de las oposiciones antinómicas. En el primer caso, es
notoria la necesidad de dar inicio a la delimitación de aquello que fue en su época lo liberal
para que su bandera no sea usada para fines desviados de lo que significa ser liberal “de
verdad” (lo cual será tratado a continuación). Así, lo liberal en cuanto adjetivo debe referir
a un número limitado de ideas, gobiernos lo cual requiere de la aparición de un cuerpo fijo
que acapare dichas doctrinas, esto es, se requiere un liberalismo encarnado para González en
su partido, el partido moderado progresista. Por otra parte, al afirmar que es “el partido
liberal neto, liberal en realidad, no liberal de nombre” antepone que el otro partido existente,
es decir, el partido estacionario también se hace llamar liberal sin serlo en realidad. Esta
última tesis ha sido interpretada como un ataque a la candidatura de José Hilario López a la
presidencia (Calderón y Villamizar, 2012).

Así, nos queda por responder ¿Qué es lo liberal para el partido moderado progresista? ¿Qué
ideas componen su liberalismo? Lo anterior se responde a partir de toda la lectura del
Programa del Partido Moderado, el cual, pese a su gran extensión posee un resumen de sus
premisas más importantes:

“Libertad, igualdad, tolerancia, justicia, mejoras intelectuales, morales y


materiales, fraternidad con todos los habitantes del globo, democracia ilustrada, he aquí
las palabras en que está resumido el programa de nuestros principios. (…) Defenderemos
las libertades municipales, la libertad de enseñanza, la libertad relijiosa, la libertad
comercial e industrial; y con las armas de la razón que son las únicas de que haremos uso,
combatiremos cuanto contraríe estas libertades. (…) Queremos pues una democracia
ilustrada, una democracia en que la intelijencia y la propiedad dirijan los destinos del
pueblo (…)”

La razón de mi voto

El 16 de julio de 1848 en las páginas 3 y 4 del número 26 del diario El Aviso Ezequiel Rojas
Ramírez, en el artículo La razón de mi voto respaldó la candidatura presidencial del General
José Hilario López, a su vez que puso de manifiesta las doctrinas a seguir por parte del Partido
Liberal. Vale la pena anotar que este manifiesto se reconoce oficialmente como el primer
Programa del Partido Liberal (vigente actualmente), así como también presenta una gran
diferencia con respecto al anterior escrito: Para Florentino González el Partido Moderado
Progresista es liberal en cuanto a que el conjunto de sus doctrinas son de carácter liberal, es
decir, se ven modificadas por el adjetivo liberal. También es claro en que su partido no es
liberal de nombre, lo cual sirve como argumento retórico para mencionar que su liberalismo
no se basa en la apariencia. Sin embargo, el partido liberal como institución sí lo es de nombre
y de plan de gobierno, lo cual da una nueva dimensión al concepto, pues desde la publicación
de este artículo existe un cuerpo cuya razón, por su mera función onomástica, es lo liberal.

“Pero, se pregunta, ¿qué es lo que quiere el Partido Liberal? ¿Cuáles son sus
deseos? ¿Cuál la teoría que quiere ver realizada? Fácil es la contestación. República
quiere el Partido Liberal; quiere sistema representativo, real y verdadero, y no apariencias
como las que existen” (Rojas, 1848)

Al igual que en el programa anterior se nota cierta necesidad de legitimar sus intenciones y
propósitos ante un deseo de lo real y lo verdadero, haciendo alusión a un presente de engaño.
Es importante el horizonte de expectativa que abren estos programas pues no se plantean
como los héroes de un presente sino como los directores de un futuro. Regresando a la
cuestión onomástica, el adjetivo liberal ya no acompañará (ni modificará) a ningún otro
sustantivo salvo a Partido, pues sería tautológico que las ideas, el gobierno o los partícipes
de un Partido Liberal se mencionasen siempre como liberales; y, a su vez sería contradictorio
que las mismas ideas, gobiernos y partícipes de un Partido Liberal no fuesen liberales.

En resumen las ideas del Partido Liberal son las que se presentaran a continuación. Todas
son a su vez parte de la polémica por lo liberal y doctrinas que conforman un liberalismo.
Vale anotar que el 7 de marzo de 1849 fue elegido como presidente José Hilario López, el
cual se encontraba vinculado al partido de Ezequiel Rojas (Quien lo dedica a explicar su voto
por el futuro presidente), razón por la cual este programa busca reivindicar su posición ante
lo liberal luego de los ataques de González.

“En resumen, quiere el Partido Liberal que se organice un gobierno en


beneficio de los gobernados; quiere República, sistema verdaderamente
representativo, Congreso independiente, Poder Ejecutivo que no pueda hacer sino lo
que la ley le permite, responsabilidad positiva y para ello tribunales independientes,
buenas leyes, una política en el Poder Ejecutivo eminentemente nacional y americana,
justicia imparcial con todos, que en sus actos no se tenga en cuenta otra consideración
que el bien público. Y quiere todo esto para que los que obedecen no sean esclavos
de los que gobiernan; para que haya verdadera libertad; para podernos librar del
gobierno teocrático; para que los granadinos realmente tengan aseguradas sus
personas y sus propiedades; y para que las garantías no sean engañosas promesas.
(…) “Tales son y tales han sido siempre los principios y los deseos del Partido Liberal;
y como entre los hombres eminentes de ese partido, el Primero que levantó su voz en
las Cámaras legislativas pidiendo su restauración lo fue el general José Hilario López;
lógico y justo es el que se le haya tomado por candidato; y esta es una de las razones
que han determinado mi voto.” (Rojas, 1848)

Como ya otros lo han analizado (Calderón y Villamizar, 2012) una de las grandes diferencias
entre ambos discursos es dónde ponen su foco. Mientras que para Florentino González el
centro del Partido Progresista Moderado es el progreso constante que encuentra como
enemigo a un gobierno estático, para Ezequiel Rojas es necesaria una división justa de los
poderes para una posterior prosperidad de la nación.
5. CONCLUSIONES

Este breve escrito, tal y como se espera de sus características, llegó a breves conclusiones
tales como:

1. En sentido general, la historia de aquello que determinamos como “liberal”, tanto


dentro del imaginario político-intelectual latente, como en su misma historiografía,
surge y se desarrolla, con cimientos equívocos al respecto de la historicidad y las
redes semánticas de concepto.
2. Lo liberal no constituyó (En el ámbito de lo político) un bloque de tendencia unívoca
sino que se caracterizaba por su polémica. Lo anterior es posible afirmarlo a partir de
su resignificación en la política producto de la crisis tanto del Imperio Francés como
del Imperio Español, puesto que desde entonces el concepto entró en la esfera de lo
político.
3. Lo liberal, en el ámbito colombiano, no tiene una referencia inmediata al Partido
Liberal, constituye una parte de su historia. El Partido Liberal acaparó una parte del
sentido del concepto en el ámbito político; no obstante, fuera de la política tenía usos
más variados, hecho que merece investigaciones posteriores.
4. En la época trabajada, es decir 1848, lo liberal logra encontrar cuerpos específicos
que funcionen como colectivo de otros cuerpos que han sido modificados por el
adjetivo liberal, de esta forma lo liberal que funciona como adjetivo pasa a
consolidarse como liberalismo y como Partido Liberal, nominativos ambos. El
anterior es un fenómeno lingüístico que requiere mayor estudio.

Así, se podrían señalar diversas conclusiones que sólo alargarían las páginas de este trabajo
sin aportarle mucho. No obstante, más que las conclusiones a las que se llegó (que se espera
hayan quedado claras arriba) considero necesario mencionar algunas de las dificultades de
una historia conceptual que se presentaron a lo largo de este trabajo, las cuales están
expresadas en las siguientes preguntas: ¿Cómo se selecciona una fuente en la historia
conceptual? ¿Cómo salir de la narrativa propia trabajar a partir de discursos e incursionar en
la esfera de lo cotidiano? ¿Qué hacer cuando la fuente no expresa lo suficiente, con qué debe
ser contrastada? ¿Cuál es el transito que hay de la historia de los lenguajes políticos a la
historia de un concepto en específico? ¿Cómo se estudia la democratización,
temporalización, ideologización y politización de los conceptos?

Asimismo, pese a la sencillez de este trabajo y lo corta que resulta su exposición, la cual se
debe considerar desde el uso de más fuentes y de muchas más perspectivas, se han encontrado
diversos vacíos en su desarrollo que podrían constituir diversas investigaciones. En un
comienzo, es necesario estudiar de forma sincrónica el concepto de lo liberal en diversos
momentos partiendo del periodo de la independencia, lo cual será de utilidad para realizar
trabajos analógicos posteriores. Sólo de esta forma podrá identificarse la posible existencia
de cambios generacionales del concepto de lo liberal, un estudio que debe ir de la mano con
el de sus enunciadores. En cuanto a lo anterior, considero de vital importancia un estudio de
los libros, correspondencia y demás escritos de los diputados neogranadinos que fueron a la
Cortes de Cádiz, dilucidando como se empaparon de la ideología liberal y qué diferencias
existían entre su pensar y la información que llegaba desde la prensa española, lo cual será
clave para identificar una primera generación de hombres liberales (en la esfera política). Lo
anterior, podría servir de punto clave en la comparación con otros periodos concisos del
transcurrir histórico, útil para una posterior historia diacrónica de lo liberal en Colombia que,
exceptuando el breve trabajo de la profesora María Teresa Calderón y el profesor Carlos
Villamizar, escasea desde el ámbito historiográfico.

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