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1. INTRODUCCIÓN
El abandono de los campos de cultivo supone un notable cambio en los usos del suelo,
ya que, en unos casos, se produce una importante recuperación espontánea de la vegetación,
llegando incluso a convertir estas tierras en forestales (García-Ruiz et al. 1995; García-Ruíz,
1988; Belmonte et al. 1999; Lasanta, et al., 2006, 2010; Robledano et al., 2012, 2014; Ruiz Flaño
y García Ruíz, 1990; Ruiz Flaño et al., 1991a, 1991b; Pardini y Gispert, 2006) y, en otros, ha
dado paso a una degradación continua y a la pérdida del suelo por erosión, que llega a ser
especialmente intensa en litologías margosas (Romero Díaz et al., 2007).
La calidad del suelo hace referencia a la capacidad del suelo para sostener en el tiempo, un
1. Belmonte Serrato, F., Martínez Hernández, C., Ruíz Sinoga, J.D. (2016): Análisis de las características
edáficas más significativas de las áreas abandonadas. En A. Romero Díaz (Coord.) Abandono de cultivos
en la Región de Murcia. Consecuencias Ecogeomorfológicas. Servicio de Publicaciones de la Universidad
de Murcia. Murcia pp. 41-62
42 Asunción Romero Díaz 1. Estado de la cuestión de los estudios de abandono
ecosistema (natural o agrícola), es decir, indica la capacidad productiva del suelo determinada
por unas óptimas propiedades físicas y químicas. La salud del suelo, en cambio, nos indica el
estado de esas propiedades físicas y químicas en un momento concreto (Roming et al., 1995)
Las propiedades físicas del suelo están condicionadas por la masa total del suelo y reflejan
su comportamiento físico. Son aquellas que están relacionadas con la organización estructural
de un suelo, que son utilizadas en su descripción o determinadas en el laboratorio y que
equivalen a su arquitectura (Pinot, 2001). Las propiedades físicas muestran los fenómenos
relacionados con la superficie de las partículas solidas y de la interfase sólido-liquido. Las
propiedades químicas son las que dependen de la parte más íntima del suelo como es su
propia composición química.
El uso del suelo y, sobre todo, los cambios de uso, inciden en la salud del suelo y pueden
propiciar, en función de la intensidad de esos cambios, la alteración permanente en la calidad
del suelo.
Para determinar cómo los cambios de uso del suelo afectan a su calidad, hay que recurrir
a la evaluación de algunas propiedades físicas, químicas y biológicas, que sirvan como
indicadores, pero puesto que existen muchas propiedades del suelo que pueden actuar
como indicadores de su calidad, algunos autores (Larson y Pierce, 1991; Seybold et al., 1997)
plantean una serie de indicadores que como mínimo deben tenerse en cuenta, agrupados
en tres conjuntos: indicadores físicos, químicos y biológicos. Si bien, la selección de estos
indicadores es difícil dada la gran cantidad de factores físicos, químicos y biológicos que
controlan los procesos biogeoquímicos y su variación en intensidad en el tiempo y el espacio
(Doran et al., 1996).
Entre las propiedades físicas que mejor pueden indicar la evolución de la calidad del
suelo y que más rápidamente se ven afectadas por los cambios de uso, están las relacionadas
con la hidrología del suelo (Bautista Cruz, et al., 2004), como pueden ser: infiltración y
capacidad de retención de agua, textura, densidad aparente (DA), estabilidad de agregados
y profundidad del suelo. Y entre las propiedades químicas, la materia orgánica (MO). En este
sentido, algunos autores destacan como, tras el abandono, las tasas de infiltración aumentan,
favoreciendo la regeneración vegetal y, en consecuencia, reduciendo las tasas de escorrentía
y la erosión (Rodríguez-Aizpeolea et al, 1991). También, Martínez Fernández et al. (1995) y
López Bermúdez et al. (1996), indican cómo algunas de las propiedades de los suelos, como
la materia orgánica o la estabilidad de agregados, mejoran con el abandono favoreciendo así
la capacidad de infiltración. Pero también hay trabajos que destacan el deterioro de algunas
características de los suelos tras el abandono, como el agotamiento de los nutrientes y la MO
(Pardíni y Gispert, 2006).
La evolución de las propiedades hídricas puede llevar hacia una mayor o menor
capacidad de retención de agua o de generación de escorrentía, con efectos contrapuestos
sobre la recolonización vegetal o la erosión del suelo. Por ello, desde hace unos años, se
está generando un creciente interés por comprender y modelizar el comportamiento del
agua en la zona no saturada del suelo. Este conocimiento es importante para el estudio de
2. Análisis de las características edáficas más Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 43
significativas de las áreas abandonadas Hernández y José Damián Ruiz Sinoga
procesos como la absorción de agua y nutrientes por las raíces, la contaminación de suelos
y acuíferos, la erosión, la recarga subterránea o el balance hídrico (Martínez Fernández y
Ceballos Barbancho, 2001).
El conocimiento de las partículas del suelo o densidad real junto con la densidad aparente
permite calcular la porosidad total del suelo; también permite evaluar la concentración de
los sólidos en suspensión, y determinar la velocidad de sedimentación, en la predicción de
pérdida del suelo, en análisis mecánicos, en erosión y conservación del suelo.
Los valores bajos de densidad aparente indican suelos porosos de textura fina, bien
estructurados y con altos contenidos de materia orgánica, bien aireados con buen drenaje y
buena penetración de raíces, todo lo cual significa un buen crecimiento y desarrollo de los
árboles (Donoso Zegers, 1992). Por el contrario, si los valores son altos, quiere decir que el
suelo es compacto o poco poroso, de textura gruesa, poco estructurado y con bajos contenidos
de materia orgánica, que tiene mala aireación, que la infiltración del agua es lenta, lo cual
puede provocar anegamiento y que las raíces tienen dificultades para elongarse y penetrar
hasta donde encuentren agua y nutrientes. En estas condiciones, el desarrollo y crecimiento
44 Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 2. Análisis de las características edáficas más
Hernández y José Damián Ruiz Sinoga significativas de las áreas abandonadas
La estabilidad de los agregados es otra de las propiedades del suelo que influye en la
erosión, pero también en el funcionamiento del suelo. La estructura del suelo tiene influencia
en la mayoría de los factores de crecimiento de las plantas; en consecuencia, en determinados
casos puede ser el factor limitante para la producción, o en el caso que atañe a este estudio,
para la recuperación de los suelos tras el abandono del cultivo. La estabilidad de agregados
mide la resistencia de los agregados de un suelo frente a las fuerzas de erosión (García,
2008), fundamentalmente de la erosión hídrica y, en concreto, la resistencia a la erosión por
salpicadura, generada por la liberación de la energía cinética de las gotas de lluvia sobre
los agregados del suelo en su superficie. Los agregados que se resisten a la fuerza erosiva
del agua se denominan agregados estables en agua (AEA). En general, cuanto mayor es el
porcentaje de AEA, menor es el riesgo de erosión de un suelo. Una mayor estabilidad de los
agregados indica una mayor conservación del carbono orgánico del suelo, o su equivalente,
la materia orgánica. Es decir, la materia orgánica actúa favoreciendo la estabilidad de los
agregados (Ćirić et al., 2013).
En cuanto a las propiedades químicas, que pueden servir como indicadores de la calidad
de un suelo se encuentran: la materia orgánica, el PH, la conductividad eléctrica (CE) y los
elementos asimilables o nutrientes (P, N Y K). La MO es la fracción orgánica que incluye
residuos vegetales y animales en diferentes estados de descomposición, tejidos y células de
organismos que viven en el suelo y sustancias producidas y vertidas por esos organismos
(González Naranjo et al., 2012), es seguramente el mejor indicador de la calidad de un suelo
(Ruiz Sinoga y Romero Díaz, 2009), ya que influye en las propiedades físicas, químicas
y biológicas del suelo como la estabilidad estructural o la relación carbono/nitrógeno
(Gregorich et al., 1984). La cantidad y propiedades de la materia orgánica del suelo ayuda a
determinar sus procesos de formación y las propiedades bioquímicas, químicas, físicas y de
fertilidad (Kononova, 1966). También juega un papel importante en la estructura del suelo
al actuar como agente cementante de las partículas aumentando su estabilidad (Mataix-
Solera, 1999). El análisis de la MO resulta fundamental para obtener información indirecta
de las propiedades del suelo, al influir, por ejemplo, en la retención de agua, así como en la
estructuración del suelo y su aireación. El pH influye en la actividad química y biológica. La
conductividad eléctrica (CE) permite diagnosticar el estado de un suelo en relación a las sales
que contiene, las cuales intervienen en la actividad vegetal y microbiana. Cobertera (1993),
establece cinco categorías de suelos en función de su conductividad eléctrica: 1. Suelo salino
(CE = 0-2 ds/m), aceptable para todo tipo de cultivos; 2. Ligeramente salino (2-4), afecta a
cultivos muy sensibles; 3. Moderadamente salino (4-8), afecta a todos los cultivos excepto los
muy resistentes; 4. Altamente salino (8-16), sólo se adaptan algunos cultivos muy resistentes;
y 5. Salinidad muy elevada (> 16), solo lo toleran algunas variedades muy resistentes.
Por último, entre los indicadores biológicos puede incluirse la relación carbono nitrógeno
(C/N) de la biomasa microbiana. La relación C/N describe la relación de peso de carbono
orgánico y nitrógeno en un material orgánico. Los microorganismos necesitan carbono y
relativamente poco nitrógeno para desarrollarse. Si disponen de esos elementos en una
proporción correcta, se reproducen rápidamente acelerando la descomposición de la materia
2. Análisis de las características edáficas más Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 45
significativas de las áreas abandonadas Hernández y José Damián Ruiz Sinoga
2. METODOLOGÍA
USOS
LITOLOGÍA
Abandonadas Cultivadas
Aluvial/coluvial 21 11
Calizas 21 9
Margas 23 10
Metamórfica 20 10
Total parcelas 85 40
46 Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 2. Análisis de las características edáficas más
Hernández y José Damián Ruiz Sinoga significativas de las áreas abandonadas
Para medir la densidad aparente se ha utilizado el método del cilindro (Coile, 1936).
Se han tomado 3 muestras en cada parcela abandonada (y otras 3 en su correspondiente
cultivada en los casos en que existía). Los resultados que aquí se recogen constituyen
valores medios de esas tres muestras.
Para determinar la estabilidad de los agregados de los suelos muestreados (una muestra
por parcela, a partir de tres puntos aleatorios) se ha utilizado al método del tamizado
en húmedo, con un equipo estándar (“wet sieving apparatus”) que incluye una máquina
tamizadora con tamices de acero inoxidable con luces de malla de 0,053 mm, 0,125 mm,
0,25 mm, 0,5 mm y 1 mm. La estabilidad en húmedo de agregados se determina por el
principio de que los agregados inestables se rompen con mayor facilidad que los agregados
estables cuando se sumergen en agua (CIMMYT, 2013). Para determinar la estabilidad, se
llenan los tamices con una cierta cantidad de agregados de suelo. Cada tamiz se coloca en
un vaso lleno de agua, se mueve arriba y abajo en un tiempo fijo. Los agregados inestables
se descomponen y pasan a través del tamiz (de distinta luz según el diámetro de agregados
que se esté midiendo) al agua que hay debajo. Los resultados de este ensayo son un índice
de la estabilidad de los agregados.
La conductividad hidráulica (K) puede definirse como los metros/día o mm/h de agua
que se infiltra en el suelo bajo la fuerza de la gravedad o bajo un gradiente hidráulico
(Kirkham, 2005). Con más precisión se define como la constante de proporcionalidad lineal
entre el caudal y el gradiente hidráulico (Ley de Darcy):
La conductividad saturada se obtiene cuando todos los poros, incluyendo los macroporos
(grietas o agujeros hechos por microfauna) están llenos de agua. Pero el flujo de los macroporos
es muy variable de unos suelos a otros, por lo que la comparación entre estos suelos se hace
muy difícil. Mediante el infiltrómetro de minidisco puede evitarse la entrada de agua a los
macroporos sometiendo al agua que se infiltra a una presión o succión negativa. Las tasas
de infiltración son diferentes para cada tipo de suelo, por ello es necesario ajustar una tasa
de succión adecuada a cada uno. En la mayoría de suelos suele ser adecuada una tasa de
succión de 2 cm, pero en suelos arenosos con tasas de infiltración elevadas es conveniente
hacer un ajuste a 6 cm y en suelos compactados con tasas de infiltración lentas, es mejor
ajustar la succión a 0,5 cm, que ha sido el valor elegido para este trabajo, puesto que tras el
abandono todos los suelos sufren una compactación inicial que se reducirá o aumentará con
el tiempo de abandono, en función de la evolución de la vegetación y el efecto de la macro y
microfauna. La duración de todas las pruebas ha sido de 10 minutos, suficiente para que se
alcanzara sobradamente una tasa de infiltración estable.
2. Análisis de las características edáficas más Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 49
significativas de las áreas abandonadas Hernández y José Damián Ruiz Sinoga
3. RESULTADOS
Los datos de densidad aparente (ρb) en las parcelas abandonadas (Figura 3), no difieren
sustancialmente de los valores medios para esos tipos de suelo. Los suelos de litologías
aluvial/coluvial y margas, dan valores medios de 1,27 y 1,23 g/cm3, respectivamente, que
se corresponden claramente con suelos de textura arcillosa. Los suelos en litologías calizas,
dan un valor medio de 1,32 g/cm3, propio de suelos franco-arcillosos, y los suelos de litología
50 Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 2. Análisis de las características edáficas más
Hernández y José Damián Ruiz Sinoga significativas de las áreas abandonadas
metamórfica tienen una densidad media de 1,41 g/cm3, correspondiente a suelos entre franco
y franco-arenosos. No obstante, en estos dos últimos tipos suelos, la desviación estándar
de los valores es más elevada (0,18 y 0,16) que en los suelos arcillosos (0,12 y 0,10), lo que
puede estar indicando mayor variabilidad en la textura de estos suelos en función de factores
topográficos (partes alta o baja de la ladera) o tipo de prácticas agrícolas (suelos en terraza o
en ladera), que dan como resultado zonas de erosión o acumulación que modifican la textura.
Figura 3: Valores medios de densidad aparente (g/cm3) según litologías en parcelas abandonadas.
La explicación a este resultado, puede deberse a que los suelos en litología aluvial/
coluvial, al encontrarse sobre todo en zonas de acumulación, pueden estar recibiendo, tras
el abandono, sedimentos de texturas más gruesas, que hacen aumentar la densidad aparente
sin que ello implique una mayor compactación, aunque también puede estar indicando una
disminución importante de la materia orgánica, o una actividad diferente de microorganismos
y animales del suelo.
2. Análisis de las características edáficas más Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 51
significativas de las áreas abandonadas Hernández y José Damián Ruiz Sinoga
Figura 4: Variación
media de la densidad
aparente en las parcelas
abandonadas respecto
a las cultivadas en
las mismas litologías.
AL=aluvial, CA=calizas,
MA=margas y
ME=metamórfico.
Ugalde Ávila et al. (2008), analizando la sucesión natural en una zona semiárida de México
con precipitación media anual de 306 mm, muy similar a la de la Región de Murcia, también
obtienen que la densidad aparente disminuye con la edad de abandono. Así para edades de
abandono de 1, 3, 7, 10, 20 y 40 años obtienen densidades aparentes de 1,11, 1,09, 1,02, 1,11,
0,97 y 0,85 respectivamente, muy en consonancia con los datos obtenidos en este trabajo y que
tiene relación, como veremos más adelante, con el aumento de la materia orgánica.
Para agregados con tamaño de 0,25 mm, la estabilidad, para todas las litologías se reduce
considerablemente, siendo de un 30% de media. En este caso, los que sufren una mayor
pérdida de estabilidad, son los agregados de litologías calizas que bajan hasta el 25% de
estabilidad, seguidos de los agregados de suelos en aluvial/coluvial (28%) y metamórficos
(31%); en cambio los agregados en suelos margosos siguen siendo los que mayor estabilidad
presentan (35%).
52 Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 2. Análisis de las características edáficas más
Hernández y José Damián Ruiz Sinoga significativas de las áreas abandonadas
A tamaño de agregados 0,50 mm, la estabilidad media ha caído a un valor muy bajo, en torno
al 18%. Los valores más bajos siguen obteniéndose en agregados de litología aluvial/coluvial y
calizas, con un 12% en ambos casos. Los agregados en margas dejan de ser aquí los que tienen
mayor estabilidad (18%) y ceden ese puesto a los agregados en metamórfico que alcanzan un
24% de estabilidad. En cualquier caso, valores de estabilidad muy bajos denotan unos suelos
muy poco estructurados.
2. Análisis de las características edáficas más Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 53
significativas de las áreas abandonadas Hernández y José Damián Ruiz Sinoga
A 1 mm la estabilidad de los agregados baja en todos los casos del 10%, situándose en un
7% de media, con valores de 4%, 5% y 6% para agregados en aluvial/coluvial, calizas y margas,
respectivamente y 9% para agregados en litología metamórfica.
No obstante, y en lo que interesa en este trabajo, se ha de resaltar que estos suelos en campos
abandonados, han reducido la capacidad de infiltración respecto a la obtenida en los suelos
cultivados colindantes (Figura 8).
En los suelos calizos y margosos se reduce también la capacidad de infiltración pero con
menor intensidad. En cualquier caso, en todos se aprecia que la eliminación de las labores de
arado que propician, en los horizontes superficiales, un suelo más suelto, precisamente con el
objetivo de que sean capaces de absorber más agua de lluvia, hace que las tasas de infiltración se
reduzcan a valores más propios de suelos no cultivados. Aunque, en ningún caso, dejan de ser
tasas de infiltración moderadamente altas.
Los contenidos de MO de los suelos oscilan entre 2,6 y 2,9 (Figura 9), estos pueden considerarse
valores en el rango de valores de medio/bajo, en suelos cultivados según la relación de Rioja
Molina (2002), que denota un suelo mineral escasamente orgánico, aunque están dentro de los
valores normales para los suelos mediterráneos semiáridos.
Sin embargo, hay que destacar que son valores de entre un 0,2 y 0,4% superiores a los
obtenidos en suelos cultivados en litologías aluvial, calizas y metamórfica (Figura 10) y un 1%
más, es decir, un 59% superior, al valor medio obtenido para cultivos en margas. En suma, la
materia orgánica aumenta significativamente en cuanto se produce el abandono, probablemente
relacionado con el incremento de la cubierta de herbáceas y matorral que se establece tras el cese
de las prácticas agrícolas.
Ugalde Ávila et al. (2008), demuestran que la materia orgánica se incrementa con la edad
de abandono. Así para edades de abandono de 1, 3, 7, 10, 20 y 40 años obtienen porcentajes de
materia orgánica de 2,3, 3,9, 3,3, 3,8, 6,7 y 10,2 respectivamente. Algo superior al incremento
encontrado en este trabajo, pero que corrobora la recuperación de la materia orgánica tras el
abandono de los cultivos.
Los valores de conductividad eléctrica obtenidos en suelos cultivados son de 0,8 en margas,
0,85 en calizas y 0,6 en metamórfico, todos dentro del rango de valores considerados propios de
suelos no salinos (CE < 2dS/m) según la clasificación del SSDS (1993).
Tras el abandono (Figura 11), se detecta un ligero aumento de la salinidad en los suelos de
litologías margosas que alcanzan un valor medio de 1,2 dS/m y con más intensidad en los de
litología metamórfica en los que en abandonos de entre 1-10 años llega a 1,3 dS/m, y en los de más
de 10 años de abandono se alcanza 1,6 dS/m; aunque en todos los casos se mantienen dentro de
la categoría de suelos no salinos. En calizas, en cambio, la salinidad disminuye con el abandono, y
baja a 0,7 dS/m en abandonos de entre 1 y 10 años y a 0,6 en abandonos mayores a 10 años.
Hay que señalar, no obstante, que tras el abandono la relación C/N parece mantenerse
estable hasta abandonos inferiores a 10 años, o sube muy ligeramente, sobre todo en litología
2. Análisis de las características edáficas más Francisco Belmonte Serrato, Carlos Martínez 57
significativas de las áreas abandonadas Hernández y José Damián Ruiz Sinoga
metamórfica. Pero, en esta misma litología y en abandonos antiguos, la relación C/N baja
considerablemente, que en este caso ha pasado de 45 en metamórfico cultivado a 27 en abandono
antiguo, valor que denota ya un suelo equilibrado, en el que la vegetación natural, que se ha
recuperado, está consumiendo el nitrógeno mineral. En este caso, el abandono ha mejorado
sustancialmente la relación C/N.
Figura 11: Valores medios de conductividad eléctrica (dS/m) en suelos de parcelas cultivadas y abandonadas.
3. 3. Propiedades biológicas
3. 3. 1. Relación Carbono/nitrógeno
Los valores de la relación C/N denotan suelos de mala calidad, con escasa mineralización
de la materia orgánica, es decir, la materia orgánica tiene una baja capacidad de descomponerse
(Porta Casanellas et al., 2014) que en consecuencia dificulta su disponibilidad para las plantas
(Tabla 2). Esto indica que los suelos en los campos abandonados analizados y también los
cultivados adyacentes, son suelos de áreas marginales que nunca han tenido vocación de cultivo
y que, en todo caso, han tenido rendimientos muy pobres, de ahí su abandono posterior.
4. CONCLUSIONES
Tabla 3. Matriz de cambios de las propiedades del suelo analizadas, tomadas como indica-
dores de la mejora o empeoramiento de las condiciones edáficas en campos abandonados:
(2) indica mejora importante del indicador respecto al cultivo; (1) indica mejora (-1) empeo-
ramiento; (-2) empeoramiento significativo; (0) sin cambios.
Por último, la relación C/N, se mantiene más o menos estable, en suelos abandonados
entre 1 y 10 años, pero con la particularidad de que se parte de valores en los que se aprecia
un bloqueo del nitrógeno mineral, es decir, son suelos con poca capacidad de mineralización
de la materia orgánica. Sólo mejora hasta valores de equilibrio (20-30) en suelos de litologías
metamórficas con más de 10 años de abandono. Curiosamente en suelos con una recuperación
importante de la vegetación natural (matorral).
De forma general puede concluirse que, por lo que respecta a las propiedades del suelo
analizadas en este trabajo, que constituyen indicadores de su calidad, los suelos de los campos
abandonados en las cuatro litologías estudiadas y especialmente en margas, inician, tras el
abandono, una tendencia a la mejora de la calidad de sus propiedades edáficas, lo que facilita,
como se comenta en el capítulo 6, la dinámica recolonizadora de la vegetación natural.
5. AGRADECIMIENTOS
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