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De la tercera meditación metafísica de descartes

Jorge Iván Garzón Pardo


Curso de metafísica
Bogotá, 17 de septiembre 2018

En esta tercera meditación Descartes continua su proceso de meditación usando


una interesante, por no decir astuta, estrategia. ¿Qué estrategia se preguntara el
lector? Nada más y nada menos que la de Dios. En el siguiente escrito, además
de caracterizar y enumerar a grandes rasgos los pasos del método que sigue
Descartes, me la jugare por sintetizar y hacer más clara esta estrategia tan audaz,
a mi parecer, con la que él procede.

Siguiendo el orden propuesto los pasos del método empleado por descartes son:

1. Prescindir de mis sentidos. Pues, como se ha hecho expreso en las


meditaciones anteriores no podemos fiarnos de ellos pues estos nos
engañan, además el mismo descartes expresa “ahora cerrare los ojos, me
tapare los oídos, dejare de usar todos los sentidos (…)” (DESCARTES,
pág. 30)

2. Entender que soy una cosa pensante. Pues si entiendo que soy una cosa
pensante también entiendo lo que me es propio como: dudar, afirmar,
negar, entender, ignorar, querer, no querer, imaginar y sentir.

3. Establecer como regla general que todo lo que percibo muy clara y
distintamente es verdadero. Porque, en el conocimiento de que soy una
cosa pensante no hay más que una percepción clara y distinta “¿No sé,
entonces, también lo que se requiere para estar cierto de alguna cosa?
Ciertamente, en este primer conocimiento no hay más que una
percepción clara y distinta de lo que afirmo; la cual no sería suficiente
para hacer que esté cierto de la verdad de una cosa, si pudiera ocurrir
alguna vez que fuera falso algo que perciba tan clara y distintamente;
por lo que me parece que puedo establecer como regla general que todo
lo que percibo muy clara y distintamente es verdadero.” (DESCARTES,
pág. 31)

4. Evitar confundir las percepciones. Dado que, puede ocurrir que cosas que
creamos percibir como verdaderas no lo sean del todo. Pues hay ideas o
pensamientos en nuestra mente sin embargo; pensamos que son de las
cosas los pensamientos e ideas que percibimos.

5. Organizar los pensamientos en géneros. Pues descartes organiza los


pensamientos en dos géneros y les da el nombre de voliciones o afectos,
y otros que son los juicios. Luego procede a explicar con respecto a las
voliciones o los afectos que: “Tampoco hay que temer ninguna falsedad
en la voluntad misma o en los afectos, pues aunque pueda desear cosas
malas o cosas que no están en ninguna parte, sería verdad, sin embargo,
que yo las desearía.” (DESCARTES, pág. 33)

6. No caer en los errores de los juicios. Pues es común pensar que las ideas
que hay en nosotros son semejantes o conformes con ciertas cosas que
son exteriores; sin embargo, si solo considerara las ideas como un modo
de pensamiento sin referirla a ninguna otra cosa, sería muy difícil errar.
(DESCARTES, pág. 33)

7. Indagar sobre el origen de las “supuestas” cosas que están fuera de mí.
Pues es factible que siento calor al acercarme al fuego y es el fuego el
que me da, por así decirlo, el calor; sin embargo, al tener en cuenta que
estos impulsos naturales nos han llevado a menudo a cometer errores
garrafales es prudente pues desconfiar de ellos. Además que los impulsos
mencionados difieren de mi voluntad abriendo así la posibilidad de que
dichos impulsos sean otra facultad desconocida de la mente.

8. Distinguir entre las representaciones del pensamiento aquellas que


representan a otros hombres, cosas corpóreas y a Dios. Pues las
representaciones de los hombres se pueden entender a partir de lo que
tengo en mi mismo aunque a parte de mí no haya otros hombres, en
cuanto a las cosas corpóreas las puedo entender por su magnitud o
extensión en longitud, anchura y profundidad como se manifiesta en el
experimento de la cera expresa descartes.

Ahora bien he planteado esta suerte de pasos seguidos por Descartes con el fin
de llegar a lo que a mi parecer es lo interesante de esta meditación. La idea de
Dios empleada como una estrategia usada por el autor con el fin de explicar el
pensamiento.
“Así, pues, solo queda la idea de Dios, en la que hay que considerar si hay algo
que no haya podido proceder de mí mismo.” (DESCARTES, pág. 41)
En esta cita empieza lo interesante del asunto. Pues al decir “solo queda la idea
de Dios” inmediatamente inferimos que Dios es una idea y en tanto idea se
manifiesta en nuestro pensamiento. Luego la pregunta por antonomasia seria
¿Por qué se nos hace manifestó Dios en el pensamiento? Y la contestación que
nos da Descartes es: “para entender que yo dudo, que deseo, que esto es, que
algo me falta y que no soy del todo perfecto necesito la idea de un ente más
perfecto” sin embargo; si tal ente no existiera no se seguiría que su idea no me
represente nada real. De lo anterior, se puede entender que Dios en tanto idea
es usado por Descartes para entender las facultades propias del pensamiento
pues es comparándome con esta idea que entiendo que dudo pues en la idea de
Dios no hay duda, que deseo pues Dios ya tiene todo lo deseado, que esto es
pues en Dios las cosas ya son, que algo me falta pues Dios ya lo tiene todo que
soy imperfecto pues Dios es perfecto. Dejando a un lado al ente “Dios” la idea
que Descartes por cuestiones de época llama así es más un referente de nuestro
pensamiento para entender las cuestiones propias de él. Pero si es así objetara
el lector ¿por qué se expresa que fuimos creados por él? Y aquí es donde entra
mi interpretación del autor pues si cancelamos a Dios como ente nos queda una
idea y esta idea es “la idea de Dios” entonces si la idea hace parte de nuestro
pensamiento es lógico que sin pensamiento no haya idea, ni nosotros mismos.
Se sigue entonces que mas que ser creados por la idea de Dios somos por
nuestro pensamiento es decir “cogito ergo sum”

Bibliografía
DESCARTES, R. (1641). MEDITACIONES METAFISICAS Y OTROS TEXTOS. ESPAÑA: GREDOS.

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