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ciudades.
Como están concebidas actualmente, las ciudades causan grandes impactos en el ambiente.
Estos impactos son en muchos casos irreversibles y comprometen la disponibilidad de recursos
para una sana operación del entorno urbano. En alguna parte del proceso de urbanización se
implantó la noción de que ciudad y naturaleza eran dos componentes distintos de la misma
realidad. No obstante, el desarrollo urbano está sumamente conectado al ambiente y las
interacciones entre ambos moldean la sostenibilidad del contexto en el que vivimos; por ello, es
necesario integrarlo a la planificación y gestión de la ciudad.
Para una aplicación más clara del concepto de sostenibilidad en el entorno construido, se
propone la comparación entre el funcionamiento actual del entorno construido y el concepto de
ciudad regenerativa como el horizonte óptimo en la creación de ciudad. Se aborda la temática
desde las siguientes perspectivas:
La población urbana, sus dinámicas económicas y su manera de gestionar sus recursos tienen
importante impacto en cómo evoluciona el mundo. Si se considera que ya la mitad de la
humanidad vive en zonas urbanas y que para el 2040 el crecimiento poblacional mundial va a
estar enteramente concentrado en ciudades, tomar acción sobre el desarrollo del entorno urbano
debe ser un tema prioritario. El 80% de la población de Latinoamérica y el Caribe vive en áreas
urbanas y dos tercios de la riqueza de la región se genera en ciudades1.
Para una mejor comprensión de los patrones lineales se puede tomar el ejemplo de la gestión
del agua. Para abastecer a las ciudades, se hacen ibas de infraestructura para movilizar agua de
una buena calidad y disponibilidad por largas distancias hasta la zona urbana. Allí, se la trata, se
la utiliza y se reduce su calidad en el proceso, a veces incluso para riego, para lavar autos o para
el inodoro. Luego de ser utilizada, en muchos casos es eliminada directamente a quebradas y
ríos, contaminando estos cauces. Eso es un sistema lineal porque se toman flujos que no
regresan al sistema y es degenerativo porque reduce su calidad y disponibilidad en el proceso.
Hay otros aspectos que también causan impactos. El ejemplo del agua ilustra a su vez otros
problemas como la dependencia de la ciudad en su entorno rural u otros territorios. La expansión
de la mancha urbana refleja el crecimiento constante de las ciudades como espacios de cemento
que se van ganando a la naturaleza. En este proceso se afectan sustancialmente las dinámicas
existentes en el sitio, provocando nuevos problemas como el efecto isla de calor, por el cual la
temperatura de las ciudades es de 2 a 3 grados más caliente que su entorno natural. Al
concentrar a la población de una manera más densa, las ciudades son también lugares donde se
concentran conflictos sociales y se propagan enfermedades más fácilmente.
El cuerpo humano es probablemente uno de los ejemplos más claros de cómo distintas
funciones se concretan a través de sistemas diferenciados que se interrelacionan para permitir
las condiciones adecuadas para la vida. Si bien cada uno tiene un conjunto de componentes que
funciona bajo su propia lógica, la salud se concibe como un tema integral. De la misma manera,
la ciudad se concibe como un organismo que tiene una serie de sistemas que le aportan su
vitalidad. Así, consume recursos para su funcionamiento, los transforma y se liberan emisiones
en el proceso.
Para que sea sostenible, ese metabolismo debe operar de manera circular, tal como sucede con
la naturaleza. En ella, nada es desecho; lo que sale de un proceso es alimento para uno nuevo,
lo cual a la vez nutre las condiciones para la vida. Si comparamos este proceso al desarrollo
urbano, los planificadores o diseñadores deberían comenzar por comprender la ecología de
sistemas naturales y responder con un metabolismo circular en su funcionamiento. Es decir, se
debe reconocer que los flujos que entran a un sistema están relacionados con los que salen del
mismo y que podrían cambiar su dinámica al conformar ciclos2.
Los sistemas mencionados se vinculan muy directamente con el ambiente y tienen mucho que
ver con la operatividad de la ciudad. Sin embargo, al pensar en una ciudad de manera
sostenible, es fundamental incluir la dimensión humana. Este factor lleva a un desarrollo que
está más vinculado a la propuesta de ciudades regenerativas en las cuales se mejoran las
dinámicas para crear ciclos interconectados y ampliar la base de recursos existentes para las
futuras generaciones4. La gestión, las políticas, la participación, la economía, la cultura, son
case-Kerkrade-West-RiBuilT-English-2011.pdf
4 Ciudades regenerativas. http://www.worldfuturecouncil.org/wp-
aspectos que pueden jugar un rol crucial en el desenlace de las ciudades y en cómo se
direcciona el diseño urbano.
3) Resiliencia
Si bien podemos tomar en cuenta las consideraciones presentadas sobre cómo generar una
ciudad más integrada al ambiente y aplicarlas, aún hay factores que pueden afectar esa
integración. Existen muchas condiciones inciertas que no se pueden controlar y que pueden
transformar drásticamente las dinámicas vigentes. Si volvemos a la comparación con el cuerpo
humano, sería como el efecto que puede tener el ingreso de un virus o una bacteria al cuerpo.
Estos microorganismos pueden cambiar las condiciones en las que nos encontrábamos, ya sea
generando malestar, ocasionando una enfermedad que nos deje inoperativos algunos días, o
más. Lo que la naturaleza ha creado para estos casos es una defensa en respuesta a estas
amenazas a través del sistema inmunológico.
En el caso de las ciudades, estas amenazas pueden venir desde muchos contextos. Algunos
eventos naturales, por ejemplo, “han perjudicado a más de 220 millones de personas y causado
daños económicos de 100 millones de dólares anuales” en la última década y “la cantidad de
personas afectadas por catástrofes desde 1992 llega a 4.400 millones (equivalente a 64% de la
población mundial)” 5 . Así, desastres ocasionados por terremotos, deslaves, inundaciones,
huracanes, epidemias, etc. son noticias recurrentes a lo largo del mundo. Por otro lado, estas
amenazas también pueden ser originadas por seres humanos: atentados terroristas, violencia
interna, etc. Otro factor que debilita el tejido de una ciudad es un déficit en el funcionamiento de
los sistemas implementados como la falta de abastecimiento de agua o alimento, ineficiencias en
los sistemas de transporte, etc6.
Los problemas urbanos son complejos. Para responder de manera resiliente se requieren
procesos multidimensionales e interdisciplinarios que incorporen la reducción de riesgos en la
gestión de las ciudades, comprendiendo la ecología del lugar y adaptado a la cultura del sitio.
Como se trata de problemas complejos, las soluciones deben ser dinámicas y flexibles. ONU
Habitat ha compilado una metodología común con diez aspectos básicos dentro del Programa de
Perfiles de Ciudades Resilientes8, los cuales se resumen a continuación:
1. Gestión organizada y coordinada entre actores diversos y con la sociedad civil para la
preparación y reducción de riesgos.
2. Asignación de un presupuesto para la reducción de riesgos
3. Manejo de información accesible, actualizada y orientada a la gestión de riesgo.
4. Inversión en mantenimiento de infraestructura esencial para la reducción de riesgos.
5. Evaluación y actualización de los sistemas de seguridad de escuelas y centros de salud.
6. Planificación y normativa que favorezcan prácticas seguras, incluyendo la identificación
de puntos seguros.
7. Ejecución de programas educativos y de capacitación sobre la reducción de riesgos.
8. Protección de ecosistemas y barreras naturales para mitigación y adaptación al cambio
climático.
9. Preparación de la comunidad con sistemas de alerta temprana, simulacros y otros.
10. Planificación y apoyo de reconstrucción post-desastre en base a las necesidades de los
afectados.
Al planificar y gestionar las ciudades incluyendo al ambiente como un territorio integral, los
resultados del desarrollo urbano son más complejos y propicios a responder de manera más
sólida a condiciones cambiantes.