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supremacía humana
BY INNOVANDIS · 29 NOVIEMBRE, 2016
Por Juan Sáinz de Medrano, Colaborador de iNNoVaNDiS & Co.
Pocos juegos son tan universales y están tan arraigados a la cultura e historia
de la humanidad. Los orígenes no están del todo claros y aunque algunas
versiones lo sitúan en China o Irán parece que una de las más aceptadas lo
hace en India en torno al siglo VI con un juego similar
denominado Chaturanga. Término que en sánscrito significa “cuatro
miembros” y hace referencia a los cuatro miembros que integraban un ejército
(infantería, caballería, elefantes y carruajes). Después se expandiría tras la
conquista Persa, llegando a Europa en el siglo X, donde siglos más tarde se
acabaría instaurando la normativa vigente estableciéndose ya un juego muy
similar al actual.
Pero ¿cuáles son las claves del juego? ¿Existe el ajedrecista perfecto?
¿Puede competir el intelecto humano contra el ordenador?
Tradicionalmente el ajedrez siempre se ha asociado a la inteligencia humana.
Creatividad, concentración y capacidad de cálculo son algunas de sus claves y
numerosos estudios han destacado beneficios como la potenciación de la
memoria, la ayuda en la resolución de problemas, el incremento de la
capacidad lectora, facilitación de la concentración, incremento del cociente
intelectual y mejora de la creatividad o de la capacidad de planificar entre
otras.
Durante años se pensó que sería imposible que las máquinas pudieran ganar a
un ajedrecista profesional. Aunque a simple vista pudiera parecer que la
capacidad de cálculo y la falta de fatiga a la hora de concentrarse podrían
otorgarle ventaja a la máquina, lo cierto es que las combinaciones posibles son
tan asombrosamente grandes, que es necesario algo más que la mera fuerza
bruta de cálculo para jugar bien al ajedrez.
Kasparov ganó la primera partida, pero salió trastocado, más aún cuando tras
analizar la partida observaron que de haberse continuado la partida de una
manera convencional se hubiera llegado a una situación de jaque mate para
Kasparov. Lo desconcertante era que esta situación se daba tras 20
movimientos, algo que por su complejidad era imposible de calcular tanto para
los humanos como para las máquinas ¿cómo estaba pensando Deep Blue?
En las siguientes partidas Deep Blue jugó de una manera más agresiva, “más
humana” y acabó imponiéndose a un Kasparov cada vez más nervioso, que
acabó acusando de fraude a IBM, alegando que estaba habiendo intervención
humana durante las partidas en Deep Blue.
Paradójicamente se conjetura que ese movimiento de Deep Blue que dejó sin
sueño a Kasparov fuera un “bug”, un mero error de programación. Un
ingeniero del proyecto explicaría años más tarde que la manera de
perfeccionar a Deep Blue era ir encontrando errores tras diversas ejecuciones
del programa y corregirlos, pero llegó un punto en el que el programa se
volvió más inteligente ajedrecísticamente hablando que sus creadores, por lo
que no permitía diferenciar si realmente se trataban de errores o si eran
movimientos que permitirían obtener ventaja más adelante. El movimiento
“más humano” de Deep Blue fue un error.
El paso estaba dado, era el principio del fin en la batalla del humano contra la
inteligencia artificial de las máquinas. Posteriormente se ha seguido puliendo
el juego de las máquinas y se han sucedido nuevas victorias de éstas en
diversos enfrentamientos, hasta el punto de que a día de hoy se considera
imposible que un humano pueda derrotar a la computadora.