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José L. López
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∂|α| ϕ
donde |α| = α1 + . . . + αd y D α ϕ = α α .
∂x1 1 ...∂xd d
Ω + = { x ∈ Ω : x1 > 0} , Ω − = { x ∈ Ω : x1 < 0} .
∂f
por lo que ∂xi = 0 ∀i = 2, . . . , d.
(b) Sea Ω como en el ejemplo anterior y f ( x1 , . . . , xd ) = signo( x1 ).
∂f
En este caso comprobaremos que ∂x no existe. En efecto, de existir g ∈
1
L1loc (Ω) tal que
Z Z
∂ϕ
signo( x1 ) ( x ) dx = − g( x ) ϕ( x ) dx ∀ ϕ ∈ Cc1 (Ω)
Ω ∂x1 Ω
habría de satisfacerse
Z Z Z
∂ϕ ∂ϕ
g( x ) ϕ( x ) dx = ( x ) dx − ( x ) dx ,
Ω Ω− ∂x1 Ω+ ∂x1
donde
Z
∂ϕ
Z Z 1 ∂ϕ
( x ) dx = dx2 dx3 . . . dxd ( x ) dx1
Ω+ ∂x1 [−1,1]d−1 0 ∂x1
Z
= − ϕ(0, x2 , . . . , xd ) dx2 . . . dxd ,
[−1,1]d−1
Z
∂ϕ
Z Z 0 ∂ϕ
( x ) dx = dx2 dx3 . . . dxd ( x ) dx1
Ω− ∂x1 [−1,1]d−1 −1 ∂x1
Z
= ϕ(0, x2 , . . . , xd ) dx2 . . . dxd ,
[−1,1]d−1
José L. López
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0.75
0.5 5
0.25
0
-5
-5
1 si 0 ≤ x12 + x22 ≤ 4
9
ϕ ( x1 , x2 ) = − 1 ( x2 + x22 ) si 4 ≤ x12 + x22 ≤ 36 (3)
8 32 1
0 en otro caso
para convencerse (véase la Figura 1). En consecuencia, no puede existir
la derivada débil de primer orden de la función signo de acuerdo con el
concepto dado.
(c) En términos generales, las funciones con discontinuidades de salto
no son derivables en sentido débil ni, por tanto, existen las derivadas dé-
biles de segundo orden de una función de clase C1 a trozos. En relación
con la derivada clásica podría decirse que, con el nuevo concepto de deri-
vada, los picos se tornan diferenciables en tanto que los saltos continúan
sin serlo.
Nótese cómo el concepto de derivada débil está llamado a extender al
concepto clásico de derivada, tal como llega a desprenderse de su propia
definición. En efecto, se dispone del siguiente resultado cuya demostra-
ción es una aplicación inmediata de la fórmula clásica de integración por
partes.
Derivadas clásicas y débiles 5
= (−1)| β| D α+ β f ( x ) ϕ( x ) dx ,
Ω
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Ω cuyas derivadas (en sentido clásico) son todas acotadas hasta el orden
k–ésimo (además, claro está, de continuas). Será la consideración de deri-
vadas débiles acotadas en L p (Ω), en lugar de derivadas clásicas acotadas
para la norma uniforme, la que nos conduzca al concepto de espacio de
Sobolev.
Definición 2. Dado 1 ≤ p ≤ ∞, se define el espacio de Sobolev W 1,p (Ω) co-
mo el espacio vectorial constituido por las (clases de) funciones de L p (Ω)
que tienen derivadas débiles de primer orden acotadas en L p (Ω), esto es:
n
p ∂f ∂f p
o
W (Ω) = f ∈ L (Ω) : existe
1,p
y ∈ L (Ω) ∀ 1 ≤ i ≤ d .
∂xi ∂xi
definen sendas normas en W 1,p (Ω), que además son equivalentes. Por tan-
to, W 1,p (Ω) tiene estructura de espacio vectorial normado cualquiera que
sea 1 ≤ p ≤ ∞. Es de destacar también que el espacio de Sobolev aso-
ciado a L2 (Ω) (W 1,2 (Ω) según la notación recién introducida) posee una
estructura algo más rica heredada del carácter hilbertiano de L2 (Ω).
En lo que sigue denotamos
H 1 (Ω) := W 1,2 (Ω)
n ∂f ∂f o
= f ∈ L (Ω) : existe
2
y ∈ L (Ω) ∀ 1 ≤ i ≤ d ,
2
∂xi ∂xi
dotado del producto escalar
d
∂ f ∂g
h f , g i H 1 ( Ω ) = h f , g i L2 ( Ω ) + ∑ , . (6)
i =1
∂xi ∂xi L2 ( Ω )
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Además, se tiene
Z
u( x ) dx = 0 , k u k L p (Ω) = 1 (10)
Ω
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1,p
para toda función f ∈ W0 (Ω). Nótese que, a diferencia de lo que sucedía
en la versión general del Teorema 1, la desigualdad
R es ahora válida para la
1
norma de f en lugar de su desplazada f − |Ω| Ω f ( x ) dx. La razón estri-
ba en que antes el resultado debía ser satisfecho por cualquier constante,
1,p
en tanto que ahora la única función constante que pertenece a W0 (Ω) es
f ≡ 0. Son muchas las ocasiones en que esta propiedad se revelará fun-
damental en las aplicaciones, como se pone de manifiesto en la sección
siguiente.
0 1,p
Denotamos finalmente W −1,p (Ω) el dual topológico de W0 (Ω), es
decir, el espacio cuyos elementos son los funcionales lineales y continuos
1,p
definidos sobre W0 (Ω) respecto de la norma heredada de W 1,p (Ω) (cf.
(4) y (5)). Si p = 2, escribiremos simplemente H −1 (Ω).
o bien Z Z
u( x ) − ∆ϕ( x ) + ϕ( x ) dx = f ( x ) ϕ( x ) dx , (15)
Ω Ω
Espacios de Sobolev y EDPs: el teorema de Lax–Milgram 11
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satisface
Z Z Z
∂u
∆u( x )v( x ) dx = − ∇u( x ) · ∇v( x ) dx + v|Γ ( x ) ( x ) dσ( x )
Ω Ω Γ ∂η
Nótese la importancia del teorema de la traza para dar sentido a la última de las integrales
Espacios de Sobolev y EDPs: el teorema de Lax–Milgram 13
F ( ϕ) = h f , ϕi ∀ϕ ∈ H . (20)
|h f , ϕi| | F ( ϕ)|
k f k H = sup = sup = k Fk H0 . (21)
06 = ϕ ∈ H k ϕk H 06 = ϕ ∈ H k ϕk H
5 Parabolic equations, en Contributions to the Theory of Partial Differential Equations, Ann.
Math. Studies 33, Princeton, pp. 167–190, 1954
6 Peter David Lax, matemático de origen húngaro galardonado recientemente con el
premio Abel 2005, considerado por muchos como el premio Nobel de las Matemáticas
7 Existe C > 0 tal que | a ( u, v )| ≤ C k u k k v k
H H
8 Existe α > 0 tal que a ( u, u ) ≥ α k u k2
H
9 En su versión general afirma lo siguiente: dado F ∈ H 0 , existe un único elemento f ∈ H
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au ( ϕ) = h aeu , ϕi ∀ϕ ∈ H . (22)
| a(u, ϕ)|
k T (u)k H = k au k H 0 = sup ≤ C kuk H .
06 = ϕ ∈ H k ϕk H
a(u, ϕ) = F ( ϕ) ∀ϕ ∈ H
Por consiguiente
k T ( ϕ)k H ≥ αk ϕk H ∀ϕ ∈ H , (24)
T ( H ) ⊥ = {0},
T ( H ) es cerrado en H.
1 1
kuk H = k T −1 ( f )k H ≤ k f k H = k Fk H0 ,
α α
que permite concluir que el operador F 7→ u es continuo de H 0 en H.
3) Equivalencia entre los problemas (18) y (19) en el caso simétrico.
Sean u ∈ H la única solución de (18) y h ∈ H arbitrario. Gracias a la
bilinealidad, la coercividad y la simetría de a(·, ·), así como a la linealidad
de F, se tiene
1
J (u + h) = a(u + h, u + h) − F (u + h)
2
1 1
= a(u, u) − F (u) + a(u, h) − F (h) + a(h, h)
2 2
1 α
= J (u) + a(h, h) ≥ J (u) + khk2H > J (u)
2 2
para todo 0 6= h ∈ H, luego J (u) < J (v) para todo H 3 v 6= u.
Para demostrar la implicación recíproca partimos del hecho de que u
es el mínimo del funcional J en H. En tal caso se cumple
O, equivalentemente,
1 λ2
a(u, u) + λa(u, h) + a(h, h) − F (u) − λF (h) ≥ J (u)
2 2
para cualesquiera λ > 0 y h ∈ H. Simplificando y dividiendo por λ se
llega a la siguiente desigualdad:
λ
a(u, h) + a(h, h) − F (h) ≥ 0 ∀λ > 0 , ∀h ∈ H .
2
Finalmente, la arbitrariedad de λ > 0 nos permite concluir que ha de ser
a(u, h) ≥ F (h) para todo elemento h ∈ H. La desigualdad contraria proce-
de sin más que cambiar h por −h.
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−u00 = f en Ω
.
u (0) = u (1) = 0
kvk2H1 (Ω) = kvk2L2 (Ω) + kv0 k2L2 (Ω) ≤ (C + 1)kv0 k2L2 (Ω) ,
luego
1
a(v, v) = kv0 k2L2 (Ω) ≥ kvk2H1 (Ω)
C+1
1
y a(·, ·) es coerciva (con constante de coercividad α = C +1 ).
−u00 + u = f en Ω
.
u 0 (0) = u 0 (1) = 0
−u00 = f en Ω
.
u 0 (0) = u 0 (1) = 0
elegimos la función test constante. Nótese cómo para el problema de Dirichlet no había
que imponer tal restricción sobre f , pues en ese caso el espacio de funciones test era
H01 (Ω), y la única función constante que tiene cabida en dicho espacio es ϕ ≡ 0
11 La propiedad falla, por ejemplo, para cualquier función constante no trivial. Nótese
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Que ||| · ||| H1 (Ω) es una norma en H 1 (Ω) es de fácil verificación. Por
otra parte, la nueva norma
|||[u]||| H := |||u − u||| H1 (Ω) = ku0 k L2 (Ω)
| a([u], [ ϕ])|2 ≤ ku0 k2L2 (Ω) k ϕ0 k2L2 (Ω) = |||[u]|||2H |||[ ϕ]|||2H .
Por tanto, podemos concluir que en todas estas situaciones existe una
única solución (variacional, conforme a la formulación establecida en (b))
del correspondiente problema de contorno en virtud del teorema de Lax–
Milgram.
En última instancia podríamos plantearnos cualquiera de los proble-
mas anteriores en el caso en que las condiciones de contorno no fuesen
homogéneas. Es obvio que la formulación variacional correspondiente se-
rá distinta a la del caso homogéneo, dado que el término de frontera que
resulta de aplicar la fórmula de integración por partes dejará de anularse.
Por lo demás, el teorema de Lax–Milgram vuelve a aplicarse exactamen-
te en la forma estudiada sin más que considerar un cambio de variables
adecuado.
La delta de Dirac
Una masa puntual se describe matemáticamente por medio de la lla-
mada medida de Dirac. En efecto: si suponemos una masa unidad concen-
trada en el origen de coordenadas, entonces la medida de Dirac asociada
(a la cual denotaremos ρ0 ) no es otra que
1 si x = 0
ρ0 ( x ) = .
0 si x 6= 0
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∞ si x = 0
ρ( x ) = . (28)
0 si x 6= 0
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