You are on page 1of 3

La educación

Joaquín Bartoli FACE 6075

Fue raro llegar a la segunda clase de Psicología Social sin haber ido a la primera.

Más raro fue que la actividad con la que empezamos, se tratara de caminar dando
vueltas por el curso y hablando con los compañeros que cruzásemos en el
camino. Llegué al aula esperando que la profesora nos preguntara sobre el
material indicado para leer y que después hiciéramos algún trabajo práctico
previamente planificado o algo por el estilo. Pero la clase parecía ser un poco
diferente a las que estaba acostumbrado.

Resultó un poco incómodo al principio, parecía que la mayoría se sentían así.


Pero nos sirvió para soltarnos y empezar la clase de otra forma. Mientras hablaba
con los compañeros que me cruzaba, me enteré de que la modalidad de
evaluación consistía en hacer un escrito breve, que ahora estoy redactando.

Sin ninguna consigna en particular, con algunos puntos para tener en cuenta, pero
en general, con una libertad para escribir que los profesores no suelen dar (ni en
la universidad, ni en la mayoría de los lugares donde hay profesores).En ese
momento terminé de darme cuenta que el planteo que hacían desde ésta materia
era diferente al del resto de la carrera.

Cuando me encontré con la hoja en blanco y muy pocas ideas para llenarla,
parecía que el llamado escrito breve iba a ser un camino complicado de recorrer,
pero en realidad no fue tan difícil encontrar algo de inspiración.

No sé si habrán sido los textos o las clases teóricas, pero rápidamente esa
escritura libre y sin ninguna indicación, parecía estar destinada claramente a
repensar mi posición como alumno, como estudiante. Conforme iba avanzando
con mi escrito y leyendo algunos autores, me di cuenta de la posibilidad que esta
materia nos daba, de reflexionar sobre nuestra realidad en la universidad.
Leía sobre el tema y lo comparaba con la realidad: las clases estructuradas,
rutinarias, repetitivas. El poder de la autoridad que atravesaba a los docentes
(incluso aquellos que no parecían interesados en exhibirlo y del que se
desentendían). La larga lista de textos que sí o sí necesitaba incorporar antes de
rendir el parcial.

A partir de eso cada clase, cada materia, parecía en mayor o menos medida
acomodarse a ese vínculo pautado entre profesor-alumno. Toda una construcción
que se encontraba más allá de mi rol como estudiante, el de mis compañeros, el
del profesor mismo. Todo un mecanismo trabajosamente pensado y que se había
consolidado en el tiempo como lo que ahora era: la educación.

Y aunque parecía difícil ignorar estas cuestiones y me encontraba pensando a


menudo sobre el tema, por más que me sintiera cada vez menos cómodo y menos
conforme de que mi aprendizaje fuera a ser de esa forma, al final del día, como el
resto de los estudiantes, no hacía demasiado por cambiarlo.

Yendo a esas clases estructuradas, rutinarias, repetitivas. Respetando al pie de la


letra la autoridad que el profesor representaba, incluso aunque él no quisiera serlo.
Leyendo casi sin pensar la mayor parte posible de esa larga lista de textos que
entraba en el parcial y si o si me tenía que aprender.

Aunque sea ahora me incomodaba un poco más que las cosas fueran así. Sabía
que no podía cambiar demasiado de un día para el otro, pero podía ver de forma
un poco más clara mi posición como estudiante universitario. Por lo menos
empezaba a cuestionarme, y tenía la sensación de que los años que quedaban,
podían ser distintos.

Depende de cuanta conciencia tengamos del papel que nos toca, si podemos salir
un poco de la alienación, de cumplir cada día con la rutina de estudiar una carrera,
puede ser distinto.

You might also like