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GEOGRAFÍA.
La Antártida es el cuarto continente más grande, después de Asia, América y África, con
14 000 000 km². Su forma es aproximadamente circular y se ubica casi completamente al
sur del Círculo Polar Antártico. Su extremo norte en la Península Antártica se encuentra
a sólo 1000 km de Sudamérica, mientras que las distancias de las costas más cercanas
respecto a África son de 3800 km, de Tasmania 2530 km y de Nueva Zelanda 2200 km.
HIDROGRAFÍA
En la superficie solo existen algunos arroyos que corren en los días más cálidos del
verano en el extremo norte de la Península Antártica, todo el resto de las aguas visibles
se encuentra en estado sólido (hielo) formando ya sea el enorme inlandsis o calota de
hielo, dentro del hielo continental antártico se incluyen glaciares gigantescos, los más
grandes del planeta Tierra, entre tales glaciares destacan el Lambert, el Glaciar Scott, el
Denman, el Mertz entre otros muchos que discurren casi radialmente desde el centro del
continente hacia las costas en donde estos glaciares o forman barreras de hielo o
directamente forman icebergs. Bajo la cubierta de "hielos eternos" se han encontrado
varios lagos subglaciales como el Vostok; la existencia de tales lagos probablemente se
deba a calentamiento geotérmico o a la gran presión que en ellos existe.
EL CONTINENTE PULSANTE
Estas bajas temperaturas se deben, no sólo a su ubicación en la zona polar, sino a su gran
altura media y la poca radiación solar que recibe. Además, entre el 80% y el 90% de la
radiación que recibe es reflejada por el hielo merced a su albedo, evitando el
calentamiento de la superficie. Es precisamente el albedo antártico el que le da gran
importancia al clima de este continente ya que, al reflejar el color blanco de los extensos
hielos el calor solar y devolverlo parcialmente hacia el espacio, se dice apropiadamente
que la Antártida es "la refrigeradora de la Tierra".
Menos del 3% del continente antártico se halla libre de hielos durante el clímax del
verano (en enero) y de tal exiguo 3%, el 90% corresponde a las áreas más septentrionales
de la Península Antártica.
Sin embargo, debido al calentamiento global, la Antártida pierde unos 152 km³ de
hielo/año, lo que supone un aumento del nivel del mar de unos 0,4 milímetros.
Posiblemente, los datos de meteorología y de climatología de Antártida, no den los
promedios de temperaturas necesarios para fundir hielo continental (el único que puede
hacer ascender muy notoriamente el nivel del mar), debido al calentamiento global en el
verano meridional del 2002 se fragmentó y derritió la Barrera de Hielos Larsen B que
poseía un área de 3240 km² y una antigüedad de aproximadamente 10.000 años.
Aunque algunas zonas -como la occidental- están experimentando una pérdida de hielo,
los últimos estudios muestran un crecimiento del hielo marino antártico muy superior a
dicha pérdida; una tendencia, además, en oposición a la que se venía dando desde la
última glaciación. Según Curt Davis, la Antártida es "el único gran cuerpo de hielo
terrestre que está ganando masa en lugar de perderla". Sin embargo mapas satelitales de
la NASA indican que el calentamiento global en el período 1998—2008 ha acelerado un
75% el deshielo del continente antártico; tal deshielo se presenta más patentemente en
las zonas de latitudes y altitudes más bajas, las cuales se encuentran en la Antártida
Occidental.
FLORA
Debido a las condiciones extremas del clima, en la Antártida existe poca vegetación, y
de formas muy simples, como algas, musgos (como el Saniania uncinata) , y líquenes
(como el Santona elegans), sin embargo la zona costera septentrional de la Península
Antártica y las Antillas del Sur poseen dos plantas autóctonas basculares y fanerógamas:
el clavel antártico (Colobanthus quitensis) y el pasto antártico (Deschampsia antarctica);
ambas plantas crecen formando tundras y (en las zonas más septentrionales de las islas)
pequeños colchones de tussoks; la Deschampia antárctica se destaca por su resistencia a
las radiaciones ultravioletas y, por los compuestos que sintetiza se estudia su uso
terapéutico para cánceres de piel.
Aparte de la flora vegetal, que prospera principalmente en las islas y en las costas de la
Península Antártica, también se pueden encontrar en la misma zona antártica especies
del filo hongo (Deschapmsia, Cephalosporium balanoides, Acrostalagnus etc.).
Más de 150 especies se han registrado, dominando en las costas libres de hielo del oeste
de la Península Antártica y en los archipiélagos subantárticos. Sus tonos anaranjados,
amarillos, verdes, negros y blancos y sus diversas formas de crecimiento los destacan en
ambientes rocosos libres de hielo.
LOS LÍQUENES
Los líquenes resultan de los simbiosis (relación de mútuo beneficio) entre ciertas algas y
hongos, una de las más ajustadas relaciones que se conocen. En la mayoría de los casos
el hongo tiene más desarrollo y es más complejo en su estructura que el alga y produce
los órganos reproductivos. No tienen capacidad de almacenar agua, dependiendo en la
Antártida del derretimiento de la nieve, de las escasas lluvias.
Se sabe que algunas fotosintetizan a temperaturas por debajo del punto de congelación, e
incluso por debajo de un estrato de nieve de hasta 15 cm de espesor. Hay especies que
han recuperado su capacidad fotosintética tras pasar dos años a temperatura de 15 †C bajo
cero. Su fotosíntesis neta es baja, y varía con el contenido de agua o la temperatura. La
concentración de clorofila es entre cuatro y diez veces menor en un liquen de talo folioso
(tipo hoja) que en una hoja de planta superior.
LOS MUSGOS
Sobreviven en condiciones casi tan extremas como los líquenes, aunque son menos aptos
para adherirse a las rocas peladas, prefiriendo manchones de sustrato blando. Suman por
lo menos 75 especies en la Antártida. Densas matas de ciertos líquenes pueden competir
con ellos por la luz.
Los musgos crecen bien en sitios de nidificación de aves, por el aporte de nutrientes del
guano. Los excrementos ricos en nitrógeno de las pingüineras favorecen también a ciertas
algas y a matas de cianobacterias Nostoc, fijadoras de nitrógeno del aire.
Durante el invierno, hielo y nieve los cubren y quedarán latentes hasta rehidratarse en la
siguiente estación.
Entre las plantas con flor, hay sólo dos representantes y crecen durante el verano en
hábitats libres de nieve del norte de la Península Antártica e islas cercanas. Se trata del
paso Deschampsia antarctica y el menos frecuente clavel antártico (Colobanthus
quietensis).
Sus flores son hermafroditas. El viento es el transportador de los granos de polen para el
pasto y al menos habría autofecundación en Colobanthus. Se ha comprobado que desde
hace más de dos décadas el área de distribución de ambas especies está en aumento.
Los líquenes del continente blanco evolucionaron en forma aislada por largos períodos y
son menos diversos que en el Artico aunque hay bastante similitud a nivel de géneros.
Algunos serían relictos de formas que sobrevivieron en los nunataks (cumbres
emergentes) a los períodos glaciares. Sería el caso de ciertos musgos y líquenes como los
del género Usnea (incluye especies en nuestros bosques del sur).
Entre las plantas con flor, Deschampsia antarctica crece también en el sur de nuestro país
hasta pocos más al norte del Río Colorado, y Colobanthus quietensis, con los cordones
andinos como corredor biológico, se distribuye hasta México.
Lo cierto es que los sucesivos avances de los hielos durante el Pleistoceno, determinaron
a nivel mundial el repliegue de la vegetación a regiones de climas más benignos. En el
Artico, no hubo barreras importantes en esta dispersión hacia el sur. Pero en el extremo
austral, ya existía la barrera de los mares, y a falta de "salida de escape", la vegetación se
empobreció. Desde las últimas glaciaciones, muchas especies recolonizaron ambientes
árticos, pero la desconexión Antártica con otras tierras prácticamente lo impidió.
EN EL AGUA DULCE
La producción de micro algas en los cuerpos de agua dulce en general es baja, mostrando
además marcada estacionalidad en su producción tras producirse el deshielo estival. En
los fondos de lagos y torrentes del norte de la Península Antártica e islas vecinas, la
penetración de la luz permite el crecimiento de algas verdes, musgos y cianobacterias.
Hay lagos donde el hielo superficial llega a ser permanente, en especial hacia el centro y
este de la Península. Pero incluso allí, si la cobertura de nieve es escasa, la radiación solar
que incide en el verano será suficiente para el crecimiento del fitoplancton y consecuentes
consumidores.
En los torrentes de agua dulce, cianobacterias formando matas o delgadas películas que
cubren las rocas son una de las formas de vida dominantes. Como ejemplos, las matas
rosadas, gris-verdosas o anaranjadas de las Oscillatoriacea, de hasta 3 mm de grosor y
superficie irregular. O las capas negras mucilaginosas de hasta 30 mm de espesor de las
Nostoc.
La luz no es ilimitante en los arroyos poco profundos, aún cuando turbios. En todo caso,
su exceso puede inhibir el crecimiento de las algas. Para evitarlo, hay algunas especies de
algas verdes y también de cianobacterias, que crecen en lugares sombreados bajo las
piedras. Otras tienen pigmentos carotenoides que darían protección ante luz intensa.
EN EL MAR
Las diatomeas y los flagelados autótrofos son las microalgas dominantes en los mares de
estas latitudes. Se conocen más de cien especies de diatomeas en las aguas antárticas, y
entre las del plancton, la mayoría no superan los 50 µm (micras) de diámetro.
Las mediciones de clorofila permiten estimar en forma indirecta la abundancia de
microalgas, y los valores indican que la producción del fitoplancton tiene una muy
pronunciada ciclicidad.
En el verano austral las aguas costeras suelen presentar valores de clorofila más elevados
que las aguas abiertas. Enriqueciendo su biomasa de algas, la columna de agua costera
recibe las comunidades algales del hielo marino que se derrite y también microalgas del
fondo que son resuspendidas con el movimiento de las aguas.
Hasta la zona del borde del pack de hielo, la columna de agua queda más protegida de la
influencia del viento, y por tanto, es más estable. Con altos niveles de nutrientes y
suficiente luz, el crecimiento del fitoplancton puede verse allí favorecido.
Por otra parte, las concentraciones de fitoplancton no parecen ser limitadas por el pastoreo
de herbívoros, tal vez por que las algas se reproducen en forma más veloz que
consumidores como krill y copépodos y muchas células del fitoplancton son demasiado
grandes para ser predadas por los pequeños protozoos, como ciliados y flagelados. Sin
embargo, esto no es necesariamente la regla y en muchos casos el impacto de los
predadores sobre el fitoplancton es muy significativo.
Las floraciones algales se interrumpirían más bien por falta de nutrientes (en ciertos casos
las bacterias llegan a competir con las microalgas en su captación), por mezcla de aguas
que los diluye, por hundimiento, o hasta pueden ser controlados por virus.
Microalgas en el hielo
En la superficie inferior del pack de hielo se generan vías de entrada para el agua de mar.
Esta lleva consigo nutrientes así como cuerpos germinativos de micro algas. Con
condiciones adecuadas de luz, podrán allí surgir floraciones algales.
La formación del pack de hielo establece nuevas reglas de juego. La luz que llega al fondo
varía según cambie el grosor del hielo, de la capa de nieve que se acumule sobre su
superficie, los sedimentos que pueda tener, o incluso de la concentración de algas del
hielo. Por el contrario, cuando la intensidad de la luz visible es muy alta, los fotones
(unidades de energía) que muchas algas llegan a absorber exceden a los que pueden
emplear en la fotosíntesis. Se produce entonces una foto inhibición, lo que implica menos
eficiencia. Este fenómeno se comprobó con la intensa radiación del mediodía sobre
distintos grupos de algas.
Pero se ha encontrado que micro algas del fondo están adaptadas a las bajas irradiaciones,
y por otra parte no serían inhibidas con luz muy intensa. Se las arreglan no sólo con las
bajas intensidades que reciben con la llegada del invierno al congelarse el mar y disminuir
las horas de luz, sino que además resisten las altas radiaciones posibles durante los
períodos libres de hielo del verano. Algunas especies de diatomeas del fondo permanecen
viables (es decir, volverán a fotosintetizar y crecer al darse las condiciones) hasta después
de más de un año en oscuridad, con casos extremos conocidos de viabilidad tras tres años
sin luz.
En muchas macroalgas hay una parte basal o pie de fijación de formas y tamaño muy
variables. Aunque otras no tienen dicha diferenciación, como las algas rojas incrustantes.
Sobre su superficie, soportan intrusos que les convendría no tener, pero también tiene
huéspedes bienvenidos.
Por ejemplo, muchos briozoos (organismos coloniales) las perjudican. Si cubren
superficie que capta luz, reducen la eficiencia de fotosíntesis de las macroalgas. Además,
disminuyen la flexibilidad de las frondes, aumentando el riesgo de que las algas sean
desprendidas en las tormentas. En tanto, las benefician predadores como nudibranquios
(Moluscos) que pueden remover briozoos, o el pastoreo que hacen pequeños herbívoros
sobre las microalgas que crezcan sobre ellas.
Las macroalgas son más vulnerables en las primeras etapas de su vida, pero al crecer,
muchas elaboran defensas químicas, como se terpenos, compuestos aromáticos y
polifenoles. Estos últimos se detectaron, por ejemplo, en las antárticas Adenocystic sp. e
Himanthallus sp. Los alcaloides, importantes sustancias de acción defensiva en plantas
superiores, no se encontraron en macroalgas. Hay compuestos inorgánicos que también
actuarían como defensa contra los herbívoros, como el ácido sulfúrico producido por
especies de Desmarestia Aunque la dureza sería la más efectiva protección de la
macroalgas para que no la coman.
Algunos de los predadores son especialistas y comen solo unas pocas especies. Es el caso
de la lapa antártica, que se concentra en algas rojas crustosas, y en el alga parda Ascoseira
mirabilis, Otros son más generalistas, como el pez Notothenia croriiceps, quien incluye
por lo menos 18 especies de macroalgas en su dieta.