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MAGUARE 13: 73-84 (1998)

Historia geoporrtlca de las enfermedades


en Colombia

Hugo Armando Sotomayor Tribín


Médico, Miembro de la Academía
Colombiana de Historia de la Medicina

Introducción

S i se acepta que la historia de la salud y las enfermedades


está determinada por los hechos sociales, políticos y
económicos generales; vinculada estrechamente a las
transformaciones de los hábitats y a las experiencias creativas o
destructivas que sufren los pueblos y depende de las respuestas que
los grupos humanos generan ante la realidad cotidiana del enfermar,
entonces es necesario vincular el estudio de ellas a tres fenómenos
que han pesado grandemente en la conformación histórica de nuestro
país: la marginación política y económica, el racismo y la guerra.
Estas realidades de nuestra historia nacional, la marginación política
y económica de importantes zonas geográficas y de amplios conglo­
merados sociales del país, el racismo, cargado de desprecio y
subvaloración de lo "indio" y lo ~negro", y las guerras, de conquista,
entre potencias coloniales, de Independencia, de defensa nacional y
civiles, no pueden entenderse en toda su extensión si se estudian
aisladamente. Ellos deben ser asociados, en su génesis y continuidad,
a la historia de los intereses del poder político, social y de dominio
territorial que introdujo el imperio español y a los que se han mantenido
durante toda la vida republicana.
Historia geopolítica de las enfermedades... Hugo Armando Sotomayor

Epoca prehlspánica

Para entender la historia de las enfermedades en Colombia es


necesario primero que todo ver cual debió ser el panorama sanitario
de las sociedades preshispánicas en lo que hoyes Colombia.
De ellas se puede decir que no tuvieron altas densidades, ni fueron
constituidas por familias numerosas, ni presentaron una natalidad
desordenada; que aunque tuvieron expectativas de vida probablemente
bajas conocieron personas de edad avanzada; que eran aseados con
su cuerpo y su vivienda; que no convivieron con animales intrado­
miciliarios diferentes a los curies -s610 algunas de enas-, que por
razones de densidad de población, tipo de economía y conceptos
religiosos y mágicos cuidaron de las aguas y de los recursos alimen­
ticios; que aprovecharon maravillosamente los enormes recursos
alimenticios de las diversas r9giones del territorio y que -como se colige
de los datos etnohistóricos, arqueológicos y etnográficos- no sufrieron
de hambre ni malnutrición proteico calórica ni de carencias específicas
de vitaminas -escorbuto. pelagra, beriberi, raquttlsmo-: que no
padecieron de paludismo, uncinariasis por Necator americanus, fiebre
amarilla urbana, dengue, cólera, filariasis -diferente a la ocasionada
por la Mansonella ozzardi en las regiones más orientales de nuestra
Amazonia- que desconocieron el tifo exantemátíco y el murino, que
por no tener ganado bovino o porcino, no padecieron por las tenias
saginata ni solium, que no tuvieron la plaga de los roedores de Rattus
rattus, R.norvegicus y Mus musculus y sus pulgas, la Xenopsilla
cheopis, que -mucnas de las comunidades- por no vivir con perros no
padecieron por el Toxocara canis; no conocieron infecciones respira­
torias como la gripe, ni enfermedades transmitidas por via aérea como
la viruela, el sarampión, la rubéola. y la parotiditis; no conocieron la
gonorrea y muy probablemente no sufrieron de hepatitis B, etc. Las
sociedades prehispánicas conocieron la sífilis, el carate, y la toxo­
plasmosis; algunas pudieron tener casos de tuberculois y en algunas
regiones pocas de ellas pudieron padecer por el mal de Chagas y la
leishmaniasis mucocutanea. Si bien entre las diferentes etnias hubo
frecuentes conflictos y luchas, en sus guerras no se buscó el aniqui­
lamiento del contendiente; que si hubo discriminación de algunas
comunidades sobre otras ese fenómeno no se equiparó al racismo; si
algunas sociedades practicaron la esclavitud por razones de prestigio
tribal y ritual el esclavismo no existió como sistema político económico.

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Todas ellas al disfrutar de un profundo sentido de territorialidad e


identidad con su historia, y hábitat tuvieron en ese sentimiento una
poderosa barrera psicosocial contra muchas enfermedades.

Conquista española. Epoca colonial

Con la llegada de los españoles el espacio del mundo indígena fue


determinado por las necesidades militares, económicas y políticas de
la Conquista y de la defensa de la Colonia. Ante los intentos de sus
enemigos europeos, la defensa de los puertos del mar Caribe se
convirtió en la prioridad militar de los españoles; el dominio de las
poblaciones indígenas del interior Andino e interandino y la explotación
de los negros esclavos de las minas del bajo Cauea, Chocó, fueron
las tareas económicas sobre la que se construyó el poder colonial
español.
Con la Conquista y su guerra de tierra arrasada surgió el primer
azote epidémico que afectó el mundo indígena de Colombia: el hambre;
en vísperas de crearse la Real Audiencia de Santafé se presentó la
primera epidemia de gripe que, proveniente del PeN, asoló y diezmó
la población del sur del Nuevo Reino; unos años después de haberse
erigido la Real Audiencia ingresó al territorio desde la costa Caribe
la primera epidemia de viruela. Aunque sólo hasta finales del siglo
XVI los cronistas hablaron con claridad de fiebres -tercianas o
cuartanas -paludismo- su variedad más grave, el fa/ciparum,
seguramente ya afectaba a los negros, que lo trajeron, en las zonas
mineras del bajo Cauca; igual cosa puede decirse del otro parásito
que llegó con ellos, el Necetor americanus, favorecido en Su ciclo
vital por las condiciones de las importadas diferentes variedades del
plátano sembradas alrededor de sus minas, y por sus habitas de
defecación y no calzar zapatos; la lepra, si bien afectó a algunos
españoles, desde un principio se instaló como enfermedad epidémica
entre los negros bozales desembarcados y depositados como mercancia
en los puertos negreros del Caribe, principalmente Cartagena.
La destrucción de las poblaciones indígenas, lo que se ha llamado
la catástrofe demográfica indígena, por la acción sinérgica de las
infecciones transmitidas por las vías respiratorias: gripe, viruela,
sarampión, entre las principales; por el trabajo forzado, el hambre, la
separación obligada de los cónyuges indígenas, el abuso sobre las

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mujeres indígenas por parte de los aventureros solitarios de la empresa


conquistadora española y la huida y sus consecuencias espirituales,
ideológicas, y culturales, etc., creó las condiciones ideales para que
entre las sobrevivientes sociedades indígenas aparecieran hábitos
propios de la baja autoestima, como el desaseo personal y el descuido F'
de sus entornos. Por eso en la década de los años treinta del siglo
XVII el territorio Muisca vio aparecer entre sus pobladores una
devastara epidemia de tifo exantemático como consecuencia de la
pérdida del hábito de aseo corporal y por comenzar a usar ropas de
lana, seguida por unos nada despreciables picos epidémicos de tifo
murino debidos a que la reproducción de las ratas y ratones importados
a la zona ya había llegado a un número critico indispensable para que
sus pulgas comenzaran a afectar a los indigenas. El hábito indígena
de tomar chicha, muy poco fermentada, en sus momentos de inter­
cambio se tomó como una conducta de desesperación y huida ante
su nueva realidad de explotados, derrotados, y obligados a renunciar
a sus costumbres y creencias. La chicha, ahora más fermentada, por
agregar1e azúcar de la importada caña de azúcar, comenzó a ser
perseguida por las autoridades españolas, achacándole a ella la causa
del poco interés que los indios mostraban por el trabajo en semejantes
condiciones. Simultáneamente con las enfermedades transmitidas por
vía aérea, aparecieron las enfermedades transmitidas por vectores,
aguas, alimentos, mientras que el hambre se convirtió, entre los indios
encomendados y obligados a pagar tributo, en un fenómeno endémico.
Al compás del descenso de su autoestima aparecieron conductas y
respuestas culturales de tolerancia ante su nueva trágica realidad
sanitaria. Los indígenas al tiempo de ser despreciados, marginados "J
explotados crearon comportamientos de resistencia pasiva, de "dejar
pasar", de "yo no se", ante las exigencías de la explotación y la
"racionalidad" española. Fue la epidemiología de los pueblos vencidos
y humillados; es la antropología médica de la servidumbre.
Los esclavos negros, aunque fueron objeto de alguna preocupación
médica por ser una mercancia costosa para los españoles, y no un
"regalo" de la naturaleza, como los indíos, sufrieron enfermedades
propias de su estado de esclavitud, desprecio y maltrato físico y
espiritual a que fueron sometidos. Ellos tuvieron altísima morbilidad y
mortalidad durante el viaje de Africa a América por disenterías, tifo,
escorbuto, viruela y hambre; padecieron grandes malestares por las
enfermedades que portaban como las filarias Wuche18ria bancroftj y
Onchocerca vo/vuJus, la dracontiasis por Oracuncu/us medinensis, el

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pian, y los ya mencionados paludismo y uncinanaets: por su nivel de


exposición desde sus lugares de origen y las condiciones nutricionales,
de hacinamiento y emocionales, la lepra los azotó de forma peculiar
en los puertos negreros. Fueron las características sanitarias del lugar
de procedencia, algunas genéticas -ias hemoglobinopatias que
confieren tolerancia clínica a la infección por el P falcíparunt y la
ausencia del grupo sanguineo Duffy, que les da resistencia a la infección
por el P. vivax- y las condiciones de vida de las regiones a las que
fueron llevados las que convirtieron las zonas mineras, los palenques
etc., en sitios de dispersión. a manera de focos, de el paludismo por
falciparum y la uncinariasis por N. americanus. En las zonas mineras,
en los puertos esclavistas, en los palenques se estructuró una
respuesta cultural de convivencia con esa triste realidad sanitaria. Fue
la epidemiología de Jos tratados como esclavos, de los despreciados
por su color; es la antropología médica de la esclavitud.
Mientras la epidemiología de la servidumbre y de la esclavitud se
estructuraba en las zonas asignadas a los negros -las mineras del
bajo Cauca, el Chocó, el Cauca- y en las tradicionales de los indios
encomendados y sometidos al vasallaje, alrededor de las enferme­
dades nutricionales, las infecciones asociadas a la suciedad, la pobreza
yel abandono como las transmitidas por agua, alimentos, vectores, y
contacto muy estrecho por hacinamiento y de las conductas de
desesperanza, como el consumo excesivo y fuera da un propósito
constructivo de bebidas fennentadas, las enfenne~ades como la viruela
y el sarampión llegaban del Viejo Mundo con cierta regularidad y
ocasionaban grandes mortandades. Solo después que Cartagena fue
reparada, fortificada y dotada de importantes depósitos de agua pota­
ble, tras su toma por Francis Orake a finales del siglo XVI, llega en
1651 el mosquito Aedes aegypti. Las epidemias de fiebre amarilla
urbana marcan la historia de las disputas y los intereses geopolíticos
de España y sus rivales en las costas americanas y colombianas. La
fiebre amariJIa actuó como formidable aliada de las fuerzas españolas
contra el más ambicioso proyecto inglés contra Cartagena: el sitio de
Edward Vemon en 1741.
Al tiempo que la España colonial se preocupó diligentemente por la
seguridad de sus puertos caribeños, desprotegió la gran cuenca
amazónica, por ser lejana, de difícil acceso desde los Andes y estar
habitada por indlgenas sin grandes riquezas que explotar, las
portugueses se aprovecharon de esto para ampliar la explotación y
apropiación de esas tierras. El descuido español y la ambición

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Historia geopolítica de las enfermedades... Hugo Armando Sotomayor

portuguesa fueron, con la legislación española que prohibía la


esclavizaclón indigena, y la portuguesa -que la permitia-, las causas
de las tempranas expediciones esclavistas de indigenas por los
lusitanos, desde finales del siglo XVI. En la Amazonia se introdujeron
con las fáciles correrías de los portugueses a lo largo de los inmensos
ríos navegables y las difíciles expediciones desde los Andes de los
misioneros españoles, las enfermedades transmitidas por vía aérea
como la viruela, la gripe y el sarampión, al igual que una violencia
compulsiva llena de desprecio contra los indígenas. Los intereses
geopolíticos españoles centrados en el Caribe posibilitaron la violencia
esclavista lusitana en la Amazonia.
Tras la Revolución de los Comuneros y hasta su derrota por los
patriotas, el poder español mueve su interés geopolítico de la costa
Caribe al interior del país.

Epoca republicana. Primera etapa

Con la vida republicana comenzó para el país la apertura al comercio


internacionaly así es como en 1830, cuatro afias después de comenzar
la navegación a vapor del Río Magdalena, se presentó en Honda la
primera epidemia de fiebre amarilla urbana en el interior del territorio y
en 1848 en Cartagena, después de haber llegado a esa ciudad un
barco procedente de Colón que traía viajeros afectados desde Nueva
ürleans con destino a las recientemente descubiertas minas de oro
de Califomia, apareció la primera epidemia de Cólera. En 1875, con la
navegación a vapor del Río Putumayo y la tala de árboles de la selva,
se presentó entre miembros de la expedición quinera de Rafael Reyes
una epidemia de fiebre amarilla selvática.
Con la actividad mercantilista de los primeros años republicanos se
dieron múltiples guerras civiles y con ellas serios problemas de
abastecimientopara la tropa y en general mayor pobreza para el pueblo.
En 1885 se presentó entre un grupo de soldados de una base en Cali.
la primera epidemia de beriberi registrada en el país. Comienza a
notarse con más frecuencia, lo que el médico José Felix Merizalde, en
1828, llamó la enfermedad de guayabo, que mas tarde se conoció
como chichismo, y luego como alcoholismo y en no pocas veces
pelagra. Las guerras, la liquidación de los resguardos, la migración
del campo a la ciudad producen enorme pobreza y gran hambre entre
los campesinos de origen indígena, mestizo, mulatos, negro y en

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general de los descendientes de los todavía considerados despec­


tivamente indios y negros a pesar del reconocimiento de su condición
de ciudadano que se le dio a los indígenas desde las fundación de la
República y de la libertad de esclavos decretada por José Hilario López
en 1851. Epidemiología y antropología médica de las guerras civiles,
del mercantilismo y el racismo larvado.
A partir de 1850 comenzó para la gran cuenca amazónica el terri- ~
ble ciclo de explotación del caucho en el que la esclavización indigena
por obra de bandas armadas dio paso a una nueva explotación
estructurada sobre la política del "endeude" y en la que el alcohol jugó
un papel preponderante.
Primero los aventureros y empresarios brasileños, luego los peruanos,
y colombianos, todos amparados en la negligencia y debilidad de sus
Estados y en la ideología racista que considera al indígena como un ser
ignorante, de poco valor para la sociedad y salvaje, montan empresas
de explotación cauchera donde la violencia, los castigos más terribles,
la violación de mujeres y el alcohol son lo único que reciben las
diferentes etnias amazónicas. Epidemiología y antropología médica
del capitalismo, de la economía extractiva, aplicado sobre unos seres
despreciados y en unos territorios ambicionados por los Estados
circunvecinos.
Así como el comercio del caucho gíró alrededor de la Iquitos peruana
y la Manaos brasileña, es¡ también esos puertos fluviales fueron los
epicentros de la esclavizacíón 'i de la fiebre amarilla para toda nuestra
cuenca amazónica.
El país minero de la colonia se volvió lentamente, desde la segunda
mitad del siglo XIX, en cafetera y así la anemia tropical, la enfermedad
del ''tuntun'' ya no afectó principalmente a los negros de las minas sino
que afectó a los campesinos de la colonización antioqueña y a otros
que descalzos y defecando en las tierras de cultivos se infectaron
transcutaneamente con las uncinarias.
Las permanentes ambiciones peruanas hicieron que el gobierno
colombiano desplazara a La Pedrera, en 1910, un destacamento de 100
hombres de tropa, -que fue derrotado por el beriberi y una fuerza fluvial
peruana en 1911-, e impulsara colonias militares en el Putumayoen 1910
y allí y en el Caquetá en 1930. Esas fuerzas, constituidas principalmente
por campesinos pobres de nuestras zonas cálidas -principalmente del
Tolima-, fueron una fuente muy importante para la dispersión en la
Amazonia, de la uncinarias y el paludismo. El gobierno, desde la

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perspectiva negativa de la época, que veía la selva como un lugar


infernal, fundó en 1910 una fugaz colonia penal en Mocoa -cuatro o
cinco años.
Con la invasión peruana a Leticia en 1932 y la consiguiente
respuesta político-militar colombiana, esa región inició un progresivo y
lento proceso de integración geopolitica a la nación, todavía centrae¡.,
en los Andes y la costa Caribe, que hizo que migraran a ella más
campesinos pobres de regiones del Tolima, el Huila y otros departa­
mentos afectados por las enfermedades del abandono y la pobreza.
Durante la corta guerra de 1932-1933 un destacamento colombiano
enviado a la zona, por los problemas logísticos y de hábitos alimentarios
de la tropa, padeció una seria y grave epidemia de beriberi.
A partir de 1935 el gobierno nacional, nuevamente mirando la selva
amazónica como un lugar infernal, donde se deben expiar las deudas
de los peores criminales, erigió en proximidades al cañón del Arara­
cuara, sobre el Río Caquetá, otra colonia penal. Esta colonia parece
que se comportó como un foco importante para difundir en la región la
hepatitis B.

Epoca republicana. Segunda etapa

Por el proceso de la llamada "Violencia" de los años cincuenta, los


Llanos orientales comenzaron a ser objeto de migraciones de cam­
pesinos pobres de los Andes y a ser terrenos de operaciones militares
de insurgentes y de las fuerzas del gobierno. En los años sesenta
grupos de mestizos o "blancos" practicaron "cacería" sobre las etnias
indígenas.
El fenómeno de la guerra de guerrillas, iniciado en los años sesenta,
apoyado en la marginación de regiones y poblaciones y en la cultura
secular de oposición de muchas de ellas al Estado, y por unas
circunstancias políticas internacionales favorables, sólo hizo presencia
en las zonas del piedemonte amazónico hasta mediados de los ochenta.
La leishmaniasis, obligada zoonosis y facultativa antropozoonosis,
comenzó a afectar cada vez mas a las fuerzas contendientes de la
actual guerra de guerrillas y por los obligados desplazamientos de los
hombres por los hábitats de ese parásito, a que obliga esa guerra de
movimientos
Los años sesenta llevaron a la sociedad norteamericana la moda y
el encanto del consumo de substancias alucinógenas y estimulantes;

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la guerray la derrota política-militarnorteamericana en Vietnam aumen­


taron el consumo de los estimulantes y alucinógenos al interior de esa
sociedad. Al ponerse de moda la marihuana en ese país, grupos de
comerciantes ilegales colombianos impulsaron la siembra y cosecha
de ese producto en varias partes de Colombia con la tolerancia y el
amparo en la indiferencia e incapacidad de las autoridades. Corf el
tiempo el mercado de la marihuana en los norteamericanos, cubierto
por su propia producción nacional, cambió hacia la cocaína. Esta nueva
demanda fue rápidamente abastecida por los mayores productores
tradicionales de hoja de coca del Perú y Bolivia, y luego por los
sembradores y comerciantes colombianos recién llegados a este
negocio. Desde mediados de 1985 el cultivo de la coca para la
obtención de cocaína comenzó a apoderarse de enormes regiones de
la Amazonia y otras regiones del país, y se formaron los cárteles
criminales de Medellín y Cali que rápidamente invadieron con su poder
de compra, a la mayoría de las insñtuciones y grandes sectores de la
guerrilla, que así pudo extender sus operaciones a prácticamente todo
el territorio.
El consumo norteamericano de la cocaína y factores internos
fortalecieron las bandas criminales nacionales y facilitó que la guerrilla
Convirtiera a todo el país en territorio de guerra.
E/ mesianismo y ceguera política de ciertos sectores guerrilleros
hizo que las prácticas de guerra convirtieran en objetivos militares y
terroristas a la misma naturaleza con la "voladura" de los oleoductos y
las consiguientes contaminaciones de ríos y lagunas. La obsesión de
dinero de los jefes narcotraficantes, de los "raspachines" de hoja de
coca, convirtieron a las selvas y a sus moradores indígenas en
obstáculos a superar: se "tumba monte" para sembrar coca y se
levantan laboratorios de procesamiento de cocaína, se presiona a los
aborígenes para que siembren coca y trabajen en los laboratorios de
los traficantes. Se embate contra la diversidad étnica y la biodíversidad
a nombre de la guerra, las necesidades del capitalismo y por el afán
del dinero del narcotráfico.
La guerra, la corrupción y la violencia callejera generalizadas se
convierten en la principal causa de muerte en Colombia. Epidemiología
y antropología médica de la corrupción y el narcotráfico. Epoca de
riesgo de agresiones políticas a Colombia por parte de Estados Unidos
por cuenta de la doble moral y del consumo de la cocaína en ese pais
y por el sueño del rey Midas de los narcotraficantes colombianos.

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En plena época de la biotecnologia y de la informática, aparecen


en Colombia en 1991 la segunda epidemia de cólera y brotes recientes
de beriberi en tropas destacadas en Coveñas y en El Banco.

Conclusiones

La historia sanitaria de Colombia es la historia de áreas marginadas,
de sectores de población discriminados, de culturas populares
"ajustadas", con prácticas de riesgo epidemiológico a sus enormes
problemas de salubridad, que se comportan como focos de dispersión
de enfermedades para las otras regiones del país. Es la historia de la
venganza, de la námests, expresada en gérmenes y violencia, contra
aquellas regiones y personas que han querido medrar de espaldas a
las necesidades del crecimiento armonioso y justo. En la colonia
uncinariasis y paludismo desde las zonas mineras, y lepra desde la
Cartagena negrera para el interior del pais; en el siglo XIX el centro
andino como epicentro del hambre; en los finales del siglo XX cólera y
hepatitis 8 desde las poblaciones negras del pacifico para el resto de
la nación, y hepatitis B y fuerza corruptora y violencia desde los
laboratorios de coca de la Amazonia.
La historia nuestra no es la historia del engendro ideológico, politico.
y racista que se inventaron las potencias imperialistas a finales del
siglo pasado, de las enfermedades tropicales, sino que es la historia
de la guerra de tierra arrasada practicada en el siglo XVI y principios
del XVII, la de la servidumbre y la esclavitud, la de las guerras civiles y
la economía extractiva y mercantilista a costa de negros, indios y en
general, contra nosotros mismos en el siglo XIX y XX; es la historia del
empecinamiento político militar de la guerrilla y "El Dorado" de la coca
de finales de este siglo. Es la historia de la suciedad, de la pobreza, de
la cultura del dejar pasar, de la poca autoestima, y de unas economías
siempre débiles y dependientes del exterior. No es el trópico la causa
de nuestras enfermedades sino nuestra historia económica, social,
racial y geopolítica.
No se puede entender nuestra realidad actual sin aceptar el lastre,
la carga psicosocial, el hecho cultural, de ser producto de una sociedad
que creció casi trescientos años en un racismo profundo y nació no de
una simple derrota militar indígena, sino de una total subyugación y
asimilación; no se puede entender nuestra realidad si no vemos que el
espíritu de uEI Dorado" nos tiene todavía poseídos y que la violencia e

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intolerancia que caracterizaron la Conquista española la hemos seguido


reproduciendo en toda nuestra vida republicana; que la marginación
que nos impusieron la proyectamos y recreamos al interior de la nación,
y que en no pocas veces las respuestas culturales de los sectores
sociales más pobres y marginados autoperpetúan su problemas
sanitarios y de exclusión.
No se puede seguir confundiendo crecimiento con obras materiales
ni creer que la riqueza material deviene automáticamente en mejor
calidad de vida o que las soluciones técnicas resolverán por si JTIismo
Jos problemas de salubridad. En este país, como en muchos otros, la
historia y el presente nos señalan que las zonas con grandes recursos
y riquezas, como las petroleras y las auríferas, son inmensamente
pobres e insalubres. La solución para el cólera, el paludismo, la
leishmaniasis, la hepatitis B no está sólo en los adelantos de las
vacunas contra esas enfermedades de la pobreza y el descuido, sino
en superar las culturas de la pobreza y la marginación y luchar por
mejorar los niveles de ingreso.
Desde hace muchos años la historia de la medicina -el desarrollo
de lo que se ha llamada medicina social-, ha enfatizado en que las
soluciones para los problemas de salud de un grupo o un pueblo, no
dependen de las decisiones impuestas desde fuera de ellos, sino que
radican en el hecho de que las comunidades afectadas apropien y
desarrollen los avances técnicos y médicos generados en su propio
seno, y fuera de el participen activamente en \a superación de sus
problemas sociales y económicos, al igual que estén dispuestos a
superar las barreras que los hechos sociales y ellos mismos han
levantado.

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