You are on page 1of 22

Número 8, enero-junio 2019

issn impreso: 2448-4717


issn electrónico: 2594-2115

Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina.


Reflexiones no-disciplinarias1

Historical discourse, modernity, science and interdiscipline. Non-disciplinary reflections

Bernal Herrera Montero*


Universidad de Costa Rica

Resumen: El ensayo analiza varios temas diferenciados pero Abstract: The essay analyzes several different but related
relacionados: la noción de modernidad, las relaciones del dis- themes: the notion of modernity; the relationships of histori-
curso histórico con el surgimiento y desarrollo de ésta, el paso cal discourse with the emergence and development of moder-
de la historia como disciplina humanista tradicional a ciencia nity; the passage of history between a traditional humanistic
social y la conveniencia de un mayor diálogo interdisciplina- discipline to social science, and the convenience of more in-
rio. Se expone una noción de modernidad que enfatiza el im- terdisciplinary dialogue. It exposes a notion of modernity that
pacto del colonalismo europeo en su surgimiento y desarrollo; emphasizes the impact of European colonalism in its emer-
el impacto que el discurso histórico tuvo en la definición del gence and development; the impact that the historical dis-
discurso moderno y algunas de sus implicaciones en esta mo- course had on the definition of modern discourse, and some
dernidad colonial. Se reflexiona sobre el nacimiento de las of its implications in this colonial modernity. It reflects on the
ciencias sociales en el siglo xix y algunas particularidades del birth of the social sciences in the 19th century and some pe-
discurso histórico en este proceso, defendiendo la convenien- culiarities of the historical discourse in this process, defending
cia de un mayor diálogo de éste con otros discursos y saberes. the convenience of enlarge the dialogue of this with other dis-
courses and knowledge.
Palabras claves: Discurso histórico, modernidad, ciencia,
colonialismo moderno. Keywords: Historical discourse, modernity, science, mod-
ern colonialism.

*Master en Filosofía por la Universidad de Costa Rica; master y doctor en Lite-


raturas Hispánicas por Harvard University. Profesor Emérito de la Escuela de
Filosofía de la Universidad de Costa Rica, donde fue profesor catedrático y di-
rigió el Programa de Posgrado en Literatura, el Programa de Posgrado en Artes
y el Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura. Fue también vicerrector
de Docencia en la misma universidad. Ha sido profesor invitado, conferencista
y pasante de investigación en universidades, centros e institutos de varios paí-
ses. Asesor literario en montajes teatrales y coreografías. Es autor de dos libros y
numerosos ensayos en volúmenes colectivos y revistas académicas. Actualmen-
te investiga las relaciones entre la modernidad y el colonialismo.
Contacto: bernalhe@yahoo.com1
Fecha de recepción:
1
12 de octubre de 2017   Una versión previa de este texto fue leída como conferencia en las xv Jornadas
de Historia. Reflexiones y debates  en torno a la Historia y la interdisciplina, organizadas
por la Universidad de Guanajuato, en agosto de 2017. Para tocar tanto la temática
Fecha de aceptación:
general de las jornadas como el tema específico propuesto por sus organizadoras para
7 de mayo de 2018 la conferencia, traté dos temas algo disímiles. El primero: las relaciones entre discurso

[ 15 ]
16 Bernal Herrera Montero

I. Historia, modernidad y ciencia

¿Cómo comenzó y qué define a la modernidad?

A firma la opinión dominante que la modernidad nació en Europa,


asociada a factores como el surgimiento de un nuevo tipo de su-
jeto, más interesado en las posibilidades que ofrecen la acción y
razón humanas que en la hipotética voluntad divina para regir los destinos
individuales y colectivos.2 Si antes el paraíso, o la época dorada, estaba en
el pasado, y su pérdida nos había condenado a un valle de lágrimas, el suje-
to moderno empieza a ver el pasado como un estadio superable o, cuando
mucho, como recuperable mediante la acción humana.
Menos acuerdo hay, en cambio, sobre los posibles contornos especí-
ficos de este nuevo sujeto. El discurso histórico suele privilegiar los actores
políticos y económicos: mercaderes, banqueros, ciudades libres. En suma,
el ascendente y complejo mundo burgués europeo.3 Y cuando atisba más
allá de las fronteras europeas, incluye también a exploradores y conquista-
dores de ultramar, cuyos éxitos colectivos alimentaron el crecimiento de
dicho mundo burgués.4
Otras disciplinas enfatizan otros actores. Para la filosofía, los princi-
pales creadores de la modernidad fueron filósofos como Descartes, codi-
ficador de la nueva racionalidad, y Bacon, formulador inicial del método
empírico; autores ambos de una revolución epistémica cuya principal
creación es la ciencia moderna surgida con Galileo, revolución que lue-
go se volverá política en autores como Rousseau y procesos sociales como
la Revolución Francesa.5 Para la historia del arte, en cambio, los expo-

histórico, modernidad y ciencia; el segundo: la interdisciplina. Siendo la filosofía y la literatura


mis campos académicos, este ensayo responde a la perspectiva y herramientas de alguien que la
observa y comprende desde fuera, no como un historiador de oficio. Presenta una aproximación
no-disciplinaria, como las que las jornadas se propusieron debatir.
2
  Un conocido ejemplo de esta posición lo provee Habermas en Philosophical (1985),
1987. (En adelante indicaré entre paréntesis, después del nombre del texto, el año de su prime-
ra edición, cuando lo conozca y no coincida con el de la edición citada.)
3
  Para un excelente y ya clásico ejemplo de esta aproximación véanse, de Fernand Brau-
del, los tres volúmenes de Civilization and Capitalism. 15th-18th Century (1979), 1982-1984.
4
  Entre las numerosas miradas al impacto de América en la modernidad europea, está la de
Elliot, Viejo (1970), 1972. Para el impacto de Asia en Europa están, por ejemplo, los varios vo-
lúmenes de Donald Lach, Asia in the Making of Europe, publicados por The University of Chica-
go Press a partir de 1965. No conozco, aunque seguramente las hay, visiones generales sobre el
impacto de África en la temprana modernidad europea. Pero algo puede atisbarse en las cróni-
cas portuguesas sobre las expediciones a las costas del África Occidental durante la primera mi-
tad del siglo xv, sistematizadas por el cronista real portugués Gomes Eanes de Azurara en su
Chronica de Guiné, terminada en 1452. La versión impresa más accesible es la inglesa: Chronicle,
1896 (vol. i) y 1899 (vol. ii). Esta edición fue reimpresa de forma facsimilar por la Cambridge
University Press en el 2010. Una antología de documentos de la época se encuentra en Newitt
(edit.), Portuguese, 2010.
5
  Véase, por citar uno de muchos ejemplos posibles, Whitney, Francis, 1986.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 17

nentes natos de la nueva subjetividad son los artis- dencian la existencia de distintas versiones sobre
tas renacentistas:6 Brunelleschi, por ejemplo, quien qué define a la modernidad, cuáles serían sus princi-
además de matematizar la pintura geometrizando pales agentes, y cuál su cronología básica. También
la perspectiva central, afirma la nueva identidad del indican, y esto es lo que aquí realmente interesa, la
“artista” negándose, incluso al precio de una breve imposibilidad de entender un proceso tan complejo
estancia en la cárcel, a ingresar al antiguo gremio y multifacético como la modernidad desde una úni-
de los artesanos; o Leonardo, para quien sólo la ob- ca disciplina. En suma, la necesidad del diálogo no-
servación minuciosa de la realidad permite pintar disciplinario.
adecuadamente; o los pintores flamencos y sus no- El carácter determinante de la emergencia en
vedosas y muy laicas imágenes del mundo burgués Europa de un nuevo tipo de sujeto no es el único
enfatizado por los historiadores. consenso prevaleciente en la visión hegemónica de
Tampoco coinciden siempre las cronologías y la modernidad, cuyas numerosas variantes suelen
nociones que definen la modernidad. Si bien para la coincidir también en que éste es un proceso que,
historia del arte la subjetividad moderna ya se ma- pese a sus límites, fallas, e incluso crímenes, es in-
nifiesta en los artistas del siglo xv y xvi, el arte pro- trínsecamente liberador y productor de progreso:
piamente moderno no surge sino a fines del xix o una noción archi-moderna.8 Para esta versión, la
principios del xx, dependiendo de si se considera modernidad representó el triunfo de la racionali-
que el impresionismo entra en esta categoría, o si dad, que primero se lanza contra las antiguas es-
hay que esperar al advenimiento de las vanguardias.7 tructuras y formatos epistémicos, y luego contra
Para la filosofía, en cambio, la modernidad termina toda forma de autoritarismo, incluido el político.
en el paso del xviii al xix, con autores como Rous- Productos típicos de la modernidad así entendi-
seau, Kant o Hegel. Para un historiador de la reli- da serían la ciencia moderna, la democracia y los
gión, por otro lado, la Reforma Protestante sería una derechos humanos. Esta historia no es falsa, y no
de las claves en la emergencia de la modernidad. Los niego los muchos logros de la racionalidad moder-
ejemplos podrían multiplicarse. na. Pero sí es muy parcial, al punto de distorsio-
Estas discrepancias, algunas de las cuales bien nar nuestra visión de la modernidad como proceso
podrían ser más de terminología que de fondo, evi- macro. Empecemos recordando que incluso en Eu-
ropa el proceso fue ambivalente, y estuvo marca-
6
  No deja de ser sorprendente que esto haya sido percibido
do por numerosas facetas violentas y opresivas. La
y expuesto al momento mismo de surgir este nuevo tipo de sub- suerte de la católica Irlanda bajo el dominio de la
jetividad artística, como lo evidencia lo dicho por Vasari en al- protestante Inglaterra, o la enfrentada por los cam-
gunas de las biografías incluidas en su libro Las vidas de los más pesinos alemanes tras sus revueltas en tiempos de
excelentes pintores, escultores y arquitectos, publicada por primera
vez en 1550.
Lutero, nos recuerdan que tampoco allí la moder-
7
  Las dificultades de definir, incluso al interior de una “histo- nidad trató a todos con benevolencia, ni de igual
ria” tan específica como la del arte, cuándo empieza lo “moderno”, forma.
la expresa adecuadamente el volumen colectivo Concepts of Modern Pero donde la modernidad mostraría toda su
Art (1974), 1994, editado por Nikos Stangos para la prestigiosa
violencia, llegando a menudo al etnocidio y a veces
colección World of Art. Se parte allí de que el arte moderno arranca
con el fauvismo, lo que equivale a decir que inicia con el siglo xx. incluso al genocidio, sería en los amplios mundos y
Sin embargo, el editor Stangos, en el “Prefacio” a la tercera edición, grupos humanos no-occidentales que, en algún mo-
afirma: “the designation `modern art´ in this book, which begins mento durante la modernidad, cayeron bajo domi-
with Fauvism and now ends with postmodernism, also needs to be
nio occidental. O, que sin estar formalmente bajo
clarified because it immediately raises questions as to what `mod-
ern´ means, wheter it is a chronological designation or something tal dominio, entraron, con los occidentales, en rela-
else, a rubric that contains a host of ideological and programmatic, ciones que conllevaron profundos y dañinos efectos
overt o concealed, presuppositions. Attempts to untangle the use
and misuse of `modern´, let alone `modernity´, vary greatly both
8
in terms of dating and in terms of meaning and content, as well as   Un buen ejemplo de esta centralidad de la noción de pro-
in terms of how the `modern´ can be identified pictorically or sty- greso a la hora de definir la modernidad lo brinda el ya menciona-
listically, if that is at all possible”, p. 7. do de Whitney, Francis, 1986.
18 Bernal Herrera Montero

sociales, como las establecidas alrededor de la trata era más rentable: si darle a un esclavo condiciones
de africanos esclavizados.9 mínimas que le permitieran trabajar muchos años
Para la versión hegemónica, la modernidad y reproducirse, o explotarlo al máximo por menos
sólo es responsable por las facetas liberadoras del tiempo y una vez muerto reemplazarlo por otro. La
proceso, no de las opresivas. La esclavitud afroa- modernidad habría creado industrias como las del
mericana no sería moderna, pero sí lo sería la con- algodón y el azúcar, posibilitando así que se pudie-
versión de relaciones señoriales en asalariadas. Una ra consumir cada vez más azúcar y acceder a indu-
conversión que por varios siglos no acarreó mayores mentaria a precios cada vez más bajos, pero no sería
ventajas para las masas de campesinos despojados responsable de la servidumbre y la esclavitud que
de sus tierras o de sus antiguos derechos al usufruc- posibilitó dicho consumo.11
to de los productos de ésta, como la caza y la leña, y Intentaré aquí esbozar y defender otra visión
que a menudo acabaron convertidos en proletaria- de la modernidad, según la cual la expansión euro-
do cuando no en lumpen. pea que inicia en el siglo xv con las empresas ibéri-
Para la versión hegemónica, el colonialismo cas en las costas e islas del África Occidental, y se
occidental apoyó el surgimiento de la modernidad, acelera e intensifica en el xvi con la llegada de euro-
pero sin ser parte de ella. Procesos como la conquis- peos a América y Asia, no sólo son procesos que co-
ta y colonización de América, incluyendo la servi- adyuvan al surgimiento de la modernidad, sino una
dumbre indígena y la esclavitud afroamericana, no faceta integral y definitoria de ésta. Tal vez la princi-
serían modernos, y su rol habría sido proveer la pla- pal razón por la cual dichos procesos son usualmen-
ta y el oro que permitieron lo que Marx llamó la acu- te considerados como no-modernos es la impronta
mulación originaria; ampliar los mercados para las que en ellos tuvo el discurso religioso, dado que para
mercaderías occidentales o las traficadas por estos, la visión hegemónica una de las principales carac-
como los esclavos; y proveer materias primas, como terísticas de la modernidad es, justamente, romper
azúcar y esclavos, que generarían industrias enteras con la visión teológica propia de la Edad Media.12
y una acumulación de capital antes impensable.10 Una ruptura que habría efectuado por medio del ra-
En esa misma línea, la modernidad sería la im- cionalismo, la ciencia y, en general, el humanismo
pulsora, o incluso la creadora, del racionalismo que moderno. Otra historia que, sin ser falsa, es parcial
cuestiona las autoridades tradicionales y nos libera hasta la distorsión.
de ellas, pero no del que calculó la cantidad máxi- Es claro que en diversos ámbitos la moder-
ma de esclavos que puede llevar un barco sin que nidad se enfrentó a la discursividad teológica de la
murieran de hacinamiento; o del que calculó que Europa medieval, pero ello no debe hacer perder

9 11
  La bibliografía sobre los efectos de la modernidad en las   La problemática de masas obreras no-occidentales sobre-
colonias europeas es inmensa. A modo de ejemplo, y restrigiéndo- explotadas para beneficio de los consumidores, en especial oc-
me a sus efectos en el Caribe, principalmente en la población de cidentales, de mercancías sigue, con variantes, vigente hoy día.
origen africano, pueden verse clásicos como: Williams, Capitalism Basta pensar en casos como los ocurridos en Bangladesh, en las
(1944), 1994, y James, Black (1938), 1989; análisis como los de fábricas que confeccionan prendas textiles para las grandes marcas
Fischer, Modernity, 2004, y Grüner, Oscuridad, 2010. occidentales.
10 12
  La versión canónica, y la más divulgada, del pensamien-   Una versión relativamente reciente de esta visión que
to de Marx sobre el rol de la expansión europea en la modernidad iguala religión y medioevo se encuentra en la interpretación que
europea se encuentra en el primer capítulo del Manifiesto comunis- hace Todorov de la conquista de América, para quien la faceta reli-
ta, y en escritos periodísticos como los recopilados en Marx y En- giosa de Colón lo excluye de la modernidad, aunque haya sido esta
gels, Acerca, 1981, y otras ediciones. La publicación iniciada por faceta la que, según Todorov, haya impulsado sus empresas: “Así
Lawrence Krader en 1972 de los Ethnological Notebooks, escritos pues, paradójicamente, es un rasgo de la mentalidad medieval de
por Marx durante los últimos años de su vida, han mostrado que Colón el que lo hace descubrir América e inaugurar la era moder-
su valoración del colonialismo occidental, y en general su previa na”. Casi de inmediato reconoce, sin embargo, la dificultad de esta
visión, un tanto unilineal, del desarrollo socioeconómico, una vi- visión antitética, al decir: “Debo admitir, e incluso anunciar, que el
sión muy a tono con la propuesta por la versión hegemónica de la empleo que hago de los dos adjetivos, ‘medieval’ y ‘moderno’, no es
modernidad, experimentó considerables variaciones en sus años muy preciso; sin embargo, no puedo prescindir de ellos”. Todorov,
de madurez. Conquista (1982), 2003, p. 22.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 19

de vista numerosos fenómenos y matices. Así, las 1. El monismo. Mientras el politeísmo sue-
monarquías, características de la temprana moder- le estar abierto a, o tolerar sin dificultad,
nidad europea, actrices cruciales en la disolución otras religiones y deidades, el monoteís-
del feudalismo medieval, fundaron buena parte de mo considera que solo su dios existe y es
su legitimidad en argumentos religiosos. Incluso legítimo, y que su anuncio e imposición a
Maquiavelo, posiblemente el autor que rompió de otros grupos humanos justifica la violen-
forma más explícita no sólo con la matriz filosófi- cia.18 Una tendencia análoga permeó a la
ca clásica, sino también con la teológica medieval, modernidad, para la cual, por ejemplo, la
no dudó en reafirmar la necesidad de utilizar la re- única forma válida de organización socio-
ligión como discurso justificativo del poder polí- política es el Estado, lo que ha producido
tico y en asignarle una importancia crucial como que todo grupo humano no legitimado
fuerza de cohesión social. La apelación a matrices como tal por un Estado quede en una si-
teológicas en la juridicidad moderna no se limitó a tuación de precariedad legal y social; caso
las monarquías. Maquiavelo, por ejemplo, en su li- de los kurdos, los palestinos y de nume-
bro sobre las repúblicas,13 hace ver que la religión es rosos grupos africanos y americanos que,
tan importante en éstas como en los principados. Y teniendo una historia, una cultura y a me-
está lejos de ser el único autor que apela a la religión nudo una lengua común, y siendo en esa
para defender posiciones consideradas modernas. medida naciones en el sentido pre-moder-
La misma apelación aparece, por ejemplo, en los ar- no del término, no tienen existencia legal
gumentos de John Locke para fundamentar la legi- reconocida. Algo parecido ocurre con el
timidad de la propiedad privada defendida por el capitalismo, visto como única forma legí-
liberalismo,14 y en las nociones de “soberano” y “so- tima de organización económica.
beranía”, según lo hace ver Carl Schmitt en su Poli- 2. El dualismo. El monoteísmo no solo conde-
tical Theology.15 A veces fueron los mismos teólogos na cualquier politeísmo como superstición,
los que desarrollaron nociones características de la atraso o barbarie, sino que también rechaza
modernidad temprana, caso de Francisco de Vito- la validez de otras religiones monoteístas,
ria y el derecho internacional.16 La influencia de las e incluso de variantes dentro de la mis-
prácticas y discursos religiosos en sus contrapartes ma religión, como caminos de salvación.
modernas no se limitó al ámbito de la política. En el Esta actitud genera un dualismo que divi-
jurídico, la meticulosidad de los procesos inquisito- de a la humanidad en dos bandos: los que
riales y el rol que la confesión tenía en ellos reapare- conocen la verdad y los demás, lo que en
cen en las prácticas judiciales modernas.17 ocasiones legitimó cruentas guerras con ar-
Los ejemplos podrían multiplicarse, pero para gumentos religiosos.19 Este dualismo pasó
entender algunos rasgos centrales de la moderni- a la modernidad, que se autodeclara úni-
dad, más importante que este tipo de casos concre- ca forma válida de cultura, frente a la cual
tos fue el paso de matrices teológicas monoteístas todo lo no-moderno o no-modernizado
a la modernidad. Entre las principales, estarían las es atraso, barbarie o, en el mejor de los ca-
siguientes: sos, exotismo.
3. El expansionismo. Las dos religiones mo-
13 noteístas más expandidas, cristianismo e
  Machiavelli, Discourses (1531), 1950.
14
  Véase “Of Property”, capítulo 5 del libro ii de sus Two islam, han exhibido una fuerte tendencia
Treatises of Government (1689). a la propagación, que en el cristianismo se
15
  Schmitt, Political (1922), 2005.
16
  De Francisco de Vitoria véase, por ejemplo, sus Releccio-
nes (1557), 1985. 18
  Para el tema de las relaciones entre violencia y monoteís-
17
  La relación entre el colonialismo ibérico y la modernidad, mo puede consultarse Dousse, Dieu, 2002.
y en particular entre ésta y las prácticas inquisitoriales ibéricas, han 19
  Para las guerras religiosas asociadas al cristianismo y el is-
sido exploradas en Silverblatt, Modern (2004), 2006. lam, puede verse Flori, Guerre, 2002.
20 Bernal Herrera Montero

manifiesta como labor evangelizadora. La ceso, mantenimiento y ampliación del poder y de la


misma tendencia aparece en la moderni- cohesión social que ello conlleva y requiere; la pre-
dad, uno de cuyos impulsos centrales ha sencia y funciones del discurso religioso en la tem-
sido el de modernizar a todos los grupos prana expansión europea en África, América y Asia,
humanos no-modernos.20 deja de ser una razón válida para excluir dichos pro-
4. El sacrificialismo. Para el discurso cristia- cesos de la modernidad, o convertirlos en meros co-
no, y posiblemente para el islámico, la vida adyuvantes de ésta.
terrena es poca cosa frente a la vida eter- La expansión y el colonialismo europeos no
na. Torturar o sacrificar a un individuo o fueron, claro está, los únicos factores en dicho surgi-
colectividad en procura de su salvación miento, pero sí estuvieron entre los principales. Se-
eterna, no sólo está justificado: es un acto gún lo ha planteado Aníbal Quijano,22 los procesos y
de compasión. Al fin y al cabo, ¿qué son mundos coloniales fueron productos y productores
unos días o años de sufrimiento, frente a la de modernidad, y su fuerza fue suficiente para teñir
condenación eterna? Para la modernidad, de colonialidad a la casi totalidad del proceso. Ello
invadir y destruir un país, casos de Irak y determinó que la modernidad, lejos de ser intrín-
Libia, o sacrificar grupos enteros, como seca y unilateralmente liberadora, despliegue tam-
ocurrió en la colectivización bajo Stalin o bién facetas opresoras. Estas últimas se manifiestan
en la Revolución Cultural de Mao, estaban desde los inicios mismos del proceso, no solo en la
más que justificados. ¿Qué son el destino práctica sino en la teorización.23 Las diversas jus-
de unos cientos de miles comparados con tificaciones ofrecidas por Maquiavelo tanto de la
la construcción del socialismo, o la instau- violencia política en general como, más en concre-
ración de la democracia y el mercado?21 to, del colonialismo como forma de expansión, son
5. El dualismo ético. Para el monoteísmo, bien conocidas,24 pero distan de ser las únicas. Me-
Dios o Allah es fuente del bien y la bondad, nos conocidas pueden ser, acaso, las incluidas en un
y lo malo proviene de la pecaminosidad texto como la Utopía de Tomás Moro (1516), co-
y debilidad humanas. Para la moderni- etáneo de El Príncipe (1513) de Maquiavelo, y sin
dad, el progreso y los logros humanos de duda muy influido por la experiencia inicial euro-
los últimos siglos son producto de la mo- pea en América, que justifica el colonialismo. En su
dernidad, mientras los males aparecidos capítulo v, “De las relaciones mutuas”, Moro plantea
durante la modernidad son productos no que cuando la población de Utopía alcanza el límite
de esta, sino del atraso, la ignorancia, la su- de lo que la isla puede soportar, grupos de utópicos
perstición, etc. Cuando es evidente que viajan a algún sector de tierra firme y la colonizan, lo
la modernidad misma causó el problema, cual es planteado no sólo como un proceso positivo
como ocurre con la crisis ecológica, ello es para las regiones y poblaciones colonizadas, las cua-
visto como un daño colateral en la ruta ha- les deberán acatar las leyes de los utópicos, sino jus-
cia el progreso y el bienestar. tificado por el mal o poco uso que las poblaciones

Siendo que la modernidad no ejecuta una rup-


22
tura nítida con el discurso religioso, sino que tradu-   Véase, por ejemplo, entre otros de sus escritos, “Coloniali-
ce a lenguaje laico algunas de sus matrices centrales dad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en Colonialidad,
2003, pp. 201-246. En este texto, Quijano se refiere a algunas de las
y, en el ámbito de la política, le asigna a la religión un características de la modernidad a las que acabo de hacer referen-
rol crucial de fundamentación y justificación del ac- cia, como el dualismo y el monismo, pero sin hacer referencia a sus
vínculos con una matriz teológica.
23
  Véase, por ejemplo, Dussel, 1492, 1994.
20 24
  Por ejemplo, la visión global de la faceta religiosa de la ex-   Véase, por ejemplo, el capítulo iii de El príncipe, “De los
pansión ibérica presentada en Boxer, Igreja (1978), 2007. principados mixtos”, donde defiende las colonias como la mejor
21 forma de apropiarse y dominar tierras pertenecientes a grupos hu-
  Sobre el tema del sacrificialismo occidental, puede verse
Hinkelammert, Sacrificios (1991), 1998. manos distintos al de los conquistadores.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 21

nativas dan a los territorios que habitan. Un argu- jerarquizante que desmiente la idea de la moderni-
mento que luego Locke25 y otros defensores del co- dad como un proyecto universal, cuya supuesta as-
lonialismo retomarán y desarrollarán. En realidad, piración última, a pesar de sus posibles desviaciones
casi no hubo pensadores que, como sí hiciera Mi- y tropiezos, es liberar a la humanidad en su conjun-
chel de Montaigne en sus célebres ensayos “Sobre to, idea presente en movimientos tan disímiles, pero
los caníbales” y “Sobre los coches”, cuestionaran y igualmente modernos como la ilustración, el mar-
rechazaran la pretendida superioridad de la cultura xismo y el liberalismo. Veamos.
europea, sobre la cual se construyeron todo tipo de Maquiavelo es un pensador cuyos argumen-
justificaciones de las empresas coloniales europeas. tos, información y ejemplos suelen inspirarse en la
historia, cuando no provienen directamente de ésta.
Su obra más ambiciosa, aunque no la más célebre,
¿Qué relaciones hay entre la modernidad así entendida y y en la que plantea sus ideales republicanos, se pre-
la historia como disciplina? senta bajo la forma de comentarios a un historiador
romano: Comentarios sobre los Primeros Diez Libros
Muchas. Varios discursos históricos están entre los de Tito Livio. Maquiavelo es, en mi opinión, uno
que más temprano y con más claridad registran, de los más importantes teóricos de la modernidad
codifican y legitiman la modernidad. Me referi- temprana,27 y su visión del ser humano y de la polí-
ré brevemente a dos ejemplos. El primero es el ya tica quebró la casi totalidad de los ideales políticos
mencionado Maquiavelo, autor de posición un tan- antes propuestos. Su ideal, una república imperial,28
to ambigua en el canon de la modernidad. El segun- es encarnado hoy día por Estados Unidos, un cla-
do es el amplio corpus textual, usualmente excluido ro indicio de la vigencia de su visión de la política y
de dicho canon, de los cronistas, teóricos e histo- la modernidad. Entre los principales aportes de Ma-
riadores de la expansión europea que, en el caso de quiavelo a ésta podemos citar:
América, arranca con los diarios de Colón e incluye
a autores tan disímiles como Cortés, Lope de Agui- 1. Una concepción de la política como un
rre, Sepúlveda, Las Casas y Vitoria, por citar los más ámbito independiente y diferenciado de
conocidos. acción humana, regido por reglas propias
Ambas producciones, la de Maquiavelo y la e irreductible a exigencias éticas.
de los cronistas, evidencian y ejemplifican la ínti- 2. Una visión del ser humano como un ser
ma relación que hay entre el surgimiento de la mo- egoísta, mitad humano racional y mitad
dernidad y el discurso histórico coetáneo, y siendo bestia instintiva, inmanejable mediante la
muy distintas entre sí, comparten importantes ele- mera apelación a la razón, que responde
mentos. Ambas desarrollan, en formatos y discursos mucho más a la ambición y el miedo que a
modernos, una concepción premoderna ya presen- la generosidad y el amor.
te por ejemplo en Aristóteles y Platón, y cuya incor- 3. Una visión de la humanidad como consti-
poración, reformulación y despliegue por parte de tuida por dos grandes tipos caracteriológi-
la modernidad es uno de los ejes de su faceta colo- cos, no predeterminados por el estamento
nial. Me refiero a la visión que concibe a la humani-
dad como atravesada y dividida por diferencias que
fundamentan y justifican, a priori, el dominio de hay seres humanos naturalmente destinados a mandar y otros a
obedecer. El ideal platónico, expresado en La República, es el de
unos grupos humanos por otros.26 Una concepción una sociedad estamental, regida por los filósofos-gobernantes, los
cuales mandan sobre los otros estamentos.
27
  Esta visión es compartida, aunque desde la visión hege-
25
  Cfr. parágrafos §40 al §49, contenidos en el capítulo 5 del mónica de la modernidad, por uno de sus principales estudiosos:
Libro ii, “De la propiedad”, de sus Two Treatises of Government. Mansfield, Machiavelli´s (1996), 1998.
26 28
  En el caso de Aristóteles, tenemos su muy difundida idea,   Para el tema del imperialismo en Maquiavelo, incluyen-
contenida en la Política y citada por numerosos autores de la mo- do su ideal de una república imperial, véase Hörnquist, Machia-
dernidad temprana, como Ginés de Sepúlveda y Vitoria, de que velli, 2004.
22 Bernal Herrera Montero

de origen, lo que permite una gran mo- impuestos como centrales, y los que luego pasarán a
vilidad sociopolítica: los príncipes, quie- ser periféricos en el nuevo sistema-mundo, al tiem-
nes, teniéndolo, no anhelan el poder y el po que narran o teorizan las diversas formas y pro-
mando; el pueblo, que se conforma con cesos de la expansión europea a partir del siglo xv, y
evitar el ser más oprimidos de la cuenta muestran la creación e implantación de una estructu-
por parte de los príncipes. Unos pocos de ra de jerarquías étnicas que justificará las modernas
los príncipes, y acaso también del pueblo, relaciones geopolíticas de poder. A menudo ancladas
que el autor denomina los prudentes, pue- en la aculturación y el etnocidio, las nuevas formas de
den ajustar sus actuaciones a las circuns- poder ya no se ejercerán sólo en los ámbitos políticos,
tancias. Actuar, según convenga, como económicos y militares, sino también culturales. Ello
hombres racionales o como bestias ins- hace que, si bien la historia de la humanidad siempre
tintivas, y puestos en el papel de bestias, atestiguó la dominación de unos grupos por otros,
actuar como leones violentos o como zo- con la modernidad surjan nuevas formas de dominio
rros astutos. Los demás no pueden hacer que, por su escala e intensidad, se diferencian de las
este tipo de ajustes, y por ello, cuando las anteriores.30 Si estas exigían la obediencia y someti-
circunstancias que les facilitaron el éxito miento de los cuerpos, el pago de tributos y el aporte
cambian, suelen fracasar. militar, las nuevas reformularán aspectos simbólicos
4. Una visión de la sociedad como campo de cruciales de las culturas dominadas, como la reli-
batalla donde se enfrentan diversos egoís- gión.31 Este tipo de procesos son visibles, por ejem-
mos y bandos, y en la que, si se desea el plo, en el racismo asociado tanto con la servidumbre
dominio, el recurso a la violencia es inevi- indígena americana como con la esclavitud afroame-
table.29 ricana. Una esclavitud cuya intensidad y extensión,
mucho mayores que las predominantes en la esclavi-
Esta visión del ser humano real, no del ideal, tud premoderna, con la posible excepción de la ro-
afirma derivarla de su experiencia personal y su es- mana, requirió toda una batería de discursos racistas
tudio de la historia, y con base en aquella articula para poder ser justificada.32
un discurso histórico que expresa no los ideales que Vinculada con la expansión y colonialismo
la modernidad decía impulsar y encarnar, pero sí lo europeos, y en general con las nuevas relaciones
que han sido muchos de sus despliegues históricos geopolíticas de poder que, por primera vez, em-
reales. piezan a adquirir un carácter global, la modernidad
Algo similar puede decirse del conjunto de dis- creó nociones sobre la historia que fueron deter-
cursos producidos para describir, historiar, legitimar minantes en su definición y desarrollo. Una de las
y debatir la expansión europea en África, Asia y, muy principales expresiones culturales de las formas
especialmente, América. Como unidad, estos textos
expresan y modelan, con mayor o menor claridad, las
30
relaciones y vínculos históricos modernos entre los   Para un tratamiento algo más extenso de este tema, y de
su impacto e inserción en la modernidad, puede verse mi ensayo
grupos humanos occidentales auto-definidos y auto- “Surgimiento”, 2009, pp. 107-119.
31
  Se afirma frecuente y correctamente que la Corona caste-
llana y sus variados agentes utilizaron el discurso religioso como
29
  Estas ideas se desarrollan con particular concisión y agre- justificación ideológica de la conquista y colonización de Améri-
sividad en El Príncipe, pero también permean los Comentarios sobre ca. Mucho menos frecuente, pero no menos verdadero, es que la
los Primeros Diez Libros de Tito Livio. En su ya mencionada obra, Iglesia también se sirvió de la Corona para realizar la así llamada
Mansfield ha hecho ver que, a diferencia de las lecturas populares, “conquista espiritual” de América. Una conquista que ha demos-
diversas lecturas académicas han intentado presentar una visión trado ser mucho más duradera y estar mucho más consolidada que
de Maquiavelo algo más agradable que la aquí delineada. Entre las la realizada por la Corona.
32
lecturas académicas que han defendido la visión popular de Ma-   Una historia global de la esclavitud desde sus orígenes es
quiavelo como alguien a quien sólo se hace justicia admitiendo la de Pétré-Grenouilleau, Traites (2004), 2009. Para un estudio so-
que no temió ser un maestro del mal, la mejor es la ya clásica de ciológico comparativo de los diversos sistemas y prácticas esclavis-
Strauss, Thoughts (1958), 1992. tas, véase Patterson, Slavery (1982), s.f.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 23

modernas de dominio es un tipo de discursividad Una noción crucial en la definición y desplie-


histórica, una visión de la historia hegemónica has- gue de la modernidad, y en su visión de la historia,
ta hace muy poco, y tal vez incluso hoy día: aque- fue la de progreso; una noción que establece, entre
lla que convierte la previa multiplicidad de historias muchas otras cosas, que la pretendida “historia uni-
regionales o locales, regional o localmente produci- versal” está constituida por una serie de etapas his-
das, en una única historia universal que las engloba tóricas, cada una de las cuales supera a las previas,
y subsume. Para esta eurocéntrica “historia univer- y convierte a las culturas que permanecen en ellas
sal” creada por la modernidad, unos grupos van a la en vestigios o supervivencias del pasado. Esta idea
cabeza y otros atrás. Esta diferencia en el grado de nace con la modernidad, y establece que a partir de
avance histórico-cultural se habría manifiestado de ésta, y para muchos autores incluso desde antes, la
diversas maneras, pero siempre afirmando que los “historia universal” ha sido liderada por la cultura
grupos que marchan a la cabeza pueden y deben occidental, frente a la cual todas las demás constitu-
intervenir en los que van atrasados. Unos grupos yen un atraso que debe ser superado, una desviación
evangelizan y otros deben ser evangelizados, unos que debe ser corregida, cuando no una mera barba-
civilizan y otros deben ser civilizados, unos moder- rie a ser extirpada. En resumen, atrasos o desviacio-
nizan y otros deben ser modernizados, unos demo- nes de cara al camino único que debe seguir toda la
cratizan y otros deben ser democratizados. Para esta humanidad.
visión, el deber de los grupos adelantados es hacer Esta visión de la historia, este discurso histó-
avanzar a los segundos, así sea a la fuerza, e inclu- rico, marca a tal punto la modernidad que se pue-
so al precio de destruirlos en el intento. Esta visión de afirmar que es ella misma, en alguna medida, la
de la historia se manifiesta con claridad en amplias que está definida por este discurso histórico, en tan-
zonas de la producción textual colectiva dedicada a to dicho discurso no se limitó a expresar a posteriori
narrar la experiencia de la expansión europea, que, ciertas facetas de la modernidad, sino que intervi-
a menudo pero no siempre, toma la forma de con- no en su constitución misma, en su autodefinición.
quista y colonización frente a pueblos que, vistos En suma, buena parte de lo que llamamos moder-
al principio como diferentes, muy pronto, y a veces nidad, de lo que concebimos como moderno, deri-
casi de inmediato, pasan a ser vistos como inferiores va de una visión de la historia no como facticidad
a los occidentales. De forma análoga a lo que había ocurrida, sino de una forma de percibir, interpretar
ocurrido con el paso del politeísmo al monoteísmo, y construir dicha facticidad. Por ello la modernidad
el discurso histórico pasa de la premoderna multi- es, entre otras cosas, una visión de la historia, una
plicidad de historias endógenas a una única y mo- versión de ésta, un discurso histórico.
derna “historia universal”, impuesta exógenamente Ignoro cuándo se utilizó por primera vez la ex-
sobre los pueblos definidos como periféricos. presión “historia universal”. Ha sido utilizada para
Los procesos de imposición cultural no siem- traducir el nombre de la introducción de Ibn Jal-
pre tuvieron el mismo éxito. El caso de la evan- dun34 a su magna obra histórica, escrita en el siglo
gelización cristiana es un buen ejemplo, pues su xiv, pero es difícil que su autor haya tenido en men-
imposición y afianzamiento en sociedades no-occi- te una noción similar a la que la expresión llegó a de-
dentales solió depender en buena medida de si iba notar, y continúa denotando al día de hoy. Lo cierto
acompañada de un dominio económico, político y es que imponer la conversión de una multiplicidad
militar, como en América, o si carecía de éste, como de historias más o menos regionales o locales en me-
ocurrió en las numerosas sociedades africanas y
asiáticas donde la evangelización tuvo mucho me-
nos éxito que en América.33 tas en sus diversos ámbitos geográficos de acción, puede consultar-
se el breve, y algo hagiográfico, recuento de Lécrivain, sj., Missions
(1991), 2005.
33 34
  Un panorama comparativo de algunos procesos de evan-   Es el caso, por ejemplo, de la edición del Fondo de Cultura
gelización durante la modernidad temprana se encuentra en Corsi Económica, publicada originalmente en 1977 bajo el nombre de
(coord), Órdenes, 2008. Para el caso concreto de las misiones jesui- Introducción a la historia universal (Al-Muqaddimah).
24 Bernal Herrera Montero

ros capítulos de una única historia pretendidamen- occidental. Todas las otras, en tanto no se
te universal, pero claramente eurocéntrica, que las occidentalicen, o al menos se modernicen,
subsume, fue un proceso complejo que generó re- representan la supervivencia de un pasado
sistencias y tomó tiempo. Durante el segundo cuar- más o menos lejano, y en los peores casos
to del siglo xix, Hegel le dedicó sus Lecciones sobre una barbarie intolerable, según sea su gra-
la filosofía de la historia universal, donde articula una do de lejanía histórica y cultural de cara a
versión madura de la idea, sin duda basada en toda la civilización occidental.
una tradición previa, que en ese momento ya tenía
en Europa suficiente circulación como para que He- Esta visión de la historia nace asociada a la ex-
gel iniciara su texto con las siguientes palabras: “El pansión europea iniciada en el siglo xv y acelera-
objeto de estas lecciones es la filosofía de la historia da en el xvi. No la preceden ni la determinan, sino
universal. No necesito decir lo que es historia, ni lo que surgen a su calor, pero una vez creada la acom-
que es historia universal. La representación general pañan y la justifican, y a su vez se retroalimenta y
es suficiente y sobre poco más o menos concorda- refuerza con los resultados de dicha expansión. No
mos con ella”.35 se trata de que exploradores, conquistadores, co-
¿Cuáles son las principales características de merciantes y colonizadores se hayan guiado siem-
esta historia, pretendidamente universal, sobre la pre por tales ideas, o las hayan tenido claras, en
cual Hegel afirma la existencia de un acuerdo gene- especial al principio, cuando la principal justifica-
ral? Considero que dos: ción era la evangelización, y no su descendiente
laico: los procesos civilizatorios. Tampoco se trata
1. El evolucionismo etapista y progresista: la de que quienes fueron articulando y desarrollando
historia avanzaría por la sucesión de enti- este discurso histórico hayan estado siempre im-
dades relativamente homogéneas y dife- plicados o particularmente interesados en las em-
renciadas, llámense sociedades, modos de presas coloniales, aunque muchos sí lo estuvieron:
producción, civilizaciones o culturas, cada de Hugo Grocio a John Stuart Mill, pasando por
una de las cuales supera cualitativamente Locke. De lo que sí se trata es de que dicho dis-
a las anteriores. Como no todos los gru- curso histórico surgió y se desarrolló íntimamen-
pos humanos avanzan al mismo ritmo, y te asociado a la expansión occidental, que ambos
algunos de ellos habrían dejado de avan- procesos muestran una relación simbiótica que
zar, en un mismo momento histórico coe- les permitió reforzarse e influirse mutuamente, y
xisten culturas ubicadas en etapas diversas que esta visión de la historia permitió, y sigue per-
de desarrollo, una diferencia que permite mitiendo, justificar casi cualquier violencia que
afirmar la superioridad histórica y cultural Occidente cometiera durante sus procesos expan-
de quienes van a la cabeza sobre quienes sivos.36 Procesos efectuados primero en nombre
van rezagados. de la evangelización, luego de la civilización, y hoy
2. El dualismo eurocéntrico: la evolución día de la democracia y el libre mercado, como lo ha
histórica de los últimos dos milenios ha- mostrado Noam Chomsky.37 La respuesta, enton-
bría estado marcada por las polaridades ces, a la pregunta sobre las relaciones entre la mo-
étnicas y culturales entre el Occidente y dernidad y el discurso histórico es contundente: la
una serie de Otredades. La cultura, y apa- relación es tan íntima como problemática.
rejada a ésta el grupo étnico, que a lo largo
de este periodo habría liderado la histo-
ria universal, y que en este momento re- 36
  La implicación directa o indirecta de numerosos autores
presentaría el futuro y la civilización, es la liberales, incluyendo los aquí mencionados, en numerosos proce-
sos de conquista y colonización, así como en procesos represivos
al interior de las sociedades occidentales, es detalladamente ex-
puesta en Losurdo, Contrahistoria (2005), s.f.
35 37
  Hegel, Lecciones (1837), 1974, p. 41.   Véase, por ejemplo, Chomsky, Profit, 1999.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 25

¿Qué relaciones hay entre el discurso histórico y la ciencia? 2. La noción misma de ciencias sociales. Y
aunque el positivismo, o al menos Comte,
Quienes del surgimiento de la modernidad enfati- consideraba que la ciencia social máxima
zan su faceta epistémica, suelen referirse a tres pro- sería la sociología, también impulsó el na-
cesos de finales del siglo xvi y principios del xvii: cimiento, en tanto disciplinas formales, de
el surgimiento de las ciencias experimentales físico- otras como la antropología y la psicología.
matemáticas con científicos como Galileo; el inicio
del empirismo moderno en autores como Bacon; y Pese a que muy pronto empezarán a tomar
el del racionalismo moderno, en autores como Des- distancia del ideal positivista de ciencia, que en
cartes. Dejando de lado que esta versión no suele muchos casos rechazarán abiertamente,39 lo cierto
tomar en cuenta lo que significó, epistémicamente es que las nuevas ciencias sociales se constituyeron
hablando, la expansión europea iniciada un siglo an- formalmente en el siglo xix, al calor del cientifi-
tes, uno de cuyos resultados iniciales fue demoler o cismo decimonónico inspirado por el positivis-
cuestionar la validez de muchas de las autoridades mo. Para ese momento la historia en Occidente ya
tradicionales, en especial en materias como la geo- contaba con más de dos milenios de existencia y
grafía, lo cierto es que en ninguno de los tres pro- de pensamiento. De Herodoto al xix, pasando por
cesos arriba mencionados entraba la historia. Por Livio, Tácito, Beda el Venerable, Ibn Jaldún, Ma-
varios siglos esto no preocupó a los historiadores, quiavelo, Gibbon y muchos otros, la historia fue
ni disminuyó el estatus epistémico de la historia. concebida y practicada sobre todo como una forma
Todo lo contrario, se trata de una época en la que su de pensar, de buscarle y otorgarle sentido al accio-
prestigio fue en aumento, lo cual no es de extrañar. nar humano pasado y presente, de impulsar pro-
La historia había nacido en la antigüedad, a la que yectos para el presente y el futuro. Todo lo cual fue
el Renacimiento dió una enorme importancia, y por hecho por siglos, incluyendo los primeros de la mo-
siglos se desarrolló no como una disciplina universi- dernidad, sin necesidad de declararse ciencia, de
taria (no era parte del trivio ni del cuadrivio). Luego, ser vista como tal. Tal es el caso de la obra de Ma-
al surgir en los siglos xvi y xvii el concepto moder- quiavelo, en la que este propone reglas y modelos
no de ciencia, la historia no fue incluida en tal cate- políticos para el futuro, gracias a un conocimiento
goría, sino que siguió siendo vista como una forma que dice haber obtenido de un estudio asiduo de
de pensar, de captar el pasado y el presente y darles las cosas del pasado, en especial de la antigüedad
sentido, de obtener conocimientos que permitieran romana, combinado con la experiencia directa de
entender la acción humana y tratar de orientarla. La las acciones coetáneas.40
historia, en suma, tenía un noble origen clásico, una Antes del siglo xix hubo, sin duda, intentos
tradición ilustre, sus fines eran de crucial importan- de convertir la historia en ciencia, en particular el
cia y, según vimos, la modernidad le debía algunas de Giambattista Vico, quien a inicios del xviii plan-
de sus más importantes formulaciones, ideales y teó en su Nueva ciencia que solo se puede conocer lo
justificaciones. Esta forma de entender la historia que se ha creado. Y visto que el ser humano crea la
no parece haber variado sustancialmente sino en el historia, pero no así el mundo, Vico concluía que el
siglo xix, cuando el positivismo disemina dos ideas: conocimiento más verdadero y sólido que se podía
obtener era o debía ser el referente a la historia, no
1. Que sólo la ciencia es válida como cono- a la naturaleza. Pero su empeño no tuvo éxito, entre
cimiento, y cualquier otra forma de cono-
cimiento responde a etapas epistémicas ya
superadas por aquella, y en esa medida in- 39
  Una de muchas críticas a la noción positivista de la histo-
válidas o, como mínimo, de menor valor;38 ria se halla en el capítulo i de la Segunda Parte de Schaff, Historia
(1971), 1974.
40
  Una idea que aparece en las dedicatorias que preceden
38
  Para una breve exposición del positivismo por parte de su tanto a El príncipe como los Discursos sobre los primeros diez libros
principal creador, puede verse Comte, Discurso (1844), 1980. de Tito Livio.
26 Bernal Herrera Montero

otras razones porque al día de hoy los hechos pare- la filosofía una ciencia rigurosa,42 y de los intentos,
cen desmentirlo. tanto de los formalistas rusos43 como del estructura-
Se observa entonces que, si bien la moder- lismo, por hacer de la crítica literaria una actividad
nidad estableció casi desde su inicio la noción de con visos de ciencia.44
ciencia, antes del siglo xix casi nadie pensó que la Paradójicamente, la mayoría de quienes em-
historia entrara en tal categoría. Ello se debió en prendieron estos intentos, de Marx a los estructura-
parte a que durante todo este periodo de la moder- listas, no solo no eran positivistas, sino que a veces
nidad el consenso fue reservar tal noción al cono- eran incluso anti-positivistas. Todos ellos, sin em-
cimiento obtenible sobre el mundo natural. Luego, bargo, fueron influidos por la idea positivista de que
en el xix el positivismo hizo con el conocimiento lo sólo la ciencia es conocimiento válido. Es este, en-
que la historia universal con la historia humana: de- tonces, un ámbito en el que el positivismo triunfó,
claró que la multiplicidad de formas y prácticas cog- pues incluso la mayoría de quienes lo rechazan y de-
nitivas particulares antes aceptadas era subsumible nigran incorporaron uno de sus principales dogmas.
en una única; estableció una serie de etapas en su Imposible entrar aquí en la discusión sobre
desarrollo; e indicó que solo la más reciente, la cien- qué es ciencia, y cómo y cuándo una disciplina cla-
tífica, era legítima, y que las demás habían quedado sifica como tal. Un tema complejo, que irrita sensi-
obsoletas. La conclusión era clara: si la ciencia era la bilidades y genera ansiedades. El hecho es que en
única forma contemporánea válida de conocimien- Occidente, hasta el siglo xix, por más de dos mile-
to, la culminación que superaba los procesos episté- nios y al margen de cómo fuera concebida, la legiti-
micos anteriores, todo conocimiento debía ceñirse midad del conocimiento histórico muy rara vez fue
a sus parámetros. Todo conocimiento que aspirara a cuestionada. El surgimiento de la modernidad no
la validez debía ser declarado “científico”, so pena de hizo sino incrementar su importancia, por la muy
ser visto como inválido, o menos válido. Si la histo- moderna convicción de que es posible encauzar el
ria, a través de la idea de historia universal, había ge- accionar humano, para lograr lo cual es difícil ima-
nerado una noción que permitía ver como obsoletas ginar un conocimiento más importante que el his-
a sociedades enteras, ahora era la historia misma, o tórico.
al menos su forma tradicional de concebirse, la que Hoy debería ser claro que el conocimiento
podía correr el riesgo de ser vista como obsoleta. científico está lejos de ser el único válido o impor-
El que durante muchos siglos la historia no tante, y que si bien sucesivas ampliaciones de la no-
fuera considerada una ciencia, no había impedido ción original de ciencia han aumentado los límites
que fuera muy bien valorada, y su importancia y le- de lo cubierto por dicha noción, este ensanchamien-
gitimidad raramente cuestionadas. Y si bien Descar- to no ayuda, por sí mismo, a obtener conocimientos
tes y el racionalismo matematizante desconfiaron más sólidos o importantes, y llevado al extremo aca-
de la historia,41 no será sino con el cientificismo po- ba por reducir la utilidad misma del concepto.
sitivista que se empiece a generalizar la idea de que De todo lo dicho se desprende que por diver-
solo el conocimiento científico es válido, provocan- sas razones la modernidad y el discurso histórico
do que todas las disciplinas empiecen a batallar para tienen una íntima relación. Por un lado, el históri-
demostrar su estatus de ciencia. Aparecen desde en- co es uno de los discursos que más ha influido en la
tonces, y no sólo en las ciencias sociales, todo tipo articulación y diseminación de la versión hegemó-
de intentos de alcanzar dicho estatus; caso de la di- nica sobre qué es la modernidad, cómo y dónde sur-
ferenciación marxista entre el socialismo utópico y gió, cuáles han sido sus principales efectos, etc. No
el científico, de la intención de Husserl de hacer de sólo generó descripciones y definiciones a posteriori

42
  Cfr. Husserl, Filosofía (1911), 1973.
41 43
  Véanse las observaciones sobre la historia como conoci-   Un buen ejemplo serían los escritos de Viktor Shklovsky.
44
miento del pasado hechas por Descartes en la primera parte de su   Una excelente introducción a las teorías literarias estructu-
Discurso (1637). ralistas la provee Culler, Structuralist (1975), 1988.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 27

de la modernidad, sino que jugó un rol crucial en la enorme cantidad de taxonomías, que en algunos ca-
creación de algunas de las nociones con las cuales la sos fundaron, o ayudaron a fundar, ciencias enteras.
modernidad se autopercibió, desplegó y justificó su Recordemos, por ejemplo, el impacto de las taxono-
accionar. Tanto así que, en tanto macro-proceso so- mías propuestas por Linneo en el desarrollo de la
cial, la modernidad resulta impensable sin acudir a biología, en especial de la botánica.
discursos y conceptos históricos. Este impulso clasificatorio, lejos de restringir
La modernidad, a su vez, orientó la producti- su aplicación a la realidad estudiada, abarcó tam-
vidad del discurso histórico en ciertas direcciones. bién áreas como los procesos epistémicos mismos,
No me refiero a aquellos momentos cuando hubo lo que generó diversas formas de clasificar el conoci-
censuras o prohibiciones abiertas contra discur- miento humano. La ya mencionada, provista por el
sos históricos no-oficiales, ni a aquellos en los que positivismo, es una de las más conocidas.
el discurso histórico se puso al servicio directo del Uno de los resultados de este moderno impul-
poder. Todo ello ocurrió y ocurre, acaso sea inevi- so hacia la delimitación y clasificación de formas de
table, y con distintas formas y grados sucede en casi conocimiento, según criterios tales como los obje-
toda disciplina. Me refiero más bien a que, como su- tos de estudio y métodos de investigación, fue la dis-
cede con todos los campos de conocimiento, la ins- gregación de los grandes cuerpos premodernos de
titucionalidad misma del discurso histórico, como conocimiento, que se mantuvieron, hasta bien en-
disciplina académica formalizada, se rige por nor- trada la modernidad, en disciplinas específicas, tal
mas y valores que no sólo le otorgan a determina- y como ocurrió con la filosofía. Parte de la activi-
das posiciones y visiones mayor repercusión que a dad cognitiva que hoy día se divide en numerosas
otras, sino que orientan las preguntas y respuestas ciencias naturales, estuvo previamente amparada
legítimamente susceptibles de ser planteadas al inte- bajo la usualmente llamada filosofía natural, y par-
rior del campo. Normas y valores que han sido mol- te de la realidad cubierta hoy día por ciencias socia-
deadas, en gran medida, a partir de lo que dicta la les como la psicología caía previamente, no obstante
versión hegemónica de la modernidad. Lo cual nos las enormes diferencias en los objetivos buscados y
lleva al tema de los posibles vínculos entre la histo- métodos empleados, en la filosofía a secas o, si se
ria como disciplina y otras formas de trabajo menos prefiere, en la denominada antropología filosófica.
disciplinarias. El caso de la historia, como ya se mencionó, es bas-
tante particular, pues de las numerosas ciencias so-
ciales existentes hoy día es una de las pocas que, al
II. Historia y estudios no-disciplinarios menos en Occidente, se constituyó desde sus ini-
cios como una actividad epistémica diferenciada de
Historia y multidisciplinariedad académica las demás. Basta recordar, por ejemplo, que mien-
tras en su Poética Aristóteles llama la atención sobre
A primera vista, pareciera que los temas que se han la inexistencia de un concepto que abarcara lo que
venido tratando tienen poca relación con el de la se- hoy llamamos literatura,45 sí existían ya las nocio-
gunda parte de este ensayo: las posibles relaciones nes de filosofía y de historia, disciplinas con las que
de la historia como disciplina con los estudios no- Aristóteles compara el tipo de escritura representa-
disciplinarios. Sin embargo las relaciones existen, do por la tragedia y la comedia.46
y si bien ello debería quedar claro al final de estas
reflexiones, conviene adelantar aquí una considera-
ción muy general al respecto. 45
  “Pero hay también un arte que emplea sólo el lenguaje, en
Uno de los grandes impulsos epistémicos de prosa o de forma métrica combinando metros o utilizando de un
la modernidad ha sido el intento de distinguir y solo tipo. Este arte todavía sigue sin nombre”. 1447 b
46
  Para Aristóteles, la historia refiere lo acontecido, mientras
clasificar tanto las innumerables facetas de la rea-
la poesía lo que podría acontecer, por lo que, para él, mientras la
lidad, como las del conocimiento humano sobre primera se limita a lo concreto la segunda es más universal y, en esa
ellas. Como parte de este impulso ha producido una media, superior. Cfr. 1451 b
28 Bernal Herrera Montero

En Occidente, la historia, como ya vimos, ligioso, al ser hechas por primera vez, arriesgaron
fue concebida durante la mayoría de su larga exis- ser vistas no solo como erróneas, una posibilidad
tencia como una forma muy amplia de actividad normal prevista en toda disciplina, sino como he-
intelectual, generadora de un conocimiento cuya chas a contramano de lo que se consideraba válido
importancia rara vez fue cuestionado de manera sis- en disciplinas como la filosofía o, cada vez menos,
temática, y que la modernidad juzgó como funda- en historia.
mental para emprender muchos de sus proyectos. Los límites definidos por cada disciplina, ne-
No fue sino a mediados del siglo xix, con el positi- cesarios para que ésta pueda existir como tal, son
vismo, que la historia, como las otras ciencias socia- una de las razones que hacen necesaria, o al menos
les que empiezan a surgir como tales en esa época, conveniente, la inter-, la multi- y la transdisciplina-
va convirtiéndose en una disciplina altamente for- riedad, las que englobaré aquí bajo el término de
malizada. Un desarrollo que sin duda le dio mayor no-disciplinariedad: una forma de trabajo tal vez in-
rigor a su actividad, pero al precio de disminuir sus adecuada o poco atractiva para la mayoría de quienes
interacciones con otras formas de trabajo intelec- practican una disciplina pero que, para quienes se
tual, con algunas de las cuales antes tuvo una rela- interesan en esta modalidad, posibilita definir y en-
ción más cercana. Como ocurre con tantas otras carar problemas desde otras perspectivas, así como
disciplinas, esta situación ha llevado a algunas de visualizar otros objetos y problemas de estudio. La
las personas que practican la historia a plantearse la no-disciplinariedad posibilita, e incluso fomenta,
necesidad de analizar la posibilidad de emprender plantearse preguntas, utilizar información y buscar
formas de trabajo histórico algo menos disciplina- respuestas que los límites disciplinarios no impul-
rias, más abiertas a otras disciplinas y, en general, a san, y a veces ni siquiera permiten, ampliando así
otras formas de actividad epistémica. En resumen, los límites de lo que resulta inteligible y razonable,
que las particularidades del desarrollo de la histo- con todas las ventajas y también riesgos que dicha
ria como disciplina el último siglo y medio, un desa- ampliación conlleva.47
rrollo fuertemente influido por la noción de ciencia El caso del discurso histórico es muy intere-
y la concomitante necesidad de formalizar y estipu- sante. Su aparición en Occidente, muy anterior a la
lar los límites de lo legítimamente realizable en su modernidad, antecede por siglos a la mayoría de las
interior, es justo lo que ha llevado a plantearse la otras ciencias sociales, lo que le permitió operar por
conveniencia de debatir posibles formas de trabajo mucho tiempo con materiales y formas de trabajo
no-disciplinario. Lo cual evidencia la relación entre que hoy día serían propios de otras disciplinas. Se
los temas tratados en la primera parte de este ensayo dice que Herodoto entrecruzó la historia y la geo-
y los que se tratarán en esta segunda parte. grafía, que Tucídides le incorporó elementos que
Nadar contra corriente al interior de una dis- hoy serían de ciencias políticas, e Ibn Jaldun de lo
ciplina es factible, pero todas ellas necesitan intro- que hoy sería sociología. En Maquiavelo la historia
yectar en sus practicantes determinadas reglas de se imbrica con la filosofía, las ciencias políticas y la
producción y transmisión de conocimiento, pues psicología. Las crónicas de los siglos xvi y xvii so-
sólo esto les permite delimitar qué es válido pre- bre las empresas europeas en América, antes vistas
guntarse, y qué tipos de respuestas son legítimas, en como materiales puramente históricos, hoy día son
cada disciplina. Ello implica definir el rango discur- también parte del canon literario latinoamericano,
sivo considerado legítimo en su interior; entre más y algunas son vistas como anticipos de la futura et-
se desvíe un discurso de las reglas disciplinarias, ma- nografía.48 Así que en Occidente, y probablemente
yor es el peligro de no obtener ninguna repercusión,
e incluso de volverse ininteligible en su interior. Así,
47
afirmaciones como que el colonialismo ibérico del   Un trabajo clásico afín a este tema es Morin, Introducción,
1998.
siglo xvi es parte integral de la modernidad tem- 48
  Es el caso, por citar un único ejemplo, del texto que fray
prana, o que la modernidad en su conjunto deriva Ramón Pané escribe hacía 1498: Relación acerca de las antigüeda-
algunas de sus principales matrices del discurso re- des de los indios, y recientemente considerado el primer material
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 29

en otras culturas, el discurso histórico fue durante ciplinas habían sido parte del ámbito de otras disci-
siglos bastante híbrido, en parte por la escasez de plinas previas, lo que en principio podría favorecer
otras disciplinas formalmente constituidas que hi- su colaboración. Otro tanto puede decirse de los
cieran suyos ciertos ámbitos y perspectivas de la métodos y teorías, que pueden ser o no comparti-
realidad sociohistórica, y en parte por la inexisten- dos por diferentes disciplinas.
cia en esa época de métodos tan formalizados como La colaboración no-disciplinaria encuentra
los actuales. distintos obstáculos. Algunos son meramente admi-
En ciencias sociales la proliferación de disci- nistrativos, pero no por ello menos difíciles de supe-
plinas, iniciada en el siglo xix como parte del im- rar, como los derivados de las divisiones académicas
pulso moderno de crear sistemas de clasificación y universitarias en escuelas, departamentos y faculta-
rejillas epistémicas diferenciadas, tuvo paralelismo, des, divisiones a menudo percibidas como fronteras
por ejemplo, en las clasificaciones zoológicas y bo- fijas que hacen de quienes las traspasan una especie
tánicas que habían surgido en el xviii y las pinturas de inmigrantes ilegales epistémicos. Otros son más
de castas del México del mismo siglo. En estas últi- de fondo, como los derivados de diferencias teóri-
mas el género humano, cuya unidad se asume como cas, metodológicas y de objeto de estudio. Son és-
idea central del cristianismo y de la modernidad, era tas las que hacen interesante, y en muchos casos
clasificado en dieciséis categorías según la composi- necesaria, la colaboración no-disciplinaria, en tanto
ción racial de la persona. A contramano de la ideali- ésta permite ampliar las preguntas y respuestas sus-
zación que transmiten algunas de estas imágenes, la ceptibles de ser planteadas. Es claro que numerosas
clasificación étnica que ellas expresaban, disemina- preguntas, acaso la mayoría, pueden y deben ser re-
ban, legitimaban y reforzaban, era parte vital de un sueltas disciplinariamente, pero otras, y a menudo
violento sistema de estratificación que además de ét- las de más fondo, se resisten a este abordaje.
nico era también, y sobre todo, social y económico.49 También al interior de las disciplinas existen
El conocimiento no escapó a este impulso di- fronteras que, por justificadas que sean, pueden obs-
ferenciador y clasificador. Muy difundida fue la taculizar abordajes más integrales a ciertos temas.
clasificación que abre el primer volumen de la En- Pensemos en las crónicas de la expansión europea:
ciclopedia, publicado en 1751, que divide el cono- las hay que narran el inicio del proceso en África,
cimiento humano según la facultad humana que se América y Asia,50 y son estudiadas por los expertos
supone lo produce: memoria, razón o imaginación. en historia de las respectivas regiones, pero no sue-
En ella la historia cubre todas las ramas del conoci- len estudiarse conjuntamente, por las fronteras defi-
miento derivado de la memoria, y se subdivide en nidas por dichas especialidades.
historia sagrada, eclesiástica, natural y civil. Por esa Afortunadamente, la colaboración entre disci-
misma época las artes se dividirán en industriales, plinas académicas es cada vez más frecuente, aunque
decorativas y bellas, y así sucesivamente. no tanto como pudiera y debiera. En esta creciente
Esta moderna proliferación de disciplinas será apertura influye el tratarse de colaboraciones entre
la que posibilite, y al mismo tiempo dificulte, las la- disciplinas igualmente amparadas a la legitimidad
bores no-disciplinarias. Las dificulta al establecer que le da su compartida pertenencia a la institucio-
fronteras que luego se vuelven difíciles de atravesar, nalidad académica. En el campo de la historia hay
y las posibilita en tanto genera diversas disciplinas vertientes cuya existencia misma depende de la co-
que pueden trabajar conjuntamente. A veces, pero laboración con otras disciplinas; caso de la historia
no siempre, los objetos de estudio de las nuevas dis-
50
  Entre las crónicas iniciales de la llegada de europeos a
otras regiones a partir del siglo xv, estarían las siguientes: para el
etnográfico europeo sobre los nativos americanos, según lo evi- caso de Canarias, las de Gadifer de la Salle y Jean de Béthencourt;
dencia José Juan Arrom en el “Estudio preliminar” que antecede a para las costas de África occidental, las de Luiz de Cadamosto y
su conocida edición del texto para la editorial Siglo xxi. Gomes Eanes de Zurara; y para la India el diario de a bordo de Ál-
49
  Un buen estudio sobre las pinturas de castas y sus com- varo Velho, que cuenta el viaje de Vasco da Gama. Las de América,
plejos significados sociales es el de Katzew, Casta (2004), 2005. claro está, inician con Colón.
30 Bernal Herrera Montero

económica, difícilmente imaginable sin la colabora- formatos, estrategias y nociones con que se articu-
ción de disciplinas como la estadística. lan.
Las fronteras entre disciplinas y, dentro de En el cine y la novela de tema o ambiente his-
ellas, entre especialidades, son válidas, necesarias y tóricos siempre interviene la categoría de “ficción”,
útiles, pero no son absolutas ni fijas sino relativas y pero debemos recordar, y esto es crucial, que dicha
cambiantes, no debiendo ser vistas como barreras categoría no se opone a la de verdad, como sí ocu-
que deslegitimen otras formas de construir pregun- rre con otras categorías, como las de falsedad, error
tas, enfrentar problemas y buscar respuestas. A fin o engaño. La ficción no es verdadera ni falsa, y su
de cuentas, si algo caracteriza la mayoría de los retos valor epistémico no requiere, aunque tampoco ex-
importantes que toda sociedad enfrenta, es su irre- cluye, una concordancia precisa entre lo que afirma
ductibilidad a una aproximación disciplinaria. y la realidad fáctica. Es gracias a este carácter de la
ficción que personajes ficticios como Julien Sorel o
Artemio Cruz pueden iluminar facetas de las reali-
Más allá de las disciplinas académicas: dades históricas en las que actúan.
historia, literatura y cine La forma en la que por siglos la historia fue
concebida y practicada, no como una disciplina aca-
Si la colaboración ente disciplinas académicas es démica sino como una forma de pensamiento, de
favorecida por su compartida legitimidad institu- captación y procesamiento de la realidad, es muy si-
cional, más polémico es un segundo tipo de cola- milar a como se conciben y practican hoy día bue-
boración no-disciplinaria: la que reúne a disciplinas na parte de la novela y el cine de tema o ambiente
académicas con actividades o ámbitos que no lo históricos. Ello no se debe a que dichas actividades
son. Una actividad que va a contramano de la pirá- estén en una etapa que la historia ya superó y que
mide epistémica moderna, cuya cima la ocupan la ellas también deberían superar, sino porque esa es
academia y la ciencia, en buena parte albergadas en su vocación. Una vocación que no depende, como
las universidades, pero también en los think-tanks, en el caso de la historia, de buscar y expresar con
centros de investigación e instituciones similares. fidelidad algún tipo de verdad fáctica. Se aplica en
Debajo de este estrato superior se ubican, en diver- ellas lo que dice Borges en “Emma Zunz” del relato
sas capas, las demás actividades e instituciones pro- que la protagonista da a la policía: que a pesar de sus
ductoras de conocimiento. Estructura piramidal falsedades y mentiras era esencialmente verdade-
que debiera ser cuestionada de vez en cuando, entre ro pues expresaba diversas verdades. Cito a Borges:
otras razones porque afecta las formas de colabora-
ción posibles entre disciplinas académicas, como la La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a
historia con actividades no-académicas pero sí pro- todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero
ductoras y portadoras de conocimiento, como la era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, ver-
novela y el cine de tema o ambiente históricos.51 dadero el odio. Verdadero también era el ultraje que
Muy distintos entre sí, estos géneros de la pro- había padecido; solo eran falsas las circunstancias, la
ducción novelística y cinematográfica comparten el hora y uno o dos nombres propios.52
buscar y encontrar en la historia inspiración y mate-
riales, lo que evidencia su interés dialógico de cara Pese a su conversión en disciplina académica, la
a la historia como disciplina. Que a la fecha este in- historia no ha abandonado uno de los objetivos cen-
terés haya encontrado poca reciprocidad puede te- trales que siempre tuvo: encontrarle o asignarle sen-
ner muy diversos motivos, tales como la convicción tido al accionar humano. Este objetivo, que le otorga
de que dichas producciones no producen ni portan una enorme relevancia social, es el mismo que im-
conocimiento válido, o las evidentes diferencias de pulsa actividades como la novela y el cine de tema o

51
  No me referiré a los documentales, que requieren un tra-
52
tamiento diferenciado.   Borges, “Emma Zunz”, en Aleph, 2014, p. 79.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 31

ambiente históricos. El discurso histórico comparte, Os sertões, de Euclides da Cunha, y La guerra del fin
además, otro vínculo crucial con la producción cine- del mundo, de Vargas Llosa, que sin ser de historia
matográfica y novelística: la narratividad como for- permiten hacerse una idea de la región sertanera y
mato básico de búsqueda y expresión de sentido. sus habitantes, de la guerra de Canudos, de los jue-
La articulación de relatos es una de las formas gos políticos que la generaron y de los que se desa-
más antiguas e importantes que la humanidad ha tan tras su fin. Vale la pena observar que el impulso
utilizado para entenderse a sí misma y al mundo, de encontrar y otorgar sentido plasmado en ambos
y su impronta es particularmente fuerte en las tres textos es tan fuerte que ellos contradicen la ideolo-
actividades cuyos vínculos estamos ahora comen- gía de sus autores. A pesar de ser Da Cunha y Vargas
tando. De las ciencias sociales, la historia es aquella Llosa defensores de una modernidad eurocéntrica,
donde es más importante la narratividad, y lo mis- sus textos no solo nos muestran las lacras de tal mo-
mo puede decirse del cine y la novela dentro del dernidad, sino que generan una fuerte empatía por
conjunto de las artes. La narración no es la única los muy anti-modernos adversarios de ésta. Pese al
forma utilizada por los discursos históricos, novelís- carácter mesiánico y anti-moderno del Conselheiro
ticos y fílmicos, pero sí una de las más recurrentes. y de Canudos, ambos textos transmiten con fuerza
Numerosos libros de historia, y la mayoría de la idea de que ese fue el único momento en que sus
las novelas y películas, articulan un relato o un con- económicamente miserables participantes lograron
junto de relatos. Este puede ser más o menos com- vivir con dignidad, sin hambre, de forma solidaria
plejo, más o menos detallado, tener más o menos y sin violencias internas. Algo que el sistema social
líneas argumentales, interpretaciones y digresio- imperante, por una mezcla de miopía y cálculo, no
nes, pero casi siempre tenemos allí un relato, un ar- toleró, como tampoco tolera hoy día ningún proyec-
gumento en el sentido narrativo del término. Y esta to alternativo, caso del zapatismo.
narratividad, menos frecuente en disciplinas como ¿Cuántas personas habrían oído hablar del
la psicología, la antropología o la sociología, o en ar- Conselheiro y de Canudos si no fuera por el texto de
tes como la pintura y la música, acerca el discurso Da Cunha y, en especial fuera de Brasil, por la nove-
histórico a la novela y el cine. la de Vargas Llosa? Una novela rigurosamente inves-
Los vínculos entre la narratividad literaria y la tigada, tanto como lo fue El reino de este mundo, con
histórica, el carácter compartido de algunos de sus la que Carpentier me generó a mí, por primera vez,
tropos retóricos y formatos básicos, han sido ana- una conciencia del significado de la revolución y la
lizados por historiadores como Hayden White;53 independencia haitianas. Los ejemplos abundan, y
mientras para el caso del cine, historiadores como cada quien tendrá sus favoritos. Lo cierto es que es-
Robert Rosenstone han argumentado el valor epis- tos textos, no siendo discursos históricos sino litera-
témico del cine histórico.54 No resumiré mal sus rios, son productores y portadores de conocimiento
buenos argumentos, pero sí diré que para entender histórico relevante.55
e imaginar, por ejemplo, un proceso como la Revo- El caso del cine es aún más interesante y po-
lución Mexicana, son de gran utilidad textos litera- lémico. La realidad histórica, tal y como la experi-
rios emblemáticos sobre el tema: de El águila y la mentamos en nuestra vida cotidiana, es mucho más
serpiente, de Martín Luis Guzmán, a La muerte de audiovisual que escrita, y se parece más a una pelícu-
Artemio Cruz, pasando por Los de abajo de Azue- la que a un libro o a un artículo. Esto pareciera ser in-
la, y películas como La sombra del caudillo, de Julio dicio de su potencial para transmitir conocimiento
Bracho, basada en la novela homónima de Martín histórico, pero a pesar de la fuerza que las imágenes
Luis Guzmán. Pienso también en el enorme valor fílmicas tienen en la imaginación colectiva, pocas
que para comprender la historia tienen textos como personas, y aún menos profesionales de la historia,
ven en el cine un instrumento válido de difusión,
53
  Ver, por ejemplo, White, Content (1987), 1992.
54 55
  Por ejemplo: Rosenstone, History, 2006; y Rosenstone,   Para el caso de América Latina véase, por ejemplo: Men-
Visions (1995), 2003. ton, Nueva, 1993; y Kohut (edit), Invención, 1997.
32 Bernal Herrera Montero

menos aún de indagación, históricas. Sin duda la sus diferencias de cara al discurso histórico acadé-
mayoría de los vaqueros y gánsteres históricos difie- mico. Los posibles aportes del cine y la literatura al
ren mucho de los fílmicos, y estos rara vez pretenden conocimiento histórico son varios: están, sin duda,
ser históricos. Sin embargo, salvo algunos especialis- sus posibilidades de llegar a un público muy amplio,
tas, la imagen que tenemos de ellos ha sido mayori- pero también su vocación y experiencia escenifican-
tariamente generada por estos géneros fílmicos. Esta do la subjetividad humana. El discurso histórico no
capacidad persuasiva, claro está, no le añade nada al es, claro está, un recuento de lo fáctico, como pueden
poco o incluso nulo valor histórico de la mayoría serlo algunas de las crónicas escritas en el medioevo,
de dichos films, pero sí nos induce a pensar sobre el sino el resultado de arduos procesos de búsqueda,
enorme potencial del cine para generar y transmitir tamizaje, selección, organización, interpretación y
imágenes y conocimientos sobre la historia. re-interpretación de hechos, procesos epistémicos
Aunque no de manera sistemática, esto ya se articulados y mediados por diversas nociones, mé-
ha hecho.56 Un ejemplo interesante es El retorno de todos y teorías. Pero lo cierto es que rara vez lidia
Martin Guerre, de Daniel Vigne, película basada en con la inaccesible subjetividad de sus personajes in-
una historia real. La historiadora Natalie Zemon dividuales y colectivos. Los sujetos en cuyos rostros
Davis, quien trabajó como asesora del film, parece se refleja el sufrimiento, el miedo, la esperanza y el
haber sido impactada por la experiencia. No sólo es- gozo no suelen estar en el discurso histórico, sino
cribió luego un libro homónimo de historia con el en otros tipos de discursos. Sin embargo, esos suje-
mismo tema,57 que casi puede leerse como una no- tos fueron los agentes de la historia, sus creadores
vela, sino que su trabajo profesional es atípico en y sus víctimas, y sin ellos falta una parte importante
que no teme combinar una gran rigurosidad históri- de la historia, de sus posibles sentidos.
ca con una cierta libertad para imaginar a sus perso- Sólo se puede especular sobre las motivacio-
najes. Tal es el caso de su libro Trickster`s Travels,58 nes subjetivas que influyeron en los actores y pro-
que sigue la azarosa vida de Hasan bin Muhammed, cesos históricos. Se puede saber que uno de sus
más conocido como León el Africano, el diplomá- personajes era huérfano o muy apegado a sus pa-
tico, aventurero y geógrafo musulmán con tintes de dres, que pertenecía a un grupo marginado o privi-
historiador, que vivió en el siglo xvi, y que es un tex- legiado, que había sido exitoso o no en el amor y en
to tan apasionante como León el Africano, la novela los negocios, y un etcétera casi infinito. Pero nun-
de Amin Malouf sobre el mismo personaje. Poste- ca sabremos a ciencia cierta cómo procesó esas ex-
riormente, en Slaves on Screen: Film and Historical periencias, qué impacto tuvieron en su conducta y
Vision, Davies59 reflexionó sobre el film como so- su forma de ser. A fin de cuentas, a veces no tene-
porte de conocimiento histórico, utilizando el tema mos claros ni siquiera nuestros propios motivos,
de la esclavitud. Aún más allá va el ya mencionado condicionantes y traumas. Una materia tan inasi-
Rosenstone, quien reivindica el cine no sólo como ble, tan especulativa, como la subjetividad, difícil-
soporte sino también como herramienta de conoci- mente puede ser materia del discurso histórico. Sí
miento histórico. es materia propia, en cambio, de la novela y el cine.
Cada vez más historiadores empiezan a consi- Las subjetividades que ellas construyen y escenifi-
derar la literatura y el cine no sólo como materiales can son especulativas, pero también lo es, en diver-
históricos, sino como formas para aproximarse a la sos grados, el discurso histórico. La historia la hacen
historia, indagarla y diseminarla, válidas a pesar de sujetos individuales y colectivos que actúan desde
identidades y motivaciones personales y colectivas,
56
  Dos volúmenes colectivos brindan una panorámica del es- y sin éstas la historia no está completa. Especular, de
tado del debate a principios y fines de la década pasada. En el 2001 forma razonable y con base en la evidencia disponi-
aparece: Landy (edit.). Historical, y en el 2009 Hughes-Warrington ble, sobre las subjetividades que intervinieron en un
(edit.). History, 2009.
57
  Zemon Davis, Return, 1983.
proceso histórico, es una de las cosas que el cine y
58
  Zemon Davis, Trickster`s, 2006. la novela hacen de manera mucho más constante y
59
  Zemon Davis, Slaves, 2000. persuasiva que el discurso histórico académico.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 33

Tres niveles de la historia pese a lo cual la industria cinematográfica mexica-


na escasamente lo ha tocado. Basta comparar la can-
Todo lo anterior me permite arribar al último tema tidad de películas que posiblemente ha visto un
de este ensayo. Suelen mencionarse dos acepciones mexicano, o para el caso un latinoamericano, sobre
principales de la palabra “historia”: como conjunto temas como los bíblicos, romanos, de monarquías
de los hechos acaecidos a una persona o colectivi- europeas, de indios y vaqueros, de gánsteres o de la
dad, y como disciplina que estudia y expone dichos Segunda Guerra Mundial, con las que pueda haber
hechos. A veces se añade una acepción peyorativa: visto sobre la conquista y colonización de México.
narración inventada, chisme, pretexto, etc. Estas Apocalypto (2006), de Mel Gibson, fue casi unáni-
acepciones plantean dos posibilidades de la historia memente criticada por su imagen cruel y violenta
en tanto discurso: una asociada al rigor, el conoci- de los mayas. La crítica era correcta, pero no solo
miento y la verdad, y otra a la mentira, el engaño y el era difícil esperar otra cosa de Hollywood, sino que
chisme. Un sentido legítimo y noble, otro ilegítimo más criticable aún resulta el que la industria cine-
y degradado. Pero existe un tercer nivel de la historia matográfica mexicana le haya dado tan poca impor-
como discurso: la narración que una colectividad se tancia a una historia tan dramática, cinematográfica
cuenta a sí misma para dotarse de una identidad, y apasionante, además de crucial en el imaginario
construirse una tradición y un pasado, darle sentido nacional, latinoamericano y global. Entre las pelícu-
a este y a su presente, e intentar articular proyectos a las más interesantes y valiosas sobre el tema de los
futuro. Para explicarse cómo llegó donde está y ha- mundos prehispánicos mexicanos y su choque con
cia dónde puede y quiere moverse. Lejos de ser una los europeos están Retorno a Aztlán/In necuapalizt-
acepción minoritaria, este tercer nivel de la historia li in Aztlan (1990), filmada en náhuatl, y Eréndira
es el único, o el principal, que maneja la mayoría de Ikikunari (2006), filmada en purépecha, ambas del
los miembros de una colectividad, y si bien no se mexicano Juan Mora Cattlet. Estos filmes constitu-
basa únicamente en conocimiento académico tam- yen indagaciones en la historia prehispánica y de la
poco suele ser un mero conjunto de falsedades. Más conquista que no intentan reconstruir la realidad
bien suele tratarse de un relato muy general, caren- histórica en un lenguaje hollywoodesco de aparien-
te de matices y basado en hechos convenientemente cia realista, como Gibson, sino indagar en la historia
seleccionados. Sin duda sería preferible que sus re- de modo muy imaginativo, crear una imagen de esos
latos fueran más rigurosos, más atentos a los hallaz- mundos con una narrativa y un lenguaje visual que
gos de la historia académica, pero el hecho es que se alimentan de los códices indígenas. Son pelícu-
también otras fuerzas actúan en su articulación. Así, las que reflexionan sobre la historia, que producen y
uno de sus principales modos de diseminación e transmiten un tipo de conocimiento sobre ésta.
implantación es la educación primaria y secundaria, La investigación y el discurso histórico acadé-
que se supone basada en el conocimiento académi- micos son de enorme importancia, y sus labores son
co, pero en la que intervienen otros factores como insustituibles. Pero si se desea que sus hallazgos ten-
las tradiciones orales; los intereses sociales, econó- gan un impacto más allá de un reducido público de
micos, culturales y políticos; los medios de comu- especialistas, que influya de manera más decidida
nicación colectiva; así como muy disímiles relatos en la historia como narración que una colectividad
e imágenes, a veces muy concretas. Pensemos, por se cuenta a sí misma para entenderse, afirmarse y re-
ejemplo, en la influencia que las imágenes del mu- novarse, debe buscar formas de indagar, o al menos
ralismo mexicano han tenido en la imagen colectiva de transmitir, conocimiento más allá de las publica-
de la conquista y colonización españolas, y compa- ciones académicas. Casi quinientos años después de
rémosla con la muy débil que ha ejercido el cine y la un acontecimiento de la magnitud e importancia de
novelística en este tema. la caída de Tenochtitlán, ¿cuántos mexicanos, cuán-
Pocas historias hay que se presten más para tos latinoamericanos, por no mencionar cuántas
una amplia producción de novelas y películas que personas de otras partes del globo, tienen claro que
la llegada de los españoles a lo que hoy es México, buena parte de la batalla fue entre ejércitos indíge-
34 Bernal Herrera Montero

nas, y no entre un puñado de españoles y el ejército Braudel, F., Civilization and Capitalism. 15th-18th
azteca? Esto lo saben perfectamente quienes estu- Century (1979), New York: Harper & Row,
dian el tema. ¿Basta que sea así? 1982-1984.
México, como nación, probablemente tendría Chomsky, N., Profit over People. Neoliberalism and
otra imagen de sí misma si ese conocimiento histó- Global Order, New York: Seven Stories Press,
rico, y no la leyenda del puñado de españoles que 1999.
derrota a ejércitos enteros, articulara la versión de la Comte, Augusto, Discurso sobre el espíritu positivo
conquista imperante en el imaginario colectivo. (1844), Buenos Aires: Aguilar, 1980.
Este tipo de desconocimiento, sobre temas Corsi, Elizabetta (coord.), Órdenes religiosas en-
igualmente álgidos, es frecuente a nivel global. tre América y Asia. Ideas para una historia
¿Cuántas personas tienen claro que durante siglos misionera de los espacios coloniales, México:
las sociedades musulmanas fueron el refugio más El Colegio de México, 2008.
seguro para los judíos perseguidos en las socieda- Culler, J., Structuralist Poetics. Structuralism, Linguis-
des cristianas occidentales, que Europa resolvió su tics, and the Study of Literature (1975), Ithaca,
larga historia de discriminar y masacrar judíos dán- New York: Cornel University Press, 1988.
dole a estos no una parte de su territorio, sino una De Azurara, G. E., The Chronicle of the Discovery and
tierra habitada durante siglos por musulmanes? ¿Se Conquest of Guinea. London: Hakluyt Society,
tendría la misma imagen de los conflictos en el Me- 1896 (vol. i) y 1899 (vol. ii).
dio Oriente si estos datos circularan y fueran asimi- De Vitoria, Francisco, Reelecciones. Del Estado, De los
lados? Indios y Del Derecho de la Guerra (1557), Méxi-
Si la historia académica se refugia y dialoga so- co: Porrúa, 1985.
lamente al interior de la academia, la articulación Dousse, Michel, Dieu en guerre. La violence au coeur
de relatos colectivos queda en otras manos. ¿Para des trois monothéismes, Paris: Albin Mchel, 2002.
quienes debe prioritariamente producirse conoci- Dussel, Enrique, 1492. El encubrimiento del Otro.
miento histórico, al gremio o a la colectividad? Los Hacia el origen del “mito de la modernidad”, La
formatos académicos, ¿son los mejores para comu- Paz: Plural–umsa, 1994.
nicarse con la colectividad? Ciertas especialidades Elliot, John H., El viejo y el nuevo mundo, 1492-1650
de la historia han incorporado herramientas mate- (1970), Alianza Editorial, 1972.
máticas, ¿podrán incorporar también herramientas Fischer, S., Modernity Disavowed. Haiti and the Cu-
como las audiovisuales? Vale la pena plantearse es- lures of Salvery in the Age of Revolution; Duke
tas preguntas. University Press, 2004
En relación con productos como las películas y Flori, Jean, Guerre sainte, jihad, croisade. Violence et
novelas de tema o ambiente históricos, los académi- religion dans le christianisme et l`islam, Paris:
cos no pueden controlar lo que estas digan, pero no Seuil, 2002.
por ello deberían prescindir de los muchos diálogos Grüner, Eduardo, La oscuridad y las luces. Capitalismo,
y colaboraciones posibles con estas y otras prácticas cultura y revolución, Buenos Aires: Edhasa, 2010.
culturales. Diálogos que, cuando se han dado, han Habermas, J., The Philosophical Discourse of Moder-
probado no ser fáciles pero sí fructíferos. nity (1985), mit Press, 1987.
Hegel, G. W. F., Lecciones sobre la filosofía de la histo-
ria universal (1837), Madrid: Revista de Occi-
Fuentes dente, 1974.
Herrera, Bernal, “El surgimiento de la Modernidad:
Borges, Jorge Luis, “Emma Zunz”, en El Aleph, Mé- epistemología y dominio”, en Pensares y Que-
xico: Debolsillo, 2014. haceres. Revista de Políticas de la Filosofía, Mé-
Boxer, Charles R., A Igreja Militante e a Expansão xico: Asociación Iberoamericana de Filosofía
Ibérica 1440-1770 (1978), São Paulo: Com- y Política, números 7 y 8, septiembre 2008–
panhia Das Letras, 2007. marzo 2009, pp. 107-119.
Discurso histórico, modernidad, ciencia e interdisciplina. Reflexiones no-disciplinarias 35

Hinkelammert, Franz J., Sacrificios humanos y socie- Pané, Fray Ramón, Relación acerca de las antigüeda-
dad occidental: Lucifer y la bestia (1991), San des de los indios, México: Siglo xxi, 1974.
José, Costa Rica: dei, 1998. Patterson, O., Slavery and Social Death. A Compara-
Hörnquist, Mikael, Machiavelli and Empire, Lon- tive Study (1982), Harvard University Press,
don: Cambridge University Press, 2004. s.f.
Hughes-Warrington, M. (edit.), The History on Film Pétré-Grenouilleau, Olivier, Les traites négrières. Essai
Reader, London and New York: Routledge, d´histoire globale (2004), Paris: Gallimard, 2009.
2009. Quijano, Aníbal, “Colonialidad del poder, eurocen-
Husserl, Edmundo, La filosofía como ciencia estricta trismo y América Latina”, en La colonialidad
(1911), Buenos Aires: Nova. 1973. del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, Bue-
Jaldun, Ibn, Introducción a la historia universal, Méxi- nos Aires: Clacso, 2003, pp. 201-246.
co: Fondo de Cultura Económica, 1977. Schmitt, C., Political Theology (1922), University of
James, C. L. R., Black Jacobins. Toussaint L’Ouverture Chicago Press, 2005.
and the San Domingo Revolution (1938), USA: Rosenstone, R., History on Film/Film on History,
Vintage Books Edition, 1989. London: Pearson, 2006.
Katzew, Ilona, Casta Painting. Inages of Race in __________, Visions of the Past. The Challenge of
Eighteenth-Century Mexico (2004), Yale Uni- Film to Our Idea of History (1995), Cambrid-
versity Press, 2005. ge: Harvard University Press, 2003.
Kohut, Karl (edit.), La invención del pasado: la no- Silverblatt, I., Modern Inquisitions. Peru and the Colo-
vela histórica en el marco de la posmodernidad. nial Origins of the Civilized World (2004). Dur-
Frankfurt-Madrid: Iberoamericana, 1997. ham: Duke University Press, 2006.
Landy, Marcia (edit.), The Historical Film. History Stangos, N. (ed.), Concepts of Modern Art (1974),
and Memory in Media, New Brunswick: Rut- London: Thames and Hudson, 1994.
gers University Press, 2001. Schaff, Adam, Historia y Verdad (1971), México:
Lécrivain, Philippe SJ., Les missions jesuites. Pour une Grijalbo, 1974.
plus grande gloire de Dieu (1991), Découvertes Strauss, L., Thoughts on Machiavelli (1958), Univer-
Gallimard, 2005. sity of Chicago Press, 1992.
Locke, J., Two Treatises of Government (1689), varias Todorov, Tzvetan, La conquista de América. El pro-
ediciones. blema del otro (1982), Buenos Aires: Siglo xxi
Losurdo, Domenico, Contrahistoria del liberalismo Editores, 2003.
(2005), El Viejo Topo, s.f. White, H., The Content of the Form. Narrative Dis-
Machiavelli, N., Discourses on the First Ten Books of course and Historical Representation (1987),
Titus Livius (1531), varias ediciones. Baltimore: Johns Hopkins University Press,
__________, The Prince and The Discourses. New 1992.
York: Modern Library College Editions, 1950. Whitney, C., Francis Bacon and Modernity, Yale Uni-
Mansfield, Harvey, Machiavelli´s Virtue (1996), versity Press, 1986.
London: University of Chicago Press, 1998. Williams, E., Capitalism and Slavery (1944), Virgi-
Marx, Karl y Friedrich Engels, Acerca del colonialis- nia: The University of North Carolina Press,
mo, Moscú: Editorial Progreso, 1981. 1994.
Menton, Seymour, La nueva novela histórica en Amé- Zemon Davis, N., The Return of Martin Guerre,
rica Latina, 1979-1992, México: Fondo de Cambridge: Harvard University Press, 1983.
Cultura Económica, 1993. __________, Trickster`s Travels: A Sixteenth-Cen-
Morin, Edgar, Introducción al pensamiento complejo, tury Muslim Between Worlds, New York: Hill
Barcelona: Gedisa Editorial, 1998. and Wang, 2006.
Newitt, M. (edit.), The Portuguese in West Africa, __________, Slaves on Screen: Film and Historical
1415-1670, New York: Cambridge University Vision, Cambridge: Harvard University Press,
Press, 2010. 2000.

You might also like