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La lectura futura Anthony Grafton Grounds. Como era hijo de inmigrantes judios pobres habia estudiado en fel City College, en la universidad pablica. De alguna manera, a pesar de tener poco dinero y escaso apoyo, logré escribir un libro extraordinario, en el que situaba alos movimientos intelectualesyliterarios norteamericanos, surgids desde finales det siglo XIX hasta su propia época, en un contexto hist6rico que evocaba con gran riqueza de detalles. Una institucin fue la que hizo posible su obra: la Biblicteca Publica de Nueva York sita entre la Quinta Avenida y la calle 42. Mas tarde, Kazim recordaria que . Sin abandonar Manhattan, Kazim viaj6 en sus lecturas a ‘ciudades pequetias y solitarias, pueblecitos de las praderas, universidades aisla- das del mundo, polvorientos despachos de-abogados, revistas de Ambito nacional, y ‘academias' de provincias donde nadie sospechaba que aquellos j6venes repor- teros, pasantes, bibliotecarios y profesores de aspecto obediehte resultarfan ser Willa Cather, Robert Frost, Sinclair Lewis, Wallace Stevens o Marianne Moore». Es una historia vieja y reconfortante: chico o chica aficionado a los libros centraen una biblioteca fresquita y sombria, y descubre la soledad y la libertad. Pero durarte los éltimos diez afios, més 0 menos, las ciudades del libro no han sido ni ‘mucho menos lugares tranquilos. Los ordenadores e Internet han transformado 1a lectura de forma mucho mis radical que cualquier otra tecnologia desde la ‘mprenta;y durante los ikimos cinco aitos Google ha estado desarrollando un pro- yeeto ambicioso: el Buscador de Libros Google (Goggle Book Search). El objetivo ‘de Google, en sus propias palabras, es , pre- dijo en un articulo en The Times que «todos los libros del mundo» se convertirian en «an dnico tejde Muido de palabras c ideas conectadas entre si. El usuario de la biblioteca electrénica podria reunir «todos los textos ~pasados y presentes y en ‘todas las lenguas- sobre un tema en concreto>, y asi gunarfa «una idea més clara de lo que como civilizacion y como especie sabemos y dejamos de saber>. Otros than evocado panormicas aiin mas ut6picas, como por ejemplo la de un archivo “universal que no s6lo contendria todos los libros y articulos sino todos los docu- ‘mentos existentes, formando la base para una historia total de la raza humana. De hecho, Internet no nos va a traer una biblioteca universal y mucho menos ‘un registro enciclopédico dela experiencia humana. Ninguna de las empresas que des- arrllan estos proyectos de digitalizacionaspira a crear nada parecido, Elbombo publ citaro la ret6rica dffcaltan la comprensién delo que Google, Microsoft y las bibl tecas que cooperan con ellos estin haciendo en realidad. Es evidente que hemos llegado ‘un ruevo hito en la historia de la producci6n de textos. Bn muchos frentes, las publi caciones perisdicas y ls libros esti dejando paso a los Alar a otros formatos elec- trénicos. Pero las revista y los libros siguen vendiendo muchos ejemplares. La carte 1a por dgializarlos documentos escritos es otro ms de la serie de momentos crticos en la anga historia de nuestro impulso de acurmular,almacenar y recuperarinforma- ci6n con eficencia. No resulta en la infotopia que vaicinan Io profetas sino en un riimero de nuevas ecologias de Ia informacién, todas ella un teto, en las que lecto- res, excritores y productores de textos habrin aprendido a sobrevivir. Ya en el tercer milenio ac. los escribas mesopotiimicos empezaron a catalo- gr las tablilas de barro de sus colecciones. Para facltar la localizacién, aiadian ‘un apéndice con una descripcién del contenido a los cantos de las tablillas, y para faciltar una répida identficacion de los textos relacionados utilizaron el almace- nado sistemitico. La coleccién més importante y ms famosa de la Antigiiedad, a biblioteca de Alejandra, tenia, en lo que a ambicién y métodos se refiere, mucho «en comtin con los proyectos de Google. Fue findada sobre 300 a.. por Tolomeo I «que habia heredado Alejandra, una ciudad nueva, de Alejandro Magno. Historia- dor aficionado a la poesia, Tolomeo decidié amasar una coleccién exhaustiva de cobras griegas. Al igual que Google, la biblioteca desarroll6 un procedimiento ef- ciente para obtener y reproducir textos. Cuando un barco atracaba en Alejandra, todoslos pergaminos que tuviera a bordo se confiscaban y eran llevados a la biblio- teca, Los empleados hacian una copia para los duefios y almacenaban los origina les ex montones hasta que pudieran ser catalogados. En su momento de mayor splendor, contenia mas de medio mill6n de pergaminos, un etimulo de informa cién que oblig6 alos bibliotecarios a desarrollar nuevos métodos de organizaci6n, Por primera vez, las obras fueron almacenadas por orden alfabético. Sciscientos aiios después, Eusebio, historiador y obispo de Cesérea, ciudad costera de Palestina, euni6 escrtos cistianos en la biblioteca local. También inven- 6 unsistema de referencias eruzadas conocido como etablas eanénicas> (Check con Lito) que permitia a los lectores encontrar pasajes paralelos en los cuatro Evange- los, un sistema que el investigador James Q’Donnell recientemente denomin6 el primer conjunto mundial de fot Zn, conexiones inmediatas. Como habil empren- dedor que era, Eusebio puso en marcha un equipo de secretaris y eseribas para prodcir Bilias que incluyeran esta nueva herramienta de estudio; en los ais trein- ta del III siglo, el emperador Constantino le hizo un pedido de go Biblias de per- sgamino codlficadas (Codex) para las iglesias de su nueva ciudad, Constantinopla. Durante toda la Edad Media las grandes bibliotecas mondstica se dedicaron a los proyectos gemelos de acumular grandes patrimonios y, en sus sortoria,elaborar y diseminar copias de textos clave. “a invencidn de la imprenta en la Europa del siglo XV transformé la tarea de bibliotecaris y lectores. En medio sigo, los impresores introdujeron en un mundo yalletado y curioso unos 28.000 titulos y millones de eemplares de libros, muchi- simos mas de los que las bibliotecas de Occidente habian legado a contener hasta entonces. Informes sobre nuevos mundos, nuevas tecnotogias y nuevas ideas sobre el universo viajaban de forma més rpida y barata que nunca. El mundo empresa- Fal de las imprentas utiliz6 ampliamente las habilidades y conocimientos tradicio- nales de ls bibliotecarios. Giovanni Andrea Buss, uno de los bibliotecarios encar- trados de la colecci6n del Papa Sixto IV, también actuaba como asesor para dos impresores alemanes en Roma, Conrad Sveynheym y Amold Pannartz, que comen- zaron a imprimir ediciones de Injo de los cksicos, editados, corregidos y en oca~ siones prologados por Bussi. Como muchos pioneros, Buss y sus socios pronto se devon cuenta de que habia sobrestimado el mercado, lo cual tuvo desastrosos resul- tados inancieros. No serian los iltimos empresarios de nuevas teenologias dl libro cen exoerimentar este tipo de dificultades, Aun asi, la formula de eruditos actuando como asesores de los impresores se convinti en algo normal en el siglo XVI, si bien en siglos posteriores la industria

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