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Revista de Lenguas Modernas, N° 24, 2016 / 103-121 / ISSN: 1659-1933

“El papel de pared amarillo” y


la ansiedad por la autoría femenina

Nazira Álvarez Espinoza


Escuela de Filología y Lingüística
Universidad de Costa Rica

Resumen
Toda sociedad desarrolla una serie de paradigmas en las conductas hu-
manas para así lograr ejercer control sobre sus individuos y mantener
el statu quo. Estos paradigmas son un abuso contra el colectivo femeni-
no mediante diferentes medidas como lo es el encierro y aislamiento del
sujeto utilizando la locura femenina como justificación. En “The Yellow
Wallpaper” [El papel de pared amarillo] de Charlotte Perkins Gilman, la
protagonista se ve envuelta en una lucha interna y externa para lograr
reclamar su autoría y así lograr reafirmarse ante la ideología patriarcal
que intenta encerrarla y clasificarla como loca.

Palabras claves: locura, autoría femenina, ansiedad, ideología

Abstract
Every society develops a series of paradigms to establish human behav-
iors as a way to exercise control over its individuals and maintain the
status quo. These paradigms are an abuse against the female collective
through means of different measures such as the imprisonment and iso-
lation of a subject by using female madness as an excuse. In “The Yel-
low Wallpaper” by Charlotte Perkins Gilman, the protagonist is in an
internal and external struggle in order to reclaim her female authorship
and thus reaffirm herself against the patriarcal ideology that tries to
imprison and classify her as crazy.

Key words: madness, feminine authorship, anxiety, ideology

Trato de describir esta larga limitación, esperando que con un poder


como el que ahora poseo y con uso del lenguaje como el que hay dentro de
ese poder, convenceré a cualquiera que le importe de que esta “vida” mía
había transcurrido bajo una pesada desventaja […]
Charlotte Perkins Gilman

Recepción: 7-10-15 Aceptación: 9-12-15


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T
oda sociedad desarrolla una en los Estados Unidos es presentado
serie de paradigmas inter- de forma sutil mediante temas como
pretativos de las conductas el matrimonio, la maternidad y la fe-
humanas a partir de las cuales se defi- minidad idealizada en “el ángel de la
ne la norma sujeta a las diferencias casa”2 . Estos aspectos reflejan la opre-
espaciales y temporales. La enferme- sión patriarcal no solo en el ambiente
dad se define como desviación de la doméstico, sino en las prácticas de la
norma establecida. En la elaboración de comunidad médica para el tratamiento
lo patológico (Montilla, 2015) interviene de enfermedades como la neurastenia,
la construcción sociocultural donde se consideradas típicamente femeninas.
incluyen no solo las leyes sino también De forma paralela, entre líneas surge
los tabúes. En Occidente, las enferme- una nueva feminidad que transgrede
dades mentales se encuentran diag- los límites establecidos al ir más allá
nosticadas a partir de las ciencias de la de los deberes tradicionales y autoafir-
psiquiatría y la psicología. La otredad marse como sujeto.
dirigida a la enajenación determina En el presente estudio se analizará
las actitudes sociales hacia la locura y el tema de la locura en la mujer escri-
construyen la percepción social. tora, personaje del texto “El papel de
“El papel de pared amarillo” [“The pared amarillo” de Charlotte Perkins
Yellow Wallpaper”] de Charlotte Per- Gilman, desde una aproximación her-
kins Gilman, cuento publicado en 1892 menéutica que contempla algunos as-
en Estados Unidos, no fue bien recibi- pectos de la crítica literaria feminista.
do por la crítica de la época debido a la
temática que trataba. La indiferencia
hacia el texto es producto de los cons- La crítica literaria y
tructos sociales de la época, en la que la violencia simbólica
la crítica femenina hacia la masculini-
dad hegemónica estaba lejos de encon- En relación con la teoría crítica del
trar el eco que tendría en épocas poste- sujeto, la inserción en la cultura se pue-
riores. La autora escribe dentro de la de relacionar con la teoría de la violencia
corriente del cuento gótico del contexto simbólica y el psicoanálisis en la medi-
del siglo XIX. Durante la primera mi- da en que estudia el daño que la sociali-
tad del siglo XX, este cuento no tuvo zación produce en la subjetividad y las
mucha importancia, pero a partir de relaciones intersubjetivas de los seres
los años setenta y ochenta la narración humanos. El costo vivencial de la expe-
experimentó un renovado interés des- riencia se hace evidente en la gestación
de la perspectiva feminista1. del conflicto intersubjetivo o lo intrapsí-
El relato de Gilman es enuncia- quico de los sujetos, los cuales aparecen
do en primera persona por una mujer como elementos culturales fundantes e
cuyo nombre no se menciona y quien inconscientes arraigados en la praxis
sufre de una depresión nerviosa. La humana y el elemento de irracionalidad
cura a la cual es sometida y el encie- sedimentado en la cultura.
rro, paulatinamente la llevan a inter- Las sedimentaciones del carácter
narse en los laberintos de la locura. El inconsciente llevan a una perpetuación
contexto social y cultural del siglo XIX de los elementos que reproducimos a
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nivel personal y cultural. Dentro de inscriben en la realidad histórico-so-


este planteamiento, la figura de la au- cial subjetiva. Al respecto como señala
torreflexión surge como la capacidad Flores (2013):
humana que permite hacer un pasaje
crítico de lo dado, de lo existente (la Debido a la violencia y a las tramas
posibilidad de esta reelaboración es la coercitivas que impregnan los procesos
causa de que defendamos falsas con- de socialización, las formas de significa-
ciencias que contribuyen a repetir la ción adquiridas pueden ser despojadas
dominación de los sujetos en función de de su capacidad simbólica. No obstan-
sus identidades). Por su parte, Bour- te, permanecen como portavoces de sig-
dieu (2000) en relación con la experien- nificaciones –reprimidas, como ocurre
cia de la identidad femenina señala: en los síntomas subjetivos o colectivos-
enmascaradas tras pseudo-naturalezas
Las mismas mujeres aplican a cual- y falsas objetivaciones. (p. 2)
quier realidad y, en especial, a las
relaciones de poder en las que están La locura y lo femenino se encuen-
atrapadas, unos esquemas mentales tran asociados desde la antigüedad3
que son el producto de la asimilación con lo oscuro y lo irracional. Las muje-
de estas relaciones de poder y que se res son construidas socialmente como
explican en las oposiciones fundadoras criaturas asociadas a la histeria y débi-
del orden simbólico. Se deduce de ahí les emocionalmente, propensas a la lo-
que sus actos de conocimiento son, por cura y a la neurosis. Esta caracteriza-
la misma razón, unos actos de recono- ción es reafirmada por la socialización
cimiento práctico, de adhesión dóxica, genérica estereotípica de los espacios
creencia que no tiene que pensarse ni excluyentes y antitéticos, en función de
afirmarse como tal, y que “crea” de al- la construcción sexo-género, de la anti-
gún modo la violencia simbólica que güedad: espacio privado femenino, es-
ella misma sufre. (p. 49) pacio público masculino. Foucault, en
El orden del discurso (1992), asevera
El análisis del cuento de Gilman se que existen tres sistemas de exclusión
plantea desde la inscripción cultural de que gobiernan el discurso: la palabra
la experiencia humana en los procesos prohibida, la separación de la locura y
de construcción cultural de los significa- la voluntad de verdad; por esta razón:
dos que involucran el contexto político
y social en la historia de la humanidad. en toda sociedad la producción del dis-
La socialización se da a partir de los curso está a la vez controlada, seleccio-
componentes esenciales de los registros nada y redistribuida por cierto número
humanos donde se inscribe la experien- de procedimientos que tienen por función
cia de las configuraciones subjetivas conjurar poderes y peligros, dominar el
también a partir de las significaciones acontecimiento aleatorio y esquivar su
construidas, de imágenes, sueños y sen- pesada y temible materialidad. (p. 14 )
saciones del sujeto y su individuación.
La simbolización amplía las inter- La identificación de las textualida-
pretaciones de la visión del mundo y des como escenarios donde se interre-
por medio de la significación estas se lacionan las formas de socialización a
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través de los formatos lingüísticos so- La locura femenina


cialmente compartidos (simbolizados)
y las figuras no lingüísticas (presimbó- El siglo XIX estuvo caracterizado
licas y desimbolizadas) en las formas por el progreso científico que se tra-
de socialización y las configuraciones dujo en una época de grandes cambios
subjetivas, permite analizar estos ele- en el mundo occidental. La investiga-
mentos en los personajes literarios. ción y la búsqueda del conocimiento
La lectura e interpretación del tex- durante este siglo en la medicina per-
to de Gilman, desde la crítica literaria mitió una mayor comprensión de la
feminista, ha permitido reivindicar el mente humana con el nacimiento de
silencio y la indiferencia inicial con los la psiquiatría. Durante el siglo XIX, la
cuales fue recibido: locura fue considerada como una en-
fermedad mental y desde entonces se
“The Yellow Wallpaper” can be inter- cambió la forma de percepción y trata-
preted as a woman’s struggle to free miento de la insania. Así,
herself from the oppressive forces in her
life where her madness is her freedom New asylums were built in Victorian
and the attempts to cure her are the England and became a source of na-
oppressors’ tools. In her article, ‘Doctor- tional pride for how progressive and
ing “The Yellow Wallpaper”’, Jane F. efficient these new institutions were.
Thrailkill points out that feminist crit- At this time it was still customary
ics interpreted the rest-cure as “para- for the rich to be treated at home or
digmatic of the patriarchal silencing of in private care so these asylums were
women” (Thrailkill, 526) and feminist mainly used for middle and lower class
theory interprets the narrator’s journey patients. (Sigurðardóttir, 2013, p. 3)
into madness as her means of escape
from the oppression of the patriarchy. El tratamiento de los enfermos
The more removed from reality she be- mentales cambió a medida que la per-
comes, the more freedom she has, and cepción de los pacientes se modificó.
the style of Gilman’s writing through- Así, como afirma Sigurðardóttir (2013):
out the story can be seen as a collabo-
ration of this theory. (Sigurðardóttir, harsh treatment of the mentally ill
2013, p. 20) could in part be blamed on the fact that
the perception of these patients up un-
La posibilidad de analizar la cons- til the nineteenth century was that of
trucción cultural sobre la locura en criminals and idiots, and asylums were
los textos literarios que presentan all but places of horror, filled with the
esta experiencia humana, desde una criminally insane. With the reforms of
perspectiva de la crítica textual psi- the nineteenth century, this changed,
coanalítica, permite abordar la re- and the mentally ill were seen as “sick
presentación textual a partir de la humans needing care” instead. With
herménutica y la construcción de sen- this progress, the public’s perception
tidos en el estudio del desciframiento began changing as well (Showalter,
de significados y relacionarlos con la The Female Malady, 6) and interest-
crítica literaria feminista. ingly, the popular image shifted from
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that of the bestial madman of the eigh- lugar y un papel social considera-
teenth century, to the less threatening do como garante de su salud mental.
but troubled mad-woman. (p. 3) Nuestra cultura patriarcal ha utili-
zado diversos recursos materiales y
La imagen de lo femenino (Hidalgo, simbólicos para mantener dicha iden-
2003) ha sido considerada un “continen- tificación, tales como los conceptos y
te oscuro, como aquello siniestro que se prácticas del rol maternal, la función
vuelve inabordable para la conciencia” materna, el ejercicio de la maternidad,
(p. 54). De acuerdo con la autora, esta el deseo maternal, el ideal maternal,
imagen contribuye con la mistificación etc. (Burin, 1990, p. 6)
de la feminidad, la cual puede ser de-
velada desde un estudio que compren- El ejercicio de la violencia en contra
da la hermenéutica y el psicoanálisis, de las mujeres ha prevalecido bajo di-
así como una perspectiva sociohistórica ferentes manifestaciones temporales,
(Lorenzer 1986; Pietzcker 1992; Ragu- espaciales y geográficas. La imposi-
se 1993, citados en Hidalgo, 2003). ción de la maternidad como un deber
En relación con los varones, las mu- inherente y casi sagrado convertido en
jeres eran consideradas como frágiles norma es una forma de violencia sim-
emocionalmente por lo que sus padeci- bólica que se ejerce sobre la identidad
mientos emocionales ocasionaban que, femenina. En la división arbitraria de
con frecuencia, fuesen diagnosticadas la construcción de los sexos (Bourdieu,
con el mal de la “histeria”4. Un médico 2000) se presentan una legitimidad y
famoso en el tratamiento de este pa- una normatividad que se insertan en
decimiento fue el doctor Weir Mitchell el sistema de estructuras cognitivas y
(1829 –1914)5. La cura prescrita6 incluía estructuras sociales donde mediante
mantener en estado de relajación e in- papel asignado por la sociedad, un in-
actividad a sus pacientes, el cual incluía dividuo es valorado e incluso juzgado,
el confinamiento y el reposo absoluto. por la colectividad, en relación con la
De acuerdo con Burin (1990), en el concordancia de sus acciones acorde
campo de la salud mental de las mu- con la normatividad establecida.
jeres, es importante conocer los proce- Precisamente, esta es una de las
sos que han generado el concepto de razones para Hidalgo (2003) por la cual
subjetividades femeninas vulnerables, resulta necesario estudiar la forma
las cuales, de acuerdo con este autor, cómo las mujeres se resisten a la do-
se han articulado a partir de modelos minación patriarcal y conocer cómo la
téorico-clínicos de las patologías de identidad femenina se construye a par-
género femenino y muchas de ellas se tir de condiciones de socialización que
encuentran relacionadas con el rol de en gran medida dificultan el desarrollo
lo materno como inherente a lo femeni- autónomo del proyecto de vida femeni-
no. Cualquier variación de este ideal es no. Por estas razones la autora señala:
visto como anomalía:
El énfasis en vincular la interpretación
De esta forma se ha identificado a las psicoanalítica de textos con un análisis
mujeres en tanto sujetos con la ma- socio-cultural e histórico del fenómeno
ternidad. Con esto les ha asignado un que se esté analizando, se fundamenta
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en la necesidad de abordar la relación quien relata en primera persona su per-


entre el texto, el contexto social y las manencia en una casa de campo como
relaciones intertextuales. (p. 4) tratamiento para la cura de su enferme-
dad nerviosa. La “cura de descanso” le
Las formas de socialización inciden ha sido prescrita por su médico durante
en las configuraciones subjetivas y las un periodo de tres meses.
identidades, el lenguaje y las textuali- Desde el inicio del texto parece exis-
dades permiten acercarse al escenario tir un juego con la ironía narrativa que
donde los personajes literarios se in- constantemente enfrente al lector con
terrelacionan y este se convierte en el la reflexión y la veracidad de lo narra-
espacio idóneo para realizar el análisis do. Una casa encantada en la que la
de los personajes desde la intersubjeti- protagonista encuentra algo extraño y
vidad presente en la narración. que, además, ha estado desocupada por
largo tiempo y cuyo alquiler es extre-
madamente barato. Ante la forma como
“El papel de pared amarillo” y la protagonista nos presenta el espacio,
la ansiedad de la autoría femenina surge inmediatamente la pregunta ¿la
casa es encantada porque es muy her-
La cultura occidental ha desarro- mosa o porque oculta algo oscuro y mis-
llado diversas tipologías en torno a la terioso? ¿Esta casa representa un peli-
diferencia desde donde se construye a gro inminente para la protagonista?
los otros. Las imágenes de la otredad se En este sentido, vemos a la heroína
articulan a partir del poder como forma atrapada en un escenario que, al menos
de control sobre el mundo para ejercer a ella, le resulta inquietante. Gilbert y
la dominación desde los diferentes ám- Gubar (2000) señalan cómo Charlotte
bitos que pueden incluir lo político, lo Perkins Gilman combina “las conexio-
religioso, lo sexual, lo económico, y lo nes inductoras de ansiedad entre lo
geográfico, entre otros. Montilla (2007) que las mujeres escritoras tienden a
enfatiza cómo: considerar sus reclusiones paralelas
en textos, casas y cuerpos maternales
Aprendemos a percibir el mundo a femeninos”, en un relato de reclusión
través de aquellos artefactos cultura- femenina y huida que como paradigma
les que preservan los estereotipos so- “parece contar la historia que todas las
ciales. No vemos el mundo, más bien literatas contarían si pudieran expre-
nos enseñan a concebirlo de una forma sar su ‘mudo pesar’” (p. 102).
culturalmente aceptable. Pero no sólo El lugar designado para tratar a la
observamos las cosas a través del pris- narradora es presentado como idílico,
ma de la cultura, también vemos a las como bien señala el personaje: “Una
personas mediante los filtros de una mansión colonial, una heredad…Diría
perspectiva estereotipada. (p. 38) que una casa encantada y llegaría a la
cúspide de la felicidad romántica. ¡Pero
La narración de “El papel de pared eso sería pedir demasiado al destino! De
amarillo” relata la historia de una mu- todos modos , diré con orgullo que hay
jer en la cual algunos han querido ver la algo extraño en ella” (Gilman, 2001, p.
experiencia semi-biográfica de Gilman, 51). No obstante, desde las primeras
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páginas toda esta armonía aparente no respira aire fresco y tiene “terminan-
hace más que reforzar la idea, en el lec- temente prohibido ‘trabajar’ hasta que
tor, de que el lugar no es tan perfecto vuelva a encontrarme bien” (Gilman,
como parece, ya que de acuerdo con el 2001)7. Irónicamente, la protagonista
género gótico, la narración misma se dice que disiente de tales ideas y con-
encarga de señalar que a pesar de lo sidera que trabajar le haría bien, pero
ideal hay algo que la casa esconde. “¿qué le va a hacer?”, expresión que se
El alejamiento sirve para mejorar su encuentra en diferentes partes del tex-
condición emocional. Así, se le prescri- to y parece anticipar un comportamien-
be el aislamiento, el encierro y el silen- to sumiso del personaje. No se opone
cio como cura/castigo que contribuye a abiertamente a los designios masculi-
silenciarla y a situarla en la abyección. nos aunque se encuentre en desacuerdo
La falta de estímulo intelectual es una con ellos.
queja continua. La protagonista pien- John, su esposo, se torna en una fi-
sa, cree, considera que “ la actividad, la gura omnipresente cuyo nombre se re-
escritura, el trabajo la ayudarían a sen- pite treinta y nueve veces a lo largo del
tirse mejor”; relata que se encuentra en texto. Esta continua mención lo con-
este lugar para una cura de descanso. vierte en un personaje que si bien no
El estado de salud que padece se debe aparece físicamente, es la voz ausente
silenciar y ocultar, pues resulta una si- que dirige la vida de la protagonista:
tuación femenina incómoda de justifi- John dice, decide, niega, ordena, hace,
car socialmente. La depresión nerviosa prohíbe, minimiza las ideas de su espo-
de una madre entra en conflicto con la sa, establece el horario de actividades
imagen idealizada de la feminidad de la diarias para ella. En fin, como la prota-
época. El comportamiento ideal impone gonista comenta, él “se ocupa de todo”
la maternidad como el deber primordial y ella se limita a obedecer.
de toda mujer. A la vez, John es descrito como
Otro elemento interesante en el atento, cariñoso, un marido “perfecto”8
texto de Gilman lo constituye el hecho que cuida de su esposa como si fuese
de que desde las primeras páginas el una niña pequeña; se ríe de ella por sus
nombre de John, el marido médico de temores y la guía en su rutina diaria.
la protagonista, aparece como la voz No obstante, la protagonista duda de
patriarcal legitimada frente a la cual las órdenes de su marido y con frecuen-
calla lo femenino. John, de acuerdo cia manifiesta el deseo oculto de autoa-
con ella, es quien organiza y decide por firmarse cuando sutilmente contravie-
ambos. La enfermedad que ella padece, ne lo que John le indica. Él le prohíbe
de acuerdo con el marido, “no es nada escribir pero ella lo hace a escondidas,
grave, sólo una depresión nerviosa en una especie de diario, un lugar ocul-
transitoria (una ligera propensión a la to y privado donde expresa sus ideas,
histeria)” (Gilman, 2001, p. 51) En este temores, y pensamientos.
aspecto dos médicos avalan y dictami- El cuarto que John elige para su
nan el mismo diagnóstico, el hermano esposa es reflejo de este deseo oculto.
de la protagonista y el doctor Weil. Ella quiere el dormitorio del primer
Ella nos relata que consume los me- piso, mas se resigna al cuarto “con ba-
dicamentos prescritos, viaja, camina, rrotes” y de un “feo papel amarillo” en
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la pared, el “cuarto de los niños”, “el de la protagonista. Gilbert y Gubar


más alto de la casa” y el más aislado. (2000) comentan en referencia al papel
El color amarillo del papel le resulta de pared y su diseño:
desde el principio, soso, irritante. Ade-
más, los dibujos tienen diseños de lí- … aún más atormentador es el papel pin-
neas “que de repente se suicidan” y “se tado de la habitación, un papel amarillo
destruyen en contradicciones inconce- sulfúrico, arrancado a trozos y con un di-
bibles” (Gilman, 2001, p. 54). seño de “curvas débiles e indefinidas” que
El color amarillo del papel de la pa- “se precipitan en ángulos extravagantes”
red adquiere connotaciones negativas y “se destruyen en contradicciones inau-
para la narradora, es repelente, re- ditas”. Antiguo latente, “inmundo” como
pugnante, chillón, sucio, desteñido de las estructuras opresivas de la sociedad
forma rara, cambia en algunos lugares en la que se encuentra, este papel que
a un naranja “paliducho y desagrada- circunda a la narradora como un texto
ble” y en otros a un “verdoso repelen- inexplicable, reprobador y aplastante
te”, incluso, el color llega a tener “olor”, como su esposo médico, obsesionante
un elemento raro que la hace recordar como el “patrimonio hereditario” en el
cosas amarillas, podridas y maléficas. que está tratando de sobrevivir. (p. 103)
Por otro lado, el simbolismo del color
amarillo se asocia al elemento solar, En relación con la teoría freudiana,
a la racionalidad, a la luz y a la vida el papel amarillo podría interpretarse
(Chevalier & Gheerbrant, 1996). No como una proyección de la protagonista,
obstante, este amarillo es un color de- quien desde las primeras páginas nos
gradado, probablemente al igual que la revela su deseo y necesidad de escribir,
razón de la protagonista, por su inca- pero también nos hace cómplices de su
pacidad para adaptarse a los mandatos actividad de escritora a escondidas en
sociales de la época. ¿Podríamos pen- vista de la prohibición impuesta por su
sar que se debe a que la racionalidad condición de salud. En este sentido, no
empieza a desvanecerse lentamente en solo se revela su condición de salud sino
esta mujer? su represión como escritora, una profe-
El color naranja simbólicamente sión que, aún en el siglo XIX, es vista
alude al punto de balance de la libido con desconfianza9. La mujer escritora
y el espíritu, pero también tiende a los “a diferencia de su igual masculino (...)
extremos. En el relato pierde color y debe combatir primero contra los efectos
se torna desagradable a medida que de la socialización que hace que el con-
el control racional desaparece. El color flicto con la voluntad de sus precursores
verde en la Edad Media era sinónimo (masculinos) parezca indeciblemente
de locura y sinrazón. La simbología ne- absurdo, fútil e incluso autoaniquilan-
gativa de este color incluye el veneno, te” (Gilbert & Gubar, 2000, p. 63).
la ponzoña, la enfermedad y la muerte; La descripción de la casa “encanta-
también remite al moho, a la descom- da” se va ensombreciendo a medida que
posición y la putrefacción (Chevalier & es descrita, “es una maravillosa finca”
Gheerbrant, 1996). De alguna forma, pero es solitaria, con muros y rejas ce-
el papel parece amenazar la racionali- rradas con candados, “el jardín es una
dad, el control de la libido y la sanidad preciosidad” pero tiene “invernaderos
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rotos” y llevaba años “vacía”. La casa la protagonista se ve reflejada en este


cumple una función ambivalente es lo sin reconocerse. El papel de pared se
heimlich y lo unheimlich a la vez, pues convierte en el soporte sustituto para la
presenta ambas facetas. En relación actividad que le ha sido vedada. Así, la
con el sujeto, lo ominoso es la mujer es- pared se convierte en la superficie sobre
critora que se ve reflejada en el papel, la cual ella escribe con su imaginación,
que quiere escapar, que se escinde pero el espacio donde se inscribe, se escinde
que no puede reconocerse a sí misma y sobre el cual impregna su rebelión. Al
atrapada en la abyección de su condi- respecto, como señalan Gilbert y Gubar
ción. Kristeva formula el concepto de (2000), la mujer escritora que se mira
abyección en términos de ambigüedad en el espejo/imagen del texto con fre-
e incertidumbre: “No es falta de limpie- cuencia se encuentra atrapada, pero
za o salud lo que causa la abyección, este intento de silenciamiento es sub-
sino lo que perturba la identidad, el vertido gracias al “poder de crearse a sí
sistema, el orden. Lo que no respeta los mismas como personaje, incluso quizás
bordes, las posiciones, las reglas (cita- el poder de llegar hasta la mujer atra-
da en Mandel, 2010, p. 57). pada al otro lado del espejo/texto y ayu-
¿Acaso la protagonista se ve refleja- darle a saltar fuera” (p. 31).
da en esa casa? Ella es joven, encanta- La idea del papel amarillo como
dora, el ideal que la masculinidad con- texto aparece cuando la misma prota-
sidera romántico, pero a pesar de que gonista afirma:“¡Hay tantas mujeres
a primera vista su maternidad es como arrastrándose, y corren tanto…! Me
un “precioso jardín” se siente solitaria, gustaría saber si salen todas del papel,
se encuentra aislada tras muros y re- como yo” (Gilman, 2001, p. 75). Resulta
jas, es una madre frustrada, no se sien- claro que frente al ideal de feminidad
te realizada y sus nervios le impiden la protagonista se siente escindida,
ejercer la función primordial para una pues ella escribe y no debe, no es una
mujer, de acuerdo con la sociedad de la esposa ideal, ni una madre adecuada.
época. Ella se siente vacía, inadaptada Además, duda constantemente entre
en su entorno y la inactividad que le ha lo que la sociedad prescribe como una
sido prescrita e impuesta la imposibilita conducta normal y lo que ella dice,
a tener una vida plena. En este sentido, hace, piensa y percibe del entorno. Así
como aseveran Gilbert y Gubar (2000): lo expresa cuando se juzga en contras-
te con su cuñada Jean: “Es un ama de
Después de todo, convertirse literal- casa perfecta y entusiasta, y no aspira
mente en una casa es negarse la espe- a ninguna otra profesión. ¡Estoy con-
ranza de esa trascendencia espiritual vencida de que para ella estoy enferma
del cuerpo, que como Simone de Beau- porque escribo! (Gilman, 2001, p. 59).
voir ha sostenido, es la que hace a la La “culpabilidad” que ella siente por
humanidad distintivamente humana. el deseo de escribir es un sentimiento
(pp. 101-102) constante que la limita, la oprime, la
acosa y la hace sentir inadecuada como
El papel amarillo de la pared del esposa, madre y mujer. En este senti-
cuarto de la protagonista puede ser do, como bien señala Hidalgo (2003), la
comparado con un espejo/texto porque sociedad construye un ideal donde:
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La femineidad va a ser asociada con doy cuenta que me canso mucho. ¡Des-
la pasividad y una deficiente autono- anima tanto que nadie me aconseje
mía en la toma de decisiones y en la ni me haga compañía en mi trabajo!
capacidad de autodeterminación o, por (Gilman, 2001, p. 57)
el contrario, con una agresión destruc-
tiva sin límites. Imágenes sobre la fe- Sabemos, por lo que la protagonis-
minidad, que van más allá de esta po- ta nos dice, que John le ha prohibido
larización, todavía no han encontrado escribir “por su salud”. A él no le gusta
una mayor representación dentro de la que escriba: “le irrita que escriba” (Gil-
teoría psicoanalítica. (p. 5) man, 2001, p. 55), por eso ella esconde
su escritura. Así, a su marido le desa-
El papel amarillo cumple la función grada que alimente fantasías al mirar
de “espejo/texto”; la protagonista plasma por la ventana:
su mirada y se inscribe inadvertidamen-
te sin tomar la pluma y el papel. El tra- John me ha avisado de que no alimente
bajo de escritora le ha sido vedado por la fantasías. Dice que con la imaginación
prohibición que su marido le ha impues- que tengo, y con mi costumbre de in-
to. Al usar el papel amarillo de la pared ventarme cosas, una debilidad nervio-
como vía de escape, este de forma simi- sa como la mía sólo puede desembocar
lar a un espejo, muestra a los otros una en toda clase de fantasías desbordan-
imagen externa de la mujer, que oculta tes, y que debería usar mi fuerza de
y guarda los secretos de la autora, es la voluntad y mi sentido común para con-
amenaza latente del escape. Para la pro- trolar esa tendencia. Es lo que intento.
tagonista, la mujer que ella ve reflejada (Gilman, 2001, p. 57)
en el espejo-papel amarillo, muestra de
sí mucho más que la exterioridad que los Ante la fuerza que la impulsa a
otros perciben en ella. rebelarse e impugnar el modelo de
La protagonista ve reflejado su conducta que se le impone y su inca-
interior, sus pensamientos más ínti- pacidad de mostrarse como la esposa y
mos en el papel de pared, la liberación madre ideal, la prohibición de imaginar
inminente por medio de la escritura, y crear es una negación de la autoría
pero también se refleja el temor a femenina. El cuarto con el papel ama-
transgredir el orden establecido. ¿Es rillo la invita a la rebelión pues alimen-
ella acaso esa mujer que se agacha y ta la capacidad de percibir lo que los
se arrastra detrás del dibujo, que se otros no ven, la fantasía que le permite
esconde esperando la oportunidad liberarse al crear imágenes tras el pa-
para salir? El deseo por escribir apa- pel amarillo. Ella lo manifiesta cuando
rece en diversas ocasiones en el texto, asevera: “Ojalá me curara más de pri-
incluso, ella llega a afirmar, que po- sa. Pero no tengo que pensarlo. ¡Me da
dría ayudarla en su cura: la impresión de que este papel “sabe”
la mala influencia que tiene” (Gilman,
A veces pienso que si tuviera fuerzas 2001, p. 57). Ya desde el principio ha
para escribir un poco se aligeraría la manifestado el rechazo que siente por
presión de las ideas, y podría descan- ese papel amarillo, donde posiblemen-
sar. Pero cada vez que lo intento me te en su nivel subconsciente percibe su
ÁLVAREZ. “El papel de pared amarillo” ... 113

deseo de autoafirmación, su capacidad la sexualidad femenina está cultural-


creadora por medio de la escritura, de mente mistificada, deformada o silen-
la cual intenta huir para complacer a ciada. Bajo estas condiciones, la reali-
John. Es un deseo que reprime, por eso dad de la feminidad queda encerrada
manifiesta en el texto: en una contradicción irresoluble, en
una situación paradójica, en la que su
En ese papel hay cosas que sólo sé yo; co- esencia histórica, lo que la define, cons-
sas que no sabrá nadie más. Cada día se tituye lo negado, lo indecible, un vacío
destaca más las formas imprecisas que impenetrable. A la mujer como objeto
hay detrás del dibujo principal. Siem- sexual por excelencia se le niega ser
pre es la misma forma, sólo que muy re- sujeto de deseo. (Hidalgo, 2013, p. 134)
petida. Y es como una mujer agachada,
arrastrándose detrás del dibujo. No me La narradora se encuentra ence-
gusta nada. Me pregunto si…Empiezo a rrada, limitada al entorno de una casa
pensar… ¡Ojalá que John me llevase de alejada, un dormitorio que la oprime y
aquí! (Gilman, 2001, p. 64) una ventana con barrotes que restrin-
gen su libertad. Todos estos elementos
La protagonista reflexiona y teme la aíslan y la reprimen. La otra mujer
encontrar las respuestas. John es la se encuentra cautiva dentro del papel
persona que puede asegurarle la certe- que la atrapa y la oculta. La otra que
za de no tener que pensar, que cuestio- se oculta tras el papel solo puede ser
narse lo que ocurre con esa mujer detrás observada durante la noche y se man-
del papel tapiz de la pared. La narra- tiene invisible durante el día “A la luz
dora es una cautiva por su enfermedad del día está borrosa, inmóvil” (Gilman,
y su condición de mujer. El encierro y 2001, p. 67).
la inactividad que le fueron prescritos La racionalidad aprisiona a la pro-
como cura para su condición, por el con- tagonista; durante el día ella es prisio-
trario la acercan a la locura. La falta de nera al igual que la mujer detrás del
compañía y de estimulación intelectual papel amarillo. Sin embargo, el mundo
la empujan a imaginar y conjurar un interior de la narradora es liberado du-
mundo detrás del papel amarillo de pa- rante la noche, el tiempo durante el cual
red. Allí en ese lugar, en este papel de la mujer atrapada tras el papel es libe-
pared, existe una mujer cautiva, como rada. Así, lentamente observamos como:
ella. Hidalgo (2013) asevera que en el
imaginario social las ideas sobre la fe- The narrator begins withdrawing into
minidad se encuentran: her own head. Her insanity increases
page by page, her ideas full blown hal-
como hilos significantes que se tejen en lucinations and her thoughts becoming
un texto fragmentado en el que al mis- more and more erratic as she pictures
mo tiempo la sexualidad parece disol- the woman behind the pattern of the
verse. Lo femenino desaparece frente a wallpaper and begins scheming how
lo materno, y así se ocultan sus pode- to free her. Eventually she begins to
res múltiples y ambivalentes. La mu- see the woman everywhere. “I can see
jer sigue experimentándose a sí misma her out of every one of my windows! It
como objeto sexualizado, no obstante, is the same woman, I know, for she is
114 Revista de Lenguas Modernas, N° 24, 2016 / 103-121 / ISSN: 1659-1933

always creeping, and most women do aspirar pero que en este caso contrasta
not creep by daylight” (Perkins, 801). con las actitudes y deseos de la prota-
(Sigurðardóttir, 2013, p. 19) gonista. La narradora está atrapada en
una disyuntiva donde sus sentimientos
La mujer-esposa-escritora entra en se encuentran en constante pugna en-
conflicto con sus deseos reprimidos y lo tre el deber racional que la sociedad le
que la sociedad espera de ella. Cuando impone y las emociones, sensaciones y
escribe se siente culpable: “No sé por qué deseos que ella experimenta.
escribo esto. No quiero escribirlo. No me La maternidad como función princi-
siento capaz. Además, sé que a John le pal de las mujeres en la sociedad le resul-
parecería absurdo” (Gilman, 2001, p. ta en un malestar que la aleja y la aísla
62). La represión de la escritora es una socialmente. Ella desea cumplir con el
forma de negarle la autonomía y la sub- deber de ser una buena esposa para su
jetividad a las mujeres como sujetos, marido, la cual, como señalan Gilbert y
pues como bien señalan Gilbert y Gubar: Gubar, fue descrita en los libros de los
historiadores sociales que: “describían
Al hacerlo se la excluye como identidad las virtudes el eterno femenino ‘si la es-
dentro de la cultura (cuyo emblema posa debe ser a la comodidad y provecho
muy bien pudiera ser la pluma), sino del hombre, es muy razonable que sea
que también se convierte en una encar- cuidadosa y diligente en contentarlo y
nación de los extremos de la Otredad agradarlo’ serían, estos los actos apro-
misteriosa e intransigente que la cul- piados de una dama” (2000, p. 38). Mas
tura enfrenta con adoración o temor, la protagonista, a pesar de sus buenas
amor o aversión. (2000, p. 34) intenciones no logra conciliar el mode-
lo con su realidad. Ella reconoce que no
En relación con la mujer escritora puede ser como su cuñada Jeannie, e
y la imagen del espejo/texto, Gilbert y intenta seguir los consejos de John pero
Gubar señalan: “antes de que la mujer falla constantemente:
escritora pueda viajar a través del es-
pejo hacia la autonomía literaria, debe A veces me enfado con John sin moti-
aceptar las imágenes de la superficie vo. Estoy más sensible que antes, eso
del espejo…” (2000, p. 32). En este seguro. Yo creo que es por mi problema
sentido, las autoras manifiestan que de nervios.
siguen a Virginia Woolf cuando afirma Pero John dice que si pienso eso me ol-
que para poder escribir se debe elimi- vidaré de controlarme como es debido;
nar el ideal estético cuya construcción así que hago esfuerzos por controlar-
masculina impide la autoafirmación de me, al menos en su presencia, cosa que
modo que “todas las mujeres escritoras me cansa mucho. (Gilman, 2001, p. 53)
deben matar al opuesto y doble nece-
sario del ángel, ‘monstruo’ de la casa Ella mira y es mirada y evaluada
cuyo rostro de Medusa también mata constantemente; sus acciones son vi-
la creatividad femenina” (Gilbert & giladas y controladas. El asilamiento
Gubar, 2000, p. 32). y el encierro en una finca de campo la
El eterno femenino, el ángel de la someten a una rutina preparada por
casa es el ideal al que toda mujer debe su marido:
ÁLVAREZ. “El papel de pared amarillo” ... 115

[John] Es muy atento, muy cariñoso, y con sus connotaciones solares y por
casi no me deja dar un paso sin inter- ende luminosas asociadas con el pensa-
venir. Me ha preparado un horario con miento racional, son subvertidas por la
indicaciones para cada hora del día. autora, para quien el color la conduce
John se ocupa de todo, y claro, yo me hacia la oscuridad y el delirio. La noche
siento una mezquina y una desagra- y la luna la liberan parcialmente, pues
decida por no valorarlo más. (Gilman, la mujer inicial y las mujeres posterio-
2001, p. 51) res que aparecen detrás del papel, la
liberan temporalmente de la opresión,
Los sentimientos de culpabilidad la claustrofobia y el agobio del encierro
se convierten en una constante para la que la limitan.
narradora. El deber entra en conflicto Así, el delirio que parece condu-
con sus sentimientos, por eso oculta, cirla a la locura se convierte en la vía
calla y finge una aceptación, ante los de escape a su situación. El relato de
demás y ante sí que está lejos de expe- la neurosis de la protagonista refleja
rimentar. Sin embargo, ella se percibe una especie de neurosis en un espacio
a sí misma como alienada: moral que se torna obsesivo. El entor-
no de la narradora deviene misterioso
El abandono, e incluso el sólo aleja- y real, racional y fantástico, idílico y
miento del horizonte cultural de la fe- extraño a partir de un deseo reprimido
minidad provoca profundos sentimien- por las formas de socialización genéri-
tos de culpa, vergüenza y depresión por ca que la atrapan en el ámbito social e
una parte, y miedo, rechazo y repulsión individual. Bourdieu (2000) señala que
por otra, llegando incluso a cuestionar- el orden social masculino se encuentra
se “la esencia femenina” -como cons- profundamente insaturado por lo que
trucción histórica-, el ser mismo de no necesita de una justificación ya que
mujer. (Martínez, 2007, p. 90) se impone a sí mismo como autoeviden-
te y es aceptado como natural por el
Paulatinamente, el horror, la re- acuerdo de las estructuras sociales (or-
pulsión el rechazo que siente hacia el ganización social de espacio y tiempo,
papel amarillo en la pared, empiezan división sexual del trabajo) y las estruc-
a ejercer una fascinación en ella que turas cognitivas (el cuerpo y la mente).
supera la repulsión. La construcción El papel amarillo de la pared tras-
que ella realiza a partir de las formas ciende su función real y se tvuelve un
que observa en el papel, lentamente la objeto en el cual la narradora proyecta
introducen en esa otredad que visuali- sus sentidos, al punto que lo percibe
za detrás del papel. La mujer que “se desde la mirada, el tacto y el olfato. El
materializa en las noches de luna lle- color no tiene sonido, porque la voz de
na” empieza a aparecer por las noches, la mujer detrás del papel, al igual que
como símbolo del mundo irracional, la de la narradora, está silenciada como
inconsciente. Durante el día, Jane nos discurso irracional. Habermas (1985)
relata, desde la racionalidad, los senti- afirma que la condición fundamental
mientos que experimenta hacia su si- para la validez del discurso racional es
tuación y hacia ese papel amarillo que la existencia de un acuerdo válido en-
la incomoda y la inquieta. El amarillo tre los participantes y la racionalidad
116 Revista de Lenguas Modernas, N° 24, 2016 / 103-121 / ISSN: 1659-1933

de los sujetos involucrados en el discur- simbólicas que componen una sociedad


so. Las condiciones para esa comunica- o cultura específica, es para Foucault
ción suponen: el entendimiento, el cual (1992) un sistema de conocimiento que
debe incluir no solo la inteligibilidad de posibilita la enunciación de proposi-
las emisiones del hablante, sino tam- ciones verdaderas o falsas y, además,
bién la verdad de los contenidos pro- se encuentra estrechamente ligado a
posicionales, que las presuposiciones la locura en relación con los sistemas
existenciales sean verdaderas y que se mediante los cuales se la excluye. La
dé la veracidad del hablante, así como violencia, ya sea física, sexual y sim-
la corrección o rectitud de la emisión bólica ejercida sobre la identidad fe-
en términos morales. menina, a partir del estudio de las re-
En este sentido, el discurso feme- laciones de poder y de la perspectiva
nino no cumple con estas condiciones, de género, señala la perpetuación del
pues se torna irracional al pronunciarse orden patriarcal construido a partir de
desde una neurosis que produce delirios la imposición, el orden simbólico y la
y disociación de la realidad. Lo que la legitimación del poder.
protagonista siente y piensa es deva- La habitación de la narradora tie-
luado por el discurso oficial patriarcal y ne una cama, símbolo de la unión ma-
científico del marido, el hermano de la trimonial, que la asfixia. Si bien no
narradora y el Dr. Weil, todos ellos mé- admite abiertamente que se encuen-
dicos respetables que se convierten en la tra atrapada en su matrimonio con
voz masculina autoritaria que anula el John, la represión se nos presenta en
discurso femenino de la paciente, como ese lecho sublimado que se torna ina-
mujer, esposa, hermana y ser pensante. movible. Cuando el cuarto queda vacío
La producción del discurso, de de muebles solamente la cama perma-
acuerdo con Foucault (1992), está a la nece: “Sólo queda la cama clavada al
vez controlada, seleccionada y redistri- suelo, con el colchón de lona que en-
buida por un cierto número de proce- contramos encima”. (Gilman, 2001, p.
dimientos que tienen por función con- 74). El entorno puede cambiar, pero
jurar los poderes y peligros, dominar ella y la cama parecen estar atadas
el acontecimiento aleatorio y esquivar sin remedio. El dormitorio vacío la
su pesada y temible materialidad. Fou- hace sentir cómoda:
cault (1989), en su libro Civilization
and Madness: A History of Insanity in Me gusta bastante esta habitación,
the Age of Reason, afirma que la locu- ahora que vuelve a estar vacía.
ra es un constructo social, el cual no es ¡Qué destrozos hicieron los niños!
un concepto fijo ni inalterable, pues su ¡La cama está como si la hubieran
significado depende de la sociedad don- mordido! (Gilman, 2001, p. 74)
de surge. Al ser un constructo social, la
locura está definida por discursos acep- ¿Es acaso la cama ese matrimonio
tados y estos a su vez dependen de las del cual empieza a liberarse, al aceptar
fuerzas intelectuales y culturales de que son su matrimonio, los niños y lo
una sociedad determinada. que se espera de ella como sujeto los
El “discurso”, como el sistema de que la reprimen y la obligan a ocultar
pensamientos, ideas y otras prácticas sus deseos. Esa cama “mordida” que en
ÁLVAREZ. “El papel de pared amarillo” ... 117

un primer momento se piensa ha sido social que normativiza sus actos. Por
mutilada por los niños únicamente, esta razón abandona la idea del suici-
resulta doblemente agredida cuando dio, mas ante el inminente regreso a su
hasta la narradora, con rabia, la ha hogar y a la rutina sin escape que la
mordido para intentar escapar de su espera, decide negarse a abandonar la
presencia. Ha intentado moverla, pero habitación encerrándose en ella:
esto solo la ha incapacitado y la ira es
el sentimiento que prevalece frente a No quiero salir. No quiero, ni que me
un lecho que posiblemente ya no desea lo pida Jeannie. Porque fuera hay que
porque la lastima emocionalmente: arrastrarse por el suelo y en vez de ama-
rillo todo es verde. (Gilman, 2001, p. 76)
¡Esta cama no hay quien la mueva! He
intentado levantarla y empujarla has- Por segunda vez aparece la men-
ta quedarme lisiada. Entonces me he ción del color verde como algo negativo,
enfadado tanto que le he arrancado un antes era repelente, ahora todo afuera
trozo de un mordisco, en una esquina; de este cuarto no es amarillo, el color
pero me he hecho daño en los dientes. que ha llegado a representar el color
(Gilman, 2001, p. 75) de su libertad, sino que afuera el verde
predomina. El verde con sus connota-
La protagonista se muestra muy ciones simbólicas de vida, fertilidad, en
preocupada ante el inminente regre- su aspecto positivo, incluyen la idea de
so. Si al principio del relato los tres la de la juventud y la inexperiencia. La
meses de aislamiento parecían muy protagonista desea escapar de una vida
largos, ahora la agobia la idea de vol- que la define únicamente como esposa
ver al mundo del cual fue alejada. La y madre y la reprime para expresar sus
permanencia en la habitación y su deseos y pensamientos.
identificación con el papel/espejo/texto La autoidentificación de la narra-
amarillo y la mujer que conoció allí es dora se realiza cuando internaliza a
el mundo en el cual desea permanecer. las mujeres que se muestran detrás
La posibilidad de escapar del espacio del papel; ya no necesita mirar hacia
del encierro que se avecina, la impulsa afuera pues la mirada se vuelve hacia
a admitir el deseo oculto de un suicidio sí cuando afirma: “Ni siquiera me gus-
que descarta: ta mirar por las ventanas. ¡Hay tantas
mujeres arrastrándose, y corren tan-
Me estoy enfadando tanto que acaba- to…! Me gustaría saber si salen todas
ré haciendo algo desesperado. Saltar del papel como yo” (Gilman, 2001, p.
por la ventana sería un ejercicio admi- 75). En este sentido, como bien señalan
rable, pero las barras son demasiado Gilbert y Gubar (2000) “para la artista
fuertes para intentarlo. femenina el proceso esencial de auto-
[…] Sé perfectamente que sería un acto definición se complica por todas las de-
indecoroso, y que podría interpretarse finiciones patriarcales que se interpo-
mal. (Gilman, 2001, p. 75) nen entre ella misma y ella misma” (p.
32). Finalmente, se acepta y entonces
Sin embargo, la protagonista aún se reconoce como una de ellas: “Supon-
está condicionada por la construcción go que cuando se haga de noche tendré
118 Revista de Lenguas Modernas, N° 24, 2016 / 103-121 / ISSN: 1659-1933

que ponerme otra vez detrás del dibujo. contraparte femenina de John, la mu-
¡Con lo que cuesta!” (Gilman, 2001, p. jer ideal que la narradora no ha podi-
76). Aquí surge, como afirma Gadamer do, ni ha aceptado ser. Sin embargo, la
(1993), la experiencia estética que con- protagonista siempre se refiere a ella
tribuye con la disolución del sujeto pre- con el nombre de Jean o Jeannie en el
ceptor y el objeto en la obra de arte, en relato y no como Jane. Surge la duda
este caso el texto, donde se rompe con de si el nombre Jane podría más bien
la dicotomía sujeto-objeto. corresponder a la narradora y no a su
John, por primera vez, ve contraria- cuñada Jean. Podría pensarse enton-
da su voluntad cuando la protagonista ces, en que en el delirio, la protagonista
se niega a salir del dormitorio y se en- no solo logra escapar del encierro im-
frenta a él. Resulta claro que ella ya no puesto por su matrimonio y de las con-
teme actuar de forma que su marido venciones sociales, sino que finalmente
no apruebe. Caminar a gatas no solo sale del anonimato para reconocer que,
implica un comportamiento anormal la Jane-esposa no aprueba lo que hace
sino un retorno a lo animal, a lo salva- la nueva Jane. Jane podría represen-
je, a lo indomable que le devuelve su tar el pasado, la mujer tradicional que
libertad en la autoafirmación: “¡Es tan no aprueba la liberación y por eso la
agradable estar en esta habitación tan protagonista la deja atrás.
grande, y andar a gatas, siempre que
quiera…!” (Gilman, 2001, p. 76). Ella
es quien le indica dónde encontrar la Reflexiones finales
llave para abrir la puerta, pero cuando
él lo hace no puede asimilar lo que apa- En el relato de Gilman, lo femenino
rece antes sus ojos y se desmaya. y lo masculino se experimentan desde
La protagonista se sorprende por la coordenadas en el tiempo y el espacio
reacción de su marido y se pregunta: que remiten a un momento histórico
“¿Por qué se habrá desmayado? El caso determinado, el siglo XIX, a una clase
es que lo ha hecho, y justo al lado de la social alta y a una cultura anglófona.
pared, en mitad de mi camino. ¡O sea No obstante, la lectura de las realida-
que he tenido que pasar por encima de des sociales y la visión de mundo se re-
él a cada vuelta!” (Gilman, 2001, p. 77). lacionan con la experiencia femenina
Así, para poder continuar con su nueva en función de las vivencias, inteleccio-
vida debe pasar literalmente por enci- nes y emociones individuales y particu-
ma de John, quien se interpone entre lares subjetivas con las cuales el autor,
ella y el papel de pared. Ahora, ya no el personaje y el lector entran en juego.
importa seguir las órdenes de él, pues Gilman utiliza ciertas convencio-
ella ha logrado escapar de su control y nes del género gótico y sitúa a la prota-
del mundo racional: “—Al final he sa- gonista de “El papel de pared amarillo”
lido—he dicho—, aunque no quisierais en un entorno extraño y familiar a la
ni tú ni Jane. ¡Y he arrancado casi todo vez, un espacio ideal que contribuye
el papel, para que no podáis volver a con un estado emocional inestable, que
meterme!” (Gilman, 2001, p. 77). resulta intensificado por el entorno. En
Usualmente se interpreta el nom- este escenario, la autora produce un
bre de Jane como el de su cuñada, la relato que critica las ideas patriarcales
ÁLVAREZ. “El papel de pared amarillo” ... 119

de la época en relación con la femini- abiertas las posibilidades de interpre-


dad. En el relato, la protagonista ante tación. ¿Se acepta, la protagonista, por
la imposibilidad de escapar por vías fí- primera vez, cuando se asume como
sicas más racionales, lo hace por medio autora y se enfrenta al John-patriarca?
del delirio. ¿Se rebela contra la imagen idealizada
La locura le permite a la narrado- de mujer angelical y superará el con-
ra escapar del control social y familiar finamiento al cual se la ha sometido?
y transgredir todas las normas esta- ¿O es acaso la loca-escritora del desván
blecidas. Por eso cambia su percepción que se libera finalmente del encierro y
del espacio donde se encuentra cuan- las convenciones impuestas por el pa-
do se libera de la represión y es ella triarcado y logra afirmarse como sujeto
quien asume el control y se encierra por medio de la autoría femenina?
en la habitación.
Al escapar de las convenciones que
la asfixia, paradójicamente la protago- Notas
nista se libera de los horarios, las pres-
cripciones y el control de los guardianes 1 Gilbert y Gubar (2000) comentan que
que vigilaban todas sus acciones. Es cuando “The Yellow Paper” fue publica-
cierto que la nueva situación la aisla de do, la autora lo envió al Dr. Weir Mitchell:
los otros, pero ella se asume como suje- “cuya reprobación le había impedido
to autónomo libre. Ahora, es ella quien probar la pluma durante su crisis nervio-
decide no abandonar la habitación y sa, con lo cual se agravó su enferme-
vivir en la otredad. La mujer autora li- dad, y le agradó saber años después,
berada se convierte en lo abyecto para que “había cambiado su tratamiento de
los demás por su conducta, sus deseos la postración nerviosa desde que leyó”
y sus acciones, pero la locura le propor- su relato. “Si es así”, declaró, “No he vi-
ciona en un nivel interior la posibilidad vido en vano” (p. 104).
de escapar de las construcciones socia- 2 Coventry, Patmore (1894) escribe un fa-
les tradicionales. Si bien al final paga moso texto dedicado a su futura espo-
el precio que la sociedad impone a la sa, donde dibuja la imagen victoriana de
locura, paradójicamente, el cuento se la perfecta esposa “Angel in the house”
convierte en encierro y libertad para el una imagen idealizada de la feminidad.
personaje. Lo cierto es que la locura de La esposa perfecta debía ser devota,
la protagonista cierra el relato con la sumisa, encantadora, pasiva, abnegada,
paradoja de un nuevo encierro libera- pura, en fin un modelo a seguir para las
dor. La locura será el factor que la aísle mujeres “perfectas” del imaginario mas-
de la sociedad y a la vez le permitirá culino de la época, el cual ha transcen-
ser libre de las convenciones y manda- dido y aún mantiene fuertes ecos en la
mientos de la sociedad patriarcal. época contemporánea.
Al pasar sobre un John desmayado, 3 Al respecto ver los personajes trágicos
ella supera las barreras patriarcales de Casandra, Medea, Deyanira, Cli-
que él representa como marido, médico temnestra entre otros, quienes por sus
y varón, y así reafirma su identidad de acciones transgresoras reciben un trata-
autora y mujer. Al final, como corres- miento que las encasilla en conductas y
ponde al género gótico, el cuento deja acciones subversivas para la sociedad y
120 Revista de Lenguas Modernas, N° 24, 2016 / 103-121 / ISSN: 1659-1933

se convierten en estereotipos femeninos ‘rest-cure as an incentive for women to


negativos en la tradición literaria. stop avoiding their housework and get
4 In the mid nineteenth century, women out- back on their feet. According to him: “the
numbered male patients in mental asy- ‘rest-cure could be used to discipline
lums. This did nothing to help the rights of women whose illness became a means
women and the popular consensus at the of avoiding household duties” (Stiles, 4)
time was that women were more prone (citados en Sigurðardóttir, 2013, p.5).
to diseases of the mind; made more vul- 7 Desde la psicología moderna la situa-
nerable by their reproductive system and ción que describe la protagonista se
delicate sensibilities. Silas Weir Mitchell asocia a una depresión posparto. La Clí-
is quoted to say: “the man who does not nica Mayo describe como síntomas de
know sick women does not know wom- este trastorno: el insomnia, la pérdida de
en” (45) (Sigurðardóttir, 2013, p.5). apetito, la fatiga, sentimientos de culpa,
5 Dr. Mitchell’s reputation fell after the vergüenza,dificultad para desarrollar la-
1970s because of the revival of the semi- zos afectivos con el bebé, alejamiento
autobiographical short story “The Yellow de la familia y las amistades, confusión,
Wallpaper” (1892) by Charlotte Perkins desorientación, alucinaciones, ideas fal-
Gilman, a writer, poet, and social reform- sas y paranoia (las últimas tres se aso-
er. The story became a standard part of cian a una psicosis posparto). http://di-
the curriculum in U.S. cultural history, gitalcommons.morris.umn.edu/horizons/
women’s studies, and medical humani- vol1/iss2/10 4
ties. In the story, Gilman condemned the 8 John has internalized the misogyny that
rest cure and by extension the harmful is acceptable and normal in his environ-
treatment of women by physicians, most ment, and is unaware of the harm he is
of whom were men at the time. The wom- doing to his wife. Gilman herself points
an in Gilman’s story is prescribed a strict out in her autobiography that the ‘rest-
rest cure, during which she gradually be- cure was designed for “the business
comes insane (Virginia, 2007, p.1). man exhausted from too much work, and
6 Assigned to more women than men was the society woman exhausted from too
the so called ‘rest-cure’, invented by Si- much play” (Shumaker, p.591, citada en
las Weir Mitchell, an American physician Sigurðardóttir, 2013, p.20).
and nerve specialist. Mitchell noted that 9 In his 1875 book Sex and Education; or,
women who suffered from neurasthe- a Fair Chance for Girls, Edward Clarke
nia were thin and anemic. The solution claims that while girls can go to school
to this, according to him, was plenty of and study as boys do, this will cause
rest and an overwhelming diet of fatten- them to suffer from: “euralgia, uterine
ing food. The patient was not permit- disease, hysteria, and other derange-
ted to leave bed or even move within it ments of the nervous system” (Clarke
without the doctor’s approval, and every citado en Sigurðardóttir, 2013, p.5).
day she would receive a massage from
a specialized nurse. There was a darker
side to this treatment which can be seen Bibliografía
in the way Mitchell writes about this ther-
apy and his patients in his book Fat and Bourdieu, P. (2000). La dominación
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ÁLVAREZ. “El papel de pared amarillo” ... 121

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