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Navarro, A. (2001). Aproximación del concepto de procesos en Psicología.

Caracas:
Escuela de Psicología – UCV

1.- Complejidad de la conducta: Los procesos psicológicos son ejemplos determinantes de


la conducta no dados a la observación directa y para algunos autores constituyen lo esencial
de la vida psíquica.

2.- ¿Qué es un proceso?: El conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno, cambio,


actividad, transformación dialéctica de lo dado, que no desaparece, sino que se integra en
un todo nuevo y cambiante.

3. Algunas características de los procesos:


 Variabilidad: asigna a los procesos psíquicos un carácter dinámico cambiante. Ese
dinamismo define una interacción dialéctica entre la conducta, los procesos y la
personalidad.
 Carácter de Inferencia: Los procesos psicológicos se infieren a partir de la conducta
observable. Como inferencias la única forma de aprehender los procesos psíquicos
es observando los efectos que producen en la conducta.
 Unidad e Interacción Mutua: No existe ningún proceso aislado, independiente de los
demás.
 Carácter activo: Fenómenos, sucesos o aconteceres activos. Se puede afirmar que
todo proceso implica cambio de un estado a otro, como puede apreciarse a través de
la percepción, la memoria, el pensamiento y el aprendizaje.
 Finalidad Adaptativa: Los procesos psicológicos, en conjunción con otros
fenómenos orgánicos, promueven el funcionamiento adecuado del individuo en su
medio ambiente.
 Naturaleza Subjetiva: Esto significa que, con contenidos, siempre pertenecen a un
sujeto individual y sólo a él son accesibles directamente.
Los procesos psicológicos son variables inferidas a partir de la conducta observable.
Constituyen una unidad e interactúan entre sí. Los procesos, en esencia, son subjetivos y
desempeñan un papel importante en la adaptación de organismo a su ambiente.

4.- Relaciones entre los procesos y la conducta (flujo continuo, cambiante y variable): Estar
actuando es una característica permanente de los organismos vivos. Entre los procesos
psicológicos y la conducta se establecen diversos tipos de interacciones ,(el proceso es un
factor antecedente de la conducta: otras veces es una variable consecuente: pero también
puede ser una variable que acompaña a la conducta: pero también puede ser una variable
que acompaña a la conducta o una variable que potencialmente puede convertirse en un
factor generador de conducta) a partir de esas relaciones entre los procesos y la conducta
puede hablarse de cuatro tipos de procesos: desencadenantes, resultantes, de dirección y
mantenimiento y disposicionales.
 Procesos Desencadenantes: El proceso psíquico desencadena un determinado
comportamiento es decir, la conducta se inicia porque existe un estado psicológico
previo. Cuando la conducta es iniciado por un proceso, se dice que el proceso es una
variable antecedente respecto a la acción (motivación)
 Procesos Resultantes: Aquellos procesos que surgen como consecuencia de la
conducta. El proceso no antecede a la acción sino que es, más bien, un efecto de
ella. (aprendizaje y memoria)
 Procesos direccionales y de mantenimiento: Un proceso puede actuar como
orientador de la conducta dirigida hacia una meta (cumpliendo una función
direccional) o como mantenedor de la fuerza de la conducta hasta que el organismo
alcance una meta (ejerciendo funciones de mantenimiento) (motivación, la atención
y la percepción)
 Procesos disposicionales: Hay procesos que en un momento determinado no están
activados pero, sin embargo, existen como potencialidades capaces de activarse y de
originar, mantener o ser un resultado de la conducta. reflejan el pasado del
organismo.(actitudes, prejuicios y estereotipos)
5.- Niveles de análisis de los procesos psicológicos: (Ejemplo de Supermercado) El
aprendizaje como cualquier otro proceso psicológico, puede analizarse en tres niveles:
conductual, fisiológico, experiencial.

 Nivel Conductual: En este nivel la fuente de datos la constituye las reacciones


observables del organismo, sean estas motoras o corporales, a demás los datos no
sólo se refieren a conductas y sus características, sino también al tiempo requerido
para realizar las pruebas.
 Nivel Fisiológico: analizar los procesos psicológicos a nivel de las reacciones en el
sistema nervioso o de los cambios, temporales o permanentes, que se suceden en el
mismo. El estudiar los hechos psíquicos en base a la fisiología requiere,
necesariamente, recurrir a construcciones hipotéticas o conjeturas respecto a lo que
sucede en el sistema nervioso central. Se hipotetiza que los cambios conductuales
no están determinados sólo por las variables independientes manipuladas, sino
también por variables organísmicas de naturaleza biológica.
 Nivel Experiencial: puede entenderse en dos sentidos: como la vivencia subjetiva
que un individuo tiene respecto a su experiencia o como las cogniciones que se
generan en relación al ambiente donde ocurre la conducta.

La importancia de los niveles radica en que ellos constituyen fuentes de datos para los
psicólogos. En consecuencia, puede hablarse de tres fuentes de datos psicológicos:
experiencial, fisiológico y conductual. La historia de la psicología ha sido una permanente
controversia en relación a cuál de los niveles es más adecuado o importante para la
disciplina.
Sensación y percepción (Sensopercepción)
La percepción es un proceso que tiene lugar en el encéfalo. Usando la información
sensorial, situaciones y acontecimientos, como materia prima.
La sensación que incluye olores, imágenes, sonidos, sabores, equilibrio, tacto y dolor, son
los datos puros de la experiencia. Nuestros diversos órganos sensoriales son bombardeados
de manera continua por pedazos de información, que compiten por atención y entre sí
mismos, con tan poco sentido como las piezas de un rompecabezas gigantesco.

Teorías:
 Teoría clásica de la percepción: La constancia en la percepción, profundidad, y la
mayoría de ellas son el resultado de la capacidad del individuo de sintetizar las
experiencias del pasado y las señales sensoriales presentes.

Autores relevantes:
 Helmholtz: propusó la teoría clásica de la percepción.
 Max Wertheimer, Wolfgang Köhler y Kurt Koffka estaban interesados en la
percepción, pero particularmente en ciertos trucos que nos juega la mente.
 William James se dio cuenta de que tan importante como saber en qué forma la
estructura de nuestros preceptos.

Escuelas que estudiaron el proceso:


 Estructuralismo: el estudio de la percepción y la sensación continúa siendo una
parte importante de la psicología contemporánea.
 Funcionalismo: se dio cuenta de que tan importante como saber en qué forma la
estructura de nuestros preceptos reflejaba la estructura de los estímulos
correspondientes, era averiguar por qué muchos de estos quedaban fuera del proceso
perceptivo; el esclarecimiento de por qué se perciben unas cosas y no otras, estando
todas presentes por igual en los sentidos, llevó a James a señalar la importancia de
los factores motivacionales y del interés subjetivo en la percepción.
 Psicoanálisis: Interesado por lo aspectos simbólicos y afectivos de la percepcióm
 Conductismo: No encontré na’
 Gestalt: Cuando se aplica a la percepción se refiere a nuestra tendencia a ver
patrones, a distinguir un objeto de su fondo y a completar una imagen a partir de
unas cuantas señales. La psicología de la Gestalt estableció la base para el estudio
moderno de la sensación y percepción y contribuyó a revivir el interés en los
procesos mentales (o cognoscitivos).
 Humanismo: No encontré na’
 En cognoscitivismo: La percepción es el proceso mental mediante el cual esas
piezas se clasifican, identifican y arreglan en patrones significativos. La sensación y
la percepción son la base de la conciencia; en conjunto, nos dicen lo que sucede
dentro y fuera de nuestro cuerpo.
Psicoanálisis
Morris, G. y Maisto, A. (2005) Introducción a la piscología. México: Pearson educación
Por consenso general, la psicología nació en 1879, el año en que Wilhelm Wundt fundó el
primer laboratorio de psicología en la Universidad de Leipzig en Alemania. Wundt empezó
a tratar de explicar la experiencia inmediata y a desarrollar maneras de estudiarla
científicamente, creía que algunos procesos mentales no podían estudiarse mediante
experimentos científicos (Blumenthal, 1975). Wundt otorgó un lugar central a la atención
selectiva, el proceso por el cual determinamos a qué vamos a atender en un momento dado.
Para Wundt, la atención es controlada activamente por las intenciones y los motivos, lo que
dio lugar al uso del término voluntarismo para describir su visión de la psicología; es esto
lo que separa a la atención humana de la atención en otros organismos. A su vez, la
atención controla otros procesos psicológicos, como las percepciones, los pensamientos y
los recuerdos. De manera similar, razonaba Titchener, los psicólogos deberían analizar las
experiencias complejas en términos de sus componentes más simples. “Aquí tenemos una
fruta, algo para comer.” Pero esta percepción se basa en asociaciones con la experiencia
previa; Titchener buscaba los elementos más fundamentales, o “átomos”, del pensamiento.
Titchener descompuso la conciencia en tres elementos básicos: sensaciones físicas (lo que
vemos), sentimientos (como el hecho de que los plátanos nos gusten o nos desagraden), e
imágenes (recuerdos de otros plátanos). Afirmaba que incluso los pensamientos y
sentimientos más complejos podían reducirse a esos elementos simples. Titchener
consideraba que el papel de la psicología era identificar esos elementos y demostrar cómo
podían combinarse e integrarse, un enfoque conocido como estructuralismo.

Aunque la escuela estructuralista de psicología tuvo una vida relativamente corta y poco
efecto de largo plazo, el estudio de la percepción y la sensación continúa siendo una parte
importante de la psicología contemporánea.

Uno de los primeros académicos que cuestionó el estructuralismo fue el estadounidense


William James, sostenía que los “átomos de la experiencia” de Titchener, es decir,
sensaciones puras sin asociaciones, simplemente no existían en la experiencia de la vida
real. “Nadie”, escribió, “ha tenido nunca una sensación simple por sí misma”. Nuestra
mente constantemente entreteje asociaciones, revisa la experiencia, se activa, se detiene,
avanza y retrocede en el tiempo. James argumentaba que las percepciones, emociones e
imágenes no pueden separarse; la conciencia fluye en una corriente continua. James recibió
una gran influencia de la teoría de la evolución de Charles Darwin. De acuerdo con Darwin,
tanto la anatomía como la conducta son resultado de la selección natural. A James le parecía
claro que la conciencia evolucionó porque cumple una función adaptativa. Si no
pudiéramos reconocer un plátano, tendríamos que averiguar qué es cada vez que viéramos
uno. Las asociaciones mentales nos permiten beneficiarnos de la experiencia previa.
Cuando nos levantamos en la mañana, nos vestimos, abrimos la puerta y salimos a la calle
sin tener que pensar en lo que estamos haciendo; actuamos por hábito. James sugirió que
cuando repetimos algo, nuestro sistema nervioso cambia de modo que cada repetición es
más sencilla que la anterior.
James desarrolló una teoría funcionalista de los procesos mentales y la conducta. Su teoría
generó preguntas acerca del aprendizaje, las complejidades de la vida mental, el impacto de
la experiencia en el cerebro y el lugar del género humano en el mundo natural. Muchas de
esas ideas todavía parecen actuales. Aunque impaciente con los experimentos, James
compartía la creencia de Wundt y Titchener de que la meta de la psicología era analizar la
experiencia.

Sigmund Freud su trabajo con pacientes lo convenció de que muchas enfermedades


nerviosas eran de origen psicológico más que fisiológico. Las observaciones clínicas de
Freud lo llevaron a desarrollar una teoría amplia de la vida mental que difería de manera
radical de las opiniones de sus predecesores. Freud sostenía que los seres humanos no son
tan racionales como imaginan y que el “libre albedrío”, que era tan importante para Wundt,
es en gran medida una ilusión. Más bien, afirmaba, estamos motivados por instintos e
impulsos inconscientes que no están disponibles para la parte racional y consciente de
nuestra mente. Otros psicólogos se han referido al inconsciente de pasada, como un
almacén polvoriento de viejas experiencias e información que podemos recuperar cuando
las necesitamos. En contraste, Freud veía al inconsciente como un caldero dinámico de
primitivas pulsiones sexuales y agresivas, deseos prohibidos, temores y deseos
indescriptibles y recuerdos infantiles traumáticos. Aunque reprimidos (o escondidos para la
conciencia), los impulsos inconscientes presionan sobre la mente consciente y encuentran
expresión de forma disfrazada o alterada, lo que incluye sueños, peculiaridades, lapsus,
síntomas de enfermedad mental y actividades socialmente aceptables como el arte y la
literatura. Para descubrir el inconsciente, Freud desarrolló una técnica, el psicoanálisis, en
la cual el paciente se recuesta sobre un diván, cuenta sus sueños y dice cualquier cosa que
le venga a la mente (asociación libre).
La teoría psicodinámica de Freud fue tan controvertida al inicio del siglo como lo había
sido 25 años antes la teoría de la evolución de Darwin. Muchos de los contemporáneos
victorianos de Freud se escandalizaron, no sólo por su énfasis en la sexualidad, sino
también por su sugerencia de que a menudo no tenemos conciencia de nuestros verdaderos
motivos y que, por ende, no tenemos pleno control sobre nuestros pensamientos y
comportamientos. La teoría psicodinámica, ampliada y revisada por los colegas y sucesores
de Freud, estableció la base para el estudio de la personalidad y los trastornos psicológicos,
como veremos más adelante en este libro (capítulo 10). Su revolucionaria idea del
inconsciente y su descripción de los humanos como seres en una guerra constante consigo
mismos se dan por sentado en la actualidad, al menos en la literatura y los círculos
artísticos.

Al inicio del siglo XX, la psicología se veía a sí misma como el estudio de los procesos
mentales que pueden ser conscientes o inconscientes (psicología psicodinámica), vistos
como unidades discretas y compuestos (estructuralismo) o como un flujo siempre
cambiante (funcionalismo). El método principal de recolección de datos era la
introspección y autoobservación en un laboratorio o en el diván del analista. Luego, una
nueva generación de psicólogos se rebeló contra este enfoque “suave”. El líder del desafío
fue el psicólogo estadounidense John B. Watson.

John B. Watson argumentaba que la idea completa de la vida mental era una superstición,
una reliquia de la Edad Media. En “La Psicología desde el punto de vista de un
conductista” (1913), Watson afirmaba que uno no puede ver o incluso definir la conciencia
más de lo que puede observar el alma. Y si uno no puede localizar o medir algo, esto no
puede ser objeto de estudio científico. Para Watson, la psicología era el estudio de la
conducta observable y mensurable, y nada más. La visión de la psicología de Watson,
conocida como conductismo, estaba basada en el trabajo del fisiólogo ruso Ivan Pavlov,
quien advirtió que los perros de su laboratorio empezaban a salivar en cuanto escuchaban
que se acercaba quien los alimentaba, incluso antes de que pudieran ver su comida. Decidió
averiguar si la salivación, un reflejo automático, podía moldearse por el aprendizaje.
Comenzó a parear de manera repetida el sonido de un zumbador con la presencia de
comida. El siguiente paso fue observar qué sucedía cuando se presentaba el zumbador sin
introducir el alimento. Este experimento demostró con claridad lo que Pavlov había
observado de manera incidental: después de pareamientos repetidos, los perros salivaban en
respuesta al zumbador solo. Pavlov llamó condicionamiento a esta forma simple de
entrenamiento. De modo que una nueva escuela de psicología fue inspirada por una
observación casual seguida por experimentos rigurosos. Watson llegó a creer que todas las
experiencias mentales (pensamiento, sentimiento, conciencia del yo) no son otra cosa que
cambios fisiológicos en respuesta a la experiencia acumulada del condicionamiento.
Afirmaba que un bebé es una tabula rasa (expresión latina que significa “pizarra en
blanco”) sobre la cual la experiencia puede escribir prácticamente cualquier cosa. Watson
intentaba demostrar que todos los fenómenos psicológicos, incluso las motivaciones
inconscientes de que hablaba Freud, son el resultado del condicionamiento (Rilling, 2000).
En uno de los experimentos más infames de la historia de la psicología, Watson intentó
crear una respuesta condicionada de temor en un niño de 11 meses de edad. El “pequeño
Alberto” era un bebé seguro y feliz que disfrutaba de los nuevos lugares y experiencias. En
su primera visita al laboratorio de Watson, Alberto quedó encantado con una peluda rata
blanca domesticada, pero se asustó visiblemente cuando Watson golpeó una barra de acero
con un martillo justo detrás de la cabeza del niño. En su segunda visita, Watson colocó a la
rata cerca de Alberto, y en el momento en que el bebé la alcanzaba y la tocaba, golpeó con
el martillo. Después de media docena de pareamientos, el pequeño Alberto comenzaba a
llorar en el momento en que se introducía a la rata sin ningún golpe. Experimentos
adicionales encontraron que Alberto se asustaba con cualquier cosa blanca y peluda, como
un conejo, un perro, un abrigo de piel de foca, algodón y Watson llevando una máscara de
Santa Claus (Watson y Rayner, 1920). Freud denominó “desplazamiento” a la transferencia
de emociones de una persona u objeto a otro, una respuesta neurótica que rastreó al
inconsciente. Inspirado en Pavlov, Watson llamó generalización al mismo fenómeno, una
simple cuestión de condicionamiento (Rilling, 2000). Hasta donde le concernía, la teoría
psicodinámica y el psicoanálisis eran “vudú”. Una de las estudiantes graduadas de Watson,
Mary Cover Jones (1924), realizó en reversa el experimento del pequeño Alberto. Jones
logró recondicionar con éxito a un niño para superar el temor a los conejos (no ocasionado
por un condicionamiento en el laboratorio) presentando el conejo a gran distancia y
acercándolo luego gradualmente mientras el niño estaba comiendo. Conocida como
desensibilización, esta técnica es similar a las empleadas en la actualidad por muchos
psicólogos clínicos. En 1920, un escándalo personal obligó a Watson a renunciar a su
puesto en la Universidad Johns Hopkins , continuó escribiendo artículos en revistas
populares y libros de psicología. Pero la tarea de perfeccionar el conductismo a través de la
investigación recayó en otros, principalmente en B. F. Skinner.

B. F. Skinner creía fervientemente que la mente, o el cerebro y el sistema nervioso, eran


una “caja negra”, invisible (e irrelevante) para los científicos. Los psicólogos deberían
interesarse por lo que entraba y lo que salía de la caja negra y no preocuparse por lo que
sucedía en el interior (Skinner, 1938, 1987, 1989, 1990). Skinner también tenía gran interés
en modificar la conducta por medio del condicionamiento, y en descubrir en el proceso las
leyes naturales de la conducta. Skinner agregó un nuevo elemento al repertorio conductista:
el reforzamiento. Recompensaba a sus sujetos por comportarse en la forma en que él
deseaba que lo hicieran. Por ejemplo, colocaba un animal (las ratas y las palomas eran sus
sujetos favoritos) en una caja especial y le permitía explorar. A la larga, el animal alcanzaba
y presionaba una palanca o picoteaba un disco en la pared, luego de lo cual una bolita de
comida caía en la caja. Gradualmente, el animal aprendía que el hecho de presionar la
palanca o picotear el disco siempre producía comida. ¿Por qué aprendía esto el animal?
Porque era reforzado, o recompensado, por hacerlo. Skinner convirtió de esta forma al
animal en un agente activo en su propio entrenamiento, un proceso al que denominó
condicionamiento operante o instrumental. El condicionamiento no se limita al aprendizaje
simple en animales. Sólo podemos conjeturar sobre la enorme cantidad de
condicionamiento que ocurre en la vida humana cotidiana. Esos impulsos físicos y
sentimientos privados son, al menos en parte, resultado del condicionamiento, al igual que
muchas otras reacciones más complejas. El conductismo dominó la psicología académica
en Estados Unidos hasta bien entrada la década de 1960. Una consecuencia no buscada, y a
la vez inadvertida, fue el hecho de que la psicología desarrolló un sesgo ambiental:
prácticamente cada aspecto de la conducta humana se atribuyó al aprendizaje y la
experiencia, y se consideraba tabú investigar las influencias evolutivas sobre la conducta o
estudiar las influencias hereditarias y genéticas sobre las diferencias individuales y de
grupo (Evans, 1999). Los conductistas trataban de identificar principios universales del
aprendizaje que trascendieran las especies, la cultura, el género o la edad. No importaba si
un investigador realizaba experimentos con ratas o palomas, monos o seres humanos, niños
o adultos; aplicaban las mismas leyes del aprendizaje.

En la década de 1960, el conductismo comenzó a perder su fuerza en el campo. Por un lado,


la investigación sobre la percepción, la personalidad, el desarrollo infantil, las relaciones
interpersonales y otros temas que los conductistas habían ignorado, generaron preguntas
que ellos no podían explicar con facilidad. Por otro lado, la investigación en otros campos
(en especial la antropología, la lingüística, la neurobiología y la ciencia de la computación)
empezaba a arrojar nueva luz sobre los trabajos de la mente. Los psicólogos llegaron a
considerar al conductismo no como una teoría o paradigma que todo lo abarcaba, sino tan
sólo como una pieza del rompecabezas (Robins et al., 1999). Empezaron a mirar dentro de
la caja negra y a poner más énfasis en los humanos (y también en los animales) como seres
“sensibles” (conscientes, perceptivos y alertas); como aprendices activos en lugar de
receptores pasivos de las lecciones de la vida.

Durante el periodo en que el conductismo ocupó la supremacía en la psicología


estadounidense, un grupo de psicólogos en Alemania atacaba al estructuralismo desde otra
dirección. Max Wertheimer, Wolfgang Köhler y Kurt Koffka estaban interesados en la
percepción, pero particularmente en ciertos trucos que nos juega la mente. Por ejemplo,
¿por qué percibimos movimiento cuando nos proyectan una serie de fotografías inmóviles a
una velocidad constante (por ejemplo, en las películas o los anuncios “móviles” de neón)?
Fenómenos como éstos dieron inicio a una nueva escuela de pensamiento, la psicología de
la Gestalt. Traducido aproximadamente del alemán, Gestalt significa “todo” o “forma”.
Cuando se aplica a la percepción se refiere a nuestra tendencia a ver patrones, a distinguir
un objeto de su fondo y a completar una imagen a partir de unas cuantas señales. Al igual
que William James, los psicólogos de la Gestalt rechazaban el intento de descomponer la
percepción y el pensamiento en sus elementos. Cuando miramos un árbol vemos justamente
eso, un árbol, no una serie de hojas y ramas aisladas. La psicología de la Gestalt estableció
la base para el estudio moderno de la sensación y percepción y contribuyó a revivir el
interés en los procesos mentales (o cognoscitivos).

Durante el mismo periodo, el psicólogo estadounidense Abraham Maslow, desarrolló una


aproximación más holista a la psicología, en la cual los sentimientos y los anhelos
desempeñaban un papel clave. Maslow se refirió a la psicología humanista como la
“tercera fuerza”, más allá de la teoría freudiana y el conductismo. Los psicólogos
humanistas enfatizan el potencial humano y la importancia del amor, la pertenencia, la
autoestima, la autoexpresión, las experiencias cumbre (cuando uno se involucra a tanto en
una actividad que se desvanece la autoconciencia) y la autorrealización (la espontaneidad y
creatividad que resultan de concentrarse en problemas fuera de uno mismo y en mirar más
allá de los límites de las convenciones sociales). Se concentran en la salud mental y el
bienestar, en la comprensión y el mejoramiento de uno mismo más que en las enfermedades
mentales. La psicología humanista ha hecho contribuciones importantes al estudio de la
motivación y las emociones (vea el capítulo 8), así como a los subcampos de la
personalidad y la psicoterapia (capítulo 10). Pero nunca ha sido totalmente aceptada por la
psicología dominante. La psicología humanista se interesa en cuestiones de significado,
valores y ética, mucha gente, ve a esta escuela de la psicología más como un movimiento
cultural y espiritual que como una rama de la ciencia (Rabasca, 2000a). Sin embargo, en los
años recientes, los psicólogos positivos empezaron a revisar algunas de las preguntas que
los psicólogos humanistas plantearon hace medio siglo (Bohart y Greening, 2001).
En la década de 1960, los psicólogos comenzaron a cerrar el círculo. El campo regresó de
un periodo en el cual se consideraba que la conciencia era inaccesible a la indagación
científica, y los psicólogos empezaron a investigar y a teorizar acerca de la mente, pero
ahora con nuevos métodos de investigación y con el compromiso del conductismo con la
investigación empírica objetiva. Incluso la definición de la psicología cambió. La
psicología sigue siendo el estudio de la conducta humana, pero el concepto que tienen los
psicólogos de “conducta” se ha ampliado para incluir pensamientos, sentimientos y estados
de conciencia. La frase revolución cognoscitiva se refiere a un cambio del enfoque limitado
en la conducta hacia un interés más amplio en los procesos mentales. Este nuevo enfoque
abarca los campos existentes y los nuevos subcampos de la psicología. Por ejemplo, en la
psicología del desarrollo, la idea de que el niño es una pizarra en blanco cuyo desarrollo es
moldeado por completo por su ambiente se reemplazó por la nueva concepción de los bebés
y los niños como seres conscientes, competentes y sociales. Desde esta nueva perspectiva,
los niños buscan activamente aprender acerca de su mundo y darle sentido. Más aún, todos
los niños saludables están “equipados” con características tan distintivamente humanas
como la habilidad para adquirir el lenguaje, sin educación formal, a través de la exposición.
La psicología del desarrollo es sólo un subcampo que ha contribuido y se ha beneficiado
del surgimiento de la psicología cognoscitiva. La psicología cognoscitiva es el estudio de
nuestros procesos mentales en el sentido más amplio: pensamiento, sentimiento,
aprendizaje, recuerdo, toma de decisiones y juicios, entre otros. Si el modelo conductista
del aprendizaje se parecía a un anticuado conmutador telefónico (una llamada o estímulo
entra, se transmite a través de varios circuitos en el cerebro, y una contestación o respuesta
sale), el modelo cognoscitivo se parece a una moderna computadora de gran potencia. Los
psicólogos cognoscitivos están interesados en las maneras en que la gente “procesa la
información”, es decir, cómo adquirimos la información, cómo procesamos o
transformamos unidades informativas en programas y cómo empleamos esos programas
para resolver problemas. En contraste con el conductismo, los psicólogos cognoscitivos
creen que los procesos mentales pueden y deben estudiarse científicamente. Aunque no
podemos observar directamente los recuerdos o los pensamientos, sí podemos observar la
conducta y hacer inferencias acerca de las clases de procesos cognoscitivos subyacentes.
Por ejemplo, podemos leer a la gente un largo relato y luego observar qué cosas recuerda de
ese relato, las formas en que sus recuerdos cambian con el tiempo y los tipos de errores en
el recuerdo que son proclives a cometer. Con base en la investigación sistemática de este
tipo, podemos obtener información sobre los procesos cognoscitivos que hay detrás de la
memoria humana. Además, con el advenimiento de las nuevas técnicas de imagenología
cerebral (analizadas en el capítulo 2), los psicólogos cognoscitivos han comenzado a
abordar preguntas acerca de los mecanismos neurológicos que yacen bajo procesos
cognoscitivos como el aprendizaje, la memoria, la inteligencia y la emoción, dando lugar al
campo en rápida expansión de la neurociencia cognoscitiva (D’Esposito, Zarahn y Aguirre,
1999; Schacter, 1999). En un corto tiempo, la psicología cognoscitiva ha tenido un enorme
impacto en casi todas las áreas de la psicología (Sperry, 1988, 1995) y se ha convertido en
la escuela más destacada de la psicología científica contemporánea (Johnson y Erneling,
1997; Robins et al., 1999).

Las sensaciones, que incluyen olores, imágenes, sonidos, sabores, equilibrio, tacto y dolor,
son los datos puros de la experiencia. Nuestros diversos órganos sensoriales son
bombardeados de manera continua por pedazos de información, que compiten por atención
y entre sí mismos, con tan poco sentido como las piezas de un rompecabezas gigantesco. La
percepción es el proceso mental mediante el cual esas piezas se clasifican, identifican y
arreglan en patrones significativos. La sensación y la percepción son la base de la
conciencia; en conjunto, nos dicen lo que sucede dentro y fuera de nuestro cuerpo.

Nuestros sentidos nos proporcionan datos puros acerca del ambiente; a menos que
interpretemos esta información, el mundo no sería otra cosa que “una confusión tronante y
zumbante”, como dijo William James (1890). La percepción tiene lugar en el encéfalo.
Usando la información sensorial como materia prima, el encéfalo crea experiencias
perceptuales que van más allá de lo que sentimos directamente.

A principios de este siglo, un grupo de psicólogos alemanes que se llamaban psicólogos de


la Gestalt, empezaron a descubrir los principios básicos de la percepción. La palabra
alemana Gestalt no tiene equivalente exacto en otros idiomas, pero en esencia significa
“todo”, “forma” o “patrón”. Los psicólogos de la Gestalt creían que el encéfalo crea una
experiencia perceptual coherente que es más que la simple suma de la información
sensorial disponible, y que lo hace de maneras predecibles.

Primero, alguna forma de energía (ondas de luz, vibraciones sonoras, moléculas químicas
transportadas en el aire o la sangre) estimulan una célula receptora en uno de los órganos
sensoriales, como el ojo o el oído. Si el estímulo es suficientemente fuerte, el receptor envía
una señal a lo largo de los nervios sensoriales al área apropiada de la corteza cerebral. El
encéfalo se aloja en el cráneo, aislado de los eventos externos, pero es bombardeado por las
señales eléctricas transportadas por millones de fibras nerviosas. Las células receptoras
conectadas a trayectorias nerviosas se especializan en uno u otro sentido. En efecto, los
mensajes sensoriales entran al encéfalo por canales diferentes: el canal auditivo, el canal del
tacto, el canal del olfato, etcétera. Las señales transportadas por el nervio óptico no son
“visuales”, ni son audibles las que vienen en el nervio auditivo. Pero producen
confiablemente una experiencia que llamamos visión o audición cuando alcanzan las áreas
apropiadas en el encéfalo. Incluso si las señales en el nervio óptico son causadas por algo
diferente a la luz, el resultado sigue siendo una experiencia visual. Aunque el estímulo es
presión, el encéfalo interpreta las señales del nervio óptico como patrones visuales. De la
misma manera, la grabación de una sinfónica y una corriente de agua que llegan al oído
estimulan el nervio auditivo y nos hacen escuchar algo. Johannes Müller, un fisiólogó
alemán del siglo XIX, descubrió esta relación de uno a uno entre la estimulación de un
nervio específico y el tipo resultante de experiencia sensorial, una teoría que en la
actualidad se conoce como la doctrina de las energías nerviosas específicas. Adaptación
sensorial. Nuestros sentidos se ajustan de manera automática al nivel global promedio de
estimulación en un ambiente particular. Cuando enfrentan una gran cantidad de
estimulación, se vuelven mucho menos sensibles que cuando el nivel global de
estimulación es bajo. Del mismo modo, cuando el nivel de estimulación disminuye, nuestro
aparato sensorial se vuelve mucho más sensible que en condiciones de alta estimulación. En
cada uno de nuestros sentidos, lo que más notamos es el cambio de la ausencia de
estimulación a su presencia, o el cambio de menos a más estimulación (y viceversa). El
cambio más pequeño en la estimulación que se detecta el 50 por ciento de las veces se
denomina umbral diferencial o diferencia apenas perceptible (dap). Al igual que el umbral
absoluto, el umbral diferencial varía de una persona a otra y de un momento a otro para la
misma persona. Y al igual que los umbrales absolutos, los umbrales diferenciales nos dicen
algo acerca de la flexibilidad de los sistemas sensoriales. El umbral diferencial varía de
acuerdo con la fuerza o intensidad del estímulo original. En otras palabras, cuanto mayor
sea el estímulo existente, mayor será el cambio necesario para producir una dap. Todas las
sensaciones ocurren como resultado de la misma serie básica de eventos. Cada uno de los
sistemas sensoriales del cuerpo trabaja de manera un tanto diferente. Esos sistemas
sensoriales individuales contienen células receptoras que se especializan en convertir un
tipo particular de energía en señales nerviosas. El umbral al que ocurre esta conversión
varía de un sistema a otro. Lo mismo sucede con los mecanismos mediante los cuales los
datos sensoriales se procesan, se codifican y se envían al encéfalo.

La constancia perceptual se refiere a la tendencia a percibir los objetos como relativamente


estables e inalterables a pesar de los cambios en la información sensorial. Una vez que
hemos formado una percepción estable de un objeto, podemos reconocerlo casi desde
cualquier posición, casi cualquier distancia, bajo casi cualquier iluminación. Una casa
blanca parece una casa blanca de día o de noche y desde cualquier ángulo. Vemos la misma
casa. La información sensorial puede cambiar al modificarse la iluminación y la
perspectiva, pero el objeto se percibe como constante.
La atención es el proceso de mirar, escuchar, olfatear y gustar selectivamente (Egeth y
Lamy, 2003). Al mismo tiempo, le damos significado a la información que está llegando.
Mire la página frente a usted. Verá una serie de líneas negras en una página blanca.
Mientras no reconozca esas líneas como letras y palabras, sólo serán marcas sin sentido.
Para encontrar el sentido en esta mezcolanza de datos, usted procesa la información en los
registros sensoriales en busca de significado. Donald Broadbent (1958) sugirió que un
proceso de filtro a la entrada del sistema nervioso sólo permite la entrada a aquellos
estímulos que cumplen ciertos requisitos. Esos estímulos que pasan por el filtro son
comparados con lo que ya conocemos, de modo que podemos reconocerlos y averiguar lo
que significan. De acuerdo con Broadbent, aunque usted podría describir ciertas
características de otras estímulos, como intensidad. Al filtrarlos no llegó suficientemente
lejos para que entendiera el significado de lo que oyó. El otro estimulo menciona su
nombre. Lo más probable es que su atención cambie a esa conversación y el filtro que había
eliminado las conversaciones vecinas de repente “dejó entrar” su nombre. ¿Por qué? - Anne
Treisman (1960, 1964) modificó la teoría del filtro de Broadbent para explicar dichos
fenómenos. Ella afirmaba que el filtro no era un simple interruptor de encendido-apagado
sino un control variable, como el control de volumen de un radio que puede “bajar” las
señales no deseadas sin rechazarlas del todo. De acuerdo con esta visión, podemos prestar
atención sólo a parte de la información de entrada, pero monitoreamos las otras señales a
bajo volumen. De esta forma, podemos cambiar nuestra atención si recogemos algo
particularmente significativo. Este procesamiento automático funciona incluso cuando
estamos dormidos: los padres a menudo se despiertan de inmediato cuando escuchan el
llanto de su bebé, pero siguen durmiendo con otros ruidos fuertes. Para resumir, atendemos
conscientemente a muy poco de la información que llega a nuestros registros sensoriales;
en vez de ello, seleccionamos parte de la información y procesamos esas señales de manera
adicional al trabajar para reconocerlas y entenderlas.
El psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus en el siglo XIX, usándose a sí mismo como
sujeto, formó listas de “sílabas sin sentido”, combinaciones sin significado de letras como
PIB, WOL o TEB. Memorizó listas de 13 sílabas sin sentido. Luego, después de diferentes
periodos, reaprendió cada lista de sílabas. Encontró que cuanto más tiempo esperara
después del aprendizaje inicial de una lista, más tiempo le llevaba aprenderla de nuevo. La
mayor parte de la información se perdía en las primeras horas. Las contribuciones de
Ebbinghaus dominaron durante muchos años la investigación sobre la memoria. En la
actualidad, muchos psicólogos encuentran útil pensar en la memoria como una serie de
pasos en los cuales procesamos la información, de manera muy similar a la forma en que
una computadora almacena y recupera los datos (Massaro y Cowan, 1993). En conjunto,
esos pasos forman lo que se conoce como el modelo de procesamiento de la información de
la memoria. En este capítulo encontrará que términos como codificación, almacenamiento y
recuperación son formas convenientes de comparar la memoria humana con las
computadoras. Pero también consideraremos los factores sociales, emocionales y
biológicos que nos hacen humanos y que distinguen a nuestra memoria de las
computadoras. Nuestros sentidos son bombardeados por mucha más información de la que
podemos procesar, por lo que la primera etapa del procesamiento de la información implica
la selección de parte de este material para pensar en él y recordarlo. Así que primero
revisaremos los registros sensoriales y la atención, el proceso que nos permite seleccionar
la información que ingresa para su posterior procesamiento. Toda esa información pura
fluye de sus sentidos a lo que conocemos como registros sensoriales. Esos registros son
como salas de espera en las cuales la información entra y permanece por un corto tiempo.
Como verá a lo largo de este capítulo, el hecho de que recordemos cualquier parte de esta
información depende de qué operaciones realicemos con ella. Todos nuestros sentidos
poseen registros. La memoria de corto plazo (MCP) retiene la información en la que
estamos pensando o de la que estamos al tanto en cualquier momento dado (Stern, 1985).
Originalmente, William James la llamó memoria primaria (1890; Waugh y Norman, 1960).
Cuando usted escucha una conversación o una pieza musical, cuando ve un ballet o un
partido de tenis, cuando toma conciencia de un calambre en la pierna o de un dolor de
cabeza, en todos esos casos está usando la MCP para retener y pensar en la nueva
información que proviene de los registros sensoriales. Así que la MCP tiene dos tareas
principales: almacenar brevemente la nueva información y trabajar en ella. La MCP se
llama en ocasiones memoria de trabajo para enfatizar el componente activo o de trabajo de
este sistema de memoria (Baddeley y Hitch, 1994; Nairne, 2003). Se llama segmentación a
la organización de la información de modo que encaje en unidades significativas (Gobet et
al., 2001). Hacemos una codificación fonológica de la información verbal para su
almacenamiento en la MCP, es decir, la codificamos de acuerdo a cómo suena. Eso es así
incluso si vemos, en lugar de escuchar, la palabra, letra o número en una página (Baddeley,
1986; Pollatasek, Rayner y Lee, 2000). Pero no todo el material en la memoria de corto
plazo se almacena fonológicamente. Al menos parte del material se almacena en forma
visual, y otra información se retiene de acuerdo con su significado (Cowan, 1988; Matlin,
1989). Como hemos dicho, los recuerdos de corto plazo son fugaces y por lo general duran
cuestión de segundos. Sin embargo, podemos mantener la información en la MCP por
periodos más largos mediante el repaso mecánico, llamado también repaso de
mantenimiento (Greene, 1987). El repaso mecánico consiste en repetir la información una y
otra vez, en silencio o en voz alta. Aunque tal vez ésta no sea la forma más eficiente de
recordar algo de manera permanente, suele ser bastante eficaz por un tiempo breve. Todo lo
que aprendemos se almacena en la memoria de largo plazo (MLP): es capaz de almacenar
una gran cantidad de información por muchos años. Algunos de los recuerdos de largo
plazo están codificados en términos de imágenes no verbales: formas, sonidos, olores,
sabores, etcétera (Cowan, 1988). Sin embargo, la mayor parte de la información en la MLP
parece estar codificada en términos de significado. Si el material es particularmente
familiar (como la letra del himno nacional o una plegaria, está almacenado al pie de la letra
en la MLP y a menudo será posible recuperarlo palabra por palabra cuando sea necesario.
Sin embargo, en términos generales no usamos un almacenamiento al pie de la letra en la
MLP. Por lo regular se recuerda el significado del mensaje pero no las palabras exactas
(Bourne, Dominowski, Loftus y Healy, 1986). Cuando alguien recibe una lista de datos
para recordar (como la lista de los artículos de la tienda), tiende a recordar mejor los
primeros (efecto de primacía) y los últimos elementos (efecto reciente) de la lista. Para
explicar este efecto de posición serial debemos comprender cómo operan juntas las
memorias de corto y de largo plazo. El efecto reciente ocurre porque los últimos elementos
que fueron presentados todavía se encuentran en la MCP, y por ende están disponibles para
ser recordados. Por otro lado, el efecto de primacía refleja la oportunidad de repasar los
primeros elementos de la lista, lo que incrementa su probabilidad de ser transferidos a la
MLP. El repaso mecánico, la herramienta principal para mantener la información en la
MCP, también es útil para retener información en la MLP. El viejo dicho, la práctica hace al
maestro, tiene cierto mérito. El repaso mecánico es probablemente el método común para
almacenar materiales sin significado, como números telefónicos, números de seguridad
social, códigos de seguridad, contraseñas para la computadora, fechas de cumpleaños y
nombres de personas. Pero si bien el repaso mecánico es útil, experimentos de laboratorio
han demostrado que la simple repetición reiterada de una cosa no siempre mejora el
recuerdo. Resulta que lo que incrementa la memoria no es tanto la cantidad, sino el tipo de
repaso (Craik y Watkins, 1973). El repaso elaborativo (Craik y Lockhart, 1972; Craik,
2002; Postman, 1975): el acto de relacionar la nueva información con algo que ya sabemos.
Mediante el repaso elaborativo, se extrae el significado de la nueva información y luego se
vincula con tanto material como sea posible ya presente en la MLP. Por ejemplo, suponga
que tiene que recordar que la palabra francesa poire significa “pera”. Usted ya está
familiarizado con pera, como palabra y como fruta. Sin embargo, poire, no significa nada
para usted. Para recordar lo que significa, la conecta con pera, ya sea diciéndose que “pera
y poire comienzan con p” o asociando poire con el sabor y la imagen familiares de una
pera. Cuantos más vínculos o asociaciones haga, más probable será que luego recuerde la
nueva información, de la misma manera en que es más fácil encontrar un libro en una
biblioteca si está catalogado bajo muchos encabezados en lugar de sólo uno o dos. Una
variación de la idea de repaso elaborativo es el concepto de esquema. Un esquema es una
representación mental de un evento, objeto, situación, persona, proceso o relación que se
almacena en la memoria y que lo lleva a esperar que su experiencia se organice de ciertas
maneras. En conclusión, la memoria de largo plazo ofrece un vasto espacio de
almacenamiento para información que podemos recuperar de diversas maneras. Su
capacidad es inmensa, y el material almacenado ahí puede permanecer por décadas más o
menos intacto. En comparación, la memoria de corto plazo tiene una capacidad claramente
limitada; la información desaparece de la MCP como resultado del decaimiento o
simplemente porque el espacio de almacenamiento está saturado. Los registros sensoriales
pueden recoger un enorme volumen de información menos permanente, pero no tienen la
capacidad para procesar los recuerdos. En conjunto, esas tres etapas de la memoria (los
registros sensoriales, la MCP y la MLP) comprenden el procesamiento de información de la
memoria. Memoria episódica: es parte de la memoria de largo plazo que almacena eventos
experimentados personalmente. Memoria semántica: es parte de la memoria de largo plazo
que almacena hechos e información general. Memoria procedimental: es parte de la
memoria de largo plazo que almacena información relacionada con habilidades, hábitos y
otras tareas perceptuales-motoras. Memoria emocional: son respuestas emocionales
aprendidas a varios estímulos. Memoria explícita: Memoria para información que podemos
expresar fácilmente en palabras y que estamos conscientes de tener; esos recuerdos pueden
recuperarse de la memoria de manera intencional. Memoria implícita: Memoria para la
información que no podemos expresar fácilmente en palabras y que podemos no estar
conscientes de tener; esos recuerdos no pueden recuperarse intencionalmente de la
memoria.
Psicoanálisis
“(...) el Psicoanálisis es, por lo menos, una teoría de la evolución, una teoría de la neurosis,
una teoría de la cultura, una teoría del papel de la sexualidad, un arsenal de instrumentos
para la interpretación de las producciones de la imaginación humana, un esquema
explicativo de las relaciones interpersonales y una filosofía de la religión”
(Bakan, 1964, 37).
Freud fue un innovador. Predomina en él, ante todo, el descubrimiento del Psicoanálisis y
éste es el descubrimiento del inconsciente y de la sexualidad en el sentido que él mismo les
dio.
La novedad reside en darle la importancia que el inconsciente tiene en el conjunto de la
vida psíquica, señalando, además, las vías de acceso para su conocimiento. Otra diferencia
respecto a sus antecesores... y sus contemporáneos es su interés práctico: podía explicar una
gran variedad de fenómenos con los que se enfrentaba en la observación clínica aceptando
ese supuesto del inconsciente. Pero, no sólo fue capaz de explicar, e intervenir sobre, una
mente enferma, sino que logró explicar cómo se conforma y funciona cualquier mente,
atendiendo a las diferencias individuales, y cómo ésta se manifiesta mediante el
comportamiento.

Reaccionó contra ese ilustrado mundo que se asentaba en Descartes y Newton. Frente a un
inconsciente concebido como un límite a partir del cual lo que es mental se diluye en un
mero registro fisiológico, Freud propuso un inconsciente entendido como una cualidad
dinámica de contenidos y representaciones estrictamente mentales. No habla de registros
fisiológicos, sino de representaciones mentales ligadas con afectos y emociones. Es un
cambio (conceptual y metodológico) revolucionario: Rompe con la identificación mente =
conciencia, amplía el campo de los fenómenos psíquicos, reformula el objeto de la
Psicología, propone un nuevo método para estudiarlo, e, incluso, ofrece un procedimiento
para tratar las producciones psíquicas (sanas o patológicas). Fue “un revolucionario, del
tipo metodológico-constructivo más que del tipo rebelde destructivo” (Meltzer, 1978: 6).
Un método que sirve para indagar procesos anímicos inconscientes- El saber psicoanalítico
redefinió lo que tendría que ser la Psicología, incorporando a la misma el estudio de la
personalidad, la motivación y la psicopatología, además de reforzar el interés por los
aspectos sociales y por los relativos al desarrollo. Sentimientos deseos emociones traumas

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