¿Podemos permitirnos como sociedad perder la ola de
la robótica creativa?
Robinson Barrazueta, Miguel Castillo, Javier Febres, Paul Orellana, Jorge Luis Jaramillo
Ingeniería en Electrónica y Telecomunicaciones, Universidad Técnica Particular de Loja,
San Cayetano Alto, Loja, Ecuador
rabarrazueta@utpl.edu.ec, macastillo31@utpl.edu.ec, rjfebres@utpl.edu.ec, porellana6@utpl.edu.ec, jorgeluis@utpl.edu.ec
Resumen — En este documento se reflexiona sobre el impacto
positivo y negativo del desarrollo de la robótica creativa en la
actualidad, buscando respuesta a si, como sociedad, podemos
permitirnos perder esta ola de desarrollo tecnológico.
Palabras Clave – educación, robótica, robótica creativa,
transformación social y productiva
I. INTRODUCCIÓN
En la actualidad, es habitual encontrar referencias en los
medios de comunicación sobre un nuevo invento que mejora las
condiciones de vida del ser humano.
Estos inventos suelen ser de diversa naturaleza, desde
ingenios mecánicos hasta aplicativos para dispositivos
inteligentes. Pero, es notorio que cada vez es mayor el número
de inventos relacionados a la robótica, cada vez menos parecida
a los brazos soldadores de la industria automotriz de los años 60
del siglo pasado. Los robots tienen todas las formas y colores
imaginables. Nuevos paradigmas de robótica han llegado para
transformar nuestro mundo.
En este documento, se analiza el impacto del crecimiento de
la robótica creativa y se intenta buscar a una respuesta a la
pregunta si, como sociedad, podemos permitirnos perder esta ola
tecnológica.
II. DESDE LOS BRAZOS SOLDADORES AL ASISTENTE
PERSONAL ROBÓTICO
A. La robótica encuentra en al educación a un aliado
Nacida en los laboratorios de investigación y en la industria
del siglo pasado, la robótica permeó rápidamente a todas las
capas de la sociedad.
Un impulso vertiginoso de la robótica se dio cuando esta
llegó a la educación. Descubrimos que enseñar robótica en
“entornos pedagógicos debidamente planificados y LEGO/Logo, que integró las piezas de construcción del famoso
controlados, motiva y potencia la creatividad del estudiante,
conectándolo directamente con la ciencia, la tecnología e
ingeniería” [1].
La robótica educativa y la robótica pedagógica
permitieron desarrollar entornos de aprendizaje que prioricen la
iniciativa y la actividad de los estudiantes, mientras se resolvían
problemas de distintas áreas del conocimiento [2], [3].
Por su parte, la robótica creativa propició la coexistencia de
principios teóricos y abordajes metodológicos de la robótica, y
de la creatividad y recursividad de los infantes [4].
El paradigma STEM Education, introducido por Rita
Colwell de la National Science Foundation, impulsa la
adquisición integrada de habilidades en los campos de las
matemáticas, las ciencias y la ingeniería, a partir del diseño y
construcción de objetos reales; y, fomenta la adquisición y
desarrollo de competencias en la resolución de problemas,
trabajo en equipo, comunicación, autonomía e iniciativa
personal, aprender a aprender y espíritu emprendedor.
Enseñar robótica en la educación básica, no solo contribuye
a la creación de condiciones para la generación de aprendizaje
progresivo, sino que también permite construir un espacio ideal
de interacción y colaboración para el trabajo en equipo y el
aprendizaje natural. En la bibliografía se puede encontrar
referencias a prácticas exitosas que confirman esta propuesta de
valor como la creación de robots educativos y amigables con el
ambiente, el uso de tabletas y segways para generar propuestas
de solución a problemas de movilidad, el recurrir al juego para
la enseñanza de los fundamentos de la robótica, y el prototipado
de robots [5],[6],[7], [8].
B. El hoy el futuro de la robótica creativa
La robótica creativa se originó en el Media Lab del MIT,
con la intención de crear un paradigma de la robótica que
permita que los niños interactúen en forma natural con
dispositivos digitales, los programen y los utilicen para ejecutar
diversas acciones.
Una jugada audaz y de alto impacto fue el desarrollo de
juego, con elementos de programación que podrían ser
ejecutados desde un ordenador. En esta línea se han
desarrollado una serie de propuestas que buscan posicionar la
robótica en el campo del ocio y entretenimiento. Versiones
actuales, como LEGO Mindstorm, facilitan la enseñanza de las
bases de la robótica en el segmento K6 – K12 [9], y tienen como
objetivo fundamental, centrar el esfuerzo en la programación en
entornos amigables y simplificar las operaciones mecánicas de
ensamblado.
Otra posibilidad que explorado la robótica creativa se
relaciona con la creación de robots a partir de botellas plásticas
y otros materiales no orgánicos. No solo se enseña principios de
robótica, sino que también se incentiva el reciclaje y se exploran
opciones de comercialización de los robots fabricados.
La industria 4.0, la nueva era de las máquinas, tienen
defensores y detractores. En el primer grupo, se resalta el
impacto positivo de reemplazar al ser humano en acciones
peligrosas o rutinarias o la flexibilidad y versatilidad de los
robots para actuar ante imprevistos. Por otra parte, amplios
grupos de la población creen que la inserción de máquinas en la
sociedad debe manejarse con precaución [10] y hasta
experimentan ansiedad de robots [11].
Ambos grupos comparten su aspiración de que los robots y
los humanos mejoren la forma en que se comunican. Han
emergido nuevos paradigmas como el de robots parecidos a
humanos o de interacción humanizada. Por ahora, sin hacer
mucho ruido ha emergido la robótica social, la misma que, son
contar con robots muy parecidos a los seres humanos, intenta
resolver problemas habituales de grupos concretos de seres
humanos, utilizando un pull de herramientas como la visión
artificial, el reconocimiento de patrones, entre otros [12].
Otro lugar especial en el futuro de la robótica, fuera de la
industria tradicional, está ocupado por los denominados robots
científicos. Estos robots utilizan la inteligencia artificial para
sistematizar y ejecutar ciclos de experimentación científica
[13], [14], [15], [16]. Un robot científico está en capacidad de
generar automáticamente hipótesis para explicar observaciones,
diseñar experimentos para probar esas hipótesis, ejecutar
físicamente los experimentos; y, finalmente, interpretar los
resultados. La introducción de estas máquinas busca
incrementar la productividad de la ciencia, reducir costos y
mejorar tiempos de respuesta, precisión, y escalabilidad. No
puede dejarse de lado, la necesidad de desarrollar metodologías
que permitan “resolver viejos problemas filosóficos de la
ciencia”. Los robots científicos, tarde o temprano, deberán
tomar decisiones en problemas cercanos a la filosofía de la
ciencia: la relación entre los objetos abstractos y físicos, la
naturaleza de la verdad, la relación entre las entidades
observadas y las teóricas, el origen de la hipótesis, el problema
de la inducción, etc. Por ahora, se emplean metodologías
hipotético-inductivas con relativo éxito [17], [18], [19].
Finalmente, a mediano plazo deberemos responder a preguntas
como quién hace la ciencia, el robot o quien lo programa, puede
hacerse ciencia sin descanso; se pueden reproducer los
resultados obtenidos en otros contextos, etc. [20], [21], [22],
[23], [24].
C. ¿La robótica creativa cura todos los males?
Es muy arraigada la idea de que la tecnología “cura-todo”.
Este paradigma, conocido como arreglo tecnológico, se basa
en la atracción natural hacia las soluciones tecnológicas que
mejoran el estilo de vida contemporáneo [25].
Luego de la Primera Guerra Mundial, la cultura moderna fue
nombrada como “la era de la máquina”. Este periodo se
caracterizó por la mecanización de las ciudades, la industria, la
agricultura y la administración. La gloria del cambio
tecnológico estuvo acompañada por las críticas de sus
imperfecciones, como la generación de residuos o la ineficacia
e incompetencia de líderes de gobierno [26], [27].
Tras la Segunda Guerra Mundial, llegó el optimismo y
muchos ingenieros y científicos encontraron inspiración para
aplicar innovación rápida y resolver los problemas de
postguerra. Alvin Weinberg identificó el análisis racional y la
innovación tecnológica como los principales impulsores del
progreso de la sociedad. Gracias a su alto perfil en la industria
de la energía nuclear, logró posicionar el concepto de que la
experiencia en ciencia e ingeniería movilizados en los
Laboratorios Nacionales de los EEUU durante la guerra, bien
podría ser reorientada para resolver problemas predominantes
de la época. Sugirió que, con supervisión nacional, se podría
aplicar análisis tecnológico para solucionar problemas de índole
social, político, económico, educacional y de moral tradicional.
Ejemplos “exitosos” del paradigma de Weinberg se encuentran
en salud, energía provisión de agua, producción de alimentos,
redes de carreteras e industria aeroespacial [28], [29], [30], [31],
[32], [33].
En la actualidad, junto a la aceptación irreflexiva de
soluciones tecnológicas inteligentes para los problemas
urgentes, existe una creciente preocupación social acerca de
algunas consecuencias de la tecnología, sobre todo en temas
como los valores sociales compartidos, el bienestar del público
y el papel social de los ingenieros. A la dimensión tecnológica,
se ha añadido la cultural, ética y política [34], [35], [36], [37].
III. ¿PODEMOS DARLOS EL LUJO DE PERDER LA OLA?
El boom científico-tecnológico, la generación de nuevos
patrones de producción y de organización del trabajo, y la
constante internacionalización de las economías colocan al
conocimiento como el factor principal de la competitividad
actual de las naciones. Mientras que algunos “especialistas”
sugieren buscar en el sistema educativo alternativas para ajustar
el gasto público, otros señalan que “el conocimiento pasa a ser
el recurso central de la economía de avanzada dado que reduce
la necesidad de materias primas, trabajo, tiempo, espacio y
capital” [38].
En este nuevo modelo económico mundial, las industrias
señaladas como básicas para el futuro próximo:
microelectrónica, biotecnología, telecomunicaciones, nuevos
materiales, robots e informática, se instalan en cualquier lugar
del planeta, en función principalmente del recurso humano
disponible. La formación del recurso humano se convierte
entonces en una prioridad social, que empieza en los primeros
años de educación, y que exige un esfuerzo colegiado de todos
los actores del sistema.
En el caso del Ecuador, la Ley Orgánica de Educación
Superior favorece que las instituciones del sistema “contribuyan
a la transformación social, productiva y ambiental, formando
profesionales y académicos con capacidades y conocimientos
que respondan a las necesidades del desarrollo nacional” y que
establezcan programas de acciones, entre los que se incluyen los
de servicio comunitario, para responder a los retos identificados
en los instrumentos reguladores del desarrollo nacional y zonal
[39].
La Agenda Zonal de Desarrollo de la Zona 7, en la que se
encuentra la provincia de Loja, reconoce que la región se
“especializa en productos y servicios con poco valor agregado,
con alta concentración en la propiedad de los factores de
producción y en la propiedad empresarial, y con considerables
inequidades sociales y territoriales en cuanto a cobertura de
servicios básicos y sociales”. Entre las acciones requeridas para
cambiar la situación, se incluye la “transformación de la matriz
productiva de la zona, la reducción de brechas y desigualdades
socioeconómicas, y la sustentabilidad patrimonial”, apostando,
entre otros, al “incremento de la oferta del servicio de educación
para niños, niñas, adolescentes y jóvenes de pueblos y
nacionalidades, considerando los territorios con mayor déficit en
cobertura” [40].
En este contexto, podemos responder a la interrogante
formulada. Si perdemos la ola, la brecha social y económica
entre nuestro país y los llamados desarrollados posiblemente se
transforme en una grieta imposible de superar.
IV. CONCLUSIONES
El crecimiento de la robótica creativa no solo trae consigo
impactos positivos y negativos, sino que también podría ampliar
la brecha social y económica entre nuestro país y los llamados
desarrollados.
Si no queremos perder esta nueva oportunidad, es necesario
sembrar capacidad humana con fuertes habilidades de base
tecnológica como primer paso en la transformación de la matriz
productiva local.
Para este efecto, se plantea la potenciación de diversas
iniciativas de alfabetización y capacitación tecnológica que las
carreras de ingeniería de la universidad incluyen habitualmente
en el abanico de actividades de vinculación, a través de una
matriz de actividades que permitan estructurar una propuesta
formativa complementaria a la que ofrece la educación formal.
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