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Ideas sobre la novela, Marqués de Sade

El primer punto para poder escribir novelas es conocer a las personas. “El conocimiento más
esencial que exige es el de conocer el corazón de los hombres”, escribe Sade. Hay que observar a
los otros, escucharlos y comprenderlos. Eso es lo que tiene que estudiar el escritor. “Fueron
Richardson y Fielding quienes nos enseñaron que el estudio profundo del corazón del hombre,
verdadero laberinto de la naturaleza, es el único que puede inspirar al novelista, cuta obra nos
hace ver al hombre no solo como es o como aparenta ser-eso le corresponde al historiador-sino
como puede ser, es como lo transforma el vicio y las secuelas de las pasiones.”

El segundo punto, que él escribe con prosa florida y pasional del pasado, es el de dejarse llevar por
la pasión de lo que se está creando, por la imaginación. Es, nos dice, como el pintor que “tiene sed
de pintar todo”. Aunque, eso sí, esto no nos debe hacer perder el norte. Sade dice que hay que
embellecer lo que vemos, crear un cuadro bonito, por así decirlo, pero sin pasarse. “Aunque te
aconsejo embellecer, te prohíbo apartarte de lo probable“, dice. El escritor puede crear historias,
puede hacerlas más atractivas y por supuesto estará contando una mentira, pero todo lo que tiene
que contar tiene que ser posible. Si se nos va de las manos, el lector pensará que se le está
pidiendo demasiado y se enfadará con el autor. “Su amor propio sufrirá, no creerá nada más,
desde el momento en el que crea que lo queremos engañar”, apunta.

El tercer punto es escribir no simplemente por hacer algo. “Nadie te obliga a la profesión que
haces, pero si la empiezas, hazlo bien”, señala, recordando que no se debe hacer “como un seguro
para tu existencia”. Si quieres vivir de una profesión, recomienda, no lo hagas de los libros.

El siguiente consejo es que, una vez que tengas el bosquejo de tu obra hecho, te lances a
escribirlo. Aún así, no te obsesiones con los límites que esto te marca, ya que solo conseguirás
crear así “volverte delgado y frío”. “Son impulsos lo que queremos de ti y no reglas, sobrepasa tus
planes, varíalos, auméntalos, no es sino trabajando que llegan las ideas”, apunta. Lo único que
Sade pide y exige es que el interés se mantenga hasta la última página. El lector perdonará muchas
cosas, nos dice, menos que le aburramos.

Tampoco te obsesiones que hacer que tus historias tengan una moraleja. Sade, como era de
esperar, no cree que las novelas tengan que tener una moral, esto es, servir para transmitir
mensajes (que fue un pensamiento muy habitual durante el pasado literario). Las novelas sirven,
nos dice, para pintar a los individuos. La novela, nos dice, es “el cuadro de las costumbres
seculares”.

Y, finalmente, el desarrollo de la historia tiene que ser natural, no tiene que ser forzado, pero
tampoco tiene que ser completamente lo que lector espera. Como nos dice Sade, “¿qué placer
queda cuando ha adivinado (el lector) todo?” La historia tiene que dar pistas, que inspirar, que ir
preparando para el final, pero el lector no tiene que saber qué va a pasar.

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