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Once motivos para esperar que todo salga (muy) mal

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¿Qué se compra hoy con $ 500? ¿Y con $ 100? ¿Con cuánta


plata hay que ir al almacén, a la verdulería o al
supermercado? ¿De cuánto va a venir la próxima boleta de
luz o de gas? ¿Cuál es el precio de referencia de las cosas?
¿Qué está caro, qué está barato?

Es imposible tener respuestas porque no sabemos dónde estamos


parados. La vida cotidiana está marcada por dos cuestiones: la
incertidumbre y la inflación. No sabemos qué plata necesitamos en el
mes y sí sabemos que los precios están descontrolados, especialmente en
lo que tiene que ver con la comida.

A esta altura, es evidente que el Gobierno no tiene idea de cómo controlar


la inflación y que todas las proyecciones que hizo están a 500 metros de la
realidad. La idea de que el mercado va a terminar acomodando las cosas
ya no la cree ni el más entusiasta de los funcionarios; la idea de que la
recesión baja los precios tampoco. Que el Banco Central, que el
sinceramiento de las tarifas, que lo peor ya pasó, etc..., etc..., etc…, son
frases que hoy sirven más para la burla que para un intento de explicación
de lo que está pasando.

La inflación está desacomodando mal la vida de las familias argentinas y


nada indica que estemos caminando hacia algún lado. Es claro que es un
fenómeno complejo, muy difícil de resolver y que lleva muchos años en
Argentina; también es claro que el Gobierno subestimó el problema y
sigue adelante con su único objetivo: aumentar la rentabilidad de las
empresas de energía sea como sea y a costa de lo que sea.

El camino es otro, el camino es el crecimiento, ampliar la torta productiva,


poner en marcha las economías regionales, liberar de presión impositiva a
las pymes y los comercios.

El camino es el desarrollo basado en una premisa básica: comer tiene


que ser barato en Argentina. Se puede discutir si somos buenos o malos
haciendo celulares, si un plasma tiene que ser caro o barato, lo que no se
puede discutir es que en Argentina producimos alimentos para 400
millones de personas y, entonces, los 11 productos de la canasta
básica tienen que ser accesibles para todos.

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Se puede quitar el IVA a la canasta básica, se puede restablecer un precio
de referencia de verdad, se pueden aplicar otras políticas, pero la base de
convivencia de la Argentina de hoy tiene que ser el acceso a los alimentos.
Tiene que quedarnos a todos claro qué compramos con $ 500, qué
compramos con $ 100.

Comer tiene que ser barato en nuestro país, esa es la premisa básica
para que podamos funcionar, ese es el principal objetivo de este
Gobierno y del que viene, ese es el principal consenso que debemos
construir si no queremos que esto se desmadre por completo.

Parece reiterativo, pero estamos en emergencia y esto es un llamado de


alerta.

La economía está en caída libre, la inflación sube y más en alimentos. En


marzo van a volver a aumentar las tarifas y hay un gran parate de la
actividad económica.

Es evidente que las previsiones que tenía este Gobierno para la


inflación no van a estar ni cerca de cumplirse. Estamos en un
problema de pérdida de empleo y no hay ningún indicador que
indique se va a cambiar en el corto plazo.

No solo hay un aumento permanente de los alimentos, también aumenta


la pobreza.

Cuando termine la presidencia de Mauricio Macri vamos a tener más


desigualdad y pobreza, porque éste fue un Gobierno que dejará 20
millones de pobres, como consecuencia de un modelo económico que hizo
eje en la soja, la minería y los salarios bajos.

(*) Diputado Nacional Red x Argentinas

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