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Coatzacoalcos, Ver.

, enero de 2015

Don Rafael Marquet Martínez de Escobar


P R E S E N T E.

Me ha alegrado en grado sumo saber de usted y de su proyecto de


escribir un libro sobre Coatzacoalcos desde su particular óptica y sus vivencias. Para
mí es un gran honor que acudiese por mi ayuda para darle una semblanza del Lic.
Amado Juvencio Trejo Patraca y de la Compañía Hidroeléctrica de Minatitlán S. C. de
R. L., empresa que trajo el progreso a Coatzacoalcos y la región en la segunda mitad
de los años 30 del siglo XX.

No cabe el menor ápice de duda que la amistad es un lazo de afecto que


puede llegar a sitios y personas insospechadas; siendo usted como lo es, uno de los
mejores amigos de mi padre y la valiosa ayuda que nos otorgó aquel ya no tan cercano
febrero de 1982 cuando él falleció; hoy, más de treinta años después lo que yo pueda
decir acerca de mi abuelo y la antigua Hidroeléctrica, por un lado pueden mis palabras
estar cubiertas del afecto del lazo familiar y por otro, ser la visión personal que se
desvanece con el transcurso del tiempo y no ser la misma visión de otras personas
que lograron vivir en esos tiempos, más, sean certeras o cubiertas de una óptica
personal, el motivo de recordar esos tiempos es ese lazo invisible que proporciona la
amistad y el deseo de que la empresa del compañero, del amigo, sea llevada avante
hasta el resguardo y abrigo del mejor puerto.

Entonces, no gastaré más palabras en explicaciones y motivos por lo que


doy paso a mi versión de la semblanza de:

LIC. AMADO JUVENCIO TREJO PATRACA


(Un personaje real que pudo haber sido creado por la ficción y la fantasía)

Al intentar colocar un orden a mis palabras para esta semblanza me


pregunto ¿Es o fue alguien para el Coatzacoalcos actual el Lic. Amado Juvencio Trejo
Patraca? Me parece que a pesar de lo que a continuación narraré, la inmensa mayoría
de habitantes desconoce el nombre y el busto levantado en su honor ubicado en la
confluencia de las avenidas V. Carranza con J. Escutia.
Dejando a un lado los lazos sanguíneos que me unen al Lic. Amado J. Trejo
iniciaré por la semblanza que de él se publicó en la Monografía número 14 del banco
Banamex, publicada en el año de 1981 con motivo de la conmemoración del
centenario del municipio de Coatzacoalcos en el segundo semestre del año citado, en
cuyas páginas 44 y 45 cita: “Forjadores de la ciudad-puerto… Agradecimiento de
esta Ciudad con los hombres que habiendo nacido aquí o en otras partes de
la República han contribuido a su desarrollo o a consolidar su presencia en el
ser nacional, les rinde homenaje de gratitud”.

En la citada sección de los Forjadores de la ciudad-puerto en la


monografía en comento se citan los nombres y una breve semblanza del General
Eulalio Vela, de Don Francisco Gutiérrez y Gutiérrez y de Don Amado J. Trejo, de este,
dicha semblanza de homenaje cita textualmente:

“DON AMADO J. TREJO

Considerado como uno de los valores intelectuales de Veracruz y


el personaje que despertó del marasmo a esta región y la impulsó al progreso
al construir la Empresa Hidroeléctrica de Minatitlán los habitantes de
Coatzacoalcos le rinden homenaje y lo recuerdan como uno de los hijos
predilectos de esta ciudad.

Don Amado Juvencio Trejo nació en Acayucan, Ver. el 26 de


noviembre de 1893 y ya joven, becado por el gobernador de Veracruz Teodoro
A. Dehesa fue a estudiar a Xalapa donde el director de la preparatoria, el
singular poeta Salvador Díaz Mirón lo hizo su secretario particular y lo
consideraba su discípulo de Lengua Castellana.

Con Díaz Mirón, Amado J. Trejo tuvo oportunidad de tratar durante


su estancia en el país, al poeta nicaragüense Rubén Darío y estas
circunstancias aunadas a la brillante inteligencia del joven Trejo y su
apasionado amor al estudio hicieron que lograra una amplísima y sólida
cultura.”.

He citado la fuente de la semblanza transcrita, misma que es casi copia


fiel de otra que Don Ramón Figuerola Ruiz publicó en el diario La Opinión, misma que
más adelante transcribiré; la ahora transcrita pudo llegar a los ojos de Don Amado J.
Trejo ya que dicha monografía llegó a mis manos en los meses de julio – agosto de
1981 y Don Amado falleció en octubre del mismo año. He visto que la citada
semblanza, ha sido reproducida tal cual en cualquier otro apunte que ha pasado por
mis ojos, incluyendo páginas web publicadas en Internet que hablan de
Coatzacoalcos; sin embargo, dicha semblanza a mi parecer contiene imprecisiones
sobre Amado J. Trejo; es muy breve y peca de omitir el por qué Amado J. Trejo es
considerado uno de los valores intelectuales de Veracruz, por lo cual me permito
ampliar y precisar lo vertido en la misma, tratando de ser veraz para no pecar del
orgullo familiar por ser nieto de Amado J. Trejo, tratando de apegarme lo más posible
a una realidad de lo que se de él y las anécdotas por él narradas en las vivencias
familiares que a su lado logré asimilar.

La primera imprecisión que se cita es su fecha de nacimiento, la cual


corrijo, Amado Juvencio Trejo Patraca nació un 25 (veinte y cinco) del mes de enero
del año de 1891 (mil ochocientos noventa y uno) en la ciudad de Acayucan, que en
dichos tiempos debido a las divisiones políticas interiores a la entidad federativa, fue
la ciudad más destacada a fines del siglo XIX, en dichos tiempos Coatzacoalcos,
aunque ya era municipio le faltaba llegar a 1911 para ser elevada al rango de ciudad;
la fecha que se cita en la monografía corresponde al nacimiento de Doña Sara Romano
Lastiri, con quien unió su vida en matrimonio.

En efecto, al cursar los estudios correspondientes al bachillerato, la


ciudad de Acayucan no contaba con instituciones académicas que impartieran dicho
nivel, por lo que se trasladó a la ciudad de Xalapa, como alumno becado por el
gobernador Teodoro A. Dehesa debido a la suma de dos factores imperantes en aquel
México pre revolucionario: el programa de becas vigente para que alumnos de
ciudades pequeñas tuvieran acceso a mejores niveles escolares; y la inteligencia y
apego al estudio demostrado en ese tiempo por el joven Amado.

En la preparatoria, en aquel tiempo el director de la misma era el insigne


poeta veracruzano Salvador Díaz Mirón, inolvidable por los versos de; “Mamá soy
Paquito”, quien al notar sus facultades de oratoria, memoria e inteligencia lo hizo su
secretario particular al mismo tiempo que su discípulo predilecto, en especial de
Literatura Castellana.

Tocó en suerte que al ilustre poeta veracruzano, que en aquellos


tiempos, el poeta nicaragüense Rubén Darío tuviera la inquietud de visitar y conocer
la entonces bien llamada “Atenas Veracruzana” cuna de grandes intelectuales en
diversas áreas de las ciencias, por lo que este fue alojado en la famosa Quinta Los
Berros, en aquellos años domicilio particular de Díaz Mirón. Durante la estancia de
Rubén Darío en la ciudad de Xalapa compuso su célebre poema cuento titulado
Poema de Otoño, conocido popularmente como a Margarita Debayle y fueron
incontables las tardes de café, charlas y versos entre los tres personajes, Salvador Díaz
Mirón, Rubén Darío y Amado J. Trejo Patraca.

A la par de dichos sucesos llegaron los años revolucionarios, nunca supe


a que bando se unió Amado J. Trejo, lo cierto es que aquellos años le dejaron una
cicatriz en la nuca, que en cada ocasión en que le pregunté por ella me respondió que
era una huella de la Revolución.

Posterior a la caída de Francisco I. Madero, Amado J. Trejo Patraca, en la


ciudad de Xalapa, se unió en matrimonio con la Profesora Sara Romano Lastiri, y en
esa misma ciudad en la primera mitad de la década de los años 10 del siglo XX, hace
aproximadamente poco más de una centuria procrearon a sus vástagos mayores,
Narciso Benito y Sara.

Los azares del destino trajeron de nueva cuenta a la familia Trejo Romano
al sur del estado, donde el ya Lic. Amado J. Trejo Patraca, fue electo Diputado Federal
por el cantón o distrito electoral de Acayucan, distrito electoral en el cual se
encontraba la naciente ciudad y puerto de Coatzacoalcos. Dentro de las actividades
que desempeñó Amado J. Trejo en aquella XXXVIII Legislatura al Congreso, como
consta en el archivo digital que le adjunto a la presente, en septiembre de 1918, fue
nombrado delegado al primer Congreso Nacional de Ayuntamientos; del documento
de nombramiento podemos citar que fue escrito en una muy antigua máquina de
escribir de las cuales su existencia quizá sólo se encuentre en museos, también es una
carta escrita en un viejo formato, donde el nombre del destinatario no se encuentra
en la parte superior como es nuestra actual costumbre.

Como escribirían los antiguos amanuenses al transcribir un documento,


iniciarían al margen superior izquierdo un sello que contiene el escudo nacional y dice
H. Ayuntamiento de Acayucan.

Debajo del sello dice Número y se ha inscrito 690 y ya el contenido dice:

“El H. Ayuntamiento que tengo el honor de presidir, en la sesión


reglamentaria que celebró el día cuatro del presente mes, teniendo en cuenta
los sentimientos patrióticos que lo caracterizan y sabiendo como sabe que es
Ud. hijo del terruño donde esta propia Corporacion tuvo la honra de nacer, no
vaciló en nombrarlo su Delegado, toda vez que como conocedor de sus
necesidades, sabrá representarlo dignamente con éxito, en el primer
Congreso Nacional de Ayuntamientos que habrá de reunirse en esa Capital el
presente mes, con el objeto de estudiar serena y patrioticamente, las
cuestiones y problemas Municipales que menciona en las bases relativas el C.
Presidente del Comité Ejecutivo y que aún no se han recibido.

En tal virtud y no dudando de su reconocida benevolencia, la


aceptacion de este nombramiento, cumple á mi deber anticipar á Ud. las
gracias mas cumplidas, protestandole las seguridades de mi mas atenta
consideración.

Constitucion y Reformas.
Acayucan, á 9. de Septiembre de 1918.
El Presidente Municipal suplente.

Se aprecian dos firmas autógrafas que se leen como Cárlos


Romanillos y Rafael Ortiz.

Al C. Lic.
Amado J. Trejo, Diputado al Congreso de la Union.”

El reverso del documento se aprecia un sello que contiene el escudo


nacional y que dice “Congreso Nacional de Ayuntamientos *Secretaría* y tiene
una leyenda que cita: Se tomó razón a fojas 13 f. del libro de registro
respectivo, bajo la partida número 45, como Delegado Congresista.

Constitución y Reformas.
Tacubaya, D.F., 11 de octubre de 1918.

El Presidente del Comité Ejecutivo.”.

Y contiene una firma autógrafa no totalmente legible.

Las dotes de oratoria no excluían de la persona del Lic. Trejo su capacidad


de escribir y emocionar con su redacción, tal como podemos apreciar en la siguiente
carta escrita unos días después del nombramiento transcrito.
“México, 22 de septiembre de 1918

Mi Querida Viejita:

Anoche recibí tu carta del 18. La correspondencia viene


sumamente retrasada, quizá por el mal estado de los trenes.

¿Quieres que te cuente como estuvieron aquí las fiestas? En pocas


palabras te lo voy a decir.

El 15 no hubo durante el día nada de importancia, a no ser los


vuelos de los aeroplanos en el campo de aviación. Este es un espectáculo
sumamente interesante, y puede uno admirar la destreza y el arrojo de los
pilotos. Hay una suerte sumamente difícil: el aeroplano va en los aires en
estado horizontal, repentinamente se clava y da una o dos vueltas perfectas.

El 15 por la noche fuimos al tradicional grito. La plaza de la


constitución que tiene capacidad para albergar cincuenta mil personas estaba
llena de bote en bote. Nosotros pudimos obtener un magnífico lugar, logramos
colocarnos frente al balcón principal de palacio, lugar este, donde el Presidente
de la República toca la campana de Dolores.

El ruido de la plaza era incesante, como que cincuenta mil bocas


hablaban a voz en cuello. A las diez de la noche comenzó a llegar a Palacio la
comitiva oficial: el Presidente, sus ministros, el Cuerpo Diplomático, los
marinos argentinos y demás invitados. Todo mundo aplaudía y todos se
entusiasmaban. Faltarían diez minutos para las once cuando poco a poco fue
cesando el vocerío hasta hacerse un silencio absoluto. Cien mil ojos estaban
fijos en la cara del reloj que se ostenta sobre el balcón principal de palacio.
Las manecillas marchan lentamente, muy lentamente, y su paso iba acabando
hasta con la respiración de las cincuenta mil almas congregadas para sentir
intensamente la fiesta de la Patria.

Cuando el minutero se aproximaba a las doce puedo asegurarte


que el silencio era tanto que se podía oír hasta el palpitar de los corazones.
No sé que de solemne tenía este silencio. Parecía silencio de desierto, o
silencio de eternidad. Y sin embargo, existían allí cincuenta mil almas. En ese
minuto, en esos segundos de ausencia de ruidos, de ausencia de movimientos
que podían mentir la proximidad de una tumba, te aseguro que todos vivimos
con la mayor de las intensidades, y concentramos allí nuestra vida de
recuerdos y nuestra vida de esperanzas.

Por mi mente pasó mi ayer y mi mañana, pasaste tú, pasaron mis


hijos, pasó mi gente. Recordé mis muertos, y en confusión indecible se
presentó mi futuro. Puedo asegurarte que aquello era solemnemente bello. Era
grandiosamente poético.

Las agujas seguían caminando lentamente, marcando el tránsito


del tiempo.

Hubo un instante en que la respiración pareció cortarse y los


corazones fingieron no latir. Entonces, pausadamente, sonaron primero los
cuatro cuartos, y después más pausadamente, pero más solemnemente
sonaron las once campanadas recordándonos el comienzo de aquella sublime
epopeya nacional.

El Presidente, vestido de negro frac y llevando cruzada al pecho la


insignia de su alta jerarquía, se adelantó al balcón, vitoreó a México e hizo
sonar la campana histórica. Las bandas tocaron marchas de honor, los
músicos dieron al aire las valientes notas de nuestro himno, los cañones
entonaron las potentes voces de su salva, las campanas cantaban con su
armoniosa lengua de metal, la multitud volvió a la vida, y cree, en ese
momento, por mi cara rodaba una lágrima.

Mañana te contaré más. Besos para los Chatos y para ti.

Amado”

Al término de su mandato como Diputado Federal por el distrito electoral


de Acayucan, Amado J. Trejo intentó ser Diputado Federal por el naciente distrito
electoral de Coatzacoalcos, candidatura que le fue negada desde el interior del
Congreso en la XXXIX Legislatura; sin embargo ello no menguó la férrea voluntad de
Amado Juvencio, quien, a la sazón recibió el nombramiento de Notario Público
número 2 (dos) de la demarcación de Coatzacoalcos.
Dadas las condiciones de aquellos tiempos, me comentó alguna vez el
Lic. Trejo que para el desempeño de sus labores como fedatario público utilizaba
varias tarifas, si quien acudía al desempeño de sus servicios contaba o no con recursos
económicos y si para el desempeño de sus labores hubiere necesidad de desplazarse
aplicando también el mismo criterio de solvencia económica.

El tiempo en su inexorable marcha nos lleva al año de 1936, en elecciones


para decidir quien sería el nuevo gobernador de Veracruz, es electo Manlio Fabio
Altamirano, quien fue muerto en el barrio de Tacuba de la ciudad de México.

A la muerte de Manlio Fabio Altamirano, se convoca a elecciones


extraordinarias, siendo el candidato por el Partido Nacional Revolucionario el Lic.
Miguel Alemán Valdés, llevando de oponente a su coterráneo de Acayucan, Lic.
Amado J. Trejo Patraca. El Lic. Trejo fue convocado a una reunión a efectuarse con el
gobernador sustituto Ignacio Herrera Tejeda y el Presidente Cárdenas, quienes se
dirigieron a él aproximadamente con estas palabras:

“Lic. Trejo, usted fue becado como estudiante por el gobierno del
estado de Veracruz; hoy es notario público por el gobierno del estado de
Veracruz, en resumen, Veracruz a usted le ha dado todo, más ¿Qué ha hecho
usted por Veracruz? Hoy pretende ser gobernador de Veracruz en estos
tiempos en que el Partido Nacional Revolucionario, al cual usted no pertenece,
intenta la estabilidad de Veracruz y del país. Haga usted algo por Veracruz y
por su región, aquí tiene usted una concesión de dominio de las aguas de la
cascada de Huazuntlán. Olvídese de la gubernatura, regrese a Coatzacoalcos
y a través de la concesión forme una hidroeléctrica y dote de energía a esa
región y haga algo por Veracruz.”.

El Lic. Trejo regresó a Coatzacoalcos dispuesto a superar el reto que le


había impuesto sus inquietudes políticas y el progreso de Veracruz; convocó a la
región a unirse en la empresa para llevar a cabo los primeros pasos de la
industrialización de Coatzacoalcos y la región, para así poder despertar del marasmo
en que la misma se había sumido y dar paso a la modernización. En aquel 1936,
durante el proceso de creación de la empresa hidroeléctrica coincidió que aquel
Puerto México transformaba su nomenclatura a Coatzacoalcos, por lo que la naciente
empresa fue creada con la razón social “Empresa Hidroeléctrica de Minatitlán, S. C.
de R. L.
El hecho de que el Lic. Trejo hubiese intentado contender por la
gubernatura de Veracruz y pudiera lograr llevar a buen puerto el reto impuesto para
la creación de la hidroeléctrica, no pasó desapercibido a los ojos de quienes
dominaban la escena nacional en contienda por lograr ser el Presidente del Poder
Ejecutivo de la República, así el Lic. Alemán Valdés pasó a ser jefe de la campaña
política del Gral. Manuel Avila Camacho y posteriormente su Secretario de
Gobernación y el Lic. Trejo se desempeñó como Oficial Mayor de la Secretaría de
Economía que englobaba a la Industria y el Comercio del país, posteriormente se
llamó Secretaría de Industria y Comercio, para que a finales del siglo XX se le haya
devuelto su nombre de Secretaría de Economía y su carácter rector de los destinos
económicos del país. El cargo de Oficial Mayor era el máximo puesto que se podía
desempeñar por debajo del Secretario de Despacho, ya que en aquellos tiempos las
necesidades del México de los años 40 del siglo XX no contemplaban las
Subsecretarías ni la abultada burocracia que hoy tenemos.

Posteriormente por los azares que nos marca el destino, el gran poeta
Jesús Urueta fallece en la no tan cercana Argentina y sus restos mortales son
regresados al país vía marítima y es Coatzacoalcos el puerto de arribo de la
embarcación que los contenía por lo que el pueblo de Coatzacoalcos a su paso por
estos lares le rinde un homenaje póstumo en el cual Amado J. Trejo Patraca interviene
con sus ya conocidas dotes de oratoria y pronuncia estas palabras:

Oración fúnebre pronunciada por el Sr. Lic. Amado J. Trejo en el homenaje póstumo
rendido al gran poeta Jesús Urueta, al traer sus restos a la patria, a su paso por
Coatzacoalcos

“El príncipe de nuestros líricos, el más excelso de nuestros poetas,


el bardo cuyos cincelados versos aúnan al bramido del mar, exquisiteces
melancólicas de luz de luna, en un arranque de sentimiento infinito, con acento
de ternura inmensa, en una explosión suprema de su alma lacerada por los
siete puñales del dolor, elevó a las concavidades del Eter este grito de angustia
y consuelo:

Un cadáver no es trono demolido


ni roto altar, sino prisión desierta.
Y tú, divino modelador del verbo, depurador en el crisol del trance
fatal, aniquilado lo que en ti debe dejar de existir, exaltado hasta la sublimidad
los dones preciosos que en tu genio depositaron los dioses inmortales, circuída
tu frente del nimbo radioso de los preconizados, coronado de adelfa, de mirtos,
y de rosas, manumitiéndose de las sombrías ergástulas de la vida, vuelves del
caudaloso río de Solís, del anchuroso plata, trayendo en tus “pies” el color de
los senderos interminables, y derechamente te encaminas al templo de la
gloria, donde tu asiento estaba apercibido de antemano.

Tus dioses, los dioses infinitamente bellos, los dioses inmortales,


los que tus palabras de prestigio y armonía nos dieron a conocer, los que nos
enseñaste a amar intensamente, viene en ruidoso tropel en busca tuya, para
llevarte consigo a su morada, a las luminosas cimas del Olimpo.

“Zeus, el padre, el coloso que hace temblar el universo frunciendo


el entrecejo, y zigzagueando su cólera ardiente en las espesas nubes;
Poseidón, que lleva a los combates el vaivén incansable del océano que
domina; Apolo, que se yergue sobre las fortalezas con la actitud viril del
arquero que dispara; Atenea, engendrada de Zeus “al replegarse sobre sí
mismo, al respirar profundamente” que no sostiene las simpatías femeninas,
con la coraza ajustada al seno y el penacho ondeando sobre el cono de su
casco como una bandera sobre una torre; Hefesto, el ilustre obrero que al
escanciar el néctar en las copas de los dioses sentados a la brillante mesa del
festín, hace estallar inextinguibles carcajadas caminando ridículamente con
sus piernas escuetas y torcidas, y excita en sus talleres la admiración de los
olímpicos forjando y modelando obras de arte con sus manos primorosas y
hábiles; Ades, que tiene los funestos dones del bronce agudo y del voraz
incendio, sangriento como el asesinato, y estruendos como el cataclismo; y
Afrodita, de oro que ama las sonrisas, blanca como el plumón de las espumas,
cintilante como el joyel de estrellas, que lleva en su cintura “todas las
voluptuosidades y el amor, y el deseo, y el ardiente coloquio, y la elocuencia
persuasiva que turba el espíritu de los sabios”, que se burla de los dioses, y
que se venga de las venganzas de los hombres en un solo instante, en el
instante que quiera, haciendo cantar como un coro de vírgenes vencidas, las
secretas e irresistibles armonías de la Hora Triunfal de los Amores”.

Tu, ilustre Aeda, tendiste el hilo sutil de la simpatía entre nosotros


y los héroes griegos, cuya vida inacabable en la leyenda; nos hiciste gustar
la ambrosia de los cantos homéricos al brotar de tus labios, y tan puros. “Como
cuando al son de la lira de los rápsodas eran entonados los banquetes de los
príncipes jonios”. Tu voz que tuvo estruendo de tempestad y arrullo de paloma,
nos preparó para el combate y el amor, porque es infinitamente bello combatir
y amar.

Las parcas incansables acallan tu palabra cincelada, Antenas


tiende la fimbria de su manto para recoger al último griego; los dioses te hace
suyo y te sientan en el grandioso Olimpo donde corre a torrentes la luz; pero,
oh misericordia divina, nos deja tu recuerdo, tu recuerdo eres tú, para que
flotes por encima de nuestro ambiente, para que sigas la vida errante de los
inmortales, y “recorras con tus pies que tienen el color de los cambios
interminables” colgada al hombro tu cítara de cuatro bordes, todas las
ciudades de la confederación del arte, las blancas como Kimé, las dulces como
Smirna, las gloriosas como Kíos, llevado en tu verbo divino, como en una
ánfora, tu divina poesía como néctar, y enseñando el arte de cantar como a
ti te lo enseñaran los antiguos, como a los antiguos se lo enseñaran las musas,
y diciéndonos a todos, jóvenes o viejos: “escuchad, oh niños, el combate de
Aquiles y de Héctor. Este canto es bello”.

Maestro;

Los siguientes como tú no tienen patria, porque son ciudadanos


del mundo; pero cuando lejos del golfo, cuando apartado de tus montañas,
cuando separado de los valles que encerraron tu cariño; cuando en los ojos
de tu cuerpo se apagaba la luz, seguramente que los radiantes del alma los
volviste hacia acá, y completamente nuestra enseña tricolor, la que envuelve,
la viste saludar con sus flotantes guiñapos a los héroes muertos, oíste la
clarinada de oro de una mañana de gloria, recordaste la leyenda maravillosa
de los años de tu infancia, sentiste la caricia tibia de tu primer recuerdo, de tu
primer cariño, de tu primer dolor. Era que tu patria nuestra tan desgarrada, tan
en decadencia, tan maltrecha, posaba en tu frente sus besos infinitos de
ternura maternal y hoy.

Ante la forma en que el tribuno ha sido,


llora, por más que la razón lo advierta,
que un cadáver no es trono demolido,
ni roto altar, sino prisión desierta.
Las anteriores palabras son el inicio y el final de la oración pronunciada
por el Lic. Trejo, más, poseo la oración completa dicha en aquella ocasión, en donde
se puede apreciar las dotes en el manejo del lenguaje por Amado J., si usted gusta la
pongo a su disposición en cuanto tenga a bien solicitarlo.

La Nacionalización de la Industria Eléctrica, inicia su proceso el 27 de


septiembre para concluir el 29 de diciembre de 1960, mediante una adición al artículo
27 constitucional; la Comisión Federal de Electricidad, en dichos tiempos deja fuera
de operación a la hidroeléctrica de la cascada de Huazuntlán; ello dio lugar a otra
faceta del Lic. Trejo, al término de la liquidación de la empresa, inicia su trayecto en
la industria de la construcción, dirigiendo proyectos como los inmuebles ubicados en
el número 704 de la Av. M. Hidalgo; en el número 221 de la Av. Bellavista; el edificio
Sara ubicado en la esquina que forman las avenidas B. Juárez y 16 de Septiembre; el
Club Rotario ubicado en el número 205 de Paseo Miguel Alemán entre otras.

En noviembre de 1969 fallece Juan Estuardo Montalvo Piquet, conocido


comerciante de aquel Coatzacoalcos y esposo de Sara Trejo Romano, hija mayor del
Lic. Trejo. Debido a lo ampliamente conocido que fue el de cujus, su sepelio fue
multitudinario y tuvo lugar en el antiguo panteón municipal, allí entre la multitud de
personas y tumbas, cuando el ataúd de mi “tío Talo” había sido colocado al fondo de
la tumba que lo albergaría, antes de iniciar con los tradicionales puñados de arena
que se estilaban para iniciar a cubrir el ataúd y cerrar la tumba, el Lic. Trejo, que en
ese tiempo contaba con casi 79 años de edad, se abrió paso entre la multitud que
respetaba los espacios destinados a otras tumbas, dueño de una voz grave y potente,
con la mirada fija en el ataúd y no se si sus palabras fueron dirigidas al mismo o a las
personas allí congregadas, inició uno de sus más memorables e improvisados
discursos de los que tenga memoria. Habló sobre Juan Estuardo Montalvo, como hijo,
como amigo, como esposo de su hija, de lo impredecible que puede ser nuestro paso
por esta vida y al quebrarse su ronca voz al tiempo que unas rebeldes lágrimas se
abrían paso a través de sus ojos culmina diciendo:

“Más, se que mi andar por esta vida ya no tiene lejano el final de


su camino, por eso, hoy yo no te digo adiós Talo Montalvo, te digo, ¡Hasta
luego Talo Montalvo!”.

El Lic. Amado Juvencio Trejo Patraca en su no corta existencia, logró


forjar numerosas amistades entre quienes puedo citar a Don Manuel Rodríguez, quien
fue director y dueño del diario La Opinión en la vecina ciudad de Minatitlán y Don
Ramón Figuerola Ruiz, quien fue la persona que, fuera de su familia, mayor contacto
tuvo con Don Amado, ya que durante mucho tiempo fue su secretario particular,
posteriormente Delegado de Tránsito en nuestra ciudad, Delegado de Turismo y
finalmente el primer cronista de la ciudad.
Estos lazos amistosos dieron origen a una extensa publicación fechada el
domingo 13 de abril de 1975 en el citado diario, dirigida por Don Ramón Figuerola a
Don Manuel Rodríguez, en la cual como ante título citaba Ramón Figuerola Ruiz y
como título Propone que Calles de Puerto, Mina y Acayucan Lleven el Nombre
del Lic. Amado J. Trejo, a continuación me permitiré transcribirle dicha publicación
en la cual Don Ramón Figuerola narra su versión y semblanza del Lic. Trejo.

“Coatzacoalcos, Ver., 11 de abril de 1975.

Querido don Manuel:

Tengo conocimiento que la Mesa Redonda Panamericana, para


conmemorar el Día Panamericano y el Año Internacional de la Mujer, rendirán,
el próximo lunes 14 justo y reconocido homenaje a tres distinguidas Damas
entre las que se encuentra la Pintora RAQUEL TREJO ROMANO, originaria
de este puerto.

Como con motivo de las instalaciones de industrias en la región


han venido a establecerse mucha gente que lo ignora y Ud. y yo fuimos
testigos de ello, he estimado oportuno publicar los siguientes apuntes:

Raquel Trejo Romano es hija del Sr: Lic. Don Amado J. Trejo
considerado uno de los valores intelectuales de Veracruz y quien despertó del
marasmo a la región e impulsor del progreso que hoy estamos disfrutando:

Amado J. (Juvencio) Trejo, nació en Acayucan, Ver., el 25 de enero


de 1891. Becado por don Teodoro A. Dehesa, Gobernador de Veracruz, se
trasladó a estudiar a Xalapa. (Este mismo gobernador fue el que becó al
famoso muralista Diego Rivera).

Siendo Director de la Preparatoria en Xalapa, el singular poeta


Salvador Díaz (fin de la publicación en la 1ª. Página y cita: pasa a la 6ª Página). En la
6ª página encontramos nuevamente el ante título, el título y continúa: ---(Viene de
la 1ª Página) --- Mirón, tomó como su secretario particular a su preferido
discípulo de Literatura Castellana: el joven estudiante Amado J. Trejo a quien
tomaba en compañía desde que se levantaba, en su Quinta en Los Berros,
hasta que retornaba para dormir, y cuando estuvo en Xalapa el incomparable
poeta nicaragüense Rubén Darío, que no pudo visitar la Capital por haber
estallado la Revolución, el joven Trejo acompañó siempre al poeta Díaz Mirón
en atender al Gran Rubén Darío. Estas circunstancias aunadas a la brillante
inteligencia del joven Trejo y su apasionado amor al estudio hicieron que
lograra una amplísima y sólida cultura y fuera catalogado como uno de los
valores intelectuales de Veracruz.

En Xalapa el joven Amado J. Trejo conoció a la culta dama Sara


Romano Lastiri, originaria de Papantla, Ver., quien cursaba la carrera de
Maestra y contrajeron matrimonio, de cuya unión tuvieron los siguientes hijos:
Narciso B. (Benito) hoy Abogado y Notario Número Dos; Sara, esposa que fue
de mi íntimo amigo Talo Montalvo (q.e.p.d.) y 3 hijos más que fallecieron en
Xalapa.

A finales de 1920 el matrimonio llegó a Coatzacoalcos, donde


nacieron: Enrique (Ingeniero); María Esther (Química); Amado, Alicia y
Raquel, quien se graduó de licenciada en Derecho y Concertista de Piano,
carreras que abandonó para dedicarse íntegramente a la Pintura donde ha
alcanzado (cosa difícil de lograr en esta actividad) un merecido prestigio en la
Capital y a quien la famosa crítica Margarita Nilken elogio sin reserva alguna.

En 1930 siendo Gobernador del Estado el entonces Coronel


Adalberto Tejeda de quien don Amado J. Trejo era enemigo político, sobre
todo en ideología religiosa, pues don Amado lo había atacado abiertamente
en Editoriales firmados en El Dictamen, por medio de un amigo común lo
mandó a llamar y poco más o menos le dijo: “Todo lo que es Ud., se lo debe a
Veracruz y ¿qué ha hecho Ud., por Veracruz?

He pensado que aprovechando el Salto de Huazuntlán hacer una


Hidroeléctrica, Ud., es el hombre indicado para ello” y aunque en ese entonces
una obra de esa envergadura era casi imposible de realizar, Amado J. Trejo
aceptó el reto.

Recuerdo que siendo yo aprendiz de amanuense del Lic. Jacinto


Pereyra M., Notario No. 1, una mañana en 1931 se firmó la escritura
constitutiva de la EMPRESA HIDROELECTRICA DE MINATITLAN a cuyo
acto asistieron entre otros Don Maximino Jara, don Leopoldo, don Ricardo
Corrons y otros que hicieron viaje especial desde Minatitlán.
Después siendo ya Secretario del Lic. Don Amado Trejo,
frecuentemente lo acompañaba a Minatitlán adonde visitamos a los Jara y
llegaba a charlar el tipógrafo Manuel Rodríguez O., que trabajaba
incansablemente para fundar el Diario “La Opinión” y, que era uno de los que
más ansiaba que llegara la energía eléctrica.

Recuerdo que se emitieron acciones pero su importe se agotó


rápidamente en solo las obras de captación y faltaba lo principal. Entonces el
Lic. Trejo convocó a una reunión que se llevó a cabo en el local en que
después estuvo la barra del Casino “Puerto México” y fue donde Don Manuel
María Castellanos en su carácter de Secretario de la Hidroeléctrica me dictó
una carta en que se comprometían “solo bajo palabra de honor” adquirir
acciones y pagar la maquinaria, carta que firmaron entre otros si mi memoria
no me es infiel: Amado J. Trejo, el propio Don Manuel Castellanos, Don
Agustín Brunet que era Tesorero de la Empresa, Don Jorge Tubilla, Don
Manuel Candanedo, Don José Vega Carballedo, Don Jorge Caballero, Eulalio
Vela Hernández y otros muchos que sería muy largo nombrar.

Como el importe de las acciones emitidas para la adquisición de la


maquinaria no alcanzaba, fui testigo presencial de “las maromas” que hacía
Don Amado a través de Don Emilio Sabrvie (quien por cierto aún vive),
entonces dueño absoluto de la Cervecería Moctezuma a través del Banco
Azucarero que dirigía un señor Pous Cházaro, al grado que tenía que
esperarse el cobro de las exhibiciones de las acciones de maquinaria para
cubrir los libramientos.

Fui testigo cuando se instaló la Subestación aquí, a la subida del


Panteón y como eran unos arenales y los tractores derrapaban trabajaban
personalmente y sin estipendio alguno Lalo (Chipo) Vela, Samuel Bringas,
quienes tenían una fuerza hercúlea, don Jorge Caballero y otros y después de
cada dificultosa maniobra el Lic. Trejo los invitaba a comer al Restaurant
“Bilbao” de don Manuel Revilla, que estaba en lo que hoy es el Hotel “Rivera”.

Recuerdo que en ese entonces como don Amado J. Trejo se daba


el lujo de dictar 4 o 5 escritos al mismo tiempo: Un acta notarial a mí (no de
esas de cajón, sino para hacer constar hechos); un escrito a Maura Fernández
(hoy viuda de mi querido amigo Fito Cevallos); una carta a Carmen Absalón
(hoy viuda de mi amigo Francisco González Caballero); todavía tenía tiempo
para conversar con Don Jorge Caballero y el Chipo Vela que nos visitaban casi
todas las tardes. Le preguntó Don Jorge Tubilla: ¿si no es indiscreción,
cuántos años tiene Ud? pues tiene el vigor y la clara inteligencia de un hombre
de unos 35 años, a lo que Trejo le respondió: “No, Don Jorge, tengo 40 años
y 12 meses y allí me voy a plantar durante 2 años hasta que pase esta edad
peligrosa”.
Así fue a grandes rasgos como se construyó la Hidroeléctrica que
al inaugurarse era una de las mejores en la República. Naturalmente después
vino el aspecto político y hubo que darle energía, como era justo, a todos los
pueblos de la región pues recuerdo que todavía… Aquí continúa mi archivo con
una parte no totalmente legible por lo que la omito y finaliza citando:

… su memoria, como ya se han superado ciertas cuestiones


políticas, propongo el NOMBRE DE: “AMADO J. TREJO” le sea impuesto a
una calle en Coatzacoalcos, en Minatitlán y en su ciudad natal Acayucan,
además de ser el impulsor de lo que hoy es esta progresista Zona Sur de
Veracruz, está considerado justamente, como uno de los valores intelectuales
de Veracruz.

Le saluda con afecto su sincero amigo:

Ramón Figuerola Ruiz”

La vida corpórea de Don Amado J. Trejo Patraca, llegó a su final el 13 de


octubre del año 1981, ni él, ni Don Ramón Figuerola Ruiz vieron culminados los deseos
de éste de que los H. Ayuntamientos de Coatzacoalcos, Minatitlán y Acayucan
impusieran su nombre a una calle de dichas ciudades.

Más, Don Amado sembró amistad, trabajo, un esfuerzo inquebrantable


para lograr culminar con éxito los objetivos trazados y el reconocimiento de sus
amigos contemporáneos y de propios y extraños, por lo que con posterioridad al
fallecimiento de Don Ramón Figuerola Ruiz, Don José Luis Madrazo Ledesma continúa
tratando de impulsar la propuesta de Don Ramón, culminando sus esfuerzos en el
primer mandato como alcalde de Marcelo Montiel Montiel, quien asignó un espacio
en el camellón en la confluencia de las avenidas Venustiano Carranza y Juan Escutia
para colocar el busto en honor a Amado J. Trejo Patraca, mismo que se va
deteriorando por falta de mantenimiento y que no fue cubierto con fondos públicos
sino con aportaciones de los descendientes de Don Amado.
Así pues, hasta ahora, le he expuesto mi no corta semblanza de Amado
J. Trejo, mezclándola con la publicada en la monografía de Banamex y la versión de
Don Ramón Figuerola Ruiz publicada por el diario La Opinión. Como habrá notado hay
pequeñas diferencias por cuanto hace a algunas fechas y anécdotas, por lo que queda
a su criterio y entender que partes de esta narrativa le son útiles para el contenido de
su libro.

Me queda pendiente la semblanza del nacimiento, operación y final de la


Compañía Hidroeléctrica de Minatitlán, misma que ya se anticipó algo en esta
semblanza, le aseguro que estoy poniendo mi mejor esfuerzo para que a la brevedad
posible la tenga en sus manos. Deseando que la formación de su libro culmine con
éxito, me despido por el momento de usted, quedando a sus apreciables órdenes.

Jorge Alberto Trejo Bonilla

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