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Sinópsis
Narciso Falopio es un treintañero hijo de una madre desaparecida por la
dictadura militar y un padre acribillado por la policía. Vive con Nervina, con
quien mantiene una relación electro-erótica y tierna pero amenazada por una
metafísica personal que los enfrenta[i]: Falopio percibe al mundo como
insuficiente y se pasa la novela entera reparando su poema tecnológico que
sirviera para encontrar la fe; Nervina necesita que las palabras signifiquen una
sola cosa y que las cosas sean una sola cosa por vez.
En la primera página de la nouvelle, Narciso bebe una taza de café con unas
gotitas de Neurovalle, una brisa inexplicable corre por su baño sin ventanas y
tiene una visión: dentro de una lamparita, un niñito le tiende los brazos en
busca de afecto. El desprecio o el miedo lo hace accionar el interruptor y el
niñito queda quién sabe dónde. Se corta la luz. Intenta anotar la visión en su
cuaderno de notas pero cuando relee ya no entiende nada.
Este esquema, el de las visiones, se repite durante toda la nouvelle, al igual
que: los encuentros sexuales con Nervina antes de que ésta lo abandone para
ir a trabajar; las salidas nocturnas y fallidas con su amigo Glacé (que siempre lo
deja por desconocidos que se parecen a celebrities); las excursiones al barrio
de Once a bordo del colectivo Negro para alimentar al gato intangible de su
amiga Maira (el gato es luz audible. No lo busques mucho con la vista); las
conversaciones en el patio de la casa de su amigo Estaño, el encargado de
imprimir en 3D las distintas versiones del poema tecnológico.
A medida que se repiten estos hechos relativamente cotidianos, Falopio cada
vez puede menos. O sea: se la pasa no pudiendo más. Lo urgen pequeños
arranques de locura, mínimos estallidos de intervención grotesca y física en el
mundo material: como cuando incorpora en una cesárea invertida una lengua
de vaca en el colchón en el que duerme con Nervina, cuando rompe una
vidriera con un pedazo de baldosa para luego darse a la fuga o cuando escribe
una descarnada y críptica nota[ii] que deja en la mesa de una pareja de
desconocidos mediáticos.
Nada detrás
El dispositivo nouvelle se completa con un aparato paratextual que propone y
anula tanto posibles lecturas como los orígenes del relato. El libro incluye una
introducción en la que Zooey narra en qué condiciones encontró el texto de
Falopio, por qué lo eligió entre otros, cómo conviene leerlo y nos spoilea que
Nervina y Falopio son cíborgs[iii]. También se incluye, a modo de epílogo, una
carta en la que Falopio hace su descargo: todo lo que dijo Zooey es mentira y
su interpretación de la historia no podría ser más errónea.
Artilugio estimulante para algunos lectores, anexo contraproducente para
eventuales aspirantes, la función del paratexto es hacernos bajar la guardia:
saturarnos de información, de interpretaciones, de posibilidades. Aniquilar el
horizonte de expectativas, frenar de un cachetazo la urgencia del juicio y
dejarnos desamparados, frente a una historia y a un personaje sin nada
detrás[iv].
Si quien declaró Me propongo hacer pasar el tiempo, tal vez conmover, tal vez
incomodar. Producir algo en el lector. Intervenir, influenciar el lenguaje que ya
tiene. Hackearlo. en la ya citada entrevista sin firma, es la misma persona que
escribió ¡Florecieron los neones!, habría que decirle que lo logra e instarlo,
respetuosamente, sin presionar, a que lo siga logrando.
[i] Falopio y Nervina eran dos radios analógicas en diferentes diales, sólo las
podría vincular una fusión corporativa, dice el narrador.
[ii] A los militantes del pasado la urgencia política del presente los volvía
fugitivos de la norma. La norma se bestializó y canibalizó en el “Proceso de
Reorganización Nacional”, que finalmente aniquiló la fe como siempre habían
hecho las máquinas. Los anómalos habían militado con la secreta esperanza
de hallar el tesoro señalado por el arco iris, para repartirlo. Sabían que el arco
iris era el último resto festivo de las antiguas y rotas nupcias entre el cielo y la
tierra, entre el Paraíso y el Trabajo.
[iii] La lectura que propongo, desinteresada del suspenso, es una lectura sin
apego a la supuesta potencia de un desenlace inesperado, es más bien una
aproximación al texto posada en el instante de la frase. ¿Y si leer fiera pensar
según la coyuntura de la frase, de un modo distinto al acumulativo del saber y,
por consiguiente, leer implicara salir del misterio que la literatura, en torno a la
idea de Juicio Final, ha organizado con tanta precisión?
[iv] Fragmento de entrevista sin firma en la Revista Ñ:
-El personaje de J. P. Zooey que aparece en “Sol artificial”, pero más
desarrollado en “Los electrocutados”, ¿es una descripción o una caricatura de
vos mismo?
-El que aparece en los libros es el autor. Pero el autor es J. P. Zooey.
-¿Que no sos vos?
-No. No hay nada detrás.