ISSN 1794-8657 REVISTA AMBIENTAL Publicación de la Fundación Con Vida - Año 12 - Número 17 - Diciembre 2012

Publicación de la Fundación Con Vida - Año 12 - Número 17 - Diciembre 2012

 Bosques y Minería Responsable en
Antioquia*
Esteban Álvarez Dávila**
Adriana Pérez***

Resumen * La segunda parte de este artículo

La actividad minera en Colombia se ha disparado de manera intensa retoma una síntesis del Simposio sobre
en la última década, y ha generado grandes expectativas de ingreso Bosques y Minería Responsable en
para ciertos sectores, pero también considerables inquietudes por las Antioquia, realizado en Medellín los días
amenazas que representa para el ambiente y las comunidades locales. 27 y 28 de agosto 2012
El artículo presenta primero una síntesis de los impactos de la minería
sobre la biodiversidad, ecosistemas, paisajes y el clima, por la emisión
de gases de efecto invernadero y demás contaminantes atmosféricos, ** Ingeniero Forestal. Máster en
la generación de drenajes ácidos, sedimentación y residuos diversos, ecología. Coordinador del Grupo de
y los impactos sociales y económicos que provoca en la población, a Investigación en Servicios Ecosistémicos
pesar de los esfuerzos de empresas mineras para trabajar en el marco y Cambio Climático. Jardín Botánico de
de la responsabilidad social empresarial y asumir un compromiso hacia Medellín Joaquín Antonio Uribe.
la gestión ambiental. Con ello, se establece un marco contextual para *** Ingeniera Forestal, Máster en
la presentación del simposio sobre Bosques y Minería Responsable en bosques y conservación ambiental.
Antioquia, durante el cual representantes de la academia, instituciones Consultora independiente.
públicas y empresas privadas expusieron sus avances, experiencias y
gestiones para volver la minería una actividad responsable y compatible
con un desarrollo sostenible. El texto termina con los compromisos
de los actores presentes en el simposio para hacer de Antioquia un
departamento líder en la responsabilidad social y ambiental del sector
minero y en la conservación de los bosques.

Forests and Responsible Mining in Antioquia

Abstract
Mining activity in Colombia has risen sharply in the last decade,
giving rise to high expectations of profit for certain sectors, but also
considerable concern for the menace it involves for environment and Palabras clave:
local communities. This paper starts by reviewing mining impacts on Actividad minera, impactos
biodiversity, ecosystems, landscapes and weather, because of the ambientales, impacto social,
emission of greenhouse gases and other atmospheric pollutants, the bosques, minería responsable,
generation of acid drainage, settling and various wastes, and social pérdida de biodiversidad,
and economic impact in populations, in spite of the efforts by mining compensación, restauración,
companies to work within the bounds of corporate social responsibility compromisos, desarrollo
and to be committed to environmental management. With all that, sostenible.
a contextual framework is established for the presentation of the
symposium on Forests and Responsible Mining in Antioquia, during Keywords:
which academy delegates, public agencies and private companies Mining activity, environmental
exhibited their achievements, experiences and management to turn impacts, social impact, forests,
mining into a responsible activity that is compatible with sustainable responsible mining, biodiversity
development. This text ends by outlining pledges by actors present loss, trade-off, restoration,
at the symposium to lead Antioquia to the head of social and commitment, sustainable
environmental responsibility in mining sector and forest protection. development.
197 Porque lo fundamental es la vida
 GESTIÓN

Introducción los impactos ambientales y la forma en que se entregan las

En la última década se ha
presentado un crecimiento
significativo en el volumen y valor
de la producción de los bienes
primarios del sector minero y de
hidrocarburos, que ha afectado
positivamente y de manera
importante el PIB de Colombia.
Sin lugar a dudas, el flujo de
recursos proveniente de esta
actividad es cada vez mayor y las
proyecciones muestran que su
tendencia creciente se mantendrá
(Martínez y Aguilar, 2012). Para el
2010, 4,4 millones de hectáreas
del territorio colombiano estaban
cubiertas por 8.928 licencias
mineras que, junto con las
solicitudes en proceso, abarcaban
un territorio seis veces mayor
(aproximadamente 26 millones
de hectáreas), con un porcentaje
muy grande en territorios de
resguardos indígenas (5,6
millones de hectáreas) (HREV,
2010) y de territorios colectivos de
comunidades afrodescendientes
(2,4 millones de hectáreas) (OPT,
2011), donde se encuentran las
principales reservas forestales del
país.
Considerando estas cifras, la
minería despierta actualmente
un gran interés en Colombia, no
solo por las expectativas de altos
ingresos, sino también por los
previsibles impactos sociales y
ambientales en gran escala. Por
ejemplo, reportes del Ministerio
de Agricultura de Colombia
muestran que el mapa minero está
en claro conflicto con la seguridad
alimentaria de los colombianos, y
pone en riesgo cerca del 53% de
la actividad agrícola y ganadera
del país (CENSAT, 2012).
A pesar de que la expansión del
sector minero en Colombia genera
grandes expectativas relacionadas
con los ingresos económicos a
nivel nacional, regional y local,
existen muchas dudas sobre
sociales. De acuerdo con análisis
recientes (HREV, 2010), el Estado
colombiano está lejos de tener
la capacidad de supervisar y
dar cuenta de toda la actividad
minera, incluida la de las grandes
empresas. La corrupción, el
despilfarro de las regalías, las
falsas declaraciones de títulos
y de registros de producción
minera, el lavado de dinero del
narcotráfico, la financiación de
los grupos armados ilegales
y otras irregularidades se han
vuelto comunes en Colombia.
La percepción de gran parte de
la opinión pública, -sectores
productivos diferentes al
minero y muchas comunidades
locales- es que los ingresos de la
explotación minera traen grandes
beneficios a unos pocos y muy
pocos a la mayoría, incluyendo
a las poblaciones locales que
ven cómo sus territorios y
sus recursos naturales son
deteriorados y transformados
dramáticamente (Rubiano 2012;
Rudas, 2010). Esto explica que
las administraciones de algunos
municipios se hayan declarado
abiertamente en contravía de
licencias mineras y del desarrollo
de la minería en su territorio, por
los efectos ambientales negativos
potenciales sobre el agua, la
biodiversidad y la seguridad
alimentaria de sus regiones (Peña,
2012).
En el año 2010 entró en vigencia
la Ley 1382, la cual reformó el
Código de Minas (Ley 685 de
2001) en distintos aspectos. Los
propósitos de esta ley eran la
modernización de la industria
minera, la promoción de la
inversión y la agilización de los
trámites de obtención de títulos
mineros. Varios análisis recientes
muestran que el proyecto está
lejos de cumplir con los estándares
nacionales e internacionales
de protección ambiental, y
no contribuye a superar el
desbalance que hay entre la
intención minera y el estado
de avance del ordenamiento
ambiental del territorio nacional
(Rubiano, 2012).
Un aspecto importante de la
expansión del sector minero es
que las principales empresas que
operan en Colombia formen parte
del Top 40 (las 40 compañías

198
mineras más grandes del
mundo), e incluyen algunos de
los Top 10 (BHP Billiton, Vale, Rio
Tinto, Xstrata, Anglo American,
Barrick Gold), y que centren sus
actividades en la exploración y la
minería del carbón, oro y níquel
(Ponce, 2010).
Todas estas empresas tienen el
compromiso con la comunidad
global (sociedad civil, gobiernos,
banca multilateral) de adelantar
una gestión en el marco de
la sostenibilidad ambiental y
la responsabilidad social. Así,
en respuesta a la creciente
preocupación de la sociedad
por los impactos ambientales de
la industria minera, el Instituto
Internacional para el Ambiente y
el Desarrollo -IIED- y el Concejo
Empresarial Mundial para el
Desarrollo Sostenible -WBSD-
realizaron en 1999 un análisis
independiente de los retos que
este sector debe cumplir para
contribuir de manera constructiva
al desarrollo sostenible,
llamado Minería, Minerales y
Desarrollo Sustentable -MMSD-
. El informe fue presentado
durante la Cumbre Mundial
sobre Desarrollo Sostenible
-CMDS- de 2002 celebrada en
Johannesburgo (IUCN-ICMM,
2003). Más recientemente,
la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza
-UICN- y el Consejo Internacional
de Minería y Metales -ICMM-
pusieron en marcha un diálogo
sobre la minería y la biodiversidad
en la CMDS, con el objetivo de
proporcionar una plataforma para
que comunidades, empresas,
ONG y gobiernos pudieran
entablar una discusión para
buscar el mejor equilibrio entre
la protección de los ecosistemas
y la minería (IUCN–ICMM, 2003).
Estudios recientes muestran
de qué manera la combinación
de factores como pobreza,
instituciones ineficientes y son hechos positivos en este
regulaciones ambientales
precarias impiden que los países
en desarrollo controlen la forma
en que se extraen sus recursos
naturales y eviten la degradación
ambiental en zonas de alta
biodiversidad como la Amazonia
(Swenson et al., 2011). Trabajos
como este muestran sin lugar a
dudas que una adecuada gestión
ambiental depende de muchos
factores externos al compromiso
propio de las empresas
mineras. El departamento de
Antioquia tiene el potencial
minero más importante del
país (particularmente en oro,
con el 75% del total de las
exportaciones); este potencial se
localiza en algunas de las áreas
de mayor importancia regional
por su biodiversidad y servicios
ecosistémicos (Álvarez y Cogollo,
2011), pero los bajos niveles de
gobernabilidad y gobernanza
-una situación similar a la del
resto de Colombia- actúan en
favor de una degradación
ambiental sin precedentes que
seguirá empeorando si no se
toma conciencia del problema. La
paradoja de que la mayor parte de
los habitantes de los municipios
con yacimientos mineros en
Colombia y en Antioquia,
subsistan en condiciones
de alta violencia, pobreza,
enfermedades, bajos niveles de
seguridad alimentaria y servicios
públicos, se ha repetido a todo lo
largo de la historia de la minería.
Afortunadamente, hechos
recientes sugieren que se está
avanzando en la dirección
correcta pues la adopción de una
Política Minera para Antioquia,
la firma de un acuerdo por
parte de las grandes empresas
mineras que operan en el
territorio, y el compromiso del
Gobierno departamental para
legalizar la minería informal en el
departamento (El Tiempo, 2012),
sentido.
Frente a estas inquietudes, la
Facultad de Minas de la Universidad
Nacional de Colombia, Sede
Medellín, el Jardín Botánico
Joaquín Antonio Uribe y el Pacto
por los Bosques de Antioquia
convocaron a un diálogo en torno
a los bosques y la minería con el
primer Simposio sobre Bosques
y Minería Responsable, realizado
los días 27 y 28 de agosto del
2012 en el Jardín Botánico de
Medellín. En este artículo se
presenta un resumen de los
principales impactos ambientales
de los proyectos de minería y
una síntesis de las propuestas
de manejo discutidas durante el
congreso.
Impactos de la minería: una
síntesis
Generalidades
El impacto ambiental de la minería
incluye erosión, pérdida de
biodiversidad y contaminación del
suelo, aguas subterráneas y aguas
superficiales por las sustancias
químicas de los procesos
mineros. En algunos casos, la
deforestación incluye áreas en
la proximidad de las minas para
199 Porque lo fundamental es la vida
 GESTIÓN
aumentar el espacio disponible
para el almacenamiento de los
desechos mineros y de la tierra
removida. Además de crear daños
al ambiente, la contaminación
resultante de las fugas de
productos químicos también
afecta la salud de la población
local. Algunos métodos de
minería pueden tener importantes
efectos ambientales y de salud
pública. Las empresas mineras en
algunos países están obligadas a
seguir los códigos ambientales y
de rehabilitación, asegurando que
el área minada a cerrar vuelva a su
estado original. En Colombia, los
Ministerios de Minas y Energía y
del Medio Ambiente y Desarrollo
Sostenible han publicado guías
para la gestión ambiental de estos
proyectos (MME y MMA, 2002a,
2002b, 2002c).
Biodiversidad y hábitat
El proceso de extracción en
una mina se inicia mediante
la eliminación de los árboles
y la vegetación en el sitio de
la mina y en las carreteras de
acceso. Esta actividad implica la
destrucción directa de plantas y
de hábitats para la fauna (Álvarez,
2009). Las diferentes actividades
200
(exploración, explotación y mineros en el Amazonas mostró
transporte de metales básicos,
metales preciosos y otros
minerales) tienen a menudo
una repercusión nociva en la
diversidad biológica y otros
valores naturales y culturales.
Particularmente, uno de los
principales problemas es la
afectación de los recursos
hidrobiológicos. El agua es un
elemento fundamental para la
extracción y el procesamiento de
los minerales, y su inadecuado
manejo produce la contaminación
de las fuentes hídricas
superficiales y subterráneas en su
área de influencia, que incluyen
ríos, lagos, lagunas, nacimientos,
zonas de recarga de acuíferos,
etc. Generalmente las áreas
de lavado de los minerales se
localizan cerca de los cauces de
los ríos u otros cuerpos de agua,
los cuales son afectados por la
saturación, los deslizamientos,
las filtraciones y los arrastres
generados por el aumento del
caudal en épocas de lluvias (IUCN
e ICMM, 2003). La explotación
del petróleo y el gas tiene
también sus impactos particulares
sobre la biodiversidad. Los pozos
exploratorios o para pruebas
geológicas alteran la superficie,
las operaciones de perforación
y la descarga de los fluidos de
perforación contaminan el suelo
y las aguas. Durante la operación,
los derrames o fugas del material
transportado pueden generar
daños en los ecosistemas.
Alteración del paisaje en los
sitios de minería
Los sitios alterados por la minería
generalmente tardan muchos
años o décadas (quizá cientos
de años) en recuperarse, y en
ciertas áreas el ecosistema no
podrá volver a su condición
original. Un estudio reciente
de evaluación de yacimientos
que la regeneración del bosque
tropical es lenta, con muy poca
vegetación y poca fauna, una
década después de haber sido
abandonada la producción
minera. Grandes áreas en
los sitios de minería quedan
completamente desprovistas de
cobertura vegetal, con el suelo
totalmente alterado, y muchas
zonas con aguas estancadas
y posiblemente con desechos
tóxicos dificultan la recuperación
natural de la selva. El estudio
concluyó que se requiere mucha
investigación para determinar las
acciones que permitirían mitigar
estos impactos, y que pasarán
muchos años antes de que el
área de una mina abandonada
adquiera el aspecto del bosque
original, si es que alguna vez lo
logre (Peterson y Heemskerk,
2001).
Contaminación del aire y
emisiones de gases efecto
invernadero
La mayoría de las actividades
mineras contribuyen directa o
indirectamente a la contaminación
del aire, y afectan a las personas, la
flora y la fauna en los alrededores
de las cuencas mineras. Uno de
los principales impactos en la
minería de cielo abierto son las
partículas en suspensión y las que
se depositan. La concentración de
este material particulado varía con
los parámetros meteorológicos, al
seguir la dirección predominante
del viento en las áreas de
explotación. Son necesarios
estudios detallados sobre la
calidad del aire para evaluar
el impacto ambiental en zona
minera de carbón, por ejemplo,
con análisis adicionales de la
variación temporal y espacial de la
concentración de contaminantes
del aire (Sharma & Siddiqui,
2010).

Figura 1. Ejemplos de minería a cielo abierto en Suramérica. A) Mina de oro en
Cajamarca, Perú. B) Mina de carbón en el departamento del César, Colombia.
(Fuente: GoogleEarth)
La amenaza del calentamiento
global y la creciente conciencia
pública sobre el problema
obligan a las principales
industrias del planeta a hacer
un balance de su contribución
a la creciente concentración
atmosférica de gases de efecto
invernadero –GEI–. Cerca del
20% de las emisiones globales
de GEI proviene de la minería y
el procesamiento de metales en
la metalurgia. Estas industrias
consumen entre el 10 y el 20%
de combustibles fósiles para el
uso de maquinaria y los procesos
de explotación, refinación y
procesamiento de los minerales.
Adicionalmente, la minería es
responsable de otra gran cantidad
de GEI diferentes al CO2 (Óxidos
de Nitrógeno y Azufre, Ozono,
entre otros). En particular, la
producción de metales primarios
es una industria responsable de
grandes emisiones de carbono. El
CO2 total, emitido por las minas y
plantas metalúrgicas productoras
del 90% del cobre, plomo, zinc
y níquel en 2007, era de unos
92,3 millones de toneladas (Mt)
de CO2. De este total, 60,2 Mt
se emitieron directamente en las
minas y 32,1Mt por el transporte
y el procesamiento (Farrell, 2009).
Metales particulares, como
el oro, tienen altas huellas de
carbono; recientemente, Mudd
(2007) estimó que la producción
de 1 kg de oro involucraba la
emisión de 12,1 toneladas de
CO2, equivalentes a las emisiones
anuales de 20 ciudadanos de
países del norte de los Andes.
Diferentes estudios muestran que
estas tendencias se mantendrán
en el corto y largo plazo; por
ejemplo, durante la década
pasada, las mineras chilenas
prácticamente duplicaron las
emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI); entre 2001 y
2009, el alza fue del 95% y fue
responsable de la producción
del 24% del total de emisión de
gases de efecto invernadero de
Chile: 17 millones de toneladas.
Por cada tonelada de cobre
fino producido, se emiten 3,19
toneladas de CO2 (CCC 2010).
Drenaje ácido
El drenaje ácido de las rocas
se produce por la oxidación
de minerales de sulfuro,
principalmente de pirita de hierro
o de disulfuro de hierro (FeS2).
Esta es una reacción química
natural que se presenta cuando
los minerales se exponen al aire
y al agua. El drenaje ácido es
el resultado tanto de procesos
naturales como de actividades
asociadas con alteraciones del
suelo, como la construcción de
carreteras y la minería, donde los
ácidos que forman los minerales
son expuestos al viento y al agua.
Estas condiciones ácidas pueden
producir la disolución de los
metales en la roca, y ocasionar
un deterioro de la calidad del
agua que afecta los organismos
terrestres o acuáticos que la usan,
principalmente peces (Jennings,
Neuman and Blicker, 2008). Este
es uno de los problemas más
serios en la minería de cobre,
carbón, zinc, plomo y hierro
(Wahlberg et al., 2000). El agua
ácida se filtra hacia los arroyos o
a las aguas subterráneas y afecta
todo el ecosistema. Incluso,
la contaminación del drenaje
ácido puede crear problemas
mucho tiempo después de que
las operaciones mineras hayan
cesado.
El drenaje ácido ha sido
identificado como el impacto de
mayor responsabilidad ambiental
que enfrenta la industria minera
en el mundo, con costos por
proyecto individual que pueden
llegar a varios cientos de millones
de dólares (MEND 2001). Así,
por ejemplo, los costos de cierre
y remediación del complejo
minero El Faro en Alaska alcanzan
cerca de 700 millones de dólares
(FaroMine). En Perú, en julio del
2008, se declaró el estado de
201 Porque lo fundamental es la vida
 GESTIÓN
emergencia en una mina cerca
de Lima por temor a que su
presa de relaves, debilitada por
la actividad sísmica y la filtración
de agua subterránea, liberara
arsénico, plomo y cadmio en la
fuente principal de agua de la
capital (Bebbington & Williams,
2008).
Sedimentación
Las operaciones mineras
requieren el movimiento de
grandes cantidades de tierra,
que afectan negativamente la
calidad de las aguas superficiales.
Además, las zonas aluviales de los
ríos son una fuente de sedimento
para una gran variedad de usos
industriales, y son un fenómeno
global particularmente intenso
en los países con un rápido
crecimiento urbano e industrial
(Rinaldi & Surian, 2005).
La construcción de las carreteras
requeridas para una explotación
minera también genera problemas
graves de sedimentación, sobre
todo en regiones tropicales
lluviosas. La producción de
sedimentos en carreteras recién
202
abiertas en áreas forestales
puede generar hasta 25 m3/año
por cada 100 m de longitud de
carreteras, y se incrementa de
forma dramática la posibilidad de
deslizamientos en relación con
las condiciones normales (Nagle
et al., 1999).
Estos sedimentos alteran y
eliminan el hábitat de muchas
especies en las corrientes de agua,
y a menudo causan problemas de
toxicidad.
Residuos y relaves
La explotación minera genera una
gran cantidad de residuos sólidos
contaminados que requieren
manejo especial. En particular,
los relaves son desechos tóxicos,
subproductos de las explotaciones
mineras, constituidos por una
mezcla de rocas, agua, minerales
y suelo mineral. Generalmente
tienen niveles de concentración
de elementos químicos
contaminantes que deterioran el
medio ambiente.
El manejo tradicional para
estos desechos comprende el
almacenamiento en forma de
líquido en pozas, el secado y el
almacenamiento del material
seco. Es otra de las operaciones
importantes en el manejo
ambiental de una mina, ya que si
los relaves se escapan al ambiente
pueden producir enormes daños
en los ecosistemas adyacentes
a la mina y en las personas.
Existen reportes recientes de
graves accidentes producidos
en Europa (a pesar de los
controles ambientales cada vez
más estrictos) por la rotura de
presas que contenían residuos de
minería de oro en tierras altas en
España (mina de Aznalcóllar, en
1998), y Rumania (mina de Baia
Mare, en el 2000) y de minería
de aluminio en Hungría (Mina de
Kolontar en 2010) (Ayala, 2004;
Balkau, 2005; Javor & Hargitai,
2011).
Las dimensiones de estas
escombreras pueden ser
enormes, con más de 100 m de
altura y varios kilómetros de largo,
y contener cientos de millones
de metros cúbicos de relaves o
desechos de roca. Según cifras
recientes, se estima que en la
Unión Europea se generan cada
año más de 300 millones de
toneladas de residuos de minería
y explotación de canteras por
la demanda de minerales como
aluminio, cadmio, cromo, cobre,
oro, hierro, plomo, manganeso,
mercurio, níquel, plata, estaño,
zinc y tungsteno (European
Comission, 2009). De allí resultan
problemas a causa no solo de la
rotura de presas sino también
de la contaminación de aguas
subterráneas y superficiales por el
lavado de los escombros, lo que
obliga a utilizar revestimientos
impermeables para ayudar a
controlar el daño. En muchos
casos, se han reportado
problemas de contaminación
de agua kilómetros abajo de las
presas. En 1985, se derrumbó
una presa de relave de la empresa
Prealpi Mineraia en Trento (norte
de Italia), lo que provocó una
avalancha de 200.000 m3 de
desechos a lo largo de 4 km
y arrasó pueblos y bosques,
dejando cerca de 500 muertos.
Impacto social y económico
La explotación y exportación
de minerales pueden aumentar
el ingreso a diferentes niveles,
pero por lo general son las
comunidades locales las que
reciben los mayores impactos
negativos. La competencia con
la producción de alimentos, el
incremento en los niveles de
corrupción y los malos manejos
ambientales durante la operación
han hecho que muchos proyectos
de minería tengan mayores
impactos negativos que positivos
(Petkova et al., 2009).
La minería tiene impactos en
la seguridad alimentaria de
las comunidades locales. En
algunos casos, la necesidad de
dinero a corto plazo hace que los
campesinos en zonas de minería
descuiden las labores agrícolas
de las que depende su seguridad
alimentaria. Además, cuando
un proyecto minero tiene bajos
niveles de manejo ambiental,
puede afectar los medios de vida
de agricultores y pescadores
de una manera negativa,
deteriorando igualmente la salud
pública. Con frecuencia se afectan
de manera directa las áreas de
cultivo y las fuentes de agua, no
solo por el manejo de químicos
sino también por la pérdida de
hábitat.
Muchos procesos mineros utilizan
grandes cantidades de agua,
limitan el recurso disponible
para las comunidades locales e
incrementan los conflictos locales.
La contaminación del aire, el
agua y los suelos por metales
pesados liberados o utilizados
en la minería puede incrementar
la aparición de enfermedades de
todo tipo con costos crecientes
para la salud.
Por otra parte, proyectos de gran
escala generan el desplazamiento
de numerosas familias y sociedad civil, la academia y la
aumentan los conflictos. Esto
es particularmente importante
en comunidades indígenas con
fuerte arraigo cultural por su
territorio, pero también es válido
para las comunidades campesinas
que cultivan sus tierras desde
generaciones.
En muchos casos, la minera
estimula comportamientos
sociales negativos en las
poblaciones locales, como el
alcoholismo y la prostitución,
e incide en el incremento de
enfermedades de transmisión
sexual. Generalmente el
comportamiento de muchas
personas que laboran en
campamentos mineros genera
un impacto social negativo, lo
que acentúa problemas como
la violencia e incrementa la
necesidad de atención médica.
Afortunadamente, algunas
empresas mineras están cada
vez más comprometidas con su
gestión ambiental y se muestran
dispuestas a trabajar en el marco
de la responsabilidad social
empresarial; están abiertas al
diálogo y a desarrollar acuerdos
con las comunidades locales, la
autoridad ambiental.
Estado del arte en bosques y
minería responsable
En el simposio Bosques y Minería
Responsable en Antioquia, Sergio
Orrego (Universidad Nacional
de Colombia, Sede Medellín) y
Esteban Álvarez (Jardín Botánico
de Medellín) presentaron
un análisis del estado de
conservación de las zonas de
alta biodiversidad en Colombia
y Antioquia y la evolución de
los procesos de deforestación,
y mostraron cómo la minería
pone en riesgo la sostenibilidad
del manejo de los bosques en el
departamento.
En Colombia, los bosques
tropicales cubren una superficie
de 60.500.000 ha. En el periodo
2000-2010, la deforestación se
dio en un promedio de 280.000
ha/año por la expansión de la
infraestructura (en particular las
203 Porque lo fundamental es la vida
 GESTIÓN

vías) y de la frontera agropecuaria,

así como por el aprovechamiento
forestal y la minería. Las áreas
ricas en biodiversidad coinciden
con áreas de alto almacenamiento
de carbono y alta oferta hídrica, y
por tanto la deforestación tiene
grandes impactos en muchos
de los servicios ecosistémicos,
además de ser la segunda fuente
de emisión de gases de efecto
invernadero. Antioquia es una
de las regiones más diversas del
mundo, ya que alberga cerca del
50% de la biodiversidad reportada
para Colombia, en un 10% del área
nacional. A pesar de los avances
del Sistema Departamental de
Áreas Protegidas, aún quedan
zonas prioritarias con vacíos de
conservación.
En el simposio, al menos 17
expositores hicieron énfasis
sobre la importancia de prevenir,
mitigar, restaurar y compensar
los impactos generados por la
deforestación y la destrucción de
hábitats.
“Compensar para Conservar”
Desde la Unidad de Parques
Naturales Nacionales -PNN-, J.
Lotero expuso un análisis de la
situación de las áreas protegidas
frente a la minería y el reto que
significa para las autoridades
ambientales, y María Isabel
Ochoa presentó el aporte que
puede representar la creación
de reservas de la sociedad civil
en términos de compensación
por pérdida de biodiversidad.
Estas reservas tienen múltiples
beneficios: permiten proteger
ecosistemas estratégicos y Juan David Calderón, de la ONF
vulnerables y conservar una gran
riqueza genética, propician la
conectividad de ecosistemas,
ayudan a consolidar áreas
protegidas públicas cuando hay
propiedades privadas dentro del
área protegida, y crean zonas
de amortiguación de áreas
protegidas públicas ampliando el
área de conservación.
Con el fin de maximizar los
beneficios ambientales de la
inversión en compensación,
Esteban Álvarez expuso acerca
de la importancia de direccionar
los esfuerzos de restauración
hacia la creación de corredores
biológicos, unas franjas de terreno
que aseguran la conectividad
entre áreas protegidas o de interés
biológico. Recalcó la importancia
de establecer zonas intangibles
para la minería, o sea zonas que
se deben excluir de esta actividad
por su sensibilidad física o social,
como las áreas protegidas para
fines de conservación.
Manejo de impactos
ambientales
internacional, llamó la atención
sobre el efecto evidente que
tienen las emisiones de gases
de efecto invernadero –GEI–
sobre el cambio climático, y la
necesidad de actuar antes de
que se vuelva irreversible . A
nivel internacional, la respuesta
ha sido establecer medidas de
mitigación (dentro y fuera del
protocolo de Kioto) y desarrollar
mecanismos de desarrollo
limpio –MDL– y estrategias de
adaptación (evaluación de la
vulnerabilidad, construcción de
capacidades, implementación
de las medidas). En cuanto a las
empresas, tienen que actuar,
bien sea por obligación legal o
por compromiso voluntario, en la
compensación por sus emisiones
de GEI. Implementar las
estrategias de carbono requiere
medir la huella de la actividad,
reducir las emisiones desde la
fuente y compensar las emisiones
restantes.
Por su parte, Diego Arévalo
Uribe, del Centro Tecnológico
de Antioquia –CTA–, presentó
la huella hídrica como una
herramienta poderosa para la
gestión integral del recurso
hídrico –GIRH–, por lo que
recomendó su utilización para
evaluar y compensar los impactos
del sector minero. La huella
hídrica se define como el agua
“oculta” usada en la cadena de
producción de productos, bienes

204
o servicios, y ayuda a comprender
los efectos de la producción y el
consumo en la crisis del agua.
Como iniciativa susceptible de
ser traspuesta al sector minero,
Eduardo Osorio expuso la
experiencia “Paisaje forestal”
de la Smurfit Kappa Cartón de
Colombia, que se presenta como
el establecimiento de una mezcla
de bosque plantado y bosque
natural en predios privados,
con el propósito de mantener el
equilibrio fitosanitario y proteger
los bosques naturales bajo el
supuesto que la mejor estrategia
para conservarlos es fomentar el
bosque plantado. En el proceso,
cada propietario elabora un plan
de manejo forestal que determina
la conservación y preservación
de los bosques naturales en su
predio y le permite acceder a
certificados con FSC por buen
manejo forestal. Este plan incluye
el estudio de la composición
de la flora y fauna y permite la
identificación de especies raras,
amenazadas o en peligro de
extinción, para su protección.
Restauración de áreas
degradadas por minería
La restauración ecológica
contribuye a la recuperación y
gestión de la integridad ecológica
de los ecosistemas perturbados,
alterados y degradados;
permite recuperar la estructura,
funcionalidad y autosuficiencia
en niveles semejantes a los
que exhibían originalmente los
ecosistemas degradados.
Varias instituciones, incluyendo
empresas mineras privadas
y entes gubernamentales,
presentaron sus propuestas de
restauración ecológica en relación
con las actividades mineras.
Thierry Jacquet hizo una
síntesis de las estrategias de
restauración y fitorremediación
implementadas desde hace
una década por la empresa
Phytorestore1, particularmente en
Brasil, con propuestas concretas
de gestión de los impactos sobre
el agua, el suelo y la vegetación.
En la fitorestauración, las plantas
actúan como trampas o filtros
biológicos que descomponen los
contaminantes y estabilizan las
sustancias metálicas presentes
en el suelo y el agua. Por lo
tanto, los sedimentos producidos
por la actividad minera son
transformados en compostaje
que se podrá utilizar en los suelos
abandonados por la minería.
Norberto Marín, de Corantioquia,
presentó experiencias exitosas
de restauración en áreas
degradadas por minería de
oro de aluvión, desarrolladas
conjuntamente desde 1995
por la Universidad Nacional y la
Corporación autónoma. A partir
del establecimiento de árboles
de Acacia mangium y Gmelina
arborea, se propició un proceso
de regeneración natural que
favoreció la presencia de una
gran diversidad de especies
nativas de flora (cerca de 200
especies entre árboles, arbustos,
1 Ver http://www.phytorestore.com.br/
escandentes y herbáceas
terrestres) y fauna (anfibios,
reptiles y aves), lo cual posibilita
diversos aprovechamientos por
parte de la comunidad.
Mineros S. A. e Isagen mostraron
resultados de la aplicación de
modelos de restauración en sus
áreas de operación en El Bagre
(Antioquia), tanto en relación
con los bosques (Cardona) como
con los humedales (Vanegas).
La llanura aluvial del río Nechí
se caracteriza por una alta
presencia de humedales. La
actividad minera genera allí gran
cantidad de escombros de suelo,
roca y material vegetal, forma
paisajes desérticos y causa la
fragmentación del sistema de
ciénagas. Después del proceso
de beneficio, Mineros S. A. ha
desarrollado con las comunidades
locales procesos de rehabilitación
de los ecosistemas y conservación
de humedales; ha propiciado
el establecimiento de parcelas
agroforestales, apicultura,
siembra de frutales, cultivos
de pancoger y piscicultura, y
fomenta la conservación de
especies nativas. Por su parte,
Isagen propone la utilización de
205 Porque lo fundamental es la vida
 GESTIÓN
modelos de restauración que
han tenido éxito (modelo de
Bradshaw, modelo de la National
Research Council), de acuerdo
con el potencial de restauración,
el potencial sociodinámico y la
oferta ambiental.
Diana Cuevas presentó las
experiencias de restauración de
Argos en áreas de la llanura aluvial
del río Medellín, deterioradas por
la explotación de canteras. Con
la participación de la comunidad,
se sectorizó el área por unidad
homogénea; se buscó conservar la
vegetación ripariana, incrementar
la diversidad de flora y fauna
y aumentar la conectividad,
y en las llanuras, mejorar las
características edáficas. Para el
diseño de la revegetación, se
utilizaron criterios ecológicos,
sociales y prácticos: tener una
densidad arbórea típica del valle
de Aburrá, aumentar la densidad
de frutales, y seleccionar especies
de rápido crecimiento y elevado
porte para que sirvan de barrera.
También se presentaron
propuestas concretas de manejo
a nivel nacional, como el Plan
Nacional de Restauración ‒PNR‒
(Escobar) y la estrategia de
206
compensaciones por pérdida de
biodiversidad (Rojas), impulsadas
por el Ministerio de Ambiente y
Desarrollo Sostenible ‒MADS‒.
El PNR busca promover
la restauración ecológica,
rehabilitación y recuperación
de áreas disturbadas,
profundizando, en una primera
fase, el conocimiento disponible,
para luego promover la
generación de beneficios con la
participación de las comunidades
y, finalmente, desarrollar
estrategias de restauración por
medio de proyectos pilotos y
ejecución a gran escala. Parte
de cero coberturas y pasa por
la recuperación, restauración
limitada, restauración total,
restauración pasiva y finalmente
la protección.
El MADS elaboró conjuntamente
con otras instituciones “El
manual de compensaciones
por pérdida de biodiversidad”,
el cual está organizado por
“jerarquía de la mitigación”. Se
considera que la conservación es
la mejor de las buenas prácticas
para evitar algunos impactos
generados por la minería. Entre
las alternativas propuestas se
encuentran la creación de nuevas
áreas protegidas, la restauración
ecológica y el mantenimiento
de áreas protegidas existentes.
Se establece un factor de
compensación según el impacto
provocado (impacto sobre
vegetación secundaria o en
ecosistemas bien conservados,
y de acuerdo al valor de
conservación del área afectada).
Minería responsable
En representación del Ministerio
de Minas, Doris Amanda Tautiva
presentó los retos de la política
minera nacional que busca hacer
de la minería ‒la locomotora que
jalona el desarrollo del gobierno
de Santos‒ un sector sustentable
y una actividad responsable.
Dentro de la política, se
proponen tareas importantes que
respondan a la necesidad de una
restructuración sectorial, como la
reforma del Código de Minas y su
reglamentación, la transformación
de la institucionalidad (lo que
implica una mejor coordinación
entre instancias del gobierno), el
establecimiento de un proceso de
radicación transparente, seguro
y eficiente, y una fiscalización
estandarizada y técnica (una
visita anual a los títulos de
exploración y dos a los títulos de
explotación). Se requiere además
adoptar y divulgar el plan de
desarrollo minero y formular un
plan nacional de ordenamiento
minero que reconozca las áreas
estratégicas excluibles a la minería
(como PNN, PNR, ZRF, páramos,
humedales Ramsar, las áreas
forestales de ley 2.ª de 1959, y
los territorios de las comunidades
étnicas).
Un 70% del área de Antioquia
(4.978.089 ha) se encuentra
actualmente con título minero
o con solicitud de concesión
(13.000 solicitudes equivalentes
al 18% de las solitudes mineras
para Colombia). La totalidad de
los municipios del departamento
tiene títulos mineros y dentro
de poco se dará inicio a cinco
proyectos mineros de gran
envergadura. La Gobernación
de Antioquia, a través de la
Secretaría de Minas, tiene la
función de otorgar títulos y
fiscalizar la actividad minera en el
departamento. Melissa Álvarez,
directora de Titulación Minera,
planteó el reto que significa el
aprovechamiento del potencial
minero del departamento dentro
de una política de desarrollo
integral y sostenible del territorio;
implica fomentar una minería
legal, responsable, productiva
y competitiva, incluyente y
segura, y requiere una veeduría
ciudadana tanto a la gran minería,
como a la mediana y la pequeña.
Marco Antonio Vieira presentó
el proyecto minero Sierra Azul,
desarrollado por la empresa MMX
del grupo brasilero EBX, como un
caso exitoso de compatibilidad
entre minería y sostenibilidad.
El proyecto aplica sistemas de
gestión de calidad y sostenibilidad
que incluyen un diálogo
permanente con la comunidad
y una gestión integrada
del territorio (conservación
ambiental, protección de la
biodiversidad, valoración cultural,
formación de jóvenes, educación
ambiental, cualificación de
liderazgos y empresas locales,
entre otros). Entre las medidas
de manejo destinadas a reducir
los impactos ambientales, cuenta
con tecnologías que privilegian
el bombeo de concentrados,
la maximización del uso del
agua (recirculación y filtrado),
una mayor eficiencia energética
(retriturado en molinos verticales),
y además busca la minimización y
el control de las emisiones de GEI.
La empresa articula su trabajo con
el Estado por medio de diversos
acuerdos (sobre biodiversidad,
recursos hídricos, mejoramiento
de procesos), participa en el
establecimiento de programas
y políticas gubernamentales y
apoya la gestión con parques
nacionales.
Conclusiones generales del
simposio Bosques y Minería
Responsable en Antioquia
Las conclusiones del simposio
son el resultado de un esfuerzo
conjunto realizado por la
academia, la autoridad ambiental
y la empresa privada minera, para
la formulación de compromisos
hacia el ejercicio de una minería
responsable en Antioquia y
Colombia. Estos fueron los
compromisos acordados:
− Crear un “fondo verde”
del sector minero que
incluya fondos de capital de
riesgo para el desarrollo de
actividades que compensen
y mitiguen los pasivos
ambientales de la actividad.
− Caracterizar los procesos de
la actividad minera (actual
y pasada) que favorecen
la pérdida de calidad y la
destrucción de los recursos
naturales renovables y, por
ende, generan impactos
ambientales negativos en los
territorios, con el propósito
de establecer una minería
responsable que incorpore
las afectaciones ambientales
como pasivos, y asuma
las acciones de mitigación
y compensación como
parte fundamental de la
planificación y ejecución del
negocio minero.
− Desarrollar un modelo de
ordenamiento territorial a
escala de país, departamento
y municipio que contenga el
mapa de desarrollos mineros
y prioridades de conservación
y permita planificar una
actividad minera eficiente.
− Desde el Ministerio de
Minas, impulsar proyectos
pilotos integrales de
minería responsable que
involucren las iniciativas de
compensación y mitigación
expuestas en el simposio, y
desarrollar uno de ellos en el
departamento de Antioquia.
− Fortalecer la mesa de Bosque
y Minería que funciona en
el marco del Pacto por los
Bosques de Antioquia.
− Promocionar y acoger la Ley
1536 del 14 de junio de 2012,
“por la cual se rinde honores
a Gloria Valencia de Castaño
por su aporte a los medios de
comunicación y se establece
un mecanismo de financiación
de Parques Nacionales
Naturales y conservación de
bosques naturales”.
− Formular e implementar un
manual de buenas prácticas
mineras voluntarias que
comprometa a las empresas
más allá de los mínimos que
exige la ley y contemple
la implementación de una
licencia social.
− Avanzar en la construcción
de mecanismos para la
preservación de los territorios
que prestan bienes y
207 Porque lo fundamental es la vida
 GESTIÓN
servicios ecosistémicos,
como responsabilidad social
y ambiental de los proyectos
mineros.
− Establecer relaciones
estratégicas entre la Facultad
de Minas y la Facultad
de Ciencias Agrarias de
la Universidad Nacional,
que fortalezcan las buenas
prácticas mineras y permitan
alimentar el modelo “Empresa
Privada-Estado-Universidad”.
− Generar espacios de
planeación y decisión que
permitan la construcción de
escenarios económicos y
propuestas legislativas y de
ordenamiento territorial, y
que contribuyan al desarrollo
sostenible del territorio,
teniendo en cuenta los
intereses de todos los sectores
y actores involucrados.
En el departamento, la estrategia
“Pacto por los Bosques de
Antioquia” asumirá el desarrollo
del proceso de articulación de las
capacidades interinstitucionales
en materia de minería
responsable; seguirá liderando la
consolidación de una minería que
asuma los retos de un desarrollo
sostenible y genere beneficio a
todos los sectores interesados,
208
con especial atención a los actores
vulnerados por el desarrollo de la
actividad.
Consideraciones finales
En el reciente foro “¿Hacia dónde
va la economía en 2013?”,
organizado el 4 de diciembre por
la revista Semana y la Escuela
de Economía de la Universidad
Sergio Arboleda, algunos de
los principales expertos de
Colombia concluyeron que el
desempeño positivo general
de los indicadores económicos
en el país dependen de la renta
minera y contrastan fuertemente
con los indicadores negativos
de otros sectores productivos.
Frente a este panorama, algunos
analistas (Ruiz, 2012) insisten
en que las rentas mineras
deben permitir al país tomar el
camino del desarrollo sostenible,
formando y consolidando un
capital social con capacidad de
innovación y gestión empresarial.
Ya que, en los últimos años, los
recursos públicos provenientes
en su mayor parte de la renta
minera se están acumulando
sin ejecución, la prioridad de la
nación y de los departamentos no
debería centrarse solamente en
el incremento de la producción
minera para mejorar la economía
En este sentido, desarrollar
la capacidad de gestión
pública, mejorar y fortalecer las
instituciones ambientales, apoyar
la investigación aplicada a la
gestión de los recursos naturales
y garantizar el desarrollo de otros
sectores productivos, deberían
ser las tareas principales de la
administración departamental
en el marco de la nueva
“Política Minera de Antioquia”.
El emprendimiento “paisa”,
incluyendo el del sector minero,
ha sido responsable de la pérdida
de cerca del 70% de los bosques
naturales del departamento.
Adicionalmente, la deforestación
actual en Antioquia, con cifras
estimadas entre 20.000 y 25.000
ha/año en las últimas dos décadas
(Orrego 2009, Yepes-Quintero
2011), se presenta principalmente
en zonas de tradición minera
(como el nordeste) donde
también se encuentran gran parte
de las reservas forestales más
importantes del departamento.
La destrucción a corto plazo de
los pocos bosques que quedan
en el territorio, por el afán de
incrementar la renta económica
con base en la minería, es un
escenario posible, mucho más
aterrador que alentador.
Es necesario reconocer que
algunas empresas mineras
están asumiendo, cada vez
con mayor responsabilidad,
sus compromisos ambientales,
pero muchos factores externos
no controlables reducen la
eficiencia de su gestión. En este
contexto, propuestas como la de
Ruiz-Soto (2012) de promover
“una moratoria a la expansión
minera hasta tener la capacidad
gubernamental de minimizar su
impacto ambiental y maximizar el
beneficio de sus rentas con mayor
eficiencia en la inversión pública”
adquieren todo su sentido.
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