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La fiesta ajena Rosaura se ofendió mucho.

Además le parecía mal


que su madre acusara a las personas de
mentirosas simplemente porque eran ricas. Ella
Liliana Heker también quería ser rica, ¿qué?, si un día llegaba a
(Argentina, 1943) vivir en un hermoso palacio, ¿su madre no la iba a
querer tampoco a ella? Se sintió muy triste.
Deseaba ir a esa fiesta más que nada en el mundo.

Nomás llegó, fue a la cocina a ver si estaba el –Si no voy me muero –murmuró, casi sin mover
mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le hubiera los labios. Y no estaba muy segura de que se
gustado nada tener que darle la razón a su madre. hubiera oído, pero lo cierto es que la mañana de la
¿Monos en un cumpleaños?, le había dicho; ¡por fiesta descubrió que su madre le había
favor! Vos sí que te creés todas las pavadas que te almidonado el vestido de Navidad. Y a la tarde,
dicen. Estaba enojada pero no era por el mono, después que le lavó la cabeza, le enjuagó el pelo
pensó la chica: era por el cumpleaños. con vinagre de manzanas para que le quedara
bien brillante. Antes de salir Rosaura se miró en el
–No me gusta que vayas –le había dicho–. Es una espejo, con el vestido blanco y el pelo brillándole,
fiesta de ricos. y se vio lindísima.

–Los ricos también se van al cielo –dijo la chica, La señora Inés también pareció notarlo. Apenas la
que aprendía religión en el colegio. vio entrar, le dijo:

–Qué cielo ni cielo –dijo la madre–. Lo que pasa –Qué linda estás hoy, Rosaura.
es que a usted, m’hijita, le gusta cagar más arriba
del culo. Ella, con las manos, impartió un ligero balanceo a
su pollera almidonada: entró a la fiesta con paso
A la chica no le parecía nada bien la manera de firme. Saludó a Luciana y le preguntó por el
hablar de su madre: ella tenía nueve años y era mono. Luciana puso cara de conspiradora; acercó
una de las mejores alumnas de su grado. su boca a la oreja de Rosaura.

–Yo voy a ir porque estoy invitada –dijo–. Y estoy –Está en la cocina –le susurró en la oreja–. Pero
invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó. no se lo digas a nadie porque es un secreto.

–Ah, sí, tu amiga –dijo la madre. Hizo una Rosaura quiso verificarlo. Sigilosamente entró en
pausa–. Oíme, Rosaura –dijo por fin–, esa no es la cocina y lo vio. Estaba meditando en su jaula.
tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos para todos ellos? Tan cómico que la chica se quedó un buen rato
Sos la hija de la sirvienta, nada más. mirándolo y después, cada tanto, abandonaba a
escondidas la fiesta e iba a verlo. Era la única que
Rosaura parpadeó con energía: no iba a llorar. tenía permiso para entrar en la cocina, la señora
Inés se lo había dicho: “Vos sí pero ningún otro,
–Callate –gritó–. Qué vas a saber vos lo que es ser son muy revoltosos, capaz que rompen algo”.
amiga. Rosaura, en cambio, no rompió nada. Ni siquiera
tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando
Ella iba casi todas las tardes a la casa de Luciana y la llevó desde la cocina al comedor. La sostuvo
preparaban juntas los deberes mientras su madre con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso
hacía la limpieza. que la señora Inés le había dicho: “¿Te parece que
vas a poder con esa jarra tan grande?”. Y claro que
Tomaban la leche en la cocina y se contaban iba a poder: no era de manteca, como otras. De
secretos. A Rosaura le gustaba enormemente todo manteca era la rubia del moño en la cabeza.
lo que había en esa casa. Y la gente también le Apenas la vio, la del moño le dijo:
gustaba.
–¿Y vos quién sos?
–Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más hermosa
del mundo, Luciana me lo dijo. Va a venir un –Soy amiga de Luciana –dijo Rosaura.
mago y va a traer un mono y todo. La madre giró
el cuerpo para mirarla bien y ampulosamente –No –dijo la del moño–, vos no sos amiga de
apoyó las manos en las caderas. Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas
sus amigas. Y a vos no te conozco.
–¿Monos en un cumpleaños? –dijo–. ¡Por favor!
Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen.

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–Y a mí qué me importa –dijo Rosaura–, yo Pero faltaba lo mejor. Lo mejor vino después que
vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la
los deberes juntas. señora Inés le había pedido que la ayudara a
servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo
–¿Vos y tu mamá hacen los deberes juntas? –dijo porque todos los chicos se le vinieron encima y le
la del moño, con una risita. gritaban “a mí, a mí”. Rosaura se acordó de una
historia donde había una reina que tenía derecho
–Yo y Luciana hacemos los deberes juntas –dijo de vida y muerte sobre sus súbditos. Siempre le
Rosaura, muy seria. La del moño se encogió de había gustado eso de tener derecho de vida y
hombros. muerte. A Luciana y a los varones les dio los
pedazos más grandes, y a la del moño una tajadita
–Eso no es ser amiga –dijo–. ¿Vas al colegio con que daba lástima.
ella?
Después de la torta llegó el mago. Era muy flaco y
–No. tenía una capa roja. Y era mago de verdad.
Desanudaba pañuelos con un solo soplo y
–¿Y entonces, de dónde la conocés? –dijo la del
enhebraba argollas que no estaban cortadas por
moño, que empezaba a impacientarse.
ninguna parte. Adivinaba las cartas y el mono era
Rosaura se acordaba perfectamente de las el ayudante. Era muy raro el mago: al mono lo
palabras de su madre. Respiró hondo: llamaba socio. “A ver, socio, dé vuelta una carta”,
le decía. “No se me escape, socio, que estamos en
–Soy la hija de la empleada –dijo. horario de trabajo”.

Su madre se lo había dicho bien claro: Si alguno te La prueba final era la más emocionante. Un chico
pregunta, vos le decís que sos la hija de la tenía que sostener al mono en brazos y el mago lo
empleada, y listo. iba a hacer desaparecer.

También le había dicho que tenía que agregar: y a –¿Al chico? –gritaron todos.
mucha honra. Pero Rosaura pensó que nunca en
su vida se iba a animar a decir algo así. –¡Al mono! –gritó el mago.

–Qué empleada–dijo la del moño–. ¿Vende cosas Rosaura pensó que ésta era la fiesta más divertida
en una tienda? del mundo.

–No –dijo Rosaura con rabia–, mi mamá no El mago llamó a un gordito, pero el gordito se
vende nada, para que sepas. asustó enseguida y dejó caer al mono. El mago lo
levantó con mucho cuidado, le dijo algo en
–¿Y entonces cómo es empleada? –dijo la del secreto, y el mono hizo que sí con la cabeza.
moño.
–No hay que ser tan timorato, compañero –le dijo
Pero en ese momento se acercó la señora Inés el mago al gordito.
haciendo shh shh, y le dijo a Rosaura si no la
podía ayudar a servir las salchichitas, ella que –¿Qué es timorato? –dijo el gordito. El mago giró
conocía la casa mejor que nadie. la cabeza hacia uno y otro lado, como para
comprobar que no había espías.
–Viste –le dijo Rosaura a la del moño, y con
disimulo le pateó un tobillo. –Cagón –dijo–. Vaya a sentarse, compañero.

Fuera de la del moño todos los chicos le Después fue mirando, una por una, las caras de
encantaron. La que más le gustaba era Luciana, todos. A Rosaura le palpitaba el corazón.
con su corona de oro; después los varones. Ella
–A ver, la de los ojos de mora –dijo el mago. Y
salió primera en la carrera de embolsados y en la
todos vieron cómo la señalaba a ella.
mancha agachada nadie la pudo agarrar.
No tuvo miedo. Ni con el mono en brazos, ni
Cuando los dividieron en equipos para jugar al
cuando el mago hizo desaparecer al mono, ni al
delegado, todos los varones pedían a gritos que la
final, cuando el mago hizo ondular su capa roja
pusieran en su equipo. A Rosaura le pareció que
sobre la cabeza de Rosaura, dijo las palabras
nunca en su vida había sido tan feliz.
mágicas… y el mono apareció otra vez allí, lo más
contento, entre sus brazos. Todos los chicos

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aplaudieron a rabiar. Y antes de que Rosaura gustó a Rosaura. La señora Inés la miró, después
volviera a su asiento, el mago le dijo: miró a la madre, y dijo algo que a Rosaura la llenó
de orgullo. Dijo:
–Muchas gracias, señorita condesa.
–Qué hija que se mandó, Herminia.
Eso le gustó tanto que un rato después, cuando su
madre vino a buscarla, fue lo primero que le Por un momento, Rosaura pensó que a ella le iba
contó. a hacer los dos regalos: la pulsera y el yo-yo.
Cuando la señora Inés inició el ademán de buscar
–Yo lo ayudé al mago y el mago me dijo: “Muchas algo, ella también inició el movimiento de
gracias, señorita condesa”. adelantar el brazo. Pero no llegó a completar ese
movimiento. Porque la señora Inés no buscó nada
Fue bastante raro porque, hasta ese momento, en la bolsa celeste, ni buscó nada en la bolsa rosa.
Rosaura había creído que estaba enojada con su Buscó algo en su cartera.
madre. Todo el tiempo había pensado que le iba a
decir: “Viste que no era mentira lo del mono”. En su mano aparecieron dos billetes.
Pero no. Estaba contenta, así que le contó lo del
mago. –Esto te lo ganaste en buena ley–dijo,
extendiendo la mano–. Gracias por todo, querida.
Su madre le dio un coscorrón y le dijo:
Ahora Rosaura tenía los brazos muy rígidos,
–Mírenla a la condesa. pegados al cuerpo, y sintió que la mano de su
madre se apoyaba sobre su hombro.
Pero se veía que también estaba contenta. Instintivamente se apretó contra el cuerpo de su
madre. Nada más. Salvo su mirada. Su mirada
Y ahora estaban las dos en el hall porque un fría, fija en la cara de la señora Inés.
momento antes la señora Inés, muy sonriente,
había dicho: “Espérenme un momentito”. La señora Inés, inmóvil, seguía con la mano
extendida. Como si no se animara a retirarla.
Ahí la madre pareció preocupada. Como si la perturbación más leve pudiera
desbaratar este delicado equilibrio.
–¿Qué pasa? –le preguntó a Rosaura.
Los bordes de lo real, Buenos Aires, Alfaguara,
–Y qué va a pasar –le dijo Rosaura–. Que fue a
1991
buscar los regalos para los que nos vamos.

Le señaló al gordito y a una chica de trenzas, que


también esperaban en el hall al lado de sus
madres. Y le explicó cómo era el asunto de los
regalos. Lo sabía bien porque había estado
observando a los que se iban antes. Cuando se iba
una chica, la señora Inés le regalaba una pulsera.
Cuando se iba un chico, le regalaba un yo-yo. A
Rosaura le gustaba más el yo-yo porque tenía
chispas, pero eso no se lo contó a su madre. Capaz
que le decía: “Y entonces, ¿por qué no le pedís el
yo-yo, pedazo de sonsa?”. Era así su madre.
Rosaura no tenía ganas de explicarle que le daba
vergüenza ser la única distinta. En cambio le dijo:

–Yo fui la mejor de la fiesta. Y no habló más


porque la señora Inés acababa de entrar en el hall
con una bolsa celeste y una bolsa rosa. Primero se
acercó al gordito, le dio un yo-yo que había sacado
de la bolsa celeste, y el gordito se fue con su
mamá. Después se acercó a la de trenzas, le dio
una pulsera que había sacado de la bolsa rosa, y la
de trenzas se fue con su mamá.

Después se acercó a donde estaban ella y su


madre. Tenía una sonrisa muy grande y eso le
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POETAS ARGENTINOS Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos
La Poesía Es Un Arma Cargada De Futuro
de Gabriel Celaya
EL FUTURO
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
Y se muy bien que no estarás.
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
No estarás en la calle
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
en el murmullo que brota de la noche
como un pulso que golpea las tinieblas,
de los postes de alumbrado,
cuando se miran de frente ni en el gesto de elegir el menú,
los vertiginosos ojos claros de la muerte, ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes
se dicen las verdades: ni en los libros prestados,
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades. ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
Se dicen los poemas en el destino original de mis palabras,
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, ni en una cifra telefónica estarás,
piden ser, piden ritmo, o en el color de un par de guantes
piden ley para aquello que sienten excesivo. o una blusa.
Me enojaré
Con la velocidad del instinto, amor mío
con el rayo del prodigio, sin que sea por ti,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte y compraré bombones
en lo idéntico a sí mismo. pero no para ti,
me pararé en la esquina
Poesía para el pobre, poesía necesaria a la que no vendrás
como el pan de cada día, y diré las cosas que sé decir
como el aire que exigimos trece veces por minuto, y comeré las cosas que sé comer
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica. y soñaré los sueños que se sueñan.
Y se muy bien que no estarás
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo,
decir que somos quien somos, ni allí afuera
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un en ese río de calles y de puentes.
adorno. No estarás para nada,
Estamos tocando el fondo. no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti
Maldigo la poesía concebida como un lujo pensaré un pensamiento
cultural por los neutrales que oscuramente trata de acordarse de ti.
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta Julio Cortázar
mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren GRATITUD


y canto respirando.
Gracias aroma
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
azul,
personales, me ensancho.
fogata
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, encelo.
y calculo por eso con técnica qué puedo. Gracias pelo
Me siento un ingeniero del verso y un obrero caballo
que trabaja con otros a España en sus aceros. mandarino.
Gracias pudor
Tal es mi poesía: poesía-herramienta turquesa
a la vez que latido de lo unánime y ciego. embrujo
Tal es, arma cargada de futuro expansivo vela,
con que te apunto al pecho. llamarada
quietud
No es una poesía gota a gota pensada. azar
No es un bello producto. No es un fruto perfecto. delirio.
Es algo como el aire que todos respiramos Gracias a los racimos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos a la tarde,
a la sed
Son palabras que todos repetimos sintiendo al fervor
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. a las arrugas,
al silencio
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a los senos Y en el preciso instante
a la noche, de entrar en una casa,
a la danza descubro que ya estaba
a la lumbre antes de haber llegado.
a la espesura.
Muchas gracias al humo Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
a los microbios, y que mientras me rieguen de lugares comunes,
al despertar ya me encuentre en la tumba,
al cuerno vestido de esqueleto,
a la belleza, bostezando los tópicos y los llantos fingidos.
a la esponja
Oliverio Girondo
a la duda
a la semilla
a la sangre
a los toros MIEDO GLOBAL
a la siesta. Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia, Y los que no trabajan tienen miedo de no encontrar
por el aire nunca trabajo.
la piel
las alamedas, Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la
por el absurdo de hoy comida.
y de mañana,
desazón Los automovilistas tienen miedo a caminar y los
avidez peatones tienen miedo de ser atropellados.
calma
alegría, La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje
nostalgia tiene miedo de decir.
desamor
ceniza Los civiles tienen miedo a los militares. Los militares
llanto. tienen miedo a la falta de armas.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere, Las armas tienen miedo a la falta de guerra.
a las uñas
las alas Es el tiempo del miedo.
las hormigas,
los reflejos Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo
el viento del hombre a la mujer sin miedo.
la rompiente,
el olvido Miedo a los ladrones y miedo a la policía.
los granos
la locura. Miedo a la puerta sin cerradura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo. Al tiempo sin relojes.
Gracias fango,
sonido. Al niño sin televisión.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo. Miedo a la noche sin pastillas para dormir y a la
Muchas gracias. mañana sin pastillas para despertar.
Oliverio Girondo,
agradecido. Miedo a la soledad y miedo a la multitud.
Oliverio Girondo
Miedo a lo que fue.

DICOTOMÍA INCRUENTA Miedo a lo que será.


Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía Miedo de morir.
y forman una mano.
Miedo de vivir.
Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo Eduardo Galeano* (URUGUAYO)
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

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EL JUEGO EN QUE ANDAMOS EL REMORDIMIENTO
Si me dieran a elegir, yo elegiría He cometido el peor de los pecados
esta salud de saber que estamos muy enfermos, que un hombre puede cometer. No he sido
esta dicha de andar tan infelices. feliz. Que los glaciares del olvido
Si me dieran a elegir, yo elegiría me arrastren y me pierdan, despiadados.
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro. Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
Si me dieran a elegir, yo elegiría para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
este amor con que odio, Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
esta esperanza que come panes desesperados.
no fue su joven voluntad. Mi mente
Aquí pasa, señores, se aplicó a las simétricas porfías
que me juego la muerte. del arte, que entreteje naderías.
Juan Gelmán
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
Jorge Luis Borges

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