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Universidad de Valparaíso
Escuela de Teatro
Movimiento VI
Prof: Juan Pablo Fuentes

Territorio: individual vs colectivo


Víctor Fadda Muñoz

El ser humano es un motor de cambios importante para la sociedad, ya que, a pesar


de tener impulsos, ideales o convicciones personales, mantiene una lucha en común con un
grupo o colectivo con el cual comparta un territorio (ya sea ideológico, religioso, espiritual,
artístico, etc) con el que mantenga un sentido de pertenencia. Lxs humanxs buscamos
permanecer unidxs para confrontar los malestares o problemáticas que nos asechan.

Sin embargo, este territorio en común, que nos promete alegrías, poder de
transformación y crecimiento, está compuesto por distintos territorios individuales que
quizás sean un motor más fuerte para el colectivo, o bien destruirlo por completo. Así
cuestiono, ¿de qué manera conviven distintos territorios en uno en común?

Ante esta dualidad, entendemos que existen ciertas contradicciones en el accionar del
humano, que si bien busca empoderarse de su propia vida, desafiando a los estándares
políticos y sociales que tratan de controlarlos, se ve mermado por las comodidades
individuales de cada persona, inmersa en su contexto social.

Así, dentro de una organización, por ejemplo, cada persona cumple con un rol y una
voluntad ideológica particular e individual, con sus prioridades, miedos y ambiciones, sin
embargo, la causa los une en pos de un objetivo común, lo que lxs lleva a trabajar en
equipo a pesar de las diferencias de pensamiento. A esta unión, Marshall Berman en Todo
lo sólido se desvanece en el aire la denomina como “una unidad paradójica, la unidad de la
desunión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de
lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia.” (1)

Pongo de ejemplo una huelga/marcha. Existen roles líderes, roles más horizontales en torno
a la movilización y otros roles más incisivos y atacantes. Si analizamos una manifestación
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en Valparaíso, podemos dar cuenta de una estructura muy clara: la convocatoria de la gente
en un lugar (instancia de unidad), acto seguido comienza la marcha, acción hecha en
conjunto, en representación con diferentes organizaciones que hacen una sola (unidad en
acción). Cuando la marcha llega al lugar límite, empieza la fragmentación, a quienes su
cometido se ve realizado con la llegada formal de la marcha, se van. Quienes quieren seguir
más allá de lo establecido se quedan, resistiendo la fuerza opresora del Estado. Esta
desunión es un claro ejemplo de lo que nos menciona Berman, porque si todas las
voluntades en la marcha estuvieran de acuerdo en quedarse y seguir avanzando más allá,
habría fuerzas suficientes para resistir las fuerzas del Estado, o si bien toda la marcha se
fuera en el límite acordado, (quizás) no habría violencia por parte de FFEE. Sin embargo,
como decía anteriormente, no podemos contar con una homogeneidad en un grupo tan
diverso. Entonces ¿Cuál es la vía?

Las voluntades individuales, muchas veces por comodidad, nos hacen dejar de lado
nuestras voluntades colectivas, y precisamente eso, es un arma que utiliza el sistema
actualmente para enajenarnos, individualizarnos y estupidizarnos. Porque es mucho más
rico quedarse en el sillón viendo el matinal y los problemas ajenos que nos ventilan en la
televisión y los medios de comunicación, que salir a reconstruir la casa destruida por el
terremoto del vecino. Las generación de zonas de confort, el denominado “pan y circo”
propio de las mass media, que utilizan para blanquear la información de las verdaderas
problemáticas de la sociedad nos mantienen alejados de la organización colectiva, por ende
dividen las fuerzas y nos destruyen desde adentro.

Estos espacios de comodidad nos vuelven inmóviles, nos convierte en seres cibernéticos,
luchando desde la pantalla y de las redes sociales porque es la manera de no faltar a los
propios ideales, sin salir de la zona de confort.

El sistema nos engendra como seres hechos para el consumo, y por ende, nos plantean la
felicidad en el tener. Esto de a poco nos ha ido debilitando, sobretodo como colectividad,
ya que al convertirnos en seres ambiciosos, el resto se convierte en nuestro enemigo social,
y esas estrategias son simples mecanismos de adoctrinamiento para preparar un pueblo
sumiso y dispuesto a callar y no levantar fuerzas contra la opresión dominante. Al final, se
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nos vuelve más importante no perderse el capítulo de la novela de la tarde, o el infaltable


partido de fútbol, pero olvidamos (o incluso ignoramos) que a nuestro alrededor tenemos
hidroeléctricas, faenas mineras, entre otras empresas explotadoras de recursos naturales que
están contaminando nuestro territorio de vida.

Con esto no quiero decir que se deben abandonar las voluntades individuales en pos de una
organización colectiva, sino todo lo contrario, fortalecerlas de tal manera que sean un
aporte para la acción grupal, y que tales voluntades o impulsos sean capaces de convivir de
cierta manera, buscando el punto en común para volver las decisiones más horizontales.

Bibliografía

 Berman, Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la


modernidad. Madrid: SIGLO XXI DE ESPAÑA EDITORES, S.A, 1988. (Impreso).

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