CONCEPTOS FUNDAMENTALES EN JOHN RAWLS, JUNGER HABERMAS,
ROBERT DAHL Y HANNAH ARENDT
1) La concepción política de la justicia en John Rawls:
El filósofo norteamericano John Rawls en su texto “Ideas fundamentales del liberalismo político” desarrolla el concepto político de la justicia, proponiendo superar la discusión entre distintas concepciones de la libertad, la conocida como libertad de los antiguos y la libertad de los modernos, es decir la controversia suscitada a partir de la contraposición libertad negativa desarrollada por John Locke y la libertad positiva desarrollada por Jean Jacques Rousseau. La concepción política de la justicia definida por Rawls es entendida como equidad, es decir cada persona tiene igual derecho a un esquema de libertades básicas, iguales y compatibles con el mismo esquema para los demás. En su concepción las desigualdades sociales y económicas deben satisfacer dos condiciones: la igualdad de oportunidades y beneficiar a las personas menos favorecidas en la sociedad. La justicia como equidad es la base de un acuerdo razonado, informado y político aplicando el principio de tolerancia, es independiente de las doctrinas religiosas y filosóficas en conflicto, obteniendo el consenso superpuesto de estas doctrinas y constituyendo así el marco básico de toda sociedad democrática. La sociedad es definida como un sistema equitativo de cooperación a lo largo del tiempo, donde los ciudadanos son considerados personas libres e iguales. Rawls reformula la doctrina del contrato social, por ello su concepción es liberal y concibe que los criterios equitativos de cooperación son acordados por quienes participan en la sociedad. El liberalismo político y la manera en que éste entiende el ideal de la democracia constitucional se caracteriza por: 1) La estructura básica de la sociedad debe estar regulada por una concepción política de la justicia; 2) Esta concepción debe ser el foco de un consenso superpuesto entre doctrinas comprensivas razonables; 3) La discusión pública, cuando se debaten las bases constitucionales y los problemas fundamentales de justicia, debe ser conducida en términos de la concepción política de la justicia. 2) El modelo procedimental de política deliberativa en Jurgen Habermas: En su artículo “Tres modelos de democracia” el autor distingue entre la concepción liberal de democracia, la republicana o comunitarista y su propuesta de modelo procedimental de política deliberativa. La contraposición entre los dos modelos mencionados en primer lugar, el liberal y el comunitarista surgió en la discusión que tuvo lugar en los Estados Unidos en la década del 80´, en el contexto de dominio de la revolución neoconservadora cuando se reformulaban las políticas de bienestar, consecuencia de la crisis capitalista no prevista de combinación de estancamiento económico e inflación. La concepción liberal de la democracia sostiene que los intereses privados son canalizados por el proceso democrático para así obtener fines colectivos. Los ciudadanos gozan de un status legal que define derechos y obligaciones entendidos como ámbito de libertades que limita el poder estatal. El proceso político como formación de la voluntad política se da en el ámbito del Parlamento y en el espacio público y es entendido como competencia de actores que actúan en ese espacio, siguiendo una racionalidad estratégica. Contrariamente al modelo liberal, la concepción republicana de la democracia es definida como constitutiva del mismo proceso social y a la política como forma de reflexión de un plexo de vida ético. A partir e ello el ciudadano se constituye con la participación política, siendo sujetos políticamente responsables en una comunidad de libres e iguales donde el derecho garantiza la convivencia basada en la igualdad, la autonomía y el respeto recíproco. Al igual que para los liberales, para los comunitaristas la formación de la voluntad política sucede en el Parlamento y en el espacio público pero en base a una comunicación pública orientada al entendimiento. Frente a estos dos modelos Habermas propone un modelo procedimental de política deliberativa, donde define las condiciones de comunicación bajo las cuales el proceso político puede tener a su favor la presunción de generar resultados racionales porque se efectúa en el modo de política deliberativa. La intersubjetividad de orden superior que representa procesos de entendimiento se efectúa en forma institucionalizada de deliberaciones en los Parlamentos o en la red de comunicación de los espacios públicos, el poder generado comunicativamente (formación informal de la opinión), se transforma en un poder empleaba en términos administrativos (decisiones electorales institucionalizadas y resoluciones legislativas). La solidaridad es la fuerza de la integración social como fuente de acción comunicativa y se desarrolla a lo largo de espacios públicos autónomos y de procedimientos de formación democrática de la opinión y de la voluntad política institucionalizados en términos del Estado de derecho. 3) La democracia como sistema político fundamentado en el principio de la igualdad política, Robert Dahl: Para el politólogo norteamericano en el sistema democrático cada ciudadano participa en el proceso de toma de decisiones, en la deliberación sobre las medidas a adoptar, comprendiendo la ciudadanía a todos los adultos residentes en el territorio del Estado. La democracia tiene ventajas frente a otras posibles regímenes en los Estados modernos, pues evita los gobiernos autocráticos que utilizan la coerción estatal para lograr sus propios fines, garantiza los derechos esenciales, asegura la libertad de expresión y la autonomía moral de los ciudadanos, confiriendo el Estado democrático libertades más amplias que cualquier otra alternativa de gobierno. Como lo sostenía John Stuart Mill los derechos e intereses de las personas son mejor definidos por ellas mismas, y pueden protegerlos frente a los abusos del gobierno si participan en la determinación de las políticas. En un gobierno democrático se garantizan derechos a participar en el proceso de decisiones colectivas mediante la discusión, deliberación, siendo promulgada la ley que cuente con el mayor apoyo, expandiendo la autodeterminación hasta sus límites posibles, siendo el proceso más equitativo que cualquier otro. Las decisiones se adoptan luego de la deliberación y consideración de diversas alternativas, maximizando la oportunidad de vivir bajo leyes producto de nuestras propias elecciones lo que nos faculta para actuar como personas moralmente responsables. Los sistemas políticos democráticos aseguran el desarrollo de valores tales como la equidad, la tolerancia, la solidaridad, si bien no constituyen una condición suficiente si son necesarios para el desarrollo de los valores mencionados. Los países con sistemas democráticos no generan conflictos bélicos entre sí, pues promueven la cooperación y los vínculos político-diplomáticos generando además alianzas defensivas contra gobiernos no democráticos. Las experiencias de los siglos XIX y XX señala que los países democráticos son más prósperos que aquellos que no lo son. Un país democrático promueve la educación, lo que contribuye a la innovación y al crecimiento económico, facilita el intercambio de la información, el respeto a la ley, los tribunales independientes y la protección de los derechos de propiedad. Las instituciones propias de todo sistema democrático, como funcionarios electos por una ciudadanía inclusiva, elecciones libres, imparciales y frecuentes, libertad de expresión, fuentes alternativas de información, autonomía de las asociaciones condensan en prácticas recurrentes y formalizadas la realización del bien común propio de este sistema político. 4) La política como creación del espacio público democrático, Hannah Arendt: En su obra “La condición humana”, la filósofa alemana reflexiona sobre la formación del espacio de lo público, identificando con el espacio político y distinguiéndolo de la esfera privada. Ese ámbito reúne las características del ejercicio de la política propio de la polis griega, donde las relaciones se establecían entre hombres libres e iguales, dejando a la coerción para el ámbito de lo privado donde las interacciones se ejercían entre desiguales y donde se privilegiaba la satisfacción de necesidades. La economía como disposición sobre recursos escasos era una tarea limitada a la esfera de las necesidades vitales domésticas. La realización de la política correspondía, por el contrario, al dominio de la palabra y de la deliberación en un ámbito de plena igualdad y libertad, donde la acción se ejercía mediante la palabra. Lo discursivo, la persuasión, el intercambio de argumentaciones constituía la forma de ejercicio de la política, la acción constitutiva del espacio de lo público. La coerción, el ejercicio del poder y de la dominación eran propios de lo privado, de lo doméstico y de aquello que respondía a las necesidades vitales. En consecuencia la realización se lograba en el ámbito de deliberación que se correspondía con el espacio de la polis. A la manera aristotélica del hombre político donde se identificaba el ser con la vida en la polis, quien no participaba en los asuntos públicos no era considerado humano como tal, o un dios o un “idion”, la política era la realización de la condición humana en libertad e igualdad. El poder y la violencia, formas de interacción hoy consideradas propias del ejercicio político, quedaban como prácticas excluidas de la realización de lo colectivo donde la construcción de lo común se fundamentaba en el diálogo y en las buenas razones para lograr la comunicación en un espacio público constituido intersubjetivamente. El espacio de la política, de lo público, de la forma de vida colectiva en la sociedad de masas alteró la relación público- privado original expresada en la polis, haciendo de las necesidades vitales que encontraban respuestas en las disposiciones de la economía doméstica privada, “la cuestión política”; sumando a ello el ejercicio del poder, la violencia y el sometimiento como constitutivos en la relación gobernantes- gobernados. Lo público fue desplazado por aquello constitutivo de lo doméstico, deviniendo en social, en lo masivo, en lo cuantificable mediante la estadística y el conocimiento técnico de lo social; y lo privado devino en lo íntimo, en aquel ámbito de libertades que en su ejercicio, garantizadas por el orden jurídico, queda reservado a la conciencia y a la evaluación de las convicciones religiosas. Bibliografía utilizada: • “Ideas Fundamentales del Liberalismo Político” de John Rawls, Revista Ágora, Nro. 1, Buenos Aires, Invierno de 1994. • “Tres Modelos de Democracia” de Jurgen Habermas, Revista Ágora, Nro. 1, Buenos Aires, Invierno de 1994. • “Democracia. Una guía para los ciudadanos” de Robert Dahl, Taurus, España, 1997. • “La Condición Humana” de Hannah Arendt, Paidós, Buenos Aires, 2009.