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¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista (TEA)?

Se trata de un trastorno del neurodesarrollo de etiología


multifactorial, con un inicio anterior a los 3 años de edad, que no
conoce fronteras raciales, étnicas ni sociales.

La persona con TEA se caracteriza por mostrar alteraciones


cualitativas en la interacción social recíproca, en la comunicación
y la presencia de algunas conductas repetitivas e intereses
restringidos. La manifestación de estos rasgos sigue distintos niveles de gravedad
entre un individuo y otro, varían en el tiempo y están determinados por factores
como el grado de capacidad intelectual asociada y el acceso de la persona a recibir
apoyos especializados.

En la actualidad, más personas en el mundo se ven afectadas por la presencia de


TEA. Al respecto, se ha establecido que 1 de cada 59 niños nacidos en los Estados
Unidos presenta TEA datos similares se registran en América Central, Sur América
y en países europeos y asiáticos; plantean además, que son casi 5 veces más
comunes en niños (1 de cada 54) que en niñas (1 de cada 252).

De acuerdo con la Sociedad Americana de Autismo (ASA), prudencialmente se


estima que cerca de 1,500,000 personas en los Estados Unidos se encuentran
dentro del TEA. Esta tasa de incidencia lo ubica como la tercera condición más
común del desarrollo, incluso más que el Síndrome de Down (para más información
consultar http://www.autism-society.org/espanol/).
El último informe (abril 2018) del Centro Nacional sobre Defectos Congénitos y
Problemas del Desarrollo (CDC por sus siglas en inglés), indicó un aumento en
niños diagnosticados con TEA con un coeficiente intelectual superior al promedio.
La investigación descubrió que casi la mitad de los niños con TEA tienen una
capacidad intelectual promedio o superior – un coeficiente intelectual de 85 o
superior – en comparación con uno de cada tres niños hace una década.

Según directora del CDC, el estudio no buscaba averiguar por qué se diagnostica a
más niños con autismo, pero cree que la mayor conciencia pública sobre la
identificación y el diagnóstico contribuye a que haya números más altos.

A pesar de manejarse las cifras señaladas, aún hay mucho por conocer y entender
de esta condición.

¿Por qué ahora se habla del autismo desde un espectro?


Por ser un concepto dimensional más amplio, en donde los rasgos propios del
autismo se sitúan a lo largo de un continuo de dimensiones alteradas y con
diferentes grados de afectación (de leve a severo). Visto así, el autismo no se
concibe como una condición con expresiones fijas o dimensiones y síntomas rígidos
y absolutamente demarcados, lo cual permite hacer una aproximación más realista
a la heterogeneidad presente entre las personas con autismo y así valorar
diferencias existentes en términos de funcionamiento social, lingüístico,
cognoscitivo y conductual.

En tal sentido, podemos observar que las alteraciones en la socialización mostrada


por un individuo con TEA pueden abarcar desde el acercarse a un compañero y
buscar interactuar con él aunque sea de manera inapropiada hasta el completo
aislamiento; en cuanto a las alteraciones en la comunicación éstas pueden ser
expresadas a través de un alto grado de habilidad verbal con empleo anormal del
lenguaje, dificultades en la semántica (estructura de las palabras en la oración) y la
pragmática (uso del lenguaje en la comunicación), hasta el mutismo; y las
alteraciones de la conducta pueden ir desde un juego simbólico aparentemente
normal pero con preocupaciones inusuales o interés restringido, hasta las
actividades no funcionales y repetitivas.

Importancia de un diagnóstico temprano y una consecuente intervención


temprana

La detección del autismo antes de los 2 años y medio, facilita la atención inmediata
de las necesidades que el niño pueda presentar en su desarrollo, cambiando en
gran medida, su desempeño y calidad de vida en el futuro.

Por definición, la Atención Temprana se entiende como: “el conjunto de


intervenciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno,
que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades
transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo
o que tienen el riesgo de padecerlos”.
La atención temprana deberá hacer honor a su nombre, recibiendo el niño
intervenciones a la mayor velocidad posible, y en horas tempranas del día, para
evitar que el cansancio. Entre mayor sea el trabajo inicial, más probabilidades hay
de que los avances del niño sean rápidos y significativos. De igual forma, es
fundamental que la familia reciba la atención y formación necesaria para poder ser
parte activa del proceso de avances del niño; sin padres empoderados y participes
activos de las intervenciones, los avances son limitados, afectando la calidad de
vida del niño y su familia.

Lic. Carmen Victoria Llindis C


Psicólogo Clínico.
Esp. en abordaje psicoeducativo del Autismo

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