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Ópera
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marzo 2019

Marnie.
ENGLISH NATIONAL OPERA

Y la ópera se hizo cine.


De Marnie a El Resplandor,
la lírica del siglo XXI
Ismael G. Cabral

D
urante todo el siglo XX la ópera ha sido ese es- trada en las programaciones de los títulos más pretéritos
parcimiento burgués que algunos composi- en conjunción con los que se escriben en la actualidad.
tores, como aquel joven Pierre Boulez, quisie- Incluso un vetusto y respetabilísimo vanguardista como
ron volar por los aires y otros, tentados por György Kurtág ha sucumbido a ella, estrenando en Milán
ella, abordaron desde postulados altamente el pasado año Fin de partie, a partir de Final de partida, de
intelectualizados y militantes. Recordemos a Luigi Nono Samuel Beckett. Lo hizo con 92 años. Un compositor liga-
y sus tragedias de la escucha en forma de soberbios fres- do a átonos y líricos aforismos atado
cos sonoros de ideología marxista (oígase Al gran sole ca- La cita más inmediata en el final de su vida a un feliz lega-
rico d'amore). Se trataba, si no de hacer tabula rasa, sí de do de casi dos horas de duración; una
replantear un género lastrado por la icónica imaginería
es en el Teatro de la ópera.
sociológica que, todavía en nuestro tiempo, sigue carac- Monnaie de Bruselas, Sin embargo, antes que continuar
terizándolo. Hoy la ópera es más de todos, algo más de en el que se estrenará hundiendo sus raíces en fuentes eru-
todos, diremos. Y lo es en buena medida gracias a la en- Frankenstein ditas, la ópera (al menos, una buena
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Brokeback
Mountain.
TEATRO REAL

parte de ella) en el siglo XXI ha decidido romper su


docto cascarón y acudir a veneros puramente cine-
matográficos. La relación entre el género y el sépti-
mo arte viene de lejos, pero ni ha sido un idilio peren-
ne ni tampoco un affair tormentoso. Se han mirado
de reojo, y de vez en cuando se han producido felices
encuentros. Podemos pensar en esa suerte de sub-
género ensayístico musical que es la ópera filmada
con obras como Los cuentos de Hoffmann, de Powell y
Pressburger, el Parsifal de Hans-Jürgen Syberber o el
Moisés y Aarón de Straub y Huillet a partir de la ópera
de Schönberg.
También han sido (son y serán) muchos los direc-
tores de cine tentados por imprimir su sello estético
sobre un escenario. Michael Haneke hizo un Mozart
en blanco y negro en su Così fan tutte en el Teatro Real
de Madrid en 2013, Woody Allen optó por el Puccini de
Gianni Schicchi para su reciente primer escarceo líri-
co y la Ópera de París lleva años esforzada en seducir
a Pedro Almodóvar. Abbas Kiarostami y David Cro-
nenberg son otros cineastas que también sucumbie-
ron al género que fundara (aceptemos el convencio- The Shining. nuevo retruécano de los gestores operísticos por popula-
nalismo), Claudio Monteverdi. MINESSOTA OPERA rizar el dramma in musica, hay cosas que se están hacien-
Pese a todo, decíamos, los teatros de ópera, cons- do bien. No sabemos qué resultados arrojará la cita más
cientes de que la renovación del público es una ur- inmediata, la que propone este mes de marzo el Teatro de
gencia inapelable, parecen decididos a profundizar la Monnaie de Bruselas, en la que el compositor nortea-
en ese maridaje con la imagen. Y, más allá del oropel mericano Mark Grey, conjuntamente con el director de
que puede suponer para la alfombra roja de una noche escena Àlex Ollé (La Fura dels Baus), presentará su pers-
de estreno el contar con la visión escénica y la presen- pectiva del clásico de Mary Shelley, Frankenstein, conec-
cia de un director o directora de cine, ahora de lo que tando la producción con toda la mitología audiovisual que
se trata es de contar películas con una orquesta en el el personaje trae a sus espaldas.
foso. El descafeinamiento de la ópera no es más que Para muchos de nosotros y nosotras, y para quienes
otro efecto secundario de la posmodernidad, acaso nos antecedieron en el árbol genealógico, Marnie es la pe-
pensando quizá en que la generación millenial, así y lícula que Alfred Hitchcock rodó en 1964 o, en todo caso, la
solo así, podría verse estimulada por sentarse en una novela de Winston Graham sobre una joven ingle-
butaca durante más de dos horas. Felizmente, en este sa que dedica su vida al robo y al engaño adoptan-
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Marnie, por ejemplo,


es ya una ópera de El cine de horror, con un material siempre tan infla-
Nico Muhly para la mable para extraer de él todo tipo de connotaciones re-
Metropolitan Opera flexivas, no ha sido ajeno a esta cada vez más asentada
de Nueva York asociación. En 2008, la Ópera de Los Ángeles y el Théâtre
du Châtelet de París daban a conocer La mosca, sobre el
mismo guion del filme homónimo de David Cronenberg y
do múltiples personalidades.
El Real había dado con música del mismo autor de la banda sonora de la pe-
Desde el pasado año, Marnie es
alas a Brokeback lícula, Howard (El señor de los anillos) Shore. Y, más mo-
también una ópera de Nico Muhly, un Mountain, siguiendo destamente, Paul Moravec pergeñó en 2014 la ópera El
compositor de hechuras pop al que a pies juntillas el Resplandor, a partir de la novela de Stephen King y la pe-
le encargó la excursión lírica nada relato de Ang Lee lícula de Stanley Kubrick, estrenando su versión musical
menos que la Metropolitan Opera de en la Ópera de Minnesota. Cambiando de registro, solo un
Nueva York, y que ya se ha visto tam- año antes, el madrileño Real había dado alas a Brokeback
bién en la English National Opera de Londres. Por cierto, Mountain, siguiendo a pie juntillas el relato de la oscari-
en 2011, su hermana mayor inglesa, la Royal Opera House, zada cinta de Ang Lee, con música de Charles Wuorinen,
había estrenado Anna Nicole, de Mark-Anthony Turnage, por cierto una de las adaptaciones que juzgamos más fe-
biopic de la malograda estrella pornográfica Anna Nicole lices por cuanto la ópera ahondaba en el carácter oscuro
Smith. Es otra historia, sí, pero no deja de ser una pista en y denso de un filme que no desdeñaba evidentes conven-
este mapa catódico-lírico. cionalismos. �

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