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MODULO I

PATORAL DE LA SALUD
1. ¿Qué es la salud?

2. ¿Qué se entiende por enfermedad?

3. Jesús y el sufrimiento

+ Jesús y el sufrimiento humano

+ Jesús ante su sufrimiento y muerte

4. Pastoral de la Salud como respuesta de la Iglesia.

5. Organización y estructuración de la Pastoral de la Salud

+ Anuncio

+ Celebración

+ Solidaridad – fraternidad

(Para estos temas apoyarse en las Directrices Nacionales)

6. La Parroquia y la Pastoral de la Salud

La comunidad cristiana es la prolongación histórica de Cristo y se inspira en


Aquel que vino para que tengamos vida y sea vida en abundancia (cfr. Jn.10,
10). Esto significa que la comunidad parroquial ha de comprometerse en una
acción evangelizadora, generosa de salud, que eduque para vivir de la manera
más sana posible y que acoja a la persona especialmente en el momento de la
enfermedad, ofreciéndole el mismo trato sanante de Jesús y su presencia
salvadora.
Es necesario que las parroquias incluyan en sus planes pastorales programas
estructurados de pastoral de la salud en los que participen ampliamente los
laicos, especialmente aquellos que por su vocación y su competencia
profesional pueden aportar conocimientos, recursos humanos y materiales a la
vez que descubren a Cristo en su trabajo.

La parroquia fuente de salud


La parroquia debe realizar una acción evangelizadora y generadora de salud,
ha de comprometerse en todo lo que ayuda a ser humano y a vivir de manera
más sana posible.

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Educar para vivir sanamente
La parroquia está llamada a cultivar un estilo de vida más sano no sólo a nivel
individual sino también a nivel comunitario y social. En esta tarea el campo es
amplio: luchar por unas condiciones de vida más saludables, como
alimentación, vivienda, limpieza, medio ambiente, seguridad en el trabajo,
relaciones más fraternas y cordiales, fomento de descanso y la recreación, una
relación sana con la naturaleza, el cuidado del cuerpo y del espíritu, lucha
contra el alcoholismo y la drogadicción, iniciativas contra la soledad e
incomunicación, el estrés, la depresión, la promoción de una vejez más sana,
etc.

La parroquia y los enfermos


En el territorio parroquial se debe hacer una pastoral de la salud adecuada a
los tiempos, encarnada en la historia y concretamente operativa en la
comunidad parroquial.

1º Conocer a los enfermos


Es de suma importancia conocer a los enfermos concretos que viven en el
ámbito de la comunidad parroquial. Enfermos que están en sus hogares de
manera permanente: crónicos, limitados físico, enfermos mentales,
accidentados, ancianos, etc., o enfermos que han salido ya del hospital y que
están convalecientes en sus hogares. Este esfuerzo por descubrirlos y conocer
sus verdaderas necesidades requiere tiempo y trabajo organizado; es un primer
paso para construir una comunidad fraterna que acoge y cuida a los enfermos.

2º Acercar la comunidad a los enfermos


La comunidad a de acercarse a los enfermos y, de manera especial y
preferente, a los más olvidados y solos. Esta cercanía ha de ser como la de
Jesús: amistosa, respetuosa, personalizada, reconciliadora, sanante.
Que el enfermo sepa que no está olvidado; que es aceptado, apreciado y
querido por la comunidad parroquial.
Esta presencia de la comunidad, inspirada en el amor, ha de estar en la medida
de las posibilidades al servicio total y gratuito de éste, en función de sus
múltiples necesidades de orden físico, psicológico, de autoestima, de
reconciliación y esperanza para encontrarle sentido a su situación.
No hemos de olvidar que, con frecuencia, es la familia misma del enfermo la
que más necesita el apoyo, la cercanía y la ayuda de la comunidad para vivir
de manera más humana y evangélica la enfermedad de su ser querido. Es
importante entonces cuidar la salud de la familia, donde el enfermo ha de

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encontrar su comunidad cristiana más inmediata. En este sentido se pueden
crear grupos de apoyo familiar.

3º Hacer sitio al enfermo en el interior de la comunidad parroquial


Tenemos que recuperar el sitio que los enfermos tienen en la vida de la
comunidad, su presencia, su palabra y su testimonio en medio de ella.
Hay que posibilitar su participación en la celebración comunitaria, sobre todo en
días especiales (Pascua, día del enfermo, fiestas patronales, etc.), seguir
impulsando la celebración comunitaria de la Unción y orar por ellos y con ellos.
Por otra parte, hemos de promover más el testimonio y compromiso
evangelizador de los mismos enfermos. El que vive su enfermedad de manera
evangélica no sólo recibe, sino que da; no sólo aprende, sino que enseña; no
sólo sufre, sino que irradia salud evangélica. Su presencia puede ser
humanizadora, interpelante, evangelizadora. De ahí la importancia de
incorporarlos, en la medida de lo posible, en grupos, equipos pastorales,
celebraciones y otras actividades.

4º Renovar la celebración de los sacramentos de los enfermos


Los sacramentos son los gestos culmen de toda la actividad y solicitud que la
comunidad ofrece al enfermo. De ahí la necesidad de celebrar mejor los
sacramentos de los enfermos, superando el ritualismo y rescatando toda la
fuerza sanadora que ellos encierran.

5º La atención pastoral a los enfermos hospitalizados


La pastoral de la salud, no se limita a los enfermos y ancianos que viven en la
parroquia, sino que abarca también a los enfermos y ancianos que se
encuentran en los hospitales y asilos.
Mantener la unión entre la comunidad parroquial y el enfermo o anciano que
vive en instituciones de salud, es una manera muy significativa para manifestar
la comunión eclesial, la caridad y el interés de la familia parroquial y el cuidado
pastoral de los hermanos en la fe.
Además, si en el ámbito de la parroquia existe una institución de salud
(hospital, asilo, etc.), la comunidad parroquial debe hacerse presente como
comunidad cristiana, tratando de contraer y coordinar una presencia y acción
pastoral entre el centro de salud y la parroquia.

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EL EQUIPO PAROQUIAL DE LA PASTORAL DE LA SALUD
Objetivo:
Conformar el equipo de pastoral de la salud en la parroquia, fomentando la
práctica del evangelio de la vida y de la salud y reuniendo un grupo de
personas disponibles para visitar a los enfermos, personas con capacidades
diferentes y ancianos en la parroquia.

Razones de ser del equipo parroquial de pastoral de la salud


 Es para sensibilizar a toda la comunidad y promover el servicio sanador
como un compromiso real y efectivo de toda la parroquia y que sus
actividades estén orientadas a vivir responsablemente el mandato sanador
de Jesús y el servicio a los enfermos y no para quitar la responsabilidad
del resto de los cristianos.
 Debe de ser el cauce y expresión de la caridad pastoral, instrumento
concreto que impulsa, coordina y lleva a cabo las tareas (anuncio,
celebración, fraternidad y solidaridad) de toda la comunidad hacia los
enfermos.
 Brinda a sus miembros la oportunidad de una constante comunicación,
enriquecimiento y sana crítica, resultando el medio más eficaz para
integrar activamente a los que sufren en la estructura parroquial, según
sus posibilidades, pues no sólo se lleva un servicio evangelizador, sino
que también se recibe ayuda de ellos.

Creación del equipo


Después de haber sensibilizado a toda la comunidad sobre lo que es la
pastoral de la salud, se pide una colaboración concreta a personas con tiempo
disponible para comprometerse en este campo.
Con un grupo dispuesto a formar equipo, pueden comenzar las primeras
reuniones y establecer objetivos iniciales, sencillos y concretos, que serán de
formación y acción. Es útil conectar con la Sección diocesana de Pastoral de la
Salud y pedir su colaboración para emprender la marcha.

Rasgos y características de los miembros del equipo


El equipo lo forman personas:
 Con buena predisposición hacia los que sufren.
 Con inquietud Evangélica y talante fraterno y participativo.
 Con dotes de creatividad y deseo de formación. No vasta la buena
voluntad y la generosidad, se necesita una formación cristiana y una
formación específica en el campo de la salud y de los que sufren: su
mundo, su problemática, trato y acompañamiento, el mundo sanitario y

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sus problemas e injusticias (esta formación se llevará a cabo en el grupo
mismo).
 Deben ser personas con sentido eclesial, sólida, espiritual y vida de fe
personal y comunitaria.
 Que tienen la sensibilidad de ver en el enfermo a Cristo y de ver como
Cristo veía a los enfermos.

El perfil es de personas que se comprometen a:


 Compartir con otros el asistir a los que sufren en el nombre de Jesús.
 Formarse.
 Aceptar responsabilidades y ayudar al grupo.
 Promover actividades exigidas por las necesidades de los enfermos.
 Hacer presente a la Parroquia e integrar a los enfermos a ella.
 Colaborar con otros equipos en tareas comunes.

Riesgos que hay que evitar


 Que el equipo se convierta en un grupo aislado dentro de la parroquia.
 La improvisación, dispersión o ambiciones excesivas en los objetivos.
 Falta de realismo y de conocimiento de la situación y de las necesidades de los
enfermos, personas con capacidades diferentes y ancianos.
 Descuidar aspectos de convivencia y colaboración dentro del equipo.
 No cuidar a los miembros en sus limitaciones y cansancios.

7. Organización del equipo parroquial

El grupo de la Pastoral de Salud tendrá su coordinador y contará con la animación y


asesoría pastoral – espiritual del asesor.

Realizará su trabajo en coordinación con la pastoral de conjunto parroquial.

La organización de la Pastoral de la Salud en la parroquia es fruto de un proceso en el


cual hay que tener presente varios aspectos:

1° Sensibilizar y concientizar

Pasos:

+ Realizar campañas de motivación a la comunidad parroquial, para comprometerla en


el cuidado y atención de sus miembros enfermos y en la promoción de la salud
(involucrando grupos apostólicos, instituciones, profesionales de la salud, etc.).

+ Convocar a una primera reunión, con la presencia del párroco, en la cual se


reflexionará: la identidad y los objetivos del grupo (se pueden ayudar del tema
pasado), y se elaborará un pequeño plan de trabajo.

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2° Conformar el grupo de Pastoral de la Salud

+ Nombrar coordinador, secretario y tesorero. El grupo contará con la animación y


asesoría espiritual del párroco.

+ Elaborar el cronograma de las reuniones del grupo. Se sugiere sean mensuales para
reflexionar, evaluar, programar, fortalecer la integración, el compromiso, la mística.

3° Realizar el censo de enfermos y ancianos de la parroquia con ficha


personalizada

4° Elaborar el plan parroquial de Pastoral de la Salud

Es importante trabajar con base en un plan porque esto nos permite evaluar el proceso
y hacer los ajustes necesarios para ir respondiendo a las necesidades reales.

Pasos:

+ Sectorizar la parroquia

Conformar el equipo del sector y nombrar responsables.

Hacer grupos de vecinos en torno al enfermo o de grupos apostólicos y de igual


manera nombrar responsables.

+ Hacer un diagnóstico de la realidad

- Situación socio – económica.

- Principales problemas de salud.

- Condiciones del medio ambiente: basuras, contaminación, alimentación,


drogadicción, alcoholismo, etc.

- Recursos humanos: médico, enfermera, trabajadora social, psicólogo, salud


ocupacional, si es parte de una familia funcional o disfuncional, etc.

- Instituciones de salud: centros de salud, hospitales, clínicas, o asilos a los que tiene
alcance o donde se atiende.

5° Líneas de acción

Al elaborar las líneas de acción hay que tener presente las tres dimensiones de la
Pastoral de la Salud con sus objetivos.

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+ Anuncio

Objetivo: Desde el encuentro con Cristo, favorecer un estilo de vida sano, a través de
la promoción, educación en salud y prevención de las enfermedades.

Comité de prevención y educación en salud: Se preocupará por la promoción y


educación en salud y prevención de las enfermedades. Lucha por unas condiciones de
vida más dignas y participa en la elaboración de los planes de desarrollo de la
comunidad.

Algunas actividades: Encuentros de reflexión sobre el derecho a la salud y condiciones


de vida dignas; jornadas de promoción y educación en salud y prevención de las
enfermedades; brigadas de salud, saneamiento básico, programas alimenticios,
organizar charlas sobre el sufrimiento de Cristo y como el bautizado debe vivirlo,
cuidar la formación de los agentes, promover las medicinas alternativas y naturales,
promover estilos de vida sanos, etc.

+ Celebración

Objetivo: Recuperar el sitio que los enfermos tienen en la vida de la comunidad, su


presencia, su palabra y su testimonio en medio de ella. Hay que posibilitar su
participación en las celebraciones comunitarias.

Comité de acompañamiento: Estará conformado por personas que regalan tiempo y


compañía, visitan periódicamente a los enfermos en sus hogares y en el hospital;
facilitarán la presencia del Sacerdote, del MEC, promoverá las asociaciones o
agrupaciones de enfermos, prepararán la celebración de los sacramentos, la oración,
los sacramentales, etc.

Algunas actividades: hacer visitas periódicas a los enfermos y ancianos en sus casas y
hospitales; preparación y celebración de los sacramentos: Confesión, Eucaristía
(Viático) y Unción de los enfermos, promover la oración personal, familiar y
comunitaria con los enfermos y en su favor, etc.

+ Solidaridad – fraternidad

Objetivo: Sensibilizar y motivar a la comunidad cristiana para que se haga cargo de


sus enfermos y ancianos, haciendo presente el amor misericordioso de Jesús, en las
familias e instituciones.

Comité de ayuda fraterna y solidaridad: Buscará responder a las necesidades de tipo


material: medicamentos, alimentación, ropa, elementos de aseo, fondo de dinero para
emergencias, etc.

Algunas actividades: Acompañamiento y escucha; responder a las necesidades


básicas del enfermo: alimentación, medicamentos, visita médica, recreación, apoyo a
la familia, etc.

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6° Cronograma de actividades

En un plan parroquial de Pastoral de la Salud las actividades no se improvisan, se


planean a tiempo y deben responder al diagnóstico de la realidad y a las prioridades
detectadas, etc.

ACTIVIDAD DESTINATARIOS FECHA LUGAR RESPONSABLE RECURSOS EVALUACION

Elaborar Familiares, Casa Ficha y


censo de enfermos y de los agentes
enfermos ancianos. enfer- de
y mos pastoral
ancianos parroquial
de la o de la
parroquia salud

Taller de Familiares, Salón Salón,


cuidados amigos y parro- papelógraf
para vecinos. o,
familiares quial proyector,
de copias,
enfermos plumones
y
borrador.

Charla de Comunidad Salón Salón,


educación parroquial copias,
en salud Parro- pizarrón,
quial gis y
borrador.

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FICHA PERSONALIZADA PARA EL CENSO PARROQUIAL

DE ENFERMOS Y ANCIANOS

Nombre: ____________________________________________________________

Dirección: ______________________________________ Teléfono: ____________

Edad: _____________ Profesión: ________________________________________

Enfermedad: ____________________ Tiempo de enfermedad: _________________

Tratamiento: _________________________________________________________

Alimentación: ________________________________________________________

___________________________________________________________________

Servicio de salud o institución: ___________________________________________

Situación personal: ____________________________________________________

___________________________________________________________________

¿Cómo está asumiendo su enfermedad?: _________________________________

___________________________________________________________________

Gustos: _____________________________________________________________

___________________________________________________________________

Habilidades: _________________________________________________________

Religión y si es católico ¿con qué sacramentos cuenta?: ______________________

___________________________________________________________________

Situación Familiar: ___________________________________________________

__________________________________________________________________

Condiciones de vivienda: ______________________________________________

Medicamentos: ______________________________________________________

Otros: ______________________________________________________________

___________________________________________________________________

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8. Los Agentes de la Pastoral de la Salud

(Apoyarse en el tríptico nacional con ese tema)

MODULO II

FUNDAMENTOS BIBLICO – HISTÓRICOS

9. Aspectos Generales

1. Aspectos generales que emergen de la Sagrada Escritura sobre el


sufrimiento humano
No todos los sufrimientos son iguales, ya la primera diferencia fundamental
consiste en la actitud que el hombre tiene frente a Dios: si es “impío” o “justo”.
a) El sufrimiento del impío: (Ej. Sab. 17 como relectura de Ex 10, 21ss): El
autor describe las consecuencias: la separación, aislamiento e
incomunicabilidad, imposibilidad de toda comunicación y de toda relación. Y
todo es provocado por los mismos pecadores. Consecuencias: La misma luz se
convierte en objeto de miedo y por otro lado, la pérdida del sentido de la
existencia.
b) El sufrimiento de los justos: El sufrimiento de los justos, está el miedo de
caer en el sufrimiento de los impíos, el riesgo de perder la propia justicia, y por
tanto, el miedo a la posibilidad de no decidirse por Dios.

10. 5 esquemas bíblicos del sufrimiento

♪ Esquema de la justicia retributiva: a cada culpa/pecado corresponde un


castigo que tiene la función de restablecer el orden violado (SD 10) y Dios es el
juez garante de esta armonía cósmica. Por lo tanto, si tu sufres, es signo de
que has pecado, también, si no conoces o no recuerdas tu culpa (Cfr. Dt, 28; Lv
26; Ez 18).
Job rechaza tal interpretación, no porque no contenga elementos de verdad,
sino porque se sabe inocente, y no es verdad que cada sufrimiento es
consecuencia de una culpa, ni que tiene carácter de castigo.

♪ Esquema de la responsabilidad humana: Está ya presente en (Gn 2-3).


Nace de la protesta contra Dios cuando sucede una desgracia y responde a tal
protesta: “más bien que llamar en causa a Dios y así querer afrontar el misterio
del ser, antes de pretender atravesar los propios limites, el hombre debe
examinarse a sí mismo, los propios juicios y comportamientos, su mentalidad,
sus esquemas mentales, cuantos males presentes en el mundo y en la historia
provienen de nuestros errores, de nuestros egoísmos, ambiciones,
presunciones, ambigüedades, incumplimientos, indolencias…” (Ravasi).

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Pero enseguida la Biblia se da cuenta que las proporciones del mal y del dolor
son más vastas de aquello que podría justificar la acción del hombre. El
hombre no es capaz de dar razón de todos los males.

♪ Esquema de la prueba /purificación: es la solución del joven Elihú, pero


también está presente en la Escritura (Cfr. Gn 22,12; Dt 8; Jer 7): el dolor y el
mal tienen el objetivo de demostrar la justicia del inocente. Del resto ya el
prólogo de Job lo presenta así. El sufrimiento purifica al hombre de sus límites
y hace resplandecer todo el valor.
Propuesta que tiene una profunda sugestión, no sólo por la parte de verdad en
que consiste, sino también por la fuerza de convicción que le llega de la
experiencia de la vida.

♪ Esquema del dolor como “elemento educativo”: es la respuesta clásica


cercana a la precedente: el dolor ofrece la oportunidad de “sacar fuera” de sí
las posibilidades que de otro modo permanecerían irrealizadas. El sufrimiento
tendría esta función de estímulo para la realización de la persona y comunidad
(Cfr. Dt 8,5; Prov, 3,11-12; 2Mac 6,12). Son tantas las condiciones necesarias
para que el sufrimiento estimule el crecimiento de la persona y de la comunidad
que queda en una explicación más bien teórica, parece que toma
suficientemente en serio el dolor “aquí”, “ahora”, de un determinado sujeto
humano. No siempre se logra dar razón y hacer entender el motivo de tantos
sufrimientos, que no asumen en absoluto una función educadora: terremotos,
epidemias, y similares.

♪ “En el dolor hay un germen de bien”: esquema del sufrimiento vicario-


sustitutivo: Esta interpretación nace en el AT y permanece en el estadio de
una joya no descubierta. Esta cargada de misterio, tiene una verdad que atrae
y aleja al mismo tiempo. Está propuesta particularmente en los “Cantos del
Siervo de Yahve” (cfr. Is 53), este misterioso ser inocente es golpeado por el
dolor hasta el punto de aparecer como emblema del hombre “golpeado y
humillado por Dios”. Se entreve un misterio, porque a través de su sufrimiento
llega a otros una salvación. En él inocente, se esconde una fuerza liberadora
misteriosa pero efectiva.

11. Experiencia de Job

a) Motivos de la importancia del libro de Job para el tema del dolor


humano
+ Lo referimos sobretodo porque el tema está centrado de manera teológica.
+ Otro motivo que hace privilegiar este texto y es su fecundidad humana y
literaria.
+ Descubre el rostro de Dios y el rostro del hombre en medio del sufrimiento.

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b) Significado teológico
La distribución entre la parte “narrativa” (1-2; 42,7-17) y la parte “dialogal” (3-
42,6), atribuyen a Job un comportamiento hacia Dios que es contrastante: en la
primera parte Job es el hombre paciente por excelencia, piadoso y humilde que
acoge el destino como voluntad de Dios. Mientras que en la parte dramática,
Job recita la parte del que contesta, donde se revela a Dios rechazando
aceptar el destino que Dios le ha enviado.
En la parte narrativa Job es presentado como un ejemplo piadoso, que es
atacado en todo lo que constituye la trama de su existencia, para verificar la
fidelidad del Dios. Job es atacado en su relación con las cosas, con los demás
(familia, amigos, sociedad) pero permanece integro en su fe. Destacará la feliz
conclusión de la prueba, con la recompensa copiosa.
Job ha superado la prueba porque no ha actuado en contradicción en el
comportamiento con Dios. La figura de Job resulta glorificada, es la imagen del
hombre paciente y piadoso. Sus afirmaciones permanecen como proverbios
de la cultura occidental. “desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo
volveré”. Job lo hace porque el era un hombre cabal, recto, que temía a Dios y
se apartaba del mal.
En la parte dramática: “Toca su carne y veremos si continúa alabándote”.
Después de esto Job aparece como algo contradictorio, es un Job rebelde, que
rechaza toda justificación teológica de su mal.
Inicia la reacción: primero con una larga lamentación que expresa la primera
reacción de cara al dolor, a la humillación, a la desilusión, a la ofensa. La
lamentación es el lenguaje propio del sufrimiento y en una forma de oración. En
Job asume tres formas: lamentación de sí mismo; lamentación hacia los
enemigos y amigos y lamentación hacia Dios.
En la medida que Job entra en los abismos del dolor, su lamentación se hace
más profunda y más atrevida de modo que expresa la profundidad de su
sufrimiento. Y en este sentido es comprendido.

c) Conclusiones
El núcleo del libro de Job está en la crítica a la teología clásica y
tradicional popular que demuestra la fragilidad de la fe y del Dios
trascendente del pasado, y muestra la actualidad de los nuevos principios
teológicos que el texto introduce.
La teología de Job desarrolla un rol de desmitificación, de superación de la
concepción clásica de Dios visto únicamente como el garante de la justicia y
del orden moral, atento juez de la observancia de la ley, de la alianza, y de la
observación ética.
Se revela un nuevo rostro de Dios: El es libertad, gratuidad, imprevisible,
trascendencia: es misterio. El hombre nunca lo puede entender con la
lógica.
La solución del misterio del dolor de Job está en el encuentro personal con
Dios. El sufrimiento se convierte en la ocasión para la afirmación de la
presencia constante universal, y providente de Dios.

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12. Experiencia de Jesucristo

a) Centralidad de Jesucristo para la compresión del sentido del


sufrimiento
La experiencia dolorosa de Cristo, es de capital importancia para comprender
el sufrimiento del hombre. Es en Cristo donde el sufrimiento humano ha
alcanzado su cumbre, se encuentra como recapitulado y elevado en su verdad
definitiva. Por otro lado, el sufrimiento, asumido por Cristo, es purificado de
toda causa desviada o turbia.
Debemos mantener una continuidad en las figuras testamentarias,
particularmente Job y el Siervo sufriente de Isaías. En Cristo, aquellos
interrogantes son retomados y transportados sobre un plano más profundo.
Mientras la dimensión dentro de la cual se movía el AT que era la Justicia;
ahora nos movemos en la dimensión del Amor Divino, en cuanto que es fuente
no sólo de todo lo que existe sino también, de cuanto Dios intenta revelar.

b) ¿En qué modo los evangelios describen las actitudes de Jesús delante
de los sufrimientos?
1° “Estaba con”: o sea, presencia entre los sufrientes. Palabras, gestos,
sentimientos de Jesús son transmitidos para expresar su reacción. Él se ha
acercado al mundo del sufrimiento SD 16. Mc. 1, 32-34; 3, 12; 6, 55-56; Mt. 9,
35; 10, 1-7.
2° Palabras de enseñanza: Algunos dichos sobre situaciones particulares: Mt.
9, 1-8 curación del paralítico; Jn. 9 ciego de nacimiento.
3° Palabras de diálogo: Mc. 1, 40-45; 5,25-34; 8,22-26. Son “palabras” que se
proponen hacer superar el aislamiento al cual induce la enfermedad y el
sufrimiento, tienden a suscitar una actitud de confianza y de responsabilidad
frente a la vida, tienden a restablecer la “comunión” o “las relaciones”, o sea, la
reintegración física y socio-religiosa.
4° Gestos de curación o sanación: Forman parte de los actos de Jesús que
los evangelistas califican como “actos de poder”, “signos”, “prodigios”, “obras”.
Desde los evangelios son leídos como actos salvíficos, dirigidos al bien del
hombre. De manera directa y explicita, son gestos que comportan la liberación
de los males que afligen al hombre: enfermedades (Mc. 3, 4; 5, 28), fuerzas
adversas de la naturaleza (Mt. 8, 25; 14, 30), demonios (Lc. 8, 36), muerte (Mc.
5, 23; Lc. 8, 50; Jn. 11, 12), necesidades materiales (Mc. 6, 35-44; Jn. 2, 1-11).
Pero esta “salud física”, es simultáneamente “espiritual”, donde se indica la
salvación global realizada en el hombre. Son aspectos parciales de la obra con
la que Jesús glorifica al Padre y da la vida a los hombres.

c) La palabra “compasión” de Jesús y su significado teológico

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Compasión: Es un sentimiento que expresa la coparticipación de Jesús con el
mal del otro que le hace sentir como propio. De aquí el sufrimiento personal de
Jesús mismo (Mt. 8,17).
El sentimiento de compasión expresa la autodonación de Jesús, la oportunidad
que suscita la salida de sí mismo, desde el propio centro personal para ir hacia
el cumplimiento de sí, que ocurre sólo en el don de sí mismo al otro.
Como figura emblemática está el buen samaritano: (cfr. Lc 10, 29-37). En su
comentario la SD subraya el “detenerse”, el “conmoverse”, el
“comprometerse”. Lo que significa disponibilidad y apertura del propio ser,
compromiso emotivo, disposición de corazón, sensibilidad y emoción, acción
concreta, empeño de los propios recursos hecho también de manera
continuada, capacidad de implicar a otros. El buen samaritano es el hombre
capaz de autodonarse, que ha puesto el propio centro personal en el interés del
otro. Es la autotrascendencia realizada existencialmente.
La parábola expresa el comportamiento vivido por Cristo, y se convierte en la
revelación de su comportamiento profundo, que será después expresado
teológicamente en la carta a los Hebreos (10,5-9). Este “ser-para-el-otro” su
característica más personal.
No podemos olvidar, que en aquel sentimiento de compasión, hay que ver el
signo de la participación de Dios mismo en el sufrimiento del hombre. Dios no
permanece ausente o indiferente a la angustia que aprisiona el corazón del
hombre, sino que, en el Hijo Encarnado lo hace propio. Es el inicio de aquel
“tomar sobre sí” la condición humana en su concretización histórica, que
conducirá al Hijo no sólo “frente” al sufrimiento, sino “en” él: en la experiencia
del dolor.

d) Experiencias de sufrimiento de Jesús


1º Un modo de sufrimiento para él se origina en las actitudes que los hombres
asumen frente a su mensaje y a su persona: recordamos las reacciones de
“ira” que anotan los evangelios frente la dureza de corazón de los hombres y
de los mismos discípulos (cfr. Lc. 13, 16).
2º Ha sufrido también, por ser considerado “un exaltado, endemoniado,
impostor, blasfemo, comilón, borracho”. Jesús ha sufrido la hostilidad, la
incomprensión, la indiferencia, la marginación, la soledad.
3º Otro de los sufrimientos es frente a las tentaciones (Jn. 8, 45; Hb. 4,15).
4º Tanto los sinópticos como Juan, presentan a Jesús puesto a prueba por
parte de los hombres. ej. La curación del hombre de la “mano seca” (Mc. 3, 1-
5); el motivo del divorcio (Mc. 10, 12), la petición de un signo (Mc. 8,11-13).
Son tentaciones donde Jesús es confrontado sobre la manera de entender su
misión, o sobre el concepto que tiene de la Ley, de la relación del hombre con
Dios.

e) El Crucificado es el Resucitado. Esto es expresión de la autodonación del


amor fiel y obediente. La resurrección, como respuesta al Padre, a la

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obediencia fiel, manifiesta el sentido y la fecundidad de aquella muerte, su
poder liberador, su poder de rescate, el valor para la salvación de los hombres.

f) El Getsemaní y el Gólgota: Son los lugares evangélicos donde la


experiencia de Jesús aparece como recapitulada y condensada. En estos
momentos de la vida de Jesús se ven como resumidos y recapitulados todos
los tipos de sufrimiento que testimonia el NT. Estos textos revelan aquello que
ha ocurrido en el espacio íntimo de Jesús, su drama, su sufrimiento personal e
irrepetible.
El sufrimiento del Getsemaní empieza a aclararse en la revelación de las
oposiciones de dos voluntades: Es la hora del terror, de tristeza, abatimiento o
ansiedad típica de quién está por afrontar una lucha. Se trata de la tristeza de
quien se encuentra privado del único bien que lo puede colmar, o sea, está
privado de Dios. Es una tristeza de muerte. Abatimiento que le hace caer en
tierra, el triple ir y venir, el silencio del Padre, subrayan la soledad extrema, el
fracaso de su voto profundo de comunión y de su misma misión. Es una
angustia profunda causada por esta “prueba” o “experiencia”, cuya gravedad
aparece por el comportamiento antimónico de Jesús. Tiene diferentes niveles
de profundidad:
1° El voto profundo de la naturaleza que es el de no morir.
2° Se percibe la tristeza, que nace de la misión que Él ha recibido del Padre.
Aquí la voluntad del Padre parece verdaderamente incomprensible.
3° Permanece solo. En el silencio de los discípulos Jesús lee el silencio de
Dios: Dios no le ha respondido a su invocación.
Mientras que este sufrimiento de Jesús y silencio del Padre, alcanzará la cima
en el Gólgota donde en Juan, Jesús muere en una actitud de fe y seguridad
que no le impide sentir todo el peso de su humanidad doliente, que se expresa
en el grito “tengo sed”. Y en Lucas la palabra de Jesús se coloca sobre el plano
profundo de la fe. El gran grito al que también se refiere Lucas (23, 46), está en
relación con el dolor insoportable. Y en Mateo y Marcos el clima cambia
notablemente donde se expresa que el mayor sufrimiento de Jesús es el
silencio de Dios. Se siente abandonado, su relación con Dios, la experimenta
como “abandono”, encontrándose con la noche de la fe, hay una distancia entre
ellos.
Jesús entra solo en la muerte. Es el momento culminante de su pasión y de
su existencia histórica, pues ha llegado la “hora”. Jesús asume este no sentido
de la muerte. El “silencio de Dios”, en línea con toda la tradición bíblica es el
mayor sufrimiento. De este modo se deriva también la identidad más
profunda del sufrimiento, la negatividad de la muerte entendida como no
comunicabilidad, aislamiento, no – sentido, entendida como distanciamiento,
alejamiento de Dios (SD 14). Por lo tanto, Jesús ha sufrido nuestras noches
más oscuras: “la muerte corporal” y la “noche de la fe”. Más en Jesús
todo esto es vivido a un nivel intensísimo, ya que ocurre en el interior del
amor filial que lo une al Padre.

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Teológicamente, se deberá decir que esto ocurre en el interior del don trinitario
de las Personas Divinas. Además Jesús permanece hasta el final en la
obediencia y en actitud de filial confianza, en adoración.

Conclusiones:
+ Significado de autodonación: El sufrimiento y muerte de Jesús están inscritos
en el interior de su comportamiento y de su actividad, es la consecuencia, la
coronación. En la manera en que Jesús sufre y muere, se revela la
importancia de su existencia. Jesús vive una vida para los demás: por la
autoentrega y el servicio – por amor y obediencia – se convierte en lugar
sumamente revelador de tal comportamiento pro-existente que ha
caracterizado su vida.
+ El significado “salvífico”: Indica un significado de unión con Dios y de
comunión con los hermanos. Jesús vive, sufre y muere “por” obediencia total
al Padre, y “para” la salvación de los hombres: amor hacia Dios y misericordia
hacia los hombres. Este es el modo de ser, vivir y morir, cumple la “unión” del
hombre con Dios y la “comunión” de los hombres entre ellos. En segundo,
aquel sentido aparece viendo la referencia a Dios que lo glorifica con la
resurrección. Jesús no ha explicado su sufrimiento y muerte, sino que ha
luchado contra el. Lo que indica que el primer significado del sufrimiento y
muerte de Cristo, es el de ser una protesta frente al sufrimiento mismo de la
muerte y del mal. Y un segundo significado, no lo ha vencido desde el exterior
sino desde lo interior, auto donándose, auto entregándose.
+ El significado definitivo del sufrimiento y muerte de Cristo, aparece de
manera completa solo en el acontecimiento de la Resurrección. Esta es la
“Respuesta” última del Padre al grito de su Hijo, que da sentido y cumplimiento
a su actitud de filial obediencia. De este modo, la resurrección no resulta una
especie de confirmación exterior al sufrimiento y a la muerte. Es más bien
“Interna” a aquel sufrimiento y muerte. Es el fruto, la experiencia gloriosa.
+ El sufrimiento y la muerte de cada hombre, tiene un sentido, con la condición
de estar insertos en Cristo, no que el sufrimiento y la muerte tengan un valor en
sí mismos. Su valor proviene de la fidelidad, del amor obediente. También, la
resurrección del cristiano, no es el puro retorno a la existencia sino en la
devolución de la vida a través de aquel proceso de morir y vivir, de un vivir y de
un morir que han estado atravesados por las actitudes de fidelidad y de
autoentrega.
+ Significado del “misterio pascual” de Jesucristo: Aquello que ha ocurrido en el
acto redentor del Misterio Pascual, ha sido realmente una nueva creación.

13. Experiencia de San Pablo

Reflexionando sobre las consecuencias de aquel “por nosotros” “ha muerto por
nosotros”, “ha resucitado por nosotros”, la teología paulina y joanica han
descrito el significado con expresiones que designan la nueva condición del
hombre redimido: la existencia del hombre en un “ser –en-Cristo”, “sufrir-
con-EL”, “ser-sepultado-con EL”; un “ser-resucitado-con-El”; un “con-

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El–ser-glorificado”. Juan describe la misma condición recurriendo a las
categorías del morar, habitar, permanecer, “morar-en Cristo; “habitar-en –
Cristo”; “estar- en-comunión–con-Cristo”.

1º 2Cor. 5,14-15: El apóstol elaborará su “evangelio” queriendo hablar de la


“nueva criatura o creación” que ha nacido de la obra de Cristo, y lo hace a
partir del dato central de su teología: la palabra de la cruz, el misterio pascual
de la muerte y resurrección de Cristo.

2º 2 Cor. 12, 7-10: En cuanto a la enfermedad, Pablo ha sido hecho objeto,


le ha sido “dado un aguijón a su carne”. La primera reacción de Pablo de cara a
la enfermedad, fue en rechazo, tanto que en ella veía un impedimento para su
ministerio. Habla con Dios en una oración incesante e intensa, una oración
apasionada: quiere ser liberado para dedicarse plenamente a su servicio, que
después es la causa de Dios mismo. ¿Qué resultado tiene? No la liberación,
sino en primer lugar una iluminación que lo empuja a confiarse completamente
a Dios, descubriendo un nuevo sentido de aquella enfermedad; esta se ha
convertido en una oportunidad para que Dios le comunique su “gracia”, o sea,
para que se le comunique la benevolencia divina, el amor de Dios, y de tal
modo se identifique el diálogo de amor entre Dios y su apóstol. Además esta
ocasión hace que Pablo se formule un principio de eficacia espiritual y
apostólica: “cuando soy débil es entonces que soy fuerte” porque “la fuerza” de
Dios “se manifiesta plenamente en la debilidad”.

3º Rm 14, 7-9: “Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, como


tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos, y si
morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos, ya muramos, del Señor
somos. Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de
muertos y vivos”.

4º Fil. 3,3-9: El encuentro con Cristo resucitado para el apóstol ha sido una
experiencia verdaderamente desconcertante, que ha transformado
radicalmente el sentido de su existencia. Dicho acontecimiento ha determinado
en él el paso de una autocompasión centrada en sí mismo, a una nueva
comprensión de sí centrada en la persona de Cristo.

5º Gal. 2,20: Pablo describirá en términos sorprendentes lo que es al mismo


tiempo su experiencia personal y la identidad de la existencia cristiana como
tal: “ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí”. Quiere decir que,
junto a todo aquello que experimenta la vida, él experimenta también, otra vida,
que es precisamente la vida de Cristo, donde Cristo, es el protagonista y el
sujeto, pero que también, pertenece a Pablo. La Fe ha abierto en él un espacio
de acogida, donde ahora está Cristo muerto y resucitado, o sea, Cristo que
muere y resucita, Cristo que es preexistencia, capacidad de ser y vivir por, de
sufrir y morir por capacidad. En resumen, de amar como Cristo ha amado. Esta

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actitud proexistente de Cristo, Pablo la ha acogido en su vida, tanto que ésta
ahora tiende a ser gradualmente trasformada.

6º Rm. 8, 17 – 30: El nuevo sentido de los “sufrimientos del momento


presente”. Pablo, en la carta a los Romanos, resume el gemido de los dolores
que derivan de la actual condición de finitud criatural con dos expresiones: la
primera, más genérica y neutra, suena así: “los sufrimientos del tiempo
presente”. La segunda precisa el significado que la fe le atribuye: “la creación
entera gime hasta el presente y sufre dolores de partos” (Rom. 8, 17 – 30).
Buscamos precisar el sentido de las dos expresiones: Los “sufrimientos del
tiempo presente” son todas las tribulaciones y aflicciones que desfiguran la
creación y el corazón del hombre. Derivan o de la naturaleza misma, del
cosmos que sufre de una inadecuación, de un perenne estado de no
cumplimiento, que lo coloca en un estado de violencia. De aquí se generan
cataclismos, trastornos, epidemias. Pero aquellos dolores provienen también
del hombre: de sus errores y de sus culpas, de sus maldades, de su vana
presunción, de sus egoísmos. Este tipo de sufrimiento, alcanza la más aguda
manifestación en aquellos que el apóstol llama: “los sufrimientos de Cristo”
(Rm. 8,17), o sea, los sufrimientos que los hombres padecen con motivo de su
ser “en Cristo”, o también “a causa” de Cristo.
En la segunda expresión Pablo, ve este “sufrimiento del tiempo presente” en
relación a un segundo elemento, determinante para comprender el sentido de
aquellos dolores: “la glorificación”. “Porque estimo que los sufrimientos del
tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en
nosotros” (Rm. 8, 18). Para entender, entonces, el significado de los dolores
presentes, hay que fijar la mirada en el futuro, precisamente en la “gloria” que
se deberá manifestar en nosotros.

Conclusiones
¿Cuáles son las actitudes que el cristiano debe cultivar cuando se
encuentra de frente a situaciones de dolor y de muerte?
1. Transformación interior: La cual es causada por su fe. Es la fe en Cristo
muerto y resucitado por nosotros. Es una fortaleza interior, en una particular
disposición de ánimo para afrontar las contrariedades. Es la esperanza
cristiana, que permite superar el sentido de angustia que toma frente a los
sufrimientos. Su origen está en el acto de autodonación de Cristo, el cual funda
la certeza del creyente, y lo hace participar en su misma esperanza,
convirtiéndose en firmeza.
2. La dialéctica de la existencia cristiana: Más que encontrar un significado
el sufrimiento puede ser integrado sólo a través de una respuesta existencial.
Una característica de la existencia cristiana es ser dialéctica: tejida entre
tribulación y gloria, una gloria que viene no sólo a través de la tribulación, sino
que está ya en esta. Pero la “gloria” es ya activa en el cristiano, y consiste en
su filiación adoptiva, en el estado de libertad en cuyo acto de Cristo lo ha
puesto, en la “redención del cuerpo” sustancialmente ya ocurrida en Cristo. El

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cristiano vive por eso en un clima de “espera” pero que es un clima de
esperanza victoriosa, naciente de la certeza de un amor experimentado.
3. Distinción de los niveles de conciencia: Para evitar una concepción
semimágica de la gracia, de la oración y de la intervención de Dios en nosotros,
es necesario distinguir los planos de conciencia sobre los que obra la gracia, de
aquellos determinados por la sensibilidad de la persona humana, que es el
nivel precisamente psicológico. Tal distinción, explica cómo pueden coexistir
estados de sufrimiento agudo o de verdadera angustia, con el estado de paz
profunda, fruto de la gracia. Angustia y gracia, de hecho no están en el
mismo plano. La angustia proviene de los mecanismos psíquicos, sobre
los cuales razón y voluntad tienen un poder limitado e indirecto; y la
gracia es fruto de la acción del Espíritu Santo. Así, la fe se coloca en un
dominio que se podría indicar de “sobreconciencia”; fórmula con la que se
quiere indicar que Dios no es percibido de manera directa y también su
presencia trata las repercusiones benéficas y resanantes también en la
conciencia refleja, y por tanto verificables. Siendo en esta esfera donde se
afirma la Esperanza cristiana, a diferencia de las esperanzas particulares.

14. Historia de la caridad y humanización

1. Medicina y asistencia antes de Cristo


En las civilizaciones antiguas
En la civilización de los Egipcios son conocidos los sanatorios religiosos,
construidos en lugares gratos y en la rivera de los ríos y del mar. Cerca de los
Templos de Iside y Serapide venían recogidos los enfermos, que esperaban
beneficio de la bondad del clima, pero más todavía de la protección de Dios.
Para Hebreos la medicina era ejercida de los sacerdotes, ellos organizaban la
política sanitaria, distinguiéndose en la lucha contra los males infecciosos.
Contaban con el uso de amuletos, ídolos y fetiches.
En la India están en función los primeros hospitales cerca del 400 a.C., en el
clima de altruismo suscitado de Buda. La medicina es vista en perspectiva
mística, como liberación del mal. La religión de Buda fija normas para la cura
de los enfermos: “Los enfermeros deben ser buenos y deben estar cerca al
paciente, puros de mente y de cuerpo, capaces de todo servicio asistencial que
el enfermo necesita, deben saber como componer los medicamentos, deben
saber cocinar, bañar pacientemente al enfermo, deben saber alzar de la cama
al enfermo y hacerlo pasear, deben saber ser prácticos en hacer las camas;
rápidos, pacientes, obedientes a las ordenes recibidas”.
En China ya en el 2800 a.C. estaba en uso la acupuntura y la experimentación
de un centenario de remedios.
En el mundo Griego. En la civilización Egea falta cualquier concepto de
asistencia. El enfermo era una persona socialmente inútil, que no valía la pena
recibir en consideración, un no valor del cual la comunidad no debía ocuparse.
Aunque, en esta Grecia, encontramos tres formas asistenciales organizadas:

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1) Los Asclepiei: pequeños templos consagrados a la divinidad con amplias
porciones para el ingreso de enfermos, después se ampliaron para curas
físicas, convalecientes, parturientas y moribundos. Los otros elementos: El
bosque sagrado y la fuente. El arte médica era ejercido por los sacerdotes.
Tres templos: admisión, higiene y dieta. Así preparado el enfermo iniciaba “la
curación” sueño profético en el cual el dios en persona invitaba a seguir la cura.
Los terapeutas traían opulentos beneficios.
2) Los Iatreia: eran lugares públicos de cura con laboratorios quirúrgicos
anexos. Aquí se ejercitaba la medicina profesional, más seria, y menos
empírica.
3) Los Valetudinari: locales adaptados para la cura de los familiares.
Hipócrates y su juramento
Como es sabido, Hipócrates representa la más importante y completa entre las
personalidades médicas del mundo antiguo.
A diferencia de Sócrates, de quien tenemos numerosos testimonios y ninguna
operación, nada o casi nada sabemos de Hipócatres como persona, mientras
se conserva una rica colección de escritos que llevan debajo su nombre.
Hipócrates nace en Cos en el 460 a.C. (siendo contemporáneo de Tucidide y
poco más joven que Sócrates) y muere a una edad más avanzada a Larissa en
Tessaglia hacia el 370 a.C. es posible que tengan algo que ven en el llamado
“Corpus Hipocrático”.
De todos los libros recogidos en la biblioteca de Cos, sobresale el “Juramento”
el cual se encuentra puro hasta el día de hoy, con toda su validez y actualidad,
donde el maestro habla de la dignidad del hombre y de la novedad casi
sacerdotal del médico. El texto fue escrito probablemente de un grupo de
médicos que recogieron en manera sintética las enseñanzas fundamentales del
maestro. Un texto que ha representado en los siglos las expresiones más altas
de las obligaciones ético-profesionales del médico como tal y propio, por esto
ha sido conservado por siglos y siglos en todas las Universidades a los
estudiantes de Medicina junto con el diploma de graduación.
¿Quién fue Hipócrates?
El más famoso médico de la antigüedad, nacido en la isla de Cos y llamado
Padre de la Medicina. Era hijo de Heráclides, de la familia de Asclepíades, y
recibió probablemente sólida instrucción con Gorgias de Leoncio. Fue amigo
del filósofo Demócrito. Viajó por Tesalia, Tracia, Macedonia y ciudades del
Asia. En Atenas ejerció y enseñó medicina y su actuación durante una peste le
valió un homenaje público. Su fama llegó a Persia, de donde el rey Artajerjes le
invitó a ir para combatir una epidemia, ofreciéndole cuantiosas riquezas; pero
Hipócrates se negó a colaborar con los enemigos de su pueblo. Murió en
Larissa de Tesalia y, según la tradición, sobre su tumba las abejas
construyeron una columna con miel y cera curativas.
De su época data la costumbre de que los médicos presten el llamado
juramento de Hipócrates o hipocrático, práctica que marca el paso del
exclusivismo de casta al libre ejercicio de la profesión. Varios son los escritos
que se conservan bajo el nombre de Hipócrates: De la Antigua Medicina; Sobre

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el aire, el agua y la posición; Acerca de la Enfermedad Sagrada; Sobre la Dieta;
Aforismos de Hipócrates; Sobre la Naturaleza Humana; etc.
Desde los tiempos de Hipócrates la medicina toma un carácter científico y se
establece la observación clínica como base de la terapéutica; se explican las
enfermedades por el desequilibrio de los cuatro humores corporales: sangre,
bilis amarilla, bilis negra y flema, cuya perfecta armonía está regida por la vix
naturae (fuerza de la naturaleza), correspondiendo al médico restablecer dicho
equilibrio mediante la corrección de los humores deficientes o sobrantes.

JURAMENTO
1. "Juro por Apolo médico y Escolapio, juro: por Higias, Panacace y todos los
dioses y diosas a quienes pongo por testigos de la observancia de este voto,
que me obligo a cumplir lo que ofrezco con todas mis fuerzas y voluntad.
Tributaré a mi maestro de Medicina igual respeto que a los autores de mis
días, partiendo con ellos mi fortuna y socorriéndoles en caso necesario; trataré
a sus hijos como mis hermanos, y si quisieran aprender la ciencia, se las
enseñaré desinteresadamente y sin otro género de recompensa. Instruiré con
preceptos, lecciones habladas y demás métodos de enseñanza a mis hijos, a
los de mis maestros y a los discípulos que me sigan bajo el juramento que
determinan la ley médica y a nadie más.
2. Fijaré el régimen de los enfermos del modo que le sea más conveniente,
según mis facultades y mi conocimiento, evitando todo mal e injusticia.
3. No accederé a pretensiones que afecten a la administración de venenos, ni
persuadiré a persona alguna con sugestiones de esa especie; me abstendré
igualmente de suministrar a mujeres embarazadas abortivos.
4. Mi vida la pasaré y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza.
5. Cuando entre en una casa no llevaré otro propósito que el bien y la salud de
los enfermos, cuidando mucho de no cometer intencionalmente faltas
injuriosas o acciones corruptoras y evitando principalmente la seducción de las
mujeres jóvenes, libres o esclavas. Guardaré reserva acerca de lo que oiga o
vea en la sociedad y no será preciso que se divulgue, sea o no del dominio de
mi profesión, considerando el ser discreto como un deber en semejantes
casos.
7. Si observo con fidelidad mi juramento, séame concedido gozar felizmente mi
vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy
perjuro, caiga sobre mí, la suerte adversa".

Hipócrates de Cos

Se ha dicho por expertos que “si se siguieran en fondo los principios morales,
éticos y profesionales del Juramento, no se sabría de tantos temores, ni
miedos, ni confrontaciones de una ciencia médica que hoy parece querer

21
desafiar incluso las inmutables leyes de la vida y de la muerte. En suma,
Hipócrates hoy sería un médico muy incomodo.
“Donde está el amor por el hombre, ahí está el amor por el arte”. Sublime
epígrafe para un médico digno verdaderamente de este nombre: culto, atento,
observador, lleno de profundo respeto por los derechos del enfermo, más
siempre decidido de hacer el bien, puro de espíritu y dominado en sus pasiones
(Dino Pieraccioni).
En el mundo Romano. Fuera del círculo doméstico, encontramos también las
tres expresiones asistenciales de los griegos: los templos, las medicatrine y los
valetudinari.
Los templos romanos se convierten en centros de atracción para los enfermos,
hasta adquirir valor de hospitales sobre el modelo aquel de los griegos.
En Roma la isla Tiberina fue escogida como sede del templo del dios
Escolapio. Este templo fue un verdadero hospital con una basta organización
sanitaria. En la época imperial viene vertido de los desechos humanos. Había
un espeso bosque y una fuente saludable.
Las medicatrine corresponden a las iatreia de los griegos.
Los valetudinari eran lugares de cura para familiares de los enfermos, con una
relación de afecto. El personal encargado era constituido por médicos y
enfermeras. El medicus del valetudinario que ejercitaba el arte médica se
distinguía del medicus de bibliotecas que era más bien un docente.
2. Jesús y los enfermos. Elementos de una nueva cultura sanitaria.
El punto de partida es la sinagoga de Nazareth, donde Jesús inaugura su
ministerio leyendo el pasaje de Isaías “El Espíritu del Señor está sobre mí; por
esto me ha ungido, y me ha mandado para anunciar a los pobres la Buena
Nueva, para proclamar la liberación a los esclavos y a los ciegos la vista; para
predicar un año de gracia del Señor”. Después enrollo el volumen, lo entrego y
se sentó. Los ojos de los presentes se pusieron fijos en Él. Entonces comenzó
a decir: “Hoy se ha cumplido esta escritura que ustedes han oído con sus
oídos”. (Lc.4,16-30).
Jesús inicia su vida pública predicando y curando, ¿pero qué enseña? El amor
de Dios.
“Todas las veces que encuentro a Jesús en los Evangelios (escribe Mac Nut) lo
encuentro curando a alguno, o que ha terminado de curar a alguno o que está
andando a curar a alguno”. Jesús se preocupa de los enfermos a tal punto que
parece que no hay cosa más importante de hacer. Pare Él curar un enfermo es
más urgente que la observación de la ley del sábado. Su jornada está llena de
obras de caridad.
Para Él, médico divino y humano o como lo llaman los primeros Padres, médico
de la carne y del espíritu, no hay nada peor que ver personas que sufren.
Con gran insistencia, en efecto, los Evangelios nos muestran que la gente
venía a Jesús para obtener la curación y que Jesús, lejos de librarse de ellas y
sus necesidades, se empeñaba generosamente a satisfacerlas. “Su fama se
extendía por toda Siria y llevaban a Él todos los enfermos atormentados de
diversas enfermedades y dolores, endemoniados, epilépticos y paralíticos, que

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él curaba” (Mt.4,24). Con su habitual espontaneidad, Marcos refiere que “una
gran multitud al oír lo que hacía, acudía a Él…ya que, como sanaba a muchos,
los que sufrían ataques se le tiraban encima para tocarlo.” (Mc.3,8-10).
Con un acento más personal Lucas escribe: “Al ponerse el sol, todos los que
tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban. Él ponía las manos
sobre cada uno y los sanaba” (Lc.4,40). Juan recuenta que “una gran multitud
lo seguía, porque veían las señales que hacia con los enfermos” (Jn.6,2).
Numerosos son los pasajes del Evangelio que describen en términos generales
este aspecto del ministerio de Jesús: Mt.8,16-17; 14,14.35-36; 15,30 19,2 y
textos paralelos en Marcos y Lucas. No faltan por otro lado las curaciones
individuales detalladas. Un leproso en Mt.8,24; el siervo de un centurión en
Mt.8,5-13; la suegra de Pedro en Mt.8, 14-16; un paralítico en Mt.9,1-18, etc.
Con estos pasajes vemos como para Jesús el curar enfermos es parte esencial
de su ministerio. Era una de las tres actividades del maestro nos dice Mateo en
su evangelio 4,23 y 9,35.
Jesús recorría todas las ciudades y pueblos, enseñando en las sinagogas;
predicando el Evangelio del Reino y curando a los enfermos (Mt.9,39). Las
curaciones eran el signo más evidente de la presencia activa del Reino de
Dios.
Por eso, la importancia de que los apóstoles continúen con su ministerio,
(Mt.9,39; 10,1) curen a cada enfermo y cada enfermedad.
Lucas recuerda que la misión de los Doce era la de “proclamar el Reino de
Dios y curar a los enfermos” (Lc.9,2).
Marcos recuenta que los Doce, efectivamente “ungían con óleo muchos
enfermos y los curaban” (Mc.6,13).
Los Hechos de los Apóstoles atestiguan la importancia de las curaciones en el
ministerio apostólico después de Pentecostés, especialmente de Pedro
(Hch.3,1-10; 5,15; 9,33-35) y de Pablo (14,8-10; 19,11-12).
No olvidemos que las curaciones que hace Jesús son muchas veces ocasión
de críticas y fuertes oposiciones por romper las leyes del sábado. (Mc.3,1-6).
A través de las curaciones Jesús proclama su mesianidad, hace tocar con la
mano el amor de Dios para cada hombre que sufre, anuncia la venida de su
Reino, presenta los milagros como signo y la garantía de la victoria definitiva
sobre el mal y la muerte. A través de gestos y palabras, simples parábolas ricas
en misterio, Él hace emerger de manera progresiva, más clara y inequívoca la
única cosa necesaria para la salvación del hombre, el núcleo central de la
Buena Nueva: a) el inmenso amor de Dios Padre que ama al mundo hasta
darle a su Hijo unigénito; b) El fin último del hombre que es aquel de
conocer, amar y servir a Dios, descubriendo su misteriosa presencia en el
hermano que vive cerca, aunque esté llagado o desfigurado, pobre o
peregrino, hambriento o sediento.
Por la caridad se vence todo, es la puerta preciosa. Se ve a Dios en el
hermano, yo amo a Dios en él. Esta es la nueva, sublime revelación que se
asombra en las imágenes del tesoro escondido, de la perla preciosa, del
vestido nupcial, de los frutos del árbol, del aceite que se ve siempre arder en la

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lámpara que es el corazón del hombre, en la parábola del Buen Samaritano o
en la descripción del Juicio Final.
Jesús antes de regresar al Padre, como había dicho, encarga a los Apóstoles
la misma misión.
Nace así la Iglesia. Los Apóstoles, con los ojos y los oídos ahora llenos de
gestos y de palabras de Jesús, con el corazón y la mente improvistamente
iluminados de la luz del Espíritu en Pentecostés, como dispuestos de una
fuerza interior se irradian en el mundo para construir las primeras comunidades
cristianas, testimoniando a Cristo hasta dar su sangre.
De Jesús y de su mensaje nace la nueva cultura sanitaria
He aquí los elementos constitutivos y fundamentales:
1) Jesús se identifica con cada hombre que tiene necesidad de ayuda.
2) El amor a Dios y al prójimo contiene toda la ley y los profetas; se hace
alcanzar la perfección evangélica; es el cumplimiento de la ley.
3) El amor a los pobres nos pone de parte de los santos o de los condenados
en el juicio final: “Al final de la vida seremos juzgados sobre el amor”.
4) La caridad es un medio fácil para hacerse amigos y abogados a los pobres,
porque un día nos acogerán en los eternos tabernáculos.
5) Una nueva valoración del hombre, Hijo de Dios, miembro del Cuerpo de
Cristo y templo del Señor.
6) Por tanto, no más distinciones entre esclavos y libres, patrones y siervos.
7) El arte médico no más como fuente de lucro o manifestación de magia, sino
más expresión de caridad de Cristo.
8) Defensa de la vida y de cada vida desde la concepción a la muerte.
9) Empeño sanitario y caritativo particularmente con los débiles y los pobres.
10) Reviste de nueva dignidad el cuerpo destinado a la resurrección.
11) Da sentido valor a cada dolor humano.
12) La caridad purifica y limpia del pecado. (Es el antídoto del egoísmo).
3. La caridad en los Hechos de los Apóstoles y en la predicación de los
Padres de la Iglesia.
Los Hechos de los Apóstoles y los primeros padres de la Iglesia dan fe con
palabras simples, más de fuego, como exhortaban a los fieles, con homilías
maravillosas, a no traicionar la novedad del amor identificado como la perla
preciosa, y confundirlo con el puro y simple ritualismos cultural, como lo hacía
el pueblo de Israel.
Estos pensamientos repetidos con insistencia, avalados del ejemplo de la
santidad de vida se convierten en comida, alimento, modo de pensar y estilo de
vida de todas las comunidades cristianas.
La caridad y los pobres en los orígenes
La Iglesia nacida de un corazón abierto, no puede cerrar su corazón y
endurecerse. En el Libro de los Hechos podemos contemplar la presencia de

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este “corazón abierto”: el perdón de Esteban, el Concilio de Jerusalén, los
necesitados, y otros testimonios.
a) El perdón del Diácono Esteban
Entre el 30 y 40 d.C. La Iglesia está todavía en Jerusalén. Cuando al primer
grupo de cristianos judíos, se les unen los primeros fieles de extracción greco-
romana, comenzando los problemas que los apóstoles resuelven inicialmente
eligiendo siete diáconos; el más estimado y amado es Esteban. El cual muere
después de una discusión con los fariseos (Hech.7,58-60), y mientras lo
lapidaban oraba por sus verdugos.
Después se habla de Saulo y de la primera misión fuera de Jerusalén. Aquel
grito alcanza a Pablo, y prepara la gran misión de Pablo con los paganos.
El perdón es una de las obras de misericordia: sin perdón no hay oración
sincera (Mc.11,25), y sin oración no hay el fruto del Espíritu que es la caridad.
b) La misericordia
Todo el problema del Concilio de Jerusalén es un problema de amor, de
acogida a los demás, de acogida de los extranjeros. Judíos y griegos no eran
capaces de vivir juntos, porque los judíos metían la ley y las propias
costumbres antes del amor. Todo se concluye con un gran gesto de
misericordia y de apertura del corazón y de amor recíproco. (Hech.15,10)
“Nosotros creemos –dice Pedro al cerrar el Concilio- que por la gracia del
Señor Jesús hemos sido salvados en el mismo modo que ustedes”.
c) Los necesitados
En los Hechos de los Apóstoles leemos ésta síntesis de la vida de la primitiva
comunidad: “eran asiduos a la escucha de la enseñanza de los Apóstoles y en
la unión fraterna, en la fracción del pan y en la oración… todo lo tenían en
común…” (Hech.2,42-48).
Anuncio, celebración y caridad están ligados. No son tres fases sucesivas, no
son una escalera de obligaciones para significar la misma dignidad de la
predicación, del culto y de la caridad (Hech.61-4).
El sacramento del amor (la Eucaristía) es un acto de servicio. La Eucaristía y la
caridad siempre deben de estar juntas. Así como se trata a Jesús en la
Eucaristía se debe de tratar a Jesús en los enfermos y necesitados.
La caridad no era simple asistencialismo. Ella nacía de la Eucaristía, y se
traducía en comunión de corazones que se convertía en comunidad.
De tal manera, que el cristianismo primitivo ha querido transmitir que la
comunión no se da sobre las cosas, sino en los corazones.
Al fin de los primeros tiempos de la Iglesia la catequesis hablaba de la
comunión de los bienes como un ideal. No se trataba de actuar como un
“comunismo cristiano”, sino que se quería más bien enseñar que los bienes son
para compartirlos con los más necesitados por amor.
Luciano de Samosata:
Así hablaba de los cristianos: es increíble ver como todos los cristianos tras su
conversión se convertían en hermanos, cómo negando a las divinidades

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griegas y adorando al crucificado todos son iguales, despreciando las riquezas
lo ponen todo en común.
Era indudablemente traumante para los paganos ver no tanto una renuncia a la
propiedad y a los medios de producción, más una generosidad así de
acentuada que induce a los cristianos a poner en disposición de los otros
aquello que poseen.
La Didaje: Primer testimonio
Invita a no alejar al que tenga necesidad. A compartir cada cosa con el
hermano. Se hace una invitación a poner en común aquello que no muere.
Carta de Bernabé:
Es una invitación a no aislarse replegándose en sí mismos, como si ya
estuvieran justificados, al contrario, hay que reunirse para buscar los intereses
comunes. Hay que poner en común cada cosa con el prójimo y no decir que
son suyas. Se invita también a poner en común lo que no es incorruptible.
La Carta de Diogneto:
Traza un cuadro admirable de la unidad de los cristianos. Dice que son
extranjeros del mundo. Que tienen todo en común viven con un sumo
desinterés y por la persecución son prontos a olvidarse de si mismos para
ayudar a los otros. Los cristianos no tienen ciudad propia, ni usan una jerga
que les distinga, ni conducen a un género de vida especial. Viven entre griegos
o bárbaros, adecuándose a sus costumbres, a su vertido, comida, pero ero
testimoniando un método de vida social admirable y paradosal. Viven en la
patria pero como forasteros; participando en todo como citadinos y en todo son
destacados como extranjeros. Meten en común la mesa, pero no la cama. Son
de carne, pero no viven según la carne. Son pobres y hacer ricos a muchos; les
falta de todo y todo lo abandonan. En síntesis “Los cristianos habitan en el
mundo, pero no son del mundo”.
San Justino en la Primera Apología: (cerca de 155)
Hace una confrontación entre el comportamiento de los cristianos y el de los
paganos. Aunque los cristianos primero de la conversión eran prisioneros de
prejuicios comunes a todos los hombres. Pero una vez convertidos, como signo
de la novedad evangélica, ellos demuestran en la comunión de los bienes el
camino trabajado, al poner en común sus riquezas para los pobres. Condición
que encuentra en la Eucaristía el momento más propicios de convertirse
efectivo, ya que después de ella, se comparte.
Los Santos Padres
Tertuliano:
En su texto apologético deja ver como sobre todo es la práctica de la caridad
que a los ojos de muchos impacta. “Mira –dicen los paganos- como se aman…
vira como son prontos a morir unos por otros”. Es un texto de n convertido.
Didaje 90 d.C.
El cual invita a no alejar al que tenga necesidad. A compartir cada cosa con el
hermano y no decir que son de uno. Se hace una invitación a poner en común
aquello que no muere.

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Pastor de Hermas
Si por tu trabajo ganas algo, sabe donarlo en expiación de tus pecados.
San Clemente Romano
Es óptimo dar limosna como penitencia por los pecados. Porque el ayuno es
mejor que la oración, pero la limosna supera a los dos. La caridad cubre la
multitud de los pecados. La limosna es una disminución de la culpa.
San Cipriano (Obispo de Cártago), Padres Capadocios y San Juan Crisóstomo
De los tres signos para la preparación del Bautismo que son: la oración, el
ayuno y la caridad. Esta última es la más importante. La limosna posee la
fuerza purificadora de un segundo bautismo. Los cristianos se distinguen por su
caridad y por ir adelante a atender a los enfermos de la peste. Cipriano escribe
una catequesis completa sobre las obras de misericordia. La invitación y
recomendación de ayudar a los pobres, las viudas, los enfermos y todos los
necesitados, es continuo.
San Basilio (Obispo de Cesarea):
Insiste que no hay ascesis cristiana sin amor por el prójimo; sin dar el propio
tiempo y el propio dinero a quien tiene necesidad de ello; otro atajo es una
ilusión, otra doctrina una herejía.
San Gregorio (Obispo de Niza):
Si se tiene que socorrer a todos los pobres, de modo particular hace falta
cuidar de los que están enfermos. En efecto el que es pobre y también
enfermo, es afligido por doble pena. Siembra caridad si quieres segar el fruto
de ella y llenar tu casa de bonitos puñados. Siembra caridad, si quieres recoger
caridad y llenar tu casa de sus frutos.
No desprecies a los pobres que yacen por tierra, como si no tuvieran ningún
valor. Considera quien son y conocerás su dignidad; porque han revestido a la
persona de nuestro Salvador.
San Gregorio Nacianceno (Obispo de Constantinopla)
El amor por los pobres, en particular por los leprosos, es la parte más
importante de la caridad, sin la cual no puede haber vida cristiana. El
pobre es el sacramento del encuentro con Dios: es el camino normal para
encontrarse con Cristo.
Se debe imitar a Cristo en la caridad, ya que los pobres salen al encuentro.
Bella cosa es el amor fraterno, el celo; bellas cosas son la castidad y la
virginidad.
San Juan Crisóstomo (obispo de Constantinopla):
La relación con el pobre se convierte en el paso obligatorio para poder
recomenzar la vida cristiana, para poder recibir el bautismo. Los pobres, son
el templo de Dios, el altar sobre el que los cristianos ejercen su
sacerdocio.
No te avergüences de servir a los pobres y de lavar los pies al peregrino;
este trabajo santifica tus manos y si luego las levantaras para rogar Dios,
y será más propicio tu ruego.

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Cristo que está sobre el altar no necesita manteles, pero si almas puras,
mientras que aquélla que está fuera necesita mucha cura. ¿Qué ventaja puede
tener Cristo si el comedor del sacrificio está lleno de cáliz de oro, mientras
piadoso se muere de hambre en la persona del pobre? Antes harta al
hambriento y sólo sucesivamente ornamenta el altar con lo que queda. ¿El
ofrecerás una copa de oro y no le ofrecerás un vaso de agua?
San Agustín (Obispo de Hipona)
El rico sepa que sus bienes son como para él una posada; sirven para
confortar sus fuerzas y repartir, porque es un viajero; no puede llevar
consigo lo que encuentra en el hotel. Otro, pero después de él, tomará el
sitio.
Gregorio Magno:
Si hay en Roma un pobre que muere de hambre, el Papa no es digno de
celebrar misa.
La organización de la caridad
Las diferentes comunidades que creían en Cristo y se había bautizado estaban
compuestas de Apóstoles, profetas, maestro, evangelistas, presbítero,
diáconos y muchos otros dones y carismas.
Los obispos vienen reconocidos como cabeza de la comunidad y organizan la
caridad de la siguiente manera:
Los Obispos:
El episcopado nace a fines del primer siglo y principios del segundo, es
testimoniado de la Carta de Ignacio de Antioquia que escribe entre el 107.
Los obispos deben:
+ Distribuir equitativamente las limosnas entre los más pobres, huérfanos,
viudas, infieles y los extranjeros sin recursos humanos.
+ Ayudar a los que son probados por la enfermedad, sin distinguir amigos o
enemigos, parientes o extranjeros, célibes o casados.
+ De ocuparse de la educación de los huérfanos.
+ De procurar el trabajo a los desocupados.
+ De dar de comer y vestir a aquellos que no lo tienen.
+ De llevar auxilio a los encarcelados.
+ De hacer aprender un oficio a los jóvenes.
+ De dar hospedaje a los forasteros.
Los diáconos (brazos del obispo):
+ Ha sido instituido por los apóstoles.
+ Los elegidos son puestos al servicio de Cristo y la Iglesia.
+ Ayudan a los obispos en la predicación y en la distribución de la Eucaristía.
+ Lo acompañan en los viajes, lo sirven como mensajeros.

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+ Colaboran con él en la asistencia a los huérfanos y las viudas “Así son los
oídos, los ojos, el corazón, el ánima del propio obispo cuidando a los pobres y
sufrientes”.
En el siglo III sus empeños son de carácter socio-económicos.
+ Durante la celebración litúrgica recoger la ofrenda.
+ Administraban la casa eclesiástica, comprendidos los huérfanos y las viudas.
+ Debían conocer todos los fieles en modo de poder señalar al obispo quien
tenía necesidad de ayuda.
+ Velaban por los huérfanos y las viudas.
+ Visitaban, ayudaban y lavaban los enfermos y los ancianos.
+ Durante la persecución entraban en las cárceles para ayudar y consolar a los
cristianos.
+ Lavaban y sepultaban a los muertos.
+ Eran encargados de dar hospedaje a los forasteros.
Las viudas y las vírgenes
En las primeras comunidades las mujeres tenían un rol importante, podían ser
una verdadera fuerza del cristiano. Pertenecían al ministerio de la Iglesia.
+ Debían ofrecer hospitalidad.
+ Visitar a los encarcelados.
+ Recoger fondos para las obras de asistencia.
Tenían en gran prestigio en los s. II y III después se reduce su tarea de las
obras de caridad y bien, dándose más importancia a la práctica de piedad y
ascesis.
La virginidad constituye otra particular condición al interno de la comunidad
cristiana a partir del fin del siglo I.
Las diaconisas:
Participaban en el bautismo de mujeres, en las visitas a las mujeres enfermas
lavando y cuidando su higiene.
Los sepultureros:
Son los que se dedican a dar sepultura, es una verdadera obra de caridad, dar
sepultura al que muere siendo así una de las 7 obras corporales de
misericordia.
HASTA AQUÍ EL TIEMPO MÁS RICO DE LA CARIDAD.

4. Los protagonistas de la caridad en los siglos de la persecución.


El ejercicio de la caridad no mejoraba la situación de los cristianos. La opinión
pública despreciaba, le consideraba “tercera clase”. Porque no eran politeístas
les llamaban “ateos”.

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La grande cultura los ignoraba. Los autores de la Historia Augusta no hablaban
des de este fenómeno. Como si los cristianos no existieran. El les odiaba. Les
consideraba malvados. La eucaristía era entendida como un infanticidio y el
amor fraterno como un incesto. El estado romano comenzó a perseguirles. La
patria del derecho, en este caso, encontró la manera de encastrar a los
cristianos. En un primer momento fueron persecuciones esporádicas, locales.
Las acusaciones eran aquellas de sedición, de “ser enemigos del género
humano”. Trajano escribiendo a Plinio el joven, ahora representante en Bitinia,
ordenó de no buscarles más, ser denunciados, de condenarlos.
En el III siglo el Imperio entró en crisis. Pareció derrumbarse todo. Enemigos de
otras fronteras, epidemias, quiebras económicas al interno. Como siempre se
piensa en una restauración. Restauración de valores, de las tradiciones, de la
autoridad y de la religión. Era inevitable que el hacer las compras de este
último intento se enterrara el cristianismo.
Con Decio (249-251) se da el destierro general y absoluto del cristianismo.
Cada ciudadano debía sacrificar a los dioses. Convertirse cristiano ahora
significaba exponer la vida. Sin embargo había gente que lo hacia. Entre más
enfurecía la persecución, más bautismos había. La sangre de los mártires se
convertía en semen de cristianos, según la celebre definición de Tertuliano.
¿Cuáles motivos atraen al cristianismo?
Esencialmente cuatro:
1) El primero era el valor de los mártires. Si los cristianos morían por esta
causa, debería ser que era una causa importante.
2) El segundo era la práctica de la virginidad. Esta turbaba a los paganos,
porque es siempre en el hombre la decisión de una vida limpia, abierta a lo
divino, libre de los atascos del sexo.
3) La fe en vida eterna. La vida no termina con la muerte, esta continúa.
4) La caridad como último. La caridad fraterna, el “el ver como se aman”, y
sobre todo a los pobres.
Los paganos de primero no les creían. Después quedaban turbados. ¿Qué
interés hay a perdonar y ayudar a alguien que no dar a cambio? Captaban la
filantropía: de esa si se puede recibir fama, consideración, gratuidad. Aquello
de los cristianos era un amor gratuito, oblativo. Era Ágape.
La palabra de orden de la comunidad cristiana era “limosna” (un gesto de
donación de amor al pobre, de tiempo, de palabra). Esta significaba
misericordia. Era considerada mejor que la oración y del ayuno. “La mejor
cosa es hacer limosna como penitencia del pecado – escribían el autor de la
carta de Clemente a los Corintios – porque el ayuno es mejor que la oración,
más la limosna es mejor de todas y dos”.
Era evidente también su significado social. La limosna es alabanza a Dios.
Dado que la pobreza es un insulto a la libertad de Dios, ella repara esta ofensa.
Gracias a la limosna se obtiene el perdón de los pecados, porque se realiza la
condición del Padre: perdonar nuestras deudas como nosotros personamos a
los que nos deudores.

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San Cipriano escribe un tratado entero sobre la limosna en ocasión de la peste
del 252 a Cartago. La comunidad ha estado ya golpeada del flagelo de los
“lapsus”. Ahora después de la apostasía, seguí la muerte. El Obispo de
Cartago escribe ahora que la caridad se convertía en esperanza, porque como
un segundo bautismo perdona los pecados. El ayudo a los que sufrían la peste
no era funcional solo al propio interés. Era un deber de asistencia a los pobres,
“porque Dios viene primero de nuestros hijos”. (Para reconocer a los auténticos
cristianos, “ellos no huyen, atienden con amor”.
Cualquier año después, en el 268, la peste misma, su velo de tristeza y de
muerte sobre Alejandría de Egipto. Dionisio, obispo de aquella ciudad, describe
la atmósfera repugnante que había trasformado el mismo rocío en un aroma
cadavérico. Sin embargo, “la mayor parte de nuestros hermanos” – escribía
Eusebio de Cesarea, se desvivían los unos por os otros, visitando sin ninguna
precaución los enfermos, los servían óptimamente, los socorrían en Cristo…
más mucho después de haber corado y confortado a los otros, morían a la vez.
Nuestros hermanos mejores si no partían de este modo de la vida; sacerdotes,
diáconos, laicos sufrían con grande piedad y robusta fe, no menos que el
martirio.

5. Los protagonistas de la caridad en el periodo de la libertad


Al inicio del siglo IV la Iglesia se encuentra de frente a un mundo en plena
crisis, sea institucional, sea económico, social, sea político. La ascensión de
Constantino le da a la Iglesia una oportunidad única. El imperio era cristiano y
el cristianismo se convierte en la religión del Estado.
Al cambiar la historia de la Iglesia, cambia la historia de la caridad.
La caridad es disminuida, el principio de ayudar a los pobres en sus
necesidades fue aprobado por el Corpus Juris: es decir, las actividades
caritativas, se convierten en una función pública, y lo importante es como hacer
la guerra, administrar la justicia, abrir caminos y construir acueductos. Para
proteger las clases sociales más débiles se instituye al defensor del pueblo; las
familias numerosas fueron dispensadas de las tasas personales; la sociedad
debía asumir la tarea de la tarea de tutela por los huérfanos y las viudas; los
discapacitados y huérfanos deben buscar personas que los cuiden, el domingo
pasa a ser el día de descanso, etc.
Actores principales
Los obispos:
Cada iniciativa pública de asistencia viene puesta bajo la jurisdicción de los
obispos. Muchos de ellos eran dominadores natos: la Iglesia casi en
concordancia con el Estado atraían entre ellos rasgos de hombres que en el
pasado hubieran sido excelentes generales, gobernadores de provincia,
consejeros de emperadores. Pasan a ser protectores de la ciudad.
Gracias a la competencia administrativa, jurídica, socio-económica y asistencial
ellos el emperador desde su lugar y el obispo desde el suyo, dirigen muchos de
los aspectos de la vida social: asegurando y reformando, distribuyendo víveres,
protegiendo a los débiles y rescatando a los prisiones de guerra, dando libertad
a los esclavos; con frecuencias intervenían para mitigar el rigor de las leyes y

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normas de los emperadores, al lado de las catedrales construían hospitales,
hospicios para los enfermos y toda clase de pobres.
Basilio: Obispo de Cesarea construyó un complejo hospitalario considerado, la
más grandiosa obra existencial de la Antigüedad Cristiana. Su visión era que
con el enfermo, llega una familia que lo sigue, por eso se encarga también de
ellas, para que tengan donde comer y dormir, por eso debe haber los
necesario.
Juan Crisóstomo: Organiza la asistencia a los pobres movilizando a la
aristocracia de la capital Bizantina, diariamente podían alimentar a 3000 viudas
y asistir a encarcelados, enfermos, peregrinos, inválidos, etc. Se construyen
hospitales en lugar de basílicas, recogiendo los bienes, ricos mármoles y
piedras preciosas que pertenecían a los tesoros de la Iglesia, invitaba a todos
los cristianos a convertir su propia casa en pequeños xenodoquios.
Los monjes:
Sustituyen a los diáconos. Inicia este movimiento en Egipto con los (Eroníticos
y Cenoiticos).
Al principio se vivía individualmente la fase Anacoreta, más tarde, cuando
aumentó el número viene la fase cenobitica, la inició San Pacomio, dando lugar
al primer monasterio formado de varias casitas, la capilla, cocina comedor,
jardín y sala comunitaria. Tenían vida comunitaria con su regla. Se distinguen
por la oración y la ascesis y el estudio de la Escritura. Vivian pobremente con
su trabajo pues quieren seguir a Jesucristo, ahora no ellos consumían todos los
bienes, los compartían con los más pobres y necesitados.
La aristocracia cristiana:
Donan todo para la caridad, ponen sus bienes a la necesidad del pobre.
Al principio la aristocracia y los emperadores vivían en grandes palacios y
edificios, vivían grandiosa y paganamente. Muchos de ellos se volvieron
solidarios dando acogida en sus palacios a los más pobres y enfermos,
abandonados y niños huérfanos. Se distinguen Placilla, mujer de Teodosio el
Grande que curaba y visitaba personalmente a los enfermos; Melania Seniore
ayuda a las obras de caridad, monasterios, cárceles con la misma riqueza que
recibía de sus parientes; Paola y Paulina nobles romanas que se distinguen por
sus obras de caridad; Fabiola que construye el primer hospital de la ciudad.
La estructura de la asistencia
Las Basílicas y episcopados:
Es el momento en que se construyen las basílicas en forma de salas
rectangulares y con filas de columnas., hay una zona llamada reservada para el
culto. Su tarea ahora es asistencial a los pobres, enfermos, mendigos, y los
más necesitados. Durante la misa en el ofertorio todos colaboraban en la
ofrenda, aportando algo de sus bienes para luego repartirlos a los más pobres
y necesitados, eran vestidos, alimentados, con la venta de los objetos
preciosos, ya que, de que sirven vasos de oro en el altar cuando Cristo muere
de hambre y sed.
Los monasterios:

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Estructurados fuera de la ciudad, organizaban la vida religiosa fundando
escuelas, sosteniendo el trabajo de los artesanos. Surge un basto complejo de
monasterios. Nitria en Egipto, San Benito insiste en el amor a los enfermos y
sobre todo a la hospitalidad. Todos los hospitales debían recibir a todos los
enfermos porque Cristo dijo: estuve enfermo y me visitaste.
Se desarrolla la medicina, surgieron muchos médicos, enfermeros y así se
convirtió en centro de cultura y asistencia sanitaria. Las bibliotecas
benedictinas conservan códigos médicos y de valor inestimable. Entre los
monasterios más celebres está Montecasino que es la vanguardia en el campo
sanitario y médico. San Gallo en Suiza con una enfermería perfectamente
organizada y se funda en Alemania una famosa escuela de medicina.
Las diaconías:
El término de diaconía indica cualquier tipo de servicio que la Iglesia ofrecía a
los pobres, asignada todas las actividades asistenciales de los obispos y sus
colaboradores. No eran Iglesias sino edificios profanos destinados a la
asistencia de los pobres.
Importantes institutos diaconales surgen no solo en Palestina, sino en Egipto,
Constantinopla, Italia. Los textos monacales en papiros egipcios son fuentes
narrativas e inscripciones. En el Tardo medievo algunos de ellos se convirtieron
el hospitales y administrados por el estado.

6. Las órdenes caballerescas y las cofraternidades


Las ordenes caballerescas:
Después del primer milenio, el desarrollo hospitalario vuelve notablemente en
toda la Europa y en el Mediterraneo, siempre como obra de la Iglesia. En
Francia los hospitales hacían parte integrante de las Catedrales o Basílicas.
Los cristianos abren los ojos: si el feudo tiene sus caballeros para defenderse,
porque la Iglesia no tiene sus caballeros de Cristo para defender a los pobres y
los indefensos “los que no tienen voz”.
En este periodo nace la caballería. Para defender y socorrer a los más débiles,
tenían el honor de proteger a los más indefensos, su espada en el día de la
consagración era bendecida., con ella asegura la indefensa y la protección de
la Iglesia, allí donde veas huérfanos, enfermos, pobres y a todos los servidores
de Dios.
Nacen muchas Ordenes caballerescas militares, compuestas de laicos
congregados con estatutos que se inspiran los de San Benito:
+ La Orden Hospitalaria Gerosolinitana: que organizó un hospital llamado S.
María in Latina de manera tecnológicamente perfecto, modelo de todas las
órdenes sanitarias de oriente y accidente.
+ Orden hospitalaria San Lázaro: que se distingue por el cuidado de los
leprosos de Jerusalén y otras ciudades del oriente.
+ Orden Teutónica: surge en Tierra Santa y trabajan los caballeros Alemanes,
se dedicaban al servicio de las ambulancias en los viajes papales y más.

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El feudalismo no resiste mucho, el poder lentamente se tritura más y pasa
directamente al pueblo con el nacimiento de las comunidades, propiciando
enormemente el fenómeno asociativo. Aunque al interno de la comunidad
cristiana este fenómeno viene visto como asunción de responsabilidad en
primera persona en el ejercicio de la caridad y de la asistencia a los pobres y a
los peregrinos. (en el 1200 d.C.) Las Confraternidades ocupan un puesto
relevante; nace una espiritualidad laical, de la cual se desarrollan las Ordenes
Mendicantes.
En el s. XII, la caridad pierde su adhesión al Obispo, monjes y clérigos, y se
convierte en obra de laicos, hombres y mujeres. Son laicos, pertenecientes a
diversas clases sociales, que se reúnen para fundar o mantener los más
distintos institutos de asistencia, del asilo para huérfanos a residencias para las
prostitutas, de leprosarios a hospitales;
Compañía de la Misericordia (Florencia 1214): Fundada de Piero Luca ha favor
de las más diversas enfermedades y dolencias. La higiene y la dieta comienza
a mejorar, se construyen los primeros baños y los alimentos se cuidan más.
Más que rica historia, llena de agradables sorpresas, aquellas de las
Confraternidades. El espíritu de caridad y una fe profunda de la presencia de
Cristo en los pobres y en los enfermos domina casi todos los estatutos de las
Confraternidades.
Evangélica, laicidad, popularidad y gratuidad. Son las características comunes.
Sus estatutos son: “El enfermo es Cristo, porque es donde de manera más
tocante y expresiva se muestra el rostro de Cristo, debe ser servido con amor,
agrado, ternura y devoción, el señor es el patrón del hospital,
La devoción a la humanidad de Cristo no era ausente en la Iglesia antigua, mas
en San Bernardo de Claraval y de modo más específico en S. Francisco de
Asís, la identidad de los pobres y de los enfermos en Cristo, adquiere una
intensidad más dramática. En los pobres, en los enfermos, Cristo mismo
muestra sus llagas, su despojo.
Del ixtus y los diferentes signos que en los primeros siglos representaban a
Cristo se para a la humanización de Cristo, un hombre que sufre, que necesita,
así Cristo ahora se identifica con el que sufre. “San Francisco decía a uno
hermano que demostraba poca prudencia a un enfermo: recuerda que te e
puesto delante del espejo del Señor y de la Madre su pobreza”.
Santa Catalina de Siena: ella que logró encarnar la vida del éxtasis con el
ejercicio de la caridad hacia los enfermos.
S. Buenaventura: dice: o alma todo el día angustiada en busca de Cristo”, por
eso ahora los hospitales se llaman Casa de Cura, Casa de Dios, Hotel de Dios
y se construyen al lado de las Iglesias o Catedrales como en Paris, en Notre
Dame.
Beata Angela de Folingo: una mujer que visita los hospitales para encontrar a
Cristo.
Santa Francisca Romana: que por 35 años sirvió como enfermera en el hospital
del Santo Espíritu u en Santa María en Capella.

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Surgen las Ordenes Hospitalarias en toda Europa y sus características
esenciales son:
+ Asistencia a los enfermos sin excluir a nadie.
+ La vida comunitaria unida a tres votos: pobreza, castidad y obediencia.
+ La regla de San Agustín que obliga coro a la clausura.

Los Antonianos: que curan especialmente los quemados, de San Antonio Abad.
La Orden de los hermanos o caballeros de Altopascio: con la tarea de asistir a
los peregrinos principalmente en los caminos.
Orden de los Trinitarios: dedicada a rescatar los esclavos cristianos prisioneros
de los Saraceni y expuestos a perder la vida. El fundador es San Juan de
Malta.
La Orden del Santo Espíritu en Francia con Guido de Monrpellier. Inocencio III,
al inicio de su pontificado, hace construir un hospital demonizado de Santo
Espíritu en Sacia, con 300 camas, con la intensión de asistir diariamente a
muchos pobres. La historia de este hospital nos hace pensar en la
preocupación de los Papas por los pobres. En este época 1200 instituciones
aparecen en toda Europa y América Latina todos adheridos al Espíritu Santo in
Sasia.
El Papa Sexto V, dice que el hospital debe ser bello, por eso hace la sala
sixtina en el hospital, ya que se deben sentir bien los enfermos y en una
ambiente de hospitalidad.
La Compañía del Divino Amor
Tres plagas: la lepra, la peste (lazareti) y sífilis.
Llega una terrible enfermedad llamada sífilis, mal incurable, rápida para
extenderse y falta de medios para curarla. A los pobres con esta enfermedad
todavía se les hacia más difícil la situación para vivir, salían más perjudicados.
Para remediar el drama nace en el corazón de la Iglesia la compañía del Divino
Amor, fundada por Santa Catalina de Genova. Esta compañía fue fundada para
llevar a los pobres el “Divino Amor”. La asistencia prestada es corporal y
espiritual. La peligrosidad de esta enfermedad implicaba construir hospitales
fuera de las ciudades. Las autoridades locales sustentaban que provenía la
enfermedad del adulterio y la fornicación. La Iglesia la trato con gran
compasión y sin gran censura moral. La compañía del Divino Amor se difundió
en diversas ciudades.

7. El humanismo y los tres grandes santos reformadores.


La gran crisis
El humanismo exalta al hombre en todos sus aspectos. El punto crítico es saca
de su raíz al hombre (de Dios). Se explota la parte de la belleza, el intelecto, el
cuerpo, la juventud, se hace a un lado la parte interna.
Primer fenómeno: se da en la sociedad. Los enfermos ahora son despreciados,
porque están en contra de la idea del bienestar físico. Los hostiles son

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cerrados, los hospitales erigidos en un clima de dominio y de potencia, son
obras de arte y de lujo.
La asistencia no es más vista como caridad, mas como empeño y deber del
estado; los enfermos más que hermanos en Cristo es un ciudadano sujeto a
derechos. El interés material comienza el lucro y prevalece sobre la caridad.
Segundo fenómeno: se da en la Iglesia, en las Órdenes Religiosas: Ya no se ve
más a Cristo en el enfermo, es el PERIODO NEGRO DE LA CARIDAD. Los
influjos de un falso humanismo que quiere exaltar al hombre, despegándolo de
Dios, se hacen sentir aún al interno de las Confraternidades y de las órdenes
hospitalarias, perdiendo el primitivo fervor; Algunos cayeron hasta el grado de
extinguirse o ser suprimidos por el Papa. El que sufre ahora en primer lugar es
el hombre enfermo. La cura de los enfermos no fue más a la altitud de los
magníficos hospitales que alojaban. Los testimonios de esta época son
escalofriantes: Cantidades de personas incurables abandonados a si mismos,
enfermos graves humildes con antelación de los hospitales; el servicio es
pésimo y abominable, un pobre gentío de cuerpos invadidos de piojos, basura,
suciedad. Esta es la realidad que se vive, aunque Lutero ve en los hospitales
de Italia todavía el cuidado por el enfermo, que se le procura.
Tercer fenómeno: La influencia de un neo-paganismo llamado humanismo se
infiltra de modos diferentes aún en la Iglesia institución. A si mismo se llega a la
desacralización del pobre; en el Medievo era considerado sagrado, presencia
misteriosa de Cristo, al inicio del 400 decir pobre es igual a holgazán, estafador
y mal viviente. Por ello se es más indiferente y hostil. En cuanto a acoger a los
pobres y enfermos, sucede una actitud de sospecha y repulsión.
El problema de los pobres:
Se inician a construir alberges para pobres. Juan Luis Vives (1492 – 1540)
ataca violentamente el tema de pobres y ricos, acusando a los primeros de
simular enfermedad, disturbar las funciones religiosas y perderse en el vicio. Se
necesita la asistencia al pobre.
De frete a la idea de que el hombre vale por lo que produce, el pobre sin
trabajo es equiparado a un delincuente. El pobre no es más ya el Cristo, sino
un bandido digno de ser abandonado a los rigores de la ley. Con el humanismo
se afirma un concepto muy sutil: El hombre verdadero no es el pobre, mas el
rico, aquel que produce, aquel que posee, aquel que puede gozar de los
beneficios de la naturaleza.
El paso de parte de la Iglesia de la caridad medieval a la asistencia moderna es
crítico y doloroso.
Cuando la luz de la fe se empaña, aun el ardor de la caridad se enfría. Es la
tempestad más insidiosa que se abate sobre la barca de Pedro desde el inicio
de su venturoso viaje. Las otras tempestades como la persecución, los cismas
y las herejías, has sido ocasiones especiales para verificar de frente a la
Escritura y buscar la verdad. Mas ahora la crisis es al interno de la Iglesia,
presente en varios extractos de la comunidad cristiana. Y esta es la realidad de
la que habla Martín Lutero.
Concilio de Trento:

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Da un grande estímulo. Se reforma el mundo católico y el providencial
nacimiento casi contemporáneo de muchos santos, con la específica vocación
de interesarse por los pobres y enfermos.
San Felipe Neri que creó todo un movimiento de caridad y actividad benéfica
en Roma. San Carlos Borromeo que diario repartía despensas con las limosnas
que recogía, sorprendente su caridad en la hambruna de 1570 y en la peste de
1576. Hay nuevas congregaciones religiosas: Teatinos, Jesuitas, Capuchinos,
etc.
Es una espiritualidad centrada sobre el servicio y sobre la amorosa
reflexión del misterio de Cristo encarnado en los hechos humanos.
Tres grandes santos:
San Juan de Dios (enfermos mentales):
Portugal, un niño le da una granada, está esperando un signo, lo que lo hace ir
a Granada, España entra en una Iglesia para descansar y escucha una homilía
de San Juan de Ávila. En agosto de 1538 se encuentra en el Hospital Real de
Granada los sufrimientos y el abandono de aquellos desafortunados, fue
precursor del descubrimiento de que el hombre está hecho para amar y que la
vida tiene sentido solo se crecemos y hacemos crecer en el amor, descubre
que sólo la pasión de Cristo logra ha hacerse aceptar el misterio del dolor
humano. Dedica su vida a estos enfermos, la enfermedad se cura con una
terapia de acción que el “enfermo se sienta útil, valorado”. Terapia ocupacional.
Descubre en la enfermedad y la pobreza puede convertirse en ocasión de
encuentro con Dios, sea para unirse a los sufrimientos de Cristo, sea para
aliviarle en la persona de los hermanos y dar amor por amor. Que el enfermo
sea asistido con afecto ya que es imagen viviente de Dios que sufre en la Cruz.
“Cristo terapia”.
San Camilo de Lellis (enfermos en hospitales).
En Roma. Nace de una madre que tiene 63 años, la cual sueña que su hijo
tiene una cruz roja al pecho. Su padre es militar, midió 2 m. 3 cm., lo llamaban
el gigante, es mercenario, vivía combatiendo después de que se desocupa de
la guerra, le da gangrena a los 17 – 18 años de edad, más sífilis, lo mandan al
hospital de los incurables en Roma, lo corren por indisciplinado y regresa a ser
militar, a los 25 años esta desocupado, le encanta jugar cartas, donde nos
damos cuenta que no es buen jugador pues sabe apostar todo y no gana. En
Sto. Domingo pide limosna. Se convierte en un trabajador de un convento en
Manfredonia, se convierte a los 26 años su pregunta es ¿qué hago? Solo estoy
enfermo va al hospital – su casa. Y se encuentra con que los enfermeros son
los presos, y las enfermeras las prostitutas, los capellanes padres complicados,
los que habían de morir por la noche los llevaban a la plancha ya al terminar el
día. Camillo ve que no puede cambiar a esta gente y trae a gente nueva. Eran
300 en 1581, se visten de negro y con una cruz roja al pecho, cuando se
encuentran en guerras, en los campos de batalla por la realidad que recordaba
S. Camilo envía a hermanos a atender a los heridos, de aquí nace la Cruz Roja
Internacional en el 1800. Se confiesa con San Felipe Neri, después se confiesa
con un Jesuita, empieza a trabajar el solo en el hospital y luego invita a
hombres píos que estés dispuestos a ayudar a los enfermos, crea la Orden lo

37
los Camilianos. Para servir a los pobres enfermos, más se deben servir como
una madre. Muere a los 64 años de edad.
San Vicente de Paul (enfermos en casas) Francia.
Entra en conflicto pues no encuentra en la Iglesia al Jesús pobre, y empieza
una gran empresa de caridad, saca a las monjas y las invita a atender a los
enfermos. Surgen las Hijas de la caridad, las vicentinas. Se instituye la primera
escuela para enfermeras profesionales en Paris bajo la dirección de S. Luisa de
Maricall.

8. La caridad del iluminismo a nuestros días.


En el iluminismo hay una crisis de la fe y un aumento de pobres. Ante esta
realidad la Iglesia busca nuevas maneras de caridad. Una posición central es
ocupada de Ludovico Muratoni, párroco de Modena. El cual hace el primer
tratado sobre la caridad “Tratado sobre la caridad cristiana”. Reflexiona que
hace más falta la oferta de trabajo más que multiplicar las limosnas, reconoce
la necesidad de unificar la asistencia caritativa, los cristianos tienen que ser
fuentes de caridad, pasar de la oración a las obras de misericordia.
En el Tratado de La Publica Felicidad de Muratori, habla de enseñar al pobre a
trabajar. No solo hay que dar el pescado, sino enseñar a pescar.
Con la revolución francesa la laicización de la asistencia se convirtió en una
bisagra del programa político – social; con la nacionalización del patrimonio
eclesiástico (1790), con la supresión de las Ordenes Religiosas (1972) y con la
nacionalización de los hospitales (1793) la Iglesia pierde en Francia y
sucesivamente en Europa los instrumentos que por siglos habían servido para
hacer caridad. Comienza una nueva era, y se parte de cero, tanto en el plano
material y cultural.
Las características: no sabían de donde iniciar. Las ordenas nacen con
carismas específicos, después de aquí nacen para ordenar y ayudar:
catequesis, hospital, liturgia.
Gran primavera de los santos:
S. José Cafasso: Hace una acción con los condenados a muerte en la cárcel
de consuelo y con los que salían buscaba para ellos un trabajo para
reintegrarse a la sociedad.
S. Juan Bosco: que trabajó a favor de los jóvenes abandonados o
desorientados, a los cuales busco de dar una formación humana, cristiana,
profesional, creando oratorios parroquiales, escuelas, institutos de arte y
oficios. Los Salecianos parten de Valdoco a todo el mundo, junto con las hijas
de Maria Auxiliadora.
S. Leonardo Murialdo (1828-1900). Se dedica en el mundo operatorio a la
promoción e instrucción. Para esto con la industria Pietro de Luca y funda la
Unión de los Trabajadores Católicos.
La Beata María Dominga Barbantini: A Lucca, funda la Congregación de las
Hermanas Ministras de los Enfermos, con el carisma de servir al enfermo
aunque esté en peligro la propia vida.

38
Dentro de todo este ambiente nace la Rerum Novarum de León XIII, primera
gran encíclica sobre el trabajo. Los proletarios que generalmente hacen
trabajar a los empleados en miserables condiciones. Muchos sacerdotes y
laicos tomaron más conciencia y se dedicaron más a trabajar por esta gente.
A partir de 1870 se ve que la caridad no se debe de más solo como una
respuesta a las necesidades inmediatas del hombre (pan, alojamiento, salud),
más se habré a un espacio más amplio de defensa de los derechos de la
persona humana a nivel económico, social y político.
Florence Nightingale: Nace en Florencia, de padres franceses en 1820, desde
pequeña muestra una notable actitud de ser enfermera. Mujer protestante,
Crea la primera universidad para enfermeras profesionales “Sto. Tomás de
Londres, era necesario que las enfermeras renunciaran al matrimonio, pues
vivían en el hospital y no tenían tiempo para la familia.
Inician los voluntariados, primera experiencia ecuménica. Estallada la guerra
en Crimea en 1854 fue invitada del gobierno ingles a organizar el servicio de
asistencia en los hospitales de campo. Parte con 38 enfermeras, entre ellas 10
religiosas católicas. Con su obra se reduce la mortalidad del 42% al 2% esto es
histórico.
Tercer milenio:
Nacen nuevas preocupaciones y problemas sociales. Si en el pasado la caridad
daba un socorro inmediato y temporal, ahora con la posibilidad ofrecida por la
técnica y con la nueva sensibilidad social, aunque la caridad mira a reintegrar
en la vida social las personas que de un modo u otro viven a los márgenes de
la sociedad: ex – convictos, prostitutas, encarcelados, húngaros, miserables de
cada género, desabaptados sociales, minusvalidos psicológicos.
Padre Mathew: Lucha contra el alcoholismo.
Sor Garnier: Dedicada a los enfermos incurables, de una especie de cáncer en
la piel.
Sor Léonide: (+ 1944). Dedicada a los encarcelados y ayudar hasta el fin a los
condenados a muerte.
Don Orione: (1872 – 1940) que funda a los Hijos de la Divina Providencia (P.
Berna) y las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad. Su intención es
única: hacer triunfar la caridad de Cristo, mas los modos de hacerlo es diverso
y complejo: horfanatorios, hospitales, centros de asistencia, misiones y visitas a
domicilio. Aunque industria agrícola, escuelas técnicas: Dos particularidades
que lo sustentan: 1° dar socorro a aquellos que el mundo y la Iglesia
misma refutan. 2° Servirse de los organismos de socorro y de seguridad
instituidos del Estado para ir más delante de ellos, para humanizarlos.
Entre los 30 y 40 en las grandes ciudades de Italia ya había una pequeña obra
de Don Orión, a donde afluían toda la miseria, de tipo moral y físico; son
abiertas en particular a los sacerdotes que habían dejado el ministerio.
San José Moscati: Laico que ha hecho de su vida una misión andada con una
autenticidad evangélica; es un médico que ha hecho de la profesión un
gimnasio de apostolado, una misión de caridad; y un profesor de universidad
que ha dejado entre sus alumnos un rastro de profunda admiración no solo por
su altísima enseñanza, sino por su ejemplo de integridad moral, limpieza

39
interior, de dedicación absoluta a su cátedra; y un científico de alta escuela.
Palabras del Papa Paulo VI en su beatificación en 1975.
Las intervenciones del Vaticano durante la II guerra mundial a favor de los
Hebreos.
En el Concilio Vaticano II donde las diversas actividades caritativas de la Iglesia
no serán el centro de las discusiones tenidas en aula ni en los documentos
conclusivos.
Será el pontificado de Juan Pablo II que nos dejará el Primer Tratado sobre el
Sufrimiento en la Iglesia “Salvífici Dolores” escrita en 6 meses de sufrimiento en
el Gemeli y la institución del Pontificio Consejo de la Pastoral para los
Operadores Sanitarios.
Madre Teresa de Calcuta:
Contemplación y acción. Nace en Skopje, Albanía en 1909, en el 1950 funda a
las Misioneras de la Caridad. Con sus palabras y sus gestos ella reconstruye
un misterioso hilo de conexión con los Padres de la Iglesia y con el genuino
espíritu evangélico de las primeras comunidades cristianas. “Nuestro objetivo,
es de contentar la gran sed de Jesús Cristo con los votos evangélicos de
dedicarnos a servir libremente a los más pobres entre pobres, según las obras
y la enseñanza de N. S. Jesús Cristo, anunciando así el reino de Dios”.
En 1963 funda a los Hermanos Misioneros de la Caridad.
“Si recibimos a Jesús bajo el semblante del pan lo debemos recibir en todos los
pobres, miserables y de modo particular en los moribundos.
Su vida se identifica con la gente que nada quiere, lucha contra el aborto, el
aborto es el inicio de todas las guerras. “Hasta que no haya una mamá capaz
de quitar la vida a un niño que lleva en seno no desaparecerá del horizonte el
peligro, la amenaza de una guerra nuclear”.
La dignidad del pobre es grande.
“Debemos dar servicio inmediato y efectivo al más pobre de los pobres,
por todo el tiempo que no ha habido ninguno para ayudarlo: dando de
comer al hambriento; no solo comida, mas también la Palabra de Dios.
Dando de beber a los sedientos: no solo de agua, más también de
conocimiento, de paz, de verdad, de justicia y de amor. Vistiendo a los
desnudos: no solo de vestido, más aún de dignidad humana. Dando
alojamiento a los sin techo: no solo un refugio hecho de ladrillos, más un
corazón que comprende, que protege y que ama. Curando los enfermos y
los moribundos: no solo el cuerpo, mas el espíritu y la mente”.
Relación de Teresa de Calcuta con Dios: Seamos como un lápiz en manos
de Dios: 1° déjate guiar. 2° Deja huella. 3° Recuerda que tienes borrador.
4° Déjate sacar punta. 5° Lo más importante está dentro.
Conclusión: Ya que en el silencio del corazón Dios hablará, le ofreces a
Jesús estos cinco silencios como señal de tu gratitud: silencio de los
ojos, silencio de las orejas, silencio de los labios, silencio de la mente,
silencio del corazón. No aprenderás nunca a rogar hasta que no te
mantengas en el silencio. Fruto del silencio es la fe. Fruto de la fe es la

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oración. Fruto de la oración es el amor. Fruto del amor es el servicio.
Fruto del servicio es el silencio.
Beato Padre Pío de Pietrelcina:
Nace el 25 de mayo de 1887. Es invitado después de muchas vicisitudes en su
salud a San Giovanni Rotondo, donde el 20 de septiembre de 1916 recibe el
don de los estigmas. Su vida es un “libro abierto2 del cual cualquiera puede
aprender una lección de franciscana humildad. En una sociedad donde los
milagros dan fastidio el habla del “milagro de pertenecer a Jesús y a su Iglesia.
Llevar almas a Jesús a través de la oración, el sacrificio y el sacramento de la
penitencia, este fue su principal empeño. Junto a la pasión y amor profundo
pero Dios, cumple otro gran milagro a favor de los hombres enfermos: la
realización de una gran ciudad hospitalaria llamada “Casa de alivio (consuelo)
del sufrimiento” inaugurada el 5 de mayo de 1956. Un lugar donde Dios da
rayos de amor. Lugar de oración y ciencia, donde el genero humano se
encuentre en Cristo Crucificado como las ovejas con su pastor. El secreto es
que “En cada enfermo es Jesús que sufre, en cada enfermo pobre es dos
veces Jesús”.

MODULO III

FUNDAMENTOS FILOSÓFICO – TEOLOGICOS

15. Perspectiva Filosófica

En la Antropología Filosófica todo gira alrededor de la cuestión ¿qué es el


hombre? A primera vista parece que se trata de una pregunta a la cual se
puede responder de manera sencilla porque en el fondo se trata de describir al
hombre común, al hombre de carne y huesos, como diría el filósofo Unamuno.
No obstante, en realidad, cuando los hombres se preguntan por sí mismos, se
están preguntando por el hombre, por los hombres, por la humanidad; ya sea
por el género humano, ya sea por la naturaleza humana, se están preguntando
por el yo humano, por su yo.
Uno puede responder a la pregunta de una manera directa, a partir de su
propia experiencia como ser humano, la pregunta filosófica por la naturaleza
humana, por la esencia del hombre, va más allá de una simple caracterización
formal.
Cuando uno se pregunta filosóficamente qué es la persona humana, se está
preguntando por el sentido de su existencia, por su interioridad, por aquello
invisible de la persona; uno se pregunta cuál es el fundamento último de su ser,
de su manera de actuar, de su manera de hacer, de su manera de pensar.
Desde este punto de vista, la pregunta antropológica no es extrínseca a mi ser,
sino completamente intrínseca, ya que estoy completamente involucrado en la
cuestión. Es decir, la pregunta es sobre mí. Yo soy la pregunta y la respuesta.
La antropología es un discurso filosófico
Definición: La AF es el discurso filosófico sobre el ser humano. No trata de este
o aquel ser humano, sino del ser humano “in abstracto”, es decir, del ser

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humano más allá de sus condiciones históricas, biológicas, sociales, religiosas
y culturales.
Objetivo: La AF es la descripción filosófica del ser humano, es decir, de lo que
es el ser humano en su esencia, pero esto sólo es posible a partir del análisis
del obrar, ya que la manera de obrar es la manifestación del ser. Es el análisis
del ser humano, pero a partir del obrar.

Las raíces de la Antropología de la salud


Las cuestiones que uno se plantea a sí mismo y sobre sí mismo son el núcleo
de la Antropología. El ser humano, sujeto y objeto de la cuestión, focaliza su
reflexión hacia la realidad de la salud a raíz de la comprobación y observación
del fenómeno de la enfermedad. La salud es un bien y un valor universal,
objeto de observación, conocimiento y comprensión.
La Antropología de la Salud parte de la observación de la experiencia histórica
y biológica, como memoria viva de un pasado cuyo heredero es el presente, lo
que da pie a todo un proceso ideológico: somos también aquello que ha
ocurrido, pero no del todo. Uno no puede renunciar a aquello que es, pero
tampoco ha de entenderlo como inevitable.
Los antecedentes evidencian la capacidad y la posibilidad humana de
búsqueda, transformación y mejora de esta experiencia.
+ La Antropología de la Salud es una disciplina aplicada, es decir, teoriza
(describe) a partir de la experiencia y evalúa las formas universales de la
existencia humana, y orienta su resolución (su discurso) en términos de mejora,
bien y bienestar.
+ La Antropología de la Salud no es una disciplina abstracta, sino que
racionaliza y explica la realidad. Es transmisora de conocimientos y de valores,
respeta la idiosincrasia de los individuos y sus sociedades.
+ Los principios, contenidos y perspectivas de la Antropología de la Salud
pueden ser transmitidos como una disciplina académica (educación) y como
una práctica (actitud).
+ El interés y la motivación fundamental de la Antropología de la Salud es la
persona en su ámbito de relaciones y referencias.
+ La Antropología de la Salud tiene como objetivo principal cuestionarse qué
quiere decir salud y estar sano, contemplando la trascendencia (la abertura al
Otro y la interacción con el otro) como la realidad en y desde la cual uno se
realiza.
+ Es posible hablar de salud, de sufrimiento y de enfermedad desde un marco
concreto, personalizador; a su vez, en un marco global y generalizador.
+ La salud no es un objetivo, sino un afán individual y colectivo. Es una
cuestión de alcance personal, social e internacional.
+ La salud es un derecho, no un privilegio. En consecuencia, la promoción de
la salud es un deber.
La finalidad de la Antropología Filosófica es bastante clara: vivir, comprender y
mejorar la realidad humana de su propia peculiaridad, entendiendo esta

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realidad en los términos expresados cuando hablamos del ser humano, una
realidad personal.
Los determinantes de la salud
Se aplica el término “determinante” a aquello que predispone o motiva (suscita)
la salud o la enfermedad; no se utiliza en el sentido de algo que las fija
irrevocablemente. La dificultad para definir qué es la salud se aligera cuando se
intenta describirla.
En el nivel de salud de una comunidad intervienen cuatro factores que se
interrelacionan: la biología humana, el medio ambiente, el estilo de vida y los
sistemas de asistencia sanitaria (la asistencia primaria).
+ El medio ambiente entendido desde la perspectiva de la contaminación en
sentido amplio (incluye los ámbitos psicosocial y sociocultural) “pero también”
en sentido particular de la interioridad como el medio ambiente (el lugar) más
cercano a uno mismo.
+ El estilo de vida, entendido como una conducta de salud (sana/insana), “pero
también” en el sentido de responsabilidad y compromiso por una calidad de
vida que otorgue sentido a la existencia particular y colectiva.
+ La biología humana como favorecedora, o privativa, de numerosas patologías
y discapacidades, “pero también” entendida como un aspecto del todo
personal.
+ El sistema sanitario, la cobertura de las necesidades del grupo, el acceso de
la población, “pero también” el sistema sanitario como un aspecto del sistema
social, que contempla, a la vez, las necesidades y el acceso al sistema
educativo, laboral, de ocio, por no decir más.
La salud y diez necesidades fundamentales:
Cada necesidad viene expresada por una forma verbal o la acción con la cual
se dibuja un espacio de vida, de existencia. Se trata de cualificar tanto la acción
como el “lugar” en el cual se desarrolla y se transforma.
1. Necesidad de narrar. La intimidad
La narración es la toma de conciencia de uno mismo como ser histórico. El
narrador selecciona, organiza, da forma y muestra todo un mundo de saberes,
de experiencias, de deseos y de fantasías: es su mundo.
La narración es la expresión de la intimidad, es la necesidad de pronunciarla,
esconderla o interpretarla. Implica tensión, relación, correspondencia entre dos
mundos: la realidad interior y la realidad externa, el mundo de quien vive y ve,
de quien dice, de quien percibe e interpreta. Es la necesidad de retener la
atención, de ser leído, de ser escuchado. Es la necesidad de ser realmente
“alguien” para uno mismo y para los otros.
2. Necesidad del encuentro. La comunicación
El encuentro es el primer paso hacia la convivencia social, representa la
sociabilidad. El encuentro es el espacio de convergencia de personas, de
situaciones, de ideas…, donde las personas y sus comunidades organizan y
gestionan esta confluencia de realidades, se las dicen y las transmiten. Las
comunican.

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El encuentro (la comunicación) implica conocimientos, transmisión,
participación, evolución. Uno se hace según sus encuentros y las
características de ellos, de su calidad depende la humanización del propio
medio. Es la necesidad de relacionarse, de hacerse, de participar, de construir,
de comunicarse.
3. Necesidad de mecanismo. El recurso
El término “mecanismo” nos remite a la imagen de un tipo de engranaje
necesario para que algo funcione según el objetivo para el cual está construido.
No todos los mecanismos sirven para llevar a término ideologías y funciones.
Dicho de una manera global, los mecanismos son la posibilidad de convertir los
problemas (las cuestiones) en oportunidades (en respuesta). Hablar de
mecanismos es hablar de recursos.
El recurso es un reto al futuro y al bienestar, es el mecanismo por medio del
cual “algo” tiene la oportunidad de alcanzar el objetivo planteado; también es el
mecanismo por medio del cual se producen la adaptación, el progreso, el
cambio. Es un marco de posibilidades. Es la necesidad de sentir la proximidad
del futuro.
4. Necesidad de innovar. El proceso y el cambio
Innovar significa hacer algo a partir de lo existente. La innovación no se lleva a
términos sin la participación, la dialéctica y la emoción: sin aquel balanceo del
ser promovido por la sensibilidad consciente. Innovar equivale a redescubrir
formas, valores, competencias, es un factor de proceso y cambio, un
renacimiento. El fracaso, el sufrimiento, el desencanto, la degradación son
objeto de planteamientos innovadores, de estrategias de cambio; por ejemplo,
innovar desde una situación negativa quiere decir destruirla creativamente. La
necesidad de innovar es el testimonio de la necesidad de responder a desafíos
personales, sociales, ecológicos. Vivir es un proyecto de innovación constante,
un proceso, un cambio que no contradice la definición de la propia identidad, es
la necesidad de crecer, de renovarse, de volver a ser.
5. Necesidad de sorprender. La creatividad
Para sorprender es necesario captar las posibilidades que se esconden detrás
de toda realidad. La sorpresa pertenece al ámbito de lo inesperado, de lo
enigmático; es un concepto impregnado de futuro y pone en entredicho lo que
uno vive en el presente. La vida está llena de sorpresas indeterminadas que
uno representa, distingue y valora: surge un nuevo mundo al cual darle forma, y
esto solamente está al alcance de las personas. Nace la creatividad.
La creatividad es una necesidad, es la imaginación, la autonomía, el
conocimiento, la cotidianidad hecha arte, provocación, belleza. Es la
reivindicación de la alternativa, de la transformación, de la diferencia. La
creatividad motiva la existencia, descubre el placer de vivir, busca el propio
mundo para hacerlo bello y agradable a los sentidos. Nace la sonrisa, el buen
humor, y esto es una necesidad.
6. Necesidad de provocar. El misterio
El misterio es el lugar privilegiado para la provocación, es el deseo de un más
allá significativo para la finitud y para la contingencia humana. Es la apuesta
para la confección de un tejido de relaciones que escapan al control humano;

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va más allá, ya que el misterio no se hace presente solamente en la interioridad
personal, sino en todas las relaciones que se establecen a cualquier nivel.
El misterio es la apuesta por una experiencia progresiva de realizar la tarea de
ser persona superando horizontes que ponen al descubierto otras relaciones
que no trascienden.
Esto es la provocación, un cambio sugerente, estimulante, que desvela las
capacidades y desafía los límites.
El misterio provoca tensión entre la perspectiva y la realidad, entre el presente
y el futuro. Es la necesidad de abandonarse constructivamente a una confianza
incomprensible y para la cual la racionalidad es un límite: el misterio es su más
allá.
7. Necesidad de definirse. El compromiso
Definirse significa tener coraje de elegir y reconocer el terreno en el cual uno
quiere vivir y desde donde uno decide convivir. Pero definirse tiene el riesgo de
levantar barreras, cultivar el propio campo y perder de vista un mundo
alternativo. Quizá, más bien, tendríamos que hablar de “configurarse”.
Configurarse en relación a algo, significa un proceso a través del cual se va
deslindando y perfilando la fisonomía del lugar en el cual se desarrolla la
acción. La fidelidad al “lugar” elegido es el compromiso.
La necesidad de definirse es un nivel esencial para la configuración de la
identidad, es decir, para la construcción del “lugar” personal. El compromiso, la
fidelidad a aquello que uno es y está haciendo implica, a su vez, el
reconocimiento de otros lugares, de otras fidelidades que no son las propias.
Es la necesidad de ir dibujando una trayectoria de vida: saber lo que se hace y
por qué.
8. Necesidad de satisfacción. El bienestar
La satisfacción es aquella situación que merece la valoración y la estima
propia. Está en estrecha relación con las otras necesidades descritas, con un
significado que solamente tiene sentido cuando su análisis desemboca en una
acción solidaria y eficaz. Nace desde la interioridad y crece cuando se mira
afuera y tiene cuidado de los otros.
El bienestar es la necesidad de sentir y vivir los beneficios de una forma de
vida, un estilo que se orienta hacia una convivencia más libre, más justa, más
humana. Es la dicha de vivir. El bienestar también es aquella sonrisa creativa
que se esfuerza por alejar un sufrimiento, evocar con la sonrisa un mundo
diferente.
9. Necesidad de descanso y del ocio. El trabajo
La vida tiene algo de festivo, de ocioso. Teológicamente, el descanso y el ocio
divino son signo del carácter sagrado de la existencia: todo alude a algo que
trasciende.
Despreciar el descanso y el ocio es una especie de profanación, como también
menospreciar el valor del trabajo. El trabajo es una afirmación vital positiva, un
servicio y una participación social. A menudo el trabajo está teñido de
agresividad, de fatiga, de imposiciones que colapsan inteligencias y libertades.

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En el trabajo y en el descanso es necesario apropiarnos y gestionar aquellos
atributos positivos que califican la existencia y le dan una perspectiva amable
de presente y de futuro.
10. Necesidad de vivir. El morir y la muerte
Vivir implica morir, perder algo, soltarlo… Vivir es una necesidad que escapa al
sentido estrictamente biológico y funcional del término. Vivir implica perder algo
creativamente. Vivir y morir son indicativos de la muerte y de la vida. Hay
situaciones irreversibles, también hay compromisos.
La muerte es la gran tragedia del ser humano. Es el destino marcado,
ineludible. Pertenece al ámbito de la realidad y del misterio. Es una necesidad.
Pero el ser humano no es un ser para la muerte, sino para la vida. Lo que uno
puede ser, hacer, convertirse y transmitir, es una posibilidad da vida, incluso
más allá de la propia muerte. Lo importante es saber vivir y saber morir para
poder vivir.
Se trata de (poder) saber qué tipo de vida se quiere vivir y qué se quiere decir
cuando se habla de bienestar, calidad, progreso, salud. Si el término salud lo
referimos únicamente al aspecto orgánico y funcional, entonces el relato de
“necesidades” aquí expuesto es inútil. Pero si se concibe como una realidad
que alcanza la existencia, entonces este rosario de “necesidades” es
necesario.
Conclusiones:
+ Hablar de salud exige respeto, defensa y promoción de la vida con
significado y sentido, con sensibilidad social.
+ Hablar de salud exige una búsqueda de estrategias que transformen los
recursos disponibles y los problemas en oportunidades de vida y bienestar.
+ Hablar de salud exige estrategias creativas de sentido; pero sobre todo, pide
sentirlo y vivirlo así.
+ Hablar de salud exige hacerlo como un reto creativo. ¿Cómo hacer de la
actualidad un potencial positivo que ofrezca la oportunidad de una satisfactoria
calidad de vida como un derecho y un deber individual y social?

16. Fenomenología del sufrimiento

1 ¿Qué hacer para entrar en la vivencia de la persona que vive en el


dolor?
Para entrar en la vivencia de la persona que está en una experiencia dolorosa:
1° Hay que recurrir a la propia experiencia. Evocar las experiencias dolorosas
de las que somos conscientes o que hemos pasado personalmente. Porque
para entender al otro tengo que recurrir a mi experiencia de dolor. En cierto
sentido esto establece un puente entre el otro y yo. La compasión o la empatía
no es un sentimiento solamente, sino un valor revivido. Es una experiencia
amplia que evoca dolores físicos, morales y espirituales. Enfermedades y
muerte, fatiga y soledad, miedo y hastío de la vida, y sensación de abandono
de Dios, entre otros.

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2° Reflexión para comprender la identidad del sufrimiento. Intento comprender
que ocurre dentro de mí y como estoy viviendo esta experiencia. Esto está
caracterizado por el hacerse la pregunta ¿Por qué?, la cual busca el origen,
la finalidad, el significado. Esta pregunta se expresa con palabras, actitudes y
gestos.

2. Elementos que emergen del análisis existencial del estado del enfermo
La reflexión sobre el sufrimiento y las reacciones que provoca, muestra como si
se tratase de un problema más que de orden racional, de orden existencial. La
respuesta más aguda a las diferentes preguntas que se dan sobre el
sufrimiento, se expresan en la siguiente interrogante: ¿De qué sirve una
respuesta universalmente valida desde el punto de vista teórico para una
pregunta que tiene un carácter profundamente existencial? Ya que la
respuesta tiende a racionalizar el dolor, de hecho evade la pregunta, porque
refleja sobre el dolor en sí y no el dolor de la persona concreta.

3 ¿Qué contribución ofrece la experiencia del dolor para el desarrollo de


una antropología?
La experiencia nos dice que el hombre se abre a la vida haciendo siempre
preguntas. Este incesante preguntar es lo que le hace ser hombre, le hace
llegar a ser y lo pone en la existencia.
Kant lo resume en tres preguntas: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué he de hacer?
¿Qué puedo esperar? Este preguntar tiene su origen en el deseo de vida y
así lo revela.
a) Es deseo de “vivir siempre” y “vivir en plenitud”. Que constituye la
experiencia fundamental del hombre.
b) El deseo de vida que pide ser inserto en un Proyecto ¿Qué he de hacer?
¿Qué puedo esperar? Ahora interviene la elección, la decisión, y por lo tanto la
acción. Necesita “querer ser”, (realizarse) y “querer vivir” (trascender al vivir).

4. Significados que el hombre puede individualizar en la experiencia del


sufrimiento
¿Qué pasa cuando el hombre se encuentra con el sufrimiento? ¿Qué hay de
aquel deseo de vida y de aquel proyecto a realizar? El sufrimiento es vivido
sobre todo como negación de todo esto. El lamento expresa la ruptura de
toda comunicación con la realidad de la vida. En el análisis reflexivo del estado
de enfermedad desde el punto de vista de la fenomenología, el estado de
enfermedad se expresa como sufrimiento y debilidad. Algo esencial para el
enfermo es el ansia de lo que vendrá después.

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a) Sobre el plano exclusivamente psicológico: se experimentan tres cosas:
1° La reducción del propio mundo, que se manifiesta en el egocentrismo.
2° la actitud de tiranía.
3° La dependencia.

b) A un nivel más profundo, en el espacio interior del espíritu:


1° Una ruptura de la unidad subjetiva: que se verifica en la ruptura entre el
“cuerpo y el “cogito”. El cuerpo se degrada en “objeto de representación. En
esta dimensión el sufrimiento es vivido como obligación, cerrazón, limitación,
despersonalización, negación.
2° Crisis de la comunicación personal: la enfermedad reduce al enfermo a
una atención exclusiva a sí mismo, con el oscurecimiento de la conciencia de
los otros. El universo se reduce a la propia habitación. Hay una fuerte toma de
conciencia de la dependencia al otro – fuera de sí, la perdida de la autoestima.
3° La enfermedad comporta una fuerte experiencia del límite: Se experimenta
la experiencia del límite de la vida, de su duración, eficacia y calidad. De aquí la
idea de muerte siempre presente.
4° Sentido de abandono: el sentirse abandonado, casi “tirado fuera”, como
última y resumida consecuencia. Experimenta varios estado de ánimo como la
ansiedad, la incomodidad, frustración, inconsciencia de todo, el vacío
existencial, el miedo, el hastió de la vida, la tristeza; tratándose de un camino
que va hacia el aniquilamiento de la personalidad. Es un estado de angustia
que puede invadir todo el espacio interior. Si falta un “sentido”, se llega a la
rebeldía o a la desesperación.

c) Dimensión dramática de la existencia:


A este punto, el hombre se advierte no-autosuficiente, no autofundado, y no
pleno. Ahora se da la dimensión dramática de la existencia a tres niveles:
1° Las realidades “otro – fuera de – sí”: Las cosas, el ambiente, los otros
pueden amenazar mi ser, mi devenir.
2° Me doy cuenta que ahora las preguntas me vienen impuestas: No soy yo
quien me hago las preguntas. Soy yo mismo el cuestionado: ¿Por qué yo y por
qué estoy aquí? ¿Qué lugar ocupo en la vida? ¿Para qué estoy? ¿Qué sentido
tiene mi experiencia? ¿Qué he de hacer? ¿Qué me espera?
3° Es una pregunta que nace del deseo, del proyecto, de la esperanza.
¿Cómo justificar el origen de aquel deseo de vivir, y de vivir en plenitud y por
siempre, con la vida destinada al límite y a la muerte? Aquí tiene inicio aquel
sentimiento llamado “melancolía” que invade el conjunto de la existencia, que

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sorprende y hace misteriosamente pensativo, y que revela la originalidad del
hombre.
El sufrimiento es revelador al hombre de sí mismo. En la fenomenología del
hombre, después de haber recorrido varias manifestaciones: homo faber (que
hace), homo ludens (que juega), homo sapiens (que piensa), homo loquens
(que habla), etc., hay que detenerse en el “homo patines (que sufre)”. Hasta
que no se ha conocido el hombre en el sufrimiento, no se ha entendido en su
verdad. Una antropología que prescinde o descuida esa dimensión, permanece
siempre al margen de la verdad del hombre.
1° El sufrimiento “recuerda” nuestra finitud creatural, nuestro constitutivo ser
limitados, nuestra contingencia y fragilidad. Hace tomar conciencia de nuestro
fundamental no pertenecernos: Nuestra existencia tiene un comienzo y un fin
bien delimitado en el tiempo, que es el signo más elocuente de este no
pertenecernos.
2° Esta experiencia del dolor puede ser vista como provocación a la
trascendencia. En ella el hombre está llamado a superar aquel “ya” era, para ir
hacia una profundidad que lo supera, que lo trasciende (SD 2, 3, 4). La
respuesta que el hombre logra encontrar de sí mismo, se revela siempre
insuficiente e insatisfecha: siempre por debajo de la realidad (SD 11 y 13).
También el sufrimiento del otro es una provocación, una llamada para mi ser y
para mi realización y auto comprensión: la parábola del buen samaritano (SD
28) muestra la oportunidad que la desdicha de los otros ofrece para que el que
ayuda se abra a la disponibilidad, a la sensibilidad, al amor, a la autodonación.
3° El sufrimiento revela al hombre a sí mismo como aquel que es interpelable
se convierte en interpelado a través del dolor propio y el de los otros.

17. Visión antropológica

1. Criterios axiológicos, morales y espirituales: Sin más, ésta es una de las


ventanas menos frecuentes. Sin embargo, es de esta mirada que al mosaico de
la salud viene reconocido su verdadero rostro antropológico. Se puede partir de
dos afirmaciones fundamentales:
1° La dimensión espiritual es constitutiva del ser hombre. No es posible afirmar
la salud humana (persona) a los márgenes de estos criterios.
2° La salud, como el amor, es humana en la medida en que, viene incorporada
a la conciencia, y se hace objeto de decisiones, es susceptible de tener (o no
tener) un sentido, es integrada en un proyecto de perfección.
La salud humana viene a ser una razón y la tarea de alcanzar que pertenece al
hombre. Los criterios axiológicos, morales y espirituales son aquellos que nos
permiten acoger la especificidad humana de la salud: Existe también una salud
espiritual.

49
2. Una propuesta de síntesis
Que no busca definir sino comprender:
a) A. Godin: distingue tres niveles en la salud:
1° Aquella que me ha sido dada: Es más o menos común a todos, representa
la salud en su dimensión “natural”, objeto de la ciencia médica y en parte
también de la psicología.
2° Aquella que he elegido hacer: Reflexiona sobre la salud decidida,
“conquistada” del ejercicio de la libertad, y representa el paso de las
funciones a los valores por medio del sentido, del instinto a la decisión moral.
3° Aquella que me ha sido ofrecida (en don) de Dios: profundiza sus raíces
en una posición teológica fundamental: el cristianismo es más que una moral;
El hombre nuevo, transformado y sanado desde dentro no brota del esfuerzo
moral, no es una conquista humana: encuentra más bien, su cumplimiento en
la vida teologal, la vida en Dios.
b) Diego García Guillén: la concepción de la salud es guiada de una visión
antropológica y de exigencias éticas bien precisas. Sus posturas:
1er. Postulado: La medicina, en cuanto, ciencia de la naturaleza es una
aberración. No puede ser retenida como una ciencia pura, como una ciencia
aplicada. Su único y exclusivo supuesto no podrá ser más la biología, porque el
momento biológico de la salud y de la enfermedad es solo uno de los
momentos; no se puede entender ni tratar la salud y la enfermedad
deteniéndose a uno de los momentos, se necesita acoger la estructura en la
cual son integradas. Por lo que la formación de un buen médico pide también la
conciencia de la psicología, de la sociología, de la historia y de la ética. La
medicina no es ciencia, es asistencia.
2° Postulado: La salud no puede ser definida como bienestar. El bienestar
reenvía siempre a una interpretación, no es un hecho basto. ¿El bienestar
puede ser el único ideal de perfección? Consecuencias: se favorece la
obsesión por la salud, el “salutismo”, la identificación del bienestar con el bien,
y del malestar con el mal.
3er. Postulado: la salud es cultura del cuerpo. Donde no se hace referencia
al “cuerpo objetivo” o aquello de los otros, sino sobre todo al “cuerpo vivido”.
Según el primer esquema sólo se puede decir “tengo” un cuerpo. Mientras que
en el segundo, se puede afirmar como Gabriel Marcel “yo soy mi cuerpo”. La
primera (tengo un cuerpo) está a la base de la comprensión biológica de
la salud; la segunda (soy cuerpo) va a la comprensión biográfica.
Partiendo de esta visión del cuerpo en cuanto objetivación (exteriorización) y
encarnación de todo el ser humano, García concibe la salud como “capacidad
de posesión y de apropiación del cuerpo, o sea, como cultura del cuerpo.
Sano no es aquel que siente el mayor placer sino aquel que se hace más
plenamente capaz de apropiarse y de cultivar el propio cuerpo. La salud no
está en el ser bajo el cuerpo, sino por encima de.
La salud es un valor, no objeto de consumo. Esta posición se sintetiza en
la individuación de dos niveles de la salud: “la salud biológica” y “la
salud biográfica”, que podemos resumir y ampliar en este esquema:

50
BIOLOGICA / CUERPO – NATURALEZA – IGUAL – OBJETIVA – IMPUESTA – S. DE
“MINIMOS”
BIOGRAFICA / PERSONA – HISTORIA – DIFERENTE – SUBJETIVA – DECIDIDA – S. DE
“MAXIMOS”
BIOLOGICA BIOGRAFICA
CUERPO: Hace referencia al PERSONA – SUJETO: Se habla del
“cuerpo objetivo”, es decir, “cuerpo vivido” de la autoconciencia de
órganos, tejidos, funciones. saber ser y de vivir, de la voluntad /
libertad, de la capacidad de relacionarse,
de amar, de la apertura para trascender,
de la búsqueda de sentido.
NATURALEZA HISTORIA
Biológico – antropológico: es decir Biológico – antropológico: ser aquello a lo
aquello que se es, ser quien se que se está llamado a ser. La existencia
es. como “creación”. Ser lo que nos hace ser
humanos.
OBJETIVA SUBJETIVA
Medida y sus criterios son: Los criterios subjetivos / personales son:
morfológicos, axiológicos, los sentimientos / sensaciones de “estar
funcionales, utilitarios, de bien”, la experiencia elaborada, criterios
comportamiento. socioculturales, criterios axiológicos.
IMPUESTA DECIDIDA
La salud como dada de la Incorporada a la conciencia, se hace
naturaleza objeto de decisiones, necesita de sentido.
SALUD DE “MINIMOS” SALUD DE “MAXIMOS”
Desde el punto de vista Desde el punto de vista antropolóico y
antropológico y ético. ético unida al proyecto de vivir, de
perfección.
Más los dos niveles no son antitéticos, sino que se complementan. El
pecado de la medicina ha sido tratar casi exclusivamente el primer nivel. Desde
el punto de vista antropológico, biología y biografía son dimensiones
inseparables de la persona. La salud es humana porque es parte de la
biografía, es un modo de vivirla.
Explicándose así la distinción entre “salud de mínimos” y “salud de máximos”,
sea del punto de vista antropológico que ético. La primera es el “mínimo”
porque, antropológicamente, eso que nos “hace” hombres no es el hecho de
tener dos ojos o dos manos, sino el modo de ver y de relacionarse con los otros
y las cosas; y del punto de vista ético es también aquel mínimo que nos
garantiza el derecho a la salud y el deber de curarla. La segunda en cambio
“salud de máximos” está en estrecha relación con lo ideal de la perfección
humana, con el proyecto de vida.
c) S. Spinsanti: La salud es humana (personal) porque posee tres niveles:
“estar bien”, “sentirse bien” y “bien ser”.

51
Qué cosa significa “bien ser”: se trata de la dimensión más personal de la
salud. Si se toma en serio la dimensión personal del hombre se necesita
también tomar igualmente en serio la salud. Lo que significa que ésta tiene
una dimensión física (esta bien), una dimensión psicológica (perceptiva,
cognitiva, emocional, o sea “sentirse bien”) y también una dimensión
persona (el “bien ser”). Por lo que penetra y envuelve las diferentes
coordinadas antropológicas. Si del punto de vista de “estar bien” quiere decir
que el cuerpo en cuanto tal funciona, del punto de vista personal ser sano,
significa que la persona “funciona” (se realiza, proyecta, crea, decide) en todo
aquello que la constituye como tal, vale a decir: la voluntad / libertad, la
capacidad de amar, la apertura al trascendente, la capacidad / búsqueda de
sentido, la dimensión espiritual. O dicho de una manera breve y en expresiones
propias a la antropología: la subsistencia y la auto trascendencia 1 . Así, el
sujeto de la salud no es el cuerpo sino la persona.
Desde este punto de vista, se puede afirmar el “principio” de integración de las
diferentes dimensiones de la salud, descubriéndose además que vivir en salud
es un proceso de personalización, o sea, de asunción, de interiorización, de
socialización, de responsabilización y de humanización. Se habla de
integración porque persona es una unidad pluridimensional. En otros términos,
la unidad es principio de vocación, consistencia y proyecto: un proyecto de
unificación de la diversidad y de la complementariedad. Somos en efecto,
constituidos en la y de la tensión entre el nada y el infinito. No es fácil formar en
la unidad el hecho del “ser cuerpo”, de “tener cuerpo”, de ser “cuerpo espiritual”
y “espíritu encarnado”, salud física y salud espiritual, enfermedad y salud. Lo
que explica, al menos en parte, los excesos de la medicina biológicista, de la
espiritualidad que mete el cuerpo bajo sospecha, del salutismo que busca la
salud por sí misma y no como parte integrante de un proyecto, del dolorismo
que canoniza el sufrimiento y penaliza el placer, etc.
De consecuencia la concepción personalista de la salud, más que a
contemplarla es “tratarla” en todas sus dimensiones. En la salud como un
proceso dinámico de personalización. Para entender este dinamismo se
necesita tener presente que en el hombre biología y biografía son distintos más
no separados. La componente biológica es también humana porque, por
ejemplo, el cuerpo es también cuerpo vivido, asumido y rechazado, amado o
despreciado, lugar de encuentro o de objeto de placer. Por lo que la salud es
parte de un proceso de interiorización y de socialización, de apropiación y
auto donación, de intimidad y de comunión. Reclama libertad y sentido,
un escenario de valores.

18. Perspectiva Teológica

El acercamiento antropológico deja a la reflexión teológica un horizonte abierto


que hace posible dar carta de ciudadanía teológica a la salud. El discurso
teológico en efecto, comienza allá donde se descubre el espesor antropológico
y bíblico de la salud.

1
Cfr. SANNA I., Persona. Approccio storico-teologico, in: CINÀ G. – LOCCI E. – ROCHETTA C. –
SANDRIN L. (a cura di), Dizionario di Teologia Pastorale Sanitaria, ob. cit., pp. 889 – 890.

52
1. Dimensiones
a) Dimensión personal: la salud, objeto de la reflexión teológica, es “toda la
salud”. La inevitable tensión entre objetividad y subjetividad, entre cuerpo
objetivo y cuerpo vivido, entre biología y biografía, en breve: entre las diversas
dimensiones, llama la atención la sed de totalidad y, al mismo tiempo, la
necesidad de encontrar al sujeto de la totalidad. Así en el lenguaje teológico,
tiene como llave hermenéutica el “bien ser”. Sólo así es posible evitar que la
teología de la salud pueda ser cambiada por una “ciencia de la salud”. Es al
interno de este esquema que cada dimensión encuentra su justificación y su
lugar: no tiene sentido hablar de una salud de un cuerpo sin objeto, ni tampoco
de una salud espiritual sin su “encarnación” material.
b) Dimensión experiencial: La salud es incorporada a la conciencia, se
convierte en objeto de decisiones, es vivida como un valor o como un objeto de
consumo, necesita de un sentido, puede ser vivida cristiana o paganamente.
En el modo de vivir la salud el hombre construye el sustantivo de su
existencia.
c) Dimensión relacional: La salud es siempre relacional, diálogo,
interacción. La salud se debe ver al interno de una gran alianza.
d) Dimensión simbólica: El acercamiento simbólico, posible y deseado
también en el arte de curar / sanar, es una puerta privilegiada de acceso.
Entran aquellos que saben escuchar el “relato” del enfermo, leer el deseo
(insaciable) de estar / sentirse bien, escudriñar las imágenes representativas, la
idea social y sus cánones. A la reflexión teológica no puede serle extraño el
espesor de esta selva, en el cual se encuentran siempre las huellas señaladas
del itinerario saludable de Cristo.

Estos puntos salientes encuentran confirmación o al menos revisión en la parte


en la cual se ha desarrollado el argumento “La salud en la historia de la
salvación”. La reflexión teológica es obviamente más que dedicación.
Se parte sobre todo de la visión unitaria del hombre y de la historia de la
salvación, la única que profundiza sobre la revelación de Dios sobre la salud.
La tarea de la teología será escrutar como se actúan en el “aquí y ahora”
de la historia el diseño saludable de Dios (su voluntad de salud) y su
modelo de salud. En otras palabras, deberá preguntarse quien es el
hombre / mujer sano(a) y cuales son las vías y medios para vivir tal
experiencia. Todo ello, teniendo presente que la salud, en la revelación, no es
fundamentalmente cualquier cosa que se tiene (no pertenece al mundo de los
objetos) sino al modo de vivir, de relacionarse (el mundo de los valores y de las
relaciones). Subrayando también el hecho que la salud, en todas sus
dimensiones, no es un dato de la naturaleza, atributo del cuerpo bajo las leyes
controlables y las vicisitudes inciertas de la naturaleza: de acoger como se
acoge el cuerpo, inseparable de la condición / hombre y, al mismo tiempo,
espacio de gracia abierto siempre a los horizontes de la nueva creación.
En la revelación la salud, que no es un bien esencial en cuando la
salvación, aparece unida a la acción salvífica de Dios, o sea, no sólo al

53
actuar de Dios sino también a su ser. Esto se manifiesta esencialmente en
Cristo: el sana porque Él mismo es salud. De este punto emergen con
fuerza algunas líneas que la reflexión teológica debe afrontar. Por ejemplo: si la
salud es relacionada a la salvación eso significa que también ella, viene
ofrecida a cada hombre y no solo a los enfermos, por lo que el actuar de Dios a
favor de la salud no debe entenderse solo en clave “medicinal”. La salud
atraviesa toda la historia de la salvación como aquel “novum” (nueva
situación, nueva posibilidad, nueva salud) que se surge para el hombre y
para la humanidad salvada.
Para profundizar y para decir en un lenguaje teológico actual ésta impostación,
la revelación ofrece otras llaves de interpretación: Sobre todo aquella
simbólica, a través de la cual se observa la pedagogía salvífica y
saludable de Dios: salud y enfermedad, en la propia densidad humana y
en la propia comprensión salvífica, constituyen un capítulo importante de
la pedagogía de Dios. Es decir, no se puede comprender al hombre fuera de
esa realidad, siendo verdadero “lugar teológico”. La antropología se convierte
necesariamente en antropología de la salud y de la enfermedad. Otra llave es
la relacional, acogiendo y acercando este dato bíblico, a la reflexión teológica
viene ofrecida la posibilidad de redescubrir y de leer la dimensión relacional del
hombre, de la Iglesia, de los sacramentos, también en clave de salud.

2. Principios – criterios teológicos – pastorales


Es en la centralidad del misterio y de la única mediación salvífica de Jesucristo
– encarnación y hechos pascuales – que la Iglesia puede encontrar las líneas
inspiradas, unitarias y fundantes de la propia acción pastoral sanitaria. Es
Cristo, en efecto, que revela y comunica a los hombres el amor trinitario. En él
se manifiesta la Iglesia, su cuerpo místico y pueblo de Dios, signo e
instrumento de salvación. Es a la luz del Verbo encarnado que adquieren
sentido la vida y la historia del hombre.
+ El principio – criterio teocéntrico
Es fundamental para cada acción pastoral, la referencia primaria a Dios. En el
ejercicio eclesial de la diaconía de la salud, no se debe olvidar que la
mediación pastoral tiene siempre origen en la libre y gratuita decisión de Dios y
en su designio de salvación.
La iniciativa es de Dios, por otro lado, estamos llamados a portar una imagen
de Dios evangelio a ser un rostro auténtico de Dios en la pastoral.
La pastoral de la salud está llamada a ser un signo de un amor incondicionado
a la vida y a la dignidad de cada uno, de la misericordia y de la ternura, de la
compasión y de la solidaridad, de la esperanza y de la liberación integral, de la
gratuidad y del amor. En una palabra, a la luz de este criterio teocéntrico, la
pastoral sanitaria deberá cualificarse como una pastoral fundamentalmente
“mistérica”.
+ El principio – criterio cristocéntrico
Cristo es el único mediador de salvación. Cristo, en efecto, es el prototipo de
cada medicación cristiana. “Su humanidad, en la unidad de la persona del
Verbo, fue instrumento de nuestra salvación”.

54
La ley fundamental de cada acción pastoral es la ley de la encarnación. Nunca
se debe olvidar que “Jesucristo es la vía principal de la Iglesia. El mismo es
nuestra vía a la casa del Padre y es también la vía del hombre”. El hacer
salvífico de Jesús, su praxis evangelizadora, deben convertirse constantemente
en referencia – discernimiento para la pastoral sanitaria.
+ El principio – criterio pneumatológico
Otro punto de referencia de la pastoral sanitaria es el Espíritu Santo como
protagonista de toda la obra salvífica. “La evangelización, en efecto, no será
posible sin la acción del Espíritu Santo”. Es el Espíritu Santo, en efecto, quien
comunica la acción pascual del Señor para la salvación de todos los hombres.
Una comunidad cristiana está llamada a manifestar la presencia del Espíritu
Santo.
La pastoral de la salud debe manifestar, en sus elecciones, el Espíritu Santo
como “Espíritu de vida”, como “dador de vida” en la historia concreta de las
personas; Expresar y testimoniar la acción del Espíritu Santo como “Persona –
amor”, “Persona – don”; Manifestar el Espíritu como fuerza vivificante, como
esperanza en el sufrimiento y como victoria en la experiencia del límite humano
que es la muerte.
Una diaconía de la salud debe de estar atenta al corazón del hombre “porque
es ese el lugar recóndito del encuentro salvífico con el Espíritu Santo”.
+ Principio – criterio eclesial
La Iglesia – pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo – es
fundamentalmente “don de comunicación” para servir la comunicación salvífica
de Dios con todos los hombres. Es “universal sacramento de salvación” porque
“signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el
género humano”.
En la Iglesia se hace históricamente visible y real la salvación de la humanidad
querida de Dios, su cura amorosa hacia cada hombre. Cada comunidad
cristiana está llamada a edificarse y actuar como “sacramento de Cristo”, Verbo
que asume nuestra carne, hace propio nuestro sufrimiento.
En cuanto a la pastoral sanitaria la Iglesia está llamada a manifestarse
inseparablemente “sierva de Dios” y “sierva de la humanidad”. Participa con
una medicación “ministerial” a la mediación ontológica de Cristo: Está toda
relacionada a Cristo y a su obra de salvación.
+ Principio – criterio antropológico
Cristo, revela plenamente el hombre al hombre, por lo que la pastoral de la
salud debe de estar siempre “atenta” al hombre; debe poner al centro la
persona humana en su plena identidad, en su inviolable dignidad, en su unidad;
debe de ser atenta a la persona humana en sus relaciones concretas y
múltiples; se debe de tener en cuenta que el hombre es lo que es, no lo que se
quiera que sea. Para conocer a Dios, se necesita conocer al hombre.
+ El principio – criterio histórico salvífico
En la historia humana nada es dejado al puro caso, porque cada
acontecimiento entra en el diseño divino y sirve a la realización del significado
último de la misma historia: hace posible y actual para todos los hombres el

55
encuentro de salvación con Dios en Cristo. Así la historia de la salvación se
inserta en la historia humana.
Es en Cristo, centro y fin de la historia humana, y en el plan de la salvación de
él ofrecida, que los hombres realizan la propia vocación y la propia historia
humana.
+ El principio – criterio escatológico
La esperanza cristiana promueve la fiesta, para contemplar y celebrar el
significado supremo de la vida. Confiere valor a la acción, más también al
sufrimiento, en el cual la persona no solo mantiene su dignidad, sino que puede
crecer humanamente y hace don de si mismo a Dios y a los hermanos.

19. Perspectiva Cristológica

1. La Salutogenesis
Lo que está en juego no es tanto la individuación de las "patogénesis" de las
cuales Cristo nos libera, sino de "salutogenesis", es decir, el ahondamiento de
las causas, del don y de las expresiones de la nueva salud. Recuerda más no
repite el punto de salida, (Génesis) cuando "todo era muy bueno". En Cristo, la
condición humana, herida y siempre amenazada, no es solo cubierta por un
simple bálsamo, sino, que en el momento culminante de la autodonación de
Dios, la creación es recreada y el hombre es renovado en la profundidad.
Ahora el nuevo escenario se vuelve ha abrir en el fondo de la resurrección,
significada y de algún modo adelantada por Cristo en la actividad terapéutica y
saludable. Así, se trata de acoger y profundizar una visión del misterio de Cristo
y su prolongación en la Iglesia en la que ellos aparecen como causa / naciente
de salud.

2. Necesidad de un nuevo diagnóstico


El hombre es un ser que tiene necesidad de ser diagnosticado, necesita de una
diagnosis que escruta y profundiza y al mismo tiempo dignifica, siendo la
finalidad de ésta la salvación. Porque el horizonte es siempre la salvación y
en segundo porque la experiencia de la salud es compleja ya que es
personal, cultural, social.
Una hermenéutica cristiana de la salud no debe prescindir del evento
Cristo, en todos sus momentos, constituye el punto culminante de la
antropología de Dios. A la luz de este evento el hombre y sus realidades
aparecen en sus verdaderas dimensiones. La mirada de Dios en Cristo realiza
una profunda diagnosis de la condición humana y también de cada hombre. Es
una mirada que penetra, diagnostica, restituye la dignidad, cura2. Quien se deja
diagnosticar descubre al mismo tiempo su radical indigencia junto a su
enfermedad y su vocación de plenitud.

2
Cfr. ALVAREZ F., El Evangelio de la salud, San Pablo, Madrid 1999, pp. 108 – 140.

56
Con una adecuada evangelización se puede recorrer la vía del hombre y
encontrarlo mientras vive los eventos fundamentales de su existencia. Se trata
de una diagnosis nueva, necesaria y posible.
Nueva y diferente
La novedad consiste fundamentalmente en:
El bien ser. Esta novedad funda sus raíces en la Encarnación: la gran
novedad de la historia de la fe cristiana.
La diagnosis, como ha enseñado Jesús, no tiene como finalidad prioritaria /
fundamental la curación / salud ni una forma de contribución sobre conciencias
sino la salvación.
Posible
El ministerio terapéutico y saludable de la Iglesia pide, más que un buen
conocimiento de las patologías (y de las posibles causas), un proyecto de
salud. La diagnosis tiene presente el dato fundamental del Evangelio saludable
de Cristo: el cual no ha venido a canonizar la condición humana sino a
transformarla, hacerla nueva y llevarla a la plenitud. Por lo que, la diagnosis
hecha a la luz de la fe debe ser especialmente sensible a aquel “novum” radical
el cual, al menos cuando la enfermedad, atraviesa y condiciona o dinamiza el
interior del hombre.
La teología de la salud reconoce que una teología bíblicamente fundada,
implica una diagnosis de la enfermedad del hombre, de su pecaminosidad y
alienación, de sus sufrimientos, de condiciones y relaciones socio –
económicas no sanas3, la cual reconoce también, en los procesos patológicos y
terapéuticos, la importancia de los hechos metafísicos, por ejemplo, la
experiencia de falta de sentido y de esperanza, la frustración y la inseguridad,
la falta de amor, una vida no vivida o vivida falsamente, el fracaso sobre el plan
de la realización personal de los valores4.
La diagnosis de la cual hace objeto la teología de la salud no se limita, ni
a la enfermedad ni a los lugares donde ésta se institucionaliza o es
tratada. En efecto una pastoral renovada, inspirada en el Evangelio de la
salud, debe superar, de una parte, el corte “asistencial” (otros dirían
“sacramentalista”) y de otro lado, debería alargar la lectura saludable del
Evangelio a toda la actividad de la Iglesia.

3. La salud, un modo de ser hombre

3
Cfr. HAERING B., Liberi e fedeli in Cristo, Paoline, Roma 1982, p. 82.
4
Cfr. EIBACH U.L., Salute e malatia. Riflessioni antropologiche ed etiche sul concetto e sul senso di
salute e malatia, in: A.A.V.V. Chiamati alla libertà. Saggi di teologia morale in onore di B. Haering,
Paoline, Roma 1980, pp. 205 – 234.

57
La enfermedad es la punta del iceberg. La salud y la enfermedad no
pertenecen solo a lo que se tiene, sino a lo que se es, ya que el hombre sano
es hombre frágil. El hombre es un animal vulnerable5.
El hombre, es solamente hombre
La salud humana, de cualquier ángulo que sea considerada, deberá afirmarse
siempre en el espacio de la fragilidad y de todas aquellas condiciones más o
menos afines. La fragilidad es un ámbito que no se puede suprimir.
La fragilidad:
a) Sobre todo la fragilidad / vulnerabilidad ontológica: Esta característica
de la condición humana universal se ha expresado de manera variada: Lo que
significa que el ser humano es contingente, de consecuencia metafísica, por lo
que también finito y mortal. Esta radical vulnerabilidad (que evoca la imagen del
rostro / voltus herido) remite a sus múltiples epifanías o expresiones, sobre
todo a aquella somática6.
La salud, deberá ser acogida como “voluntad de vivir a partir del límite”, un
dato antropológico que asume en el tiempo tantos nombres.
b) Nuestra historia es siempre “historia de salvación”: En la fragilidad, se
necesita siempre de la gracia de la salvación. No es erróneo afirmar que, en la
única economía de salvación que “conocemos”, el libre es aquel que ha sido
liberado, el santo aquel que se deja santificar, ama porque ha sido amado
primero. También el sano es aquel que acepta vivir en un proceso
ininterrumpido de curación la acogida de la salud.
c) Resultados de una “radiografía”:
+ Fragilidad espiritual: Se haya sobre todo en el así dicho “vacío existencial”
derivación inmediata de la crisis / falta de sentido. Aquellos que están haciendo
los primeros pasos en la propia vida se encuentran más expuestos que en
otros tiempos a experimentar algunas formas de alienación profunda, a no
descubrir aquel centro que unifica y enriquece a partir del cual se proyecta la
existencia, a “enfermarse de inconciencia”, es decir: falta de firmeza, de
solidaridad y de identidad. Corriendo el riego de llenar sus vacíos del yo con la
fuga del yo hacia las cosas (de poseer y consumir), o hacia la satisfacción de
las necesidades mas inmediatas.
+ Fragilidad moral: La experiencia de la salud debe afirmarse en una sociedad
en la cual el cuadro de los valores (éticos y cristianos) se han transformado. La
salud es especialmente vinculada a la carátula moral de su sujeto y de la
sociedad. Un diagnóstico afirma que parte de la sociedad está enferma de una
especie de disociación moral7. La salud es muy relacionada a la moral o a la
disociación moral. El criterio de utilidad y del “buen funcionamiento” se emplea
como hermenéutica de la bondad y de la cualidad de la salud, se es sano en la
medida en la cual se “funciona bien” y se es competente y eficaz; capaz de

5
Cfr. CLAVEL J.M., El animal vulnerable. Invitación a una filosofía de lo humano, Universidad
Pontificia de Comillas, Madrid 1997, pp. 256s.
6
Cfr. TORRALBA F., La cura di sé. Prospettiva etica, in: SANDRIN L. – CALDUCH-BENAGE N. –
TORRALBA F., Aver cura di sé, EDB, Bologna 2009, pp. 67 – 76.
7
Cfr. MARCHESI G., Il dramma dell’occidente: la libertà contro la vita, in “Civiltà Cattolica”, 3325,
gen. 1989, p. 56.

58
tener el tiempo y el ritmo de una sociedad siempre más agitada. Obviamente,
este criterio hunde siempre más la marginación y la exclusión de aquellos que
han alcanzado una edad avanzada, y de aquellos que viven en condiciones
físicas / psíquicas / mentales disminuidas y en situaciones de pobreza; más
sobre todo alarga el espacio de la fragilidad a motivo de un “ideal” falso y
efímero. Otra expresión consiste en la “patología de la abundancia”, en
realidad: una relación insana y patógena con las cosas, con el mundo y sus
bienes y en ultimo consigo mismo, esta expresión hace depender de la
capacidad de tener / poseer y de consumir. La abundancia se convierte en
patología porque pervierte la jerarquía de los valores. Crea el bienestar una
dependencia obsesiva. El hombre se convierte en “cosa”, y la salud en “objeto”
de controlar, “mercancía” de abastecer, “bien” de consumir. Ej. Si interesa
ampliar la ley sobre el aborto, se amplia.
+ Fragilidad psico / emotiva: “La guerra contra los microbios ha sido vencida,
pero, estamos perdiendo, la batalla de la serenidad” 8. La lucha por la salud
debe partir desde dentro. Esta afirmación envía a aquel mundo en el cual la
salud se convierte, por un lado, en realidad percibida y vivida, y del otro lado,
se “confunde” con la inmensidad de los afectos, sentimientos, emociones,
motivaciones, con la psique, con la mente y con el sujeto. La dificultad es
debida también al hecho que, a pesar del crecimiento del deseo de cualidad de
vida, y la progresiva psicologización de la vida y de la salud9 se han habituado
a convivir con conflictos / disturbios / malestares psicológicos. Se convive con
la depresión pasajera o crónica; los jóvenes de hoy no son más maduros,
tienen solo más noticias; las posibilidades de ir al encuentro de patologías son
siempre mayores (alcoholismo, toxicodependencias, dependencias de sexo, de
trabajo, a la comida, etc.) a vivir en estrés.
+ Fragilidad relacional: La dimensión relacional de la salud está presente en
todo cuanto se ha dicho. Síntomas evidentes de la fragilidad se reencuentran
en la experiencia de la “soledad impuesta”, en la tendencia a vivir
“relacionados al mundo” (a las cosas) es más, a los otros, y en las variadas
formas de violencia y destrucción. Esta vulnerabilidad está en un ciento sentido
vehiculado del complejo fenómeno de la deshumanización. La sexualidad, el
amor y la salud pierden en buena medida el propio espesor relacional, y como
consecuencia la propia tipicidad humana, son “heridas” en su profundidad.
+ La fragilidad de los modelos de salud: El progreso, siempre ambiguo,
desigual y a menudo muy selectivo, está empapado de nuevas fragilidades:
ideales de salud escasamente humanas o inalcanzables; obsesión por una
dicha salud e irresponsabilidad personal; invasión de todos los ámbitos de la
vida de parte de la medicina y medicamentos; negligencia del arte de vivir; etc.
Más la fragilidad no es una condena, por eso la reflexión teológica debe
distinguir entre aquellas que necesita asumir / integrar y aquellas de evitar /
superar.

Para que la fragilidad pueda ser saludable


8
COUSINS N., La volontà di Guatire, Armando Ed., Roma 1982, p. 45.
9
Cfr. DUCH L., Símbolisme i salut, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, Barcelona 1999, pp. 396s.

59
El valor de la salud no está solo en la felicidad, el bienestar y armonía, que son
siempre relativas, sino que está sobretodo en el hecho de lograr en la
aventura, ser hombre (persona humana), es decir, de ser quien se es.
En el ser aquello que se es va siempre incluida la posibilidad del devenir, la
libertad creadora, la vocación a ser lo que todavía no se es10. Para que la
fragilidad pueda ser vivida en modo saludable se necesita, hacer uso a la
necesidad de los “dobles pensamientos” que ayudan a superar la tentación
recalcitrante de la dualidad: límite y plenitud. La plenitud (salvación, salud, etc)
se afirma en el límite (indigencia, sufrimiento, adversidad). Se abre en este
modo la vía del realismo saludable / salvífico.
El realismo y la fragilidad hunden sus raíces en la revelación, “antropología de
Dios”. La condición humana compadece a veces en sus miserias o es elevada
en su grandeza.
Algunas de las luces que la Teología de la salud trae de la pedagogía del
realismo. ¿Cómo puede ser saludable la experiencia de la fragilidad?
- Hay que poner la atención en el misterio de la Encarnación, misterio
fundamental de pedagogía y epifanía de aquella doble condición humana,
asumida del Verbo. El Dios que se hace encontrar11, bajando al hombre.
- Apropiándose la fragilidad Jesús ha elegido un modo muy especial de ser
hombre. Ser frágil no se debe vivir ni como condena ni como valor del pecado.
La fragilidad desde el punto de vista teológico, es inevitable y, al mismo tiempo,
necesaria. Los inevitables necesarios se convierten en ocasión de
crecimiento, espacio de libertad, cuestión abierta.
Asumiendo la condición humana hasta las últimas consecuencias, Cristo
confirma que la fragilidad debe de ser vivida como sed que se debe colmar,
como hambre que hay que saciar, pregunta de responder, como vacío de ser
lleno. El realismo lleva al hombre a buscar dentro de sí el potencial
sanante y en la adversidad, a no dejar de ser hombre; a afirmar la
voluntad de vivir aún en los límites y a partir de los límites, a liberarse de
la resignación pasiva, del sentido de la inutilidad, de la resistencia al
cambio.
La salud es posibilidad, proyecto, futuro.

4. El itinerario cristológico de la salud


La revelación de la salud de parte de Cristo adquiere su máximo nivel de
actuación y de propuesta en el “bien ser”. La salud que Jesús ofrece es una
salud que es contemplada al interno de un largo proceso de
interiorización y de integración en la cual ninguna de las dos expresiones
(sea física que psíquica, ambiental o social) va inestimada. La idea del
itinerario manifiesta, de una parte, la condición histórica de la salud, y al mismo
tiempo subraya que hace parte del recorrido salvífico del hombre, de su

10
Cfr. GEVAERT J., El problema del hombre. Introducción a la antropología filosófica, Sígueme,
Salamanca 1976, pp. 92s.
11
Cfr. BALTHASAR H.U., Esperienza di Dio nella Bibbia dei Padri, in “Communio” 30 (1977), pp. 4 –
15.

60
crecimiento humano y espiritual, de su progresiva adhesión a Cristo, como otra
realidad importante de su existencia.
Acoger la vida
En Cristo, se ha revelado el itinerario que la salud humana, contemplada
desde la perspectiva del sujeto. A partir de la Encarnación, Cristo se
convierte en el gran símbolo del recorrido saludable de nuestro ser en
este mundo. A la luz de este misterio se puede afirmar que el primer acto
de la salud consiste en la acogida de la vida, que viene de otro, recibida
como don y como misión. Acoger la vida significa hacer activo el verbo
“nacer”, inicialmente solo pasivo: una tarea larga como la existencia 12.
Este itinerario tiene su referencia vital y constante en la Encarnación. Solo lo
que es asumido viene salvado y sanado: la voluntad de ser, la fuerza de ser
hombre, la posibilidad de actuar las propias potencialidades de la condición
humana, el camino hacia la plenitud, todo inicia el camino de aquel primer acto,
la Encarnación de Jesucristo.
Del ser al saber ser: el ejercicio de la lucidez
La propuesta salvífica y saludable brota de un hombre que, en su
obediencia filial asumida en libertad, sabe de ser el sujeto activo y pasivo
de los verbos fundamentales de su vida, acogida, vivida en primera
persona y donada en plena lucidez.
La lucidez es necesaria para tomar posesión de sí, para apropiarse de
aquello que verdaderamente se es. Es necesaria la lucidez para la
“interiorización”.
Vivir sanamente significa normalmente la capacidad de integrar. Integrar
significa reunir / agregar, mantenerse integro / no dividido o fragmentado,
construye en la unidad aquello que es suelto y diferente, encontrar el sujeto de
los tiempos de la vida, aceptar lo inevitable, hacerse uno consigo mismo.
A este punto se puede decir que Cristo, humanidad de Dios, es el
verdadero símbolo de esta tensión. Ninguno como él ha vivido, en tan alta
tensión la condición humana, porque ninguno como él se ha abierto a
Dios hasta el punto de poder decir que en El “habita corporalmente la
plenitud de la divinidad” (Col. 2,9).
Hacia la plenitud
En el itinerario cristológico el horizonte último de la salud no es ciertamente la
muerte. El ideal ofrecido por Cristo, vale decir la armonía (siempre en tensión)
entre lo biológico y lo biográfico significa, entre otro, que el cuerpo asumido y
vivido, educado y potencializado, ofrecido y sacrificado, es siempre el aliado
indispensable del sujeto, por lo que también el cuerpo participa de la vocación
del sujeto a la plenitud, es decir, la resurrección.
La perfección no es posible sin la entrega del propio cuerpo, sin la donación de
la propia vida, sin el sacrificio de la propia salud física en el fuego lento del
servicio cotidiano. La perfección no se alcanza jamás sin la integración de lo
inevitable.

12
Cfr. ALVAREZ F., Vita e vita in abbondanza nel Vangelo di Giovanni, in “Camillianum n.s.” n.14
(2005), pp. 219 – 248.

61
La más grande complejidad de la salud humana, misteriosa cuando la persona,
se arraiga en la imposibilidad hermenéutica de reducirla a una única expresión.
Su matriz cristocéntrica conduce a la preeminencia del sujeto: aquel que es
capaz, al mismo tiempo, de sacrificar la propia salud por la salud de los
otros; de ofrecer el propio cuerpo (templo del Espíritu Santo y morada de
Dios) siguiendo el ejemplo de Cristo, el cual sacrificó definitivamente la
propia salud sobre la Cruz; de encontrar gracia en la desgracia. Es por
esta vía que el itinerario humano de la salud puede ser contemplado y
vivido como la vía de la salutogenesis.

20. Perspectiva Eclesiológica

La Iglesia está llamada a responder al deseo de salud, en la variedad de sus


expresiones y en la diversidad de los problemas que plantea, como comunidad
sanadora, signo eficaz (sacramento) de una salvación integral.
La salud es un lugar teológico tan especial como la enfermedad. La salvación
se ofrece en Jesús como salud, y la salud como salvación y su buena noticia es
la proclamación de una salud – salvada y de una salvación – saludable para
el hombre, para todo el hombre y para todos los hombres.
La pastoral de la salud pertenece de manera inseparable a la misión salvífica
de la Iglesia y los sacramentos manifiestan en concreto esta misión. 13
“El corazón enfermo de la humanidad es alcanzado por el poder sanador del
Resucitado y de este modo puede comenzar la curación de la criatura humana,
sometida por el pecado y traicionada por su presunción. El médico divino
derrama el vino y el aceite del Espíritu Santo en las heridas visibles e invisibles
del hombre y lo que se verifica es mucho más que una cicatrización superficial,
porque es la generación de la nueva humanidad en Cristo, una verdadera
transformación o recreación de la forma viviente del hombre para que sea
realmente hijo del Hijo. El Señor Jesús realiza todo esto en la Iglesia mediante
el poder de su Espíritu de curación. Porque en la Iglesia todo está orientado a
la sanación del hombre: la palabra, los sacramentos y los ministerios. El
Espíritu suscita a la Iglesia como lugar de restauración; es como la túnica de
Cristo que la hemorroisa puede tocar, como el barro que hace Jesús con su
saliva y pone en los ojos del ciego de nacimiento. Es la mano que levanta al
caído, el alimento que restaura las fuerzas para el camino. La Iglesia es la gran
medicina del hombre por medio de la cual Cristo el Señor sigue curando a los
leprosos, sanando a los enfermos, haciendo oír a los sordos y ver a los ciegos.
La curación de Jesús mediante los sacramentos sigue fluyendo
abundantemente y restaura al hombre. Desde el bautismo hasta la eucaristía y
los sacramentos específicos de la curación y la realización última en la Pascua
eterna. De ahí que el corazón mismo de la Iglesia se encuentre en el corazón
de Jesús, el pastor y médico del hombre, el que se compadece del hombre y se
inclina sobre él para sostenerlo, animarlo, levantarle y enjugar sus lágrimas”14.

13
Cfr. CASTELLANO J., I sacramenti di guarigione: la dimensione sanante della penitenza e
dell’unzione degli infermi alla luce del Catechismo della Chiesa Cattolica, in Camillianum 12 (1995) , pp.
209 – 229.
14
PETRA B., La Chiesa del Padri. Breve introduzione all’Ortodossia, Dehoniane, Bolonia, pp. 69 – 70.

62
Evangelizar sanando
La vida que la Iglesia está llamada a anunciar es la plenitud del don de la
gracia que impregna el tejido entero de la vida del hombre, asumiendo su
vocación a la salud para transfigurarla en vocación de salvación, así como su
vocación a la salvación para convertirla en un servicio de amor a la salud del
hombre, de todo el hombre y de todos los hombres. Toda teología sacramental
es teología de la caridad y remite a la caridad como a su forma propia de
manifestación y realización.
El peligro es separar palabras y obrar, más no debe de ser así. Sino que la
palabra debe llevar a las obras y las obrar, deben llevar a la palabra y en
tercero, las obras son palabras, en otras palabras, el agente de la pastoral de la
salud hace su profesión de fe, al realizar su profesión de caridad.
Evangelizar el mundo de la salud por parte de la comunidad eclesial no es algo
que se añade a la acción terapéutica de sus miembros, sino que debe
integrarse en los gestos de atención y curación, hasta el punto de que estos
mismos gestos deben ser evangelio, anuncio gozoso de que Dios es un Dios
presente, que ama, que cura y que consuela, e invitación a acoger su
salvación.
La actitud de cuidar puede convertirse entonces en signo “palpable” de
esperanza y los agentes de pastoral de la salud ser considerados como
“puentes” hacia alguien que los trasciende.
En el servicio de cuidar a los enfermos la esperanza se compromete en el amor
y es este quien lo nutre.
El “sanar”, que en ocasiones puede expresarse con gestos de curación
extraordinarios, es parte integrante de la misión misma de la Iglesia, de su
acción pastoral y evangelizar, momento de su ministerialidad.
Los agentes de pastoral de la salud están llamados a ser la imagen viva de
Cristo y de su Iglesia con el amor a los enfermos y los que sufren, son ellos los
que de algún modo actualizan, revelan y comunican al enfermo no sólo “el
amor de curación y de consuelo de Jesucristo (Christifideles laici 53), sino que
expresan, de forma continua y con frecuencia silenciosa, los milagros de
curación que la Iglesia tiene el poder de realizar, recibido de Cristo.
Los cristianos que trabajan en el mundo de la salud, lo hacen a título personal,
pero también a nivel eclesial. De tal manera que estamos llamados a reescribir
día a día la parábola del buen samaritano que se acerca a quien sufre y a
actualizar continuamente en su relación terapéutica la “caridad terapéutica de
Cristo”, en favor del mismo Cristo presente en el enfermo.
La salud, no es sólo un lugar donde Dios nos hace invitaciones apremiantes a
leer su presencia, sino también el lugar donde los cristianos deben crear
nuevos signos a través de una praxis que hable de Dios, es decir, un teologar
más legible incluso para quien está religiosamente distraído o no cree.

Humanización unificadora
Se necesita responder a la necesidad de integridad, a un deseo de sentirse
considerado y tratado como persona en su totalidad, lo que no puede lograr sin

63
su propia alma, sin la posibilidad de relacionase no sólo con un Tú
trascendente, sino también con algo que está en lo profundo de nosotros
mismos y reclama atención.
En su misión de “centinela de la humanidad”, la Iglesia presenta al mundo una
antropología de la persona creada a imagen de Dios, respetuosa de su
dignidad y de los valores humanos y abierta a la trascendencia.
Un interés y una atención auténticos con el enfermo como persona, así como la
relación con él, es la tarea suprema de una auténtica promoción humana (de
una humanización unificadora) en el ámbito sanitario.
+ Se necesita pasar de un modelo centrado en la enfermedad que fácilmente
termina centrado en el médico o la institución, a un modelo centrado en el
enfermo, del de curar al de cuidar, donde el curar tiene más en cuenta las
implicaciones psicológicas de sus dimensiones relacionales.
+ Ayuda la relación empática, con la que el operador sanitario es capaz desviar
el foco de atención de sí mismo para centrarlo en el enfermo y sus vivencias,
llegando así a percibir incluso lo implícito de sus comunicaciones, de su
demanda de curación y de su dolor, un mensaje codificado que no siempre se
descifra y al que se responde con mucha frecuencia de manera puramente
técnica, sin haber entendido antes el sentido que tiene para la persona.15
+ Es necesario pasar de un modelo biomédico de salud, centrado en la
dimensión corporal de la persona, a otro biopsicosocial, más respetuoso con
las diversas dimensiones constitutivas de la misma.
+ Una visión antropológica integral de la persona lee su enfermedad como
ruptura de equilibrio que, si bien tiene su origen en el ámbito somático, afecta a
la persona en su globalidad y en las diversas dimensiones en las que se
expresa.
El proceso de humanización, no consigue sus fines si no se concede más
atención al agente sanitario y a su reconocimiento como persona. Así, la
persona cuya salud y dignidad es objeto de atención no solamente para el
paciente, sino también el operador sanitario.
El modelo de la “comunión eclesial”
+ El modelo de servicio, de diaconía, que la Iglesia está llamada a expresar hoy
en el mundo de la salud, como signo del Reino, es el modelo de la “comunión
eclesial”, que tiende a la plena inserción del enfermo en la comunidad, así
como la del anciano, la del disminuido, la de la persona débil y vulnerable, que
son acogidas no por lo que tienen sino por lo que son, sin barreras ni prejuicios,
valorando la aportación original que pueden dar.
+ Es el modelo de comunidad que se convierte en espacio de evangelización
recíproca porque implica la totalidad comunicativa de quien da y de quien
recibe.
+ Es el modelo trinitario de la reciprocidad. Es un modelo en el que se da y
recibe, en el que es sanador y sanado. Donde Cristo – samaritano es al mismo
tiempo Cristo – enfermo.

15
Cfr. SANDRIN L., Cómo afrontar el dolor. Aceptar y comprender el sufrimiento, San Pablo, Madrid
1996, p.

64
En la comunión con Cristo muerto y resucitado, que vivió significativamente el
dolor y la muerte, la Iglesia se convierte en posada hospitalaria, seno acogedor,
donde la vida en su totalidad es respetada, defendida, amada y servida, lugar
de esperanza, donde todo peregrino cansado o enfermo, que busca sentido a
todo lo que está viviendo, puede vivir de manera saludable y salvífica su
sufrimiento y su muerte y escribir un capítulo significativo de la historia de la
alianza con los demás y con Dios. El la comunidad parroquial es sujeto eclesial
más concreto.
Actitudes sanadoras
Una serie de actitudes son importantes para quien hace pastoral junto a los que
sufren en el amplio mundo de la salud.
1ª Una mirada contemplativa sobre la vida y una tarea profética. El agente de
pastoral de la salud está llamado a hacer suya esta actitud de contemplación y
respeto a la vida y la salud, pero como miembro de la comunidad de los que
creen que la experiencia – salud se encuentra dentro del proyecto de salvación
del hombre y de la humanidad.
2ª Ser signos de la cercanía del Padre y de su corazón “materno”. En su
acompañamiento del enfermo, el agente de pastoral puede ser “huella” y
“signo” de la cercanía del Padre. Es importante al respeto el modo como sabe
estar cercano a quien vive en el dolor y el modo como sabe hablarle de Dios.
Es sanadora la pastoral que es teo – logia porque sabe hablar de Dios “a partir
del sufrimiento del inocente” sin “ofender su sufrimiento”, haciéndole incluso
sentir que su grito no cae en el vacío y que Dios recoge sus lágrimas en su
odre como el bien más hermoso (Cfr. Sal. 56,9).
Ayudar quiere decir no detener el crecimiento del otro, reconocer la iniciativa
que tiene sobre su vida y saberse retirar en el momento oportuno. Significa
para quien hace pastoral en el campo de la salud promover un estilo de
relación basada en el servicio y no en el poder.
Además, se debe de desplegar una com-pasión que dé al otro gradualmente
dignidad, iniciativa y palabra, y ser capaces de una finura de intuición y de
amor que son características típicas de una madre que intuye en el
comportamiento de su niño las expresiones de alegría y de dolor y sabe dar las
respuestas que su hijo le está pidiendo.
3ª Ser “liturgos” dentro de la experiencia – salud. Toda teología sacramental es
teología de la caridad y remite a la caridad (y por tanto al servicio y al cuidador)
como a su forma propia de manifestación y realización.
Es la historia de amor que cotidianamente vivimos y debemos manifestar con
opciones de justicia y de servicio como respuesta a la llamada de Dios. Y es la
eucaristía la que nos prepara para esta misión. En ella se pasa del encuentro
con Cristo en el signo del pan al encuentro con Cristo en el signo de cada
hombre.
El enfermo tiene derecho a que toda su experiencia de enfermedad encuentre
espacios y momentos celebrativos que sean significativos y convenientes.
Debemos ofrecer toda nuestra persona como sacrificio viviente, santo y
agradable a Dios y hacer su voluntad.

65
21. Perspectiva Mariológica

María, icono vivo del evangelio del sufrimiento


En la carta apostólica “Salvifici doloris” el Papa Juan Pablo II subraya la
singular aportación al evangelio del sufrimiento ofrecido por María con su vida
entera, y sobre todo con su presencia en el Calvario junto a la cruz de Jesús
(Cfr. SD 25).
María experimentó el dolor, lo transformó en Cristo como espacio de salvación
y superó con su Asunción al cielo.
1º El servicio: María se presenta como un ejemplo singular de atención y
servicio a quien sufre y necesitado, tenemos la experiencia de la visitación de
la Santísima Virgen María a su prima Isabel. María en cuanto sabe la realidad
sale con premura a ponerse al servicio de la prima que la necesita (Cfr. Lc.
1,39ss).
2º La mediación: El modo de actuar de María en las bodas de Caná, su
premura vigilante y solícita y haber mediado, con paciencia, para que Jesús
hiciera el primer signo importante del Reino. De María en este aspecto hemos
de aprender que nosotros no somos protagonistas, sino simples puentes de un
milagro que sólo Otro puede hacer (Cfr. Jn. 2,1-12).
3º La presencia: La Iglesia necesita desarrollar más su dimensión mariana,
que se distingue por su silenciosa proximidad a quien sufre, y por su servicio
hacia los más débiles. Stabat mater dolorosa (Cfr. Jn 19,25-27) es el icono de
María al lado de Jesús que muere. Es una dimensión que nos cuesta hacer
nuestra porque humanamente no es rentable. Sin embargo, frecuentemente, en
nuestra pastoral junto al enfermo, es la única posibilidad y no deja de ser muy
eficaz.
María en la experiencia de fe del enfermo
Para los cristianos es natural referirse a la Madre de Jesús, que sufrió en su
experiencia terrena y está preparada para interceder en la salud de sus hijos, o
al menos en la santificación de su sufrimiento.
A menudo los fieles consideran a María como Salud de los enfermos y con este
título la invocan desde hace siglos en las letanías.
María en la experiencia pastoral del agente pastoral
Todo aquel que ejerce una actividad médico – sanitaria como “encuentro entre
una fe y una conciencia”, y como “instrumento ministerial de amor efusivo de
Dios hacia el hombre que sufre”, se da cuenta fácilmente del rezo mariano, que
surge espontáneo del corazón de los enfermos a lo largo de la enfermedad.
María, es un ejemplo para los agentes de salud, llamados a ejercer a su vez un
ministerio terapéutico y salvador en el cuidado amoroso de la vida, aunque esta
se encuentre débil y enferma. Al mismo tiempo, María está presente en la vida
de los enfermos con su intercesión materna, sobre todo en el momento del
paso de este mundo al Padre.
+ María aparece como un “singular ejemplo de servicio a quien sufre, de
atención al sufrimiento”. Ella es la madre de los enfermos, porque nos enseña a

66
estar junto al que sufre en cuerpo y espíritu, con la premura, la delicadeza, la
generosidad y la abnegación de una madre.
+ Asumir el estilo evangélico de la Virgen significa ser capaz de olvidarse de
uno mismo para dedicarse a los demás con una actitud de disponibilidad y
ayuda.
+ Hay que inspirarse en ella, mujer del saludo salvífico, solícita con Isabel,
anciana y encinta (Cfr. Lc. 1,24-40), atenta a las necesidades de los jóvenes
esposos en dificultades (Cfr. Jn.2,3), presente y orante en la comunidad
cristiana de los orígenes (Cfr. Hch. 1,14).
+ Sobre todo de la Mater dolorosa se puede aprender a sufrir con todos los
crucificados de la historia, como ella se unió a los dolores de Cristo por la
salvación de todos, experimentando el dolor de la espada en el alma.

22. La salud, experiencia de salvación

LA SALUD, EXPERIENCIA DE SALVACION ¿Cómo hacer la relación entre


salud / salvación?
Introducción: ¿Una relación evidente o deducida?
La memoria de la salvación pareciera que se esconde en los diversos
meandros de la salud. De cada punto de vista la salud humana remite más allá
de sí misma, se presenta como una cuestión abierta, necesita ser
“completada”.
Salud y salvación son dos grandezas de las cuales su complejidad es siempre
más cierta. Las dos envuelven a la persona en sus núcleos vitales y en la
integridad de su ser, y reclaman un lenguaje de totalidad.
La salud, continuamente “escondida” e inobservada, es y será siempre una
experiencia familiar y cotidiana, estimada y buscada. Y la salvación, en cambio,
aparece siempre más extraña, más lejana de los intereses vitales, y
desvanecida o desfigurada en los contenidos, o confundida por otras
experiencias y valores humanos.
Ahora para que la confrontación sea teológicamente sostenible es preciso partir
de una visión no solo holística / integral / pluridimencional de la salud, sino
también de su apertura dinámica a la salvación. En otras palabras, es el sujeto
quien puede hacerla salvífica y saludable, incorporándola a su proyecto
de vida y de perfección, viviéndola como don y como misión, según el
modelo de la humanidad de Dios encarnada en Cristo. Por otro lado, la
confrontación se privaría de contenido si la salvación no viene
contemplada en su historicidad y en sus múltiples concretizaciones
históricas, como aquel dinamismo / fuerza / gracia que comprende a
todos los hombres y todo el hombre, capaz de transformar la realidad,
que toma carne en la carne humana llegando hasta lo último de su alma y
de su corazón. Una salvación, que, adquiere muchos nombres, y que al
mismo tiempo es visible e invisible, presente y a la obra del mundo más
discreta.

67
La experiencia de la salud es y será siempre limitada al espacio de la historia y
del recorrido del hombre en este mundo, termina en la muerte. Mientras que la
referencia / orientación / subordinación a la salvación pone las siguientes
preguntas: ¿Qué cosa significa existencialmente ser salvados y que conlleva
este hecho para el hombre y la humanidad? ¿Hasta que punto se podrá tener
la certeza que nuestras experiencias / empeños humanos son en realidad
experiencias salvíficas? ¿En cuales modos y condiciones es experimentadle la
salvación y como se traduce en la historia?
¿Cómo se da la relación salud / salvación? Elementos para la propuesta
de síntesis creativa
El acercamiento salud / salvación se propone como un sobresalir de un eterno
problema16. Hoy el argumento se ha reavivado, y se ha convertido en objeto de
discusión sea en los mass media que en los foros de especialistas de las
religiones.
La impostación teológica de nuestro discurso solicita una elección bien precisa
del punto de vista metodológico y de contenido. Por lo cual, sin ignorar el
carácter necesariamente plural e interdisciplinar del argumento, la propuesta de
síntesis que se propone:
+ Se moverá en torno a la triada: salud – fe – salvación. El elemento fe es
aquel que “une”, del lado del hombre (y de la comunidad) a los otros dos. La
salud y la salvación reclaman siempre la “implicación”, activa y pasiva del
sujeto, llamado a acoger responsable y creativamente los dones de Dios. Salud
y salvación son integradas en la nueva alianza sellada en el misterio pascual y
prolongado en la sacramentalidad de la Iglesia.
+ Sin perder de vista la ya dicha triada se presentan tres esquemas:

1º Salvación como curación. Curación como salvación


Este primer esquema pretende ser en cierto sentido la suma resumida de una
realidad muy compuesta, variada y heterogénea.
Representantes:
Los “buscadores de la alianza eficaz entre salvación (teológica) y salud (no
teológica)”. Las búsquedas conductas con rigor científico, especialmente en el
mundo anglo-norteamericano, sobre los efectos de la oración (súplica,
intercesión), de la meditación y de otras prácticas religiosas y/o espirituales
sobre la enfermedad y la curación física, sobre lo vivido de la vejez y de la
muerte. Se incluyen también las búsquedas que, siempre al interno de un
esquema oracional, entienden describir los efectos sobre la curación interior:
una especie de psicoterapia o pneumaterapia (sin terapista humano) 17; existen
también aquellos que partiendo de una experiencia personal o profesional han
dado vida a grupos de mutua ayuda o han favorecido el difundirse de una
corriente que enfatiza el carácter terapéutico de la fe. También hacen parte los

16
Cfr. DUCH LL., Salud, enfermedad y religión, en: ANRUBIA E., La fragilidad de los hombres. La
enfermedad, la filosofía y la muerte, Cristiandad, Madrid 2008, pp. 125 – 158.
17
Cfr. MAGLIOZZI P., La guarigione interiore oggi, un camino di salute e di salvezza, in “Camillianum
n.s.” 5 (2002), pp. 333 – 354; Cfr. HONNINGS B., La fede elemento trascendente e facilitante in
risultato terapeutico nel paziente sofferente, in “Dolentium Hominum” 3 (1996), pp. 16 – 28.

68
movimientos y asociaciones que tienen una importancia carismática,
especialmente la Renovación Carismática, sea en el campo protestante que
católico18.
Acentuaciones e importancias:
Aquello que une a todos estos “representantes” es sobre todo la enfatización
del valor curador de la fe, de las creencias religiosas, y de un conjunto de
prácticas religiosas o espirituales, que van de las “liturgias de curación” de los
carismáticos, a la celebración de los sacramentos, a la meditación de la
Palabra, la oración de intercesión por los enfermos conocidos o desconocidos,
su slogan “la fe cura” (W. Osler), o “la oración es una buena medicina” (L.
Dossey). El acento más que reforzar la salud o las potencialidades
humanas de desarrollar, o sobre las enfermedades de prevenir, va sobre
la curación. Es un esquema en el cual la salud viene propuesta e invocada
a partir de las múltiples experiencias de fragilidad, de vulnerabilidad y de
adversidad. Sin excluir las curaciones físicas o los efectos sobre la
recuperación o mejoramiento en los procesos de enfermedad crónica o aguda,
el acento recae casi siempre sobre la así dicha “curación interior”.
Fundación y motivación de los postulados:
La unión salvación / fe / curación se inspira sobretodo en la lectura de la
historia de la salvación en clave terapéutica. Este arraigamiento tiene su
punto culminante en la actividad taumatúrgica y terapéutica de Cristo,
prolongada en la Iglesia, continuadora de la misión de Cristo en virtud de la
fuerza del Espíritu Santo, que se manifiesta de modo especial en los carismas
de curación, y en la comunión con la fuente de vida / curación a través de la
oración.
El acento recae sobre la experiencia y las experiencias de curación, cualquiera
que esta sea. “el Señor cura” es más a menudo la proclamación de una
experiencia que un postulado de probar o exigir.
El drama de la curación representa una diagnosis bastante severa de las
innumerables patologías sobre todo psico – espirituales de nuestra sociedad.
Tomando como punto de referencia la diagnosis hecha en otro lugar.
No basta la “medicina de los deseos”, ni la “medicina de las emociones”, sino
que se necesita más sensibilidad a la dimensión relacional y al tejido en el cual
se desarrollan los procesos de salud y enfermedad. Hoy se busca una
espiritualidad como suplemento del alma y de la eficacia que no se halla
satisfactoriamente en la ciencia.
La salvación actúa en la medida en que el “curado” se abre a sus
dinamismos. La diferencia entre “curados” y “salvados” esta también hoy
en el hecho que estos últimos se abren a la “nueva salud”, se sienten
invitados a un cambio de vida, experimentan la fuerza de una renovación
interior, traducen la curación en nueva práctica saludable de vida. Es lo
que pasa por ejemplo con los que han encontrado la gracia en la desgracia, la
salud en la enfermedad, la fuerza en la debilidad, al Dios cercano y compasivo
en la soledad.

18
Cfr. LANGELLA A., La funzione terapeutica della salvezza nell’esperienza del movimento
carismatico, in “Asprenas” 38 (1991), pp. 477 – 490.

69
Las “nuevas religiones de curación”: un discurso a parte
Se trata de un conjunto complejo, muy variado, distante en no pocos casos de
las coordenadas fundamentales de la fe cristiana, más que giran en torno a la
convicción sobre el valor sanante de la fe19 y de la espiritualidad.
La reflexión teológica no puede no estar atenta a este vasto y complejo
fenómeno que comprende una nueva variedad de movimientos y asociaciones
(desde la New Age a confesiones de origen evangélico, o las que giran en
torno a lideres “carismáticos”). La propia oferta representa una especie de
diagnosis de las patologías sociales y espirituales actuales y de otro lado,
entiende colmar los vacíos existenciales, religiosos y espirituales tal vez
olvidados de las religiones oficiales. Las propias motivaciones denuncian una
sed de identidad, de seguridad y de sentido de pertenencia a un grupo
humano, de división de los mismos valores y aspiraciones, de curación y de
felicidad20.

2º La salvación como salud – la salud como salvación


Bajo esta formulación se quiere explorar una corriente de pensamiento,
doctrina, espiritualidad, práctica, siempre más difundida, pero poco tematizada.
Es aquella que, explicita o implícitamente, restringe los horizontes de la
salvación a este mundo, reemplazándola con la salud. La soteriología se
convierte en salutogia.
Acentuaciones e importancias:
+ El lenguaje de totalidad. Cuando la teología dice “salud”, reenvía a una
visión antropológica, que ve al hombre como “unitotalidad”, en la cual las
diferentes dimensiones constitutivas del ser humano coinciden, siempre en
tensión, en un único sentido. Bajo el dinamismo de la Gracia, confiada a la
libertad humana, es el sujeto quien puede hacer también de la salud una
realidad unificada en un proyecto de vida y de perfección. La salud,
continua a ser pluridimensional (física, psíquica, mental, social, relacional,
etc.,) más es la capacidad unificante (por lo que es simbólica, teología, etc.)
la que la hace humana.
+ La salud no pertenece al orden de los objetos, sino de los valores. Es la
dimensión axiológica, evidenciada del modelo cristológico, que va bien más allá
de las concepciones simplemente descriptivas o estadísticas. Los valores
reenvían al misterio de la libertad.
+ La reciprocidad indisoluble entre la salud y la cualidad de vida. La vida
necesita de la salud en todas sus dimensiones, especialmente en aquellas que
hacen más saludable la existencia: la fuerza de vivir, la capacidad de
superación, el deseo de vivir y la capacidad de reestructurar y de renovar lo
vivido. De otra parte, esté en la vida, la raíz y la posibilidad de la salud.
+ La salud pertenece al derecho de la dinámica existencial del hombre,
habitado de la Gracia, siempre objeto de auto comunicación de Dios. La

19
Cfr. INTROVIGNE M., I nuovi movimenti religiosi e le loro proposte terapeutiche, in FIZZOTTI E. (a
cura di), Religione o terapia, LAS, Roma 1994, pp. 37 – 54.
20
Cfr. Ibidem, pp. 43 – 54.

70
dinámica existencial, leída en clave de llamada, significa que la vocación a la
santidad no puede ser vivida sin incorporar la obediencia al mandamiento de
vivir diversamente, es decir, saludablemente21. Dios no nos pide ser o estar
sanos, sino de vivir sanamente.
+ En la óptica cristiana la “salud perfecta”, es la epifanía de la imperfección de
la experiencia de la salud. El “deseo de la salud plena” es la confirmación de
la radical insuficiencia de la salud humana.
+ La experiencia biográfica de la salud es memoria siempre de un escenario
que está entretejido de relacionalidad, alianzas, de un inmenso mosaico de
factores saludables o patológicos. Se puede decir en este sentido que la salud
viene de Dios y la salud que viene de Dios hace parte de la misma historia
de la salvación.

La salvación es el segundo elemento del esquema y se hace valiéndose de la


llave interpretativa de la tensión.
+ La salvación viene de Dios, y le pertenecerá siempre. Nos revela el ser de
Dios, la absoluta gratuidad, la infinita capacidad. Es la salvación su medida
divina. De otra parte, bajando, se convierte en carne del Hijo del hombre, toma
una gran variedad de “formas” humanas, porque asume todo lo humano, nada
permanece desatendido, por lo que adquiere tantos nombres.
+ Una verdadera kénosis no está ausente de riesgos. Los hombres siempre
han tenido dificultad en aceptar a un Dios “muy” humano, y un hombre que sea
también divino. Tal vez se encuentre también aquí la dificultad de creer en una
salvación (divina) que toca, mueve, transforma, abraza, diagnóstica, dignifica,
eleva, sana, potencia a todo el hombre (porque es este el espacio de Dios); y,
al mismo tiempo, no es menor la resistencia de parte del hombre a vivir todo lo
humano como regalo a Dios, como el “terreno” en el cual se hace activa la
salvación, como la fidelidad, como itinerario hacia la última plenitud. Es en
definitiva el reto de encontrar salud en la salvación y salvación en la
salud.

Elementos críticos:
+ La dimensión salud en la historia de la salvación, como lugar teológico y
llave hermenéutica. Una teología más atenta y sensible a la realidad humana, a
lo que le pasa al hombre y a sus más profundas inspiraciones.
+ Esta sensibilidad, favorecida un mejor conocimiento de la experiencia de la
salud biográfica, ha sabido ver en el deseo de vivir y de plenitud la apertura
graciosa y natural del hombre a la oferta de la salvación que eleva y transforma
lo vivido de la salud en todos sus detalles.
+ La dimensión salud, es portadora de una visión y de una presentación más
positiva de la historia de la salvación y, como consecuencia, también en la

21
Cfr. UFFICIO NAZIONALE DE LA CEI PER LA PASTORALE SANITARIA, Domanda de salute,
nostalgía di salvezza, Camilliane, Torino 1998, pp. 14 – 19.

71
transmisión del mensaje salvífico. La nueva salud como se ha dicho no es
siempre fruto de curación, es una de las expresiones privilegiadas de la
economía salvífica de Dios. Un Dios que en Cristo, se ha revelado no sólo
como “medicamento” sino también como salud.
+ En el contexto sociocultural actual, especialmente en occidente, esta visión
pude ser influenciada negativamente de algunos fenómenos como: 1) la
exasperación del valor de la salud, elevada a la categoría de bien máximo, de
paradigma de la felicidad, de signo de identidad y símbolo del hombre exitoso,
y como consecuencia el rechazo a lo frágil y vulnerable, 2) un debilitamiento o
relativismo del dogma y moral de la fe. 3) la pérdida de la incisividad humana y
existencial de la liturgia como lugar de celebración eficaz de la salvación. 4) la
pretensión, más o menos temática, de la ciencia de proponer, junto a nuevos
modelos de salud, un nuevo modelo antropológico de hombre22. Los peligros
son la excesiva enfatización de la salud y que la soteriología se convierta en
salutologia.

3º La salud como experiencia de salvación – la salvación como


experiencia saludable.
Se debe partir en primer lugar recordando que ninguna experiencia humana, es
garantía absoluta de salvación, ni traduce plenamente su llegada. Esto también
vale para la salud. Y en segundo, es necesario precisar la sugerencia de tener
siempre presente que el concepto de experiencia no expresa toda la realidad
de salud y salvación. No todo es objeto de experiencia, ni ésta es el único
modo de conocer, pues se debe recordar que tanto salud como salvación
poseen siempre un rostro escondido.
La experiencia como hermenéutica de la salud y de la salvación y de su
relación mutua.
a) La pregunta de experiencia:
La experiencia es humana y vivida humanamente en la medida en la cual el
sujeto es capaz de hacerse biográfico y biológico, de incorporarla a la
conciencia y al proyecto de vida, de apropiarse, de desvelar el rostro
escondido, de vivirla como una realidad existencial guiada de una teología
acogida y explicita. No es posible imaginar una verdadera personalización,
interiorización y espiritualización de la salud a los márgenes de esta pregunta;
una exigencia por otra parte implicada al deseo insaciable de salud plena, a la
necesidad de incorporar el sujeto a la medicina y a la propia salud, de
humanizar los procesos de vida, de cura y de muerte, y de no desnaturalizar la
originalidad y la especificidad del ser humano en una antropología biologicista y
funcional.
En cuanto a la salvación la respuesta debe superar necesariamente la
tendencia, todavía hoy viva, de pensar en la salvación solo en términos
espirituales, como si no llegara a otras partes de la persona.
b) Modelo cristológico de la salud

22
Cfr. DUCH LL., Salud, enfermedad y religión, en: ANRUBIA E. (a cura de), La fragilidad de los
hombres: la enfermedad, la filosofía y la muerte, Cristiandad, Madrid 2008, pp. 135ss.

72
Aquello que distingue la oferta de salud de Jesús es su dimensión
experiencial. El ha “dicho” y realizado la salud en una gama de
expresiones, epifanías y sugerencias. Siempre con una intención
pedagógica clara: actuar el diseño divino de salvación integral desgranándolo
en un rico mosaico de experiencia de nueva salud, a fin que salud y salvación
se encuentren en una coincidencia maravillosa de lenguajes, convirtiéndose, en
aquellos que lo acogen, una única experiencia, aquella del hombre nuevo.
c) Lenguajes sobre la salvación saludable
+ La salvación saludable tiene siempre su origen en Dios más no es atemporal.
La salvación en la medida en que desciende y penetra en el tejido social, en los
acontecimientos de los hombres, en la ambigüedad de los eventos 23, es más
verdadera y eficaz.
+ La experiencia es capaz de reunir y de unificar las realidades o los
contenidos opuestos o distantes entre ellos: por ejemplo salud y
enfermedad; gracia y naturaleza; salvación y salud; fuerza y debilidad; etc.
+ El camino de la experiencia conduce a asumir, aunque como postulados
teológicos, el valor de las paradojas de las cuales es entrelazada la existencia
humana, sobretodo cuando es vivida en la adhesión a la Gracia, y también la
necesidad de hacer recuerdo a los así dichos “doble pensamientos” (justos y
pecadores; sanos y enfermos al mismo tiempo).
+ La experiencia de la salud, en su dinámica de salvación, nos abre a
otras coordenadas, las cuales, sin eliminar o prescindir del pensamiento
causal “colocan” la salud al interno de un tejido relacional. La
“salutogenesis” sea cristológica que social, debe ser buscada y pensada
como fruto de un mosaico de factores metafísicos, no sólo como causa –
efecto.
+ La experiencia humana es salvífica y saludable en la medida en que se
sacia en su manantial, o sea, en la acción salvífica / saludable de Dios, en
la Gracia. Se toca aquí con mano un punto culminante de la reflexión: Porque
Dios ha asumido y transformado radicalmente las realidades / eventos
humanos fundamentales (la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, el
sufrimiento y los límites radicales en la naturaleza humana) haciendo también
posible que estas realidades puedan ser vividas / experimentadas como
radicalmente nuevas / renovadas.
El sentido teológico de la muerte, evento fundamental, axiológicamente
presente en la vida, reclama el máximo empeño de la libertad, porque puede
ser vivida como acción o como pasión. El dato definitivo, está en la
posibilidad que nos es regalada de hacer de la muerte el evento definitivo
de la salvación. La última decisión sobre la salud viene tomada al
momento de confiarse a Dios, aceptando la muerte como “don redentor
de Dios”, “metiéndose a su disposición” en actitud obsequiante,
disponiendo libremente de sí mismo. (Poner la oración del enfermo).

23
Cfr. VILANOVA E., Historia de la teología cristiana III, Sígueme, Salamanca 1994, pp. 31 – 39 y 207
– 209.

73
23. Parábola del Buen Samaritano

1. De prójimo a prójimo

No sirve de nada conocer bien la Sagrada Escritura y que se quede en eso:


“conocimiento”, sin producir ningún cambio. Hay que recordar que la Palabra de Dios
es como la semilla que cuando ha sido plantada no permanece igual, se trasforma y
da fruto, siendo uno de los frutos el ver al que está de cerca como Jesucristo lo ve.

“Sólo quien ha visto a Cristo puede mirar a los demás como Cristo los miraba, y de
esta manera ayudarles a convertirse al Amor”24.

a) Identificándose como prójimo

En el evangelio de Lucas ¿Quién es el prójimo? (Cfr. Lc. 10, 25-37), el tema en


discusión es entre Jesús y un escriba, donde Jesús desarrolla el tema mediante la
parábola conocida como “El Buen Samaritano”. Parábola que a lo largo de la historia
de la Iglesia ha tendido diferentes interpretaciones y respuestas a dicha pregunta.

Es interesante descubrir como, mientras el doctor de la ley habla de vida “eterna” en


su respuesta, Jesús habla sólo de “vivir”. Jesús, más que preocuparse por la vida
eterna, invita a reflexionar sobre la vida que actualmente se está viviendo y si ésta
puede llamarse vida25. Jesús no se centra en lo que todavía no es, sino en lo que ya
tiene la oportunidad de ser, en la vida cotidiana y el modo como se vive.

Teniendo en cuenta que la vida es la oportunidad de escribir una historia, la pregunta


¿Quién es mi prójimo? se convierte en algo que no se puede predecir, sino que se
tiene que descubrir.

La parábola del Buen Samaritano implica que la pregunta relativa al prójimo no tenga
una respuesta prevista, ya que debe ser insertada en las circunstancias imprevistas de
la vida y de la muerte donde el amor se inventa pidiendo vigilancia e iniciativa. La
parábola pone en movimiento la identidad, ya que el maestro de la ley que escucha la
parábola no puede identificarse con el hombre de Dios26.

A la pregunta ¿Quién es el prójimo? Jesús no enseña un programa detallado de cosas


que se deben de hacer, sino que responde con la experiencia.

Es con su persona que da la respuesta: ya Jesús ha sido el primero en hacerse


prójimo de todos. Y el discípulo de Cristo lo sabe, por lo que siguiendo su ejemplo, su
tarea es aquella de ser capaz de amar a todos; no buscando simpatía, sino de saber
conmoverse delante del necesitado 27 . Lo esencial es que los discípulos de Jesús
hagan todo lo posible por convertirse en prójimos de quien pueda tener necesidad28.

24 HERNÁNDEZ DIAZ C., El hombre: imagen de Dios, Antropología cristiana, Asociación


Mexicana de promoción y cultura social, A. C., México 2001, p. 67.
25 Cfr. MORICONI B., Farsi prossimo. Meditazione sulla parabola del Buon Samaritano, Città

Nuova, Roma 2006, p. 43.


26 Cfr. REDALIÉ Y., Amare se stesso come altro, en: STEFANI P. (a cura di), Amore del

prossimo, Morcelliana, Brescia 2008, p. 123.


27 Cfr. MORICONI B., Farsi prossimo..., ob. cit., p. 45.
28 Cfr. Ibidem, p. 101.

74
Así, la pregunta se transforma y se puede descubrir que el prójimo no es en primer
lugar el necesitado, sino aquel que tiene misericordia29.

El prójimo es la persona misma en cuanto se acerca a otra persona, sobre todo si


tiene necesidad. Es aquel que está cercano, aquel que ha sido invitado a hacerse
prójimo en nombre del Padre del cielo.

El prójimo no es cualquiera que se reconoce fuera de uno mismo, sino aquel en el que
se debe convertir uno mismo30. Por lo que se necesita ayudar al discípulo misionero de
la salud a identificarse como prójimo de sí mismo en Cristo y desde Cristo.

“Has esto y vivirás”, lo que invita a “hacerse”, ha convertirse en prójimos en el


momento de la necesidad, sin ver la identidad del necesitado31. Sabiendo acercarse y
detenerse junto al necesitado después de descubrir la riqueza e identidad que brota
del corazón. Mas, el primer movimiento es hacia dentro de sí mismo, por lo que tiene
capital importancia cuidarse a sí mismo, darse sus propios tiempos para el crecimiento
personal.

b) El prójimo inicia su misión de curar en sí mismo

“Las personas que tienen como misión cuidar de los demás, antes han de saber
cuidarse de sí mismas” 32 . Cuidarse a sí mismo debe de ser una de las tareas
indispensables para nosotros.

El discípulo misionero de la salud ha de tener cuidado de su cuerpo, empeñarse por


mantenerlo sano, además de alimentar el espíritu y cultivar la unión con Dios mediante
la oración y los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, de donde el amor hacia los
otros asume sentido y estilo33. Para esto es necesario:

 Aprender a ponernos de frente al espejo para descubrir la imagen que tenemos


de nosotros mismos34.
 Tenemos que buscar un equilibro saludable en la propia vida, ayudados por el
Espíritu del amor, en las relaciones entre los compañeros de trabajo y en el servicio y
cura: para ser justos en las confrontaciones con Dios, con los otros y consigo mismo;
para ser fuerte y defender con coraje eso que retiene justo; para ser templado en el
actuar; para ser prudente en el conocimiento de sí mismo y la realidad que circunda y
para saber evaluar los objetivos y el medio que utiliza35.
 Debemos aprender a cuidar todas las dimensiones de nuestra persona (cuerpo,
mente y espíritu) con diligencia y responsabilidad.

29 Cfr. REDALIÉ Y., Amare se stesso..., art. cit., p. 123.


30 Cfr. MORICONI B., Farsi prossimo..., ob. cit., p. 108.
31 Cfr. Ibidem, p. 101.
32 SANDRIN L. - CALDUCH-BENAGES N. – TORRALDA F., Cuidarse a sí mismo. Para ayudar

sin quemarse, PPC, Madrid 2007, p. 73.


33 Cfr. BRUSCO A., Attraversare il guado insieme. Accompagnamento psico-pastorale del

malato, Il Segno dei Gabrielli, Verona 2007, pp. 47s.


34 Cfr. IDEM, Affondare le radici estendere i rami. Itinerario di crescita umana e spirituale,

Camilliane, Torino 1999, pp. 19-27.


35 Cfr. SANDRIN L., Abbi cura di te. C’è un tempo per gli altri e un tempo per sè, Camilliane,

Torino 2007, pp. 110s.

75
 Debemos de ser capaces de reconocer nuestras propias fuerzas y límites, en
miras a mejorar la relación con nosotros mismos y con los demás36.
 Debemos hacer conciencia en nosotros mismos, de que hay un tiempo para
curar a los otros y un tiempo para curarnos a nosotros mismos; un tiempo para ayudar
a quien tiene necesidad y un tiempo para estar con los más queridos. Siendo estos
tiempos un momento donde se puede redescubrir cualquier cosa de nosotros
mismos37.
 Debemos aprender a trabajar sobre nuestras emociones y sentimientos, a
darles un nombre, reconocerlos, aceptarlos, integrarlos, expresarlos38.
 Necesita aprender a integrar lo negativo de nuestra propia persona39.
 Es importante ver las propias heridas y buscar curarlas, pero también hay que
saber recordar las experiencias positivas que se han vivido, las alegrías, descubrir los
propios medios para ir hacia delante, entrar en contacto con el potencial de posibilidad
y de energías que están dentro de cada uno y que Dios nos ha donado.
 Una auténtica existencia incluye una capacidad de aceptar el pasado para vivir
libremente las realidades ofrecidas por el presente, invirtiendo en las posibilidades que
se abren para el futuro y aceptando la responsabilidad de actuar40.
Para saber quién es nuestro prójimo, necesitamos detenernos en nosotros
mismos y tener misericordia, sorprendiendo nuestros propios intereses e
interesándonos por las necesidades del otro, pues no debemos olvidar que la medida
somos nosotros mismos.

c) Para hacerse prójimo del prójimo que está necesitado

Después de descubrir que uno es prójimo de sí mismo seremos capaces de descubrir


al prójimo en quienquiera que se encuentre frente a nosotros y acercarnos.

Es lo que pasa con el samaritano que se detiene porque, misteriosamente, encuentra


los sentimientos del Padre Celestial y se le conmueven las visceras41. Al ver al hombre
tirado sobre el camino lo ve como si se viera en él. “Ama a su prójimo como a sí
mismo”. Ve sólo a un hombre necesitado y se conmueve, a diferencia del sacerdote y
del levita que también lo habían visto, mas sólo el samaritano lo ve verdaderamente,
ya que su modo de ver es el modo de ver de Dios que es siempre compasivo. Es todo
un “hacer por” y sus manos son de verdad manos que se ponen en movimiento. No se
queda pasivo, pues se descubre en el que tiene necesidad.

El lector de la parábola debe entender que la conmoción del samaritano es una


conmoción profundamente humana y al mismo tiempo profundamente divina. Siendo
ese sentimiento traducido en atención que lo mueve ha “convertirse” en prójimo de
aquel hombre que representa a todos los tienen necesidad de ayuda42.

36 Cfr. SANDRIN L. - CALDUCH-BENAGES N. – TORRALDA F., Cuidarse a sí mismo…, ob.


cit., p. 75.
37 Cfr. SANDRIN L., Abbi cura di te..., ob. cit., p. 78.
38 Cfr. BRUSCO A., Affondare le radici..., ob. cit. pp. 49-63.
39 Cfr. Ibidem, pp. 65-83.
40 Cfr. SANDRIN L., Abbi cura di te..., ob. cit., p. 116.
41 El conmoverse en las viseras, corresponde, de hecho, al sentimiento divino ya revelado en el

Antiguo Testamento, conteniendo connotaciones “maternales”, está unido a la gracia, la


misericordia e indica el máximo de la implicación divina en su relación con los hombres. Cfr.
MORICONI B., Farsi prossimo..., ob. cit., p. 76.
42 Cfr. Ibidem, p. 74.

76
Dios nos busca como hombres en la vida cotidiana y es en el hombre donde él
también quiere ser encontrado sobre todo en el más necesitado.

“Los justos responderán: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te alimentamos,


sediento y te dimos de beber, emigrante y te recibimos, desnudo y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a visitarte? El rey les contestará:
Les aseguro que lo que han hecho a uno solo de éstos, mis hermanos menores, me lo
hicieron a mí.” ( Mt. 25, 37 – 40).

Así el maestro de la ley, al igual que el discípulo de Cristo, están invitados más que a
hacerse intérpretes de lo que está prescrito en la ley, a hacerse intérpretes de lo que
viene, de lo improviso, de lo que no se espera y que cambia los caminos de la vida.
Interpretación que surge de cada mirada llena de misericordia y de reconocimiento en
cada hombre.

Su corazón se conmueve dentro de él como el de una madre por su hijo, “temblando


de compasión”. Compasión que expresa una atracción visceral accionada por la
fragilidad, por la debilidad y por el sufrimiento de uno que se siente responsable de
otro, en cuanto es “maternalmente” implicado, lo que lo lleva a actualizar el amor
primero.

Los gestos generosos y concretos del samaritano hacia el hombre herido son
iluminados por la asunción interior de responsabilidad 43 . Ya que sin los gestos
concretos del samaritano que interrumpe su camino para hacerse cargo sólo de aquel
hombre, ese hombre habría permanecido ahí sin rostro ni dignidad y destinado a morir.
Es en los brazos de aquel que lo socorre donde comienza a ser de nuevo él mismo y
al mismo tiempo es capaz de ver el propio rostro en aquel su benefactor que se ha
preocupado y continúa a preocuparse de él, aunque por medio del posadero44.

Se dan así una serie de movimientos donde:

1° El que se ha reconocido primero a sí mismo como prójimo

2° Es capaz de descubrir al prójimo que está necesitado;

3° En la dignidad que le da el que se hizo prójimo el necesitado se reconoce así


mismo como prójimo, siendo capaz de descubrir su propio rostro.

4° Y por último el que ha sido socorrido es capaz de descubrir en el hombre que supo
detenerse, a su prójimo.

De esta manera experimentan los dos, de una manera más plena, la gracia o el don de
ser prójimo, pues se reconocen como prójimos, pero al mismo tiempo, diferentes uno
del otro.

d) En busca de un estilo integrado

 Se tiene que comenzar por revitalizar la existencia; un medio muy eficaz para
ello es el así llamado “sacramento del momento presente”, que devuelve a cada

43 Cfr. Ibidem, p. 75.


44 Cfr. Ibidem, p. 109.

77
momento de la vida su dignidad, su profundidad y su totalidad. Vivir el presente lleva a
vivir día a día y momento a momento, siendo el gran mandamiento que lleva y anima a
renovar la propia vida45.
 Buscar la autorrealización y trascendencia en lo que hacemos.
 Debemos procurar cumplir nuestra misión siendo conscientes de que tiene su
origen en Dios y de que se realiza en la tierra. Tenemos en la misión que crecer como
hijos de Dios, pues en el cumplimiento de nuestra misión personal tenemos la
oportunidad de imitar a Jesús y poder avanzar en el proceso de crecimiento como
personas e hijos de Dios bajo el impulso del Espíritu46.
 Servir al prójimo como Jesús y en Jesús: Pues Jesús debe encarnar en nuestra
vida el amor y el servicio. De la misma manera, toda misión personal del discípulo
misionero de la salud consiste en un servicio desinteresado a favor de los enfermos.
 Se necesita acercarse a las personas con una actitud de participación más bien
que de lejanía; de sintonía y de compasión, más que de racionalidad abstracta. Se
necesita una voz que confirma la importancia de la persona, de su singularidad en
cuanto solicita ser tomada en consideración por sí misma47.
 En la hospitalidad, el extraño gradualmente se transforma en alguien familiar.
Esta situación tiene una gran fuerza de ánimo y una capacidad para situarse frente al
otro con una riqueza de actitudes positivas como: considerar al otro como misterio, ya
que es portador de valores y de recursos que se escapan a la observación superficial y
es artífice de un proyecto personal; la confianza, ya que quien está habituado a la
confianza es llevado a creer en el otro demostrando ser capaz de aceptación y de
respeto; la tolerancia, que exige una fuerza interior que lleva al individuo a superar el
propio narcisismo, a ser flexible, a aceptar el desafío que viene de otros modos de ver
las cosas; la comprensión, para lo cual es necesario saber escuchar de una manera
activa y ser capaz de recoger no sólo los contenidos de la comunicación, sino también
las resonancias emotivas; la compasión, la cual fluye del corazón de la persona que ha
sabido reconciliarse con la propia condición finita, aceptando e integrando las propias
heridas; el servicio, el cual, para ser auténtico, tiene que verse empapado por la
gratuidad; la gratuidad, tal actitud que lleva a tomar conciencia del don recibido y de la
persona que lo prodiga, suscitando sentimientos de alegría y deseo de corresponder;
el amor, ya que las características de la hospitalidad encuentran una síntesis
precisamente en el amor; la reciprocidad, ya que quien acoge, también está en la
posición y posibilidad de recibir 48 . En suma, esta relación tiene que darse en el
movimiento de dar y recibir para acoger al que trabaja junto a nosotros auténticamente
y evitar el deseo de dominarlo.
 Para crear una relación auténtica es necesario aprender del doble movimiento
que tiene el árbol, ya que mientras sus raíces son más profundas, sus ramas se
extienden más. De igual manera, no es posible un crecimiento auténtico si la persona
se encierra en sí mismo.
 La comprensión es una cualidad del corazón más que de la ciencia y del
conocimiento; va más allá de los datos o exámenes clínicos y del diagnóstico porque
observa al otro como persona49.
Teniendo así una serie de cosas a observar para buscar un estilo integrador que
ayude a una sana y equilibrada relación del equipo del Hospital.)

45 Cfr. GONZALEZ VALLÉS C., Mis amigos, los sentidos. Teoría y práctica de la integración
orgánica en la vida del espíritu, Sal Terrae, Santander 1996, pp. 30s.
46 Cfr. GONZALEZ J.L., Acompañamiento espiritual integrador. Modelando a Jesús con la guía

de su Espíritu, Teresianum, Roma 2000, p. 163.


47 Cfr. BRUSCO A., Medicina, spiritualità e pastorale sanitaria, en: CINÀ G. (a cura di),

Medicina e spiritualità. Un rapporto antico e moderno per la cura della persona, Camilliane,
Torino 1998, p. 134.
48 Cfr. IDEM, Affondare le radici..., ob. cit., pp. 120-126.
49 Cfr. GRANDI V., Cristo buon samanritano, Camilliane, Torino 2002, p. 58.

78
MODULO IV

EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

24. SS Pio XII

El 2 de marzo de 1939, el Cardenal Eugenio Pacelli es elegido Papa. El sentido


cristiano del sufrimiento para Pio XII toca los aspectos morales, pastorales,
doctrinales.
 En cuanto a la moral del dolor, la fue exponiendo en las alocuciones que
tuvo con las distintas asociaciones de médicos y especialistas50.
Decía a los médicos que frente a al misterioso problema del dolor, ¿Qué
respuestas podrá darse el médico a sí mismo y al que sufre ante el sufrimiento
y la muerte? Solamente un corazón puro y una fe viva y profunda sabrán
encontrar acentos de íntima sinceridad y convicción capaces de hacer aceptar
las respuestas del mismo Divino Maestro.
Pío XII insiste que el sufrimiento no es inútil ni estéril; que si lo aceptan con
espíritu de fe y esperanza están cumpliendo la voluntad del Padre y
“completando” lo que falta a la pasión de Cristo. Cuando los que sufren oran,
hacen como violencia al cielo, al Corazón de Jesús a oír sus súplicas y
descienden las gracias sobre el mundo; torna la luz, el amor y renace la vida51.
Por esto, “el dolor no constituye un hecho puramente negativo, ya que por lo
contrario, va asociado a los valores religiosos y morales elevados”. El cristiano
no tiene nunca la obligación de aceptar el dolor por el dolor; debe considerarlo
como un medio, más o menos apto, según las circunstancia, para el fin que se
pretenda. La aceptación del dolor físico no es sino una manera, entre muchas,
de significar lo que constituye lo esencial, que es la voluntad de amar a Dios y
servirle en todo… El sufrimiento se debe de utilizar como un estimulante en su
esfuerzo de ascensión espiritual y purificación52.
 En cuanto a la pastoral que se debe seguir con los enfermos y con todos
los que sufren, señala actitudes que el trabajador de salud debe poseer, en
imperiosa necesidad de descubrir a Cristo en sus rostros.
Todo enfermo es la imagen de Jesús (Mt.25,39-40). Si se tiene viva esa fe; si
detrás de los rostros humanos, rostros contraídos por el espasmo o
empalidecidos por la consumación del organismo… si detrás de todos los
rostros sabemos ver a Jesús no sentiremos el paso de la capilla a la sala o
casa donde están los enfermos. No habrá ninguna interrupción de nuestro

50
Entre las alocuciones más importantes están:
- A la Unión italiana Médico – biológica San Lucas, 11 de noviembre de 1944.
- A un grupo de médicos de las Fuerzas Aliadas, 30 de enero de 1945.
- Al IV Congreso Internacional de Médicos Católicos, 29 de septiembre de 1949.
- Al personal sanitario de Roma, 7 de junio de 1952.
- Al IV Congreso Internacional de la Unión Médica Latina, 16 de abril de 1955.
- Discurso sobre la analgesia, 24 de febrero de 1957.
51
Cfr. Pío XII, Anuncio Petrus: la voz del Papa durante el año 1957, págs. 179-180.
52
Ibidem.

79
coloquio con Él; no habrá ninguna distracción, ningún olvido de lo que Él es, de
lo que Él quiere53.
Para lo que se requiere una gran preparación, ya que el enfermero, el médico,
tienen que responder no de un asunto material sino de una persona que está
hecha “a imagen y semejanza de Dios”.
El enfermero debe poseer, además, cualidades morales no menos dignas de
considerar; un tacto discreto y modesto, sensible y fino, que sepa intuir los
sufrimientos y deseos de los enfermos, lo que se debe y lo que no se debe
decir… Su profesión es una entrega completa al enfermo, sea rico o pobre, sea
simpático o desagradable… La Paciencia forma parte de esa entrega total…
pero existen virtudes más elevadas, a las que la fe cristiana confiere un
particular esplendor; esto es, el respeto hacia el enfermo, la veracidad y la
firmeza moral. Respeto hacia aquél que a veces, llega a perder mucho de lo
que al hombre hace respetable… respeto hacia su cuerpo… Deben servir a los
enfermos como a Cristo mismo54.
 Aspectos de tipo doctrinal.
+ Las dimensiones del dolor – sufrimiento. No sólo es corporal, sino espiritual,
moral y social.
+ La insistencia en el valor redentivo del sufrimiento y en que los enfermos
ofrezcan sus padecimientos por el bien de la Iglesia y del mundo. Afirma que
son mucho más útiles en la Iglesia los miembros que parecen más débiles, que
aquellos que tenemos por grandes personajes y a quienes damos un valor que
no tienen.

25. SS Juan XXIII

El 9 de octubre de 1958, es elegido Papa el cardenal Ángelo Roncalli. El buen


papa Juan, el papa de la paz. En su corto pontificado (menos de cinco años),
Juan XXIII cambió el tradicional estilo de los Pontífices, salió del Vaticano a
visitar las parroquias de Roma y algunas ciudades italianas y convocó al
Concilio Vaticano II para renovar la Iglesia, poniéndola más acorde con los
cambios y problemas del mundo contemporáneo.
Su enseñanza fundamental en cuanto a la vida y la salud, la encontramos en
su encíclica Mater et Magistra:
La transmisión de la vida humana ha sido confiada por la naturaleza a un acto
personal y consciente y, como tal, sujeto a las sapientísimas leyes de Dios;
leyes inviolables e inmutables que han de ser acatadas y observadas.
La vida humana es sagrada: desde que aflora es menester que intervenga en
ella directamente la acción creadora de Dios. Al violar sus leyes, se ofende a la
divinidad, se degrada el hombre y la humanidad, y se debilita además la misma
comunidad de la cual se es miembro (MM 201-202).

53
Cfr. Pío XII, en: Galindo Pascual, Colección de Encíclicas y Documentos Pontificios, Tomo I, Madrid,
págs. 1331-1334.
54
Ibid. pág. 1443.

80
En lo referente a la concepción del dolor – sufrimiento y a su atención pastoral,
Juan XXIII sigue directamente a Pío XII, con el interés de hacer vivir y
comprender más la doctrina de su predecesor, tan densa y llena de contenidos
teológicos.
 Subraya el fundamento antropológico del sufrimiento, recordándonos
cómo la condición humana está sujeta al dolor, a la limitación.
El dolor físico y moral es el compañero inseparable de nuestra existencia. La
alegría, fruto de la paz, no es de todos los días. Nuestro patrimonio es también
el dolor, aunque, como es natural, querríamos rechazarlo y no estamos
siempre inclinados a soportarlo con paciencia55.
 En cuanto a las dimensiones de sufrimiento encontramos: la moral,
ascética, pastoral, doctrinal y social. El Papa Juan XXIII profundiza un poco
más el ejemplo de María en la vivencia y acompañamiento del dolor
humano.
Las citas bíblicas que utiliza para fundamentar su pensamiento, entre otras,
son: Col 1,24; Jn. 12,24; 1 Pe 4,13. Con frecuencia hace alusión a la crucifixión
del Señor: Mt. 27,32-37; la agonía en el Getsemaní Lc. 22, 3-45. Insiste mucho
en el ofrecimiento del dolor, del sufrimiento, para la salvación de los hombres,
en la aceptación del mismo con amor y espíritu de fe56.

26. Concilio Vaticano II

El mundo del sufrimiento fue un tema presente en los debates del Concilio y
varios de sus documentos recoger las conclusiones o directrices de la Iglesia
en esta materia.
En la Constitución Dogmática Lumen Gentium se afirma que la Iglesia es signo
e instrumento universal de la salud, de la restauración plena de la Humanidad,
que ya comenzó en Cristo. Pero mientras no llegue el cielo nuevo, la Iglesia
misma vive entre las criaturas “que gimen con dolores de parto al presente”
esperando la manifestación plena de la salvación (Cfr. LG 48).
Esta verdad lleva al Concilio a reconocer que le camino de la Iglesia es el
camino de la humanidad que sufre y que espera. Como lo expresa la
Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Moderno. La Iglesia está
llamada a mostrarnos que la verdad definitiva que nos libera del sufrimiento y
de la muerte, iluminando el sentido de nuestra vida, es Jesucristo (Cfr. GS 10).
Finalmente, el Concilio nos entregó un precioso documento en lo que respecta
a la Pastoral de la Salud.
Mensaje del Concilio a los enfermos, a los pobres, a los que sufren
Para todos ustedes, hermanos que sufren, visitados por el dolor en sus mil
modos, el Concilio tiene un mensaje muy especial.

55
Juan XXIII, Mensaje Espiritual, Madrid, 1979, pág. 170.
56
Cfr. Jesús A. Martínez, Teología del sufrimiento en el magisterio pontificio reciente, Caracas, 1985,
pág. 33.

81
Siente fijos sobre él sus ojos implorantes, brillantes por la fiebre o abatidos por
la fatiga, miradas interrogadas que buscan en vano el porqué del sufrimiento
humano y que preguntan ansiosamente cuándo y de dónde vendrá el consuelo.
Hermanos muy queridos, sentimos muy profundamente resonar en nuestros
corazones de padres y pastores sus gemidos y lamentos. Y nuestra pena
aumenta al pensar que no está en nuestro poder el conceder la salud corporal,
ni tampoco la disminución de sus dolores físicos que, médicos, enfermeros y
todos los que se consagran a los enfermos, se esfuerzan en aliviar lo más
posible.
Pero tenemos una cosa más profunda y más preciosa que ofrecer, la única
verdad capaz de responder al misterio del sufrimiento y de darles un alivio sin
embargo: la fe y la unión al Varón de dolores, a Cristo, Hijo de Dios, crucificado
por nuestros pecados y nuestra salvación.
Cristo no suprimió el sufrimiento y tampoco ha querido desvelar enteramente
su misterio: Él lo tomó sobre sí, y eso es bastante para que nosotros
comprendamos todo su valor.
¡Oh ustedes que sienten más pesadamente el peso de la cruz! Ustedes que
son pobres y desamparados, los que lloran, los que son perseguidos por la
justicia, ustedes sobre los que se calla, ustedes los desconocidos del dolor,
tengan ánimo; son los preferidos del Reino de Dios, el reino de la esperanza,
de la bondad y de la vida; son los hermanos de Cristo paciente, y con Él si
quieren, salvarán al mundo.
He aquí la ciencia cristiana del dolor, la única que da la paz. Sepan que no
están solos, ni separados, ni abandonados, ni inútiles: son los llamados por
Cristo; su viva y transparente imagen. En su nombre, el Concilio los saluda con
amor, les da las gracias, les asegura la amistad y la asistencia de la Iglesia y
los bendice.

27. SS Paulo VI

Juan Bautista Montini (1887 – 1978) sirvió a la Iglesia como Sumo Pontífice de
1963 a 1978. Le tocó realizar y aplicar todas las reformas que sus
predecesores habían querido hacer en la Iglesia. Continuó y concluyó el
Concilio.
De una gran fecundidad doctrinal, abordó todas las facetas de la teología del
sufrimiento, e hizo alusión frecuente a las condiciones sociales en que se gesta
el dolor. Su pronunciación contra todo método artificial de control de la
natalidad – en la encíclica Humanae Vitae – le acarreó fuertes críticas en
sectores intra y extra eclesiales, las cuales no le hicieron modificar nunca sus
líneas directrices en esta materia.
 Abordó, como los pontífices anteriores, la dimensión antropológica del
sufrimiento, interpretándolo sin embargo como punto de encuentro, de
comunión, si se le vive en la fe57.

57
Cfr. Pablo VI, Enseñanzas al Pueblo de Dios, Roma, 1974, pág. 264.

82
 El fundamento bíblico de su doctrina sobre el sufrimiento, es muy amplio.
Él mismo dice que no terminaría nunca si hiciera una antología de las
enseñanzas de la Escritura sobre la necesidad, la dignidad y la presencia
del sufrimiento en el discípulo de Cristo58.
Los grandes rasgos doctrinales de sus orientaciones son:
+ Dimensión redentiva – oblativa del dolor.
+ Semejanza teológica del enfermo con Cristo, valor de su sufrimiento para la
Iglesia.
+ Deber de solidaridad para con los enfermos; necesidad de labor pastoral.
+ Diversidad de sufrimientos: morales, espirituales, a veces más grandes que
los físicos.
+ Teología de la cruz: el cristiano no debe temerle; por el contrario, el
seguimiento de Cristo comportará renuncias y sufrimientos ante una sociedad
que niega la común dignidad de todos y que persigue a quienes luchan por la
justicia. El mismo ejemplo de Cristo nos lo está recordando.
La venida del Espíritu Santo no elimina la Cruz de la realidad humana; no es un
talismán, que inmunice la vida contra el sufrimiento y las desgracias.
 Por último, podemos afirmar que el aspecto social del sufrimiento
constituye el aporte más amplio y novedoso de Pablo VI en esta materia,
profundizando temas como: el hambre, la destrucción, la contaminación
ambiental, las injustas condiciones de vida, como factores de inmenso
sufrimiento en el hombre de hoy. Un agente de pastoral de salud no puede
desentenderse del compromiso social bajo la excusa de que el suyo es un
trabajo exclusivamente de asistencia individual al enfermo; tiene que
conocer estas situaciones y comprometerse en el logro de una sociedad
más justa y solidaria, y –por lo mismo – más sana.
En este sentido, con su doctrina extiende el concepto de enfermedad, para
aplicarlo al mundo, no únicamente al individuo. El mundo está enfermo. Su mal
está menos en la esterilización de los recursos y en su acaparamiento por parte
de algunos, que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos
(Cfr. PP 66).
El aspecto social de la salud exige acciones inmediatas y compromisos
urgentes: La lucha contra el hambre en el mundo (Cfr. PP 45 – 46);
Construcción de una sociedad más solidaria “donde todo hombre, sin
excepción de raza, religión o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente
humana” (Cfr. PP 47); La ayuda de los pueblos ricos a los pueblos pobres, en
alimentos y tecnología (Cfr. PP 48-50).
Finalmente, hemos de recordar que se debe a Pablo VI el importante y
polémico documento Humanae Vitae (1968), sobre la regulación de la
natalidad, encíclica que plantea la paternidad responsable y la licitud de la
regulación natural de los nacimientos, al tiempo que presenta como no
aceptables los métodos artificiales de control natal.

58
Cfr. Ibid, pág. 82.

83
28. SS Juan Pablo I

El breve pontificado de Albino Luciani (del 26 de agosto al 28 de septiembre de


1978), quien tomó el nombre de Juan Pablo I, no le permitió desarrollar
propiamente una línea magisterial en torno al sufrimiento y a la pastoral de
salud. No obstante, resaltamos su referencia al mundo de los enfermos y de
cuantos sufren en el Mensaje programático de su pontificado, su propósito de
aplicar el Concilio Vaticano II y su énfasis en la dimensión evangelizadora de
toda actividad de la Iglesia, puntos todos que influyen directamente en la
Pastoral de la Salud.
De sus catequesis, alocuciones y homilías, destacamos las siguientes palabras
dirigidas a los enfermos:
Lo saben, Jesús lo ha dicho: me escondo tras ellos, lo que a ellos se hace a mí
se me hace. Por tanto, en sus personas veneramos al Señor mismo, y les
deseamos que el Señor esté cerca de ellos, les ayude y los sostenga 59.

29. SS Juan Pablo II

El 6 de octubre de 1978 el cardenal Karol Wojtyla, que viene de Polonia, una


tierra de contrastes donde el dolor se funde con la fe y la alegría, es elegido
Papa de la Iglesia Universal.
La personalidad de Juan Pablo II es sumamente atrayente. Es sencillo e
imponente a la vez. Sabe cómo llevar y manejar situaciones que parecen ser
desesperantes. Es tierno, pero al mismo tiempo fuerte. Sus grandes predilectos
son los niños y los enfermos, los que sufren.
Lo primero que hizo el Papa, después de tomar las riendas de la Iglesia, fue
visitar a un amigo enfermo en el policlínico Gemelli, y en esa ocasión dice: que
aunque sean débiles, mirando sus condiciones físicas, aunque estén enfermos,
también son muy poderosos, como es poderoso Jesucristo crucificado. De tal
manera que su fuerza está en su semejanza con Él mismo.
El Papa fue probado por el dolor, viéndose obligado a pasar por la dura prueba
de un atentado contra su vida. Y es Juan Pablo II quien nos regala la Salvifici
Doloris, primer documento de la Iglesia que desarrolla como tema central el
sufrimiento. También a este Papa se debe la institución de un dicasterio
específico para la pastoral de salud: El Pontificio Consejo para la Pastoral de
los agentes sanitarios.

a) La Salvifici Doloris
El sufrimiento humano, aún habiendo sido tratado en muchas ocasiones y por
diversos pontífices, no había sido desarrollado doctrinalmente de una forma
orgánica.
Su diseño general sigue un modelo de “circularidad hermenéutica” por el cual,
partiendo del nivel del sufrimiento humano, cada reflexión envía a una

59
Cfr. Juan Pablo I, Catequesis del miércoles 13 de septiembre de 1978.

84
subsiguiente, para retomar en el final (cargada de los elementos adquiridos a lo
largo del camino) al nivel inicial (que viene a ser el “final”). Cada etapa de este
itinerario viene elaborada en el Capítulo y se puede esquematizar como se
observa en el gráfico siguiente.

Después de una introducción general (Cap. I) se expone el mundo del


sufrimiento humano (Cap. II) con su compleja combinación de sufrimiento físico
y moral, aportando amplias referencias de la Sagrada Escritura, a la que define
como “un gran libro sobre el sufrimiento”. Un punto de particular interés es la
concepción de sufrimiento como un “mal”, recordando cómo, en la lengua
hebrea del Antiguo Testamento, no existe un término diferente del “mal” para
expresar el sufrimiento. Con ello se supera aquella falta ascesis cristiana en la
cual se subrayaba el “bien” del sufrimiento e incluso se lo buscaba como algo
deseable y bueno. Se encuentra un eco a la idea agustiniana del mal como
privación del bien, y a la concepción de Teilhard que habla del mal como
“pasividad de disminución”.
El capítulo III expone el drama del “por qué”: a la búsqueda de una respuesta
siguiendo sobre el sufrimiento. Inicia la búsqueda siguiendo el mismo proceso
histórico del Pueblo de Israel: en un principio, la enfermedad y el sufrimiento
son la consecuencia de una relación de causa – efecto entre pecado (mal
cometido) y sufrimiento (mal padecido como un castigo). Pero, aún desde el
mismo libro de Job, se concluye que no es verdad que todo sufrimiento sea
consecuencia de la culpa y tenga carácter de castigo (cfr. SD 11).
En el caso de Job el sufrimiento tiene carácter de prueba. Finalmente el
capítulo destaca otro aspecto importante de este tema en el AT: el sufrimiento
tiene un carácter educativo y reconstructivo. “El sufrimiento debe servir para la
conversión, es decir, para la reconstrucción del bien en el sujeto” (SD 12), que
puede reconocer así la misericordia divina.
Más, para encontrar una respuesta definitiva al sentido del sufrimiento, se hace
necesario contemplar el misterio de la Redención. A ello se dedica todo un
capítulo IV, Jesucristo: sufrimiento vencido por el amor. En una perspectiva

85
escatológica se evidencia cómo el más grande sufrimiento que experimenta el
hombre es el sufrimiento definitivo, la muerte (en el sentido de pérdida de la
vida eterna). Y es de esa misma muerte de la que nos ha liberado Cristo, a
través de su propia muerte y resurrección. La victoria sobre el pecado y sobre
la muerte constituye la victoria sobre el sufrimiento a través del sufrimiento
mismo. “Cristo se acercó sobre todo al mundo del sufrimiento humano por el
hecho de haber asumido este sufrimiento en Sí mismo” (SD 16).
Del Crucificado al hombre que sufre, partícipes en los sufrimientos de Cristo
(Cap. V). La teología paulina que está a la base de la participación mística, de
la Iglesia, en la corporeidad histórica del Cristo sufriente viene estudiada en sus
varias expresiones: la corredención, la prueba, la esperanza de la gloria. En
particular se excluye toda postura victimista del Cristiano, evidenciando por el
contrario, “la verdad sobre carácter creador del sufrimiento” (SD 20); la vía de
la Cruz no es un camino ciego: ella se abre a la resurrección, a la vía de la
redención y de la gloría eterna. El Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y en esta
dimensión cada sufrimiento humano, completa el sufrimiento de Cristo; porque
Él continúa su obra redentora contemporánea en el tiempo y el espacio que
vive su Cuerpo Místico.
De tal participación es testimonio privilegiado el Evangelio del Sufrimiento (cap.
VI), no sólo porque Cristo se abrió a todo sufrimiento humano, sino porque
existe una dimensión apostólica del sufrir, que se expresa en el sufrimiento por
Cristo y a causa de Cristo. A cada hombre que sufre, Cristo se acerca desde la
Cruz, transformando su mal (mediante un proceso de aceptación y cambio
interior) es una gracia (SD 26).
Este proceso no es autónomo y requiere tiempo y acompañamiento pastoral.
Pero una vez que lo ha experimentado, el enfermo supera la sensación
deprimente de inutilidad de su sufrimiento, y se abre a la dimensión del
servicio, asociado con Cristo a la salvación de sus hermanos (SD 27).
En la vía del seguimiento de Cristo, cada uno de nosotros es invitado a ser el
Buen Samaritano (cap. VII) del Evangelio. Buen Samaritano no es sólo el
creyente, sino “todo hombre sensible al sufrimiento de los demás”.
Se ofrece una perspectiva de apertura verdaderamente significativa, en la cual
cada persona está llamada a una solidaridad efectiva con los que sufren, más
allá de las simples palabras y deseos de consolación o de las actitudes
pasivas: el evangelio es la negación de la pasividad frente al sufrimiento (SD
30). La voluntad de Dios es más bien afirmación de la vida, la superación del
dolor y el sufrimiento. Jesús paso por el mundo haciendo el bien (cfr. Mt. 24,35-
36) y a este empeño por aliviar el dolor en el mundo estamos llamados todos,
sea en forma individual o institucional.
Esta carta apostólica propone la Pastoral de la Salud como uno de los
instrumentos principales de evangelización del hombre de hoy. La Pastoral de
la Salud implica la promoción de una cultura de la vida, y exige un claro
compromiso de solidaridad y defensa de los Derechos Humanos.

86
b) Christifideles Laici
Se trata de la exhortación apostólica post-sinodal sobre la “vocación y misión
de los laicos en la Iglesia y en el mundo”. Los números 53 – 54 están
dedicados específicamente a los enfermos y a quienes sufren. Enfatiza cómo
los enfermos no son recipientes pasivos de la acción de la Iglesia, sino que
están llamados a participar en el crecimiento del Reino de Dios, a ser
verdaderos agentes de la pastoral de la salud. Y en segundo lugar, nos
recuerda que “el hombre que sufre es camino de la Iglesia”, invitando a su
decidido relanzamiento de la acción pastoral para y con los enfermos, que tiene
su expresión más significativa en la celebración sacramental con y para ellos.

c) Dolentium Hominum
Se da el 11 de febrero de 1985, mediante el cual Juan Pablo II instituyó la
“Pontificia Comisión para la pastoral de los agentes de la salud” actualmente es
lo que podríamos llamar el Ministerio o Secretaria de Salud del Vaticano.

d) Carta institutiva de la “Jornada Mundial del Enfermo”


A solicitud del Card. Fiorenzo Angelini, entonces presidente del Pontificio
Consejo de la pastoral para los agentes sanitarios, el Papa instituyó en 1992 la
Jornada Mundial del Enfermo. El día de esta Jornada es el 11 de febrero,
festividad litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes.
El Papa establece las principales finalidades de la misma:
+ Sensibilizar al pueblo de Dios y, en consecuencia, a las múltiples
instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil, en la necesidad de
asegurar la mejor asistencia a los enfermos.
+ Ayudar a quien se encuentra enfermo a valorizar, a nivel humano y
sobrenatural, el sufrimiento.
+ Implicar en la pastoral sanitaria de forma especial a las diócesis, las
comunidades cristianas, las familias religiosas.
+ Favorecer el valioso desarrollo del voluntariado.
+ Recordar la importancia de la formación espiritual y moral de los agentes
sanitarios y, finalmente, hacer que se comprenda menor la importancia de la
asistencia religiosa a los enfermos por parte de los que viven y trabajan junto a
los que sufren.
Desde 1993 se viene celebrando anualmente esta Jornada, y para cada una de
ellas el Santo Padre ha escrito mensajes de valioso contenido doctrinal y
pastoral.

e) Evangelium Vitae
Esta encíclica, promulgada el 25 de marzo de 1995, proyecta el tema básico de
la pastoral de la salud. (el respeto y el cuidado de la vida) a todos los ámbitos
de la pastoral de la Iglesia. Surge como una petición especial de los
Cardenales reunidos en Consistorio extraordinario en 1991 para tratar el

87
problema de las amenazas a la vida humana en nuestro tiempo. Acogiendo esa
petición, el Papa envió una carta personal a todos los Obispos de la Iglesia
pidiendo su colaboración (informaciones, sugerencias, propuestas) para la
redacción final del documento.
En el capitulo I partiendo del fratricidio de Caín, trata de las actuales amenazas
a la vida humana. El cap. II nos presenta el mensaje cristiano de la vida: la
vida es siempre un bien, es un don con el que Dios comparte algo de sí mismo.
Esta visión cristiana nos lleva a venerar y amar la vida de todos.
El cap. III se titula “no matarás”. El tema de la sacralidad de la vida se expone
desde la Sagrada Escritura. El mandato no matarás, tiene un valor absoluto
cuando se refiere a la persona del inocente; nada ni nadie puede autorizar la
muerte de un ser inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo
incurable o agonizante (EV 57).
Hace mención del respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte
natural.
El capítulo IV “A mi me lo hicieron”, propone la nueva cultura de la vida. Siendo
la Iglesia un pueblo para la vida; urge cultivar una mirada contemplativa,
venerar y respetar a todo hombre. Esto significa celebrar al Dios de la vida, al
Dios que da la vida.

30. SS Benedicto XVI

a) El himno de la caridad
El domingo 31 de enero de 2010 en el Ángelus el Papa Benedicto XVI habla
del “himno a la caridad” del apóstol san Pablo (1 Cor. 12, 31-13, 13). Este
camino —dice— no consiste en tener cualidades excepcionales: hablar lenguas
nuevas, conocer todos los misterios, tener una fe prodigiosa o realizar gestos
heroicos. Consiste, por el contrario, en la caridad (agape), es decir, en el amor
auténtico, el que Dios nos reveló en Jesucristo. La caridad es el don "mayor",
que da valor a todos los demás, y sin embargo "no es jactanciosa, no se
engríe"; más aún, "se alegra con la verdad" y con el bien ajeno. Quien ama
verdaderamente "no busca su propio interés", "no toma en cuenta el mal
recibido", "todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (cf. 1
Co 13, 4-7). Al final, cuando nos encontremos cara a cara con Dios, todos los
demás dones desaparecerán; el único que permanecerá para siempre será la
caridad, porque Dios es amor y nosotros seremos semejantes a él, en
comunión perfecta con él.
Por ahora, mientras estamos en este mundo, la caridad es el distintivo del
cristiano. Es la síntesis de toda su vida: de lo que cree y de lo que hace. Por
eso, al inicio de mi pontificado, quise dedicar mi primera encíclica precisamente
al tema del amor: Deus caritas est. Como recordaran, esta encíclica tiene dos
partes, que corresponden a los dos aspectos de la caridad: su significado, y
luego su aplicación práctica. El amor es la esencia de Dios mismo, es el
sentido de la creación y de la historia, es la luz que da bondad y belleza a la
existencia de cada hombre. Al mismo tiempo, el amor es, por decir así, el
"estilo" de Dios y del creyente; es el comportamiento de quien, respondiendo al

88
amor de Dios, plantea su propia vida como don de sí mismo a Dios y al prójimo.
En Jesucristo estos dos aspectos forman una unidad perfecta: él es el Amor
encarnado. Este Amor se nos reveló plenamente en Cristo crucificado. Al
contemplarlo, podemos confesar con el apóstol san Juan: "Nosotros hemos
conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él" (cf. 1 Jn 4, 16;
Deus caritas est, 1).

b) Los enfermos
El Papa pide a los enfermos adherir sus sufrimientos a los sufrimientos de
Cristo crucificado ya que el sufrimiento unido al sufrimiento de Cristo
crucificado adquiere sentido, ofreciéndolos para la salvación del mundo. En el
mensaje, el Papa denunció que la existencia de "muchos millones de personas
en condiciones de vida insalubres y falta de acceso a recursos médicos ha
hecho que los seres humanos considerados 'incurables' hayan aumentado
considerablemente".60
El obispo de Roma aseguró que los cristianos deben vivir una alegría que no
olvida el sufrimiento, sino que lo comprende mientras quienes lo padecen son,
no sólo destinatarios de atención y de cuidado, sino protagonistas de "una
peregrinación de fe y esperanza".
"La Iglesia, a la cual ha sido confiada la labor de alargar en el espacio y en el
tiempo la misión de Cristo, no puede desatender estas dos obras esenciales:
evangelización y cuidado de los enfermos en el cuerpo y en el espíritu".61
En la religión católica, explicó, el rol de los enfermos es activo porque provoca
la oración elevada a Dios con fe y, por ello, debe existir una "alianza", basada
en la "complicidad evangélica", entre quienes padecen el dolor y los
sacerdotes.
De esa "alianza" surge la importancia de la pastoral de los enfermos, cuyo valor
es "verdaderamente incalculable", por el "bien inmenso" que hace al enfermo y
al sacerdote, pero también a los familiares, conocidos, a la comunidad, a toda
la Iglesia y al mundo.

c) La Unción de los enfermos62


Cristo dispensa su salvación mediante los sacramentos y de manera muy
especial, a los que sufren enfermedades o tienen una discapacidad, a través de
la gracia de la Unción de los Enfermos. Para cada uno, el sufrimiento es
siempre un extraño. Su presencia nunca se puede domesticar. Por eso es difícil
de soportar y, más difícil aún -como lo han hecho algunos grandes testigos de
la santidad de Cristo- acogerlo como ingrediente de nuestra vocación o, como
lo ha formulado Santa Bernardita, aceptar "sufrir todo en silencio para agradar
a Jesús". Para poder decir esto hay que haber recorrido un largo camino en
unión con Jesús. Desde ese momento, en compensación, es posible confiar en

60
Cfr. Mensaje de SS Benedicto XVI dada en la jornada mundial de los enfermos en el Vaticano el 11 de
febrero de 2007.
61
SS Benedicto XVI dado en el Vaticano el 11 de febrero de 2010 en la Jornada Mundial del enfermo.
62
Cfr. Homilía de SS Benedicto XVI dada en Lourdes el 15 de septiembre de 2008, con ocasión de los
150 años de las apariciones.

89
la misericordia de Dios tal como se manifiesta por la gracia del Sacramento de
los Enfermos.
La gracia propia de la Unción consiste en acoger en sí a Cristo médico. Sin
embargo, Cristo no es médico al estilo de mundo. Para curarnos, Él no
permanece fuera del sufrimiento padecido; lo alivia viniendo a habitar en quien
está afectado por la enfermedad, para llevarla consigo y vivirla junto con el
enfermo. La presencia de Cristo consigue romper el aislamiento que causa el
dolor. El hombre ya no está solo con su desdicha, sino conformado a Cristo
que se ofrece al Padre, como miembro sufriente de Cristo y participando, en Él,
al nacimiento de la nueva creación.
Sin la ayuda del Señor, el yugo de la enfermedad y el sufrimiento es
cruelmente pesado. Al recibir la Unción de los Enfermos, no queremos otro
yugo que el de Cristo, fortalecidos con la promesa que nos hizo de que su yugo
será suave y su carga ligera (cf. Mt 11,30). Invito a los que recibirán la Unción
de los Enfermos durante esta Misa a entrar en una esperanza como ésta.

d) María y los enfermos63


María con su sonrisa muestra la dignidad que nunca abandona al que sufre. La
Madre de Cristo entró en la Pasión de su Hijo por su compasión (cf. Sermón en
el domingo de la infraoctava de la Asunción de San Bernardo). Al pie de la Cruz
se cumple la profecía de Simeón de que su corazón de madre sería traspasado
(cf. Lc 2,35) por el suplicio infligido al Inocente, nacido de su carne. Igual que
Jesús lloró (cf. Jn 11,35), también María ciertamente lloró ante el cuerpo
lacerado de su Hijo. Sin embargo, su discreción nos impide medir el abismo de
su dolor; la hondura de esta aflicción queda solamente sugerida por el símbolo
tradicional de las siete espadas. Se puede decir, como de su Hijo Jesús, que
este sufrimiento la ha guiado también a Ella a la perfección (cf. Hb 2,10), para
hacerla capaz de asumir la nueva misión espiritual que su Hijo le encomienda
poco antes de expirar (cf. Jn 19,30): convertirse en la Madre de Cristo en sus
miembros.
María está hoy en el gozo y la gloria de la Resurrección. Las lágrimas que
derramó al pie de la Cruz se han transformado en una sonrisa que ya nada
podrá extinguir, permaneciendo intacta, sin embargo, su compasión maternal
por nosotros. María ama a cada uno de sus hijos, prestando una atención
particular a quienes, como su Hijo en la hora de su Pasión, están sumidos en el
dolor; los ama simplemente porque son sus hijos, según la voluntad de Cristo
en la Cruz.
El sonreír de María es para todos; pero se dirige muy especialmente a quienes
sufren, para que encuentren en Ella consuelo y sosiego. Buscar la sonrisa de
María no es sentimentalismo devoto o desfasado, sino más bien la expresión
justa de la relación viva y profundamente humana que nos une con la que
Cristo nos ha dado como Madre.
En la sonrisa que nos dirige la más destacada de todas las criaturas, se refleja
nuestra dignidad de hijos de Dios, la dignidad que nunca abandona a quienes
están enfermos. Esta sonrisa, reflejo verdadero de la ternura de Dios, es fuente

63
Cfr. Homilía de SS Benedicto XVI dada en Lourdes el 15 de septiembre de 2008.

90
de esperanza inquebrantable. Cuando la palabra no sabe ya encontrar
vocablos adecuados, es necesaria una presencia amorosa; buscamos
entonces no sólo la cercanía de los parientes o de aquellos a quienes nos unen
lazos de amistad, sino también la proximidad de los más íntimos por el vínculo
de la fe. Y ¿quién más íntimo que Cristo y su Santísima Madre, la Inmaculada?
Ellos son, más que nadie, capaces de entendernos y apreciar la dureza de la
lucha contra el mal y el sufrimiento.
Quisiera decir humildemente a los que sufren y a los que luchan, y están
tentados de dar la espalda a la vida: ¡Vuélvanse a María! En la sonrisa de la
Virgen está misteriosamente escondida la fuerza para continuar la lucha contra
la enfermedad y a favor de la vida. También junto a Ella se encuentra la gracia
de aceptar sin miedo ni amargura el dejar este mundo, a la hora que Dios
quiera.
En una manifestación tan simple de ternura como la sonrisa, nos damos cuenta
de que nuestra única riqueza es el amor que Dios nos regala y que pasa por el
corazón de la que ha llegado a ser nuestra Madre. Buscar esa sonrisa es ante
todo acoger la gratuidad del amor.
La sonrisa de María es una fuente de agua viva. "El que cree en mí -dice
Jesús- de sus entrañas manarán torrentes de agua viva" (Jn 7,38). María es la
que ha creído, y, de su seno, han brotado ríos de agua viva para irrigar la
historia de la humanidad. En la secuencia litúrgica de la memoria de Nuestra
Señora la Virgen de los Dolores, se honra a María con el título de Fons amoris,
"Fuente de amor". En efecto, del corazón de María brota un amor gratuito que
suscita como respuesta un amor filial, llamado a acrisolarse constantemente.
Como toda madre, y más que toda madre, María es la educadora del amor. Por
eso tantos enfermos buscan en María la "Fuente de amor" para dejarse guiar
hacia la única fuente de salvación, su Hijo, Jesús, el Salvador.

31. Magisterio de América Latina (Documento de Aparecida)

Nuestro contexto latinoamericano está enmarcado por una realidad cotidiana


de sufrimiento. Son muchas las veces en que los Obispos de América Latina,
reunidos en asambleas episcopales a nivel nacional y continental, se han
ocupado de estos problemas, tratándolos en diversos documentos.

Documento de Aparecida
Discípulos misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan
vida. (Aparecida, Brasil. 2007).
Es el primer documento que de manera explicita (cinco números específicos)
habla de los enfermos y del trabajo de la Pastoral de la Salud.
Partiendo del presupuesto que la Iglesia tienen como cometido prolongar y
actualizar el ministerio de Jesús en el aquí y ahora de la historia, los agentes
de pastoral de la salud ¿cómo podríamos aprender de Jesús las lecciones
pastorales? ¿Cómo podríamos ser colaboradores eficaces en medio de los
enfermos y necesitados, si nosotros mismos no nos dejamos conducir por el

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Buen pastor? ¿No es acaso del corazón de Cristo del que tenemos que
aprender, para que nuestros sentidos estén siempre activos?
Nos encontramos por un lado con una realidad fría en medio un
profesionalismo especializado que ha perdido la visión integral de la persona
enferma incluidos muchos que se dicen católicos, y por otro lado el testimonio
de grandes discípulos misioneros que de una manera silenciosa han y hacer
presente la integridad de la persona enferma, motivándola a descubrir y asumir
su responsabilidad y medios personales para salir adelante.
Se puede partir del hecho que ser discípulos misioneros lleva a que se asuman
tareas prioritarias que contribuyan a la dignificación de todo el ser humano.
Haciéndose hincapié de una manera concreta en los gestos de la misericordia
de Jesús para socorrer las necesidades urgentes al mismo tiempo que lograr
estructuras más justas, con posibilidades para todos y un diálogo constructivo
(Cfr. DA 384), de manera que los ciudadanos sean promovidos como sujetos
de su propio desarrollo (Cfr. DA 385). Para lo cual se necesita una promoción
humana integral, la cual no puede reducirse a algunos aspectos de la vida de
las personas. A de ser integral, es decir, que promueva a toda la persona y a
todas las personas haciéndolas sujetos de su propio desarrollo (Cfr. DA 399).
Se requiere una Pastoral social estructurada, orgánica e integral (Cfr. DA 401)
que tenga en cuenta los rostros de los nuevos excluidos (Cfr. DA 402). Como
las personas que viven en la calle (Cfr. DA 407-410), los migrantes (Cfr. DA
411 – 416), los enfermos (Cfr. DA 417 – 421), los adictos dependientes (Cfr.
DA 422 – 426), y los presos (Cfr. DA 427 – 430), siendo todos estos lugares de
un encuentro vivo y verdadero con Jesucristo.

Los enfermos:
No. 417. La Iglesia ha hecho una opción por la vida. “La gloria de Dios es que
el hombre vida”, aún el débil, el recién concedido, el gastado por los años y el
enfermo. Cristo envió a los apóstoles a predicar el Reino de Dios y a curar a los
enfermos, verdaderas catedrales del encuentro con el Señor Jesús.
No. 418. El combate a la enfermedad tiene como finalidad lograr la armonía
física, psíquica, social y espiritual para el cumplimiento de la misión recibida. La
Pastoral de la Salud es la respuesta a los grandes interrogantes de la vida,
como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrección del
Señor.
No. 419. La salud es un tema que mueve grandes intereses en el mundo. La
Pastoral de la Salud se transforma en el anuncio de la muerte y resurrección
del Señor, única verdadera salud.
No. 420. En las visitas a los enfermos en los Centros de salud, en la compañía
silenciosa al enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los
requerimientos de la enfermedad, se manifiesta, a través de los profesionales y
voluntarios discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia que arropa con su
ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo acompaña en el
tránsito definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el
sacramento de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. El

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sufrimiento humano es una experiencia especial de la cruz y de la resurrección
del Señor.
No. 421. Se debe alentar en las Iglesias particulares la Pastoral de la Salud que
incluya distintos campos de atención. Considerando de gran prioridad fomentar
una pastoral con personas que viven con VIH – Sida promoviendo el
acompañamiento comprensivo, misericordioso y la defensa de los derechos de
las personas infectadas; que implemente la información, promueva la
educación y la prevención, con criterios éticos.
Por eso, con Aparecida, se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad
del Evangelio arraigada en nuestra historia, partiendo del encuentro personal y
comunitario con Jesucristo. Lo que no dependerá tanto de grandes programas
y estructuras, sino de hombres nuevos y mujeres nuevas que encarnen dicha
tradición y novedad, siendo protagonistas de la nueva vida para una América
Latina y el Caribe. 64 Pues, para ser discípulos misioneros, no basta con
conocer los contenidos de la fe católica; es necesario vivirlos.65 De tal manera
que ser discípulo misionero de Cristo no es cuestión de ritos, sino de vida. 66
Cinco aspectos a tener en cuenta son: el Encuentro con Jesucristo, la
Conversión, el Discípulado, la Comunión y la Misión (Cfr. DA 278). Pues lo que
se quiere en el fondo es que se conozca a las personas que Dios nos confía y
llevarlas a un encuentro con Jesucristo vivo, lo que suscitará una actitud de
conversión, y la decisión de seguir a Cristo, para que, viviendo en común –
unión con Él, (DA 154 y 156) dentro de la comunidad, crezcan y sea vivo en
ellos el sentido de pertencia eclesial. Llegando así, a un proceso de formación
integral, kerigmático, permanente que contemple el acompañamiento espiritual
y los bautizados puedan así, asumir su compromiso misionero y pacen de
evangelizados a evangelizadores. Gran oportunidad que se tiene en el campo
de la salud, cada día de frente al enfermo.
Para esto Aparecida en el número 226 nos presenta cuatro ejes a tener en
cuenta: 1° Se necesita un encuentro personal con Cristo, mediante una
experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio kerigmático y sobre todo
un testimonio personal de los evangelizadores. 2° Es necesario que los fieles
se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsable en
su crecimiento, se necesita una vivencia comunitaria. 3° La formación bíblica –
doctrinal ha de ser acentuadamente vivencial y comunitaria. 4° Para llegar a un
compromiso misionero de toda la comunidad que sale al encuentro de los
alejados, interesándose por su situación.
Para la pedagogía del encuentro se puede dar de persona a persona, de casa
a casa, de comunidad a comunidad (Cfr. DA 550), poniendo atención en reflejar
a Cristo el Buen Pastor mediante encuentros en medio de la sencillez, la
solidaridad, la fraternidad, la cordialidad, la escucha, la presencia y el servicio,
utilizando nuestros sentidos para que mediante la cercanía se experimente el
amor de Dios.

64
Cfr. IRIATE G. – ORSINI M., Documento Aparecida. Síntesis – Reflexión – Aplicación, Dabar,
México 2007, p. 29.
65
Cfr. AMATULLI F., Documento de Aparecida. Extracto. Proyecto Operativo, Ed. Apóstoles de la
Palabra, México 2007, p. 32.
66
Cfr. AMATULLI F., Documento de Aparecida. Extracto. Proyecto Operativo, Ed. Apóstoles de la
Palabra, México 2007, p. 34 – 35.

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Cambio de actitudes en las personas
La Misión Continental que se esta realizando en América Latina y el Caribe, es
sobre todo para animar la vocación misionera de los cristianos, fortaleciendo
las raíces de su fe y despertando su responsabilidad para que todas las
comunidades cristianas se pongan en estado de misión permanente. Se trata
de despertar en ellos, la alegría y la fecundidad de ser discípulos de Jesucristo,
celebrando llenos de gozo el “estar – con – Él” y el “amar – como – Él”. Así, la
misión nos llevará a vivir el encuentro con Jesús como un dinamismo de
conversión personal, pastoral y eclesial que sea capaz de impulsar hacia la
santidad y el apostolado.67
Necesitamos un lenguaje que sea cercano, lleno de testimonio, de fraternidad y
de solidaridad ayudados de nuestros sentidos; nuestros enfermos y sus
familias gritan esta cercanía, por eso como discípulos misioneros de la salud
estamos llamados a estar con Jesús y amar como Jesús en la cercanía y
comprensión. Así, nuestra misión es compartir la vida que nos transmite Cristo.
Con la misión continental, que tiene como principio el Kerigma, se quiere
vitalizar el encuentro con Cristo vivo y fortalecer el sentido de pertenencia
eclesial. Ya que todos los bautizados estamos llamados a recomenzar desde
Cristo mismo, a reconocer y seguir su Presencia (Cfr. DA 549).
Estamos llamados a asumir como Jesús su destino pascual con todas sus
exigencias, participando de su misión, estando en una actitud de permanente
conversión y manteniendo la alegría de ser discípulos misioneros en el servicio
del Reino.
Servicio del Reino en la saciedad para que los nuestros pueblos tengan vida en
Cristo Jesús, y de manera especial en el servicio a los pobres, enfermos y
afligidos, (Mt. 25, 37-40) los cuales reclaman nuestro compromiso y al mismo
tiempo nos dan un testimonio vivo de fe, de paciencia en el sufrimiento y de
una constante lucha por seguir viviendo. (Cfr. DA 257)
Iniciará un cambio de personalidad pastoral que consiste en: “El cambio exigido
en la mentalidad, los criterios de juicio, las actitudes, los hábitos, los valores,
las relaciones y las opciones o preferencias que subyacen siempre en todo
agente de pastoral… no es un simple ‘sentimiento religioso’ sino un volverse
dentro de uno mismo, escuchar su propio corazón y, al mismo tiempo,
descubrir allí la voz del Padre que llama y espera la vuelta, el regreso del hijo
pródigo… de un viaje profundo de la nous humana, que se siente atraída y
llamada a acortar distancia, a dejarlo todo y volver a la casa paterna y
experimentar a la Iglesia.”68
Pues la causa más frecuente de los fracasos en la pastoral es la falta de
conversión de los Agentes, ya que el problema de cambio en las personas es
complejo, pues afecta su núcleo vital más profundo. Así, todas las auténticas
transformaciones se fraguan en el corazón de la persona.

67
Cfr. CELAM, La Misión Continental para una Iglesia Misionera, Buena Prensa, A.C., México 2008,
pp. 10 – 11.
68
GASPERIN M., XI Carta Pastoral. La Conversión Pastoral, S. E. Querétaro 2008, p. 26.

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“No hay nuevas estructuras si no hay hombres nuevos y mujeres nuevas que
movilicen y hagan converger en los pueblos ideales y poderosas energías
morales y religiosas” (DA 538).
En el fondo se trata de entender y asumir que el agente de pastoral debe de
ser sobre todo un seguidor y testigo fiel de Cristo; pues, más que activistas, lo
que la Iglesia necesita son hombres y mujeres llenos de Dios, que den
testimonio a través de una auténtica vida evangélica. 69 Se necesita gente
apasionada por Cristo, de tal manera que de la experiencia profunda de Cristo,
brote un manantial pastoral que sea fecundo, pues, cuando el discípulo está
enamorado de Cristo, anuncia con su vida, la vida misma y el amor.
En el campo sanitario necesitamos hacer presente este proyecto pues: “… el
deseo de mejorar del paciente debe formar parte de los recursos de la
medicina y del médico para que pueda ser ‘curado’… En otros términos,
estableciendo que las dos jerarquías de valores, la empírico-existencial de la
ciencia y aquella sico-social de la ética, son diferentes, las normas morales y
profesionales en las que se debe inspirar la conducta del médico, deben ser
capaces de poner en relación las dos series de valores bajo el principio de la
autonomía de cada persona humana.”70
Pues el poder del medico, la enfermera y los trabajadores de la salud, no está
solo en las manos de la técnica sino también en su potencial de humildad, lo
que los lleva a tener muy bien en cuenta el valor espíritu – existencial y al sico
– social en el trato con el enfermo.
Lo que llevara a un cambio de actitud en el personal, pues muchas veces ante
la interrogación que se le hace al medico o personal sobre ¿cuál es el fin último
del hospital? se responde generalmente así: diagnosticar, sanar, curar,
suavizar el dolor, etc. Más ninguno de estos es el fin último del hospital aunque
a menudo diagnostica, sana, cura, o elimina el dolor físico. Pues en realidad el
hospital está para ayudar a las personas que sufren, junto a las que han
perdido o temen perder la salud.71
De tal manera que sean hombres y mujeres de la Iglesia en el corazón del
mundo y hombres y mujeres del mundo en el corazón de la Iglesia (Cfr. DA
209).

Cambio en las estructuras


Hoy en día, para que se pueda contar con católicos verdaderos, existe la
necesidad de cambiar muchas cosas al interior de la Iglesia. Se necesita crear
nuevas estructuras pastorales, teniendo en cuenta los distintos lugares y las
distintas situaciones de manera que cada católico en la medida de lo posible
reciba un acompañamiento personal.72

69
Cfr. VALADEZ S., La conversión en la praxis pastoral, personal y comunitaria, en Medellín, n. 134
(2008), p. 339.
70
MARCHESI P., Poderes de la medicina e importancia del médico: elogio a la humildad, en “Dolentium
Hominum”, no. 28. (1995, 1), p. 125.
71
Cfr. Ibidem, p. 127.
72
Cfr. AMATULLI F., Documento de Aparecida. Extracto. Proyecto Operativo, Ed. Apóstoles de la
Palabra, México 2007, p. 36 – 37.

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Las estructuras que son formas concretas de organizarse con miras a realizar
actividades con orden y eficacia. Y en el ámbito eclesial, la función primordial
de las estructuras es facilitar la dimensión teándrica de la pastoral, es decir, por
un lado se debe facilitar la acción del Espíritu Santo, como principal agente de
evangelización y por el otro, se debe de impulsar la comunión y la participación
creativa de los miembros de la Iglesia.73
“Urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en
el que no haya inequidad y donde haya posibilidades para todos. Igualmente se
requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia
humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo
constructivo para los necesitados consensos sociales.” (DA 384)
Por otro lado, las estructuras son las formas concretas y prácticas que
necesariamente asume la acción pastoral organizada para poder ser eficaz,
necesitamos que las estructuras eclesiales faciliten el camino de la acción del
Espíritu Santo y sean espacios de libertad. La sabiduría divina, acompañada de
la virtud de la prudencia y de la audacia, deben conducirnos para armonizar
disciplina y libertad, carisma e institución, organización y creatividad. 74
Las estructuras eclesiales incluidos los hospitales católicos y centros de
promoción humana deben estar dispuestas a abandonar las estructuras
caducas que impiden el crecimiento del espíritu bautismal.
“Cada médico responsable y cada agente sanitario, consciente de formar parte
de un sistema, se hace cargo del funcionamiento de la organización-hospital
empeñándose para que sea capaz de producir salud, según su misión.”75
En el hospital se debe buscar el bien común, donde cada uno asume
humildemente su parte de responsabilidad.

MODULO 5

PSICOLOGIA DE LA SALUD

32. Una experiencia global.

La enfermedad es una experiencia vivida en su globalidad y no le es posible al


interesado disociar las modificaciones que se manifiestan en el plano biológico
(cuerpo) de las que se verifican en el campo psicológico (la vivencia -
experiencia) y que tienen no pocas consecuencias en el ámbito social (las
relaciones).
La enfermedad interrumpe o desorganiza, más o menos bruscamente, el ritmo
habitual de vida, pone en crisis las relaciones con el propio cuerpo y con el
mundo en el que el individuo vive. Se produce, sobre todo si la enfermedad es

73
Cfr. VALADEZ S., La conversión en la praxis pastoral, personal y comunitaria, en Medellín, n. 134
(2008), p. 334
74
Cfr. GASPERIN M., XI Carta Pastoral. La Conversión Pastoral, S. E. Querétaro 2008, p. 29.
75
MARCHESI P., Poderes de la medicina e importancia del médico: elogio a la humildad, en “Dolentium
Hominum”, no. 28. (1995, 1), p. 127.

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de cierta gravedad o perdura en el tiempo, una situación que modifica o hace
perder posiciones profesionales o familiares consideradas seguras.
Una enfermedad plantea serias preguntas sobre la propia vida. Se relee el
pasado, el presente se vive con angustia y el futuro entra en crisis. La persona
que enferma vive por tanto una especie de desorientación de la propia
identidad que no siempre se resuelve fácilmente. A veces el enfermo tiene la
extraña sensación de no saber más ya quién es.
La vivencia de la enfermedad se manifiesta de manera diferente en cada
individuo y depende de una serie de elementos: tipo y gravedad de la
enfermedad, modo de manifestarse y modo en que hace su aparición, la
duración, la personalidad del enfermo, su edad y las experiencias anteriores en
este campo, la capacidad de la familia y del ambiente socio – sanitario para
tratar las emociones y responder a las exigencias del enfermo.
Puede suceder, sin embargo, que las enfermedades no especialmente graves
susciten reacciones emotivas bastante fuertes, mientras que enfermedades
más serias dejen al enfermo casi indiferente. El significado que el individuo da,
más o menos conscientemente, a los acontecimientos ligados a la enfermedad,
en la relación con su bienestar e incluso con su propia vida, ocupa un lugar de
primer orden en el nacimiento y la tipología de las emociones.
Muchos de los significados que la enfermedad puede asumir para la persona, y
estos están relacionados con su personalidad, con la educación recibida, con la
cultura en la que vive, con la historia que ha vivido, con la duración de la
enfermedad, etc. Pero hay algunos que son compartidos por muchos enfermos.
Todos valoran y viven la enfermedad de alguna manera como peligro, pérdida
y obstáculo. Y esto provoca emociones que tienen que ver con el miedo, la
tristeza y cólera.
Sentirse en peligro - miedo
La enfermedad, la novedad del ambiente del hospital, la intervención
diagnóstica o terapéutica, el dolor verdadero o temido de los análisis, la
inexperiencia de la anestesia, el misterio de la operación y muchos otros
factores representan por sí mismo amenazas importantes para el equilibrio del
individuo.
La persona afronta la enfermedad de manera diferente, pero siempre
consciente o inconscientemente angustiada. Se siente amenazada, vacila en la
seguridad. Están en peligro su vida y su integridad física.
La emoción que se siente ante la enfermedad vivida como el peligro real es el
miedo, una preocupación razonable que lleva a buscar ayuda y a colaborar con
los diversos profesionales sanitarios, o una verdadera angustia que paraliza y
puede alterar nuestros modos habituales de razonar y de comportarnos. Con
frecuencia el enfermo vive en un estado de ansiedad, de tensión y de inquietud
que no tiene que ver con nada concreto, con un aspecto particular de la

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enfermedad, sino más bien con un estado de incertidumbre, bastante sombrío,
sobre sus causas y sus consecuencias.
Muchos enfermos tienen la sensación de haber perdido el control de la
situación.
Mucha ansiedad desaparece, y la reacción global a la enfermedad mejora,
cuando el paciente puede hablar de sus miedos y cuando le informan de
manera adecuada de los diversos aspectos de su enfermedad. Con mucha
frecuencia, sin embargo, quien le asiste y le cura considera que todo esto tiene
una importancia secundaria.
La pérdida – tristeza
La enfermedad comporta una serie de pérdidas y la reacción emotiva que se
deriva se caracteriza por la tristeza y la depresión, una reacción parecida a la
que se produce cuando se pierde a una persona querida.
El enfermo está convencido de perder muchos objetos de amor a los que está
ligado y que para él son muy importantes: la salud, los amigos, las relaciones
habituales, el trabajo, la propia imagen, una parte de su cuerpo y de sus
funciones y muchas otras cosas. Siente que la vida se le escapa de las manos.
Por eso se siente abatido y deprimido. La falta de un sentido de lo que está
viviendo puede llevar a la desesperación.
En ocasiones la depresión es leve y se manifiesta con cierta tristeza o
melancolía, con una forma de desinterés o indiferencia en las relaciones con
los demás y con el aislamiento. Otras veces es más intensa y se manifiesta con
llanto y profundos complejos de culpa por comportamientos del pasado que
han conducido a lo que se considera un castigo lógico.
El obstáculo – la cólera
La enfermedad obstaculiza, de manera más o menos grave, deseos y
proyectos y hacer más difícil la satisfacción de las propias necesidades, desde
las más elementales, en el plano psicológico, hasta las más importantes, las
del plano afectivo y de realización de las capacidades personales. La
hospitalización es una suma de dificultades de distinto tipo. La persona
enferma y hospitalizada se siente atrapada, obstaculizada y por tanto frustrada.
La enfermedad es un ¡alto ahí! más o menos inesperado en el camino de la
vida, una barrera que impide el paso, un muro que no deja caminar ni mirar
hacia delante. La emoción que más frecuentemente brota de esto, aparte de la
ansiedad, es la cólera, que se manifiesta con una variedad de comportamientos
agresivos, frecuentemente sólo de palabra.
En el caso del enfermo que no afronta la enfermedad, se disgusta con los
trabajadores sanitarios o con su familia, que se convierten así en chivos
expiatorios, en elementos contra los que descarga su desilusión o su cólera. Y

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entre ellos elige con frecuencia a los más débiles o a los que afectivamente
están más cerca de él.
Un caso: Diversos modos de comportamiento
En un descanso de su primer turno de noche, una enfermera que acaba de
comenzar a trabajar consigue finalmente sentarse en la sala de control y piensa
en sus primeros días de trabajo. Está cansada y un poco sorprendida. Ha
entrado inesperadamente en contacto con muchos enfermos, muy diferentes
entre sí. Enfermos jóvenes o ancianos, serenos o agitados, cordiales y hostiles.
Piensa en tres enfermos de hepatitis viral que se encuentran en una habitación
cercana. Los tres son jóvenes, los tres tienen la misma enfermedad con el
mismo proceso, y ninguno de ellos sufre en exceso. Sin embargo, su
comportamiento es diferente.
El primero es sereno, risueño y amable con los médicos y las enfermeras,
colabora con el psicólogo, no protesta si un día la comida no le agrada, no
parece preocupado por la enfermedad; habla a menudo de su trabajo y de sus
hijos y hasta consigue calmar al compañero de habitación que está siempre de
mal humor y a quien nada le gusta: la comida nunca es buena, las enfermeras
no sabes poner las inyecciones, los médicos no se enteran. Se queja también
de que un compañero ronca toda la noche y no le deja dormir. El que ronca
está triste y preocupado, habla poco y es evidente que tiene miedo, miedo a
ser un enfermo de hígado toda su vida. Ve negro su futuro.
Interpretación
“Tres enfermos, piensa la enfermera, más o menos de la misma edad, de la
misma condición social y que tienen la misma enfermedad. Sin embargo, ¡qué
modo tan distinto de comportarse! Y de ese modo tan distinto de comportarse
depende que los pensamientos, los sentimientos y la personalidad de cada uno
de los tres sean diferentes.
Las personas reaccionan de manera distinta ante la misma enfermedad. Es
una constatación que, al igual que la enfermera, muchos de nosotros hemos
podido hacer frecuentemente.

1.1. Descifrar los mensajes


Más allá de las palabras
Escuchar a alguien quiere decir que se escuchan sus palabras, pero también
su silencio, sus pensamientos, su mundo emotivo, el significado que quiere dar
a lo que dice y hasta el mensaje que a menudo está latente en él.
A menudo ocurre que no conseguimos oír al otro porque creemos saber por
anticipado lo que quiere decirnos, con lo que ni siquiera lo escuchamos. Sólo
estando muy atentos, podemos percibir lo que hay detrás de ciertas
expresiones, de ciertos gestos y palabras.
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El dolor del cuerpo es un grito dirigido por el enfermo a quien está cerca de él
para que le ayude. Y detrás de la queja y el llanto pueden percibirse los signos
de la angustia y el miedo, de un deseo frustrado o de un amor traicionado, de la
inseguridad o de la soledad, del abandono y del engaño, del remordimiento y
de la culpa, de la separación y de muchas otras pérdidas.
Muy a menudo, en lugar de percibir lo que el dolor quiere decirnos y de
esforzarnos en captar sus verdaderos motivos, lo dormimos con algún
analgésico y no dejamos que se oiga su voz.
La agresividad es un grito de soledad. A veces la agresividad se vuelve contra
el enfermo y adopta formas de depresión, de sospecha, de celos, de
impaciencia, de desesperación y de suicidio, grito extremo de un dolor
insoportable, de una vida que ha perdido su sentido, y al mismo tiempo petición
de un auxilio tal vez ya imposible y acto final de una acusación.
Interpretar el silencio
Muchas veces los enfermos que parecen tan buenos, que se callan, son los
que sufren más y, como no expresan su dolor, encuentran más difícilmente la
forma de atenuarlo.
La mente humana tiene una gran capacidad para defenderse de sufrimientos
muy intensos. Nuestra psique usa, a veces sin saberlo, un conjunto de trucos
para olvidar, para ignorar y evitar lo que puede hacernos sufrir.
La primera línea de defensa contra las heridas emotivas y contra el dolor que
podrían comportar consiste en su rechazo y negación. Cerramos los ojos e
imaginamos que la realidad angustiosa no existe, o la embellecemos un poco
más para hacerla más conforme con nuestros deseos; rechazamos fragmentos
de nuestra vida, la imagen real de la propia identidad, pensamientos y
sentimientos que no queremos reconocer. O hablamos de ellos con frialdad,
como si todo eso tuviera que ver con otros y no con nosotros.
En muchos enfermos sólo aparece el silencio a primera vista, pero es el signo
de un dolor muy grande que no se sabe expresar, reconocer y aceptar. Algunas
veces porque no se da el ambiente adecuado para manifestarlo, por falta de un
clima adecuado.
Quién sufre se expresa libremente cuando sabe que hay alguien que le acoge y
sabe escucharle. Sabes escuchar no es fácil. Quién sufre se da cuenta de si lo
sabemos hacer o no.
Un caso: “El enfermo nos estudia”
Me acerqué a la habitación con cierta perplejidad y apenas la saludé, ella,
como un dique que se rompe, comenzó a contarme su vida: su marido estaba
en la cárcel, sus hijos eran drogadictos, su vida se había convertido en un
infierno y tenía que ir a limpiar de noche un restaurante hasta no poder más
físicamente. Y ahora estaba allí, enferma y angustiada en el hospital. Me dijo:

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“Son cosas que no digo a nadie. A usted sí. Hace algunos días le miraba de
vez en cuando y le escuchaba. Le observaba mientras hablaba. Me he dado
cuenta de que podía fiarme, de que no me juzgaría”.
De repente comprendí su silencio. Me estudiaba como queriendo ver si había
sitio para ella en mí. Calculaba mi disponibilidad, mi capacidad para
comprender su dolor. Había espiado mis diálogos y se había hecho a la idea de
que sabría escucharla.
El enfermo manifiesta su dolor cuando entiende que se puede fiar porque
hacemos todo lo posible, desde el punto de vista profesional, para curarle o al
menos para controlar su dolor, pero especialmente cuando percibe presencias
amigas, que caminan a su lado en el transcurso de la enfermedad.
El dolor es una experiencia profundamente personal y nunca se puede
compartir del todo. El grito del dolor del otro, del enfermo o del discapacitado,
tiene mil formas de dejarse oír. Para escuchar el grito de los enfermos y
descifrar sus emociones debemos aprender a no acallar el dolor de las heridas
que existen en nosotros.

1.2 Convivir con la enfermedad


Uno de los factores que influyen en las actitudes del enfermo es sin duda la
duración de la enfermedad y su evolución. Enfermedades agudas y
enfermedades crónicas tienen consecuencias psicológicas diferentes. La
vivencia emotiva y los comportamientos del enfermo cambian.
El momento agudo e inicial de la enfermedad es una experiencia
frecuentemente traumática, acompañada de emociones fuertes, como la
angustia y miedo.
Salvo casos particulares, la estructura psicológica del paciente se restablece
con bastante rapidez y, una vez resuelto el problema físico, todo vuelve a estas
como antes. En cambio, cuando la enfermedad es crónica, aumenta en el
enfermo el miedo al futuro, a la eventualidad de no conseguir salir a flote o a
que le abandonen sus familiares, con lo cual los sentimientos de pesimismo y
desconfianza pueden invadirle. Su misma imaginación pierde capacidad y la
persona siente que puede ser molesta, es decir, se infravalora y cree que así le
consideran los demás.
Una buena adaptación a la enfermedad no es siempre fácil. El actor principal
de este drama es el enfermo mismo, con sus recursos y capacidades. Sin
embargo, la ayuda que le llega de fuera puede ser fundamental, especialmente
si quien está junto a él intenta no dar excesiva importancia a su cuerpo y sus
“defectos”, sino también de considerar la gama de sus riquezas psicológicas y
las muchas posibilidades que le quedan.

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Cuanto más enfermas o impotentes se sienten las personas, más tiende su
comportamiento a verse en esa situación. Sobre todo cuando todo aquello, por
más extraño que parezca, tiene sus “ventajas”, con lo que la enfermedad se
convierte en una especie de jaula de oro en la que, después de todo, no se
está tan mal.
Necesidad de atención
Las reacciones psicológicas ante la enfermedad, como ante otras situaciones
muy frustrantes, van más allá de la agresividad. A veces el enfermo se
comporta de manera bastante infantil. No es de extrañar. Es sólo para
defenderse de una situación angustiosa y difícil de controlar.
Ante emociones, conflictos y dificultades demasiado grandes, el individuo
tiende a retroceder a posiciones consideradas más seguras y a buscar
protección. Es como retirarse a una posición más protegida, con menos
deberes y responsabilidades. Se da una regresión.
El individuo enfermo no consigue mantener el ritmo y necesita ayuda. Esto lo
llevará a una dependencia no sólo física en relación con el médico, con el
enfermero o con el voluntario, sino también emotiva. Además de los familiares:
su esposa, por ejemplo, puede convertirse en madre que le ahorra decisiones y
compromisos. El enfermo, de alguna manera, abdica, aunque sólo sea
mentalmente, de las posiciones que ocupaba (sus funciones profesionales,
familiares y sociales) y confía a otros su autonomía. Se repliega sobre sí mismo
y reaparece en él como comportamiento infantil. Sus intereses se reducen, su
horizonte se limita (su cuerpo, su enfermedad, su cama, etc).
Al principio esta actitud infantil puede ayudar a favorecer la cooperación con el
personal sanitario y con el psicológico, pero si persiste complica la
convalecencia y obstaculiza el proceso de recuperación de su función normal
de adulto.
Comportamientos de este tipo suelen convertirse en manía (luego será difícil
eliminarlos) y en actitudes de hiperprotección y excesivos servicios médicos o
atenciones familiares. Esto ocasiona no pocos problemas en los tratamientos
de rehabilitación, o cuando el enfermo, curado o crónico, debe tomar en sus
manos el rumbo de su propia vida. Ciertos enfermos caen en manías de este
tipo porque han percibido, más o menos conscientemente, las ventajas que
comporta.
Sin embargo, con esos comportamientos expresan principalmente una
necesidad de protección, de ternura y de amor, a los que es necesario
responder sin infantilizar al enfermo.
Afrontar la enfermedad
Hoy son muchas las personas que deben convivir con enfermedades crónicas.
Los sentimientos que suscitan y el modo de afrontarlos son muchos. Y hay un

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aspecto que los caracteriza a todos: darse cuenta de que fluctúan de un estado
relativamente normal a momentos de recaída grave. Esto puede provocar,
entre otras cosas, sentimientos de espera angustiosa y de preocupación por la
vida futura, llena de insidias y riesgos difíciles de controlar.
La experiencia del enfermo crónico se mueve en el ámbito de algunas áreas
problemáticas:
+ El peligro de crisis aguda: incluso mortal, al que la persona se debe preparar
a cuidar para sobrevivir y llevar una existencia satisfactoria: informaciones
adecuadas y capacidad para organizar la propia vida y el propio ambiente son
indispensables en este sentido para un diabético, un epiléptico, un enfermo de
corazón, cáncer, etc.
+ La manera de llevar la terapia y el nuevo estilo de vida: a veces difícilmente
soportable por parte del interesado: la reestructuración de su vida y su tiempo,
donde hay procesos que observar, fechas y horarios que respetar, puede
convertirse en una coartada para concentrar la atención en el propio cuerpo y
cerrarse a la vida social, lo que determina importantes efectos negativos en las
relaciones interpersonales.
+ La pérdida de la autonomía: que justamente con la obligación de cumplir
algunas prescripciones y la amenaza de crisis, es una de las razones más
importantes por las que el sujeto tiende a aislarse, tratando de esconder a los
demás la propia condición (por otra parte, también los amigos y familiares
reducen poco a poco sus contactos con esta clase de enfermos).
+ El contexto familiar: que puede ser un recurso o una complicación, pues la
clase de relaciones familiares incide notablemente en la marcha de la
enfermedad y en el modo de afrontarla.
Quien convive con una enfermedad crónica necesita sin duda un adecuado
régimen terapéutico, pero también un apoyo –en el plano cognoscitivo, afectivo
y social– que le ayude a encontrar nuevos significados para vivir y nuevos
equilibrios personales, mirando de frente a la realidad de la enfermedad y
aprendiendo a vivir con ella.
Una buena adaptación pasa por una toma de conciencia objetiva del propio
estado, pues si el paciente infravalora la enfermedad, podrá llegar a fenómenos
invalidantes, es decir, de exaltación de las condiciones de dependencia de los
demás (familiares, médicos, estructuras sanitarias) y de continua necesidad de
ayuda, nunca suficientemente satisfecha. Y viceversa, la infravaloración llevará
a la negación del estado de enfermedad, a no respetar las prescripciones y al
peligro de recaída.

1.3 La enfermedad como crisis familiar


El niño y la familia

103
Las reacciones del niño a la enfermedad y a la hospitalización están
relacionadas en buena medida con las reacciones de sus padres. Una actitud
racional y controlada de ellos puede ser un factor que dé una gran seguridad a
los niños enfermos. Por el contrario, la inquietud, el nerviosismo o el rechazo
provocan en ellos reacciones inadecuadas, agresividad y sentido de culpa.
Las diversas reacciones de la emotividad y la conducta del niño son también un
reflejo patente de las relaciones que se entablan entre su familia y los
profesionales que le atienden.
Una experiencia de aclimatación que no prevea la presencia de la madre o de
otras personas importantes para el niño puede comportar riesgos graves para
su equilibrio psíquico, que sin embargo puede alterarse también por una menos
riqueza de estímulos en el ambiente del hospital en relación con el ambiente
familiar o escolar.
La organización de la sección pediátrica debe impedir que el niño rompa
drásticamente con las personas significativas para él, para sus actividades
cotidianas y para su estilo de vida habitual. En este sentido, que haya una sala
de juegos y de personas preparadas que ayuden en el desarrollo de alguna
actividad escolar, especialmente cuando las estancias son muchas y muy
frecuentes, es una labor muy importante y tranquilizadora para el niño enfermo.
Llevarle algún juguete de casa, poder estar con otros niños, tener una mínima
posibilidad de movimiento (si las condiciones físicas lo permiten), estar en
contacto con un personal sanitario comprensivo y tranquilizador y poder
mantener contactos con los miembros más significativos de la familia son
factores que ayudan al niño enfermo a vivir sin miedos ni angustias excesivos
la experiencia de la hospitalización.
Especialmente el niño con una enfermedad crónica tiene que hacer frente a
una serie de problemas relacionados con el sufrimiento físico, con el desarrollo
de su conocimiento, con el tipo de relaciones familiares (de indiferencia y
rechazo o de hiperprotección) y con el contexto social (del hospital o de fuera)
donde se encuentra inmerso.
Las reacciones de la familia son complejas. Están frecuentemente presentes en
los momentos de shock, de desorganización, de lucha y negación. Una relación
de ayuda al niño enfermo no puede prescindir de una atención en el plano
psicológico y relacional, a su familia.
Una especie de contagio
Las reacciones de los familiares son muy diversas y en algunos aspectos están
condicionadas por las del enfermo.
Algunos familiares están especialmente angustiados e inquietos y son muy
protectores, o viven la enfermedad de una persona querida como una amenaza

104
a la estabilidad de toda la estructura familiar, con lo que tratan de negar la
enfermedad y son incapaces de aceptar la realidad y de comprenderla.
Otros reaccionan agresivamente contra los médicos y los enfermeros, de cuya
competencia parecen no fiarse.
Hay grupos familiares que se cierran y aíslan del contexto social. Esta reacción,
especialmente cuando se trata de enfermedades crónicas o que tienden a
agravarse, expone al grupo familiar al riesgo de no conseguir, sobre todo
después de las fases iniciales de la enfermedad, afrontar las emociones y
desenvolverse en una situación que se hace cada vez más pesada.
Hay familias que reaccionan con formas de depresión, de desconsuelo y hasta
de desesperación desmedidas en relación con la enfermedad real de su ser
querido y dejan escapar mensajes desalentadores como: “no saldrá de esta”,
que son en su imaginación verdaderas anticipaciones de la muerte.
También hay familias psicológicamente más fuertes que facilitan al enfermo
una percepción realista de la enfermedad, con sus lados negativos y sus
posibilidades, con la esperanza del éxito y la confianza en la medicina.
Colaboran con los profesionales sanitarios y, con respecto a ellos, dejan de
confiar en expectativas milagrosas y omnipotentes.
Las emociones y los comportamientos de los miembros de la familia se
parecen en buena medida a los del enfermo. Entre otras cosas porque entre la
familia y enfermo se produce un auténtico contagio emotivo que pasa a través
de las palabras, los gestos y todas las relaciones. El contagio emotivo entre el
niño enfermo y su madre es sin duda el ejemplo más claro.
Una actitud de confianza en la familia, por ejemplo, crea un clima que se refleja
positivamente en el enfermo. Y esto es válido a su vez cuando se trata de
emociones que causan inquietud. La ansiedad de los familiares aumenta la
angustia del enfermo y le impide ver la realidad objetivamente, y en caso de
enfermedad crónica de reorganizar el propio estilo de vida.
El desasosiego del familiar se convierte para el enfermo en un mensaje
destructivo.
La enfermedad como crisis familiar
La familia no es simplemente la suma de sus miembros sino un todo donde una
parte está en tal relación con las demás partes que cualquier cambio la afecta
en su conjunto.
La enfermedad es una crisis (es decir, la ruptura de un equilibro a veces
conseguido con fatiga) no sólo para el enfermo sino también para todo el
sistema familiar.
La enfermedad es una crisis familiar: personas y relaciones dejan de ser las
que eran. Y especialmente en las enfermedades crónicas, es estructural. Se
necesita una ayuda de fuera.
105
Entre las causas de estrés más frecuentes para los familiares, especialmente
en las enfermedades crónicas, se encuentran las que tienen que ver con la
necesidad de modificar la vida laborar y doméstica según las exigencias del
familiar enfermo, las nuevas exigencias asistenciales, la angustia que se deriva
de las evidentes modificaciones de comportamiento, de humor y de
personalidad del enfermo, las dificultades económicas y tal vez la preocupación
de una supuesta familiaridad de la enfermedad.
La enfermedad causa una alteración de funciones. Por ejemplo, ante la
enfermedad del padre, la madre tiene que asumir también la responsabilidad
de la economía familiar, el niño se ve obligado a crecer apresuradamente, el
padre se siente tratado como un niño.
Cambia la dinámica interna de la familia. Y uno de los cambios principales es
una creciente dependencia del individuo enfermo en relación con los demás
miembros de la familia.
Para el médico, al igual que para el psicólogo, la enfermera o el asistente
espiritual, hallar el significado que la enfermedad tiene para el enfermo quiere
decir hacer con él un viaje al interior de su historia familiar y al de la riqueza de
sus relaciones. Así, el relato de la enfermedad es una descripción de la historia
del enfermo, pero lo es también de la historia familiar.

33. El dolor del cuerpo y la psique

El enfermo sufre. Estamos convencidos de ello. Como estamos convencidos de


que los factores psicológicos influyen en el sufrimiento pero no tienen nada que
ver con el malestar que siente en su cuerpo, un dolor al que estamos
acostumbrados a llamar físico, somático, orgánico.
En el dolor físico la psique y el cuerpo integran y comparten sus datos.
El cerebro no es un simple registrador de la información que llega desde la
periferia al cerebro; es una especie de ordenador muy especial. La información
que nuestros sentidos transmiten al cerebro es filtrada y elaborada por todos
los fenómenos psíquicos que se encuentran en el propio cerebro: atención,
recuerdos, emociones, motivaciones, aprendizajes, etc. Esto mismo sucede
también con el dolor del cuerpo.
Se trata de una complicada experiencia que recibe el influjo de la personalidad
del individuo, de la historia de su pasado, del estado de ánimo del momento y
del significado que da a la situación, en relación tanto con el presente como
con el futuro.
La capacidad o no de controlar el dolor desempeña una función significativa, y
si sabemos controlarlo lo sentiremos menos. Un dolor cuyo sentido no

106
comprendamos, cuya causa desconozcamos y que se evada de nuestro
control, lo sentiremos más.
El cerebro tiene la llave que abre o cierra la puerta del dolor o modula lo que
sentimos. Hay experiencias en las que el sujeto, aunque el cuerpo sea
agredido por estímulos dolorosos intensos, no siente dolor. Tal es el caso de
las personas insensibles al dolor, el de esos faquires que permanecen
tranquilos en su lecho de clavos y el de tantos otros que sin dolor alguno
caminan por encima de las hogueras. En el momento de marcar un gol, un
futbolista no se da cuenta de que le han dado una patada.
Por otra parte, hay experiencias dolorosas, fortísimas incluso, cuya causa o
punto de partida no se consigue encontrar, como en el caso de tantos dolores
que expresan a través del cuerpo algo que habita en la psique del individuo (la
necesidad de ayuda, el sentimiento de rechazo, el miedo a perder los objetos
queridos más importantes, la agresividad disimulada, el luto y la tristeza).
Y nada digamos de los dolores, intensos incluso, en un brazo o en una pierna
que se perciben bastante tiempo después de que el brazo o la pierna hayan
sido amputados (el fenómeno de la “articulación fantasma”), una clase de dolor
que es fruto de un recuerdo y que tal vez expresa también el luto por una parte
de nosotros que nos ha dejado.
La intensidad con que se siente el dolor y el tipo de emociones que provoca
dependen de muchos factores, pero el elemento psicológico central es el
sentido que ese dolor tiene para la persona que lo vive.
En muchos casos la causa principal está en el cuerpo y es allí donde debe ser
curado.
2.1 El dolor es una señal
En nuestro cuerpo el dolo es como un guardián, un sistema de alarma y
defensa para nuestra supervivencia y nuestra integridad física. Nos avisa de la
presencia de algún “huésped no deseado” que nos podría molestar; que nos
estamos acercando, por ejemplo, excesivamente al fuego o a algún objeto que
podría herirnos.
La enfermedad suele anunciarse por el dolor, y es el dolor, más que ningún
otro síntoma, el que nos lleva a ir a la consulta del médico.
En algunas enfermedades el dolor se convierte en dueño y señor de la casa:
deja de señalar una enfermedad y él mismo se convierte en una enfermedad
que hay que curar, en algo que ha tenido principio en el cuerpo y ha terminado
apoderándose de la persona entera.
El dolor es frecuentemente un mensaje, una petición no verbal de ayuda, de
apoyo y de protección. Y esto aumenta a medida que el dolor va envejeciendo;
y de agudo y momentáneo se transforma en crónico y persistente y se vuelve
duradero.

107
El dolor lleva tras de sí elementos físicos y consecuencias psicológicas y
comportamentales que se convierten con el tiempo en parte integrante del
mismo.
El dolor es algo más que una respuesta mecánica a un estímulo desagradable.
En el ámbito de la percepción es una experiencia compleja “cuyas
características e intensidad están condicionadas por la historia pasada del
individuo, por el significado que da a la situación dolorosa y por su estado de
ánimo en ese momento”. Está relacionado con la persona en su totalidad,
incluidos sus pensamientos, sus recuerdos, los temores del momento y las
esperanzas sobre el futuro.
Un dolor agudo y pasajero no suele dejar huella, pero un dolor intenso y
duradero es una experiencia que poco a poco se adueña de la persona en su
totalidad: desorganiza la estructura psíquica, amenaza el equilibrio y la
integración de la psique con el cuerpo, nos cierra a los demás, afecta a nuestra
vida laboral y social, bloquea nuestros proyectos y deseos, da un color especial
a nuestras emociones y afectos, influye en nuestro razonamientos, complica
nuestra actividad de pensar y tiene consecuencias importantes en nuestra vida
espiritual, hasta llegar alguna vez a poner en crisis la propia fe.
El dolor es el resultado de una compleja y a menudo inconsciente elaboración
personal en la que aspectos físicos y psicosomáticos se funden en una misma
cosa.
Cuando uno se aproxima a un paciente con algún dolor para establecer con él
una relación que de alguna manera le ayude, el aspecto psíquico debe ser
tenido siempre en consideración y valorarse atentamente. Lo primero que se
debe de hacer es tratar de entender, aprender a observar y escuchar,
convencidos de que no existe un termómetro para el dolor, de que no se le
puede medir de forma precisa, al modo como se mide la presión arterial o la
temperatura, porque el dolor es un fenómeno individual, privado, como la
tristeza, el miedo o cualquier otro sentimiento, muy sensible a las variaciones
ambientales o personales.
Sólo quien vive el dolor nos lo puede “contar” como él lo siente.
Al observar y escuchar debemos prescindir de nuestras categorías y de
nuestros prejuicios, es decir, de nuestras “trampas mentales” y estar
especialmente atentos a percibir un mensaje que con frecuencia va más allá de
las palabras y que hay que aprender a descifrar.
2.2 La psique no es simple espectadora
Si queremos describir brevemente el “camino” por el que llegamos a percibir el
dolor, podríamos decir lo siguiente: cuando un estímulo nocivo, distinto por
naturaleza e intensidad, impacta en los receptores, es decir, en los “puntos de
recepción” esparcidos en nuestro cuerpo, el mensaje se transmite por medio de
las fibras de la médula espinal al cerebro, que localiza el estímulo y lo

108
identifica, es decir, le da en cierto modo un nombre. Es en el cerebro donde se
“siente” el dolor (o, para ser más precisos y usando un término psicológico,
donde se “percibe”). La percepción no es, sin embargo, una “fotocopia” fiel de
la realidad. El cerebro no es un simple registrador de las informaciones que le
llegan; es más bien un selector y un elaborador de todo lo que recibe, una
forma muy especial de ordenador. El dolor que nosotros percibimos – la
cantidad y la naturaleza de esta experiencia – no depende solamente del daño
corporal, sino que está determinado también “por las experiencias anteriores y
por el modo de recordarlas, por nuestra capacidad de entender la causa del
dolor y de apoderarnos de sus consecuencias.
Para explicar de qué modo se verifica esta selección y elaboración del estímulo
doloroso que nos llega, dos especialistas, Melzack y Wall, propusieron un
modelo de percepción del dolor conocido como Gate Theory “teoría de la
verja”. Según esta teoría, la información sensorial que se transmite de los
receptores situados en nuestros sentidos al cerebro a través de las fibras
nerviosas, está sometida a una especie de filtro (barrera o verja) localizado en
la médula espinal e influido por fenómenos que tienen lugar en el propio
cerebro: motivaciones, atención, recuerdos, emociones y otros fenómenos
psicológicos pueden ejercer su influjo en el modo de recibir las informaciones
sensoriales. Por consiguiente, ya en el ámbito de la percepción es el dolor una
experiencia complicada, cuya naturaleza e intensidad están influidas por la
persona del individuo en su totalidad.
Según W. E. Fordyce que se ocupa del tema desde hace algunos años, en el
fenómeno – dolor se pueden identificar cuatro dimensiones.
1° La nocicepción: es el momento en que las fibras nerviosas son activadas por
la acción de estímulos (externos o internos de nuestro cuerpo) sobre
receptores. En psicología se habla de sensación.
2° Con el término “dolor”: se entiende la percepción del estímulo de entrada,
del “input” nociceptivo, por parte del sistema nervioso central.
3° El sufrimiento se define como una respuesta emotivo – afectiva negativa,
desagradable, producida en los centros nerviosos más altos por el dolor y por
otras situaciones que psicológicamente se asemejan: pérdida de personas
queridas o de objetos de amor importantes, con consiguientes vivencias
depresivas, estrés, ansia, frustración… En la que nosotros solemos definir
experiencia – dolor, podemos imaginar el sufrimiento como el elemento
emocional provocado por nuestra capacidad de valorar la situación, que
implica, de manera especial, nuestras expectativas sobre el futuro. Todos los
sufrimientos psicológicos son de este tipo. Ej. El dolor del luto.
4° El comportamiento de dolor: es el comportamiento o el conjunto de
comportamientos que el individuo despliega con la intención de señalar la
presencia del dolor o de la atención de los demás. Estos comportamientos se

109
manifiestan a través del lenguaje, la expresión del rostro, los gestos, la actitud,
el llanto, el rechazo del trabajo, etc. Son al mismo tiempo una reacción
comportamental y un modo de comunicar.
2.3 El ojo de la psicología
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor: “El dolor es una
desagradable experiencia sensorial y emotiva, asociada a un daño efectivo de
los tejidos corporales o descrita como tal. El dolor es siempre una experiencia
subjetiva. Todo individuo aprende el significado de esta palabra a través de
experiencias relacionales con una lesión durante los primeros años de vida.
Seguramente está acompañada por un componente somático, pero también
tiene carácter desagradable, por lo que incluye una carga emocional.
El dolor es, por consiguiente, una experiencia subjetiva, no un simple
acontecimiento sensorial; implica asociaciones entre elementos de la
experiencia sensorial, emociones desagradables y tentativas de defensa, de
lucha o de huida.
Para comprender mejor todo esto es importante entender la función que el
dolor tiene en el desarrollo psicológico del individuo. El dolor señala al daño o
la pérdida sufrida por el cuerpo, y por eso está en íntima relación con el
conocimiento del ambiente y de sus peligros por un lado y del cuerpo y de sus
límites por otro. El dolor contribuye indudablemente a la construcción de una
“imagen corporal” propia y a diferenciar el sí mismo del niño del que los objetos
circundantes. Sentimos que la parte que duele pertenece a nuestro cuerpo y
poco a poco, mental y afectivamente, trazamos sus confines.
El dolor está íntimamente conectado con las relaciones objetuales, es decir,
con las relaciones de amor. Si el llanto del niño provoca una reacción de amor
en la madre, el dolor será asociado fácilmente con el placer de las atenciones
maternas y podría ser usado, inconscientemente, como un medio para
conseguirlas. En la segunda infancia el dolor se relaciona fácilmente con el
castigo: llega el dolor cuando somos malos.
2.4 Una red de relaciones
a) Mensajes codificados
El dolor es un mensaje del cuerpo al yo, pero es así mismo un mensaje
lanzado por la persona a alguien para que la auxilie. En este segundo sentido,
el dolor no es sólo un mensaje, una información que el interesado envía a otro
sobre su experiencia, sino que muy a menudo es una “orden dirigida a una
persona determinada de la que se espera socorro, para imponerle que facilite
algo. El dolor se convierte de esta manera, en un modo de dirigirse a alguien
no tanto porque se tenga necesidad de la ayuda que se espera de él, sino más
bien porque se tiene la idea de que él nos debe algo.
El dolor se convierte en un mensaje y entra en el mundo de la comunicación.

110
Fueron los psicólogos de la escuela de Palo Alto, en California, quienes se
interesaron de manera muy especial del influjo de la comunicación en el
comportamiento, y viceversa. Una idea – base de esta escuela psicológica es
que todo el comportamiento comunica. Otra idea – base es que toda
comunicación da reglas precisas sobre el tipo de relación que se quiere
instaurar.
A través del dolor y de los comportamientos que lo expresan, el sujeto lanza
“mensajes codificados”, pero da simultáneamente señales sobre la posición
que quiere asumir en el contexto interpersonal. Según esta perspectiva, el
sujeto puede aprender de muchos modos del propio ambiente a utilizar el
síntoma – dolor para regular a su favor las relaciones familiares, laborales y
sociales. De este modo, el sujeto, que en ausencia del dolor se encontraría en
una posición de desventaja, gracias a la presencia del propio dolor puede
situarse en una posición de superioridad en relación con su pareja o familia y
utilizar el dolor para imponer su voluntad al otro.
b) El dolor cuenta una historia
Lo que molesta de manera especial a quien sufre algún dolor es que nadie
“vea” ese dolor ni entienda que es “real”. Quien vive esta situación se da cuenta
de que sus quejas no son creídas, lo que le obliga a aceptar la frustración de
ese dolor. Puede desmoralizarse y perder la esperanza de recuperarse, puede
sentir el miedo de la muerte o temer la invalidez.
Las quejas del enfermo y su comportamiento de dolor expresan la relación
estrecha que hay entre significados fisiológicos, psicológicos y sociales.
La narración de la enfermedad se convierte en una historia que el paciente
cuenta, y los otros elementos significativos vuelven a contar para dar
coherencia a los acontecimientos importantes y al largo curso del sufrimiento.
La trama, las imágenes y los símbolos que estructuran la narración de la
enfermedad proceden de los modelos culturales y personales que ayudan a
reunir las experiencias en modos significativos y a comunicar de manera eficaz
estos significados. Los relatos personales, además de reflejar la experiencia de
la enfermedad, contribuyen en buena medida a esta experiencia. Para entender
la experiencia de la persona enferma y de la familia, el clínico debe hacerse
con la historia de la enfermedad por medio de las quejas del paciente y de la
familia y por sus modelos explicativos.
Contar la propia historia tiene un gran significado. Para quien está junto al
enfermo es importante ser testigo de esa historia de vida, dar valor a la
interpretación y reafirmar ese valor. Se trata de una de las tareas más
exigentes e importantes para quien quiera asistir al enfermo y comprender su
dolor.

111
El individuo comunica en el dolor crónico sus problemas personales e
interpersonales “con el lenguaje del cuerpo”. Cuenta una historia en la que los
aspectos somáticos, psicológicos, sociales y culturales se unifican.
2.5 El dolor del enfermo
El dolor, además de ser un dolor físico, tiene dimensiones psicológicas
profundas fundamentales.
No siempre lo que atormenta se limita al mal físico; hay una serie infinita de
circunstancias que acompañan a la enfermedad: la pérdida de la capacidad de
trabajo, a la que va unida la de la situación social y las consiguientes
preocupaciones económicas para mantener a la familia; el futuro incierto y la
angustia por una enfermedad que, aún desconociéndose el diagnóstico, se
considera grave; el aislamiento psicológico y con frecuencia material; la pérdida
de la autonomía de movimientos y por tanto la necesidad de depender de los
demás para las necesidades más elementales, la percepción del propio
decaimiento físico.
Generalmente su dolor se expresa como mal físico, pero a menudo,
conversando con ellos, escuchándoles mucho tiempo con paciencia y atención,
se perciben sus miedos, sus preocupaciones y sus angustias, formas
principales de sus sufrimientos. Nos damos cuenta entonces de que, más que
la morfina, lo que puede ayudar es una explicación que ahuyente el miedo, una
configuración que modere la tensión emotiva, una presencia que les permita no
sentirse abandonados.
El dolor psicológico está relacionado con la inseguridad y con todas las
emociones negativas que brotan de la presencia del fantasma de la muerte, de
la pérdida del control sobre la propia vida, mientras sueños y esperanzas se
derrumban. El dolor psicológico se hace evidente por los altibajos del humor y
los fuertes sentimientos que a menudo acompañan a las enfermedades
terminales: angustia, rabia, desesperación y otras intensas emociones señalan
su recorrido.

34. Ayudar sin quemarse

3.1 El Burnout en Cristina Maslach


Define el Burnout como un SINDROME (o sea, conjunto de síntomas)
caracterizado de agotamiento emotivo, despersonalización y no
realización.
El Burnout es consecuencia de un estrés que se da en las personas que
trabajan en la ayudan a los demás como psicólogos, médicos, enfermeros,
trabajadores sociales, sacerdotes, etc.

112
Cansancio emotivo: la sobrecarga emocional es el punto de partida del
burnout, expresión de una implicación incontrolada y consecuente cansancio
de los medios emotivos.
Despersonalización: Reacción de alejamiento… Es mejor sustraerse a la
implicación limitando y “despersonalizando” las relaciones, respondiendo a
“categorías” y no a personas.
La no realización: sentimiento de inadecuación, de fracaso, pérdida de
autoestima, sentidos de culpa, crisis de identidad, porque no se logra ayudar a
los otros…
El punto central del asunto es que el burnout depende de:
LA PERSONA LAS RELACIONES EL AMBIENTE
¿Basta pedir auxilio para que alguien acuda? Si no lo hace ¿es porque “no
tiene corazón”? ¿Por qué elegí psicología?
3.2 El comportamiento prosocial
“Es la conducta que una persona adopta voluntariamente para ayudar a
alguien”.
Son varios los factores que entran en juego en el comportamiento prosocial.
Tienen que ver con las características de quien ayuda, con sus recursos, con
su estado de ánimo, con la competencia que posee y con la eficacia prevista y
percibida de su acción.
El estímulo a la ayuda depende también de la percepción de las condiciones de
necesidad de la persona en dificultades, de la atribución personal de culpa (se
tiende a no ayudar si se “considera” culpable a la víctima por lo que le ha
sucedido) y de la similitud de la víctima con el posible ayudador (simpatía o
pertenencia al mismo grupo social o religioso estimulan más fácilmente la
ayuda, mientras que estereotipos de otra clase la impiden). Pueden motivar a
ayudar los beneficios que se piensa conseguir (ventajas no solamente
económicas, sino también emotivas, como sentirse mejor al aliviar los
sufrimientos de los otros) y pueden desanimarnos el costo o riesgos en que se
teme incurrir.
Lo que estimula a socorrer a una persona que necesita ayuda puede ser las
normas sociales (de equidad, justicia, reciprocidad y responsabilidad) o normas
más bien personales.
Para comprender el comportamiento prosocial (los gestos de altruismo y
solidaridad o de indiferencia y frialdad), más que contentarse con mirar dentro
de la persona, los psicólogos prefieren hoy en día analizar su conducta en el
contexto donde la persona está ubicada.
Pasos fundamentales:
1) Darse cuenta de que una persona necesita ayuda.

113
2) Interpretar la necesidad. (muchas veces este es el problema al no saber
descodificar el mensaje).
3) Asumir la responsabilidad de obrar. Decidir intervenir o no.
4) Decidir la forma de asistencia que se debe ofrecer y el tipo de
implicación personal.
5) Actuar, ponerse en acción.
Algunas variables son:
La sociabilidad, la autoestima, la auto eficacia social (que hace sentirse capaz
de llevar a término los comportamientos de ayuda), el lugar de control interno
(la convicción de tener el control de las propias acciones), la capacidad de
empatía (capacidad de ponerse en el punto de mira del otro y de clarificar el
tipo de necesidad. Vivir dentro de sí mismo lo que el otro vive), capacidad
de juicio moral maduro (convicción de la dignidad de toda persona), la
capacidad de asumir responsabilidades y habilidades instrumentales que son
en parte heredades, en parte aprendidas.
3.3 La empatía y sus riesgos
“Es sentir el mundo más íntimo de los valores personales del otro como si fuera
el propio, pero sin perder nunca el matiz del como si...” Carl Rogers.
Antes de ayudar al otro hay que observar, percibir, razonar, valorar, resolver el
problema, tomar decisiones y obrar.
Estar atentos al modo de vivir la ayuda de la persona que la recibe, ya que
puede percibirla como gesto de atención y respuesta a una necesidad o puede
sentirse instrumentalizado y manipulado por el benefactor, que puede estar
buscando sus intereses en la ayuda; puede considerar la ayuda como una
amenaza para su propia autoestima especial cuando no puede responder;
puede ver la ayuda como señal de inferioridad creando dependencia.
Finalidad de la empatía: comprender al otro para poder ayudarlo.
Cuidado con la trampa del “mesías”
La trampa del mesias (Carmen Berry): es amar y ayudar a los otros
olvidándose de amarse y ayudarse a sí mismo.
Características:
+ Busca el sentido del propio valor “comportándose como es debido” para
merecer la estima de los otros.
+ Debe conseguir siempre los mayores resultados para sentirse aceptado por
el prójimo, hasta convertirse en esclavo del deseo de ser indispensable para
los demás.
+ Ayuda a quien se lamenta de su mismo dolor, pero sin afrontar el propio.

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+ Tiene dificultades para entablar relaciones equivalentes y no acepta que le
ayuden.
+ Se hace prisionero de su soledad, de creer que es diferente y especial.
+ Se detiene cuando ya es tarde.
+ Ayuda al prójimo para terminar con su propio dolor.
7 tipos de mesías:
1° El complaciente (obstaculiza una verdadera comunicación).
2° El salvador (despierta en el prójimo un sentido de importancia).
3° El cruzado (está constantemente enfadado con el que no se le une).
4° El donante (controla a través de sus dones, quiere respuestas a lo
que da).
5° El protector (controla la información).
6° El consejero (necesita problemas que resolver para estar bien).
7° El docente (evita la intimidad saliendo al escenario, busca aplausos y
los encuentra fácilmente fuera de casa).
Cuidado con la Fatiga de compasión la cual se manifiesta como agotamiento
físico, emotivo y espiritual, acompañado de un sufrimiento agudo. A veces hay
que aprender a decir no, ya que por más hábil que se sienta uno, no puede
hacer todo, saber responder con un no amable, condicional, que ofrece una
solución alternativa, un no que esconde un secreto.
No olvidar:
1) Cual es el sentido de mi trabajo.
2) La propia identidad.
3) Tener sanas actividades fuera del trabajo.
4) Encontrar a alguien con quien hablar.
3.4 Un estrés llamado BURNOUT
Burnout = quemarse = estado especial de desgaste psicológico, de
agotamiento emotivo y profesional, presente en quienes desempeñan una
profesión de ayuda.
Imágenes
El último resplandor de una llama, de una cascada vacía y carcomida, de sepas
consumidas o cenizas que pierden el calor.
Profesiones en riesgo
El médico, enfermeros, capellanes, psicólogo, fisioterapeuta, asistente social, el
voluntario, la familia del enfermo.

115
Agotamiento
Físico, emotivo, intelectual, social y espiritual. Lo que hace pierde popo a poco
sentido, significado y dirección.
Características
Depresión, pérdida de la confianza en las capacidades, pasivos, refugio en la
rutina, renuncia a responsabilidades, desinterés en trabajo, se pone en peligro
la identidad y autoestima, relaciones frías y difíciles, soledad, conflictos con
cólera.
Etapas
1) Entusiasmo idealista: (signo - la luna de miel) se entrega al trabajo con
entusiasmo al principio, típico de quien acaba de llegar y cree que está
llamado a salvar al mundo. Las fuerzas se desbordan. Las esperanzas
están en lo más alto, el ideal es estimulante, hay cordialidad, no hay
horarios fijos, las dificultades no dan miedo, como la hostilidad de los
colegas. Hay una gran identificación con quien se ayuda. No hay límites
claros.
2) Estancamiento: (signo – agua estancada) Pasado el tiempo, aparecen los
primeros indicios de cansancio, la eficacia condiciona el paso, parare que
gira en el vacío y encontrándose siempre en punto de partida. Se despierta
del sueño, se necesitan resultados para fortalecer la propia autoestima, no
hay satisfacciones. Se queja de un excesivo cansancio, se dan los primeros
signos de irratibilidad, se siente disgusto del propio trabajo. No puede pedir
ayuda a los que ha dejado a un lado (familia y colegas).
3) Frustración: (signo – termita) La realidad no es como se esperaba, y el ideal
se aleja cada vez más y se siente paralizado, no avanza, llega la frustración
y la desilusión va a pique (la termita corroe su propia identidad), Tiene la
sensación de fracaso y la auto sensación de no ayudar a nadie y no servir
para nada. Llega la desmoralización. Es la fase central del proceso, el
momento más delicado de la crisis, o se supera o sucumbe.
4) Apatía: (signo – las cenizas) Si no se supera creativamente la crisis, se cae
en la apatía, en la frialdad emotiva y en la impersonalidad relacional. Lugar
donde aparece el verdadero burnout. Es un fracaso de una buena empatía.
Hay relaciones impersonales, frías, siempre iguales, hay un sentido de
impotencia y desesperación.
3.5 Las variables del juego
La personalidad del profesional:
Hay que tener en cuenta sus características mentales, su historia afectiva, su
estilo interpersonal, su capacidad de control de las emociones, la idea que
tiene de sí mismo y de su trabajo, su modo de interpretar y valorar las cosas,
son ciertamente factores que influyen en sus reacciones emotivas y de
comportamiento, en su capacidad de tratar el estrés, y tienen un efecto muy
especial en la aparición del burnout.

116
Quien tiene dificultades para definir los límites en el ámbito de la relación de
ayuda, quien confunde implicación personal e implicación profesional y tiende a
entregarse al trabajo y a implicarse en las relaciones sin una lectura adecuada
de la realidad, sin calcular los riesgos a los que se enfrenta y sin hacer un
inventario de los recursos de que dispone, es sin duda un sujeto en riesgo.
Lo es también el débil y dependiente en las relaciones con los demás, el que
no conoce bien sus puntos firmes y sus lados débiles, el que tiene una escasa
estima de sí mismo, el que dirige su atención a las cosas que no funcionan o
trata solamente de satisfacer en el trabajo la necesidad de realización, de
aceptación o de aprobación.
El contexto ambiental y relacional
La situación del trabajo con riesgo son:
1° La sobrecarga de trabajo, la percepción de una diferencia entre demandas y
recursos donde hay pobreza.
2° Cuando el individuo tiene la sensación de no tener el control de la situación,
como si los demás tomarán las decisiones y él tuviera que activarlo todo y
hacer el trabajo más pesado.
3° Es la situación misma la que con mucha frecuencia escapa a ese control. Es
la enfermedad, el dolor o la muerte los que no se dejan dominar. Cuando el
individuo se da cuenta de que piden constantemente el control de la situación,
se siente incompetente e impotente, lo que le provoca frustración y rabia y, a la
larga, un fuerte sentido de fracaso.
4° El contacto continuo con el dolor provoca a veces un dolor difícil de dominar.
Y, en las dificultades, no sólo se considera a los superiores sino también a los
colegas demasiado lejanos e incapaces de entender, y sobre ellos se
descargan todas las culpas.
5° Otros motivos de malestar y sufrimiento están con los modos de organizar el
trabajo, la falta de apoyo de los colegas, los conflictos entre ellos y con los
superiores, con lo contradictorio entre las diversas peticiones de ayuda, con la
dificultad de poner de acuerdo las expectativas que las diferentes personas que
viven en el contexto sanitario tienen sobre el trabajo mismo.
6° Existe una tensión, derivada de una “doble lealtad”, que puede causar un
fuerte estrés en la situación laboral. Una hacia la organización sanitaria, a la
que pertenece el profesional y de la que de alguna manera es un representante
ante los usuarios; y la otra hacia los valores y las motivaciones que han estado
en el origen de la opción de trabajar en el sector sanitario, y contextualmente
hacia los valores y las necesidades de los asistidos. O es fiel a sus principios o
a los de la institución.
Una convivencia incomoda

117
La mayor causa de estrés en los que atienden a gente enferma es la
confrontación, a veces, continua, con el sufrimiento y la muerte. Los menos
preparados son, evidentemente los más vulnerables. ej. Los voluntarios.
Algunas atenciones particulares para prevenir o aliviar el burnout:
+ Conocerse bien y el motivo por el que se quiere ayudar.
+ Información conveniente sobre el tipo de asistencia.
+ Ayudar a establecer objetivos realistas y posibles.
+ Una comunicación continua y oportunos feedback.
+ Cuidar el propio bienestar.
+ Reconocer y estimular el trabajo.
+ Garantizar una supervisión de hacer y un apoyo psicológico.
Para hacer frente al sufrimiento y sentimiento de impotencia ante la muerte:
1) La confrontación con la muerte, la pérdida, el duelo. Recuerda
constantemente la propia finitud y mortalidad, los propios miedos y duelos.
Tener una justa distancia emotiva y sana empatía.
2) La confrontación con el equipo interdisciplinar: La calidad de las relaciones
dentro del equipo repercute en la relación con el enfermo y la calidad de
esta relación repercute a su vez en las relaciones dentro del equipo (exige
respeto).
3) La confrontación con la propia vida: Lo que puede llegar a negarse no es la
muerte, sino su carácter trágico y el sufrimiento que puede despertar en lo
profundo del alma.
Para poder acompañar a una persona moribunda hay que reconocer que está
moribunda. Y para esto es necesario superar la propia angustia, el propio
sentimiento de pérdida, de impotencia y de culpa, así como la negación
protectora y autoprotectora.
No es fácil saber estar en la relación manteniendo un espacio profesional entre
uno mismo y el paciente. La proximidad al paciente que vive en las unidades de
cuidados intensivos y de cuidados paliativos no es un error profesional, sino lo
más hermoso que se puede ofrecer a las personas que se encuentran
frecuentemente solas y aisladas y sienten que han perdido su valor.
La salvación de los que ayudan en el plan de cura está en la capacidad para
orientar la relación terapéutica en la línea de la empatía, es decir, en la
habilidad para entrar en la vivencia del paciente haciendo esta experiencia
como si fuera propia, pero sin olvidar este como si… Y el enfermo sabe
entender cuando detrás de una relación que parece formal y distanciada hay o
no una verdadera capacidad profesional para equilibrar competencia y
compasión.

118
3.6 El estrés de la asistencia
La asistencia a un enfermo, cambia la vida de quien lo asiste, pero también la
de la familia.
Impacto familiar en tres perspectivas:
1° Estrés continuo que puede llevar a un verdadero burnout. El trabajo de la
asistencia influye en las relaciones familiares en su conjunto: lamentos por
cálculos del tiempo dedicado a la persona en dificultades, desacuerdos sobre el
modo de organizar la asistencia y las respectivas responsabilidades, aparición
de vivencias afectivas que en periodos “normales” se olvidan o están bien
controladas. No pocas veces se manifiestan los efectos negativos en la salud
de quien asiste.
2° Serie de limitaciones que se viven en el trabajo. Interrupción o
replanteamiento de la carrera, menores ingresos, pérdidas de contacto social
con los colegas y consiguiente sentido de soledad y aislamiento. Las
limitaciones afectan a las relaciones afectivas, vividas como incompatibles con
el trabajo que se realiza, a las que con frecuencias se renuncia. Se afecta toda
la familia, que se ve obligada a revisar los compromisos y las implicaciones
externas para dedicarse a la asistencia.
3° El impacto emotivo varía según una serie de factores: la relación que se da
entre el asistido y el que asiste. Las personas que entran en juego, el tipo de
relación que hay entre los dos, la duración y el compromiso del trabajo de
asistencia, la capacidad de quien asiste para analizar, comprender y controlar
los propios sentimientos.
En la asistencia con enfermos oncológicos
Algunos factores específicos de estrés para quienes trabajan en oncología.
+ La dificultad de la adaptación (emotiva y cognitiva) al trabajo con los
enfermos de cáncer.
+ Las características de la enfermedad y del tratamiento que afectan
profundamente al cuerpo y a la mente del enfermo (y de su familia) y crean una
fuerte dependencia.
+ La imposibilidad de defenderse de la angustia con el abandono de la relación
con el paciente.
+ El hecho de que la enfermedad del paciente evoca experiencias personales,
enfermedades parecidas vividas en familia, sentidos de culpa por no poder
hacer más.
+ La falta de una preparación adecuada, especialmente en lo que tiene que ver
con el conocimiento de las dinámicas psicológicas, y la capacidad de manejar
las relaciones para facilitar un servicio global al paciente.

119
+ Los mecanismos de defensa en relación con la identificación con el paciente
y la dificultad de manejar la empatía.

Asistencia con enfermos con SIDA


Asistir a los enfermos de sida constituye una de las situaciones psicológicas
más estresantes, pues comporta un contagio cotidiano con la muerte y el
sufrimiento de personas generalmente jóvenes, con dinámicas que tienen que
ver con la sexualidad, con el duelo y el dolor de los familiares. La asistencia
exige una confrontación continua con sentimientos de impotencia terapéutica y
frustración, el miedo al contagio y los prejuicios relacionados con las personas
seropositivas.
Entre otros factores específicos que pueden influir en el burnout de los que
trabajan con enfermos de sida, podemos poner de relieve los siguientes:
+ La multiplicación de muertes. Se producen demasiadas muertes y no hay
tiempo para asimilar el duelo ni personalmente ni dentro del equipo asistencial.
+ La edad de los enfermos. Los enfermos de sida son más bien jóvenes. La
proximidad en la edad hace más fácil la identificación del asistente con el
paciente, la muerte del enfermo es más fácilmente vivida como propia. El
sentimiento de injusticia, con frecuencia vivido por los enfermos por ser
arrancados de la vida a una edad tan joven, es compartido y con-vivido por el
asistente, como es también con-vivida la rabia.
+ Un sentimiento de impotencia. Nace de la convicción, emotivamente
implicante, de que por mucho que se haga y por más que se cuide, el
sufrimiento está siempre presente y la muerte tiene la última palabra. Este
sentido quema especialmente a quienes identifican su ser de cuidadores con la
imagen del guerrero que ha bajado al campo sanitario para vencer a la muerte
y no se le advierte que puede ser buen cuidador con los enfermos aunque no le
salve la vida, pues se trabaja por su “calidad”, se les apoya moral y
psicológicamente, consolándole y ayudándole a vivir y morir en las mejores
condiciones posibles, y aliviándo en su dolor.
+ La presencia de tendencias contra fóbicas o de especiales problemáticas
propias de cada asistente. Que se refiere al esfuerzo inconsciente de superar
una tendencia fóbica (miedo a la enfermedad, a la muerte, etc.),
confrontándose con el objeto temido más que evitando determinadas
situaciones.
En la asistencia a los ancianos
Un factor de estrés fuerte puede ser la dependencia del anciano que necesita
una asistencia constante donde el principio fundamental es el reconocimiento
de su autonomía que siempre es posible.

120
Ya que hay una asistencia que crea dependencia y una que ayuda porque
permite que la persona exprese el grado de autonomía conseguido y encuentre
el ambiente adecuado para hacerlo, sabiéndose retirar en el momento
oportuno.
Un conocimiento más profundo y una satisfacción adecuada de las propias
necesidades permitirán ayudar mejor a las personas ancianas, por lo que se
impedirá que su dependencia sea usada para satisfacer motivaciones no
expresadas y nada altruistas.

3.7 Ayudar sin quemarse


El proceso de humanización en los ambientes sanitarios no alcanza sus
objetivos si no se presta mayor atención a la salud del agente sanitario y a su
reconocimiento como persona.
La primera estructura que hay que humanizar es el hospital, cuidando la
calidad de las relaciones interpersonales y por el estilo de comunicación que se
practica, ya que esto es fundamental.
Hay que crear un clima emotivo capaz de promover el desarrollo de relaciones
interpersonales que permitan acoger, reconocer y valorar al otro, y esto vale,
antes que para el paciente, para todos los agentes sanitarios.
Es importante “quererse” tener muy en cuenta la propia salud en las diversas
dimensiones y expresiones, las del cuerpo, mente y espíritu. Es indispensable
mejorar el conocimiento de sí mismo.
Debemos expresar en nuestra vida, en el trabajo y en el descanso, un modo
nuevo de estar en el mundo, un modo que no siga hiriéndonos y que al mismo
tiempo nos haga más hábiles en el servicio a los demás.
Hay que buscar los valores y significados escondidos en la interioridad de los
otros y la nuestra, porque sin ellos se tiende fatalmente a una ayuda árida y se
puede apagar.
La jerarquía debe de ser: Partir del saber ser para que influya en el saber
hacer.
En la relación de ayuda el que ayuda y el ayudado son compañeros de viaje.
Deben crearse verdaderos espacios de palabras en los que el cuidador tenga
la oportunidad de auto – observarse, enfocando y haciendo salir a flote lo que
en su comportamiento y en sus vivencias interiores le está poniendo en peligro.
Por eso hay que compartir.

3.8 Factores protectores

121
El bienestar y la salud del individuo son importantes para el desarrollo en un
adecuado sentido de identidad y de una inclinación afectiva segura y no menos
importante la presencia de un sentido de comunidad.
El factor “resiliencia”
Es un rasgo de la personalidad en el que convergen factores de diversa
naturaleza (emotivo, familiares, sociales, educativos, experimentados,
madurados), que con su acción conjunta movilizan los recursos de cada uno y
de los grupos y los hacen capaces de resistir el estrés y los golpes de la vida,
de afrontarlos y encontrar respuestas flexibles de adaptación y reconstrucción
de sí mismo.
Ante los problemas de la vida la persona resiliente tiene una actitud proactiva
(actúa sobre el problema y sus causas mirando hacia delante y desplegando su
capacidad de elección en el contexto donde vive) más que retroactiva
(soportando pasivamente los acontecimientos y la influencia del ambiente,
quedándose prisionera del pasado o huyendo de la realidad) y es hábil para
deducir enseñanzas útiles de las mismas experiencias negativa, sin asustarse
ni paralizarse.
Favorecen la resiliencia las relaciones padres – hijos de tipo empático: un
apego seguro y el sentimiento de ser, aún en medio de muchos otros, únicos e
insustituibles; un estilo educativo que favorece la autoestima y deja espacio a la
exploración y al cambio, pero asegurando la posibilidad de experimentar éxitos.
Ser resilientes no significa ser invencibles e infalibles, sino dúctiles y dispuestos
al cambio cuando sea necesario, aceptando que podemos equivocarnos, pero
sabiendo corregir también las propias acciones, es decir, trabajando el
fortalecimiento y crecimiento de las características que hay en cada uno de
nosotros. Ayuda a resistir el estrés y el burnout.
Otro factor importante es el apoyo social:
Que se basa en un apoyo emotivo, informativo, instrumental, de valoración. Es
evidente que para poder utilizar este apoyo el individuo ha de ser capaz de
establecer relaciones satisfactorias, de mantenerlas y de utilizarlas
positivamente.
Dar la importancia al significado
Dar un significado al trabajo quiere decir influir en las vivencias y en el
bienestar global, mejorando la relación de ayuda y de asistencia, previendo así
posibles causas de estrés y burnout.
Valores compartidos
El deterioro del sentido de comunidad es una pérdida muy seria. El mejor modo
es trabajar en la búsqueda de valores y en compartirlos.

122
35. El luto

Hay un día en las vidas de todos que determina un destino…..


Ese día se abre una puerta y se cierran todas las demás
Puede ser una desgracia…, un dolor….un encuentro…, una alegría
De alguna forma nos hacemos diferentes…., no somos los de antes.
La muerte de un ser querido marca de forma clara uno de estos días que nos
hacen “diferentes”…. Algo ha terminado…, algo ha cambiado.
El cómo lo encaminemos va a depender de 4 factores:
 La causa de la muerte
 La relación con el difunto
 La red de apoyos externos
 Los recursos personales.
4.1 Las causas de la muerte
Todas la pérdidas se sitúan dentro de un contexto: De ahí que los diferentes
rostros de la muerte y el cómo suceden, influyen a la hora de encarar el
duelo de los supervivientes.
La muerte en edad avanzada no sorprende tanto por lo que hay un mayor
sentido de aceptación…., parece como que la persona a completado con un
ciclo cronológico, habiendo gozado y sufrido lo que la vida podía ofrecerle.
La muerte de un niño es más dolorosa por lo tanto mucho más difícil de
aceptar…,parece que se les ha arrebatado a los padres alguien sumamente
importante en sus vidas…. De ahí que el luto de los padres sea
particularmente duro porque ven la muerte como algo antinatural e injusto.
La experiencia y testimonio de los padres siempre es desgarradora, con un
sentimiento de inmenso dolor.
La muerte de un enfermo terminal es de naturaleza diversa, ya que se
van preparando para el desenlace final Tienen la oportunidad de trabajar el
duelo antes de que les golpee la separación definitiva….. Está claro que
anticipación del duelo de la pérdida no significa aceptación de la misma…,
pero en el proceso de la enfermedad, tanto el paciente como la familia tienen
la oportunidad de pensar en lo que está sucediendo, programar el tiempo
que queda y comunicar lo que necesitan decirse.
Cuando la muerte viene de improviso es cuando se dan las reacciones
más fuertes y prolongadas… Aquí no hay tiempo para programar, para dejar
las cosas y papeles preparados….. un infarto……. un ictus cerebral…., un
embarazo interrumpido…. Ponen de repente a los familiares frente a un
drama inimaginable. En esta categoría entre también la muerte en un

123
accidente de coche, ……accidente laboral.., que provocan un enorme shock
en cuantos conocían a la víctima….
La muerte debido al suicidio todavía es más dramática y embarazosa..,
ya que no ha sido la naturaleza la que ha originado la muerte, sino el
individuo mismo que ha optado por morir. Las causas que pueden haber
inducido a quitarse la vida son diversas y siempre es difícil de saber lo que
pasa por la mente del suicida y qué factores pueden haber contribuido en su
gesto de desesperación.
La muerte provocada por la violencia, el terrorismo, asesinatos….. es
cruel y recordada con frecuencia en los medios de comunicación. los
familiares se sienten indignados. Al que le toca padecer este tipo de luto o
duelo está obsesionado por el pensamiento de cómo habrá vivido su ser
querido aquéllos últimos momentos.
La muerte por desastres naturales : terremotos, inundaciones, incendios…
los supervivientes viven lutos colectivos marcados por la pérdida de todo,
por el riesgo de epidemias y por la necesidad de reconstruir su propia
identidad histórica y geográfica.
4.2 La relación con el difunto
Encarar una muerte significa hacerlo en el contexto de una relación con el
difunto.
Se enumera una serie de factores anteriores a la muerte, que pueden influir en
el proceso del luto.
 Grado de parentesco (mujer, marido, hijo, padre…)
 Grado de dependencia psicológica con respecto al difunto
 Grado de dependencia económica / socia.
 Sensación de culpa (infidelidad, dificultad de comunicación..
 Clase social
 Tener o no otras experiencias de duelo.
Podríamos decir que va a depender mucho de:
 los roles empeñados por el difunto: la seguridad – la figura clave – de
partner sexual – de animador….
 y la calidad de la relación mantenida con él:
La muerte rompe una relación sólida de respeto y afecto recíproco….
Falta de proximidad, intimidad, coparticipación….
Relaciones conflictivas. El duelo de los familiares es vivido con amargura por
lo negativo de la relación, por el tiempo malgastado.
Para los familiares que ha vivido un relación problemática con el difunto es
terapéutico tener la oportunidad de examinar sus estados de ánimo

124
abiertamente. Es importante que encuentren a alguien con el que poder
desahogarse, ya que con familiares o amigos tienen el temor a ser juzgados o
aislados.
Es importante tener a alguien con quien desahogarse para encontrar el
equilibrio entre la censura total del difunto y la reprobación de sí mismos
y para llegar a un compromiso que permita ver las partes positivas y
negativas que siempre existen en toda relación y aceptar la normal
debilidad humana.
Ya fueran las relaciones profundas y gratificantes…, ya fueran superficial y
frustrantes….., ya fueran conflictivas… las heridas deben ser curadas de
modo que cicatricen poco a poco.
4.2 El apoyo externo
Los familiares en luto viven su duelo en el de contexto de una realidad social
que tiene su propio peso en el proceso de recuperación de la pérdida.
Todos los apoyos externos tiene una importancia especial según las
situaciones y necesidades de cada un.
La familia es el contexto fundamental en el que se vive la experiencia del luto.
Si bien hay familiares que ayudan a encarar sanamente el duelo, mientras que
otros obstruyen esa sana elaboración del duelo.
VOLLMAN ha observado que las familias que utilizn sistemas de
comunicación abiertas y eficaces y facilitan el compartir los
sentimientos…… tienen mayor oportunidad de llegar a una adaptación y
aceptación de la pérdida….. no así los familiares que aplican modelos de
negación o supresión de los sentimientos.
COHEN, también nos dice que la comunicación abierta, la participación
de información y la toma de decisiones en conjunto,
Aumenta la posibilidad de una eficaz adaptación durante el periodo del
luto.
También dependerá de la Cultura (del clima cultural)en que está inmersa
la familia, donde los condicionamientos y los múltiples facetas, influyen
sobre la elaboración del duelo.
La Iglesia , mejor la comunidad eclesial, a través del soporte de la dimensión
religiosa, de sus ritos, de los valores de solidaridad humana….. ofrece ese
espacio donde el dolor no es negado, sino reconocido y celebrado.
Los amigos, voluntarios, profesionales…, dispuestos a ofrecer consuelo y
orientación para ayudar a superar los momentos más críticos del duelo.
Los grupos de apoyo – grupos de ayuda mutua, formados por personas que
han sufrido un luto y que se reúnen periódicamente (mensual- semanalmente)

125
para intercambiarse experiencias personales, para darse ánimos y crear una
red de mutuo sostén, tanto dentro como fuera del grupo
Cada uno de los eslabones sociales citados representa un apoyo potencial
para quien está de luto y un espacio hacia el cual dirigir la propia atención
y los propios recursos creativos y afectivos.
4.4 Recursos personales
La elaboración del duelo por una pérdida, más que de cualquier otra persona,
depende del propio individuo, de sus características y recursos personales.
Personas ante la misma pérdida reaccionan de diferente manera.
…..Hay personas que la muerte de un ser querido supone algo devastador y
paralizante…….para otros en experiencia de crecimiento….
……Hay individuos que ante el sufrimiento se pierden….. otros que se
descubren…..
…….Hay unos que se abandonan a la desesperación y otros sacan a la luz su
abanico interior.
En general, la personas de carácter cerrado, con una pobre imagen sobre sí
mismos y dependientes del otro…., tienen mayor dificultad para afrontar la
separaciones temporales o definitivas.
Mientras que le que tiene un carácter más abierto y cordial tienen mayores
posibilidades de afrontar el duelo con mayor optimismo y realidad
MADDISON en sus investigaciones nos indica que las categorías más
vulnerables al luto son:
 las personas socialmente aisladas,
 aquéllas que están educadas para no expresar su dolor
 y las viudas jóvenes con hijos.
Claramente la personalidad juega un papel importante y determinante en la
elaboración del duelo:
 las personas extrovertidas eligen comportamientos diversos a las
introvertidas,
 las personas sentimentales tienen esquemas de referencia opuestos a las
racionales
Respecto a los recursos humanos:
 el trabajo
 los hobbies
 la dimensión espiritual/religiosa : fe – esperanza – caridad
La estrategia es: descubrir – valorar y combinar los distintos tipos de recursos y
valores para dar un sentido a la propia vida y hacerla rendir al máximo

126
Cuento Oriental (P. Casera)
“Un hombre que andaba en busca del secreto de la vida, oyó que le decían
desde lo profundo de un pozo: “Vete al centro del pueblo más próximo y
encontrarás lo que buscas”… fue, pero no halló más que 3 pequeñas tiendas
baratas, que vendían una alambre, otra madera y la tercera pedazos de metal.
Nada que le iluminara sobre aquello que buscaba: el secreto de la vida.
Olvidó pronto aquella aventura. Pasó el tiempo siguiendo en la búsqueda del
secreto que le llenara vida.
Una noche, mientras caminaba a la luz de la luna, oyó una música maravillosa
que venía de lejos. Se acercó para escucharla mejor y ver quién producía tal
maravilla. Al acabar una de las piezas musicales, felicitó al artífice y examinó
qué tipo de instrumento hacía que brotaran armonías tan bellas.
Vio, con gran admiración, que aquel instrumento estaba compuesto de tres
cuerdas metálicas y de la madera y pedazos de metal que había visto hacía
tiempo en los tres tenderetes. Y entonces comprendió”.
4.5 Reacciones atípicas del duelo
Lo que distingue el duelo normal, tal como lo hemos descrito hasta ahora, es la
intensidad y duración de las reacciones en el tiempo
En el duelo anormal o atípico el proceso queda bloqueado y el dolor no es
elaborado Como reacciones atípicas tenemos:
 ciertos mecanismos de defensa
 algunos duelos patológicos
Los mecanismos de defensa: La naturaleza nos ha dotado de mecanismos de
defensa que nos ayudan inicialmente a gestionar nuestro shock, nuestra
angustia…afrontando la situaciones difíciles o controlando las reacciones
emotivas.
Algunos de estos mecanismos entran en acción durante una experiencia de
luto y sirven para atenuar o evitar el dolor y sobrevivir a la pérdida.
Un uso adecuado de estos mecanismos es útil y eficaz; un uso prolongado,
obstaculizará el proceso de superación del duelo.
Los mecanismos psicológicos más comunes son los siguientes:
 Rechazo: tendencia a negar la realidad…a resistirse a afrontar experiencias
dolorosas, desagradables o traumatizantes.
 Represión: recluir en el ámbito de la conciencia, acontecimientos o estados
de ánimo que llevan consigo ansiedad. El mecanismo impide que los
sentimientos salgan a exterior.
 Racionalización: mecanismo que se adopta frecuentemente para controlar
la dimensión emotiva. Quien lo usa privilegia la dimensión racional y no
permite que emerjan los sentimientos.

127
 Aislamiento: la persona tiende a retirarse y se niega a establecer relaciones
con los demás. También se da este aislamiento en interior de la persona
cuando se da una separación entre su plano emotivo e intelectual.
 Regresión: vuelta a un estadio de comportamiento anterior, mediante el cual
el individuo restringe el campo de sus intereses y se hace como un niño. El
psicólogo SANDRIN enumera varias actitudes que puede desencadenar la
regresión: - reducción de los intereses
- egocentrismo
- dependencia de los demás
- agresividad
- pensamientos idealistas e ilógicos
- regreso a satisfacciones antiguas.
 Somatización: a través del cual, la tensión no se libera, sino que se absorbe
por el organismo. Por lo que el cuerpo paga un precio por la incapacidad del
individuo de canalizar sus energías y emociones hacia el exterior.
 Identificación: proceso psíquico de unificación con el otro, en este caso con
el difunto.., cuyos valores, sentimientos, intereses y comportamientos
interioriza el superviviente. La persona no vive su propia historia o proyecto
vital, sino que adopta la del otro. Tanto es así que el superviviente no vive
propiamente sino que muere con el muerto, ya que tienen actuaciones de
zombis, o sea, como cadáveres ambulantes:
- carecen de expresión
- son controlados, mecánicos, anestisiados.
Los mecanismo de defensa tienen una función saludable en el desarrollo de las
personas. El uso de unos u otros depende de la situación de cada persona. La
finalidad no es removerlos o desmantelarlos, sino el comprender su función.
Ante una situación de crisis, ante le proceso de un luto…, el problema se
plantea cuando estos mecanismos de defensa se imponen, se hacen rígidos y
condicionan gravemente a la persona bloqueando, retrasando o distorsionando
su proceso de crecimiento.
Los mecanismos de defensa juegan un rol en los diversos tipos de duelo que
ahora pasamos a examinar.

MODULO 6

PASTORAL DEL DUELO

(Creo que más que hablar de Tanatología necesitamos desarrollar más la


pastoral del duelo, que es una respuesta de la Iglesia y que sigue el ejemplo de
Cristo, apoyarse en el material del encuentro nacional del año pasado)

128
MODULO 7

BIOETICA

36. Ver el término, principios de la bioética moderna, bioética


personalista, donación, trasplantes, cuidados paliativos, objetivos de la
Pastoral de la Salud en relación con la ética,…

Uno de los grandes desafíos de la humanidad hoy, y en especial para los


cristianos católicos, es saber discernir entre los conocimientos que se conjugan
con la sabiduría de la vida y los conocimientos que nos desvían de es a
sabiduría, poniéndose al servicio de la muerte.
Desarrollar la capacidad ética de discernir es hoy una exigencia de nuestro ser
cristiano: dar razón de nuestra esperanza con respeto, sencillez y conciencia
limpia (Cfr. 1 Pe. 3,15-16).

El término:
Bioética es un término introducido al inglés por Potter (1970), quien es
considerado y con muchos méritos, el padre de la bioética. Concibe una
Bioética antropocéntrica, centrada en la supervivencia humana, pero
relacionada indiscutiblemente con la biosfera.

1° Introduce el término en dos publicaciones: “Bioética: ciencia de la


supervivencia (1970) y “Bioética: un puente hacia el futuro” (1971).

2° Da una definición orgánica de Bioética: “es una nueva disciplina que


combina el conocimiento biológico con el conocimiento del sistema de los
valores humanos”.
La palabra está compuesta de dos vocablos griegos: bios que hace referencia
a la vida y ethos que habla de ética, por lo que podemos decir que la bioética
es la ética de la vida.
Podríamos decir que la bioética es una rama del saber ético, sus contenidos le
llegan de las ciencias de la vida (biología, astrología, medio ambiente,
sociología, psicología, filosofía, antropología, teología, enfermería, derecho,
medicina, etc.) y su quehacer es el cuidado y preservación de la misma.
El término “bioética” fue utilizado por primera vez por el oncólogo V. R. Potter
en su artículo “La ciencia de la supervivencia” (1970).
Con este término aludía Potter a los problemas que el desarrollo de la
tecnología plantea a un mundo en plena crisis de valores. Urgía así superar la
actual ruptura entre la Ciencia y la Tecnología de una parte y las Humanidades
de otra. Esta fisura hunde sus raíces en la simetría existente entre el enorme
desarrollo tecnológico actual que otorga al hombre el poder de manipular la
intimidad del ser humano y alterar el medio y la ausencia de un aumento
correlativo en su sentido de responsabilidad por el que habría de obligarse a sí
mismo a orientar este nuevo poder en beneficio del propio hombre y de su
entorno natural. Para Potter, la ética no debe fijarse sólo en el hombre, sino

129
que debe ampliar la mirada a la biosfera en su conjunto, es decir, a cada
intervención científica del hombre sobre la vida en general.
Potter justifica su esfuerzo en el prefacio de la obra diciendo:
“Hay dos culturas –ciencias y humanidades– que parecen incapaces de
hablarse una a la otra y si ésta es parte de la razón de que el futuro de la
humanidad sea incierto, entonces posiblemente podríamos construir un “puente
hacia el futuro” construyendo la disciplina de la bioética como un puente entre
las dos culturas. Los valores éticos no pueden ser separados de los hechos
biológicos. La humanidad necesita urgentemente de una nueva sabiduría que
le proporcione el “conocimiento de cómo usar el conocimiento” para la
supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de vida”.

Principios de la bioética moderna


a. Principio de respeto de la autonomía: (Deriva de la tradición jurídica). Que
hace referencia a una comprensión de la autonomía que permita determinar
el campo de acción humana amparado por las normas éticas y legales
sobre el consentimiento informado, el derecho a rechazar tratamientos
médicos, los deberes relacionados con la obligación profesional de guardar
el secreto médico o de decir la verdad al enfermo.
b. Principio de no-maleficencia: (Deriva de la tradición médica). Que afirma,
esencialmente, la obligación de no hacer daño intencionalmente. Principio
de “beneficencia”: es simple abstención de hacer el mal y empeña las
acciones positivas de prevenir el dolor o el mal, de eliminarlo, de promover
el bien.
c. Principio de justicia: (Deriva de la tradición política). La justicia tiene que ver
con lo que es debido a las personas, con aquello que de alguna manera les
pertenece o corresponde. Consiste en el reparto equitativo de cargas y
beneficios en el ámbito del bienestar vital, evitando la discriminación en el
acceso a los recursos sanitarios. Este principio impone límites a la
autonomía, ya que pretende que la autonomía de cada individuo no atente a
la vida, libertad y demás derechos básicos de las otras personas.

Los principios de la bioética personalista


Los principios de la bioética personalista.
Sirven porque sobre el plano de las decisiones nos orientan en la toma de
decisiones.

1° Defensa de la vida física:


La vida humana física es un valor fundamental sobre el que se fundan y se
desarrollan todos los otros valores de la persona.
Por otra parte, la vida humana física no agota todo el valor de la persona, no es
el bien supremo, absoluto que en cambio tienen el trascendente.
Una intervención sobre la vida física es una intervención sobre la persona, un
daño es un daño a la persona. Cuando el médico interviene sobre la persona

130
(intervención quirúrgica, inyección…) está haciéndolo sobre la persona, no
sobre un cuerpo. Hay que ver si el daño compensa a la persona. Esto nos lleva
a respetar al cuerpo.

2° El principio de libertad/responsabilidad
Libertad “de” y libertad “para”. Es necesario examinar. Esta libertad nunca se
puede separar de la responsabilidad. Hay que valorar antes de la intervención.
Responder. Esta libertad debe hacerse cargo de las consecuencias.
Responsabilidad en las confrontaciones de la vida. Al tomar las decisiones, por
parte de la enfermera o médico, hay que asumir las responsabilidades.

3° Principio terapéutico o de totalidad


Hay algunos criterios para poder decir que esa intervención sea correcta:
 Intervención sobre la parte enferma o causa activa de la enfermedad. Si
intervengo sobre un útero que tiene un tumor, estoy interviniendo sobre
un órgano enfermo.
 Razonable responsabilidad de lo sucedido. Si acepto alterar la integridad
física de una persona debe haber una justificación razonable. De otra
forma no se acepta.
 Ausencia de alternativas. Si se puede hacer una intervención médica
antes de amputar, se hace.
 El consenso del interesado. Debe recibir el consenso del paciente, que
se hace cargo de la intervención. Debe ser un consenso informativo con
informaciones que respondan a la verdad.

4° Principio de socialización/subsidiaridad
Es el empeño de cada persona singular en la realización de sí misma con la
participación y la realización del bien de sus semejantes. Yo me realizo cuando
participo en la realización del bien a otros.
La propia vida y la de los otros como un bien no sólo personal, sino también
social. Por tanto, empeño de la comunidad a promover el bien común
promoviendo el bien de cada uno. La vida y la salud de cada uno dependen
también de la ayuda de los demás. La comunidad debe promover el bien no
sólo de todos sino de cada uno.
Para la subsidiaridad: la comunidad debe, por un lado, ayudar más donde más
grave es la necesidad (cuidar a quien está más necesitado y gastar más en
quién está más enfermo); por otro lado, no debe suplantar o sustituir las
iniciativas libres de los individuos y de los grupos, sino garantizar el
funcionamiento. Si uno tiene la posibilidad de pagarse las medicinas, curas,…
se las debe pagar. Si no, la comunidad debe intervenir.

Ejemplos de implicación para la bioética:

131
 La justificación de la donación de órganos y tejidos, que comporta una
mutilación en el donante.
 Las obras asistenciales (hospitales, residencias de ancianos, casas de
leprosos) fruto de servicio fraterno de los sanos hacia los enfermos.
 En términos de justicia social, obligación de la comunidad de garantizar
a todos los medios para acceder a los cuidados necesarios, también a
coste de pedir sacrificios mayores a quien mejor puede sostenerlos.
 En nombre del principio de subsidiaridad, no se deberá suprimir la
asistencia al enfermo más sufriente o más grave.

Criterios de aplicación del principio terapéutico. El bien del paciente


1° El principio de doble efecto:
Es lícito hacer una acción (o cumplir una omisión) que provoca también un
efecto malo cuando: La acción sea buena en sí o por el menos moralmente
indiferente; junto al efecto malo haya también un efecto bueno y la voluntad de
realizar directamente el efecto bueno, sin apuntar hacia el malo ni como medio
para el fin (la acción y el medio que utilizo son buenos); el efecto bueno no se
obtiene a través del malo, pero este último todo lo demás surge de la acción
paralelamente a aquel bueno; el efecto malo, previsto pero no buscado, está
justificado por una adecuada motivación.
Suministrar un fármaco sabiendo que puede acelerar el proceso de muerte
(morfina) o extirpar el útero de una mujer embarazada con tumor.

2° El principio del mal menor:


Es elegir entre males de un mismo sujeto. Es decir: UN SUJETO sufre dos
males, hay que elegir el que hace menos mal.
Bien físico y bien moral: el bien físico puede ser sacrificado para el bien moral;
el bien moral nunca puede ser sacrificado en cuanto que es bien superior,
espiritual.
Dos males (físico y moral) se rechazan entre ellos. El mal no puede ser sujeto
de elección, tampoco cuando rechazando aquello que algunos llaman “mal
menor”, si determinase un mal mayor (el aborto no es nunca un mal menor
respecto a una vida considerada infeliz, el sacrificio de una vida humana no es
nunca el mal menor, respecto a la muerte de cien personas).

Confrontación entre los principios de la bioética moderna o norte-


americana y los principios de la bioética personalista
BIOETICA NORTE – AMERICANA BIOETICA PERSONALISTA
 Principio de autonomía  Principio de libertad y
 Principio de beneficialidad / no responsabilidad.
maleficencia.  Principio terapéutico o de totalidad.
 Principio de justicia  Principio de socializad
/subsidiariedad

132
Balance Armonización / jerarquía

TEORIAS ETICAS DIFERENTES LA PERSONA HUMANA


INTEGRALMENTE CONSIDERADA
La calidad de vida La sacralizad de la vida

Tenemos un desafío:
Realizar algunos discernimientos éticos fundamentales a la luz de los valores
cristianos en relación con la persona humana, los avances de las ciencias
biomédicas, la esterilidad conyugal, la gestación indeseada, la manipulación del
embrión, aspectos de vida afectiva sexual, de pobreza, violencia, sufrimiento y
muerte. En todas estas situaciones los valores cristianos son una luz de
esperanza y de afirmación de la vida para la humanidad.
“En la actualidad, la bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha
cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, y en el
que está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral. Este es un
ámbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramática
la cuestión fundamental: si el hombre es una producto de sí mismo o su
depende de Dios”. (Caritas in veritate n. 74)
La Encíclica Evangeliun Vitae 27 por su parte, se habla del surgimiento de la
ética como uno de los signos de esperanza en la afirmación de una cultura de
respeto a la vida en la actualidad.

Significados del cuerpo de la persona:


La concepción personalista del cuerpo:
Esta concepción tiene gran importancia para toda la ética de la corporeidad,
para los problemas éticos de la sexualidad y de la medicina.
TODO INDIVIDUO HUMANO ES PERSONA.
Hay una diferencia entre persona y personalidad:
+ Persona: desde el principio.
+ Personalidad: se construye a lo largo de los años.

El personalismo ontológicamente fundado


La persona es un cuerpo espiritualizado, un espíritu encarnado que vale para
aquello que es y no solo para las elecciones que hace.
En toda elección la persona empeña aquello que es, su existencia y su
esencia, su cuerpo y espíritu.
En toda elección existe no sólo el ejercicio de la elección, la facultad de elegir,
sino también un contexto de la elección: un fin, los medios, los valores.

Los del cuerpo de la persona

133
 Valor coesencial (con el espíritu): No es la parte negativa. Están al
mismo nivel.
 Individualización (caracterización): El cuerpo caracteriza la persona.
 Diferenciación: Estamos diferenciados hombres y mujeres. Esto se
manifiesta no sólo a nivel exterior sino que todo el cuerpo está sexuado,
a partir de los genes.
 Relación: El cuerpo es expresión de relación entre las personas. Nos
relacionamos con los gestos.
 Lenguaje: Los gestos, la manera de moverse, utilización de las
palabras, etc, sirven para comunicarnos.
 Instrumento: A través del cuerpo hacemos modificaciones de las cosas.
 Límite (dolor, muerte): El dolor, la muerte, la enfermedad son
expresiones del límite de las personas.

Todos estos significados son importantes para entender qué significado hay
que dar al cuerpo. Se deben considerar ante la intervención del cuerpo.
El significado del cuerpo enfermo
La salud y la enfermedad no interesan sólo al organismo físico ni pueden
definirse sólo en el sentido puramente orgánico.
La definición de la salud ofrecida por la OMS: La salud es un estado de
completo bienestar físico, mental y social y no consiste solo en una ausencia
de enfermedad.
Esta definición supera los límites de una concepción orgánica de la salud,
porque comprende el estado mental y social. Pero hay que integrar otro punto a
nivel ético. Existe también una dimensión ética de la salud enraizada en el
espíritu del hombre y en su libertad: muchas enfermedades derivan de
opciones éticas equivocadas (droga, alcohol, SIDA, etc.)
La forma con que el enfermo afronta la enfermedad o como el ciudadano actúa
respecto a la salud está influenciado por el cuadro de los valores ético –
religiosos de la persona. Es por esto que el médico no acaba su tarea con el
enfermo cuando le ha ofrecido las terapias físicas, sino que debe ofrecer
también al enfermo una asistencia humana de orden moral.

Los principios de la bioética personalista


Los principios de la bioética personalista.
Sirven porque sobre el plano de las decisiones nos orientan en la toma de
decisiones.

1° Defensa de la vida física:


La vida humana física es un valor fundamental sobre el que se fundan y se
desarrollan todos los otros valores de la persona.
Por otra parte, la vida humana física no agota todo el valor de la persona, no es
el bien supremo, absoluto que en cambio tienen el trascendente.

134
Una intervención sobre la vida física es una intervención sobre la persona, un
daño es un daño a la persona. Cuando el médico interviene sobre la persona
(intervención quirúrgica, inyección…) está haciéndolo sobre la persona, no
sobre un cuerpo. Hay que ver si el daño compensa a la persona. Esto nos lleva
a respetar al cuerpo.

2° El principio de libertad/responsabilidad
Libertad “de” y libertad “para”. Es necesario examinar. Esta libertad nunca se
puede separar de la responsabilidad. Hay que valorar antes de de la
intervención.
Responder. Esta libertad debe hacerse cargo de las consecuencias.
Responsabilidad en las confrontaciones de la vida. Al tomar las decisiones, por
parte de la enfermera o médico, hay que asumir las responsabilidades.

3° Principio terapéutico o de totalidad


Hay algunos criterios para poder decir que esa intervención sea correcta:
 Intervención sobre la parte enferma o causa activa de la enfermedad. Si
intervengo sobre un útero que tiene un tumor, estoy interviniendo sobre
un órgano enfermo.
 Razonable responsabilidad de lo sucedido. Si acepto alterar la integridad
física de una persona debe haber una justificación razonable. De otra
forma no se acepta.
 Ausencia de alternativas. Si se puede hacer una intervención médica
antes de amputar, se hace.
 El consenso del interesado. Debe recibir el consenso del paciente, que
se hace cargo de la intervención. Debe ser un consenso informativo con
informaciones que respondan a la verdad.

4° Principio de socialización/subsidiaridad
Es el empeño de cada persona singular en la realización de sí misma con la
participación y la realización del bien de sus semejantes. Yo me realizo cuando
participo en la realización del bien a otros.
La propia vida y la de los otros como un bien no sólo personal, sino también
social. Por tanto, empeño de la comunidad a promover el bien común
promoviendo el bien de cada uno. La vida y la salud de cada uno dependen
también de la ayuda de los demás. La comunidad debe promover el bien no
sólo de todos sino de cada uno.
Para la subsidiaridad: la comunidad debe, por un lado, ayudar más donde más
grave es la necesidad (cuidar a quien está más necesitado y gastar más en
quién está más enfermo); por otro lado, no debe suplantar o sustituir las
iniciativas libres de los individuos y de los grupos, sino garantizar el
funcionamiento. Si uno tiene la posibilidad de pagarse las medicinas, curas,…
se las debe pagar. Si no, la comunidad debe intervenir.
135
Ejemplos de implicación para la bioética:
 La justificación de la donación de órganos y tejidos, que comporta una
mutilación en el donante.
 Las obras asistenciales (hospitales, residencias de ancianos, casas de
leprosos) fruto de servicio fraterno de los sanos hacia los enfermos.
 En términos de justicia social, obligación de la comunidad de garantizar
a todos los medios para acceder a los cuidados necesarios, también a
coste de pedir sacrificios mayores a quien mejor puede sostenerlos.
 En nombre del principio de subsidiaridad, no se deberá suprimir la
asistencia al enfermo más sufriente o más grave.

Criterios de aplicación del principio terapéutico. El bien del paciente


1° El principio de doble efecto:
Es lícito hacer una acción (o cumplir una omisión) que provoca también un
efecto malo cuando: La acción sea buena en sí o por el menos moralmente
indiferente; junto al efecto malo haya también un efecto bueno y la voluntad de
realizar directamente el efecto bueno, sin apuntar hacia el malo ni como medio
para el fin (la acción y el medio que utilizo son buenos); el efecto bueno no se
obtiene a través del malo, pero este último todo lo demás surge de la acción
paralelamente a aquel bueno; el efecto malo, previsto pero no buscado, está
justificado por una adecuada motivación.
Suministrar un fármaco sabiendo que puede acelerar el proceso de muerte
(morfina) o extirpar el útero de una mujer embarazada con tumor.

2° El principio del mal menor:


Es elegir entre males de un mismo sujeto. Es decir: UN SUJETO sufre dos
males, hay que elegir el que hace menos mal.
Bien físico y bien moral: el bien físico puede ser sacrificado para el bien moral;
el bien moral nunca puede ser sacrificado en cuanto que es bien superior,
espiritual.
Dos males (físico y moral) se rechazan entre ellos. El mal no puede ser sujeto
de elección, tampoco cuando rechazando aquello que algunos llaman “mal
menor”, si determinase un mal mayor (el aborto no es nunca un mal menor
respecto a una vida considerada infeliz, el sacrificio de una vida humana no es
nunca el mal menor, respecto a la muerte de cien personas).

Confrontación entre los principios de la bioética norte-americana y los


principios de la bioética personalista

BIOETICA NORTE – AMERICANA BIOETICA PERSONALISTA


 Principio de autonomía  Principio de libertad y
 Principio de beneficialidad / no responsabilidad.
maleficencia.  Principio terapéutico o de totalidad.

136
 Principio de justicia  Principio de socializad
/subsidiariedad

Balance Armonización / jerarquía

TEORIAS ETICAS DIFERENTES LA PERSONA HUMANA


INTEGRALMENTE CONSIDERADA
La calidad de vida La sacralizad de la vida

Escoger los caminos de la vida


Estamos llamados a “elegir entre caminos que conducen a la muerte. Caminos
de muerte son los que llevan a dilapidar los bienes recibidos de Dios a través
de quienes nos precedieron en la fe. Son caminos que trazan una cultura sin
Dios, animada por los ídolos del poder, la riqueza y el placer efímero, lo cual
termina siendo una cultura contra el ser humano y contra el bien de los pueblos
latinoamericanos”. (Ap. n. 13).
La vida es un regalo gratuito de Dios, don y tarea que hay que cuidar desde la
concepción, en todas sus etapas, y hasta la muerte natural, sin relativismos.
(Cfr. Ap. n. 464).
La dignidad de la persona no se atribuye, se reconoce; no se otorga, se
respeta. Está escrita en lo profundo de todo ser humano, no depende de
su estado de desarrollo, de su salud, de sus cualidades y capacidades, ni
siquiera de sus comportamientos. Todo ser humano, cualquiera que sea
su estado y condición, es una unidad inseparable, cuerpo y espíritu,
abierto a la trascendencia.
Los discípulos misioneros de la salud de Jesús tenemos que promover el
diálogo entre ciencia y fe y trabajar por la defensa de la vida. Este diálogo debe
ser realizado desde la ética y la bioética de inspiración cristiana.

Necesidad de una ética en las investigaciones con seres humanos


Una de las cuestiones éticas crítica en el contexto de las investigaciones
científicas con seres humanos es asegurar que la persona no sea transformada
en mero objeto. No faltan denuncias de la manipulación humana en muchos
países de nuestra región.
Es necesario crear una nueva cultura ética de protección de la dignidad
humana frente a las diversas situaciones de vulnerabilidad.

Donación y trasplante
Gracias a los progresos científicos de la medicina que posibilitaron el inicio de
la era de los trasplantes, hoy muchas personas enfermas tienen una segunda
oportunidad de vivir. Los trasplantes de corazón, hígado, riñones, pulmones
son posibilidades concretas de continuar viviendo.
La ética cristiana católica promueve y estimula la donación de sangre y de
órganos y la realización de los trasplantes como un signo de solidaridad.

137
“Nadie tiene más amor que aquel que da la vida por sus hermanos” (Jn. 15,13),
dice Jesús. Un donante de corazón deberá ser diagnosticado acertadamente
con los criterios de muerte encefálica establecidos por la comunidad científica.
No faltan denuncias de comercio y de la existencia de un mercado de órganos
en nuestro continente, que debemos combatir con todas las fuerzas e
instrumentos disponibles.
La donación no puede transformarse nunca en un comercio, es un acto de
amor y solidaridad.

Los Cuidados paliativos


Cuando ya no hay posibilidad de curación, estamos llamados a implementar los
cuidados paliativos, definidos por la OMS como “Un abordaje integral para la
calidad de vida tanto de los pacientes como de sus familiares frente a los
problemas asociados a las enfermedades amenazadoras de vida. Y plantea la
prevención y el alivio del sufrimiento a través del reconocimiento precoz de una
evaluación seria de criterios de tratamiento de dolor y de otros síntomas físicos,
psíquicos y espirituales”.
Los cuidados paliativos:
 Valoran la posibilidad de mantener un control óptimo del dolor y de otros
síntomas que generan sufrimiento.
 Afirman la vida y asumen la muerte como un proceso normal.
 No anticipan la muerte (eutanasia) ni la postergan (distanasia).
 Integran los aspectos psicológicos y espirituales en los cuidados del
enfermo.
 Ofrecen un sistema de apoyo para ayudar a los enfermos a vivir tan
activamente como sea posible antes y aun en el momento de la muerte.
 Ayudan a la familia a cuidar al enfermo hasta el momento de la muerte, así
como a vivir el duelo.
El Papa Benedicto XVI dice que es necesario crear centros de cuidados
paliativos que proporcionen una asistencia integral, garantizando a los
enfermos la ayuda humana y el acompañamiento espiritual que necesitan.
(Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermos 2007).

Objetivos de la pastoral de la sanitaria relacionados con la ética,


relevancia de los problemas morales, nuevas connotaciones de los
conceptos de salud y enfermedad
Objetivos de la pastoral de la salud relacionados con la ética
1° Iluminar con la fe los problemas del mundo de la sanidad, sometidos a la
búsqueda, a las adquisiciones científicas y a las técnicas de intervención, en
las cuales están implicadas la naturaleza y dignidad de la persona humana.
2° Desarrollar la obra de educación sanitaria y moral en la perspectiva del valor
inestimable y sagrado de la vida, para promover y construir en la sociedad “una
cultura de la vida”, desde el nacimiento hasta la muerte.

138
3° Favorecer la formación de los operadores sanitarios basándose en la
competencia, en el servicio y en los valores fundamentales de la persona
sufriente.
Relevancia de los problemas morales
Para una eficaz propuesta de valores en el mundo sanitario, es necesario que
la comunidad cristiana esté dotada de instrumentos idóneos para formar
éticamente a los operadores sanitarios (escuelas de ética, centros de
búsqueda,…) y participe, con competencia y responsabilidad, en aquellas
iniciativas y estructuras ya presentes y operantes en el sector de la sanidad
(enseñanza de la ética en las escuelas para operadores sanitarios, Comités
éticos,…) (Pastoral de la salud en la iglesia italiana, 21, CEI 1989).
Nuevas connotaciones de los conceptos salud y enfermedad.
Salud: No se refiere sólo a factores físicos y orgánicos sino que implica las
dimensiones psíquicas y espirituales de la persona, extendiéndose al ambiente
físico, afectivo, social y moral en el cual la persona vive y actúa.

Enfermedad: No es simple patología, sino también malestar existencial,


consecuencia de determinadas opciones de vida, de alejamiento de valores y
de equivocadas gestiones en el ambiente natural humano.

MODULO 8

PASTORAL DE AYUDA Y PROYECCION PASTORAL

Para ser un buen acompañador del enfermo y de sus familiares, es necesario


actualizarse constantemente en la formación. Si esto no se da, se corre el
peligro de caer en la rutina, perdiendo motivación.

Hay numerosas modalidades formativas para mantener viva la preparación al


ministerio del acompañamiento.

Un instrumento es el verbal de diálogo (verbatim report en ingles). Que por un


lado permite verificar la capacidad de meter en práctica cuanto se ha aprendido
a través del estudio y de la lectura, y por el otro lado, de reflexionar sobre la
propia experiencia de acompañador, permitiendo tomar conciencia de la propia
capacidad de establecer una relación, un estilo dialógico, de la habilidad de leer
la realidad a la luz de la Palabra de Dios y de la teología.

Se presenta ahora el procedimiento a seguir en la elaboración del verbal y,


después, se tendrá la posibilidad de leer un ejemplo de verbatim report.

139
ESQUEMA DEL VERBAL

1. Informaciones

Se recogen datos generales del diálogo:

+ Nombre de la persona encontrada.

+ Lugar donde se da el diálogo.

+ Fecha del encuentro.

+ Duración del encuentro.

+ Problema principal de la persona encontrada.

+ Síntesis de cuanto sale en eventuales encuentros precedentes.

2. Plan pastoral

Busca preparar el encuentro teniendo en cuenta la situación en la cual se


encuentra tu interlocutor.

Imagina la situación que se encontrará cuando esté con el interlocutor y


describe como el agente de pastoral se presentará a la persona.

Establece un objetivo preciso para la visita. En las visitas sucesivas se podrá


cambiar el plan, teniendo en cuenta los resultados del encuentro precedente.

En el primer encuentro se formula un plan general, y en las posteriores se


formula un plan específico.

3. Observaciones

Observa la situación en la cual se encuentra el interlocutor y registra las


propias impresiones y reacciones.

Anota el aspecto exterior, la postura, los gestos, las actitudes y todo aquello
que se cree que pueda ayudar a comprender y explicar la manera de actuar de
la persona encontrada.

4. Coloquio

Después de terminar la visita, es necesario buscar transcribir el coloquio lo más


fielmente posible: las expresiones verbales, las pausas, las interrupciones, las
entonaciones emotivas, etc. El vivo interés y el ejercicio harán más fácil
recordar y transcribir cuanto ha ocurrido. (Es conveniente ayudarse de una
pequeña libreta donde después de salir del encuentro con el interlocutor se
anote lo que pueda ayudar a escribir como se debe el verbal).

Codifica las diferentes intervenciones del diálogo del modo siguiente:

140
A.1 Buen día,…

a.1 Buen día,…

A. 2. ¿Cómo le va?

a. 2. No mal, gracias.

A. 3. …

5. Análisis del coloquio pastoral

+ Sobre mí…

Como persona

 ¿Qué sentimientos he descubierto en la confrontación de la persona y


de uno mismo?
 Evaluar la propiedad y lo adecuado de las propias reacciones.
 ¿Qué capacidades y límites han surgido durante el diálogo?

Como Agentes de Pastoral

 ¿Me he sentido en el rol de Agente de Pastoral en mi relación con esta


persona?
 ¿Hay coherencia y armonía entre mi ser persona y mi ser agente de
pastoral?
 ¿Qué capacidades y límites he notado en mí en cuanto Agente de
pastoral?
 ¿Cómo he sido percibido, en cuanto Agente de pastoral, de la persona
encontrada?

+ Sobre la persona encontrada…

Desde el punto de vista psicológico:

 ¿Qué sentimientos has notado en la persona encontrada?


 ¿Cómo te parece que la persona encontrada hace frente a la situación
en la cual se encuentra?

Desde el punto de vista sociológico:

 ¿La cultura en la cual la persona encontrada vive ha influenciado sobre


su modo de vivir la situación en la cual está envuelta?
 ¿La cultura del mundo de la salud en que medida favorece o impide a la
persona encontrada a vivir positivamente la situación en la cual está
envuelta?

Desde el punto de vista cristiano - teológico:

141
 ¿Cómo lees la situación vivida de la persona encontrada a la luz de tus
conocimientos cristianos - teológicos y de tu espiritualidad?
 ¿Cuáles necesidades y valores espirituales han surgido durante el
coloquio? ¿A tú juicio, en qué medida son válidas o no?
 ¿Cómo ves la concepción de Dios de esta persona, su madurez o su fe?
 ¿En qué medida has acogido la presencia y la acción del Espíritu Santo
en esta vivencia?

+ Sobre la relación de ayuda…

 ¿Cuáles de los principios y de las técnicas de la relación de ayuda has


logrado poner en práctica durante el coloquio?
 ¿Cuáles te han sido más difíciles de aplicar?

6. Concluyendo y viendo al próximo encuentro…

¿Cómo piensas utilizar los conocimientos recogidos en este encuentro y de su


respectivo análisis? Retoma el plan pastoral inicial y confróntalo con cuanto ha
surgido en el curso del encuentro y a través del análisis. ¿Cuál plan piensas
elaborar para el próximo coloquio con la persona encontrada?

142
EJEMPLO DE VERBAL DE UNA VISITA PASTORAL

CENTRO DE ACTIVIDAD: Hospital del Sagrado Corazón de Jesús de


Querétaro.

OPERADOR: José Alvarado

CODICE: 1/1/1

PERSONA ENCONTRADA: Juan Olvera

EDAD: 36 años

SEXO: Masculino

ESTADO CIVIL: Casado

PERTENENCIA RELIGIOSA: Católico

LUGAR DEL ENCUENTRO: Hospital Civil de Querétaro

FECHA DEL ENCUENTRO: Mayo 2010

DURACIÒN DE LA VISITA: 20 minutos

ELEMENTOS CONOCIDOS DE LA PRIMERA VISITA: (Aquí se anotan los


elementos conocidos de otros encuentros, sino hay se pone: ninguno).

PREOCUPACION INICIAL DE LA PERSONA:

Sufre de una neoplasia faríngea y está en espera del inicio de la quimioterapia.


Juan está preocupado por el dolor y si podrá soportar el tratamiento, y en
particular le angustian las consecuencias físicas que surgirán después de la
quimioterapia a la cual debe de ser sometido. Es sumamente depresivo y eso
aumenta su tensión.

SUPERVISOR: A.G.

PLAN PASTORAL

En este coloquio con el enfermo, deseo trabajar una escucha activa en modo
de poder descubrir lo mejor posible los sentimientos que me vengan ofrecidos.

Creo que este modo de actuar permitirá al enfermo hacer emerger con más
claridad los motivos de sus ansias y miedos.

El fin primario de mi visita es aquel de mostrar la cercanía del Señor con mi


presencia, aunque a causa de la tribulación por la enfermedad, al enfermo le
parezca lejano e indiferente a su condición. Me doy cuenta de ser un

143
instrumento del Señor y de participar plenamente de los límites propios de la
condición humana y personal. Al mismo tiempo, siento fuerte el deseo de
empeñarme lo más posible a fin de ofrecer al enfermo un confort a través del
diálogo y la cercanía en la relación de ayuda que me preparo a iniciar.

Ahora cuando se presente la ocasión propia, y viendo la disposición espiritual


de la persona y el tiempo oportuno, estoy dispuesto a ofrecer la gracia de Dios.

Concretamente me propongo de dar comprensión a través de respuestas


empáticas, como de ganarme la confianza del paciente. En este modo podré
conocer cuales son los problemas e inquietudes de mi interlocutor. A este
punto podré buscar hacerme cercano y empezar a resolver juntos las cosas.
Esto se hace posible si se le permite al enfermo sentirse cómodo al expresarse,
evitando de asumir una actitud catedrática o englobante, facilitando para que
use las propias potencialidades.

Me gustaría orar junto con el enfermo. Después del coloquio discerniré sobre la
oportunidad de tal propósito.

OBSERVACIONES

Son las 16:15 horas y me encuentro en el segundo piso del reparto de


enfermedades infectivas del Hospital. Inicio mi recorrido de visita partiendo de
una habitación que se encuentra al fondo del corredor. Sobre la puerta de
ingreso está señalada la indicación de ponerse el cubre boca. Obedeciendo a
la indicación me preparo y entro.

Me encuentro de frente a un hombre joven. Está sentado sobre la cama viendo


hacia la ventana y apoya los pies sobre el suelo. Parece estar en ansiosa
espera de alguno. Su rostro pálido expresa preocupación. No parece sufriente
más muy nervioso. El labio inferior sangra por el hecho de que continuamente
se lo muerde con los dientes. Obviamente parece un gesto que corresponde a
la tensión que el enfermo no controla.

Sobre su buro están algunas revistas. Es un poco delgado, más bien curado en
su persona. Sus cabellos son cortos y está bien peinado. Sus uñas son muy
cortas. Probablemente se las muerde para descargar la tensión nerviosa.

Sobre la base de estas observaciones me propongo ayudar con el plan pastoral


e inicio el coloquio con él.

COLOQUIO

A 1. Buenas tardes…

a 1. Buenas tardes doctor… (me observa desconcertado).

144
A 2. No soy doctor, soy sacerdote. Me llamo José y por la tarde vengo a hacer
una visita a los enfermos de este Hospital.

a 2. ¡¡¡Yo soy Juan y un sacerdote es propio aquello que necesito en mi terrible


situación!!!

A 3. Vive con dificultad la situación en que se encuentra…

a 3. ¡¡¡Con dificultad es poco!... y luego mi madre y mi padre me acusan de ser


un miedoso por el hecho de estar tremendamente preocupado… ¿Sabe padre?
Mañana inicio el primer ciclo de quimioterapia porque me han encontrado un
tumor en la garganta… ¿Le parece exagerado padre que esté preocupado?!!!

A 4. El ser considerado un miedoso por sus padres por el hecho de la tensión


por la terapia de mañana le molesta…

a 4. ¡Si, yo quisiera ser más valiente! Pero es más fuerte que yo, no sé como
pueda afrontar está situación. Mi padre no ha venido más y el médico me ha
dicho que este tipo de tumores no son fáciles. Son un caso en un millón. No
creo tener mucha fortuna.

A.5. Le resulta difícil aceptar que una enfermedad de este género le haya
pasado propiamente a Usted que siempre ha tenido actitudes sanas…

a.5. Si me deja perplejo. No logro entenderme en ésta situación.

A.6. Siente que no está preparado para afrontar esta adversidad… (Mueve la
cabeza sin decir ninguna palabra y baja la mirada).

a.6. (Después de un breve instante de silencio) A decir verdad, no es que no


esté preparado, porque se va a donde se tiene que ir.

A.7. Que podría compartir que cosa quiere decir…

a.7. Se va a donde el Señor quiere que nosotros vayamos y con un tumor de


éste género creo necesario iniciar a preparar las maletas para el viaje.

A.8. Me parece que Usted se confía a la voluntad del Señor más al mismo
tiempo no tiene mucha fe en el proceso curativo que iniciará mañana…

a.8. Si padre así es. Si supiera que el sufrimiento me llevaría a una cierta
curación lo soportaría… más así… tengo miedo… (Se sonroja probablemente
por la vergüenza de haber manifestado verbalmente su temor).

He escuchado que muchas personas que hacen la quimioterapia sufren mucho


y obtienen escasos resultados, si no, ninguno. No estoy dispuesto a sufrir
inútilmente.

145
A.9. Me parece comprender los miedos que me está comunicando… (Después
de un instante de silencio)… Tal vez sean los efectos secundarios de la cura
que lo espantan verdaderamente.

a.9. Si padre… le suplico de orar por mi, para que Dios me de fortaleza. Tal
vez, el Señor escuche más las oraciones hechas por un sacerdote.

A.10. Escuche Juan, creo que dos voces son más fuertes que una sola. Si
quiere podemos orar juntos confiándonos a Dios con la oración del Padre
Nuestro.

a.10. De acuerdo padre hagámoslo (lentamente oramos juntos el Padre


Nuestro… después nos quedamos un momento en silencio)… ¿Cree que nos
haya escuchado padre?

A.11. Creo que sí… Dios nos está siempre cercano y sobre todo en el
momento de la necesidad no nos abandona, sino que está más cerca y nos
sostiene.

a.11. Lo creo yo también padre. Gracias por sus palabras de consuelo.

A.12. Me ha dado mucho gusto hablar con Usted. Juan volveré de nuevo en
estos días a buscarlo. (Sonriendo le doy la mano que el prontamente agarra y
aprieta… después de un momento me dispongo a salir de la habitación). Hasta
luego, Juan.

a.12. Hasta luego padre y gracias.

ANALISIS

Analizando el coloquio he aprendido:

+ Sobre mí.

Como persona: Me doy cuenta de tener un gran deseo de llevar el


consuelo del Señor a las personas sufrientes en primer lugar a través de la
escucha activa y el diálogo.

Mis capacidades comunicativas son buenas en cuanto descubro en modo


inmediato los sentimientos de las personas que me encuentro de frente.
Gracias a esta “perspicacia”, que es puro don de Dios, busco ayudar a los
enfermos a ponerse en disposición de poder acompañarlos.

Como agente de pastoral: Mi interlocutor tiene plena confianza en las


intervenciones del sacerdote y eso me ayuda a ser más consciente de mi
misión de pastor. Creo firmemente que la gracia, que se trasmite del orden
sagrado, me pueda ayudar a ser más evidente la cercanía de Dios hacia el
hombre que sufre.

146
+ Sobre el enfermo

Desde el punto de vista psicológico: Me parece entender que el


enfermo siente fuertemente la frustración de no tener un corazón de león y
sobre todo el juicio que como consecuencia viene expreso en las
confrontaciones de parte de sus padres. Vive una angustia provocada del ansia
por el inicio de la quimioterapia y no lo hace capaz de ser libre. Lo que me hace
reflexionar sobre cuanto es importante el parecer de las personas que rodean
al enfermo a las cuales está afectivamente unida. Juan siente fuertemente el
afecto de sus padres y creo que tema poder perder su cariño por sus actitudes.

Desde el punto de vista sociológico: Me doy cuenta que la actitud de


la sociedad en las confrontaciones de los enfermos de cáncer venga expresado
con una piedad emotiva hacia la desventura, en la cual el ser persona no
participa a plenitud. Con esta expresión intento decir que este mal viene
percibido como cualquier cosa que sucede a los otros y se cansa en
proyectarlo en sí mismo. Probablemente este mecanismo de alienación es
natural consecuencia del miedo que se tiene en percibir la fragilidad de la
propia condición humana.

Desde el punto de vista teológico: Desde mi punto de vista, en Juan el


espíritu habla a través de la fe que pone en el sacerdote como instrumento
para acercarse más fácilmente a Dios (… tal vez el Señor sienta fuertes las
oraciones hechas por uno de sus sacerdotes…) Él teme que su oración no sea
escuchada por el Señor y pide ayuda para gritar más fuerte.

Me parece poder leer en Juan el deseo de un guía espiritual que lo ayude a


encontrar, en medio de sus recursos, los medios para poder hacerse sentir
mejor.

La actitud bastante común del orar en los momentos de necesidad, necesita


ser purificada más es ya un inicio para un buen camino cristiano.

+ Sobre la relación de ayuda

Me parece poder expresar satisfactoriamente después de este primer


encuentro con Juan que logré entrar en su mundo subjetivo y de haber
vehiculado comprensión hacia su vivencia y en particular a sus miedos. Siento
que el enfermo tiene todavía necesidad de hablar. Me parece poder decir que
nos comunicamos serenamente lo que le permitió a Juan aquietar sus
manifestaciones nerviosas (el comerse las uñas y morderse los labios).

Me esforcé por ponerme de su lado para comprenderlo mejor en su situación.


He buscado tomar una actitud empática en el responder verbalmente a sus
inquietudes restituyéndole sus sentimientos. Se ha revelado útil por encima de
mis expectativas y me ha permitido ganar su confianza.

147
Desde el punto de vista teológico, creo comprender como la actitud de quien se
encuentra de frente a una grave enfermedad, sea continuamente de unirse a
Dios en la esperanza de encontrar la gracia que llueve del cielo. En Juan ésta
gracia consiste en infundir un mayor coraje con el fin de afrontar con más
fuerza la situación que se ha presentado.

Probablemente su religiosidad debe todavía ser purificada, más me parece que


él se ha puesto en la justa disposición de ánimo.

CONCLUSIÒN Y PLANIFICACIÒN DEL PROXIMO ENCUENTRO

Este encuentro caracterizado de una profunda autenticidad ha sido para Juan


de ayuda eficaz para hacer frente a su preocupación por la quimioterapia a la
que se debe someter para combatir su patología. El hecho de sacar sus
tensiones e inquietudes con un individuo extraño a la familia le permite ser más
auténtico y menos temeroso de expresar las razones de su propio ser que lo
turban.

El paciente me ha hecho comprender el deseo de encontrarse otra vez


conmigo.

Me parece comprender que Juan ha sido beneficiado de nuestro coloquio.

Me propongo, en el próximo encuentro, dirigir su sentir hacia sus


potencialidades y de subrayar el amor y la misericordia de Dios que camina
junto a nosotros como un compañero de viaje. Todo lo que puede realizarse
concretamente a través de un diálogo empático y una escucha atenta. Si veo
oportuno en el siguiente encuentro le sugeriré la gracia del sacramento de la
reconciliación y de la comunión.

148
EL ACOMPAÑAMIENTO PASTORAL DEL ENFERMO

1. Es un ministerio que ocupa su específico puesto en la pastoral, junto a


la predicación, a la celebración litúrgica y enseñanza.
2. Aunque sea realizado de una persona, es vehículo de la atención y del
amor de la entera comunidad. Al agente de pastoral de la salud que lo
ejercita se le pide por lo tanto, que sea consciente de que representa a
la comunidad eclesial.
3. Es un proceso religioso a través del cual el enfermo, gracias a la
medicación del operador pastoral, hace experiencia de Dios que redime,
resana, reconcilia y promueve la salud integral. Ha estado justamente
afirmado que el diálogo entre el acompañador pastoral y la persona
encontrada es un trialogo, en cuanto Dios mismo, en el encuentro, es el
tercero interlocutor.
4. Hay un fundamento teológico, de la cual trae su identidad específica.
Es la teología profesada del acompañador que determina los objetivos
que él pone y también las modalidades que tiene para alcanzar esas
metas.
5. Utiliza el aporte de las ciencias humanas del comportamiento, en
particular de la psicología. Lo que significa que las modalidades
prácticas de actuar el counseling dependen también de cualidades
psicológicas, de la capacidad de escucha y de consejo, de actitudes
eventualmente educables.
6. Puede ser practicado de manera informal (encuentros ocasionales) o de
manera formal (en forma continua, estructurando los encuentros a
través de acuerdo entre el acompañador y enfermo).

149
VERSE AL ESPEJO

Ayudarme es ayudar a los demás

La eficacia de la acción pastoral depende en gran parte de las cualidades


humanas y espirituales que se ejercitan. Esta afirmación invita a tomar
conciencia que la propia persona es una variable esencial del proceso de
acompañamiento pastoral del enfermo.

Algunos elementos que pueden ayudar al acompañador pastoral en un camino


de crecimiento son:

1. Permanecer abierto al crecimiento

La condición de base sobre la cual se debe apoyar la preparación personal al


ejercicio del acompañamiento pastoral es constituida de la apertura al proceso
de crecimiento humano y espiritual. Lo que implica una disposición constante a
la autoconciencia y al cambio.

2. No hay que olvidar que el deseo de crecer está inscrito en el propio


ser.

El crecimiento al que se está llamado sigue un doble movimiento: el primero


que impulsa a entrar en la interioridad del ser, y el otro que lo lleva hacia el
mundo externo. Como el árbol se desarrolla profundizando las raíces y
extendiendo las ramas, así, el acompañador debe promover una vitalidad
interior que, después de encerrarse en sí mismo, lo abra a los otros, y una
vitalidad exterior que no lo fragmente: este es el ritmo a dos tiempos que
estamos llamados a aplicar, asegurando más fuertemente su corazón y la salud
de su ser.

3. Meter “a fuego” la propia imagen

Durante la vida se está habituado a la pregunta: ¿quién soy? pregunta que


surge del espíritu cada vez que hay un cambio a nivel de las diferentes
dimensiones del propio ser. También el ejercicio del acompañamiento hace
emerger en el espíritu tal interrogativo, invitando a definir la identidad, no sólo
personal, sino también pastoral, para ver si entre el ser persona y ser operador
pastoral hay armonía.

La reflexión teológica y espiritual hace siempre más consciente que uno es


mediador de un amor que trasciende a la propia persona. Lo que por un lado
lleva a la autoafirmación, preparándose seriamente sea del punto de vista
humano que teológico para sentirse bien en el mundo donde trabaja,
colaborando activamente con los otros profesionales y, por el otro lado, está
llamado a auto negarse, o sea, a reconocer la instrumentalidad de su hacer,
escapando del peligro de hacer depender la validez y eficacia de su ministerio

150
más de la preparación profesional que de la gracia de Dios (esta es primero). El
ministerio, en efecto, primero que dar un crecimiento profesional, depende de la
calidad de la relación con Dios. Se es mediador de un corazón que nos
trasciende.

4. Optar por un corazón que no se divide

Una reflexión sobre el ministerio hace consciente de la multiplicidad de las


motivaciones que lo determinan.

El poner orden en el mundo de las motivaciones, reforzando aquellas positivas


y purificando las menos auténticas es un trabajo arduo si no se quiere tener un
corazón dividido, por eso, es importante tener claro que es lo que me mueve a
ayudar. Esto se da mediante un trabajo progresivo.

5. Integrar lo negativo

Es necesario que aprendamos a integrar lo negativo en nuestra vida, para lo


cual podemos aprender de nuestro propio cuerpo cuando sufre una herida,
cuando se hace, hay un dolor fuerte, pero cuando inicia la curación es mas
intenso el dolor pero es al mismo tiempo esperanzador, ocurre que toda la
persona está atenta a la herida y procura no lastimar. Con el paso del tiempo,
solo queda una costra y luego una cicatriz llegando a tener una vida normal, de
tal manera que es cuando podemos decir que la herida se ha integrado, pues
solo cuando se ve, uno se acuerda del hecho.

Lo mismo sucede con las heridas de la vida emotiva, con los sentimientos, se
tiene que aprender a integrarlos.

6. La dimensión contra sexual

El acompañador pastoral que ha realizado de manera adecuada su ser


masculino tendrá una gran ventaja, en el ejercicio de su ministerio, la
integración de los tratos típicos de la psicología femenina: será capaz de
acoger, de ternura, de ganar la confianza de la persona encontrada. Y la
acompañadora pastoral podrá enriquecer su propia persona de aquella
racionalidad y determinación que tienen parte del universo masculino.

7. Cultivar un amor auténtico

La caridad pastoral determina nuestro modo de pensar y de actuar, nuestro


modo de relacionarnos con las personas. No es sólo aquello que hacemos,
sino también el don de uno mismo.

El ágape no depende de la psicología, sino es un don gratuito de Dios, que


asume, purifica y vitaliza la acogida, paciencia, comprensión, perdón, fidelidad,
devoción, solidaridad, hasta dar amor para quien es necesario y devastado en
su ser, para quien está lejano y oprimido. El ágape exige un trabajo de ascesis

151
progresiva, o sea, abnegación, sacrificio y aquella dolorosa autocorrección que
porta a ayudar apropiadamente los sentimientos, a permanecer fiel al
encuentro de estilos diversos de vida y a ser flexible en el comportamiento.

8. No te olvides de Ti

La actividad del acompañador exige mucha energía física y emotiva. Se trata


en efecto, de un ministerio en el cual el operador está siempre en la posición de
quien da.

Es importante que se tenga cura del propio cuerpo, empeñándose por


mantenerlo sano, que se alimente el espíritu preocupándose no solo de
arreglarte sino de fortalecerse mediante la contemplación de la naturaleza,
lectura de la Palabra de Dios, escuchar música, el amor por todo aquello que
es bello, la cultivación de la amistad, la unión con Dios a través de la oración y
los sacramentos, sobre todo de la Eucaristía, de la cual el amor hacia los
demás adquiere sentido y estilo.

“La diferencia entre un rio y un canal, es la siguiente: mientras el canal


descarga todas sus aguas apenas las recibe, el rio hasta que está empapado,
puede dar a los demás, agua y vida, sin empobrecerse”.

San Bernardo

“No olvidar la cura de uno mismo, y no darse a los otros hasta el punto de que
no quede nada de uno en uno mismo: Se debe de tener cuidado de las almas
de las cuales se es pastor, mas no olvidarse de uno mismo”.

San Carlos Borromeo

152
ESTUDIAR EL MAPA DEL CAMINO

¿Cuál camino? Se trata ahora de iniciar el camino con el enfermo: trabajo


exigente que envuelve a nivel de inteligencia y corazón.

Entre los autores que se han distinguido en este sector, y han dejado un
camino significativo encontramos a S. Freud, K. Jung, C. Rogers, R. Carkhuff.
Y en el campo pastoral encontramos a: S. Hiltner, H. Clinebell, A. Godin, B.
Giornadi. A estos últimos el mérito de haber buscado proponer métodos de
acompañamiento pastoral, en cuanto encuentran una sana y sabia utilización
de los recursos que ofrece la psicología.

Y es propio apoyándose en estos autores que podemos identificar, en manera


aproximada, tres etapas de cumplir en el acompañamiento: la exploración de la
situación en la cual se encuentra el enfermo; la comprensión de los factores
que la han causado; la acción.

PRIMERA FASE: EXPLORAR

Imagina de acompañar a una persona que te ha invitado a visitar su isla,


porque en ella existe cualquier cosa de no va, que no está bien. La primera
operación de cumplir consiste en el recorrer con él su isla para conocerla en
sus diferentes aspectos, aquellos bellos y menos atrayentes, aquellos visibles y
aquellos misteriosos, aquellos que no dan preocupación y aquellos que crean
problemas. Este trabajo te permitirá de ayudar a la persona a tener una idea
del estado de su isla,

Esta primera etapa también es llamada fase descendiente, inicia cuando el


enfermo te dice: “tengo un problema”. ¿Cuál es la naturaleza de este problema
y cómo la persona reacciona? La naturaleza del problema puede ser la más
variada: la dificultad de aceptar la enfermedad; el miedo de lo que viene; la
preocupación por la familia; la crisis de fe desencadenada de la enfermedad,
etc.

No olvidar que, muchas veces, los problemas que los enfermos presentan, no
es sólo la pérdida de salud, sino la situación familiar, los problemas
existenciales o morales, etc.

Analicemos el siguiente diálogo que se da entre una señora que se encuentra


en el área de cirugía y un joven estudiante de pastoral.

(A = capellán y B = Señora)

A1. Buenas tardes, Señora… ¡Señora… he olvidado su nombre!

B1. Buenas tardes, Padre… me llamo Julia.

A2. ¿Cómo se siente esta tarde, Señora Julia?

153
B2. Estoy aquí… siempre aquí… no me muevo… tal vez el lunes me operen.

A3. Es pesado permanecer en este lugar, en la cama, no poder moverse… y


después la siento preocupada por la operación. ¿Es verdad?

B3. Si… tengo miedo… y tanto tiempo que esperar… es apenas martes.

A4. Descubro que es pesado para usted esperar… todavía tenemos tiempo
para prepararnos a trabajar, para obtener un poco de tranquilidad, para poder
afrontar la operación…

B4. Quisiera tanto que llegara un poco de serenidad. Espero que todo salga
bien… (guarda silencio). Tengo tanta esperanza, aunque en ocasiones estoy
espantada y preocupada porque pienso que la operación sea difícil… (guarda
silencio) aunque esta preocupación es todavía poca.

A5. Me parece comprender que no es solo la operación que la preocupa.

(La señora inicia a llorar… yo tomo su mano en la mía… después de un poco


continua:…).

B5. En casa tengo una familia, un marido que desde hace muchos años está
incapacitado… Ahora está solo, debe tomar las medicinas, más no sabe mucho
lo que hace… (guarda silencio). Estoy preocupada de que no tome aquellas
justas o que simplemente no las tome… no se que pueda suceder.

A6. El hecho de no poder ser de ayuda a su marido… a su familia, la hace


estar pensando mucho y en pena continua.

B6. Si, creo que la preocupación más grande, hasta que no se acerque la
operación, es mi familia… (guarda silencio)… además tengo un hijo… (empieza
a llorar, baja la voz y después de secarse los ojos reprende)… tengo un hijo
que se droga… (llora). Es algo terrible porque no pensaba que jamás en mi
familia hubiera pasado una así de terrible (llora).

A7. … tan terrible que se siente abatida tan solo de pensar.

B7. Pienso en cada instante sobretodo aquí en el hospital que no tengo nada
que hacer sino ver el sufrimiento y esperar… (guarda silencio) porque cree que
me enferme… se lo digo siempre a mi hijo: “Tu me vas a matar… quieres hacer
morir a tu madre y tu padre”.

A8. La siento muy desilusionada de su hijo… esperaba mucho más de él.

B8. Precisamente ahora que podría ser sostén a la familia.

A9. Es en este momento de particular necesidad cuando podría estar cerca de


su padre.

154
B9. Si, así es, piense que tiene 25 años, ha perdido el trabajo… (llora)… ¿y
quién lo contratará ahora?. Ahora, antes de partir para el hospital le dije que
estuviera cercano a su padre que tiene necesidad, tengo además una hija, más
trabaja por lo que no puede estar siempre presente (pequeña pausa) más ella
prefiere el bar, los amigos… (llora). Por no hablar además de la gente…
algunos te entienden, y otros te ofenden.

A10. La gente también contribuye a hacer más pesado su dolor…

B10. Algunos me dicen de correrlo (llora) ¿más como hace una madre para
correr a su propio hijo, aunque se drogue?

A11. Siento que es difícil para usted tener un hijo que se droga… ¡no lo habría
jamás pensado!... junto a la desilusión siento que también le tiene mucho
afecto.

B11. He probado decirle que le preparo la maleta… he probado decirle que se


vaya… más se que no tengo la fuerza de hacerlo y todo aquello se queda en
palabras… la verdad algunas veces no se que más hacer por él… para poder
ayudarle a entender que ya no se lastime… (llora, pausa).

(Encuentro también conmoción y para hacerlo entender que le estoy cercano


pongo mi mano sobre su espalda… hago signos con la cabeza en señal de
haber comprendido la situación… después de un tiempo, continúa). Dígame
Padre ¿estoy o no mal?

A12. De cuanto me dice y demuestra siento poder decir que su vida, de un


tiempo a esta fecha es dura para llevar adelante… es pesada de sostener en
los momentos más trágicos…

B12. ¡La vida! ¡La vida! He siempre trabajado… he siempre buscado dar todo
aquello que mis hijos necesitaban… no lo necesario ciertamente, porque tantas
veces faltaba, y algunas veces, aún hoy, falta lo necesario… No hemos tenido
jamás dinero para tirar… Hemos tenido siempre lo necesario para
vivir…Cuando alguna vez teníamos algo, fue cuando supimos que nuestro hijo
se drogaba…(llora).

A13. La vida es dura… tantas veces ingrata… muchas veces parece


enemiga… una enemiga más de combatir, muchas veces, más que de vivir…
Quiero decirle y expresarle mi cercanía a lo que experimenta… y quisiera
también poder decirle del amor de Dios especialmente a aquellos que sufren
más…

B13. ¡Ha! ¡Si no fuera por el Señor! Lo siento tan cercano… le digo siempre
que nos ayude, de poner una mano sobre la cabeza de mi hijo… Cuando ya no
puedo más… (pequeño silencio). Ayúdeme también Usted Padre, acuérdese
de mí en sus oraciones.

155
A14. Sentir al Señor cercano también en los momentos más difíciles ayuda a
andar adelante… No dude que la recordaré en mis oraciones… Ahora, creo,
que le ayudaría estar un poco más tranquila… Busque pensar un poco menos.
Nos veremos mañana y veremos como va su tranquilidad, y para el lunes debe
de estar al máximo. ¿Está bien?

B14. Lo esperare con gusto… y ya veremos.

A15. Señora, la saludo y le deseo una buena noche.

B15. Buena noche también para Usted Padre, y disculpe todos estos llantos.

A16. No tiene porque disculparse y por si no terminó continuaremos mañana…

SEGUNDA FASE: COMPRENDER

Volvamos al ejemplo de la Isla.

A la exploración va seguida la comprensión de las causas que están a la base


de aquello que no funciona en la isla: la falta o insuficiente cura de los años
anteriores, el clima adverso, la invasión de parásitos, etc.

En el caso del enfermo, esta segunda fase, denominada también fase


intermedia, y consiste en conectar la situación vivida problemáticamente a
eventuales causas que la pueden explicar.

Por ejemplo, el terror profundo de la muerte que viven ciertos enfermos puede
hundir sus raíces en una vida no vivida.

Como aparece en este segmento de diálogo. Una enferma grave dialoga con el
capellán.

(A = Enferma y B = Operador pastoral)

A1. … Tengo miedo de morir (silencio). ¿Existirá Dios?

B1. ¿Usted que cosa piensa?

A2. Para mi, Dios no existe, si existiera se hubiera acordado de mi y no hubiera


vivido una vida así. ¡Esta no es vida!

B2. Ha tenido una vida muy difícil, muy dura.

A3. (Viéndome) ¿Dura? ¡Inhumana! No he vivido más; siempre he estado


enferma. Desde jovencita he tenido estos males; siempre dentro y fuera de los
hospitales… he pasado tantos sufrimientos, y para terminar esto. Para mí ya se
acabo.

B3. El pensamiento de la muerte la preocupa…

156
A4. Si. Mucho, tengo miedo a la muerte. No he vivido más; no he hecho nada
en mi vida que valga la pena…

(En este caso se tiene que trabajar sobre la reconciliación consigo mismo, con
el pasado, con Dios.)

TERCERA FASE: ACTUAR

Los problemas de la isla pueden hacer nacer en el propietario la pregunta:


¿Qué hacer? Es la fase del actuar, de la acción. Si él está dispuesto a
empeñarse para superar las situaciones de desagrado que le impiden vivir feliz
en su isla.

Para el enfermo, el paso a la acción puede consistir en el asumir nuevos


comportamientos en determinadas situaciones: en la confrontación de la propia
enfermedad, en su relación con Dios…

Caso:

Un señor, atacado de una enfermedad no grave, se muestra inquieto,


continuamente es sujeto a la rabia, inicialmente no quiere recibir al operador
pastoral, critica todo y a todos… Con paciencia, el operador logra conquistar su
confianza para ayudar al enfermo a arrojar aquello que está en su corazón. Y
sale una historia llena de sufrimiento: humillaciones, condicionamientos,
conflictos… Una de las consecuencias más graves de todas las experiencias
dolorosas es la ruptura de las relaciones con sus padres y hermanos. El
enfermo sufre, aunque esconde su dolor bajo una lista de acusaciones que no
terminan… La posibilidad de sacar lo que vive lo aliviará, llevándolo
progresivamente a comprender que no tiene sentido dejarse guiar de las
experiencias pasadas. Es el presente el que cuenta y que va vivido en plenitud.
Inicia un proceso de reconciliación consigo mismo y con Dios, que lleva al
enfermo a vencer poco a poco las resistencias que le impiden retornar a gustar
del amor de los suyos. Con el acompañamiento del operador pastoral estudia
un plan de acciones para volver ha acercarse a el mismo.

157
EL PROCESO DEL ACOMPAÑAMIENTO

Primera Fase:

Se favorece en el enfermo la posibilidad de:

Explorar

La propia situación a través de actitudes de:

Acogida

Escucha

Empatía

Consideración positiva

Autenticidad

que preparan el terreno para la elaboración del

diagnóstico pastoral

y favorecen la

alianza pastoral

Se facilita la comunicación a través de las intervenciones no verbales y


verbales.

Reformulación

Resumen

Focalización

Personalización

Preguntas apropiadas

158
ACTITUDES QUE AYUDAN A EXPLORAR

1º La acogida:

Es necesario tener un corazón hospitalario. Crear un espacio para el otro.

La disposición de base para establecer una relación significativa con el enfermo


y sus familiares es constituida por un corazón hospitalario, capaz de crear un
espacio donde el enfermo pueda descansar.

Actitud responsable

En la perspectiva cristiana, tu hospitalidad tiene un carácter responsable, o sea,


es una respuesta a Dios que primero te ha acogido y recibido
incondicionalmente y, al mismo tiempo puede ser el lugar de la reconciliación
del Señor, como testimonian muchas escenas bíblicas. Ej. Los tres extranjeros
acogidos por Abraham en el encinar de Mambre (cfr. Gn.18,1-15); cuando los
discípulos de Emaús invitan al misterioso viajero a detenerse con ellos porque
se hace de noche, al partir el pan tienen la sorpresa de reconocer en él a Jesús
(cfr. Lc.24,13-35).

Dar y recibir

Se acoge al enfermo auténticamente, libre de deseos de dominarlo, advertir


con el tiempo que a tu dar corresponde también un recibir. Esto ayuda.

1º A un conocimiento siempre más profundo de la condición humana, hecha de


grandeza y miseria, de esperanza y abatimiento, de vida y de muerte. En la
experiencia de quien sufre, la realidad humana aparece en su fragilidad, más
también en su preciosidad. Precisamente porque es frágil, la vida es preciosa.

2º A un despertar y activación de los sentimientos de solidaridad y de


fraternidad.

3º La persona humana puede llegar a mantener la propia integridad, a


descubrir nuevos valores, a cultivar la serenidad y a crecer en la espiritualidad.

En tales situaciones, cuando te acerques al hombre que sufre con ánimo libre,
puedes aprender que la salud es un valor que expresa algo más que la simple
vitalidad física y la curación un proceso que puede tener lugar también cuando
el cuerpo permanece dominado por las fuerzas destructivas del mal, y que en
el sufrimiento se esconde una particular fuerza que acerca interiormente al
hombre a Dios. Ej. San Pablo “cuando soy mas débil soy más fuerte”

159
Gestos concretos

1º Prestar atención física.

2º Se le saluda, se le da la mano.

3º Se hace la presentación (se dice el nombre y el rol que se realiza).

4º Disposición física (cuales son las posiciones mejores a tomar).

Todo es comunicación

Se debe tener en cuenta que todo nuestro comportamiento ante el enfermo es


comunicación. El modo de la actitud, el tono de la voz, la cualidad de la mirada,
la distancia… envían mensajes que el enfermo sabe leer, utilizándolos para
hacerse una imagen del operador pastoral, positiva o negativa.

Si el enfermo te observa, también tú debes observarlo, evitando la curiosidad y


acogiendo todos los indicios que te ayuden a comprender su estado de ánimo:
¿Te ve en los ojos? ¿Cómo es el tono de la voz? ¿Cuáles sentimientos surgen
de su persona: tristeza, depresión, serenidad, alegría, esperanza?

2º La escucha

En modo original J. Hillman pone en relación la escucha con la acogida, de la


cual hemos hablado en el punto anterior. Al respecto dice: Recibimos al otro
como si fuera una música, escuchando el ritmo y la cadencia de su historia, sus
repeticiones temáticas, sus desarmonías… Si el alma es una cuerda, solo el
oído la puede revelar. El oído es la parte femenina de la cabeza, es la oferta
consciente de la máxima tensión con el mínimo de intención. Nosotros
acogemos al otro a través del oído, la parte femenina de nosotros, concibiendo
y dando una nueva solución a su problema, solo después de estar plenamente
penetrados de tal problema. (cfr. Hillman J., Insearch, psychology and religión,
Schreidner’s Sons, N. York, 1967, p. 22).

El evangelista Lucas, describiendo el encuentro de Jesús con los discípulos de


Emaús dice que: “se pone a caminar con ellos”. Carlos María Martini
comentando estos versos dice que la anotación es maravillosa, ya que Jesús
se mete a caminar a su paso sin decir nada por un tiempo, los escucha atento,
y después habla.

La importancia de la escucha

+ La escucha es una de las caricias positivas más eficaces. Ya que si eres


escuchado sabes que vales a los ojos de tu interlocutor. Me dice que soy
importante para él.

+ El valor y la belleza de la escucha esta en que: escuchar no es prestar el


oído, es dejarse conducir de la palabra del otro allá donde la palabra conduce.
160
Donde en vez de la palabra está el silencio del otro. (cfr. Galimberti U., Pantani
nel deserto dei depressi, in “La Republica”, 18 febbrario 2004.

La verdadera escucha es posible solo en el silencio de todo el resto. Tal


operación de descentramiento no es natural, por lo que la práctica exige una
pequeña muerte de sí mismo. Justamente algunos autores hablan de la
escucha como un acto espiritual, imposible si la interioridad está ausente.

Estas dificultades encuentran apoyo en la cultura actual de nuestro tiempo.


Educados como somos a la cultura del aplauso. En nuestra cultura se
distribuyen medicamentos para contener la depresión, pero media hora de
tiempo para escuchar el silencio del deprimido no los encontramos más.

La escucha activa

Te permite escuchar al otro en todo aquello que es y vive, también, en aquello


que rechaza de sí, y permite la oportunidad de expresarlo.

En el diálogo que sigue el operador pastoral demuestra de haber sido capaz de


una escucha activa, con la enferma encontrada en el área de radioterapia.

(I = Inés y OP = Operador pastoral)

OP1. Buenas tardes señora Inés, ¿Cómo se siente?

I 1. Muy mal, no tengo un centímetro del cuerpo sin dolor; y después estas
curaciones que no terminan más.

OP2. Siento que sufre mucho, con todos estos dolores y estas largas
curaciones.

I 2. Algunas veces, me parece no poder más; más después pasa y voy


adelante, aunque me parece todo inútil.

OP3. Tal vez se haga más difícil, cuando no se está sostenido de una fuerte
esperanza.

I 3. Para esperar, se necesita tener algo concreto, sobre todo en los resultados;
pero en lugar de ello siempre es peor. Sería mejor que me digan la verdad: así
al menos sabría como son verdaderamente las cosas.

OP4. (Breve silencio). Si entiendo bien, es propiamente el vivir en la continua


incertidumbre que le hace mucho mal.

I 4. Así es. Aunque me parece que no me toman enserio; tal vez creen que no
sea capaz de soportar la verdad; más no soy estúpida… (silencio).

OP5. El hecho de que no le digan toda la verdad, la hace sentir en un ambiente


de desconfianza…

161
I 5. A fin de cuentas se trata de mí y de mi vida. Tal vez me quede poca; al
menos que pueda saberlo, para que pueda dejar en orden mis cosas…

OP6. Tal vez, en estos momentos, la vida le parece todavía más importante;
como un bien que corre el peligro de perder…

I 6. Me parece tener todavía tantas cosas por hacer. Hasta ahora casi siempre
he trabajado. Sufrí mucho cuando mi marido murió y he querido luchar para
salir adelante. Después afrontar la enfermedad de mi hija. Ahora quería vivir un
poco en paz, con mis nietos que me quieren tanto. Quisiera ayudarlos a crecer
bien, porque vivimos en un mundo tan bruto, con tantas cosas desagradables…

(Al sentirse escuchada, ella habla. El Operador Pastoral no hace una sola
pregunta).

Un test para evaluar la cualidad de escucha.

+ Se escucha mediocremente cuando:

… Interrumpo el flujo de las palabras o de los pensamientos del interlocutor.

… Cambio fácilmente argumento.

… Pienso que cosa responder mientras el interlocutor está hablando.

… Doy consejos en vez de compartir la búsqueda de respuestas.

… Salto a las conclusiones y doy interpretaciones.

… Busco de encasillar el problema del interlocutor.

… Salgo mental o emotivamente de la situación del interlocutor.

… Muevo excesivamente las manos, pies o posiciones del cuerpo.

… Digo seguido: “a mi me paso la misma cosa”.

… Siento que debo llenar pausas y silencios.

… Evito las preguntas del interlocutor.

+ Se escuchar cuando:

… Digo si al interlocutor con apertura de corazón.

… Escucho los silencios, los espacios del crecimiento.

… No presumo de poseer toda la verdad.

… Percibo aquello que el interlocutor está viviendo.

… Soy capaz de entrar en la piel del interlocutor.

162
… Reformulo los pensamientos y sentimientos de la persona encontrada.

… Acojo al interlocutor como es, sin juicios.

… Concedo a la persona regresar sobre sus palabras.

… Dejo a un lado mis preocupaciones y mis necesidades.

Algunas indicaciones

La capacidad de escucha depende de factores personales, de la buena


voluntad, pero también de un aprendizaje disciplinado.

Ahora se mencionan algunas indicaciones para un mejoramiento de la


escucha:

+ No aconsejar en tiempos de escucha, cayendo en la tentación de haber


entendido todo, con la consecuencia de romper el fluir de las palabras del
enfermo.

+ Escucha las cosas importantes que el enfermo dice sobre sí mismo, explícita
o implícitamente, a través del lenguaje no verbal. Escucha no solo las palabras
y las frases, sino también las modificaciones de ellas, buscando de entender el
mensaje de los sentimientos más allá de los contenidos.

+ Suspende cada juicio sobre la persona del enfermo y cuanto él comunica,


evitando todo prejuicio.

+ Resiste a las distracciones que te vienen de fuera, buscando de reducirlas en


el caso que sean muy intensas.

+ Atiende antes de responder. Algunos segundos de silencio después de la


intervención del enfermo te permiten clarificar la respuesta y, al mismo tiempo,
ofrece al interlocutor la posibilidad de precisar el propio mensaje. (Respirar y
después responder).

+ No tener miedo del silencio que se instaura durante la conversación,


aprendiendo a soportar los miedos del enfermo, sobretodo cuando éste último
reflexiona sobre cualquier cosa que ha sido dicha, explorando posibilidad,
clarificando conceptos o acercándose a tomar una decisión.

+ No olvidar que la cualidad de tu escucha se mide de las respuestas que tú


das a las intervenciones del enfermo.

163
3º La comprensión empática

Debemos entrar en el mundo subjetivo de la otra persona, y como si fuéramos


la otra persona, decirle lo que comprendemos.

Definición

Es la capacidad de sentir y comprender aquello que el enfermo está viviendo y


de comunicarle tal comprensión.

Un ejemplo de comprensión empática para darnos cuenta de qué se trata.

Es un diálogo entre un voluntario (V) y una señora de 45 años llamada Adela


(A), madre de un muchacho Down. Los dos se conocen pero es la primera vez
que se encuentran en un diálogo de ayuda.

La mujer quiere un consejo para resolver los problemas inherentes al hijo. El


encuentro es de una manera informal.

V1. Buen día, Señora Adela ¿Cómo está?

A1. Buen día, ¿interrumpo? Sólo dos minutos y después me voy.

V2. No se preocupe, no tengo, al momento, algo que hacer, por lo cual


podemos hablar tranquilamente.

A2. Usted siempre tan gentil, soy yo la que aprovecha siempre, dos minutos
sólo, después sigo mi camino.

V3. Siento mucho su preocupación y miedo de quitarme el tiempo. Nada de


esto, Señora Adela. Nada me espera, es un momento ideal para platicar.
Acomódese por favor.

(El voluntario logra con desenvoltura que la Señora Adela de sienta cómoda,
creando un clima propicio al diálogo. En V3 practica la escucha activa,
acogiendo no sólo los contenidos expresados de la señora, sino también los
sentimientos que le acompañan. La mujer se siente apoyada para continuar).

A3. Es por mi hijo.

V4. (Dijo el nombre del hijo).

A4. En la escuela… no lo logramos, debo luchar… luchar continuamente, por lo


que no puedo más.

V5. La siento desilusionada, como, desalentada por esta lucha tan difícil.

A5. Así es, veo que comprende. Es que cuando protesto que mi hijo vaga por
los pasillos de la escuela sin tener un apoyo, sin que le hagan hacer dos

164
renglones, ¿por qué no quieren entender que necesito cualquier estimulo? Vea
su cuaderno, esto es lo que ha hecho esta mañana en cuatro horas.

(Me enseña el cuaderno que presenta una viñeta, sobre la cual el muchacho ha
expresado algunos pensamientos. Un solo error de ortografía y una escritura
bien legible. Aquí me encuentro avergonzado porque me sale decir “una bella
pagina”, hojeo el cuaderno para ganar tiempo).

V6. Siento que encuentra como un sentido de impotencia delante a una actitud
pedagógica que le gustaría fuera diferente.

(Viéndose escuchada y comprendida, la señora se ha sentido y se sentirá libre


de manifestar sentimientos mas “pesados”, como después se notará en las
intervenciones siguientes).

A6. ¿Le parece posible que en una mañana haya hecho solo esto? La
especialista dice que es suficiente, el instructor de nado al que le he hecho
presente la situación dice que mi hijo está en un buen nivel, y yo no estoy de
acuerdo… no quieren trabajar… ¡una hojita en una mañana!

V7. ¡Una bella hoja!.. (No he vencido la tentación de antes y se me ha


escapado un comentario).

A7. ¿Si? ¿Es una bella página? ¿Más no es poco? Por ejemplo el maestro
(aquí me dice el apellido) no quiere insistir sobre el artículo. ¿Cómo es posible?
¿No debe saber que se dice “el” libro, “la” mañana, “las” mamás, “los”
estudiantes? Dos renglones, un diseño, hecho mal, y luego “hoy ha trabajado
mucho” y ellos no han hecho nada, fuera de mi. No puedo expresarme siempre
sino dicen que estoy lejos de la gracia de Dios. Y luego, debo luchar también
con mi marido porque continúa a decirme como un estribillo: “de nuestro hijo
puedes pretender lo posible pero no lo imposible”. Me da una rabia, por lo que
estoy sola en la lucha contra todo y contra todos. (Después ve el cuaderno y
dice con satisfacción) “es una bella página” (y sonríe).

(Gracias al buen feeling (sentimiento y confianza) que se ha creado, la relación


entre la señora y el voluntario crece positivamente. Es un signo el hecho que la
mujer se deja interpelar de la evaluación que el voluntario ha pronunciado
sobre la página. Nota que aquello no se daba con los profesores ni con el
marido).

V8. (Sonrío viéndola a los ojos). Advierto como un sentido de soledad, usted se
siente como abandonada, aunque en familia no cree encontrar el apoyo que
desea.

A8. Así es, quisiera que mi marido me sostuviera, que estuviera de mi parte
cuando vamos a platicar con los enseñantes, en cambio, tengo la impresión
que escucha más a los enseñantes que a mí. Quisiera sentir que me

165
comprende y me escucha como hace usted ahora. Quisiera que los enseñantes
tuvieran la sensibilidad de entender que cosa quiere decir ser la madre de un
muchacho Down, el pensamiento que tiene una madre por su futuro, que será
de él si yo llegara a faltar.

(Poco a poco la escucha activa, sensible y respetuosa, hace salir el problema


principal de la señora. Más que del pergamino limitado del hijo ella era
preocupada por su futuro).

V9. La siento preocupada por la actitud de los enseñantes y de su marido y por


el futuro de su hijo.

A9. Sí, es un pensamiento fijo que no me deja dormir.

V10. Entiendo que para usted es una preocupación…

A10. Más que la preocupación ¿Seré capaz de portar mi cruz? Me han dicho
cargar la cruz sobre la espalda es pesado.

V11. (Apoyo mi mano sobre la suya sonriendo).

A11. (Se pone a llorar en modo discreto). “Me siento aliviada como si me
hubiera quitado un peso de encima”. (Tomo un pañuelo, su mirada cae sobre el
reloj y hace un gesto de sorpresa). Había dicho que dos minutos, cuanta
molestia.

V12. Ninguna.

A12. Querido de Dios. Gracias de todo y mil disculpas.

En el encuentro con la señora Adela, el voluntario se manifiesta capaz no solo


de acoger y escuchar adecuadamente a su interlocutora, sino que también la
comprende por medio de una natural respuesta empática.

Significado teológico de la empatía

La comprensión empática encuentra su fundamento en la actitud de Dios,


arquetipo de la relación interpersonal.

Es en el evento Cristo que se manifiesta la empatía presente en cada forma de


relaciones de ayuda.

Se trata de una observación iluminante, que encuentra su fundamento en la


imagen de un Dios compasivo, de la cual su expresión culminante es la
encarnación y redención de Cristo. Para conocer al hombre, Dios se hace
hombre (cfr. Fil. 2,6-11).

166
La novedad es que Él no ha venido a quitar nuestras penas, sino para convivir,
para entrar en la humanidad y ayudar plenamente al hombre. Dios ha venido a
convivir con nuestra condición humana, vivirla en Él mismo, sufrirla y morir”.

Esta participación profunda de Dios al destino humano está llena de una fuerte
intensidad emotiva. En el evangelio la “compasión” es “sentir cualquier cosa en
las propias viseras, en las entrañas”.

Las emociones de Jesús, que se expresan en simpatía y comprensión, poseen


un valor terapéutico.

Cada práctica terapéutica, basada sobre la empatía y sobre la aceptación


incondicional, constituye una implícita manifestación de la actitud amorosa de
Dios hacia el hombre, tal manifestación se hace explícita y se convierte
consciente en el acompañador pastoral.

Comunicar la comprensión

La empatía consta de dos momentos: la comprensión de la vivencia del


enfermo y la comunicación de tal comprensión. En otras palabras, no es
suficiente que tú comprendas al enfermo, sino que es necesario también que tú
le hagas saber lo que has comprendido. Esto puede ser hecho verbal o
verbalmente, utilizando gestos significativos (estrechar la mano, mirar, silencio
lleno de mensajes…) después hay que hacer saber al enfermo lo que te ha
trasmitido.

La técnica a través de la cual puedes comunicar verbalmente la empatía es la


reformulación la cual no es una simple repetición de las cosas que el enfermo
ha dicho, por lo que al restituirle el mensaje que has comprendido, es bueno
que uses tus palabras, formulándolas en el modo más claro posible.

Tipos de respuestas

+ Respuesta evaluativa: Consiste en expresar un juicio moral, positivo o


negativo, sobre la persona y/o sobre cuanto ha afirmado. Tal juicio es basado
sobre las propias normas y escalas de valores. Ej. “No es llorando sobre tu
suerte que las cosas se arreglaran ¿no te parece?”

+ Respuesta interpretativa: Tiende a dar una explicación que ayuda al


interlocutor a comprender aquello que le sucede, partiendo del propio punto de
vista, sin escuchar los sentimientos presentes en la comunicación del
interlocutor. Ej. “Es evidente que quince meses de hospital la han separado de
las personas queridas. Desafortunadamente, sucede mucho a la gente en sus
condiciones”.

+ Respuesta de soporte o consolatoria: Quiere ofrecer un impulso, una


consolación a fin de alentar al interlocutor y bajar su nivel de ansia. El límite de

167
ésta intervención es su superficialidad, porque induce a sobrevalorar aquello
que ocupa la mente y el corazón de la persona. Ej. “Ánimo, señora, no necesita
dejarse acabar así. Hay todavía gente que la quiere bien, estoy seguro”.

+ Respuesta investigativa: Tiende a recoger diversas informaciones para poder


considerar la situación de otros puntos de vista. El peligro de esta pregunta es
tomar la postura de detective, olvidando los sentimientos del interlocutor,
controlando el ritmo de la conversación y metiendo al enfermo a la defensiva.
Ej. “Es ya de tiempo que Usted está en hospital. ¿Quiere hablar un poco más?”

+ Respuesta de solución inmediata: Denuncia la prisa y, más profundamente,


indica la tendencia a querer resolver los problemas de los otros, sin dejar a
ellos la responsabilidad de encontrar la solución más idónea. Ej. “Usted debería
estar más junto a los enfermos. ¿Por qué no hace visita a las otras mujeres de
vez en cuando?

+ La respuesta empática: Se diferencia de las otras apenas enunciadas porque


está centrada sobre el tú del interlocutor, sobre la vivencia manifestada
explícita o implícitamente y porque no es directa.

Algunas anotaciones

+ La respuesta empática no es la única respuesta. Sino que debería de ser la


base de la cual parten las demás respuestas.

+ Muchas veces la respuesta empática facilita la continuación del discurso de


parte del interlocutor.

+ A la gente que quiere un consejo y una solución. Es importante hacer


comprender que toca al enfermo tomar la responsabilidad de las propias
decisiones. El acompañador puede ayudar a alcanzar tal objetivo.

Efectos de la empatía

+ Ofrecer al enfermo la posibilidad de evaluar si has comprendido


correctamente su mensaje, dándole la posibilidad de corregirte.

+ Le ayuda a explorar el problema que lastima, a entrar en contacto con el


propio mundo interior y a comprender el significado de las experiencias que
está viviendo.

+ Mostrándote sensible a sus sentimientos, el da respeto y aceptación.

+ Hace más creíble el mensaje sobre Dios que escucha y comprende.

168
4º Reconocer la dignidad del otro. La consideración positiva.

Es una actitud que debe permear tu persona durante todo el recorrido del
acompañamiento, y que comprende diversas expresiones: respeto, aceptación
incondicionada, confianza y calor humano.

La consideración positiva responde a una de las necesidades fundamentales


de la persona, aquello de ser vista y tratada como un ser digno de valor,
merecedor de estima y de afecto.

E1. (Agitada) No puedo de verdad estar tranquila después de haber visto dos
mujeres morir en este mismo cuarto (se refiere a la habitación del hospital).
Tengo como la sensación de haber sido forzada a ver algo que no estaba
preparada. Sabe, yo soy consciente que estoy por morir, y no tengo miedo a la
muerte –de hecho la deseo- más ha sido terrible ver aquellas mujeres morir
(sus ojos ven al vacio).

O1. (Tomando la mano de la paciente). La siento temblar y siento su miedo…


Aquello que he entendido es que usted no tiene miedo a la muerte, más hay
algo en cuanto a la muerte que la espanta.

E2. (Silencio, el temblor crece). Es el proceso de morir. (Silencio y no sabe que


hacer)… Es así, me da miedo privarme de dignidad (aprieta con fuerza la mano
del operador).

O2. (Silencio). Percibo en su voz el horror que usted siente… Mantener la


propia dignidad es de extrema importancia para usted…

E3. (Parece relajarse un poco y retira la mano). Es el pensamiento de perder el


control de las funciones corporales… No lo soporto (comienza otra vez a
templar).

O3. El pensamiento que otros la limpien o laven en aquellas circunstancias ¿le


parece algo imposible de aceptar?

E4. (Viéndome directamente) Si, no podría jamás aceptar tal cosa.

O5. Es como si fuera terriblemente difícil para usted aceptar que cualquiera se
acerque y se encargue de usted.

E5. (Baja la mirada). Es verdad, sería algo sumamente embarazante y


vergonzoso…

Como habrás podido notar, la enferma expresa la exigencia de ser y de


continuar a ser considerada como un “sujeto”.

En efecto, la enfermedad y la muerte constituyen la más grande herida al


narcisismo humano, la irrupción de la realidad en la imaginación que lleva al
individuo a creerse invulnerable e inmortal.
169
Una mirada de fe

Tu estas llamado a enriquecer con el hecho que de frente al Señor la persona


mantiene todo su valor aunque cuando se encuentra en condiciones de
degradación física, psicológica o espiritual. Recordarle que aunque su cuerpo
este enfermo siempre será una persona.

Aceptación y confianza

El reconocer al enfermo como un ser consciente, libre, autónomo te dispone a


establecer con el la relación yo – tú.

Estas dos palabras –aceptación y confianza- se pronuncian fácilmente, muchas


veces, sin darse cuenta de cuanto exigen.

Aceptar al enfermo significa dejarlo entrar en tu vida con la consecuencia que


no podrás más ser completamente patrón de ti.

Cuan importante es que tú no emitas juicios sobre la persona, poniendo entre


paréntesis los criterios objetivos de evaluación de la conducta de los otros,
teniendo en cuenta que el no – juicio no significa aprobación de
comportamientos discutibles, incorrectos o inmaduros.

Es necesario distinguir entre persona y comportamiento. Por eso hay que estar
atentos a no juzgar a la persona por su comportamiento ya que no podemos
saber el porque se comporta así en ese momento.

A la aceptación va seguida la confianza. La cual se manifiesta en el creer del


enfermo, en su capacidad de utilizar las propias posibilidades para hacer frente
a la situación en la que se encuentra.

Sugerencias

Son sugerencias que pueden ayudar a meter en práctica la consideración


positiva:

+ Asume un modo de frente al enfermo que facilite el calor humano. La mirada,


el tono de voz, la postura, etc.

+ Se fiel a las citas de encuentro y trabajo con el enfermo.

+ Huye de manipular al enfermo.

+ Abstente de consejos indebidos.

+ Respeta los tiempos de crecimiento del enfermo.

+ Evita reacciones de asombro de frente a eventuales caídas y errores.

+ Muéstrate disponible en los momentos de desanimo e incertidumbre.

170
5º La autenticidad. La paz con la propia realidad.

Es la paz con la propia realidad; es la capacidad de corresponder a la propia


naturaleza de lo que uno es.

El acompañador pastoral se presenta como una persona, culta mas no como aquella
que tiene toda la verdad; como un profesional mas no como un manipulador.

La autenticidad en la relación de ayuda es esa capacidad de ser coherentes entre lo


que se piensa y se siente, se vive y aquélla se expresa verba o no verbalmente.

Criterios base o mínimos.

 No debo decir lo contrario a lo que vivo.


 Debo tener en cuenta a la persona que de momento está delante de mi.
 Debo tener en cuenta si lo que intento comunicar puede ser de ayuda a la
persona y nuestra relación.
 Debo cuidar el modo de cómo digo las cosas.

¿Cómo ser auténticos?

Hay una regla de oro, está en el preguntarte a ti mismo si la comunicación de tus


sentimientos en la confrontación con el enfermo le traerá frutos a él y al proceso de
acompañamiento, si la respuesta es positiva debes esforzarte por superar las
dificultades que te impiden ser tu mismo en la comunicación.

La difícil tarea de ser uno mismo:

 Porque hay miedo a la reacción del otro.


 Porque hay miedo de herir.
 Porque hay miedo de perder estima del otro.
 Porque hay miedo de perder la imagen que tiene de mi.

Las máscaras que puede haber en tu armario.

PERFECTO. No aceptas tener defectos y limitaciones por lo que es difícil aceptar que
te equivocas y continuamente estarás en busca de justificaciones.

EL FUERTE. Le es imposible por motivos de vergüenza expresar su conmoción


causada de situaciones de sufrimiento propias de otros.

EL SUPER GENTIL . Aquél que rehuye de cualquier forma de agresividad. Aquel que
por dentro este lleno de rabia.

EL SUPER MAN. Las expresiones de debilidad y fragilidad le son intolerables.

Es necesario quitarnos las máscaras porque el quitarla te permite mantener la imagen


que tienes de ti mismo y manifestarla a los otros, ahora quitar la máscara no es fácil
porque te expone a modificar la imagen con la cual quieres aparecer delante de los
otros.

171
Recordar la autenticidad de Jesús. Lc 7, 40-48.

Frutos de la autenticidad.

Son para mi mismo ya que al descubrir mi autenticidad utilizó todo lo que soy, y me
ayuda a no tener la necesidad de esconderme detrás de máscaras.

6º El diagnóstico pastoral

Puede ser definido como un proceso a través del cual el agente pastoral,
basándose en la propia observación y en informaciones proporcionadas por las
personas encontradas, llega a hacerse una idea precisa acerca de las
situaciones vividas por los enfermos a la luz de una visión o de una perspectiva
teológico – pastoral.

Dicho con otras palabras, llevar a cabo un diagnóstico pastoral significa


comprender los matices propios de esa parábola particular que constituye la
vida del individuo que se halla en situación de necesidad o de desarrollo;
manifiesta captar la dimensión sagrada presente en su aventura humana,
penetrar en su mundo interior e identificar las fuentes productoras de sentido, y
representa también descubrir el puesto que Dios ocupa en las vicisitudes
particulares de su existencia.

Líneas metodológicas

A la hora de elaborar un diagnóstico pastoral es preciso recurrir a una teoría y a


unos modelos interpretativos que permitan reflexionar sobre la existencia de las
personas tratadas, extrayendo de ello indicaciones operativas.

Para el desarrollo del diagnóstico podemos ayudarnos de las siguientes


preguntas:

+ ¿Por qué razón ha venido esta persona a solicitar mi ayuda? (En caso de que
así haya sido).

Esta primera pregunta abre la reflexión acerca de lo específico de la


intervención pastoral aun cuando al dirigirse a un sacerdote, el interlocutor no
introduzca argumentos de tipo explícitamente teológico o espiritual.

+ ¿Cuál es su concepto de Dios?

No existe ningún problema humano significativo que no remita directa o


indirectamente al Creador. Pero, ¿de que Dios se trata? Por otro lado, ¿hasta
qué punto existe coherencia entre la imagen del Altísimo que maneja el
interlocutor y su comportamiento, por ejemplo, durante la dura prueba que
supone afrontar la vivencia de la enfermedad?

172
+ ¿Cuál es el grado y el alcance cualitativo de la fe que habita en el corazón de
esta persona?

A la relación con el Padre se une ahora estrechamente la pregunta acerca de la


creencia. La fe que profesa, ¿mueve a esta persona a huir de la realidad o a
afrontarla con arrojo? ¿Ejerce una influencia sobre todos los sectores de su
vida, o bien únicamente sobre algunas parcelas de la misma?

+ ¿Qué sentido del pecado maneja esta persona y cuál es el papel que él
mismo juega en la situación presente?

Para identificar el concepto de pecado que aparece expresado en la historia del


interlocutor, es menester poner atención en la presencia y en la naturaleza del
sentimiento de culpa presente en él. De hecho, hay veces que el sentimiento
de culpa no es fruto del reconocimiento del mal realizado, sino más bien se
debe al bajo concepto de uno mismo que se tiene. Correlacionado con el
concepto de pecado se halla también la comprensión del arrepentimiento y de
la reconciliación.

+ ¿De qué modo concibe la salvación?

La salvación es la promesa de la fe cristiana. Con frecuencia, el deseo de la


bienaventuranza eterna se expresa por medio de una terminología secular
fuera del ámbito estrictamente religioso: salud, humanización, plenitud,
autorrealización. En numerosos casos, la salvación se entiende solamente
como una liberación de los problemas actuales (enfermedad, conflicto…).
Desbrozar las expectativas vitales del interlocutor para descubrir, ocultas entre
ellas, sus ansias de ser salvado ayuda a identificar las “fuentes productoras de
sentido” que mueven al individuo.

+ ¿Qué significado tiene la esperanza para esta persona?

La esperanza es la certeza, basada en la fe, de quien existirá un mundo mejor,


el cual ya ha comenzado pero aún no se ha realizado plenamente. La
esperanza ayuda a la persona a afrontar con ánimo sereno las dificultades y la
estimula a esforzarse para la transformación de las situaciones presentes.
Entendida así, la ilusión cristiana se distancia esencialmente de ese optimismo
superficial que a veces florece ineficazmente en la boca de muchos cristianos y
pastores.

+ ¿Cómo vive la dimensión comunidad – comunión?

La socialidad, típica de la persona humana, pasa a ser en perspectiva cristiana


relación agápica; un encuentro que genera comunión y abre a la realización de
una comunidad de hermanos y hermanas unidos por el amor y en el amor de
Cristo. A partir de la experiencia que el interlocutor comparte con el agente
pastoral, ¿surgen indicios de una actitud abierta hacia la dimensión

173
comunitaria? En el mundo de la salud, el aislamiento y la marginación son
fenómenos frecuentes. Víctimas de ellos son sobre todo determinados grupos
de pacientes, como los ancianos, pacientes crónicos, moribundos, las víctimas
de las nuevas enfermedades sociales. ¿En qué modo incide la condición de
dichos pacientes en su apertura a aquella comunión que constituye el fin
principal de la acción pastoral de la Iglesia?

+ ¿Qué tipo de relación se ha instaurado entre esta persona y el agente


evangelizador?

En la elaboración del diagnóstico pastoral, la relación del agente pastoral con


las personas encontradas constituye una variable importante. El agente de
pastoral es mediador del amor redentor de Dios, pero la eficacia de tal
mediación depende de numerosos factores, y tendrá que ver de un modo
especial con la calidad de relación que se instaure entre él mismo y los
interlocutores. Todo ello sin disminuir la gracia del Señor.

Ejemplos de un Diagnóstico Pastoral

Primero

Se trata de una Señora de nombre Ana, que fácilmente sabe dar una sonrisa.
En ningún momento dice el nombre de la enfermedad que tiene, enfermedad
que padece desde hace once años y que no acepta del todo, pues cambio su
vida radicalmente. Se encuentra en este Hospital de Verona para hacerse unos
estudios y compararlos con los que hace algunos meses se ha realizado en
Palermo; manifestando así la esperanza de recuperarse y encontrar la salud.
Es acompañada de su marido.

La principal necesidad que manifiesta es la salud, ya que las otras necesidades


como: seguridad, pertenencia y estima están sólidas, sobre todo con la relación
familiar.

Es una mujer que está dispuesta a dialogar y profundizar, además de ser


simpática.

En cuanto a su fe, puedo decir que cree en Dios, más no es asidua a los
sacramentos, pero si procura seguir el ejemplo de Cristo sobre todo por la
generosidad con los más necesitados, es sensible a ellos, y cuando habla de lo
que ha hecho por ellos, lo transmite emocionada. Además debo añadir que no
le gusta la incoherencia de la gente que se acerca a los sacramentos y
continúa viviendo como si Dios no existiera, esto lo expresó más de una vez.

Uno de sus grandes interrogantes es ¿porqué aquellos que hacen el bien están
mal y los que haces el mal están bien?

174
Le gusta vivir la vida, a pesar que le falta salud, y para esto cuenta con el
apoyo y sobre todo con el amor de su familia que es la razón de su vida. Con
seguridad manifiesta que hay un amor reciproco, ya que su marido la
acompaña siempre en las buenas y en las malas, en la salud y en la
enfermedad, es hija única por lo cual sus padres están al pendiente y ella de
ellos y su hijo de veinticuatro años que estudia la universidad, con el cual
puede experimentar el amor maternal, un amor que es único para ella. Se
siente segura, aceptada y muy amada.

En cuanto al tipo de relación que se ha desarrollado con la Señora Ana y yo


como operador pastoral es de respeto, y de mi para con ella también debo
decir que de admiración por su alegría.

Su sonrisa es una manifestación del amor familiar recíproco, lo que le da


seguridad, y fuerza interior para seguir luchando aún en medio a la enfermedad
de una manera positiva.

Si me encontrara otra vez con la Señora Ana procuraría reforzar y ayudarla a


que ella misma descubra que aunque existe la enfermedad física en su
persona cuenta con grandes apoyos que la sostienen, apoyos que la ayudan a
experimentar la salud en las otras dimensiones de la persona (personal,
familiar, emotiva,...)

Segundo

El coloquio inicia en un ambiente donde la señora Ana se prepara para ir a


casa. Siendo el sentimiento inicial la alegría.

El fin de semana fue un tiempo de reflexión personal, hago presente este


hecho porque creo que fue fundamental para el coloquio que se realizó, ya que
todo inicio después de la visita realizada el viernes donde se hizo una oración.
Oración que considera como suya porque expresa su vivencia en medio de la
enfermedad, sintiéndose identificada.

Debo decir que la visita se desarrolla en un ambiente de oración y reflexión


personal donde se expresan las diferentes preocupaciones y sentimientos de la
señora Ana.

Su actitud es de escucha, con una mirada fija y continuos suspiros en


diferentes tonos que expresan dolor, dificultad para hablar y descanso.

Reconoce que le cuesta trabajo entender y aceptar la enfermedad y le duele


saber que su familia también sufre.

Algunos de los valores que tiene la señora Ana es el saber amar (sobre todo a
su familia), es una persona simpática, tiene facilidad para el diálogo y sabe
respetar.

175
En cuanto a su fe en esta ocasión me he encontrado con una señora humilde,
que reconoce la grandeza y voluntad de Dios, con dificultad lo expresa pero lo
hace, además con ese deseo de sentir más cerca a Dios, sobre todo en los
momentos más críticos de su enfermedad.

Son sentimientos que salieron en el coloquio son:

+ El miedo: al ser consciente por la enfermedad de su fragilidad humana y sus


límites naturales. Lo cual externa también con dificultad.

+ La vergüenza y el orgullo: Por la experiencia de la dependencia al necesitar


de todo y de todos sobre todo en los momentos que está en el Hospital y se
mueve con dificultad, lo que la ha llevado más de una vez a callar y no pedir
ayuda.

+ La duda: que se manifiesta de una manera concreta a la existencia de Dios


en los momentos de crisis de la enfermedad, le gustaría sentir con más claridad
su cercanía.

El apoyo más fuerte sigue expresando que es su familia y el amor que hay
entre ellos, apoyo que la hace fuerte en los momentos de soledad, angustia y
desesperación.

Expresa que estos sentimientos estaban en su corazón pero que no podía


expresar, porque ante su familia la figura que da es de fuerza y no había
encontrado los elementos y el momento para externarlos. Más encontrando la
oportunidad lo hace. Expresa con cierta admiración lo que una oración puede
hacer, pues a ella la ayudó a iniciar para externar sus sentimientos.

Al final se ve en ella una tranquilidad, serenidad y como ella lo dice, más libre
por el hecho de expresar lo que sentía.

Yo durante el coloquio veo la necesidad de moverme con prudencia como


Moisés en el Sinaí sin sandalias, porque el lugar que piso es sagrado y decido
que sea la señora Ana la que lleve el ritmo y modo del coloquio. Reconozco
también que en cierto momento me siento limitado para recoger los contenidos
y sentimientos expresados.

La visita se caracterizó por muchos espacios de silencio.

Termino diciendo que la señora Ana compartió que es consciente que no ha


llegado a entender del todo la enfermedad que vive, pero que está en ese
proceso y que momentos como estos la fortalecen.

176
7º Alianza pastoral

Es mano a mano que el enfermo te deja entrar en su mundo, ofreciéndote la


posibilidad de identificar con mayor claridad el problema que le incomoda, se
construye la alianza pastoral, o sea, aquel SI que tu y él han pronunciado
consintiendo hacer un trato de caminar juntos.

Aliándose con el enfermo, te empeñas a sostenerlo en su propósito de superar


una situación problemática, de hacer claridad sobre determinados aspectos de
su vida, de volver a ver la relación entre la fe que profesa y su
comportamiento…, ayudándolo a activar y utilizar los recursos que el posee.

Movernos en la línea del comportamiento de Dios (cfr. Is. 49, 15; Sal. 27, 10),
estamos llamados a no olvidar y a no abandonar a los que se les presta el
servicio de ayuda. En efecto, “a la luz de la relación pastoral no existe un
contrato profesional, sino el divino pacto de la alianza. En este pacto, la fe no
es una condición. Se trata en cambio del incondicionado empeño a servir”.

En muchos casos se puede llegar fácilmente a establecer una alianza con las
personas que se encuentra, sobre todo con aquellas que condicen la propia
vida en un horizonte de fe.

Si en ocasiones es difícil porque el enfermo o sus familiares viven en un mundo


extraño a los valores cristianos, no olvidar que en cada persona existe la
aspiración a vivir más plenamente.

8º Técnicas comunicativas

El uso de las técnicas comunicativas no es un ejercicio mecánico sino un arte;


exige autodisciplina, fatiga y perseverancia.

La reformulación

Es restituir a la persona lo que he entendido de lo que dice, pero con mis


palabras. Con esta técnica se mete al enfermo como delante de un espejo, en
modo que se pueda dar cuenta, en manera más eficaz no solo de cuanto ha
dicho, sino también de las resonancias emotivas de su comunicación. Ayuda a
demás a darse cuenta si fue entendido el mensaje que expreso. El resultado es
que puede continuar el diálogo.

Ejemplo

Un enfermo dice al operador pastoral: “Mañana el médico me comunicará los


resultados de los exámenes. Tan solo de pensar que tenga cualquier cosa
grave me siento mal. Ore porque esté todo bien”. El operador pastoral
responde reformulando de este modo: “La espera de los resultados la llena de

177
ansiedad… Usted quiere confiar su situación al Señor…” El enfermo continúa:
“Sí, porque siempre he tenido fe en Dios, buscando comportarme como buen
cristiano…” Y el diálogo va adelante, haciendo emerger nuevas informaciones.

El resumen

El resumir de cuando en cuando lo que el enfermo te dice puede traer efectos


positivos para continuar la conversación. Cuando el interlocutor habla mucho,
el resumen ayuda a concentrarse sobre el núcleo de su comunicación.

En el diálogo que sigue entre Marco, enfermo en hospital, y su amigo Pablo,


vienen aplicadas las principales técnicas recordadas arriba:

Marco: Tengo ganas de llevarme todo, e irme de aquí en este preciso instante.

Pablo: Te quisieras ir del Hospital (Reformulación del contenido).

Marco: Si, así es, me parece que permanecer aquí sea riesgoso, como dicen.
Tengo mucho miedo de aquel que me podría entender.

Pablo: ¡Uhm!

Marco: Es más, estoy convencido que esta operación no me la deberían hacer.


Pienso sea un gran error.

Pablo: Estas preocupado por la preparación a la operación. (Reformulación de


vivencia emotiva y contenido).

Marco: Así es, propiamente así. Pensando bien, podría terminar paralítico.
¿Entiendes lo que quiero decir?

Pablo: ¡Uhm!

Marco: Tal vez sería mejor seguir adelante con el problema que tengo, que
permanecer paralizado. No, no puede ser así. Entre más pienso, más
convencido estoy de que no tuve que haber venido aquí. Ha sido una
equivocación, desde el inicio.

Pablo: Te arrepientes de haber dado la decisión de venir al hospital, para


hacerte operar. (Reformulación de la vivencia emotiva y del contenido).

Marco: Si, quisiera no haber tomado nunca una decisión así. (Marco hace una
pausa, y Pablo permanece en silencio, porque comprende aquello que el amigo
tiene en su mente).

No estoy tan seguro, no logro decidirme. Es una historia un poco complicada,


¿lo entiendes?

Pablo: Quiero comprenderte.

178
Marco: Sobre todo, que no quito de mi mente la operación y no se que hacer.

Pablo: Pareces un poco confundido, respecto a los motivos por los cuales has
venido al hospital. (Reformulación de la vivencia emotiva y del contenido).

Marco: Si, estoy confundido. Pienso que en su momento, no he reflexionado lo


suficiente, más debo tener en cuenta tantos otros problemas. No he logrado
tener en cuenta todas las repercusiones de la operación.

Pablo: No has pensado lo suficiente y a fondo, primero de tomar la decisión de


venir en el Hospital. (Reformulación del contenido).

Marco: No, no es eso. Hubiera querido reflexionar más, por ejemplo, sobre las
consecuencias para mis hijos. Quiero decir, si salgo de la operación paralítico,
¿cómo haré para ocuparme de ellos? No se que voy hacer.

Pablo: Me has contado de tu preocupación por esta operación y de las


repercusiones para tus hijos. Me parece que tú todavía estás incierto, respecto
a la decisión que has tomado (Resumen).

Focalización y personalización

Ayuda a la persona a centrarse y que no hable de manera impersonal o


general.

Sobre todo en los primeros encuentros es fácil que el enfermo divague,


alejándose demasiado del problema que le preocupa. En estos casos, está
bien que, después de haberlo dejado hablar se le centre y ubique, con
delicadeza, al tema que había abandonado: “Había comenzado a hablar de sus
difíciles relaciones con el personal… ¿te parece volver a aquel tema?”

Cuando el enfermo habla de los propios problemas, sobretodo en los primeros


encuentros, es fácil que se adopte un estilo impersonal: “Es normal sentirse
ansioso cuando se entra en el hospital…” Tú puedes ayudarlo a tomar
conciencia de sus sentimientos, respondiéndole: “Me estas diciendo que la
recuperación en hospital te ha ocasionado ansiedad”.

Las preguntas

Indicaciones que pueden servirte a orientarte en el uso de las preguntas:

+ Si quieres ayudar al enfermo a hablar de sí reduce al máximo las preguntas,


teniendo en cuenta que pueden romper el ritmo de la conversación y distraer al
enfermo de los problemas que realmente le interesan.

+ No reducir el coloquio a un interrogatorio; el enfermo se sentiría amenazado,


invadido en su intimidad, mortificado en la iniciativa.

179
+ Primero que hacer preguntas, pregúntate cuál uso quieres darle a la
información recibida. Si no logras responder es mejor abstenerte de interrogar,
porque se trataría entonces de curiosidad.

+ Camina junto al enfermo, dejándolo que sea el quien elija la dirección.

Cuando las preguntas ayudan

Las preguntas son justas cuando desarrollan la tarea de sostener la


autorevelación de quien este de frente a uno.

+ Cuando el enfermo se pierde en generalidades, puedes ayudarlo a llamarlo al


verdadero significado de tu comunicación. Ej. A un enfermo que afirma: “mi
vida espiritual es un desastre”, puedes responder: “Lo que me quiere decir es
que nada funciona en su vida espiritual: ¿Podría indicar los aspectos que
realmente no están bien?

+ Cuando el enfermo narra en forma incompleta, que no te permite comprender


su situación, podrías decirle: ¿Te ayudaría decirme algo más de lo que dice?
¿Quisiera decirme algo más?

+ Las preguntas pueden ser útiles para ayudar al enfermo a concentrarse sobre
el centro del problema: “Usted me ha enunciado una larga lista de
inconvenientes, ¿me podría decir cual de estos la hace sufrir más?

Jesús y las preguntas

El Evangelio muchas veces presenta a Jesús en el acto de interrogar. Seguido


pregunta al enfermo si quiere ser curado (cfr. Jn.5,6); al doctor de la ley, que le
pregunta que cosa debe de hacer para heredar la vida eterna, responde con
una pregunta.

Lo que Jesús quiere con sus preguntas “es aquello de llevar a la luz la
condición existente en la que se da el encuentro, dejando claro el punto de
partida del coloquio.

Las preguntas en Jesús son justas cuando desarrollan la tarea de sostener la


autorevelación de quién esta de frente.

Las pausas

No olvidar que las pausas y silencios son parte del coloquio.

Se deben observar los motivos que pueden llevar al enfermo a hacer un


silencio.

Se debe de trasmitir calma, no haciendo movimientos bruscos, siguiendo el


silencio tranquilo y viendo con serenidad.

180
Se debe de esperar pacientemente a que el enfermo encuentre su argumento,
y vuelva a tomar el discurso que estaba desarrollando.

Estas son algunas apreciaciones que no debemos olvidar.

9º Al terminar la primera etapa

¿Qué te dice que el trabajo realizado fue eficaz? Los cambios. No hay
crecimiento, sin cambios.

¿Cómo se da el cambio?

Si eres capaz de crear una empatía de parte del enfermo hacia ti, si logras que
te acepte y ejercitar una justa autenticidad en las confrontaciones, eso te hará
capaz de comprender y aceptar al enfermo y de ser auténtico con él. Así el
enfermo aprenderá poco a poco a conocerse mejor, a aceptarse y a ser
honesto hacia el mismo.

Cuando se es auténtico se descubre lo que hay en uno mismo para salir


adelante con la nueva realidad.

Las resistencias

Caminar junto al enfermo, no debes pensar que él te siga siempre en manera


correspondida, aunque te haya pedido de ayudarlo. Se pueden expresar a
través de una serie equivocada de comportamientos: olvidar el encuentro,
sentirse bloqueado, no tener nada que decir, intelectualizar, perderse en
excesivos chascarrillos, comportamientos regresivos, interrogar al operador
pastoral sobre su vida personal, tener prisa para que el encuentro termine,
contradecir sistemáticamente las intervenciones del operador, criticar los
métodos pastorales de la Iglesia, etc. Comportamientos que impiden centrarse
sobre el verdadero problema.

El lenguaje

No se nos olvide que el fin del encuentro es claro: ayudar a la persona a vivir
su vida de acuerdo a los valores evangélicos. Considera que es posible
hablar de Dios también en manera secular. Aún con palabras como: paz,
alegría, amor, vida, muerte, salud, generosidad… pueden tener una
connotación religiosa.

Cuando se termina la primera fase

No todas las personas encontradas tienen necesidad de cumplir todo el


recorrido del acompañamiento. Muchos se quedan en la primera fase pues
sienten que es suficiente. Esto sucede sobre todo cuando se ejerce el
acompañamiento en el hospital.
181
EL PROCESO DE ACOMPAÑAMIENTO PASTORAL

Segunda Fase

Se favorece en el enfermo la posibilidad de:

Comprender

La situación en la que se encuentra

A través de actitudes como:

Empatía avanzada

Confrontación

Inmediatez

Autorevelación

Activando en él la capacidad de:

Asumir la propia responsabilidad

Respondiendo a los tantos ¿Por qué?

Dar sentido a la propia experiencia

Tomar decisiones responsables

Utilizando:

Recursos humanos y espirituales

(Información, Palabra de Dios, oración…)

182
1º Actitudes que ayudan a cambiar

Pasando a la segunda fase del acompañamiento pastoral, sería bueno


familiarizarse con algunas actitudes y técnicas que deben de ser parte de tu
repertorio.

La empatía avanzada

Consiste en “recoger mensajes dentro del mensaje”. En aquello que el enfermo


o familiar te dice, verbal o no verbalmente, identificar, aquello que no se ha
expresado explícitamente. Llevándolo a adquirir un punto de vista nuevo y
fructuoso sobre sí y sobre su problema.

Algunas preguntas pueden ayudarte: ¿Qué cosa esta diciendo esta persona
solo a la mitad? ¿Qué cosa esta aludiendo? ¿Qué está manifestando de
manera confusa? ¿Qué mensaje implícito esta sobre esto implícito?

Nota que a través de la empatía avanzada tu te centras sobre lo que la persona


está diciendo o expresando de manera confusa o incompleta.

Un ejemplo te puede ayudar a comprender mejor el significado de la empatía


avanzada:

Un miembro del personal hospitalario te dice: “cuando se trata de tomar las


decisiones para avanzar en la carrera soy siempre olvidado. Es más creo de
trabajar intensa y eficazmente como los otros, más todos mis esfuerzos no
valen de nada. No hago todo como los otros, pero valgo lo mismo”.

Respuesta empática de base: “Encuentras injusto hacer un trabajo que merita


una promoción y no la has obtenido”. En este caso sientes comprender a la
enfermera a partir de su punto de vista, interesándote en sus sentimientos.

Respuesta empática avanzada: “Es deprimente esforzarte como los que son
premiados y permanecer en la sombra… porque no me hablas de esta
dimensión. ¿Cómo es que tus superiores te olvidan fácilmente aunque hagas
un buen trabajo?”. En esta segunda respuesta, a la empatía de base se le
suma la avanzada, ayudando a la persona a hacerse consciente de un aspecto
de su personalidad que tal vez es la base de su problema.

Como puedes notar, la empatía avanzada hace parte de un empuje para


avanzar en el proceso de conocimiento de sí mismo y de la posible solución de
los problemas.

No olvidemos que la persona ya se conoce, para iniciar esta segunda etapa.

183
Confrontación

Esta actitud, consiste en poner al enfermo de frente a las incoherencias y


contradicciones del propio actuar, en determinadas ocasiones es necesario si
se quiere evitar que tu y el giren en torno al problema sin llegar a nada.
Metiendo en discurso el modo de ser y hacer del enfermo que te parecen
inadecuados, debes crear las condiciones para un cambio positivo de su modo
de comportamiento.

En ocasiones, en la narración del enfermo puedes notar la presencia de dos


afirmaciones que se contradicen: “De un lado dice que no cree mucho en la
oración, y de por otro pide de recomendarlo al Señor”.

O bien, la incoherencia se muestra en el contraste entre una observación


verbal y una comunicación no verbal: “Me estas diciendo que no tienes miedo
de recibir los resultados del diagnóstico, sin en cambio tu voz, está temblando.

Y más frecuente es entre la teoría y la práctica: “Los valores que vive tienen
sentido para el, pero la actuación de los mismos le crea muchos problemas”;
“Usted quiere salir de cualquier manera de su aislamiento, sin embargo, no
pone en práctica ninguna de las iniciativas que han sido ya establecidas”.

Condiciones

1º Es poner al otro de frente al espejo, nunca enjuiciarlo.

2º Es muy importante en este momento la paciencia ya que los cambios son


lentos y son parte de un proceso. Ej. Concilio Vaticano II (que rompe esquemas
y cambia estructuras) lo mismo pasa en el hombre.

3º No olvidar la empatía para evitar caer en el moralismo.

4º Distinguir la confrontación y sentimiento personal. Estar atentos ya que


después de la confrontación la relación es mejor por el relajamiento que se da.

Dificultades

1º No es fácil confrontar por el miedo a herir a la persona.

2º Se teme perder la simpatía o la relación con el otro, su amistad, pero lo que


se quiere es ayudar no matar.

El miedo de perder la aprobación y el amor del interlocutor cuestiona y hace


difícil la situación.

La confrontación en la Biblia

184
En la Biblia no faltan ejemplos de confrontación. Por ejemplo Jesús confronta
continuamente a los fariseos y doctores de la ley. Por otro lado encontramos el
texto donde Pablo se confronta con Pedro “¿Si tu que eres judío, y vives como
pagano y no a la medida de los judíos, como puedes restringir a los paganos a
vivir a la manera de los judíos?” (Gal.2,11-14).

La inmediatez: ¿Es esto lo que me quieres decir?

En las conversaciones, de las más ordinarias a las más sofisticadas, seguido


los interlocutores nos envían mensajes de los cuales, al momento, no nos
damos cuenta.

En el acompañar a los enfermos estamos llamados a poner atención a este


fenómeno, si quieres que la relación del enfermo contigo se convierta siempre
en una relación más auténtica.

Un ejemplo nos puede ayudar a comprender mejor.

A1 ¿Más porque se angustia tanto? Necesita reaccionar en estos momentos;


usted como mama debe ser de ejemplo también para sus hijos.

E1 Eso que usted dice, padre, es verdadero, más yo me siento destruida,


desesperada, ninguno me entiende.

A2 ¿No tiene a alguna persona amiga en la cual confiar?

“Ninguno me entiende”, la enferma expresa lo que siente tal vez sin darse
cuenta, su modo de vivir la relación con el operador pastoral en este momento;
no se siente comprendida por el.

Practicando la inmediatez, el operador abría podido decir: “No se siente


entendida ni siquiera de mí”. Esta respuesta hubiera contribuido a clarificar la
relación.

La capacidad de ayudar al interlocutor a tomar conciencia de su modo de vivir


la relación contigo en un determinado momento viene indicada con el término
de inmediatez.

La autorevelación. Cuando hablas de Tí.

Durante el acompañamiento del enfermo puede suceder que la situación vivida


por el reclame de algunas experiencias similares tuyas. A veces es el mismo
enfermo que te pide como te has comportado en determinadas circunstancias.
¿Es conveniente que le digas aspectos personales de tu existencia, como:
opiniones, situaciones existenciales, sentimientos?

Se puede hablar de uno mismo pero:

1º Cuidar que lo que digo no deprima al enfermo.

185
2º Mi comunicación debe servir para confirmar a la persona que comprendo lo
que vive.

La respuesta a este interrogativo es positiva en la medida en la cual la


autorevelación contribuye a la eficacia del acompañamiento, no interrumpiendo
ni distrayendo el flujo comunicativo del interlocutor y mucho menos para hacer
pesada su situación.

Bien practicada, la comunicación personal puede ayudar a reforzar en el


enfermo la certeza de ser comprendido, permitiendo al mismo tiempo a quien
acompaña de clarificar la propia posición.

Ejemplos

Señora: Todos primero o después, debemos sufrir o morir, ¿más porqué


mueren los niños de hambre? Existen las guerras, las calamidades con tantas
consecuencias. Pero los niños no saben nada y no tienen culpa y mueren…, yo
no entiendo la falta de amor.

Operador: Tampoco yo… veo que por la falta de amor usted se siente golpeada
de manera injusta… Me parece comprender que usted no ha recibido mucho
bien de la vida, no solo los niños que mueren de hambre.

Señora: Es verdad. No he tenido jamás un amor en mi familia, más solo


reclamos y una vida dura, llena de sufrimientos.

….

Señora: Usted es afortunado: es joven, tiene una vida por delante… Tiene la fe
que le da la esperanza.

Operador: Si, es verdad, yo soy más afortunado que usted, no he tenido una
vida difícil, pero también me parece que usted tiene una fe profunda, íntima,
muy sufrida. También usted ora a Dios preguntándole el porque de su vida
llena de dolor.

2º Asumir la propia responsabilidad

Ayudar a asumir la propia responsabilidad

Un paso importante es en ayudar al enfermo a apropiarse de los problemas


que lo embargan, o sea, a reconocerlos como propios y asumir la
responsabilidad. ¿No es frecuente, en efecto, la tendencia a hacer caer sobre
otros sujetos la culpa de aquello que se está viviendo?

186
+ Cuando es el pasado que…

Puede darse que el paciente deposite la responsabilidad del propio


comportamiento y experiencias negativas vividas al pasado.

Ejemplo: (Se da entre C – Carlos y R – Religiosa)

C1. … Ustedes religiosas y sacerdotes, no saben otra que decir a la gente


como se debe vivir para ir al cielo; ¿Cuántas predicaciones inútiles, en tanto,
cada quien hace lo que quiere; ¿tal vez no es cierto que es así?

R1. Es verdad que no es simpático sentirse siempre tratados como niños; haz
esto, no hagas aquello, etc.

(Nota la destreza de la religiosa que no reacciono con agresividad a la


agresividad, limitándose a reformular cuanto había recogido de la intervención
del enfermo).

C.2 ¿Simpático? A mi me da mucha rabia; ¿Qué derecho tienen los otros de


meterse en mi vida? Que piensen en lo que hacen ellos.

R2. Es verdad que usted me da miedo, con su agresividad. ¿No le parece que
esta cargando su mano conmigo?

(Aquí, la religiosa pone en acto la actitud de autenticidad con resultados


positivos).

C3. Disculpe hermana. Es verdad, cuando veo sacerdotes y religiosas, no se,


instintivamente reacciono, tal vez porque me recuerdan tantas cosas
desagradables.

R3. Ahora me siento más tranquila; comprendo que es este hábito a irritarlo
más que mi persona. Es más puedo comprender que haya vivido situaciones
desagradables con algún sacerdote o religiosa en su pasado.

(Mostrando comprensión, la religiosa induce al enfermo a narrar la propia


historia, de la cual, deriva una presentación más clara del problema que vive en
su relación con la religión y de la Iglesia).

C4. Hace años, cuando era joven y deje a mi mujer por ir a convivir con otra
mujer, el padre en la Iglesia, hizo una predicación que todos entendieron que
hablada de mi. El pueblo es pequeño y todos nos conocíamos. De aquel día
según él yo estoy en el infierno y es como comencé a alejarme de la Iglesia y
no frecuentarla más. Más aunque si uno se equivoca, yo seré ignorante, no
encuentro justo dejarlo de esta manera; ciertas culpas es difícil dejarlas y
olvidarlas.

R4. Ahora me es más fácil comprender su rabia; no se vive bien con estos
sentimientos y con estos recuerdos. Tal vez me equivoque, más quiero decirle
187
lo que pienso: me parece de haber provocado en usted un deseo de poder
cambiar imagen.

(A este punto la religiosa ayuda al enfermo a tomar conciencia de la propia


responsabilidad, invitándolo a salir del pasado).

C5. Sinceridad por sinceridad: yo no iré más con el padre para hacer la paz;
pero con el tiempo he entendido mi equivocación; si, no era justo lo que hice y
creo que si existe un Dios bueno, el me perdonará sin mandarme al infierno
como hacen ciertos sacerdotes.

R5. Siento que del día en el que dejo a su mujer al día de hoy, ha hecho un
camino de fe, de repensar las cosas, de dudas, de arrepentimiento. Y creo que
todo ello no le ha sido nada fácil.

(Feedback positivo que empuja al enfermo a dar un paso adelante).

C6. Le aseguro que no ha sido nada fácil admitir el error. Y sabe que,
pensando bien, es la primera vez que lo digo a una persona, que me he
equivocado. Siento que se me ha quitado un peso de encima.

R6. Es muy bello eso que me dice; siento que se está reconciliando con usted
mismo y también un poco con mi… hábito.

C7. Si, me siento más sereno; en cuanto a su hábito… tal vez sea cuestión de
tiempo; no se sabe más; quisiera clarificar tantas cosas primero con usted, pero
será en otra ocasión.

Como has observado, en sus intervenciones la religiosa utiliza todos los


recursos y habilidades que hemos visto; acogida, escucha activa, empatía,
respeto, autenticidad, confrontación, reformulación, etc. En sus palabras hay
ausencia de todo tipo de juicio. Mano a mano es que el diálogo prosigue, el
enfermo tiende a asumir la propia parte de responsabilidad, y el camino esta
abierto a una continuación positiva del proceso de acompañamiento pastoral.

+ La difícil armonía entre necesidades y valores

Muchos conflictos vividos de las personas nacen de la dificultad de meter en


acuerdo las necesidades y los valores.

Ejemplo (Verbal entre Rafaela y Operador Pastoral)

R1. Escuche, Padre, tuviera un poco de su tiempo de darme. Quisiera


aprovechar para hablar con usted de un problema que tengo desde hace
tiempo.

OP 1. La escucho, hable de su problema.

188
R2. No quisiera alargar la situación. Tratare de ser breve. Tengo una familia
que amo mucho: mi marido y mis dos hijos. Tengo también un trabajo que nos
permite a mí y a mi familia no tener problemas económicos. De un tiempo para
acá ha nacido una simpatía recíproca con un compañero de trabajo. El dice
que siente por mi algo más que simpatía… Insiste que salga con él… y la
verdad o veo nada de malo… más siento de hacer algo malo a mi esposo y a
mis hijos, aunque ignoren todo esto… Deme un consejo, Padre, porque esta
situación donde por un lado me siento mal y por el otro lado no veo que esté
haciendo nada malo, ya que no la veo más allá de una simple amistad; pero no
deja de robarme la paz interior que me ha acompañado siempre. Yo soy
católica, aunque si creo un poco a mí modo. Quiero encontrar la serenidad
conmigo misma, con mi familia y con Dios.

OP2. Pienso, señora, que por lo pronto sea ya de considerar importante lo que
ha dicho. El amor que tiene por su familia: su marido, sus dos hijos, es lo más
bello que se pueda tener y salvaguardar. Usted me decía que con la exigencia
de una amistad afectuosa fuera de su familia, siente que le está fallando a su
propia familia; y como, si comprendo bien, ha privado a su esposo e hijos de
aquello que es esencial: el amor y el afecto por el cónyuge no puede ser
compartido con otra persona, sin que haga daño a la familia entera. La pérdida
de la serenidad interior, como dice, es, a mi manera de ver, ya indicativo. No se
si el evangelio le es un poco familiar. Existe una frase que quiero citarle y
pienso que pueda ser referida a su caso: “Donde esta tu tesoro hay está tu
corazón”.

(El operador pastoral se presenta apresurado. En lugar de “caja de resonancia”


a lo comunicado por la enferma, pasa de inmediato a dar una respuesta que,
aunque positiva en sus contenidos, suena como un sermón. Siendo que tenía
una ocasión óptima para ayudar a la enferma a comprender mejor el dilema
que la angustiaba, reconociendo la legitimidad de su necesidad y, al mismo
tiempo, confirmándola en la percepción del contraste entre la satisfacción de tal
necesidad y los valores en los que cree).

R3. Espere, que tomo una hoja y un lapicero: me escribe esta bella frase del
evangelio, que pienso que ayudará a reflexionar.

3º las difíciles respuestas a tantos “porque” hechos a Dios.

Ante las dificultades y problemas de la vida, el hombre es muy dado a voltear


hacia Dios y preguntarle el porque. A El se dirigen el ateo y el creyente, el
primero para confirmar su propia manera de creer y el otro por obtener el
porque de tales sufrimientos del cual se le escapa el sentido.

189
Algunos ejemplos

+ ¿Por qué precisamente a él?

Así se expresa una señora a la cual el hijo ha muerto después de un accidente


automovilístico:

(M = madre y AP = Agente Pastoral)

M1. (…) Esto no me lo esperaba. (Pausa) Más ¿Por qué mi propio hijo? Era un
buen muchacho, ejemplar. ¿Por qué Dios no hizo morir a uno de esos malos
hijos? ¿Por qué precisamente a él? Y luego, ¿por qué no han intervenido
luego, luego… tal vez lo hubieran podido salvar.

AP1. El Señor le parece injusto en sus decisiones y tiene rabia hacia Él y hacia
aquellos que no han podido salvar a su hijo.

M2. Si, así es…

(Respondiendo a la intervención de la Señora, el agente pastoral evita la


tentación – fácil – de caer en una discusión de defender a Dios. Reformulando
cuanto ha escuchado en las palabras de la señora la ayuda a liberarse de los
sentimientos vividos por la dramática muerte de su hijo, haciéndola capaz de
utilizar creativamente la fuerza de la fe, que resulta tener un rol importante en
su vida.) Al final del encuentro surge lo siguiente.

M1. (Pausa)… Ahora no lo tendré más. (Llora) Todos mis sueños, todos mis
proyectos y los del él se derrumbaron. Ahora no se nada. Ahora me he
quedado sola.

AP1. Es como si su propio futuro se hubiera desvanecido y la soledad le da


miedo.

M2. Si, es como si mi hubieran cortado los pies… Ahora solo me queda mi
marido y mi fe en Dios. Espero que Él me ayude. (Pausa).

AP2. Siento su fe en Dios; tal vez le gustaría que hiciéramos una oración
juntos.

M3. Si, oremos por mi Marco (el nombre de su hijo) y porque Dios nos ayude a
aceptar esta experiencia amarga.

AP3. Señor, estamos aquí para orar, y Tú sabes muy bien el porque. Nos
sentimos impotentes, pobres, vulnerables y frágiles y tenemos la necesidad de
tu ayuda, ven a tocar nuestros corazones afligidos por el dolor y llenos de
lágrimas. Ahora más que nunca descubrimos que la vida es un misterio que no
logramos entender hasta lo más profundo. Por esto nos abandonamos en Tí. A
tu bondad y a tu amor entregamos a nuestro hermano Marco: acógelo en tu
paz. A nosotros danos la fuerza de vivir la vida que Tú nos has dado como don,
190
también ahora que estamos abatidos por el dolor. Llena de tu amor a esta
madre y al padre de Marco y bendícelos.

La realidad negativa constituida de la trágica muerte del hijo viene


gradualmente vivida, aún a través de la oración, como realidad misteriosa, de
aceptar y de integrar, como una parte de la vida. Más esto, no es más que el
inicio del largo camino de la elaboración del luto.

+ Si Dios es padre y madre…

(AP = Agente Pastoral y S = Señora)

AP1. Buena tarde, señora.

S1. Buena tarde, Padre. Cómo ve nos hemos quedado solos. ¿Quiere
sentarse? (Me ofrece la silla).

AP2. (La acepto). Gracias, ¿cómo está Alex?

S2. No del todo bien. Tiene fiebre alta, continua a dormir, come muy poco.
Estamos haciendo otros estudios, más no veo el fin. Si se da cuenta vamos y
venimos a cada rato.

AP3. Si, me he dado cuenta que es una situación por más penosa aquella que
usted está viviendo.

S3. Prácticamente desde que Alex nació (Saca de su bolsa de mano las notas
de recuperación y las cuenta). Diez, diez notas, en algunas ocasiones duro
meses. Me siento cada vez más cansada dentro de mí. Temo de no poder
esperar mucho.

AP4. (Viendo intensamente a la señora, y después de una pausa). Es muy


grande la belleza de ser padres ¿verdad? (Se inclina para besar al hijo). ¡Alex
llena su vida!

S4. No se que haría si nos faltara, Padre. Quisiera decir que verdaderamente
Dios no nos ayuda (Se levanta. Yo estoy por repetir el gesto pero ella me
detiene. Se recoge sobre ella misma y pone sus manos sobre sus ojos por un
instante: me conmueve su amor materno).

AP5. El amor que los ha unido como marido y mujer y que les ha regalado Alex
es signo del amor de Dios hacia ustedes.

S5. Es por eso, si nos ama que lo demuestre, haciendo estar bien a nuestro
hijo. (Me ve). ¿No continúan ustedes padres en sus predicaciones a decir que
son los hechos los que demuestran el amor y no las palabras?

AP6. Señora, es verdad que el amor, por usted, es un sentimiento muy


importante y que usted ha intuido a Dios en el aspecto más bello y verdadero.

191
S6. No he hecho grandes estudios, pero razono con el corazón de mamá, y
una madre hace de todo por el bien de su hijo (acaricia amorosa y
delicadamente a Alex que continua dormido).

AP7. ¿Sabe que usted, con sus gestos maternales, me está “demostrando” el
amor tierno de Dios?

S7. (Me ve y sonríe más abiertamente). ¿Me está haciendo un cumplido? Mire,
que si Dios tuviera un corazón paterno o materno no haría sufrir a Alex que es
un niño inocente y no debería continuar a hacernos estar llenos de pena a
nosotros, sus padres. (Se sienta y ve al niño que ha movido sus bracitos).

AP8. (Me pongo pensativo, y luego). Sus afirmaciones señora, son muy
empeñativas y me hacen reflexionar. Créame yo estoy viviendo con usted su
sufrimiento y cuanto ha dicho toca mi corazón. Yo no estoy aquí con la tarea de
justificar a Dios: Dios se justifica a sí mismo. (Pausa). Después de todo lo que
me ha dicho, siento vivir más de cerca su sufrimiento y le digo que buscaremos
juntos la luz… Y sobre todo la presencia del Señor.

S8. Gracias por su cordialidad., Padre, y acuérdese de Alex…

El diálogo pone en evidencia el esfuerzo del agente pastoral de sintonizarse


con la vivencia de la señora. Se sitúa en la misma posición de la mujer de
frente a una realidad la cual supera la capacidad humana y podrá ser acogida
solo a través del abandono a un amor que trasciende.

+ Si Dios existe…

(C = capellán y E = enferma)

C1. Señora, buenas tardes; ¿Cómo está?

(El capellán olvida de presentarse y de pedirle a la enferma de identificarse en


modo de poder ser más personal en sus intervenciones).

E1. (Con mirada triste). ¡Mal, muy mal! (Breve silencio). ¿Existe Dios?

C2. Es difícil sentir la presencia del Señor en medio a tanto sufrimiento.

(En la intervención el capellán evita caer en una discusión, viene acogido el


sentimiento que contiene la pregunta de la paciente).

E2. (Levanta la cabeza y la fija como para ver si era el capellán). Si, porque si
existiese no permitiría una vida como ésta. Es mejor morir que vivir así.

C3. Más que continuar a vivir así usted preferiría morir…

(El capellán responde bien, aunque solo a una parte de la intervención de la


mujer, y tal vez la menos importante. Hubiera sido oportuno unir la pregunta al

192
sentimiento de miedo. El miedo de la paciente, en efecto, se manifiesta en una
medida, que por el momento no es posible determinar, en la pregunta sobre la
existencia de Dios).

E3. Si, ¡más tengo miedo de morir! (silencio). ¿Estará Dios?

C4. ¿Qué cosa piensa?

E4. Para mí Dios no existe, si fuera así se hubiera acordado de mí y no habría


vivido una vida así. ¡Esta no es vida!

C5. Lo que me quiere decir, es que ha tenido una vida muy sufrida y dura.

E5. (Viéndome). ¿Dura? ¡Inhumana! Yo nunca he vivido; siempre he estado


enferma. Desde muchacha he tenido problemas; siempre dentro y fuera de los
hospitales… he pasado por tantas. Y para terminar esto. Para mi es el fin.

C6. Y el pensamiento de la muerte la preocupa…

(El capellán ayuda a la paciente a centrarse sobre el tema que parece ser el
más importante).

E6. Sí, mucho, tengo miedo a la muerte. Yo no he vivido más; no he hecho


nada en mi vida que valga la pena, es de más, no tengo más esperanza, estoy
siempre peor, no puedo más. Esta pierna está siempre más mal, no puedo más
caminar, sentada resisto pocos minutos, estoy un poco más tiempo sobre la
silla de ruedas, más el dolor continúa, duermo solo con pastillas. Todos los días
tengo radioterapias… más siempre estoy peor. Vea que posición debo tener
para poder soportar el dolor. Y todos los días es así, siempre sola, pensando
siempre en las mismas cosas…

C7. Y desearía poder decir todo su sufrimiento, toda su tristeza a alguien.

E7. Más estas cosas yo no puedo decirlas a ninguno.

C8. Más ahora me las está diciendo a mí.

(Aplicando la actitud de la inmediatez el capellán ayuda a la paciente a darse


cuenta de que está siendo escuchada.)

E8. Si, más tengo siempre un nudo en la garganta; también mis parientes me
han olvidado, todos se han cansado de mí… estoy sola… En estos últimos
años hay un sacerdote que me escucha un poco… lo encontré cuando era más
joven que era cuando tenía más necesidad…

C9. El poder hablarme de usted, de su sufrimiento la ha hecho sentir un poco


mejor, el deseo de ser poco diferente.

193
E9. Si. Más de esta no salgo, siento que me encamino hacia la muerte.
(Viéndome). Yo tengo miedo a la muerte ¿Y usted?

C10. La muerte es un paso serio en la vida; creo que nos hace pensar a todos.

(El capellán responde a una pregunta existencial con una generalidad. La


personalización que ha caracterizado sus intervenciones precedentes, parece
caer

La paciente, probablemente, quiere saber si su miedo en la confrontación con


la muerte es solo suya o si esa compartida también con el capellán).

E10. (Viéndome). ¿Ve que también usted piensa como yo?

C11. Propio porque la muerte es una cosa seria e importante, creo que por
afrontarla con serenidad necesita prepararse.

(También esta intervención es impersonal)

E11. También yo oro, más en ocasiones no puedo más y es cuando me da


rabia, ira; incluso he blasfemado. ¿Por qué todo a mi? ¿Si Dios existe por qué
me hace sufrir tanto? ¿Por qué no me ha nunca escuchado? ¿Por qué permite
una vida como la mía? Es horrible, insoportable: esta no es una vida es un
infierno. Dígame ¿por qué todo esto?

C12. Crea señora, es difícil poder decir el por qué de tanto sufrimiento; yo solo
se que vivir quiere decir también sufrir, estar hoy contento y mañana triste,
estar hoy bien y mañana estar enfermo…

E12. Más yo no se más estar bien, mi vida ha sido solo sufrimiento, un infierno.

C13. Creo que para vivir una vida como la suya tenemos necesidad de tanta fe,
de tanta…

(Estas tres intervenciones, por más, abstractas, evidencian las reacciones


suscitadas en el capellán de la realidad de la muerte. La enferma lo ha
confrontado con esta realidad, y ha tenido un impacto emotivo de él haciéndolo
menos atento a lo vivido.

E13. Y yo tengo poca, y si me queda algo es porque no la he perdido del todo.


(Breve silencio). Hace poco tiempo, he orado al Señor para que me librara de
este infierno y me diera la felicidad que nunca he tenido, ni aquí ni allá, si aquí
no he sido feliz, será posible que ni en la otra vida. (La angustia la lleva a
romper en llanto).

(La fe de la paciente es puesta a prueba duramente).

C14. Desea ser feliz en la otra vida ya que aquí no ha podido serlo.

194
E14. Así lo espero.

C15. Más tiene miedo a dar este paso.

(El capellán ayuda a la paciente a personalizar mayormente su afirmación).

E15. (Llora).

C16. Cree que hablar un poco de la muerte le podría ayudar y sería una ayuda
para afrontarla con un poco de serenidad.

E16. (Con los ojos rojos por llorar y dando una sonrisa). Si, deseo prepararme
para morir.

C17. (Dándole la mano). En los próximos días regresare y hablaremos un poco


de la muerte ¿De acuerdo?

Expresa evidente límites de parte del capellán, aunque se ha mostrado


acogedor, capaz de escuchar y de respuestas empáticas y, absteniéndose de
formular juicios sobre las intervenciones de la paciente, ha sabido vehicular
respeto y aceptación. En este clima de fe la enferma ha podido hablar del peso
que la oprimía, del vacio afectivo que la ha acompañado por gran parte de su
vida, de sus miedos, abriéndose a la posibilidad de recibir ayuda.

El objetivo que el operador pastoral formula para los próximos encuentros es


valido en la medida en la cual se da cuenta que el miedo de la paciente tiene
su origen sobretodo en la vida no vivida.

En estos diálogos no se ha dado respuesta pero el operador pastoral se ha


hecho cercano con ellos y ellos han experimentado esta cercanía.

4º Dar sentido a la experiencia del sufrimiento

¿Qué sentido tiene la vida en esta situación? ¿Qué sentido tiene el


sufrimiento?

¿Cómo ayudar a responder?

¿Cómo ayudar al enfermo al dar sentido a su experiencia? Es de suma


importancia aprender en primer lugar a ser compañeros de viaje de las
personas enfermas y de sus familiares. En una palabra, es necesario
envolverse, aunque en diferente medida, en la búsqueda de una respuesta al
porque de las personas acompañadas.

Más es una búsqueda que no se puede evitar, pues permanece siempre


abierta, no se agota.

El sentido nace de determinados valores significativos.

195
+ Los valores “significativos”

+ Para una ayuda eficaz y dar sentido a la experiencia del sufrimiento es


necesario en primer lugar tener una justa distancia.

+ Con palabras pero sobre todo con la presencia se puede vehicular la certeza
de ayudar.

+ La respuesta a la pregunta de sentido depende de la medida que el paciente


logra progresivamente unir la situación que está viviendo a valores que son
fuente de significado: un grupo, la familia, una causa, la autorrealización, el
bien de los otros, Dios, etc.

+ En muchos casos, el camino que lleva al enfermo a dar sentido a su


enfermedad inicia en la relación significativa con quien lo acompaña.
Justamente se ha dicho que ·un sufrimiento es significativo solo cuando es
vivido “por amor de… otro”.

Un ejemplo

(E = enferma y En. = Enfermera)

E1. Enfermera, podría ver un especialista mañana, tengo algo importante que
decirle.

En.1 Pienso que si pueda. Mientras tanto, ¿puedo ayudarle en algo?

E2. Bien, bien… yo se que estoy muriendo y que no hay alguna esperanza real.
Se que podrá ser en un mes o en un año, y yo no quiero estar aquí sentada a
esperar a morir. Quiero que me de algo, tu sabes, de modo que me quede
dormida y no vuelva a despertar… he escuchado algunos doctores que hacen
esto.

En2. No pienso que encuentre a nuestro doctor disponible a esto. Deberías


pensar también en los otros.

E3. ¿En quién por ejemplo? No tengo parientes, ni hijos que lloren. Podría ser
una bella muerta.

En3. ¡De verdad! Y por lo que respecta a mí y a mi compañera. ¿No contamos


como las personas que lloraremos cuando mueras?

E4. Ah, tú, es solo tu trabajo, no es así, ¿es solo un trabajo?

En4. Este es mi trabajo, más no es sólo un trabajo. Trabajo aquí porque quiero.
Quiero hacer parte de la vida de los otros, especialmente de aquellos como tú
que no tienen a nadie que los cuide y se preocupen. Quiero asegurar que quien
sea en este lugar sepa que alguien de dará tiempo y corazón. Y yo lloraré

196
cuando muera. No soy una hija, lo se, más lo siento. No descartar esto de mi
trabajo, considéralo.

E5. No seas sentimental; ¿por qué deberías querer a una vieja pedante que se
ira en pocas semanas?

En5. Existen muchas razones. Más te daré dos. Una es que yo podría estar
fácilmente en el lugar donde estás tú; el cáncer golpea a un gran número de
personas y podría golpearme a mí también. Y la otra razón, es que muchas
veces me he sentido desesperada y quería morir y dejar todo, y no falta quien
me ha dado la mano en el momento justo.

E6. (Después de una pausa). Te importas de verdad de mi, ya me di cuenta


que no es solo tu trabajo.

En6. (Le doy la mano). Si, es verdad que me importas.

Decodificando la verdadera pregunta de la enferma, la enfermera la ha hecho


consciente y cierta de una realidad que podía convertirse en fuente segura de
sentido: la relación. Se trata de una lección importante, porque te indica uno de
los escalones necesarios para subir a otras fuentes de significado, entre ellos la
oferta de la relación con Dios.

5º Informar

En algunas circunstancias las personas que encontramos nos preguntan de la


información para comprender mejor un problema, o para tomar decisiones.

Sugerencias:

+ Antes de ofrecer la información, ve la disponibilidad del enfermo para


recibirla.

+ Evita caer en el dogmatismo o un estilo de sermón.

+ Evitar tomar una actitud moralista.

+ No olvidar que la personalidad se desarrolla de manera gradual.

6º La perspectiva cristiana

En una perspectiva cristiana, la tuya y la del enfermo, la orientación se


enriquece de luces particulares.

197
El sentido cristiano de la experiencia de la enfermedad se da en el encuentro
entre el Espíritu Santo, la particular humanidad del enfermo, su fe, y el
ambiente que rodea al mismo enfermo.

+ Hacia la auto – superación

Se trata de hacer salir de aquella realidad, mediante la auto-superación, que


está presente en cada ser humano, también si no siempre advertido, o
advertido de modo diverso; de abrir a la persona al misterio. “A una
comprensión más profunda de sí y de las cosas, a dejarse inquietar de una
interrogación, de un anuncio que supera la orientación habitual. Se trata de
partir de las experiencias de alguno para acogerlas, en la luz y en la sombra de
quienes son portadores, y se envía a una respuesta, a una Presencia”.

(AP = Agente Pastoral y M = Mama)

AP. Es interesante constatar como el dolor, con todo lo que implica, logramos
integrarlo y pueda construirnos, haciéndonos crecer en generosidad. Y no todo
lo que nos hace sufrir nos destruye. Pienso en su hijo: ¿piensa que él no ha
aportado nada a sus padres?

M. Ah. Si, es cierto, nos hace sentir más unidos. Y en los momentos en los
cuales se han hecho sentir problemas, normales en cada familia, él nos ha
ayudado a disminuir su importancia, a superarlos. Es una creatura tal limpia y
especial.

+ La Palabra de Dios

Cada experiencia humana encuentra en la Sagrada Escritura un espejo en el


cual se puede reflejar y reflexionar.

En el Antiguo y Nuevo Testamento, en efecto, el comportamiento del hombre


es iluminado en todos sus aspectos, de los más nobles a los más mezquinos.
La persona humana está en continuo diálogo con Dios, orando, agradeciendo,
haciéndole interrogantes, expresando continuamente sentimientos de rabia,
buscando de entender, resistiendo y abandonándose.

Por eso, la Palabra revelada, sobretodo algunos libros, pueden ofrecernos


como medio para ayudar al enfermo y comprender más profundamente la
propia vida y a contemplar diversas maneras de situaciones de frente a la
misma.

Encontramos muchos textos significativos:

+ Abraham que se abandona a la voluntad de Dios aventurándose por caminos


desconocidos.

+ Job que discute ásperamente con el Señor.

198
+ Tobías que no disminuye su fe aún en medio de las pruebas más duras.

+ La adultera personada.

+ Martha que reprende a Jesús por no llegar a tiempo para salvar al hermano
de la muerte.

+ La serie de enfermos que se acercan a Cristo para pedirle la curación.

+ Jesús que llora la muerte de su amigo Lázaro.

+ Tomás que duda.

+ Los discípulos de Emaús que, frustrados, abandonan la comunidad de los


apóstoles.

Identificándose con uno o con otro de estos personajes, el enfermo puede ver
la propia situación de diferentes puntos de vista para alcanzar la gracia divina,
y percibir el hilo de oro del amor de Dios que une todos los aspectos de su
experiencia.

Además, que en la Sagrada Escritura, se puede encontrar un riquísimo abanico


de textos que presentan a Dios rico en misericordia, ternura y compasión,
incapaz de olivar a sus creaturas, sensible al propio sufrimiento. La ternura y
compasión se hacen visibles en las palabras y gestos de Jesús.

+ La oración

En el momento del sufrimiento el individuo se hace mayormente consciente de


su fragilidad y es en estas circunstancias donde la oración se puede convertir
en un medio eficaz para ayudar al enfermo ha darse cuenta de su condición
precaria, a analizar su modo de relacionarse con el Señor y a encontrar
tranquilidad y fuerza.

El tiempo de la enfermedad puede ayudar al enfermo a voltearse hacia Dios


con una mirada nueva. Este cambio, que es obra de la gracia de Dios, es
confiado en la mediación. Lo que implica la capacidad de acoger, en la oración
del enfermo, los gemidos que salen de su corazón y de su espíritu.

+ Respetar el ritmo del enfermo

En el utilizar los recursos de la Palabra de Dios y de la oración es importante


que tú respetes en ritmo del enfermo, permaneciendo más atento a sus
necesidades que a las tuyas.

199
EL PROCESO DEL ACOMPAÑAMIENTO PASTORAL

Tercera Fase

LA ACCION

Ayuda en el enfermo

Al paso de la operatividad

(Superación de una situación problemática,

crecimiento a nivel humano y espiritual…)

Practicando actitudes y técnicas

de las fases precedentes.

Utilizando el “problem solving”

( )

Se buscan las condiciones favorables

al fin del acompañamiento,

tomando en consideración

la posibilidad del envío

200
El tiempo de recoger

El camino recorrido hasta ahora ha puesto a la luz la importancia de ayudar al


enfermo a explorar y comprender la situación problemática en la que se
encuentra, en vista a superar la misma. Lo que significa, mientras acompañas a
la persona en las dos primeras fases, tu mirada debe llevar a la tercera, o sea,
a la acción.

En efecto, ayudaría poco o nada el acompañamiento de cuantos se encuentran


en dificultad si no llevara a un cambio positivo, aunque mínimo, del modo de
ser o actuar: la superación de una crisis, una decisión moral, un paso adelante
en el crecimiento humano y espiritual.

Se correría el peligro de caer en el fenómeno Okavango/Kalahari

El rio Okavango que nace en las regiones montañosas de Angola (África)


termina en un bellísimo Delta que desemboca no en el mar, o en alguna
laguna, o en otro río, sino en el desierto de Kalahari.

Aplicado esto a nosotros, esta metáfora dice que, si no vemos el ayudar a la


persona a pasar a la acción, existe el peligro que la exploración y la
comprensión de la situación se muestren ineficaces.

Respetar la elección de las personas

Como habíamos ya dicho, no todas las personas que encontramos tienen


necesidad o deseo de ser acompañado en esta tercera fase. La propia decisión
de no continuar con uno puede ser fruto de decisiones maduras, porque
sienten de tener los recursos para ir adelante ellos solos, o puede ser por
miedo, desanimo, etc. Muchas veces es la falta de tiempo que impide el
continuar los encuentros. En cada caso, es bueno respetar las decisiones del
enfermo.

El “problem solving”

Un método para ayudar al enfermo a responder a las preguntas: ¿Qué hacer?


¿Cómo hacer? Se inspiran en la teoría del “problem solving”

Para utilizar eficazmente tal metodología es bueno que desde el inicio del
encuentro o encuentros estés atento a la narración del enfermo de modo que
descubra la presencia del deseo de superarse la situación problemática en la
cual se encuentra, aunque si en este momento no se siente capaz. Subrayando
y animando tal deseo contribuirás a hacer nacer en él la esperanza y coraje,
evitando de minimizar el problema y de ofrecer solo rollos consoladores o
indicaciones moralistas.

201
Principales momentos del problem solving (resolución de problemas)

1º Identificar el problema

2º Poner objetivos

Los objetivos deben ser: elegidos por el enfermo, y deben de ser claros,
realistas, y con posibilidad de ser evaluados.

3º Identificar las fuerzas

Que obstaculizan y aquellas que favorecen la realización de los objetivos.

4º Elegir las acciones

Acciones que potencian las fuerzas positivas y disminuir aquellas negativas.

5º Determinar los varios pasos a cumplir

Estando atentos a fijar los momentos para meter en acto las iniciativas. Este
fenómeno exige concreción, claridad, precisión.

6º Verificar el proceso

Son dos los momentos de la verificación: El primero consiste en ver si y en que


medida el programa de acción establecido ha sido realizado. El segundo
momento es para verificar si el proceso cumplido ha producido un
mejoramiento del modo de ser y de actuar del interlocutor.

Una técnica para facilitar la realización del punto 3 constituida de una lluvia de
ideas. Que consiste en invitar a la persona encontrada a expresar las propias
propuestas con libertad y creatividad, sin que vengan discutidas o evaluadas.
Incluso el acompañador, si lo ve oportuno, puede sugerir alguna iniciativa. En el
segundo momento viene la evaluación de las propuestas: vienen descartadas
aquellas que no son realizables y aquellas que no son coherentes con los
valores de la persona y, entre las aceptables, aquellas que parecen más
eficaces.

Un caso:

Para que esta metodología resulte más clara, ponemos este dialogo que sigue,
reflexionando sobre las anotaciones que lo acompañan.

Se trata de una situación que no tiene que ver directamente con la enfermedad,
más se las presento para hacer comprender que, cuanto has aprendido acerca
del acompañamiento del enfermo, lo puedes aplicar también con otros casos
que puedes encontrar en la vida ordinaria. Este caso abarca las tres etapas de
ayuda (explorar, comprender y actuar).

202
Una señora de media edad, durante una visita a sus parientes en un hospital,
encuentra a un sacerdote que había conocido algunos años atrás, y aprovecha
para pedirle encuentro. El diálogo se da de la manera siguiente.

(Si = Silvia y Sa = Sacerdote)

Primer encuentro

Sa1. Acomódese Señora Silvia, ¿Cómo se siente?

Si1. Me he tranquilizado en este momento escuchando la Misa. Se acuerda


que usted me había dicho que si hubiera tenido necesidad viniera a verlo, y hoy
he pensado de inmediato en Usted y he venido.

Sa2. Me da justo poder serle útil; me disculpo solo por la gran espera.

Si2. Me he echado el mundo encima desde le jueves, regresando de un viaje


de Chiapas con mi esposo, en el aeropuerto mi hijo Andrés me dice que se fue
con una muchacha y sus padres lo han denunciado a la policía… Padre,
dígame ¿Qué cosa debo de hacer? Primero de ir con alguien más quisiera
escuchar su opinión. ¿Cómo de debo de comportar? Era mi hijo ejemplar,
nunca me había dado problemas… y ahora… dígame Padre ¿Qué hago?

Sa3. Bah, creo que es un golpe duro el que está viviendo: descubrir que el hijo
es diferente a como lo creía.

Nota como el operador pastoral escapa hábilmente a la tentación de ofrecer de


inmediato una solución. Haciendo de caja de resonancia de lo vivido por la
señora la ayuda a continuar con su narración.

Si3. Me encuentro tan confundida. No se que cosa hacer. Por lo que he venido
con Usted (la veo en silencio). Andrés es un buen muchacho, tiene 24 años; le
falta un año y medio para graduarse en medicina; ¿entiende? Para ser médico.
Ha sido siempre bueno, servicial, de buenos principios; tanto por decirle, en la
mañana nos llevaba el café a la recamara y luego se sentaba a discutir los
pequeños problemas; cuando quería comprarle pantalones me decía… no lo
pienses… ya cuesta tanto mantener los estudios… ¿Descubre que muchacho
es Andrés? Amo tanto también a mi hija, mi marido, más él ocupa un lugar
especial. ¿Y ahora que hacer?

Sa4. Se siente orgullosa de aquel buen muchacho, por más, cercano a


graduarse, más está también lastimada por la desilusión que le ha ocasionado.

La señora insiste en tener un consejo, más el operador sabe que no sería de


grande ayuda.

203
Si4. Le dimos mucho, hicimos muchos sacrificios, si no hubiéramos tenido una
buena educación en la fe, no se como habríamos superado ciertos momentos;
buscaré de todos los modos posibles de sacarlo de esta situación… insiste en
querer estar con aquella muchacha que tiene 25 años: la veía ya desde hace
un año, y yo no sabía nada… Los padres de ella han presentado una denuncia
a la policía, diciendo que mi hijo la había golpeado. Ayer con mi marido fuimos
con el licenciado, el cual nos ha dicho que la madre de esta muchacha está mal
de la cabeza y su padre es alcohólico. Más padre, ¿se da cuenta a donde se
fue a meter mi hijo? ¿Con qué gente se envolvió? Yo no merecía una cosa así.
Quiere dejar de estudiar, ahora que es ya casi médico. No sabía nada. ¿Qué
debo hacer? Vine para que me de un consejo.

La señora llega a un recurso importante, la fe, que hace parte de la tradición


familiar.

Sa5. Este hijo para usted cuenta mucho y le parece imposible que propio él
haya traicionado su fe. ¿Se siente desilusionada Señora?

No cediendo ni esta vez a las insistencias de la señora, e acogiendo el


sentimiento de desilusión, el operador la ayuda a dar un paso adelante en la
exploración de la situación problemática.

Si5. Pensándolo bien, si. Todos mis sueños sobre mi hijo se han venido para
abajo. Se hace de todo para crear un futuro a los hijos… Créame Padre, en
estos días he tenido miedo de hacer algo que no deba. He pensado hasta de
irme de aquí por un tiempo, de hacer un viaje. ¿Dígame que hago? Estoy
dispuesta a hacer lo que diga.

Sa6. Le agradezco su confianza; me da una responsabilidad muy grande, de


elegir por usted; tal vez en su desilusión se siente sola y busca aquella
comprensión que le de nuevamente seguridad. Tal vez ya está vacunada
contra toda idea que usted pueda realizar.

A este punto el operador ve oportuno hacer comprender a la mujer que no es


su tarea o trabajo dar consejos a seguir y la ayuda, apropiadamente, a tomar
conciencia de la propia responsabilidad.

Si6. Mañana iré a hablar con un abogado por lo de la denuncia. ¡Que ha hecho
este hijo!

Sa7. ¿Está enojada con su hijo?

Intervención feliz que ayuda a la señora a sacar otros sentimientos además de


la desilusión.

Si7. Si, he tenido momentos de rabia. ¿Y sabe que cosa me ha sucedido? La


muchacha ahora vive en la casa de mi hija que está casada, provisoriamente.

204
Sabe el otro día me la encontré. No tuve el coraje de verla. ¿Por qué padre? Es
más fuerte que yo, no logro a verla en los ojos ¿por qué?

Sa8. Me es difícil responder. Tal vez usted la esta viendo como la responsable
de las elecciones de su hijo; le ha quitado a su hijo de las manos y el es verdad
que no permanece indiferente.

Si8. Más yo no creo ser una madre protectora, o capaz de odiar a alguna
persona.

Sa9. ¿Se siente resentida por lo que he dicho?

Se podría decir que ha este punto la exploración del problema está en un buen
punto. Se presentan los elementos que invitan a pasar a una fase sucesiva, la
fase del ¿por qué?: que cosa está a la base de lo que la señora está viviendo.
El operador intenta este camino suscitando una reacción defensiva, una
reacción pero que no cierra la puerta a llegar a una profundización, como
aparece en la intervención siguiente de la señora.

Si9. Tal vez tenga razón… es verdad, es difícil darse cuenta… (Después de un
momento de silencio) Pienso de tener todavía necesidad de su ayuda, porque
no quiero ser golpeada por todo lo que ha ocurrido…

Sa10. Usted quiere salir de esto en paz y piensa de no poder hacerlo sola… Si
usted está de acuerdo podemos encontrarnos algunas veces ¿qué le parece?

Si. De acuerdo.

El primer coloquio termina aquí. El operador pastoral acoge apropiadamente a


la señora, la llama por nombre. Escuchándola empáticamente y restituyéndole
de manera personalizada cuanto le ha dicho, la ayuda a seguir adelante. En
sus intervenciones no hay juicios morales. El respeto se manifiesta en la
acogida de los sentimientos de la señora, que no son acompañados de alguna
evaluación.

Segundo encuentro

Tiene lugar después de unos diez días y se da de este modo:

Sa1. Buen día, Señora Silvia. Ha pasado más de una semana del encuentro
pasado. ¿Cómo ha vivido este tiempo?

Si1. Podría decir que mejor, aunque no han faltado momentos difíciles…

Sa2. Luces y sombras, ¿le gustaría hablar un poco?

205
Si2. Bah. La luz, por usar su imagen, se dio en el hecho que los padres de esta
muchacha han retirado la denuncia. Además, que mi hijo ha aceptado, también
tiene dificultad para hablar conmigo y mi esposo (pausa)…

Sa3. Y las sombras…

Si3. (Con un poco de excitación). Las sombras… bien, aquello que salió en
nuestro encuentro la vez pasada… Me he preguntado: ¿soy verdaderamente
una madre protectora?

El encuentro precedente ha incidido en la mujer, suscitando interrogativos


importantes.

Sa4. (Después de una pausa reflexiva). Es como si cualquier cosa se hubiera


movido dentro de usted… y no con sufrimiento, me parece comprender…

Si4. Sí, porque he siempre pensado de ser una buena madre (pausa). He
buscado educar bien a mis hijos, haciendo tantos sacrificios… Aunque desde el
punto de vista religioso me parece haber hecho mi deber… Más ahora, el
comportamiento de Andrés… me hace pensar…

Sa5. Señora Silvia, hemos hablado de las sombras y de las luces: me parece
que usted está más propensa a interrogarse sobre aquellos aspectos que
hemos llamado sombras, ¿es así?

Con esta intervención, el operador pastoral ayuda a la señora a centrarse sobre


aquello que actualmente constituye para ella el problema.

Si5. Si, aunque porque el encuentro con Andrés podrá darse solo la próxima
semana.

Sa6. Ha dicho que el comportamiento de su hijo la ha llevado a reflexionar…


Podría decir algo más…

Si6. (Después de un momento de silencio). Ve, la observación que usted me ha


hecho, hacia el final del encuentro, y a la cual yo he reaccionado, me ha
llevado a dar una mirada a mi vida pasada, y sobre todo a la relación con mi
hijo… Me ha inquietado esta pregunta: ¿mi hijo se ha escapado para librarse
de la presión en la cual se sentía?... por así decirlo ¿se sentía sofocado?

Sa7. (Pausa). Una pregunta incisiva a la cual no quiere huir… y que indica el
deseo de detenerse sobre la propia responsabilidad, dejando aparte aquella de
Andrés…

La señora había gradualmente tomado conciencia de su implicación en la


situación que se ha creado, y el operador reconoce positivamente el paso
cumplido en la señora encontrada.

206
Si7. Si… más me ha costado mucho ver hacia adentro de mí… y no puedo
todavía decir que ya Salí. Me pregunto si seré capaz de dar cualquier paso
para… crecer, porque esto implica que yo reviva también la relación con mi
esposo e hija…

Sa8. Se ha dado cuenta del camino que la espera, y si quiere salir bien de esta
situación tiene que ser insistente y valiente…

Si8. Sí, tengo miedo de encontrar cualquier sorpresa… algún mostro…


(Después de una pausa). Más quiero seguir adelante. ¿Me puede indicar
cualquier iniciativa que podría ayudarme?

Las comprensibles resistencias, advierten en la señora Silvia la tención hacia la


solución del problema que vive. La pregunta de ayuda que hace al operador
pastoral indica su disponibilidad a pasar a la acción.

Sa9. El tiempo de nuestro coloquio esta por terminar, señora Silvia. De cuanto
ha surgido aparece claramente el camino que usted ha sido capaz de cumplir
en poco tiempo. Cuanto ha ocurrido con su hijo la hace sufrir, más usted lo está
viviendo como una ocasión para crecer como mujer y como madre. Si usted
está de acuerdo en un próximo encuentro podremos examinar juntos
eventuales pasos para cumplir y superar este momento difícil… Nos vemos en
una semana ¿está bien?

El este segundo coloquio, el operador pastoral ha ayudado a la señora Silvia a


contextualizar lo vivido, haciéndola consciente del camino que está haciendo
en el asumir la propia parte de responsabilidad en la situación creada con la
“fuga” del hijo, y se ha mostrado disponible a analizar con él las posibles vías
de saluda.

Tercer encuentro

Se da puntualmente después de una semana. La señora Silvia aparece más


tranquila, aunque porque el diálogo que ella y su marido han tenido con su hijo
se ha dado positivamente, dejando ver soluciones reconfortantes. El diálogo se
da de la siguiente manera:

Sa1. De cuanto a lo que me ha dicho, el diálogo con Andrés ha dado resultados


satisfactorios, la veo más serena… Me parece de haber entendido que están
en grado de vivir adecuadamente la situación ¿Es así?

Si1. Si, me parece que sí. Aunque porque nuestra hija ha contribuido a crear un
ambiente menos tenso… Es buena la verdad.

Sa2.Y en lo que respecta a la pregunta que usted me hizo la vez pasada


¿Cómo va?

207
Oportunamente el operador se conecta con lo dicho en el encuentro anterior,
evitando desviaciones.

Si2. Bien, debo decirle que, en primer lugar, quería dejar caer todo. Después
reflexionando me anime a continuar adelante.

Sa3. (Pausa) Encuentra que no es cosa fácil empeñarse en un camino de


crecimiento. La otra vez ha hablado de miedos… (Pausa). En el último
encuentro usted me ha pedido si hay iniciativas que podrían ayudarla ¿Desea
trabajar un poco sobre esto?

Si3. De acuerdo…

Sa4. La primera cosa de clarificar es el objetivo que quiere alcanzar. En otras,


palabras, que resultados quiere obtener en este camino que esta retomando…

Si4. (Después de haber iniciado dos, tres vueltas el discurso). En efecto, quiero
entender que cosa no ha funcionado en mi relación con Andrés… (Pausa). Y
decir que me parecía que todo estaba bien… entender que cosa no ha
funcionado y… cambiar (con una sonrisa forzada). ¿Seré capaz?

Sa5. Usted tiene claro a donde quiere llegar: examinar su estilo de ejercitar su
rol de madre y hacer eventuales cambios… Más se pregunta sobre su
capacidad de llegar. ¿Y esto como la hace sentirse?

Si5. En momentos, impotente. Pienso en todos los propósitos que no he


realizado. (Ríe sonoramente).

Sa6. Tal vez quiera decir que a veces ha sido poco incisiva en sus decisiones.

Si6. En efecto…

Sa7. Como sea, lo que importa es que ahora tiene claro su objetivo… Ver los
elementos que puedan favorecer o impedir el logro de los resultados que se
propone. ¿Quisiera pensar un poco?

Si7. Bah, mi marido y mis hijos estarían contentos… de vez en cuando me


dicen – tal vez bromeando – deberías ir con un psicólogo (ríe)… Ah, olvidaba
que tengo un grupo de amigas donde se habla con bastante libertad de
argumentos relacionados con el crecimiento… aunque si yo escucho y no
intervengo fácilmente sobre estas cosas… Además, no sé…

Sa8. Me parece que ha logrado enumerar bastantes factores favorables ¿no le


parece? ¿Ve también algún obstáculo?

Si8. Me deja pensar un poco… (Sonríe) no soy muy constante… después está
el trabajo que me ocupa mucho. Con mi marido atiendo una agencia de viaje…
luego tengo miedo que los míos no me tomen enserio…

208
Sa9. Si comprendo bien, la dificultad objetiva más consistente parece ser el
trabajo, mientras las otras dependen directamente de su voluntad…

Si9. Si, aunque debo decir que en el trabajo tengo una cierta posibilidad de
maniobra…

Sa10. Me parece que existen las condiciones para pasar a identificar algunas
iniciativas que podría tomar para lograr su objetivo… pruebe ha sacarlas fuera,
así, libremente, sin examinar o evaluar… Después las evaluamos. Ok.

Si10. Ok. En que problema me ha hecho entrar aquel bendito muchacho… De


vez en cuanto me dan ganas de decirle… bruto.

Sa11. No le es fácil mandar lejos a ese bocón, ¿verdad? Más continuemos en


nuestro punto…

Si11. Me vienen en mente tantas cosas, busco decir alguna. (Pausa) Me gusta
leer, si, la lectura de cualquier libro o artículo sobre estos argumentos…
(Pausa) Después, el hablar de esta cosa con una amiga muy especial…
(Pausa) Después ¿por qué no? Una terapia (hace una mirada curiosa)…
Convivir y compartir con mi marido… y también con mi hijo… no, con mi hijo
no… no logro expresar algo más… Debo leer dos artículos sobre el tema y
hablar con mi amiga.

El operador pastoral ayuda a la señora Silvia a cooperar en su elección de


acciones eficaces para llegar al objetivo.

Sa12. Han salido bastantes ¿no le parece?

Si12. Si, muchas (y ríe).

Sa13. Señora Silvia, en los encuentros precedentes usted ha hablado de su


religiosidad… No piensa que le ayudaría en su situación, si es leída también
del punto de vista de la fe.

Si13. (Reflexionando) Vea, no me había pasado ni por la cabeza aquella


posibilidad… Y sin embargo, siempre la he tenido conmigo… Busco de ir a
misa, hago oración… casi siempre para pedir… (Después de un momento de
reflexión) Más si, ¿por qué no podría unir también esta iniciativa?

El operador y la señora se empeñan un poco de tiempo a examinar las varias


propuestas, jerarquizándolas, teniendo en cuenta la factibilidad y de los valores
en juego… En primer lugar la señora pone la lectura de cualquier artículo sobre
el argumento, después la convivencia con la amiga especial, dejando abierta la
posibilidad de una terapia. Se da también la sugerencia de una reflexión
espiritual sobre el argumento. Viene establecido un encuentro después de dos
semanas.

209
Cuarto encuentro

Después de quince días, la Señora Silvia asiste puntualmente al encuentro. El


coloquio procede de la siguiente manera:

Si1. Véame, ya estoy aquí otra vez.

Sa1. El tono de su voz me parece sereno y seguro…

Si2. Bah, no está mal. Sabe, durante estas dos semanas he buscado de
trabajar, fiel a las metas que establecimos. No ha sido nada fácil, más vale la
pena.

Sa2. Me está diciendo que ha sido capaz de superar su pereza y ha sido


constante… y esto ¿la hace estar satisfecha de usted?

Si3. Si. No pensaba de lograrlo, sobre todo porque, como le decía la otra vez,
tenía miedo de enfrentar cosas desagradables… Los dos artículos que
elegimos me han ayudado a reflexionar, pero sobre todo la conversación con
mi amiga que me ha escuchado y ayudado… Ha estado tremenda aquella
mujer… me ha puesto de frente ha una serie de mis comportamientos en los
cuales ella había notado la presencia de una actitud posesiva y egocéntrica…
No me lo había dicho antes, porque tenía miedo a mis reacciones… La verdad
tenía ganas de salir corriendo inmediatamente… más lo que me ha detenido ha
sido su modo de actuar y decir las cosas, tan lleno de tacto y de afecto… Tal
vez no me crea, pero todo lo vivido en estas semanas me ha convencido a
iniciar una terapia ¿Qué me dice?

Sa3. Es una de las iniciativas que habían sido previstas, ¿recuerda? Aunque a
traído un movimiento fuerte dentro de usted.

Si4. Si, pero primero de iniciar aquella experiencia, quisiera que hablemos un
poco de la relación entre la fe y la situación que estoy viviendo… Aunque esto
me ha ocupado en estos días…

Sa4. Ha sido un perdió muy intenso, y de desgaste. La decisión de ponerse


bajo una psicoterapia parece el resultado de una reflexión seria… Cuanto ha
sucedido en nuestros encuentros parece haber despertado en usted el deseo
de hacer claridad en el sector de su vida espiritual… Tal vez ha emergido algo
en estos días…

Si5. Bah, diría que han pasado tantas ideas por la cabeza, más confusas.
Espero un poco de claridad por parte de usted…

Sa5. También una idea confusa es una idea confusa. El expresarla tal vez
podría ser un buen inicio de reflexión…

210
El operador pastoral busca de envolver lo más posible de lo que dice la señora.

Si6. (Con emoción) Ve, he pensado en el influjo que puede haber tenido en mí
el haberme casado por la Iglesia, haber bautizado, confirmar a los hijos… ir a
misa… Le confieso que no he encontrado una respuesta… Como le dije la
primera vez, en las dificultades ha sido espontanea mi oración, y cuanto ha
ayudado a mi y a mi familia…

Sa6. El volverse a Dios le ha sido fácil en los momentos difíciles, en los


buenos, menos… ¿es así?

Si7. (Permanece pensativa)

Sa8. Usted ha vivido experiencias preciosas: es esposa, mamá… Ha celebrado


el amor estableciendo una relación especial con un hombre, dando a luz a dos
hijos… ¿Y si Dios es amor, no le parece que Él esté presente en todos los
momentos de la vida?

Si8. Si, más no puedo olvidar toda la fatiga que estos dones del Señor me han
costado… Con mi esposo no ha sido todo color de rosa y flores… Sin hablar
después de cuanto me ha sido preguntado por los hijos… en los diversos
periodos de su crecimiento…

Sa9. Me está diciendo, y tiene razón, que aquellos dones implican, y todavía
implican, un empeño, a veces gravoso. (Pausa) La experiencia le ha hecho
comprender que las relaciones se cultivan, crecen, purifican…

Si9. (Reflexiona) Veo a donde esta llegando…

Si10. En mi relación con Andrés no ha crecido suficientemente y no ha sido


purificada… ¿Es esto lo que me quiere decir?

Sa10. (Sonriendo) Esta interpretando mi pensamiento en términos culpables…


(Pausa) La perspectiva que tengo es diferente… lo que quiero es ayudarla a
darse cuenta que el empeño que quiere asumir de mejorar su modo de
relacionarse con su hijo no es extraño a la vocación cristiana…

Si11. (Interviene rápidamente) ¿En qué sentido?

Sa11. (Después de reflexionar un momento) En el sentido que hace parte del


proyecto de Dios que los padres acompañen a sus hijos a alcanzar la
autonomía necesaria para afrontar responsablemente la propia vida…

Si12. (Después de una pausa) Me hace reflexionar…

Sa12. El trabajo que quiere hacer es sobreponer a una psicoterapia la ayudará


a vivir más auténticamente su vida cristiana en el ámbito de la familia ¿no
cree?

211
Si13. A decir verdad no había pensado en esta relación… Me parece
encaminarme en un camino lleno de sorpresas…

Sa13. Le auguro que habrá de bellas sorpresas.

El tema del diálogo se ha centrado, por deseo de la señora, sobre la dimensión


espiritual, con resultados considerados satisfactorios. El operador pastoral no
ha faltado a la oportunidad de animar a la señora a continuar en su camino de
crecimiento, ayudándola a superar momentos de desánimo y de cansancio,
informándose incluso de cómo proceder en la relación con si hijo Andrés.

El término del acompañamiento

Si la relación establecida con todas las personas ha sido significativa, te darás


cuenta que el separarse no es fácil. También para los enfermos y los familiares
puede ser difícil interrumpir la relación contigo.

Por lo que es importante que tu aprendas a vivir bien este momento de caminar
junto al enfermo, aprendiendo a separarte adecuadamente de él y ayudándolo
a separase de ti de manera que no desamine en su proceso.

Lograr este objetivo depende mucho de cómo tú y el enfermo han aprendido a


vivir las separaciones en el curso de la vida. El separarse, en efecto, es una
experiencia en la cual el individuo es confrontado desde los primeros días de
su existencia. Ahora de persona a persona varía la intensidad del sufrimiento.

En la perspectiva cristiana del acompañamiento, el pacto que has establecido


con el enfermo no viene arrancado de la separación, sino que continúa a
tenerlo unido con diferentes modalidades, entre las cuales sobresale la oración.

PROYECTO PASTORAL

La vida, desde el nacimiento hasta el momento mismo de la muerte, constituye


un proyecto prolongado en el tiempo. Así se pone de manifiesto en momentos
álgidos, como la elección de la propia profesión, del compromiso de vida o del
vínculo afectivo.

Cada persona está llamada a realizar su propio proyecto de vida y a colaborar


en la promoción del más grande designio, es decir, la edificación del reino de
Dios.

El vocablo “proyecto” se deriva del verbo latino proiectare, que significa “lanzar
hacia delante”, esto es, proyectarse en el futuro a fin de modificar o mejorar
una realidad determinada.

212
La capacidad de hacer proyectos en el ámbito de la Iglesia reviste una
creciente importancia. En efecto, se advierte en nuestros días la necesidad de
educar a los creyentes a programar, con el objetivo de establecer “planes
pastorales” significativos que destaquen la dimensión comunitaria y profética
del pueblo de Dios en su anuncio del Evangelio y en el testimonio de la caridad.

Raíces bíblicas del proyectar

La Sagrada Escritura revela en sus páginas el misterioso designio de Dios.


Cada libro y personaje que aparecen forman parte de un proyecto que
gradualmente se va desplegando a lo largo del tiempo como expresión de una
historia de salvación.

Desde la creación hasta el Éxodo, desde la Encarnación hasta el misterio


pascual, los grandes proyectos constituyen los pilares que sostienen la acción
de Dios en la historia.

En estos grandes acontecimientos actúan como mediadores diferentes


personas que realizan numerosas intervenciones, personas que revisten
funciones especiales en comunicar, plasmar o anticipar la revelación divina.

Los libros de la Sagrada Escritura mencionan en diversas ocasiones la


intención divina de elaborar y llevar a cumplimiento un proyecto.

Con frecuencia se hace referencia también a los proyectos del hombre. Las
páginas del AT representan un mosaico en el que se amalgaman una serie de
acontecimientos que anticipan gradualmente la plenitud del misterio y de aquel
proyecto que se cumple en el momento culminante con la venida de Cristo al
mundo (Cfr. Hb 1,1-2)

Jesús da inicio a su actividad apostólica, exponiendo las líneas de fuerza de su


proyecto de salvación (cfr. Lc. 4,18ss).

Las curaciones cumplidas por Jesús constituyen signos que anuncian la


llegada del tiempo mesiánico en vistas a una realización completa del Reino.

Una vez que ha llegado a cumplimiento el designio del Padre por medio de su
muerte y resurrección. Jesús confía a la Iglesia la tarea de continuar la misión
de salvación, y lo hace enviando a los apóstoles con el mandato: “Vayan, pues,
y hagan discípulos míos en todos los pueblos, bautizándolas en el nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo
les he enseñado” (Mt. 28,19-20).

La Iglesia, proyecto de Dios

La Iglesia, por medio de diversos proyectos, a lo largo de la historia y bajo la


guía del Espíritu Santo, ha procurado siempre testimoniar al mundo el mensaje
evangélico que le fue confiado por Cristo.

213
A lo largo del año litúrgico programa el anuncio de la Palabra y de los misterios
cristianos de acuerdo con modalidades y tiempos oportunos, proponiendo un
plan pastoral que se plantea integral Palabra y anuncio, sacramentos y
catequesis, ministerios y dedicación caritativa.

A través de sus estructuras organizativas (a nivel internacional, nacional,


diocesano, parroquial e institucional) procura hacer operativos sus principios,
comprometiendo organismos y personas en el testimonio de los valores
evangélicos.

Por medio de la actividad caritativa, se esfuerza por irradiar en el mundo el


espíritu de su Fundador, ejemplificado en el icono del buen Samaritano.

La Historia de la Iglesia se puede leer como un gran proyecto inspirado por


Cristo, que se va expandiendo y adaptándose a las situaciones históricas
concretas.

Desde la primera comunidad cristiana, permeada por el anhelo de comunión y


división de los bienes (Cfr. Hch. 2, 42-48; 4,32-37), hasta nuestros días,
marcados por la necesidad de humanización y evangelización, se aprecia el
esfuerzo inagotable y creativo de la Iglesia para traducir sus principios y valores
en proyectos de caridad.

En el mundo de la salud, estos proyectos encontraron expresión en el socorro


prestado a los necesitados por parte de los diáconos y diaconisas de la Iglesia
primitiva. Más tarde, el amor al prójimo se concreta en la creación de centros
de acogida para peregrinos. En el Medioevo, en la creación de hospitales y,
posteriormente, en el impulso que dieron las órdenes religiosas y los grandes
reformadores de la asistencia sanitaria.

De este modo, en las diversas épocas históricas se fue adquiriendo la


presencia eclesial, que fue adquiriendo rostros nuevos conforme a las
circunstancias sociales. Con todo, ha permanecido siempre inalterado el
esfuerzo por conjugar la fidelidad al proyecto de Dios con la dedicación
generosa al hombre, a fin de ofrecer respuestas concretas a sus exigencias.

Aun con los límites humanos inevitables, la Iglesia ha concedido sus proyectos
de caridad como signo de encarnación, evangelización, misión, reconciliación y
comunión en medio de los hombres.

El proyecto eclesial en el mundo de la salud

El mundo de la salud es vasto y complejo. En su seno incluye los ámbitos de la


medicina preventiva, curativa y de rehabilitación. Comprende también una
amplia variedad de recursos humanos (enfermeros auxiliares, radiólogos,
anestesistas, cirujanos, psicólogos, asistentes sociales, capellanes, religiosas)
y estructurales (dispensarios, centros de reanimación, hospitales, clínicas,

214
centros de salud, casas para ancianos, centros de rehabilitación). De esta
manera el contexto en que se inscribe el proyecto pastoral engloba a las
instituciones sanitarias, los organismos locales y parroquiales y también al
mundo multiforme de la cultura, que comprende los medios de comunicación
social, la escuela, la ecología, etc.

Destinatarios del proyecto pastoral

+ Enfermos hospitalizados o residenciales en sus domicilios, con sus


patologías respectivas.

+ Los discapacitados físicos

+ Los afectos de VIH – SIDA

+ Los que reciben diálisis

+ Los enfermos mentales

+ Los enfermos de adicciones

+ Los niños enfermos

+ Los enfermos terminales

+ Los enfermos con cáncer

+ Los familiares de los pacientes

+ Los profesionales sanitarios

+ Los voluntarios

+ Los ministros extraordinarios de la Eucaristía

+ Las asociaciones que desempeñan su trabajo en el mundo de la salud.

+ Las instituciones sanitarias

+ Los centros formativos

+ Las parroquias

+ Los organismos nacionales y diocesanos que coordinan la pastoral de la


salud.

Cada uno de los sujetos citados es, por tanto, destinatario del proyecto
pastoral, pero es asimismo un recurso activo al servicio de la humanización y
de la evangelización del mundo de la salud.

Criterios en la elaboración de un proyecto pastoral

215
En el momento de elaborar y redactar cualquier proyecto, el punto de
referencia debe ser siempre Cristo y su Palabra. De hecho, la finalidad del
proyecto no es otra que irradiar el espíritu del Evangelio y los valores de la
tradición cristiana en el interior del mundo sanitario.

Todo proyecto depende de tres factores importantes:

+ La viabilidad: la propuesta debe encarnarse en una realidad determinada y


proponerse como respuesta válida y realista para mejorar la situación sometida
a examen.

+ La articulación orgánica: todo proyecto requiere un camino de reflexión,


discernimiento y maduración antes de convertirse en realidad. La propuesta
debe estar bien articulada y ser orgánica en su desarrollo, respondiendo a las
cuestiones fundamentales: ¿por qué?, ¿qué?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo?

+ La creatividad: Los problemas y las necesidades que plantea el mundo de la


salud suscitan hipótesis, estrategias de trabajo y soluciones innovadoras que
pueden brotar de la creatividad de cada individuo y del grupo, puestas al
servicio de la esperanza.

RETIRO

LA ESPIRITUALIDAD DEL AGENTE DE PASTORAL DE LA SALUD

Pbro. José Luis espero te sirva este material, si necesitas comentar algo me
dices por favor, esta es la propuesta que te hago, pero tu estudiala.

Pbro. Alejandro Gutiérrez Buenrostro

216
PROGRAMA DEL DIPLOMADO EN PASTORAL DE LA SALUD

MODULO I

PATORAL DE LA SALUD

1. ¿Qué es la salud?

2. ¿Qué se entiende por enfermedad?

3. Jesús y el sufrimiento

+ Jesús y el sufrimiento humano

+ Jesús ante su sufrimiento y muerte

4. Pastoral de la Salud como respuesta de la Iglesia.

5. Organización y estructuración de la Pastoral de la Salud

+ Anuncio

+ Celebración

+ Solidaridad – fraternidad

(Para estos temas apoyarse en las Directrices Nacionales)

6. La Parroquia y la Pastoral de la Salud

7. Organización del equipo parroquial

(Adjunto material)

8. Los Agentes de la Pastoral de la Salud

(Apoyarse en el tríptico nacional con ese tema)

MODULO II

FUNDAMENTOS BIBLICO – HISTÓRICOS

9. Aspectos Generales

10. 5 esquemas bíblicos del sufrimiento

11. Experiencia de Job

12. Experiencia de Jesucristo

217
13. Experiencia de San Pablo

14. Historia de la caridad y humanización

(Adjunto material)

MODULO III

FUNDAMENTOS FILOSÓFICO – TEOLOGICOS

15. Perspectiva Filosófica

16. Fenomenología del sufrimiento

17. Visión antropológica

18. Perspectiva Teológica

19. Perspectiva Cristológica

20. Perspectiva Eclesiológica

21. Perspectiva Mariológica

22. La salud, experiencia de salvación

23. Parábola del Buen Samaritano

(Adjunto material)

MODULO IV

EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

24. SS Pio XII

25. SS Juan XXIII

26. Concilio Vaticano II

27. SS Paulo VI

28. SS Juan Pablo I

29. SS Juan Pablo II

30. SS Benedicto XVI

31. Magisterio de América Latina (Documento de Aparecida)

218
(Adjunto material)

MODULO 5

PSICOLOGIA DE LA SALUD

32. Una experiencia global.

33. El dolor del cuerpo y la psique

34. Ayudar sin quemarse

35. El luto

(Adjunto material)

MODULO 6

PASTORAL DEL DUELO

(Creo que más que hablar de Tanatología necesitamos desarrollar más la


pastoral del duelo, que es una respuesta de la Iglesia y que sigue el ejemplo de
Cristo, apoyarse en el material del encuentro nacional del año pasado)

MODULO 7

BIOETICA

36. Ver el término, principios de la bioética moderna, bioética personalista,


donación, trasplantes, cuidados paliativos, objetivos de la Pastoral de la Salud
en relación con la ética,…

(Adjunto material)

MODULO 8

PASTORAL DE AYUDA

(Adjunto material)

219

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