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PRESENTACIÓN DE LA EVIDENCIA

El conflicto o situación problemática surgió en una sección del I ciclo del Programa Académico Inicial,
durante una sesión de aprendizaje, en el que se desarrollaba la temática referida al poblamiento de América
y que tenía como propósito lograr que los estudiantes analicen el proceso evolutivo de cada una de ellas
como antecedentes para la conformación del imperio inca
En el proceso pedagógico “Construcción del aprendizaje”, los estudiantes plantearon que las lecturas de
soporte llevadas a clases eran muy ampulosas y que los plazos establecidos para su lectura eran muy
cortos.
Sin duda aquellas expresiones me generaron frustración puesto que evidenciaba una flagrante ausencia
de hábitos de lectura en mis estudiantes, por tanto surgía un conflicto entre mis intereses de enseñanza y
sus necesidades de aprendizaje. A la luz de lo planteado por Van Manen, M. (1998), como docente
formador de docentes siempre debía tener en cuenta que para que un hecho pedagógico se produzca
deben estar presente tres condiciones básicas: “el amor y el afecto, la esperanza y la confianza, y la
responsabilidad” (Pág. 79). Muchas preguntas me asaltaron en ese momento, ¿Cómo devolver la
confianza y apego al esfuerzo a mis estudiantes que han vivido en un contexto de desapego a la lectura y
afición a los videos y a la lectura de textos cortos?, ¿Cómo generar confianza en ellos mismos? ¿Cómo
debo afrontar una situación de esta naturaleza sin abandonar mi rol de maestro de maestros y responsable
de sus resultados?. Entendí que esta generación es distinta a tantas otras que habíamos formado y que
quizás el único que no había cambiado con el mundo era yo, y había llegado el momento de hacerlo.
Desde una mirada positiva decidí convertir esta frustrante situación, en una ocasión de aprendizaje, en
concordancia a lo planteado por Van Manen, M. (1998. Pág. 85)), “La educación y la enseñanza suponen
experiencias humanas que son siempre específicas para cada situación. Pero no todas las
situaciones en las que, como adultos, nos encontramos (…) constituyen una situación pedagógica”,
por lo que decidí revertir una situación desfavorable, en una favorable para el aprendizaje, en tal sentido
conformé equipos de trabajo y dividí las lecturas para su posterior exposición a través de la escenificación.
Por otro lado pensé que una relación de búsqueda del sentido de la información aportada en las separatas
entre pares con el debido acompañamiento de mi parte, también generaría un proceso hermenéutico en el
que participarían todos los estudiantes configurando un conocimiento compartido e integral
Del mismo modo, asumí lo planteado por Freire, P. (1997. Pág. 31). “No hay un maestro enseñante y un
alumno que es enseñado, entre todos se interactúa para crear el conocimiento”, generando
oportunidades de realización y dando voz y protagonismo en la construcción de su personalidad a
estudiantes que bajo otras condiciones se hubieran perdido en el anonimato.
Esta reflexión sobre mi praxis en el aula, interpela mi accionar y mi pensar, pues el mundo ha cambiado,
los estudiantes han cambiado y quizás ha llegado el momento de cambiar con ellos renovando mis saberes
y cuestionando mis creencias hasta hoy absolutas, dando espacio a que las actuales teorías guíen mi
accionar para cambiar el mundo. Pues no puedo hacerlo sin esa combinación incuestionable planteada por
Freire: “Acción y reflexión para cambiar el mundo”. Mi etapa de practicismo ciego, va llegando a su final.

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