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Jerald M. Jellison
Ph,D.
Traducción
Paulina Millán Álvarez
Traductora profesional
ISBN-13: 978-970-10-6272-2
ISBN-10: 970-10-6272-8
ISBN: 0-07-147044-1
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Prefacio xi
Agradecimientos xv
viii
ix
Índice 215
xii
xiii
xiv
muy agradecido con el personal, directivos y miembros de la USC Credit Union que me
permitieron aprender y crecer junto con ellos.
Dale Fetherling tiene un trato especial con las palabras. Su juicio editorial tan
perceptivo y su sensibilidad fueron cruciales para que este libro pudiera terminarse.
Y la más importante de todos, mi esposa Karen, que nunca ha vacilado en su apoyo.
Su confianza me permitió aprovechar incontables oportunidades.
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CÓMO ENTENDER
EL PROCESO
DE CAMBIO
1
CÓMO APRECIAR EL CAMBIO
DE MANERA REALISTA:
LA CURVA J
A l igual que una montaña rusa, el cambio asusta y al mismo tiempo excita, y con
frecuencia se siente como algo divertido una vez que ha terminado más que
cuando está uno ahí. El cambio sugiere progreso... crecimiento... éxito... y también la
posibilidad de lo incierto, el fracaso y el miedo. El reto fundamental al implementar un
cambio es cómo ayudar a las personas a sobreponerse a sus temores y dudas para que
puedan experimentar la alegría del crecimiento y el éxito. Saber cómo manejar estos
aspectos humanos del cambio es decisivo para su éxito como director y líder.
A menudo, la sola posibilidad de que algo pueda salir mal provoca que muchos tra-
bajadores concluyan que alguna cosa (probablemente muchas) va a salir torcida. Este
temor produce dudas, ansiedad y resistencia. A su vez, estos sentimientos se convier-
ten en obstáculos que provocan que el esfuerzo disminuya, se pierda por completo...
a menos que usted comprenda cómo ocurre el cambio, qué es lo que los empleados
piensan al enfrentarlo y cómo puede ayudarlos a que superen los aspectos difíciles.
LA DIMENSIÓN HUMANA
La curva J proporciona una plataforma para enfrentar las dimensiones humanas del
cambio. La letra J delinea de forma aproximada el camino que siguen la mayoría de
los cambios importantes, ya sea que se trate de introducir un nuevo proceso de nego-
cios, la asociación de grandes empresas o modificar la forma en que le pega a la pelota
en el golf. Al principio existe una caída precipitada del desempeño, seguido de un
periodo desastroso de progreso limitado, y luego un ascenso abrupto del desempeño. Si
comprende en qué posición de la curva J se encuentran usted y sus empleados, podrá
entender todos los cambios, pasados y presentes.
Más importante aún, cuando usted comprende lo que sienten y piensan los miem-
bros de su equipo y colaboradores, puede contribuir a que manejen el cambio de una
manera más suave y rápida. Puede aprender cómo ayudarles con sus dudas y preocupa-
ciones al tiempo que transitan por las cinco etapas predecibles de la curva J.
Y, por supuesto, si ellos manejan el cambio de una manera más suave y rápida,
usted se convertirá en un líder más fuerte y productivo. Es probable que sus colegas se
enreden en las andanzas cotidianas de la implementación, pero usted podrá reconocer
que el cambio sigue una trayectoria más larga. Así como lo haría un participante-obser-
vador sabio, usted podrá ver las señales de progreso y empujar sutil y hábilmente a sus
subordinados hacia el objetivo final.
En la última década, las organizaciones progresistas, desde las firmas que apare-
cen en la revista Fortune 500 hasta negocios incipientes, han aprendido acerca de la
curva J y han encontrado que constituye una guía invaluable. Estas compañías saben
que la ejecución depende en última instancia de las personas. La curva J proporciona
a los líderes una nueva perspectiva sobre el lado humano del cambio. Cuando la utilice
en conjunto con la nueva serie de herramientas que se presentan en los capítulos 4 al 8,
podrá acelerar de forma dramática el proceso del cambio.
Positivo
Desempeño
Neutral
Negativo 1 2 3 4 5
Tiempo
de cambio muy distintas, salvo por algunas anomalías menores de las que hablaremos
más adelante.
Etapa 1: la meseta
Al principio, antes de que se eche a andar el nuevo esfuerzo, los empleados se encuen-
tran en una meseta de desempeño. Antes de que el cambio empiece realmente, ellos
operan de acuerdo con patrones establecidos. A menudo poseen un alto nivel de
competencia en sus labores. E incluso si no son expertos, se sienten cómodos con la
rutina. Tienen sus maneras establecidas de tratar con los clientes, los procedimientos,
el equipo y los colegas, y se apegan a eso. Una frase muy popular en esta coyuntura es
“Siempre lo hemos hecho así”.
Imagine entonces que, mientras se encuentra en la etapa 1, llegan noticias de
un gran cambio. Quizás provenga de un anuncio que haga el CEO de la compañía, un
comentario imprevisto de un líder de mayor categoría o un comunicado oficial de la
empresa. Puede empezar como un comentario casual, un rumor o algo que cuente una
persona supuestamente informada. Sin importar cuál sea la fuente, la noticia produce
excitación y aprensión al mismo tiempo.
Las reacciones ante la noticia serán diversas, dependiendo del efecto que se per-
ciba. La noticia de una fusión puede parecerle muy atractiva a aquellos cuya esfera
de influencia puede ampliarse, mientras que aquellos que pertenezcan a la firma más
Todas ellas son respuestas internas. Sin embargo, a nivel exterior, por lo general lo
que expresamos se adapta a los méritos de negocios del cambio propuesto. A menudo,
cuando tratamos de actuar como buenos jugadores de equipo, recurrimos a preguntas,
más que a afirmaciones, tales como:
Con frecuencia las personas recurren a estas preguntas y argumentos que suenan
tan racionales para disfrazar la falta de confianza en su propia capacidad para realizar
el cambio exitosamente. Pero no se confunda: la preocupación que subyace a esto no es
tanto el “¿será bueno para el negocio?” Más bien es “¿Será esto bueno para mí? ¿Podré
tener éxito?” A menudo, el trabajador preocupado levanta objeciones relacionadas con
“el negocio” antes de admitir que tiene dudas acerca de su propia capacidad, como por
ejemplo: “No estoy seguro de poder hacer esto.”
¿Qué es lo que sucede cuando un empleado le pregunta por qué es necesario un
cambio? Como administrador responsable, probablemente trate de darle respuestas
lógicas, basadas en hechos. Piensa que si puede explicarle la lógica que está detrás
del cambio, el que pregunta asentirá, estará de acuerdo y continuará con el programa
alegremente. Así, usted delinea los detalles de la nueva tecnología, y explica cómo todos
serán capaces de manejar el inventario de mejor manera y adquirir una ventaja compe-
titiva sobre otras compañías en el mercado.
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“Esperan lo imposible.”
“No tendré ninguna autonomía.”
“Ahí se fue mi ascenso.”
“Probablemente me disminuirán el sueldo.”
Perderé mi empleo, y luego la casa, el coche, la educación de mis hijos y mi
retiro.”
No transcurre mucho tiempo antes de que nos imaginemos pidiendo limosna en las
esquinas o con el sombrero en la mano pidiéndole un préstamo a un pariente político
que se burla de nuestras desgracias.
Es cierto que la mayoría de los cambios implican más trabajo, al menos al principio.
Pero aquellos que se muestran temerosos ante el cambio a menudo exageran hasta nive-
les inhumanos la cantidad de esfuerzo que el cambio exige. “Voy a tener que reorganizar
mi agenda por completo”, dicen. O “¿Acaso voy a tener que trabajar 24 horas 7 días a la
semana para lograr hacer esto? Es imposible.” Luego de invocar todas estas imágenes
horrendas, diremos cualquier cosa para evitar cambiar y es por ello que muchos de los
argumentos que anteponen aquellos que se resisten son completamente ilógicos.
Los miedos de otras personas pueden parecerle irracionales, pero para ellos son
muy reales y es necesario tratarlos con respeto. Más adelante veremos algunas técnicas
específicas que puede utilizar para ayudarle a la gente con sus miedos.
Etapa 2: el risco
La segunda etapa comienza cuando los empleados, muchos de los cuales sienten como
si trajeran una pistola apuntándoles a la espalda, se meten en el abismo y tratan en
verdad de empezar a hacer las cosas en la nueva forma. Quizás esto signifique utilizar
un programa de cómputo novedoso, reportarle a un supervisor distinto, aprender a
manejar equipo nuevo, adoptar un procedimiento innovador, o la primera reunión con
la contraparte de la compañía que acaba de adquirir la empresa donde usted trabaja.
Y, por supuesto, ¿qué es lo que sucede cuando hacemos algo que es radicalmente
distinto de lo que hemos hecho en el pasado? El desempeño se va en picada. El patrón
que se siguió en la etapa 1 se invierte: ahora los fracasos sobrepasan a los éxitos.
Esta situación no es para sorprenderse, como puede atestiguar cualquiera que haya
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Mientras sus pensamientos se vuelven más negativos, lo mismo sucede con sus
emociones. Ahora los empleados sienten que son un fracaso porque no tienen una sen-
sación de control. El miedo puede crecer hasta convertirse en una sensación de pánico.
Quieren escapar de esta situación tan terrible.
Cuando la nueva forma no funciona como ellos desean, casi siempre surge una
alternativa. “Volvamos a la manera anterior de hacer las cosas. Puede que no haya sido
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perfecta, pero era mejor que ésta.” La seducción del pasado se hace más fuerte. De pronto,
los antiguos días buenos de la etapa 1 parecen un paraíso. Las personas que se mostra-
ban escépticas ante el nuevo enfoque, ahora pueden también manifestar oposición.
La glorificación de los viejos estilos de hacer las cosas puede alterar al administra-
dor. No obstante, si lo piensa, es probable que pueda reflexionar acerca de una situa-
ción paralela en su vida personal. ¿No ha comprado un producto, un automóvil o una
casa y experimentado el remordimiento del comprador? No logra entender la forma de
usar el aparato, o está preocupado por cómo va a pagar las mensualidades o de qué
modo va a manejar los asuntos de mantenimiento inesperados. En esos momentos de
duda, empieza a pensar que la compra fue una mala idea.
Etapa 3: el valle
A medida que los empleados entran en la etapa 3, las cosas empiezan a florecer. Los
errores ya no son tan frecuentes ni tan grandes, y los trabajadores empiezan a hacer
todo de mejor manera. Cuando, por ejemplo, comienzan a dominar algunos de los
aspectos básicos del nuevo software, gradualmente empiezan a concluir más tareas
de manera exitosa. Todavía cometen muchos errores. Sin embargo, tienden a darse
cuenta de ellos y a corregirlos con rapidez. Aprenden a ejecutar una tarea tras otra,
y la curva de desempeño se eleva a medida que los éxitos empiezan a ser más que los
errores. Ésta es la etapa durante la cual usted puede observar la transición que tiene
lugar entre las antiguas maneras de hacer las cosas y las nuevas.
El valle de la etapa 3 puede ser corto y accidentado, más parecido a un risco, o
puede ser extenso y ondulado, como una planicie que parece continuar hasta el infini-
to. Si el cambio es bueno, la curva finalmente sube y continúa en ascenso. En realidad,
no todos los cambios van con rapidez hacia arriba. Hablaremos de este tipo específico
más adelante.
En la primera mitad de la etapa 3, el desempeño neto sigue en descenso, pero a
una tasa mucho menor que antes. También decrece la negatividad de los empleados.
Aunque sus peores miedos ya han sido superados, aún sienten incertidumbre. No obs-
tante, conforme pasa el tiempo, los éxitos empiezan a acumularse y los trabajadores
se sienten aliviados porque la caída libre ha terminado. Incluso puede ser que hasta
sientan un tenue rayo de esperanza.
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Etapa 4: el ascenso
En esta etapa, el desempeño mejora de manera impresionante. La curva asciende casi
tan rápido como antes descendía. ¿A qué se debe esto? A que los trabajadores perfec-
cionan sus habilidades, establecen nuevos procedimientos, eliminan las ineficiencias
y se coordinan mejor uno con el otro. No sólo hacen mejor las cosas, sino que además
obtienen una motivación psicológica a partir de la productividad recientemente adqui-
rida. Su éxito los reafirma a sí mismos y se convierte en un factor de motivación.
Las actitudes de los empleados en torno a las nuevas maneras de hacer las cosas
cambian de manera dramática a medida que su productividad se incrementa en la
etapa 4.
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Una manera muy clara para determinar si los empleados se encuentran psicoló-
gicamente en la etapa 4 es observar cómo se enfrentan a los problemas. Cuando esta-
ban en la etapa 2, si se topaban con algún obstáculo, lo interpretaban como un signo
inequívoco de que la nueva forma de hacer las cosas iba a ser un desastre. Estaban
listos para rendirse de inmediato. A medida que la curva empieza a ascender, la gente
responde ante los problemas como un reto que es posible solucionar y van en busca de
maneras constructivas de enfrentarlos. “Esto es sólo un pequeño contratiempo”, dicen.
“Podemos encontrar un modo de darle la vuelta.”
Los sentimientos también se apaciguan con el desempeño creciente. El optimismo
reemplaza al miedo y la incertidumbre. “Esto realmente podría funcionar.” Cada éxito
produce placer y hace que las personas se sientan bien con lo que hacen. Dejan de
resistirse al cambio y ahora comienzan a aceptarlo abiertamente.
Este ascenso puede ser dramático. La curva de desempeño asciende y transforma
a un grupo de individuos en un equipo con buena cohesión. Durante las etapas 2 y 3
el equipo de trabajo tuvo dificultades. Sus fallas provocaban la crítica de los miembros
más escépticos. Pero ahora, en la etapa 4, el cambio está funcionando. El orgullo emana
de la idea fundamental de “lo logramos”. En esta etapa crucial del cambio, muchos
empleados forman amistades que durarán toda una vida. Más adelante, quizás puedan
mirar en retrospectiva a esta época como una de las más satisfactorias de su carrera.
Este resurgimiento de la motivación hace que el desempeño se eleve todavía más.
A medida que aumentan los éxitos, los trabajadores comienzan a discernir qué es lo que
sí funciona y qué es lo que no sirve. El ensayo y error son sustituidos por procesos bien
delineados que producen aun mejores resultados de manera permanente. Al disminuir
los errores y aumentar la eficiencia, la curva de desempeño siempre va hacia arriba.
Los sentimientos de confianza comienzan a crecer durante la segunda mitad de
la etapa 4. Además de sentirse bien acerca de sí mismos, los empleados empiezan a
expresar su confianza en la nueva forma de hacer las cosas. Incluso tienen una mejor
opinión de la persona que propuso el cambio. Muchos de los que antes se mostraban
críticos ahora muestran una especie de orgullo herido al reconocer que habían juzgado
mal al líder. “Tienes que darle crédito. Ella es más lista de lo que yo pensaba. Dijo que
iba a funcionar, y mira, lo logró”.
Los trabajadores empiezan a compartir con los demás lo bien que funciona el
nuevo sistema. En realidad, los adultos maduros pueden convertirse en seres tan
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veleidosos con cada éxito, que actúan como niños de primaria cuando llegan a casa a
presumir las obras de arte que hicieron en clase. Buscarán al líder y le contarán con
vehemencia los detalles de cada nuevo triunfo.
La creencia progresiva en el nuevo enfoque empieza a esparcirse más allá del equi-
po que logró que funcionara. Los miembros del equipo comienzan a hacer proselitismo
y a buscar a otros para que utilicen el nuevo enfoque.
Los trabajadores no sólo ven cómo el cambio puede ayudar a la organización,
sino que también descubren maneras en las que puede funcionar para ellos a nivel
personal. Además, descubren algunos beneficios al margen, tales como una mayor
flexibilidad en sus horarios, colegas nuevos e interesantes, más (o menos) viajes. Y se
dan cuenta de que algunas de las cosas que les molestaban acerca de la forma antigua
de hacer las cosas, ya han dejado de ser un problema.
Etapa 5: la cima
Durante las etapas 2, 3 y 4, el desempeño se encontraba por debajo del nivel en el que
estaba en la etapa 1. Ahora por fin se ha incrementado hasta una altura que empata
a la de la forma antigua de hacer las cosas. Ahora los trabajadores son diestros en la
nueva forma de hacer negocios. Durante esta etapa, el desempeño sigue en ascenso y
se acumula un éxito tras otro, los errores han sido virtualmente eliminados y se han
reducido los costos. ¡Se ha logrado el cambio!
A medida que los empleados alcanzan nuevas alturas, los pensamientos y los sen-
timientos comienzan a mezclarse:
“¡SÍ!”
“Esto es genial.”
“Me encanta.”
La euforia que se asocia con la conquista de un nuevo reto es una de las emociones
más satisfactorias que hay en la vida. Vencer lo que parecía imposible produce senti-
mientos de algarabía y contento.
Tales logros validan la creencia en nuestra propia capacidad para enfrentar
los retos. “Este perro viejo aún puede aprender algunos trucos nuevos”. En realidad, los
empleados pueden empezar a sentirse tan bien sobre sí mismos que tal vez comiencen
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a tener delirios de grandeza. ¡Quizás se deba al aire tan ligero que hay en este nivel de
elevación! ¿Y qué es lo que el alpinista busca una vez que ha conquistado la cima? Por
supuesto, una montaña más elevada.
“¿Por qué esperé tanto tiempo?” Cada uno de nosotros puede recordar un cambio
al que nos hemos resistido a pesar de la insistencia de amigos y compañeros de trabajo.
O podemos recordar haber accedido a regañadientes a probar una comida de la que
estábamos convencidos que sabía horrible, sólo para descubrir que estaba deliciosa.
Los trabajadores se sienten así cuando encuentran las ventajas ocultas en la nueva
manera de hacer las cosas.
Como líder del cambio, puede esperar que algunos de los que expresaron sus dudas
en la etapa 1 ahora estén pregonando el cambio. Tal vez hasta escuche a algunos de
ellos decir “debimos de haber hecho esto hace años”. O la frase que es realmente irri-
tante: “Supe que iba a funcionar desde un principio”. Incluso puede que hasta digan
que fue idea de ellos.
Sin importar cuán tentador pueda parecer, no les recuerde su obstinación a los que
se resistían (aunque sea con justa razón) ni busque que lo avalen para comprometerse
con sus peticiones en el futuro. Es poco probable que esa actitud traiga algún benefi-
cio. Dice el viejo refrán: “El fracaso es huérfano, pero el éxito tiene muchos padres.” Es
parte de la naturaleza humana que las personas reescriban la historia para incluirse
en el lado del éxito.
Es muy probable que el último repunte en el desempeño sea estimulado en parte
por aquellos que encuentren formas innovadoras de aplicar el nuevo enfoque. Inventa-
rán nuevas soluciones a problemas viejos. Vislumbrarán aplicaciones en las que nadie
había pensado antes. Su creatividad alimentará mucho más la productividad, brindán-
dole mayor credibilidad a usted como un líder con visión capaz de enjaezar el poder
del cambio. Concéntrese en festejar a las personas que hicieron las aportaciones más
importantes al cambio, en lugar de llamarle la atención a aquellos que se quedaron
atrás.
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CÓMO PONER A TRABAJAR
LA CURVA J
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emigra hacia el sur en la etapa 2. Desde su cima elevada, los líderes miran hacia aquel
valle profundo que está abajo y piensan:
Para los líderes, el reto es aprender a identificarse con las personas que se resis-
ten, comprender sus miedos y extenderles una mano para ayudarlas a atravesar las
etapas 2 y 3. Ciertamente, uno de los atributos más loables de los agentes de un cambio
exitoso es su capacidad para recordar lo que se siente estar pegado al precipicio. Se
requiere de humildad y valentía para reconocer que usted, al igual que ellos, se ha sen-
tido atemorizado y paralizado. Asumir esta verdad fomenta la comprensión y le permite
ver con otros ojos a las personas que se resisten al cambio.
Es probable que haya visto entrevistas en la prensa especializada con muchos de
los reconocidos “innovadores” en los negocios. En ocasiones estos ejecutivos extrema-
damente fuertes contarán cómo fue que una idea nueva y radical les vino de repente
una mañana y para la tarde ya la estaban implementando. Eso es una buena historia,
pero los líderes más honestos admitirán que todos, incluyéndose a sí mismos, necesitan
tiempo para dominar una manera nueva y completamente distinta de hacer negocios.
Coinciden en que el ensayo y el error son inseparables del cambio.
Estos sabios líderes del cambio saben cuánto tiempo les tomó llegar a la etapa 5.
Recuerdan todas las lecturas, discusiones, entrenamientos y experimentación que
precedieron a la maestría. No tienen la falsa ilusión de que pueden cambiar el rumbo
180° de la noche a la mañana.
Con frecuencia, en cierto modo tanto los que se resisten como los líderes están
atorados. Aquellos que se resisten al cambio están atrapados en la etapa 1, temero-
sos de caer en el precipicio emocional, y muchos líderes se quedan atrapados en la
cima de la montaña de la etapa 5, incapaces de comprender a sus compañeros que
aún están en la etapa 1. Frustrados, estos líderes se dirigen a sus seguidores de la
siguiente manera:
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“¡Simplemente hazlo!”
“Es sencillo. Lo he hecho cientos de veces.”
“Vamos, funcionará. Te lo prometo.”
“Una vez que te acostumbres a ello, te gustará.”
Por supuesto, tales palabras carecen de significado cuando se topan con los miedos de
sus seguidores.
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No pasará mucho tiempo antes de que se proponga otro cambio. La chispa que
lo detone pueden ser las acciones que tome algún competidor, nuevas disposiciones o
nuevas oportunidades. Cualquier cosa que sea la que lo instigue, usted enfrentará
otro cambio, y el patrón de la curva J se repetirá una y otra vez.
Cuando esta secuencia de curvas J se ve desde cierta distancia, comienza a pare-
cerse a un conjunto de escalones, donde cada meseta sucesiva de la etapa 1 lleva el
cambio más y más arriba.
De esta forma, de manera ideal, el desempeño seguirá mejorando a través de una
serie de mesetas y artesas como se muestra en la figura 2.1.
A medida que la curva se aplana y se alcanza otro estado estable, la nueva forma
de hacer las cosas se irá convirtiendo en la antigua forma. Aquello a lo que alguna
vez se opuso resistencia ahora se transformará en la manera en la que hacemos las
cosas. Parece como si la naturaleza humana estuviera dispuesta de tal manera que nos
apegaramos a la nueva forma del mismo modo en que lo hicimos antes con la antigua.
Desafortunadamente, esto también quiere decir que es probable que ahora nos resis-
tamos a cambiar de la forma nueva de hacer las cosas aún a la más reciente.
Siempre existirá cierto grado de oposición a la siguiente transformación impor-
tante. También es cierto que la cantidad de resistencia ante el cambio que se avecina
puede reducirse si se acaba de pasar por una transición. Depende de muchos factores
cuánto se reduzca. Más adelante exploraremos algunos de los factores que influyen en
la disposición del personal y su resistencia ante cambios subsecuentes.
Positivo
Desempeño
Neutral
Negativo
Tiempo
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Existen muchas razones por las cuales los cambios no producen los beneficios
esperados. Una de ellas puede ser que la idea no era muy buena. Otra, que haya sido
mal concebida o que simplemente haya sido equivocada. La investigación y la planea-
ción son las mejores defensas contra este tipo de errores. Conocer su industria, su
compañía y más importante aún, conocer a sus clientes, son buenas defensas en contra
de iniciativas insensatas. Algo que también puede inyectar una fuerte dosis de realidad
a sus planes es analizar la idea con una gran variedad de personas dentro y fuera de su
organización. Llevar a cabo pequeños experimentos piloto puede ayudar a protegerse
de hundir la empresa entera.
Las buenas ideas pueden fallar y no aportar buenos resultados aún cuando haya
habido investigación y un análisis a conciencia. Por lo general, esta situación ocurre
cuando los líderes clave en el cambio no toman en cuenta las dimensiones humanas
del mismo. Cuando se enfrentan con la resistencia, los retrasos o los costos crecientes,
muchos líderes se asustan y retroceden. Cuando una idea no es exitosa de inmediato, mu-
chos líderes, y en especial las facciones que se oponían a la idea, se interesan por un
concepto distinto y luego proponen una iniciativa diferente. En lugar de una serie de
curvas J con cada escalón dirigiéndose hacia arriba, las J parcialmente completas
continúan en descenso, como se muestra en la figura 2.2.
Mientras que no todos los cambios serán exitosos, es importante darle tiempo
y recursos suficientes a una iniciativa para que supere la etapa 3 y pueda subir la
Positivo
Desempeño
Neutral
Negativo
Tiempo
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montaña. He aquí una herramienta útil que puede ayudarle a evitar echar a pique de
manera prematura algo que pudo haber sido muy bueno.
Todos estamos acostumbrados a usar puntos de comparación para medir las mejo-
ras. Otra forma de medición que es particularmente útil en las situaciones de cambio
es lo que llamo un punto de comparación negativo. Demarca qué tan abajo estamos
dispuestos a permitir que caiga el desempeño y cuántos recursos estamos dispuestos a
invertir antes de que decidamos interrumpir el cambio.
Ello es semejante a poner una orden en la que se impidan las pérdidas en un inven-
tario. Quizás pueda decidir que está dispuesto a mantener las existencias siempre que
su valor no caiga 20% por debajo de su precio actual. Una vez que llegue a ese punto,
usted querrá detener sus pérdidas y vender. Los apostadores prudentes también utili-
zan una especie de punto de comparación negativo cuando se llevan una parte de su
dinero al casino pero dejan el resto en su habitación, escondido en un cajón. En esen-
cia, lo que ellos están decidiendo es cuánto están dispuestos a perder y están fijando
un límite numérico claro.
Los límites se pueden fijar en términos de tiempo y productividad. “Si el resultado
no sobrepasa el nivel actual en seis semanas, entonces tendremos que regresar al
antiguo sistema.” O en el caso de pérdidas que esté dispuesto a enfrentar, podría decir:
“Estoy dispuesto a gastar 25 000 dólares en este proyecto piloto pero ni un centavo
más.”
Es difícil saber cuándo comprometer más recursos en un cambio que va en descen-
so durante las etapas 2 y 3 y cuándo darlo por terminado. No existen respuestas sim-
ples. Pero una cosa sí es clara: los puntos de comparación negativos deben establecerse
en la etapa 1, incluso antes de poner en marcha el cambio.
Los líderes, al igual que los apostadores, son susceptibles a la falacia de pensar
que una racha de mala suerte presagia buena suerte en el siguiente intento. El líder que
originó la idea es especialmente susceptible de caer en esta trampa. Del mismo modo
en que el apostador puede sacar el dinero que estaba escondido en su cuarto para apos-
tar un poco más, muchos líderes deciden comprometer más tiempo, dinero y horas de
los trabajadores en ideas que nunca funcionarán. Muchos CEO, al igual que “caballeros
blancos”, han sido “importados” desde fuera de la empresa para rescatar corporaciones
que se han quedado atoradas con las malas ideas hasta que la junta directiva finalmen-
te los reemplazó por otros funcionarios.
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su solución, dado que ella cree en su idea, será probablemente intentar por otros seis
meses hasta lograr que la idea sea un éxito.
El propósito de una explicación de este tipo es explicarle al personal que la mejor
manera de probar si una idea es mala es que todos se comprometan por completo en
hacerla funcionar. Luego, la líder promete que si ellos aportan el 100% del esfuerzo
y aún así los resultados caen por debajo del punto de referencia negativo, ella será
la primera en admitir que era una mala idea y que debe ser descartada. Tal discurso
puede que no elimine que se resistan y que metan el pie, pero puede cambiar la
energía del grupo para dar la idea de que existe una oportunidad razonable de tener
éxito.
Los pilotos que aspiran a comandar aviones de alto desempeño son llevados hasta
el límite para ver cuantas “g” (unidades de aceleración de la gravedad) pueden tolerar.
En algunas ocasiones los administradores de negocios pasan por pruebas semejantes,
pero la pregunta es: ¿Cuántas J puedes tolerar? Rara vez le saldrá sangre de los oídos
o quedará inconsciente por tantos cambios, pero es posible que su cuerpo pague una
cuota.
El cambio es plural. A menudo, las complejidades de la vida producen múltiples
cambios simultáneamente, con una curva J encima de otra. Digamos que se ha mudado
a nuevas instalaciones como parte de la fusión de dos organizaciones. Y a medida que
trata de ajustarse a nuevos colegas, una nueva estructura de reporte, un nuevo jefe y
nuevos procedimientos, alguien decide que éste sería el momento perfecto para cam-
biar a un nuevo sistema de cómputo. El estrés de tantos cambios en tan poco tiempo
puede conducir al agotamiento.
No existe un número mágico para ver cuántos cambios grandes podemos manejar
al mismo tiempo. Esta inexistencia se debe a que el estrés está determinado no sólo
por cuántos cambios se enfrenten sino también por la etapa de la curva J en la que se
encuentre cada uno de ellos. Debido a que la presión es mucho mayor en las etapas
1, 2 y 3, quizás pueda sentirse abrumado si propone más de un gran cambio al mismo
tiempo. Quizás sienta como si siempre estuviera atrasado y no tuviera el control sobre
nada.
Los cambios múltiples son más manejables si su progreso se expande a todo lo
largo del rango de la curva J. Si, por ejemplo, está entrando a la etapa 5 en un cambio y
a la etapa 2 en otro, quizás sea más capaz de manejar los cambios. Mientras que puede
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estar luchando en las etapas tempranas, su ánimo puede estarse elevando en otra área
debido a que allí va en ascenso.
Al enfrentarnos con la sobrecarga propia del cambio, es natural que la mayoría
de nosotros nos adaptemos de manera muy sensible. Cuando se hace imposible
controlar todas las variables, establecemos prioridades (o asumimos las de nuestro
jefe) y elegimos una iniciativa de cambio en la cual enfocar nuestras energías.
Seguimos adelante con esa prioridad mientras le damos un mantenimiento básico
a los otros esfuerzos de cambio. Cuando la iniciativa primaria alcanza la etapa 5,
seleccionamos una de las iniciativas que habían estado en espera y la llevamos
hacia delante. En esencia, evitamos estar simultáneamente en las etapas 1 y 2 en
múltiples cambios.
Los líderes pueden aprender de esta forma de adaptación natural tratando de no
iniciar muchos cambios al mismo tiempo. Por ejemplo cuando un líder se hace cargo
de una unidad de negocios que está en problemas, existe una tentación muy fuerte de
resolverlo todo a la vez. Probablemente ha visto a un jefe recién contratado que lite-
ralmente el primer día camina por ahí con un portapapeles tomando nota de todos los
cambios que quiere hacer. Al día siguiente, o quizás en la tarde del primer día, llama a
una junta y anuncia todas las cosas que van a cambiar.
A largo plazo, con frecuencia es mucho más sabio dejar que los empleados sepan
que aunque en última instancia se implementarán muchos cambios, usted se cen-
trará en uno que sea importante y al mismo tiempo alcanzable. Cuando ese primer
cambio haya llegado a la etapa 5, puede pensar en proponer otro cambio en distintas
áreas.
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Mientras más grande sea la amenaza que percibamos a nuestros intereses, mayor será
la resistencia que mostremos.
La resistencia es mucho mayor en las etapas 1 y 2. En el trabajo puede esperar
que haya argumentos, evasivas, falsas promesas, apodos, despliegues de ira y tácticas
perturbadoras a medida que la gente trata de impedirle que los haga cambiar. Debido
a que todos tendemos a resistirnos al cambio, deberíamos ser más capaces de mostrar
empatía con los miedos y la vacilación de otras personas.
Un cambio organizacional a gran escala puede ser totalmente inaceptable para
algunos individuos. A menudo, esta situación se presenta en los consorcios cuan-
do cambian las estructuras de reporte, se rediseñan los trabajos y se eliminan las
redundancias. Estos reacomodos indican que algunas personas serán asignadas a
nuevas posiciones que requieren significativamente más trabajo o una disminución de
autonomía y/o prestigio. Puede ser que a los afectados les parezca que estos cambios
son tan repulsivos que prefieran dejar la organización en lugar de adaptarse al nuevo
entorno.
Si en lugar de adaptarse el personal prefiere irse, con frecuencia lo hará durante
las etapas 1 y 2. He aquí una regla bastante burda acerca de quién se va y cuándo: los
mejores se van durante la etapa 1, los buenos empleados se van en la etapa 2, y
los que tienen un desempeño pobre no se van nunca. Las mejores personas se van pron-
to porque tienen opciones. Si tienen serias reservas con respecto a un cambio, pueden
obtener otro puesto de manera muy sencilla, con tan sólo decir que “sí” a los cazadores
de cabeza que los llaman rutinariamente.
Cuando uno de los empleados destacados decide abandonar la empresa debido a
un cambio organizacional, a menudo es porque nadie se tomó el tiempo para explicarle
el papel vital y las oportunidades que él o ella podían tener en la nueva estructura.
Los líderes consumen tanto tiempo en asuntos mayores que ni siquiera se toman 15
minutos para decirle a cada uno de los empleados importantes cuán crítica es su
participación para lograr el cambio con éxito. Estos pocos minutos de reafirmación
y discusión sobre oportunidades específicas puede ayudarlo a prevenir la pérdida de
jugadores clave.
Ante la ausencia de cualquier explicación de carácter personal, estos individuos
de alto desempeño pueden sentir que no son apreciados y que las oportunidades para
29
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31
En ocasiones se ofrecen tantas ideas que hay confusión sobre qué hacer. En ese
punto se requiere de una nueva forma de creatividad, llamada cristalización. Una
persona toma dos o tres ideas de las que se han propuesto y las acomoda en una nueva
solución, movimiento que sintetiza en un plan coherente aquello que parecía una
maraña confusa. Esta solución, que frecuentemente ocurre durante la etapa 3, hace
que la curva J gire hacia arriba.
A medida que el desempeño se eleva a través de la etapa 4, la nueva forma de
hacer las cosas funciona muy bien para algunos clientes, situaciones o problemas
en particular. Otra forma de creatividad puede hacer crecer estas aplicaciones. Alguien
dice: “¿Saben? Podemos usar esto con nuestros clientes antiguos lo mismo que con los
nuevos.” O “si pudiéramos hacer esto a prueba de agua, la gente lo usaría en la playa o
en un bote.” O “si el personal que labora por la noche también hiciera esto, podríamos
duplicar nuestros resultados.”
Al fomentar la creatividad durante las etapas intermedias, los líderes pueden
acelerar el proceso de cambio y al mismo tiempo mejorar su calidad. Muchos admi-
nistradores suponen falsamente que sólo ellos pueden idear soluciones innovadoras.
Aprovechar el caudal intelectual de las personas de todos los niveles organizacionales
le brinda a los miembros del equipo una oportunidad de moldear su futuro y el de la
organización. La alegría que sienten las personas cuando ofrecen una sugerencia útil
puede mantener a flote los ánimos de todo el grupo durante el oscuro trayecto medio.
Al igual que un padre orgulloso, el líder siente una gran satisfacción cuando comprue-
ba que ha creado un ambiente en el cual todos pueden participar para lograr que el
cambio suceda.
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de la noche a la mañana. Perciben que son tratados con respeto porque él es honesto
con respecto a los retos que vendrán.
Algunos líderes se oponen con fuerza a la idea de admitir públicamente que es
probable que el cambio vaya mal en un principio. Interpretan este escenario como
producto de la negatividad. Sólo desean concentrarse en ser optimistas y positivos. Sin
embargo, la experiencia demuestra que una explicación honesta funciona mejor que
negar que vayan a presentarse tiempos difíciles y fracasos.
Todos han pasado por cambios difíciles en su vida: con sus hijos, sus padres, su
trabajo; y saben que las transiciones son intrínsecamente complicadas. Si usted ignora
o pasa por alto las dificultades normales de las etapas 2 y 3, las personas piensan que
se les miente o que se les trata como si fueran inocentes o ingenuos.
Usted siempre debería ser optimista pero también honesto cuando enseñe a otros
la curva J. Dígales que sabe que pueden hacer cosas específicas (aprenderá esas téc-
nicas en este libro) para acelerar el proceso del cambio y disminuir al mínimo la caída
del desempeño durante las etapas 2 y 3. Exprese su confianza en que es probable que
el equipo logre el cambio en menor tiempo que el que otros esperan. Con su ayuda,
serán capaces de transformar la curva J en un trazo como el del símbolo de Nike, es
decir, una palomita.
Enséñeles a los que se encuentren arriba de usted, así como también a los que
están por debajo. A menudo, sus superiores tienen las ideas menos realistas acerca
de la rapidez con la que se puede implementar el cambio. Con frecuencia es su jefa
la que necesita comprender que el cambio que ella desea que implemente puede
tomar más tiempo del esperado. Tómese un tiempo para revisar la curva J con sus
jefes y señale algunas expectativas realistas y algunas pesimistas acerca de cuánto
tiempo puede llevar todo el proceso. Crear esta clase de comprensión mutua redu-
ce la posibilidad de que ella lo culpe cuando sus sueños más optimistas tarden en
hacerse realidad.
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distintos grupos se mueven más rápido unos que otros. Y puede ser que un departa-
mento que se había caracterizado por su rapidez de pronto encuentre un obstáculo en
el camino y tropiece, o incluso muestre un retroceso.
Casi siempre, la tendencia de los líderes es pensar que la implementación progre-
sa más rápido de lo que sucede en la realidad. A menudo se concentran en los grandes
éxitos de unas cuantas áreas, mientras que pasan por alto los desastres que ocurren en
otras, lo cual lleva a percepciones distintas de la realidad. ¿A quién le permite pasar
más tiempo en su oficina? ¿A la persona que le trae malas noticias o a aquel que sólo
tiene historias de éxitos para contarle?
Es comprensible por qué los líderes se equivocan en cuanto a lo bueno. Ellos
quieren creer que las cosas se mueven con rapidez. Recuerdo haber estado en una
planta muy grande de ingeniería y manufactura en una empresa que figura en
Fortune 100, que había atravesado por una fusión enorme. En el primer aniversa-
rio de ese cambio, el CEO dio un mensaje por circuito cerrado de televisión para
anunciarles a los empleados de todo el mundo que “la fusión se había completado”.
Los compañeros con los que estaba sentado, dijeron: “Pues aquí en Phoenix no ha
sido así.”
Puede ser difícil tener una imagen acertada de cómo es la realidad. Una manera de
evitar esta distorsión es reunirse con regularidad, una o dos veces por semana, y dejar
que la gente le cuente cómo están funcionando las cosas en su área de responsabili-
dad. Para aprovechar estas entrevistas, a menudo es útil delimitar el cambio con una
escala más precisa. Expanda las simples 5 etapas (1-2-3-4-5) en decenas, de manera
que queden 21-22-23, etc. Y 31-32-33, y así sucesivamente. Este truco permite que el
personal proporcione estimaciones más precisas. Es crucial que se asegure de que los
empleados sepan que no serán penalizados por decirle con honestidad su verdadera
evaluación cuando se les pregunta si se ha logrado mucho progreso o muy poco. Éste
es el momento para que sepa lo que en verdad sucede, no lo que le gustaría creer que
ocurre.
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Variaciones en la curva J
A pesar de que el cambio casi siempre sigue el patrón de la curva J, existen algunas
variaciones. La excepción más común es lo que llamo la “curva de la luna de miel”. El
proceso va extremadamente bien inmediatamente después de haber sido lanzado.
El desempeño se encuentra arriba, no abajo, y la mayoría del personal se siente muy
bien con la nueva forma de hacer negocios. Espere. No celebre tan rápido. Ese éxito ini-
cial puede ser seguido por una caída que se acercará mucho más a la forma normal de
la curva J. Esta curva de la luna de miel puede presentarse cuando la administración
invierte muchos recursos en preparar y educar al personal para el cambio. Las cosas
van tan bien después de un mes, que la administración se vuelca hacia otros asuntos
y es ahí cuando se descarrila todo. De pronto surgen los problemas y los equipos se
desalientan.
En este caso la clave es asegurarse de que la administración permanezca invo-
lucrada hasta que la curva se acerque a la etapa 5. La educación y los recursos son
maravillosos, pero nada es tan importante como que la administración se involucre
de manera continua con el progreso diario del cambio.
Tal vez observe un patrón similar al de la luna de miel cuando analice la rentabili-
dad de una fusión organizacional. Inicialmente las ganancias pueden aumentar debido
a la reducción de costos. Pero después de este primer arranque, la organización se
enfrenta al reto más grande que implica sumarle más dólares al límite de la cuenta de
pérdidas y ganancias. Cuando esta realidad llega, el típico desplome que se asocia con
la etapa 2 puede ser aún más severo. Los líderes de todos los niveles son responsables
de administrar el proceso completo del cambio.
La esperanza de casi todos los administradores es una curva que tenga la forma
de un palo de jockey. Esto significa que el desempeño empieza a aumentar desde el
lanzamiento y simplemente sigue en ascenso. Hay diversas condiciones que pueden
producir estos resultados. Una de las mejores estrategias para obtenerlos es realizar
una fuerte inversión de recursos en preparación y educación aunado a que la adminis-
tración permanezca continuamente involucrada.
En ocasiones también verá la tan soñada curva del palo de jockey si el cambio
sólo supone un ligero ajuste a la antigua forma de hacer las cosas. Ésta es una de las
ventajas principales de hacer cambios pequeños.
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Debido a que este libro se enfoca en cambios más grandes que implican transfor-
maciones más radicales, se espera que ocurra una caída durante las etapas 2 y 3. Son
precisamente estos cambios sustanciales los que provocan que el personal vacile y se
resista.
El mejoramiento continuo e inmediato también ocurre en situaciones en las
cuales las personas han estado operando bajo el mando de líderes ineficientes o sis-
temas de administración completamente disfuncionales. Por ejemplo, la destitución
de un jefe opresivo, quizá envie a los empleados el efecto de elevar su rendimiento,
y seguirá creciendo en realidad, esto solo sucede cuando el rendimiento fue muy
alto en el pasado antes de que “Atila” llegara. Su presencia suspende la productivi-
dad y su remoción es un cambio que permite a las personas regresar a sus niveles
anteriores.
Una situación semejante puede ocurrir cuando una corporación grande compra
una exitosa compañía pequeña. Cuando Mega Inc., impone sus sistemas de adminis-
tración, el rendimiento de la empresa pequeña cae. Si el cambio siguiente implica
permitir que la compañía pequeña regrese a sus sistemas de operación originales, el
rendimiento se recuperará de manera drástica.
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poder alcanzar el éxito. Debe hacer planes para cada una de dichas fases y no desani-
marse si ocurren contratiempos.
En tercer lugar, como líder usted debe ser capaz de colocarse mentalmente en la
etapa 1. Hacer eso le permite comprender mejor las dudas y la resistencia del perso-
nal. Una gran ayuda puede ser que recuerde sus propios ejemplos de resistencia. Así
será más capaz de mostrar empatía con las personas, de modo que pueda ayudarles
sinceramente a atravesar el risco emocional y poder lidiar con las frustraciones de las
etapas 2 y 3.
Ésas y otras son muchas cosas que hay que tener presentes. Si se mueve entre
estas tres realidades, puede ser afectado por los altibajos cotidianos implicados en
el proceso de cambio, y no obstante permanecer por encima de ellos. Con las herra-
mientas que se describen en la sección 2, usted quedará asombrado de cuán bien y
cuán rápido las personas pueden escalar la montaña aparentemente imposible del
cambio.
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3
CÓMO INFLUIR EN LAS PERSONAS
PARA QUE CAMBIEN
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arriba, los de ellos miran hacia abajo. Y, ¿qué es lo que ellos ven cuando se asoman
al risco emocional? No es un Camino Amarillo. En lugar de eso, ven dolor, sufrimiento
y trabajo duro, es decir, los “monstruos”. En vez de ver el fruto que cuelga del árbol
que está en la cima de la montaña al alcance de la mano, se imaginan todos los mato-
rrales espinosos y los peñascos que tendrán que superar para llegar allí.
Los líderes ponen su atención en el futuro y en todos los beneficios que depara
para ellos y la organización. El personal ordinario se aferra al presente, concentrán-
dose en los costos del cambio, más que en las recompensas. En vez de pensar en la
organización, los trabajadores están preocupados por la forma en que les afectará.
Existe una brecha semejante implicada en la forma en la que los líderes y sus
seguidores perciben la magnitud del cambio. No importa qué tan grande parezca el
cambio para el líder, porque para aquellos cuyas vidas se verán más afectadas por la
transformación, se verá más grande. Por ejemplo, digamos que un grupo de planeación
está revisando la forma en la que la empresa hace uso del espacio. Descubre que la
unidad de investigación de mercados que consta de cuatro personas está en el cuarto
piso de la parte oeste del edificio, mientras que el departamento de marketing se
encuentra en el tercer piso del lado este. A los que hacen la planeación les toma sólo
unos minutos decidir que mudarán a los investigadores de mercado al tercer piso, junto
a sus colegas. Además, esta modificación tiene la ventaja añadida de que se libera
espacio en el cuarto piso para darle cabida a la urgente necesidad de expansión que
tiene el área de contabilidad.
Ésta es una decisión relativamente menor en el contexto de todas las que el grupo
de planeación tiene que tomar. Pero, ¿cuál es el efecto que tiene para esas cuatro
personas que están en investigación de mercados? Es enorme. Mudarse al lado este
implica que se estacionarán en un terreno al aire libre, en lugar de hacerlo dentro
del edificio, donde sus coches están protegidos. Y ahora tendrán que caminar mucho
hasta la cafetería, que naturalmente se encuentra en el lado oeste del cuarto piso. A
esto agréguele que ellos ya habían hecho amistad con sus anteriores vecinos de conta-
bilidad, y ahora rara vez verán a esas personas.
Esta situación es semejante a la de los patinadores sobre hielo que unen sus
manos para formar una especie de látigo. Para el patinador que está al centro, girar
90 grados implica una acción pequeña, que quizás le tome uno o dos segundos. Sin
embargo, el efecto de esa sutil alteración en el rumbo es magnificado a medida que
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se extiende a lo largo de la fila hasta que el patinador que está en el extremo es lan-
zado hacia adelante a gran velocidad a través de un arco. Así es como se puede sentir
el cambio para las personas que están en el lado que lo recibe, en el interior de la
organización.
Estas diferencias entre las percepciones de los líderes y sus seguidores con respec-
to al cambio se manifiestan de muchas maneras. Adivine: ¿quién piensa que el cambio
sucederá rápidamente y quién sabe que insumirá mucho tiempo? Por lo general, los
líderes subestiman el tiempo que tomará el cambio, mientras que los seguidores lo exa-
geran. ¿Qué hay acerca de las percepciones de cuánto trabajo implicará? De nuevo los
líderes lo subestiman y los seguidores hacen estimaciones muy elevadas, quizás debido
a que saben que ellos tendrán que hacer la mayor parte del trabajo.
A menudo los líderes se olvidan de que existe esta disparidad radical entre las
perspectivas, lo que conduce a problemas de comunicación y recepción. Los mensajes
que provienen de los círculos más elevados son ignorados, distorsionados y vistos con
escepticismo extremo por las personas que están en la línea de fuego. Ellas perciben
que los líderes no están en contacto con la realidad y que en verdad no comprenden
lo que implica estar “acá abajo, en la trinchera”. De manera inversa, cuando la fuerza de
tarea intenta comunicarle los problemas a los de más arriba, a menudo sus mensajes
de preocupación se consideran como un lloriqueo.
Volvamos a usted, el líder, y a su equipo en la etapa 1, antes de que anuncie la
nueva iniciativa. ¿Cuál es la manera más común mediante la cual tratamos de influen-
ciar sobre las personas para que cambien? Ya sea que se dirijan a una sola persona
o a miles de empleados, nuestros primeros esfuerzos de inducción para el cambio
a menudo implican la comunicación. Esta fase puede incluir charlas uno-a-uno con
personas clave, discursos múltiples, presentaciones en video o artículos en boletines
que intenten llegar a toda la organización. Cada forma de comunicación tiene como
meta la de informar a las personas para poder ganar su apoyo. Esperamos ayudarles a
que comprendan el valor y la importancia de la adopción del nuevo cambio cuando les
explicamos sus bases racionales.
La comunicación puede adquirir la forma de presentar todas las facetas de la
situación. A la exposición de todos los pros y los contras a menudo se le denomina
educación, actividad diseñada para permitirle al personal sacar sus propias conclu-
siones acerca de la necesidad del cambio. La expectativa es que lleguen a la misma
43
La visión
Al principio se encuentra la visión, y la visión es buena. El líder hace un retrato vívido
de la cima de la montaña y de las maravillas que nos esperan cuando lleguemos ahí:
ganancias más elevadas, mayor eficiencia y trabajadores felices por todas partes. Las
virtudes de este Edén corporativo se describen con frases brillantes, sin que importe
44
si cualquiera de los líderes realmente ha estado alguna vez en esta rutilante ciudad de
la colina. Probablemente sólo hayan recibido una postal de un consultor que proclama
que ha hecho ese viaje en múltiples ocasiones.
Imbuidos por su visión, muchos líderes especulan acerca de las posibilidades de
escalar otras cimas de montaña que quedarán a la vista una vez que se conquiste la
actual. “Ampliaremos el acceso a los clientes a 24 horas al día; además, les ofreceremos
una entrega garantizada en un día. Luego, iremos en pos del mercado chino, que tiene
más de tres mil millones de consumidores, y eso nos pondrá en una posición en la que
podremos adquirir a nuestro principal competidor.” Los líderes piensan que esta espe-
cie de visión de cielo azul será inspiradora; lo que en verdad sucede es que incrementa
la inquietud de los seguidores.
Debido a que supone que muchos de los seguidores estarán preguntándose por qué
existe la necesidad de cambiar cuando las cosas están funcionando lo suficientemente
bien, el orador expone las razones.
La necesidad
El líder hace una lista de las múltiples fuerzas que imponen que el cambio sea
imperativo. Esta lista es notablemente semejante en todas las industrias y tiene
un parecido asombroso con las razones expuestas en las historias que aparecen en
cualquier revista de negocios importante de este mes. El principal sospechoso: la
competencia.
El líder explica cuáles son las nuevas fuerzas competitivas que operan en el mer-
cado. Alguien ha encontrado una manera de hacer mejor las cosas y a menor costo, al
mismo tiempo que hace las entregas con mayor rapidez. Pero la competencia no sólo
proviene de una fuente, sino que aparece por todas partes. Algunos fuertes jugadores
de otras industrias de pronto han descubierto nuestro pequeño nicho de mercado, y
vienen tras él con mayores recursos y sistemas más eficientes. Para empeorar las cosas,
la competencia ya no sólo es local. Es a nivel mundial.
Aunque aquí se expone la situación con un lenguaje hiperbólico, es cierto que la
competencia está dando forma a nuestro ambiente de negocios actual. Para darle al
mensaje un sentido de urgencia, el orador puede mencionar los nombres de algunas
compañías que aparecían en Fortune 500 y que hoy han fenecido víctimas de su fracaso
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ante el cambio. En una nota más positiva, nombra algunas compañías altamente exi-
tosas con reputación innovadora. En esta versión histriónica del discurso, el mensaje
es cambiar o morir.
También la tecnología es la que marca el cambio. El orador explica que tan sólo
para poder mantener nuestra posición actual en el mercado, debemos incorporar
estos avances tecnológicos. Para poder estar un paso adelante de la competencia,
debemos innovar. Los rápidos avances de la tecnología requieren la adopción de con-
ceptos arriesgados, la mayoría de ellos sin ninguna garantía de éxito.
Además de eso, los inversionistas han comenzado a pedir resultados a corto
plazo. Los implacables e inflexibles residentes de Wall Street son incapaces de ver
más allá de los resultados del siguiente trimestre. Lo que esto implica para noso-
tros, dice el orador, es una innovación constante para mantener los números clave
y las razones a la alza. Recuerden —agrega— que estos inversionistas tienen otras
opciones de inversión y podrían hundir nuestro capital y nuestros proyectos en un
santiamén. Puede que no nos guste —abunda— pero ésta es otra faceta de la vida
de negocios moderna que debemos aceptar.
Por si estos factores no fueran suficientes, nuestros clientes insisten en que cam-
biemos. La lealtad de los clientes es una extraña reliquia del pasado. Sería un alivio si
ellos, lloriqueando, nos dijeran: “¿Qué has hecho últimamente para mí?” Pero el nuevo
dicho es “¿Qué vas a hacer por mí ahora y en el futuro?” Los consumidores quieren más
y más a un menor costo.
No obstante lo larga o corta que pueda ser la lista de fuerzas en el mercado, el
mensaje es claro. No es que sólo haya un lobo en la puerta, hay todo un conjunto de
lobos en la sala de juntas salivando en nuestra cara. El cambio es una necesidad eco-
nómica. Nuestra supervivencia —y su empleo— dependen de ello.
El compromiso
La voz del orador se suaviza con sinceridad mientras reconoce que no será fácil llegar
a la meta. Habrá retos. Ideas, procesos y hábitos obsoletos pueden bloquear nuestro
camino, pero estamos comprometidos de manera irrevocable a seguir adelante. A
medida que aumentan su pasión y su volumen, se nos dice que dejemos atrás cual-
quier pensamiento de regresar a la forma antigua de hacer las cosas porque no existe
46
regreso al pasado. Vamos a quemar los puentes hacia nuestros antiguos patrones de
hacer negocios. Debemos seguir adelante.
El plan
Luego viene otro cambio de tono mientras el orador describe la solución racional a
todos nuestros problemas. Se trata de un plan intrépido que nos llevará directamente
desde la meseta de la etapa 1 hasta la cima del éxito consumado. ¿Cuántos de estos
planes ha visto? Cada líder recientemente instalado, sin importar qué tan grande o
pequeña sea su esfera de influencia, parece sentir una imperativa, profunda, casi bio-
lógica necesidad de crear un nuevo plan estratégico.
Después de trabajar por más de 20 años en los retos de administrar el cambio, he
desarrollado una regla para valorar estos planes. Se llama la “regla del oropel” y dice:
“Mientras mayor sea la calidad de las gráficas, mayores serán los problemas que ten-
dremos.” Cada vez que vea más de cinco colores en una diapositiva de una presentación
de PowerPoint y los recuadros en los diagramas de flujo se muevan mágicamente a
través del espacio, sepa que tendrá verdaderos problemas. Las animaciones deslum-
brantes pueden verse y sonar bien cuando se presentan por primera vez. Pero cuando
realmente trata de usar el plan como un mapa para implementar el cambio, se da cuen-
ta de que los detalles son dispersos e incompletos. En ocasiones da vuelta a la página
esperando ver la frase “y entonces ocurre un milagro”. Y por supuesto, esa palabra con
“s”, sinergia, está regada por todas partes. Ahora el discurso está empezando a llegar
hacia una conclusión.
La promesa de apoyo
Después de revisar los puntos clave del plan, es momento de discutir cómo vamos a
alcanzar nuestra meta y quién va a hacerlo. Naturalmente se tratará de un “esfuerzo
grupal”. Todos estarán involucrados. Los directivos ya hicieron su parte al trabajar
larga y duramente en el desarrollo del plan; ahora le corresponde a los de rango medio
e inferior lograr que suceda. Por supuesto, los directivos proclaman que mantendrán
su apoyo a las abejas obreras.
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Quizás ésta sea una caracterización demasiado cruel. Pero la mayor parte del
trabajo pesado invariablemente lo hacen aquellos que están más abajo en la pirámide.
Una de las lecciones más importantes que nos han enseñado acerca de la estrategia de
ejecución es que los ejecutivos de más alto nivel deben permanecer involucrados con
la implementación que se está realizando. En cualquier evento, después de la promesa
de apoyo, llegamos a la gran despedida en la motivación.
El gran final
La última línea del discurso casi siempre es la misma. Comienza con la frase
“Confío en que…” ¿Sabe cómo termina? Existen dos variaciones en la conclusión.
A menudo la frase final es “ustedes pueden lograrlo”. En ocasiones el pronombre
es diferente, como “nosotros podemos lograrlo”. Incluso cuando se usa el “noso-
tros”, los operarios más experimentados sospechan que el verdadero significado es
“ustedes”.
Si el jefe tiene aires de dramaturgia, el gran final puede estar acompañado por
la música de Rocky, así como por la entrega de camisetas y gorras estampadas con el
lema del nuevo orden.
Sin que importe el tamaño de la audiencia o el tumulto, desde el CEO de más alto
rango hasta el líder más humilde de un equipo, todos confían en este formato básico de
comunicación para persuadir a las personas de que acepten el cambio. Con frecuencia
se nos dice que el cambio requiere de comunicación, comunicación y más comunica-
ción. Por lo tanto, el discurso se repite una y otra vez con la esperanza de que en una
de sus reiteraciones hará su efecto. ¿Lo hace?
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de ellos puede variar ligeramente de una situación a otra, siempre surgen los tres
grupos siguientes.
Esperar y ver
Estos sujetos aplauden muy educadamente después del discurso, sonríen e incluso pue-
den estrechar la mano del líder y decir “Puede contar conmigo”. Pero cuando llegan de
regreso a su área de trabajo, ¿cómo hacen las cosas? Igual que las han hecho siempre.
Así como los supervisores y administradores pueden regresar y transmitirle el cambio
propuesto a sus grupos de trabajo, estas personas pueden prestar oídos sordos a la
nueva visión pero todos obtienen el mensaje no dicho: esto también habrá de pasar de
largo, y mientras menos hagamos, más rápido desaparecerá. Por el bien de las aparien-
cias, estos individuos pueden intentar el nuevo enfoque con mediana sinceridad. Pero
lo harán de tal manera que virtualmente garantizarán que fracase. Al menos así podrán
decir que lo intentaron y no funcionó.
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INVERTIR EN LA ATENCIÓN
De estos tres grupos, ¿cuál recibe más atención de los administradores? Típicamente,
los que se resisten. Se equipara aproximadamente a la regla del 80/20, según la cual
80% de la atención de los administradores se le dedica a las personas que se resisten
al cambio y a los que lo apoyan sólo se les brinda 20 por ciento.
¿Por qué destinamos tanto de nuestro tiempo y energía a aquellos que se resisten?
Con frecuencia no es posible evitarlos, por lo que obtienen atención de manera natural.
Ellos emiten sus objeciones obstinadamente en reuniones públicas o bien lo acorralan
en privado con sus vociferantes discrepancias. Su continuo desacuerdo hace surgir el
temible pensamiento de que podrían convencer a algunos de los que sí lo apoyan a
usted y socavar por completo la iniciativa del cambio. Se siente como si tuviera que
hacerle frente a sus argumentos. También debido a que usted sabe que su idea es tan
razonable, está convencido de que puede persuadir a cualquiera de sus méritos.
Algunas objeciones están bien razonadas y merecen ser comprendidas e incorpo-
radas. Por lo tanto, necesita dedicar seriamente un poco de su atención —quizás 20%,
pero no 80%— a sus razones para criticar el cambio. Debe preguntarles por sugeren-
cias constructivas que podrían modificar la iniciativa. Desafortunadamente, no existen
reglas claras para diferenciar lo “razonable” de la “resistencia”. Debe emplear su mejor
juicio.
No todos los que se resisten son iguales. Cuando las personas que tienen un papel
clave en la organización manifiestan objeciones, obviamente necesita pasar más tiem-
po con ellos. Aun en estas situaciones debe establecer límites de tiempo. El hecho de
que sean jugadores clave no los hace inmunes a quedar atrapados en una resistencia
basada en la emoción. Por supuesto que ellos nunca considerarán que sus argumentos
se basan en la emoción o en sus intereses personales.
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personas que están quedándose atrás no tendrán que cambiar. No van a subirse al carro
de la banda hasta no asegurarse de que las ruedas se mueven hacia adelante y tengan
evidencia de que los va a llevar a la Tierra Prometida. Estos empleados quieren ver la
forma en que el cambio afectará sus intereses personales.
Lo que ellos se preguntan es: ¿Cuál será el efecto de este cambio en mi carrera,
mi sueldo y mi vida laboral cotidiana? Para todos nosotros, QHPM (¿Qué hay para mí?)
es la postura por defecto desde el momento en que se inicia el discurso genérico del
cambio. Mientras el líder habla en términos generales a nivel global, los trabajadores
traducen esas grandes palabras en especificidades a nivel local. Debido al enfoque que
tienen en sí mismos, las personas que tienen dudas no se convencen al saber cuánto
se beneficiará la compañía o qué tan bien han funcionado esfuerzos similares en otra
división. Están esperando para ver si el cambio beneficia o perjudica sus intereses
personales.
Al esperar, también evitan cargar las cosas pesadas así como también los riegos y
los costos de ser los primeros. Si la nueva realidad tiene perspectivas de durar, enton-
ces empezarán a buscar maneras de que funcione para su beneficio. ¿Podrán asegurar
bajo la nueva disposición todos los privilegios y beneficios con los que cuentan actual-
mente? ¿Pueden aprovecharlo para mejorar su carrera presente y futura, su ascenso
y compensación? ¿A quién tendrán que reportarle ahora? ¿Podrán trabajar con esa
persona? ¿Cuáles serán sus nuevas obligaciones? Ellos mantendrán el rumbo actual en
lugar de cambiar hasta que no vean que personas como ellos experimentan los benefi-
cios del nuevo enfoque.
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importantes. Pero lo más probable es que no pueda hacer todo al mismo tiempo. En
realidad, tratar de hacer todo al mismo tiempo sólo hará que el proceso de implemen-
tación sea más lento. Es mejor escoger un lugar dónde comenzar. Al decidir en cuál
aspecto del plan debe enfocarse, a menudo se debate entre uno que promete grandes
retribuciones y otro que representa un éxito seguro. Intente compararlos y favorezca
aquel con el cual se sienta más seguro. Los éxitos prematuros motivan a aquellos que
ya están a bordo, y simultáneamente callan a algunos de los que se resisten.
A continuación, es momento de enfocarse aún más mediante la selección de un
proyecto dentro de la nueva iniciativa. Luego enfóquese en la primera fase de
ese proyecto. Después, concéntrese aún más y defina cuáles son las acciones específi-
cas que esos individuos tendrán que llevar a cabo durante la primera fase del proyecto.
Una vez que hayan sido determinados esos pequeños pasos, déjelos que vayan en pos
de los mismos. Usted sabe, por la curva J, que probablemente sus primeros pasos se
toparán con el fracaso, pero puede prepararse y preparar a este equipo para el coro
de “se los dije” que emitirán los santurrones que se negaron a seguirlo y que están
sentados a las orillas.
Después de los primeros traspiés, los éxitos empezarán a acumularse mientras el
cambio sigue el proceso normal de la curva J. A medida que el cambio progrese, se le
presentarán más oportunidades de involucrar a más personas. No caiga en la trampa de
pensar que ahora puede reclutar a todos los que se demoraron en acceder. Manténgase
concentrado, e identifique a una o dos personas clave de los del grupo de esperar y ver
o de departamentos que considere que ahora pueden cambiar de opinión. Mientras
reúne lentamente a un aliado tras otro, ellos a su vez se convertirán en intercesores
que reclutarán aún más personas. Incluso algunos de los que se resistían y que tenían
dudas razonables se unirán a su causa, y puede que hasta se conviertan en sus cam-
peones más elocuentes. A menudo, pocos de los que se resisten serán inquebrantables.
Cuando decida que no vale la pena el esfuerzo de tratar de romper estos bloques de
granito, encuentre maneras de ayudarlos a ubicar un ambiente distinto en el cual pue-
dan trabajar más cómodamente.
Las tres P del enfoque son personas, proyecto y particularidades. Enfóquese en
los entusiastas, enfóquese en un proyecto en específico y enfóquese en las acciones
concretas que se necesita realizar en primer lugar. Con mucha frecuencia, los admi-
nistradores esperan que el personal sepa qué es lo que tiene que hacer y no se toman
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Algunos individuos del grupo de los que están dispuestos a ir a donde sea pro-
bablemente estaban predispuestos ante los cambios que usted propuso. Es probable
que hayan estado dando pistas durante meses, en espera de que el jefe adoptara este
rumbo, y otros ya han estado haciendo las cosas secretamente en la “nueva” forma
durante algún tiempo. Otros empleados han adquirido el nuevo enfoque de la jefa sim-
plemente porque ella es la jefa. Si ella explica por qué la compañía necesita cambiar
el rumbo y ahora se va a dirigir hacia el oeste, este grupo saludará enérgicamente y
empezará a cambiar el rumbo. Ella podría llegar al día siguiente y anunciar que en
realidad la dirección correcta era hacia el norte y estos empleados inmediatamente
comenzarían a dirigirse hacia ese polo, al mismo tiempo que la felicitarían por su fino
pensamiento estratégico.
Muchas personas sólo quieren complacer a su jefe debido a que sus empleos y su
futuro dependen de ganar la aceptación del líder. Por lo tanto, cuando ella dice “cam-
bien”, lo hacen. Se preocupan más por qué es lo que el líder quiere, en vez de por qué
lo quiere. Ellos aceptarán alegremente sin importar cuál sea la lógica o hacia dónde
se dirija.
Así es que cuando realmente lo analiza, la persuasión no es muy eficaz para
cambiar las acciones de las personas que están comprometidas con la forma en la
que hacen las cosas actualmente. Los que se resisten permanecen sin cambios, las
personas que esperan y ven se quedan impasibles, y sólo una pequeña parte del grupo
de los que están dispuestos a ir a donde sea realmente cambian su comportamiento
como resultado de haber comprendido la lógica y la validez de la comunicación. Esta
conclusión va en contra de nuestra creencia comúnmente sostenida. Se nos ha dicho
en reiteradas ocasiones que la comunicación es la herramienta más importante para
lograr que las personas acepten el cambio. Una vez más, la conclusión puede no ser
tan sorprendente si piensa en lo difícil que es romper un mal hábito personal, aún
cuando está realmente persuadido de que debería cambiar.
55
llevar el negocio hacia adelante, hacia nuevas alturas. Presenta un plan audaz para
comprometer a toda la compañía con el comercio electrónico, en lugar del enfoque
por etapas que han estado usando. Después de su discurso de anuncio, imagine
que pudiéramos hacer una encuesta confidencial de los puntos de vista de los emplea-
dos acerca de convertirse por completo a la electrónica. Digamos que a partir de la
pregunta clave, las opiniones pueden variar desde 1 (enfáticamente en desacuerdo:
“Volvamos a los días antes de la tecnología”) a 5 (moderadamente de acuerdo: “Lo
haré, pero realmente me gustan las cosas como están”) hasta 10 (completamente de
acuerdo: “Eliminen toda la fuerza de ventas y vendan las instalaciones de ladrillo y
concreto”).
Steve, un gerente sensible de nivel medio señala el punto número 6 en la escala
como una aceptación ligera. Al preguntársele por qué, responde: “Creo firmemente que
el comercio por medio de internet será la parte más importante de nuestro marketing
y nuestras ventas de aquí a 10 años. Pero no podemos arriesgar las ventas que tenemos y
los canales de distribución en el proceso de hacer la transición. Necesitamos ser cau-
telosos en el avance.”
Mientras que se nos puede obligar a que señalemos con un círculo sólo un número
de la escala, somos lo suficientemente flexibles como para señalar cualquiera de varios
números. A menudo existe un rango de posturas con las que nos sentiríamos cómodos.
Por ejemplo, Steve señaló el número 6, pero estaría dispuesto a irse hasta 7 en la escala
y también estaría bien bajarse hasta 4.
Tal como se ilustra en la figura 3.1, la latitud de aceptación de Steve va de 4 a 7.
En la práctica, eso puede significar que él apoyaría una propuesta de proseguir con un
proyecto piloto limitado (7). O, más cautelosamente, se ofrecería como voluntario para
servir en una fuerza de tarea que llevara a cabo un análisis de seis meses sobre cambiar
todas las operaciones a Internet (5).
Fuera de este rango de posiciones aceptables hay otros conjuntos de posturas que
serán rechazados. En el caso de Steve, él rechaza el rango de posiciones que están de
1 a 3 y de 8 a 10 en la escala de actitud. También rechazaría algo tan conservador como
recortar 25% el presupuesto del comercio por vía electrónica y se resistiría a algo tan
arriesgado como comprometerse con un plan de transferir de inmediato varias líneas
de producción importantes al comercio electrónico.
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4 5 6 7
Emoción
Emoción
1 2 3 8 9 10
Aceptación
Emoción
Emoción
Aceptación
Rechazo Rechazo
57
58
59
60
4
ACTIVACIÓN:
EL ARTE DE TRANSFORMAR
EN EMPRENDEDORES
A LOS QUE SE RESISTEN
61
62
ELEMENTOS DE LA ACTIVACIÓN
Comencemos por identificar los aspectos clave de la activación. La mayoría de ellos
son parte de los cambios que ocurren de manera natural y que se describen en el
ejemplo del automóvil deportivo. Será necesario agregar otros para hacer de la acti-
vación una herramienta administrativa que pueda utilizar para acelerar el proceso del
cambio en su lugar de trabajo. Una vez que hayamos establecido los aspectos básicos,
veremos por qué y cómo la activación es tan eficaz con las personas que se resisten
al cambio.
Recompensas inmediatas
Esto significa dar reconocimiento y otras recompensas en las etapas tempranas cuando
todo es difícil y los empleados están enfrascados en una lucha cuerpo a cuerpo con sus
miedos más oscuros. Usted experimenta las recompensas del aroma del nuevo automó-
vil y el placer de su manejo y aceleración.
63
Estimule la participación
Si logra definir exactamente cuáles son los pequeños pasos que hay que tomar para
implementar una nueva aventura, adquiere una sensación de que la nueva forma de
hacer las cosas es suya. Si se extrapola esta percepción al ejemplo del automóvil, esta-
rá más dispuesto a hacer una prueba de manejo si usted puede determinar la ruta, la
velocidad y las maniobras que puede intentar.
64
65
66
etapa 4, el mensaje persuasivo de un líder puede tener mucho mayor efecto que si se
difunde durante la etapa 1. Al final de la etapa 4, a los empleados comienza a gustarles
la nueva forma de hacer las cosas y están abiertos a escuchar la lógica que está detrás
del nuevo enfoque. En este punto, ya han superado sus miedos y comprenden cómo
funciona en realidad el nuevo proceso. Finalmente, los empleados se encuentran en
una posición en la que pueden comprender los vínculos entre lo que están haciendo y
los objetivos del líder a más largo plazo.
A menudo, producir un cambio importante en una organización de negocios
requiere de una transformación radical. Pero un cambio así de dramático no ocurrirá
de la noche a la mañana. Lograr implementar un cambio por completo significa hacer
muchas modificaciones pequeñas para poder producir la transformación total. La
activación está basada en el supuesto de que el cambio gradual es parte de toda trans-
formación importante.
Desde hace mucho tiempo, la gente de negocios y los psicólogos están conscien-
tes de que es posible cambiar las actitudes de las personas si primero se cambia su
comportamiento. Hasta ahora, nadie ha reunido ese conjunto de conocimientos en una
serie de herramientas comprensibles que puedan ser utilizadas de manera coherente
para implementar cambios en el lugar de trabajo. Si se emplean los elementos de la
activación de manera sistemática, usted puede dirigir a individuos y organizaciones
enteras a través de cambios radicales. Los detalles acerca de cómo puede lograr que
cada elemento de la activación funcione en su beneficio se describirán con detalle en
los capítulos siguientes.
67
empleados adopten una nueva forma de hacer las cosas a pesar de que puedan tener
dudas personales con respecto al cambio.
La activación se basa en la idea de que cuando los trabajadores dicen que no les
gusta un cambio, en gran parte es su miedo el que habla. Son como niños tímidos de
secundaria en un baile escolar. Una parte de ellos desea en silencio formar parte de la
diversión, pero otra parte está temerosa de la vergüenza asociada con parecer incom-
petente y no querer fallar. El costo inmediato supera por mucho la posible recompensa.
Así es que, por el momento, eligen permanecer al margen.
Veamos cómo cada uno de los elementos de la activación aborda las emociones
negativas que provocan que los empleados se resistan al cambio. La activación reduce
las causas del miedo de los empleados, y reemplaza los sentimientos negativos con
otros de carácter positivo. Como resultado, se muestran dispuestos a comenzar a
actuar en formas a las que normalmente se resistirían, y pronto sus actitudes y sus
sentimientos se alinean con sus nuevos patrones de acción.
Es sencillo ver que un pequeño paso en la nueva dirección es mucho menos atemo-
rizante que una transformación completa. Un cambio total en la forma en la que hace
su trabajo o en su estilo de administración puede resultar atemorizante debido a que
evoca imágenes de toda clase de monstruos que lo acechan en el precipicio emocional.
Los empleados se preguntan: “¿Seré capaz de hacer esto?” Aunque puedan tener dudas
sobre su propia capacidad para escalar la montaña completa del cambio, saben que
pueden dar un paso o dos en la nueva dirección.
Lograr que los empleados se sientan seguros a pesar de cometer errores es algo
que tiene en la mira a otra importante fuente del miedo: “¿Qué sucederá si fracaso? ¿Se
reirá la gente de mí? ¿Perderé mi empleo?” Saber que nada malo va a sucederles hace
que se sientan libres para experimentar con el nuevo enfoque. Si pueden confiar en el
jefe cuando éste les dice que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje, se
atreverán a intentar cosas que nunca han intentado por sí solos.
Dado que es muy probable que las personas tengan éxito al dar pequeños pasos,
usted tendrá razones para halagarlos y obtener recompensas inmediatas. Aun cuando
no sean exitosos en un principio, usted deberá reconocerles sus intentos y los alenta-
rá para que lo intenten varias veces más. Estas recompensas inmediatas sirven para
neutralizar la negatividad del miedo de los empleados con un sentimiento positivo de
bienestar.
68
Cuando los empleados reciben entrenamiento acerca de cómo hacer las cosas en
la nueva manera y tener éxito, su confianza crece a medida que comienzan a apreciar
qué es exactamente lo que va a suceder y qué es lo que deberían hacer. Desarrollar una
comprensión acerca de cómo implementar el cambio con exactitud ayuda a crear un
sentimiento de control, que difumina los miedos de incompetencia o ignorancia.
De igual manera, involucrarse en determinar con exactitud cómo se implementará
el cambio les brinda a los empleados una mayor sensación de control. A menudo, las
ideas que ellos sugieren son aquellas sobre las que se sienten seguros que pueden llevar
a la práctica exitosamente, lo que les permite actuar con más confianza. Además, sus
sugerencias casi siempre implican maneras de enfrentar el cambio que les traerán como
resultado beneficios. Por ejemplo, pueden recomendar ideas que requieran menos tra-
bajo o que les permitan tener mayor éxito. Estas aportaciones generan sentimientos aún
más positivos que a la larga reducen su incertidumbre y sus miedos.
Cuando nos mostramos reacios a hacer algo nuevo, nos parece que incluso el obs-
táculo más insignificante es como una barrera enorme y lo usamos como una excusa
para no cambiar. Estas pequeñas contradicciones provocan que el cambio se sienta
como algo pesado y opresivo. Observe cuán rápido entran los pensamientos negativos
a su conciencia cuando considera seriamente todo el trabajo que implica comenzar
un proyecto que ha estado posponiendo por semanas o meses (por ejemplo, hacer
estimaciones anuales de desempeño o limpiar su oficina). Facilitarles a las personas
que den los primeros pasos elimina estos obstáculos y los sentimientos negativos que
se les asocian.
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70
hacer que el personal más joven le contara a los clientes sobre éxitos recientes, generó
algunos nuevos negocios. Los nuevos contratos eran pequeños, pero llamó la atención
de los empleados y les hizo darse cuenta de que este nuevo negocio no habría cruzado
la puerta por sí solo si no hubiesen contado sus historias.
Como siguiente paso alcanzable, se alentó a los asociados más jóvenes a seguir la
historia con preguntas simples, tales como “¿Cree usted que podríamos ayudarlo con
un proyecto como éste?” O “¿Hay algún proyecto financiero similar a éste con el cual
podamos ayudarle?” En esta ocasión los resultados fueron mucho más significativos y
ocurrieron con mayor rapidez. Para todos se hizo evidente que simplemente con pre-
guntarle al cliente cómo podrían ayudarle generaba más contratos. En este camino de
lograr que las personas comenzaran a hacer “desarrollo de negocios” siguieron muchos
más y más pasos, que implicaban simples acciones progresivas que el personal más
joven podía cubrir fácilmente. Además de desmenuzar el cambio en pasos alcanzables,
usó otros elementos de la activación.
Antes de que se concretara cualquier reunión entre algún miembro joven del per-
sonal y un cliente, un administrador con mayor antigüedad se reunía con los novatos
para entrenarlos con las historias que dirían. A medida que el individuo practicaba
repetidamente la historia, el administrador de más jerarquía le proporcionaba recom-
pensas inmediatas por medio de elogios cada vez que la contaba de nuevo. También les
decían explícitamente a los miembros jóvenes que ésa era una sesión de práctica y que
cometer errores no les generaría consecuencias desagradables. Habían sido instruidos
para explicar que cometer errores era una parte necesaria del proceso de aprendizaje
y mejora.
Se alentó al personal más joven a que le dieran forma a la historia y la planearan
de tal manera que se sintieran cómodos con las palabras y el ritmo en el que fluía. A
través de este proceso de crear y pulir sus propias historias, se involucraron más en
lograr que éstas fueran interesantes y eficaces.
Cuando una persona joven expresaba sus miedos y dudas acerca de contar la his-
toria o preguntarle directamente al cliente si no estaba interesado en más negocios,
recibían una respuesta comprensiva. Los administradores de mayor jerarquía habían
sido entrenados para darse cuenta de que podía ser atemorizante y que hacer cual-
quier cosa nueva provocaba dudas e incertidumbre. A estos administradores se les dijo
explícitamente que no reaccionaran de forma autoritaria ante estas expresiones de
71
emociones negativas. En específico, no debían decir cosas tales como “Esto es parte
del trabajo y más vale que te acostumbres.” O “Sólo (te digo) que se va a poner peor,
porque de aquí en adelante generar negocios afuera va a ser una parte creciente de tu
trabajo.” O “Esto no es nada. Permíteme contarte qué tanto más difícil era cuando yo
estaba en tu puesto”.
Cuando uno de los jóvenes regresaba de cada reunión con un cliente, siempre el
socio de mayor antigüedad le preguntaba cómo habían salido las cosas. Aun cuando
contar la historia no hubiera resultado muy bien para algún miembro del personal en
particular o que las preguntas no hubieran producido más negocios, el administrador
lo elogiaba por haber comenzado el proceso de contar una historia y hacer preguntas.
Los éxitos mayores eran recibidos con un reconocimiento de la oficina general, y así el
estándar subió lentamente para todos.
Debido a que los administradores se involucraron mientras los jóvenes atravesa-
ban el proceso de la curva J que implicaba aprender cómo empezar a hacer “desarrollo
de negocios”, todos sintieron que eran parte del cambio. Los jóvenes no se sentían
solos, y sabían que siempre había alguien disponible para ayudarlos y aconsejarlos.
El personal de mayor antigüedad comenzaba a sentirse orgulloso de ayudar a los más
jóvenes a crecer y desarrollarse.
72
resultado era por culpa del paciente. Por supuesto, los terapeutas cobraban por sus
servicios aun cuando supuestamente no fueran responsables por la falta de progreso.
En el mundo de los negocios, esto se tradujo en pensar que un administrador podía
hacer muy poco para lograr que la gente cambiara. En el mejor de los casos, algunos
líderes habían sido supuestamente bendecidos con la magia del carisma que misterio-
samente había inspirado a los empleados a querer cambiar. O bien los administradores
emplearon habilidades de persuasión especiales de modo que los empleados se sintie-
ran motivados hacia el cambio.
Usted puede encontrar abundante evidencia en su propia vida para refutar la idea
de que la gente no hará nada a menos que quiera hacerlo. Todos hacemos cosas que
no queremos hacer: pagar impuestos, limpiar el baño, visitar a familiares que no nos
caen bien y pasar horas interminables en los aviones. La lista sigue y sigue. En reali-
dad, la creencia de que “tiene que gustarle el cambio” se contradice con lo que nos
sucede todos los días. No queremos levantarnos temprano, ponernos ropa incómoda
de negocios, cambiar nuestra dieta a una alimentación sana, tener que recorrer largos
trayectos a diario para ir a trabajar o sentarnos en las juntas de comité. Pero lo hace-
mos de todas maneras.
Los que se adhieren a la creencia de que “tiene que gustarle el cambio” con
frecuencia defienden su postura mediante la siguiente aseveración: “Sí, pero querías
tener un cheque, así es que la verdad sí querías ir a diario a trabajar”. No, ese nivel
de retórica altera la naturaleza y el nivel de la pregunta. Mientras que es cierto que sí
deseo ganar dinero, eso no quiere decir que para obtenerlo quiera enfrentarme a una
hora de viaje tedioso dos veces por día.
La activación proporciona la comprensión conceptual y señala los pasos prácticos
necesarios para ayudar a la gente a que cambie, aun cuando piensan que no quieren
hacerlo. ¿Cómo pueden los administradores usar este punto de vista en su beneficio?
Casi siempre la gente cambia debido a la posibilidad de obtener beneficios futuros.
Usted cambia a los vendedores porque el nuevo le ahorrará dinero y le proporciona-
rá un mejor servicio. Cambia su lealtad del viejo jefe hacia la nueva porque ella le
dará mayor responsabilidad y lo incluirá en el proceso de toma de decisiones.
La gente cambia su comportamiento si existen incentivos suficientes para hacerlo.
En lenguaje económico, estamos dispuestos a pagar los costos del cambio si las ganan-
cias lo hacen rentable. Este razonamiento sugiere que si usted le brinda a los empleados
73
recompensas lo suficientemente grandes, ellos harán cualquier cosa. Aunque esta ase-
veración puede ser cierta en teoría, se necesita un requisito práctico.
Balancear en el aire todas esas zanahorias puede ser costoso. Nos gustaría que la
gente realizara cambios sin tener que sacrificar un brazo o una pierna. Proporcionar
recompensas tangibles puede resultar muy costoso. Por ello, los administradores bus-
can un punto de equilibrio en el que puedan proporcionar suficientes incentivos como
para lograr que la gente haga las cosas, pero no tantas recompensas como para quebrar
el presupuesto.
En ocasiones, aun cuando se balancea en el aire un montón de recompensas, los
empleados no cambiarán. Los beneficios prometidos pueden no ser suficientes o quizás
puede que no sea la clase de recompensas que la gente valore realmente (por ejemplo,
hacia el cierre de la temporada de impuestos, un contador preferiría tener un día de
vacaciones que la tarifa asociada con otra devolución de impuestos). Los incentivos
también pueden ser ineficaces porque la persona no los recibirá hasta mucho tiempo
después (por ejemplo, “Obtendrá algo extra en su cheque al final del año. Se lo prome-
to.”) O incluso puede ser que el hecho de que en realidad recibir las recompensas en
un futuro distante es incierto.
La activación saca provecho de estas reflexiones prácticas acerca de los incentivos
pues antepone pequeñas recompensas de bajo costo que a usted —el administrador—
no le cuestan nada, que son fáciles de obtener y están hechas a la medida de las nece-
sidades del empleado.
74
75
Persuasión
La ventaja principal de la persuasión es que es relativamente rápida y fácil. A lo mucho,
tan sólo requiere de algunos cuantos minutos de plática. La persuasión puede ser
eficaz para cambiar el comportamiento de los empleados siempre y cuando la nueva
postura se encuentre dentro de su latitud de aceptación.
Aunque el discurso inicial de los líderes sobre una nueva iniciativa probablemente
no produzca mayores cambios en el comportamiento, puede asegurarle a los que están
dudosos que al menos existe un plan coherente, aun cuando no estén de acuerdo con
él. Puede ser que el discurso no logre convertir a los que se resisten en personas que
apoyen el cambio activamente; sin embargo, puede reducir el nivel total de miedo en
el grupo. Esta disminución de las emociones negativas puede ser muy útil cuando la
activación se emplea en conjunto con la persuasión.
76
La persuasión puede ser eficaz para cambiar las actitudes, pero es menos eficaz
para cambiar el comportamiento. Esto es especialmente cierto cuando se está tratando
de que los empleados lleven a cabo acciones que están fuera de su latitud de acepta-
ción. Debido a que no produce muchos cambios en el comportamiento, los adminis-
tradores son obligados a seguir repitiendo su mensaje persuasivo con la esperanza de
que logrará que los empleados cambien. Esta repetición consume mucho tiempo y es
frustrante.
Con todo, la persuasión es lo más eficaz con los empleados que básicamente ya
están de acuerdo con el nuevo rumbo. Es importante asegurarse de que estos emplea-
dos comprendan el razonamiento que está detrás del cambio. Repetir las razones que
fundamentan el cambio y relacionarlas con una estrategia organizacional más grande
también puede ser muy útil durante las etapas 4 y 5. En este punto del proceso de cam-
bio, el personal se muestra mucho más receptivo a comprender la lógica del cambio.
Coerción
La gran ventaja de la coerción como técnica de influencia es que funciona y lo hace
muy rápido. A pesar de que cambia el comportamiento en el corto plazo, no modifica
las actitudes ni los sentimientos.
Los empleados empiezan a hacer cosas a las que de otra manera se hubieran
resistido, pero sólo las harán en tanto permanezca la amenaza de castigo. Una vez que
la amenaza desaparece, volverán a la antigua manera de hacer las cosas. El uso de la
coerción tiene otras desventajas más grandes. Cuando los empleados cumplen ante
las amenazas, el administrador se siente reforzado por el uso de la coerción y es más
probable que vuelva a hacerlo en un futuro. De igual manera, los empleados que fueron
sujetos de amenazas estarán preparados para tomar represalias y resistirse a cambios
futuros. Esto significa que el ciclo de amenaza y venganza continuará y probablemente
crezca.
La coerción sólo debe ser utilizada en situaciones de crisis en las cuales se requie-
re de acciones inmediatas. Es sumamente importante no persistir en la coerción.
Una vez que ha pasado la crisis, el administrador debería de dejar de lanzar ame-
nazas y volver al uso de la persuasión y la activación para hacer que la gente siga su
avance.
77
Activación
La ventaja más importante de la activación es que cambia las actitudes, los senti-
mientos y el comportamiento. En realidad, lo hace justamente en el orden inverso. Su
principal desventaja es que requiere de un poco más de tiempo que la persuasión. Por
fortuna, este esfuerzo adicional sólo ocurre en la primera mitad de la curva J, pues
una vez que la línea comienza a ascender, el administrador puede dejar que el proceso
natural siga su curso.
Debido a que comunicar las razones para un cambio puede producir una transfor-
mación en ciertas actitudes, es mejor comenzar por la persuasión. Sin embargo, si ya
han habido varios intentos de persuasión que no han producido un cambio suficiente
en el comportamiento, es momento de cambiar las tácticas de influencia y hacer uso
de la activación con los empleados clave entre aquellos que se resisten para lograr que
se pongan en acción.
Para la mayoría de los administradores que más que usar la persuasión o la coer-
ción emplean técnicas de activación para influir en el personal, aún hay un proceso
de aprendizaje que tomará tiempo y que tiene su propia curva J. Afortunadamente,
las herramientas y las habilidades de activación pueden ser dominadas con rapidez.
Una vez que se dominan, la activación a menudo es mucho más rápida que intentar en
repetidas ocasiones persuadir a la gente para que cambie.
Los elementos de la activación no son tan complicados, pero los administradores
necesitan del mismo tipo de asesoría detallada y recompensas de primera mano para
ayudarles a aprender a usar este nuevo enfoque. En esencia, usted puede hacer uso
de la activación para ayudar a los administradores a que empiecen a usarla con sus
empleados. Los capítulos siguientes proporcionan un mapa detallado de cómo iniciar
el proceso.
78
2
AMPLÍE SU CAJA
DE HERRAMIENTAS DE
CAMBIO: ACTIVACIÓN
5
CÓMO COMUNICARSE
A NIVEL DEL SUELO
81
Con tantas cosas que mantener en mente, Graeme, al igual que todos los buenos
administradores, ha incrementado su capacidad de pensar en términos abstractos (por
ejemplo, la reasignación de recursos humanos y físicos, la creación de sinergias, la
integración horizontal y vertical, las propuestas de valor y la integración de la cadena
de suministros). La estrategia y la fase de planeación de cualquier iniciativa de cambio
requieren de este tipo de lenguaje y pensamiento abstractos. Por ello, es comprensible
que los administradores recurran al uso de generalidades, vocabulario especializado y
acrónimos como una suerte de taquigrafía para todos los factores que necesitan tener
en consideración.
Llega el día de la reunión en la que se hará el gran anuncio y el lanzamiento de la
manufactura barata. Graeme quiere decir algo que sea motivador. Les recuerda a todos
el pasado glorioso de la compañía y apela a su amor y dedicación. Graeme habla acer-
ca de la necesidad de compromiso con la empresa y de la perseverancia necesaria
para implementar la nueva iniciativa. A continuación, utiliza un tono más personal
para hablar acerca de su esperanza de que todos mantengan una mente abierta con
respecto a la iniciativa así como también una actitud positiva. Después hace un repaso
de algunas de las nuevas habilidades que tendrán que desarrollar, como ser multita-
reas, administrar el tiempo, comunicación entre los equipos y a lo largo de todas
las funciones e inteligencia emocional. Menciona que tendrán que ser flexibles, estar
dispuestos a pensar fuera de la caja e inventar nuevas formas para no trabajar más
duro, sino de una manera más inteligente.
A medida que se acerca a la conclusión, Graeme vuelve al tema del amor por la
empresa. Exalta la lealtad de los empleados a la compañía. En sus líneas finales, dice
que cree fervientemente en su capacidad para trabajar juntos como un equipo y que
cuando en verdad trabajen juntos alcanzarán la grandeza.
Graeme pronuncia este discurso de manera brillante, y ciertamente muchas per-
sonas se van de la reunión sintiéndose inspirados. Desafortunadamente, es muy poco
probable que eso en verdad ayude a que el personal que se resiste llegue a un acuerdo
con las emociones que le impiden implementar la nueva iniciativa de manera activa. La
razón principal: su discurso está sazonado con el lenguaje de un estratega y de alguien
que hace planes. Las palabras clave (marcadas arriba con cursivas) son abstractas y en
realidad no hablan de los cambios concretos que las personas verdaderamente tendrán
que hacer. En especial, los empleados de primera línea, e incluso los administradores
82
de nivel medio, están preocupados por saber qué es exactamente lo que se espera que
hagan y logren.
Las palabras de alto nivel son geniales para la estrategia y la planeación, pero no
para la implementación. Los líderes eficaces son capaces de salirse del papel del que
planea y diseña la estrategia y asumir el rol del que implementa las cosas en forma
práctica. Para lograr esta transformación, un elemento crucial es comunicarle a las
personas cuáles son exactamente los cambios que necesitan realizar.
Dado que implementar el cambio implica el comportamiento actual, requiere de
palabras que describan lo que hay que hacer en la práctica. En realidad, la implemen-
tación no tiene que ver con estar comprometido, perseverar, tener una mente abierta
o una actitud positiva, pensar fuera de la caja, ser multitareas o cualquier otra de
esas frases triviales. De lo que se trata es de lograr que las personas actúen de manera
distinta. La implementación requiere de líderes que hagan uso de otra forma de pensar
y de una terminología diferente.
La primera herramienta importante de la caja de herramientas de la activación es
desmenuzar el cambio en pasos que sea posible llevar a cabo. Cuando se comunica al
nivel del suelo, usted permite que las personas sepan exactamente qué es lo que pue-
den hacer para empezar a ir en dirección de la meta del cambio. Hacer uso de palabras
simples para describir los primeros pasos reduce la resistencia de las personas ante el
cambio y hace que empezar les sea mucho más sencillo.
Empezar a usar lenguaje terrenal representa un cambio personal importante
para la mayoría de los administradores. La verdad es que nos gusta hablar con gene-
ralidades y lo hacemos con mucha frecuencia. Los términos abstractos no nos exigen
demasiado ni a nosotros ni a quienes nos escuchan. Pensamos que sabemos lo que
estamos diciendo y ellos piensan que lo comprenden. Debido a que todo se encuen-
tra en un nivel tan elevado, cada persona le asigna a las generalidades sus propios
significados.
Las descripciones generales también tienen la ventaja aparente de evitar los
conflictos que podrían surgir si discutiéramos los detalles. Mientras que todos pueden
estar de acuerdo en que la nueva iniciativa requerirá compromiso, pueden surgir
disputas cuando resulte que el compromiso significa que vamos a tener que trabajar
los siguientes tres sábados o que la única sala de descanso de los empleados se va a
convertir en bodega.
83
Se dice que tanto Dios como el diablo residen en los detalles, lo cual también
sucede con el cambio. Ahí es donde está la realidad. La implementación se reduce a
lograr que los individuos hagan las cosas de manera distinta en los detalles de sus vidas
laborales cotidianas. Lo que realmente crea conflicto y resistencia son los sacrificios
específicos que implican esos detalles. Al percibir las objeciones que podrían surgir si
hablan de más, muchos administradores tratan de evitar los argumentos mantenién-
dose en las nubes.
Eso es suficiente para persuadirlo a usted de que se comunique a nivel terrenal. La
activación se refiere a todo el comportamiento, así es que es el momento de empezar
a usar definiciones a nivel del suelo, ejemplos y herramientas prácticas para activar
el cambio.
USE SU ALTÍMETRO
Durante la fase de implementación del cambio, usted desea transformar su lenguaje
para describirlo en palabras simples y concretas. Una buena manera de comprender
la comunicación a nivel del suelo es hacer uso de una metáfora sobre la altitud para
definir qué tan lejos de las realidades terrenales está nuestro lenguaje.
84
que alguien debe ser proactivo, creativo, flexible, visionario y un jugador del equipo. De
nuevo, éstos son buenos puntos de partida. Pero para ayudar en serio a que un empleado
entienda cuáles son las acciones exactas que necesita hacer mientras atraviesa el preci-
picio emocional, debemos hablar en términos de comportamientos específicos.
85
86
los niveles más elevados de la organización son los que tienen la mayor adicción a las
palabras de alto nivel.
Existen buenas razones por las que los administradores de mayor categoría
usan este tipo de lenguaje. Su responsabilidad es desarrollar estrategias amplias
y hacer planes a gran escala. Los problemas surgen cuando los ejecutivos siguen
usando el mismo lenguaje para hablar de cómo habrán de alcanzarse las metas y
las estrategias.
87
He aquí algunas clases a nivel del piso de algunas maneras en las que puede llevar
a tierra firme sus comunicaciones con respecto a la implementación.
88
más que como niños caprichosos o como un “ellos” abstracto. Maggie concluyó con la
promesa de que si todos los empleados se comprometían a mejorar dramáticamente
la forma en la que trataban a los clientes, cambiarían la cultura de Bio Corp y la empre-
sa se mantendría como la líder mundial en su nicho de mercado.
Fue una gran charla, y efectivamente los empleados sintieron la pasión de Maggie.
Pero también era un discurso de muy alto nivel. Ella había hablado de nuevos valores
y nuevas creencias, de la necesidad de contar con una forma de pensar distinta y una
actitud positiva, y en especial, de que los empleados necesitaban estar comprometi-
dos, todos ellos términos de 9 000 y 12 000 metros de altitud. Eso está bien para las
comunicaciones estratégicas iniciales, pero ése era el momento de ejecutar. Para poder
implementar esas nobles metas y convertirlas en una realidad cotidiana, es necesario
que todos traduzcan esos términos de alto nivel a otros a nivel del suelo.
Una de las mejores maneras de traer a la realidad esas grandes palabras es hacer
una serie de preguntas. Para ver cómo funcionan estas preguntas, imagínese a un
administrador de rango medio de Bio Corp de nombre Derek, quien conduce un grupo
de ingenieros y científicos de desarrollo de producto. ¿Cómo podía lograr que el nuevo
valor se convirtiera en una realidad? En lugar de pensar en formas de persuadir a los
empleados sobre la importancia de estar enfocados en el cliente, Derek decide que
quiere activarlos. Para hacerlo, él necesita concentrarse en acciones a nivel del piso
para ayudar a que el equipo pueda comenzar.
89
nubes. Derek no es una excepción, porque dice “Quiero que prediquen con el ejemplo
involucrándose realmente y compartiendo con nuestros clientes.” Estar “involucrado” y
“compartir” son objetivos valiosos, pero no les dicen a los científicos y a los ingenieros
qué es exactamente lo que tendrían que hacer.
90
Derek se da cuenta de que el más importante de los tres casos es el de las “suge-
rencias sobre nuevos productos”. Con este enfoque más específico en mente, regresa a
la primera pregunta: ¿qué es lo que deberían de hacer los empleados cuando un cliente
sugiere algún producto? En el momento en el que mentalmente hace la pregunta, se
percata de que debería dividir la situación todavía más. Decide distinguir entre cómo
deberían reaccionar cuando un cliente hace una sugerencia que el equipo perciba
como 1) buena, 2) cuestionable o 3) inviable.
Como aprende rápido, percibe que cada una de estas respuestas podría especi-
ficarse aún más. ¿Acaso hay distintos tipos de buenas sugerencias, de sugerencias
cuestionables y de malas sugerencias? Él piensa que, por ejemplo, la idea de un pro-
ducto puede ser cuestionable porque es muy difícil de fabricar, el mercado es dema-
siado pequeño, desarrollarlo sería muy costoso y quizás nunca sería verdaderamente
rentable.
Contento con la manera en la que está llevando las cosas a nivel del suelo, Derek
se da cuenta de que su primera preocupación debería ser averiguar cómo reaccio-
nan los empleados ante las buenas sugerencias. Decide que más adelante será más
específico con respecto a cómo debería reaccionar el equipo ante las sugerencias
cuestionables y las inviables. Es difícil que surjan buenas ideas, así es que se dice a sí
mismo: “Quiero que nuestra gente realmente escuche cuando los clientes propongan
una buena idea.”
91
A medida que se repite esta respuesta, percibe que aunque ha sido muy específico
acerca de una parte de las conversaciones con los clientes, todavía queda una palabra
importante que está a 3 000 metros de altura. ¿Cuál? Escuchar. ¿A qué se refiere con
escuchar?
Derek regresa a la pregunta básica y la aplica al hecho de escuchar. ¿Qué es lo que
tendría que hacer el personal si escuchara con cuidado?
“Poner atención.”
“Pensar realmente en lo que el cliente dice.”
“Tener una mente abierta.”
¿Qué piensa de estas respuestas? ¿Será que Derek se acerca o se aleja del piso?
Tras pensar en estas definiciones de escuchar, se da cuenta de que si habla de tener
una mente abierta, pensar y poner atención, ya está de nuevo en el nivel psicológico
de los 9 000 metros.
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mente es: “Bueno, deberían responder”. Este descubrimiento lo hace sentirse bastante
bien consigo mismo, pero entonces se da cuenta de que ya está de vuelta en la zona de
altura elevada.
Derek está asombrado por la manera tan natural en la que cayó en el uso de
“responder”, una palabra ambigua de 12 000 metros, aun cuando estaba tratando
de mantenerse en tierra. Está tan asombrado que empieza a hablarse a sí mismo en voz
alta. “Chuck le diría a un cliente que la idea ‘no era realista’. Y cuando yo le dijera más
tarde que no debería haber dicho eso, él me hubiera contestado ‘Bueno, tú me dijiste
que respondiera y ésa fue mi respuesta. La idea no es realista, y yo se lo dije’.”
Inmediatamente sabe que lo que quería decir era “responder positivamente”. Y
tan pronto como comprende que simplemente con decir que quiere que respondan “de
manera positiva” se da cuenta de que eso realmente no contribuye a que las personas
pongan los pies en la tierra. “Positivo” todavía no es específico. Se vuelve a hacer las
mismas preguntas: “¿Cómo se vería lo positivo?” y “¿Qué es lo que deberían hacer si
estuvieran respondiendo positivamente?” Vienen a la mente varias respuestas. Ser
entusiasta. Actuar como si estuviera interesado. Mostrar que les agrada.
¡Ups! De vuelta a las palabras de gran altura, piensa él. También sabe que tiene
que hacer la pregunta una vez más: “¿Qué es lo que los vería hacer si actuaran de
manera entusiasta, interesados y mostraran que les agrada la idea?” Lo único en lo
que podía pensar eran otras generalidades: ser positivo, emocionarse, estar entu-
siasmado. Al darse cuenta de que está dando vueltas en círculos, intenta un enfoque
distinto.
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decir “Gran idea”, o “Eso me agrada”, o “Eso es realmente intuitivo. Bien pensado”.
Se dio cuenta de que había muchas oraciones positivas simples que los miembros del
equipo podían acuñar.
A continuación él se imaginó a sí mismo. “Pienso que soy alguien que realmente se
preocupa por los clientes, pero ¿qué significa eso? ¿Qué es lo que diría si me agradara
la idea de alguien?” Aunque sus respuestas no fueron muy distintas a las de Wendy,
se dio cuenta de que imaginarse exactamente lo que él mismo diría es otra forma de
aterrizar en el pasto.
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de nuestro equipo deberían hacer incluso antes de que empezara la reunión? Y tan
pronto como comience, ¿qué es lo que deberían hacer a continuación para mostrar su
enfoque en el cliente?”
La respuesta que le da a la primera pregunta es: uno o dos días antes de la reunión,
los miembros del equipo deberían llamarle por teléfono al cliente o mandarle un correo
electrónico para confirmar la reunión. También deberían decirles que esperan poder
trabajar con ellos.
Ante la segunda pregunta, piensa “En los inicios de la reunión, deberían...”
“...hacer que cada cliente y cada miembro del equipo diga su nombre y la función
que desempeña en su trabajo.”
“...expresar gratitud porque todos los representantes de los clientes estuvieron
dispuestos a asistir a la reunión.”
“...admitir que el objetivo de la reunión es fomentar nuevas ideas, no desalentar lo
que incluso puedan parecer sugerencias inviables.”
“…mencionar la agenda de la reunión, incluyendo parámetros de tiempo.”
La lista siguió creciendo y creciendo a medida que Derek vio lo útil que podía ser
preguntar qué viene en primero, segundo, tercer lugares, etc. Al pensar en el cambio
de comportamiento como una serie de pasos pequeños, pudo describir con mayor faci-
lidad cada uno de los pasos en un lenguaje a nivel del suelo.
Reflexiones
A medida que él pensaba en retrospectiva sobre el uso que le había dado a la técnica
de las preguntas, se desanimó por cuánto piensa y habla en lenguaje de alto nivel.
Es claro que éste va a ser un cambio de comportamiento para él. Sus respuestas de
12 000 metros son ejemplos de la clase de equivocaciones que cualquiera podría
cometer al entrar en la etapa 2 de la curva J personal que se asocia con aprender a
hablar a ras del suelo.
Al mismo tiempo, percibió los múltiples beneficios de comunicarse en un lenguaje
con los pies en la tierra. Obviamente, será mucho más sencillo para los empleados
cambiar la manera en la que tratan a los clientes si tan sólo les proporciona una o dos
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sugerencias a nivel del suelo en lugar de repetir sus estratosféricos discursos acerca de
la necesidad de estar más enfocados en el cliente.
Otro beneficio importante proviene de comunicarse de manera tal que los emplea-
dos sepan exactamente lo que tienen que hacer. Estarán mucho más dispuestos a
intentarlo, aun cuando creyeran que podría ser raro o difícil. Llevar a cabo una acción
específica no es tan difícil y ciertamente no asusta tanto. Mientras más lo intenten,
más rápido lo harán exitosamente y más rápido harán de los nuevos comportamientos
una parte de su procedimiento de operación estándar.
Derek recordaba con asombro cómo ciertas palabras como escuchar, poner aten-
ción y ser entusiasta, las cuales él pensaba que comprendía, podían ser definidas
de manera aún más específica. También observa cuánto más capaz será de comunicar-
se con el equipo de forma más clara si sugiere que “Miren a la clienta a los ojos cuando
ésta hable. No interrumpan ni digan nada. Asientan con la cabeza.”
Mientras piensa en la experiencia, se recuerda a sí mismo que bajar a nivel del
suelo tan sólo implica hacerse una serie de preguntas sencillas:
Él puede aplicar su altímetro mental. Cuando obtiene una respuesta que no está
aterrizada, sólo necesita seguir haciendo preguntas hasta llegar a nivel del piso.
Derek se imagina que los científicos y los ingenieros tendrán una idea mucho
mejor de cómo es exactamente que ellos deberían actuar si él habla a nivel del suelo,
más que si habla de “mantener el enfoque en los clientes” o “escuchar realmente al
cliente”. En realidad, probablemente la mayor parte de su equipo se resentiría si él
les dijera que pusieran atención, porque sus miembros piensan que ya están poniendo
atención.
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Microadministración
Decirle a los empleados qué es exactamente lo que deberían hacer y no hacer en oca-
siones se denomina microadministración, que es un término peyorativo. Hablar a nivel
del piso es, en cierto sentido, microadministrar, pero en ocasiones, es necesario. Tome
como ejemplo cuando habla con aquellos que se resisten.
Al principio de un cambio, quienes oponen resistencia necesitan instrucciones
precisas y claras. Van a necesitar ayuda del líder; de otro modo, no cambiarán. La mejor
manera en la que el líder puede ayudarlos a tomar el camino del cambio es sugirién-
doles comportamientos específicos, a nivel del suelo, que podrían usar para estar más
enfocados en los clientes. Por lo tanto, para estos empleados, la microadministración
tiene un lugar en las etapas tempranas de la implementación. Una vez que los que
se resisten se adhieren al cambio, el líder puede volver a un estilo de administración
normal, con menos directrices.
Por otro lado, los miembros experimentados del equipo, así como también los que
están listos para ir adonde sea, no necesitarán de estas sugerencias tan explícitas.
Probablemente ya tengan sus propias ideas sobre maneras específicas en las que pue-
den estar más enfocados en los clientes. Es probable que, incluso al principio, no sea
necesario comunicarse con estos empleados a nivel del piso.
Derek sonríe mientras piensa en los miembros del equipo que ya están empezando
en verdad a tratar a los clientes de manera distinta. Se los imagina regresando de una
reunión con un cliente y contándole lo útiles que habían sido las sesiones de planea-
ción. Una vez que un equipo experimenta esta clase de éxito, sus integrantes estarán
dispuestos a intentar otros cambios. Él puede ver que en un tiempo bastante corto el
equipo realmente se enfocará más en los clientes. Y para este momento él ya sabe cómo
definir el enfoque en los clientes en cualquier nivel de altitud.
Aunque cometió errores en el camino para llegar a nivel del suelo, Derek está
en un proceso de aprendizaje que le permitirá identificar las generalizaciones tan
pronto como las dice, en ocasiones tan pronto como las piensa. Se da cuenta de que la
verdadera habilidad consistía en percibirlas y redefinirlas. No tiene que ser perfecto.
Cuando se trata de la implementación, se recuerda a sí mismo que “está bien empezar
a una altura elevada, pero simplemente no es posible mantenerse allí”.
También se da cuenta de que apenas ha empezado a dar definiciones a nivel del
piso sobre el enfoque en los clientes en una situación pequeña. Tendrá que volver sobre
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6
PREGÚNTELES,
NO LES DIGA QUÉ HACER
C omo cabeza del nuevo esfuerzo para la reducción de costos, Jeneen está emociona-
da por el plan que la fuerza especial de tarea ha creado y los ahorros que resulta-
rán de ello. Para ella es mucho más satisfactorio porque dos equipos anteriores habían
creado buenos planes pero nunca lograron implementarlos. Ella tiene confianza en que
esta vez será distinto.
La diferencia es que Jeneen se aseguró de que el plan detallara con exactitud la
manera en la que los administradores y los empleados deberían de implementar el
plan. Cada paso fue pronunciado en un lenguaje a nivel del suelo. Lo único que tienen
que hacer es atenerse al plan tal como se les dio para poder producir resultados dra-
máticos.
¿Cuáles son sus apuestas? ¿Cree que el plan a nivel del suelo de Jeneen funcio-
nará? A mí me preocupa que este plan también falle. ¿Por qué? Porque la gente que
tendrá que implementar el cambio no fue involucrada en la decisión de los detalles del
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plan. Decirle a la gente cómo hacer exactamente lo que tienen que hacer puede traer
consecuencias desastrosas.
Con frecuencia la resistencia surge cuando dictamos cada paso que alguien ha
de seguir. Eso es porque la mayoría de nosotros nos consideramos profesionales
capaces que merecen tener un poco de control sobre la manera en la que hacemos
nuestro trabajo. Nos enorgullece la forma en la que lo hacemos. Queremos que se
nos respete por nuestras habilidades y es casi insultante que nos digan exactamente
cómo proceder.
He aquí el dilema práctico del administrador: es más probable que la gente inicie
un cambio si los pasos se han especificado a nivel del suelo, pero cuando a las personas
se les dice exactamente lo que tienen que hacer, se resisten y se rebelan. Por fortuna,
existe una solución sencilla para este entuerto. Pregúnteles qué hacer. En lugar de
decírselos, haga preguntas tales como:
Preguntarles en lugar de decirles qué hacer tiene muchas ventajas. Las más obvias
son los beneficios emocionales. Un empleado que tiene voz para definir cómo resolver
un problema tiene un deseo más fuerte de lograr que la solución funcione.
Quizás más importante aún es que cuando se les pregunta a los empleados, a
menudo sugieren ideas nuevas y mejores. Puede ser que muchas de sus ideas no se
puedan aplicar, pero usted sólo necesita una o dos que sí sean posibles. Los costos
en tiempo en explicarles por qué esas ideas débiles no funcionarán se verán más que
compensados por los beneficios de adoptar las que sí son buenas.
Este capítulo detallará maneras en las que se puede hacer que el proceso de
pregunta y respuesta sea más genuino y por tanto provoque que la gente se involucre,
lo cual constituye un elemento importante de la activación. Mientras que muchos
administradores “empoderan” o “involucran” a los trabajadores durante el diseño del
cambio sólo de dientes para afuera, a menudo es porque no comprenden que la forma
de hacer esto es haciendo preguntas en lugar de dictar órdenes. Es especialmente
importante seguir preguntando durante las etapas 2 y 3, cuando surgen obstáculos
inesperados y los errores son comunes.
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Sucede con mucha frecuencia que los líderes, cuando le preguntan al personal de
batalla por sus ideas, ya han escogido un camino de antemano y en realidad sólo están
buscando ratificación, no alternativas. A ninguno de nosotros nos gusta ser tratados
como sellos de goma.
Si va a preguntar, también debe escuchar. De otro modo, los empleados interpreta-
rán sus preguntas como una pantomima hecha para engañarlos y para hacerlos creer
que su plan en realidad es idea de ellos. Usted debe interesarse sinceramente por sus
respuestas. Y existen buenas razones para estar sinceramente interesado. ¿Por qué
no habría de interesarle escuchar a alguien que tiene una idea que puede ahorrarle
tiempo y dinero en la implementación? Las formas más sinceras de escuchar son usar
las sugerencias de la gente y darles crédito por sus aportaciones.
Involucrar a los empleados de esta manera ayuda a reducir las emociones negati-
vas que bloquean el cambio. Estar involucrado en la decisión de cuáles son los pasos
a tomar hace que los empleados tengan más valor y confianza. Además, motiva a las
personas a probar que su idea funcionará.
Como líder usted está acostumbrado a ser el que escoge las metas y decide
cómo alcanzarlas. Usar el enfoque de “preguntar en lugar de decir qué hacer” podría
requerir de un cambio importante en su propio estilo de administración. Mientras las
personas de primera línea quieren tener voz en la forma de implementar una estrate-
gia, usted puede resistirse a alentarlos a hablar. He aquí un cambio que quizás tenga
que hacer y otra curva J personal por la que tendrá que atravesar. Desmenucemos
ahora el enfoque de “preguntar en lugar de decir qué hacer” para llevarlo a nivel del
suelo, con objeto de que le sea fácil comenzar.
LA TÉCNICA DE JEOPARDY
El show de televisión Jeopardy difiere de todos los demás shows de preguntas. En otros
programas, los concursantes tratan de responder las preguntas que los conductores
les hacen. En Jeopardy, el anfitrión da la respuesta y los concursantes deben idear la
pregunta. Todo se hace con la magia de las palabras anteponiendo a la respuesta las
frases “¿Quién fue…?” o “¿Qué es…?”
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Muchos jefes asumirían el manto del sabio consejero con mayor experiencia y deli-
nearían cómo es que Mary tendría que enfrentar esta asignación. En otras palabras,
le dirían qué es lo que tiene que hacer. Es fácil caer en la modalidad por defecto de
decir lo que hay que hacer. Después de todo, usted tiene más experiencia, y sólo está
tratando de ayudarla. Y, muy honestamente, es bonito demostrarle su conocimiento a
una persona más joven.
A pesar de sus buenas intenciones y de los posibles beneficios de decirle a Mary
cómo proceder, ¿qué más podría hacer? Sí, comenzar por preguntarle a Mary cuáles
serían los pasos que tomaría para empezar a sacar adelante su idea. Usted siempre
puede darle sus ideas después de alentarla con una oportunidad para que exprese las
suyas.
Mary sugiere que el primer paso es hacer una investigación preliminar sobre la
viabilidad de la idea. Una vez hecho eso, ella considera que el segundo paso sería for-
mar un equipo interdepartamental para evaluar los datos y decidir un plan. Usted está
impresionado con sus respuestas porque sus pensamientos corren de manera paralela
a los suyos, aunque usted no había pensado en involucrar a empleados de otros depar-
tamentos en estas primeras etapas. Preguntar ya ha empezado a rendir frutos.
Mientras Mary piensa en estos dos primeros pasos, está un poco preocupada
porque será mucho trabajo y ella todavía tiene que llevar a cabo sus obligaciones habi-
tuales. Usted puede ayudarle a que use su ingenuidad para desmenuzar este proyecto
en segmentos que sea posible hacer y que se acomoden a su horario. Puede hacerle
preguntas sobre cada uno de los dos pasos que ha propuesto.
Los que siguen son algunos lineamientos generales para hacer preguntas que pue-
den ser aplicadas a un rango muy amplio de situaciones.
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El verbo que requiere ser desmenuzado durante el primer paso es el verbo “hacer”;
en el segundo paso, los verbos son tanto “ensamblar” como “decidir”. El formato para
sus preguntas puede ser ¿Qué es lo que estaría implicado en (verbo)? O ¿cómo se regi-
ría por (verbo)? Usando como ejemplo estos verbos, he aquí algunas preguntas que le
puede hacer a Mary. “¿Qué implicaría hacer la investigación?” o “¿Cómo le harías para
armar un equipo y cómo es que el equipo tomaría una decisión?”
Ya sea que trate con empleados que ya estén a bordo o con aquellos que se resisten
a un cambio, ir en busca de los verbos es una buena práctica en cualquier plan que
se elabore a nivel del suelo. Es probable que usted ya tenga una idea de cómo debería
hacerse algo en específico. Si le pregunta a la gente por sus ideas, usted podrá consi-
derar enfoques alternativos.
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O también podría empezar con una pregunta general, como “¿Qué problemas
podrían surgir mientras estés… haciendo la investigación, formando el equipo o
creando el plan?” Cuando ella identifique problemas potenciales, entonces, en lugar
de decirle qué hacer, puede preguntarle cómo los enfrentaría.
Un enfoque ligeramente distinto consiste en empezar por sugerir un problema
potencial y preguntarle a la otra persona cómo enfrentaría el problema. Por ejem-
plo, cuando Mary describa cómo va a formar el equipo, usted puede comentar que
los empleados talentosos que ella quiere incluir en el equipo podrían sentir
que están demasiado comprometidos a servir en otros proyectos. Aquí también puede
preguntar, en lugar de decir qué hacer. “¿Puedes pensar en algunas personas claves
que quieres que formen parte del equipo y que quizás puedan sentir que ya están
haciendo demasiados proyectos especiales? ¿Qué podrías hacer para que estar en tu
equipo resulte menos oneroso y más interesante para ellos?” Déle tiempo a la perso-
na para pensar en una respuesta antes de decir nada más. Puede tomar un minuto,
pero probablemente creará algunas soluciones inteligentes. Si no, usted puede darle
las suyas.
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ESTILOS DE PREGUNTAR
Una vez que se acostumbre a preguntar en lugar de decir qué hacer, puede refinar su
estilo siguiendo los lineamientos que se describen en esta sección.
Interrogación
Cuando empieza a utilizar la técnica de Jeopardy para preguntar en lugar de decir qué
hacer, es fácil sonar como un abogado que hace un interrogatorio a los testigos de la
parte contraria. “¿Qué es lo que significa reunir? ¿Cómo es exactamente que harías
la investigación?” Hacer de golpe una lista de preguntas como éstas a un empleado
puede ser aplastante.
No son sólo las preguntas las que pueden ser intimidantes. Su comportamiento
no verbal, en especial una expresión amarga en el rostro, pueden asustar a la gente.
Sonreír en vez de fruncir el ceño, mantener los ojos bien abiertos en lugar de entrece-
rrarlos, son sólo un par de las pequeñas cosas que puede hacer para alentar de manera
sutil a las personas a que se relajen cuando respondan a sus preguntas.
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Su actitud es crucial para establecer un ambiente que logre calmar a la otra per-
sona. Usted quiere establecer un diálogo, aunque su papel sea más bien el de hacer
preguntas y escuchar las respuestas de la otra persona. La clave es hacer las preguntas
de forma tal que muestre su respeto por las habilidades del empleado, en vez de impli-
car que usted cree saber todas las respuestas.
Trate a otras personas como sus pares mientras trata de ayudarlos a desmenuzar
el cambio en pasos aún más pequeños y manejables. Manténgase abierto a sus ideas y
dispuesto a aprender nuevas formas de hacer las cosas. Cuando respondan a sus pre-
guntas, muestre aceptación, no haga juicios y afirme sus respuestas.
Recuerde que su meta es ayudarlos a generar respuestas nuevas y mejores que
las que usted ya tiene en mente. Exprese su reconocimiento y gratitud cuando se les
ocurran formas nuevas de implementar el proyecto.
Durante este diálogo es probable que usted también se sienta estimulado a pensar
en ideas novedosas. Está bien contarle a la gente sus nuevas ideas, pero espere hasta
que ellos le hayan dado voz a las suyas. Cuando comparta sus ideas creativas, asegúrese
de recordarles que su creatividad se estimuló debido a la conversación con ellos. Esta
es otra manera de reconocer su aportación.
En cierto sentido usted está entrenándolos durante el proceso. No se considere
la clase de entrenador que sabe todas las respuestas. En lugar de ello, véase como un
facilitador que es bueno haciendo preguntas que logran que surja el conocimiento de
los demás y que está interesado sinceramente en escuchar sus respuestas.
Preguntas dirigidas
Su estilo también se refleja en la clase de preguntas que hace. Es muy tentador decir lo
que hay que hacer indirectamente, si reformula su respuesta a modo de pregunta
Las preguntas dirigidas o inductivas demuestran una falta de respeto por la otra
persona. La gente rápidamente descubrirá su táctica incluso si usted no está conscien-
te de lo que está haciendo. Cuando se den cuenta de que sus respuestas en realidad
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les están diciendo cuál es la respuesta que usted quiere que den, se retirarán. Evitarán
responder a sus preguntas porque sienten que usted está siendo condescendiente —y
de hecho así es. No lo haga. Aprenda a ayudarlos con sinceridad a que generen sus
propias ideas.
Preguntas reprobatorias
Evite las preguntas que transmitan de manera implícita sus juicios negativos sobre
la respuesta previa de la persona. Imagínese que Gary le da sus ideas sobre qué es lo
que debería de estar en la agenda para una reunión de equipo. Usted piensa que su
sugerencia sería un error serio, y está a punto de decírselo. Al recordar que debe pre-
guntar en lugar de decir lo que hay que hacer, usted se fuerza a expresarlo a manera
de pregunta, tal como:
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que usted tiene es que los clientes actuales podrían sentir que no se les está tratando
muy bien. Puede decirle eso a Mario, “puedo ver cómo tu idea puede ser atractiva para
los nuevos clientes, pero me preocupa que nuestros clientes actuales puedan sentir
que se les está cobrando de más cuando tienen que pagar el precio completo. ¿Se te
ocurren algunas maneras de hacer lo que estás proponiendo sin alienar a nuestros
clientes actuales?”
Si usted está preocupado por diversas consecuencias negativas de la propuesta
de un empleado, dígale cada una de ellas en una secuencia y pregunte cuál podría
ser la solución. “Tu idea tiene muchas ventajas, pero me preocupan varias desventajas
posibles. Tal vez me puedas ayudar a resolver cada una de ellas. Para empezar, esto
podría afectar severamente el rendimiento durante este trimestre. ¿Cómo le hacemos
con eso?”
Con frecuencia los empleados dan respuestas imprácticas porque usted no les
explicó completamente todas las restricciones implicadas en la situación. En estas
instancias, usted puede decir algo como “La idea que tienen es buena, pero me hace
pensar que olvidé decirles una condición de frontera que es importante. Tenemos
que hacer esto sin ningún costo adicional. Disculpen que no haya explicado ese
detalle crucial. Dada esta restricción, ¿de qué otra manera podríamos abordar
esto?”
En general, es mejor posponer estas discusiones acerca de los pro y los contra de
una sugerencia en particular hasta que la persona o grupo haya tenido tiempo sufi-
ciente para pensar en tantas ideas como sea posible. Si deja de evaluar cada una de
las soluciones tan pronto como éstas se proponen, estimulará que se generen muchas
más. Ponga sus preocupaciones en su estacionamiento mental, y vuelva a ellas después
de que termine la lluvia de ideas.
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He aquí cómo responder si es que sus empleados no dicen nada, dan respuestas
generales o dicen “pues sólo dígame cómo”.
No diga nada
Sus rostros en blanco unidos a un encogimiento de hombros implican que carecen
de cualquier noción sobre qué sugerir. En su experiencia, ¿estas expresiones vacías
reflejan con exactitud qué es lo que está sucediendo en sus cabezas? ¿O acaso sos-
pecha que a pesar de sus expresiones confundidas, sí tienen ideas pero no dirán ni
una palabra?
Todos conocemos personas que tienen cosas qué decir, pero no quieren hacerlo.
¿Por qué no? Quizás se mantengan callados debido a la forma en la que usted reaccionó
ante las sugerencias en el pasado. Es probable que recuerden que su reacción ante las
sugerencias de alguien más fue muy severa y reprobatoria. Mucha gente no dice nada
por temor a una crítica similar a esa.
De hecho, es probable que recuerden algo más acerca de usted. Si se mantienen
callados el tiempo suficiente, ¿qué es lo que hará? Les dará la respuesta. Usted les
dirá cuáles son sus ideas sobre cómo proceder. Así es que lo dejarán que desarrolle los
planes, y simplemente se sentarán ahí, asentirán y le dirán lo inteligente que es usted
después de que han logrado que sea usted quien haga todo el trabajo. Han aprendido
que es mejor permitirle que haga las cosas a su manera.
En ocasiones los empleados tratarán de tenderle una trampa haciendo preguntas
para que usted responda, “Uy, no lo sé. ¿Dónde cree que deberíamos empezar?” Puede
que se sienta bien que le pregunten y puede sentirse tentado a contestar, pero de nuevo
dirija la pregunta hacia ellos. “En realidad no tengo muy buenas ideas sobre esto toda-
vía, por eso es que me gustaría escuchar las suyas.”
Una manera efectiva de superar esta clase de silencio es simplemente repetir la
pregunta. “Así es que, si vamos a contratar a un nuevo administrador del proyecto,
¿cómo podríamos empezar?” Si lo único que obtiene son hombros encogidos y miradas
de que no entienden nada, tan solo repita la pregunta. “Todos hemos coincidido en
que tenemos que contratar a un nuevo administrador para que coordine este proyecto.
¿Cómo empezaríamos ese proceso de contratación?” Es bueno si puede formular la
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Estas preguntas más detalladas hacen que para los empleados sea más difícil
actuar como si no tuvieran ninguna idea. Cuando hagan sus sugerencias, recuerde
mostrarse afirmativo ante todas las respuestas de manera que su respuesta ante ellas
haga que otros se animen para unirse al equipo.
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Asumo que estamos comprometidos con lograr esto, y me gustaría escuchar sus
ideas sobre qué deberíamos de hacer para que nuestro compromiso se vuelva una
realidad.”
O bien muestre que está de acuerdo con la respuesta general de la otra persona y
continúe con una pregunta acerca de pasos específicos que se pueden tomar. Por ejem-
plo: “De acuerdo, tenemos que estar comprometidos con hacer una buena contratación
rápidamente. ¿Qué clase de conocimientos a nivel educativo y qué experiencia debería
de tener la persona?” Estas preguntas de seguimiento pueden ser dirigidas al empleado
que dio la respuesta general inicial o bien a todo el grupo. Cuando esté trabajando con
un grupo de personas, usted querrá fomentar que todos empiecen a hacer sugerencias
a nivel del suelo.
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La respuesta de “sólo díganos cuáles son sus ideas” también puede ser extraña
cuando usted no tiene ni la menor idea de qué hacer. Esta es otra ocasión perfecta
para la honestidad. Admita abiertamente que no tiene una solución y hágales saber lo
importante que es su papel en la proposición de ideas.
MOSTRAR SINCERIDAD
Preguntar en lugar de decir qué hacer puede ser percibido como una treta manipula-
dora a menos que esté sinceramente interesado en las respuestas de todos. ¿Qué es
lo que puede hacer para demostrar que es sincero? Es fácil ser sincero si recuerda por
qué está haciendo preguntas. Usted está preguntando porque espera que ellos tengan
una respuesta mejor. Por lo tanto, en verdad quiere escuchar todo lo que dicen porque
podrían darle una solución invaluable en cualquier momento.
Los administradores avezados aprenden cómo hacer uso de las preguntas para
producir las respuestas que quieren escuchar. Cuando los trabajadores hacen una
sugerencia que no es bien recibida, el administrador o gerente podría decir algo
como “Sí, bueno, esa es una posibilidad. ¿Quién tiene otra idea?” Pero cuando obtie-
ne una respuesta deseada, dice “Es una sugerencia genial”, y no se preocupa por
averiguar más ideas. Sus empleados aprenden a percibir sus señales y descubrirán
cuáles son las sugerencias que a usted le agradan y cuáles no. También puede ser
que de alguna manera usted actúe como si les dijera qué hacer debido a que ese
es el efecto de sus reacciones verbales y no verbales ante sus respuestas. De hecho
eso es peor que decirles qué hacer, porque la gente se resiente con usted por actuar
como si ellos no fueran lo suficientemente inteligentes para darse cuenta de su
estrategia.
Preguntar no constituye una demostración adecuada de sinceridad; usted debe
utilizar sus sugerencias. Por fortuna, los empleados a menudo tienen buenas ideas, y
usted querrá incluirlas con mucho gusto. Incluso en los casos en los que no esté seguro
de cuál es el valor de lo que están diciendo, si no le resulta costoso, probablemente
sea una buena idea incluir algunas de sus sugerencias. ¿Quién sabe? Puede que usted
esté equivocado en sus apreciaciones, y que lo que ellos propusieron pueda resultar
ser muy factible.
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CONSEJOS PRÁCTICOS
El punto repetitivo en este capítulo es preguntar, en lugar de decir qué hacer. A menos
que ponga esta idea en acción, este buen consejo sólo prevalecerá como una idea. Para
hacer eso es necesario seguir la ruta de la activación.
Usted puede llevar esta idea a cuáles son los pasos a nivel del suelo que se necesi-
tan, si decide sobre tres situaciones concretas en las que ésta se aplicaría. Es posible
que los individuos sean personas de su trabajo o bien de su vida personal. El grupo
puede ser un equipo del cual usted sea el líder o un miembro.
Para cada situación, imagínese una situación por venir en la que su primer impul-
so será decirles qué es lo que tendrían que hacer. Para poder prepararse a sí mismo
para actuar de manera distinta, sea específico con respecto al momento y el lugar en
el cual es probable que surja esta situación. Quizás tenga programada una cita con un
empleado, una reunión planeada con el equipo o una oportunidad de hablar con su hijo
en la cena mañana. Imagínese cuáles son las cosas que se sentiría tentado a decirles,
y entre este momento y aquél, ensaye algunas preguntas que podría hacer en lugar de
hacer eso.
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¿Hay alguien con quien tenga que ponerse en contacto para asegurarse del
progreso en un proyecto? Cuando habla con él, de entrada anticipa un problema
al que él se va a enfrentar y usted ya sabe cómo debería de enfrentarlo. Resista la
tentación de decirle cuál es su solución. Mientras él le cuenta el problema, pien-
se en preguntas que podría hacerle para hacer que pensara en soluciones. “¿Qué
ideas tienes para enfrentar esto?” o “¿Has pensado en alguna manera de resolver
este asunto?” Al hacer preguntas usted está enseñando cómo resolver problemas,
desarrolla la independencia de los trabajadores y delega el trabajo. Es un enfoque
ganador.
Las reuniones de grupo proporcionan un ambiente ideal en el cual se pueden
practicar las preguntas. Es típico que surja algún asunto y que varias personas,
incluso usted, tengan opiniones acerca de qué es lo que se debe hacer. A menudo
simplemente esperamos con impaciencia a que los demás terminen con sus observa-
ciones. Pensamos “¿Por qué no dejan de hablar para que yo pueda dar la respuesta
correcta?” En vez de eso, mientras está esperando, piense en preguntas que podría
hacer para obtener más respuestas de los otros miembros del grupo. Después de
que los demás han hecho sus sugerencias, puede insertar su idea si es que nadie ha
pensado en eso. Al preguntar usted adopta el papel de un miembro del equipo que en
verdad está promoviendo el trabajo en equipo en lugar de intentar obtener la gloria
personal. Este es un enfoque que puede usar no obstante que usted sea el líder del
equipo o un miembro de éste.
Al principio puede ser que la gente se muestre sorprendida ante sus preguntas,
simplemente porque están acostumbrados a que usted sea más directo. Puede ser que
tenga que repetir sus preguntas para mostrarles que está interesado sinceramente en
lo que piensan. Una vez que demuestre que realmente le gustaría escuchar sus ideas,
obtendrá más de ellos. Y, lo que es más probable, usted se sorprenderá por lo perspica-
ces e inteligentes que son sus ideas.
De la misma manera en que a los demás les tomará un poco de tiempo ajustarse a
su nuevo comportamiento, también es probable que le tome varios intentos cambiar su
estilo. En otra manera de ilustrar la curva J, quizás usted pueda no ser muy consistente
cuando inicie. Puede que resbale y termine diciendo qué hacer. Eso es normal en la
etapa 2. También es posible que sus preguntas se encuentren con miradas en blanco o
con discusiones que no son muy fructíferas. La clave es seguir haciéndolo.
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ANTEPONGA LAS RECOMPENSAS
P iense por un momento en las cinco etapas de la curva J. ¿Cuándo es que vale la
pena haber hecho un cambio? ¿Cuándo es que realmente se ven las grandes ganan-
cias? No sucede sino hasta la etapa 5. Es ahí cuando su desempeño supera al que tenía
cuando empezó en la etapa 1. Es hasta el final cuando se vuelve rentable haber pasado
por todos los costos que implicó el cambio.
La naturaleza de la vida es que las recompensas del cambio se reciban hasta el
final. Nuestra naturaleza como seres humanos es que deseamos y necesitamos recom-
pensas al principio. Esto representa una discontinuidad desconcertante. Queremos y
necesitamos tener recompensas durante las etapas 2 y 3, cuando el desempeño está
cayendo y estamos cometiendo un error tras otro. Pero dado que estamos fallando con-
tinuamente, la naturaleza no nos proporciona muchos estímulos morales.
Escuche esas palabras: querer y necesitar. Para cualquiera que tenga la sensibili-
dad de un vendedor, lo que se quiere y se necesita se puede traducir en oportunidades.
Y para usted, el líder del cambio, hay una oportunidad de oro para proporcionar las
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recompensas cuando los empleados las necesitan, es decir, al principio, cuando las
cosas no van bien. Considere este ejemplo.
Mientras los demás le están dando largas, Cristina, del Departamento de Factura-
ción está intentando hacer lo mejor posible para que el nuevo procedimiento funcione.
Ella no está convencida de que sea necesario un nuevo sistema, y en caso de que se
requiera uno, tampoco está convencida de si este método es el mejor. Se siente aver-
gonzada y frustrada porque ella era muy buena haciendo las cosas en la antigua mane-
ra. En el fondo de su corazón, es posible que a ratos desee no haber aceptado formar
parte del cambio. Aun así, ella persiste.
Al igual que todo el mundo, Cristina necesita que la alienten al principio, cuando
el progreso es lento, no sólo al final, que es cuando tradicionalmente se dan las recom-
pensas. ¿Qué es lo que su gerente podría hacer? Darle reconocimientos a su medida y
desde los comienzos.
Al igual que un padre que aplaude los primeros pasos de un niño incluso cuando sabe
que seguramente se caerá, un líder sabio apoya con vehemencia a las personas que están
atravesando por el tumulto de las etapas 1, 2 y 3. Sí, se tropezarán igual que el bebé.
Pero cuando logren su equilibrio, se abrirá todo un cúmulo de nuevas posibilidades.
Este capítulo explica cómo un líder puede “turbocargar” el impacto que tengan sus
halagos si los hace a la medida de cada individuo, sin mostrar favoritismos ni parecer
poco profesional o poco sincero. Si los líderes expresan sinceramente su aprobación,
incluso por los pasos más pequeños que se den en la nueva dirección, ayudarán a moti-
var a las personas para que persistan con el nuevo enfoque a través de las fases del
cambio más difíciles y desalentadoras.
La expresión “anteponer las recompensas” suena fría y objetiva. Mientras que es cier-
to que la frase captura la idea de manera exacta, ciertamente no expresa los sentimientos
humanos que están detrás de esta imperativa de la administración. Considere el ejemplo
de Cristina en Facturación. ¿Cómo se siente estar en sus zapatos mientras ella da esos
pequeños y cuidadosos pasos por las orillas del risco emocional de la etapa 2? Aunque ella
tiene dudas con respecto al cambio que usted propuso, está dispuesta a actuar incluso si
le resulta doloroso cometer errores. Su voluntad es más admirable porque si estuviera
haciendo las cosas en la forma anterior, su desempeño estaría libre de errores. Es pro-
bable que por momentos Cristina piense en todos los beneficios que está dejando atrás y
sienta que el costo de la oportunidad de obtener recompensas, se ha esfumado.
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¿Y por qué está pasando por todo esto? Por usted. Cuando mira la situación desde
su perspectiva, se da cuenta de que lo que ella está haciendo es muy especial y mere-
ce su gratitud. Identificar aquello por lo que sus empleados están pasando durante
las etapas 1 y 2 conforme enfrentan sus “monstruos” debería contribuir a encender
la chispa de su gratitud. También debería de recordarle que es necesario redoblar
su afán por expresar su admiración y elogios hasta por los esfuerzos más pequeños.
Haríamos bien como administradores al emular el orgullo que sienten los padres por
los logros de sus pequeños hijos e hijas. Al igual que esos padres, deberíamos de bañar
de reconocimiento a los “miembros de nuestra familia” por el valor de estar dispuestos
a intentar algo nuevo.
Cuando se antepone el elogio y otras recompensas al principio de un cambio, que
son los momentos en los que la naturaleza no provee de ningún incentivo, podemos
ayudar a que los empleados superen la frustración de aprender a hacer algo nuevo. Su
elogio permite que las personas adquieran la habilidad y el conocimiento de manera
que puedan ser exitosos con la nueva forma de hacer las cosas. Cuando empiezan a
alcanzar el éxito, entonces experimentan los beneficios inherentes a hacer las cosas
en el nuevo estilo. En la etapa 4 empezará a ocurrir una transformación personal, y los
empleados empezarán a decir:
“Esto es divertido.”
“Esto sí hace que el trabajo sea más fácil.”
“De hecho prefiero esta manera a la anterior.”
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posible? Hay algunas cosas muy simples que usted puede hacer para aumentar de
manera dramática el impacto de sus elogios.
Para que un elogio sea efectivo, tiene que ser percibido como sincero. Requiere
que usted lo diga en serio y que tenga que comunicar que lo dice así. A veces incluso
cuando es sincero, esto no se nota en las palabras que dice. Existe una manera muy
directa de comunicar la sinceridad y al mismo tiempo turbocargar los efectos de
su elogio. Personalice sus enunciados agregando una o dos frases que expresen la
naturaleza exacta del gusto que siente. Cuando lo haga, la gente sentirá cuánto le
importa.
Note cuál es la diferencia entre estas dos expresiones de elogio ante la misma
acción.
No hay nada de malo con la primera, pero la segunda tendrá mucho mayor impac-
to porque Jorge sabrá por qué sus acciones fueron importantes para usted. Con sólo
agregar ese corto enunciado aclaratorio, usted ha hecho que su elogio sea mucho más
significativo. ¿Cuál es el que más probablemente repita esa noche a la hora de cenar
con su familia? Es probable que hasta su orgullo crezca al recordar cuán importantes
fueron sus esfuerzos para hacer posible que el jefe terminara a tiempo un trabajo
importante.
En un sentido, las palabras generales con las que se elogia están a una altitud de
12 000 metros. Tendrán más impacto si logra traducirlas a nivel del suelo. Personalizar
sus elogios significa ser específico acerca de lo que la persona hizo y decir exactamente
por qué es que fue digna de elogios.
Un beneficio adicional de personalizar sus elogios es que crea una apertura fácil
para mejorar la relación. ¿Qué es lo que sucedería si usted personaliza los elogios con
una observación importante, tal como “Gracias, Jorge, fue un gran trabajo. De seguro
que tuviste que invertir algunas horas extras.”
Así Jorge tendrá la oportunidad perfecta para decirle cómo tuvo que llegar varias
horas antes cada día y los problemas que encontró. Esos detalles le proporcionarán
una mejor apreciación de lo que él logró así como una oportunidad para expresar su
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gratitud en forma sincera con mucho mayor detalle. Lo más probable es que termine
dándole las gracias por reconocer sus esfuerzos. Esta discusión agregada sólo toma
unos cuantos minutos más; sin embargo, fortalece la relación porque se comprenden
mejor uno al otro. Incluso si Jorge dice “Ah, no fue nada”, usted sabe que a él le encan-
ta recibir un reconocimiento extra por parte de usted.
Los elogios le dan significado a lo que alguien hizo en el pasado pero también
hacen que sea más factible que vuelvan a hacerlo en el futuro. El elogio refuerza un
acto, y hace que los empleados sepan que a usted le gustaría que lo repitieran. Perso-
nalizar sus elogios magnifica el poder de sus palabras. Con tal de ganar un poco más
de su atención personal, los empleados estarán motivados para hacer incluso más de
lo que hicieron en el pasado.
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especifica qué fue exactamente lo que hizo la persona para ganarse su elogio, usted se
enfoca más en sus acciones que en ella como persona.
La gente ya sabe
Quizás lo sepan. Pero nunca se cansan de escucharlo. La verdad es que todos somos
unos glotones de los elogios, aún cuando en ocasiones nos sintamos incómodos o
avergonzados mientras los escuchamos. Esa incomodidad pública no debería de dete-
nerlo para ofrecer elogios personalizados. Puede darlos en privado o bien escribirlos
en una carta, pero hágalo. Incluso los trabajadores de más alto desempeño, que
parece que derrochan confianza en sí mismos, tienen momentos de duda personal.
En esos momentos una palmadita en la espalda es especialmente significativa.
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personalizados de manera regular puede ser una manera conveniente de balancear los
libros de cuentas por todo lo que están haciendo.
NO SÉ CÓMO ELOGIAR
La siguiente sección está diseñada para los administradores que argumentan que lo
que los detiene de elogiar a la gente no es una falta de motivación sino de conocimien-
to. Aprenderá una variedad de formas en las que pueda darle un impacto personal a
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“Excelente trabajo.”
“Bien hecho.”
“Magnífica idea.”
“Bien por ti.”
“Muy impresionante.”
“Gracias por manejarlo tan bien.”
Estas expresiones breves y no específicas pueden ser dichas con una variedad de
tonos de voz, énfasis y comportamientos no verbales que subrayen sus sentimientos.
Para turbocargar el impacto de sus elogios, puede expandirlos y personalizarlos para
algunas personas en particular. Para ayudarle a pensar en maneras en las que pueda
llevar sus elogios a nivel del suelo, hágase cualquiera de las siguientes preguntas antes
de que comience a hablar. De seguro una de éstas lo estimulará a pensar en maneras
para elaborar sus elogios.
• ¿Cómo lo ayudaron a usted o al equipo las acciones que realizó esta persona?
• ¿Por qué su contribución es especialmente útil en este momento?
• ¿Cómo fue exactamente que él o ella lo hicieron?
• ¿Hay muchas personas más que harían algo como esto?
• ¿Qué clase de esfuerzo implicó?
• ¿Qué es lo que sus acciones dicen de él o de ella como persona?
• ¿Qué implica para el futuro de la empresa el desempeño de esta persona? ¿Y
para su propio futuro?
• ¿Qué es lo que eso dice de su organización?
Para ver de qué manera usar estas preguntas, nos apoyaremos en dos ejemplos
recurrentes. Imagine que Leonor e Isaac han hecho cada uno cosas dignas de elogio
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al enfrentar el cambio. Leonor se ha ofrecido ella misma y a su área para ser los
conejillos de indias y probar un procedimiento nuevo. Isaac ha asumido más trabajo
al ofrecerse como voluntario para enseñarle a Gene, su nuevo jefe, los pro y contra de
la operación, porque él no proviene de la empresa. Las frases de muestra sólo tienen la
finalidad de servir como ejemplos generales y, naturalmente, usted querrá emplear
frases que se acomoden a su estilo personal y a su situación.
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Debe ser muy cuidadoso con esta versión de la personalización, de modo que no
parezca que denigra a otras personas al mismo tiempo que elogia a este individuo.
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ascenso. Ellos se sienten agradecidos de estar en donde están y no tienen ningún plan
de un avance inmediato o un aumento de sueldo.
“El hecho de que seas un jugador del equipo significa que habrá otras oportuni-
dades para que asumas una posición de liderazgo. No sé cómo será eso. Pero muchas
personas se van a dar cuenta de quién eres debido a esto.”
O “no estoy prometiendo nada; es sólo que en mi experiencia, la clase de esfuerzo
que acabas de hacer te traerá beneficios a lo largo del tiempo en esta empresa o en
cualquier otro lugar.”
Manejar de manera explícita las expectativas de la relación que hay entre elogio
y dinero puede ser útil. Una manera de evitar los malos entendidos es ocasionalmente
hacer una afirmación general acerca de sus puntos de vista con respecto a la relación
entre elogiar y dar recompensas tangibles.
Por ejemplo, un administrador hizo esto al señalar que “Aunque la palabra en
inglés “praise” (elogio) contiene en sí misma a la palabra “raise” (aumento) hay
una diferencia muy importante entre ambas” Alrededor de un par de veces por año,
ella le dice a su gente que muchas cosas son dignas de elogio, pero eso no significa
que resulten en un aumento. Ella agregaría “A largo plazo, hay muchas cosas que
son dignas de reconocimiento que son más importantes y valiosas que las cosas
que producen aumentos. Debido a que son tan valiosas y a menudo pasan desaper-
cibidas, me gusta tomarme el tiempo para reconocer su significado con algunas
palabras de elogio. Del mismo modo, las palabras de elogio que le da a un miembro
del equipo, en el largo plazo, suelen ser mucho más significativas a nivel personal
que el dinero”.
En tanto que es necesario tener cuidado, es posible hacer una referencia general
al hecho de que a la gente que manifiesta este tipo de rasgos le suceden cosas buenas.
Aunque siempre es bueno permanecer del lado de la cautela y explicar que usted no
está prometiendo nada en específico, la mayoría de las personas comprenden que está
haciendo una afirmación general, no un compromiso específico.
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“La velocidad con la que respondiste mi problema me indica que Toyota está real-
mente preocupada por la satisfacción de sus clientes.”
“Cuando alguien pregunta dónde está un producto, cualquier empleado en la
tienda lleva al cliente hasta el lugar exacto en el pasillo en el que se encuentra. Eso
sólo sucede porque entrenas a tus asociados de primera línea de manera tan cuidadosa
como el Ritz Carlton entrena a su gente.”
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suma cero. Parece que pensaran que si elogian los logros de los demás, disminuirán
los propios.
Los verdaderos líderes, aún cuando se sienten orgullosos de sus propios logros,
operan a un nivel que abarca más cosas. Consideran que es su trabajo crear un
ambiente en el que los demás puedan alcanzar resultados notables. Los líderes
saben que sacar lo mejor de las personas significa reconocer sus logros de manera
constante.
En ocasiones elogiar puede representar un reto porque no hay mucho qué elogiar.
Por ejemplo, es posible que el trabajador haya intentado el nuevo enfoque una o dos
veces pero no haya tenido éxito. En esencia, todavía no han logrado nada que usted
pueda resaltar en sus elogios. En estos casos, elógielos por intentarlo. Puede reconocer
cuánto esfuerzo invierten en el intento o enfatice cuánto significa para usted que estén
dispuestos a intentarlo y seguirlo intentando.
El otro secreto para aumentar el impacto que pueden tener sus elogios es ponerlos
por escrito. No tiene que ser extenso, pero una simple oración en un papel puede hacer
maravillas. Algo tan simple como “buen trabajo, gracias por todos tus esfuerzos” puede
llevar un peso adicional cuando está en una nota escrita a mano del jefe. La mayoría
de nosotros tenemos una carta o una nota así resguardada en el cajón o en algún sitio
especial.
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Para que un cambio se complete con éxito a lo largo de la etapa 5 y que se con-
vierta en la nueva manera en la que hacemos las cosas, el sistema formal de recom-
pensas (como las compensaciones, bonos y ascensos) tiene que estar alineado con el
cambio. En términos estratégicos más amplios, estas recompensas más sustanciales
son de importancia vital para que el cambio se institucionalice de manera exitosa.
Los líderes de mayor rango tienen la responsabilidad de asegurarse de que el sistema
formal de recompensas reconozca a las personas que ya están operando bajo el nuevo
sistema.
En tanto que el sistema formal de recompensas es muy importante en esquema
más amplio del cambio organizacional, todos los gerentes, a niveles alto y bajo, necesi-
tan tener presente que el elogio es el recurso más potente durante las primeras etapas
de un cambio. La manera en la que se involucren personalmente y sus palabras de
reconocimiento personalizadas acerca de los logros de otras personas son cruciales
durante las etapas 2 y 3.
Las palabras de elogio tienen varias ventajas prácticas. No cuestan nada y están
dentro de su ámbito de control. Los gerentes de nivel medio rara vez tienen alguna
influencia en el sistema formal de recompensas, pero usted tiene el control total de
las recompensas informales. Las investigaciones muestran que éstas (por ejemplo, el
reconocimiento de un superior, el elogio de un compañero del equipo, el respeto de los
colegas) son mucho más importantes para conducir el comportamiento diario que las
recompensas distantes y formales.
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HAGA QUE SEA FÁCIL COMENZAR
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A la mañana siguiente resulta que se encontró con su jefe, quien con mucho
entusiasmo le preguntó cómo iban las cosas. Dado que está tan lleno de inseguridades,
admite que está enfrentando algunos retos. Él sigue sonriendo y termina diciendo
palabras de ánimo. “No pienses así. Cálmate. Eres bueno. Eres realmente bueno. Eres
la persona ideal para este puesto. No tengo dudas de tu capacidad para tener éxito. Ve
por ellos, tigre. Tú puedes hacerlo.”
Conforme se aleja, ¿cómo se siente usted? Sus palabras de aliento y confianza ele-
van su ánimo por uno o dos minutos. Luego, al caminar hacia su oficina, se da cuenta
de que él no quería escuchar sus miedos. Usted aún los siente, y no tiene soluciones
concretas a los problemas que enfrenta.
Su jefe estaba tratando de ayudarlo a lidiar con sus sentimientos de inseguridad
en la mejor forma que conocía, es decir, haciéndole saber la confianza que le tiene.
Aunque es maravilloso saber que sus superiores creen en usted, con frecuencia eso no
es lo que necesitamos como ayuda para superar el abismo del terror. La activación pro-
porciona estas palabras de aliento con herramientas específicas que harán que para la
gente sea más fácil comenzar a asumir los retos de la etapa 2.
En este capítulo aprenderá una serie de herramientas prácticas que puede usar
para lograr que a su equipo le sea fácil salirse de sus zonas de seguridad y dar esos
primeros pasos difíciles.
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Muchos administradores o gerentes sienten que necesitan ahogar todas las quejas.
Reaccionan a la defensiva porque perciben los sentimientos de los empleados como si
fuera un ataque personal hacia ellos y hacia su decisión de hacer el cambio. Sienten
la necesidad de aplastar toda disensión porque tienen miedo de que otros se quejen y
toda la iniciativa se venga abajo.
De hecho, es perfectamente normal que la gente se queje cuando se mete en
problemas mientras está llevando a cabo una tarea que no le gusta y que no escogió
hacer. Piense en un ejemplo de su vida personal. Digamos que a pesar de sus protestas,
alguien lo lleva a rastras a un evento. En el camino se encuentra con congestiones de
tránsito, el estacionamiento es un problema, hay largas filas en las cajas de cobro, y
termina con asientos mal ubicados. Para algunos de nosotros, esto puede ocurrir cuan-
do se nos obliga a ir a la ópera; para otros, quizás pueda ser una carrera de NASCAR.
La mayoría de nosotros se lamentaría y se quejaría por cada obstáculo en el camino y
probablemente expresaríamos nuestro deseo de estar en casa. Pensaríamos que nues-
tras quejas eran perfectamente razonables.
Del mismo modo, es razonable que los empleados expresen sus sentimientos
negativos ante un cambio no deseado cuando cometen errores y sufren contratiempos
durante las etapas 2 y 3. Sus quejas no necesariamente significan que van a dejar de
avanzar. Es sólo que en este momento se sienten frustrados y quieren expresarlo.
En el ejemplo personal que antecede, ¿qué es lo que usted quiere oír cuando está
lamentándose y quejándose? Quizás su primera elección sería “Está bien, no tenemos
que ir a la ópera (o a la carrera)”. Aún cuando no pueda escapar a la tortura anticipada,
al menos le gustaría que alguien lo comprendiera, alguien que dijera:
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Si tenemos que hacer algo que no nos gusta, nos agrada que la gente se dé cuenta
de nuestros sentimientos de infelicidad y de los sacrificios que estamos haciendo. La
verdad es que todos somos como niños que buscamos comprensión y consuelo cuando
lloramos. No nos gusta que nos digan que nos callemos. Nos molesta que la gente nos
diga que tan sólo seamos pacientes porque nos gustará NASCAR o la ópera (cosa que
quizás suceda). Y realmente nos puede hacer hervir la sangre que nos digan que esta-
mos actuando como niños, aunque sepamos que así es.
Estar consciente de cuánto le gusta cuando la gente comprende sus quejas debe-
ría de lograr que le fuera más sencillo darse cuenta de las quejas de otras personas.
Demostrar comprensión de manera sincera no significa que se va a convertir en un psi-
cólogo principiante o en un conductor de un programa de entrevistas demasiado emo-
tivo. Simplemente significa reconocer el derecho de la otra persona a expresar algunos
sentimientos negativos. Una manera sencilla de empezar a hacer eso es empleando lo
que yo llamo la técnica del bambú.
Cuando viene un viento fuerte, el bambú se dobla y luego regresa a su posición
original. Así es que la técnica del bambú también tiene dos partes: flexionarse y
enderezarse. Flexionarse implica reconocer los sentimientos de la otra persona.
Observe cómo esto se puede aplicar a algunas de las quejas más comunes durante
un cambio.
Cuando dicen “esto es demasiado difícil”, usted puede decir, “sí, estas primeras
etapas de la implementación son realmente difíciles”.
Si dicen “odio hacer esto”, puede responder, “puedo ver que en verdad odias este
nuevo enfoque”.
Si pronuncian “nunca lograremos que esto funcione”, usted puede flexionarse y
decir, “quizá tengas razón en cuanto a que va a ser difícil lograr que esto fun-
cione”.
Cuando opinan “la forma anterior era mucho mejor”, usted puede responder, “sí, la
forma antigua tenía algunas ventajas”.
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Incluso cuando lo ataquen a nivel personal, como en “¿a quién se le ocurrió esta
loca idea?”, usted puede decir, “Esta fue otra de mis ideas locas, algunas de ellas
funcionan y otras no”.
A menudo puede reconocer sus quejas si usa su mismo lenguaje (por ejemplo: dema-
siado difícil… lo odio… es una locura, y así sucesivamente) en una frase que demues-
tre que escuchó lo que dijeron y que esto tiene algo de legitimidad (por ejemplo: sí,
es difícil… algunas de mis ideas son locas… la antigua manera de hacer las cosas
ciertamente tenía muchos rasgos positivos). En algunos casos, quizás incluso pueda
expresar un consentimiento calificado con lo que dijeron, por ejemplo, “Puede ser que
tengas razón. Quizás nunca logremos que esto funcione”.
El segundo aspecto de la técnica del bambú es enderezarse. En el contexto de la
implementación, esto significa describir las acciones que la persona debería intentar a
continuación. Después de flexionarse, podría usar enunciados tales como éstos:
“Si sólo lo haces unas cuantas veces más, creo que lo lograrás”.
“Sigue haciendo lo que estabas haciendo y creo que eso funcionará para ti”.
“Intentémoslo de nuevo con un poco más de energía y entusiasmo”.
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obvio que querrá analizarlo más a fondo y revisar sus planes a la luz de sus sugerencias
constructivas.
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Aunque puede darles reafirmaciones verbales, sólo hay una cosa que realmente
los ayudará a empezar a confiar en sus palabras: la manera en la que usted reacciona
cuando alguien comete un error. Y no sólo el primer error, sino también el segundo y
el tercero. Todos estarán observando si usted critica o aplaude el que la gente cometa
errores. Sí, es correcto: aplaude. El elogio es la alternativa a la crítica, no el simple-
mente quedarse callado y no decir nada.
Para ayudarle a las personas a que confíen en sus palabras, prácticamente debe
celebrar sus caídas. Puede decir cosas como:
“Está bien. Estoy muy contento de que lo hayas intentado. Ahora inténtalo de
nuevo.”
“Bien por ti. La única forma en la que vamos a mejorar es si somos lo suficiente-
mente valientes como para intentar una y otra vez.”
“Gracias por tener el valor de intentar y seguir intentando.”
“¡Bravo! Fue un fracaso glorioso porque podemos usarlo para aprender y mejorar.”
“El único error que podemos cometer es no cometer errores. Debemos intentarlo
de nuevo y fracasar una y otra vez antes de que logremos que esto funcione.”
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Pero lo más importante es que necesitan entender cómo es que podrán llegar ahí. La
educación y el entrenamiento antes y durante la ejecución deben de hacer énfasis en
el conocimiento detallado de cómo hacer las cosas en la nueva manera.
Las personas necesitan algunas oportunidades realistas para practicar. Es necesario
que el “aprender haciendo” sea una parte de toda enseñanza en un salón de clases, de en-
trenamientos, libros o cursos en línea. La fórmula es bastante simple: segmentos de
educación cortos seguidos de una oportunidad de practicar; retroalimentación acerca del
desempeño; práctica refinada; y después volver a iniciar el ciclo en la siguiente lección.
En entrenamiento individual es una labor intensiva, pero también puede resultar
en grandes resultados rápidamente. Además de contratar a expertos que provengan
de fuera para que lleven a cabo el entrenamiento, considere algunos que sean de la
empresa. Por ejemplo, si alguna otra división o departamento ya ha implementado el
cambio con éxito, quizás algunos de esos asociados podrían entrenar a su gente. Quizás
también haya algunas personas en su equipo que ya estén en las etapas 4 o 5. También
puede recurrir a ellos, si es que son buenos maestros. Esa es una cualidad importante.
Hay muchos “expertos” a los que les gusta exhibir sus habilidades en frente de sus cole-
gas, en lugar de compartirlas. Si puede entrenar a su gente más avanzada sobre cómo
entrenar, pueden representar una fuente de educación de bajo costo.
En muchos casos, no es necesario que encuentre a un miembro del equipo que
ya haya dominado el nuevo enfoque. Todo lo que necesita es un buen entrenador
que esté algunos pasos más adelante que el individuo al que está ayudando. Es una
apuesta segura que aprenderá mientras más enseñe. El tiempo que emplee en ayudar a
sus gerentes clave o personal de primera línea, le ayudará a aprender lo que el cambio
realmente significa para aquellos que están en las trincheras. Conforme experimente
sus miedos y frustraciones, podrá mostrar una mayor simpatía ante sus situaciones
apremiantes. Tendrá un sentido de gratitud por sus sacrificios más fuerte, y sus elogios
se sentirán más sinceros.
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todo un equipo de compañeros, puede hacer que sea menos amenazante. Hay algo de
cierto en el hecho de que saber que hay otras personas que en verdad comprenden su
dolor, disminuye cuánto duele.
En cada paso del entrenamiento inicial para el lanzamiento actual, es inteligente
que los trabajadores destacados ofrezcan consejo y palabras de aliento. Los miembros
de un equipo que comparten frustraciones y dudas comunes también son excepcional-
mente buenos para ofrecer apoyo comprensivo. Ellos saben casi exactamente cómo se
siente el personal de batalla y pueden poner esos sentimientos en palabras que son
mucho más significativas que la presentación elatada de costumbre de los entrenado-
res enviados por la sede.
Un cambio importante tiene un gran impacto en muchas personas, incluso
en las pequeñas o medianas empresas, así es que con frecuencia no es difícil
encontrar colaboradores que estén pasando por retos similares. Es posible que
las personas que están separadas física o psicológicamente requieran esfuerzos
especiales. Esa persona puede ser un vendedor foráneo, por ejemplo, alguien
que trabaja desde su casa y que siempre está viajando. O puede ser que el nuevo
software financiero tenga un impacto singular en la única persona que realiza
auditorías internas.
Es necesario que cree maneras en las que estos empleados puedan tener comu-
nicación abierta y frecuente con los colaboradores que están atravesando el mismo
cambio. Asegúrese de que hablen por teléfono unos con otros con frecuencia. En
cierto departamento se creó un sistema de parejas de compañeros en el que se nece-
sitaba que los empleados se llamaran a diario durante al menos 15 minutos. Cada
día se preparaba un esquema simple de manera que les fuera fácil cubrir los asuntos
importantes.
En otra instancia, los trabajadores en distintas regiones nacionales tenían una
video conferencia semanal en la que compartían dudas, preocupaciones y palabras
de aliento. Se mandaba una agenda de temas, y se pedía que todos hablaran de qué
era lo que estaba saliendo mal así como también las cosas que iban de acuerdo con el
plan. Esta clase de empleados a distancia necesitan mucho más que una pregunta por
medio del correo electrónico o una llamada breve de un jefe desinteresado (“No tienen
ningún problema allá en Wheeling, ¿verdad?”).
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“Tú puedes.”
“Acuérdate lo bien que lo hiciste la última vez que tuvimos un cambio de
software.”
“Oye, tú eres el número uno; puedes hacer lo que sea.”
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Creemos que estamos elevando su moral si los hacemos sentir bien con respecto a
sí mismos de manera que puedan enfrentar el cambio. Nuestras palabras hacen sentir
mejor a las personas sólo en raras ocasiones. Paradójicamente, aun cuando nuestros
enunciados positivos pueden no aumentar la confianza, es posible que aumenten las
oportunidades de que la persona empiece en el nuevo camino. Sus palabras de aliento
envían un mensaje implícito que es importante. “Espero que hagas esto y si no lo haces
me sentiré decepcionado”.
La presión subliminal puede inducir a la gente a que al menos haga algunos inten-
tos de hacer las cosas en la nueva forma. Sólo por esta razón vale la pena darle a la
gente palabras de aliento personal conforme empiezan la etapa 2.
Idealmente, tendrán éxito en los primeros intentos. Incluso si no es así, al menos
develarán que los “monstruos” no son tan feroces. Este nivel de miedo reducido sig-
nifica que otra de las técnicas de activación que está usando los ayudará a que sigan
intentando algunas veces más.
AYÚDELOS A EMPEZAR
“Inténtalo. Verás que no es tan difícil. Te va a gustar, y va a hacer que tu trabajo sea más
fácil. Realmente no es tan difícil. Va a ser mejor para todos nosotros. Además tú eres
muy bueno en este tipo de cosas. Sólo levanta tu ánimo y hazlo.”
A menudo los líderes recurren a este tipo de exhortaciones. Para el líder, el cambio
no es gran cosa, quizás porque él ya se encuentra en la etapa 5. Sabe que el cambio va
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producir buenos resultados, así es que sigue instando a la gente para que empiece a
hacerlo. Cuando los empleados argumentan o bien empiezan a arrastrar los pies, los
líderes pueden levantar la voz y volverse más insistentes. La resistencia y la frustración
alcanzan el punto de ebullición rápidamente. En lugar de tratar de empujar a la gente
para que se lance al precipicio emocional, concéntrese en hacer que a la gente le sea
fácil dar los primeros pasos.
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Estoy seguro de que a estas alturas usted se da cuenta de que los párrafos ante-
riores son un intento de “persuadirlo” para que use la técnica de activación para que
le sea fácil comenzar con el nuevo cambio. Como tales, estos párrafos contradicen la
sabiduría de la activación. Así es que, además de que lea un libro sobre cómo ponerse
en acción, necesito que para usted sea fácil comenzar.
Elija a un empleado de su equipo y un pequeño cambio que le gustaría que hiciera.
Si no se le ocurre nadie, regrese al capítulo 5 sobre la comunicación a nivel del suelo.
Recuerde una meta de cambio en la que haya estado trabajando y exprésela a nivel del
suelo. ¿Quién le gustaría que trabajara en esa meta?
Una vez que haya identificado a una persona específica, piense en cualquier cosa
que esa persona podría considerar como un impedimento para comenzar. Tiene que
pensar desde la perspectiva de la otra persona. ¿Qué es lo que ella podría considerar
como obstáculos potenciales, sin importar cuán pequeños sean? Mejor aún, haga
que la persona hable acerca de qué es lo que le dificultaría comenzar en la nueva
dirección.
Piense en maneras en las que podría ayudar eliminando los obstáculos y desme-
nuzando el cambio en pasos a nivel del suelo. Por ejemplo, si usted quiere que esta
persona empiece a llamarle a los clientes antiguos para contarles acerca de los nuevos
servicios, puede tomarse 10 minutos para hacer una lluvia de ideas sobre cuáles serán
los 20 clientes a los que llamará. Esos pocos minutos pueden hacer que para ella sea
mucho más fácil comenzar. Sí, incluso sería más fácil si la ayuda a buscar los teléfonos
de las 20 personas, y quizás también esté dispuesto a hacer eso.
Proporcionar escritos, listas y lineamientos explícitos puede hacerlo sentir como
si estuviera tratando a las personas como niños y no los respetara como adultos. Eso
sería cierto si estuviera escribiendo instrucciones demasiado detalladas para unos
profesionistas que ya están motivados. Pero usted está tratando con empleados que
están luchando contra una serie de obstáculos emocionales en el camino, y lo único
que ellos pueden imaginarse son las graves consecuencias que resultarán de iniciar
este nuevo camino.
Cuando los empleados están paralizados por el miedo, necesitan instrucciones
muy específicas y explícitas sobre cómo comenzar. Dado que están inmovilizados
parcialmente, considerarán que su ayuda proviene de un verdadero compañero que
realmente se preocupa, no de un microadministrador.
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He aquí otro ejemplo. Al principio Miguel rechazó la oferta de una nueva asigna-
ción de trabajo que implicaba que él realizara diversos viajes manejando fuera de la
oficina varias veces al día. Su gerente en verdad quería que Miguel aceptara esta asig-
nación, pero le dijo que respetaría su decisión. Sabiamente, ella investigó cuáles eran
las razones por las que Miguel no quería aceptar. La respuesta es que parecía como si el
nuevo trabajo implicaría que él se sentiría abrumado con la información con respecto
a dónde ir, cómo llegar ahí, a quién tendría que ver y qué era lo que tenía que lograr.
Casi como una broma al margen, Miguel dijo: “Necesitaría un asistente personal digital
para poder darle seguimiento a toda esa información.” La gerente rápidamente le dijo
que le proporcionaría un radiolocalizador, un teléfono celular y el asistente personal.
Y así de rápido, Miguel dijo que lo intentaría.
Al proporcional nuevo equipo, muebles, una oficina o incluso ayudar temporalmen-
te con el cuidado de los niños, pueden ser buenas inversiones si contribuyen a que las
personas clave comiencen en el nuevo camino. De manera semejante, proporcionar
amplio entrenamiento grupal, apoyado por entrenadores personales, puede constituir
un enfoque muy inteligente. El dinero que gaste en suavizar el inicio del nuevo camino
a seguir será compensado con una velocidad creciente con la que los empleados se
dirigirán hacia la meta.
Eleve la barra
Recibir elogios —y bastantes— al principio del cambio hace que para los empleados
sea mucho más fácil seguir intentando aprender una habilidad nueva. Cuando parece
que lo único que está haciendo es fallar, es lindo escuchar algo positivo.
Como administrador, una de sus principales responsabilidades es elogiar a sus
empleados. Al principio, los estará elogiando por cualquier pequeño paso en la
dirección correcta. El hecho de que siquiera lo hayan intentado merece un aplauso
sincero.
Una vez que han tenido dos o tres éxitos, eleve gradualmente los estándares para
que sean un poco más altos. No acelere este proceso. Mantenga la nueva meta al
alcance. Puede ser que necesiten que los ayude a descubrir de qué manera pueden
ir cada vez más lejos. Conforme eleve la barra del desempeño, ya nos elogiará por tan
151
sólo haberlo intentado; ahora necesitan alcanzar un nivel avanzado para ganar sus
reconocimientos.
Se puede elevar la barra de muchas maneras. Puede ser tan sólo que los empleados
deban dominar cada vez más secciones del manual o el programa de entrenamiento.
En otros casos, puede que necesiten empezar a practicar cómo usar el nuevo enfoque
en casos más complicados. O puede ser que aumenten la velocidad o disminuyan el
margen de error. Comunique su expectativa de que deberían de estar haciendo más
cosas exitosamente de manera comprensiva y clara.
“Eso estuvo genial. Ya tienes las bases. Veamos si esta vez puedes hacerlo en menos
de cinco minutos.”
“Creo que ya estás llegando al punto. Estuviste muy bien con un cliente de la casa.
Ahora inténtalo con un cliente externo.”
Aunque rogar puede ser de mal gusto a nivel personal, puede ser una manera con
un costo relativamente bajo para lograr que los empleados den los primeros pasos en
la nueva dirección. Reserve estos recursos para personas que se resisten que sean
realmente importantes, como aquellos que pueden influir en otros. Asegúrese de que
experimentarán algún nivel de éxito casi de inmediato. Cuente con esos pequeños
logros para motivar a los que se resisten y convertirlos en creyentes.
152
A pesar de sentirse humillado y resentido por tener que rogar, puede ser que se
encuentre con situaciones desesperadas en las que tenga que hacerlo. Su única palan-
ca con las personas importantes que se resisten puede ser rogarles que hagan lo que
usted les pide. Aunque no estén listos para admitirlo en público, muchos líderes del
cambio a menudo recurren a alguna forma de comportamiento servil para lograr que
las personas clave vayan de acuerdo con el plan.
Por supuesto, si es realmente importante para usted lograr que la otra persona
se suba al barco, probablemente él o ella sean lo suficientemente inteligentes como
para subir su precio. El hecho de que les ruegue es una señal de que él o ella tienen
algo que usted en verdad necesita, así es que tratarán de hacer que les dé todavía
más a cambio de su apoyo. Ahora se convierte en una negociación. Él le da su con-
sentimiento con respecto al cambio —y el respaldo de aquellos sobre los que tiene
influencia— si usted hace algo por él. La pregunta sobre qué es exactamente lo
que él quiere es el punto culminante. En situaciones así, conténgase de decirle qué
es lo que estaría dispuesto a hacer a cambio de su apoyo. Es mejor empezar por hacer
preguntas como las siguientes:
“¿Qué puedo hacer para lograr que des estos pasos para que esto suceda?”
“¿Qué es lo que se necesita para obtener tu apoyo?”
“Estaría muy agradecido por tu respaldo. ¿Cómo podría mostrarte mi gratitud?”
“¿Hay algo que pueda hacer, alguna manera de conseguir que hagas esto?”
Preguntarle qué es lo que quiere antes de decirle qué es lo que usted haría puede
ahorrar una buena cantidad de tiempo y gastos perdidos. En ocasiones estará muy
equivocado en sus predicciones acerca de lo que la otra persona quiere. Al preguntar
de frente, sabrá exactamente qué es lo que está en juego. Eso puede ahorrarle el tiem-
po de repasar su propuesta para saber qué es exactamente lo que la persona está bus-
cando. También es posible que usted subestime el valor que él le dé a cosas que podría
hacer por él. Puede ser que le pida algo que en realidad no es tan costoso para usted.
Los empleados que son hábiles en este tipo de negociaciones, a menudo le devol-
verán la pregunta con otra elaborada por ellos:
153
Estos son ejemplos genéricos. En la vida real podrá ser más específico. Con los
conocimientos acerca de su empleado y las cuestiones específicas de su situación
laboral, podrá decirle exactamente lo que necesita para estar de acuerdo si es que hay
que llegar a una negociación.
Hemos estado discutiendo el proceso de negociación, pero el soborno (el informal,
no el ilegal) no es muy distinto. En ambos casos usted está ofreciendo darle algo a la
otra persona si él o ella hacen algo a cambio. Generalmente consideramos que se trata
de un soborno cuando el valor de lo que se pide es demasiado costoso, no es ético o es
completamente inmerecido.
Es difícil imaginar alguien tan importante como para que usted viole su ética.
Pero puede ser que una iniciativa de cambio en particular se desarrolle al punto
en que usted esté dispuesto a darle a una persona de alto nivel o de gran influencia
cosas que él considere que son valiosas para lograr que acepte el cambio pública-
mente. Sin embargo, tenga cuidado. Este es un terreno resbaladizo, y puede terminar
154
teniendo que pagar un precio más elevado en el futuro, en especial si él les dice a las
personas lo que usted hizo por él. Si está seguro de que puede hacerlo una sola vez y
no empeñarse en ello, entonces los beneficios pueden superar a los costos sólo en este
único caso.
Hasta ahora hemos estado hablando de cómo utilizar métodos que hagan que a
los subordinados que enfrentan el cambio les sea fácil comenzar. Pero los que están
más arriba también pueden tener miedo a lo desconocido, y en ocasiones también
puede usar estos métodos con ellos. Una parte importante de administrar implica
hacer que a sus superiores les sea sencillo empezar a hacer las cosas de manera
distinta.
Por ejemplo, me acuerdo de una situación en la que un equipo estaba celebrando
un hito significativo en el camino del cambio. El líder del equipo tenía la idea de que la
gerente regional pasara por ahí y expresara su gusto por el logro que habían tenido. Él
sabía que esto realmente le inyectaría energía al grupo. La gerente regional sólo estaba
en este lugar una vez al mes, y su agenda estaba llena de reuniones que supuestamen-
te eran muchísimo más importantes que la celebración de la victoria de un equipo.
Supuso que ella querría contribuir con la celebración, pero que podría ser difícil que
en realidad pudiera asistir.
El líder del equipo pensó: ¿Cuáles son las objeciones que podría interponer?
He aquí cómo el líder del equipo decidió responder: “Sería maravilloso que
pudieras estar unos cinco o diez minutos, pero nos sentiríamos honrados con dos
minutos. Seremos completamente flexibles y programaremos la celebración en un
horario que se acomode a tu agenda. Por qué no planeamos un horario tentativo y
si tu agenda cambia, reajustaremos la hora del evento para que se acomode a ello.
Podemos organizar al grupo con rapidez porque, después de todo, nos especializamos
en cambios rápidos. Danos un aviso 10 minutos antes, y tendremos al equipo armado.
155
Irene irá a donde usted está y la guiará hacia la sala de descanso. De hecho, Irene
hizo una contribución muy importante para nuestro éxito. A ella le encantará acom-
pañarla hasta aquí. Sus observaciones pueden ser muy breves. Aquí hay una lista de
algunos puntos de sobre los que puede comentar de los cuales la he oído hablar en
el pasado. Si pudiera mencionar alguna de estas cosas o todas ellas, significaría todo
un mundo para nuestro equipo. ¿A qué hora podríamos programar tentativamente
su llegada?”
Con un poco de planeación y un esfuerzo adicional, la mayoría de las barreras que
la persona podría interponer, o todas ellas, pueden ser minimizadas o eliminadas de
manera que para ella sea fácil hacer lo que usted quiere. Cuando se les pregunta en
forma directa, muchos empleados —sin importar su rango— podrían decirle qué
puede hacer para ayudarlos a comenzar, así es que sólo pregunte:
“¿Qué podría hacer para…
“Podrías conseguir a alguien más para que terminara las partes de oficina del pro-
yecto Ajax, para que yo tuviera tiempo de trabajar en la nueva iniciativa.”
“Si tuviera un nuevo paquete de software, me sería mucho más sencillo emprender
esto.”
“Déjame intentarlo por mí mismo en privado, sin un montón de gente que me esté
viendo.”
“Si contrataras a un entrenador o consejero personal para que me ayudara a empe-
zar, estaría dispuesto a hacerlo.”
“Mándame a ese programa de entrenamiento de una semana en Hawai.”
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3
MANTENGA EL CAMBIO
9
CEDA RESPONSABILIDADES
S ólo cuando logra que los cambios en los que ha trabajado tanto por implementar
sean sustentables, es cuando puede cosechar a largo plazo los beneficios de sus
esfuerzos. Mantener el cambio de modo que se convierta en una parte del trabajo
diario no es tan demandante como instituirlo, pero requiere que los administradores
aprendan ciertas destrezas. La más importante de todas es crear una cultura de res-
ponsabilidad para convertir la “nueva” forma en un procedimiento de operación están-
dar. También querrá crear un ambiente entusiasta que siga promoviendo la innovación
y el cambio.
Establecer responsabilidades y alentar el cambio son necesarios durante la imple-
mentación así como también durante la etapa de mantenimiento del cambio. Estos
dos temas se abordarán en los siguientes dos capítulos. Comenzaremos con maneras
concretas en las que puede obtener tanto el valor como las capacidades necesarias
para que la gente siga siendo responsable.
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162
LA NECESIDAD DE LA RESPONSABILIDAD
Las personas se resisten ante los cambios que piensan que los perjudicarán. Especial-
mente, tienden a resistirse durante la etapa 2, cuando cometen errores y tienen un
desempeño pobre. Para escapar de esta situación desagradable, regresan a la antigua
manera en la que siempre habían hecho las cosas. La responsabilidad es crítica en
todas las etapas del cambio, pero es especialmente importante al principio, cuando la
mayoría de las personas no desea hacer las cosas según la nueva manera.
Piense en la implementación del cambio como si fuera un taburete de tres patas.
La primera pata especifica cuáles son exactamente las acciones que el personal
debería tomar, pronunciadas a nivel del suelo. La segunda pata es recompensar a las
personas por llevar a cabo esas acciones, es decir, anteponer las recompensas. En
esencia, la activación se basa en la relación “si… entonces”, entre comportamiento y
recompensas. Si llevas a cabo estas acciones, entonces recibirás estas recompensas.
La responsabilidad es la tercera pata del taburete y relaciona las patas del “si” y
el “entonces” con tres palabras más: si, y sólo si, entonces. Esto es necesario porque,
como seres humanos, a menudo tratamos de encontrar atajos para obtener las recom-
pensas sin tener que realizar las acciones necesarias.
Los líderes deben aclarar qué es lo que se espera de los empleados cuando imple-
mentan el cambio. Deben explicarle a los trabajadores cuáles serán los beneficios
personales si logran que el cambio se lleve a cabo, así como también las consecuen-
cias negativas si no lo consiguen. Estos beneficios pueden ser tangibles (por ejemplo,
bonos financieros) o intangibles (como por ejemplo, sentimientos de orgullo y logro).
Las consecuencias negativas pueden implicar trabajo curativo, reasignaciones o una
reclasificación del trabajo. Cada vez que un líder le advierte a las personas sobre las
163
164
esfuerzos. Cuando la paranoia está en pleno apogeo, el líder puede imaginarse que los
empleados clave están organizándose para hacer un motín o cuando menos “puentear-
lo” para acudir con autoridades más elevadas. Para evitar una disensión de este tipo,
el líder permite que algunos empleados sigan trabajando como antes, aun cuando no
hayan implementado el cambio.
En ocasiones los líderes no están preparados para las excusas que el personal inven-
ta en relación con el fracaso para implementar el cambio. Por ejemplo: “La máquina se
descompuso y, de acuerdo con el contrato de servicios, sólo pueden repararla técnicos
autorizados. Así es que tuvimos que esperar hasta que nos pudieran programar en su
agenda”. O el tan popular “Es que Pete está de vacaciones y él era el único que tenía
acceso a esa información. Estaba en un viaje de pesca de diez días en Alaska y no lo
podíamos localizar”. Sorprendido ante sus excusas aparentemente razonables, el líder
puede disculparlos —por esta ocasión. Pero por lo general no sólo es esta vez. La próxi-
ma vez habrá una excusa distinta, además de que otros empleados se darán cuenta de
esa falta de responsabilidad y se sentirán tentados a intentarlo ellos también.
En otros casos, el líder puede sentirse incómodo cuando hace que los empleados
asuman su responsabilidad porque al principio no les dijo claramente qué era lo que
esperaba de ellos y tampoco les habló de manera explícita de las consecuencias nega-
tivas si fallaban. Al pensar que en realidad él no les dio instrucciones específicas y una
advertencia clara por anticipado, racionaliza que no es razonable hacerlos responsa-
bles “por esta ocasión”.
La razón más común por la que los líderes no comunican esos detalles es que
tienen miedo de que al mencionar exigencias tan claras a un empleado, podría hacer
que éste se enojara y ocasionara más problemas. Así es que sólo aluden a las metas y
dan pistas acerca de las consecuencias, pero nunca las detallan por completo. Esperan
que la otra persona reciba el mensaje no explícito, pero también le dan una salida.
Dado que los líderes no especificaron los detalles, a menudo se esconden en una cueva
cuando el impertinente empleado dice: “Pero no me dijiste qué era exactamente lo
que teníamos que hacer, y nunca me hablaste de estas penalizaciones draconianas. No
estás siendo justo.”
Es muy probable que le permita al personal que eluda las responsabilidades
cuando el implicado es un amigo, una persona influyente o un gerente poderoso. Su
amigo o alguien que le hizo un favor en el pasado podría pasarle ahora la factura
165
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167
1
Nota de la traductora: la palabra inglesa smart significa inteligente.
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169
anual, lo cual significa que su sueldo, su bono y sus oportunidades de avance se verán
afectados.
En tanto que no hay necesidad de la humillación pública, los demás necesitan
saber que las consecuencias negativas son el resultado ineludible de un mal des-
empeño. Cuando se emite un mensaje así, es útil incluir un mensaje optimista con
respecto al futuro. “Dado que el equipo X no pudo producir todo aquello a lo que se
comprometió, sus miembros no fueron invitados a esta celebración. En mi conver-
sación con ellos, revisamos pasos concretos que pueden tomar para asegurarse de
que esto no vuelva a suceder. Son buenas personas que se sienten mal por no haber
alcanzado sus metas, y sé que no permitirán que se repita. Saben que tengo confianza
en su capacidad para ser una parte importante de nuestros esfuerzos continuados.
Si ven a cualquiera de ellos los próximos días, podrían hacerles saber que están
dispuestos a ayudarles en el futuro si lo necesitan. Ahora vamos a celebrar todo lo
que ustedes han logrado”.
Cada situación laboral proporciona recompensas que pueden serle negadas a
aquellos que no hicieron lo suyo y también castigos que se pueden imponer. Cuando
se trata de decidir cuál será la magnitud de las consecuencias negativas, puede
seguir el consejo de Gilbert y Sullivan y dejar que “el castigo vaya de acuerdo con el
crimen”.
Si enuncia al principio cuáles serán las consecuencias negativas de no llevar a
cabo lo prometido, es más sencillo y mucho menos atemorizante hacerlos cumplir al
final. Después de todo, “estuvimos de acuerdo en esto antes de que comenzáramos la
implementación”. A menudo, antes del lanzamiento, se puede lograr que los trabajado-
res estén de acuerdo en hacer cumplir el trato. “Ambos comprendemos la importancia
de alcanzar estas metas en la primera fase de la implementación. Y tengo mucha con-
fianza en que tendrán éxito. Por lo tanto, existen todas las razones para creer que tú y
tu equipo recibirán el bono financiero debido a que todos contribuyen plenamente al
éxito del proyecto. Ninguno de nosotros quiere que tu equipo pierda el bono debido a
que no cumplieron con su compromiso.”
Si no está seguro de qué es lo que debe imponer como consecuencia negativa,
pregúntele a la otra persona. “Dado que tú consideras que tu equipo puede alcanzar
las metas de esta primera fase, ¿cuál consideras que sería una consecuencia negativa
razonable para cualquier equipo que falle en la obtención de estos resultados?” A
170
menudo sugerirán algo más severo que lo que usted había pensado imponer, en espe-
cial si piensan que están determinando de qué manera serán tratados aquellos “otros”
que probablemente no hagan su trabajo.
Los gerentes que pueden no estar muy seguros de seguir adelante o castigar a
alguien, ahora cuentan con el acuerdo previo que formalizaron los empleados para
asumir su responsabilidad. Dado que dicho convenio se ha hecho en público, el admi-
nistrador o gerente también sabe que si él falla en imponer el acuerdo, perderá el
respeto de los demás.
Mientras los empleados están inmersos en el proceso de implementación del
cambio, los líderes de todos los niveles tienen deberes y responsabilidades que
deben estar de acuerdo en realizar, tal como proporcionar ayuda y consejo, moni-
torear el progreso, reasignar los recursos y posiblemente cambiar el plan de imple-
mentación.
Como líder también debe mencionar cuáles serán las consecuencias negativas a
las que estará sujeto si falla en el cumplimiento de sus promesas. En ocasiones pueden
ser humorísticas y ligeramente humillantes, así como también correctivas: vestirse de
manera extravagante, sentarse en la tabla del tanque de agua mientras los empleados
le tiran pelotas para tratar de que caiga, trabajar un día entero en algún puesto des-
agradable. Cualquiera que sea la penalización, el líder debe hacer que tanto él mismo
como los demás gerentes de mayor rango sean responsables de hacer exactamente lo
que prometieron.
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Vincular el trabajo de ciertas personas con metas de alto nivel es divertido porque
usted está ayudándole al personal a entender el significado mayor de lo que hacen. Lo
cual sin duda los hará sentir mejor. Cuando algo va a traer consigo toda esta alegría,
con frecuencia los líderes se sienten tentados a convertirse en los contadores de his-
torias exclusivas, lo cual es una buena situación en la que se puede emplear la técnica
de “preguntar, en lugar de decirles qué hacer”.
Pregúntele a una de las participantes cómo cree que las acciones del grupo contri-
buirán a los objetivos generales de la organización. “Wendy, ¿cuáles son las conexiones
que ves entre lo que hacemos aquí y el compromiso más importante de la compañía por
mejorar el servicio a los clientes?” Es probable que Wendy tenga una buena respuesta,
pero si no la tiene, esté preparado con otra pregunta: ¿De qué manera lo que hacemos
hará que a las personas les resulte más fácil hacer negocios con nosotros?” Si no es
Wendy, alguien más tendrá una respuesta, y muy pronto los demás comenzarán a des-
cribir los vínculos con el panorama más amplio.
Si no lo hacen de manera espontánea, asegúrese de que perciban la relación
entre el panorama mayor y su situación personal mediante una sencilla pregunta:
“¿Puede alguien imaginar una manera en la que la satisfacción creciente de los
clientes pueda mejorar nuestra situación laboral?” Mientras ellos hacen los víncu-
los, usted puede sentarse y deleitarse con el compromiso y la sabiduría de su
equipo.
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Si pide ideas sobre cómo manejar distintos problemas que podrían surgir, proba-
blemente escuche soluciones novedosas que no se le habían ocurrido. He aquí otro
momento en donde puede utilizar preguntas en lugar de decirles qué hacer. Plantear-
las no requiere de un lenguaje elegante, pero debe estar alerta y preguntar con preci-
sión sobre los posibles problemas que se puedan presentar. Imagínese a un gerente que
habla con alguien que le reporta directamente.
“Judith, estoy realmente contento de que comprendamos exactamente lo que
cada uno de nosotros tiene que hacer para implementar este nuevo sistema. Y tengo
confianza en que seremos capaces de hacerlo. Si todo sale bien, podremos estar listos
antes de las fechas límite, pero pensemos qué es lo que podría salir mal en el camino.
¿Qué problemas te imaginas que podrían suceder?”
Cuando Judith empiece a describir los problemas potenciales, puede instarla
a que continúe con la identificación de tantos problemas como sea posible antes
de que ella, o usted, comiencen a sugerir las soluciones. De otro modo, se enredará
tanto en resolver uno o dos problemas que ya no pensará en muchas de las otras
cosas que podrían salir mal. A medida que ella le menciona los problemas potencia-
les, reconozca sus ideas y aliéntela más. “Bien pensado. No había considerado que
eso podría ser un problema. Ésas son buenas intuiciones. ¿Qué más se te ocurre
que podría salir mal?”
Cuando les pide a los empleados que piensen en cosas que podrían bloquear
la implementación, esté preparado para que se queden en blanco. “No lo sé, jefe.
No se me ocurre ningún problema. Usted ha hecho tan buen trabajo en delinear
esto con tanto detalle que deberíamos navegar con suavidad. Nunca antes lo hemos
hecho, pero me agrada y espero que hagamos de esto una parte estándar de nuestra
planeación.”
Cuando surge esta clase de adulación, sea o no sincera, se puede afirmar que
Judith es bastante inteligente. Puede ser que use los elogios como una manera de no
responder directamente a su pregunta. Puede usar la misma táctica para manejar
la respuesta de “no lo sé”, tal como se describió en el capítulo 6. Tenga en cuenta que
es posible que en este momento ella no tenga ninguna idea, por lo que será necesario
que vuelva a plantear la pregunta. “Me alegra que te guste el plan, Judith. Estoy de
acuerdo contigo en que debería ser exitoso. Los problemas son parte de todo lo que
hacemos, incluso con una gran planeación, y realmente me gustaría escuchar tus ideas
173
con respecto a cuáles podrían ser los posibles problemas que podríamos encontrar, ya
sean grandes o pequeños.”
De esta forma, usted da cuenta de que la escuchó, y al repetir la pregunta, le hace
saber que espera que le responda. Es probable que esto dé inicio a la especulación
sobre las posibles barreras, pero si no es así, hay varias preguntas sencillas adicionales
que puede hacer.
“Mira, tú has tenido mucha experiencia con proyectos como éste. Con base en tus
experiencias, ¿qué tipo de cosas has visto que suceden en otras situaciones?” O “sólo
deja correr tu imaginación.” La manera en la que lo diga no es tan importante como
hacerle saber a Judith que quiere escuchar sus opiniones y que no va a desistir ni sub-
estimarla contestando por ella.
Si usted percibe que en verdad no puede pensar en ningún problema, entonces
guíela a través de los diversos puntos en el plan en donde prevea que puede surgir un
obstáculo y pregúntele cuáles son los retos que piensa que podrían presentarse en cada
uno de los momentos cruciales. Cuando usted llega a este nivel de especificidad, los
empleados que han tenido problemas para responderle comenzarán a darle respues-
tas. Los que sólo han estado haciéndose tontos no tendrán ni la más mínima excusa
para no exponer sus ideas. Si aun así no logran prever ningún riesgo, entonces éste se
convierte en un momento en el cual puede enseñarles cómo analizar las dificultades
inherentes del plan.
Después de que los empleados hayan hecho una buena lista de problemas,
puede comenzar a preguntarles cómo enfrentar cada uno de ellos. Aliéntelos
para que avancen cuidadosa y detalladamente y esté listo para otorgar elogios
personalizados cuando sugieran soluciones innovadoras. “Eso es genial, Judith.
Nunca se me hubiera ocurrido. Eso nos ahorraría dinero y resolvería el problema
de inmediato.”
Si dicen: “No sé cómo manejar eso. Nunca antes me había topado con una situación
así, y no sabría por dónde empezar”, ¿qué podría decir? Debido a que es posible que
no sepan cómo enfrentar un problema o les falte la autoridad necesaria para hacerlo,
entonces dígales qué es lo que tendrían que hacer. Si cree que sí lo saben pero no
quieren decirle lo que están pensando, puede investigar aún más. “Pensemos en esto.
Si estuvieran atorados en la búsqueda de una solución para enfrentar este problema,
¿qué podrían hacer?”
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Su primera sugerencia puede ser “recurran a mí”. En todo caso, es posible que
quiera que lo hagan, pero quizás prefiera que, en gran parte, ellos asuman la responsa-
bilidad antes de dejársela a usted. Aun así, todavía puede reconocer la posible validez
de su respuesta. “Sí, en algunas situaciones podrían llamarme, pero digamos que no
logran localizarme. ¿Qué harían?”
Puede ser que aún argumenten su ignorancia como una manera de hacer que
usted les dé la respuesta. Usted puede volver a preguntar con preocupación pero sin
condescendencia. “Si no pudieran encontrarme de ninguna forma y su vida dependiera
de ello, ¿en dónde buscarían una solución?” Invariablemente, esta clase de preguntas
producen una respuesta. En realidad, a menudo los empleados se sorprenden de lo
ingeniosos que pueden ser cuando se concentran en ello.
En la mayoría de los casos, los empleados que no pueden pensar en muchos pro-
blemas o en soluciones, se han hecho tontos por alguna razón. Ellos saben lo que usted
quiere. Comprenden que al hacerles estas preguntas y exigir que respondan, elimina
algunas de las excusas que podrían haber utilizado para dejar de avanzar en la imple-
mentación.
Al hacer que los empleados detecten los problemas y generen soluciones posibles,
los ayuda a que se preparen para casi cualquier eventualidad. A la gran mayoría de
ellos les gusta que los preparen y tendrán más confianza en que pueden cumplir con
su cometido. Pero lo más importante es que usted habrá eliminado los obstáculos
potenciales al progreso del proyecto.
Adoptar una política de cero tolerancia hacia las excusas es tentador. Este enfoque
absolutista tiene un sonido de bravura que funciona bien en las películas, pero en la
vida real es menos plausible. En la realidad surgirán circunstancias extremadamente
atenuantes que nadie podría haber planeado, por lo cual tendrán que hacerse excep-
ciones. Trabaje con el grupo para detallar tales amenazas y desarrolle un plan para
poder sobrellevar este reto. “Es claro que si tenemos que duplicar la producción para
satisfacer las demandas excesivas al final del trimestre, tendremos que suspender
temporalmente las reuniones especiales de cada semana para analizar las causas
de origen. Una vez que haya empezado el nuevo trimestre, tendremos que duplicar
el tiempo que empleamos en estos análisis para poder ponernos al corriente con las
semanas que no los hicimos.”
175
Con todo y que es bueno otorgarle su importancia a los actos de Dios y otras
condiciones verdaderamente excepcionales, en ocasiones es útil hacer una lista de
circunstancias atenuantes que no deben ser aceptadas. Vale la pena tomarse el tiempo
para hacerla cuando se trabaja con individuos y grupos que tienen un historial de no
cumplir con sus compromisos. Probablemente haya escuchado excusas tan frecuen-
temente que podría hacer una lista de ellas. No lo haga. Siga instándolos para que
reconozcan algunos de los “posibles obstáculos” que hayan encontrado en el pasado.
Después logre que todos prometan que no permitirán que los obstáculos incluidos en
la lista bloqueen el progreso.
176
objetivo es alertar a los demás de manera que puedan coordinar sus actividades con
los desarrollos más recientes. Éste también puede ser un momento para buscar ayuda
para que otros asistan a un individuo o un grupo que esté luchando por cumplir con
sus fechas límite.
En ocasiones las personas advierten por anticipado de que no podrán cumplir
con una promesa como una manera de protegerse a sí mismos en caso de fallar.
Usted debe hacerle saber al personal que tal postura es inaceptable, y es necesario
que los alerte en el momento en el que perciba que intentan recurrir a esa argucia.
“Mira Judith, probablemente soy muy sensible con este asunto, pero parece como
si te estuvieras cubriendo en caso de que no cumplieras con la fecha límite. Espero
que no sea así. ¿Estoy percibiendo mal?” Si Judith no estaba tratando de anteponer
una excusa, lo negará sin ponerse a la defensiva. “Comprendo por qué podrías pensar
de ese modo, pero no, sólo estaba pensando en voz alta”. Si ella estaba preparando
alguna excusa de carácter preventivo, es probable que asuma una posición de supe-
rioridad y niegue cualquier actitud de ese tipo. Puede entonces proceder con sus
objeciones porque sabe que habrá recibido el mensaje de que no podrá usar esta
excusa con usted.
El personal querrá saber de usted después de que le hayan comunicado sus progre-
sos. Es fácil dar retroalimentación en una conversación, pero si recibe algo por escrito
—desde una nota hasta un reporte de varias páginas— es buena idea responder
por escrito. Su mensaje puede ser tan simple como decir que ha recibido el reporte y
que se siente complacido con lo que se ha logrado. O quizás quiera comentar algunos
temas más específicamente. Hacerlo es una manera sencilla de incluir un poco de elo-
gios personalizados. Si ve problemas potenciales, obviamente identificará cada uno de
ellos y preguntará cuál es el plan para enfrentarlos en caso de que surjan.
177
Sin embargo, están las otras personas. Después de cansarse de los individuos o
los grupos que no han cumplido con sus promesas, aprende que en ocasiones puede
ser necesario exponer un acuerdo de manera clara y sin ambigüedades. Puede parecer
infantil, pero incluso con los más ofendidos tendrá que hacer que firmen con su nom-
bre o que hagan un acuerdo explícito de manera verbal. “Muy bien, se están compro-
metiendo a cumplir. ¿De acuerdo?”
¿Qué podría suceder si se conforma con que asientan con la cabeza o guiñen
los ojos en lugar de que expresen con palabras claras que están de acuerdo? Qué
pasaría si no logran su cometido y usted les dice “Pero dijiste que tendrías tu parte
completa para hoy”. Como niños, le responderían “yo no dije eso”. Por supuesto,
técnicamente están en lo cierto. Tal hipocresía sugiere que la persona tiene un
problema mucho más profundo con la honestidad que necesita ser tratado en forma
aparte.
178
cosas, también se deben relacionar las recompensas formales —como salario, bonos e
incentivos especiales— con el desempeño continuo dentro del nuevo patrón de com-
portamiento.
Si no están alineados, el lenguaje del cambio se puede transformar en una cortina.
Es probable que todos nosotros sepamos de organizaciones de ventas que declaran
que “Nuestro cliente es la prioridad número 1” y que después basen sus decisiones tan
sólo en las ventas netas e ignoran los índices de satisfacción de los clientes. O tome
por ejemplo las múltiples universidades de investigación que proclaman que su meta
suprema es proporcionar una educación soberbia para los estudiantes. Los profesores
principiantes aprenden rápidamente que invierten mejor su tiempo si lo usan para
escribir artículos para publicación que para preparar clases o bien trabajar individual-
mente con sus alumnos.
Volver a alinear el plan de desempeño formal es responsabilidad de los gerentes de
más alto rango. Realinear significa ajustar la estructura formal de manera que respalde
sólo a las personas que adopten el nuevo enfoque y dejen de usar el anterior. Tales
cambios en el sistema de aumentos de sueldo, bonos y ascensos seguramente provoca-
rán la resistencia de los que se benefician del sistema actual. Los líderes deben estar
preparados para invertir el tiempo y la energía necesarios para enfrentar los conflictos.
A menos que el sistema formal de recompensas proporcione incentivos para la nueva
serie de comportamientos, no existirán activación, comunicación o frases sugestivas
suficientes para sostener el cambio.
A menudo escuchamos decir que el personal está en su “zona de comfort” cuando
hacen las cosas de la misma manera en la que las hacían anteriormente. Podría ser
más acertado describirlos como si estuvieran en su “zona de beneficio”. Los empleados
saben cómo tener éxito con el antiguo sistema y saben cómo hacerlo trabajar a su
favor. Realinear la estructura de recompensas tendrá un efecto negativo en su interés
personal y eso es lo que los hace sentirse incómodos.
Los planes para esta realineación de las recompensas deben desarrollarse desde
el principio y deberían ser anunciados como parte del lanzamiento de la iniciativa. La
revisión anual de desempeño está en el núcleo de la realineación. Es muy importante
que los comportamientos que sean congruentes con el nuevo enfoque sean medidos
en esta revisión y que las recompensas financieras se vinculen directamente con la
excelencia en dichas mediciones.
179
Así como Peg lo hizo con su rechazo por los animales, usted podría hacerles saber
a los empleados las cosas que aceptará y las que no está dispuesto a tolerar. Puede
hacerles saber las consecuencias del éxito y del fracaso. Además, si le da seguimiento a
sus afirmaciones, puede crear un ambiente de trabajo en el cual no sólo los escritorios
de las personas estén limpios por la noche, sino en el que sean responsables de sus
compromisos por mantener los cambios que ha implementado.
180
10
CÓMO MANTENER EL ENTUSIASMO
POR EL CAMBIO
N o importa qué tan brillante sea el discurso de lanzamiento del CEO o qué tan fan-
tásticas sean las playeras y las tazas que se dieron en las reuniones de arranque,
siempre los empleados tendrán problemas para mantenerse con la suficiente energía
durante el largo proceso de una implementación importante. La falta de éxito en la
etapa 2 minará el entusiasmo del personal y hará que sueñen con los placeres relacio-
nados con la antigua forma de hacer las cosas. Para mantener su motivación, necesitan
de una fuente de energía continua: usted.
Construir y mantener la motivación es una responsabilidad clave de aquellos que
guían la implementación. Algunos administradores se sienten incómodos con la idea
de tener que ser motivadores. Al igual que sucede con tantas etiquetas de alto nivel,
la denominación no capta de manera acertada la tarea real. Los líderes no necesaria-
mente necesitan ser carismáticos o inspiradores, pero sí deben dominar algunos de
los aspectos sobre las formas de hacer que el personal siga la ruta trazada. He aquí
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algunas ideas y acciones que puede utilizar para mantener el entusiasmo de la gente
por el cambio.
EL PRINCIPIO DE REFLEXIÓN
Después de una cena con comida china, es común que abramos una galleta de la suerte
y que esperemos leer en ellas las cosas buenas que el futuro nos depara, quizás rique-
zas, un viaje o un romance. En cierta ocasión, mis prometedoras expectativas fueron
violentamente interrumpidas por una galleta que planteaba una pregunta: “¿Eres un
sol o una luna?” Al principio me sorprendí, pero mientras más consideraba la pregunta,
más intrigante me parecía. La metáfora del sol y la luna está abierta a muchas inter-
pretaciones. Pensé que me preguntaba “¿Eres una fuente de energía o un cuerpo
inerte?”
Para llevar a cabo una implementación, usted debe ser un sol. El grado de entu-
siasmo de su equipo reflejará su energía. Si su comportamiento sugiere expectativas
entusiastas, está listo para los retos y reacciona positivamente ante los éxitos de los
demás, su equipo estará motivado de manera semejante a la suya. En contraste, si
usted camina por ahí preocupado y con incertidumbre o con la sensación de estar
sobrecargado, ésas son las emociones que verá en los rostros de sus compañeros.
Todos los cambios tienen sus días buenos y malos, sus éxitos y sus fracasos. Si se
concentra en lo negativo, usted será negativo y también sus empleados. Si hace hinca-
pié en lo positivo, su conducta alentará a otros a que hagan lo mismo. Esto no significa
que siempre tenga que ser Pollyana. No quiere decir que no pueda ser un Scrooge. Si
expresa confianza en la meta y en su equipo, pronto encenderá su pasión. Y se necesita
pasión para lograr que los cambios importantes sean exitosos y duraderos.
FUENTES DE ENERGÍA
A menudo, las grandes iniciativas de cambio duran varios meses y, en ocasiones,
años. Los líderes deben estar dedicados al cambio y a su implementación total. Creer
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Concentrarse en el personal
Para mantenerlo a usted y a su equipo activo a lo largo de toda la implementación,
se necesita una fuente renovable de energía. Esta fuente de poder proviene de estar
involucrado con los detalles de cómo afecta el cambio las vidas de los individuos que
componen el equipo.
El cambio sucede a nivel del individuo que hace el trabajo paso a paso para lograr
que el nuevo plan sea una realidad. Cuando un gerente medio o un trabajador de pri-
mera línea ayuda a cada miembro del equipo a que alcance sus objetivos laborales y
sus metas de desarrollo personal, tendrá muchas cosas que celebrar. Reconocer sus
logros a lo largo del camino le permite anteponer recompensas para mantener a todos
comprometidos.
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oportunidades para motivarlos si los alienta y luego celebrar sus éxitos a lo largo del
camino.
La verdad es que la única manera en la que los empleados pueden mantener la
motivación durante una implementación que represente un reto es experimentar bene-
ficios personales al mismo tiempo que ayudan a que la organización avance. Puede
recurrir a esta fuente privada de energía si se enfoca en las metas personales de cada
individuo.
Los programas de educación formal tienen gran valor, pero no hay nada que se
compare con el entrenamiento directo in situ de un gerente. Éstos pueden ayudarle a
su personal a que alcance sus metas de crecimiento individuales durante los altibajos
de la vida laboral diaria. Cuando lo hacen, muestran respeto y lealtad por los miem-
bros de su equipo. Usted puede ser esa clase de gerente durante la implementación
de un cambio.
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Las pequeñas victorias deben ser vinculadas con los logros reales y significativos.
Esto no es un ejercicio diseñado para elevar la autoestima de cualquiera colgándole
una medalla por el simple hecho de presentarse a trabajar. El tamaño de la celebración
debe estar relacionado con la magnitud del logro. Los logros pequeños sólo merecen
una pausa de un minuto durante una reunión para anunciar el resultado y reconocer a
aquellos que lo consiguieron. Los puntos de referencia más importantes requieren de
más tiempo, recursos y recompensas.
Como una razón final para honrar estos pequeños triunfos, piense en algunos de
los eventos importantes a los que asistió para el reconocimiento de haber llegado a la
etapa 5 en relación con el logro de un cambio importante. En realidad, la celebración
se realiza mucho tiempo después de que se alcanzó la meta. Como resultado de ello,
muchos empleados perciben esta demora como anticlimática. Ellos ya alcanzaron la
cima hace semanas o meses y los eventos verdaderamente significativos fueron con-
quistar los retos que surgían en su camino hacia la cima. Esas victorias en el trayecto
son la esencia de la vida y de los cambios exitosos. Los líderes necesitan celebrarlos a
lo largo de todo el camino.
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estuvo lleno de fanfarrias para las propuestas ganadoras, pero después, ¿cuántas
de ellas en realidad se implementaron? Ninguna. Eso es lo que está mal con esta
compañía. Nunca…” Por fortuna, un gerente de comunicaciones corporativas habló
de inmediato. “¿Qué quieres decir con que ninguna de ellas fue implementada? Yo
personalmente sé de cuarenta y siete que van con buena ejecución.” La persona que
se ubica en la cúpula administrativa, es decir, la que conduce la iniciativa, tiene la
obligación de comunicar el éxito y los gerentes medios deben repetir esas historias.
Comunicar historias de éxito es especialmente importante durante las etapas 2 y
3, en las cuales no hay mucho progreso que digamos. Con demasiada frecuencia
esperamos que los logros verdaderamente grandes de las etapas 4 y 5 se concreten
para compartir los éxitos. Comience por publicitar los éxitos desde el principio y con
frecuencia.
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cuán trillado pueda ser el refrán, existe cierta verdad en aquella frase que los locutores
deportivos repiten con tanta frecuencia de que éste es el momento en el que los ver-
daderos campeones elevan su juego para llegar al siguiente nivel. Así como los equipos
deportivos son capaces de lograr un grado más alto de desempeño y motivación, tam-
bién lo son los equipos de trabajo.
Por simplista que pueda sonar, incluso los individuos que más trabajan son capaces
de tener un desempeño más elevado durante una emergencia. Puede ser que no pue-
dan mantener este nivel por varias semanas; sin embargo, pueden funcionar en él por
el tiempo suficiente como para enfrentar la emergencia y hacer que el cambio vuelva
a tomar su curso.
Además de hacer sus propios planes sobre cómo reaccionará ante las adversidades,
también puede hacer que el equipo haga lo mismo. Es posible que encuentre algo de
resistencia en las filas, del estilo de “¿Por qué habríamos de ser negativos? Es como
si esperáramos tener problemas.” Si usted persiste y logra que los empleados enume-
ren los problemas potenciales y sus posibles soluciones, se sorprenderá de la rapidez
con la que todo mundo se une a este proceso. Esto es semejante a la planeación de
problemas de la que se habló en el capítulo 9 como una parte del establecimiento
de responsabilidades.
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CAMBIO CONTINUO
Durante la época del punto com, muchos expertos en administración y CEO carismá-
ticos dieron la impresión de que el cambio debería ser una parte de la dieta diaria de
todo el mundo. El cambio continuo se impuso como el ideal de las organizaciones y
los individuos. Desde un punto de vista ideal, el cambio continuo suena bien, pero la
realidad es significativamente distinta. Para poder equilibrar el cambio, es necesario
que en la organización exista mucha continuidad y estabilidad.
Las organizaciones que parece que están en un proceso de cambio continuo lo
hacen de manera selectiva. Rara vez la misma unidad de negocios es la que toma la
delantera en cada nuevo cambio. Puede ser que cierta unidad lleve a cabo una inicia-
tiva de cambio en particular. Luego desacelera para estabilizar esta nueva manera de
hacer negocios. Mientras tanto, otra unidad en otra parte de la organización inicia un
cambio distinto que atravesará por su propia curva J y también llegará a una nueva
meseta. Cuando se mira este proceso desde la distancia, podría parecer que la organi-
zación está en cambio continuo, pero eso no quiere decir que todas las unidades estén
avanzando de manera simultánea al mismo ritmo.
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CÓMO CREAR UNA CULTURA
DEL CAMBIO
E stá bien implementar uno o más cambios específicos. Pero, ¿qué sucede si usted,
al igual que la mayoría de los líderes, anhela crear una cultura del cambio? ¿Cómo
puede entonces hacer encajar la innovación dentro la rutina diaria de manera que se
convierta en un valor compartido ampliamente? Ésa es una meta loable pero un tanto
desalentadora. ¿Por dónde empieza a hacer algo tan grande?
Mi sugerencia es tomar una clave de Disneylandia. En ese que se ha denominado
el lugar más feliz del mundo, la ingeniería social es una de las bellas artes. Considere
por ejemplo el juego conocido como “It’s a Small World (Es un mundo pequeño)”. Para
los no iniciados, esto implica ir en un pequeño bote a través de una cueva falsa en
donde se representan culturas extranjeras, mientras lo asalta la insidiosa canción “It’s
a small world... after all...... it’s a small world after all (Es un mundo pequeño... después
de todo... después de todo es un mundo pequeño)”.
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RODEAR DE INFORMACIÓN
A LA GENTE
Para inculcar un valor —en este caso la innovación— la repetición es una clave.
Metafóricamente, usted deberá cantar su “canción” una y otra vez. El primer paso es
destilar el mensaje hasta llegar a una palabra o un enunciado. Al principio eso puede
ser algo tan directo como “innovación” o “cambio continuo”. O bien para inculcar la
importancia del servicio, puede empezar con algo tan convencional como “El cliente
es el número 1”. Finalmente usted llegará a una frase clave o un símbolo que permitirá
que sus empleados y la organización capten el mensaje. La mayoría de estas frases
surgen del personal durante el proceso de implementación.
Una vez que ha destilado su mensaje, puede empezar a pensar cómo rodear a la
gente con ese mensaje. Aunque es posible que los letreros, posters, boletines en piza-
rrones y otras representaciones visuales no sean suficientes para hacer que la gente
cambie, transmiten un mensaje subyacente importante. La idea central que usted trata
de transmitir es que desea que los empleados innoven.
Usted puede ser muy creativo para vislumbrar maneras en las que puede repetir su
mensaje, pero he aquí algunas ideas con las que puede comenzar:
• Comience cada reunión grupal con una conversación acerca de la innovación.
Esta fase puede estar conformada por un resumen rápido de un cambio importante que
está iniciando algún individuo o un equipo, o bien una puesta al día sobre una imple-
mentación que esté en curso. Si tiene más tiempo, los empleados pueden hacer un
reporte sobre cuáles son los cambios que están implementando en el momento. En una
ocasión observé esto mientras trabajaba en una firma que estaba en un programa de
promoción del valor de la seguridad. Cada reunión daba inicio con una identificación,
que duraba un minuto, de las rutas de salida en caso de un incendio y de la designación
de un punto de encuentro en caso de evacuación. La congruencia del mensaje hacía
hincapié en su permanente relevancia.
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reunión, sólo fue uno o dos minutos durante el inicio en los que se hizo hincapié en la
innovación. De manera semejante, puede perfeccionar sus historias acerca de la inno-
vación de modo que pueda contarlas en menos de un minuto. Acuérdese del paseo de
Disney. La clave es repetición, repetición, repetición.
CREATIVIDAD PRÁCTICA
Cuando piensa en las personas realmente creativas, ¿quién le viene a la mente? A
menudo pensamos en artistas visuales, músicos, figuras literarias o científicos gana-
dores del premio Nóbel. Hace algunos años, Apple Computer se basó en esta noción
para elaborar el eslogan publicitario “Think Different (piensa distinto)”, a la cual
se unían fotografías enormes de innovadores excepcionales, tales como Einstein y
Gandhi.
¿Qué es lo que este modelo de creatividad significa para el resto de nosotros?
Puede implicar que la gran mayoría no somos creativos y sólo podemos admirar a los
genios desde la distancia. Parece que se nos considerara como zánganos que simple-
mente pueden tomar las ideas de los demás y ponerlas en práctica.
A pesar de que es cierto que los pensadores excepcionales crean ideas verdadera-
mente novedosas, gran parte de la creatividad que conduce los negocios no requiere de
un pensamiento absolutamente revolucionario. La mayoría de los avances creativos en
los negocios se basan más en la valentía y en la toma de riesgos que en un pensamiento
excepcional o en un exceso de actividad del hemisferio derecho del cerebro.
A menudo, la creatividad práctica implica transferir una idea de un lugar a otro.
Una idea, proceso o procedimiento que se ha trabajado y utilizado en un ámbito de
negocios después se aplica en otro. Esta especie de fertilización cruzada requiere que
alguien tenga el valor de transferir una solución ya probada a un campo en el
que nunca ha sido aplicada.
Considere por ejemplo a Dell Computers y a las cafeterías Starbucks, dos de las
corporaciones más exitosas de las últimas décadas. Un día, mientras hacía una fila para
ordenar un sandwich en un restaurante de productos gourmet, empecé a maravillarme
ante el ingenio de Michael Dell. A él se le ocurrió la idea de hacer una computadora
con las especificaciones del cliente, de manera muy parecida a la forma en que el
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restaurante responde ante una petición de “uno de pavo en pan integral. Sin mostaza
y con mayonesa baja en grasas”.
Esa idea de hacerlo según la orden no es nueva. Sin embargo, durante más
de un siglo, en lugar de eso las grandes manufactureras se han enfocado en crear
grandes inventarios de unos cuantos modelos para el mercado masivo. Michael
Dell tuvo el valor de pensar que el enfoque “hecho a la medida del cliente” podría
aplicarse a las computadoras personales. Esta observación no le resta méritos a la
innovación del Sr. Dell, sino que ilustra el proceso de transferencia de soluciones
ya probadas.
Otra de las innovaciones de Dell fue la de venderle directamente a los clientes en
lugar de basarse en distribuidores de ventas al por menor. Desde los tiempos más remo-
tos, éste ha sido el enfoque que han utilizado los artesanos. Es más, Sears Roebuck
había sido pionero en este concepto a escala masiva desde hace más de un siglo con
su famoso catálogo. Pero de nueva cuenta, el Sr. Dell quería tomar el riesgo de aplicar
esta metodología a la distribución y venta de equipo electrónico que tradicionalmente
se vendía a través de almacenes al detalle.
¿Y qué hay de Starbucks? En Europa, los pequeños locales en donde se vendía café
expreso o capuchino eran instituciones bien establecidas. Según la página de internet
de la compañía, Howard Schultz viajó a Italia donde se “impresionó con la populari-
dad de los bares de café expreso de Milán”. La genialidad de Schultz se basó en tener
la determinación de convencer a los fundadores de Starbucks de que la misma idea
podría funcionar en Seattle.
Incluso ya había un nombre “boutique”, que podría ser aplicado a la idea de con-
vertir una tienda de café en una tienda que vendiera productos de alto acabado. Las
pequeñas tiendas especializadas tienen una larga historia de abastecer a un segmento
o nicho de mercado. Schulz merece reconocimiento por estar dispuesto a ser el cam-
peón de un enfoque tan “creativo” en la venta de café, pero no olvidemos que su éxito
se basó más en el atrevimiento que en el genio creativo.
Se requiere de una valentía excepcional y de agallas para hacer algo que está en
contra de la sabiduría aceptada. La sabiduría casi universalmente aceptada es que las
ideas de otras industrias o culturas no podrían funcionar en otros ámbitos. Es nece-
sario vencer el “síndrome de lo no inventado aquí” para hacer que la innovación y el
cambio se conviertan en prácticas establecidas.
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compañía de Fortune 500, pero pueden sugerir ideas innovadoras para enfrentar los
problemas dentro de su esfera de comprensión.
• Clientes. Pueden ser una gran fuente de ideas porque, en cierto sentido, cono-
cen nuestros productos y servicios mejor que nadie. Ponga especial atención en sus
quejas. Es posible que algunos sólo se quejen porque les gustaría que los trataran
mejor, pero unos cuantos tendrán recomendaciones concretas y factibles.
• Vendedores y suministros. Ellos ya saben algo acerca de su operación, y
les interesa que usted sea más exitoso. Puede cosechar sus ideas a través de entrevistas
individuales o reuniones en las cuales se incluya a otros participantes.
• Amigos, parientes, vecinos. Prácticamente cualquiera puede ofrecer reco-
mendaciones novedosas. De nuevo, podría proponer un intercambio en el cual usted
o uno de sus empleados hagan una visita a sus procesos de operación en una cacería
de nuevas soluciones. Con frecuencia es muy útil conseguir personas que sean ajenas
por completo a su industria o segmento de mercado. Si son radicalmente distintos, es
probable que no compartan los mismos supuestos acerca de qué es lo que se puede
hacer y qué no, y acerca de qué es lo que funcionará o no en su ambiente.
• Nuevos empleados. Dado que gran parte de la innovación implica estar dispues-
to a ir en contra del conocimiento tradicionalmente aceptado, las personas que tienen
más tiempo a menudo tienen instaladas unas persianas que oscurecen las nuevas posi-
bilidades. Esta lección es difícil de aceptar porque estos veteranos también poseen un
conocimiento útil. Para complicar las cosas aún más, tienden a estar en los niveles más
altos de la organización y están interesados en mantener las cosas como están.
Las personas jóvenes pueden ver con ojos menos prejuiciados que aquellos que lle-
van ahí toda la vida. Además, muchas de las personas nuevas son graduados recientes
y sus cabezas están llenas de las teorías y la investigación más recientes. Puede ser que
sus ideas no sean completamente realistas, pero vale la pena escucharlas.
Con mucha frecuencia a los jóvenes se les considera como un pasivo, más que
como un activo. No obstante, cuando se trata de sugerencias innovadoras, ellos son
uno de sus tesoros escondidos, pese a sus debilidades. Sí, tienen mucho qué aprender,
son demasiado idealistas y no ven el panorama más grande. Pero pueden proporcionar
perspectivas e ideas verdaderamente distintas. Parte de su inocencia puede ser la
voluntad de decirle lo que usted no quiere escuchar de la manera en la que los emplea-
dos veteranos están demasiado intimidados como para utilizar.
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EXPERIMENTACIÓN Y EVOLUCIÓN
En una ocasión fui invitado al discurso inicial de un CEO que había sido llamado para
transformar una compañía grande. Había 200 líderes importantes reunidos para escu-
charlo. La mayoría de ellos tenía enormes esperanzas de que se pudiera revertir el
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Se pueden emplear muchas maneras para reforzar la apertura ante las ideas nue-
vas. Recuérdeles a los empleados que la forma inicial de una idea nunca es la forma
final. Todo evoluciona y cambia. “No permitas que lo ideal destruya lo bueno” es un
viejo dicho que capta la sabiduría de que ninguna idea es perfecta. El hecho de que una
idea tenga algunas fallas no necesariamente es una razón suficiente para rechazarla.
La meta del equipo es encontrar qué es lo bueno y nutrirlo.
RECOMPENSAR LA INNOVACIÓN
Así como reasigna recursos a las ideas prometedoras para ayudarlas a crecer, también
necesita nutrir el crecimiento de los individuos o los equipos que se han ganado el
título de campeones de la innovación. El reconocimiento público es importante para
mostrar su aprecio. Estas recompensas informales pueden ser reforzadas con estímulos
monetarios que ayuden a darle significado a la importancia que tiene la aportación de
cada individuo.
El reto de recompensar a esos innovadores es que ello puede ocasionar problemas
con individuos clave en la estructura gerencial ya establecida. Es posible que los inno-
vadores sean vistos como amenazas, y las recompensas que reciben pueden provocar
celos entre aquellos que no son recompensados.
Es su responsabilidad resolver estos conflictos. No puede evitar el asunto o suponer
que las personas involucradas lo resolverán. Si tratan de resolverlo, ¿quién cree que
ganará? ¿Le apostará a alguien que esté muy arriba en la estructura de poder actual o a
un individuo de menor nivel que tenga una idea novedosa? Los políticos empresariales
hábiles pueden decir que apoyan una idea nueva pero pueden hacer que se descarri-
lle a través de un proceso de “negligencia benigna”. El líder debe comunicarles a los
subordinados que su éxito depende de acoger el éxito de los innovadores.
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campeones del cambio que están emergiendo es un atributo clave de un líder que trata
de crear una cultura del cambio.
Usted puede identificar con facilidad a los que se resisten y probablemente pueda
mencionar los nombres de los que se dedican a encontrar las fallas incluso antes del
lanzamiento de la nueva iniciativa. Puede predecir quién tendrá una actitud pasiva
agresiva y arrastrará los pies y no respaldará por completo el cambio. Aquellos que
viven en el pasado y desean mantener el estado de cosas son fáciles de ubicar porque
ésa es su canción del “pequeño mundo”, y la cantan una y otra vez.
Reúnase en privado con estos individuos clave para asegurarse de que sepan lo
importante que es para usted que apoyen las ideas que se han presentado. Ayúdelos
a que den pasos concretos para hacer que su apoyo se convierta en realidad. Cuando
ellos en verdad trabajen para lograr que una idea nueva sea un éxito, sea generoso
con sus elogios y recompensas. Cuando no lo hagan, trate de reducir su influencia de
manera que no puedan socavar los cambios. Éstos pueden ser combates difíciles. Con
frecuencia se nos aconseja que escojamos con cuidado nuestras batallas. Por lo gene-
ral, vale la pena pelearlas con aquellos que se oponen.
PUBLICITAR EL ÉXITO
La creación de una cultura del cambio requiere que el líder rodee a los empleados
con información relacionada con todos los cambios positivos que están en proceso de
implementación. Al principio de este capítulo hablamos acerca de hacer conocer a los
empleados los cambios innovadores que se aplican en otras compañías. Pero también
es importante presumir los éxitos internos. Además de usar los canales formales de
información de la empresa, el líder debe llevar las buenas noticias personalmente
de un grupo a otro.
La manera más fácil de cumplir esta tarea es volver a contar la clase de histo-
rias de éxito que se describieron anteriormente. El líder necesita que el redoble de
tambor del cambio transmita repetidamente la emoción de los logros más recientes
de los empleados. Esto es especialmente importante durante las primeras etapas de
cada iniciativa de transformación. Sabemos, a partir de la curva J, que muchos
de los contratiempos ocurrirán al principio. El líder debe contrarrestar esas fallas con
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Fuentes alternativas para la renovación de percepciones del líder vs. las del emplea-
energía, 192-194 do, 42,43
Futuro de un subordinado, elogio del, 127, persuasión, 48-50, 54-60 (Vea también
130-131 Activación; Persuasión)
Interrogación, 107-108
G Involucrarse, como elemento de activación,
Gerentes de nivel medio, puntos de vista 64
frescos de los, 207
Gestión del cambio (Vea Cambio y gestión J
del cambio) Jóvenes, punto de vista fresco de los, 206-
Gran final, discurso genérico de cambio, 48 207
Grupo de los que “esperan y ven”, 49, 51,
54, 55 L
Grupo de los que están “listos para ir a donde Latitud de aceptación, 56-58, 57
sea”, 49, 52-53, 54-55 Lenguaje (Vea Comunicación y elecciones del
Grupo de “los que se resisten”, 49-55, 58, 59, lenguaje)
97, 152-154 Líderes:
Guía, como elemento de activación, 64 elogio para los, 133-134
hueco en la curva J, 19-21, 39, 42-43
H Limitaciones de la persuasión, 55-59
Hábitos, cambio de, establecimiento de metas, Lluvia de ideas, curva J, 31-32
135-136
M
I Mejoramiento continuo, curva J, 21-22, 22,
Ideas y creatividad, 31-32, 202-205 178-179, 194-195
Implementación: Meseta, curva J (etapa 1), 6-12, 21-22, 25, 27-
compromiso con la, como elemento de 29, 35-36, 39, 149
activación, 65 Metas SMART, 168
por parte de los subordinados, elogios de, Metas y establecimiento de metas:
127, 129 de responsabilidad, 171-172
(Vea también Curva J del cambio) elogio y recompensas, 135-136
Incentivos (Vea Elogios y recompensas, ante- personales, 184-185
poner) preguntas del tipo “preguntar en vez de
Influir en la gente para que cambie, 41-60 decir qué hacer”, 89
atención y enfoque, 50-54 procesos de equipo, 186-187
coerción, 59-60, 70, 77-78 renovación de energía, 184-187
comunicación como elemento crucial para, resultados grupales, 185-186
43-44 SMART, 168
discurso genérico del cambio, 44-48, 195 Microadministración, 97-98
219
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U Y
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