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Especialización en Filosofía Política - Universidad General Sarmiento

Avaca Juan Pablo- Año de cursada 2018


Tema: Una aproximación entre Platón y Emmanuel Lévinas
Docente: Andrea Paul

Índice

Introducción………. pág. 2

Sobre Platón y Lèvinas………. pág. 2-3-4

Rastreando a Platón en Lèvinas……….. pág. 4-5

Reconstruyendo la idea de “Bien” hacia el “amor”………. pág. 6-7-8

Rostro y huella………. pág. 8 -9

El problema del “Ser”, “Dios” y el ir “más allá del Ser”………. pág. 9-10

Palabras Finales………. pág. 10

Bibliografía………. pág. 11
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Introducción

El siguiente trabajo es un intento por establecer relación alguna, entre dos personajes
muy importantes para la historia de la filosofía, uno es Platón y el otro es Emmanuel
Lévinas. Para ello estudiaremos diferentes textos de la obra de Emmanuel Lèvinas,
centrándonos en su intento de ir más allá del ser, como lo había sugerido Platón y donde
éste había ubicado al Bien, y más allá de la idea de bien.

Al hablar de Lèvinas y sus contactos con el pensamiento de Platón, haremos referencia


a ciertos aspectos biográficos que nos permitan sumergiremos en diferentes conceptos
de ambos, para encontrar cosas en común. No nos hemos propuesto, aquí, profundizar
los temas que relacionan a Platón con Lévinas; pero sí indicar que estos temas podrían
ser presentados por Lévinas como un complemento.

Indagaremos en diálogos de Platón a partir de una lectura de Emmanuel Lévinas, y


buscar una articulación de algunos datos éticos que aparecen en sus diálogos así como
también analizaremos categorías ontológicas, para tratar de justificar el acercamiento en
cuanto al pensamiento de Platón y Lévinas sobre la cuestión del Bien.

Sobre Platón y Lèvinas

Platón nació en 427 A.C y murió en 347 A.C, en Atenas. Su nombre era Aristocles pero
lo llamaban Platón debido a sus anchos hombros, este es el significado de Platón en
griego. Provenía de una familia noble; su madre era descendiente del famoso
gobernante de Atenas Solón, quien dejó sin efecto las rigurosas leyes draconianas e
introdujo una serie de reformas en la organización de la polis que precedieron a la
reforma democrática de Clistenes.

Platón conocerá a Sócrates, quien será su gran maestro y junto al que permanecerá hasta
su muerte. Pese a las críticas que Platón formulo a los sofistas en incluso a Sócrates,
este tuvo una influencia innegable en el pensamiento de Platón. Luego de la muerte de
su maestro, Platón realizo una serie de viajes, en primer lugar, probablemente a Egipto,
y luego a Italia meridional y sucesivos periplos A Sicilia.

Fundo su propia escuela, la “Academia”, que recibió ese nombre porque estaba ubicada
en un gimnasio, en las afueras de Atenas, dedicado a un héroe llamado Academo. Ante

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la posibilidad de conjugar la filosofía y la práctica política, Platón viajó a Sicilia en el


para ser tutor del nuevo gobernante de Siracusa Dionisio el Joven, pero sin embargo el
experimento fracasó, se va, para luego regresa a Siracusa y una vez más su participación
en los acontecimientos sicilianos tuvo poco éxito. Pasó los últimos años de su vida
dando conferencias en la Academia y escribiendo.

Platón escribió diálogos en los que expuso su pensamiento a través de varios personajes,
entre ellos aparecen Sócrates, otros sofistas y personalidades de la época. La enseñanza
mediante diálogos la copia de su maestro Sócrates, y es a través de dicho personaje es
donde generalmente expone sus ideas. Entre los diálogos que más destacan, son; el
Fedon (inmortalidad del alma), Timeo (Generación del Universo), La República (Teoría
de las Ideas), Sofista y Gorgias.

Estos diálogos suelen ser clasificados en tres grupos; los diálogos tempranos, que se
caracterizan por terminar en una dificultad, además giran alrededor de una refutación y
no establecen doctrina alguna. En los diálogos de madurez aparece la doctrina de las
ideas y la del conocimiento, ejes centrales de su pensamiento. Por último los diálogos
tardíos, que son menos intensos y más metodológicos.

En cuanto a, Emmanuel Lévinas, nació en 1906 en la ciudad de Kaunas, Lituania, de


una familia burguesa judía, y murió en 1995 en París. Realizó sus estudios secundarios
en Ucrania, donde vivió la revolución rusa, a los 18 años, se inició en él estudió de la
filosofía en Estrasburgo. Allí conoce el estilo de filosofar de Bergson y el método
fenomenológico de Husserl. Luego, estudia Filosofía junto a Husserl y Heidegger en
Friburgo.

Ante la alternativa de tratar de buscar las esencias o bien centrar la búsqueda en la


existencia, fue inevitable que se enfrentara con el pensamiento griego y en especial con
el platónico. En su filosofar, Lévinas admite tres fuentes principales de su formación, la
Biblia, los filósofos; y contemporáneos como Husserl, Heidegger, sus profesores y los
clásicos de la literatura rusa y europeas.

Sufrió luego los horrores de la persecución nazi, el uniforme de soldado francés le


permitió sustraerse del homicidio nazi, que diezmó a toda su familia con excepción de
su mujer escondida por unas religiosas católicas en la ciudad de Orleans.

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En los campos de concentración, experimenta la deshumanización del hombre por el


hombre; pero también se convence de que la superioridad del bien, una idea central de
la filosofía de Platón, es más fuerte que el mal del asesino.

Compartió los sufrimientos con algunos sacerdotes católicos y percibió el sentido de la


caridad cristiana. Veía la relación del cristianismo y del Judaísmo como una simbiosis.
Su mujer y su hija vivieron escondidas en un convento de hermanas de San Vicente de
Paul en Orleans. Su padre, su madre y su hermana fueron fusilados por los nazis en
Lituania.

Los padecimientos sufridos en Europa, durante la segunda guerra, le hacen reprensar el


sentido de la vida, no ya como una mera cuestión de ideas, sino de valores y
compromisos que llevan a los hombres a situaciones sublimes o absurdas. En este
tiempo, profundiza el estudio del pensamiento judío y el método de interpretación
talmúdica. Se dedica a reconstruir el lugar del judaísmo en Europa después de la
persecución nazi, convencido de que la cultura europea depende tanto de la cultura
griega, fundada en la idea del bien como de la Biblia hebrea donde Dios es el Bien. No
obstante, Lévinas reivindicaba su condición de filósofo afirmando que él utilizaba
textos no-filosóficos buscando la respuesta a problemas filosóficos y sin abandonar el
método filosófico.

Pese a lo vivido ha luchado para que el hombre pueda recordar su condición humana, lo
que solo le viene dado si responde a la exigencia de poner su vida al cuidado de la vida
del otro. Lévinas ha practicado una filosofía entendida como una sabiduría del amor al
servicio del amor.

Rastreando a Platón en Lèvinas

La presencia del pensamiento de Platón es constante en la obra de Lévinas, en sus dos


libros principales, Totalidad e Infinito, en 1961, De otro modo que ser o más allá de la
esencia, en 1974, como también en otros textos, Entre Nosotros. Ensayos para pensar
en otro o en Humanismo del otro hombre. En todos ellos las référencias a Platón son
numerosas.

A partir de la publicación de Totalidad e Infinito, Levinas afirma reiteradamente que la


intención de su tarea investigadora es filosófica y no teológica, como juzgan algunos de
sus críticos. A esta interpretación sobre Levinas se debe a que en su libro De otro modo

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que ser o más allá de la esencia escriba que es tarea de su filosofía escuchar a Dios. Por
otra parte, en su primer libro, Levinas resumía su proyecto filosófico en la fórmula
platónica de una investigación "más allá de la esencia", y en los últimos libros acaba
nombrando ese más allá "Dios".

En sus obras, son evidentes algunos rasgos de idealismo y optimismo platónico en su


pensamiento filosófico, sin embargo, no es constante en la interpretación de algunas
expresiones de Platón. Por una parte, acepta que Platón concibe a Dios como lo que está
más allá de la idea de Bien; pero, por otra y contrariamente a lo anteriormente dicho,
parece reivindicar que el Dios de Platón es la Idea impersonal del Bien. Platón trata de
explicar qué es la Idea de Bien, pero lo hace por una analogía con el sol, al que llama "el
hijo del bien", y además distingue entre la Idea del Bien y el Bien en sí mismo.

Lévinas ve a la filosofía de Platón como una filosofía de la ética, fundada en la idea del
bien; pero como una ética idealista y no realista. Podría pensarse que Platón enuncia un
más allá de la justicia institucional, al margen de lo visible y de lo invisible, del
aparecer, como el de los muertos que se juzgan entre sí. Lévinas ve en esto, un
idealismo que oculta ideología, una falta de compromiso real para con el Otro, como si
la justicia no pudiese abordar la “proximidad” del otro. “Proximidad que para el autor
lituano significa, el hecho de estar próximo a alguien, la sociabilidad misma, deviene
responsabilidad por-el-otro, en relación de no-reciprocidad.” (Emmanuel Levinas, 1993,
Pág.52)1 La proximidad se refiere a la humanidad, más precisamente a lo humano.

Una de las cosas que Lévinas critica a Platón es su camino hacia las significaciones
mismas, separadas del acontecer, dejando sin denunciar la explotación y la violencia.
Para llegar a esta denuncia, era necesario que la filosofía estudie a los pueblos y sus
culturas en todos sus aspectos, de manera que pudiese reencontrase con la etnología
contemporánea. “Gracias a Platón se ha llegado a la esencia del hombre, ahora es
necesario encontrarlo personificado en cada hombre, de modo tal, que sea necesario
volver de una manera nueva al platonismo”, (Emmanuel Levinas, 1993, Pág.52)1 como
afirmación de lo humano, independientemente de la cultura y de la historia.

Este filósofo rescata, sobre todo, la pretensión de Platón por trascender la esencia y el
ser más allá de la idea de Bien incluso para ubicar el último fundamento de sentido de la
filosofía en el Bien.

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Reconstruyendo la idea de “Bien” hacia el “amor”

La experiencia de vida de Lévinas lo hacía comprender que el bien consistía


primordialmente en la preocupación por el otro. Frente a la realidad del mal solo cabe
esperar la solidaridad humana de quien se preocupa por el otro. Por esta razón, creía
que la filosofía debía llevarnos más allá de las ideas, incluso de la idea del bien como
proponía Platón y llegar al “Bien”. Lévinas se convencido de que la tradición cultural
europea era una tradición fundamentalmente ética dominada por la idea del Bien,
deseaba superar la concepción idealista del bien.

Lo vivido en Europa lo hizo repensar, el sentido de la filosofía. Las diversas filosofías


son sistemas de explicación de la vida, mientras sean prácticas filosóficas, implican
algún principio último, ese principio último recibe la denominación de “ser”, el cual, a
su vez, se designa como esencia, existencia, sustancia, fenómeno, realidad, etc.,
generando diferentes sistemas filosóficos.

Desde la filosofía griega, la intriga por el “ser” de las cosas fue de suma importancia.
Sin embargo, para Lévinas este fenómeno es un “ser impersonal”, un ello que se da, un
“ser” entendido como “hay ser”, de manera tal, que él “hay” es la escena en donde se da
el “ser”. El “ahí”, se nos presenta como el hecho anónimo de estar siempre presente, sin
sujeto ni tiempo.

Para Lévinas entonces hay un pre-concepto de “ser”; como lo anterior a la creación que
no es ni Dios, ni la nada, ni un ser donde acontece un ente determinado. “Se trata de la
idea de existencia, sin existente aún, sin un sujeto ni un objeto determinado”
(Emmanuel Levinas, 1991, Pág. 44)1. En este sentido, el ser aparece como lo que no
tiene respuesta, que nos es extraño y nos choca. Lévinas advertía que la filosofía
contemporánea rechazaba comprometerse con el Otro; “prefería el saber indiferente e
impersonal a comprometerse” (Emmanuel Levinas, 1993, Pág. 38)1.

Lévinas reconocía el aporte de la filosofía griega a la cultura de Occidente; pero


también advertía sus limitaciones. Si se entendía que la idea del bien era el punto
máximo de la filosofía platónica, era necesario superarlo. Platón se ha expresado
respecto a él de manera entusiasta, pero misteriosa en ciertos aspectos y contradictoria,
por lo que no es extraño que el Bien platónico quedara entre los antiguos como
constante símbolo de lo oscuro y enigmático.

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La grandeza de la concepción platónica reside en presentarnos ese Bien no como una


nota muerta en las cosas, sino como algo radiante, reparador y fructuoso. Si, por el
contrario, se entendía que el Bien era la preocupación de Platón y la idea del bien era
solo su vehículo, entonces, era necesario avanzar en esa línea para comprometerse con
los Otros por amor al Bien. La razón del amor sólo lo limita el amor mismo, donde los
actos de amor no son más que la muestra del amor absoluto hacia el Otro. Por ello, el
Otro debe ser concretizado en la realidad de cada quien, donde amar a la humanidad es
una mediación concreta de entrelazar alteridad con las realidades humanas que
enfrentamos a diario.

En este sentido, el “amor” es la dimensión permanente de la superación en la relación


con el Otro; pero debe ser un amor fluente para poder ser real. Este complemento
implica que la filosofía debe trascender el estudio del ser de las ideas y llegar al ser de
los otros y al Otro en el “amor”. Consecuentemente, es necesario pasar de la idea del
bien, al “Bien”, de la filosofía que se dirige solo al conocimiento teórico, a la filosofía
del compromiso moral con y por el Otro. Aquí el “ser”, como verbo, es un acto o una
actividad, que remite implícitamente a un sujeto que la realiza. Por ello, para Lévinas
“ser”, en el sujeto humano, significa de entrada preocuparse de “ser”.

Es así como la filosofía de Emmanuel Lévinas, se transforma en una filosofía ética,


donde el “ser” es preocupación moral del “ser”, esto es, del otro. No se contenta, con
constatar el hecho de ser; lo destaca y lo convierte en una responsabilidad; y a esta la
reivindica hasta hacer del hombre un rehén del otro. “Ser”, en la filosofía de Lévinas,
significa “una responsabilidad por el ser del otro por un preocuparse entendido como
consagrarse-a-otro. Aquí es donde comienza lo humano propiamente dicho.”
(Emmanuel Levinas, 1991, Pág. 91)1.

Podríamos pensar que Lévinas comienza donde Platón termina su discurso, en La Idea
del bien, ya que para él, remite a Alguien, el Bien, que es el verdadero objeto de la
filosofía, por ejemplo, no se ama a una idea, sino que se ama a Alguien. De ahí que,
una sabiduría que se aprende en el rostro del otro hombre, es una Filosofía que se
manifiesta como amor al amor, en este sentido como “amor” al “Bien”. Quizás era esto
lo que anunciaba el Bien más allá de la esencia y por encima de las Ideas, en el libro VI
de la República de Platón.

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En un intento de restaurar un sentido de la ética y, por lo tanto, de la filosofía. Habrá


que buscar más allá de la sabiduría del conocer, la sabiduría del amor o la sabiduría en
forma de amor.

Rostro y huella

La filosofía no es amor a la sabiduría, sino sabiduría acerca de qué es amar, como


Platón lo había sugerido sobre todo en el Banquete. El amor se da entre personas, de
persona a persona; y la presentación de una persona es su rostro, metáfora y trampolín
de todo lo humana que ella es. No hablamos del rostro plástico, de lo que nos oculta el
rostro. La desnudez del rostro es un sustraerse al contexto del mundo, donde se hallan
las cosas y provoca manifestarnos en lo que somos.

Para Levinas Rostro y huella expresan la realidad de Dios presente-ausente, siendo el


rostro el concreto humano. “El rostro es la única huella que no hace inmanente lo que
trasciende, Huella significa más allá del ser” (Emmanuel Levinas, 1993, Pág. 91)1. La
huella no es un signo como cualquier otro, significa al margen de cualquier intención de
significar, sucede como quien deja la huella al borrar sus huellas, como una huella en lo
más profundo de un corazón. Esto requiere un esfuerzo especial de interpretación, pues
la huella no es un signo directo, una imagen o copia de quien la dejó, es la presencia no
intencional de una ausencia absoluta

El rostro no es algo concreto, sino un punto de referencia hacia la persona que se


presenta. La persona no es el rostro, es más abstracta y profunda que el rostro, si a este
se lo desea entender como un dato bruto de los empiristas. El rostro hace presente y, sin
embargo, la deja ausente a la persona. En esta llamada, la expresión del Rostro, que es
cuerpo, en su trascendencia me solicita como aquél que tiene hambre y trio en un
mundo que es el lugar de mi gozo. Desde el punto de vista del yo, la existencia del Otro
por sí mismo se da en el mundo de la miseria. Miseria trascendente que se prolonga en
la miseria del cuerpo. Por eso el Rostro trascendente es también una presencia
encarnada a la que hay que responder

En el escrito “La huella del otro” de 1963, Lévinas se ocupa de analizar el régimen de
manifestación del rostro del otro a través de la noción de huella. Por tanto, el rostro es
el criterio de verdad y de razón, por encima de la complejidad racional que objetiva y
cosifica las realidades. El rostro es algo que se escapa permanentemente, se sustrae a

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toda definición, de manera que ni la palabra más aguda ni la mirada más penetrante
logran aprehenderlo.

El rostro del otro es la metáfora que implanta una nueva racionalidad, más allá del ser.
Racionalidad del Bien superior a toda esencia; inteligibilidad de la bondad. (Emmanuel
Levinas, 1993, Pág. 276-279)1. Aquí, la idea de bien aparece, por un lado, como una
responsabilidad innata, y, por otro, debido a un acontecimiento profético, por la
presencia del rostro del Otro.

El problema del “Ser”, “Dios” y el ir “más allá del Ser”

La comprensión plena del Ser siempre termina siendo una búsqueda por la comprensión
de Dios. Así “la filosofía europea del ser se convierte en teología” y establece a Dios
como concepto, destruyendo la trascendencia para ponerlo en nuestras manos. “La
filosofía desarrolla su búsqueda enteramente en el ser, ya vislumbrado por los
presocráticos, en el seno del cual ella se limita a investigar”. (Emmanuel Levinas, 1991,
Pág. 70)1.

Por este motivo, la filosofía teológica ha tratado de dar tema a ese Ser, trata de
aprehender en lo que se dice lo que no se puede decir. Pero la verdad se altera al
fragmentarse y eso de lo cual se habla, ya no es Dios, sino su discurso sobre lo que se
cree que es. Por esta razón, lo que la filosofía europea ha hecho, es pensar a Dios como
un ente y concebir el “Ser” a partir de una onto-teo-logía.

Lévinas busca superar esta forma de esbozar el problema de Dios, intenta imaginar a
Dios, como un más allá del ser, sin hacer que intervengan ni “ser” ni “ente” en la
relación con él. Sospecha que no es seguro que más allá del discurso del ser y del ente
caigamos en el discurso de la opinión y de la fe irracional. Por ello, se pregunta, si Dios
puede ser enunciado en un discurso razonable que no fuera ni ontología ni fe. Desde el
punto de vista de la filosofía, su actitud es escéptica, en su sentido etimológico, esto es,
asume la actitud de quien observa desde arriba, tomando distancia y examinando,
analizando los fenómenos.

Lévinas no comparte la idea griega de que Dios es el ser o es, o un ser de otro modo,
distinto de los resto de los entes, pero ser en fin. Dios, no es ser de otro modo, sino de
otro modo que ser. (Emmanuel Levinas, 1991, Pág. 45)1 Lévinas busca “un Dios no

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contaminado por el ser, un Dios bondad, más allá del ser o de la esencia de ser, como lo
colocaba Platón.

La filosofía tradicional ha pensado a Dios a su medida, a la medida del ser, aunque este
ser se lo haya ampliado hasta el infinito y al cual se le hayan negado todos los defectos
de los entes. Si el ser es, en sí, una tarea, si tiene que ser o abandonar (y, de tal manera
que, incluso cuando se abandona, se está aun dentro), entonces no es ya el ser de los
griegos, el ser platónico (Emmanuel Levinas, 1994, Pág. 45)1. En adelante, y en la
propuesta de Lévinas, la fuente de sentido para la vida humana será el adiós al ser, sin
poder probar a Dios. Quizás no existe una expresión mejor para referirnos a Dios, que
referirnos a Él como al Bien. Lo mejor que el ser es, es el Bien.

Lo importante no es el yo, ni su inmortalidad cuestionada en el pensamiento hebreo, en


cuanto a la forma en que debía ser entendida; sino la trascendencia de Dios que da
sentido a la vida humana en esta vida que debe ser humana.

Palabras Finales

A lo largo de las páginas que nos han precedido, hemos tratado de presentar en primer
lugar la obra de Levinas y una serie de estudios sobre ella que nos pueden facilitar su
comprensión para emprender un camino de relaciones con el pensamiento de Platón.

En un segundo momento, me pareció importante presentar el marco mínimo de


referencia de su vida y pensamiento de ambos filósofos. Por último he realizado una
selección de textos, acompañados de algunas indicaciones, sobre aquellas ternas más
relevantes de los escritos de Emmanuel Levinas. Estimamos que en el trabajo
presentado, son suficientes los temas para hacernos constatar el sentido de la propuesta
filosófica de Lévinas, por esta razón, la filosofía debe llevarnos más allá de las ideas,
incluso de la idea del Bien, como proponía Platón, y llegar al Bien.

Estos nos pueden servir como una introducción básica para leer y entender con
precisión lo que este autor nos quiere decir, al igual que las posibilidades que abre a la
reflexión filosófica actual y, más concretamente, a la reflexión ética, ofrece como
alternativa para volver a Platón de una manera distinta y a la vez mediatizado por todo
el desarrollo de la filosofía contemporánea.

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Bibliografía

Lévinas, E. Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad. Salamanca, Sígueme,


1987. PDF
----------------- El tiempo y el Otro. Buenos Aires, Paidós, 1993.PDF
----------------- Humanismo del otro hombre. Madrid, Siglo XXI, 1993. También
Caparrós Editores, 1993.PDF
----------------- De Dios que viene a la Idea. Madrid, Caparrós Editores, 1993. PDF
----------------- De la evasión. Montpellier, Fata Morgana, 1982.PDF
----------------- De otro modo que ser o más allá de la esencia. Salamanca, Sígueme,
1987.PDF
----------------- Ética e infinito. Madrid, Visor, 1991.
----------------- La huella del otro.Mexico.2001.PDF
----------------- Entre Nosotros. Ensayos para pensar en otro. Valencia, Pre-Textos,
1993.PDF
----------------- Dios, la muerte y el tiempo. Madrid, Cátedra, 1994.PDF
Platón. Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. PDF. Madrid: Gredos. 2003. PDF
W. Daros, Emmanuel Levinas y Platón. 2009. CONICET

1- El año que figura en las citas es del texto que se utilizó, ver bibliografía.

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